Créditos

    El Arreglo (versión gratuita en español. Prohibida su venta)

    Copyright © 2021 de Sasha McCallum. (Algunos derechos reservados. CC-BY-NC-SA)

    Publicada en Artifacs Libros

    Traducción y Edición: Artifacs, diciembre 2020.

    Diseño de Portada: Sasha McCallum.

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    Obra Original: The Arrangement

    Copyright © 2018 de Sasha McCallum (Todos los derechos reservados).

    ISBN: 978 1 37 053312 1

    Publicada gratuitamente en Smashwords

Licencia Creative Commons

    Muchísimas gracias a Sasha McCallum por autorizar esta traducción al español y por compartir con el mundo El Arreglo bajo Licencia CC-BY-NC-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

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Licencia CC-BY-NC-SA

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Sobre la Autora

    Todavía estoy solo experimentando. Parece que no consigo ceñirme a terminar las historias de formas deprimentemente realistas. Las señales están ahí, tengo de todo con lo que trabajar, pero me acaban gustando demasiado los personajes como para castigarlos.

Contacto con Sasha

    Puedes contactar (en idioma inglés) con Sasha McCallum en: mccallumsasha@gmail.com

Otras Obras

    Todas estas obras son gratuitas y puedes descargarlas en inglés en el perfil de Sasha de Smashwords o en español en Artifacs Libros

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    • Cuartos de Baño y Oficinas Psiquiátricas (Bathrooms & Psychiatric Offices, 2017)

    • La Lectora y La Escritora (The Reader & The Writer, 2017)

    • Habrá Sangre (There Will Be Blood, 2017)

    • El Lago (The Lake, 2018)

    • El Arreglo (The Arrangement, 2018)

    • Hija de la Noche (Daughter of Night, 2018)

    • Dijo la Araña (Said the Spider, 2018)

    • Oculi ( 2019)

    • Lugar Bien Feo (Pretty Ugly Place, 2019)

    • Caja de Yesca (Tinderbox, 2020)

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El Arreglo

por

Sasha McCallum

Capítulo 1

    El lunes por la noche recibí una llamada de mi madre. Eran más de las diez, lo cual en mi opinión, era un momento poco razonable para llamar por teléfono. Pero yo siempre había impuesto restricciones a la interferencia de otras personas en mi vida, restricciones que a menudo no entendían y consideraban estúpidas. Yo rara vez dormía antes de la medianoche, pero no me gustaba quedar abierta al contacto después de las diez, ese era mi código y que le dieran a quien no le gustara.

    Estaba, por tanto, enojada cuando el número de mi madre comenzó a parpadear cerca de las once mientras yo miraba The Mick [1] con una mascarilla de barro en la cara. Ignoré la primera llamada, pero mis esperanzas se desvanecieron cuando ella llamó por segunda vez y respondí.

    "Hola, mamá," dije tanto irritada como lúgubre.

    "Elise, tengo un favor que pedirte." Lo bueno de mi madre era que no se andaba con rodeos, pero esta era una nueva, ¿una llamada telefónica a altas horas de la noche para pedir un favor? Preocupantes ideas comenzaron a tropezar por mi imaginación.

    "¿Va algo mal? ¿Qué necesitas?"

    "Sí, definitivamente algo va mal." Las ideas se multiplicaban y se dispersaban.

    "¿Es papá?" Le pregunté tensamente. "¿Está él...?"

    Ella gruñó con genio. "No seas ridícula. Tu padre nos sobrevivirá a todos."

    "¿Qué pasa, mamá?" Pregunté perdiendo la paciencia.

    "¿Has visto todos esos lacrimógenos reportajes en las noticias que muestran a familias viviendo en los coches, en las calles?"

    "Sí, se debe en gran parte a la h...," comencé, pero ella me interrumpió de inmediato.

    "La hija de mi prima Mary necesita un lugar donde quedarse por un tiempo. Tú tienes un gran piso para ti sola, ella se quedará tu habitación libre." Lo dijo como si eso ya estuviera escrito en piedra y yo casi di una carcajada.

    "No puedes hablar en serio," le dije, nunca antes había tenido una demanda como esa y yo dudaba de su legitimidad.

    "Ella está en la UA, así que eres perfecta," dijo y su voz era firme, cortante.

    "¿Qué?" Empecé a sentir pánico. "No. Mamá, este bombazo está fuera de lugar. No puedo hacerlo. Me sorprende que me lo preguntes siquiera."

    "Puedes y lo harás. No te pido mucho, la familia no te pide mucho. Y considerando lo que nos has hecho pasar todos estos años, ya es hora de que des un paso al frente."

    "Pero yo..." tartamudeé. "Necesito mi espacio. Me gusta vivir sola."

    "Ya lo sé," su voz se suavizó sustancialmente, "pero será solo por esta vez, te estoy pidiendo que dejes tus propios sentimientos a un lado. Esto es importante, estarías de acuerdo si pudieras ver lo que yo veo: Micah necesita ayuda."

    "Esto es chantaje emocional," dije sintiendo un gran pozo de desesperación elevarse en mi pecho. Ella iba a salirse con la suya, cuando se volvía blanda conmigo de ese modo, no era un tema del que ella se echara atrás. Yo iba a hacerlo sí o sí.

    "No es nada de eso," su voz se volvió cortada de nuevo. "Esto es una simple coacción."

    "Jesús bendi..."

    "¡No blasfemes!" chilló y yo hice un mohín. "Mira, ella es inteligente como tú, os llevaréis bien."

    "Puedo oír en tu voz que eso no te lo crees ni tú."

    "Aún así, lo haréis. Si conseguís no mataros la una a la otra."

    "¿Micah?" Pregunté frunciendo el ceño al teléfono. "¿Me he encontrado con ella alguna vez?"

    "No lo sé. Quizá cuando eras más joven, en una de las bodas o funerales."

    "¿Qué edad tiene?"

    "19, 20. Ya le preguntarás todo eso. Ahora mismo ella vive en un hostal, por eso todo esto es urgente. Te enviaré un mensaje de texto con los detalles y te reunirás con ella mañana. Si no lo haces, ella estará en la calle."

    Cerré los ojos y me froté el punto entre las cejas ignorando el pringue de los dedos.

    "¿Qué más te da lo que le pase a esta chica? ¿No es Mary a quien odias?"

    "Llámalo culpa."

    "¿Culpa de qué?"

    "Eso no tu incumbe. Tú tienes tus propias indiscreciones que compensar. Lo que te incumbe es hacer lo que digo y permitir que Micah se quede contigo. A ella no le va muy bien en este momento y sus problemas están justo en tu callejón."

    "No sé lo que significa eso," dije con cautela. ¿Era peligrosa la chica?

    "Tú te partías de risa cuando eras adolescente y yo tuve que vivir con ello... todos tuvimos. Durante años, debo añadir. Si soy honesta, nunca creí que fueras a superar esa edad, pensé que estarías muerta a estas alturas."

    "Vaya, gracias, madre."

    "Lo que digo es que has tocado fondo rocoso y has salido del agujero con las garras. Tal vez tú puedas entender a Micah, tal vez puedas comunicarte con ella. Pagarlo por adelantado."

    "¡No soy una jodida psicóloga!"

    "¡Esa lengua! Ella no necesita un psicólogo, necesita un sitio donde quedarse y tal vez una patada en el trasero de vez en cuando."

    "¿Por qué tengo que ser yo?" Pregunté miserablemente.

    "Estás cerca de donde ella estudia y sus padres la han echado. No puede pagar ningún alojamiento cerca. Esto es una cuestión tanto de conveniencia como de cualquier otra cosa."

    "¿Por qué la echaron sus padres?"

    "No son tan resistentes como tu familia."

    "Mamá, suéltalo de una vez. Si se va a quedar aquí, necesito saber a qué me enfrento."

    "Bruce y Mary no son las personas más comprensivas del mundo. Creen que la presencia de Micah en la casa está afectando negativamente su propia relación. Dicen que ella los trata como extraterrestres, no como padres."

    "Eso suena a que son ellos los que tienen el problema, no ella."

    "Bien, entonces se queda contigo. Está arreglado."

    "No, no lo está. ¡No me has contado nada!"

    "Puedes manejarlo, es una buena chica."

    "¿Una buena chica?" Incrédula, no podía creer el descaro de mi madre.

    "Comparada contigo, ella es un ángel. Necesita algo de estabilidad, eso es todo."

***

    Se me dijo que estuviera en el hostal el martes por la noche, así que fui directamente después del trabajo, inclinada a quitármelo de encima cuanto antes. Llegué poco antes de las siete; había sido un día largo y caluroso, el asfalto ardía y salir del coche con aire acondicionado era una perspectiva poco atractiva incluso para unos minutos. Yo necesitaba estar dentro o nadando... todo menos esto.

    El hostal era un feo motel barato en la A6, a las afueras de Brooklyn Park. Intenté no pensar en lo que podría encontrar cuando llamara a la puerta del número 13 ni en lo que sucedería cuando llevase a la prima a casa. Sentía sincero odio por mi madre. ¿Cómo podía haberme presionado a esto? Al acercarme a la recepción, estudié el mapa de habitaciones en la pared exterior. Este era grande para ser un motel, debían de hacer buen negocio, especialmente en verano, pues estaba cerca tanto del aeropuerto como de la playa.

    "Hola," dijo una curiosa y sensual voz a mi derecha. Yo me giré y vi a una chica muy bonita de cabello oscuro apoyada en la pared, fumando un cigarrillo y mirándome de reojo. "No parece que seas de aquí," dijo y luego dejó escapar una risa sublimemente malévola.

    "¿Es eso gracioso?" Pregunté tratando de no revelar mi interés y ella se encogió de hombros. "¿Trabajas aquí?"

    "Nop," dijo despacio, con gran énfasis en la P. "Sólo estoy esperando."

    "¿Esperando qué?"

    "Que el mundo me alcance." Su sonrisa era tentadora y sus palabras me cautivaron y preocuparon a la vez.

    "No serás tü Micah." Pregunté pensando: por favor, no.

    En cuanto la pregunta salió de mi boca, su comportamiento cambió por completo. Ella comenzó a curvarse sobre sí misma, su postura, por lo demás altiva, se relajó y su expresión se ennegreció. No habría más risas ahora. Esto me entristeció de una manera que no esperaba.

    "¿Elise?" dijo con su voz transformada, tensa y reservada.

    Me aproximé a ella y me subí las gafas de sol a la cabeza. Quise que la chica de antes regresara, pero eso no iba a suceder, así que traté de seguir adelante con lo que teníamos.

    "Supongo que soy el mundo alcanzándote," dije con una pálida sonrisa. Le tendí la mano y, después de varias vacilaciones incómodas, ella la estrechó sin fuerza. "Mamá dijo que podríamos habernos conocido cuando éramos pequeñas, pero yo no te recuerdo para nada."

    Hizo un gesto desanimado y se bajó sus propias gafas de sol frente a los ojos marrón chocolate, miró por los edificios y el aparcamiento como si fueran de mayor interés que yo. Defensiva, pensé, y más asustada de mí que yo de ella.

    "En realidad no esperaba que aparecieras," arrastró las palabras y levantó reluctante la espalda fuera de la pared. "Vamos."

    La seguí por pasillos de habitaciones prefabricadas entrelazadas con aparcamientos y senderos cubiertos de hierba. El paseo fue tenso y silencioso, pero yo estaba contenta. Ella no estaba siendo ni demasiado amistosa ni innecesariamente hostil. En cuanto abrió la puerta y yo me coloqué tras ella en la habitación sin aire acondicionado y cocida por el sol, fui asaltada con el sonido de una cama golpeando la pared de al lado y agresivamente fingidos sonidos sexuales. Me encogí y miré a Micah con exasperación.

    "¿Por qué crees que me quedo fuera?" dijo y vi la sugerencia de una sonrisa jugar en su boca de nuevo. Se convertiría en mi misión de los próximos meses aprender qué causaba tal sonrisa y conseguir tantas como pudiera. Estampé un puño en la pared con disgusto, pero no hubo pausa en el repetitivo ruido.

    "Creo que ella es prostituta," dijo Micah, aburrida. Yo miré por el cuarto. Su estado era lamentable, pero estaba ordenado, la cama estaba hecha con pocos indicios de haber sido habitada. Micah no era desordenada, eso era bueno.

    "¿Cuanto tiempo llevas aqui?"

    "Seis semanas."

    "¿No podrían tus padres estirarse con algo un poco mejor?" Pregunté tontamente y ella entornó los ojos hacia mí y resopló.

    "Soy yo quien ha estado pagándola," dijo. "Es decir, hasta hace una semana, luego me ayudó tu madre."

    "¡¿Tú?! Pero..." No estaba segura de por dónde empezar con todas las cosas que encontraba erróneas en esta información.

    "Tuve un empleo de media jornada durante un tiempo," explicó, "pero no pude seguir el ritmo y me quedé rápido sin dinero."

    "De acuerdo. Pilla tus cosas, nos vamos." Me acerqué donde había dos grandes bolsas de gimnasia y cogí una. Era pesada. "¿Qué llevas aquí dentro?"

    "Libros de texto en su mayoría." parecía indecisa. "Um... ¿no deberíamos conocernos un poco?"

    "No te estoy recogiendo para una cita. Vas a vivir conmigo un tiempo, eso no es negociable. Ninguna prima mía se va a quedar aquí con eso..." Señalé la pared ofensiva.

    Ella murmuró algo entre dientes, probablemente algo que ver con que yo era una perra engreída, así que no le pedí que lo repitiera. No me hacía ilusiones que esto fuese a ser fácil, solo me preguntaba si iba a ser posible y, de ser así, por cuánto tiempo. Mi madre me la había jugado a la perfección. Por mucho que me gustara tener mi espacio, no podía lidiar con la idea de que Micah se quedara en este sórdido agujero un segundo más, y mucho menos que se quedara en la calle. Yo haría que esto funcionara, al menos hasta que se pudieran hacer otros arreglos.

    "Lo que quiero decir es," dije suavizando mi tono al ver la expresión en su rostro. "¿Quieres venir a quedarte conmigo por un tiempo? Vivo cerca del campus de la UA."

    "¿En qué calle?"

    "Pharasyn."

    "Esa es una zona bastante urbanizada. ¿Apartamento?"

    "Decimosegundo piso."

    Ella asintió lentamente y recogió su otra bolsa. No había hablado pero yo lo tomé como una señal de acuerdo. Dejó la llave en recepción y me siguió hasta el coche.

    Se relajó una vez que estuvimos en la carretera, cabeza hacia atrás y ojos cerrados, obviamente disfrutando del aire fresco que soplaba por las rejillas de ventilación. Era un viaje tranquilo y yo no iba a interrumpir eso, yo creía en ser honesta desde el principio, en establecer que no estaba interesada en actuar por ella ni por nadie. Para mi enorme alivio, ella tampoco parecía estarlo.

    Rápidamente le mostré el apartamento al llegar a casa, luego llevé su bolsa a la habitación de invitados y la dejé en el suelo. Ella miraba fijamente, estupefacta.

    "¿Qué pasa? ¿No te gusta?"

    "¿Estás de broma?" Volvió a mirar por la habitación. "Pensé que me iba a quedar en tu sofá. No esperaba tener mi propia habitación. Qué amable, gracias."

    Me apoyé en el marco de la puerta y crucé los brazos, temiendo dejarla a la suya.

    "De nada," dije para llenar el silencio.

    "Sé que te han hecho sentir culpable para que me dejes quedarme. Sé cómo opera la familia."

    "Ah, ahí está, la actitud de la que me hablaron." Ayudaba ver cierta evidencia de que ella no era todo pretensión. "Estás atrapada conmigo tanto como yo estoy atrapada contigo. Deberíamos intentar que esto funcione."

    "Lo intentaré. No quiero causar problemas."

    "No se me da muy bien la gente fuera del trabajo, deberías saberlo. Estoy acostumbrada a vivir sola, así que esto va a ser raro para mí."

    "No me quedaré aquí mucho tiempo, haré lo que pueda para conseguir un trabajo y buscarme un piso propio."

    La miré, ella no era lo que yo había esperado. Con voz suave y claramente avergonzada de su situación, me provocó una sensación de pathos.

    "Estás en la Universidad a tiempo completo," le dije a modo de disculpa por mi franqueza. "No hace falta que te presiones tanto. Mientras respetes mi privacidad, puedes quedarte." Yo no estaba acostumbrada a ser tan educada con los miembros de la familia.

    "¿Es eso lo único que quieres? ¿Que respete tu privacidad?"

    "¿Qué otra cosa iba a querer?"

    "¿No has recibido instrucciones de espiarme? ¿De meterme en cintura?"

    "No me han dicho casi nada de ti y yo no sigo órdenes."

    "Entonces, ¿por qué estoy aquí?"

    "Porque eres mi prima. Mientras respetes mi espacio, yo te daré el tuyo." No quería tener una discusión tan temprano. "Aunque, solo para aclarar algunas cosas, me gustaría hacerte algunas preguntas."

    "Vale..." dijo con sospecha.

    "¿Robas cosas?"

    "No."

    "¿Eres adicta a alguna droga?"

    "No."

    "¿Tienes hábito de traer visitas a casa?"

    "No. Odio a la gente."

    "Oh..." la estudié con los ojos entornados. "¿Tienes novio?"

    "Soy asexual y paso todo el tiempo estudiando," dijo ella llanamente.

    Eso era suficiente por ahora, pronto descubriría si estaba mintiendo sobre alguna de estas cosas. Yo conocía a los mentirosos y Micah no me parecía una. Deprimida, solitaria, oscura, difícil, sí, pero no intencionalmente engañosa o cruel.

    "Preferiría que no fumaras aquí dentro. El balcón es cómodo, pero recuerda cerrar la puerta con llave cada vez que vuelvas a entrar. Esto puede parecer estúpido, al estar tan alto y eso, pero..."

    "No es estúpido. Me alegra que te preocupe la seguridad."

    "Vale. Llaves," dije entregándole una cadena. "La tarjeta es para el portal del edificio."

    "¿Eso es todo?"

    "Eso es todo. A menos que tengas alguna pregunta que hacerme."

    "¿Tienes una impresora que pueda usar?" preguntó y casi me reí. Me empezaba a gustar su sencillez.

