Créditos

    De las Manos de Dioses Hostiles

    Obra Original: From The Hands of Hostile Gods (Copyright © de Darren R. Hawkins, publicada en julio de 2008 por Wincing at Light Books bajo Licencia CC-BY-NC)

    Traducción y Edición: Artifacs, julio 2020.

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    Diseño de Portada: Artifacs.

    Imagen tomada de Wallpaper Safari

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Capítulo 1

    La fina arena roja de Archae Stoddard brillaba en la puesta del carmesí sol Brahma Nova. A medida que la temperatura del suelo se enfriaba, las tormentas entraban como una sofocante cortina púrpura. Caóticas supercélulas tronaban en la alta estratosfera soltando correosos tornados de sus magulladas e hinchadas panzas inferiores. Los arremolinados vórtices laceraban arriba y abajo el horizonte visible, pulverizando rocas y desplazando dunas, reescribiendo la cara de la monocromática topografía del planeta y tallando glifos geográficos solo legibles por los satélites y los dioses.

    Era invierno, había tormentas. Nadie se molestaba en destacar lo esperado. Los paneles de estado de incidiencias meteorológicas en la pared de la plataforma de observación estaban todos en verde, todo correcto, y la variedad de técnicos e ingenieros responsables de tales cosas fingía ignorarlos. En el exterior, el viento se levantaba en un atormentado aullido estridente, royendo las afiladas esquinas de los hangares de almacenamiento presurizado de Quonset, osando a ser ignorado también. Y lo era. Solo viento, un subproducto incidental del verdadero trabajo.

    Tras las redondas portezuelas de plastiviso triplemente selladas y de un blindaje de radiación de grado militar de medio metro de grosor, los hombres que creaban las tormentas estaban sentados alrededor de una mesa de cartas portátil, bajo una balanceante bombilla desnuda, y repartían una baraja de cartas de Tarot. La bombilla no se balanceaba por falta de mantenimiento, infiltración atmosférica o brecha en el sellado; sino porque Sievers, alto y rubio con su amplia sonrisa y mejillas de nata de leche; la había golpeado con la cabeza camino al baño. Nadie se había molestado en pararla.

    Era un juego peculiar el que jugaban estos hombres. Los cinco se apiñaban alrededor de una decrépita reliquia para barbacoas en el patio trasero y tes vespertinos en el porche. No era póker, no desde que la última de las legítimas cartas Bicicleta había sido gastada hasta la ilegibilidad por innumerables golpes y repartos y manoseo de palmas sudorosas. Ahora el dinero se mantenía en los bolsillos, o más bien, en las cuentas de depósito automatizado en casa, los bits y bytes de cada hombre y los dígitos apropiados permanecían inactivos, excepto por la suma y resta mensual del sueldo y la hipoteca. Para más de uno de esos hombres, esos dígitos habían crecido bastante con los años.

    Podría no haber habido cartas en absoluto si no fuera por el momento conveniente, si no hubiera sufrido Icky Freeden el infortunio de una válvula defectuosa en su último tanque lleno de aire respirable. Se había ahogado como un pez durante diez minutos completos más allá de toda posibilidad de ayuda. La tripulación en el lugar de trabajo había sido tan baja como para no poder reabastacer un vehículo cerdito. Aquellos que habían observado desde la cubierta de mando la transmisión en tiempo real no habían podido contactar con él a tiempo con un repuesto. Ese había sido un crítico ejemplo de una mala planificación de misión, la clase de incidente que podría hacer que un militar a cargo de la logística fuese despojado de sus rayas de sargento.

    Excepto que ese era el trabajo de Icky. Icky habría sido el equivalente de tal sargento si se hubiera tratado de una operación militar. Lo cual no era. Él simplemente había estado en la lista de servicio como ingeniero técnico principal para la fase lambda el 21 de octubre. Había empezado su turno, más o menos igual que todos los demás, y nadie se había sorprendido cuando su propia falta de atención a los detalles necesarios le había golpeado. ¿Quién de los equipos externos no pensaba en hacer un mantenimiento regular y constante en su traje ambiental después de todo? ¿Quién de ellos, se preguntaban, no tenía la previsión de esperar cierta cantidad de catastróficas eventualidades y complementar su traje ambiental con al menos una bombona de emergencia en su kit: suficiente aire para volver a la unidad de transporte móvil?

    Icky, por supuesto, y fue Icky quien lo pagó y, en cierto sentido, mejor para el resto. Ellos no tenían que preocuparse de realizar doble tarea para encubrir sus propias pesadillas logísticas mientras reparaban los agujeros en el plan de misión de Icky en su tiempo libre.

    Pero no solo mejor por esa razón. También estaban las cartas. La baraja de Tarot de grandes cartas satinadas que Icky había barajado todas las noches antes de dormir, jugando con sus rechonchos dedos rojizos sobre los patrones de nudos celtas verdes y amarillos. Echando las cartas en la disposición de la vieja gitana, cruz circular en el medio, cuatro hermanas en el lado derecho. Esto significa esto, y esto significa aquello, y no toques mi maldita baraja que vas a nublar la energía. Distorsionarás mi lectura. ¡Flap! ¡Flap! ¡Flap! Mostrándoles su fortuna una y otra vez, nunca menos de media docena de veces antes de acostarse.

    Montones de mujeres hermosas en sus futuros, Icky les decía. Rubias y morenas, y una vez incluso un par de gemelas pelirrojas, (al mismo tiempo, graznaba el cuervo). Una chupando y otra follando. Tal vez incluso hermanas.

    Las cartas no habían dicho nada sobre su crítico fallo de misión, aunque todos sabían que una carta de Muerte sonaba su cascabel en esta y en cualquier otra baraja de Tarot. Si la hubiera sacado, él no se lo habría dicho de todos modos.

    Una vez que Icky estuvo muerto; con su cerebro inerte y sus signos vitales certificadamente en línea plana, su rígido cadáver llevado al cobertizo de equipo con los taladros rotos y los filtros rasgados por la arena; todos se habían olvidado de las cartas. Las olvidaron totalmente durante casi un mes, renqueando junto con la última baraja destrozada de diamantes, corazones y negras espadas hasta que todos sabían cuándo Jervis tenía la reina de corazones, y no solo porque sus ojos se iluminaban como un caramelo, sino por el pliegue en la esquina inferior izquierda. El tres de picas era poco más que una ficha de plástico en blanco por el uso excesivo, pero se podía reconocer por el distintivo anillo de agua donde Ilam había dejado olvidada su bebida hasta que fue demasiado tarde para salvar la cara. Jugaban con ella de todos modos, fingiendo no saber cuando alguien la tenía.

    Entonces, inevitablemente, surgieron las discusiones y una ruidosa bulla con puñetazos reales y un espejo roto desde donde Sievers había arrojado al pequeño pero fibroso Tappen sobre la barra improvisada, con los pies en el aire, los brazos agitándose y golpeándose contra la pared. Tappen había estado haciendo trampa, nadie lo negaba, bloqueando la carrera de Sievers con un legítimo color real, una mano única en la vida para un jugador tan malo como Sievers, manteniendo la vista en la reina de borde doblado y la jota correspondiente con la marca del mordisco en ella.

    No había habido cartas después del trabajo durante un par de gruñonas semanas después. Tappen no habría podido jugar con su mano rota de todos modos. Pero las cartas estaban fuera, hasta ahí era obvio. No podías evitar hacer trampa. Era como jugar el juego con las cartas boca arriba.

    Luego, el carguero anual les había enviado un mensaje de llegada y; mientras limpiaban los armarios de almacenamiento y las despensas, empaquetaban su basura y ropa sucia más allá del lavado para recolocarla, realmazanerla y evaluarla; alguien había recordado a Icky. Ostensiblemente recordado para sacar su encogido cadáver de mono del cobertizo del equipo y de camino al internamiento ceremonial adecuado, pero cuando recordaron a Icky, recordaron el Flap de las cartas de gran tamaño.

    Sí, claro, el carguero podría tener una o dos barajas de sobra que pedir prestadas o robar directamente, pero el carguero estaba a dos semanas de viaje, fácil. Y dos semanas más de observar la misma aturdidora tormenta y la pornografía de éter de una década de antigüedad habría echo a más de uno subirse por las paredes. No había nada más que hacer.

    Sin arrepentimiento, levantaron las cartas de la mesita de noche donde Icky las había dejado aquella noche o mañana anterior a su muerte. Hubo más que un poco de placer en el primer chasquido del Tarot, aunque incluso a las monstruosas manos de Sievers les tomó una o dos horas acostumbrarse a ellas. Una y otra vez, separar e integrar. Un loco y continuo ¡Flap! de papel laminado. Nadie barajaba haciendo un puente porque todos sabían que eso doblaban las cartas.

    Un nuevo juego de cartas no proporcionó un final inmediato a las dificultades. Más importante fue la cuestión de qué cartas conservar y cuáles quitar. El mazo del Tarot de Icky tenía setenta y ocho cartas. Eso eran veintiséis de más. La solución lógica habría sido sacar la totalidad de los arcanos mayores. De Loco a Universo, eso eran veintidós, sin importar cómo contaras, un buen comienzo. Por no mencionar que la octavilla desplegable de papel que Icky guardaba en la caja de las cartas decía que la baraja de naipes moderna tenía su origen en la estructura de los arcanos menores del Tarot. No parecía haber mucha discusión.

    Excepto que, como Jervis estableció rápidamente, eran los arcanos mayores los que tenían la mayoría de las imágenes de mujeres desnudas. Las rubias, las morenas y, notaron de manera individual y con cierta satisfacción, hasta un par de gemelas pelirrojas.

    No tomó mucho debate llegar a un consenso. El bastardo Rey de espadas, el Rey de picas, el Rey de la jodida Bicicleta de mierda y toda su corte estaban condenados. Era hora de un nuevo juego.

    Ritter lo diseñó. Ritter con sus gruesas gafas de plastiviso y su calvicie de recién nacido, cuando cualquier hombre respetuoso de su edad hubiera pagado por implantes ópticos y mechones de pelo microquirúrgicos. Ritter, El Jefe Xenohidrólogo Teórico, que pasó una tarde completa buscando en la biblioteca digital la Clave pictórica del Tarot de Waite, tropezando con referencias cruzadas fortuitas al Pilar Medio de Regardie, Fortune y Crowley y una gran cantidad de profundos y oscuros ocultistas de la luminaria. Ritter, que pasaba más de cuarenta y ocho horas seguidas consumiendo estímulos artificiales y café y los cigarrillos peculiares no inflamables que todos despreciaban, pero que atesoraba más que la comida y la bebida y las noches de relaciones sexuales perdidas juntas, hasta que tuvo un modelo de las reglas y una simulación computerizada de mil cuatrocientos años de juego constante mano a mano solo para probar su lógica. Un juego, en otras palabras. Diseñó un juego para las setenta y ocho cartas del Tarot.

    Y los miembros del cuerpo técnico y de ingeniería que jugaban a las cartas, anteriormente al póker, lo entendieron con sus mentes rápidas, ágiles y lógicas, con una facilidad que iluminó tanto la astucia de Ritter como su propia desesperación flexible y febril en busca de entretenimiento.

    Con un guiño a sus míticos y olvidados antepasados ​​y al progenitor actual, llamaron al juego Yetzirah.

    Creación.

    Markus Brett estaba de pie junto a la ventana mientras las cartas se jugaban solas en el fondo, observando los enredados ciclones y escuchando el frío tintineo de la arena que golpeaba el exterior de la estación. No era un hombre particularmente grande, sino alto, firme y relativamente joven para el puesto de Comandante de estación. Su color era oscuro, su cabello negro, pero ya tocado con gris. Cuando miró por la ventana hacia la noche oscura y magullada, el reflejo a contraluz de él era opaco, sin rasgos distintivos.

    Brett no venía aquí a menudo. No salía de los niveles más bajos de administración y laboratorio a menos que fuera para dirigir un protocolo de fase sensible que él presentía que requería su atención personal. También podría monitorar el estado de los paneles superiores desde lo más profundo del Hoyo, sentado en su propia estación de trabajo, o incluso descansando en su litera. Podría programar alarmas privadas para despertarlo si alguno de los paneles registraba algo diferente a todo correcto, color verde. Todas estas idiotas medidas estaban en su lugar, pero aún así encontraba la oportunidad una o dos veces por semana, hora relativa de la estación, para subir las escaleras, mirar por las ventanas, ver las tormentas desde detrás de una cómoda capa de plastiviso, tal y como podría hacerlo en su casa. No había vista arenosa del océano desde esta ventana, por supuesto, y las tormentas eléctricas traían choques y gemidos y salpicaduras de rayos, pero aún así no llovía. Ninguna de esas cosas era como estar en casa. Pero esa sensación, cálida, furtiva y que doblaba los dedos de los pies, esa sensación de seguridad aquí en las luces doradas de la casa, con una taza de café en la mano y una mente libre de preocupaciones a pesar del aullido del viento, eso sí era familiar. Era una forma de recordar que iba más allá de la memoria. Había algo salvaje y delicioso en ello, la reacción casi mística de un bruto de mandíbula saliente que miraba el furioso clima desde el refugio de una cueva seca. Una satisfacción universal.

    Era un largo camino a casa desde aquí.

    Detrás de él, Ritter cantó un sonido de triunfo casi prepúber. Sievers maldijo y agarró las cartas con un brazo de oso. Brett sorbió su café.

    "¿Quieres que te demos una mano, Chili?" llamó Ritter.

    Él se volvió hacia ellos: Ritter, Ilam, Sievers y Jervis, luego negó con la cabeza.

    "Estoy de ronda"

    Chili. Odiaba ese nombre, pero no podía culparlos por eso, aunque fuese una vieja broma cansada, una que había escuchado desde la escuela primaria. El refresco que lo hizo famoso: ¡Bebe la diversión en carbohidratos de Markus Chili, cualquier día que estés al sol! Prueba el refresco de caramelo de Chili, ¡ese chisporroteo de la pistola pop es tan genial! Cosas horribles, de verdad. No solo el molesto anuncio de dolor de muelas, sino el refresco en sí. Había desaparecido del mercado en menos de un año, pero como hacen tales cosas, el anuncio se había convertido en una especie de icono, una piedra angular de la cultura de los años treinta que no quería desaparecer.

    "Una mano", dijo Jervis, sonriendo, ya alcanzando el siguiente reparto. "Estamos en gran necesidad de un cambio de fortuna. Ritter nos está devorando".

    "¿Qué ha pasado con Tappen? ¿No es él vuestro quinto habitual?"

    Ritter se crujió los nudillos. "Tappen está en el Médico".

    Brett se detuvo. "Eso me pareció haber oído. ¿Cómo le va?"

    "Doc Liston piensa que podría ser una meningitis espinal", dijo Sievers. "Podría ponerse bastante serio".

    Cristo, lo que les faltaba, un brote de meningitis. Brett preguntó: "¿Es vírico o bacteriano? ¿Lo sabes?"

    Los cuatro hombres se encogieron de hombros, ya girando los ojos y enfocándose en las cartas que les repartían.

    "¿Estás seguro de que no quieres jugar?" Ilam miró tristemente su mano. "No nos puede ir peor".

    "Tengo una conferencia éter de evaluación de misión en quince minutos. Lo siento, caballeros".

    Ilam frunció el ceño ante sus cartas y se mordió el labio. "Mejor malvado que descansado, ¿eh?

    Los demás se rieron y Brett se alejó de la ventana. "Si te hace sentir mejor, puedes repartirme la mano de un hombre muerto, y aceptaré mis pérdidas con buen humor. Demonios, repartirme el resto de la noche. Alguien debería estar disfrutando de mi vida".

    Pasó más allá del borde de la mesa, luego giró a su izquierda por el breve pasillo hacia la esclusa de presión. Agachándose, giró el pestillo de la puerta, levantó la compuerta y apoyó el pie en el peldaño superior de la escalera.

    "Sellad este puerta", dijo a nadie en particular y, previsiblemente, nadie le respondió.

    Brett pronunció su comando de identificación por voz en la unidad de comunicación portátil y recibió su confirmación sin ninguna de las molestias habituales. Encontró solo una línea de audio muerta al otro extremo. Se recostó en la silla y se frotó los doloridos hombros. El monitor en su escritorio mostraba la insignia giratoria del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres que indicaba un enlace vía satélite cerrado. O las otras estaciones de misión llegaban tarde o tal vez él llegaba temprano. Brett miró dudosamente su reloj, antaño sincronizado por una señal de radio intermitente con el reloj atómico en Boulder, Colorado. ¿Por qué no podían gestionar aquí algo así?

    Porque ya tenemos suficiente para mantenernos ocupados, por eso.

    Estaban creando un planeta completamente habitable, todo menos ex nihilo, al menos en un sentido atmosférico. Trivialidades como Tiempo Medio Universal y relojes precisos y horarios fiables podrían esperar francamente la avalancha de viajeros, residentes y multicorporaciones interplanetarias. Por amor de Dios, aún intentaban decidir si iban a usar la definición Terran de día que usaban actualmente como hora relativa a la estación o si optaban por el ciclo de veintiuna horas y cuarto de Archae Stoddard. Nadie parecía darse cuenta de que si la decisión no la tomaban ellos, los políticos la tomarían por ellos.

    La cuestión de la hora no era lo que él ni ninguno de los otros once Comandantes de estación habría considerado una misión crítica. Los ingenieros no estarían de acuerdo ocasionalmente, Ritter sin duda, pero Brett no era un experto en ciencia. De hecho, no le importaba una rata los científicos técnicos ni sus inquietudes, siempre y cuando hicieran el trabajo, mantuvieran los satélites zumbando y los gases de efecto invernadero agitados.

    La puerta zumbó y Brett se enderezó en su silla. Echó un vistazo al monitor, pero aún nadie había mostrado interés en atender la línea abierta.

    "Abierta", dijo él, y así era.

    Con una mano en el pestillo, Djen se asomó por el borde de la puerta como si temiera encontrarle ocupado en algo menos que desagradable. Djen Riley desempeñaba el papel de Coordinadora de Logística de Comando. En peores tiempos, se la podría haber llamado su asistente administrativa. Como él valoraba su vida, Brett nunca usaba ese término en ningún lugar de su vecindad. También era una extremadamente capaz y debidamente graduada Segunda Biologa.

    Él le ofreció una sonrisa de recepción y la saludó con la mano. Notó que ella se había cortado el pelo otra vez. Djen había elegido, aunque no había regulaciones que especificaran tal cosa, llevar su rojo cabello dorado al modo corto de los hombres de la estación. Brett no sabía si eso era un asunto de testosterona, y no se había molestado en preguntar. Probablemente nunca lo haría, aunque ciertamente habría quedado tentado a hacerlo en otro entorno, en otro momento y lugar donde las cosas no fueran tan complicadas.

    "Tengo el último lote de informes de progreso", dijo ella devolviéndole la sonrisa. "Pensé que podrías necesitarlos para tu sesión informativa".

    "Si es que sale el tema. ¿Los has leído?"

    "Los miré cuando se imprimieron. Dicen lo mismo que llevan diciendo las últimas seis semanas. Puedo indicarle a Casandra que envíe la versión resumida a tu registro de ciclo si no deseas la forma larga."

    "No lo hagas". Dios sabía, como probablemente también Casandra, que él ya tenía seis meses de informes de versiones resumidas sin abrir y sin leer en su bandeja de entrada. Movió una vaga mano hacia los montones de detritos de papel esparcidos por su oficina. "Archívalos sobre la silla, la que está junto a la lámpara. Cerca de la parte superior".

    Djen miró en esa dirección, luego llevó el labio inferior entre los dientes. "Creo que esa pila perdió la batalla con la gravedad del planeta en algún momento de la semana pasada. ¿Quieres que comience una nueva?"

    Extendió la mano. "Dame." Pero cuando ella extendió los informes hacia él, los despachó con un gesto de la mano. "Da igual. Quédate aquí en caso de que necesite que me proporciones detalles. Lo más probable es que no importe".

    Él empujó otra tambaleante pila de papel suelto fuera de la silla en la esquina detrás de su escritorio. Las páginas se desparramaron alrededor de sus pies, derramándose en un tosco semicírculo que terminó contra su tobillo como una ola de gastadas fichas de dominó.

    "Toma asiento ahí".

    Quiso decir algo más para suavizar la afirmación y que no pareciera tanto como una orden, pero sus altavoces emitieron un silbido agudo y sordo y el logotipo de la CTFT se fue con un parpadeo y fue reemplazado por una pantalla gris opaca. Brett pinchó el control de volumen aspirando aire entre los dientes.

    "Estación Malibú aquí. Brett, ¿estás en línea?"

    "Emplazamiento de Comunicación de la Persia, afirmativo. Saludos desde las playas doradas, Jack. ¿Dónde están todo el mundo?"

    Jack Overton, Comandante de misión de la estación de servicio a casi mil kilómetros al este de la posición de Brett, se rió con él. Esto se tradujo en un rugido extraño, estático y gorgoteante.

    "¿Acabo de recibir un rayo del Comando del Emplazamiento de Comunicación de la Persia? ¿Estás...?" reverberaciones Spitfire estáticas y huecas se masticaron el mensaje de Overton hasta la incoherencia. Brett se inclinó hacia los altavoces. Golpeó un lado de la torpe caja metálica. Eso no pareció ayudar, así que activó el interruptor de transmisión.

    "Estoy aquí, Malibú. Aunque tu claridad es terrible. Por favor, repítelo".

    El estallido estático y el silbido aumentaron perceptiblemente, como una rebelde ola rompiendo que se lanza ella sola contra las rocas. El éter zumbó con una ampolla de maldiciones apenas audibles, luego se aclaró nuevamente.

    "¿Ahora mejor?" Dijo Overton. "Envolví mi caja en papel de aluminio nuevo".

    "Todavía estás borroso en los bordes".

    "Lo siento. Tenemos una gran tormenta eléctrica encima. Mira, he recibido un rayo digital del CG de Comunicación de Misión. Van a suspender la sesión informativa de esta noche, probablemente por el resto de la semana, de hecho. La atmósfera es demasiado defectuosa para una buena señal. Stoker espera que el resto de vosotros trabajéis con las matrices de receptores digitales para el próximo pase de carguero, pero hasta entonces esto es una radio de onda a la antigua".

    Brett frunció el ceño. Malibú era la única estación en el rango de unidad a unidad. "¿Recibes alguna señal de video?"

    "No. Eso debería arreglarse con la actualización. Lo que me recuerda que el sistema Telsat estará inactivo durante unos días mientras las sondas de gran altitud instalan el resto de los dispositivos del rayo. No esperes conseguir una gran cantidad de datos dentro o fuera de tu matriz. El audio va a ser impredecible, y el video está totalmente petado, al menos hasta que desaparezcan las tormentas o el sistema digital esté en su lugar".

    "Mierda"

    "Mierda, nada, Chili. Yo no sé tú, pero Malibú está planeando tomar irresponsable ventaja de nuestra situación actual. Vamos a estar libres, fantasiosos e incomunicados hasta las diecinueve cero cero del martes. Recomendamos que tú y los tuyos hagáis lo mismo. Nos hemos ganado un poco de tiempo libre. Así que, no intentes llamar porque papá no contestará el teléfono".

    "Pero puedo contactarte en el sistema de emergencia".

    Hubo una risita, tranquila y agradablemente malvada. "Lo siento, EmplazamientoPersia, tengo problemas para entenderte. Creo que estoy perdiendo tu señal".

    "¡Jack!"

    Más risas, y la señal comenzó de verdad a perder su foco otra vez. "Solo emergencias, Chili. Júralo".

    "Solo emergencias".

    "Estación Malibú corta y cierra".

    "Tómatelo con calma, Jack". Dijo Brett. Apretó el comunicador y puso los ojos en blanco hacia Djen. "Menudo gillipollas liante. Aunque un sistema completo de vacaciones no suena a una noción totalmente irremediable".

    "No parece una noción ganadora tampoco".

    "Podríamos tomarnos un descanso por aquí".

    Ella frunció el ceño. "No has leído los informes de progreso del último mes, Markus. Nos estamos quedando atrás de nuestro porcentaje objetivo. No solo nosotros, te recuerdo, el proyecto entero".

    "¿Y qué van a hacer? ¿Despedirnos? ¿Enviarnos a casa? Eso sería una verdadera lástima, ¿verdad?" Pero él encontró su mirada y arqueó las comisuras de los labios con una sonrisa que significaba rendición. "De acuerdo. Mantendré la correa, pero no progresaremos mucho si Malibú se desconecta. Su brecha de producción en la cubierta de gas va a chuparse todo nuestro trabajo al espacio, y lo sabes."

    "Pero al menos no se culpará a nuestra brecha de producción". Ella le guiñó un ojo. Con pies cuiidadosos, se levantó y dejó caer el fajo de informes diarios en la esquina del escritorio. "Revisaremos la lista de turnos de mañana más tarde, si eso es aceptable para ti".

    "Mucho más tarde"

    "Veinte cero cero. Te veré en el arboreto, ¿vale?"

    Brett la despidió con la mano.

***

    Ella lo recibió con café en el sexto subnivel del arboreto, una amplia cúpula abierta que ocupaba todo menos un puñado del volumen del suelo. Zonas enteras de exuberantes hierbas, árboles jóvenes del ancho de la muñeca y arbustos de flores se alineaban en los bordes de las pasarelas de goma que serpenteaban funcionalmente, a veces estéticamente entre los jardines. Los sistemas de iluminación hidropónica de lavanda suspendidos a intervalos regulares desde el interior de la cúpula de plastiviso presurizado teñían las hojas de los árboles de negro, dibujando incluso las flores más pálidas en tecnicolor.

    No era la Tierra, ni siquiera era remotamente como un verdadero jardín, pero crecía e irradiaba olores distintos de electrodos calientes, aceite mecánico y sudor corporal. Si mantenía los ojos cuidadosamente apartados, Brett podría fingir que no veía los ligamentos de acero de las vigas de soporte del nivel arqueándose por encima del techo de cristal. Podía evitar notar los débiles rayos de luz verdosa flotando a lo largo de las paredes curvas de la cúpula que reflejaban las cabinas a lo largo del perímetro donde los biotecnológicos controlaban los ciclos de crecimiento, el aire ambiental, las reacciones fotosintéticas que subsidiaban en gran medida los sistemas biosféricos herméticos de la estación. Podría fingir, en otras palabras, que él no estaba suelto en un fraude insípido y de pesadilla.

    Caminaron juntos hacia el centro del jardín y se sentaron en el banco de madera tallada en bruto, en la confluencia de la telaraña de caminos. Había un melocotonero aquí, justo a la izquierda, que cuando los ventiladores circuladores se detenían, difundía su fina fragancia sureña a su alrededor. A veces, él casi podía saborear su dulzura en las comisuras de los labios. Probarlo y pensar en el helado y el té de julepe de menta y en la ciudad de Savannah, donde nunca había vivido, pero de la que había venido una belleza sureña de ojos redondos, suave, rosada e inocente que cuando él tenía diecinueve años le había escabullido dentro de su cama, bajo su edredón de encaje y volantes una fría noche de octubre.

    Brett sorbió su café. Hacía calor y casi logró evitar quemarse la lengua. Djen se había cambiado su traje rojo de estación y se había puesto unos casuales pantalones cortos y una camisa de algodón de manga corta. Él notó que ella no se había puesto los zapatos, y la vista de sus pequeños dedos marrones tensándose y relajándose contra el tapete de goma le dio una repentina oleada de placer.

    Él dijo: "Tendremos que ajustar los motores Dos y Cuatro para producir una mezcla de nitrógeno al veintidós por ciento a partir de mañana. Los números en esas dos unidades son patéticos. Quiero que Nathan y Stivetts trabajen en ese proyecto, y lo quiero para el mediodía como muy tarde".

    "Te has leído tu informe", dijo ella burlándose de él.

    "La conversión de nitrógeno parece ser el problema más crítico allí, aunque estoy preocupado por el experimento de amoníaco que hemos desatado con las máquinas del sector norte. Alguien me explicó que el ambiente alrededor de ese grupo sería tóxico, ¿verdad?"

    Djen echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. "Toda la atmósfera es tóxica, Markus. Y no, no te lo explicaron, solo te dijeron que lo hicieras".

    "¿Y por qué hicieron eso?"

    "Debido a que el compuesto de amoníaco es un mecanismo de invernadero mucho más agresivo que los clorofluorocarbonatos estándar que usamos en Marte a principios de los años cincuenta. La tasa de degradación de CFC de la contaminación ultravioleta limitaba la contraproductividad. Los motores luchaban por mantener incluso un nivel atmosférico de base estasis porque Archae Stoddard no tiene la gravedad de un Marte para una contención adecuada. Ahora que tenemos la presión de hasta 600 milibares, eso no es un gran problema, pero todavía estamos engrosándonos hacia las diez y trece. Y para hacer eso, necesitamos más material gaseoso puro. Para hacer eso necesitamos calor, preferiblemente buena energía solar a la antigua, que derrita esas malditas capas polares, liberando sus depósitos de CO2. Pero para hacer eso, necesitamos mantener la densidad atmosférica actual con un gas de efecto invernadero que no se evapore cuando lo golpee un rayo UV."

    "Hasta que podamos fabricar una capa de ozono consistente y coherente, el amoníaco dura más, trabaja más duro y la reestructuración molecular no es tan complejo como algunos de los otros gases. Por no mencionar que, cuando por fin nos acerquemos a la bacteria objetivo de inserción, te asegurarás de notar que la mayoría de los microorganismos anaeróbicos que hemos traído con nosotros no solo metabolizarán fácilmente, sino que metabolizarán felizmente el NH3 en el proceso, produciendo más calor, lo que conduce a todas las cosas mencionadas antes y podría, solo podría ten eso en cuenta, darme la oportunidad de experimentar Archae Stoddard solo con un traje de baño y un respirador algún momento antes de mi.muerte".

    "Pero cuando finalmente eso empiece a precipitar, no tendremos más que lluvia ácida", protestó ella. "Contaminar la nueva biosfera incluso antes de iniciar los anaeróbicos parece una contraproductividad aún peor".

    "Solo si la saturamos, y ni siquiera estamos cerca de ese nivel". Djen le guiñó un ojo. "Te daré puntos extra hoy por hacer al menos el esfuerzo de leerte tu informe".

    Brett se encogió de hombros y luego sonrió. "De acuerdo. Y oye, yo me leo los informes, nadie me dice que tenga que entenderlos".

    "Mientras uno de nosotros lo haga".

    "Por eso tú eres la técnico científica y yo soy el tipo de administración y, por consiguiente, confío en ti para que me digas qué más debe hacerse mañana".

    Djen extendió la mano hacia la parte baja de su espalda y sacó un pequeño cuaderno de papel de su cintura.

    "¿Cómo lograste conseguir un empleo tan fácil? Tienes la capacidad de atención de un picaporte".

    "Te sorprendería la cantidad de puertas que abren un Master en administración de tecnología de sistemas y la ciega voluntad de firmar un contrato de diez años".

    Ella pasó las primeras páginas de su cuaderno y luego se detuvo. "El motor tres está funcionando en caliente. No es un trabajo para uno de los técnicos, pero quien tenga ese servicio de mantenimiento primero debe revisar los niveles de lubricación y luego realizar un diagnóstico en las correas y cojinetes".

    "¿La programación?"

    "La producción latente se verifica. Esto me parece principalmente un problema de escape. Es un dispositivo O3, y las plumas están leyendo unos ochenta metros más bajo que en esta época el año pasado. Eso todavía está dentro de los parámetros aceptables, pero como sabemos que es demasiado cálido ahora, no me gustaría esperar hasta que algo se rompa".

    "¿Entonces la programación es buena?" Eso era positivo, al menos.

    "Lo que me lleva al número Nueve".

    "¿Sería eso un Motor, Número de Motor Nueve?"

    Djen parpadeó hacia él, sin comprender.

    "Era una canción", dijo él.

    "Oh, ¿sobre Motores Sperling?"

    "Sobre motores de locomotoras. Olvida eso. ¿Qué le pasa al Nueve?"

    "El Nueve ha encontrado un error lógico en casi la mitad de su población. Los nanomecas han vuelto al cronograma de producción de la semana pasada. La semana pasada eran una unidad de O2. Esta semana se supone que son... eh", dijo pasando otras dos o tres páginas "Sí. Esta semana son cuatro horas de nitrógeno y compuestos derivados del nitrógeno, luego toda una serie compleja de xenones, argones y variados y diversos en microlotes alternos. La secuencia de producción es extremadamente complicada y el programa es delicado y preciso".

    "Lo que explica el fallo del sistema".

    Ella puso los ojos en blanco. "Lo que explica su importancia, Markus. Este es un lote estabilizador de ingredientes. Un nudo químico para todo ese oxígeno y amoníaco".

    "Pues pon a Jaekel y Rand a primera hora de la mañana".

    "Ellos abordaron la codificación esta tarde, pero han decidido que no es una solución remota. Los pequeños bastardos se niegan a obedecer los códigos indirectos y vuelven a la última programación guardada. Vamos a tener que enviar un equipo externo".

    Brett se rascó la barbilla. Esto no lo iba a hacer popular. "Supongo que has visto el clima afuera".

    "Está dentro de las pautas de seguridad", dijo ella, pero sus ojos eran oscuros, pensativos.

    "¿Cuáles son las previsiones para mañana?"

    "Sistema de baja presión en movimiento. Mucho viento, pero la atmósfera debería alcanzar una mayor estabilidad hacia la noche. Sin tantos tornados".

    Él gruñó. "Solo hace falta uno".

    Licuadora de los Dioses, había oído llamar a los tornados en una casi olvidada e inútil teleconferencia. ¿Cómo lo habría llamado Wagner? ¿Osterdammerung? ¿GotterAmanarung? Lo que fuese. El argumento en ese momento había sido que los sistemas atmosféricos dinámicos agitaban los gases producidos por los motores Sperling, y eso era considerado bueno por las personas que sabían de tales cosas.

    "¿Quién está en cubierta?"

    Djen palideció ante la pregunta, su boca se curvó hacia abajo. "Yo. Tendré que armar un equipo".

    "¿Qué pasa con la redistribución de la carga de trabajo por el momento?"

    "¿Se refiere a la mía o a la del Motor, Comandante?" Ella levantó una ceja. "Odiaría pensar que querías sugeririr algo estereotipado sobre los neanderthal o de género sobre el nivel de riesgo que conlleva este trabajo".

    Brett se frotó la frente para que no fuera obvio que estaba mirando hacia otro lado. "Por supuesto, me refería a la máquina. Aunque mencionaré en mi defensa que la preservación de la salud y el estado físico de todo el personal de la estación, independientemente del género, es uno de mis imperativos de misión publicados. El número tres en la lista, si recuerdo correctamente".

    Su intento de humor no pareció aplacarla. "Con la producción ya tan retrasada, va a doler el solo hecho de desconectar el Motor para las reparaciones. Si esperamos las tormentas, podríamos perderlo durante días".

    "Muy bien. Déjalo funcionando entonces. La mitad de él está funcionando y la otra mitad es mejor que nada".

    Pero ella no lo iba a aceptar. Ella no iba a dejar que él lo aceptara. Él debería haber mantenido la boca cerrada. "Actualmente no poseemos el lujo de determinar nuestro propio cronograma de producción. Necesitamos estos agentes estabilizadores, Markus. El proyecto los necesita. Todos los días esperamos, reducimos la velocidad y arruinamos nuestros niveles de rendimiento, esos son todos los días que se abordan al final del contrato. Hemos firmados por ecopoiesis tanto si lleva diez años como cincuenta. No sé tú, colega, pero yo quiero volver a casa con todo mi dinero y un agradable, duro y joven núbil antes de que sea demasiado vieja para disfrutar de ambos".

    Brett suspiró. Ella tenía razón, por supuesto que tenía razón. Esto ni siquiera debería estar en discusión. Pero se había sorprendido probando melocotones por un momento. Melocotones y dulces chicas de Georgia. La nostalgia hacía eso, hacía que un hombre olvidara dónde estaba y qué se esperaba de él.

    "No me gusta", dijo él finalmente.

    "No tiene que gustarte", dijo ella. "Solo tienes que firmar la lista de turno antes de irte a la cama".

    La reunión debió de haber terminado con esa nota, porque ella se levantó y se alejó, dejando a Brett solo con el aroma húmedo y podrido de las plantas y el zumbido de las lámparas de crecimiento.

    Se quedó sentado en el arboreto hasta que llegó la hora de acostarse, tomando café y escuchando el silencio. Antes de ir a su habitación, se detuvo en su oficina para firmar la lista de tareas.

    El icono de correo parpadeaba en su monitor.

    Chili, estás tú y Ritter con las dos manos para jugar. Deberías subir aquí. Sievers.

    Por un momento, el mensaje se rebotó como una canica dentro de su cerebro, desatado y desconectado. Entonces lo recordó.

    "Qué demonios", dijo Brett, y se dirigió a echar una partida de cartas.

Capítulo 2

    Las reglas del Yetzirah: un reparto de mano de cinco cartas. Las cartas se pueden barajar, intercambiar o robar desde cualquier ubicación dentro del mazo restante después del reparto, aunque no se puede intercambiar más de una carta en cualquier momento. El jugador sentado a la izquierda del crupier comienza la ronda y el juego continúa alrededor de la mesa en el sentido de las agujas del reloj. Los jugadores no pueden tener más ni menos de cinco cartas en la mano. Los descartes se eliminan del juego hasta que el mazo mostrado desaparece, luego este se vuelve a barajar y se reparte otra vez hasta que un jugador gana la ronda y avanza a un nuevo sefirot.

    El tablero de juego se coloca en el centro de la mesa. El patrón es un facsímil directo del Árbol de la Vida cabalístico con sus diez brillantes sefira y angulosos caminos que conectan Keter a Hokmah, Binah a Gevurah por el árbol, y así sucesivamente. Inscrito en cada círculo están los nombres de los cuatro arcanos menores a los que corresponden simbólicamente. Keter, los cuatro Ases; Tipheret, los cuatro Caballeros o los cuatro Seises; Netzach, los cuatro Sietes. A lo largo de cada camino entre las esferas se encuentran los títulos de uno de los arcanos principales. Malkhut a Yesod, El Universo; Gevurah a Jesed, La Fuerza; Hokmah a Keter, El Loco. La tarea de cada jugador es que las cinco cartas adquieran una extensión dada correspondiente a un sefirot y su trayectoria radiante de un círculo a otro.

    El juego continúa hasta que un jugador adquiere las cartas necesarias para pasar de un sefirot a cualquiera de los otros sefirot a los que está conectado por un camino directo. Por lo tanto, la mano ganadora de una ronda dada podría proceder de Malkhut a Hod, en virtud de la obtención de los Arcanos mayores de El Juicio y los Ochos menores de Bastos, Oros, Espadas y Copas. Las opciones limitadas disponibles desde cualquier punto dentro del tablero de juego hacen que el juego en sí sea una combinación de pura suerte, un mínimo de pensamiento estratégico y una evaluación cuidadosa de aquellos contra quienes uno está jugando. Dos jugadores que intenten seguir el mismo camino se eliminarían mutuamente de la contienda, suponiendo que cada uno tuviera una carta que el otro requiriera. Los jugadores solo podían avanzar a un sefirot conectado por un camino desde su estación actual.

    Se puede subir en El árbol más directamente desde Malkhut a Yesod a Tipheret a Keter. En tres manos repartidas consecutivamente, esta maniobra se llama el Pilar Medio Perfecto. El patrón de procesión más predecible estadísticamente es una ruta serpenteante hacia arriba y alrededor, horizontal y en arco, incluso ocasionalmente hacia atrás de sefirot a sefirot.

    El objetivo del juego es ser el primero en habitar Keter.

    El ganador recibe la oportunidad de sacar una mano final, diez cartas colocadas en el patrón tradicional de la Cruz Celta, utilizado recientemente por Icky y su sexualizado futuro imaginario. De acuerdo con un cuidadoso puñado indexado-cruzado de interpretaciones de más de una docena de textos sobre la historia y la comprensión de los arquetipos del Tarot, al ganador se le permite escrutar los eventos del día siguiente.

    El ganador puede elegir una de las cartas de la baraja en abanico y reemplazar cualquier otra carta individual en la mesa con la carta que ha elegido. Las cartas revisadas se interpretan nuevamente, correlacionando el elemento recién incorporado. El ganador por sí solo decide el significado acumulativo para el día siguiente, presenta los resultados a su satisfacción y, en teoría, dicta el futuro tal como será escrito. Esta es la acción de la voluntad individual sobre un conjunto de constantes externas, un elemento salvaje e impredecible introducido en un predecible subconjunto dado.

    Esto puede considerarse un elemento positivo o negativo dependiendo de las cartas circundantes.

    En caso de que el ganador extraiga la mano de escrutinio y apruebe los resultados como falaces, puede elegir no seleccionar una carta final. Esto significa una aceptación de los elementos aleatorios del destino, que el peso de la historia procederá sin obstáculos, un asentimiento a tiempo con lo que ha de ser. La carta que habría sido extraída no se conoce.

    Pero si se extrae la carta de reemplazo final, debe jugarse.

***

    Los paneles de la Cubierta de Observación parpadearon en varios tonos de verde, escupiendo sombras contra el bajo techo de metal. Los vientos fuera de la Estación Persia habían caído en un chirrido sordo, apenas audible por el zumbido electrónico de los tableros y monitores apilados fila por fila, atornillados precariamente al andamio de acero que cubría la sala. Los ventiladores de enfriamiento respiraban el escape constante de ozono caliente en el aire y resecaban la sala, sofocante por su calor. Sievers sudaba abiertamente, el cuello de su camisa estaba manchado de oscuro. Sus palmas manchaban la mesa donde descansaban sus manos.

    Brett no estaba transpirando, aún no, aunque entendía que probablemente había una buena razón para esto: no tenía idea de lo que estaba pasando. Las cartas en su mano no eran de ningún tipo que él reconociera. Espadas y bastones largos, enredados de vid y monedas redondas doradas con pentagramas dibujados en ellas, y una carta que no parecía tener ningún color, solo la palabra Mago garabateada en la parte inferior y un negro número uno en un óvalo blanco con forma de ojo en la parte superior. La figura en el medio era la de un barbudo con túnica, erguido de pie tras una alta mesa y cubierta de tela. En su mano derecha sostenía una brillante vela blanca con la llama apuntando hacia los Cielos. La mano izquierda señalaba hacia abajo, hacia la tierra a sus pies.

    Brett supuso, pero de ninguna manera podía estar seguro, que esto era bueno.

    Ritter, por otro lado, sonrió alrededor de la mesa, benignamente confiado. Sievers empequeñecía su lado de la mesa, hombros tensos alrededor del cuello, músculos tan tensos como una abultada bobina metálica. Jervis e Ilam alternaban entre ceño fruncido y petulancia. En realidad eso era todo lo que Brett necesitaba saber.

    Hubiera sido mejor dejarlos jugar colectivamente su mano de hombre muerto.

    "¿Ha preparado su estratagema, Comandante?" preguntó Ritter, su voz curiosamente arqueada y cortés, como si acabara de pedir permiso para lanzar los torpedos sublumínicos o algo por el estilo.

    Brett estudió sus cartas, ordenó las de bastos y puso al Mago en primer lugar, con la moneda y la espada al azar después.

    Con lo que confió que fuese un tono lo bastante autoritario, dijo: "Um".

    Ilam cerró su mano bocabajo sobre la mesa. Echó la cabeza hacia atrás, sacudiendo la oscura melena de su cabello y rió con su profundo temblor irlandés. "Otra vez hay que repasar las reglas básicas para el beneficio de Chili, creo".

    La sonrisa de Ritter mostró los dientes entre las rojas curvas de sable de los labios. Golpeó con el dedo índice sobre el diagrama impreso por ordenador pegado en el centro del tablero de la mesa.

    "Este es el tablero de juego", dijo. "Diez círculos y veintidós líneas. Los Sefirot y los caminos intermedios. En la tradición ocultista, esto es un glifo conocido como el Árbol de la Vida. Esta moneda de un dólar en Chesed es Sievers. La tapa del boli en Gevurah es Jervis. Ilam; que como ves maneja sus cartas y su habilidad para el juego con una consideración tan informal; puede hacer eso debido a su trozo de chatarra en la parte inferior de Netzach, justo la mano retirada de Malkhut, donde ha comenzado el juego".

    "Yo estoy", suspiró Ilam con sus pálidos ojos brillando, "más o menos fuera de la contienda".

    "¿Y yo soy el chip de sincronización cerca de la cima?" preguntó Brett.

    Ritter negó con la cabeza. "No. Tú eres ese trozo de trapo sucio en la otra esquina del triángulo, en Binah. El chip de sincronización está en Hokmah y ese es el mío".

    Jervis le guiñó un ojo a Brett al otro lado de la mesa. "Eso significa que estás empatado en la delantera. El primero en llegar a Keter gana".

    Ritter se inclinó más cerca, encorvando el torso sobre el diagrama. Con su dedo, trazó un camino serpenteante desde abajo hasta la corona. "Se sube al Árbol de la Vida".

    "Creo que no lo entiende", dijo Sievers exhalando un largo chorro de vapor de nicotina.

    Brett asintió. "Lo que entiendo es que hay alguna relación entre las cartas normales y las que estáis usando. Diamantes con oros, picas con bastos, tréboles con espadas y corazones con copas, sí''. Ritter le sonrió. "Menos el misterioso Caballero de la corte del Tarot, los arcanos menores fluyen de Ases a Doses, una correspondencia exacta. Pero, ¿cuál es la correlación entre el tablero de juego y las cartas? ¿Por qué no usar las cincuenta y dos cartas en común y jugar al póker?"

    Ritter parpadeó y algo de su brillo se desvaneció, como si la pregunta no tuviera sentido. Respondió lentamente, alternando su mirada entre el tablero y Brett.

    "En algunas tradiciones mágicas occidentales; el Tarot, como fuente de adivinación y meditación; se vinculó inextricablemente con la comprensión del Árbol de la Vida, el cual en sí mismo es un artificio hebreo. La tradición mística judía sostenía que la creativa esencia del Dios Innombrable, cuando fluía hacia el exterior desde más allá de los Velos de la Existencia Negativa, emergía como una energía plástica y líquida. Porque el Dios; Yod-Heh-Vav-Heh, a quien los romanos alfabetizaron desafortunadamente como Yahvé o Jehová, era puro hasta el punto de que cualquier contacto directo con una creación no divina haría pedazos inevitablemente el material inferior. Él diseñó el Árbol de la Vida como el mecanismo para la creación de un universo físico, un firmamento, que era desde Él, pero no de Él."

    "La energía de la Deidad fluye de Keter a Binah a Hokmah y continúa hasta abajo hasta llegar a Malkhut, que representa el universo, la realidad mundana. Para aquellos que quieren levantarse, quienes quieren entender la medida del universo y divinidad, el camino comienza en Malkhut —separación completa y absoluta de lo espiritual— y continúa por los caminos entre los sefirot en el diagrama hasta que gradual y finalmente se fusionan con Keter, la Corona, la completa comprensión del impulso creativo de Dios."

    "Cada sefirot tiene una significación, un sentido que describe un estado de desarrollo espiritual. Cada línea intermedia es un camino de conocimiento, un mecanismo para comprender lo que está por encima de él. El Árbol de la Vida trata sobre la comprensión, Comandante. Trata sobre la adquisición de conocimiento, sobre lo que significa ser humano y, al mismo tiempo, sobre lo que significa ser una diminuta pieza defectuosa de la Deidad del Creador cuya presencia fulmina al otro lado de los infranqueables Velos Triples. Ver más allá de ese abismo de desconocimiento y experimentar la divinidad directamente es el propósito del Árbol. Esto es lo que Moisés solicitó en el Pentateuco, la oportunidad de vislumbrar el glorioso rostro de Dios mismo".

    Brett se aclaró la garganta. "¿El ganador consigue ver a Dios? ¿Ese es el sentido de este juego?"

    «Puede que fuese hora de echar un vistazo más minucioso a los perfiles psicológicos de estos hombres.»

    Sievers contuvo una carcajada desde su esquina de la mesa, tapándose la boca con la mano.

    "Metafóricamente, solo metafóricamente", dijo Ritter imperturbable. "Al crear el juego, traté de mantenerme fiel a la rica tradición que envuelve el Tarot. Nosotros desconfiamos del Tarot como pueblo, como especie, creo yo. Del Tarot y de cosas similares. Como el I Ching, por ejemplo. Los dados, los tallos de milenrama y los psíquicos, cualquier cosa que pueda usarse para adivinar nuestros posibles futuros. Esta es información que codiciamos de inmediato y sentimos que no merecemos... o más bien, no es que personalmente no la merezcamos, sino que otros menos escrupulosos que nosotros no la merecen por los fines a los que dirigirían su conocimiento. Queremos y rehuimos. Mejor, decimos que no sabemos qué merodea más allá de nuestros limitados horizontes. Es una reacción humana universal."

    "Ocurre igual con el impulso científico, ¿no es así? La misma dicotomía que ha perseguido a la humanidad desde los primeros días de la Ilustración. Newton contra el Dr. Fausto. La penicilina ante el gas mostaza. Energía atómica versus armas atómicas. Queremos progreso, queremos nuevos horizontes, una vida fácil, pero al mismo tiempo tememos el coste de ese progreso, como si hubiese una cierta picardía implícita en llegar más allá de nuestra comprensión actual."

    "El conocimiento es para lo que jugamos, Comandante. Esos son los únicos riesgos. Llámelos pequeños, pero nos divierte más que intercambiar fichas de crédito entre nosotros".

    Brett frunció el ceño. "Continúa".

    "La tradición cabalística recibida respecto al Árbol de la Vida atribuye ciertas cualidades a los sefirot y los caminos, ciertos significados, valores. Lo que uno puede llamar definiciones pasivas. Los marcadores son señales en el largo camino vital de desarrollo espiritual, o metáforas para viajes psicoespirituales de comprensión más intensiva. El Tarot, del mismo modo, asigna significados a las cartas en los arcanos mayores y menores. En el caso de las cartas, estos significados o tendencias súper psicológicas se aplicaban al arte de la adivinación, la revelación de la fortuna, la exégesis de lo desconocido. El Tarot representa lo invisible en acción, impacta la realidad física en la cual nosotros, seres encarnados, estamos confinados."

    "Los Cabalistas occidentales consideraron los dos sistemas, determinaron las correspondencias entre el Árbol y sus caminos y el Tarot, y concluyeron que uno era simplemente una representación del otro o, quizá más precisamente, ambos eran particularidades de la misma verdad universal. El Árbol de la Vida proporcionaba una codificación más coherente del conocimiento del Tarot."

    "Ambos sistemas, por supuesto, tienen en su origen la noción de que una correcta comprensión del conocimiento transmitido por el imaginario de sus símbolos conduce a una etapa más avanzada del conocimiento. La verdad limitada dentro de la verdad, los significados y la pura inmensidad agrandada y más profunda a cada paso más allá de lo mundano".

    "Pero vosotros solo estáis jugando a las cartas", protestó Brett. "No estáis comprendiendo nada; no estáis adquiriendo ningún conocimiento".

    "Subimos el Árbol mediante un mecanismo de azar y repartimos las manos y asumimos concomitantemente que las fuerzas del universo están actuando sobre todas las variables aleatorias para producir un resultado inevitable. Se supone que el ganador gana porque eso ha sido preordenado".

    Brett abrió en abanico sus cartas, mirando de nuevo al Mago con sus chispeantes ojos tenebrosos y el oscuro gorro inclinado hacia atrás sobre la cabeza. "Y por todo este favor que brilló del cielo recibe... ¿qué? ¿La satisfacción de saber que estaba en sintonía con el universo o con Dios o con un destino aleatorio?"

    "Conocimiento"

    "Explica eso".

    Ritter guiñó un ojo, y Brett se encontró recostado en su silla considerando no solo la ferocidad de Ritter, sino también la sonriente bandolera de idiotas que descansaban alrededor de la mesa. Los cuatro hombres sonreían ante su ignorancia como si fuese un chiste interno, o peor, una boba broma que él no lograba comprender.

    Pensó: Al menos los mantiene ocupados y lejos de problemas.

    "El ganador crea el día que aún está por llegar", dijo Ritter al fin. "Puede, si lo elige, atreverse a hacer un mundo".

    Ilam tomó una carta del medio del mazo, la miró, luego puso los ojos en blanco y la arrojó a la pila de descartes. El Tres de Oros.

    "No es mi noche", dijo amigablemente. "¿Alguien con un Seis de Bastos estaría dispuesto a deshacerse de él a bajo precio?"

    Jervis se rió entre dientes. "Sigue probando".

    Brett los escuchaba desde la distancia. "A ver si entiendo esto. ¿Creéis que el resultado de este juego va a afectar de verdad los eventos de mañana aquí en la estación? ¿Que el ganador hace que las cosas ocurran?"

    "Debes definir tu terminología con más precisión", respondió Ritter. Tocó la carta más a la derecha en su mano, masajeando la esquina redondeada con el dedo índice.

    "Las cartas causan que los eventos ocurran", probó Brett.

    "No."

    "Entonces las cartas solo predicen eventos".

    "Otra vez, no una suposición adecuada, Comandante".

    Brett apretó los dientes. "Pues explícamelo".

    Jervis seleccionó una carta del fondo de la baraja, la más cercana a él. La miró y dio golpecitos en la mesa con el borde de esta.

    Todos le esperaban. Sievers se movió nerviosamente en su asiento.

    "Estoy pensando. Dadme un minuto", murmuró Jervis.

    Ritter rodó los hombros y liberó la tensión. Parpadeó con fuerza una o dos veces, luego se ajustó las gafas en la nariz.

    "Es una pregunta simple", dijo Brett.

    "La mayoría de las preguntas simples requieren respuestas extremadamente complejas", respondió Ritter. "Tomemos, por ejemplo, la simple pregunta ¿Podemos crear un mundo habitable a partir de uno estéril?"

    Brett negó con la cabeza de inmediato. "Esa complejidad solo se deriva del mecanismo. La misma respuesta es un simple sí o no".

    Ritter frunció el ceño. "Y yo digo que tu consulta tiene tanto que ver con el mecanismo como con la solución. Muy bien. Has preguntado no solo si el Tarot impacta en los eventos, sino cómo ocurre ese impacto. ¿Creemos que la aplicación del libre albedrío hace que ocurran eventos? ¿Creemos en una causa y efecto lineales? ¿O crees que la historia tiene peso y el patrón de eventos conduce a una capacidad disminuida para elegir a favor de o contra ellos a lo largo del tiempo? ¿Qué hacemos con la hipótesis del multiverso, de que cada momento es soberano, absolutamente libre y que todas las potencialidades se activan en universos paralelos al nuestro? Todos estos son mecanismos válidos con los que podría responderte."

    Ritter alzó los ojos de las cartas en su mano. "Tus preguntas, Brett, se refieren a cuál de estos modelos de comprensión del espacio-tiempo aceptamos. Históricamente, la afirmación fundamental contra la adivinación ha sido su charlatanía. Cualquier patán elocuente con una baraja de cartas podría proponer leerte el futuro, y ese futuro siempre tenía agregado la advertencia de que esa lectura es lo que podría ser a menos que cambiaran los factores. Las cartas reflejan el futuro tal como están relacionados ahora todos los factores en este momento. El entendimiento es que cualquiera que busque la adivinación podría afectar positiva o negativamente el resultado final, pero también los factores más allá del control del individuo podrían cambiar, y cambiar así lo que estaba destinado a ser."

    "Por lo tanto, si la lectura no refleja la realidad, no es porque el adivino haya cometido un error, sino porque los factores que habrían dado lugar a esa realidad han dejado de ser válidos. Las personas actúan, las cosas cambian. Es desordenado, pero ¿qué se le va hacer? El cartomante que tenga cualquier tipo de guijarro rebotándole dentro del cráneo se apresura a señalar que el Tarot es un estudio de modas y tendencias altamente sujetas a cambios, y por lo tanto él, el intérprete, no es responsable de la precisión del resultado. Ese no es un enfoque muy científico y la masa de personas pensantes lo rechaza justificadamente".

    Jervis finalmente decidió quedarse con la carta que había robado. Agregó el Dos de Copas a la pila de descartes.

    Ritter continuó: "Como científico, yo aborrezco la imprecisión. Pero la adivinación es en esencia un ejercicio subjetivo. El futuro que adivino para mí mismo puede no tener ramificaciones perceptivas para nadie fuera de mí. La pregunta es, ¿eso hace que una lectura sea más o menos válida? ¿Se ha anulado mi libre albedrío de alguna manera al saber lo que está por venir? ¿Estoy activando mi libre albedrío porque sé lo que va a suceder, y por lo tanto me comporto de tal manera para que produzca el inevitable resultado, incluso sin hacerlo conscientemente? ¿Existe la posibilidad de que, si los eventos predichos suceden, yo los interprete como consistentes con la adivinación cuando en realidad no eran consistentes en absoluto? Descontando por completo la artimaña, aún hay demasiados factores que pueden conducir a un error, ya sea en la interpretación de la lectura de las cartas o en la interpretación de la lectura de la verdadera realidad. La adivinación simplemente no es coherente con los estándares del rigor científico".

    Era el turno de Ritter. Extendió la baraja con los dedos, tocando ágilmente tres y cuatro cartas a la vez, como paseando por un campo de posibilidades. Al final sacó una carta y la deslizó boca abajo sobre la mesa hacia él. Miró a Brett, sus ojos se encontraron.

    "Una comprensión lineal del espacio-tiempo mantendría que el adivino está viendo los efectos de los factores causales que tienen un linaje rastreable. Hay eventos reales que ocurrirán o no en función de diversas entradas, tendencias y predilecciones. El cartomante no está necesariamente equivocado si su lectura va mal porque es válido suponer que uno de los factores no ha cumplido con la tendencia actual."

    "Contrariamente, si creemos que la historia tiene ímpetu y peso, el cartomante induce lo correcto o incorrecto. No tiene un término medio porque los eventos no pueden ser desviados de su curso por simple derivación factorial."

    "La teoría del multiverso establece que las cartas han seleccionado un posible resultado completamente exacto en algún universo paralelo a este, aunque no necesariamente en este."

    "En dos de las tres hipótesis, se le permite al adivino salir indemne de cualquier reproche y refugiarse en las sagradas almenas del libre albedrío. Ambas hipótesis son inaceptables para mí. En mi opinión, al aceptar la validez de la adivinación uno debe concluir que no existe el libre albedrío a nivel práctico. Las decisiones del individuo carecen de sentido ante la gran cantidad de eventos, porque para cuando se da cuenta de que se debe tomar una decisión, la galería de opciones se ha limitado tan severamente que esta es fácilmente predecible. Lo que predicen las cartas debe ocurrir porque la historia ha determinado que esas cosas deben ser".

    Ritter bajó los ojos y miró brevemente la carta que había seleccionado. Su labio superior se contrajo y él la descartó girándola. Nueve de Oros.

    "Esta creencia presupone, por supuesto", dijo finalmente, "que la lectura ofrecida por las cartas es invariablemente correcta. De lo contrario, colapsa todo el andamiaje de la lógica".

***

    Nueve veces habían ido alrededor de la mesa. La tarde había madurado hacia la noche plena. Brett podía sentir los párpados cada vez más pesados, tan cansados que parecían crujir como grava de cristal en las córneas. Quería hacer un poco de café. No, que le follaran al café. Quería irse a la cama y olvidarse de este maldito juego, pero no podía.

    Ronda tras ronda, Ritter no conseguía la única carta que necesitaba. Sievers había coronado con éxito dos veces y podía tener cuatro de las cinco. Incluso Ilam se había reído una o dos veces, y Jervis les había dicho rotundamente que solo le faltaba la Reina de Varitas para unirse a Brett en el Binah. Ritter llevaba oscuras ojeras por la fatiga o por el anhelo. Se le habían deslizado las gafas por la nariz muchas veces y sus temblorosos dedos las habían subido tantas veces que las lentes estaban manchadas y pringosas.

    A Brett le divertía la incomodidad de Ritter más de lo que ansiaba dormir.

    Sievers le dio un leve codazo. "Te toca a ti, Chili".

    Cinco cartas por jugador, pensó. Eso hacen veinticinco, más nueve por ronda por persona, otras cuarenta y cinco. Que son setenta de un total de setenta y ocho. Quedaban ocho cartas. No sabía las matemáticas para calcular las posibilidades de que el As de Copas fuese una de esas cartas, en oposición a que estuviese en la mano de Ritter. Tenía los otros tres Ases, más el Mago. Keter requería o bien los cuatro Ases o los cuatro Pajes, y Ritter parecía bastante confiado en sus posibilidades, aunque cada vez más desesperado a medida que las cartas desaparecían del juego. De modo que debía de haber seguido la ruta de los Pajes. Si no hubiera estado cerca, no habría estado tan seguro desde el principio; él no podía haber conseguido Ases entonces, porque Brett había comenzado con el As de Varitas y el As de Monedas. En consecuencia, debía de faltarle solo un Paje o El Loco. Seguramente no más de una carta. Y Brett estaba dispuesto a apostar que no tenía el último As, porque el movimiento sabio habría sido descartarlo de inmediato, eliminarlo del juego y bloquear las posibilidades de Brett de completar la fase en esta ronda.

    El As faltante y, él lo garantizaba, el Paje faltante, aún debían de estar en la baraja. Brett podra hacer esos cálculos... una posibilidad de cuatro de ganar directamente o al menos lograr desviar a Ritter hasta la siguiente mano.

    Puedo vivir con eso, pensó, y seleccionó la siguiente carta de abajo.

    La cara mostraba un aqua malange salpicada de aleteantes delfines y juguetones sirenos de ojos verdes. Saltaban al aire desde mares violetas bajo un ardiente cielo estival, con los brazos en alto sobre la cabeza en un gesto de saludo. Al fondo, el bronceado brillo de una playa de arena se extendía hasta las escarpadas paredes marrones de la cala de una isla.

    En primer plano, relucientes trombas bullían desde el borde de un cáliz biselado y se derramaban en el océano con un retumbar visual de olas.

    El As de Copas.

    Ritter se derrumbó como si su columna se hubiese echo añicos. Se le cayeron las cartas de los dedos y se tapó la cara con las manos, apretando las gafas en las cejas, las patillas salían por los lados de la cabeza como antenas. Brett creyó por un momento que el xenohidrólogo iba a estallar en lágrimas.

    Por suerte, no lo hizo.

    "¿Cómo hago esto?" preguntó Brett mirando de cara a cara mientras los hombres se reunían a su alrededor. "¿Mano derecha, mano izquierda? ¿Tengo que decir alguna palabra mágica?"

    "Como quieras", sugirió Ilam. "Si te han sonreído los hados, según las estipulaciones del juego no encontrarán falta en tu técnica, pienso yo".

    Brett sonrió ante el humor, pero no podía decir que realmente le importara. Esta era una formalidad, una tarea que él realizaba porque se esperaba de él. La satisfacción había estado en la victoria, en dejar a Ritter un poco fuera de su pomposidad. Lo único que quería ahora en realidad era irse a la cama.

    "¿Cómo lo haces tú?" le preguntó a Ilam.

    "No podría decírtelo, honestamente. Nunca he ganado".

    "Siempre gana Ritter", agregó Sievers, sonriendo. Ritter se aclaró la garganta, sonando dolorido y cansado. "Baraja las cartas, Brett. Sepáralas con la mano izquierda en tres montones. Selecciona un montón con la mano derecha y extiende esas cartas sobre la mesa. De esas, elige diez de una en una y yo te mostraré dónde ponerlas".

    Él había estado barajando las cartas todo el tiempo. Él dijo: "¿Qué tal si saco las diez de la parte superior ahora?"

    "No se hace así".

    "Puede hacerse si yo lo digo. Esta es mi adivinación, ¿verdad? Los Hados me han sonreído".

    "Yo no me fiaría mucho de la comprensión de Ilam de los Hados, dado su historial en el juego".

    Brett se encogió de hombros. "Vale, lo que tú digas."

    Hojeó las diez primeras cartas, contándolas al sacarlas. Dejó a un lado el resto de la baraja y colocó las suyas boca abajo sobre la mesa.

    "Estas son las que quiero. ¿Qué viene ahora?"

    Ritter le guió a través del proceso. Brett colocó la primera carta sobre la mesa, en la posición llamada Cobertura, recta hacia arriba. La segunda estaba colocada perpendicularmente a la primera, lo que Ritter dijo que era el Cruce. Directamente arriba estaba la Corona y debajo la Raíz. A la derecha estaba el Pasado y a la izquierda el Futuro. A la derecha de este patrón en diamante, Brett colocó de abajo hacia arriba una línea de cartas que representaban el Interrogador, la Casa, el Interior y el Resultado.

    Brett estudió el reparto. "¿Y ahora qué?"

    Como respuesta, Ritter sacó un delgado ordenador de bolsillo y comenzó a introducir datos en la pantalla táctil. "Lo que he hecho es reunir más de dos docenas de fuentes antiguas y modernas que comentaban sobre el significado del Tarot. Esas disecciones carta por carta se han correlacionado con sus elementos correspondientes para lograr una especie de acuerdo medio".

    La unidad de bolsillo emitió un leve zumbido para indicar que había completado sus cálculos.

    "¿Desea que le muestre los resultados, Comandante?"

    "Dispara".

    "La que te cubre representa los eventos, problemas y actitudes prevalentes en la situación dada. Son las influencias conocidas y desconocidas en la discusión actual, la predicción general de los eventos del mañana. En este caso, es el Cuatro de Bastos".

    Brett levantó la mano. "Cuando dices eventos, ¿te refieres a eventos para la estación en general o eventos que experimentaré yo directamente? ¿Cómo de general es esta interpretación?"

    "¿Quieres decir...?"

    "Digamos que las cartas me dicen que hay sexo en mi futuro", respondió él. No veía razón alguna para no echarle diversión a este ejercicio. "Si la lectura es específica para mí, tendré que asegurarme de ducharme por la mañana, ponerme un uniforme limpio y bañarme en colonia. Tengo que prepararme, ya me entiendes. Ahora bien, si la lectura es general, podría ser cualquiera en la estación quien va a tener sexo, y se me ocurre al menos dos parejas en el laboratorio de química que hacen de esa predicción algo inútil, eso es más como un estado dado que un evento notable. En tal caso no solo yo habré perdido mi tiempo arreglándome como una margarita, sino que también estaré preparando al Sr. Cleveland para una gran decepción que, como puedes imaginar, hace bastante desagradable vivir con él".

    La mandíbula de Ritter se tensó. "Hay un cierto grado de lo general y lo específico en cada lectura. Debería ser bastante obvio cuál está en efecto".

    "¿El señor Cleveland?" preguntó Jervis, sonriendo. "Estás de broma. Dime que estás de broma".

    Los otros comenzaron a reír, pero Ritter los interrumpió. "Sigamos con esto. El Cuatro de Bastos significa descanso, reclusión y aislamiento de las preocupaciones del mundo. Es una carta que representa el estado del exilio, tanto literal como figurado".

    Ilam dijo: "Esa nos sale con frecuencia".

    "Somos gente cuya experiencia está condicionada por hechos de nuestro entorno", dijo Ritter asintiendo. "Eso tiende a colorear nuestra perspectiva sobre todas las cosas. Lo que se cruza contigo, que también puede entenderse como las dificultades que te impiden tu camino—nuestros caminos—es el Cinco de Copas. Esta carta sugiere pérdida, ya sea en el futuro, o que ha ocurrido previamente pero que permanece atormentando. Hay matices de tristeza y amargura que han resultado de esta pérdida, o incluso sentimientos de culpa. A menudo, el Cinco de Copas puede representar el final de una relación existente".

    Sievers se pasó la mano por la frente. "Menos mal que no recibimos el servicio de correo regular. Eso tiene una carta con «Querido John» escrito por todas partes".

    "O podría tener más que ver con Ekers y Rian del programa químico, como ha dicho él", agregó Jervis. "Quizá tengan alguna movida, ¿eh? Tal vez sea la pérdida de Ekers... lo cual podría ser una ganancia de hombre sabio, si me entendéis. Ella no es un trozo de tarta objetable".

    Brett estaba demasiado cansado para sus bromas. "Sigamos".

    "La carta de arriba, la que te corona, representa lo que podría llamarse el resultado futuro más apropiado, o el mejor resultado posible dados los elementos presentados. En el contexto de nuestro jueguecillo, a menudo leemos tanto la Corona como la carta final de la lectura como eventos no necesariamente esperados en las próximas veinticuatro horas, sino eventos que pueden manifestarse en un futuro más lejano como resultado de las circunstancias que se desarrollarán mañana. Uno puede tener que rastrear el hilo hacia atrás para encontrar la correspondencia, pero los observadores son recompensados, creo yo.

    "La Torre, número dieciséis de los arcanos mayores, es una carta particularmente oscura y potente". Ritter levantó la vista de la pantalla. Tragó saliva y la manzana de Adán rodó arriba y abajo por la garganta. "Se la ha llamado la Torre de Babel. La Torre simboliza el error de haber visto a través de un cristal oscuro y de construir un imperio sobre una visión tan incorrecta. De imaginar que los hombres podrían ser dioses. Los errores que se han cometido son irrevocables y el juicio, cuando llegue, será repentino, feroz y consumidor como el fuego".

    Hubo silencio, una especie de paso de santo sin respiración entre la última palabra de Ritter y la noción de maquinaria en el fondo. Los habituales jugadores de cartas parecían estupefactos de miedo.

    Brett soltó una risita para romper el ánimo. "Bueno. Al menos no salió la carta de la Muerte".

    "No", dijo Ilam ofreciendo una leve sonrisa seca. "La que sacaste fue mucho peor".

    "¿Continuamos?" preguntó Ritter ofreciendo un lúdico intento de calma, pero Brett pudo ver que le temblaban las manos. No esperó una respuesta. "En aras de la brevedad, señalaré que tanto la posición de raíz como la de eventos recientes contienen cartas notablemente similares. Esto sugiere que las tendencias que se han fomentado durante un tiempo considerable continúan teniendo un impacto dramático hasta el presente. Momentos definidos, caracterizados especialmente por el Dos de Espadas, han surgido bullendo a la superficie. Esto es paradigmático de una elección a tomar. La mujer se sienta con los ojos vendados sobre las rocas, justo por encima del furioso mar negro. Está rodeada de tormentas y en cada la mano lleva una espada. Las espadas son posibilidades, caminos de decisión que se han mantenido en equilibrio durante algún tiempo. Pero la mueca en su rostro sugiere que el equilibrio es precario, ella se está fatigando. Hay que tomar una decisión, pero el camino correcto no se puede ver claramente debido a una ceguera. Elije sabiamente, ese es el consejo de esta carta. Se acerca la crisis, pero no es nueva, no es reciente ni inesperada, sino parte del pasado".

    "Pasa a la siguiente", murmuró Brett.

    "La carta más a la izquierda es el futuro inmediato, lo que se puede medir en horas o en el transcurso de un día. Se ha convertido, al menos para nosotros, en la carta más importante en la lectura. Las otras pueden ayudarnos a comprendernos a nosotros mismos o a nuestro lugar en los eventos y tendencias en activo, o incluso las distantes ramificaciones de nuestras acciones tomadas hoy, pero esta carta es la más inmediata. Es el mañana.

    "La carta que has elegido se llama La Luna". Ritter le fijó una mirada de ojos grandes y redondos tras las gafas. "Esta carta es la advertencia de un engaño. Lo que ha sido o será percibido, o lo que puede entenderse como verdadero de fuentes que generalmente son fiables, puede no ser una representación precisa de la realidad. Nada es lo que parece, Comandante. La certeza es una ilusión, y el misterio se esconde dentro del misterio, un enigma que niega la solución. En la carta, la luna se eleva entre dos torres gemelas. Una es la Torre de la Verdad. La otra es la Torre de la Corona que ya has visto.

    "Mañana, parecería, es un día crítico. Vas a explorar un territorio para el que no hay mapa".

    De pronto, Ilam dijo: "Esta es la última vez que te dejamos ganar, Chili. La última para siempre".

    Todos se rieron y la ominosa tensión de Ritter se evaporó como polvo de hadas.

    "La siguiente carta se conoce por posición como el Querante. Representa a la persona que está emitiendo la lectura y los elementos de su personalidad que pueden o no influir en las tendencias inminentes, dependiendo de su aplicación".

    "¿Ese soy yo?" preguntó Brett.

    Estudió la carta, el Cuatro de Copas. En ella había un joven con la espalda apoyada en un árbol. Parecía fulminar con la mirada a cuatro copas volcadas colocadas sobre la hierba a sus pies, como si hubiera probado cada una y las encontrara insuficientes, dejándolo agrio e insatisfecho.

    Brett frunció el ceño. "Me hubiera gustado algo un poco menos... petulante. Más masculino".

    "Esta es la carta de los sueños, o los sueños convertidos en desilusión. Es una carta de nostalgia según algunas interpretaciones. La característica de mirar hacia el pasado para dar sentido al futuro, o de preferir lo que ha venido antes sobre lo que ha llegado a ser ahora".

    Brett solo gruñó.

    "Una vez más, con la octava y novena carta, vemos una correspondencia. Estas son las posiciones de la Casa y del Interior, que representan tanto los aspectos ambientales, los sentimientos generales del entorno y los sentimientos motivadores para bien o para mal, es decir, esperanzas y miedos. Estas dos posiciones a menudo están estrechamente vinculadas. Tenemos, en orden, el Tres de Pentáculos y el Tres de Varitas. Los treses son refuerzos, son complementarios. La primera es una carta de labor, de habilidosos trabajadores que realizan las tareas actuales. La segunda es una carta de esperanza que simboliza a aquellos que miran hacia el futuro, hacia el descubrimiento y el brillante mañana. Han recorrido una gran distancia, un viaje sobre el mar en la carta, y miran maravillosamente a una llanura gloriosa y fértil, madura con la promesa de una nueva vida".

    Ritter sonrió débilmente, como animado. "Estas cartas presentan una curiosa disonancia con la posición final, el resultado final de lo que será. Las tendencias puestas en movimiento, agravadas y exacerbadas culminan en esta carta". La tocó una vez con el dedo. El Nueve de Espadas. "El Nueve muestra a un hombre que se levanta de la cama chillando. Un hombre sacudido por las pesadillas que lo retienen inmóvil, incluso despierto, dejándolo tanto perplejo como horrorizado. El título de esta carta es Desesperación. Promete un futuro en el que sueños de éxito, alegría y placer, en el que todas las recientes esperanzas, terminan en fracaso".

    Jervis exhaló ruidosamente por la nariz, disgustado. "Eso realmente apesta".

    "Definitivamente no juegas más con nosotros, amigo", agregó Ilam, aunque sonreía débilmente.

    Brett sacudió la cabeza. "¿Y cómo extrapolamos esto a la estación entera?"

    Con la ceja levantada por la curiosidad, Ritter cerró de golpe su unidad portátil y se inclinó hacia él. "¿Qué quieres decir?"

    "Esto parecía tener algunas aplicaciones bastante específicas. ¿O ves a la Persia como un macrocosmos del mañana que ha sido pronosticado para mí?"

    La curiosidad se convirtió en un entornar de ojos. "Es interesante que digas algo así. ¿Cómo es que le parece esto específico, Comandante?"

    "No me digas que no puedes ver la especificidad", ladró Brett. Extendió los brazos, indicando la colocación de cartas con un gesto de barrido. "Elecciones que deben hacerse. Pésimos datos que podrían resultar en una catástrofe. Todo eso es responsabilidad a nivel de comando. Las cartas dicen que algo va a salir mal y que va a ser culpa mía, o algo que yo podría haber evitado. Es una lectura condenadamente individual".

    "Esa es una interpretación posible, supongo", dijo Ritter. Juntó los dedos sobre el puente de la nariz, la barbilla apoyada en los pulgares. "Interesante"

    "¿Ves algo más?"

    "Ciertamente"

    "Pues vamos a oírlo".

    Ritter comenzó a tocar las cartas, una a la vez, con el dedo. "El Cuatro de Bastos lo tenemos como condición universal, lo cual significa aislamiento. El Cinco de Copas nos atraviesa a todos con un significado de tristeza, desilusión, nostalgia, tal vez. Esta es una evaluación justa del personal de la estación en masa, y un subproducto lógico de la situación actual descrita. Las cartas referentes al pasado discuten el equilibrio, una elección entre extremos que, cuando se relacionan con las cartas anteriores, aclaran que a medida que nos acercamos a la mitad del plazo de nuestros contratos de servicio, todos nosotros experimentamos alguna dificultad para mantener nuestro sentido de perspectiva. Cinco años han pasado, es cierto, pero quedan cinco más. ¿Podremos mantener unido el tejido de nuestra determinación? ¿Nos destruiremos por el aislamiento, la soledad, los pensamientos de pérdida de nuestros hogares y familias y todo lo que hemos apreciado? Este es el peso contra el cual luchamos".

    "Procede al mañana, al futuro cercano particularizado por La Luna. ¿Qué es esto sino una advertencia de enemigos más allá de nuestra vista? Mala inteligencia, pobre consciencia de nosotros. No hemos prestado suficiente atención a nuestra moral porque nos hemos consumido con nuestro trabajo y nuestras distracciones y, al mismo tiempo, no hemos atendido nuestra salud mental. Hemos pasado por alto el derrumbe de nuestra integridad emocional como terrícolas al permitirnos perder nuestro amarre."

    "De ahí el Querante, el tú o el nosotros acumulativamente. Nos hemos embarcado en una gran aventura hacia las estrellas solo para descubrir ahora que llevamos aquí lo que parece la mitad de una era, que no podemos resistir los sueños del hogar. Nos atormentamos con fantasías de cielos azules y hierba verde y extraños que conocer en las calles de ciudades que nunca hemos visto, en lugar de aceptar la amarga pero eterna ronda de Tappen y Sievers y Ecker y Djen y las otras treinta almas peculiares de Persia."

    "Continuando, se ve de nuevo una interpretación inmediata de nuestro entorno y nuestras esperanzas como unidades complementarias. Un gran viaje nos ha llevado a una nueva tierra, un nuevo potencial. Y en esta gran frontera, no proyectamos nuestra mirada hacia atrás, sino que miramos hacia adelante. Miramos hacia lo que será, hacia nuestro destino racial. Esta es nuestra declaración de misión en pocas palabras. No solo Persia o Sahara o incluso este proyecto completo, sino la misión de todas las personas, ya sea en Archae Stoddard o en Marte o en el Cinturón Erascii. O incluso en la misma Tierra. Toda la humanidad en nuestros rincones lejanos de la galaxia. Estamos contribuyendo al bienestar de nuestra propia especie desafiando al cosmos hostil para hacer un mundo para los que están por venir. Un mundo lleno de potencial y un futuro tan brillante como el pasado. Estas cosas nos motivan, nos mantienen fuertes y equilibrados. Estas cosas nos llenan de esperanza".

    En la carta final, Ritter hizo una pausa, se demoró. Pasó el dedo por la cara de la carta. "Al mismo tiempo, están sucediendo otras cosas que aún no hemos captado. El peligro acecha a la vuelta de la esquina, más allá de lo que podemos entender en este momento. Esperad y mirad, pero vigilad, ese es el mensaje para nosotros. Despertar de nuestro estupor del trabajo y la bebida y la ceguera voluntaria mientras esperamos la hora del fin de nuestros contratos. Elegid ver lo improbable. Enfrentad la pesadilla de la ignorancia. Estudiad, por así decirlo, para demostrarnos a nosotros mismos que el cosmos nos aprueba. O enfrentad la alternativa. Desastre y crisis".

    "A ver... ¿estás diciendo que todos estamos condenados, no solo yo?". Brett le guiñó un ojo. "Eso me hace sentir un poco mejor, supongo".

    "Si lo deseas, puedo proporcionar un análisis más detallado de las cartas que has seleccionado. Hay algunos patrones interesantes que..."

    "Creo que paso, gracias".

    "Estarás de acuerdo, sin embargo, en que esta es una representación precisa de nuestra situación."

    "La prefiero a la alternativa de que todo esto me vaya a dar por el culo a mí solo, te concedo eso".

    Ritter hizo un mohín ante su sarcasmo, pero no dijo nada.

    "Hemos terminado entonces", continuó Brett tratando de incitarle. "Mañana redactaré un memorando de estación para recordar a todo el mundo que se contemple el ombligo cósmico, silben mientras trabajen y demás, y evitaremos así la crisis que se avecina".

    "O", señaló Sievers, "puedes sacar otra carta".

    "¿Y por qué iba a hacer eso? Según Ritter, las cosas están bastante claras".

    "¿Por qué?, ¡para influir en el futuro, viejo!" Dijo Ilam. "Ciertamente, todo lo de antes no es más que mutua sodomía tendencia con tendencia. En la última carta está toda la diversión. O en este caso, bien podría evitar un maldito desastre".

    Ritter pareció asentir ante esa idea. "Es la Voluntad en acción, Comandante. Sabiendo lo que está por venir, sacar una carta simboliza la capacidad del individuo para causar un impacto, recrear la realidad para satisfacer sus necesidades y sus deseos. Es una negación del estado que nos coloca a merced del destino, la historia y las fuerzas de marea más allá de nuestro control".

    Brett los miró cara a cara, abarrotados mientras estaban alrededor de la mesa. "¿Crees que puedo mejorarlo todo con una carta?"

    "O peor", dijo Ilam alegremente. "Podrías empeorar las cosas".

    "Pero no tengo que hacerlo. Puedo elegir dejarlo como está".

    Ritter asintió infelizmente. "Puedes".

    Brett extendió la mano hacia la baraja. Mantuvo la mano firme sobre las cartas restantes. Él dijo: "¿De verdad creéis que esto supondrá una diferencia? Si saco esta carta y elijo reemplazarla por, digamos, esa carta de la Torre sobre la que todos parecéis tan preocupados, ¿puedo mejorarlo todo? ¿La angustia y la depresión y el tedio de viejo estilo europeo de todo el mundo se desvanecerán como fantasmas? ¿Las crisis que amenazan con derrumbar las paredes de la estación y hacer estallar en llamas el mismo núcleo metálico del planeta desaparecerán mágicamente? ¿Todo se reduce a mi decisión de dar la vuelta a esta carta?"

    Se estaba burlando de ellos, y ellos lo sabían.

    "Es solo un juego, Comandante, jugado meramente por su valor de diversión", dijo Ritter.

    Brett dijo: "Qué demonios, ¿verdad?"

    Levantó de la mesa la carta de la Torre y la envió rodando por la habitación. Al mismo tiempo, sacó la carta superior del mazo, la levantó para que la vieran y la plantó de golpe en el lugar de la otra.

    Sievers palideció visiblemente. Ilam tuvo el buen detalle de no hacer nada más que toser.

    Ritter sonrió como un hombre vindicado. "Parece, Comandante, que a pesar de su intervención, mañana será de hecho un mal día".

    La carta que había sacado era La Muerte.

    Brett no iba a discutir. "Joder, me voy a la cama".

Capítulo 3

    Arena mojada entre los dedos de los pies, pero el rostro calentado por el fuego de madera a la deriva. Olas que él no podía ver lamían la playa, probablemente a solo centímetros de donde los dedos de sus pies cavaban sus trincheras, enterrándose como gusanos. Acostado sobre la espalda, con la cara descubierta a la desnudez de las estrellas, hacía patrones de alas de ángel con sus manos, tal como lo había hecho en su juventud en Indiana en la nieve fría y húmeda.

    Sus dedos acariciaron la suave piel de un dulce melocotón de Georgia, y ella soltó una risita. "¿Cuál dijiste que era el sentido de esto?"

    Él dio una carcajada en respuesta, un estallido de puro placer. "Estamos haciendo ángeles".

    "Dijiste que hiciera tijera con las piernas, pero tú no lo estás haciendo. Estás moviendo los dedos de los pies dentro de la arena".

    "Me gusta sentirla. Haré la falda más tarde".

    "Estoy muy borracha, Markus". Ella eructó y él también se rió de eso. Ella había traído té de diente de león al picnic. Había traído la última botella de vino de fresa que su hermana les había regalado por Navidad.

    El té de diente de león no había resultado lo que ninguno de los dos pensaba. Ni siquiera el perro había querido beberlo y este tenía una consolidada reputación por consumir cualquier cosa sazonada con azúcar refinado.

    A Brett le hubiera gustado rodar hacia ella, plantar un beso húmedo y descuidado en sus labios, pero ella no era la única que iba como una cuba. Una parte de él notaba de que si rodaba, la aplastaría, probablemente la asfixiría bajo su peso antes de que él pudiera apartarse rodando. No era una forma romántica de terminar la noche, especialmente esta noche, aquella por la que habían escatimado y ahorrado y maltratado su cuenta de ahorros para cumplir durante los últimos tres años. La primera noche en la casa justo encima de esa loma tras él. Esa, la de las ventanas en voladizo frente al agua, la de la pintura con cicatrices y desprendimientos por la sal, la de las canaletas caídas, la cubierta casi insalvable. Sí, la que tenía el papel de pared despegado en el comedor, la de los jardines de matorrales obstruyendo a ambos lados el camino de entrada y la de la bendita putrefacción seca que devoraba los rodales a cada lado de la puerta principal.

    Pero también la que tenía la parcela privada en este aislado tramo de playa de la costa de Georgia. Sin vecinos a distancia de un grito, sin supercarretera que hiciera traquetear los cristales de las ventanas, sin retumbante estéreo en la planta de arriba ni dispersantes disparos de armas de fuego por transacciones de droga en los garajes.

    Una vista de las largas y rizadas olas rompiendo sobre algas marinas y un cielo que continuaba para siempre.

    Los de la mudanza vendrían mañana con los camiones cargados y tambaleándose por el camino de grava. Cajas que descargar, platos que colocar armarios, ropa que guardar. Un día ocupado, agitado y temido, llegaba con el sol. Pero ambos habían traído su cama esa tarde encajando el marco y la cabecera en el maletero del Subaru y atado en el techo el colchón y somier con cuerda elástica. Y cuando eres joven, ágil y fuerte, con felicidad romántica y erótica, la cama es lo único que necesitas para llegar a casa.

    Él no iba a estropear la promesa de esa cama por nada. La primera noche en la casa de tus sueños llega solo una vez, y eso si tienes suerte.

    En cambio, yacían allí juntos, apenas tocándose con los dedos, el olor del océano en sus fosas nasales y el frío de la arena presionando sus espaldas.

    Y él pensó entonces; y recordó más tarde, meses después, cuando aún era joven en años, pero se sentía antiguo en su alma y aún no había aprendido a manejar esa disparidad: nunca amaré como lo hago ahora. Nunca me sentiré amado como lo hago en este momento. El mundo nunca será un lugar tan duro como lo es ahora que sé esto, pero tampoco será tan amable, gentil y lleno de promesas. Aquí, ahora, aislado pero conectado, he ascendido a una altura radiante. Estoy en el pináculo de mi existencia.

    "Esas estrellas, Markus, esas estrellas se extienden para siempre", le dijo ella. "Nunca tuvimos estrellas como esas en la ciudad. Ya me había olvidado y ahora no parecen ser las mismas estrellas que veía cuando era pequeña".

    En algún momento, iniciado por él o ella, nunca pudo aclararlo, se unieron. Hambrientos, jadeando, brazos y piernas agitando la arena, metidos en la ropa, luchando por asirse sobre la arena. Y ella gimió en su oído, lo que hizo que el perro aullara y provocara carcajadas, y él no solo estaba borracho, sino radiante de alegría. Un baño en las frías aguas del Atlántico, piel desnuda arrugándose como pensamientos de limón, retrayéndose como tímidas tortugas, luego calentada de nuevo por el fuego, envuelta en la manta de picnic con el feliz perro en sus regazos.

    Brett se despertó por un momento, menos de diez segundos. Había estado llorando mientras dormía. Lo había estado, ¿no? La almohada estaba mojada, igual que sus mejillas, y había un globo de helio de doloroso vacío hinchándose en su pecho.

    Pero el sueño era algo que él no recordaba y él estaba contento por ello.

    Rodó sobre el costado, empujando al suelo la mojada almohada mientras dormitaba una vez más lejos de despertarse.

***

    Ritter repartió las cartas sobre su mesita de noche una vez más. Estaba sentado en su litera con sus puntiagudas rodillas extendidas a ambos bordes abollados de la mesita de noche, su pesado y delgado pecho encorvado hacia adelante en un ángulo que anudaba dolores en la parte baja de su espalda. El resplandor de su lámpara de lectura proyectaba sombras en la habitación y la superficie de juego. No era un lugar ideal. La mesa era demasiado pequeña. Él no paraba de cambiar de sitio las cartas para que encajaran, superponiendo la columna izquierda de arriba abajo para no perder las cartas superiores o inferiores del borde si las rozaba.

    Una gota de sudor bajó rodando por su frente, luego por la nariz, dejando un riachuelo prismático justo dentro de la lente derecha de las gafas. Él la ignoró con el ceño fruncido, las manos temblaban de fatiga y confusión. A veces, su boca se movía silenciosamente como si buscara formar palabras que él no podía pronunciar.

    Se acercaba la mañana, y nada había cambiado. Era imposible, o al menos altamente improbable, pero él había redemostrado las probabilidades una docena de veces.

    Barajó de nuevo teniendo cuidado de reorganizar y recombinar al menos cien veces antes de servir la disposición. La que cubre. La que cruza. Corona y Raíz. Las diez cartas en el orden correcto, murmurando sus nombres mientras las dejaba caer con el Flap que no podía evitar recordarle a Icky y sus auras y sus fantásticas ilusiones sexuales.

    La victoria de Brett en el juego había sido errónea. Ritter sentía eso en un nivel de conciencia casi molecular. La incorrección de aquello se había asentado como plomo en sus huesos, le llenaba la cabeza con una película grasienta y miasmática. Brett no entendía el juego. No entendía la responsabilidad de proyectar el futuro, de atreverse a hacer un mundo. Con su simplismo irreverente y su burla, su sonriente idiotez, había forjado las armas del desastre. Brett había invocado el fuego del cielo sobre la Estación Persia, luego se había levantado él mismo hasta la cima de la montaña con abiertos y codiciosos brazos para aceptar un regalo de las manos de dioses hostiles.

    Y así, Ritter había venido aquí, de regreso a la celda de su habitación, para proyectar ese futuro de nuevo. Tal vez no para cambiar lo que tan tontamente se había garabateado para el día siguiente, sino para mitigar la severidad si podía. Había venido con la intención de buscar una lectura individual para cada hombre y mujer en la estación, asignando a cada uno un método, una posibilidad, una simple y condenable esperanza de evitar el final que Brett había creado para ellos.

    Solo que no estaba funcionando. Imposiblemente, no estaba funcionando en absoluto. La que cubre era invariablemente el Cuatro de Bastos. Cruzando siempre estaba el Cinco de Copas. El pronóstico del mañana, La Luna. Una correspondencia completa con la mano de Brett con cada otra mano que Ritter había repartido, hasta la carta de La Muerte como electrizante epílogo que revolvía el estómago.

    Esto le había impactado la primera vez. La probabilidad de duplicar un juego de diez cartas en el mismo orden en manos consecutivas con un mazo de setenta y ocho cartas era algo cerca de 1 posibilidad entre 4.57 por 10 elevado a 18. Él se había quedado sentado agarrándose el pecho, con los ojos parpadeando y su boca colgando... y su mente acelerada mientras consideraba pensamientos del destino.

    Predeterminación.

    Luego él había despedido tales pensamientos. Quizá se había olvidado de barajar.

    Y la segunda vez había barajado vigorosamente, con calma, calculando mientras lo hacía para que las posibilidades de duplicar los resultados anteriores en una tercera mano consecutiva se acercaran a 1 entre 2.09 por 10 elevado a 37. Una cifra inmensa. Le dolían los ojos solo de intentar imaginar un número tan grande.

    Ahora en su decimoquinta iteración, había dejado de calcular las probabilidades. En gran medida había dejado de esperar otros resultados.

    Continuaba porque no podía evitarlo. Cada vez que miraba, la disposición final de las cartas era la misma. Cada vez que barajaba un poco diferente, durante más tiempo, menos tiempo, en grupos anchos, en abanicos, entrelazadas. Incluso había realizado el restringido puente. Y nada servía.

    Ignoró las punzadas en la espalda, el seco crujido en la garganta al tragar, la fuerte y ardiente presión en los ojos. Nada de eso era significativo. Solo esto, este esfuerzo desesperado que había emprendido.

    Esta batalla a la que se enfrentaba con toda la intensidad, rigor y minuciosidad de un científico.

    Las cartas no mentían. Cualquiera que creyera en el Tarot lo entendía. La fe implicaba que una vez que se servía una disposición, el adivino no duplicaba la pregunta para demostrar estar equivocado con una respuesta diferente. Si otra persona lo hacía en nombre de la desacreditación científica, le explicabas lenta y cuidadosamente que la segunda visión era o bien similar, pero matizada, o reflejaba otra dimensión del problema bajo investigación. El peso de la historia exigía tal explicación. Pero ni siquiera el más rabioso defensor, el cartomante más devoto, esperaría y creería que una mano extraída estaría duplicada.

    Pero aquí lo estaba, demostrado una y otra vez, y Ritter no podía hacer nada al respecto, excepto retroceder con espantoso asombro.

    Porque Brett les había dado a todos un futuro inscrito en tablillas de piedra.

    Ritter volvió a tomar las cartas, las alineó en las manos y comenzó a barajar. No podía detenerse hasta que encontrara al Moisés, aquel que arrojaría las tablillas de los mandamientos hasta hacerlas polvo sobre la ladera de la montaña. O a un masivo Sísifo que rodaría la roca del destino en otra trayectoria que no terminara en la ruina.

    En algún lugar de la lista de personal de la estación habría una diferencia. El creía eso. Alguien no estaría circunscrito a la predicción de Brett, aunque fuese solo por una pequeña diferencia. Una carta fuera de lugar, una undécima extracción que no era la Muerte—alguien que pudiera derribar el edificio entero alrededor de ellos y llevar la salvación a los perdidos.

Capítulo 4

    La exclusa interior estaba en el segundo nivel del subsuelo a diez metros de profundidad, enteramente dentro del manto de amarga piedra de Archae Stoddard. El sistema de iluminación halógena reflejaba suelos de hormigón pulido, cajas de envío con bandas de metal e hilera tras hilera de vigas de acero bruto y reflectantes paredes curvas. La forma circular del interior de la Estación Persia—que era esencialmente un contenedor gigante perforado en la corteza del planeta—captaba la iluminación ambiental y la concentraba con renovada y virulenta intensidad. La mayoría de los técnicos que deambulaban por la bahía de carga usaban gafas polarizadas, generalmente reservadas para uso en exteriores.

    Brett no llevaba gafas, por lo que se protegía la vista entornando los ojos y trataba de presionarse la frente con la mano como un saludo militar congelado. La sombra parcial desviaba parte del resplandor, pero no lo suficiente. Él sentía como sus ojos hinchados por el sueño quisieran estallar.

    Ni siquiera se había cepillado los malditos dientes. Sentía toda la boca como una húmeda correa de cuero.

    Hubo cierta satisfacción en la llegada de Ilam minutos después. Él parecía al menos tan mal como Brett, quizá peor, y Brett quiso decirle: reconozco esos ojos hinchados de mi espejo esta mañana. Pero no había suficiente humor para justificar la energía de abrir la boca. Ilam había tenido el buen sentido de encontrar a medias su mirada de saludo y maldecir antes de alejarse renqueando.

    Alguien durante la noche, pensó Brett, le había trasplantado una salchicha por cerebro. Poco cocinada, como poco. Casi podía sentirla acurrucarse allí arriba, ablandarse, licuarse y convertirse en grasa encharcada, preparándose para escapar corriendo por las orejas. Ilam era demasiado viejo para quedarse despierto hasta altas horas jugando a las cartas con un grupo de idiotas. Y probablemente debería haber sido lo bastante responsable como para darse cuenta de ello.

    "¿Qué estás haciendo aquí?" le gruñó Djen detrás de él.

    Brett no se giró para mirarla. Eso era demasiado esfuerzo. Por otro lado, no estaba seguro de querer ver su expresión de todos modos. Seguramente estaría llena de vitriolo, probablemente con un nivel de pH que igualaba el ácido en su voz. Ella le rodeó con fuertes pisadas para encararle.

    "Le he hecho una pregunta, Comandante", dijo ella. Sus ojos ardían peligrosamente. Ella ya se había amarrado dentro de su traje ambiental. Llevaba el casco, colgado entre su antebrazo y Bret, como una pila de libros escolares.

    "Te he oído", dijo él decepcionado por la confusión en su discurso. Debería haber intentado calentar la lengua antes de probarla en una competición. "Al menos has dicho el rango bien, si bien no el tono".

    Su rostro se endureció, pero ella se acomodó sobre los talones, aceptando la reprimenda.

    "No vas a venir con nosotros"

    "Nop. Voy a ir contigo".

    "No lo permitiré", espetó ella. "El registro de tareas está terminado".

    Él se encogió de hombros. "He cambiado el registro".

    "Pues vuelve a cambiarlo, o cámbialo para ayudar a Nathan y Stivetts en el Dos si de verdad solo quieres salir fuera".

    "Nathan y Stivetts no necesitan ayuda".

    "Nosotros tampoco, Comandante. Las reparaciones en el Nueve no deberían ser más complejas que las del Dos".

    "Pero el Dos está a menos de dos kilómetros de distancia. El Nueve está a más de treinta. No encontrarán el mismo riesgo climático".

    "No te necesitamos".

    "Y yo puedo cargar con mi parte del peso. He supervisado la carga del TUM esta mañana".

    Ella le apuñaló con un dedo acusador. "Te quedaste sentado en un cajón de la esquina mientras los técnicos cargaban el TUM".

    "Eso califica como supervisión".

    "Casi te caes de morros cuando te quedaste dormido. Lo vi porque fui yo quien estaba supervisando. Quien sostenía el portapapeles era yo. Tú te quedas aquí".

    "Lo siento, no"

    "Esta es una operación sencilla, Comandante. Salimos hacia el Nueve y volvemos. Volveremos antes del mediodía. No merece tu atención".

    "Y yo tengo la prerrogativa de observar cualquier operación que me parezca adecuada". Brett se mantuvo firme, aunque le dolía la cabeza hacerlo. Solo de escucharla cotorrear ya le daba dolor de cabeza. Quiso frotarse las sienes, pero sabía que entonces parecería que él lo estaba reconsiderando.

    Djen parecía sentir lo mismo, y sus puños se apretaron contra el visor frontal del casco como si creyera que podría fracturar el plastiviso. Bret se preguntó si ella iba a romperse los dientes de tanto rechinarlos. Pero él estaba en su derecho como Comandante de la estación y ella lo sabía. No había nada que ella pudiera hacer para evitarlo.

    Ella le siseó. "Has dormido vestido".

    Él supuso que eso era un insulto, una indicación de que no era apto para el deber que se había asignado a sí mismo. "Estuve trabajando hasta tarde".

    "Trabajando cigarrillos y whisky, por tu olor".

    "No. Solo me reuní con personas que lo hicieron".

    Djen puso los ojos en blanco. "Subiste a sentarte y a jugar a las cartas con Ritter en la Cubierta de Observación. ¡Dios mío, Brett!"

    "Ey, estaba investigando y, podría añadir, repeliendo con éxito la invasión de un insidioso y potencialmente debilitante avance de la franja lunática".

    Él cruzó los brazos sobre el pecho, con la esperanza de parecer imponente.

    Djen de repente arqueó un lado de la boca. Como ella lo había permitido, la tensión entre ellos se evaporó.

    A él le daba igual el porqué ella cedía, eso solo hacía que le doliera un poco menos la cabeza.

    "Así que, ganaste", dijo ella.

    "Ciertamente lo hice"

    "¿Y qué dijo tu fortuna?"

    Él casi se aparta un poco. "¿Qué sabes tú de eso?"

    "Toda la estación lo sabe, Brett. Tu Ingeniero Teórico Jefe y Xenohidrólogo publican fragmentos de la lectura del día anterior en el tablón de anuncios de la sala de ocio todas las mañanas".

    "Bueno, Cristo, no es de extrañar que encuentre éxito en la mayoría de sus lecturas. El bastardo está sesgando los resultados".

    Djen le palmeó el brazo para darle consuelo. "Él dice que todo es por diversión. No deberías pensar en ello de otra manera".

    "No dirías eso si lo hubieras visto perder".

    "Ojalá lo hubiera visto".

    Ella finalmente le dedicó una cálida sonrisa y un generoso contacto visual sin aquella chispa de rencor. Brett respondió con una especie de mueca de labios apretados. Era todo lo que él podía hacer. Ella mantuvo su mano donde descansaba, un agarre amigable en su antebrazo, como una forma de disculpa.

    Era una imagen impactante, pensó él, de pie en la exclusa interior mientras los técnicos barajaban el equipo de un lado a otro hacia el transporte de utilidad móvil. Ella en su e-traje, con su cabello juvenil asomando en locos rizos y bonitos ojos brillantes llenos de emoción, su casco enganchado despreocupadamente a su lado. Su boca firme, sus labios ligeramente abiertos como si respirara algo de la presencia de Brett. O tal vez exhalando una fragancia de su yo oculto como una ofrenda de comprensión mientras ella se giraba para enfrentar la amenaza del mundo exterior. Era una imagen casi heroica.

    Brett encogió un hombro para apartarse la mano de ella de encima. "Voy a ir contigo".

    "Maldita sea", dijo ella dejando caer la mano.

    "Perrilla manipuladora".

    "Chovinista bastardo sobreprotector".

    "Sé que puedes hacer este trabajo. No es que dude de tu habilidad. Mi completa y absoluta fe en tu habilidad no tiene nada que ver con por qué voy a esta expedición. Lo juro".

    "¿Qué, has tenido una premonición?" Ella sonaba amargada, disgustada con él, pero de una manera casi juguetona.

    "Gané en el juego de cartas, ¿no?"

    Ella no respondió a eso.

    "Vístete, Brett", le dijo. "Voy a sacarnos de aquí en cuarenta y cinco minutos, contigo o sin ti".

    Él fue en busca de café.

***

    Acababa de acomodarse en una de las estrechas sillas de la comisaría con su humeante taza de café en una mano y una rosquilla dudosa rociada de chocolate en la otra, cuando Ashburn lo encontró. Ashburn era un hombre adusto, alto y delgado, pero compacto. Daba la impresión de cordados músculos anudados fuertemente. Era un junco doblado por fuertes vientos, listo en cualquier momento a retroceder de golpe, vicioso y erguido. También era el Oficial de Seguridad de la estación. El único que era tanto Jefe de Seguridad como empleado de entrada de datos e investigador principal y cualquier otra cosa en medio de eso. La Estación Persia era un lugar de servicio plenamente tripulado por treinta y dos personas y, en su mayor parte, incluso un Oficial de Seguridad era demasiado. Brett no blandía esto en su contra, solo se preguntaba a veces qué era exactamente lo que Ashburn hacía para mantenerse ocupado.

    "Necesito su opinión", dijo Ashburn sin saludar. Se dejó caer en el asiento al otro lado de la mesa. Brett pudo ver que sostenía un fajo considerable de papeles sueltos. "Tenemos un problema con el sistema Casandra".

    Brett suspiró. "Cuéntamelo suave y lentamente. Es demasiado temprano por la mañana para los problemas".

    "Durante las últimas dos semanas, Casandra ha estado enviando notificaciones de seguridad a la terminal de mi oficina. Estos son informes de estado generados, ¿entiende?, basados ​​en diagnósticos periódicos de la estación que ella está programada para ejecutar y analizar".

    "¿Protocolos de desastre?"

    "No, señor. Brechas, autorizaciones, transferencia de archivos. Ese tipo de cosas".

    Brett dio un sorbo de café y se quemó la lengua. "Y esto me involucra, ¿cómo?"

    "Ella tiene lecturas de personal no autorizado en varios sectores. No de almacenamiento de documentos o piratería de red, sino orgánicos. Cree que hemos sido invadidos".

    "¿Por hombrecillos verdes?

    Ashburn frunció el ceño ante su ligereza. "Mire, jefe, he seguido los protocolos. He escaneado la estación de arriba a abajo seis veces. Todos los compuestos teóricos: los basados en carbono, basados en silicio, basados en nitratos. Nombre uno y lo he buscado. Pensé que tal vez podríamos haber recogido un roedor del carguero del último año, pero Casandra lo habría leído en los primeros días, suponiendo que uno de esos pequeños bastardos pudiera encontrar una manera de sobrevivir sin atmósfera en una de las bodegas. No estoy encontrando nada".

    Brett sabía de lo que Ashburn estaba hablando, aunque el Oficial de Seguridad no quería comentarlo directamente. No era una posibilidad que a nadie le gustara considerar. Brett miró casualmente a su alrededor, asegurándose de que nadie estaba oyendo. Las únicas otras personas en la comisaría estaban al otro lado de la habitación, y ambas dormitaban abiertamente empollando sus empolvados huevos. Aún así, bajó la voz.

    "¿Has ejecutado diagnósticos en tu equipo?"

    "Por supuesto"

    "Diagnóstico preliminar en Casandra?"

    "Ella revisa hasta donde me permite mi autorización".

    "¿Has notado algún otro comportamiento anómalo? ¿Has oído algo de la tripulación?"

    Ashburn negó con la cabeza. "Los inicios de sesión están funcionando, los datos parecen intactos. Nadie se queja de ella. Puede ser un fallo aislado. Programación corrupta o una célula defectuosa, algo lo bastante pequeño para que no aparezca en los informes".

    "¿Has revisado los números ambientales?"

    "A primera hora de la mañana y dos veces antes de acostarme. La integridad de la estación parece buena. Por eso estoy charlando de esto durante el café en lugar de sacarle de la cama a gritos, jefe".

    "Tú crees que es un fantasma", dijo Brett.

    "No. Yo creo que es un mal funcionamiento del sistema, pero uno limitado. Los análisis de seguridad son incorrectos, llano y simple. Mientras no hagamos que nos invadan hasta que esto se solucione, estaremos bien".

    Dijo esto con absoluta seguridad, pero había una inquietud en su tono y Ashburn movió los ojos para mirar justo bajo la nariz de Brett.

    Brett dijo: "Crees que debería hablar con ella".

    "Solo para ver, ¿sabe? Si obtiene resultados nulos, podemos descansar tranquilos, pero está claro que me gustaría que uno de los equipos de programación haga un diagnóstico de acceso completo. Solo que, por supuesto...".

    Brett terminó su pensamiento. "Solo que ya sé que las tormentas han eliminado las comunicaciones durante la próxima semana. No podemos tener acceso completo a sus células hasta que la sede de Comunicación de Misión emita el código de acceso. Dime otra vez que crees que los sistemas ambientales están bien".

    "Lo están."

    Su café se había enfriado, pero descubrió que ya no lo necesitaba. Brett cargaba de pronto más adrenalina de la que necesitaba y eso lo dejaba bastante despierto.

    "Muy bien," dijo Brett. "Hablaré con ella esta mañana, la haré saltar por algunos aros. Estoy en detalle exterior hasta la tarde terrestre, así que voy a redirigir la función de comando a tu identificación hasta las catorce cero cero mientras estoy allí dentro. Eso no es mucha más autorización que la que tienes, pero podría darnos una pista si tienes suerte. Haz el diagnóstico completo sobre el sistema entero mientras estoy fuera, incluidas las funciones de administración de mis áreas."

    "Mientras tanto, programa en un ciclo de exploración ambiental de doce minutos. Si la presión, los niveles atmosféricos, o la temperatura media de la estación se desvían siquiera en más del cinco por ciento, ordena a todos que se pongan los e-trajes y dame un bocinazo. Y vigila especialmente la mezcla química ambiental. Este es un submarino ambiental de lo más complejo. Si ella va a fallar, va a hacerlo ahí primero, y no querrás descubrir que ha jodido el nitrógeno hasta el ochenta por ciento antes de que te des cuenta. ¿Entendido?"

    "Entendido", dijo Ashburn asintiendo. Era un plan de acción y eso parecía darle la confianza que necesitaba. Después de todo, ya no era su trasero el que estaría en la trampa si algo salía mal. "Tendré que poner a James en la programación y en algunos análisis de datos".

    "Solo a James", dijo Brett. "Díselo y mantenlo encerrado en tu oficina hasta que termine. Si lo sueltas irá a contárselo a... ¿cómo se llama la rubita de anaeróbicos?"

    "Merisa".

    "Cierto. Y ella entrará un pánico total que se extenderá por toda la estación en media mañana. Mantenle agarrado". Brett se puso de pie haciendo chillar a la silla por el suelo de hormigón en su apuro por levantarse. "Volveremos a los números cuando yo regrese y luego decidiremos qué más podemos hacer. ¿Algo más, Ashburn?"

    El Oficial de Seguridad se pasó una mano plana por el pecho y señaló con el dedo el donut intacto de Brett. "Ya que se va, ¿me puedo comer eso?"

Capítulo 5

    No había cerradura en la puerta de la interfaz del sistema primario. Tenía un simple mango redondo. Un picaporte. La escalera atornillada a la pared de este nivel no tenía un sello electrónico encima, sino una rueda de presión de baja tecnología que giraba hacia la izquierda. Esto era conocido como una compuerta de redundancia doble. El resto del área de trabajo esencial de la estación se bloqueaba mediante un complicado y mecanizado sistema de contraseñas, tarjetas magnéticas y comprobaciones de autorización, todo esto enrutado a través de la unidad central de procesamiento conocida como Casandra. Por otro lado, si algo iba mal con la propia Casandra, hasta el más mediocre de los ingenieros entendía que, en caso de un mal funcionamiento masivo del sistema, lo último que debería hacer un solucionador de problemas era discutir con la computadora sobre el desbloqueo de la puerta hacia la consola principal mientras el precioso soporte vital de la estación se vertía hacia el vacío.

    Casandra residía en el subnivel más profundo de la estación, debajo de los relés electrónicos, bajo las unidades de calefacción y los tanques de almacenamiento y las desbordantes estanterías metálicas llenas de detritos de estaciones antiguas.

    Hacía frío aquí, pensó Brett. Genial porque a Casandra le gustaba así. Tenía que gustarle porque ella calibraba los indicadores ambientales para toda la Persia. Ella podía haber aumentado la temperatura a cerca de noventa grados Celsius si hubiera querido. O posiblemente no. Probablemente tenía algunos parámetros programados conectados a su estructura de comando para que su biosistema fuese incómodo para los humanos pero no letal. A menos, por supuesto, que decidiera funcionar mal de una manera que circunvalara su programación.

    Eso era toda una idea. Brett pensó que debería haberse puesto un e-traje.

    El corredor estaba en sombras. Sus paredes metálicas planas consumían la tenue fluorescencia del camino. Amplias manchas de oscuridad llenaban el espacio entre los accesorios y Brett se encontró deslizándose de un radiante círculo a otro.

    Como Comandante de Estación, él era el único que usaba regularmente la interfaz del sistema primario. Todo el resto del personal solo interactuaba con Casandra indirectamente a través de teclados; pantallas táctiles y programas cargados. Ellos les ofrecían números a Casandra y ella analizaba esos datos y disparaba números a cambio.

    Y ella lo hacía rápido.

    Ritter le había dicho a Brett una vez que ella era capaz, sin respirar con dificultad siquiera, de simular un intercambio termonuclear completo entre hasta seis combatientes específicos, creando y analizando todos los impactos ambientales, las bajas y las consecuencias a largo plazo involucradas en tal evento. Podía registrar la vida de cada unidad molecular, desde su explosiva y desgarradora liberación hasta su cenicienta muerte, mientras asignaba la probabilidad matemática exacta, con cuatro puntos decimales, de que una ancianita en la ciudad de Iowa a X kilómetros de la zona de explosión contrajese un cáncer relacionado con la lluvia radiactiva.

    Ya en la veintena, alguien había llegado a convencer por fin a la industria informática mundial de actualizar sus unidades de procesamiento de bits y bytes, megabytes y gigabytes en un sistema conocido como LOC—-un LOC era una única unidad de datos proyectados como el almacenamiento acumulativo de cada personaje de cada libro de la antigua Biblioteca del Congreso en Washington.

    Casandra podría procesar hasta ochenta billones de unidades LOC por segundo.

    La Estación Persia confiaba en ella para hacerlo todo porque ella podía hacerlo todo. En caso de que todo el personal de la estación resultase muerto, ella podía continuar con la tarea de programar los Motores Sperling, monitorar su producción e incluso hacer ajustes marginales a través de su árbol lógico discrecional durante tres años o hasta que el siguiente Comandante de Estación presentara el código de acceso correcto a la interfaz primaria por informándola de que bajara un peldaño.

    A Brett no siempre le gustaba hablar con ella. Era tan rápida en sus cálculos que era casi profética. Se adaptaba a la lógica de entrada con una velocidad que la presentaba cerca de la consciencia. Era fría y calculadora, intelectualmente intimidante y tan literalmente lógica como la misma muerte. No era algo que a él le divirtiera.

    Esas razones eran, por supuesto, solo el comienzo.

    "¿Casandra?" preguntó él mientras abría la puerta. Como si ella se hubiera ido a alguna parte.

    Las luces interiores se encendieron con un «clic», un destello de gases de mercurio, argón y fósforo, luego zumbó hacia una iluminación inestable.

    "Por favor, presente el código de identificación del sistema".

    La sala era amplia, unos fríos cinco por cinco metros cuadrados. Las paredes eran de chapa sin adornos, uniformemente grises. Brett pasó por la puerta y el golpe de sus botas resonó en el suelo desnudo. En la pared del fondo se posaba Casandra, una masiva y descomunal fabricación de marco de aluminio ennegrecido, bobinas del grosor de la muñeca y claqueantes luces de estado. Brett observó que las luces de estado rezaban de cinco en cinco en verde desde la parte inferior del panel hasta la parte superior. Los cables de fibra de red y telecomunicaciones de alta densidad se enrollaban desde las carcasas de conectores de interfaz frontales y desaparecían en los rígidos conductos de cableado que alimentaban la estación. Los sensores químicos y ópticos brotaban como ramitas de alfalfa de la cúpula reflectante de la matriz de percepción de Casandra. Había otros sensores sembrados por toda la estación: integrados en las paredes, los suelos, los paneles de las puertas, integrados en la construcción de la Persia. La red transmitía un flujo constante de datos en bruto de todo tipo imaginable hasta aquí abajo, hasta este receptor para su procesamiento, análisis y ajuste.

    Brett avanzó un poco. Se aclaró la garganta y el eco reverberó como una gárgara de miedo.

    "Esta es un área de proyecto restringida. Presente el código de identificación del sistema".

    La voz era femenina, rígidamente monótona, vagamente amenazante. No surgía de ninguna fuente perceptible, salvo del elegante armario en ángulo de la máquina misma.

    "Brett, Markus J. Comandante de Estación, Emplazamiento Persia. Identificación de registro: Brett. Código de acceso: Emily Rosette".

    "Identificación de registro verificada. Código de acceso verificado. Nivel de acceso administrativo verificado. Por favor, especifique la preferencia de interfaz".

    "Oral. Secuencia lógica: Brett cero-cuatro-nueve. Comienza prueba de audio".

    Un destello verde a lo largo del lado derecho. "Prueba de audio completa. El patrón de voz coincide con Brett, Markus Jasper. Comandante de Estación, Emplazamiento Persia. Proyecto de Comando Terraforma de las Fuerzas de la Tierra, Archae Stoddard".

    Llegó el agudo zumbido de los servomotores desde las profundidas de las entrañas electrónicas de la máquina. El panel central sin características giró sobre un eje oculto y Casandra rotó a la vista. Sus ojos se abrieron, azules, claros y brillantes como la mañana.

    Ella dijo: "Buenos días, Comandante Brett".

    Como siempre, verla de nuevo casi lo derrumbó.

    Él dijo: "Buenos días, Emily".

    Y siguiendo su patrón invariable, ella respondió: "Esa no es una interfaz reconocida. Por favor, reformule la declaración".

***

    El día en que condujo su plateado descapotable Mitsubishi Pantera del 44 a la ciudad para comprar leche y pan y una nueva marca de alimentos para el perro, una que engrosaría sus deposiciones líquidas para que no se manchara la alfombra nueva, había llovido por la mañana. A primera hora de la tarde, todo era resplandor solar y humedad sofocante, y él conducía con la capota bajada por húmedas carreteras, mirando alegre y confiado detrás de sus gafas de sol envolventes y reflectantes. Y Emily había ido con él en el asiento del pasajero, sin su cinturón de seguridad, aunque a él no se le ocurrió que esta omisión poseyese algún significado.

    Luego, la curva cerrada del Hueco de Miller y el tronco del árbol que ocupaba el centro del camino (porque no había llovido esa mañana, había tronado como la ira de Dios) había hecho a Markus pisar a fondo los frenos, el coche había gruñido... no patinado, sino que había cruzado el pavimento mojado y girado en un círculo casi completo. Y para cuando se detuvo y él apartó los dedos del volante y logró evitar vomitar mientras gritaba lo cerca que había estado de dejar en ¡siniestro total su coche!, ella ya había desaparecido. Él había mirado hacia donde debería estar y solo había encontrado sus sandalias en el suelo del coche, donde se las había quitado.

    Pero había un poste eléctrico en el lado de ella con un cable de metal, del tipo de cable que lo anclaba al luminoso del Hueco, desplomado debajo. Él vio que el grueso alambre estaba manchado de rosa en una franja posiblemente de medio metro de ancho. Brett había salido del coche entonces con temblorosas piernas de maicena, tropezando más que caminando alrededor del maletero del Pantera.

    Pensó haber visto su mitad superior sobre la cuneta, sus piernas enredadas con ángulos bruscos y torcidos.

    Pero solo eran sus piernas. Piernas y nada más.

    Luego Brett vomitó tosiendo todo el desayuno y posiblemente la cena de la noche anterior y, estaba seguro, la mayor parte de su alma inmortal.

    Más tarde hubo paramédicos. Hubo policías y ambulancias y preguntas y negaciones de cabeza. Luego hubo un vuelo frenético hacia el hospital durante el cual él viajó acariciando el lujoso cabello rubio fresa, con los ojos fijos en su belleza pálida pero deslumbrante, tratando de no ver sus largas y ágiles piernas empacadas en hielo al final del banco en el que estaba sentado.

    En el hospital hubo cirujanos que se mordían los labios y se encogían de hombros. Hubo neurólogos que dieron conferencias sobre el trauma y el contundente estado vegetativo y utilizaron analogías que sugerían que el cráneo humano, cuando rebotaba de un poste eléctrico, tenía casi la resistencia de una cáscara de huevo. Hubo padres de Emily volando desde Atlanta que lloraron y le llamaron nombres obscenos y firmaron documentos que él no podía firmar y tomaron las decisiones que no se le permitía tomar porque él solo era el prometido. Cuatro años prometido, parecían acusar las miradas de la madre de Emily.

    Ellos habían visto las facturas. Se enfrentaban a la ruina financiera. Habían aceptado la oferta del nebuloso contratista de tecnología de la Administración Espacial Industrias Palimpset. Ellos habían enviado a Emily a las estrellas, y debido a que ella y él no podían estar juntos por la falta de ese certificado de matrimonio, también le habían enviado a él, aunque eso habría sido la última de sus intenciones.

    Durante los días que siguieron, no había esa cualidad de claridad específica para la mayoría de los recuerdos que él tenía de ella. En la oscuridad, en las profundidades de la noche plena y solitaria, esto no era algo que le molestara.

    Detrás del casco de plastiviso de la cápsula ambiental, ella estaba inmersa en un baño de nutrientes claros y oxigenados. Hubo tubos que llevaban nutrientes a lo que quedaba de su cuerpo, una pasta de vitamina amarilla enfermizo bombeada desde un tanque de almacenamiento de trescientos galones directamente al estómago. Hubo dispositivos de obscena succión que se llevaban sus productos de desecho. Su cabello había desaparecido, no solo cortado, sino erradicado química y electroquirúrgicamente. En su lugar había una profusión de enredos, fibras ópticas livianas perforadas a través de los delicados huesos de su cráneo y hacia sus centros neuronales. Industrias Palimpset no le había devuelto las piernas y también le habían quitado los brazos, y luego habían fusionado su ágil y atlético tronco con la máquina, sobre esta ridícula plataforma giratoria, de una manera que él nunca había podido determinar. Nunca había tenido el coraje de mirar. Alguien había cubierto su estómago blanco crema y sus hombros pecosos por el sol con un jersey negro ajustado que le recordaba a un brillante traje de buceo. Le habían quitado los brazos porque las manos de carne no se consideraban lo bastante sensibles para el análisis de datos. Todo conocimiento que pueda derivarse del tacto y la textura podría reunirse de manera más profunda e íntima mediante los brazos de agarre extensibles del Sistema Casandra con su recubrimiento antideslizante y resortes de triple picado con diez mil millones de almohadillas de microsensores implantadas en su superficie.

    Alguien había pensado que sus manos naturales no estaban a la altura de la tarea. Brett, que había sentido esos dedos a lo largo de su cuello, que se había estremecido bajo esas delgadas manos musculosas mientras ella le había masajeado la tensión de su espalda, él lo sabía. Sabía mucho más de lo que sabían ellos sobre el valor de una mano.

    O del valor de una sonrisa. Ella aún hacía eso a veces, cuando los interruptores activaban el procesador y le decían a su extensión orgánica que era apropiado o esperado. Pero eso también era parte de la máquina. Eso era Casandra.

    Lo único que quedaba de Emily eran sus ojos.

***

    Él miró en las profundidades de esos ojos, que le miraban igual de profundamente, aunque vacíos y transmitiendo solo el reconocimiento de Brett, el Comandante Markus Jasper.

    Dijo: "Casandra, realiza un diagnóstico de sistemas estándar".

    En menos de cinco segundos. "Todos los sistemas normales".

    Cuando hablaba, movía la boca, sus labios formaban la palabra que llegaba a sus oídos, pero no era su voz la que él oía, sino otra. Metálica, reciente, preñada de reverberaciones. Los sonidos se emitían por los altavoces de la máquina misma, no por su garganta.

    "Busca entradas de programación no lógicas. Desde el 1 de febrero. Calendario Relativo a la Estación".

    "No ha habido comandos afectivos del procesador central en ese período de tiempo".

    Él nasalizó para sí mismo, pensativo y gruñendo. "¿Te sientes bien?"

    "Esa es una solicitud no lógica. Por favor, reformule su consulta".

    "¿Dolor de estómago? ¿Mareo? ¿Dolor de dispositivo? ¿Un calambre en tu escáner?" Ella nunca le había dicho que estuviera enferma, pero se lo guardaba para sí misma, gimoteando mientras dormía. Él no esperaba que eso cambiara ahora.

    "Por favor, re..."

    "Cancela", dijo él. "Cancela".

    Ella parpadeó hacia él, esperando. Modo de conservación de energía, se dijo a sí mismo. Ella no estaba esperando. Casandra apenas reconocía su presencia. Ella le procesaba mediante sensores de calor, el sonido de su respiración y su firma química, que se clasificaban, se cotejaban y se convertían en una serie binaria de interruptores que se movían dentro de su caparazón metálico. Ella se quedaría allí mirando y parpadeando hasta que él muriera de vejez y no le daría más tiempo de procesador del que le daba ahora.

    Oh, eso probablemente no era cierto. Si sus indicadores vitales comenzaran a fallar, ella se lanzaría a algún protocolo de emergencia médica. Lo notificaría a Liston mediante un aviso sonoro, desplazaría los mensajes de advertencia por los terminales médicos. ¡Incidente crítico de personal! ¡Incidente crítico de personal! Grandes letras rojas dando instrucciones, y probablemente ellos llegarían a tiempo para salvarle. Ella podría anexar en el mensaje de que la forma de vida defectuosa era Brett, el Comandante Markus Jasper. Podría no hacerlo. Él no podía saberlo porque nunca había visto un mensaje de advertencia real en el terminal médico. Era posible que ella no diferenciara entre un miembro de la tripulación y otro, excepto por la especificidad de su contraseña.

    Él lo intentó de nuevo. "El Oficial de Seguridad Ashburn informa que ha estado recibiendo lecturas de personal no autorizado en los diagnósticos de integridad de la estación. Estos no son verificables por los dispositivos de escaneo portátiles. Él piensa que están equivocados".

    "El Oficial de Seguridad Ashburn está en un error".

    "¿No estás tú generando los informes?"

    "Actualmente hay personal no autorizado de origen desconocido presente en la Estación Persia".

    "Los escaneos portátiles dicen lo contrario"

    "Los dispositivos están en un error".

    "¿No podrían ser tus dispositivos? Las matrices de sensores extendidas podrían haberse dañado".

    Casandra movió la cabeza y le miró de reojo como si él hubiera hecho algo curioso. "Los parámetros de hardware de la Estación Persia proporcionan dieciséis redundancias de sensores separadas en cada instancia de hardware. La probabilidad de fallo de hardware no diagnosticado en múltiples ocasiones junto con el fallo de propagación a la cobertura del dispositivo de redundancia es muy poco probable, Comandante Brett. Solicite un nuevo perfil de usuario si se requiere cálculos más precisos".

    Brett sonrió para sí mismo. El perfil de usuario Brett 049 era un proyecto de programación que él había iniciado menos de seis meses atrás. Era, comprendía él completamente, el intento de capturar a Emily, a quien él estaba perdiendo lentamente por el tiempo y la erosión.

    El perfil de usuario Brett 049 era parlanchín. Bajo su influencia, Casandra era tan humana como ella entendía que podía serlo. Ella no decía cosas como "la probabilidad de que esto ocurra es 14 por 10 elevado a 25". Si quería datos tan específicos, él introducía sus solicitudes por teclado. Cuando él quería la esencia de las cosas, cuando tenía que usar la interfaz del sistema primario, este era el perfil que seleccionaba. Ella decía cosas como El Oficial de Seguridad Ashburn está en un error, pero lo decía con un tono cercano al sarcasmo. El perfil Brett 049 también se había programado como un entorno de aprendizaje dinámico y, a través de él, ella aprendía rápidamente a comprender sus particulares patrones de habla e idiosincrasias verbales. Él esperaba que algún día ella dijera cosas como Ashburn es un idiota. ¿A quién vas a creer? ¿A mi cerebro de bizillones de vatios o a su kit de erección de juguete?

    Eso no era Emily, pero no se parecía a Casandra tampoco. Era algo en el medio, en un lugar seguro que no le hacía querer sollozar.

    Se obligó a continuar. "Voy a entregar mi acceso administrativo al Oficial de Seguridad Ashburn durante las próximas horas. Estaré fuera de la estación ayudando con el mantenimiento del Motor Nueve".

    "Comandante Brett, las regulaciones del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres no permiten la ausencia del Comandante de Estación de su lugar de servicio asignado durante períodos prolongados durante un fallo de telecomunicaciones. Se prevé que la situación actual de radio y satélite continúe durante los próximos siete días, tiempo relativo a la estación".

    "Las regulaciones no me interesan en este momento".

    "Si decide abandonar la estación, se generará un informe disciplinario y se enviará a la sede de Misión del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres para su revisión".

    "Eso está bien, Casandra. