Créditos

    La Lectora y La Escritora (versión gratuita en español. Prohibida su venta)

    Copyright © 2021 de Sasha McCallum. (Algunos derechos reservados. CC-BY-NC-SA)

    Publicada en Artifacs Libros

    Traducción y Edición: Artifacs, diciembre 2020.

    Diseño de Portada: Sasha McCallum.

___oOo___

    Obra Original: The Reader & The Writer

    Copyright © 2017 de Sasha McCallum (Todos los derechos reservados).

    ISBN: 978 1 37 000638 0

    Publicada gratuitamente en Smashwords

Licencia Creative Commons

    Muchísimas gracias a Sasha McCallum por autorizar esta traducción al español y por compartir con el mundo La Lectora y La Escritora bajo Licencia CC-BY-NC-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

    Si quieres hacer una obra derivada, por favor, incluye el texto de la sección de Créditos de este eBook.

Licencia CC-BY-NC-SA

    Esto es un resumen inteligible para humanos (y no un sustituto) de la licencia, disponible en Castellano. Advertencia. Usted es libre de:

    • Compartir: copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato.

    • Adaptar: remezclar, transformar y crear a partir del material.

    • El licenciador no puede revocar estas libertades mientras cumpla con los términos de la licencia.

    • Bajo las condiciones siguientes:

    • Reconocimiento: Debe reconocer adecuadamente la autoría, proporcionar un enlace a la licencia e indicar si se han realizado cambios. Puede hacerlo de cualquier manera razonable, pero no de una manera que sugiera que tiene el apoyo del licenciador o lo recibe por el uso que hace.

    • No Comercial: No puede utilizar el material para una finalidad comercial.

    • Compartir Igual: Si remezcla, transforma o crea a partir del material, deberá difundir sus contribuciones bajo la misma licencia que el original.

    • No hay restricciones adicionales: No puede aplicar términos legales o medidas tecnológicas que legalmente restrinjan realizar aquello que la licencia permite.

Sobre la Autora

    Comencé a escribir en junio de 2017. El plan era escribir cuatro historias, todas siguiendo temas y estilos similares. Debían ser experimentales, para ver de lo que yo era capaz y en qué dirección iría mi mente. Con la tercera historia me desvié un poco del curso, pero eso está bien, fue interesante. Creo que mis próximas cuatro probablemente seguirán más temas de misterio y terror.

    Tal vez.

    No le he mostrado estas historias a nadie antes de publicarlas en Smashwords, por lo que no he tenido aportaciones externas; por lo tanto, se agradecería cualquier comentario.

Contacto con Sasha

    Puedes contactar (en idioma inglés) con Sasha McCallum en: mccallumsasha@gmail.com

Otras Obras

    Todas estas obras son gratuitas y puedes descargarlas en inglés en el perfil de Sasha de Smashwords o en español en Artifacs Libros

___oOo___

    • Cuartos de Baño y Oficinas Psiquiátricas (Bathrooms & Psychiatric Offices, 2017)

    • La Lectora y La Escritora (The Reader & The Writer, 2017)

    • Habrá Sangre (There Will Be Blood, 2017)

    • El Lago (The Lake, 2018)

    • El Arreglo (The Arrangement, 2018)

    • Hija de la Noche (Daughter of Night, 2018)

    • Dijo la Araña (Said the Spider, 2018)

    • Oculi ( 2019)

    • Lugar Bien Feo (Pretty Ugly Place, 2019)

    • Caja de Yesca (Tinderbox, 2020)

_________

La Lectora y La Escritora

por

Sasha McCallum

Capítulo 1

    La biblioteca era vieja. Aunque se habían realizado muchas adiciones y renovaciones a lo largo de los años, todavía había partes en las que Heidi podía entrar y sentir que era una niña de nuevo, perdiéndose entre los estantes mientras su madre se preocupaba y la buscaba.

    Cuando estaba aquí, se consideraba oficialmente en el trabajo, por lo que era aceptable para ella apagar el teléfono y desconectarse del mundo exterior. Si la gente se quejaba de que no podían llamarla, esa era su excusa: estaba trabajando, estaba intentando concentrarme. Las personas que la conocían pronto notaban este hecho, cuando se trataba de trabajar en un proyecto, su autodisciplina era ejemplar. Por supuesto, en el fondo ella sabía que esto se había desarrollado así porque necesitaba una buena razón para cortar el insistente zumbido de las irritantes interrupciones. Terminar algo útil venía gradualmente como poco más que un positivo efecto secundario y ella aún pasaba gran parte de su tiempo simplemente leyendo y aprendiendo sobre cosas que no terminaban contribuyendo al cuerpo de su trabajo actual. Le gustaba la relajada actitud con la que podía hacer esto, las favorables circunstancias que le habían permitido llegar a ser la persona que era; ella tenía suerte y lo sabía.

    Había estado frecuentado la biblioteca la mayoría de las tardes de miércoles a domingo durante más de seis meses y disfrutaba de su rutina. Era gratis, fácil, pero aún así podía despertar por la mañana feliz sabiendo que había hecho algo útil el día anterior, que había producido algo.

    Ese día en particular, un sábado, había estado concentrada durante una hora en relativa soledad cuando un descabalado cuerpo se sentó a la mesa a su derecha. Ella continuó trabajando sin mirar a la persona, notando solo, con alivio, que quienquiera que fuese no era ruidoso ni entrometido. De hecho, estaba tan callado que, después de 45 minutos, Heidi comenzó a preguntarse si la mancha oscura en su visión periférica podría ser una alucinación. Encontró intrigante la posibilidad y continuó su trabajo.

    Hoy no estaba escribiendo mucho. Tenía algunos puntos que necesitaba investigar y estaba leyendo en Internet sobre la muerte in absentia, tomando notas, desviándose ocasionalmente del tema principal como solía cuando encontraba un tema especialmente nuevo e interesante. Eventualmente, su curiosidad la superó, miró a su derecha y rápidamente regresó la vista a su computadora, aunque ciertamente no su atención.

    La persona era una chica, 20 años quizá, cabello oscuro, piel pálida y fantasmagóricamente hermosa. ¿Por qué fantasmagóricamente? se preguntó Heidi. Quizá solo por las circunstancias, al haber ignorado esa silenciosa presencia el tiempo suficiente para visualizarla como una posible alucinación. Necesitaba volver a mirarla para demostrarse que estaba equivocada, que aquello no era un fantasma y que esta persona muy real no era fantasmagóricamente hermosa, ni probablemente de muy interesante apariencia siquiera.

    Sintiéndose deslumbrantemente conspicua, Heidi miró de nuevo a la figura a su derecha. Ella era real, sí. Los ojos de Heidi permanecieron sobre ella más tiempo esta vez. Su largo cabello casi negro estaba suelto y le caía parcialmente sobre el rostro; su nariz, dentro un libro; su concentración, claramente inquebrantable. Su rostro, lo poco que Heidi podía ver, era, sí, bastante impresionante. Sus facciones eran suaves, sus pómulos altos, su nariz, perfectamente formada para su rostro. Ella era delgada, tal vez demasiado delgada bajo su pesado abrigo y capas de ropa de invierno, y el libro que estaba leyendo era grueso. Heidi no podía verle bien los ojos ni qué libro tenía a esta fascinante criatura tan embelesada. Heidi nunca la había visto antes, la cara era completamente desconocida para ella, y probablemente nunca la volvería a ver.

    Trató de sumergirse de nuevo en su trabajo, pero la chica había invadido su mente, había anegado sus sentidos y a Heidi le costaba concentrarse. Eventualmente, se rindió, metió sus cosas en su bolsa y se fue sin mirar a la chica de nuevo.

    El sábado siguiente la misma encantadora chica estaba leyendo el mismo enorme volumen. Heidi se sentó mirando hacia otro lado. Su resolución de no complacerse con esos extraños vuelos de falsía que a veces daba estaba normalmente bien entrenada; ella se alejaba habitualmente de ellos y no miraba atrás. No eran más que fugaces fantasías, inmaduras e indignas de su tiempo y energía. Antaño, aún siendo una niña, se había permitido ser absorbida por sensaciones como esas, pero ya no era una niña y lo sabía.

    Trabajó grismente en su artículo. Era un tema interesante, pero ella estaba en la etapa inicial de la escritura y esta aún no había captado por completo su atención, no se había convertido en parte de ella todavía. A las 4 pm se levantó para ir al cuarto de baño y salió fuera para pasar una breve estadía en el mundo de la nicotina, un viejo vicio que ella ni siquiera intentaba desterrar. En el camino de regreso a su mesa, la cual por suerte aún estaba desocupada, casi rozó físicamente a la chica que había capturado su interés la semana anterior, pero de cuya presencia se había olvidado esta semana de alguna manera. La chica alzó la vista de su libro, un raro y momentáneo lapso de concentración por su parte, supuso Heidi. Ella se sentó esta vez en un ángulo en el que la chica estaba a la vista, la curiosidad era apabullante.

    Durante los siguientes tres fines de semana, la chica estuvo allí todos los sábados y domingos, dándole a Heidi una preocupante oportunidad de acostumbrarse a su presencia y un gran interés en saber quién era. Ella era tan peligrosamente adorable que Heidi había comenzado a desear verla los fines de semana. Esto estaba mal, ella lo sabía. No debería estar permitiéndolo, debería evitar a la chica, al menos sentándose en una sección diferente de la biblioteca. Por otro lado, su lado autoindulgente le decía, ¿qué daño podía hacer? Era un placer verla, estar cerca de ella, y tampoco es que ella estuviera interactuando con la chica de alguna manera. De hecho, apenas reconocían la presencia una de la otra. Como demostración de que estaba equivocada, el universo decidió intervenir en ese momento, mientras ella estaba sentada y solo medio concentrada en su pantalla.

    "Tienes el modo más interesante de parecer tener tanto cinco como cien años. Debes de ser una de las personas más expresivas que he visto nunca."

    Heidi se quedó mirándola, boquiabierta por la sorpresa. La chica se plantó junto a ella y miró a Heidi con curiosidad y tal vez con una pizca de escarnio. Sus iris eran grises y oscuros, pero aún distinguibles de los negros anillos que los circulaban. Heidi estaba demasiado sorprendida por el comentario para responder antes de que la chica se alejara y desapareciera de la sección de estudio de la antigua biblioteca.

    ¿Qué infiernos acababa de suceder? Seguramente se lo había imaginado, la chica le había hablado, y qué cosa más extraña le había dicho. Heidi asintió para sí misma, tenía incluso sentido que, cuando la chica hablara directamente, terminara siendo críptica. Aún así, Heidi se sintió ligeramente cálida, la chica había hecho contacto, por muy cuestionable que hubiera sido su significado.

    Al día siguiente, Heidi quedó decepcionada porque ella no apareció. Esta era la clase de sensación de la que su lado conservador había intentado protegerla con la resolución original de evitar a la chica. Era concebible que la chica no hubiese vuelto ya y, de hecho, que no apareciese en todo el fin de semana posterior, dejando a Heidi con una inexplicable sensación de pérdida.

    Dos fines de semana después, la chica resurgió y, esta vez, con algo que hizo que la piel de Heidi se erizara. La chica se sentó a una mesa de distancia y, una vez más ajena a su entorno, abrió un libro. Heidi tenía una vista bastante clara del perfil derecho y podía ver el contorno de un desvaído hematoma en lo alto del pómulo, apenas visible bajo una capa de base. Puede que otro no lo hubiese notado, pero Heidi estaba bien entrenada para ver cosas como esta, habiendo tenido que cubrir sus propios moretones en el pasado. Sintió una enteramente nueva sensación de protección por esta extraña chica que anuló toda precaución anterior. Pero no había nada que ella pudiera hacer, nada que pudiera decir sin parecer entrometida. Así que siguió sin más con su tranquilo día, contenta ante el conocimiento de que, al menos aquí y ahora, podía supervisar la relativa seguridad de la chica.

    Durante dos horas estuvieron sentadas, a unos tres metros una de la otra, sin nadie cerca de ellas. Heidi tecleaba en su computadora y la chica leía sin apenas hacer ruido. Eventualmente, Heidi arriesgó una de sus miradas casuales al rostro de la chica y se asombró al ver lágrimas surcando aquellas pálidas mejillas. La chica no emitía sonido y su expresión era ilegible para Heidi, quien no podía verle bien los ojos entornados desde ese ángulo. Antes de que pudiera detenerse a sí misma, habló sin control.

    "Estás llorando," dijo como si la chica no lo supiera. "¿Qué libro es ese?" Ella se obligó a cerrar el pico. Pese a lo profundamente involucrada en el libro que había estado, la chica ahora alzó la vista, percatándose de que le hablaban a ella.

    "No estoy aquí para charlar," le dijo a Heidi mecánicamente, secándose la cara.

    Heidi asintió y mantuvo la boca cerrada esta vez. No volvió a mirar a la chica, pero se preguntó qué clase de libro hacía eso a qué clase de persona. ¿Era la chica sumamente sensible? ¿Sumamente apasionada? ¿Posiblemente inestable? Media hora después de aquel inconsecuente intercambio de palabras, oyó a la chica levantarse, recoger sus cosas y marcharse, y una vez más Heidi tuvo la sensación de que ella se había ido para siempre.

    El día siguiente era domingo y Heidi estuvo sentada sola durante tres horas trabajando en su último artículo. No estaba contenta con este, lo había escrito y reescrito ya varias veces. Por alguna razón, no le estaba saliendo con ningún tipo de coherencia fluida.

    "Hola." Heidi alzó la vista y encontró a la chica de pie junto a ella una vez más, con una tentativa expresión en su adorable rostro.

    "Hola," respondió Heidi con el corazón empezando a martillar en el pecho. ¿Qué tenía esta chica que le hacía esto?

    "Escucha, yo..." la chica pareció perdida un momento y luego continuó, "Puede que haya parecido grosera ayer cuando me hablaste. Espero no haber herido tus sentimientos."

    Heidi observó cómo la chica se sentaba a la misma mesa directamente frente a ella, y esta nueva y directa vista de cerca de su hermoso rostro casi dejó a Heidi sin aliento.

    "No pasa nada. Esto es una biblioteca, yo no debería haber intentado hablar," dijo Heidi.

    "Te he visto un montón por aquí, tú eres la expresiva," le dijo la chica. "Me he acostumbrado a estar en compañía de gente en silencio y me desconcierta si alguien cruza el límite. También estaba avergonzada de que hubieras notado las lágrimas, pero eso no excusa mi rudeza."

    Ella contemplaba a Heidi con sus enormes ojos oscuros y Heidi asintió, bastante incapaz de hablar. Era tan agradable oír hablar a la chica que no quería que se detuviera. Pero la chica abrió un libro frente a ella en la mesa, al parecer había terminado de hablar para todo el día. Había salido visiblemente del mundo, pero había elegido hacerlo en su misma mesa. Heidi no podía suprimir su placer ante este simple gesto y prosiguió con su trabajo igualmente en silencio. La sensación de la presencia de la chica tan cerca resultaba apabullante y su escritura de ese día reflejó cierta ausencia de concentración.

    En cierto punto un par de horas después, Heidi abandonó su trabajo por completo y, aunque no fue consciente de que lo había estado haciendo ni durante cuánto tiempo, notó que había estado mirando a la chica frente a ella cuando esta alzó la vista del libro y encontró la de Heidi. Heidi sintió que se sonrojaba un poco y, con el ceño fruncido, miró rápidamente hacia la pantalla de su computadora, la cual se había quedado dormida. Heidi dejó caer su mandíbula en estado de shock: ¿cuánto tiempo había estado mirando? Estaba furiosa consigo misma y volvió a mirar a la chica, quien estaba sonriendo, obviamente divertida por la incomodidad de Heidi.

    "Fumas, ¿no?" preguntó la chica. "¿Quieres salir fuera conmigo?"

    Heidi estaba sorprendida, pero se encogió de hombros y recogió sus cosas. Se apoyaron lado a lado en la valla del aparcamiento y respiraron el aire fresco en silencio durante un rato.

    "Tienes problemas para concentrarte hoy," dijo la chica. "Me pregunto por qué hoy, nunca te había visto así de dispersa antes. No te preocupes, sé que no estabas mirándome a mí, tus ojos estaban todo vidriosos, ni siquiera estabas enfocando. ¿Adónde vas cuando haces eso?"

    Heidi se sintió aliviada de no haber sido sorprendida obsesionada, y también se sintió sorprendida de que la chica fuese tan astuta.

    "No creo que vaya a ninguna parte. Es un misterio," dijo realmente desconcertada, y la chica asintió lentamente como si entendiera demasiado bien lo que Heidi quería decir.

    "Yo también he estado ahí. Un lugar algo extraño, difícil de recordar." La chica la estudió desde su lado derecho y Heidi se esforzó por no notarlo. "¿En qué estás tecleando constantemente día tras día? ¿Estás escribiendo un libro?"

    "No," se rió Heidi tímidamente. "Soy una stringer[1]."

    "¿Una qué?"

    "Una especie de periodista independiente, supongo. Ahora mismo estoy trabajando en un artículo sobre corrupción política, se acercan las elecciones. ¿Qué hay de los libros en los que siempre estás tan profundamente enterrada?"

    "No son de política, eso seguro."

    "Me di cuenta. ¿El Infierno de Dante? Bastante pesado."

    "Has estado prestando atención."

    "Solo vi el título hoy. ¿Estás estudiando Literatura o algo así?"

    "En cierto modo," ella miró a la distancia. "Leer estas cosas me da una idea de lo que somos capaces de hacer como humanos, pero también me pone firmemente en perspectiva y me hace apreciar dónde estamos ahora en nuestra evolución, tanto psicológica como culturalmente. A veces me siento miserable con la sociedad moderna cuando no debería hacerlo." Dijo esto con un arrastre bajo y lento que sirvió para impresionar a Heidi incluso más de lo que podía.

    "Guao. Eres una especie de intelectual introvertida."

    "¿Cuál es tu nombre?" preguntó la chica.

    "Heidi."

    "Soy Alicia."

    Heidi trató de grabar el nombre en su cabeza. Ella era una de esas personas que tenía dificultades para recordar nombres, pero dudaba que olvidara este. Hizo una nota mental para escribirlo, por si acaso.

    "¿Puedo hacerte una pregunta personal?" preguntó Heidi, confiando en obtener respuestas sobre el moretón de la chica.

    "Preferiría que no lo hicieras," respondió suavemente Alicia.

    "Oh..." Heidi asintió. "Trato justo."

    Terminaron los cigarrillos y regresaron a sus lugares en el interior sin más conversación, pero Heidi encontró el silencio de Alicia bastante agradable y, cuando se marchó al concluir su día, Alicia le regaló una adorable sonrisa de despedida.

    Seis días después, un sábado, la chica estaba allí cuando llegó. Heidi estaba sorprendida, hoy ha llegado temprano; sólo eran las diez de la mañana. Se sentó a una mesa no muy lejos, tenía muchas cosas que quería revisar hoy y se sintió aliviada de que la chica no notara su entrada. Con suerte, su trabajo no sufriría. Estaba empezando a disfrutar del artículo, ella se había metido dentro y este dentro de ella; así era donde las cosas empezaban a dar sus frutos.

    Y tuvo razón, el día transcurrió sin problemas y disfrutó con lo que estaba escribiendo. Había estado tranquila, sin incidentes, pero esa misma tarde, un lugareño que ella reconocía, un borracho, se acercó tambaleante a Alicia y se sentó. Ella miró su reloj, eran casi las 3 pm. Heidi observó cómo el hombre le decía a Alicia hola y cómo estás y luego le ofrecía una copa. La chica no parecía afectada y, manteniendo la concentración en su libro, le dijo de inmediato al hombre que "se perdiera" y él se alejó arrastrando los pies. Heidi no pudo reprimir una risita por el cómico alivio y, cuando Alicia encontró sus ojos por encima del libro, Heidi descubrió igual diversión en estos.

    "Tienes un admirador. Has marcado un tanto," dijo Heidi.

    "Mm, era tan atractivo. Le colé mi número en la mano mientras me manoseaba debajo de la mesa. Más tarde haremos bebés bajo el banco del parque en el que vive."

    "Qué pareja más mona."

    "¿Cómo es que ninguno de los bichos raros te molesta a ti nunca?" le preguntó la chica.

    "Es que no soy tan irresistible como tú."

    "Ya, claro," se burló Alicia y Heidi la miró con curiosidad. Sintió una corriente eléctrica pasar desde el pecho hasta la ingle y ella regresó rápidamente su atención a su computadora.

    "Ven al Faze conmigo," oyó decir a la chica.

    "¿Qué?"

    "Llevo aquí desde las ocho de esta mañana y tú también llevas aquí la mayor parte de ese tiempo. ¿No tienes hambre?"

    "Yo... solo. Yo..." Heidi se bloqueó en modo tonto, estaba demasiado sorprendida y aún un poco excitada. Pero no podía ir con la chica, eso estaba fuera de discusión. "Gracias por preguntar, pero no."

    "Pues vale." La chica pareció completamente cabreada por el absoluto rechazo y se levantó y recogió sus cosas. "Ya te veré," dijo brevemente mientras se iba.

    Eso ha sido interesante, pensó Heidi, la chica tiene mal genio. Quizá debería haber ido con ella, pensó, pero tenía sus razones para rechazar la oferta. Heidi era extremadamente particular sobre de lo que comía y cómo comía, y era demasiado pronto en la interacción de ambas para que se sintiera cómoda mostrando su TOC[2] en descarada exposición. Normalmente eso no interfería mucho su vida, pero hoy era un duro recordatorio de que no estaba 100% abierta a nuevas amistades; había sido una llamada de atención, una saludable bofetada en la cara. Maldijo su problema por primera vez en mucho tiempo. La pobre chica se había sentido insultada, había pensado que Heidi no había querido comer con ella y esa idea hizo que Heidi quisiera acurrucarse en una bola y desaparecer.

    A primera hora de la tarde siguiente, notó que Alicia estaba sentada a varias mesas de distancia. Heidi se preguntó si debería acercarse a ella o no. Este tipo de suelto contacto con alguien por quien se sentía cada vez más hechizada estaba muy fuera de su zona de confort. Ella podría lidiar con esto de dos maneras: o bien podría tratar de conocer mejor a la chica y abrirse o podría mantenerse alejada de ella. Pero en algún lugar de su interior ya había notado que esa no era una elección que ella pudiera tomar libremente. Un lío de preguntas zumbaba en su cabeza e incluso ahora que había comenzado un diálogo entre ellas, el misterio se estaba intensificando. Quería saber más sobre esta chica, no quería ignorarla.

    A las cuatro en punto fue a la mesa de Alicia y se sentó mirándola.

    "Alicia," le dijo. Alicia la ignoró voluntariamente y Heidi encontró la situación casi cómica después de un rato. Perpleja, lo intentó de nuevo con la malhumorada lectora. "Estás enfadada." Silencio. "¿Por qué crees que no quise ir a comer contigo?"

    "Ni lo sé ni me importa," respondió la chica finalmente sin levantar la vista. "Déjame en paz, por favor."

    Heidi negó con la cabeza e hizo lo que le decía, volviendo a su propia mesa. Estaba tratando de hacer caso omiso del malhumorado trato de la chica cuando Alicia recogió el libro y fue a sentarse al lado de Heidi, con una cara como si estuviera a punto de rasgar las páginas encima de ella. Se había sentado cerca y sus ojos ardían y Heidi le devolvió la mirada, esperando, con el ceño fruncido.

    "¿Por qué siempre te sientas cerca de mí?" Preguntó Alicia con la voz manteniendo más control de lo que su expresión sugería.

    "Tú te sientas cerca de mí también," dijo Heidi buscando una manera de compensar toda sensación de rechazo que le había producido a la chica. Pero Alicia pareció pensativa ante su respuesta, luego su rostro cambió por completo, su ira se disipó y fue reemplazada por la calma como si se hubiera accionado un interruptor. Heidi estaba muy confundida.

    "Me siento segura cerca de ti. Siento que eres igual que yo."

    "¿Igual? Pero no somos nada iguales."

    "Tú eres joven y bonita, probablemente también te abordan mucho tíos groseros. ¿En qué somos diferentes y por qué te ofende pensar que podríamos no serlo?"

    "Oh. Nada. Pensé que querías decir..."

    "¿Qué?" Alicia la miró con esa expresión inescrutable que adoptaba a veces. "¿Qué pensaste que quería decir?"

    Heidi miró a su pantalla y mantuvo la boca cerrada. No podía recordar lo que la chica había querido decir, ella estaba interfiriendo sus ondas cerebrales.

    "De acuerdo. Tu turno entonces, ¿por qué siempre te sientas cerca de mí?" Dijo Alicia.

    "A pesar de tu grave problema de actitud, me gustas un poco," dijo Heidi honestamente y la chica entornó los ojos con sospecha.

    "¿Cuánto te gusto? Quizá no esté tan segura contigo después de todo."

    "No seas boba," dijo Heidi y sintió ruborizarse ante la implicación.

    "Ooh, qué guapa estás cuando te avergüenzas."

    "Esto se está volviendo demasiado raro. Encontraré otro lugar para trabajar de ahora en adelante." En agitada confusión, Heidi se levantó para cambiar de sitio, pero Alicia extendió una pálida mano y la agarró inesperadamente del brazo. Era la primera vez que la chica la tocaba físicamente y, aunque fue bastante leve sobre varias capas de tela, Heidi reaccionó acobardada. Y no ligeramente, sino muy visiblemente.

    "Guoo," dijo Alicia atónita por la respuesta de Heidi y retiró rápidamente la mano. "¿A qué ha venido eso?"

    "Mierda. Mierda," dijo Heidi torpemente. Mortificada por la situación a la que súbitamente se estaba enfrentando, reaccionó impulsivamente con ira. "Supongo que no me gusta que los extraños me toquen en las bibliotecas, ya sea con amenaza o sin ella," le disparó a Alicia, cuya expresión se había quedado en blanco por completo. Heidi necesitaba salir ya, terminó de empujar sus pertenencias dentro de la bolsa y se alejó andando.

    Su terrible reacción la dejó sintiendo frío por dentro durante la semana siguiente y su apartamento ya parecía desollado por toda la limpieza que estaba haciendo. Lo arreglaría, determinó ella. Aunque Alicia no quisiera volver a hablar con ella, tenía que intentarlo. Se estaba dejando poner nerviosa por la chica con demasiada facilidad, esta chica que parecía ser algo inestable y posiblemente disfrutaba desequilibrando a otras personas. Esto molestaba a Heidi como el infierno y, aunque por un lado quería superarlo, por otro encontraba cierta cualidad bastante atractiva en ello.

    Cuando salió del coche el sábado por la mañana, vio el objeto de su descontento inmediatamente. Alicia fumaba un cigarrillo apoyada en la valla y había tres muchachas toscamente vestidas frente a ella. Alicia parecía acosada y enojada, pero Heidi reconocía a estas chicas, no eran de las que reaccionaban bien ante una sabelotodo como Alicia. Ella se aproximó a ellas con cautela. Cuando vio a Heidi, Alicia puso los ojos en blanco.

    "Cristo, ¿no quieres caldo?, toma tres tazas," murmuró Alicia entre dientes. Heidi no podía culparla y, por un momento del fin de semana pasado, había pensado que era Alicia quien tenía el problema de actitud. Heidi estaba desesperada por recuperar el control de las circunstancias y esta era la oportunidad perfecta.

    "¿Qué está pasando?" les dijo a las chicas que rodeaban a Alicia.

    "Solo intentamos ser amigables. ¿Conoces a esta?" dijeron con risitas burlonas.

    "La conozco. Ella es buena gente, deberíais dejarla en paz. En serio, ¿no tenéis mejores cosas que hacer?"

    "Es toda tuya," murmuraron y se alejaron lentamente. "Enséñale algunos jodidos modales."

    "Lo que tú digas. ¡Saluda a tu papá de mi parte!" exclamó Heidi a sus espaldas.

    "¿Por qué te han hecho caso?" Preguntó Alicia, pareciendo sorprendida y confundida. Heidi la miró fijamente.

    "Tú no eres de por aquí, ¿verdad?"

    "Sabes que no lo soy."

    Heidi sonrió, Alicia estaba deslumbrante hoy, con un vestido largo bajo el pesado abrigo de invierno. Heidi encendió un cigarrillo y se apoyó junto a ella en la valla.

    "Siento mucho lo que pasó el fin de semana pasado," dijo Heidi con sinceridad. "No pretendía ser insultante. Esto no es nada personal, es que encuentro el contacto físico un poco desconcertante a veces, especialmente cuando es inesperado." Sintió que la chica la miraba con atención. Estudiándola.

    "Alguien te ha hecho daño," afirmó Alicia con certeza y Heidi se encogió.

    "Nos pasa a todos en algún momento," dijo Heidi en un patético intento de retirar el foco de sí misma.

    "Eso no lo sé," dijo Alicia dubitativa.

    "¿Vienes hoy?" Preguntó Heidi y la chica asintió y recogió su bolsa.

    "¿Pensé que ya no querías sentarte cerca de mí?"

    "¿Pensé que ya no te sentías segura conmigo?"

    "Ja," resopló Alicia, "después de lo que acabas de hacer, ¿cómo no podría? Ahuyentar a las grandes malechoras. ¿Qué pasa con eso, por cierto?"

    "Esas chicas... Deberías tener más cuidado con quién hablas. La gente aún no te conoce, es más fácil cuando llevas viviendo aquí toda tu vida."

    "Y supongo que en tus 22 largos años te las has arreglado para obtener tanto respeto."

    "24. Estás siendo sarcástica, pero puede que te sorprendas."

    "Supongo que estoy sorprendida. Difícilmente pareces dura."

    "Conozco gente y tengo un cerebro que puede recorrer un largo camino."

    Se dirigieron a su sección de estudio habitual en la biblioteca y se sentaron en silencio a una mesa con vistas a los jardines del Este. Alicia sacó su enorme volumen del Purgatorio de Dante y Heidi comenzó su tercera reescritura de Improbable Alianza Política en la Región Portuaria.

    "¿Quién te hizo daño?" le susurró Alicia después de solo unos minutos. Acercó la silla y miró fijamente a Heidi. "No puedo dejar de pensar en eso, no puedo concentrarme. Supongo que no es algo de lo que te guste hablar pero..." Heidi consideró cuidadosamente lo que hacer. Alicia había tenido un moretón hacía un par de semanas y Heidi había intentado sacar el tema entonces, tal vez ahora era un buen momento. Era posible que Alicia necesitara a alguien con quien identificarse por lo que estaba pasando y Heidi podía aprovechar la oportunidad para recopilar información sobre los problemas de Alicia. Odiaba pensar de esa manera, verlo como una oportunidad para manipular las cosas en su propio beneficio, pero después de todo era un ser humano, sensible y adecuadamente jodido de la cabeza como tal. Por otro lado, ¿de verdad quería compartir su experiencia con esta extraña compañera de estudios? Tal vez sí, tal vez necesitaba hablar tanto como lo necesitaba Alicia.

    "No podemos hablar de eso ahora. Aquí no," dijo Heidi.

    "Podemos ir escaleras arriba." Dijo Alicia. Había una cafetería en el nivel más alto de la biblioteca. "¿Por favor?"

    Heidi no podía decir que no esta vez. La mirada en los ojos de Alicia era muy persuasiva.

    "Está bien," asintió reluctante. "Recoge tus cosas."

    Subieron en ascensor hasta el nivel superior y se sentaron a una mesa en el casi vacío del café, sin pedir nada.

    "Hablaré sobre eso, pero solo a cambio de algo de ti," dijo Heidi, cejas alzadas en interrogación hacia Alicia.

    "Eso suena ominoso. ¿Qué podrías querer? No será sucio, ¿verdad?"

    Heidi ignoró el comentario y se pasó un dedo por el pómulo mientras Alicia observaba.

    "El hematoma que tuviste la otra semana. ¿Qué pasó?"

    "Viste eso, ¿eh?. Supongo que sí." Alicia bajó la vista hacia las manos.

    "¿Novio?"

    "Joder, no," resopló Alicia. "No soy tan estúpida." Heidi esperó a que continuara, casi perdida en el gris oscuro y líquido de sus iris mientras estos intentaban evitar los suyos. "Vivo con mi padre. Él tiene cáncer, necesito estar ahí para él. Morirá pronto."

    "¿Te pega?"

    "Solo una vez, ha estado bebiendo mucho últimamente, ha perdido el norte. Veo que estás preocupada, pero en realidad no es algo de lo que preocuparse. Sé cómo manejarlo y él no estará por aquí mucho tiempo más. Esto suena insensible, pero es la verdad."

    "¿Puedo?" Heidi señaló el teléfono de Alicia posado sobre la mesa frente a ellas y Alicia se encogió de hombros.

    "Te pongo aquí mi número. Te creo cuando dices que puedes manejarlo, pero estoy segura de que sabes lo impredecibles que pueden ser los alcohólicos. Supongo que tienes otros apoyos, pero llámame si alguna vez necesitas un lugar donde escapar. Vivo en el centro de la ciudad y quiero ayudarte."

    Alicia recuperó su teléfono y miró desde la pantalla hasta Heidi con curiosidad. "Está bien. Tu turno. ¿Quién te hizo daño?"

    "Tuve un acosador hace unos años. Muy mal de la cabeza, solía aparecer en todas partes. Empeoró cada vez más y terminó atacándome dos veces fuera de mi apartamento. También con crueldad, estuve en el hospital dos semanas después de la segunda vez."

    "Mierda. ¿Él ha…? ¿Fuiste violada?"

    "Nunca logró llegar tan lejos, los detalles no son importantes." Heidi sintió los ojos de Alicia sobre ella, pero no estaba dispuesta a dar más detalles.

    "¿Por qué coño no lo atrapó la policía la primera vez?" Alicia estaba enojada.

    "Lo hicieron. Pero hay un límite en lo que la policía puede hacer y él regresó. Después de la segunda vez, algunos lugareños se enteraron, tipos malos, miembros de bandas que vivían cerca y que no soportan ese tipo de violencia. Es extraño lo protectores que pueden ser estos tipos con una cara familiar. Estaban muy cabreados, le dieron la paliza de su vida y lo expulsaron del área. Nunca volverá ahora, está en peligro permanente aquí."

    "Camorrista," asintió Alicia apreciativamente.

    "Fue una solución más eficaz que la policía. En este país..." Heidi sacudió la cabeza con decepción. "El caso es que por eso me siento segura en esta ciudad, no importa la mierda que parezca ser a veces. La gente me cuidó aquí cuando yo los necesité y no pidieron nada a cambio. Así que, estoy aquí para ti si alguna vez me necesitas, ¿de acuerdo?"

    "Gracias." Alicia pareció seriamente agradecida. "Capto por qué te asusta el contacto físico, pero ¿estás bien?"

    "Oh, sí, todo eso pasó hace más de tres años, estoy bien, de verdad." Mostró a Alicia una sonrisa tranquilizadora. "No te había catalogado como empática."

    "No lo soy. Supongo que tú has traspasado mis defensas, no mucha gente puede hacer eso. No puedo creer lo correcta que estaba de sentirme segura contigo."

    "La ironía. Ya que estamos aquí, bien podríamos tomar un café, ¿no?" Después de lo que le acababa de decir, Heidi se sintió considerablemente más cómoda con su nueva relación con la chica.

    "Sí. Voy a pedir. ¿Qué te gusta?"

    "Latte de caramelo triple," fue a darle a Alicia un billete de diez dólares, pero ella lo rechazó con un movimiento de la mano y Heidi hizo una nota mental de deberle un café a Alicia.

    Sintió a la chica mirándola mientras realizaba su rutina de remover y retirar la espuma de la parte superior de su taza.

    "Tengo un poco de TOC," dijo Heidi casualmente a modo de explicación. "Por eso no quise ir a Faze contigo. Lo encuentro vergonzoso."

    "Interesante. Eso no es tan malo," asintió Alicia. "Dicen que yo tengo un trastorno límite de la personalidad."

    "¿Por qué no me sorprende eso?" Heidi soltó una risita. "Míranos, vinculadas por enfermedades mentales."

    "Mm, qué típico del siglo XXI."

    "Lanzan mucho la etiqueta TLP[3] hoy en día. ¿Estás en tratamiento?"

    "Sí. Terapia conductual, dosis bajas de antipsicóticos. Estoy mucho mejor de lo que solía estar. Tengo cuidado de hacer una cierta cantidad de ejercicio todos los días, pero aparte de eso, soy feliz siempre que tenga un libro delante."

    "Es bastante inusual que alguien de tu edad esté tan interesada en los libros."

    "Culpa de papá. Es un académico, un profesor de Sociología. Lee constantemente... bueno, solía hacerlo al menos. Me inculcó el amor por los libros literalmente desde que nací. La forma en que huelen, el tacto del papel, el sonido de una página que pasa, la visión dentro de la mente de otra persona. Eso me reconforta."

    "¿Cómo te va con la Divina Comedia?"

    "¡Ja! Dante, el Quentin Tarantino de la Edad Media. Todo es tan inútil y gratuito. Creo que me encanta eso."

    "¿Te encuentras culpable de alguno de los pecados mientras lo lees?"

    "Todos y cada uno," dijo Alicia y frunció el ceño. "No me digas que tú también lo has leído."

    "¿Yo? De ninguna manera. Como muchos católicos, he leído sobre ello. Supongo que muy pocas personas estarían dispuestas o serían capaces siquiera de leerlo de cabo a rabo como tú, a menos que lo estuvieran usando como tema para una investigación formal. "

    "La versión en la que estoy trabajando está plenamente anotada, pero aún así necesito buscar muchas de las referencias. Sin Google estaría perdida. ¿Eres católica?"

    "Solo de nacimiento, no soy creyente. ¿Y te sientes culpable de cada pecado?" Heidi se rió.

    "Por supuesto. Leer Infierno te hace echar un largo y muy crítico vistazo a tu propia historia moral. Como he dicho, leo estas cosas en parte para refrescar mi apreciación sobre dónde estamos aquí y ahora. Después de un unas pocas horas en el Infierno es un alivio volver a este plano."

    "¿A qué alma enferma y retorcida crees que se le ocurrió el concepto del Infierno en primer lugar?"

    "Una interesante pregunta y no una que haya analizado. Lo que más me preocupa es que la idea ha persistido durante mucho tiempo, que nosotros, como especie, la hemos perpetuado y recreado en detalle una y otra vez. No puedo afirmar inmunidad a la fascinación sobre el tema y a sus imágenes asociadas, pero eso demuestra nuestra morbilidad innata como seres humanos. Es más fácil y más interesante pensar en él literalmente, pero no debería entenderse de esa manera. El verdadero Infierno solo se puede experimentar mediante la propia consciencia culpable de la persona. Si se entiende literalmente, entonces es la venganza divina la que elimina la posibilidad de que todo sea sobrehumano."

    "Tú no te criaste en la iglesia, ¿verdad?" Alicia negó con la cabeza. "Si lo hubieras hecho, sabrías muy bien lo incapaces que somos de eliminar por completo las características humanas de nuestro supuestamente omnipotente creador. Quizá no debería verse de esa manera, pero la retribución divina es un concepto muy real para la mayoría de los cristianos. Es extraño como pasó eso," reflexionó Heidi. "Si este Dios no es humano, ¿por qué nos referimos a él como ocupando un género específico? Probablemente no deberías envolverte demasiado en literatura como la de Dante sin examinar también la simple hipocresía del día a día de la religión. Pero veo tu mensaje, este puede ser un tema atractivo."

    Alicia la estaba observando extrañamente.

    "Créeme, yo sí entiendo la hipocresía de la religión. Para mí Dante es sobre la defectuosa naturaleza de la humanidad debido a lo que dicen las representaciones alegóricas contenidas en su escritura sobre sus creencias fundamentales y cómo estas reflejan la cultura que le rodeaba. La condenación eterna, los pecados, los nueve círculos, los 24 vestíbulos; si una persona quisiera de verdad evitar todas esas cosas durante la vida, se vería rápidamente incapaz de hacer o decir nada en absoluto. Para superar la parálisis de la indecisión, una tendría que ser tanto santa como extraordinariamente estúpida."

    "¿Estás segura de eso? Quizá es que solo eres una persona muy perversa." Dijo Heidi.

    "¿Qué persona no es perversa? Eso es lo que estoy diciendo. En este mundo en el que vivimos, «perversa» y «persona» van de la mano. Tal vez tengas razón; si yo quisiera vivir en un monasterio budista, podría ser capaz de cumplir con todas estas «reglas», pero esas personas apenas forman parte de nuestro vocabulario. Para personas como nosotros, personas así no son normales. Quiero decir, lo siento, pero este es el mundo en el que vivo y esta es quien tengo que ser para sobrevivir en él."

    "Te capto. Lo hago," dijo Heidi sorprendida por lo apasionada que hablaba Alicia. "Por extraño que parezca, el budismo es la única religión dominante que niega resueltamente el concepto de retribución divina."

    "Sabelotodo... Así que ellos siguen las reglas por razones más puras que el miedo."

    "Verdad," asintió Heidi con una caprichosa sonrisa. "¿Qué es exactamente lo que estás estudiando?"

    "¿Oficialmente? Nada," admitió Alicia. "Soy más bien autodidacta."

    "¿Qué tienes, 20? ¿21? ¿Trabajas?"

    "22. Trabajo en Green Haven como cuidadora."

    "No es exactamente alcanzar tu pleno potencial, dado el cerebro que tienes."

    "Hasta cierto punto, tenemos que vender nuestro tiempo, ¿no? Eso no significa que tengamos que vender nuestro completo enfoque y energía. Personalmente, prefiero guardar algo de mí para mí. Y sé que sabes de qué estoy hablando. Mira tu forma de trabajar: independiente." Alicia la miró asintiendo. "Sí, lo entiendes totalmente. Estás haciendo lo mismo que yo, solo que de una manera completamente diferente."

    "Te estoy perdiendo."

    "Yo mantengo mi cerebro enfocado en actividades e intereses personales y privados mientras sigo serviles órdenes por dinero en ciertos momentos. Obviamente, tú enfocas tu cerebro en producir algo para que el mundo externo se alimente, pero lo haces en tu propio tiempo y completamente sin la influencia de los demás."

    "Eso no es del todo cierto. Cuando escribo, siempre tengo en el fondo de mi mente hasta dónde puedo llevar exactamente un mensaje o una idea en función de lo que sé sobre cómo la gente va a recibirla."

    "Aún así eres tú. No estás recibiendo instrucciones de algún jefe gilipollas sobre lo que escribir."

    "Mm, tienes una forma interesante de ver las cosas. Y tienes razón."

    "Pues claro que tengo razón." Ella miró desafiante a Heidi. "La gente piensa que soy estúpida porque soy bonita o porque no estoy haciendo algo más importante conmigo misma." Ella negó con la cabeza. "Y luego se preguntan por qué los evito."

    "Tú no me evitas a mí." Heidi se sintió un poco avergonzada de lo mucho que ella misma había subestimado la inteligencia de Alicia.

    "Te lo he dicho antes. Tú y yo somos iguales. Tanto si lo ves como si no."

    "Encuentro divertido que no te guste que la gente te juzgue por tu apariencia, pero pareces bastante segura de juzgarme por la mía. Apenas nos conocemos, pero insistes en que somos iguales."

    "Un poco pronto en nuestra relación para llamarme prejuiciosa e hipócrita en la misma oración, ¿no crees?"

    "Solo estoy expresando una opinión," se rió Heidi.

    "Quizá es que soy psíquica..." Alicia parecía engreída.

    "Ah, eso daría miedo."

    "¡Ja! ¿Por qué? ¿Qué mierda jodida te está pasando por la cabeza?"

    "Oh, hombre," Heidi puso los ojos en blanco, sonriendo. "De veras eres imposible. Astuta como un zorro, pero imposible. Quizá deberías empezar a trabajar como independiente también. Usar algo de ese ingenio y perspicacia para afectar al mundo a tu manera."

    "¿Ves?, yo sé que estamos aquí para eso, para afectar al mundo de alguna manera, pero no consigo reunir coraje de querer hacerlo."

    "¿Por qué no?"

    "Una parte de mí piensa que el mundo es una mierda y que no merece mi atención. Otra parte de mí piensa que la mierda soy yo y que cualquier cosa que pudiera traer al mundo solo lo haría peor. Y aún otra parte de mí, que no reconozco a menudo, podría estar esperando el momento perfecto para causar el mayor y más valioso impacto."

    "Jesús, Alicia. Eres una persona jodidamente intensa, ¿sabes?"

    "Sí, lo siento, no puedo evitarlo."

    "No lo sientas, eso es alucinante. Si alguna vez decides hacer algo con tu cerebro, probablemente causarás una gran impresión con esa actitud. El mundo está plagado de hormigas reptando en piloto automático, tú eres un soplo de aire fresco. Aunque permanezcas en un segundo plano, es extremadamente bueno saber que hay personas como tú por ahí."

    "Subscribo eso, creo," Alicia frunció el ceño. "No esperaba venir aquí y que alguien me entendiera hablando de Dante. Especialmente tú. Supongo que tienes razón, soy tan culpable a los prejuicios como todos los demás. Tú eres un poco un enigma."

    "Lo primero que me dijiste fue que mis expresiones me hacían parecer de cinco y cien años. Eso fue algo muy extraño, pensé."

    "Es verdad, lo recuerdo. Así pareces. Eres como ver la televisión pero en un idioma extranjero. Aún parece que no puedo entenderte del todo."

    "Estamos en paz porque yo tampoco puedo entenderte. ¿Crees que es posible que una persona conozca a otra más que a sí misma?"

    "Creo que es poco probable que la mayoría de nosotros nos conozcamos a nosotros mismos, y mucho menos a otra persona."

    "Qué terrible pérdida de tiempo parece ser todo," reflexionó Heidi.

    "Mm."

    Esa noche pensó en la chica. Alicia. Nunca había conocido a nadie como ella. Heidi estaba bajo una ebria estupidez y se sentía impotente para detenerla. No, eso no era cierto, podía detenerla, pero la parte de ella que no lo quería era fuerte y tenía demasiada privación. Esa parte había estado desatendida durante demasiado tiempo y, aunque su lado sensible auguraba rechazo y dolor, Heidi quería seguir viendo a la chica, seguir escuchando su voz. Su voz era casi tan sorprendente como su rostro. Ella no quería actuar para atraerla, pero no quería intentar desanimarla tampoco. Heidi se sentía como una roca y las olas de la chica chocaban contra ella. Sonrió ante el romanticismo de esa noción y trató de apagar el cerebro: se estaba avergonzando a sí misma.

Capítulo 2

    No vio a Alicia durante dos fines de semana después de aquello y Heidi estaba un poco preocupada. ¿Y si nunca la volvía a ver? Trató de consolarse pensando que al menos había tenido el incentivo de darle a la chica su número de teléfono cuando tuvo la oportunidad, así que si algo malo pasaba esperaba que Alicia se sintiera lo bastante cómoda como para contactar con ella.

    El viernes por la noche, antes del tercer fin de semana, Heidi salió de la biblioteca y se dirigió a su coche con la investigación del día fresca en la cabeza. Una figura oscura estaba encorvada en la pared no muy lejos de donde ella había estacionado el coche e inmediatamente la reconoció como Alicia, aunque, con la capucha puesta y al rápidamente desvaído crepúsculo, resultaba difícil de distinguir. Heidi dudó al principio, Alicia no era alguien a quien le gustara las intrusiones en su privacidad. Eventualmente, Heidi se acercó a la chica y se plantó frente a ella, observando. Alicia le devolvía la mirada sin vacilar, su hermoso rostro estaba surcado de lágrimas. Era la segunda vez que Heidi presenciaba algo así, pero sabía instintivamente que esta vez era diferente.

    "Va a llover, probablemente no deberías quedarte aquí mucho tiempo," comenzó Heidi, luchando por formular una aproximación a la que la chica pudiera responder. "Son más de las ocho, la biblioteca está cerrada. ¿Quieres comer algo? No te pediré que hables."

    Heidi se sorprendió al ver que la cara de la chica se arrugaba en lágrimas de nuevo. Se sintió bastante inútil, incapaz de moverse hacia ella por temor a represalias, pero sin estar dispuesta a irse. Se quedó allí torpemente, esperando.

    "¿Por qué siempre eres tan amable conmigo? No he hecho nada para merecerlo."

    "No siempre he sido amable. Y no has hecho nada para no merecerlo."

    "Te he estado esperando, en realidad," dijo Alicia secándose los ojos y sorprendiendo plenamente a Heidi con su repentina franqueza. "No sé por qué, yo solo... tal vez necesito tu compañía. Es estúpido, ¿por qué iba a necesitar tu compañía? Apenas te conozco."

    Heidi fue y se sentó sobre la cerca junto a ella, la empujó con el codo.

    "¿Qué vas a hacer ahora?"

    "¿Ir contigo?"

    Heidi sonrió y avanzó hacia el coche y ambas fueron a una pizzería. En su mente, si Alicia estaba dispuesta a mostrarse tan vulnerable como para llorar así frente a Heidi, entonces Heidi no tenía ningún problema en que ella fuese testigo de la plena fuerza de sus extraños hábitos alimenticios. La extraña verdad era que, a pesar de su paranoia, la gente rara vez prestaba mucha atención a sus rutinas a menos que ella las describiera de antemano.

    El restaurante era cálido y Heidi notó con placer que las lágrimas de la chica se habían despejado.

    "No eres vegetariana, ¿verdad?" preguntó ella mientras pedían.

    "No. Quiero decir, entiendo que la gente lo sea y lo he pensado. Veo los anuncios del supermercado en la televisión que muestran esos pollos de forma anormalmente redonda. Pollos así probablemente han vivido en cajas diminutas sin poder moverse, alimentados a la fuerza. Una mitad de mí quiere llorar por la vida que han vivido y la otra mitad solo quiere darles un enorne mordisco. Es jodido, pero no me voy a torturar más de lo necesario por ello. Si compro un pollo, me aseguro de que sea de corral, pero leí un artículo que dice que no te puedes fiar en esas etiquetas, no se persiguen legalmente."

    Ella estaba habladora: eso era bueno, pensó Heidi para sí y se rió de su retórica.

    "No te veo manteniéndote sana mucho tiempo sin carne. Ya pareces bastante anémica como estás."

    "Gracias por esto," Alicia la miró con sus grandes ojos carbón. "¿No tenías planes para esta noche?"

    Heidi negó con la cabeza.

    "En realidad, no. ¿Te sientes un poco mejor ahora?"

    "Mi papá ha vuelto al hospital. Yo debería estar allí, pero él ni siquiera está consciente."

    "Eso suena serio."

    "Sí. El cáncer se le extendió a los intestinos y riñones en agosto. Etapa IV, sabíamos que no tardaría mucho después de eso."

    "Lo siento. El cáncer también se llevó a mi mamá."

    "Y una mierda," Alicia la miró con sorpresa. "¿Cuándo? ¿Fue difícil?"

    "Yo tenía 17 años, fue una pesadilla."

    "No siempre ha sido fácil con mi papá, pero tenemos un vínculo. Él es lo único que tengo en realidad."

    Heidi asintió, quiso saber más pero no quería presionar a Alicia para que hablara de cosas difíciles para ella. Después de saber lo de su diagnóstico de personalidad límite, había refrescado sus conocimientos con algunas lecturas y, aunque podría estar simplificando demasiado las cosas, Heidi supuso que al menos parte de su problema radicaba en la inestable relación con su padre. Supuso que Alicia también sabía esto hasta cierto punto, ella no era de las que ignoraban lo obvio.

    "Conocí a alguien en el hospital hoy antes de marcharme," dijo Alicia estudiando a Heidi con curiosidad y Heidi la miró a su vez, interrogante. "Un tipo se me acercó mientras yo estaba fumando fuera. Al principio pensé que solo venía a intentar ligar o algo así, pero en realidad fue simpático."

    "¿Romance en el aire?"

    "No. Nada de eso. Dijo que me había visto en la biblioteca y que te conocía."

    "¿Oh? ¿Quién era este hombre extraño?"

    "Dijo que se llamaba Geo, dijo que tú y él vivíais antes en el mismo edificio."

    "Geo G., sí, lo conozco. Viste de rojo, ¿verdad? Es un afiliado," dijo Heidi, un poco preocupada ahora.

    "No me estaba molestando ni nada" le aseguró Alicia apresuradamente. "Me dejó en paz bastante rápido, como si hubiese sentido que yo no quería que me molestaran. Dijo que solo quería conocerme debido a ti, se refirió a ti con alta estima. Aparte del hecho de que me gustó hablar contigo la otra semana, esta es la razón por la que acabé buscándote esta noche. Tienes algunos conocidos extraños, Heidi."

    "Supongo que sí. Como dije, es más fácil cuando has vivido aquí toda tu vida."

    "Mm," Alicia pareció insegura sobre el asunto, pero no cuestionó a Heidi más sobre ello.

    "¿Has oído hablar del nuevo local en Pine Street?" Preguntó Heidi deseosa de cambiar de tema. "Han abierto una sala de la ira."

    "¿Una sala de la ira? ¿Qué es eso, un club o algo así?"

    "Difícilmente," se burló Heidi. "Pagas para entrar en una habitación llena de cosas frágiles y destrozarlo todo. Se supone que eso te hace sentir mejor. Alivia la ansiedad, el estrés, te libra de cualquier enfado que pudieras estar acumulando."

    "Qué bizarro," masticó Alicia pensativa. "¿Tú has estado?"

    "No, la psicología detrás de esto suena discutible. Aunque sería interesante ver cómo te sientes cuando sales. Algunas personas afirman que hace lo contrario de calmarte. Que te estimula y te hace sentir más violento. Pensé que podría hacer un artículo al respecto. Eso está en un segundo plano, de todos modos."

    "¿Tienes problemas con la ira?"

    "¿No lo tenemos todos?"

    "Supongo que sí. Es un desastre pensar en toda la agresión reprimida almacenada dentro de cada persona que nos rodea, da miedo. Por cierto, pusiste tu nombre completo en mi teléfono y encontré uno de tus artículos en Internet."

    "Ah, sí. ¿Cuál?"

    "El suicida. No me extraña que te respeten, estás haciendo que la gente se dé cuenta de un problema que no se está tomando lo bastante en serio. Las estadísticas fueron bastante impactantes incluso para mí. ¿Eran todas precisas al 100%?"

    "Sin duda."

    "Pero también escribes como si te importara," asintió Alicia para sí misma. "Ese caso particular del que hablaste. La niña de 15 años, Hannah... al añadir su poema, haciendo que el lector sintiera que la conocía y se preocupaba por ella para que incluso las personas que no habían conocido a nadie que se hubiera quitado la vida pudieran identificarse con la historia. Ese es un poderoso estilo."

    "La verdad es que tú me recuerdas a ella. La tuve en la cabeza cuando te vi por primera vez en la biblioteca, tal vez sea por eso."

    "¿La de 15 años?"

    "Yo nunca la conocí, pero eres lo que imagino que habría resultado ser ella si hubiera vivido. Era tan oscuramente inteligente, así que..." Heidi notó que estaba idealizando y se detuvo con una risa nerviosa. "A veces me involucro demasiado en mis historias."

    "Probablemente sea por eso que resultan tan buenas. Por eso puedes llegar a la gente del modo en que lo haces."

    "Hannah me llegó hondo. Investigué mucho más sobre ella de lo que necesitaba. Me resultaba muy difícil aceptar que esta chica estaba muerta de verdad, que había terminado del modo en que lo hizo. Ella tenía mucho potencial. Y pensar que hay personas que hacen lo mismo todos los días, yo solo traté de expresar mi emoción en palabras."

    "Tuviste éxito. No soy una experta, pero creo que muchos periodistas no estarían dispuestos a correr los riesgos que tú corres. Con ese tipo de emoción, la gente podría sentirse manipulada, podría cambiar en un sentido o el otro. Pero tú escribes como una persona mayor, no como una de 24 años."

    "Gracias. Creo." Heidi estudió a la chica mientras comía. Ella era interesante, eso seguro. Heidi estaba tomando a Alicia de un modo más profundo de lo que creía posible y estaba francamente preocupada por su bienestar, dadas sus circunstancias actuales. Quería ofrecer un apoyo del que tristemente parecía carecer, aunque Heidi no podía estar segura de eso; si ella era algo, era misteriosa. En este punto, se alegró de haberla distraído de sus preocupaciones.

    "¿Cómo te metiste en eso?" le preguntó la chica. "Eres bastante joven para ser tan bien sabida."

    "Hice un ensayo de construcción social que fue aceptado para su publicación como ganador de un concurso en mi segundo año en la universidad. Supongo que eso causó impresión, la gente se interesó de pronto en lo que yo tenía que decir. Creo que, en cierto nivel, la razón por la que a la gente le gusta mi material es porque estoy dispuesta a decir las cosas que otros no dicen, ya que no estoy motivada por el dinero ni las oportunidades de empleo." Heidi pudo ver que Alicia quería preguntarle por qué no, pero que retenía la pregunta; ella era inusual como ninguna. "También me aprovecho de las personas que me rodean, las conozco bien. Sé que tengo suerte de haber caído en una posición tan favorable."

    "Tienes talento natural. ¿Has considerado lo que podría pasar si una de tus historias cayera mal entre el público?"

    "Cada vez que entrego un artículo, lo pienso. Me imagino que sólo es cuestión de tiempo que eso ocurra. Por un lado creo que podría recuperarme y encontrar una voz segura de nuevo, por otro lado, podría aprovechar la oportunidad para hacer algo diferente."

    "¿Qué harías?"

    "Cruzaré ese puente cuando llegue a él." La curiosidad abrumaba a Heidi. "¿Solo estás tú para ocuparte de las cosas cuando tu padre muera?" ella preguntó.

    "Más bien." Alicia no pareció molesta por la pregunta. "Hay un abogado de papá y tenemos algunos parientes lejanos en Estados Unidos, pero ellos no querrán venir. Las únicas personas en el funeral serán antiguos colegas suyos, algunos amigos y, tal vez, algunas de las personas que ayudaron a cuidarlo, grupos piadosos. Y algunos de nuestros viejos vecinos."

    "¿Desde dónde te mudaste aquí?"

    "Westcliffe. Vivíamos en un lugar bastante aislado, nos mudamos aquí hace un año cuando su tratamiento implicó la necesidad de estar más cerca de un buen hospital. Me llevó un tiempo darme cuenta de que teníais una biblioteca excelente."

    "¿Dónde está tu madre?" Heidi maldijo en silencio. "Lo siento, estoy haciendo demasiadas preguntas."

    "No pasa nada. Mamá murió en un accidente de coche cuando yo tenía cinco años."

    "Oh, joder, eso debe de haber sido horrible." Maldita sea, y aquí estaba ella pensando que su padre era el mayor de los problemas.

    "Sí. Desde entonces solo hemos estado mi papá y yo. Sé lo que probablemente estás pensando después de lo que te dije sobre el moretón, pero en realidad él no es tan malo. Siempre fue bueno conmigo hasta hace poco. Está bajo muchos medicamentos diferentes ahora, no puede trabajar y tiene dolor, así que bebe. Prácticamente está perdiendo la cabeza. No es mala persona, solo ha cambiado mucho desde el diagnóstico de etapa IV."

    "Mi madre fue dependiente de la morfina al final. ¿Es prudente que tu papá beba con todos los medicamentos?"

    "No, pero eso no importa, es un muerto andante de todos modos. Bueno, andante ya no."

    "¿Qué vas a hacer esta noche? ¿Vas a volver al hospital?"

    "No. Llevo allí sentada junto a su cama tres días, no puedo soportarlo más. Allí tienen mi número si ocurre algo. Cuando ocurra algo."

    "Maldición. Esa es una sensación horrible, lo sé. Puedes venir a mi casa un rato si quieres. Podemos tomar una copa, ver la televisión. Probablemente te aburrirás, pero al menos no estarás sola."

    "¿Si?" Alicia pareció considerarlo detenidamente. "Creo que me gustaría. Eres la primera persona que conozco en mucho tiempo cuya compañía prefiero a estar sola."

    "Este es un momento difícil, no deberías estar sola de todos modos."

    Pagaron la cena y se dirigieron al apartamento de Heidi.

    "Bonito piso," dijo Alicia mirando a su alrededor. "¿Cómo te puedes permitir un piso como este? No se puede ganar tanto dinero escribiendo..." Heidi se encogió de hombros evasivamente y la condujo al salón, encendiéndolo todo. Alicia dejó caer la mochila y se quitó el abrigo.

    "Mis detalles de Wi-Fi están ahí si quieres usar tu tablet." Observó como Alicia contemplaba las vistas desde las ventanas, las luces en las colinas de enfrente; era una noche clara y la luna se reflejaba en la nieve de las montañas más allá.

    "¿Vives aquí sola?" Preguntó Alicia.

    "Ajá."

    "¿Por qué trabajas en la biblioteca? Esta casa es alucinante."

    "Tiene que ver con la compartimentación. Durante un tiempo sí trabajaba desde casa, pero me resultaba difícil desconectarme del modo trabajo a mi hora designada porque, a todos los efectos, aún estaba en mi lugar de trabajo. Así que me mudé a la biblioteca, eso hace que sea más fácil relajarse cuando estoy aquí, hacer cosas normales."

    "¿Y qué cosas normales haces?"

    "Las mismas que todo el mundo hace en su casa, supongo."

    "Puedo ver algo más de evidencia de tu TOC aquí. El lugar está inmaculado. También eres una limpiadora, ¿eh?"

    "La limpieza, la organización, me hace sentir un poco mejor. Pero no tengas miedo de desordenar o algo así. De hecho, me gustan el desorden, me hacen sentir normal y estoy deseando limpiarlo una vez que me quedo sola otra vez. Soy rara, pero no una inflexible total." Heidi sabía que la gente a veces se preocupaba cuando estaba con ella.

    "¿Quieres que desordene algo?"

    "Si sientes la necesidad." Heidi sonrió. "Solo digo que no estoy obsesionada con los anillos de los posavasos ni los derrames de bebida. Mi TOC se basa más en ceñirse a ciertos números y patrones. Puedes hacer lo que quieras. ¿Una copa?"

    "¿Qué tienes?"

    "Vino tinto, vino blanco, cerveza, vodka y uh... sí, tequila."

    "No me jodas, tienes un bar bien surtido. Solo tomaré una cerveza, gracias." Deambuló por la sala de estar estudiando portadas de libros, fotografías y estatuillas.

    "Vale. Siéntete como en casa, ahorita vuelvo."

    Alicia estaba trasteando con su tablet cuando Heidi regresó. Le entregó una cerveza y se instaló para ver las noticias. Alicia parecía bastante contenta y Heidi se sentía cómoda en su tranquila compañía.

    "¿Me dirás cómo fue perder a tu madre?" le preguntó a Heidi sin previo aviso. "Yo apenas recuerdo a mi propia madre... solo quiero decir, ¿hay alguna sensación extraña de la que debería ser consciente antes de que muera papá?"

    Heidi contempló la consulta.

    "Es difícil de saber. Yo era mucho más joven y mi relación con mi madre probablemente era bastante diferente a la tuya con tu padre."

    "¿Cómo era tu relación?"

    "Yo la amaba, por supuesto, pero no nos llevábamos muy bien la mayor parte del tiempo. El amor puede perdurar en ausencia de algo parecido."

    "¿Lo cual significa?"

    "Dicho llanamente... sentí que la odiaba la mayor parte del tiempo después de los trece años."

    "¿Por qué? ¿Qué pasó cuando tuviste trece años?"

    Si Alicia quería hablar de estas cosas, Heidi no tenía ningún problema con ello.

    "Dejé de creer en Dios. Empecé a aprender filosofía y ciencia y llegué a la infantil conclusión de que ella me había mentido toda mi vida. Nos había criado como católicos, me había hecho creer en Dios, en que había algo más grande que nosotros y que todo estaría bien en el cielo y yo... estaba tan, tan jodidamente enojada cuando me di cuenta de que nada de aquello era cierto. Eso me golpeó fuerte, me sentí traicionada. Yo era un chica demasiado sensible, ninguna de mis hermanas mayores tuvo tanto problema con eso."

    "¿Y eso afectó tu relación con ella?"

    "Estuvo a punto de destruirla por completo. Albergué una gran cantidad de resentimiento y discutimos casi constantemente durante los siguientes tres años. Pero creo que, en algún momento, la naturaleza de nuestras peleas cambió, comenzamos a entendernos mejor, comenzamos a aprender de ellas, tal vez incluso a disfrutar con ellas. Yo comencé a aceptar que ella no nos había criado de ese modo para lastimarnos y, honestamente, lamenté lo mucho que eso me afectó, y logré hacerle entender y creer en la evolución. Aquello fue injustificado, yo no podría haber previsto eso."

    "Joder, debes de haber sido una hija muy difícil, dudo que ella tuviera muchas opciones," se rió Alicia. "¿Y qué pasó?"

    "Bueno, ella enfermó y todo cambió. Yo ya era una chica de 16 años sorprendentemente independiente cuando fue diagnosticada, pero me convertí rápidamente en una devota cuidadora de ella. Verás, yo aún tenía este concepto estancado de Dios, pero ella era mi Dios ahora; ella me creó, me cuidó y yo la amé sin condiciones. Era muy difícil ver a esta poderosa mujer, que yo pensaba que estaría para siempre, con tanto dolor, vomitando constantemente, sin comer más, inconsciente de morfina todo el tiempo. ¿Ha sido así con tu papá?"

    "Sí, bastante cerca. Dejó de ser la misma persona y he tenido que hacerlo todo por él. Bueno, ¿cómo termina tu historia?"

    "Cuando ella murió, la sensación de pérdida fue devastadora. Fue entonces cuando mi TOC empeoró mucho. El dolor afecta a todo el mundo de diferentes maneras, a mí me llevó años superar el mío. Recordar cómo fue justo después es como recordar una pesadilla. No me tomé mucho tiempo fuera de la escuela, me puse una cara valiente. Pero al mirar atrás, tal vez esa no fuese aquella la mejor manera de hacer las cosas. Es difícil saberlo. Sin duda va a ser muy difícil para ti durante mucho tiempo. Todavía lloro por mi mamá a veces, pero me resulta más fácil no dejar que mis pensamientos y recuerdos se apoderen de mí ahora, y he llegado a acostumbrarme a no tenerla a mi lado."

    "¿Cuánto tiempo tardó ella en morir?"

    "Su cáncer era pancreático, tardó menos de un año. Deberíamos haber tenido más tiempo, yo debería haberle hecho entender cuánto la amaba, eso es de lo que más me arrepiento."

    "Estoy segura de que ella lo sabía. Parece que, a pesar de las diferencias de opinión, los dos érais bastante similares."

    "Sí, tal vez. Eso no importa ya, todo sucedió hace tanto tiempo. Se suponía que yo debía consolarte. ¿Cuánto tiempo ha estado enfermo tu padre?"

    "Cuatro años desde el principio, no sabíamos entonces que llegaría a este punto. Ayuda escuchar tu historia. Me hace sentir menos sola. Al menos estoy segura de que mi papá sabe que lo amo, eso es reconfortante. ¿Tu padre aún está contigo?"

    "No. Nos abandonó cuando yo era todavía un bebé. No creo que él pudiera aguantar la mierda de mi madre. Él se volvió a casar y ahora tengo un medio hermano que nunca he visto. Viven en Escocia, no tenemos nada que ver con ellos."

    "Eso apesta, lo que hizo tu papá, pero podría ser interesante conocer a tu hermano."

    "Hm. No me malinterpretes, mamá era una persona muy difícil con quien estar casado, estoy segura de que su nueva esposa es mucho más dulce, más tranquila. Yo no siento ningún interés en conectar con ellos, ahora tenemos nuestras propias vidas. En parte, probablemente se deba a un inquebrantable sentido de lealtad hacia mamá. Mentiría si dijera que no tengo problemas con lo que él le hizo, pero estoy segura de que hay mucho más en la historia de lo que los hijos podemos entender y yo no quiero desenterrarla toda."

    "Entonces eres una persona bastante indulgente," ofreció Alicia.

    "Eh," Heidi se encogió de hombros, "voy y vengo."

    "Mm." Alicia volvió a su tablet con renovado propósito y diez minutos después estaba hablando de nuevo.

    "Tu madre era una mujer sorprendentemente rica y exitosa para una puritana," dijo con una media sonrisa.

    "¿Cómo sabes eso?" Heidi quedó sorprendida por el comentario y vio que Alicia volvía a mirar su tablet. "Oh, mierda, ¿qué estás haciendo?" Se acercó y estudió las páginas que Alicia había estado mirando. "¿La página de Facebook de mis hermanas? ¿Estás de broma?"

    "Ey, me diste tu nombre completo y eres sorprendentemente evasiva cuando se trata de detalles sobre tu situación. Así que por eso puedes dedicarte a lo que haces sin motivación económica. Tienes todo el dinero que necesitas gracias a tu nepotista madre."

    "Guao, tienes un par de pelotas, Alicia. No tientes la suerte."

    "No intento ser insultante, en serio, brutalmente honesta, tal vez, pero no insultante. A pesar de que no necesitar hacer nada, has decidido trabajar, y de una manera que beneficia a las personas que te rodean. Eso es bastante admirable." Alicia vio cómo la tensión en el rostro de Heidi se relajaba un poco. "Tu hermana es una especie de perra contigo."

    "Ella no me ha dirigido nunca una palabra amable, me odia. Cree que fue por la reputación de mamá que yo conseguí que publicaran mi primer artículo."

    "Sí, ya lo veo. Pero ha dependido de ti que hayas logrado mantener tu valía. Ella no menciona eso."

    "Podrías haberme preguntado a mí si querías saber estas cosas."

    "Entonces no habría sabido qué preguntar."

    "¿Cuál es tu apellido?" Preguntó Heidi y Alicia rompió a reír.

    "¿Crees que vas a encontrar mis trapos sucios? No te molestes, soy un fantasma."

    "¡Maldición!"

    "Puedes intentarlo si quieres, mi apellido es Devonport. Lamento haber excavado, en serio, es que estaba interesada."

    "Eso está bien, es bueno ver que te sientes mejor."

    "Me siento un poco mejor," sonrió.

    "¿Quién fue la última persona cuya compañía preferiste a la tuya?"

    "¿Es esa una forma indirecta de preguntarme cuánto tiempo ha pasado desde que me acosté con alguien? Tengo 22 años, solo me di cuenta de que quería tener sexo hace unos años, y ha llevado todo ese tiempo llegar a términos con el deseo. "

    "¡Eso no era lo que quise decir, pero ¿qué coño?!" Heidi estaba totalmente desconcertada.

    Alicia se estaba riendo de ella. ¿Qué le pasa a esta chica para que intente meterse conmigo?

    "Perdí mi virginidad cuando tenía 16 años y fue asqueroso. Me he acostado con cuatro tipos diferentes y todos eran unos ceporros totales."

    "¡Vale, basta! ¡No necesito saber tu historial sexual!"

    "Me gusta jugar contigo. Estás muy guapa cuando te avergüenzas."

    "De acuerdo, correcto. El Karma es una putada, ya me cobraré revancha algún día. Encontraré tu debilidad de alguna manera."

    "Si quieres, te la digo."

    "¡No! Aún lo estás haciendo. Eres una sinvergüenza." Heidi negó con la cabeza con desaprobación cuando Alicia dio una risita para sí misma. "Al menos estás sonriendo, aunque sea a mi costa. Diez de cada diez en cada intento de humillarme. Pero volviendo a la pregunta original, lo que realmente quise decir es, ¿quién te apoya en tu situación actual? ¿Quién te hace compañía?"

    "Los ancianos con los que trabajo. Mis consejeros."

    "¿Qué hay de los amigos?"

    "Hablo con un par de amigas de casa un poco por teléfono, aparte de eso..." se encogió de hombros. "Me va bien con mi propia compañía."

    "¿Querrías usar mi número, por favor? Me gusta pasar el rato contigo."

    "Lo haré, lo haré."

    Entonces apareció una noticia sobre las súper tormentas que azotaban las costas del sudeste de América y la atención de ambas se desvió. Heidi encontró que la situación allí evidenciaba el cambio climático mostrando por fin su cara mala al mundo. Eso había esperado desde hacía mucho tiempo y, sin embargo, los políticos estadounidenses aún lo negaban con vehemencia. Había una pequeña parte vengativa de Heidi que veía eso justo, aunque sabía que demasiadas personas que no lo merecían estaban sufriendo. Esperaba que eso tuviera un resultado positivo al menos, que las superpotencias por fin cambiaran de onda.

    "Si todavía estoy viva cuando la civilización se derrumbe, voy a ir por ahí a ayudar a los animales en problemas," dijo Heidi.

    "¿Qué?" Alicia pareció estupefacta.

    "Ya me has oído," observó Heidi a la otra chica. "¿Qué he dicho? Me estás mirando como si fuese el monstruo del Lago Ness. Quiero decir, iré a la carretera y los dejaré salir de sus espacios y lugares cerrados para que tengan la oportunidad de defenderse ellos mismos, eso es todo."

    Alicia dudó por un momento y luego dijo: "Eres un jodido ángel durmiente."

    "¿Disculpa? ¿Un qué?"

    "Un ángel durmiente," Alicia tenía los ojos entornados. "Yo misma acuñé el término. Ya has oído hablar de los agentes durmientes, pues así, pero más divinos. Tú marcas todas las casillas para ser uno, nunca he conocido a uno de vosotros antes."

    "¿Siempre idealizas así a la gente?"

    "Tengo TLP, me balanceo entre la idealización y la devaluación, es una debilidad que estoy tratando de superar, pero haré una excepción con un ángel durmiente," sonrió ampliamente a Heidi, su comprensión de su propia ironía era clara..

    "Estás chiflada," Heidi fingió desaprobación.

    "Totalmente."

    "La Divina Comedia te está afectando."

    "Los grandes siempre lo hacen. Pero en serio, conduces un coche eléctrico, donas a organizaciones benéficas, perteneces a Greenpeace, escribes incansablemente estos artículos para llamar la atención de la gente sobre cosas importantes, te llevas tan bien con los pandilleros como con las ancianas... ¿y ahora me entero de que, en caso de colapso de la civilización, vas a salvar a animales? Por amor de Dios, Heidi, no eres humana, no puedes serlo." Alicia hizo una pausa, pensativa. "¿Sabes?, cuando te vi por primera vez en la biblioteca pensé que parecías una perra total."

    "¿¡Por qué!?" Heidi estaba empezando a acostumbrarse a la mezcla extrema de halagos e insultos que usaba Alicia en su conversación.

    "No lo sé, debe de ser mi configuración predeterminada para chicas de apariencia perfecta todo ocupadas con sus computadoras ridículamente caras. Pero aunque no fueses una perra, era insondable que resultaras ser un ángel durmiente."

    "Si soy un ángel, ¿en qué te convierte eso a ti? ¿El diablo?"

    "Más bien un demonio de bajo nivel," reflexionó Alicia.

    "¿Y qué te hace tan demoníaca?"

    "Tal vez demoníaca sea un poco fuerte, pero mis pensamientos no son buenos."

    "Cuéntame más." Heidi estaba intrigada.

    "Bueno, por ejemplo, vi una película llamada Everest la otra noche en el hospital. Resultaba patético el modo en que luchaban tanto para subir otros 20 metros a la cima de la montaña mientras sus esposas e hijos los esperaban en casa. Yo, personalmente, simplemente habría mentido al respecto. Sí, lo logré. Y si otra persona hubiese estado allí para ver que no lo había logrado, habría descubierto un modo de deshacerme de ellos. Es un lugar fácil para salirse con la tuya allí arriba. O los habría manipulado para que estuvieran de acuerdo con la mentira. Probablemente incluso hubiera podido convencerme yo misma de que lo había logrado. La imaginación puede ser algo poderoso y yo no tendría que morir luchando para hacerlo realidad. Sin mencionar que cuando la civilización se desmorone, probablemente seré yo quien matará y se comerá a los animales que tú estarás intentado salvar," Alicia hizo una pausa y sonrió a Heidi. "Me gusta hacerte reír, especialmente cuando sé que es por pura comedia negra. Tienes un jodido sentido del humor y yo aprecio eso."

    "Me haces partirme de risa, sí. Ni siquiera estoy segura de si estás de broma al soltar esta mierda totalmente fuera de lugar con ese monotono y esa expresión en la cara completamente tranquila."

    "La vida es una continua y siempre cambiante broma. Lo único que importa es si puedes reírte de ella o no. No mucha gente encuentra divertido mi humor, es agradable que tú lo hagas."

    "Tengo la fuerte sensación de que quizá no te expones lo suficiente."

    "¿Exponerme?"

    "Sabes a lo que me refiero. Eres uns solitaria, lo cual es genial, pero eso puede conducir a una cierta cantidad de irrealidad con respecto a otras personas."

    "¿Cómo es eso?"

    "Probablemente, sobreestimas los puntos negativos de la gente y subestimas las cosas buenas de las que son capaces porque no te das a ti misma ni a ellos la oportunidad de aprender correctamente. No todos somos tan malos como crees."

    "Tú no lo eres."

    "No estoy tratando de ser condescendiente. Entiendo de dónde vienes, yo me siento del mismo modo, la atracción hacia el cinismo es fuerte. Pero hay cosas dentro de incluso las personas más inútiles que pueden ser útiles. Y tú eres bastante impresionante, es altamente improbable que el mundo y las personas que te rodean estén mejor sin tu opinión."

    "Parece que intentas convencerme de que me asocie más con la gente. ¿Por qué?"

    "Creo que tu influencia mejoraría las cosas, mejoraría a la gente. Pero también creo que quizá tú podrías beneficiarte de ello también."

    "¿Crees que nunca hablo con la gente? Hablo con las personas más experimentadas y conocedoras de la sociedad, trabajo en un hogar de ancianos. Y, por alguna razón, me gustan algunos de ellos. Soy buena en mi trabajo, a diferencia de la mayoría de los cuidadores."

    "No lo dudo. No eres una persona tan terrible después de todo. Aún así, ellos no son los únicos que necesitan hablar con personas como tú."

    "¿Con quién propones que hable?"

    "Puedo presentarte a algunas personas. Gente inteligente, gente interesante. Con tu inteligencia podrías ganar algunos verdaderos aliados por aquí. No creo que quieras ser todo coleguita de ellos, pero un par de conversaciones no harían daño, como un experimento, una experiencia, un tema de análisis."

    "Suenas como lo hacía mi padre. Creo que sobreestimas la bondad de la gente."

    "Y yo creo que la subestimas."

    "¿Cómo puedes pensar así después de lo que pasaste con ese tipo y el sistema de justicia que no te protegió?"

    "Él era un tipo. Siempre habrá gente jodida en el mundo. Y eventualmente, fue el llamado sentido del bien y el mal de mala gente lo que me sacó de ello."

    "Eres una persona extraña y que provoca la reflexión," Alicia negó con la cabeza.

    "Lo bueno y lo malo son muy intercambiables, mi madre me enseñó eso. Bueno, ¿qué dices? ¿Te gustaría conocer a algunos de los lugareños?"

    "¿Puedo pensarlo? Primero me gustaría sacar de en medio esto de mi papá."

    "Sí, por supuesto. La oferta está ahí si la quieres." Heidi estaba pensando que si Alicia quería quedarse, estaría mucho mejor con algunos amigos adecuados y una comprensión real de su entorno. La verdad era que ella tampoco confiaba mucho en las personas que la rodeaban, pero sí confiaba en Alicia lo suficiente como para poder juzgar por sí misma, dada la cantidad correcta de información. Alicia era una chica inteligente y claramente capaz de ver dónde terminaba el bien y comenzaba el mal, y cuál de ambos podía ser usado en su beneficio.

    "¿Dónde está tu cuarto de baño?"

    "Allí abajo, no tiene pérdida."

    Alicia se puso en pie con un gruñido ahogado y se alejó casi arrastrando los pies. Heidi observaba con curiosidad mientras renqueaba hacia atrás y colapsaba en su asiento un par de minutos después.

    "¿Te pasa algo en las piernas?"

    "Ah, estaba deprimida cuando volví del hospital esta tarde. Pensé que podría arreglarlo con una carrera, pero me excedí y terminé vomitando. No me di cuenta de que me dolían los pies hasta ese momento, Supongo que llevo sentada demasiado tiempo."

    "Te daré un masaje en los pies si quieres," ofreció Heidi automáticamente y Alicia la miró con recelo.

    "¿Estás flirteando conmigo?"

    "Para nada. Mi hermana jugaba al tenis y me entrenó desde una edad temprana para darle masajes en los pies. No, no es sexual, es que han dicho que se me da bien. Además, estás demasiado vulnerable para que alguien flirté contigo ahora mismo."

    "¿Así que si no estuviera vulnerable estarías coqueteando conmigo?"

    "¡No! Olvídalo." Heidi se preguntó por qué había sacado el tema ahora, estaba tratando de no mirar a la chica, pero Alicia parecía dudosa, no obstante.

    "Creo que nadie me ha hecho un masaje en los pies antes," dijo de manera contemplativa y luego levantó los pies en el sofá. "Está bien, adelante. Podría ser interesante."

    Heidi vaciló, pero luego fue a sentarse a sus pies, le quitó los calcetines y comenzó su rutina, manteniéndose mecánica con éxito. Había pasado tiempo y estaba muy bien volver a hacerlo, le recordaba mucho a su infancia. Después de un largo silencio de Alicia y solo el sonido de la televisión de fondo, comenzó a pensar que Alicia no era una persona de pies. Heidi sabía muy bien que a algunas personas simplemente no les gustaba que les tocaran los pies.

    "Estás muy callada, no te estaré haciendo daño, ¿verdad?" preguntó y vio una expresión indescifrablemente intensa cruzar los rasgos de Alicia, luego dejó escapar un profundo suspiro. "Pararé."

    "¡No! No pares, por favor. Estoy callada porque estoy intentando no gemir como una estrella porno. Jesús, Heidi, podrías ganar mucho dinero haciendo esto." Heidi se rió, aliviada de ser apreciada.

    "Esto no es algo que debiera venderse, implica un intercambio de energía. Debe darse libremente, pero solo en determinadas circunstancias y a las personas que importan. No soy una prostituta," afirmó con timidez.

    "Mm, no. Aun así, si el mundo se vuelve un infierno, podrías aprovechar fácilmente su profesión más antigua."

    "Un masaje de pies difícilmente es un polvo."

    "No, no. Y sin embargo, de alguna manera siento que lo es."

    "Tal vez no estás acostumbrada a que te toquen, es un shock para tu sistema. Repito, esto no es sexual. Pero me alegro de que lo estés pasando bien. En realidad es algo agradable, no he hecho uno desde hace tiempo y tienes bonitos pies. No son completamente asquerosos, al menos."

    "Mm, lo que tú digas. Calla y trabájame las plantas. Ah."

    "Vale, suficiente. Voy a parar ahora antes de crear un monstruo. Los masajes en los pies son como la heroína."

    "Sólo un poco más, ¿porfa, porfa, porfa?"

    "Cinco minutos más." Heidi no podía negar que estaba feliz con la respuesta de Alicia. "Puedo hacerlo más fuerte si quieres. He empezado suave, no sea que te lastime."

    "Adelante. Oh, guao... ¿Te enseñó a hacer esto tu hermana? ¿La que te odia?"

    "No, Kylie no. Fue mi hermana mayor, Gin, siempre nos llevamos bien. Y ella no me enseñó exactamente cómo hacerlo, simplemente me ordenaba que lo hiciera la mayoría de las noches después de los entrenamientos y los partidos, y eventualmente me volví buena en eso. Aprendí los puntos de presión y demás."

    "¿Ella te ordenaba que lo hicieras?"

    "Bueno, ella es ocho años mayor que yo, no costaba mucho convencerme. Por aquel entonces yo la idolatraba, estaba feliz de que ella quisiera mi compañía."

    "Debe de haber sido agradable," suspiró Alicia y Heidi reflexionó sobre la educación solitaria que ella debía de haber tenido. "¿Por qué tu otra hermana habla de ti como si fueras el anticristo?"

    "Ella ve mi escritura como una estratagema para llamar la atención. Ve todo lo que hago como una estratagema para llamar la atención."

    "Probablemente solo esté celosa. Síndrome típico del hijo del medio."

    "Eres sorprendentemente astuta acerca de la rivalidad entre hermanos, para ser hija única."

    "Soy sorprendentemente astuta en muchas cosas."

    "Eso eres, por tanto, no debería ser sorprendente en absoluto. Aunque no es tan simple con Kylie. Yo apartaba la atención de mamá de ella cuando ella la necesitó de verdad. Yo era la persona más egoísta del mundo desde el punto de vista de Kylie. Yo no me perdonaría tampoco si fuese ella."

    "¿De qué estás hablando? Te llevas bien con tu hermana mayor..."

    "Totalmente diferente. Ella ya se había ido de casa cuando mamá y yo nos enfadamos, ella podía llegar a verlo todo con una especie de humor melancólico. Kylie, por otro lado, estaba allí para presenciar lo peor de nuestras peleas todo el tiempo. Ella había tenido sus propias dificultades a los quince años, pero mamá estaba completamente absorta en tratar de mantenerme bajo control. Me hace sentir muy mal pensar en ello; no presté atención en absoluto a los sentimientos de Kylie, solo me importaban mi propio odio y rabia. Tengo mucho que compensar ahora."

    "¿Has intentado hablar con ella al respecto, supongo?"

    "Numerosas veces. Ella won't have a bar, el daño está hecho."

    "Probablemente llegará el día en que ella te necesite. Estarás ahí entonces. Eres de su sangre. ¿Cómo te las arreglaste para llegar hasta los trece sin ver lo falsa que era la religión?"

    "Mamá nos protegió de las influencias externas durante el mayor tiempo posible. Ella estaba tan completamente convencida de la verdad y, como era la voz más importante de nuestras vidas, era difícil no creerla. Requirió mucho tiempo después de mi epifanía darme cuenta de lo absolutamente que ella lo creía todo; fue difícil de entender, me parecía una mujer inteligente. Pero ella estaba bastante echa polvo por su propia infancia. Joder, por Dios, se crió en el orfanato de un convento, y no fueron las monjas las que le dieron fuerza. No, fue esta construcción imaginaria, esta idea de algo fuera del reino terrenal."

    "Oyéndote hablar así de ella, siento un poco de pena por tu pobre madre."

    "Y no te equivocas, yo era una hija difícil." Heidi ajustó su tono. "Y no creas que no sé que estás tratando de mantenerme hablando para distraerme de dejar de masajearte los pies. Ya he terminado. ¿Cómo los sientes?"

    "Hormigueo. Maldita sea. Me das una probadita y luego me lo quitas. Nunca me imaginee que eras una provocadora por encima de todo lo demás."

    "¿Que se supone que significa eso?"

    "No importa. Gracias por el masaje, de verdad, estuvo... impactantemente bien." Alicia se volvió a poner los calcetines y volvió a su tablet, dejando a Heidi preguntándose.

    "No sabía que eras tan fuertemente antirreligiosa cuando comencé a hablarte de Dante," dijo Alicia.

    "No soy tan antirreligiosa. Los adultos pueden creer lo que quieran siempre y cuando no sientan la necesidad de presionar a los demás con su mierda. Estoy muy en contra de elevar mentes subdesarrolladas sin darles todo la información y opciones. Eso puede ser un golpe duro para un adolescente, uno que realmente no necesitan. Vale," asintió Heidi, "tal vez soy antirreligiosa. Tengo una innegable adoración por Richard Dawkins, aunque sus opiniones sean mucho más extremas de lo que mi lado conservador se siente cómodo. ¿Que hay de tu sangre?" ella intentó cambiar de tema. "¿Dices que tiene algunos parientes en Estados Unidos?"

    "Sí. Primos de papá y una tía abuela o algo así."

    "¿Qué hay del lado de la familia de tu madre?"

    "En realidad no tengo mucha información sobre ellos. Sé que eran alemanes."

    "¿Sabes su apellido de soltera?"

    "Si."

    "¿No estás interesada en tratar de averiguar algo sobre ellos?" sondeó Heidi y Alicia apartó la mirada con expresión dolida.

    "En realidad, no. Estoy más interesada en mirar hacia mi futuro que hacia mi pasado."

    Heidi frunció el ceño para sí misma, debía de haber algo ahí que se estaba perdiendo o algo de lo que Alicia no estaba dispuesta a hablar, pensó y volvió a la televisión.

    "¿Cómo es que estás soltera todavía?" le preguntó Alicia diez minutos después.

    "¿Qué te hace pensar que estoy soltera?" dijo Heidi sorprendida por la pregunta.

    "¿No lo estás?"

    "Sí," asintió Heidi. "¿Pero por qué es eso inusual? No todo el mundo necesita estar en una relación para sentirse completo."

    "No. Claro que no. Y supongo que no hay nadie por aquí que esté a la altura de tus extraordinariamente altos estándares de todos modos," Alicia le sonrió burlonamente.

    "Mira quién habla. ¿No estás soltera tú también?"

    "Touché. No me gusta nadie y a nadie le gusto. Tú, por otro lado."

    "Oh, por favor, no te engañes. ¿Qué hay del vagabundo de la otra semana? Me pareciste muy receptiva con él."

    "Mm, es cierto. Él es fantástico en la cama, pero esto solo es sexo. No soy lo bastante madura emocionalmente para él. En serio, ¿no te gustan los hombres?" Miró a Heidi críticamente. "Siendo conservadora, tienes al menos un ocho por apariencia y dado todo lo demás... podrías tener a cualquiera, y me refiero a cualquiera."

    "Eso es una tontería mayúscula, poner una escala a la deseabilidad."

    "Estoy de acuerdo. Sin embargo, ¿está ocurriendo y no estás ni un poco satisfecha con tu propia calificación?"

    "No deberías rebajarte a alentar esa bobada. ¿Podemos cambiar de tema, por favor?" Heidi no podía mirarla a los ojos.

    "¿Por qué te incomodan los halagos? ¿Es por el imbécil ese de acosador?"

    "Probablemente. Por mucho que intentes superar algo así, siempre hay problemas subyacentes," Heidi miró el ceño fruncido de Alicia. "De todos modos, si yo soy un ocho, tú eres un jodido diez."

    "Ah, lo sabía, la escala te ha atraído. ¿Un diez? Eso es un chiste. Tengo demasiado equipaje, eso me baja la nota al menos siete puntos."

    "¿Qué equipaje podría hacer tal cosa a esta escala imperturbable?"

    "Mi TLP, problemas de confianza, problemas de... todo realmente."

    "Entonces, ¿lo que estás diciendo es que te falta confianza? Conozco esquizofrénicos paranoicos físicamente deformados, emocionalmente retardados que aún se las arreglan para mantener relaciones saludables."

    "¡Venga ya, eso no puede ser verdad!"

    "No," admitió Heidi, "esa combinación en particular es una exageración. Pero podría suceder. En alguna parte."

    "¿Sobre el arcoíris? Nah, tal vez sea más complicado que la falta de interés, pero tampoco necesito que un jodido de la cabeza me use como esclava sexual para sentirme completa. Mi mano me sirve bien y ella no requiere validación psicológica."

    "Qué egoísta, tal vez tu mano apreciaría una charla de ánimo de vez en cuando."

    "Esa es una imagen extraña," se rió Alicia. "Me lo estoy pasando bastante bien contigo esta noche."

    "Bien. Yo tambien." Heidi sonrió.

    "Pero debería irme a casa e intentar dormir un poco, no he dormido mucho últimamente," dijo Alicia.

    "¿No quieres quedarte dormir aquí?" Heidi tenía una habitación libre, Alicia no tenía que irse.

    "No, no estoy preparada para eso, no llevo nada conmigo. Y a veces me cuesta dormir en lugares extraños."

    "¿Dejaste el coche en la biblioteca?"

    "Sí, iré en Uber a casa y lo recogeré mañana por la mañana. Probablemente vuelva directamente al hospital, siempre y cuando no ocurra nada durante la noche."

    Alicia pidió que un coche la recogiera y Heidi sintió que una sensación de pérdida la abrumaba de nuevo. Se levantó y le dio a la chica un abrazo de oso del que Alicia pareció sorprendida.

    "¿Recuerdas lo que dije? Usa mi número. Cuando él se vaya, quiero estar ahí para ti. No deberías intentar superar eso por tu cuenta."

    Alicia le dio las gracias y, mientras se iba, Heidi pensó que parecía estar a punto de llorar de nuevo. Heidi se sintió bastante inútil, pero había hecho lo que había podido y se consoló al saber que Alicia había buscado su compañía esta noche, puede que le pareciese bien hacerlo de nuevo.

Capítulo 3

    El padre de Alicia falleció a las 2 de la tarde del sábado 9. Ella estuvo allí, tomó su mano y le vio dar su último aliento. Ella lloró sin restricciones sobre él e intentó, sin éxito, cerrarle los ojos adecuadamente. Llegaron unas enfermeras y, una vez que Alicia dejó de llorar, quedó sentada y aturdida observándolas alrededor de él. La llevaron al área de enfermería y hablaron con ella sobre los arreglos, y después ella condujo hasta su casa.

    Durante los días siguientes estuvo inconsolable; los visitantes llegaron para el funeral, algunos de los cuales se quedaron y aprovecharon la hospitalidad de Alicia. Cuando el último de ellos se hubo marchado, ella sintió que un peso se levantaba de sus hombros. Era como si ella se hubiera sentido tan mal porque era eso lo que todos esperaban de ella y, ahora que se habían ido, ella fuese libre. Las cosas parecían muy diferentes sin su padre, eso era seguro, pero Alicia siempre había sido capaz de aprovechar los aspectos positivos de las situaciones extremadamente malas. Se consoló pensando que su padre ya no tenía ningún dolor, que la espera había terminado, que lo inevitable había sucedido. Sentía un enorme hueco asomando ante ella, como si ahora tuviese que empezar a hacer algo mucho más grande de lo que nunca había tenido que hacer porque ya no tenía excusas. Solo estaba ella ahora, el vacío tendría que llenarse de alguna manera. Con interés, ella miró los cursos ofrecidos en la Universidad de Penton.

    Su extraña nueva conocida había estado en su mente durante todo aquello. Alicia había disfrutado mucho de sus conversaciones con Heidi y tenía muchas ganas de hablar con ella, de volver a verla, pero ella se sentía suspicazmente como un caso de caridad y lo último que quería era cargar a esta adorable chica con sus tontos problemas. Nunca había hecho «clic» con nadie como lo había hecho con la escritora de la biblioteca. Había comenzado a sentir cosas que no podía etiquetar y se sentía incómoda por la intensidad con la que estas se presentaban. Sabía que había comenzado a ver a Heidi en su cabeza, a escuchar su voz y que había comenzado a asociar estos pensamientos con las palabras «ángel de ojos azules». Había hecho esta clase de cosas antes; Heidi tenía razón, era un aspecto de su enfermedad que tendía a la idealización. Y Heidi también tenía razón en que era vulnerable y, por tanto, más susceptible de sucumbir a estas cosas. Heidi tenía razón en todo. Ella era estupenda, demasiado estupenda. Y sin embargo... ¿Qué había dicho ella, algo sobre un desastre total que aún conseguía mantener una relación sana? ¿Sería tan malo para Alicia aceptar su oferta de ayuda? ¿Cómo puede una persona como yo diferenciar entre la idealización irracional y un simple y normal deseo de amistad? El caso es que ella no quería oír la respuesta de sus consejeros a esta pregunta, quería oír la de Heidi.

    A pesar de la advertencia en su cabeza, un lluvioso viernes por la noche, se encontró llamando al timbre de Heidi y sintió una intensa mezcla de miedo y júbilo cuando el ángel de ojos azules respondió. Heidi se quedó mirándola durante varios segundos y luego la tiró de ella hacia otro de esos fuertes abrazos de oso que le había dado dos semanas antes. Alicia casi rompe a llorar de nuevo.

    "¿Dónde has estado? ¿Por qué no me has llamado? He estado preocupada por ti," dijo Heidi apresuradamente y tiró de ella adentro. Sentó a Alicia a la mesa de la cocina y la miró con los ojos muy abiertos.

    "¿Y?" le preguntó Heidi.

    "Me alegro de verte también," dijo Alicia y se permitió una tímida sonrisa. "Yo... mi papá ha muerto. El día después de que yo te viera por última vez." Ella observó a Heidi fruncir el ceño y asentir lentamente. "Aunque estoy bien."

    "Eres fuerte," dijo Heidi. "Has estado haciendo esto todo tú sola, ¿verdad?" Su voz era tan comprensiva que Alicia sintió que las lágrimas comenzaban a formarse en respuesta a esta. "Está bien," continuó Heidi, "No tenemos que hablar de eso. Quédate a cenar. ¿Te quedas a tomar una copa al menos?"

    "No debería..."

    "¿Por qué no?" Sus ojos miraron a Alicia con tal intensidad que se sintió abrumada.

    "Lo extraño es que, durante todo esto, pensar en ti ha sido mi gracia salvadora. En realidad no necesitaba que estuvieras allí porque todo lo que me dijiste seguía dentro de mi cabeza. Así que, gracias por eso, pero... Eso me preocupa."

    "¿Por qué te preocupa?"

    "Has sido muy buena conmigo, pero no quiero ser un caso de caridad y no quiero ser una carga para ti ni volverme dependiente de ti." Mientras decía estas palabras, ni siquiera estaba segura de que fueran ciertas.

    "¿Un caso de caridad?" El rostro de Heidi se llenó de alegría. "Alicia, puede que esto te cueste creerlo, pero en realidad me gustas. Nunca había conocido a nadie como tú, quiero que seamos amigas. Entiendo que no quieres depender de los demás, pero ¿significa eso que tienes que aislar a todos los demás por completo?"

    "No. Yo solo..." Alicia olvidó de pronto lo que estaba intentando decir.

    "Solo quiero que tomes una copa conmigo esta noche. No hay nada sospechoso ni caritativo en ello. Así que, aún a riesgo de parecer tener cinco años, ¿quieres ser mi amiga?" Heidi lo dijo todo con tanta facilidad que Alicia se sintió sonreír de nuevo.

    "No sé, vi a una chica más guapa en el patio de los columpios esta mañana. Tal vez quiera que sea ella mi amiga."

    "Pero ella es mala y yo soy simpática," Heidi hizo un puchero. "Por favor, ¿juegas conmigo? Te daré mi galleta a la hora del almuerzo."

    "Hmm, ¿hay hachís en ella?"

    "Sí, mi mami las hace especiales."

    "En ese caso," se rió Alicia. "De acuerdo, de acuerdo, tomaré una estúpida copa contigo. Pero no puedo prometerte no ser una completa aguafiestas."

    Al comienzo de la noche, cuando todavía estaban en la cocina, Alicia ayudó a Heidi a preparar la cena y se armó de valor para preguntarle qué había tenido en mente últimamente.

    "¿Sabes mucho sobre enfermedades mentale o específicamente sobre personalidad límite?" aventuró Alicia.

    "Un poco," respondió Heidi. "Hasta donde sé, las personas a las que no se les ha diagnosticado una cosa u otra son pocas."

    "He estado pensando que tal vez tenías razón, que debería hacer algo más conmigo misma. Mi padre siempre lo decía. He estado investigando cursos en Penton."

    "Eso es estupendo. Deberías hacerlo, eres más que capaz."

    "Siento que tengo mucho tiempo por delante y no estoy segura de si lo estoy afrontando muy bien ahora mismo."

    "Probablemente porque no estás lo bastante estimulada mentalmente. Una cosa es leer y aprender del trabajo de otras personas del modo en que tú lo haces, pero otra muy distinta es poder hacer algo con él, producir algo propio a partir de lo que sabes. Esa es una buena sensación," Heidi echó la cabeza hacia atrás y puso los ojos en blanco. "Como, es muy bueno saber que estás haciendo algo que otras personas no solo aprecian, sino con lo que también aprenden. Es lo que me hace a mí seguir adelante. ¿Qué pensaste que querrías estudiar?"

    "Al principio pensé en una licenciatura de arte, pero al revisar los cursos que se ofrecían, de pronto me interesé más por hacer algo completamente diferente. Dudo que la literatura o la historia puedan enseñarme gran cosa con lo que aún no esté familiarizada. Pensé que tal vez biología molecular o bioquímica. Sería una asignatura bastante nueva, pero me fue bien en ciencias en la escuela y en cierto modo me divertía por aquel entonces."

    "Eso es jodidamente genial. Deberías hacerlo, estarías como un tren con una bata de laboratorio." Alicia la miró sorprendida y vio que Heidi había dejado que las palabras se le escaparan inconscientemente. "Solo quiero decir, ya sabes..."

    "La cosa es que," continuó Alicia sin ánimo de avergonzar a Heidi esta noche, "me preocupa no llegar muy lejos debido a mis problemas. Me preocupa que cambie de opinión y lo deje, o que tenga dificultades para encajar. Es un compromiso que no estoy segura de estar en posición de asumir."

    "Yo dejo que mi TOC me frene a veces también. Se ha vuelto más fácil con los años. Puede ser muy difícil dar los primeros pasos para exponerse una misma debido a las inseguridades. Pero yo, personalmente descubrí que la gente es generalmente más tolerante de lo que crees, y las recompensas cuando eres valiente valen la pena."

    "Mis problemas me han llevado por algunos caminos oscuros en el pasado, no quiero volver a caminar por ellos. Mi consejero siempre está pendiente de mí para que yo esté alerta de eso."

    Heidi dejó de cortar, se acercó e inspeccionó cuidadosamente los brazos de Alicia. Alicia quedó confundida un momento, luego cayó en la cuenta.

    "Tú sí entiendes de TPL. Estabas buscando marcas de cortes, ¿verdad?" ella dijo.

    "Lo siento mucho," Heidi parecía avergonzada. "Es que necesito saber que estás bien."

    "No pasa nada, lo entiendo. Aprecio la preocupación. Pero nunca fui de las que se cortan, mi comportamiento autodestructivo se manifestaba de una manera muy diferente."

    "¿En qué?"

    "Dejé de comer. Fue hace años, por eso me pusieron en terapia y me diagnosticaron en primer lugar. Créeme, si aún me estuviera matando de hambre, no estaría ni cerca de aceptar tu preocupación."

    "Confío en ti. ¿Cómo va tu tratamiento?"

    "Bien. Terapia conductual dialéctica, nos enseñan la atención plena. Todo se basa en gran medida en comprender y controlar nuestras emociones e impulsos, ser asertiva en lugar de pasiva agresiva, no permitir que nuestra ira o ansiedad nos supere."

    "Suena interesante."

    "Lo es," Alicia asintió lentamente. "Al recordar cómo era yo antes de empezar a recibir este tipo de ayuda, he cambiado un montón. Ayuda estar en un entorno de grupo de apoyo. Es extraño, pero cuando siento que algo empieza a abrumarme o me siento tentada a hacer algo arriesgado, pienso en esas otras personas y eso me detiene. Todos están haciendo un esfuerzo monumental para permanecer estables y funcionales, y por eso siento que yo también puedo. Nunca imaginé que otras personas pudieran tener una influencia tan positiva en mí. sobre todo personas con los mismos problemas."

    "Es bueno, sí. Y no importa lo que tu consejero pueda estar diciendo, tú no eres solo tu enfermedad. Siempre que reconozcas que esta es parte de ti y conozcas las señales de advertencia de cualquier síntoma significativo, no deberías dejar que esto te impida vivir la vida en el mismo grado que la gente sin ella puede vivir la suya. Todo el mundo tiene problemas. El TLP no es ni de lejos lo peor que yo me he encontrado en algunas personas estupendas."

    "¿Qué estás diciendo exactamente?"

    "Que parece que te estás aislando de las actividades habituales para tratar de protegerte a ti misma y a los demás de tu enfermedad. Pero bajo todo lo que los psicólogos te están suministrando, aún existe una persona normal con necesidades y requisitos normales, y no deberías impedirte satisfacer eso porque creas que eres un síntoma andante y parlante. Por lo que yo he visto, lo tienes relativamente bajo buen control. Eres bastante impresionante y tu humor te hace mucho más interesante. Creo que mucha gente estaría de acuerdo conmigo. Incluso a la gente sin TLP le preocupa no poder terminar la universidad o terminar dejándola o cambiar de asignaturas, eso no es el fin del mundo. Probablemente eres una de esas personas que serás una esponja de información toda tu vida."

    "Me figuré que me ibas a dar una respuesta directa que me pudiera gustar," sonrió Alicia y asintió. "Por sumamente optimista que eso pueda ser, tal vez tengas razón, necesito las mismas cosas que otras personas, pero con algunas adiciones."

    "Exactamente."

    Heidi puso un plato de rodajas de limón sobre la mesa entre ellas y apartó la tabla de cortar.

    "La cerveza no va a estar a la altura esta noche. Tu papá ha muerto y se merece un brindis decente." Heidi puso un vaso de chupito frente a ella y lo llenó de tequila. "Te vigilaré de cerca, me aseguraré de que no estés girando fuera de control más que nadie." Le guiñó un ojo a Alicia, posiblemente era la cosa más sexy que ella había visto en su vida. Tendría que tener cuidado esta noche, pero definitivamente quería un trago ahora.

***

    Alicia se despertó lentamente y tardó un buen rato en decidirse a abrir un ojo. Estaba en una cama, estaba cómoda hasta el punto en que apenas era consciente de la mayor parte de su cuerpo, excepto de sus confusos pensamientos y sus ojos borrosos. Debía de estar aún ligeramente borracha, pensó para sí misma y movió los dedos de los pies. Sí, todavía tenía pies, eran libres, descalzos.

    Probó su voz, graznó ligeramente. La luz del sol entraba fluyendo a través de las cortinas perezosamente echadas.

    Después de un rato, se impulsó fuera de la cama que la había acogido tan cómodamente. Por suerte estaba sola, pero necesitaba averiguar dónde estaba y lo que había sucedido. Sentía un gusto a cigarrillos y licores en la boca. Necesitaba agua. Encontró un vaso lleno sobre la mesita de noche a su lado y se lo bebió entero a grandes tragos. Observó a su alrededor, muy aturdida. La habitación estaba casi vacía e impecablemente limpia, aún debía de estar en casa de Heidi. Dio gracias a Dios y colapsó sobre las cálidas sábanas de olor dulce. Debió de haberse adormilado durante un rato porque volvió en sí con un renovado sentido de propósito para descubrir lo que estaba sucediendo.

    Salió de la habitación en busca de su teléfono y de respuestas, y encontró a Heidi dormida en otro dormitorio, tapada con una manta ligera. Tenía el pelo suelto y despeinado, su ligero maquillaje aún puesto y solo ligeramente manchado. Era la primera vez que Alicia la veía desaliñada y aún así Heidi estaba preciosa, posiblemente incluso más. Alicia sintió un impulso sorprendentemente fuerte de yacer junto a ella y acurrucarse. ¿Cómo es que la primera vez que quiero que alguien se aproveche de estar tan borracha es la primera vez que no lo estoy? Salió brevemente a mear, luego regresó y zarandeó a la otra chica para despertarla.

    "Mm," gimió Heidi y se movió ligeramente.

    "Heidi, despierta."

    "Estoy despierta. Me he despertado." Entornó los ojos y se levantó de golpe de su posición. "¿Que hora es?" le preguntó. Alicia negó con la cabeza confundida, no lo sabía y no podía pensar en cómo averiguarlo.

    "No lo sé, apenas sé quién soy," dijo como ofrenda de vulnerabilidad. Heidi, al parecer reconociendo la necesidad de tomar el mando, se levantó de la cama, se estiró y Alicia la siguió al cuarto de baño, donde se le ofreció un cepillo de dientes nuevo. Alicia se sintió significativamente renovada después de lavarse los dientes. Típico de Heidi, siempre sabiendo qué hacer.

    En la cocina, Alicia la miró fijamente mientras Heidi se ponía a trabajar para hacer café.

    "Date una ducha si quieres," dijo Heidi casualmente.

    "Heidi. ¿Qué pasó anoche?"

    "¿No te acuerdas?"

    "No. No habré echo nada... estúpido, ¿verdad?" Heidi se acercó y se sentó a su lado.

    "¿Te sientes bien? ¿No estás mareada?"

    "No. Creo que aún podría estar un poco borracha." Le preocupó que Heidi no hubiera respondido a su pregunta. "¿Hice algo tonto?"

    "En absoluto," se rió Heidi. "Estuviste bien. Dejaste una gran impresión."

    "¿Qué? ¿Qué impresión? ¿Qué ocurrió?"

    "¿De verdad no te acuerdas?" Alicia frunció el ceño y comenzó a entrar en pánico. "¡No pasa nada!" le aseguró Heidi. "Pasamos una buena noche y estuviste bien. Tomamos algunas copas y te relajaste, comenzaste a hablar de tu papá y a expresar adecuadamente tus sentimientos al respecto. Nada raro, solo necesitabas sacar algunas cosas del pecho, rabia, aflicción. Dimos puñetazos a algunas almohadas y luego gritamos y algunos vecinos se pasaron para ver si estábamos bien y se tomaron una copa con nosotros, Te adoraron. Estuviste hablando con Tony un rato, pero no te preocupes, no pasó nada raro, yo estuve allí todo el tiempo. Tú y él tuvisteis una buena charla."

    "Oh, Dios mío, creo que lo recuerdo." Los destellos volvían a ella, pero extrañamente no le producían ninguna mala sensación, a diferencia de otras veces que había estado tan borracha.

    "Te estuve dando agua toda la noche para que tu resaca no fuera tan mala."

    "Mierda."

    "Necesitabas soltarte, Alicia. Necesitabas una noche decente, no te preocupes, todo estuvo perfectamente bajo control. Si estás enfadada, lo entiendo, pero no tienes nada de qué preocuparte. Tu comportamiento anoche fue ejemplar."

    "¿Tony era el chico mayor con el que estuve hablando de papá?"

    "Lo estás recordando, bien. Sí, Tony te invitó a llamarle por teléfono o enviarle un correo electrónico en cualquier momento. Él perdió a su hijo hace un año, conoce el dolor, pero también es un tipo tranquilo y es un buen amigo que tener. Le caíste bien, piensa que eres una «chica top», con sus palabras."

    "Oh, Dios mío," Alicia se llevó las manos a la cabeza. "Te aprovechaste, me presentaste a tus lugareños."

    "¡No! Quiero decir, no fue algo planeado, al menos. Es que estuvimos haciendo ruido y se pasaron a vernos. Cuando llegaron a la puerta, fuiste tú quien insistió en invitarlos a entrar, no yo, y luego vinieron un par más. Siento mucho que esto te esté sacando de quicio."

    "No me saca de quicio. Siempre y cuando no me haya hecho quedar como una zopenca." Alicia aceptó una humeante taza de café de olor fuerte de Heidi. "Gracias." Alicia recordaba vagamente el timbre de la puerta sonando mientras ambas estaban bailando. Heidi era una bailarina extremadamente sexy y probablemente ella habría querido invitar a los demás a entrar porque tenía miedo de hacer algo inapropiado.

    "No quedaste como una idiota en absoluto. Eres una borracha sorprendentemente madura. ¿Quieres una aspirina con el café?"

    "¿Eh?" Alicia se encogió de hombros y luego pensó mejor en la evasiva de su respuesta. "Sí. No habré revelado nada... personal sobre mí, ¿verdad?"

    "Aparte del hecho de que te gusta Pendulum y la música drum 'n bass, en realidad, no. No. Aunque oímos bastante de ello. Tienes buen gusto musical, los demás también pensaron lo mismo. Carlos y Rem no apreciaron tu amor por Rammstein al principio, pero luego les explicaste los antecedentes de la banda y les diste un análisis detallado en mp4 del Ich Will, reiterando en profundidad exactamente cuán no nazis y satíricas eran las letras y te los ganaste. Yo no sabía que hablabas alemán con fluidez ni que tuvieras sangre judía. Eres incluso más intelectual de lo normal cuando estás borracha." Heidi se rió.

    Alicia se sintió ofendida, pero Heidi lo decía todo con una confianza tan tranquila que, de alguna manera, estaba convencida de no haberlo hecho tan mal después de todo.

    "¿Cuántas personas hubo aquí? ¿Cuántas personas conocí?" preguntó con verdadero asombro.

    "Solo cuatro. Eran vecinos. No te preocupes, todos te adoraron, y en aquel momento a ti también te cayeron bien."

    "¿Cómo recuerdas todo esto mientras que yo no?"

    "Lo recordarás eventualmente, todavía es pronto. Probablemente no estés acostumbrada a beber tanto y yo soy más experimentada, después de todo, soy dos años mayor."

    "Ja-ja."

    "Pensé que necesitabas una noche para soltarte. Si estuve equivocada, me disculpo humildemente."

    "No. Probablemente no lo estuviste. Siempre y cuando no permitieras que sucediera nada raro."

    "Nunca lo permitiría. Siempre estarás cien por ciento segura aquí. Ciento cincuenta. No te habría dejado invitar a esas personas si no pensara que les ibas a causar una buena impresión. Es verdad que no siempre puedo estar segura de todo, pero tenía un buen presentimiento acerca de ti y de ellos y resultó bien."

    "Debería irme a casa."

    "No voy a dejar que te vayas hasta que hayas tomado al menos dos tazas de café y desayunado algo. No deberías conducir todavía."

    "Oh. Qué mandona eres."

    "Solo intento cuidar de ti. Fue a mi cuenta que te emborracharas tanto anoche." Heidi fue a un cajón de la cocina y le entregó el teléfono a Alicia. "Me pediste que lo escondiera porque te sentiste tentada a enviar mensajes de borracha."

    "Sí, eso suena típico de mí," se rió Alicia. "Gracias."

    "También hay algunas fotos ahí. Eso podría ayudar a refrescarte la memoria. ¿Tienes hambre?"

    "Um... Extrañamente, sí."

    "Bien. Me vas a ayudar a preparar el desayuno."

    "Oh, tía," Alicia escaneó las fotos en su teléfono dudosamente. "Esto es embarazoso... pero parece que me lo pasé bien."

    "Estabas feliz," admitió Heidi.

    "Siempre que he estado tan borracha en el pasado me he despertado llena de arrepentimiento. Gracias por cuidar de mí."

    Sonó el timbre de la puerta y Alicia miró a Heidi interrogantemente.

    "Serán Tony y Caroline. Dijeron que se pasarían esta mañana."

    Un hombre y una mujer, que Alicia reconoció de la noche anterior, la saludaron en el vestíbulo de Heidi como si fuera una vieja amiga y ella sintió una extraña sensación de confianza y afinidad. Confundida, observaba mientras ambos le agradecían haberlo pasado bien anoche y le deseaban la mejor de las suertes.

    "Fue genial hablar contigo. Haz que Heidi te traiga cuando estés en la ciudad de nuevo. No seas tímida," le dijo Caroline.

    Alicia se volvió hacia Heidi cuando ambos se fueron.

    "¿Por qué les dijiste que me iba de la ciudad?"

    "¿No te vas? Pensé que querías volver a Westcliffe ahora que tu papá se ha ido. Yo confiaba en que no lo hicieras."

    "Eres toda una jodida manipuladora bajo ese exterior inocente," dijo Alicia divertida. "No creas que no lo veo, Heidi."

    "Y yo no creo que no lo veas. Solo esperaba que pudieras apreciar mi transparencia."

    "No tengo ninguna intención de irme. Aún no, al menos. Tengo una casa con la que decidir qué hacer. Tendrás que decirles a tus amigos que he cambiado de opinión."

    "Ahora son tus amigos también."

    "Mm, claro," se rió Alicia. "Hasta que vean mi lado oscuro."

    "Oh, ¿qué? ¿Crees que no se te permite pelearte con esta gente? Con tus opiniones, sin duda vas a tener unas buenas peleas. Así es como te vinculas con ellos en realidad."

    "Nosotras no nos hemos peleado aún, pero nos llevamos bien."

    "Tienes razón, tú y yo necesitamos tener una buena discusión. Eso ocurrirá eventualmente, supongo. No podemos forzarla, debería suceder naturalmente," le sonrió Heidi. "Tranquila, Alicia. Nadie te va a hacer daño y yo soy una fanática del control, siempre estaré cerca."

***

    Alicia entró en la biblioteca el domingo por la mañana con la intención de ponerse manos a la obra y terminar Paraíso. Sabía que Heidi era una buena persona con quien trabajar; ella no la distraía intencionadamente. Habría sido una buena compañera de clase en la escuela, pensó Alicia: trabajadora y una buena influencia, pero también muy divertida cuando llegaba el momento.

    Cuando dobló la esquina hacia su sección de estudio habitual y vio a Heidi con la cabeza inclinada hacia su cuaderno, el calor se extendió dentro de su pecho y su boca se estiró en una inusual sonrisa. Se sentía como haber vuelto a casa. Trató de borrar la delatadora sonrisa de sus rasgos y se dirigía hacia Heidi a un ritmo pausado y forzado cuando una pequeña figura se lanzó frente a ella, luego tropezó y se estrelló en el suelo, golpeándose la cabeza con la pata de una silla. Alicia estaba debidamente distraída cuando el chico comenzó a llorar, y no parecía haber un padre a la vista. Ella corrió hacia él y lo tomó en sus brazos. Quizá tenía dos años y era tan pequeño que no pesaba casi nada.

    "Ooh, no pasa nada, hombrecito," ella lo abrazó y le frotó la espalda. El arrugado rostro del chico se relajó de inmediato, dejó de llorar y comenzó a balbucearle cosas incoherentemente. Ella le sonrió.

    "¿No me digas? Sé a lo que te refieres," dijo Alicia examinando su entorno de nuevo. "Está claro que perteneces a alguien... pero ¿a quién?" Él la miraba con ojos nublados y continuaba balbuceando y ella asentía con complicidad. "Te entiendo totalmente y estoy cien por ciento de acuerdo contigo, la situación apesta." En ese momento, una mujer joven y preocupada corrió hacia ellos y, agradeciéndole profusamente y disculpándose, le quitó al chico de encima y desapareció. Alicia quiso decirle que el chico se había golpeado en la cabeza, pero supuso que eso sería un hecho bastante frecuente en la vida de ambos y volvió a su objetivo inicial. Observó la expresión divertida y vigilante de Heidi mientras se acercaba a ella.

    "¿Qué dices, bicho raro?" preguntó Alicia con una sonrisa, echando su bolsa sobre la mesa entre ellas.

    "Estás de buen humor hoy," dijo Heidi. "Eso fue muy bonito."

    Alicia se encogió de hombros y sacó su libro y tablet del la bolsa.

    Pero no podía concentrarse, no hoy. Descubría que sus ojos eran atraídos hacia Heidi a menudo. Menos mal que estaba sentada en un ángulo donde eso no se notaba. En algún momento, dejó de intentar concentrarse en el libro y simplemente se quedó mirándola. La propia concentración de Heidi en sus notas y en la pantalla de su computadora era firme y eso, en sí mismo, le resultaba a Alicia pasmosamente atractivo. Aquel masaje en los pies... Me pregunto si será tan buena con el resto del cuerpo.

    Sus ideas se estaban saliendo de control. Necesitaba irse o alguien se iba a dar cuenta; imaginó que sus pensamientos y sentimientos estaban escritos en todo su rostro y estaba a punto de retorcerse en su silla. Joder, ¿cómo he podido dejar que me entre esto tan de repente? ¿Qué le había hecho Heidi? Salvo que aquello no había sido nada repentino, se recordó a sí misma. Aquello había estado ahí desde el principio, pero era el tipo de sentimiento que solía desaparecer después de conocer mejor a alguien, cuando todas sus altas expectativas habían quedado suficientemente defraudadas. Heidi no la había defraudado, había superado sus expectativas y eso era inaudito.

    Alicia fue al baño para asegurarse de no quedar hecha un lío y tratar de reordenar sus ideas antes de que la tarde se volviera demasiado incómoda. No quería tener que irse, tenía que trabajar mañana y no volvería a ver a Heidi durante un tiempo, así que obligó a su mente a volver a la normalidad y ella regresó a su libro.

    El teléfono de Heidi sonó y Alicia observó mientras Heidi lo estudiaba con el ceño fruncido.

    "¿Algo va mal?" preguntó ella y el rostro de Heidi cambió.

    "No, me olvidé de ponerlo en modo avión. Esto trataba sobre ti, en realidad."

    "¿Qué?" Alicia estaba confundida.

    "Carlos cree que tiene oportunidades contigo. Quiere que yo os apañne a los dos de alguna manera."

    "¿Quién es Carlos?" Alicia se estrujó el cerebro.

    "El tío joven en mi casa del viernes."

    "Ah, sí, él."

    "¿Estás interesada?" Preguntó Heidi y Alicia la estudió intentando calibrar sus sentimientos pero, como de costumbre, eran difíciles de ubicar. "Es un chico simpático."

    "No, no me interesa," dijo Alicia con firmeza. "Es demasiado musculoso, eso es desagradable. No vayas a hacer nada estúpido, como darle mi número, por favor, ¿Heidi?"

    "¿Yo? ¿Hacerte de proxeneta? Tú sabes que no soy así. Él no es lo bastante bueno para ti, de todos modos, podrías tener algo mejor."

    Alicia creyó haber detectado un destello de alivio en los ojos de Heidi, pero supuso que estaba imaginándolo y volvió a su página.

    "¿Conoces a alguien que sea lo bastante bueno para mí?" preguntó después de un rato y Heidi alzó la vista con un brinco.

    "No," dijo Heidi con convicción. "Pero conozco a muchos tipos que estarían interesados, si es que te apetece conformarte con menos de lo que deberías. ¿Creí que no querías una relación?"

    "Sí, no la quiero," dijo Alicia sintiéndose desesperadamente frustrada por las circunstancias.

    "¿El chico pequeño de esta mañana?" Dijo Heidi. Eran las dos de la tarde y las mesas circundantes se habían vaciado.

    "¿Qué hay de él?" Alicia dejó su libro sobre la mesa.

    "Eso fue adorable. Al demonio le gustan los niños, quién lo hubiera imaginado," se burló Heidi.

    "Los niños y los idiotas, esos merecen una atención especial, ¿no?"

    "Oh, venga ya, Alicia, no trates de ignorarlo, todo tu comportamiento cambió cuando recogiste a ese niño. Y también lo hizo el de él. Tienes una afinidad, eso es muy bonito."

    "Me siento protectora de los niños, eso es todo. La inocencia no debe darse por sentada," dijo Alicia, incómoda con el tema.

    "Serás una madre alucinante algún día."

    "¡Ah! Estás intentando ponerme de mala leche."

    "Mm, entonces, ¿es que por fin he encontrado tu debilidad?"

    "No, no tengo ningún interés en la maternidad, me gustan mis genitales tal como están." Vio a Heidi romper a reír y ella sonrió.

    "Eres joven, puede que algún día cambies de opinión," dijo Heidi poniéndose sobria. "Los instintos maternos no deberían ser negados."

    "Ya hay demasiados niños en el mundo tal como es. Puedo mantener el conejo apretado y ser madre si quiero." Este fue el «paso fuera de la raya» que Heidi estaba pretendiendo, vio cómo Heidi se quedaba boquiabierta y que un vago rubor asomaba por sus mejillas.

    "Maldita sea," dijo Heidi avergonzada. "¿Cómo lo haces? Siempre dando la vuelta a las cosas para explotar mi debilidad."

    "Eres demasiado fácil."

    "Y tú eres demasiado bocazas sobre las cosas sexuales. Soy una recatada y bien educada católica, esto no es apropiado."

    "Por favor, las católicas sois las peores."

    "Probablemente tengas razón en eso," Heidi pareció pensativa. "Algunas de las chicas con las que iba a la escuela," negó con la cabeza. "Supongo que solo es cosa mía entonces."

    "Rebobina, cuéntame más sobre esas amigas tuyas de la escuela."

    "Ni por asomo," respondió Heidi secamente y volvió a sus notas.

    Alicia intentó reanudar la lectura, pero no pudo evitar preguntarse si Heidi la provocaba de esa forma intencionadamente. En la superficie parecía que era ella quien provocaba a Heidi, pero Alicia no lo sentía así en absoluto. Por claro, tal vez esto estaba solo en su cabeza, tal vez sobreanalizaba la situación. Alicia se descubrió mirando a Heidi de nuevo algún tiempo después.

    Su cabello, sus cejas, su maquillaje, sus labios, esa adorable hendidura en la barbilla, todo era tan perfecto. Heidi alzó la vista de pronto y la pilló mirándola. Pero no dijo nada y su expresión no cambió mientras se contemplaban la una a la otra durante varios segundos. Alicia se levantó y fue hasta su lado de la mesa, se sentó cerca de ella. Heidi se giró un poco y siguió observando sus movimientos mientras Alicia extendía la mano y agarraba el colgante de plata que pendía del cuello de Heidi, acariciando ligeramente la piel del esternón mientras lo hacía. Heidi no se inmutó ante su toque ni su proximidad esta vez, lo que hizo que Alicia quisiera ronronear.

    Ella estudió el collar con curiosidad, pero estaba pensando en el cuerpo que lo albergaba. Este estaba tan cerca que Alicia podía oler la crema para la piel de Heidi, su champú, y sintió muchas ganas de acortar la distancia y presionarle a Heidi los labios con los suyos. El tirón fue fuerte, pero cuando ella levantó la vista del colgante y miró a aquellos ojos azul claro, el miedo se apoderó de ella y Alicia se dio la vuelta con una tímida risita.

    "No soy lesbiana. En serio, no lo soy," dijo Alicia demasiado a la defensiva y sonando patética incluso para ella misma. Regresó a su asiento frente a Heidi sintiéndose como una absoluta idiota. Comprobó el rostro de Heidi, quien había vuelto a sus notas sin comentarios; a ella no le había importado. O tal vez solo estaba intentando no avergonzar más a Alicia, eso sería más propio de ella. ¡Maldición! Debería haberla besado, al menos entonces lo sabría. Al menos ella lo sabría.

    Su mente iba a mil y sus nervios estaban fuera de control. Quería hacer una oferta de paz para asegurarse de que Heidi no se hubiera desanimado por esa escenita.

    "¿Vas a ver a los All Blacks jugar contra Sudáfrica el sábado?"

    "Sí. Es reprobable, pero soy una Kiwi, tengo que hacerlo," dijo Heidi en tono neutro.

    "Mm, sí, es difícil de resistir. ¿Quieres que lo veamos juntas?"

    "¡Demonios, sí, quiero!" Heidi pareció encantada con la invitación y el corazón de Alicia se hinchó dentro del pecho. "En realidad, me han pedido que lo vea en casa de un amigo. Solo habrá unas pocas personas, ¿quieres venir? Si no quieres, prefiero verlo contigo."

    Alicia consideró la opción con cuidado. La verdad era que, a pesar de su falta de interés en conocer a estos amigos de Heidi, no se sentía plenamente cómoda estando a solas con ella. Probablemente sería más fácil estar con otras personas, así se sentiría menos inclinada a hacer algo estúpido.

    "Sí," asintió amigablemente. "Eso suena bien."

    "Estupendo. Te gustará esta gente, me provocan algo crónico durante un partido. No me había imaginado que eras aficionada al rugby."

    "A papá le encantaba, me enseñó todo lo que hay que saber sobre el equipo. El equipo más exitoso de la historia del deporte combinado con uno de los juegos más agresivos; ¿qué no me puede gustar? ¿Estos amigos no tendrán problemas de que yo vaya?"

    "Dios, no, probablemente ganarás algunos fans más."

    Alicia suspiró interiormente, pero estaba satisfecha con la perspectiva de pasar más tiempo con Heidi.

Capítulo 4

    Alicia estaba al borde de la tumba de su padre. Todavía estaba bastante recién excavada y aún no tenía lápida. Ella se sentía extraña pero quería hablar con él. No con la persona que él había sido justo antes de morir, sino la persona que había sido durante la mayor parte de su vida. Su verdadero padre, quien la había cuidado, enseñado todo lo que ella sabía y quien la había amado más que a nadie que ellla hubiera conocido. Ella no entendía del todo por qué él había querido ser enterrado en un cementerio, ella siempre había pensado que él sería más un hombre de esparcir sus cenizas, pero en este punto ella estaba feliz por ello, era mórbidamente reconfortante saber que él estaba allí debajo en alguna parte.

    Alicia se quedó mirando la tierra levantada y luego miró nerviosamente a su alrededor. No había nadie cerca.

    "Hola, papá," comenzó torpemente. "Mi consejero ha dicho que debía venir a hablar contigo. Al principio pensé que era una idea tonta, pero se me ocurrió que nada de lo que él me había dicho hasta ahora ha sido particularmente erróneo. Me figuré que esto podría ayudar, puesto que me gustaría mucho hablar contigo de verdad." Ella hizo una pausa.

    "Te extraño, papá. Mucho. Sé que sufriste un montón y estabas preparado para morir, pero yo no. Yo no estaba preparada para esto. Pero claro, ¿quién está preparado para eso?"

    "No te preguntaré cómo estás. Supongo que si todavía estás en alguna parte, entonces estás mejor ahora que antes. Estabas siendo todo un gilipollas al final. Lo sabes. Probablemente eso es parte de la razón por la que deseabas tanto irte. En cualquier caso, supongo que entendías por qué necesitaba yo pasar el menor tiempo posible contigo durante un tiempo."

    "Me siento sola sabiendo que ya no estás aquí, pero también me siento aliviada. La persona que fuiste justo antes de morir no era alguien con quien yo quería estar. Estoy bien, mejor de lo que esperaba. en realidad. No estoy pensando en hacer nada estúpido o autodestructivo. De hecho, puede que haga lo que tú siempre quisiste, conseguir una educación adecuada y hacer algo con mi cerebro."

    "Quería agradecerte todo lo que hiciste por mí. Por mantenerme alerta, por hacer que me lo cuestionara todo, por hacerme entender cosas que la mayoría de la gente no entiende. Fuiste un buen papá y sé que eso no puedo haber sido fácil después de la muerte de mamá. Probablemente fuiste un mejor padre que el que ha tenido la mayoría de la gente y yo siempre te amaré, espero que lo sepas." El dolor en su pecho era fuerte y las lágrimas le caían libremente de los ojos. Ella miró a su alrededor de nuevo, se sentó en la hierba y cruzó las piernas. Ella se inclinó hacia adelante.

    "Ojalá supiera algunos rezos o algo así. Debería haberme traído a Heidi conmigo," soltó una risita. "Ella es católica, sabría algunos."

    "También quería darte las gracias por la casa, eso me dará un mejor comienzo que la mayoría de las personas de mi edad. Para ser honesta, probablemente la venda pronto, o tal vez la alquile, no sé. No quiero vivir en ella. Con ella vacía, ya no necesito pasar tanto tiempo en la biblioteca, pero me gusta estar allí, el ambiente es menos opresivo. Y está Heidi... Me gusta estar con ella."

    "La conocí allí mientras tú estabas enfermo. Ha llegado a mi vida como algo sacado de un libro. No dejo de sentir como si me hubiese sido enviada. Lo sé, se supone que no debo pensar así. Comenzó cuando mamá murió, supongo. La idea de que ella nos cuidaba me hacía sentir mejor cuando era pequeña y ahora es agradable pensar que tal vez tú estés con ella."

    "Te habría caído bien Heidi. A veces las cosas que dice me recuerdan a ti. Ella conocía tu poema favorito. Y no me refiero a saberlo después de ir y consultarlo, me refiero a que pudo citarlo textualmente cuando se lo mencioné. Eso fue surrealista. Esta chica no parece entender el hecho de que está totalmente fuera de este mundo, irrealista. Pero no es mi imaginación, ella está ahí. Ella existe."

    "Nunca conocí a nadie de mi edad que pudiera recitar a Poe de memoria de esa forma. Ella es inteligente, papá, y muy amable, o parece serlo. Yo, más que nadie, debería saber que las apariencias pueden ser engañosas. Quizá ella sea más un demonio que un ángel. Pero si insisto en aplicar una metáfora divina a esto, entonces decir que ella es un regalo del cielo se queda corto." Alicia se percató de que estaba balbuceando, pero no le importó. Ella tocó el suelo frente a ella, frunciendo el ceño.

    "Heidi entiende mi enfermedad y no le tiene miedo. Me dijo que no debería permitir que solo esta me definiera, lo cual es muy parecido a lo que tú solías decir. Pero es diferente con ella, ella me estabiliza de alguna manera, me baja a un nivel en el que no solo puedo actuar con normalidad, sino sentirme normal también. Tal vez sea porque ella tiene sus propios problemas, iguales y opuestos. Sé que sin ella yo no estaría afrontando tan bien todo esto, lo cual ya no me molesta mucho; ciertamente no le molesta a ella, parece que le gusta cuidar de mí. A pesar de extrañarte y estar un poco perdida en este momento, también me siento bastante en la tierra. Metafóricamente indulgente como cualquier persona altamente imaginativa, pero aún así en la tierra, comparada con el pasado."

    "Ahora me doy cuenta de haber dejado que tu enfermedad me detuviera durante los últimos años. No supe hasta tu muerte cuánto espacio ocupaba esta dentro de mi cabeza y en mi vida. Aunque tú lo sabías, ¿verdad? Ahora recuerdo todas esas veces que trataste de que te dejara en paz. Pensaba que estabas siendo cruel pero no lo eras en absoluto. Siento que esto haya tenido que resultar de esta manera, tan difícil. Pero si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría, no fue culpa tuya." Alicia se secó los ojos ausentemente. Quedó sentada en silenciosa contemplación durante unos minutos.

    "Hay una cosa importante que me hace pensar que Heidi no ha sido enviada del cielo o por mamá. Es sexy, sexy como si me apeteciera echarle un polvo a todas horas. Lo siento, no debería haberte dicho eso, pero supongo que eso ya no importa. Lo siento más por lo que esto dice sobre ella, es tan dulce; no ha hecho nada para alentarme a pensar en ella de una manera tan sucia. Al menos no creo que lo haya hecho, a veces me confunde."

    "Vale, basta de esto de todos modos. He estado pensando en estudiar ciencias, papá. Tal vez bioquímica o física. Las posibilidades están abiertas y todo lo que siempre me decías está volviendo a mí: «tienes buena cabeza, deberías hacer un esfuerzo», «realmente podrías llegar a la gente, si lo intentaras», «quiero que tu madre esté orgullosa de ti», etc., etc. Apuesto a que pensabas que no te estaba escuchando todas esas veces, ¿eh?"

    "Puede que te haga sentir orgulloso todavía. Vendré a verte de nuevo pronto. Te amo, papá." Sintió una sensación de alivio y paz y era hora de terminar con esto. En particular, no quería contarle a su padre muerto sus sentimientos sexuales, los cuales parecían ser la dirección en la que ella no dejaba de dirigirse. Se levantó y se dirigió de regreso a su coche.

***

    Esa noche, Heidi vino a recogerla. Durante los últimos fines de semana había pasado bastante tiempo con ella, había conocido a más de sus amigos, que eran un grupo de personas diverso e interesante, pero Alicia la anhelaba incesantemente un una a una con su nueva amiga. Estaba llegando a sentirse frustrada por la situación.

    Era obvio que ella le caía bien a Heidi, ella mismo lo había dicho. Pero ¿alguna vez pensaba en Alicia como algo más que una amiga? De entre todas las personas con las que Heidi salía, una buena parte eran hombres. Por lo que Alicia había visto, Heidi no parecía interesada en ninguno de ellos más que como amigos; lo cual era confuso, Alicia tenía la clara sensación de que le faltaba algo, alguna pieza vital del rompecabezas. Quizá tuviera que ver con el acosador, Heidi le había dicho que siempre habría problemas subyacentes al respecto. Esta debía de ser al menos parte de la razón por la que ella seguía soltera. Por qué no expresaba ningún interés en una relación en absoluto. ¿Estaba ella siquiera interesada en el sexo? Quizá ella era una de esas personas asexuales. Alicia le había estado dando vueltas al tema durante demasiado tiempo, eventualmente tendría que decir algo, averiguar con certeza qué estaba pasando con eso. Tendría que averiguar un modo de obtener respuestas de Heidi sin decirle realmente cómo se sentía y sin correr el riesgo de ser rechazada. Cada vez que intentaba expresarse directamente hasta ahora, acababa avergonzando a Heidi y a ella misma con groseras insinuaciones. Podía oírse a sí misma haciéndolo y se odiaba por ello.

    Esa noche era la primera vez que Heidi iba a su casa y Alicia se había pasado la mayor parte de la tarde intentando limpiarla lo bastante para que ella lo apreciara.

    "Es una casa bonita," dijo Heidi al deambular por la sala de estar, estudiando reliquias. "¿La vaz a vender?"

    "Eventualmente, sí." Alicia observaba a Heidi. "No creo que vaya a salir contigo esta noche, después de todo."

    "Has cambiado de opinión... ¿Cómo es eso?"

    "No estoy de humor. De todos modos, tengo que levantarme temprano para una cita con el médico."

    "¿Algo va mal?"

    "Sí, soy hipocondríaca."

    "En serio, ¿estás bien?"

    "Sí. Me hago seis chequeos y análisis de sangre mensuales, eso calma la paranoia durante un tiempo. Nunca tengo nada malo, aparte de mi personalidad, pero ellos no pueden arreglar eso. Siento haberte hecho venir hasta aquí aquí por nada."

    "No es nada. ¿Puedo quedarme aquí un rato?"

    Alicia sonrió, ese era el tipo de cosas que le hacían pensar en Heidi como algo más que una amiga.

    "Quédate todo el tiempo que quieras," dijo.

    "Ey. ¿Quién es este?"

    Alicia siguió los ojos de Heidi hacia las ventanas donde un gatito negro asomaba la cabeza y las miraba.

    "Ese es Endo. Pertenece a la casa de al lado."

    "¿Llamaron a su gato Endo?" Heidi sonrió. "¿Puedo dejarlo entrar?"

    "Sí, por supuesto. ¿No te molestan los gatos?"

    "No," dijo Heidi mientras abría la ventana y el gato saltó y se frotó contra su pierna.

    "Yo trato de no alentarlo, pero parece que él sigue volviendo." Observó cómo el gato se acomodaba en el sofá junto a Heidi. "Ten cuidado con él, puede ser un poco engreído a veces, me ha saltado a la cara antes, me ha echo cagarme de miedo con sus arañazos."

    "Un gato malo, ¿verdad? No me pareces una gran amenaza. ¿Cómo se las arregla siquiera para llegar aquí arriba?"

    "Hay una valla debajo del balcón y él es joven y ágil. Supongo que le gusta visitar a la gente. ¿Quieres una copa de vino?"

    "Solo si vas a tomar tú una," dijo Heidi y Alicia la dejó acariciando al gato en el sofá durante un minuto.

    "¿Te has estado pensando lo de la universidad?" preguntó Heidi al regreso de Alicia.

    "He estado mirando cursos. Todavía no he decidido lo que hacer. Una cosa es estudiar química o física, pero no estoy segura de querer quedarme atrapada en un laboratorio durante el resto de mi vida. Eso parece muy miope."

    "Podrías comenzar con un título en ciencias y luego usarlo para otra cosa, para escribir o enseñar. ¿Sabes?, las pocas veces que te he visto con niños eras increíble. Pintas maneras. Nunca he visto a los niños reaccionar ante alguien como lo hacen contigo. Quizá deberías considerar trabajar con ellos. Es solo un idea."

    "Entonces, ¿porque pinto maneras para hacer algo, debería estar explotándolo?"

    "Los niños no son algo," se rió Heidi y tomó dos sorbitos de vino; Alicia había notado eso de ella, sorbía a pares; como quien toma dos bocanadas de aire fresco justo antes de cada calada al cigarrillo. Sería extraño si no fuese tan lindo. "La explotación es una forma bastante negativa de expresarlo... pero sí, creo que deberías hacerlo. Es muy posible que eso sea de lo que sacarás mayor provecho. Hay tantos niños que carecen de orientación y apoyo. Deberías utilizar su habilidades, las tienes por una razón. También cambias cuando estás con niños. Por mucho que trates de negarlo, te gustan, tal vez incluso los adoras."

    Alicia suspiró profundamente.

    "No puedo trabajar con niños. No podría lidiar con el dolor. Entiendo lo que estás diciendo, pero te aseguro que, bajo mi actitud, en realidad soy muy sensible. Una cosa es lidiar con un breve encuentro de vez en cuando, pero otro muy diferente tener que lidiar con ellos día tras día."

    "Dios, Alicia," Heidi le sonrió. "Tienes un don, ¿por qué intentar reprimirlo por miedo? ¿No crees que sería mejor para algunos de estos niños tenerte en sus vidas, por mínimo que fuese tu aporte, que tener a algún gilipollas al que ni siquiera le importan? O algo peor. "

    "¿De qué coño estás hablando?"

    "De trabajo social, enseñanza, psicología infantil," Heidi se encogió de hombros. "No sé. Pero algo en lo que utilices tu talento. Tienes una buena mente y toda una vida por delante, pero también debes tener en cuenta tu corazón."

    ¿Cómo se las arreglaba Heidi para decir estas cosas con tanta facilidad, con tanta naturalidad y, sin embargo, sonar tan convincente?, se preguntó Alicia poniendo los ojos en blanco con frustración.

    "Una vez que una persona como yo se involucrara en la vida de los niños, en su historia, yo no podría mantener eso al mínimo. Necesitaría arreglar siempre las cosas correctamente y eso no sería posible. Eso dolería. Ya es bastante difícil trabajar con personas mayores que tienen problemas, con niños sería mucho peor."

    "¿Cómo es trabajar en Green Haven?"

    "Es una experiencia. Muchos de ellos tienen demencia, es una lucha conseguir que se acuerden de mí. Hora de cambiar de tema..."

    "Perdón," dijo Heidi casualmente. "Pensé que era eso lo que querías. Pero tienes razón en lo de los niños. No puedes suponer ninguna buena diferencia sin ponerte a ti en riesgo. No debería haber dicho nada."

    Alicia entornó los ojos suspicazmente, pero Heidi se había distraído con una foto de su padre en la pared. Joder, es una manipuladora, pensó para sí misma. Y tiene razón absolutamente, como siempre. Qué perra, la odio. La amo. Oh, Dios mío, la amo...

    Heidi se apartó de la foto y miró a Alicia con cautela.

    "¿Cómo estás? En realidad no me has hablado mucho de tu papá."

    "Estoy bien. Le extraño, por supuesto, pero tuve mucho tiempo para acostumbrarme a la idea de no estar con él. Creo que eso lo ha hecho mucho más fácil que cuando se fue mamá."

    "Él era un tipo de aspecto intenso."

    "También actuaba intensamente."

    "¿En qué manera?"

    Alicia descubrió que no le importaban las preguntas de sondeo, posiblemente incluso quería hablar sobre su difunto padre.

    "Hablaba de mi madre como si fuera una especie de criatura mítica. Él empezaba y siempre llegaba un punto en el que eso se volvía demasiado emotivo para él y el tema se desviaba hacia Alemania y la Segunda Guerra Mundial y luego cambiaba a temas completamente sin relación. Yo sabía que eso se volvía demasiado difícil para él en cierto momento, él la amaba tanto. Insistía en que yo me mantuviera al día con el alemán, que lo conociera tan bien como el inglés. Quería mantenerla viva en mí, pero sin llegar demasiado cerca de los antecedentes personales de ambos. Nunca hablaba sobre el accidente ni sus sentimientos sobre la muerte de mamá."

    "¿Quizá él habría querido que te pusieras en contacto con tu lado materno de la familia?"

    Alicia negó con la cabeza.

    "Siempre fuimos solo ella, papá y yo hasta la muerte de mamá, y él aludía constantemente a la posibilidad de que la familia de mi madre no aprobara su matrimonio, así que estábamos solos. Así es como yo lo veía de todos modos. Papá hablaba alemán y lo sabía todo sobre la historia judía, pero cuando se trataba de llegar a lo personal, el tema siempre cambiaba."

    "¿Naciste en qué, en 1994, 1995? ¿Qué tuvo que ver tu madre con la Segunda Guerra Mundial?"

    "Nada en absoluto, eso es lo que quiero decir. Ella solo tenía 28 años cuando la mataron. Papá era doce años mayor. Él usaba la Segunda Guerra Mundial como punto de referencia para muchos debates sociológicos, y no solo el holocausto, sino todo, el Ejército Rojo, la Armada Imperial Japonesa, el London Blitz, Stalingrado. Podía llegar a ser obsesivo con ciertos temas. Mi madre era alumna suya, lo sé, qué cliché. Por lo que tengo entendido, se unieron por sus conversaciones sobre historia, que quizá fuese por eso que resultaba un tema recurrente en su charla sobre ella."

    "¿Él nunca consideró volver a casarse?"

    "No. Hubo un par de mujeres a lo largo de los años. Nada serio, nunca las dejaba intimar mucho conmigo."

    "Parece un tipo bastante interesante. Pero estoy empezando a hacerme una idea de por qué te volviste tan intensa por tu parte. ¿Tienes fotos de tu madre?"

    Alicia vaciló, pero no estaba encontrando difícil la conversación. Ella fue hasta un armario lateral y tomó un álbum y luego sacó una foto. La miró durante unos segundos y luego se la entregó a Heidi.

    "Guao," dijo Heidi con asombro. "Parece una estrella de cine. ¿Eres tú quien está en sus brazos? Eras tan linda."

    "Mm," Alicia se sintió cálida.

    "Puedo ver a quién has salido y por qué tu papá la amaba tanto. Es hermosa, pero también parece una persona encantadora. Lo sé, lo sé, no debería juzgar por las apariencias. Lo siento."

    "Tranquila. Debo admitir que papá estaba obsesionado con ella, incluso hasta después de su muerte. Él no sabía cómo pasar página correctamente. Esa no es una cualidad admirable, aunque pueda parecerlo a alguien que lo vea desde fuera. "

    "El amor verdadero es obsesivo por naturaleza," dijo Heidi sin un rastro de ironía.

    "¿Crees en el amor?" Alicia se sorprendió por la noción por algún motivo y Heidi la miró como si estuviera enojada.

    "Por supuesto que creo en el amor. No creo que sea tan común como la gente cree, pero sí, yo no podría vivir sin la idea. Aunque solo sea una idea para la mayoría de nosotros."

    Heidi le devolvió la foto.

    "¿De verdad crees que me parezco a ella?" Preguntó Alicia.

    "Mírate, es obvio."

    "¿Crees que parezco una estrella de cine?"

    "No," dijo Heidi pensativamente. "Creo que te pareces a su atormentantemente hermosa hija espía. Tienes un brillo diferente en los ojos, como si tuvieras un motivo ulterior. Tú no estás tan interesada en causar una buena impresión en la gente como ella," sonrió.

    "Tal vez tenga un motivo ulterior. Eso es bastante halagador, pero, en serio."

    "Oh, ¿qué, necesitas que te diga a qué te pareces? Tú eres una chica inteligente."

    "Entonces, ¿soy follable?"

    "Ciertamente Nick cree que sí."

    "¿Qué?" Alicia no esperaba eso.

    "Te estabas besuqueando con él en la cocina de su casa la otra semana."

    Maldita sea, ¿cómo diablos sabía Heidi eso?, se preguntó. Como si Alicia necesitara algo más para complicar las cosas.

    "¿Besuqueando?" dijo sarcásticamente. "Fue un estúpido beso. Fue algo espontáneo y no volverá a suceder. Él es un tío majo, pero es un idiota y pésimo besando."

    "Maldita sea, Alicia. Hablaba de ti como si estuviera enamorado, no deberías jugar así con la gente."

    "Me besó él, al minuto estábamos hablando y al siguiente, bam. Me sorprendió, me llevó unos instantes interrumpirlo, eso es todo."

    "Oh..." Heidi pareció convenientemente regañada. "Él no suele ser así, él debería haberlo hecho. Lo siento, tendré que reprenderle."

    "Soy mayorcita, puedo cuidarme sola. ¿Qué te importa a ti, de todos modos?"

    "Tú eres mi amiga, él es mi amigo. Pero tienes razón, no es asunto mío."

    "Heidi, yo..." comenzó, pero Heidi la estaba mirando tan intensamente de nuevo, con sus grandes y pálidos ojos interrogantes que no pudo decir lo que quería. "Suenas como si estuvieras celosa, en realidad." Alicia lo revirtió con su antiguo truco.

    "Anda ya. Nick es como un hermano para mí."

    "Entonces quizá es que estás celosa de él," Alicia la miró con aire de suficiencia. "Me quieres toda para ti, ¿a qué sí?"

    "Solo me siento protectora contigo," Heidi le dio la espalda con el ceño fruncido y Alicia lamentó haberla degradado.

    "Lo siento, no quiero hacer que te sientas mal. Me gusta que cuides de mí, no quiero que pares."

    "¿Es por él que no quieres salir esta noche? Dudo que él esté allí siquiera."

    "Eso no tiene nada que ver con él." Alicia buscó un tema diferente. "Visité la tumba de papá hoy, en realidad. Hablé con ella, fue extraño. Siempre pensé que él querría ser esparcido al viento. Él era un poco como tú, no en la escena religiosa entera, pero cuando estuve hablando con él, tuve la extraña sensación de que probablemente él lo había hecho por mí, para tener un lugar que visitar y verle."

    "Eso es algo genial. ¿Te sentiste mejor después de hablar con él?"

    "Un poco, sí. Probablemente pienses que estoy chiflada, una especie de conversa."

    "Para nada. Yo aún hablo con la tumba de mi madre a veces."

    "¿Oh?" Alicia quedó muy sorprendida por esto. "Crees en los poderes divinos después de todo," dijo tempestuosamente.

    "No. No de la forma en que otros lo hacen. Yo tengo la sensación de que hay un montón de cosas en acción que no entendemos y que, en nuestra etapa de evolución, sólo podemos tener una vaga idea."

    "Fuerzas, sí," musitó Alicia. "¿Y cómo crees que funcionan estas fuerzas?"

    "Yo no fingiría que lo sé. Mi mamá y yo tuvimos algunas conversaciones extrañas hacia el final sobre extraterrestres. Le conté mis idas sobre el escenario de la pecera y ella trabajó con los suyos sobre que nuestras supuestas influencias divinas del pasado podrían haber sido extraterrestres. Ofreció la posibilidad de que el llamado Jardín del Edén fuese en realidad otro planeta. Divino y alienígena no son conceptos tan diferentes y fue agradable encontrar un nivel en el que pudiéramos llegar a una tierra vagamente común."

    "¿¡Extraterrestres!? Eso no me suena muy terrestre," rió Alicia, pero se sintió bizarramente reconfortada.

    "No, como he dicho, hay algo ahí fuera. Pero es bastante agradable pensar que esos seres en los que pensamos como Dioses pudieran ser seres reales, extraterrestres o extradimensionales, que solo están monitoreando nuestro progreso. O la ausencia del mismo según pueda ser el caso."

    "¡Nada de eso es simple! Aunque me gusta."

    "Mm, cuando tuvimos esas conversaciones, mamá iba drogada y volaba más que una cometa la mayor parte del tiempo, así que era mucho más flexible sobre sus creencias, y creo que ambas estábamos desesperadas por encontrar algo en lo que estar de acuerdo. Fue agradable."

    "¿Sobre qué tipo de cosas discutíais antes de que ella enfermara?" A Alicia le gustaba oír cosas sobre la vida de Heidi con su madre, esto la consolaba de una manera que no podía entender. Quizá porque ella misma no las había tenido con la suya.

    "Comida, alcohol, adicción, suicidio, relaciones raciales, sexualidad, roles de género, ciencia, política; la lista sigue y sigue."

    "¿Discutías sobre sexualidad con ella?" Eso había llamado la atención de Alicia.

    "Sí, ella llegaba a ser bastante homofóbica; bueno, con prejuicios en general, en realidad, y eso me cabreaba. Yo aprovechaba todas las ventajas que podía para hacerla ver las cosas a mi manera o, más exactamente, a la manera en que había aprendido a ver las cosas desde mi educación y mi constante exposición al cine, la televisión y los medios de comunicación. No estaba bien que una persona tan inteligente como mamá fuese tan estrecha de mente. Con el tiempo, sus actitudes comenzaron a cambiar, ella se sentía más cómoda con ciertas ideas. No temía admitir que le encantaba Elton John y Freddy Mercury," se rió Heidi. "¿Cómo fue en comparación con tu padre?"

    "Ah, bueno, posiblemente todo lo contrario. Mi padre siempre estaba intentando hacerme apreciar y ver las cosas a su manera. Eso era exasperante, pero al final me benefició, me siento mejor persona por ello. Como probablemente tu madre se convirtió en una mejor persona gracias a ti. No lo entiendo, ¿cómo te las arreglas para mantener tu eestado?"

    "¿Qué estado?"

    "Debe de haber ido algo mal contigo. Se supone que los ángeles durmientes no existen."

    "Yo no soy un ángel," suspiró Heidi. "¿Sabes?, una de las primeras etapas por las que pasé después de dejar de creer en Dios fue vender mi alma al diablo."

    "¡¿Qué?!"

    "Oh, sí. Puede sonar contraintuitivo, pero necesitaba tanto creer en algo, pertenecer a algo, y la evidencia del poder de la oscuridad yacía a mi alrededor. Durante mucho tiempo pensé que era por mí que mi madre había enfermado, a veces deseaba que estuviera muerta. Y luego Paul, mi acosador, yo..." Heidi se detuvo y Alicia la miró. Ella negó con la cabeza con tristeza. "Ese tipo de cosas nunca desaparecen, todavía tengo una consciencia. Sospecho que aún creo que las «fuerzas» pueden operar de este modo, que las intenciones pueden influir en los resultados físicos. Intento no pensar en ello, me desconecto activamente de tener malos pensamientos sobre las personas porque creo firmemente en el poder de la intención. Aunque no afecte al mundo externo, definitivamente afecta al interno. Necesito mantener el control o terminaré lastimáandome a mí misma o otra persona."

    "Así que así es como lo haces: culpa. Hmm, tiene sentido. Pero eso no cambia tu estado, un ángel durmiente en forma humana. Ellos no sabrían lo que eran hasta que llegara el momento adecuado, pero como tú, tendrían sentimientos sobre las cosas." Alicia hizo una pausa pensativa. "Así que, lo del acosador lo puedo entender, y sin duda se merecía todo lo que recibió. Pero dime de nuevo por qué odiabas tanto a tu madre."

    "Es difícil de explicar," Heidi frunció el ceño. "Es difícil incluso para mí entenderlo con el beneficio de la retrospectiva. Supongo que fue una combinación letal de muchas cosas. El inicio de la pubertad y la necesidad de rebelarme contra algo; la abrumadora sensación de pérdida de que todo lo que pensaba que era verdad, no lo era; un deseo de recuperar el control de un muy confuso y amenazante entorno. Yo confiaba en mamá, ella era mi mundo. Darme cuenta de que ella estaba equivocada en todo o simplemente mintiendo fue un enorme golpe emocional."

    "Cuando lo pones así, tiene sentido. Pero terminaste en buenos términos con ella al final, ¿verdad?"

    "Sí, lo resolvimos peleando, a veces es la mejor manera, o la única manera. La pubertad fue una putada."

    "Ojalá tu mamá, tú, mi papá y yo pudiéramos haber tenido una conversación juntos cuando todos estábamos en la cima de nuestra comprensión e iluminación. Eso habría sido una escena interesante."

    "Con tu imaginación probablemente podrías recrearla tú misma. Deberías escribir algo."

    "Sí," asintió Alicia aún sonriendo. "Tú haces funcionar mi cerebro. En serio, tu madre suena a buena gente. Creo que me habría gustado conocerla."

    "Yo creo que me habría gustado conocer a tu papá."

    "Estoy bastante segura de que cuando él todavía estaba en su sano juicio, vosotros dos os habríais llevado bien."

    "Ey, ¿no hubiera sido extraño que mi mamá y tu papá hubieran acabado juntos?"

    "Oh... Los dos polos opuestos del grupo. Joder, sí, eso habría sido extraño y no una idea que se me hubiera ocurrido, pero, guao. Y egh... podríamos haber sido hermanastras."

    "¿Eh? Maldita sea, eso es bastante insultante. Aunque supongo que somos un poco cavernícolas para ti."

    "Qué humildad, Heidi. Venga ya, probablemente eres la persona más estimulante intelectualmente que he conocido. También entiendo de dónde vienes sobre el tema de la pubertad. Sabes, los psicólogos dicen que la pubertad es comparable a la locura legal."

    "Mm," asintió Heidi. "Sí, locura seguro. ¿Fue entonces cuando tú dejaste de comer?"

    "Sí, tenía catorce años. No me diagnosticaron TLP hasta los 17. Ya me habían recetado varios medicamentos diferentes y casi había superado el trastorno alimentario para entonces, pero no fue hasta mi diagnóstico límite y terapia de grupo que comencé de verdad a entenderme a mí misma y a mejorar en mayor medida. Un montón de gente critican el sistema de salud mental de este país, pero mi experiencia con él ha sido buena, probablemente porque yo estaba al menos parcialmente dispuesta a aceptar que tenía problemas. Es perturbador imaginar en qué estado podría estar ahora si no hubiera tenido esa ayuda. ¿Cuál es el problema con tu TOC, tuviste terapia para eso?"

    "Tuve algunas sesiones de consulta poco después de la muerte de mamá, cuando el TOC estaba en su peor momento, y vi a un psiquiatra algunas veces. Eso no me funcionó, principalmente porque me recetaron un medicamento desagradable llamado clomipramina y los efectos secundarios fueron impactantes. Así que resolví lidiar con ello a mi manera, aprendí todo lo que pude al respecto, comencé a hablar por Internet con con pacientes. Encontré una manera de mantener los síntomas al mínimo sin medicamentos ni doctores. No es un método que funcione para muchas personas, pero supongo que mis síntomas no eran tan agudos como los de algunos."

    "¿Te has autoanalizado? ¿Has descubierto por qué lo tienes?"

    "No de modo preciso. ¿Y tú?"

    "Yo puede que haya identificado algunas influencias de los factores, pero no, tampoco de modo preciso. Dicen que hay un gran componente genético con el TLP. Eso me hace pensar en mi madre."

    "¿Recuerdas cuando ella murió?"

    "Mm. Recuerdo que desapareció de mi vida casi al mismo tiempo que yo comenzaba el colegio. Estoy segura de que mi padre me explicó que ella había muerto, pero yo no entendía completamente lo que eso significaba por aquel entonces. No recuerdo haber ido a un funeral, aunque debí de haberlo hecho. Ella siempre estaba allí, y luego ya no. Yo solía ​​tener conversaciones imaginarias con ella en las que intentaba obtener respuestas sobre por qué se había ido, y recuerdo haber pensado por un tiempo que, si me iba bien en el colegio, entonces ella estaría feliz y volvería. Es muy jodido mirar atrás."

    "Ni siquiera puedo imaginar lo horrible que sería eso para una niña de cinco años."

    "Ey, al menos ahora sé que mi madre no me dejó por elección. Tu padre por otro lado..."

    "Guao," Heidi la miró fijamente, había diversión en sus ojos. "Estoy constantemente impresionada con tu capacidad para darle la vuelta a las cosas y hacer afirmaciones controvertidas."

    "Gracias. Yo encuentro impresionante que esto no te moleste en absoluto."

    "No dejes que mi cara te engañe, me molesta. Pero yo nunca le conocí, así que... Además, ni siquiera estoy segura de que sea mi verdadero padre."

    "Lo que quise decir es que me gusta que no te ofendas con mis comentarios. Pero esa es una noticia interesante, ¿crees que él no es tu padre?"

    "Bueno," Heidi se encogió de hombros. "Debe de haber una buena razón para que se marchara cuando lo hizo, justo después de que yo naciera."

    "No jodas... Guao. Eso es un escándalo."

    "Tuve tiempo para pensar en muchas posibilidades diferentes. Se lo mencioné a Gin una vez. Ella no cree que sea probable que mamá le hubiera engañado, y ella le conocía mejor. Gin cree que su matrimonio estaba en problemas mucho antes de que yo naciera, que él no quería tener más hijos. Lo cual es un insulto en sí mismo y plantea la pregunta: ¿por qué tuvo uno con otra mujer? Quizá simplemente no quería más niñas."

    "Eso te duele," dijo Alicia mirando la expresión de Heidi. "Podrías hacerte una prueba de ADN. No necesitarías una muestra de tu padre, solo una de tus hermanas. ¿Nunca le preguntaste a tu madre sobre esto antes de su muerte?"

    "No. Yo estaba más preocupada por otras cosas por aquel entonces. Y después de que ella enfermara, nunca tuve el coraje," hizo una pausa. "Yo tuve un padre cariñoso como tú, de una manera diferente, pero aún así."

    "Si él fuese una persona decente y te conociera, estaría jodidamente orgulloso de tener descendencia como tú."

    Heidi sonrió para sí misma.

    "¿Sabes?, puedes ser muy dulce cuando quieres," dijo.

    "¿Quieres otra?" Alicia señaló con la cabeza el vaso vacío de Heidi.

    "No, gracias, mejor me voy y no quiero sobrepasar el límite."

    "¿Te marchas?" Alicia no quería que lo hiciera.

    "Tengo que hacer aparición, me esperan."

    Alicia sintió la incómoda necesidad de rogarle que se quedara, sin duda un impulso del que se arrepentiría más tarde, así que no actuó en consecuencia.

    "Gracias por pasarte un rato, de todos modos," dijo.

    "Ven conmigo. No tienes que quedarte si lo odias."

    "Nah."

    "¿Estás segura de que no es por lo que pasó con Nick?"

    "Estoy segura." Quiero estar a solas contigo, tonta del culo.

    Alicia la vio marcharse con pesar. ¿Y si se enganchaba ella con alguien esta noche? ¿Y si conocía a alguien que le gustara? ¿Y si...? Oh, no.

    "¿Hay alguien en particular a quien quieras ver esta noche?" Alicia no pudo evitar preguntar.

    "En realidad, no," Heidi le lanzó una mirada extraña. "Probablemente no me quedaré mucho tiempo. Es solo que dije que estaría allí y no me gusta no cumplir. ¿A qué hora es tu cita por la mañana?"

    "8:30." Alicia la siguió hasta su coche.

    "¿Te veré en la biblioteca después?"

    "Ajá."

    "Bien," sonrió Heidi. "Almorzaremos juntas, ¿no?"

    "Mm." Alicia tuvo miedo de abrir la boca por si decía algo inapropiado. Le dolía el pecho mientras veía a Heidi subirse al coche. "Pasa una buena noche," consiguió decir.

Capítulo 5

    El primer domingo de octubre se sentaron juntas a su mesa habitual. A Heidi le gustaba que ahora se sintieran cómodas en la compañía de la otra, aunque había aprisionado profundamente el alcance de sus sentimientos por Alicia. Donde estaban sentadas, su vecina más cercana, una lugareña llamada Margaret, estaba sentada a varias mesas de distancia. Heidi casi había terminado su último artículo y estaba ansiosa por terminarlo y pasar a un nuevo tema.

    Después de que Heidi se marchara la noche anterior, Alicia había soñado con ella durante toda la noche. Las imágenes aún seguían con mucho peso en sus pensamientos y, una vez más, ella tenía problemas para mantener los ojos en la página. Heidi no parecía haber llegado demasiado tarde anoche, pero en realidad nunca lo hacía. Alicia se sentíia muy tentada a interrogarla por ello. Hoy Heidi vestía una camisa negra con cuello en V, el cabello le caía suelto alrededor de los hombros, gotitas plateadas colgaban de sus orejas. Estaba hermosa y, como de costumbre, completamente concentrada en su trabajo.

    "¿Alguna vez te han dado unos azotes?" Alicia no pudo evitarlo.

    "¡¿Qué?!" farfulló Heidi y la miró sorprendida, con el bolígrafo flotando sobre el cuaderno.

    "¿Alguna vez te han dado unas palmadas en las nalgas?" La voz y la mirada de Alicia eran inquebrantables.

    "¿Por qué querrías tú...? De verdad lo pasas en grande sorprendiéndome, ¿no?"

    "Oh, venga ya, Heidi. Apuesto a que debajo de ese exterior tranquilo y sereno, en realidad eres un poco pervertida." Alicia quería desesperadamente saber si Heidi era una persona sexual.

    Heidi abrió y cerró la boca un par de veces, incapaz de pensar en una respuesta adecuada. Los últimos fines de semana que habían estado juntas, los comentarios de Alicia se habían vuelto cada vez más directos. La resolución de Heidi se estaba poniendo a prueba y toda diversión inicial con las burlas había desaparecido. Alicia estaba jugando con ella, estaba en uno de sus estados de ánimo y disfrutaba ver a Heidi sonrojarse. Maldita sea, pensó Heidi, no le daré esa satisfacción, hoy no. Volvió a mirar sus notas.

    "No es absolutamente de tu incumbencia. Deja de intentar provocarme."

    "De acuerdo, pregunta más fácil. ¿Alguna vez has estado con una mujer?"

    "¡Jesús!" Heidi no podía mirarla a los ojos y sintió ganas de hundirse en el suelo. Alicia obviamente sabía cómo se sentía y Heidi no podía entender por qué insistía en torturarla. "¿Quieres callarte? Deja de intentar meterte conmigo y vuelve a tu libro."

    "Entonces es que no... Pero quieres." Alicia asintió ante la vergüenza de Heidi. "Sí, puedo verlo en esos ojos azul celeste tuyos. No eres tan inocente después de todo," dijo satisfecha de sí misma.

    "Eres tan jodidamente inmadura a veces."

    "Y tu estás sexy cuando te avergüenzas. Mm, nunca te he deseado más," sonrió, estaba disfrutando con esto completamente.

    "Basta. Dios, ¿qué te pasa hoy? ¿Te has saltado la medicación?"

    "¿Alguna vez te has preguntado cómo sería ser follada con un strap-on?"

    "¡¿Qué coño?! ¡Por amor de Dios, por favor, basta!"

    Alicia se inclinó muy cerca y le susurró al oído.

    "¿Y si no estoy jugando contigo?"

    Heidi se levantó rápidamente, su paciencia se había agotado. Tendría que decir algo, intentar que Alicia lo entendiera adecuadamente. La agarró del brazo y la arrastró hacia el baño de incapacitados, pidiéndole a Margaret que vigilara sus cosas al pasar junto a esta. Metió a Alicia en el cubículo, se volvió hacia ella y se soltó.

    "Tienes que dejar de hacer esto, Alicia, yo no soy tan chistosa como crees. Lo único que quiero es trabajar un poco y te estás pasando de la raya, me estás empezando a joder la cabeza sin piedad. Solo puedo asumir que estás llegando tan lejos porque no te sientes cien por ciento estable en este momento, así que voy a intentar ser tolerante, pero estoy empezando a cabrearme mucho. ¿Qué demonios te he hecho para merecer esto? Te voy a pedir una vez más que, por favor, por favor, me des un descanso, esto ya no es bonito, esto está rayando el acoso." Miró fríamente a los ojos grises de Alicia y la otra chica se sintió apropiadamente aguijoneada por sus palabras. Alicia se quedó allí mirando a la puerta detrás de Heidi sin querer mirarla a los ojos.

    Heidi tenía razón, pensó Alicia, ya había ido demasiado lejos. Era hora de decir algo real, de correr el riesgo que había estado evitando. Quizá Heidi no sintiera lo mismo, pero era poco probable que Alicia la perdiera. Se encogió, respiró hondo y habló, aún evitando los ojos de Heidi.

    "Bien. Vale. La cosa es que," comenzó Alicia con voz temblorosa. "Estoy siendo de este modo... estoy tratando de decírte, de la manera más estúpida e inmadura, sí, pero estoy tratando de expresar que..." Heidi frunció el ceño mientras Alicia mantenía los ojos en la pared y dejaba la frase suspendida durante varios segundos. "Que me gustas. Un montón," terminó con dificultad.

    "¿Qué?" El corazón de Heidi le martilleaba dentro del pecho. No podía saber si aquello era solo otro nivel del plan de tortura de Alicia.

    "Tú crees que estoy intentando liarte la cabeza." Alicia estaba teniendo problemas para mantener la calma en sus palabras. "Eso es culpa mía, tenía miedo de que si te lo decía directamente o dejaba en claro sin más que me gustas, eso acabara haciéndome daño. ¿Cómo es posible que alguien como tú me quiera a cambio? Todo esto me hace sentir como si tuviera diez años otra vez y mi primer flechazo en la escuela primaria."

    Heidi la observó decir estas palabras con los ojos entornados y la boca ligeramente abierta; Alicia parecía genuina.

    "Lamento que hayas tenido la impresión de que estaba jugando contigo. Lo último que quería era hacerte sentir mal de alguna manera, siendo una persona de lo más adorable. Es que yo nunca me había sentido así antes, no sé cómo lidiar con eso."

    "¿Estás yendo en serio?" logró preguntar Heidi.

    "Sí," Alicia finalmente la miró a los ojos. "Y lo he repasado una y otra vez en mi cabeza y no creo que estos sentimientos sean solo un síntoma de mi enfermedad o aflicción, ni mucho menos, aunque mi estrategia de afrontamiento ha sido terrible." Tragó como si tuviera un nudo en la garganta. "Pero creo que necesito mucho saberlo ahora, ¿todavía quieres que te deje en paz o hay alguna vaga posibilidad de que quizá tú puedas sentir algo por mí también?"

    "Entonces..." El corazón de Heidi se aceleró. "Si yo fuese a besarte, ¿no te importaría?" preguntó nerviosamente.

    Alicia bajó los ojos desde los de Heidi hacia sus labios y se lamió sus propios labios como si no pudiera pensar en otra cosa que prefiriera hacer en ese momento que ser besada. Ella estaba dejándolo muy claro, quería eso y Heidi no pudo reprimirse más. Puso tentativamente sus manos en las caderas de Alicia y atrapó sus labios con los suyos. La besó tiernamente, pensando que, en cualquier momento, Alicia se apartaría y se reiría. Pero Alicia le devolvió el beso, moviendo la boca ante la de Heidi. La corriente, el calor que se extendía desde el punto de encuentro de los labios de ambas era diferente a todo lo que Heidi había sentido. ¿Estaba sucediendo aquello de verdad? Heidi retrocedió, miró a Alicia a los ojos y vio deseo allí. La otra chica estaba temblando y su pecho palpitaba. Heidi presionó sus labios contra los de Alicia de nuevo, esta vez con mayor profundidad, con la lengua buscando la de Alicia y curvándose alrededor de esta. Durante un período de tiempo indeterminado, Heidi abandonó el planeta.

    Cuando sus bocas se encontraron, Alicia pensó que su pecho iba a explotar. El beso era mucho mejor de lo que había imaginado, Heidi era suave y cálida y sus labios estaban tirando de una innegable cuerda desde su cabeza hasta su corazón y luego extendiéndose entre sus piernas. Toda inhibición que había tenido se derritió y ella enpujó el cuerpo de Heidi con el suyo, arrinconándola contra la pared. Sus manos siguieron el rastro de Heidi desde el cuello hasta la cintura.

    "Oh, Dios," murmuró Alicia en la piel de Heidi y subió las manos dentro de la camisa de su amiga. "Llevo queriendo follarte desde hace tanto tiempo que me quedo sentada allí a veces leyendo sin asimilar una sola palabra, solo pensando en estar entre tus piernas, dentro de ti. Joder, sentirte es increíble."

    Heidi jadeó ante la electricidad que sentía por el tacto de Alicia y sus palabras. Estaba teniendo problemas para respirar sin gemir mientras la chica le acariciaba los pechos a través del sostén. Oh, Dios... Campanas de advertencia sonaron en su cabeza. Esto no puede suceder aquí, pensó. Con gran dificultad separó de nuevo la boca de la de Alicia y le retiró las manos de debajo de su camisa.

    A Alicia se le cayó el corazón a los pies, dio un paso atrás y miró a Heidi mientras las manos le caían a los lados y la cara se sonrojaba.

    "¿No quieres?" preguntó ella desesperada.

    "Quiero. Muchísimo," dijo Heidi con voz ronca y Alicia se inclinó delante para besarla de nuevo. "Para."

    "¿Por qué? Heidi, te necesito. He esperado tanto tiempo." Alicia estaba a punto de suplicar y Heidi encontró esto tan excitante que casi se rindió allí y entonces.

    "No podemos hacer esto aquí, es inapropiado. Hay gente justo fuera de la puerta y estamos en el cubículo de un retrete, no se puede chillar alto," defendió su caso.

    Alicia se recompuso un poco ante eso.

    "Tienes razón," dijo ella enderezándose, "lo siento."

    "Tranquila, no lo sientas. Yo sólo..." Heidi titubeó en busca de las palabras adecuadas. "Me estás dejando muy mojada y este es el peor lugar. Siento que todos van a enterarse. Y... no sé si tú estás segura de esto o no." Definitivamente, aquel no era el modo en que se había imaginado que resultaría el día, su atracción hacia Alicia era algo que se figuraba que permanecería reprimida como con todos sus flechazos con chicas. No había considerado seriamente la posibilidad de que los sugerentes comentarios de Alicia significaran que sentía lo mismo. Heidi no estaba segura de cómo proceder, excepto que sabía que ese no era un buen lugar.

    "Estoy tan segura," dijo Alicia recorriendo el cuerpo de Heidi con los ojos llenos de nostalgia. "¿Estás mojada? Joder, yo también. Maldita sea, eso pone tan caliente, saberlo." Se frotó las manos en las caderas para tratar de mantenerlas en ella. "¡Ah!" Alicia casi gritó de frustración. "¿No podemos ir a alguna parte? ¿Por favor, Heidi? Ahora que esto ha salido por fin, no sé cuánto tiempo puedo aguantar no tocáandote sin perder la cabeza por completo."

    "¿Has estado alguna vez con una mujer antes?" preguntó Heidi con curiosidad.

    "No. ¿Y tú?" Heidi negó lentamente con la cabeza y Alicia continuó. "Pero yo no deseo a cualquier mujer, te deseo a ti. Me has estado volviendo loca las últimas semanas. Yo podría hacerte sentir mejor que cualquier tío, estoy segura, seré cariñosa contigo. Y sé de lo que son capaces tus manos. Te quiero, Heidi. ¿Vienes a casa conmigo? Ahora mismo."

    Cuanto más hablaba Alicia, más se excitaba Heidi. Ella se había quedado mirando fascinada.

    "Quieres mucho esto de verdad," dijo Heidi.

    "He estado pensando en esto un montón."

    "¿Y qué pasa si nos encontramos a solas y no sabemos lo que hacer?"

    "Que le follen a eso, no me importa, solo deseo tenerte desnuda."

    Aunque Heidi tenía cierta incertidumbre, por primera vez en su vida quiso rendirse, ceder el control a la hermosa chica que había capturado su corazón. Alicia parecía no tener dudas al respecto y Heidi encontraba en ello una masiva excitación. Accedió fácilmente y, tras recoger sus cosas, salieron de la biblioteca.

    Alicia logró mantener sus manos para sí misma hasta que llegaron al coche de Heidi y esta subió al volante, luego su mano fue directa bajo la camisa y comenzó a acariciar la piel de la espalda de Heidi, no podía tener suficiente de la sensación del cuerpo de Heidi.

    Por mucho que Heidi quería tener las manos sobre Alicia, no le apetecía morir hoy.

    "Contrólate o vas a hacer que tengamos un accidente antes de tener la oportunidad de hacer nada." Eso era verdad, los dedos de Heidi estaban temblando al volante y la concentración en la carretera era peligrosamente escasa.

    "Iremos a mi casa, está más cerca," dijo Alicia con certeza y, después de lo que pareció una eternidad, Heidi se detuvo en el camino de entrada de la casa de Alicia y entraron deshaciéndose de sus abrigos y zapatos.

    "¿Puedo besarte ahora?" Dijo Alicia mirándola a los ojos, pero no esperó a que respondiera, se abalanzó sobre ella.

    La preocupación de Heidi sobre cómo proceder estaba claramente injustificada; Alicia fue contundente, retomó su posición empujando a Heidi contra la pared y besándola en profundidad ahora que por fin sentía que podía. Sus manos se desesperaban por explorar su cuerpo.

    "¿Dónde está el dormitorio?" Preguntó Heidi. Si iban a hacer esto, ella quería hacerlo correctamente. Alicia la llevó de la mano a un gran dormitorio doble y, después de otro largo beso, dio un paso atrás y la examinó.

    "Quítate la ropa. Quiero verte," dijo y Heidi se desnudó obedientemente hasta quedar en ropa interior. Había esperado que Alicia hiciera lo mismo, pero la otra chica se limitó a observar con abierta hambre.

    "Guao, mírate. Que me jodan, eres perfecta," Alicia apenas podía creer que aquello fuese suyo para tocarlo. Necesitaba saborear la visión por unos momentos.

    Heidi ladeó la cabeza y extendió la mano para desabrochar la camisa de Alicia.

    "Todavía no," dijo Alicia agarrándola de las manos. "Solo déjame..." su voz murió y ella se acercó un paso. Estaba temblando, pero también lo estaba Heidi, por lo que no estaba avergonzada y sí aún más excitada por la evidencia de su efecto mutuo. Con los labios en los de Heidi, le desabrochó el sujetador y se lo quitó. Deslizó las manos arriba y abajo de la piel desnuda de Heidi con absoluto asombro. Sus pechos eran tan perfectos, sus pezones se endurecían como si suplicaran ser lamidos. Alicia se abrió camino a besos por su cuello y clavícula y luego pegó su boca a un pezón. Con las manos de Heidi enterradas en su cabello, Alicia chupó con avidez y escuchó las bruscas inhalaciones en respuesta. La sensación de envolver los pezones de Heidi con la boca y el sonido de respuesta era casi demasiado para Alicia, el latido entre sus piernas se intensificó. Aquello estaba sucediendo.

    "Túmbate en la cama," le dijo. Heidi se sorprendió por el exigente trato de Alicia, pero estaba demasiado interesada como para protestar. Hizo lo que le decía y Alicia por fin se quitó la camisa y la falda y se acostó a su lado sin apartar la vista de Heidi por temor a que esta desapareciera. Sus manos volvieron directamente a los pechos de Heidi y sus ojos grises la miraron con lujuria. "Eres una chica sucia, ¿verdad?"

    "No, soy una buena chica."

    "Mm, ¿entonces te estoy corrompiendo?"

    "Sí. Eres horrible, un demonio."

    "Mi ángel," suspiró Alicia y se abrió camino a besos por el cuerpo de Heidi, quitándole la ropa interior con impaciencia. Sintió las manos de Heidi agarrando sus propios pechos y Alicia las apartó. "¡Detente! Quiero hacerte cosas primero. No tienes permitido tocarme todavía, si lo haces, me lanzarás un hechizo con esas manos. Ya tendrás tu oportunidad." Sintió algo parecido al dolor en el pecho. "Necesito hacerte sentir bien." Pasó la palma y los dedos suavemente por el bien arreglado vello entre las piernas de Heidi. "¿No quieres que te haga sentir bien?"

    "Me siento bien."

    "Podemos mejorarlo."

    "¿Qué vas a hacer?" preguntó Heidi dócilmente, el estilo vocal de Alicia era provocativo.

    "Estás obsesionada con mantener el control. Voy a tomar el control de ti. No te preocupes, Heidi, seré muy cariñosa." Sonrió con malicia y separó las piernas de Heidi. Podía oler el aroma de la excitación de Heidi, era tentador. Solo de pensar que era ella la responsable de esta le daba vueltas la cabeza. "¿Confías en mí?" preguntó sintiendo la vulnerabilidad de Heidi.

    "No."

    "No te haré daño. Voy a meterte los dedos dentro de ti ahora. Primero uno, luego dos, luego tres. Siempre y cuando te parezca bien."

    "Eres una charlatana." A Heidi le gustó. "¿Vas a narrar todo esto?"

    "Tal vez lo haga. ¿Tienes algún problema con eso?" Alicia pasó los dedos por la resbaladiza y tensa piel en la entrada de la vagina de Heidi y la observó jadear en respuesta.

    "No," dijo Heidi con voz ronca, "no hay problema." Se impulsó hacia la mano de Alicia y gimió cuando esta le deslizó uno, luego dos de sus dedos dentro. Estaba bien lubricada, el movimiento era suave, fácil, pero Alicia la sintió tensarse alrededor de sus intrusivos dedos. Empujó dentro un tercer dedo y comenzó un cariñoso ritmo. Le tomó a Alicia unos momentos de perpleja conmoción silenciosa ante la sensación antes de que por fin lograra verbalizar sus sentimientos.

    "Oh, Dios mío, sentirte es increíble. Sí que te gusto mucho, ¿verdad?" Observaba a Heidi gemir y retorcerse; más aún por la posibilidad de que Heidi no fuese una persona sexual. "No puedo creer que me estés dejando hacer esto. La chica más hermosa que he conocido nunca dejándome entrar en ella así. Tú, Heidi. ¿Te gusta esto?"

    Heidi tenía genuinas dificultades para responder con palabras, pero lo logró eventualmente.

    "Sí. Sí."

    "Eres tan estrecha, eres una buena chica, ¿verdad? ¿Lo quieres más rápido?"

    "Sí," jadeó Heidi y Alicia aceleró su ritmo.

    "Nunca te había visto tan hermosa, joder, esta es la sensación más increíble de mi vida. Mi ángel. Eres mía ahora. ¿Te gusto follándote?" A Alicia estaba adorando absolutamente el acto, pero quería más, quería saber que este hermoso ángel era completamente suyo, necesitaba saberlo. "¿Te gusto dentro de ti, Heidi?" repitió.

    "Si."

    "Dime que lo quieres. Dime que eres mía."

    "Lo quiero... soy tuya..." respondió Heidi con dificultad, no quería que Alicia dejara de hablar. Los dedos de los pies se curvaron enterráandose en las sábanas y ella se ancló por fuera de la cama mientras Alicia ardía en su cerebro y en su carne. Sensaciones viscerales habían tomado el control completamente.

    "En cuanto te toque el clítoris te vas a correr, ¿verdad? ¿Quieres que te corras? Sí, tú lo quieres. Pero yo quiero que te corras en mi lengua, no mi en mano."

    "Oh, joder." A Heidi le gustó mucho esa idea y vio a Alicia colocarse en posición y bajar la cabeza, apenas interrumpiendo el ritmo de sus dedos. La sensación que Heidi sintió cuando Alicia posó la lengua en su gritante clítoris fue tan poderosa que Heidi chilló y enterró las manos en el sedoso cabello de Alicia. No podría aguantar mucho tiempo a aquel ritmo y cuando Alicia comenzó de verdad a chuparle el clítoris, sondeando su punto G con la lengua flexionada, su clímax se construyó rápidamente y luego explotó meciéndose a través de ella. Ella se aferró desesperadamente a la cabeza de Alicia, empujándola dentro de ella. Fue el orgasmo más poderoso que jamás había tenido y parecía llegar en oleadas interminables.

    Cuando estas remitieron, ella relajó su arqueado cuerpo sobre las sábanas. Alicia apartó los dedos de ella y los siguió una ráfaga de cálida humedad. Heidi la sentía, no podía detenerla.

    "Oh, guao, te ha gustado eso, ¿verdad? No te muevas, te voy a limpiar." Y mientras Heidi yacía tratando de recuperar la compostura, sintió que la lengua de Alicia lamía sus jugos, abriéndose camino dentro de sus sensibles pliegues. Había alcanzado el orgasmo muy rápido y esperaba desesperadamente que aquella no fuese la única oportunidad que tuviera, pero no podía permitir que Alicia estuviera ahí abajo por mucho tiempo o aquello iba a volver a ir todo encima de ella demasiado pronto.

    "Vale, suficiente," dijo Heidi y tiró de Alicia hacia arriba para saborearse a ella misma en sus labios.

    "Pero no lo he limpiado todo," protestó Alicia. La sensación de pura alegría de tener a Heidi empujándole la cara hacia ella de ese modo había sido abrumadora y quería cosechar las recompensas.

    "Si continúas, querré correrme otra vez."

    "Bien. Me gusta tener tus manos en mi nuca."

    "Lo siento," Heidi respiraba con más facilidad ahora. "Perdí el control. No debería haberte agarrado así."

    "Eso ha sido lo más asombroso que me ha pasado. Déjame seguir, ¿porfa?"

    "Pero ahora es mi turno. Como prometiste." Heidi la tumbó de un empujón y se sentó a horcajadas sobre ella, bajando la vista hacia su hermoso rostro.

    "Debo advertirte, mis pechos están muy, muy sensibles en este momento."

    "¿Ah, sí, premenstrual?"

    "Es bueno estar en la cama con alguien que entiende estas cosas," se rió Alicia.

    "El caso es que creo que eso solo implica que merecen una atención extra especial." Heidi comenzó a pasarle suavemente los dedos por los pechos y los pezones de Alicia se endurecieron de inmediato aún más de lo que habían estado, Su expresión cambió a una de intensidad, no muy diferente al dolor. "¿Te estoy haciendo daño?"

    "No. No, me siento como en el cielo."

    Heidi continuó con el cosquilleo y luego cambió a unas caricias un poco más fuertes, arrastrando los dedos contra los pezones de Alicia, y sintió que sus caderas se movían hacia arriba y hacia su desnudez. Esto estaba sucediendo en realidad, tenía a la chica, la hermosa lectora de la biblioteca, debajo de ella. Alicia estaba tan perfecta en esos momentos, ojos grises mirando a Heidi con lujuriosa vulnerabilidad. Heidi se inclinó y comenzó a mover la lengua sobre un pezón oscuro y rígido, tiró suavemente de este entre los labios, luego lo envolvió con la boca y lo chupó, haciendo girar la lengua alrededor de su dureza.

    Alicia nunca había sentido nada tan suave y, aún así, poderoso y eléctrico, en su vida. Sintió estar goteando tanto entre las piernas que el colchón iba a mojarse, pero no quería que la succión se detuviera. Gimió apretándose en la parte inferior del cuerpo de Heidi y deslizó sus manos hasta la sedosa piel de sus nalgas, caderas, cintura, hombros, cuello. Heidi parecía saber exactamente cómo tratar sus sensibles senos; no era de extrañar, considerando que ella también era mujer. Oh, Dios mío. Deslizar las manos por aquella perfecta figura excitaba a Alicia mil veces más por estar con esta preciosa criatura. Esta mujer.

    "Joder," gimió en éxtasis. Esto había tardado mucho en llegar.

    A diferencia de lo que había sido Alicia, Heidi no parecía tener prisa por terminar las cosas y; cuando por fin puso la mano entre las piernas de Alicia, deslizándolas brevemente por su clítoris; su ritmo mientras las deslizaba adentro y afuera era excruciantemente lento.

    Su dedo meñique cayó hacia el culo de Alicia, no penetrándola en absoluto, sino solo moviéndolo por su entrada al ritmo de sus otros dedos. Este estaba diciendo hola, presentándose y añadiendo un alcance y profundidad enteramente nuevos a la experiencia. Heidi se estaba concentrando en la atracción principal y no podía maniobrar correctamente con los dedos para hacerlo todo a la vez, pero a Alicia le gustó mucho la sensación y confió fugazmente encontrarse con este dedo de nuevo, correctamente en algún momento. Disfrutaría cualquier cosa con Heidi, quería que ella le hiciera cosas que nunca había hecho antes. Se estaba convirtiendo rápidamente en una esclava de las manos de Heidi.

    "Tus manos," dijo Alicia con voz ronca, queriendo reconocer la experiencia verbalmente. "Alucinante. Más rápido, Heidi. Oh, joder," su frase murió con un jadeo. Heidi aceleró el rirmo tan marginalmente que Alicia no lo habría reconocido si no hubiera estado en tan hipersensible circunstancia. "Sí. Fóllame. Fóllame."

    "Shhh," la sosegó Heidi. "Solo relájate. Déjame cuidar de ti," susurró cerca de su oído y luego comenzó a lamerle el lóbulo, mordisqueándolo.

    "Oh, Dios mío," los ojos de Alicia rodaron hasta quedar en blanco. "Oh, cariño, sí. Heidi, por favor. No puedo aguantar mucho," sus palabras salían en breves ráfagas. "Por favor, más rápido. Quiero tanto correrme."

    "Solo un rato más. Esto es más que perfecto."

    Alicia estaba casi sollozando, lágrimas le rodaban por las comisuras de los ojos y por fin Heidi se apiadó de ella. Reposicionó su mano para que esta estuviera deslizando por el clítoris y sintió la tensión alrededor de sus dedos apretarse, y todo el cuerpo de Alicia se endureció mientras jadeaba con esta nueva dimensionalidad. Heidi aceleró sus movimientos.

    "Intenta mantenerte relajada," susurró Heidi. "No hay prisa." Alicia cambió su tensión y trató de calmarse. "Eso es... Buena chica." Pero en cuanto Alicia oyó eso, a Heidi llamándola buena chica de la manera más perversa posible, todo su cuerpo quedó inmóvil durante una fracción de segundo antes de empezar a temblar casi violentamente. Estrellas chocaban detrás de los ojos y Alicia se corrió cerca de un grito. Sus orgasmos siempre habían sido bastante vocales, pero nada como esto. Heidi mantuvo una presión y un ritmo constantes y profundos hasta que su clímax remitió, e incluso entonces no la abandonó por completo. Mantuvo los dedos dentro de ella y presionó ligeramente su clítoris y, mientras lo hacía, Alicia sintió las paredes de su vagina contraerse alrededor de los dedos una y otra vez, efectos secundarios de su orgasmo latiendo a través de ella.

    Heidi observó con atención mientras los músculos del cuerpo de Alicia comenzaron a relajarse y la respiración se hizo más lenta. Alicia por fin abrió sus oscuros y nublados ojos y su expresión no tenía precio. Heidi le devolvió la mirada y, liberando los dedos de sus resbaladizos y acalambrados aposentos, se los llevó a la boca y los chupó con avidez.

    "Me llamaste cariño y eres bastante ruidosa cuando te corres. Qué excitante," bromeó Heidi y Alicia se rió tímidamente. "Supongo que ambas hemos estado con una mujer ahora."

    "Yo aún no he terminado contigo," dijo Alicia mientras envolvía fuertemente a Heidi con los brazos y se acurrucaba en ella. No pensó en nada en particular, solo se deleitó con la sensación del cuerpo de Heidi en el de ella y con un delirio de satisfacción que nunca antes había experimentado. Alicia se concentró en el sonido de la respiración de Heidi, en su olor, en la idea de ella; en su ángel, por fin tan cerca.

    Después de unos minutos envuelta en los brazos de Alicia, Heidi pensó que se había quedado dormida y empezó a moverse. Sintió que el agarre alrededor de su hombro se apretaba de inmediato.

    "Ahora que por fin te tengo en mi cama, estás chiflada si crees que te voy a dejar marchar," dijo Alicia con firmeza.

    "¿Me vas a tener aquí todo el día?"

    "¿Un día? Nunca voy a dejarte marchar."

    Heidi se volvió hacia ella, sonrió y la besó.

    "Eres tan hermosa," dijo.

    "Te das cuenta de que estoy completamente enamorada de ti, ¿verdad?" Alicia apretó más su agarre alrededor de Heidi.

    "Hoy tal vez, mañana, ya veremos." A pesar de sus palabras, Heidi no pudo evitar la sonrisa en su rostro.

    "¿De verdad crees que voy a cambiar de opinión mañana?"

    "Yo nunca estoy segura de nada contigo, eso es lo que lo hace tan interesante."

    "Eso no importa. Te tengo ahora y no voy a dejar que te vayas."

    "¿Sabes?, eres un poco dominante."

    "Y tú eres una especie de provocadora."

    "¿Yo? Mira la forma en que me has estado tratando las últimas semanas. ¿Y soy yo la provocadora?"

    "Cierto," se rió Alicia, "mi comportamiento ha sido terrible. Tú eres tan... En realidad, nunca he sido dominante antes. Pero claro, todas mis experiencias sexuales han sido con torpes y egoístas mañacos."

    "¿Por fin has encontrado una base?"

    "Encontrar algo, eso seguro. Me haces sentir cosas que nunca he sentido. ¿Sabes?, todo lo que te dije es verdad. Lo dije de la peor manera posible, pero de verdad estaba pensando en cómo sería follarte con un strap-on." Alicia observó la expresión de Heidi. "Oh, ¿ves?, esa mirada justo ahí. Preciosa. Primero conmoción, luego deseo, tú también lo quieres."

    "Tienes una boca sucia."

    "Lo adoras. ¿Sabes cómo lo sé? Porque cada vez que decía algo sucio sentía que apretabas un poco más mis dedos. El coño no miente. Dime, Heidi, dime que quieres que te folle como lo haría un hombre."

    "Estoy segura de que sería mejor que un hombre. ¿Por qué? ¿Tienes un strap-on por aquí en alguna parte?"

    "Sí que quieres." Una mirada de pesar pasó por los rasgos de Alicia. "No, pero conseguiré uno."

    "¿Ya estás aburrida de nuestro sexo?"

    "Y un infierno. Pero ¿tú y yo? Si me salgo con la mía, entonces esto es solo el comienzo. Ahora sé lo que puedo hacer por ti. Dime que tú también quieres esto. ¿Por favor?"

    "No lo sé. Quiero decir, podría haber otra persona que pudiera hacer más por mí."

    "¿Ves?, de eso es de lo que estoy hablando, de esa actitud, eres una jodida provocadora. Voy a hacerte cosas malas, muy malas si no me dices ahora mismo que es a mí a quien quieres."

    "Supongo que será mejor que empieces a hacerme esas cosas malas entonces."

    "Eres una sucia católica, lo supe desde el principio. Ven a la ducha conmigo, tengo una idea."

    "Hmm, ¿quiero saberlo siquiera?"

    "Te voy a afeitar y dejar suave, luego me vas a afeitar a mí y te voy a follar clítoris con clítoris. Aún no he visto tu cara de orgasmo y quiero ver si podemos corrernos juntas."

    "Oh, Dios," Heidi sintió que comenzaba a palpitar de anticipación. "Eres mala."

    "Pero lo harás. Tienes esa mirada de nuevo. Joder, eres tan condenamente sexy."

***

    Más tarde, con la última luz del día entrando sigilosamente a través de las cortinas, se quedaron charlando en voz baja, con los pies y las piernas entrelazados. Era una buena sensación, la piel, el calor de una contra la otra, afecto sensual con el constante potencial de volverse explosivamente sexual. Ninguna de las dos había previsto que el día terminaría así cuando se despertaron esa mañana.

    Alicia pasó los dedos por la cicatriz debajo de la caja torácica de Heidi.

    "¿Cómo te la hiciste?" preguntó Alicia suavemente. "¿El acosador te hizo esto?"

    "Ajá."

    "Tienes suerte de que él no te matara."

    "No creo que él tuviera la intención de usar el cuchillo. Pero me defendí. Con fuerza."

    "¿De verdad sigues poniendo excusas para él?"

    Heidi alzó la vista y contempló el techo.

    "No quiero hablar de eso ahora. Solo quiero disfrutar de estar aquí contigo. Él ya me ha lastimado lo suficiente, yo he terminado con eso."

    "Como de costumbre, tienes razón," Alicia suspiró y besó la cicatriz. "¿Crees que los clientes habituales de la biblioteca sabrán que dormimos juntas?"

    "Por la forma en que te llevé al baño de discapacitados y luego salimos corriendo de la biblioteca todo sonrojadas y excitadas, es posible que sepan que algo está pasando, pero dudo que le presten demasiada atención. ¿Importa eso?"

    "A mí no. Tú conoces a esa gente, te preocupas por ellos. ¿Estás diciendo que esto es más que algo de sexo para ti?"

    "Yo quiero que sea más," admitió Heidi. "Me gustas mucho, Alicia."

    "Estoy muy feliz de oírte decir eso. ¿Por qué no me dijiste que te gustaban las mujeres?"

    "Estaba bastante segura de que tú lo sabías, tus bromas eran implacables y mi reacción era delatadora. Supuse que estaba escrito en mi cara cada vez que decías algo sugerente. Parecías saber lo que estabas haciendo."

    "Pero no lo sabía, no era obvio para mí. Estaba empezando a pensar que eras asexual." Heidi le dio un leve manotazo en la pierna. "Ojalá te lo hubiera dicho antes, pero tenía miedo." Alicia pareció pensativa. "Recuerdo cuando comenzó. Yo estaba leyendo sobre el Segundo Círculo en Inferno. Tú y yo solo habíamos hablado un par de veces, pero de repente tuve una visión de ti desnuda. Asumí que me estaba permitiendo ser demasiado abierta a las sugerencias: El Segundo Círculo es la Lujuria. Pero se había plantado una semilla y no importaba cuánto tratara de racionalizar mi vía de escape de ello y reprimir las imágenes en mi cabeza, mis fantasías sobre ti habían comenzado a tomar forma, luego se salieron de control. Al final, ya no intentaba detenerlas, disfrutaba con ellas. Ese masaje en los pies empeoró exponencialmente las cosas. ¿Era ese tu plan desde el principio, seducirme con un masaje en los pies?"

    "¡No!" Heidi espió el rostro de Alicia, perfilado en la oscuridad. "Nunca antes me había tomado en serio mi atracción por otras mujeres. Esa noche en mi apartamento lo único que quería era hacerte sonreír, hacerte sentir un poco menos terrible. Tal vez siempre te quise, pero yo nunca habría intentado nada, estaba contenta con que solo fuéramos amigas."

    "¿Nunca me lo ibas a decir?"

    "Me dijiste que no eras lesbiana. Ese día en la biblioteca, por un momento pensé honestamente que ibas a besarme, luego dijiste eso y me dolió mucho. Después supe lo de ti y Nick, y me preparé para tener que enfrentaros a los dos estando juntos. Eso habría sido difícil, pero lo habría superado."

    "¡Nick! Egh. Puedo ser patética a veces, no puedo creer haber dicho eso. Es un poco perturbador imaginar lo cerca que estuvimos de no saber, de no estar aquí ahora así. Y también lo mal que yo te estaba tratando. Eres un ángel de verdad por haberlo tolerado tan bien."

    "Supongo que las dos simplemente entendimos mal las cosas. Me han provocado chicas antes, no es una experiencia nueva para mí. Fui a una escuela solo para chicas, se me insinuaban mucho las amigas."

    "¿En serio? Eso me pone un poco celosa, en realidad. ¿Pero nunca has estado con una chica?"

    "No. Quiero decir, por aquel entonces las cosas eran diferentes, esas chicas solo estaban experimentando y todo me parecía bastante triste e inmaduro. Se besaban a la hora del almuerzo y luego se iban a follar con chicos después de la escuela. Yo me consideraba por encima de eso. Siempre he sido así, colocándome en un pedestal. Bastante fría, en realidad.

    "Y las rechazaste a ellas, pero no me rechazaste a mí..." A Alicia le gustó mucho la idea.

    "No, bueno, tengo sentimientos por ti, no podría haber dicho que no aunque hubiera querido."

    "Por eso aguantaste las provocaciones durante tanto tiempo."

    "Perdí la paciencia al final."

    "Me lo merecía. Pero esto no es solo un experimento para mí, mis sentimientos son reales. Y si no hubieras perdido la paciencia conmigo, nunca te habría hablado de ellos."

    "Tienes razón. Es una idea perturbadora," Heidi no quería seguí con ese tema, así que cambió de táctica. "¿Eran los azotes una fantasía genuina también?"

    "Eso pudo haber sido más para enojarte. Pero sí, quiero hacerte cosas malas a todas horas. Aunque primero tendrías que hacer algo que no me guste, ganarte el castigo," Alicia sonrió.

    "¿Cómo te volviste tan mala?"

    "Tú me inspiras. ¿Sabes?, pensando en ello ahora, tal vez todo el asunto del consolador no funcione conmigo. Me gusta la sensación de que te estires y contraigas alrededor de mis dedos, oh, Dios mío... lo mejor."

    Heidi sonrió estando de acuerdo.

    "Pero no creas que te vas a librar de que te follen como es debido al estilo strap-on, eso todavía quiero intentarlo al menos."

    "¿Qué te hace pensar que quiero librarme de eso? ¿Quieres que me ponga mi antiguo uniforme escolar?"

    "Oh... chica sucia; eso me da escalofríos."

    Alicia presionó el cuello de Heidi con la boca y dio un ávido chupetón a su piel sedosa, queriendo marcarla como suya.

Capítulo 6

    Durante todo su tedioso lunes en el trabajo, Alicia no pudo sacarse a Heidi de la cabeza, las 12 horas que habían pasado juntas habían sido las mejores de su vida, sin duda. Había aprendido más sobre sí misma que en los últimos 22 años. Esto la asustaba tanto como la emocionaba más allá de lo imaginable. Le envió un mensaje de texto y se reunió con Heidi para cenar esa noche. Al llegar al restaurante, Heidi ya estaba allí, y su respiración se le atascó en la garganta mientras la observaba durante un minuto antes de entrar por fin y sentarse delante sin poder dejar de mirarla. Ella llevaba una camisa de cuello inusualmente profesional y un pañuelo de seda azul profundo alrededor del cuello que resaltaba sus ojos. Su cabello rubio estaba peinado hacia atrás en una trenza lateral, y tenía lazos dorados colgando de las orejas, estaba espectacular. Heidi le devolvió la mirada. A Alicia le gustó que no necesitaran decir nada, aquello estaba justo ahí, en sus expresiones.

    "¿Qué demonios llevas puesto?" Alicia soltó una risita.

    "¿Me tomas el pelo? Esto es culpa tuya. Mi cuello parece un jodido festival de colmillos, no podré enseñarlo en semanas."

    "Ooh. Pobre Heidi. Eres mía. La gente debería saberlo."

    "Súcubo."

    "Provocadora. Llevo pensando en ti todo el día."

    "¿En qué estabas pensando?"

    Alicia mantuvo sus ojos grises enfocados en los azules de Heidi, atenta.

    "Todo este tiempo me has hecho sentir como si yo fuese la provocadora cuando me resulta muy obvio ahora que tú tuviste la ventaja todo el tiempo," le dijo en voz baja.

    "¡Eso no es verdad!" protestó Heidi rápidamente. "No puedo creer que esto esté sucediendo. No dejo de pensar que voy a despertar y que nada de esto habrá sido real... Pero entiendo que pensaras eso," admitió finalmente.

    "Pícara descarada. Voy a pillarte por eso. Nunca he conocido a alguien que haya logrado provocarme de ese modo. Es tan jodidamente caliente. Tengo planes para ti desarrollándose en mi cabeza, me has desafíado."

    "¿Planes? De pronto estoy un poco asustada. Te das cuenta de que nunca hice nada para herirte, lo único que hice fue tratar de hacerte feliz... Soy tímida, eso es todo."

    "La timidez es un acto de autoindulgencia."

    "La vida es un acto de autoindulgencia."

    "No tienes derecho a ser tímida, con el cuerpazo que tienes." Alicia pudo ver la desnudez de Heidi impresa en su memoria. Su cuerpo era increíble bajo aquella fastidiosa ropa. "Y no te creo."

    "¿No recuerdas lo nerviosa que estuve cuando empezaste a hablar conmigo por primera vez en la biblioteca?"

    "Mm, sí me acuerdo." Los ojos de Alicia la recorrieron ansiosamente. ¿Por qué habían acordado encontrarse aquí? Necesitaba tanto estar a solas con ella. En ese momento quiso devorarla, llegar a ser parte de ella. "Serás mía. Siempre," exigió.

    "Fui tuya desde el momento en que te vi por primera vez. Tú aún no te has dado cuenta, pero lo harás. Yo no me entrego así a cualquiera."

    "Calla. No me digas cosas. Yo te las digo."

    Sintió la mano de Heidi en su pierna debajo de la mesa y Alicia miró por del restaurante, pero nadie les estaba prestando atención.

    "¿No has cambiado de opinión entonces?" Preguntó Heidi y rió ante la idea.

    "Dime que tú también quieres esto. Nosotras." Dijo Alicia.

    "Quiero esto. Llevo pensando en ti todo el día también. Estoy hecha una ruina."

    "Excelente. Me gusta cómo suena esa palabra. Ruina. Mm. ¿En qué has estado pensando?"

    "En tu piel, tus labios, tu sabor, en tu forma de hablar. Y," Heidi hizo una pausa. "No quiero ser una aguafiestas, pero me haces muy feliz. Nunca me había sentido tan feliz," lo dijo con tanta sinceridad que Alicia ronroneó positivamente.

    "¿Eso significa que puedo quedarme en tu casa esta noche?"

    "Por supuesto, invitaré a algunas personas a hacer una fiesta."

    "¡Ni te atrevas! Maldita provocadora. Joder, eres exasperante. Podría tomarte aquí mismo encima de esta mesa, frente a toda esta gente."

    "¿En serio...?" Heidi deslizó su mano un poco más arriba.

    "Vale, es mejor que dejes de hacer eso o voy a perder el control," advirtió. "Tengo un regalo para ti."

    "¿Un anillo de bodas? ¿Ya? Pues va a ser cierto lo que dicen de las lesbianas entonces."

    "No del todo," Alicia le sonrió con picardía.

    "¿Dónde está este misterioso regalo?" Heidi arqueó las cejas. "¿No me lo vas a dar?"

    "Está en el coche. Y sí, de veras que te lo voy a dar."

    Podría jurar haber visto las pupilas de Heidi dilatarse justo delante de ella, fue un momento perfecto. No estaba segura de cuánto tiempo podría mantener esta farsa. ¿Por qué estaban todavía aquí? Pero Alicia, a lo largo del día, había resuelto ejercer un poco más de autocontrol que antes. Era inaceptable que Heidi fuera siempre la que mantuviera la calma y no dejara que las cosas la abrumaran. Alicia podía jugar duro para conseguir lo que quería. No, no puedo, no puedo hacer esto. La quiero ahora. Pero Heidi aún no había tocado la comida... lo cual era una buena señal.

    "¿No tienes hambre?" preguntó casualmente y Heidi miró su plato, luego alzó la vista, entornó los ojos y sonrió a Alicia, cuyo corazón se derritió y su cuerpo hormigueó. "Deberías comer. ¿O quieres estar aquí toda la noche?" Vio como Heidi comenzaba a meterse la comida en la boca sin siquiera mirarla, sus ojos permanecían en los de Alicia. El lugar de su pierna donde la mano de Heidi había estado quedó frío y desnudo ahora. Comieron en silencio, con las miradas enfrentadas, Alicia nunca antes había hecho algo así. Era increíblemente excitante, no podía estar segura de lo que estaba pasando dentro de la cabeza de Heidi, pero la suya estaba llena hasta el borde de carne sobre carne. Aquello debía de parecer muy extraño para alguien que lo observara desde fuera, pensó brevemente, pero eso estaba lejos de importarle.

***

    Seis semanas después de su floreciente relación con Heidi, Alicia llegó a la biblioteca para buscarla. Comprendió que Heidi era una criatura de hábitos, incómoda de desviarse demasiado de su rutina normal a menos que estuviera adecuadamente programada. A Alicia le gustaba eso de ella. Se había obligado a quedarse sola en casa la noche anterior. Solo para ver si podía hacerlo, solo para ver lo difícil que sería. Había sido casi imposible. Incapaz de dormir, se había levantado y empezado a limpiar la casa obsesivamente para distraerse.

    Cuando pensaba en ello en profundidad, ni siquiera era el sexo lo que tanto necesitaba. Eran esos momentos después de que la conversación se apagara y ambas dormían juntas. La sensación del aliento de Heidi en su piel y esa extraña costumbre que Heidi tenía de acariciarle distraídamente los dedos de los pies con los suyos. Si le hubieran dicho algo como esto hace dos meses, se habría reído y habría pensado que sonaba absurdo, pero ahora era una táctil canción de cuna, increíblemente reconfortante. Era muy difícil conciliar el sueño sin esta.

    Cuando Alicia llegó a la biblioteca el sábado por la mañana, encontró a un hombre sentado demasiado cerca y hablando en voz baja con Heidi. La escena provocó un estallido de ira en su interior, probablemente diez veces peor por su noche de insomnio. Caminó hacia ellos, furiosa.

    "¿Que esta pasando?" preguntó y Heidi sonrió, tranquila y serena como de costumbre. "¿Quién es este tío?" Luego, como para demostrar el mensaje, se inclinó y besó a Heidi en los labios. Heidi pareció sorprendida por el movimiento, pero se recuperó rápidamente y los presentó.

    "Alicia, este es Lucas. Lucas, te presento a Alicia."

    "Estamos juntas," dijo desafiante Alicia a Lucas, quien miraba de una a otra con la boca abierta.

    "Hola," él le tendió la mano finalmente. "¿Vosotras dos estáis juntas?"

    "Lo estamos," confirmó Heidi.

    "Guao, no te conocía como, um... Guao, menudo par. Combustible eterno para mis fantasías, con vosotras."

    "Ninguna de los dos quiere oír nada al respecto." dijo Alicia.

    Él sonrió y Alicia le frunció el ceño.

    "Vale, bueno, sé captar una indirecta. Nos vemos, Heidi." Se alejó, mirándolas por encima del hombro con una sonrisa.

    Heidi enarcó las cejas y miró a Alicia con diversión.

    "¿Sumo posesiva?" dijo Heidi.

    "Maldita sea, soy posesiva. Tu culo es mío." Alicia dejó caer la cabeza entre los brazos. "¡Joder!"

    "¡Shhh! ¿Qué problema hay?"

    "Pues que... desde que te conocí apenas me reconozco ya. ¿Qué me has hecho, Heidi?"

    "Nada que no quisieras que te hiciera, creo. Ey, no pasa nada, me parece bonito que estés celosa."

    "Creo que sé la respuesta a esto, pero tengo que preguntar de todos modos. ¿Te atrae ese tío? Es bastante atractivo."

    "¡No! Jesús, Alicia," Heidi se apartó un rizo de pelo oscuro de la cara. "Nunca hemos hablado en serio de esto, pero no encuentro a los hombres particularmente atractivos, sean guapos o no."

    "Y si te pillo hablando con una mujer hermosa, ¿debería preocuparme?"

    Heidi soltó una risita.

    "Tú eres la mujer más hermosa que conozco. Esto es entre tú y yo, ¿no?"

    "Mejor será que sí."

    "¿Crees que Lucas es atractivo? Tal vez sea yo quien debería estar preocupada."

    "A mí tampoco me gustan los hombres," dijo Alicia con un gesto de la mano. "No me di cuenta de ello del todo hasta que estuve contigo. Mis encuentros con hombres fueron risibles en comparación. ¿Oíste lo que dijo? Al parecer formamos toda una pareja."

    "¿No sabías eso ya? Tal vez deberíamos hacer un numerito para ellos."

    Alicia recorrió con la mirada a Heidi.

    "Mm, no me tientes." Abrió su libro y se reclinó en la silla. "Tal vez pueda leer un poco hoy, pero primero necesito que me prometas que pasaremos esta noche juntos. Será más fácil concentrarnos si nuestros planes son seguros. He tomado algunas decisiones sobre el próximo año y quiero saber lo que piensas. ¿Lo prometes?"

    "Absolutamente," Heidi sonrió y volvió a su computadora.

    Alicia mantuvo la concentración durante una hora solo antes de que sus pensamientos comenzaran a desviarse hacia sus planes para más tarde y sus ojos volvieran hacia Heidi. Era un poco ridículo, ahora que tenía a Heidi seguía sin tener suficiente de ella. Supuso que aún no estaba acostumbrada al sentimiento, nunca había asumido que sería así.

    "Te eché de menos anoche," dijo Alicia.

    "¿De verdad?" Heidi alzó la vista, complacida. "Pensé que ibas a tomarte una noche libre y que querías tiempo para ti, o yo me habría pasado. Está bien que necesites tu espacio a veces, yo tomaré lo que pueda conseguir."

    "No necesitaba espacio, solo quería ver lo difícil que sería alejarme de ti."

    "¿Y?"

    "Fue jodidamente horrible," dijo Alicia malhumorada. "Me levanté y limpié toda la casa."

    "Eso suena a algo que yo haría. Y, extrañamente, yo solo vegeté en el sofá anoche sintiendo lástima de mí misma. Tal vez nos estamos diluyendo la una la otra."

    "O infectando la una a la otra. De cualquier manera me gusta la idea," reflexionó Alicia. "¿Ese tío de antes? Estaba sentado demasiado cerca de ti, obviamente te quiere."

    "Lucas es un ex, eso es todo. Estuvimos juntos un mes hace un par de años, rompimos porque yo no sentía nada por él. Probablemente estaba sentado cerca porque no quería hablar en voz alta."

    "¡¿Te ​​follaste a ese tío?!" Alicia se levantó de la silla y empezó a hiperventilar. "No me siento nada bien con esta información," trató de mantener la voz en calma.

    "Alicia, venga ya. Tuui tienes ex, esqueletos en el armario también."

    "Los míos no están en delante de tu cara todo el tiempo y aunque lo estuvieran no veo que eso te moleste del modo en que me molesta a mí."

    "Difícilmente delante de tu cara todo el tiempo. Era un tío, una vez, y te deshiciste de él bastante rápido, ¿no?"

    "¡Esto no es gracioso, Heidi! ¡La idea de que un tío o una chica se interponga entre nosotras me da ganas de destrozar algo, joder!"

    "Vale," dijo Heidi con calma. Recogió el teléfono y empezó a pulsar en él.

    "¿Qué estás haciendo?" Preguntó Alicia exasperada.

    "Estoy revisando la sala de rabia. Si quieres romper algo, vamos a romper algo."

    Alicia se hundió pesadamente en su silla sintiéndose decepcionada consigo misma.

    "No. Vale, no necesito destrozar nada. Lo siento," dijo miserablemente y puso la cabeza entre las manos. Heidi fue y se sentó en la silla junto a ella, se acercó y agarró a Alicia por los hombros.

    "Mírame a los ojos," dijo y Alicia lo hizo. "Estoy enamorada de ti. Nadie se interpondrá entre nosotras. Pero si necesitas destrozar algo, está bien."

    "¿Me amas?" Alicia la miró con los ojos muy abiertos. "¿No estás diciendo eso solo para que me calme?"

    "Es la verdad. Nunca he conocido a nadie que me haga sentir ni remotamente como tú. Eres tan inteligente y tan hermosa y, a pesar de todos tus esfuerzos, sé que eres una muy buena persona. Sin mencionar la química sexual. Si alguien va a resultar herida en esto, seré yo."

    Alicia tiró de ella en un fuerte abrazo.

    "Yo nunca te lastimaría. Ángel mío, no me dejes."

    "Eso no va a suceder." Heidi vio caras mirando hacia ellas. "Parece que estamos llamando la atención. ¿Quieres salir de aquí? Podemos almorzar en mi casa y hay algo de lo que me gustaría hablar contigo."

    "Si, vamos."

    En la cocina de Heidi, Alicia respiraba con más facilidad.

    "¿Ya has tomado alguna decisión sobre tu casa?"

    "He hablado con un par de agentes inmobiliarios que me recomendó el abogado de mi padre. ¿Por qué?"

    "Un viaje al extranjero podría ser bueno para ti," Heidi la miró con cautela y Alicia se encogió por dentro.

    "¿Estás tratando de deshacerte de mí?" preguntó y Heidi resopló.

    "No, en realidad, estaba pensando que podríamos ir juntas a alguna parte. Ninguna de los dos tiene obligaciones importantes aquí en este momento, ninguna de los dos ha viajado mucho. Este es un buen momento para ti porque estás en una zona muerta entre cuidar de tu papá y empezar con la universidad, y podría ser un buen descanso, enriquecedor. Y yo llevo con la intención de hacer un viaje desde hace mucho tiempo, es que no me gustaba la idea de viajar sola."

    "¿Hablas en serio?"

    "Sí. Quiero decir, si no quieres, no pasa nada. No te estoy pidiendo que aceptes ningún tipo de compromiso con el que te sientas incómoda. Es solo una idea."

    "Pero ¿qué hay de...?" Alicia se sintió perdida de repente.

    "¿Qué hay sobre qué?"

    "Mis problemas. ¿No te estás hartando de ellos?"

    "No," dijo ella fácilmente. "¿Te estás cansando tú de los míos?"

    "Tú no tienes problemas. Lo único que sé es que siempre puedo depender de que todo esté en el lugar correcto cuando tú estás cerca."

    "Y yo siempre puedo depender de que las cosas sean interesantes cuando tú estás cerca. Sé que no llevamos juntas mucho tiempo, pero sé lo que siento por ti. ¿De verdad crees que no entendía en qué me estaba metiendo al estar juntar?"

    "Lo siento, me siento un poco insegura." Alicia la miró mientras Heidi llenaba el fregadero. "Tienes lavavajillas, ¿por qué lavarlos a mano?"

    "Lo uso a veces, pero no me fío de que los limpie bien. Además, me divierte hacerlo a mano, tengo algunas de mis mejores pensamientos e ideas en esos momentos."

    "Eres un bicho raro," dijo Alicia con cariño.

    "Lo sé," asintió Heidi. "Siento haber sacado el tema de ir al extranjero, no tenemos que hacer nada. Solo quiero que seas feliz, y si estás feliz conmigo, no me importa dónde estemos."

    "¿Dónde iríamos?" Preguntó Alicia con curiosidad.

    "A cualquier parte que queramos. Y cuando queramos también. Podrías dejar que tu abogado se encargara de la casa, tengo dinero a mano. Pero no tienes que tomar ninguna decisión ahora, solo quería ver si te gustaba la idea. "

    "Siempre he querido ir a esquiar a Canadá." Alicia se estaba animando con la idea. "¿Tú esquías?"

    "Con esquíes, con tabla, diablos, sí, lo hago."

    "Apuesto a que puedo patearte el trasero en las pendientes."

    "Oh, te lo tienes tan jodidamente creído."

    "¿A dónde te gustaría ir?"

    "¿Qué hay de Egipto, las pirámides? O... tú hablas alemán con fluidez, ¿qué hay de Europa? Sería genial estirar un poco tus músculos lingüísticos. Podríamos ver si podemos encontrar a alguno de los parientes de tu madre..."

    "Podríamos ir a Escocia y visitar a tu padre," la costumbre de Alicia de dar la vuelta a las cosas con Heidi era irreprimible.

    "Hmm, Escocia, el destino definitivo," dijo Heidi con sarcasmo.

    "Creo que sería interesante, al menos la gente y los pubs lo serían." Alicia se quedó callada un rato. "¿Qué dices a esto? Antes de que tomemos una decisión, podríamos ver qué podemos averiguar sobre la familia de la otra. Yo podría investigar la nueva familia de tu papá y tú podrías ver si puedes averiguar algo sobre la de mi madre."

    "¿Y luego qué, nos damos la noticia la una a la otra de la manera más suave posible?"

    "Exactamente. Al menos sabremos más sobre qué esperar y si realmente queremos ir allí. Y no me digas lo muy consciente eres de que a tu papá no le importas una mierda. ¿Crees que es probable que a la familia de mi madre yo le importe un carajo?"

    "Me gusta bastante la perspectiva de averiguarlo. Como mínimo, sería útil conocer nuestros antecedentes médicos, cualquier deficiencia genética que pueda afectarnos en el futuro."

    "Yo podría llegar bastante lejos con tu parte de las cosas, al saber mucho ya, pero ¿crees que podrías hacer gran cosa con la información que tengo sobre mi madre?"

    "Podría intentarlo. Es bastante fácil con todos los recursos en Internet y, en realidad, ya he hecho algo así antes. Soy consciente de los obstáculos con los que te puedes encontrar al investigar los antecedentes familiares. Soy una escritora curiosa."

    "Aunque, no sé," dijo Alicia dubitativa. "¿De veras quiero agregar un insulto a la herida contactando con los familiares de mamá y ser rechazada?"

    "Si lo piensas de ese modo, es poco probable que te decepciones. Al menos puedes decir que solo es para obtener información médica, y puede que sea eso lo único que obtengas. Pero ¿y si conoces a alguien genial? ¿Una abuela que había perdido la esperanza de ponerse en contacto con su hija de nuevo o una prima que es como tú y con la que acabas formando un vínculo de por vida?"

    "Dios, y yo pensando que tenía una imaginación vívida." Pero Alicia no pudo evitar sentirse particularmente animada por la posibilidad.

    "Yo me apunto al juego si te apuntas tú," Heidi la miró como si fuera ella quien necesitaba tomar la decisión, parecía que ella ya estaba decidida.

    "Está bien. Pero pase lo que pase, quiero que tú seas mi familia ahora. No importa lo que pase, incluso si rompemos, te quiero en mi vida para siempre."

    "Yo no lo aceptaría de otra manera. ¿Por qué, es que estás pensando en dejarme?"

    "Estoy pensando en encerrarte en mi sótano y mantenerte allí como esclava. Es una lástima no poder dejarte embarazada, podríamos tener bebés en el sótano y traumatizarlos tanto como nosotras."

    "Y sé cuánto adoras a los niños..."

    "¡Ahh!" Alicia enterró la cabeza en el cuello de Heidi y le hundió los dedos en las costillas para provocar una carcajada.

    "¿Heidi?"

    "¿Mm?"

    "Eres importante para mí."

    "Eso espero."

    "Pero no me gusta lo que ha pasado hoy. Estabas sentada demasiado cerca de tu ex, eso me cabreó."

    "Oh." Heidi volvió a tener esa mirada en sus ojos. "Quizá tengas razón. Quizá me sentí un poco excitada por Lucas."

    "Joder, lo sabía. Necesitas que te pongan en tu lugar."

    Heidi puso los brazos en jarras.

    "¿Cómo vas a hacer eso?" le preguntó.

    Alicia tragó y apartó las manos.

    "Vas a tener que ganarte el camino de regreso a mi falda."

    "¿Funcionarían un baile erótico y un masaje de cuerpo completo?"

    La carne de Alicia hormigueó.

    "Podemos empezar por ahí," dijo Alicia obligando a su voz a permanecer firme. Pero su pecho le gritaba que este no era el momento de jugar y ella se acercó a Heidi, la envolvió con los brazos y la besó.

    "Rarezas aparte por un minuto. Sé que probablemente solo estás esperando a que flip out o go off you o lo que sea, y eso no puede ser fácil," dijo en voz baja. "Pero lo que dije lo dije en serio, no te voy a herir. Tú lo eres todo para mí. Yo también te amo, te he amado durante mucho tiempo. Tanto que a veces me duele. No supe lo sola que estaba antes que ti, y tal vez he llegado a depender de ti, pero ya no me importa porque, a pesar de mis estúpidas rabietas, confío en ti de un modo que nunca creí posible." Vio que se formaba una lágrima en el rabillo del ojo de Heidi y la secó suavemente. "No puedo creer la suerte que tuve de haberte conocido," dijo Alicia con un nudo en la garganta.

    "Yo soy la afortunada," dijo Heidi y la atrajo hacia el abrazo más cálido que Alicia jamás había sentido.

    "Me has cambiado. Y cambiaré más si eso significa que puedo mantenerte," prometió Alicia devolviéndole el estrujón.

    "No quiero que cambies. Siempre has sido perfecta."

FIN

Notas de esta versión

    Fuente: Wikipedia

Capítulo 1

    [1] stringer: argot inglés para el corresponsal independiente que no pertenece al personal regular de un periódico, especialmente contratado a tiempo parcial para informar de un evento en un lugar particular.

    [2] TOC: El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada.

    [3] TLP: El trastorno límite de la personalidad (TLP), también llamado limítrofe o fronterizo, se caracteriza primariamente por inestabilidad emocional, pensamiento extremadamente polarizado y dicotómico, impulsividad y relaciones interpersonales caóticas. El perfil global del trastorno también incluye típicamente una inestabilidad acusada y generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad, que puede llevar a periodos de disociación. Se incluye dentro del grupo B de trastornos de la personalidad, los llamados «dramático-emocionales». Es, con diferencia, el más común de los trastornos de la personalidad.