    "En el estudio. Los detalles de la banda ancha están en el escritorio, es ilimitada. Puedes usar cualquier cosa que no esté en mi habitación, donde no quiero que entres para nada."

    "¿Es ahí donde escondes los cuerpos?"

    "Sí. Y están perfectamente conservados, no necesitan interferencia."

    "No voy a tocar tus cuerpos."

    "De acuerdo entonces," dudé y apunté con un flácido dedo índice hacia ella. "Pero sé cuidadosa." Yo no tenía idea de lo que quería decir y me avergonzó la soltura de la advertencia. Ese era un buen momento para disculparme. Di media vuelta y cerré la puerta detrás de mí. Era imperativo que aprendiéramos a convivir con el equilibrio adecuado entre la distancia y la comunicación, una desalentadora perspectiva para alguien que había vivido tres años sola y que le gustaba de ese modo.

    Los siguientes dos días transcurrieron relativamente sin incidentes. Dimos círculos la una alrededor de la otra, con poca charla, y me descubrí peculiarmente frustrada por ello. Si bien normalmente yo habría estado más que feliz con la menor comunicación posible, sentía curiosidad por Micah y me sentía inclinada a interactuar más y no menos.

    Sus hábitos eran agradables: era callada, pasaba largas horas en la universidad y, cuando estaba en casa, estudiaba en silencio en su habitación la mayor parte del tiempo. Tenía una clase a las ocho, mientras que yo generalmente empezaba a trabajar a las nueve. Ella salía del baño cuando yo lo necesitaba y dejaba pocos signos de haber estado allí: no había toallas mojadas en el suelo, ni manchas de pasta de dientes en el lavabo, todas las cosas que yo había estado esperando infelizmente. Dejaba un cenicero en el balcón pero se deshacía de las colillas. Yo revisaba la puerta del balcón compulsivamente y esta siempre estaba bien cerrada. Ella parecía no usar la cocina salvo para hacer té, el cual bebía mucho. Hacía cazuelas con él, un desayuno inglés extremadamente fuerte, cosa que descubrí a la mañana siguiente de su partida. Aún fresco y caliente, siempre había al menos una porción en la cazuela, como si me la dejara como ofrenda. Una ofrenda que yo aceptaba, era más fuerte del que yo había bebido en el pasado, pero pronto descubrí que lo prefería a cualquier alternativa. Ella siempre enjuagaba su taza.

    ¿La había tratado yo con demasiada dureza? Quizá debería haber sido más amable al llegar, pero no había previsto que ella fuese tan fácil, tan complaciente. Yo era consciente de su presencia, pero ella era una compañera de piso muy ausente, en más formas que en la físico: la inmersión en sus libros de texto cuando estaba en casa la alejaba psíquicamente de nuestra situación juntas y, aunque esto era reconfortante, también servía para aumentar mi deseo de conocerla mejor. Me impulsaba a traerla de vuelta al mundo real, a hablar con ella. Este era mi lado egoísta y controlador, y yo estaba haciendo un buen intento por no ceder a él.

Capítulo 2

    Llegué a casa temprano el viernes por la noche después de las copas tras el trabajo. Había considerado aceptar una oferta para pasar la noche en Thera, pero la rechacé. Había sido una semana larga y sabía que me despertaría con resaca si iba. Prefería la idea de no pasar un día libre drapeada sobre la taza del inodoro.

    El apartamento estaba piadosamente oscuro y silencioso cuando llegué a las 11:30. La puerta de Micah estaba cerrada y pensé que tal vez había ido a pasar la noche fuera. Ella no me parecía de las que tenían una furiosa vida social, pero a los 19 años eso era algo que no se podía evitar con éxito todo el tiempo. Me duché y me acosté en la cama a revisar las entradas de Facebook y Twitter y, cuando apagué la luz, era más de la una. Feliz de haberme desvinculado de una noche de borrachera, yací a la deriva pensando en cómo podría pasar el día mañana.

    Fui arrastrada hacia la oscuridad de la habitación por un sonido proveniente del salón. Me alarmó, pero no me asustó al principio. Me quedé escuchando, segura de haberlo confundido con algo en otra parte del edificio. Pero el apartamento estaba bien insonorizado y, a menudo, no oía nada desde el piso de arriba ni a través de las paredes durante días seguidos. Sin embargo, el ruido continuó, una especie de sonido tembloroso y rasposo que no pude ubicar, repetitivo, ni ganando ni perdiendo impulso. Como una rata gigante haciendo un nido en el techo, pensé abriendo los ojos ante la imagen.

    Caminé cautelosamente por el pasillo hacia el ruido, sin notar que la puerta del dormitorio de Micah ahora estaba abierta en la oscuridad. Cuando vi la figura oscura de pie en la puerta del balcón sentí un diluvio de terror dentro del pecho: un intruso, pensé, ¿cómo diablos se la había arreglado para subir hasta aquí? Me tomó solo unos segundos racionalizar que la figura era Micah en camiseta y pantalones cortos, y que estaba dentro de la habitación, no afuera tratando de entrar.

    La confusión dejó paso al miedo mientras me acercaba a ella. Micah estaba moviendo el pomo de la puerta una y otra vez, obviamente tratando de salir, pero sin esforzarse mucho, puesto que, claramente, la puerta seguía cerrada.

    "¿Qué estás haciendo?" Pregunté y, extrañamente, no respondió, ni siquiera detuvo el traqueteo. "¿Micah?" Dije esta vez con más decisión. Aún nada. Algo del pánico regresó filtrado por los bordes de la incertidumbre y recordé una vieja película de terror que había visto una vez. Eso es lo que ella parecía, un zombi. No podía verle la cara, el cabello oscuro caía sobre esta. Moví el interruptor de la luz y ella seguía sin responder. Un poco asustada, extendí el brazo y le puse la mano en el hombro, la agarré con firmeza y la zarandeé, intentando que se diera la vuelta.

    Ella lo hizo, levantó rápidamente la cabeza y, soltando la manija de la puerta, por fin se dio la vuelta. Casi me da un infarto cuando dejó escapar el grito más desgarrador que jamás haya escuchado. Se me cuajó la sangre, me tomó unos segundos percatarme de que aquello era real y que tenía que acallarla. La abofeteé. Esto creo que me sorprendió a mí más que a ella, nunca en mi vida había abofeteado a nadie. Pero ella dejó de gritar. Perdió fuerza en las rodillas, que se doblaron debajo y ella se hundió como un fardo en la alfombra. Me agaché junto a ella, lista para disculparme profusamente por el bofetón.

    "No era mi intención hacer eso, Micah. Lo siento mucho, es que esto es un..." Me detuve al ver la expresión en su rostro. Ella no me miraba, tenía los ojos cerrados y temblaba tanto que no era sorprendente que no pudiera ponerse de pie. Yo estaba alarmada por su estado y tenía pocas pistas sobre cómo lidiar con ello. El instinto tomó el control y me senté junto a ella en la alfombra y la acuné suavemente entre mis brazos. Ella respondió, me agarró como si yo fuese un salvavidas y yo dije una oración silenciosa. La mecí un poco del modo que mi madre solía hacer y le acaricié la cabeza.

    Ella no hablaba, yo no intenté que hablara. Esperé a que su temblor se calmara, debimos habernos quedado así durante 20 minutos como poco. ¿Qué le hace esto a una persona?, me pregunté. ¿Con qué líos de mierda sueña esta chica? Era evidente que ella no estaba tan estable como se había presentado anteriormente. No podíamos quedarnos así por mucho más tiempo, no era cálido ni cómodo estar sentadas en el suelo. Eventualmente logré engatusarla para que se pusiera de pie y entrara en su cuarto. La senté en la cama, pero ella seguía temblando y aferrándose a mí. La idea de separarla de un empujón y dejarla sola no resonó como una opción viable en ese momento. Ella no estaba calmada. ¿Y si volvía a ocurrir lo mismo? Así que hice lo que me pareció correcto, la acomodé debajo de las mantas y me senté a su lado, erguida contra la blanda cabecera de la cama. Ella yacía con la cabeza apoyada en mí y su brazo alrededor de mi cintura, con los ojos cerrados. Finalmente su respiración se ralentizó y su temblor se detuvo. Estaba dormida. Aliviada, yo aún no estaba segura de si debía extraerme y dejarla. Estaba completamente despierta. Dejé la lámpara de noche encendida y observé la habitación en su quietud.

    Los libros de texto, carpetas y papeles grapados estaban esparcidos por la habitación. Biología Celular y del Desarrollo, Datos Químicos S1, Genes y Genomas. No era lo que yo llamaría desordenado, sino ajetreado, funcional. En el aparador junto a mí había un diario de tapa dura abierto junto a bandejas de píldoras con la etiqueta Mirtazepina, que eran un misterio para mí en ese momento, pero que investigué más tarde. Sin pensarlo, tomé el diario y leí la pequeña letra manuscrita dentro de la página de la izquierda.

    Como una vela parpadeando en las sombras, soy vulnerable a todo susurro del viento.

    Este tornará mi mente en la nada, suspendiendo fragmentos rotos, memorias perdidas.

    Hay demasiado miedo en el interior, puedo sentir que me hago pedazos.

    Por el día este se torna ira.

    Acumulándose, llameando, llamas que suben más alto

    Hasta que se aferran a mis muros protectores quemando aquello que yazga dentro de alcance.

    Así cuando la noche regresa, soy vulnerable de nuevo, un eterno ciclo de desesperación

    Todo el mundo, todo se ha ido y yo yazgo herida y sola

    Ardiendo sin llama en la oscuridad.

    Muerte y decadencia. Puedo verlos y ellos pueden verme.

    Hay demasiadas mañanas que continúan para siempre, demasiados ayeres para pensar sobre el hoy.

    Y estoy demasiado cansada para buscar los sueños que sujetan el tiempo.

    A veces siento que las estrellas se acercan, cercándome a mí...

    Me detuve abruptamente y miré el interior del cuarto. Cerré el diario y lo volví a colocar en la mesita de noche sintiéndome horriblemente culpable por leer el flujo de conciencia privado de mi prima. Fue entonces cuando miré su muñeca sobre mí y noté por primera vez la ordenada hilera de pequeñas cicatrices que recubrían la parte exterior de su brazo izquierdo. Mi reacción fue de empatía y conmoción, la oscuridad dentro de Micah era profunda, ella podría estar incluso perturbada. Era flaco consuelo que ninguna de las marcas pareciera reciente. Tal vez había comenzado en un área diferente de su cuerpo. ¿Qué debía yo hacer? Esta noche me quedaría con ella. Mis ojos se nublaron mientras yo permanecía allí, abrumada por la desolación casi sin sentido de sus palabras, observando su respiración, sus ojos no se movían bajo los párpados. Ella estaba tan adorable, tan plácida ahora, su agarre sobre mí encontró su presa esa noche, se tensó como el modo en que ella me había apresado en el suelo. Supe que, a partir de ese momento, le ofrecería a esta chica todo lo que pudiera. Que yo era lo bastante fuerte para absorber lo que pudiera de su dolor.

    Me levanté temprano a la mañana siguiente, habiendo dormido en la cama de Micah sin tumbarme correctamente. Tenía rígidos el cuello y la espalda, y muchas ganas de dejar atrás la noche previa. Me duché y preparé té como le gustaba a Micah. Esperaba que ella durmiera hasta tarde después de la noche que había tenido y dado que era fin de semana, pero ella entró en la cocina poco después de que yo lo hiciera. Yo dudé. No sabía cómo hacer esto, tenía miedo de sobrepasar cualquier marca al pedirle que hablara sobre problemas personales. Ella habló primero.

    "¿Me vas a echar?" Su voz fue reservada mientras se servía el té.

    "¿Por qué iba yo hacer eso?" Pregunté sorprendida por su aparente miedo.

    "Anoche... El ruido, el jaleo..."

    "Eso no es nada, me asustaste, eso es todo. Deberías haberme dicho que eres sonámbula."

    "Gracias por ayudarme. Lo siento mucho." Parecía tan abatida que mi empatía se agudizó.

    "Ey," templé mi voz. "Todo el mundo tiene pesadillas, nunca te echaría por eso. Ya nos ocuparemos de ello." Ella no pareció convencida, pero yo lo estaba, solo había que tener cuidado de que el ruido no molestara a los vecinos.

    "No las tengo a menudo, debe de ser el nuevo entorno," dijo incómoda.

    "¿Con qué estabas soñando?"

    "No lo sé." Estaba avergonzada.

    "Temblaste como durante dos horas después, debes de saber de qué tenías miedo."

    "Las cosas parecen ir mal después de despertarme. Todo va simplemente mal y no sé por qué. Lo siento mucho."

    "No pasa nada." Yo necesitaba desesperadamente tranquilizarla. "No es culpa tuya."

    "A veces sé cuándo van a suceder. Las cosas parecen mal incluso antes de que me duerma."

    "Eso es útil, en realidad," asentí. "Tal vez podrías avisarme la próxima vez. Puedo ayudar."

    "Lo intentaré," dijo, apuró su té y se fue a la ducha sin volver a hablar. ¿Comía ella alguna vez? Estaba terriblemente delgada. Quizá debería llevarla a desayunar. ¿Aceptaría ella un desayuno de mi parte? Me sonó el móvil.

    "Ey, Nat."

    "Qué rápido, estaba llamando para despertarte." Nosotras nos reuníamos en el gimnasio todos los sábados.

    "Estoy despierta, estoy arriba."

    "¿Otra noche a la cama temprano? Eres aburrida."

    "Te veré fuera a las diez, ¿vale?"

    "Ajá."

    La voz de Nat me recordó algo mientras me sentaba a terminarme la tostada, sumida en mis pensamientos.

    A pesar de mi comentario a Micah, yo tampoco tenía pesadillas, ya no. Mis peores sueños estaban centrados en el trabajo. Era muy buena en mi trabajo, pero en el fondo sabía que todo era una actuación y que si la gente pudiera ver lo que me pasaba por la mente bajo la profesionalidad, probablemente yo terminaría sin empleo. Mi gran temor era que llegara el día en que ya no pudiera seguir con la farsa. Así que, ocasionalmente tenía sueños en los que me encontraba con un cliente importante y no podía sonreír o decir lo que querían escuchar. No importaba cuánto lo intentara, lo que surgía naturalmente mientras estaba despierta era imposible. No tenía control. Puede que los sueños echaran raíz en la ansiedad, pero estos eran lo que yo llamaba sueños de "vergüenza". La vergüenza básica que sentía en ellos a veces se convertía en ansiedad en toda regla porque resultaban en pérdida de mi reputación, mi sustento, mi empleo.

    Había tenido pesadillas cuando era niña, pero era como mirarlas a través de una pantalla o desde una gran distancia, no eran reales, no podía sentirlas.

    Sabía que otras personas sufrían pesadillas. Nat, quien probablemente era lo más parecido que yo tenía a una mejor amiga, me había hablado sobre un sueño recurrente que tenía en el que estaba de pie en el borde de un rascacielos a punto de volcarse. Me resultaba extraño escuchar esa clase de cosas, ver la mirada en los ojos de las personas cuando describían estas experiencias, pero antes de esa primera noche con Micah, yo no había tenido la sensación adecuada del miedo involucrado y el impacto que conllevaban. Decidí investigar un poco sobre las pesadillas y el sonambulismo. Las cosas habían comenzado a cambiar ahora, se había puesto en marcha una cadena irreversible de eventos sobre los que, como mis sueños de vergüenza, yo tenía poco control.

***

    Hice algunas visitas perezosas después del gimnasio y no hablé con nadie sobre Micah, pero ella estaba en mi mente. Tuve una idea. Le pediría una receta a mi madre y cocinaría algo esa noche. Mamá había estado tratando de convencerme de que aprendiera a manejarme en la cocina durante años, pero yo nunca me había inspirado lo suficiente. Sabía que podía hacerlo, ¿qué dificultad podía haber en seguir instrucciones escritas? Y la idea de alimentar a Micah sin hacerla sentir culpable de que yo la invitara a un restaurante me atraía. Ella había salido del piso bastante temprano esa mañana, dirigiéndose a la biblioteca para hacer una tarea u otra y yo consideré la posibilidad de que ella no estuviera en casa. Yo cocinaría un montón y me quejaría de tener demasiadas sobras.

    ¿Qué iba a cocinar? Por primera vez en mi vida comencé a tener ganas de hacer algo con la comida en mi cocina. Fue una de las señales más concluyentes de que me estaba dejando influenciar voluntariamente por Micah, aunque aún no lo reconocía como tal.

    Acepté algunas recetas de mi madre, pero me negué a discutirlas con ella cuando vi la expresión de suficiencia en su rostro. Mi confianza en mí misma era bastante alta mientras repasaba las instrucciones, tomé una decisión y fui a varias tiendas a comprar componentes. Mi única preocupación era que Micah pudiera tener alergias o que fuera demasiado quisquillosa con la comida. Como aún no la había presenciado comer, estaba estancada en este sentido y tenía que improvisar. Al menos aprendería algo sobre ella si no podía comerse mi ofrenda.

    Las cosas se vinieron abajo rápidamente cuando entré en la cocina. Los ingredientes y utensilios no se doblegaban a mi voluntad como esperaba. Noté que había subestimado enormemente la habilidad requerida para la preparación de alimentos. Mi problema era que, cuanto más difícil se presentaba una tarea, más tenaz me volvía. Aquello era una guerra y por Dios que yo iba a ganarla aunque me llevara toda la noche. Llamar a mi madre para pedirle consejo estaba fuera de discusión. Con visión fija, me olvidé de Micah y de mi meta inicial, me olvidé de todo. Luché con ollas y sartenes y arrojé perejil y harina por el suelo y las encimeras. Me quemé cuatro veces y me corté dos. Arruiné siete filetes de bacalao y me felicité por tener la sabiduría de comprar demasiados. Estaba en el proceso de destrozar mi tercer lote de salsa de perejil cuando oí a alguien reírse de mí.

    "Guao, eres lo peor con los fogones," dijo Micah y yo me volví hacia ella, furiosa por el insulto y complacida de oírla reír.

    "Me gustaría verte a ti hacerlo mucho mejor, esto es muy difícil," ladré. Ella me había distraído de la salsa y me sorprendió cuando se acercó a mí, tomó la cuchara de madera de mi mano inmóvil y asumió la tarea de remover.

    "Um..."

    "Tienes que remover continuamente o no se espesará consistentemente. ¿Nunca has hecho esto?"

    "No. ¿Cómo sabes lo que es?" Me miró como si yo estuviese loca. "Soy nueva en la comida," dije a la defensiva.

    "Tal vez deberías empezar con lo básico, como hervir un huevo," se burló.

    "Cruel... ya puedo yo, esto es un proceso."

    "Hmm." Se burló acusadoramente de mis dedos enyesados ​​y dejó caer la cuchara. "Te dejo a ti entonces."

    "¡Espera! Si eres tan lista, quizá puedas ayudarme." Me tragué mi orgullo y recordé mi plan original, que era hacer que Micah comiera. "¿Sabes cómo hacer estas cosas?"

    Ella sonrió y volvió a tomar el relevo con la salsa. Sabía cómo hacer "estas cosas" y me sentí como una idiota por haberla desafiado. Me enseñó algunas cosas y, con paciencia y habilidad, terminamos (mayormente ella) la comida. Mientras ella cocinaba, se movía por la cocina limpiando cosas y ordenándome que hiciera esto y aquello, como una profesional. Era impresionante y bastante entretenido de ver. Estaba en su elemento.

    "¿Por qué guardas tantas botellas de agua del grifo?" Preguntó mirando en uno de los armarios inferiores.

    "No sé si te habrás dado cuenta, pero últimamente ha habido muchos casos de contaminación del agua en todo el país. Eso sucederá aquí, sólo es cuestión de cuándo."

    "Muy astuta. ¿Vas a invitar a gente?"

    "No. ¿Por qué?"

    "Has hecho suficiente para cuatro personas."

    "Eh... sí. Como he dicho, soy nueva en esto. Tú me ayudarás a comerme esto, por supuesto." Di esto por sentado y no le di la oportunidad de rechazarlo. Si ella tenía un problema con alguno de los alimentos involucrados, yo pronto lo averiguaría. Parecía no tenerlo, me ayudó a poner la comida en platos y se sentó a comer conmigo.

    Aceptó una copa de vino y sentí una mezcla de deleite y disgusto por la forma en que se metía la comida en la boca. ¿Tenía prisa?

    "Está sabroso, pero comes como un cerdo, Micah."

    "Lo siento, no he visto comida como esta en mucho tiempo."

    "¿Comida como esta?"

    "Comida de verdad. Cosas frescas cocinadas desde cero, comida con valor nutricional. No creo que haya comido carne en meses. Soy una estudiante pobre."

    "Hmm," asentí estudiando su delgada figura. "No has tocado nada de la comida en la nevera ni los armarios."

    "No es mía," dijo y quedé horrorizada.

    "Pensé que tenías un desorden alimenticio o algo así. ¿No te dan dinero tus padres para comer al menos?"

    "Me han cortado el grifo efectivamente." Hizo una pausa pareciendo incómoda. "Necesito pedir un favor."

    "¿Si?"

    "No le cuentes a nadie de la familia lo de las pesadillas."

    "Eso no es asunto de ellos, pero ¿hay alguna razón en particular por la que necesites mantenerlas en secreto?"

    "No quiero llamar la atención. Mary busca cualquier excusa para saltarme a la garganta."

    "¿Podría el sonambulismo ser causado por las pastillas que tomas?"

    "No. Lo he tenido desde que era pequeña. Solía ​​ser mucho peor."

    "¿Cómo lo manejaron tus padres?"

    "Me metieron en un internado."

    "¿Por sonambulismo?" Negué con la cabeza. "Idiotas. ¿Por qué te echaron?"

    "Creen que estoy enferma y no querían ver cómo me autodestruía."

    Sin pensarlo, le miré los brazos y ella se bajó tímidamente la manga por debajo de la muñeca.

    "¿Estás enferma?"

    "Todos estamos un poco enfermos," dijo.

    "Muy jodidamente cierto," asentí. "Pero ¿no quieres hablar con un psicólogo?"

    "Fui lo bastante deconstruida cuando estuve internada. Estoy mejor sin ellos. No saben cómo lidiar con que yo sea tan diferente."

    "¿Diferente?"

    "La depresión," se encogió de hombros, "las pesadillas, la forma en que hablo. Odian que me llame asexual, que no tenga amigos, que no encaje en las normas sociales. Suena ridículo cuando lo digo así, pero todo se fue acumulando a lo largo de los años hasta el punto en que ya no podemos soportarnos."

    Yo estaba feliz de que ella estuviera hablando. No era el vino, solo había tomado tres sorbos.

    "¿Y su solución fue echarte a la calle?"

    "Creen en el duro amor."

    "¿Creen en el no amor?"

    "Esperaban que volviera arrastrándome y me sometiera a sus deseos. Tu madre se apiadó de mí. No sé por qué, oí que normalmente ella es bastante fría también."

    "Creo que podría haber alguna historia entre ella y Mary, no tengo idea de qué es, pero con mi madre suele haber un motivo oculto. ¿Qué quieres decir exactamente con asexual? ¿Te autofertilizas?"

    Ella se rió repentina e inesperadamente. Fue una risa deliciosa.

    "Sabes de biología," dijo y luego se puso seria. "Significa que no soy una persona sexual."

    "¿Alguna vez ha tenido relaciones sexuales?"

    "Te pones un poco personal, ¿eh?" preguntó, pero parecía divertida, no incómoda. "Nadie querría sexo de mí," murmuró en voz baja.

    "¿Qué?" ¿La había oído mal?

    "Que yo nunca he querido antes," dijo alzando la voz.

    "Sin deseo sexual en absoluto, ja. Eso es nuevo," señalé. "¿Por qué usas tanto maquillaje si no estás tratando de impresionar a nadie?"

    "No quiero asustar a la gente y que tengan un prematuro ataque cardíaco. No soy una asesina."

    La estudié. ¿De veras tenía tan baja autoestima o era una pose?

    "Podrías ir un poco más ligera con el delineador de ojos. Estás mejor sin maquillaje, te he visto."

    "Pensé que se suponía que debías respetar mi privacidad."

    "¿De veras no lo ves?"

    "¿Ver qué?"

    "Que eres muy guapa, Micah."

    Eructó desvergonzadamente y se metió otro bocado de filete en la boca, que ya estaba llena, no era una pose. No podía importarle menos la impresión que causara.

    "¿Cómo te convertiste en alguien con una autoimagen tan distorsionada? ¿De dónde lo aprendiste?"

    "Nací con ello," dijo altivamente.

    Así que estaba dispuesta a admitir que la imagen de sí misma estaba distorsionada. Curioso. Decidí que la había interrogado lo suficiente sobre sus asuntos privados, por la forma en que estaba yendo, parecía que terminaría avergonzándome antes de descifrarla de alguna manera.

    "Bueno, me alegra que mamá lo consiguiera, que me convenciera de invitarte," le dije.

    "¿Por qué?" Su expresión mostraba verdadera confusión.

    "Eres interesante. Un jodido accidente de tren, pero interesante. Además, sabes cocinar. ¿Dónde aprendiste a cocinar así?"

    "Masterchef."

    "No se puede aprender eso de la televisión."

    "Yo sí. Y experimentando en la cocina. Mary lo odiaba, yo dejaba la cocina hecha un caos y ella se volvía loca."

    "Debe de enojarla que no la llames mamá."

    "En realidad no," se encogió de hombros. "Ella no es mi madre. Como tú no eres mi prima."

    "Eso es un poco grosero, ¿no crees?"

    "Es verdad. Bruce y Mary no pueden tener hijos. Me adoptaron."

    "Es la primera vez que lo oígo."

    "Tú no te involucras en las cosas, te ocupas de tus propios asuntos."

    "Aún así pienso en ti como mi familia." Esto era parcialmente cierto.

    "Lo que tú digas," se encogió de hombros de nuevo. "¿De qué vives si eres una cocinera tan inútil?"

    "Hija de… tienes mala uva." Eso añadía un elemento provocativo a su extraña combinación de características. "De queso, galletas saladas, tostadas, fruta, yogur. Pido comida para llevar o busco una excusa para visitar a alguien cuando quiero una comida adecuada."

    "Helen me dijo que trabajas en un banco."

    "Asesora financiera en AMP. Pagan bien, pero es más aburrido que un deshielo."

    "¿Qué estudiaste para conseguir un trabajo así tan joven?"

    "Tengo 25," dije sorprendida de que una adolescente tuviera la audacia de llamarme joven.

    "Ya, joven," repitió sin dudarlo.

    "Hmm... Comercio. Me especialicé en Contabilidad. Conseguí el trabajo fácil porque resulta que soy muy buena sonriendo y dando a la gente lo que quiere. Un talento que generalmente reservo para el trabajo."

    "No has tenido visitas desde que estoy aquí. ¿Evitas invitar a gente por mi causa?"

    "No," le dije y ella me lanzó una mirada crítica.

    "No me malinterpretes, lo agradezco. Es que no quiero que interrumpas tu vida, ya estás haciendo lo suficiente. Los invitados no me molestarían."

    "¿Siempre crees que el mundo gira a tu alrededor así?" Pregunté con una sonrisa.

    "No..." Se sonrojó profundamente. Vivir con Bruce y Mary en realidad la había jodido.

    "No tengo muchos amigos cercanos y me gusta mi espacio," le expliqué.

    "Está bien. Pero ¿ni siquiera tienes novio?"

    "No me acuesto con hombres," dije llanamente.

    "Oh..." Ella pareció sorprendida por esto, lo cual me divirtió. "¿Novia entonces?"

    "No."

    "¿Por qué no?"

    "Contrariamente a la creencia popular, las personas sexuales podemos ser exigentes."

    "¿Tu madre lo sabe? ¿Que eres gay?"

    "No estoy segura. No hago un programa de entrevistas con ello. En realidad, nunca surge el tema."

    Ella asintió y yo la estudié mientras comíamos.

    "Quiero que te sirvas de los armarios y la nevera de ahora en adelante. La mitad de la comida que compro termina caducando y siendo desechada de todos modos. Si algo va mal contigo es tener bajo peso. No puedes vivir con té y aperitivos procesados."

    "Sí, mamá," lo dijo con ligereza, pero yo sabía que requeriría más que eso. Ella tendría que ser engatusada para que se sintiera cómoda y segura de tomar comida. Yo le exigiría lecciones de cocina, eso contribuiría a que ella sintiera que se lo merecía.

    "Podría probar rollos de langosta mañana por la noche, he mirado la receta."

    "¿Rollos de langosta?" Ella arqueó las cejas. "¿Estás segura de que no quieres hacer un huevo?"

    "Asumo que es más fácil caminar una vez que sabes correr. Pero... ¿me ayudarás? Si estás en casa."

    "No lo sé." Sospechaba, no era estúpida.

    Me quedé en silencio, masticando. Ella era demasiado inteligente para manipularla y yo descubrí que no quería hacerlo de todos modos. No me gustaba la idea de engañarla ni la idea de que pudieran engañarla.

    Pero aquello no requirió mucho, lo único que tuve que hacer fue esperar mi momento hasta la noche siguiente, golpear algunas ollas de nuevo con enojo y ella salió, hambrienta y ansiosa por enseñarme lo que sabía.

    Era experta en la cocina con sabor, con textura, y me encontré mirándola mientras ella trataba de demostrarme las cosas de una manera metódica y científica. La imaginé siendo la misma durante sus clases de laboratorio, remilgada y práctica con su bata y tratando de hacer que todos entendieran las cosas que ella encontraba tan fáciles, con ellos mirándola como yo. ¿Me estaba encaprichando? Sin duda la encontraba adorable a su manera eficiente y desorientada. Ella era el epítome del encanto sin refinar, completamente ajena a su propio carisma. Yo encontraba desagradables las expectativas de la gente, no quería cumplirlas y Micah no esperaba nada, menos que nada. Ella estaba empobrecida, en cuerpo y alma. Llámalo enfermizo, pero yo quería llenar todas esas inexistentes expectativas.

    ¿Desaparecería mi atracción si ella la reciprocaba? En ese momento pensé, probablemente, eso generalmente lo hacía.

***

    Nos fuimos acercando durante las dos semanas siguientes. Ella me ayudaba con la cena cuando yo llegaba a casa a tiempo. Mejoré rápidamente bajo su tutela y me hacía feliz verla comer bien. Parecía menos un fantasma, sus sonrisas eran más frecuentes. Se quedaba fuera sentada en el salón o en el comedor por la noche, a veces con sus libros de texto y notas, a veces no. Empecé a esperar más el final de mi jornada laboral. Un miércoles por la noche pareció particularmente reacia a irse a la cama. Sentí las sombras acechando en ella. Me quedé con ella hasta después de la una y traté de llevar su mente hacia cosas más felices, pero decidí cambiar de táctica eventualmente.

    Me reposicioné en el sofá al revés, con la cabeza colgando del borde y las piernas apoyadas contra la pared.

    "¿Qué demonios estás haciendo?" me preguntó mientras yo observaba su rostro bocabajo.

    "Pasar unos minutos así ayuda a aliviar el dolor de espalda," le informé. "Para alguien que pasa todo el día sentado en una silla de oficina, por muy «ergonómica» que se suponga que sea, esto puede marcar una gran diferencia."

    "Creo que solo te gusta mostrar las piernas," dijo con la leve sonrisa que yo había estado buscando.

    "Impresionan, ¿verdad? Excelente. Ahora que ambas estamos cómodas y relajadas, ¿quieres decirme por qué pareces decidida a quedarte despierta toda la noche esta noche?"

    Resultaba bastante difícil juzgar su expresión desde esta posición, pero ella definitivamente ya no estaba sonriendo.

    "Ya sabes que puedes confiar en mí," presioné. "¿Vas a tener una pesadilla?"

    "No quiero que suceda lo mismo que la última vez," dijo incómoda. "Mejor que no duerma. Probablemente estaré bien mañana por la noche."

    "No deberías privarte de sueño así," dije, la sangre comenzaba a subirme a la cabeza. "Tampoco es que puedas evitarlo."

    "A veces, cuando ando, soy consciente de que lo estoy haciendo. Pero no puedo parar porque no estoy en un estado normal. Normal," resopló amargamente. "¿Qué significa eso? No sé qué estado es real, el miedo o el no-miedo. El miedo es definitivamente más poderoso."

    "¿Has oído hablar de las hipnagógicas [2]?" Pregunté y ella me miró atentamente.

    "Umbral de la consciencia. Sí, el estado de transición entre la vigilia y el sueño."

    "Dicen que una persona puede quedar atrapada dentro y que un montón de fenómenos extraños pueden ocurrir allí."

    "He leído un poco sobre eso," dijo pensativa. "Los procesos de pensamiento pueden diferir radicalmente durante un estado de medio sueño. Pero yo no recuerdo haber tenido ningún pensamiento, solo sensaciones. Una sensación abrumadora de peligro y miedo, no lógica."

    "¿Qué solías hacer cuando estabas en este estado alterado?"

    "Corría. Corría descalza por la propiedad de noche. Recuerdo que a veces le decía a nuestro gato o perro que también corriera, que algo se avecinaba. Pero si oía a Bruce o a Mary levantarse, si veía alguna evidencia de que yo les despertaba, me escondía, volvía a la cama y me acostaba temblando bajo las sábanas, fingiendo estar dormida. Estaba lo bastante consciente como para saber que no quería que se enteraran de que había estado caminando."

    "¿Hablaste con el psicólogo del internado sobre estos terrores?"

    "Un poco. No me esforcé mucho porque no puedo explicarlo. Nadie que no lo haya experimentado podría entenderlo y es posible que haya ocurrido un poco de negación... No quería pensar en eso a menos que tuviera que hacerlo. Quería sacármelo de la cabeza cuando eso no estaba allí, ¿ves?"

    "Sí, lo veo. ¿Por qué querrías que algo así tuviera más impacto en tu vida del que ya tiene?" Volví a poner las piernas en el suelo y me enderecé antes de desmayarme. La estudié, aún estaba muy delgada. "No te volveré a pedir que hables de eso. Dices que tienes que correr y cuando te encontré esa primera noche que intentabas salir al balcón, no sé qué hubiera pasado si hubieras abierto la puerta de verdad. No quiero que te lastimes, quiero ayudar. ¿Prometes avisarme si te asustas?"

    Ella asintió, pero parecía reticente.

    "Necesito irme a dormir," dije. "Deberías usar el lado izquierdo de mi cama. Aunque no duermas, estarás mucho más cómoda allí y no estarás sola."

    "¿Qué hay de tus cuerpos?" preguntó y yo sonreí. Mejor ya.

    "Alquilé una instalación de almacenamiento y los hice trasladar para hacerte un sitio."

    "¿Estás segura?"

    "Absolutamente. Puedes encender la tele, no tengo problemas para dormir con el ruido de fondo, no te preocupes. Joder, odio la idea de fantasmas o extraterrestres o algo así, así que si algo viene a atraparnos, preferiría estar despierta y advertida también. ¿Trato hecho?"

    Al principio no estuve segura de que eso fuese a funcionar, pero parecía preferible que los vecinos llamando a la policía por sus gritos o encontrándola muerta bajo el balcón, y el arreglo salió bien. Este se convirtió en un acuerdo tácito cuando estaba asustada: ella estaba mayormente bien durmiendo en su propia habitación y solo dos veces me había despertado al encontrarla temblando a mi lado. Yo había hecho todo lo posible para consolarla y ella se relajaba más rápido ahora que sabía que yo no la iba a juzgar.

    Comprendí lo que quería decir con mantener las pesadillas tan limitadas como fuera necesario. Calculé que era probable que la gente se hubiera concentrado demasiado en la oscuridad de Micah y, como tal, la hubiera fortalecido inadvertidamente. Ella podía estar muy feliz y brillante durante las horas del día y en las noches en que estaba tranquila. Mi inclinación era alentar eso, inyectar normalidad en la mayor parte posible de su vida, sin criticarla. Ella merecía amor y risa, no oscuridad y miedo.

Capítulo 3

    Recibí otra llamada de mi madre el martes, tres semanas después de que Micah se hubiese mudado conmigo. Yo estaba en el trabajo pero a punto de hacer una pausa para almorzar, así que atendí la llamada. Me sentí aliviada de que ella solo hubiera sentido la necesidad de intercambiar un par de breves mensajes de texto hasta ahora, yo esperaba una conversación larga en la que tendría que ser superficial en los detalles.

    "Mamá, hola," le respondí.

    "Hola, cariño. ¿Estás libre para hablar un minuto?"

    "No habría respondido si no lo estuviera."

    "¿Cómo va todo con Micah?"

    "Cómo no ibas a llamar para preguntar cómo estoy."

    "No seas petulante, ya sé que estás bien... De acuerdo, ¿cómo van las cosas contigo?"

    "Las cosas van bien con Micah, ella está bien. Y tenías razón, es una buena chica."

    "¿Sí?" Ella sonó dudosa. "No estarás encubriendo algo, ¿verdad?"

    "No. Si no me crees, pregúntaselo tú misma."

    "En realidad, esa es la razón por la que llamo. ¿Podrías traerla a cenar el jueves por la noche?"

    "¿Es eso necesario? ¿Por qué no la invitas tú?"

    "No se trata de mí. Sus padres quieren verla, van a estar allí. No quedarán satisfechos con una simple llamada telefónica, fueron bastante insistentes. Mary quería organizarla en su casa, pero está demasiado lejos de la ciudad y dudo que Micah estuviera de acuerdo con eso, así que me ofrecí a organizarla aquí. ¿Tú qué crees?"

    Me encogí de hombros y luego recordé que estaba hablando por teléfono. "¿Qué creo sobre qué?"

    "Sobre hacer que ella venga," dijo con impaciencia. "Al menos aquí no estará sola con ellos, todos estarán aquí."

    "¿Por qué no me dijiste que es adoptada?"

    "¿Y eso qué más da?"

    "¿Qué edad tenía cuando fue adoptada?" Pregunté haciendo todo lo posible por sonar casual.

    "La acogieron cuando tenía dos o tres años, creo. ¿Qué importa eso? Aún así es de la familia."

    "Por supuesto que lo es, tenía curiosidad, eso es todo, y me pilló por sorpresa. ¿Sabes algo sobre los padres?"

    "Por supuesto que no, en lo que a mí respecta, Mary y Bruce son sus padres. De verdad, Elise, me había esperado que mostraras más compasión."

    Era típico de mi madre suponer que yo lo decía como un insulto. Yo no podía revelar la verdadera razón por la que estaba feliz de descubrir que ella no era de mi sangre; como si eso lo hiciese más aceptable a los ojos de la gente que yo la encontrara atractiva de todos modos. Tampoco podía revelar ninguna de mis sospechas sobre un pasado traumático.

    Vi a Jeffrey haciéndome señas desde la puerta de su oficina.

    "Tengo que colgar, mamá."

    "Un segundo, no me has dado una respuesta..."

    "Oh, cierto. Sí, se lo mencionaré. Estoy segura de que no habrá problema, a ella le gusta comer."

    "Bien, haz lo mejor que puedas para convencerla, ella tendrá que verlos eventualmente. Que tengas un buen día, amor."

    Llegué a casa poco después de las seis de la noche. Habíamos hablado de un plato de cerdo estofado. Descubrí que a Micah le gustaba desafiarse a sí misma, así que yo había comprado algunas cosas.

    La encontré tumbada boca arriba en el sofá, con las manos juntas sobre el pecho. Tenía los ojos cerrados y yo oía música a todo volumen por los auriculares, pero no podía saber qué era. Se los quité de la cabeza y vi que sus ojos se abrían y se agrandaban antes de que yo me pusiera los auriculares en los oídos.

    "¿Metallica?" Dije divertida. "¿En serio?"

    "Es matemáticamente impecable," me informó un poco molesta y me quitó los auriculares.

    "No estaba criticando, solo pensé que serías demasiado joven."

    "Soy joven, no estúpida."

    "Perdón, soldado."

    "La mejor música trasciende las generaciones. De todos modos, no hay tanta diferencia entre nosotras, ¿cómo puedes conocer su material tan fácilmente?"

    "No Leaf Clover es buena mierda. Pero también me gusta Chief Keef [3] y no sé nada de matemáticas, simplemente me gusta cómo suena."

    "Tú eres de finanzas, espero que sepas algunas cosas sobre matemáticas."

    "Hm. No tengo un hueso musical en el cuerpo."

    "¿Chief Keef? La niñita blanca australiana tiene seriamente jodido el gusto en los sonidos."

    "Habla por ti misma. De todos modos, por lo que tengo entendido, nosotras estamos entre las perras blancas más duras del mundo."

    "Por lo que tengo entendido, agregar «entre las» o «unas de las» al comienzo de una estadística las convierte a todas ellas en una absoluta farsa."

    "Ah," me reí. "No podemos engañarte, ¿verdad?" Colapsé en el sofá a su lado mientras ella se enderezaba. "¿Qué es todo esto?" Pregunté tomando su cuaderno y mirando los intrincados diagramas dibujados ahí.

    "Notas para un artículo de laboratorio. Estamos analizando condiciones normales y mutantes para estudiar la relación entre genes, enzimas, vías bioquímicas y fenotipos... es decir, características."

    "Sabionda. ¿Y con qué estás experimentando?"

    "Con moscas Drosophila, levadura, maíz y fago lambda, un virus bacteriano."

    "No tonteas con los apuntes, ¿eh? Recuerdo haber tomado la menor cantidad posible cuando estaba en la universidad. Eso sí, nunca tomé cursos semestrales de verano como tú."

    "Cuantos más apuntes tomo, más fácil es hacer la redacción, está prácticamente todo hecho y solo hay que redactarlo correctamente."

    Busqué en mi bolso y saqué mi propio cuaderno, lo abrí y lo sostuve para que Micah lo viera.

    "Este es uno de los clientes con los que me he reunido hoy." Era una caricatura de una mujer rechoncha, de pecho lleno, con un moño gris severo y una verruga exagerada sobre la sien izquierda. Tenía un bocadillo de diálogo saliendo de sus fruncidos y sobremordidos labios que decía "El paquete parcial me satisfará." El rostro de Micah se iluminó con una amplia sonrisa.

    "¿Qué coño?" Volvió a hojear algunas de las páginas anteriores y multitud de efigies de caricaturas. "Son buenos. ¿Los dibujaste tú?"

    "Tengo que mantener el libro bien escondido en el trabajo, como alguien lo vea, ya no me considerarìan una profesional."

    "Esto casi hace que el trabajo bancario parezca atractivo."

    "No lo es," me reí.

    "¿Por qué lo haces? ¿Si odias tanto el empleo?"

    "No lo odio," dije sorprendida por la franqueza de la pregunta. "No lo odio en sí mismo, solo siento la necesidad de complementarlo para entretenerme. Hace que mis días valgan la pena, me divierte conocer nuevos clientes para poder analizarlos, criticarlos y planificar una caricatura más tarde mientras estoy explicando las tasas de interés y los requisitos de los préstamos a plazo fijo. No tengo que fingir estar interesada, lo estoy de verdad. Mi trabajo es fácil si tengo esto."

    Ella soltó una risita y yo bebí de esta, la almacené.

    "¿No deberías intentar hacer algo con tu creatividad?"

    "Oh, por favor, tengo una pequeña esperanza de comprar mi propia casa algún día. Si hiciera algo con mi creatividad, eso lo abortaría espontáneamente in situ. Ahí radica el dilema." Hice una pausa. "Tomé clases de arte cuando tenía 15 años, mi maestra me dijo que era terrible, quería que dibujáramos flores."

    "No me pareces de las que permite que eso te desanime."

    "Yo era una persona diferente por aquel entonces."

    "Me gusta la universidad más que la escuela, la gente es más amable, inteligente y sin prejuicios. Y me gusta lo que estoy aprendiendo, pero me pregunto si es el camino correcto para mí."

    "Como todo el mundo. ¿Por qué elegiste biología?"

    "Se me daba bien y los asesores estudiantiles me dijeron que la ciencia era el camino a seguir, que siempre me necesitarían en el área y que podría lograr cosas. Me gustó eso, que me dijeran que me necesitaban. Triste," negó con la cabeza.

    "¿Qué habrías hecho si hubieras tenido total libertad para tener éxito en cualquier área?"

    "No me gusta esa palabra: éxito. Yo solo quería ser útil y saber que tenía un empleo asegurado." La miré, esperé y ella pareció pensativa y luego continuó. "Podría haberme dedicado a la psicología. Como todos los casos mentales, me interesa la mente humana. Muy banal."

    "Podrías sumergirte en eso aparte."

    Ella rió de nuevo. "Lo intento," me dijo. "Tú eres un caso bastante interesante."

    "Pues tú no te libras tampoco." Miré más de cerca su rostro. "Te has suavizado el rímel, ¿no?"

    "Sí," parecía avergonzada. "Tu maquillaje es perfecto, seguí tu consejo."

    Me reí complacida y le toqué la barbilla brevemente.

    "Te queda mucho mejor. ¿Tienes tiempo para comer? He comprasdo ingredientes."

    "¡Sí! ¿Qué has traído?" Se entusiasmaba tanto con la cocina que resultaba encantador.

    Parecía muy relajada después de la cena, así que le mencioné el delicado tema.

    "Por cierto, nos han invitado a cenar en casa de mi mamá y papá el viernes. ¿Te apuntas? Nos esperan a las dos."

    Ella se calló abruptamente, hombros encorvados y rostro tenso.

    "¿Van a estar mis padres allí?"

    "Sí. Esto es oficial, están preocupados por ti." Yo no quería obligarla a afrontarlo. Lo que quería era decirle que podíamos ignorarlo, pero sospechaba que mamá tenía razón: era mejor para ella enfrentarlos ahora, mientras estaba en un buen espacio mental. Yo había calculado mal su fuerza y ​​estaba egoístamente interesada en ver cómo sería entre ellos. Saber tan poco sobre la sección de su familia estaba anulando mi sensibilidad protectora.

    "Mis hermanos y hermana estarán allí, y estoy segura de que mamá te respaldará para que no tengas que preocuparte por estar a solas con ellos. Eso podría facilitar las cosas. Creo que deberías venir, pero depende de ti."

    "Está bien," coincidió, pero sonó mecánico y ella se había cerrado visiblemente en sí misma. Me concentré en la televisión con un ceño infernal. ¿Siempre iba a ser ella tan sensible? ¿La sacaría alguna vez de su caparazón? Paciencia, Elise.

    Salió al balcón a fumar.

    "Oh, ey, me había olvidado, te he traído un regalo," le dije cuando ella regresó. Señalé la mesa del comedor y, luciendo preocupada, ella fue y pichó la bolsa con un dedo.

    "¿Un vaporizador? ¿En serio?"

    "Pensé que igual querrías probarlo, hay sabores y fuerzas diferentes. Sería más fácil si no tuvieras que salir cada vez que quisieras un pitillo. No tienes que..."

    "No. Es genial, gracias. Aunque no deberías gastarte el dinero en mí."

    "Esto te ahorrará muchísimo a largo plazo, al no necesitar comprar cigarrillos. Podrías gastar eso en ropa, la cual sé que necesitas y con la que no me dejarías ayudarte."

    Ella pareció avergonzada de nuevo, así que cerré mi bocaza.

    "¿No deberías desalentar mi adicción?"

    "Tienes opciones mucho peores."

    Le sonó el teléfono desde el bolsillo y ella fue a atender. Cuando regresó, dijo: "Era Mary." parecía conmocionada.

    "¿Te ha dado luz verde?"

    "No exactamente. Quiere que vuelva a casa." Eso llamó mi atención.

    "¿Por qué ha cambiado de idea?"

    "Está estresada porque estoy viviendo contigo. No le gusta eso."

    "¡¿Y yo qué le he hecho?! No creo que hayamos intercambiado una palabra en toda mi vida." Estaba consternada de que mi pasado aún estuviera al acecho a pesar de lo mucho que yo había cambiado. Mi aversión por la madre de Micah se endureció hasta un grado antinatural. La miré de reojo, cautelosa mientras se sentaba cerca en el sofá y me encaraba.

    "Elise, yo no quiero volver allí."

    "No me sorprende. Tu madre es un total pastel de furcia."

    "¿Pastel de furcia?" Eso le dibujó una inesperada sonrisa en el previamente preocupado rostro.

    "¿Perra de Sobresaliente?" Ofrecí, segura de que ella pensaba lo mismo y de que eso no la ofendía.

    "Quiero quedarme aquí," me dijo solemnemente. "Sé que crees que soy un desastre, pero tú no me has conocido hace unos meses. Aquí he estado en la paz, en comparación. No sé por qué es, pero... por favor, no me pidas que me vaya."

    "Ey," la sujeté por sus delgados hombros y la atraje hacia un abrazo. "Yo no haría eso. Tú y yo nos llevamos bien, ¿no? Que le follen a Mary, ni siquiera sé cuál es su problema. No es de extrañar que estés jodida de la cabeza con ella siempre encima tuyo."

    Ella se rió y yo me eché atrás para ver el feliz evento. Ella se apoyó pesadamente en los cojines del sofá y suspiró.

    "Está bien no tener que pasar tanto tiempo en el tren y... me siento segura aquí," dijo sonando sorprendida por eso. "Nunca me había sentido tan segura."

    "Aunque los sueños siguen molestándote," no pude evitar señalar.

    "Supongo que siempre lo harán." Jugaba ociosamente con una puntada suelta de su abrigo. "No quiero ponerme personal pero..." La sonrisa de nuevo. "¿Qué hiciste que hace que todos piensen tan mal de ti? A mí me parece que tienes las cosas muy claras."

    "¿Todos piensan mal de mí?"

    "No soy idiota. Sea lo que sea, no podría haber llegado hasta Mary a menos que fuera de conocimiento popular."

    "Tuve algunos problemas cuando era adolescente también," me encogí de hombros. "Estuve descarrilada durante un tiempo en esa época."

    "¿Problemas como los míos?"

    "No. No exactamente. Yo era una agitadora, me metía en problemas un montón."

    "Oh, vamos, ¿por qué cree Mary que eres una influencia tan horrible para mí?"

    "Hay algo gordo que sabe toda la familia. Ellos tienden a recordarlo y a ignorar todo lo de después."

    "¿Y eso sería?"

    "Umm..." La miré, deteniéndome y esperando que no me viera diferente. ¿Y si no se sentía segura aquí si se lo contaba? Sabía que ella se enteraría de todos modos. "Prendí fuego a nuestra casa de la playa un verano cuando tenía 16 años. Nadie resultó herido y se suponía que no iba a ser tan grave como fue, pero... nadie va a olvidar eso jamás."

    "¡Lise!"

    "Sí, lo sé. Es grave. No tenía control de mis impulsos, he recorrido un largo camino desde entonces."

    "Ya lo creo que lo has hecho," dijo en voz baja y se apoyó en mi hombro.

    "¿No tienes miedo?"

    "No de ti. Yo también he hecho cosas estúpidas."

    ¿Hablaría más si le decía más? ¿Se abriría?

    "A veces me alegra que haya sucedido. Mi estado se estaba deteriorando bastante por aquel entonces, el incendio fue un cénit. Mis padres nunca me acusaron, me protegieron. Pero me pidieron ver a un psiquiatra y, después del incendio, supe que tenían razón, acepté y comencé a intentar cambiar."

    "¿Ayudó eso? ¿Ver a un psiquiatra?"

    "Hmm." Pensé en esto. "No de una manera directa o fácil. Vi bastantes y me recetaron diferentes medicamentos y me diagnosticaron diferentes cosas. Todo se volvió cómico después de un tiempo. Prueba y error, me volví una experta juzgando qué tipo de médico era cada uno de ellos y por qué me estaban tratando de esta manera y si valía la pena seguir viéndolos o no. Se convirtió en un juego, un juego en el que me hacían sentir que era mejor que ellos, momento en el que supe que había llegado lo más lejos que podía y dejé de ver médicos. Parece increíblemente estúpido que vivamos en un mundo donde una persona debería tener que entrenar durante siete años para llegar a ser un espejo humano, pero eso es lo que parecía. Simplemente no quise ser ya esa persona. Cambié mi comportamiento y mi forma de pensar y no necesité los antipsicóticos. Creo que la terapia de grupo y conocer a otros zumbados como yo me ayudó más que cualquier psiquiatra."

    "Así que te convertiste en alguien hermoso," dijo. "Te comprendo mejor ahora."

    "Supongo que yo lo tuve mucho más fácil con mis padres que tú con los tuyos."

    "A veces... A veces creo que nunca me han amado como lo harían si yo fuese su hija de verdad."

    "Tal vez. O tal vez solo son una mierdecilla como padres. También trata a la gente de esa manera la familia biológica."

    "A tu madre no le gusta Mary, ¿no? Por eso se apiadó de mí, por eso te involucró."

    "Tal vez quería desquitarse echándoselo en cara a Mary. No sé qué pasó entre ellas y no estoy segura de querer saberlo. Mamá tampoco es la persona más amable del mundo, pero al menos es leal. Cuida de los suyos y, cuales sean sus razones, a ti te considera una de los nuestros."

    "Pareces una versión joven de tu madre."

    "Gracias," dije increíblemente ofendida.

    "Es un cumplido. Helen es una mujer muy hermosa."

    Dios, qué extraña es. ¿Quién dice cosas así? Me sentí fascinada por su extrañeza, su casi infantil ingenuidad. Reflexioné sobre si había sido acosada en la escuela. Yo nunca fui uno de ellos, pero la prevalencia del acoso en mis escuelas era terrible, como en toda Australia. Y aunque yo sabía que sucedía, no recuerdo haberlo visto ni haber intentado detenerlo. Lo cual me hacía igualmente culpable, ¿no? Este era un punto interesante, ¿me sentía atraída por ella por culpa?

    Basándome en su apariencia, ella debería haber sido una de las chicas populares, pero no tenía la personalidad adecuada. Imaginé que las cosas que ella decía habrían hecho a las burlas saltar sobre ella y despedazarla como carroña recién descubierta. ¿De ahí surgían sus problemas? ¿O era solo otro eslabón en la desastrosa cadena de eventos de su triste vida? Ponderé sobre estas cosas, pero no le pregunté: no quería reabrir viejas heridas o crear otras nuevas sugiriendo la presencia de un pasado difícil.

    No quería que ella se reinventara, quería que amara lo que era y encontrara la fuerza para luchar por ello. Que se jodieran todas esas bobas perras falsas que se habían metido con ella, ellas no eran nada y ella era perfecta. Yo la tenía en alta estima, tal vez mi imaginación la estaba convirtiendo en algo diferente a lo que era. Yo siempre había sido hiperactiva en esa área y, con mi tedioso trabajo, sospechaba que mi cerebro estaba creando una persona bastante diferente a la real.

    "Has estado usando mi crema de cereza para la ducha, ¿no es así?" Pregunté inclinándome cerca.

    "Lo siento. Solo un poquito, huele tan bien."

    "Usa toda la que quieras." Ella olía bien.

    La noche siguiente sonó el teléfono de Micah mientras estábamos en la cocina: Mary de nuevo. Noté su expresión cuando ella miró hacia el móvil, la forma en que respondió y la forma en que habló.

    "Quiere hablar contigo," dijo después de algunas anodinas respuestas y cuestionándome con la mirada. Cogí el teléfono, curiosa por saber qué podría ella tener que decirme.

    Me sorprendió descubrir que ella no se molestó en la irritante charla trivial; tampoco es que ella y yo hubiéramos hablado antes. No obstante, Mary fue directo al grano.

    "Micah es muy impresionable. Quiero que tengas cuidado a qué clase de cosas la expones."

    "Bueno." Molesta por su desconfianza y naturaleza autoritaria, no quise responder de una manera que pudiera avergonzar a Micah. Mantuve mis respuestas breves, ni siquiera tratando de ser educada. Pero ella era agresiva.

    "Ella no quiere decirme nada. ¿Está bien?" Preguntó.

    "Bueno... Se ha rapado la cabeza y no me importa decirte que estoy muy preocupada por sus hábitos de higiene." Le guiñé un ojo a Micah, en cuyo rostro irrumpió la diversión.

    "Esta situación no es una broma para mí, Elise. ¿Puedo esperar veros a las dos en casa de tus padres mañana?"

    "Estaremos allí al toque de las campanas."

    "Sospecho que te has dado cuenta de que Micah no es..."

    "Estamos un poco ocupadas cocinando," la interrumpí. "Tengo que colgar, Mary. Adiós." Colgué antes de que ella tuviera la oportunidad de preguntar por Micah. "¿Cómo tiene el morro de preocuparse por tu bienestar después de haber dejado que te las arreglaras sola?" Me pregunté en voz alta y me alegré de ver que Mary tenía el sentido común de no volver a llamar.

***

    Micah me estaba esperando fuera del trabajo cuando salí el jueves por la tarde. Rachel salió conmigo y yo quedé muy agradecida de ver a Micah, pues no tenía que inventar otra mentira si Rachel me pedía que saliera esa noche. O peor aún, sentirme presionada a salir sin más. Sonreí mucho al verla apoyada en el logotipo del banco y me acerqué andando directamente.

    "Veo que has descubierto mi escondite," dije.

    "No fue difícil, solo hay dos sucursales en el CBD [4]."

    "¿Quién es, Elise?" Rachel aún estaba rondando con una expresión en el rostro que decía que pensaba que ambas estábamos juntas.

    "Mi prima. Rachel, Micah."

    "Prima segunda."

    "Hola." Rachel le tomó la mano y me sorprendió ver a Micah estrecharla afablemente. "El parecido es de familia. Supongo que vosotras dos tenéis planes, así que os dejo. Encantada de conocerte y nos vemos mañana, Elise." Me tocó el brazo con una sonrisa y finalmente se fue.

    "Le gustas," bromeó Micah y me dio un codazo en el costado.

    "Es mi jefa prácticamente."

    "¡Pervertida!" Micah se rió. "Es guapa. Si te gustan mayores."

    "¿Qué sabes tú de eso, Miss Sin Sexualidad? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Vienes en busca de un paseo en coche a casa?"

    "Ey, si quieres que te deje en paz para irte con Rachel, me voy."

    Se volvió y yo la agarré del brazo, negando con la cabeza.

    "Ella es un grano en el culo, me alegra que estés aquí. Me has salvado."

    "Ooh, pobre Elise. Debe de ser duro ser tan popular."

    "Lo es. Es increíble la cantidad de invitaciones que tengo que rechazar para poder pasar el rato contigo. Mírales, como un enjambre, deberíamos ponernos a cubierto."

    "Es esa falda, de veras necesitas esconder las piernas."

    "Vamos de compras. Ingredientes y ropa."

    "¿De cuántas maneras puede una persona insinuar que mi guardarropa apesta?" me señaló Micah acusadoramente.

    "Yo no creo que apeste. Es solo… limitado."

    "¿Has olvidado que tenemos que ir a cenar esta noche?"

    "Mis padres," gruñí. "Debería haberlo recordado. Tenemos tiempo hasta las siete y media."

    "Bueno. Hora de animar mi psique. ¿Podemos dejarlo para el último momento posible?"

    "Naturalmente."

    Ella se tornaba cada vez más callada a medida que se aproximaba la hora de la cita y yo sentí que la tensión aumentaba en ella. Esto era inquietante, pero pensé que eran simples nervios y que todo iría bien una vez que comenzara la noche y ella pudiera desear relegarlo a los archivos.

    Cuando finalmente llegamos a casa de mis padres, Micah se las arregló para evitar la confrontación hasta que nos sentamos a comer. Bruce y Mary habían estado charlando en la sala de estar y Micah se había quedado en la cocina ayudando a mi madre. Yo sabía que había estaba usando la comida como excusa para mantenerse alejada de los demás, así que había tratado de seguir involucrada en el lamentable intento de mi padre de conversar con la distanciada pareja. Los padres de Micah no eran exactamente como los imaginaba. Mary era mucho mayor que mi madre, perfectamente arreglada y tan rígida en su postura que parecía que su frágil espalda podría romperse si la empujaban en la frente demasiado fuerte con el dedo. Bruce era claramente el respaldo de Mary, solo ofrecía un par de palabras cuando nadie se molestaba en responder a los incoloros comentarios de Mary. Casi sentí pena por ella, era un pez fuera del agua y no había socorristas de guardia. No pude sentir genuina lástima porque lo que estaba diciendo tenía tan poco interés que ella bien podría haber estado dormida o drogada hasta arriba de benzos. Aunque cuando nos sentamos a cenar, resucitó.

    La tensión en la mesa era claustrofóbica, había demasiada gente presente para mi gusto y demasiadas opiniones contradictorias. Yo había tenido problemas con las cenas familiares desde niña. En general no resultaban bien, daban a luz y resucitaban desacuerdos, disputas y, en ocasiones, incluso altercados físicos. Esta era peor porque no era solo la familia inmediata. Era la primera vez que Micah veía a sus padres desde que la habían echado, lo cual debía de ser un recuerdo desagradable para ella, y yo sabía que mi madre no se llevaba bien con ellos. Peor aún, Mary estaba sermoneando a Micah delante de todo el mundo y siendo demasiado descarada sobre asuntos privados. Yo casi podía ver el malestar rezumar fuera de Micah, y estaba segura de que todos los demás también podían. Excepto Mary.

    "¿Vas a quedarte ahí sentada en silencio toda la noche?" dijo Mary con dureza.

    "Mi," dijo Bruce. "No hemos recorrido todo el camino hasta aquí para que ignores a tu madre."

    "¿Vas a mirarme al menos y decirme cómo te va?"

    "Me va bien."

    "¿Solo bien? ¿Qué ha ocurrido con el diccionario que te tragaste?"

    Vi como Micah permanecía en silencio, empujando las alubias con el cuchillo. No era propio de ella no comer, Mary estaba arruinándole el apetito. Mi madre y mi hermana susurraban al otro lado de la mesa, aún no se habían puesto al corriente de la tensión a este lado. Mary suspiró y sacudió la cabeza con insatisfacción.

    "¿Has estado tomando las pastillas?" Micah asintió. "¿Qué hay del resto? ¿No has estado haciendo nada estúpido? ¿Te has autolesionado?"

    "Mary..." mi madre por fin se enteró de la conversación, pero su advertencia fue débil.

    "Necesito la seguridad de que mi hija está bien," dijo Mary en un malévolo subtono. "Esa es la única razón por la que he venido aquí esta noche. No la he visto en meses y quién sabe cuándo volverá a asomar el pelo."

    "Estoy segura de que ella está bien en casa de Elise. Mucho mejor que donde estaba antes."

    "¿Bien?" preguntó Mary volviéndose hacia mí. "¿Estás tú cuidando de ella?"

    Sus palabras fueron glaciares, desafiantes. ¿Por qué estaba hablando como si Micah no estuviera allí? Corté un trozo de pudín de Yorkshire y miré a Micah de nuevo. Mi corazón se compadeció de ella y hablé.

    "Tu hija es la chica más dulce que he conocido y es perfectamente capaz de cuidar de sí misma. Cocina como una chef, limpia lo que ensucia, nunca falta a clase. Está sacando las mejores calificaciones en sus trabajos. Muy amable de tu parte preguntar sobre eso, por cierto." Las palabras estaban cargadas de insinuaciones, pero mantuve la emoción fuera de ellas hablando en un monotono. Mary bufó con antipatía, yo me metí un bocado de patata asada en la boca y escuché el silencio que cayó sobre la mesa duranre unos momentos.

    "Ahí lo tienes. El pronóstico de alguien que se sabe inestable mental," dijo mi hermano menor Adrian tratando de romper la tensión con un comentario inútilmente frívolo.

    "Es evidente que no estás comiendo lo suficiente," observó imprecisamente Mary ignorando a Adrian.

    "Ella come bien cuando está en buena compañía." Me concentré en Mary, quien, increíblemente, continuaba mirando a la cabeza inclinada y ausente de Micah. "¿Sabes algo sobre el mapeo genético basado en RFLP, [5] Mary? ¿Qué hay de la expresión de genes de resistencia o la clonación por secuenciación de fuerza bruta? Micah lo sabe. Sabe cómo introducir ADN extraño en una célula mediante transformación bacteriana." Yo quería contarle las cosas buenas, decirle lo increíble que era su hija en realidad, pero Mary volvió a enfocar su mirada en mí como si yo estuviera chiflada.

    "¿Crees que porque ahora tienes un empleo elegante te califica para dar consejos a una adolescente mentalmente inestable? Micah es mi hija, no la tuya."

    Pensé, ¿¡pero qué coño!? Mi madre empezó a decir algo pero yo sofoqué sus palabras. Mary era mía ahora.

    "¿No has notado que ya no es una niña? Y fuiste tú quién cortó el contacto, convirtiéndola en absolutamente nada de tu incumbencia. ¿Sabes que la dejaste viviendo de fideos instantáneos y pan rancio para poder priorizar el pago de los libros de texto? Pero dado que te gusta tanto oír hablar de lo positivo: ella es inteligente y está haciendo algo con su vida. Quizá tu estrategia para lidiar con sus «problemas» no era tan maravillosa después de todo."

    "No faltaba más, critica, Elise. ¿Has visto las cicatrices que tiene en los brazos? ¿La has encontrado alguna vez en el baño con una cuchilla de afeitar pegada a su vena latiendo?"

    Miré a Micah. Ella tenía la cabeza gacha, tratando de esconderse detrás del pelo. Lamenté profundamente haberla presionado para venir aquí. Al diablo con esto, me levanté, fui hacia ella y la tomé la mano.

    "Escuchar esta mierda volvería suicida a cualquiera. Vamos." Ella no protestó, retiró su silla con un fuerte sonido de roce, recogió el abrigo y casi salió corriendo por la puerta principal hacia el coche. "Lo siento, madre," grité mientras la seguía y oía las voces comenzar detrás de mí.

    "Lo siento," le dije a Micah cuando por fin estuvimos en camino. "No debería haber dicho esas cosas, no debería haberla provocado." Podía sentirla mirándome.

    "Me defendiste. Le gritaste."

    "Se lo estaba buscando. Es una pena que la gente como ella nunca escuche. Perra," siseé. Yo estaba tan enojada, era instintivo. ¿Había tenido Micah que lidiar con eso toda su vida? Resultaba duro pensar en ello.

    "¿Estás bien?" dijo con los ojos aún en mí.

    "Sí." Me obligué a respirar calmadamente; ella estaba preocupada por mí. "¿Y tú?"

    "Lo estoy ahora."

    Me volví hacia ella con una pequeña sonrisa de disculpa. "¿Nos tomamos una copa?"

    "¡Síii!" dijo con entusiasmo. "Pero ¿podemos tomarla en casa? No quiero ir a un bar."

    "Absolutamente, pararemos en la tienda de botellas. Casa, alcohol y... comida. No hemos comido." La miré. "Y, ¿Micah? No hagas caso de lo que dice, es una chiflada. Tiene MSBP [6] o algo así."

    "No sabes lo bien que sienta que alguien esté de acuerdo."

    "Todos a esa mesa esta noche estaban de acuerdo contigo. Todos lo vieron."

    "Pero tú fuiste la única que dijo algo."

    "Y fue cierto cada palabra. Como yo lo veo, tus problemas son mínimos en comparación con los de ella."

    Cocinamos, comimos, bebimos sangría y vimos algunos episodios de Family Guy [7] y su tensión gradualmente desapareció de la vista.

    "Gracias por sacarme de allí esta noche," me dijo más tarde.

    "No debería haberte pedido que fueras en primer lugar. No sabía que ella estaba tan mal. Claramente, es mejor que te mantengas alejada de ellos. ¿No se ha preocupado alguna vez por todas las cosas que has tenido que pasar?"

    "No creo que ella comprenda cómo me afecta su trato. Cree que está haciendo lo que es mejor."

    "A ese nivel, la estupidez se convierte en un crimen."

    "¿Cómo supiste lo de la clonación por secuenciación de fuerza bruta y las sondas RFLP?"

    "Dejaste el libro de texto abierto sobre la mesa la otra noche, eché un vistazo."

    Ella me miró y su media sonrisa se tornó seria.

    "No soy una suicida," me dijo. "Nunca hice un intento serio."

    "Ya, lamento haber dicho eso."

    "Empecé los cortes cuando tenía doce años. Me hacía sentir mejor de una manera que no puedo explicar."

    "No es necesario. La mayoría de la gente practica alguna forma de autolesión en algún momento. La tuya es más obvia que la de la mayoría." Hice una pausa. "¿Aún lo haces?"

    "No en más de un año. Paré porque quería deshacerme bien de mis padres y no tener que volver al hospital. Durante mucho tiempo fue difícil, requirió un grado de disciplina al que no estaba acostumbrada. Pero desde que estoy aquí, no me he sentido tentada en absoluto."

    "Bien," dije, sonreí, le tomé la muñeca y se la besé. "Mereces sentir cosas bonitas, no malas." Me incliné pesadamente hacia atrás en el sofá y bufé. "Me pregunto sobre qué chismorrearon cuando dejamos la mesa."

    Me miró en silencio, luego se inclinó y me besó, torpe y ligeramente fuera del objetivo, pero se corrigió rápidamente, presionando su boca con fuerza contra la mía y abriendo los labios. Fue un beso desesperado y apasionado pero no duró mucho. No más de unos segundos antes de que ella se apartara, se levantó rápidamente de su posición y literalmente se alejó corriendo unos pasos. Quedó mirando la alfombra mientras yo observaba, sentada erguida y plenamente alerta ahora.

    "Debería irme a la cama, tengo una sesión de laboratorio de seis horas mañana y necesito levantarme temprano para prepararme. Gracias por esta noche," dijo apresuradamente y luego se escabulló por el pasillo y desapareció dentro de su cuarto.

    Me quedé sentada sola y miré la pantalla del televisor. Ella me había besado y ahora yo estaba molesta. Ella no estaba borracha, yo lo sabía. Había bebido despacio y solo había consumido dos vasos en espacio de dos horas. Me pregunté si debería tratar de hablar con ella, asegurarme de que estaba bien; dado el tema sobre el que estábamos hablando, estaba preocupada. Pero ella me había besado. Y había parecido tan sorprendida como yo... ella querría ahora algo de espacio, tiempo para pensar y serenarse. Yo no quería hacer de Mary y ser autoritaria. Micah lo resolvería a su debido tiempo. Yo necesitaba confiar en ella.

Capítulo 4

    Ya se había ido cuando me levanté a la mañana siguiente, cosa que no había hecho desde los primeros días que había estado aquí. Me estaba evitando, lo cual no era una sensación agradable. Me concentré en otras cosas y no me detuve en eso.

    Cuando llegué a casa esa noche, ella estaba en el salón con sus libros de texto. Lancé mi bolsa al suelo, me senté en el otro extremo del sofá y miré por la ventana.

    "¿Qué pasa, prima?" Preguntó.

    "Nada. ¿Cómo te ha ido el día?"

    "¿Estás bien?" preguntó con cautela.

    "No lo sé. Me pregunto qué está pasando contigo."

    "¿Conmigo? Yo estoy bien."

    No quería interrumpir su estudio ni molestarla, pero sentí la necesidad de hacer que confrontara ciertos asuntos; no por mí, sino por ella. Ignorar las cosas no era algo natural para mí.

    "Me besaste," espeté, aún concentrándome en la vista por las ventanas. "Me besaste como si me quisieras. La gente no besa así a menos que sienta atracción."

    "¿Qué demonios sabrás tú al respecto?" Su cambio al modo defensivo fue rápido y extremo.

    "Sé que tienes la costumbre de negar la profundidad de tus sentimientos en la mayoría de las áreas de tu vida, así que ¿por qué no también sobre el sexo?"

    "No seas asquerosa, eres mi prima."

    "No de sangre. Pero vale, soy asquerosa. ¿Tú y yo juntas? Eso sería asqueroso." Estudié su rostro durante un instante. Yo lo había hecho mal. "Lo siento, no debería haber dicho eso."

    Ella estaba preparada y no quería mirarme. Más que cualquier otra cosa, yo necesitaba que ella estuviera a salvo.

    "Hay comida en la nevera, por favor, come."

    Me giré y la dejé. Quise salir, iría a visitar a Nat y me quejaría del trabajo. Era una pena no poder hablar con nadie sobre Micah, pero lo que fuese que estuviera pasando entre nosotras era tema sagrado. Era solo nuestro, mencionarlo en voz alta a alguien distinto de ella parecería traición.

    ¿Había notado ella que yo no la había apartado de un empujón? ¿Que yo había respondido al beso en el breve tiempo que ella me había dado? ¿Se odiaba tanto a sí misma? ¿Me odiaba a mí?

    Confié en que ella tuviese capacidad cerebral más que suficiente para resolver las cosas por sí misma, esto solo era una cuestión de si ella tenía la rigidez emocional.

    La noche siguiente fue la peor. Cuando me senté en el sofá junto a ella después de la cena, se cambió al sillón.

    "No deberías acercarte demasiado a mí," me dijo cuando la miré con una expresión de dolor. Estaba claro que ella no se sentía insegura conmigo, habíamos dormido juntas con bastante frecuencia y nunca antes había expresado este nivel de preocupación.

    "Esto no tiene por qué ser así, no estoy tratando de ligar contigo ni nada," traté de decirle. "¿De verdad te doy asco aún?"

    "No quise decir eso. Lo siento, soy yo quien es asquerosa. Solo necesito un poco de espacio, por favor no te sientas insultada."

    Me quedé en silencio y vi la televisión, no quería pelear esta noche.

***

    Pasaron los días y yo estaba deprimida por la situación en casa, por cómo había estado Micah últimamente. Las últimas noches después del beso habían sido tensas, claramente ella necesitaba poner distancia entre nosotras. Acepté tomar unas copas con Jeffrey y los demás una noche después del trabajo, pero al parecer mi estado de ánimo me había afectado más de lo que yo misma me había admitido. Bebí demasiadas margaritas y hablé demasiado abiertamente sobre cosas en las que yo no tenía ningún interés. Parece que di una impresión totalmente equivocada, porque llegó la medianoche y me quedé sola con Rachel en el bar. Cuando noté que todos los demás se habían ido y Rachel me estaba mirando con una mirada depredadora, miré el teléfono sugestivamente y le dije que quería terminar la noche. Salimos y ella me acompañó hasta la parada de taxis, yo estaba achispada y no podía recordar cuántas bebidas había consumido.

    Cuando eché mano hacia la puerta del coche más cercano, ella me tomó la otra mano y tiró de mí hacia atrás. Puso las manos en mi cintura y me presionó los labios con los suyos. Yo no respondí al beso exactamente, pero tampoco la aparté de inmediato, estaba demasiado distraída y una vacilación acechó en mis pensamientos. Tal vez debería ceder a ello, tal vez esto al menos me distraería de las cosas.

    "Ven a mi casa," murmuró en mis labios. Yo recuperé el sentido y me alejé. La distracción no era una razón suficiente. El hecho era que yo no sentía ninguna chispa por Rachel y nunca iba a sentiría.

    "No. Me voy a casa... Sola."

    "¿Por qué? Llevamos meses danzando una alrededor de la otra. ¿Cuál es tu problema? Sé que no es porque seas heterosexual, has rechazado a cada uno de los hombres con los que trabajamos."

    "No me acuesto con compañeras de trabajo," le dije rotundamente, confiando en que ella lo dejara pasar sin más. Ella entornó los ojos ante el subtexto y por fin me soltó la cintura. "Estoy cansada. Te veré mañana."

    "Está bien," se rindió con una expresión de confusión. "Claro. Mañana."

    Me dejó marchar sin más protestas. Tal vez esto iba a hacer las cosas incómodas en el trabajo, pero en ese momento no me importaba una mierda. No dejaba de pensar, ¿tengo un problema solo porque no quiero follármela? La idea me hizo estremecer de disgusto y felicitarme por haber tenido la sensatez de rechazarla. Maldito trabajo, necesitaba dormir.

    Micah estaba marmota sobre el sofá cuando entré, en una postura incómoda y con su computadora portátil, un gigante libro de texto y su diario esparcidos sobre la alfombra a su lado. Resistí el impulso de mirar el diario. Una vez había bastado para ver la negrura que existía dentro del alma de esta chica y yo aún me sentía avergonzada por haber visto esa página.

    Me agaché junto a ella y le puse una mano en el brazo, ella se despertó de golpe y apartó el brazo de mí rápidamente.

    "Soy solo yo," dije y para mi alivio ella se relajó y cerró los ojos de nuevo. "No deberías dormir en el sofá, te dolerá la espalda."

    "¿Qué hora es?"

    "Es más de la una," dije y ella se encogió.

    "No podía dormirme antes." Al menos me estaba hablando.

    "¿Sientes que vas a tener una pesadilla?" Permaneció en silencio con los ojos cerrados. "Deberías irte a la cama."

    "¿Puedo dormir contigo?" preguntó tensamente y me imaginé la oscuridad acumulándose dentro de ella. La ayudé a ponerse de pie.

    "Sí, vamos." La acomodé bajo el edredón y me metí en la ducha, estaba cansada y aún un poco achispada. Necesitaba dormir desesperadamente, pero no tanto como Micah, probablemente, quien tenía círculos grises alrededor de sus grandes ojos. Solo me sentí aliviada porque ella ya no sentía la necesidad de mantenerse alejada de mí. Pasara lo que pasara, yo quería que encontrara el apoyo que creía que necesitaba aquí. Mi arrepentimiento por haberme quedado fuera tan tarde se expandió junto con la inquietante sensación de que estaba demasiado colada por esta chica, que ella era la verdadera razón por la que yo no había podido reunir coraje para tocar a Rachel.

    No podría decir cuánto tiempo estuve despierta esa noche mirando por la ventana la lluvia de fuera, sin pensar en nada en particular, sin sentir nada en particular, solo esperando que el sueño cayera sobre mí.

    Cuando sentí a Micah moverse a mi espalda y su brazo caer sobre mi costado, asumí que aún estaba dormida y no reaccioné. Pero ella siguió acercándose hasta que pude sentirla acariciándome el pelo, y el peso de su brazo alrededor de mí se volvió más deliberado, más apremiante.

    "¿Por qué llegaste tan tarde esta noche?" preguntó con voz baja y un poco amenazante. Lo extraño de Micah era que, incluso después de una pregunta tan señalada, yo aún no podía estar segura de que ella estuviera plenamente consciente.

    "Tomé unas copas después del trabajo."

    Su brazo, previamente encima de la colcha, se deslizó debajo de esta y reafirmó su agarre en mi cintura. Aquello tenía el potencial de empujarme al límite. Pensé en moverme, pero no lo hice; no quería molestarla y tampoco es que hubiera un lugar al que pudiera ir.

    "Ahora me estás evitando tú," me acusó.

    "Últimamente no te has sentido cómoda conmigo precisamente," dije a la defensiva.

    "Estaba preocupada. ¿Por qué no me enviaste un mensaje de texto?" Ella estaba enojada, como una pareja celosa o un padre y eso casi me hizo reír.

    "Estaba de copas, no se me ocurrió."

    Su mano comenzó a frotarme las caderas, se deslizó más abajo para acariciarme las piernas, deslizándolas por toda su longitud mientras yo yacía de lado con las rodillas dobladas. Guah, pensé, ¿qué está haciendo? Supongo que ya no me encontraba asquerosa, nunca me había tocado así.

    "Estás mintiendo," dijo con voz ronca. "Estabas fuera follándote a alguien, ¿verdad?"

    "No," le dije. Casi le dije que podría haberlo hecho si no fuera por ella, y busqué en la oscuridad de la habitación una respuesta a esta extraña situación. Su mano se deslizó hasta mi cintura de nuevo, más arriba hacia la curva de mi pecho. Me sentí paralizada. ¿Cómo había logrado ella encasillar tan completamente mis acciones por miedo a sus propias reacciones? La pregunta me pasó brevemente por la mente.

    Antes de que pudiera hacer algo, Micah pasó deprisa la pierna sobre la mía y empezó a frotarse contra mi muslo vigorosamente. Esto solo duró un par de segundos antes de que ella dejara escapar un jadeo ahogado, se sacudiera contra mí, se recolocara detrás de mí otra vez y se quedara quieta.

    Creo que yo estaba conteniendo la respiración en ese momento.

    Hubo un momento de silencio, conmigo atónita en estado de perplejidad, y luego ella presionó la cara en mi espalda y comenzó a sollozar incontrolablemente. No lo capté de inmediato, como debería haber hecho: que yo acababa de ser follada en seco y sin consentimiento por mi prima adolescente. Ella estaba molesta ahora y mis facultades se activaron finalmente. Me di la vuelta le sujeté el rostro junto a mi pecho, le acaricié la cabeza. Yo no había tenido tiempo de reaccionar a lo que había pasado antes, pero con esto sí podía lidiar.

    Ella lloró hasta quedarse dormida esa noche, sin huir como lo había hecho antes. Rápida y silenciosamente, yo también me dormí, desconcertada pero demasiado agotada para preocuparme. Aún así me pregunté si ella había estado despierta del todo. Quizá yo debería haber reaccionado más rápido, pero me dormí esa noche sabiendo claramente que probablemente yo no lo habría detenido si hubiera tenido la oportunidad. No me gustaba engañarme a mí misma, me gustaba ser honesta acerca de mis sentimientos... algo que había aprendido hacía años que era de una gravedad sin reservas, cuando habían comenzado las modificaciones de mi comportamiento. Otras personas podrían mentirse a sí mismas y a mí todo lo que quisieran, pero yo no me iba a mentir a mí misma, esa era una de las pocas cosas que yo podía controlar absolutamente.

    Sin dormir más de cinco horas, me levanté temprano al día siguiente. Estaba bebiendo té a la mesa de la cocina cuando entró Micah y se sirvió una taza en silencio.

    "¿Vamos a hablar de lo que pasó anoche?" Pregunté tontamente.

    Ella salió de la cocina de inmediato, así que supuse que no. Eso también me decía que ella había estado completamente despierta y que lo recordaba todo.

    Asexual, los cojones, pensé para mí. Pero esto iba a ser más complicado que las dificultades anteriores que habíamos tenido. Me pregunté si estaría tan asustada por eso que se marcharía. Me pregunté si le importaba que yo también tuviera sentimientos, que yo fuese humana. Decidí no presionar el tema, lo que pasara, pasaría y, como de costumbre, ella tenía el control total de la situación. Como de costumbre, mis sentimientos no contaban.

    Puede que mis propias experiencias sexuales no hubieran sido particularmente amplias o numerosas, pero ninguna había sido nunca tan cruda, tan primitiva. En cierto modo, la inocencia en ello me conmovía, pero no podía permitir que volviera a suceder de esa manera.

    Ella podía usar una almohada la próxima vez, no parecía necesitar nada más para lo que ella quería.

***

    Vivíamos juntas, era importante para nosotras mantener cierto nivel de normalidad y comodidad entre ambas. Yo no podía soportar otra semana que ella me tratara de la misma manera que lo había hecho después del beso, y su último aprovechamiento tenía el potencial de hacer las cosas mucho más incómodas. Ella no había reaccionado bien cuando yo había sido directa, así que intenté algo diferente y fingí sin más que aquello no había sucedido. Cociné la cena con ella como si volviéramos a ser amigas. Aquel no era mi estilo de hacer las cosas, pero parecía ser la única manera con Micah, dadas nuestras circunstancias y espacios reducidos; y cualquiera que fuese el caso, ella respondió bien y nos sentamos cómodamente juntas en el salón dos noches después.

    "Estás usando el vaporizador," observé con una sonrisa.

    "Sí, está muy bien. Me gusta el sabor a crema de vainilla."

    "Golosa. Es bueno saberlo."

    Me miró de forma extraña, había algo en sus ojos que yo no había visto antes, no pude ubicarlo.

    "¿Y esa mirada?"

    "¿Por qué me dejaste hacerlo?" preguntó. "¿Y por qué no estás toda asustada y exigiéndome cosas?" Psicología inversa o no, ella estaba respondiendo tan bien que estaba ansiosa por hablar de aquello ahora que sabía que yo no la iba a presionar.

    "Oh, ¿te refieres a tu toqueteo en la oscuridad? No quería espantarte. No tiene importancia, sé que estabas cansada."

    "No te entiendo en absoluto."

    "Yo tampoco te entiendo."

    "No estoy..." Tropezó y se perdió luchando por encontrar las palabras.

    "¿Quizá deberías considerar la posibilidad de que no seas asexual?" Dije con cautela, ofreciéndole la demanda que ella había estado esperando.

    "Eres mi prima," dijo desesperada, arrugando la cara. Estaba procesando y hablando abiertamente y eso era algo bueno. Yo haría todo lo posible para disipar sus miedos.

    "No tenemos parentesco sanguíneo. No hiciste nada malo."

    "Nunca me había sentido así antes. Esto no está bien."

    "Tuviste un orgasmo, eso es todo."

    "¿Tú no crees que esté mal?" Parecía tan nerviosa, y yo deseé poder tranquilizar su mente.

    "En realidad no. ¿Por qué debería?"

    "¿Cómo puedes mostrarte tan indiferente al respecto? Esto ha sido un gran problema para mí, lo cambia todo."

    "Está bien," dije con calma tratando de acolchar su tensión. "Si quieres marcharte, lo entiendo."

    "¿Quieres que me vaya?"

    "No," negué rápidamente. "Yo quiero..."

    "¿Si?"

    "Me gusta que estés aquí. Pero desearía que te sintieras más cómoda contigo misma. Que comenzaras a afrontar los problemas reales que tienes, que te hagas preguntas más importantes. Pero yo no voy a presionarte a hacerlo, no podría."

    "Esto no es..." Sollozó inesperadamente, no me di cuenta de que había estado tan cerca de las lágrimas. Quise acercarme a ella, abrazarla, pero parecía inapropiado dado el contexto de nuestra discusión. Me quedé mirándome las manos y escuchando la televisión de fondo. Esperando. Pero ella no volvió a hablar. Quince minutos después se levantó, se acercó y me besó en la cabeza suavemente. Me susurró: "Lo siento mucho," y luego se fue arrastrando los pies por el pasillo y oí que la puerta de su habitación se cerraba.

    Me quedé sentada sola. Empecé a temblar porque no sabía qué había querido decir. Que ella me iba a abandonar era lo único en lo que yo podía pensar, que yo había dicho algo equivocado y empeorado las cosas y ahora ella se iba a marchar. Eso era: una disculpa y por la mañana haría las maletas y esa perra de Mary aparecería en su Lexus para llevársela con una sonrisa burlona.

    Tomé demasiadas pastillas para dormir esa noche. Fue la única forma de apagarme.

Capítulo 5

    "Tengo que estar en el trabajo temprano esta mañana, tengo una fecha límite para cumplir al mediodía. ¿Quieres que te deje?"

    "Gracias, eso estaría genial," dijo terminando su tostada y mermelada.

    Cuando paré el coche para dejarla, agarró su mochila cargada de libros en el regazo pero no se movió para abrir la puerta.

    "Voy a cumplir 20 años en marzo," dijo mirando a la gente que pasaba apresurada.

    "¿Qué día? Deberíamos celebrarlo."

    "El cinco. Prefiero pasarlo contigo que con mis padres." El comentario pareció improvisado, pero me hizo sentir bastante eufórica. Luego se volvió hacia mí, muy seria. "Quiero que me las digas... Las preguntas importantes que crees que yo debería hacerme. Si no tienes miedo de hacerlas, entonces tal vez yo no tenga tanto miedo de responderlas."

    "Eso probablemente es algo que deberías estar..."

    "¡No!" me interrumpió. "Pregúntame tú. Eres parte de esto ahora, eso es algo que sé con certeza. Necesito que seas parte de esto."

    Me quedé mirándola. ¿Era esto a lo que todo había llegado? Siempre ella. Yo tenía que repasarlo, decirle cosas que no quería. ¿Por qué tenía que ser yo? Yo no quería hacer que ella enfrentara nada malo, nunca.

    "¿Elise?" Ella estaba decidida, no iba a retroceder en esto.

    "¿Por qué lloraste?" Pregunté con mi voz apenas audible, incluso para mí. "Aquella noche, ¿por qué lloraste?"

    "Fue la primera vez que había sentido eso, me asustó."

    "¿Por qué te asusta el sexo?"

    "No lo sé... Porque siempre termina lastimando a alguien. Como el amor, es complicado."

    Decir eso fue algo inusual y me desconcertó por unos momentos. Traté de mantener el rumbo.

    "¿Fuiste violada? ¿O abusada sexualmente?"

    "¡¿Qué?!" La pregunta claramente la pilló por sorpresa, lo cual me hizo perder el rumbo de nuevo. ¿Me había equivocado?

    "Olvida que he..."

    "No," me interrumpió de nuevo. "Nunca fui abusada. No tengo nada tan jugoso para excusar mi comportamiento, solo estoy hecha un lío."

    Interiormente exhalé un enorme suspiro conciliador. Ella no era de las que mentían, yo me había equivocado. Apoyé la cabeza en el reposacabezas y cerré los ojos.

    "No estás tan hecha un lío como crees. Probablemente solo has florecido tarde," dije incapaz de ocultar mi alivio.

    "Siempre estás tan tranquila y serena. Sobre todo. ¿Por qué eres tan buena conmigo? ¿Por qué te has vuelto..."

    La miré pero ella miraba al frente y no completó la oración.

    "Quizá tus sentimientos están descolocados. Estás confundida porque esto es nuevo para ti y yo soy la persona que tienes delante la mayor parte del tiempo. No pasa nada, lo resolverás eventualmente." No importaba qué, lo único que yo de verdad quería era que se sintiera cómoda y feliz. Fui tan idiota... mis sentimientos eran mucho más fuertes de lo que yo quería admitir.

    Ella asintió, pero no volvió a mirarme.

    "¿Ya está? ¿Es esa la pregunta importante que pensabas que necesitaba enfrentar?"

    "Esa era la peor que tenía."

    "¿Pero tienes otras?"

    "Pueden esperar. Deberías entrar a clase, son casi las ocho."

    Mi día fue fabuloso comparado con la semana anterior. Me habían quitado un peso de los hombros y pude concentrarme sin fallos y cumplir con mi fecha límite antes de las once de la mañana. Debí de haber tenido una gigantesca sonrisa en el rostro sin darme cuenta porque pillé a Rachel y a Colin disparando maliciosas miradas en mi dirección varias veces durante el día. Aunque yo no iba a dejar que nada empañara mi buen humor, eso estaba muy atrasado.

    Mi alivio era tan grande que pasé la velada con Micah sin regresar al tema previo de conversación. Las cosas casi parecían como antes. Me bebí cuatro vasos de vino tinto, dejé a Micah en el salón con sus libros y me fui a la cama somnolienta y contenta.

    Estaba medio dormida cuando ella vino a verme esa noche... más que medio dormida. Yo yacía cómodamente boca abajo (dormir boca arriba siempre había sido imposible para mí) y me hundía suavemente en la inconsciencia. Seguía consciente, pero flotaba ansiosamente hacia lo desconocido.

    La oí entrar descalza en la habitación.

    "¿Puedo dormir aquí?" susurró a solo unos centímetros de mi cara. Había una fugaz sensación de que ella estaba asustada, a punto de tener una pesadilla y me olvidé de estar en guardia sobre lo sexual. Pensé en lo cruel que era que yo quisiera dormir tanto mientras que Micah tenía miedo de dormir. Yo no quería despertarme del todo, mi meta estaba muy lejos.

    "Mm," consentí en voz baja sin querer despertarme lo suficiente como para volverme inteligible.

    La sentí deslizarse en la cama a mi izquierda y yo seguí vagando. Su cálida y distante presencia tan cerca de mí no era desagradable. Me gustaba la forma en que olía, limpia y brillante, tan diferente de la oscuridad en su alma. Seguí el tirón del sueño hasta que ya no estuve cosciente.

    No sé cuánto tiempo estuve ausente de la habitación, pero volví al sentir la mano de Micah en mi cintura, mi cadera. Primero la sentí vagamente, y era agradable, como una benigna llamada de despertar de un familiar amante. Sentí a Micah acariciandome el pelo con la nariz de nuevo, cerca de la nuca, podía oír su respiración, eran suspiros de excitación, de alguien con un meta. Cuando su mano vagó a un lado de mi pecho, supe que ella iba a intentar hacer el mismo truco que antes y yo no podía permitirlo. Reviví rápido, desgarrándome brutalmente del empalagoso abrazo del sueño. Giré para encararla y le mantuve los hombros hacia atrás para que dejara de agarrarme. En la oscuridad, sus ojos estaban muy abiertos, chispeantes, el miedo estaba claramente escrito en sus bonitos rasgos.

    Supe que iba a darle lo que ella quería. Parecía tan asustada de ser rechazada. Yo no podía rechazarla, pero aquello tenía que suceder a mi modo esta vez. Me incliné y besé sus labios con ternura, curiosa por saber cómo respondería. Ella me devolvió el beso, me permitió dictar el beso y, cuando abrí la boca, ella abrió la suya. Fue hermoso, dulce, suave. Ella exploró el interior de mi boca con la lengua y movió las manos sobre mi espalda y culo, regresando eventualmente a mis pechos. Me sentí como experimentando lo que ella era, la novedad, la pureza de la intimidad física. La besé como si fuera mi primera vez y me sentí inocente. Pasé la boca por su mandíbula, le lamí el cuello.

    Mis dedos se abrieron camino hacia el interior de su camiseta, sobre su vientre plano y hacia sus pechos. Ella no me detuvo, lo permitió y yo la amé por ello. Sus pechos eran pequeños, sus pezones duros mientras yo los movía entre mis dedos y tiraba de ellos. Ella gimió en mi boca, su excitación era obvia por su cuerpo tembloroso y sus esfuerzos por empujarse contra mí. Yo no iba a ser capaz de llevarlo del modo que yo quería y no se trataba de mí, se trataba de ella, siempre ella. Pasé la mano por su cintura y sentí el recortado vello púbico debajo. Ella estaba asombrosamente mojada. Deslicé los dedos entre sus labios y froté la pequeña y dura protuberancia entre ellos muy suavemente. Micah presionó el rostro contra mi cuello y tensó su agarre alrededor de mi espalda. Su cuerpo estaba ardiendo de caliente. Ella llegó en segundos, convulsionándose con un extrangulado gemido amortiguado por mi piel.

    Yo no me demoré, mi mano abandonó su sensible sexo y me lamí en secreto los dedos mientras sus ojos aún estaban cerrados y ella se estaba recuperando. Su sabor era de ambrosía, fresco; Estuve profundamente tentada de moverme entre sus piernas y limpiarla a lametones, pero reconocí que esto era un primer paso y que debería mantenerse limitado, no quería llevar las cosas tan lejos en su autodescubrimiento. Mis propios deseos no tenían importancia.

    Esta vez no lloró, lo que fue un gran alivio. Tampoco habló y se aferraba a mí como una niña, con la sien contra mi frente. Pero no lloró y yo consideré eso un progreso.

    Dormí profundamente y cuando desperté por la mañana, ella aún estaba envolviéndome exactamente en la misma posición en la que se había quedado dormida. Apagué la alarma y me liberé de sus nubiles miembros. No quise intentar hablar sobre el tema como lo hice la última vez. Estaba feliz de que ella estuviera enfrentando sus impulsos, aceptándolos y dispuesta a participar como una adulta, enfrentándose a mí.

    Yo esperaba que pudiéramos avanzar más, que ella estuviera abierta a ello. Aunque sus besos habían comenzado torpes, seguían siendo una de las sensaciones más intensas que yo había experimentado. Yo no había estado tan alterada por alguien desde que era una adolescente. Quería que ella me besara en otros lugares. Quería tocarla más y que aquello durara mucho, mucho más. Alivié mi propia frustración en la ducha, con la imagen y el sabor de Micah dominando mis pensamientos.

    De nuevo, esa mañana ella no dijo una palabra al respecto. No me evitó. Se bebió el té, se comió los cereales y fue perfectamente amigable. Se quejó de que se había perdido la alarma y la clase de la mañana, trasteó con el móvil e hizo algunos comentarios desinteresados ​​sobre la cena de esa noche. Luego se fue a la segunda clase del día y yo no dije nada.

    La mañana puso el listón en una tendencia inquietante. Yo no debería haberlo permitido, debería haber tenido más agallas. Pero tenía dudas en otras áreas.

    ¿Me estaba yo aprovechando de ella? ¿Ella era inocente y yo la estaba destruyendo?

***

    Esa noche ella vino a verme de nuevo. Yo no la aparté, no hablé cuando empezó a besarme. Ligeros besos de hadas en mi hombro y brazos y luego en mi cuello. Toques vacilantes para decirme lo que quería, para decirme que estaba preparada. Y así fue todas las noches desde entonces.

    Yo nunca lo iniciaba, pero si ella lo hacía, asumía el control. Y ella sí lo iniciaba. Al principio, lentamente. Durante las primeras noches venía a mi cama y se acostaba a mi lado en silencio, le llevó la mitad de la noche una vez antes de reunir el coraje para acercarse y comenzar a besarme, sacándome de la corriente del sueño de nuevo. Después de unos días, aprendió que no la iban a rechazar y se volvió más rápida y menos paciente. Ella sabía que yo no solo aceptaría sus avances, sino que tomaría el control, me aseguraría de que su necesidad fuese satisfecha. Ella estaba ansiosa, tan perfectamente ansiosa, y yo la adoraba por ello.

    La séptima noche después (sí, las estuve contando), ella comenzó a permitirme tocarla. Yo la probé adecuadamente por primera vez. Deslicé la mano entre sus piernas para asegurarme de que estaba preparada y rápidamente las llevé directamente a sus pezones mientras la besaba. Ahora ella tenía más resistencia y yo llevaba queriendo lamerla desde hacía mucho tiempo. Fui lenta, abriéndome camino a besos por su cuerpo, dándole la oportunidad de ver adónde me dirigía y de detenerme si ella quería. Ella ondulaba mientras yo obraba en mi camino, desde sus suaves pezones hacia sus piernas, y me abría camino lamiendo hacia su interior. Ella se tumbó permitiéndome sumisamente darle placer. Me tomé mi tiempo, necesitaba aprovechar cada momento. Pero cuando comencé a lamer el camino alrededor del exterior de sus labios hacia el interior, supe que ella no iba a durar tanto como yo quería, estaba demasiado excitada, demasiado cerca. En vez de ir directa al corazón de su necesidad, empujé mi lengua dentro de ella... era difícil de creer el alcance de su lubricación, era celestial. Pero eso no era suficiente, yo quería más. Retiré la boca e inserté un único dedo profundamente en ella.

    Esto la sorprendió, porque cerró con fuerza las piernas ante mi intrusión y casi chilló. Estaba tan tensa, tan mojada, mi hermosa chica. Mantuve el dedo dentro y esperé a que ella aceptara su presencia. Se relajó lentamente. Yo entré a matar, lamí los lados de su clítoris antes de moverme por fin hacia el centro. Ella me apresó el índice mientras yo la azotaba con la lengua y ella llegó. Más fuerte y más alto que nunca llegó ella esa noche, empujándome dentro de ella.

    Las noches pasaron y su entusiasmo aumentó, igual que su resistencia y su habilidad. Le gustaba que mis dedos se movieran dentro de ella, comenzó a exigirlo, comenzó a amarlo. Su toque se volvió más confiado, más emocionante. Nuestros cuerpos empezaron a moverse juntos, a entenderse el uno el otro. Hasta la hora en que ella parecía más ansiosa por complacerme que en aceptar placer.

    Ella entró de cabeza, lamiéndome como una avezada, y me dio el clímax más intenso de mi vida. Cuando me miró a los ojos después, ella era diferente: abierta, hermosa, como la chica que yo había visto por primera vez fuera del motel. Era una mirada de propiedad; decía "eres mía." Y yo lo era. Nuestro sexo no podía ser confinado a la pura físicalidad o al dormitorio para mí. Su esencia goteaba a través de mi mentalidad, a través de mis días, a través de mis decisiones. ¿Había sido yo siempre suya?

    Ella me abrazó más fuerte que nunca esa noche.

    Sus sonidos podía ser altos, desinhibidos, como si ella estuviera compensando haber estado tan callada el resto del tiempo, por su falta de palabras, de precisión. Sus sonidos contaban la historia que no podíamos expresar mediante una conversación. Pero claro, yo sospechaba estar creando la realidad que yo quería. Ella se cortó las uñas y empezó a hacer cosas con los dedos que no había aprendido de mí. ¿Estaba follando con otras personas? Esta idea comenzó a atormentar mi mente. Ella pasaba todas las noches conmigo, pero ¿quién sabía lo que sucedía en las largas horas del día que pasábamos separadas?

    Por las mañanas abandonábamos las mantas por separado y con nuestras prendas de dormir puestas de nuevo. Salíamos para afrontar nuestros días y nunca hablábamos de ello, nunca aludíamos a ello. Éramos platónicas, buenas amigas, compañeras de piso. Comprábamos, cocinábamos y veíamos la televisión. Nos burlábamos de la familia y nos reíamos juntas como si nada extraño estuviera pasando.

    Pero de noche ella venía a mí y, en cuanto se apagaban las luces, éramos otra cosa. Yo empecé a amar la oscuridad, a cobrar vida por la noche. ¿Estaba equivocada al permitir que aquello llegara tan lejos? ¿Al permitir que continuara de ese modo? Quizá era ella quien se estaba aprovechando, usándome para sus experimentos, y yo era un sujeto dispuesto. Sin conversación, yo no tenía seguridad... pequeño consuelo durante el día, excepto por ansiar que llegara la noche, que llegaran los sonidos sin palabras, el tacto. Las banderas rojas que ondeaban en mi cabeza se tornaron más insistentes, pues cada día yo ansiaba más mis noches.

    A veces me quedaba mirándola en la oscuridad pensando, ¿por qué yo? ¿Por qué me había elegido como actriz de sus impulsos tardíamente desarrollados? ¿Los había tenido antes de mí? Yo no podía ser la primera en inspirarle estos sentimientos. ¿Verdad? Yo quería que eso fuese cierto, pero lo dudaba. Y a medida que mi deseo crecía, también lo hacían mis dudas. Aquello se estaba tornando algo no saludable. Lo que había comenzado como un privilegio se estaba tornando gradualmente en una obsesión. Yo nunca había estado involucrada en nada como aquello, nunca antes había amado a nadie. Pero no podía pararlo, renunciar a ella en cualquier sentido no era una opción.

    Yo estaba jodida y lo sabía.

Capítulo 6

    Intenté concentrarme en mi propia vida, incluso tomé unas copas a solas con Casey un par de veces, pero me sentía como una perra pretenciosa que, de alguna manera, estaba siendo infiel. Estaba perdida, algo había que hacer para resolver la situación y pronto, pero yo había caído en una rutina de cuyas profundidades no tenía experiencia para salir escalando.

    La noche de su cumpleaños, tres meses después de que Micah se hubo mudado, la recogí fuera de la biblioteca. No habíamos planeado celebrarlo hasta la noche siguiente, ya que era jueves y ambas teníamos que levantarnos temprano. Ella había sido específica acerca de querer emborracharse y pasar una noche de fiesta, y ¿quién era yo para negarle nada? También nos esperaban en casa de mis padres para cenar la noche siguiente, una oferta a la que habíamos cedido solo con la condición de que Bruce y Mary no estuvieran allí.

    Antes de que ella se acercara y se subiera al coche, la vi por el espejo retrovisor despedirse con un abrazo de un chico alto y rubio. Ella tenía un hermoso arreglo de flores en los brazos.

    "Guao," dije y asentí impresionada. "Qué bonito."

    "Nunca antes me habían regalado flores, por nada," dijo alejándolas de ella y estudiándolas como si no estuviera muy segura de que fuesen reales. "Fue vergonzoso llevarlas por ahí hoy, esa es la única razón por la que él me las dio."

    "El sentido del humor es bueno."

    "Hmm. Por primera vez en mi vida, tengo un amigo de verdad y no tengo que fingir ser algo que no soy. Es una sensación muy extraña."

    "Eres perfecta, te lo mereces todo," le dije con sinceridad y ella me miró y se inclinó cerca de repente. Por un segundo pensé que iba a besarme, pero en su lugar me dio un breve y fuerte abrazo. Yo sonreí. "Feliz cumpleaños. Podemos ir a cualquier parte después de enfrentarnos a la familia mañana por la noche, depende absolutamente de ti."

    "Mmm, me gusta cómo suena eso. Veamos primero qué pasa en la cena."

    "Un plan excelente. Estas cosas pueden ser impredecibles." Yo estaba intentando mantener la sonrisa en el rostro y mi tono ligero, pero mi corazón estaba pesado. Yo estaba celosa. Nunca había sido de las celosas y ahora un anodino chico cualquiera me había puesto celosa. La única forma que sabía de afrontar los celos era ocultarlos mediante cualquier medio necesario. ¿Cómo iba a expresarme correctamente sin perderla, sin perder mi lugar en su vida? Más concretamente, ¿por qué no me consideraba ella una amiga? Me había esforzado tanto por estar allí para ella. Pero ella no me debía nada, yo no le debía nada. Mi desesperación crecía.

    Una sorpresa nos esperaba cuando llegamos a casa esa noche. Mary, a quien Micah no había visto desde la desafortunada cena semanas atrás, estaba acechando fuera del edificio.

    "¿Mary?" Pregunté mientras nos acercábamos. "¿Qué estás haciendo aquí?" Al principio estaba cabreada porque a ninguna de nosotras nos habían dicho que esperáramos su visita, pero su expresión era de absoluta ansiedad, lo cual me hizo pensar que algo andaba mal. Mary envolvió a Micah entre sus brazos, quien le devolvió el abrazo.

    "¿Estás bien?" Preguntó Micah, obviamente pensando lo mismo que yo.

    "Sí." Me miró tímidamente. "¿Puedo subir un minuto?"

    "Por supuesto."

    "Es un bonito piso," dijo Mary cuando entramos. "¿Tienes tu propia habitación, Mi?"

    "Sí."

    "¿Quieres té, Mary?"

    "No. Gracias por la oferta, pero no me quedaré mucho. Quería desearle un feliz cumpleaños a Micah y..." Dejó sus bolsas en el sofá, sacó un regalo de una y se lo entregó. Se sentó en el borde del sofá. "También quería hablar contigo, Elise. Helen nos dijo algunas palabras a los dos el otro día. No es la primera vez, pero no sé... Esta vez es diferente."

    "Mary, esto probablemente..." comencé, pero ella me interrumpió con una mirada de disculpa.

    "Lo sé. Pero ¿cuándo será un buen momento para este tipo de cosas?" Volvió a mirar a Micah, quien estaba sentada a su lado, pero permanecía prácticamente inexpresiva. Había remordimiento en los ojos de Mary. Parecía al borde de las lágrimas. "Sé que lo que hicimos fue terrible, echarte porque pensábamos que estabas enferma. Quiero que entiendas que si alguna vez necesitas volver a casa, eres bienvenida y las cosas serán diferentes. Sé que no nos necesitas, entiendo lo que Elise dijo la otra semana. Tú estás bien, yo espero que eso sea cierto."

    "Estoy bien, mamá, de verdad."

    Levanté una ceja hacia ella y retrocedí hacia la cocina.

    "Mi «estrategia» no fue la mejor." Había una suavidad en la voz de Mary de la cual yo la sospechaba incapaz. "No quiero que desaparezcas de nuestras vidas."

    "No lo haré."

    "Eso es lo único que he venido a decir. Y... te amo, Mi." La abrazó de nuevo.

    "Yo también te amo."

    Cuando Mary se fue, me volví hacia Micah.

    "Eso ha sido inesperado. ¿Estás bien?"

    "Sí. Fue amable de su parte."

    "Es la primera vez que te oigo llamarla mamá."

    "¿Empezamos a cenar?"

    Y eso fue todo, ella no volvió a hablar de ello. Pero pareció pensativa después, más distante de lo habitual. Mary había cambiado de melodía. Micah estaba pensando en marcharse y yo lo sabía.

    Hubo un breve momento en el que estuvimos desayunando la mañana siguiente. Ella me estaba mirando mientras yo revisaba los mercados en mi tablet, podía sentir sus ojos en mí. Se inclinó sobre la encimera de la cocina y me tocó la mano. Le miré la mano fijamente, tocando la mía, tan gentil, como si fuéramos más que simples compañeras de cama. Me daba vueltas la cabeza, ella me acarició el dedo con el suyo y a mí me dolió el pecho. Giré la mano y ella me acarició la palma. Fue tan perfecto y tan breve. Ella la abandonó para seguir comiendo y yo seguí mirando fijamente mi palma vacía sin apetito. La oferta de Mary y su posterior y moderado estado de ánimo aún me corroían. Yo estaba en un mundo diferente al de ella, ya no podía alcanzarla, no importaba lo maravilloso que sintiera su tacto, este ya no era puro, no era mío.

***

    Esa noche en la cena, mientras yo me preguntaba qué carajo estábamos haciendo allí, Micah le habló a la familia sobre la visita de Mary.

    "Tenía la sospecha de que ella iba a hacer algo así," dijo mi madre.

    "Fue muy agradable, mamá."

    "Cree que ha perdido a su hija, por supuesto que fue agradable."

    "¿Por qué todo tiene que ser tan calculado contigo? Si ella está dispuesta a cambiar, ¿no sería mejor para Micah que la tuviera en su vida?" Hice una pausa. "La perspectiva de perder a tu hija podría animar a alguien a cambiar si nada más lo hace," agregué en voz baja, pero mamá había seguido adelante y yo estaba hablando principalmente con mi cuchillo y tenedor.

    "No estarás pensando en volver a vivir con ellos, ¿verdad?" preguntó mi madre.

    "Fue bonito recibir una verdadera disculpa de ella, eso es todo."

    "¿Verdadera?" mi madre entornó los ojos. "¿Qué te regaló para tu cumpleaños?"

    "Una computadora portátil nueva y... algunos cupones," dijo Micah y mi madre dio una carcajada.

    "El cálculo, Elise, es como respondes al cálculo," dijo, pero Micah no pareció molesta por su rudeza.

    Cristo, dije en silencio.

    "¿Qué te pasa, amor? ¿Mal día?" Mi padre siempre sabía cuando algo me molestaba, mientras que mi madre permanecía deliberadamente ignorante.

    "A veces no me gusta la mujer con la que te casaste," le dije lúgubremente. "El trabajo es una mierda como siempre. ¿Cómo van las cosas en la clínica?"

    "Las reformas están tardando más de lo esperado. El ruido me da ganas de aplas..."

    "¿Qué está pasando con ella?" susurró mi madre interrumpiéndonos, y yo miré a Micah. Ella estaba hablando con Adrian al otro extremo de la mesa, estaba sonriendo, riendo, brillando.

    "¿Qué quieres decir?"

    "Es una persona diferente, Elise. No digas que no lo ves."

    "Sí, supongo," asentí vagamente. "Ella está bien, mamá."

    "Parece que está drogada... o enamorada."

    "No digas esas cosas," le dije con demasiada dureza, la idea de que ella estuviera enamorada me tocó la fibra sensible. "Siempre ha estado bien, solo necesitaba estabilidad... como tú dijiste."

    "No hay discusiones aquí. Me alegra que hayáis conseguido que funcione. Y condenadamente bien, al parecer." Aprovechó un espacio en la charla al otro lado de la mesa y levantó la voz. "Micah, ¿a qué viene ese resplandor? ¿Has conocido a alguien?"

    "Eso no es asunto tuyo," dije bruscamente. ¿Cómo se atrevía a ser tan descarada?

    "No, tranquila," me dijo Micah. "Supongo que he conocido a alguien."

    Me marchité por dentro, mantuve la cabeza inclinada hacia el plato y traté de no gritar.

    "¿Estudiante de biología? ¿Compañero de laboratorio?" mi madre siguió presionando. "¿Cómo es él?"

    "Madre, por favor."

    "Él es inteligente, amable y es increíblemente guapo," dijo Micah desvergonzadamente.

    ¿Cómo se atrevía? Lancé una miserable mirada en su dirección, pero ella no me miró a los ojos. ¿Por qué me estaba atormentando? ¿Qué había hecho yo? Tranquila, pensé. Yo había estado de acuerdo con nuestro «arreglo». Podía haberlo detenido en cualquier momento, pero había dejado que rodara la bola de nieve y ahora iba a tener que afrontar las consecuencias. Había subestimado mis sentimientos.

    "Todos los prerrequisitos cliché," dije y mi madre me frunció el ceño.

    "Él me hace reír," agregó Micah sonriendo a su Burdeos.

    "Suena perfecto," le dijo mi madre, inmune a mi corazón roto. "¿Tú le has conocido, Elise?"

    "Le he visto de lejos," dije mecánicamente. "Es mono."

    "¿Por qué parece como si hubieras inhalado una cáscara de limón?"

    "No creo que las cáscaras de limón se puedan inhalar."

    "¿No apruebas que Micah tenga a alguien especial en su vida? Muestra un poco de apoyo, mírala, está hecha una mariposa."

    Me levanté abruptamente, esto era más de lo que estaba dispuesto a soportar.

    "Necesito ir al baño," dije y salí de la habitación sin esperar respuesta.

    Me senté al lado de la bañera de hidromasaje en el baño de escaleras abajo y traté de respirar de manera uniforme. Busqué desesperadamente una manera de excusarme por completo de la cena. No podía afrontarla de nuevo. Pero eso parecería extraño. Yo no había recurrido a hacerme la enferma para escapar de una reunión familiar en años, pensé que hábitos como esos habían quedado atrás. Una leve llamada en la puerta interrumpió cruelmente mi tiempo de fuga.

    "Soy yo." La voz de Micah. Me congelé. "¿Estás bien? Déjame entrar."

    Abrí la puerta y me senté en el borde de la bañera sin mirarla. Ella se sentó a mi lado.

    "¿Cuál es el problema?" me preguntó. "¿Nos vamos?"

    Tomé unas cuantas respiraciones profundas y decididas.

    "Quizá deberías aceptar la oferta de Mary," le dije, mi voz traicionó la intensidad de mis sentimientos. Odiaba oír que esa debilidad rompía mi compostura habitual.

    "¿Qué?" Dijo Micah estúpidamente y me quedé mirando las baldosas, concentrada en el patrón cilíndrico.

    "Mary... vivir con ella. Podría ser lo mejor." Quise mantener mis palabras al mínimo, decir solo lo necesario.

    "No digas eso," dijo, su propia voz fue apenas un chillido y yo la miré. Sus ojos comenzaron a enrojecerse y a inundarse. "¿Por qué dices eso? ¡Por favor, nunca digas algo así!" Su tono se elevó rápidamente y comenzó a hiperventilar. Yo me había vuelto a equivocar.

    La atraje rápidamente hacia mis brazos para tratar de estabilizar sus temblorosos hombros. La amo. Me arrojaría debajo de un autobús si eso significara sacarle una sonrisa, yo no podía hacer voluntariamente que ella se sintiese de ese modo. Pero podría hacer una cosa. Necesitaba decirle la verdad.

    "Micah, te amo," le dije en su cabello perfumado. "No sólo de noche, siempre y en todos los sentidos. ¿Entiendes?"

    Sus hombros quedaron quietos en mis brazos, ella se retiró y me miró con los ojos inyectados en sangre. Me besó, boca abierta, en la diana y tierna... allí mismo, en el baño de mis padres, a plena luz del día. Aquello fue más hermoso que cualquier cosa que hubiéramos hecho en nuestras oscuras noches juntas bajo las sábanas. Pero era agridulce.

    "¿Podemos irnos a casa?" me preguntó. "Ya no quiero estar aquí."

    Nos marchamos; fue fácil poner una excusa una vez que nos dimos cuenta de que a ninguna de nosotras le importaba que lo creyeran, fue una prioridad concertada salir de allí. Ni siquiera recuerdo lo que les dijimos al salir por la puerta. Cuando entramos en mi apartamento y nos quitamos los abrigos, examiné a Micah.

    "Sé por qué quise irme. ¿Por qué quisiste tú?" Le pregunté y luego negué con la cabeza al recordar tardíamente, se suponía que iba a ser una noche especial. "Lo siento, ¿qué diablos estamos haciendo aquí? Probablemente tú querías ir a otra parte..."

    Se acercó a mí y me miró directamente, sus ojos eran tan serios.

    "¿Lo dijiste en serio? ¿Lo que dijiste en el baño?"

    "Sí," dije y moví los pies miserablemente. En el momento de la verdad, no pude mentir, no sobre esto. Esto estaba acabado.

    "¿Entonces por qué crees que debería marcharme?"

    "No quise decir eso, nunca te pediría que te marcharas. Pero es mejor que duermas en tu propia habitación de ahora en adelante. O..." Recordé las pesadillas y de repente me confundí, "Supongo que podrías quedarte conmigo si estás asustada, pero no puede pasar nada…." Joder, mierda, esto era un desastre.

    "No lo entiendo," negó con la cabeza, confundida.

    "Hay un punto en el que tengo que empezar a pensar en mí misma. Esto ha ido demasiado lejos, me estoy volviendo loca porque estamos haciendo estas cosas, pero tú no puedes darme lo que en realidad quiero."

    "¿Por qué no puedo?" Había pánico en sus ojos y yo levanté las manos con exasperación.

    "¡Estás enamorada de un chico!" No quise estar enojada, celosa, pero lo estaba. La honestidad había comenzado, mejor era que continuara antes de que mis emociones volvieran al olvido. "¿No entiendes que no puedo lidiar con eso? Tengo sentimientos."

    "¡No hay ningún chico, Elise! Estaba hablando de ti. ¡Estoy enamorada de ti!"

    Sus palabras me dejaron inmóvil por un minuto. ¿Estaba diciendo esto solo porque tenía miedo de que la echara? Me abofeteé mentalmente. Micah nunca me había mentido antes, ¿por qué iba a empezar ahora? Me quedé mirando la sinceridad de sus grandes ojos.

    "El tipo al que despediste con un abrazo el otro día. El que te dio las flores, ¿no era él a quien te referías?"

    "Por supuesto que no," enfatizó con una ligereza entrando en sus ojos. "Él es el primer amigo que he tenido de verdad, me escucha cuando hablo de ti horas y horas, y no me juzga. ¿Cómo puedes creer que haya otra persona que pudiera estar cerca de competir contigo?"

    "Pensé que esto solo eran cosas de dormitorio. Nunca hemos hablado de eso, nunca hemos permitido que salga de la cama. Yo nunca lo intenté porque tengo mucho miedo de asustarte, de perderte. De enfrentar el hecho de que no tengas los mismos sentimientos que yo."

    Ella me tomó el rostro entre sus manos y con lágrimas en sus ojos.

    "Pero los tengo. Tú has cambiado mi perspectiva, mi vida entera. ¿No sabes lo especial que eres para mí? Si hubiera sabido que te estaba haciendo sentir así, te habría dicho mucho antes lo que significabas para mí. He sido tan feliz de que estuvieras dispuesta a pasar las noches conmigo, no me atrevía a creer que pudieras querer más."

    "Yo lo quiero todo."

    "Yo también," me dijo. "Quiero que toda la familia lo sepa, el mundo entero."

    Apenas podía creer lo que oía, la rodeé con mis brazos con fuerza.

    "No creo que podamos hacer eso," le dije en el hombro. "Complicaría las cosas, para ellos y para nosotras."

    "Ni siquiera me importa si nunca vuelvo a ver a ninguno de ellos. Pero lo mantendré entre nosotras si eso es lo que quieres. Podemos estar juntas aquí, pero todo el tiempo, y podemos ser honestas la una con la otra desde ahora. ¿verdad?"

    "Por favor, sí," dije con un nivel de anticipación y ella dio un paso atrás y me mantuvo apartada de ella.

    Había algo en sus ojos que yo no había visto antes. Ella aún estaba tan llena de sorpresas, tan llena de misterio. Comenzó a desvestirse. Clavada, yo la observé, hasta que ella quedó de pie frente a mí completamente desnuda y yo observé los contornos del cuerpo que había llegado a conocer tan bien al tacto. Era delgada, menos curvilínea que yo, sus pezones de un rosado delicado e hinchado sobre los pequeños senos.

    Sabía lo rápido que esa ternura podía volverse rígida en mi boca. Sabía los sonidos que ella hacía cuando la tocaba aquí, allí. Ella era perfecta.

    Sus ojos eran enormes y se sonrojó profundamente cuando la miré y me di cuenta de que era la primera vez que ella permitía que alguien la mirara abiertamente desnuda a la luz del día así. Era tan valiente, mi dulce chica. Se estaba ofreciendo a mí de una manera que nunca había hecho antes, todo el privilegio que yo había sentido desde el principio regresó rápidamente. Me acerqué un paso.

    "Eres hermosa," le dije y la besé en la clavícula mientras me desabotonaba la camisa y me la quitaba. Ella me detuvo y sostuvo mis manos a los lados. Ella misma empezó a desvestirme. Se tomó su tiempo, bebiéndolo y tocándome por todas partes.

    "Quiero contártelo todo ahora," susurró mientras obraba. "Quiero decirte lo sexy que pensé que eras cuando te vi por primera vez, y lo horrible que fue darme cuenta de que eras de la familia. Cómo, cuando me dijiste que te gustaban las mujeres, sentí algo dentro del estómago y el pecho, algo que empezó a moverse más abajo y crecer entre mis piernas. Lo confuso que era y cómo me hacías sentir cada vez mejor, en todo. No importaba lo estúpida que yo fuera, nunca te burlabas de mí. Cómo me enamoré de ti esa noche en la que me defendiste a la mesa, cómo me enamoré más cuando me tocaste por primera vez y cada vez que sentía tus labios en los míos, Me enfadada tanto cuando te quedabas hasta tarde porque te quería para mí. Nunca pensé que pudieras quererme a cambio, pero no me rechazaste, nunca lo hiciste. Siempre fuiste tan gentil, tan paciente. Cuánto quería hacerte sentir de la forma en que tú me hacías sentir. Qué difícil era no darte un beso de despedida por la mañana y de bienvenida cuando llegabas a casa por la noche. Era tan difícil no acurrucarme entre tus brazos cuando veíamos la tele juntas. No creo que sepas lo que me has hecho." Terminó con mi ropa y me contempló.

    "Somos tan diferentes," dijo. Yo tenía lágrimas en los ojos por sus palabras y ella miró dentro de ellas. Me sostuvo la mandíbula. "Te amo tanto. Te deseo tanto. Mírate... eres..."

    "Tuya."

    Cuando llegamos al dormitorio no hubo mantas ni sábanas involucradas, lo vimos todo. Nuestros sonidos se convirtieron en palabras. Fue lo más hermoso que he conocido nunca, morí y fui al cielo.

    Y lo supe. Supe que llevaría esto tan lejos como Micah quisiera ir. Se lo diría a todos, a la familia. Que les jodieran a todos. Este era un gran amor y yo lucharía por él. Todo por ella, siempre. Esto iba a ser un infierno.

FIN

Notas de esta versión

    Fuente: Wikipedia

Capítulo 1

    [1] The Mick: The Mick es una serie de televisión de comedia de situación transmitida en Fox. Kaitlin Olson sirve como productora ejecutiva y además forma parte del elenco principal. Está producida por 20th Century Fox Television.

    Mackenzie, una irresponsable estafadora, se traslada desde Warwick (Rhode Island) hasta Greenwich (Connecticut). Ella se convierte en el tutor de su sobrina y sobrinos porque son muy ricos y su distanciada hermana, Poodle y su marido Christopher han sido detenidos por los federales con cargos de fraudes y evasión de impuestos. Después de un día con los tres niños, Mackenzie decide verlos más a menudo cuando Poodle llama para decirle que ella y Christopher van a abandonar el país.

Capítulo 2

    [2] hipnagógicas: Una alucinación hipnagógica (del griego: hypn "sueño" + agōgos "inducir") es una alucinación auditiva, visual y/o táctil que se produce poco antes del inicio del sueño. La palabra hipnagógica (o hipnagógico) expresa una situación de tránsito entre la vigilia y el sueño, y fue originalmente acuñada de forma adjetiva como hypnagogique por Alfred Maury.

    En muchas ocasiones, las alucinaciones hipnagógicas producen representaciones visuales coloridas, la mayoría de las veces sin ninguna relación con la realidad. Esta característica puede generar en muchos de quienes las experimentan la sensación de una vivencia paranormal (alucinaciones, profecías, premoniciones o apariciones).

    A pesar de generar mucha ansiedad a las personas que las experimentan (al creer que pueden estar desarrollando una enfermedad mental), son completamente inofensivas y un síntoma de estrés.

Capítulo 3

    [3] Chief Keef: nombre artístico de Keith Farrelle Cozart (nacido el 15 de agosto de 1995) Es un rapero cantante, compositor y productor de discos estadounidense. La música de Cozart se hizo popular por primera vez durante su adolescencia a principios de la década de 2010 entre los estudiantes de secundaria de Chicago. Su álbum debut, finalmente Rich, fue lanzado en diciembre de 2012 y contó con los sencillos "I Don't Like" y "Love Sosa", que popularizarían el subgénero del rap de Chicago.

    [4] CBD: (Central Business District) Distrito financiero o corazón financiero es el término general con el que se designan las áreas centrales en que se concentran comercios y oficinas, y donde abundan los rascacielos y, que en las ciudades europeas, suele coincidir con el casco antiguo y algunas zonas de los ensanches del siglo XIX. Sus calles son las más frecuentadas y accesibles y los precios de las viviendas son altos, aunque la población residente en ocasiones es escasa.

    [5] RFLP: (Restriction Fragment Length Polymorphism) la técnica de Polimorfismos de Longitud de Fragmentos de Restricción es una técnica de biología molecular que nos permite detectar fragmentos de ADN de diferentes longitudes.

    [6] MSBP: (Münchhausen Syndrome By Power o By Proxy) el Síndrome de Münchhausen Por Poder es un trastorno en el que una persona, generalmente el cuidador o la madre del niño/a, causa deliberadamente lesión, enfermedad o trastorno a otra persona, generalmente el hijo/a.

    [7] Family Guy: ("Padre de Familia" en España) es una comedia estadounidense de dibujos animados para adultos, creada por el director, guionista y cantante Seth MacFarlane el 31 de enero de 1999.

    La serie se centra en los Griffin, una familia disfuncional cuyos componentes son: Peter y Lois (padres), Meg, Chris, y Stewie (hijos) y su perro antropomorfo Brian. La serie está situada en la ciudad ficticia de Quahog, Rhode Island.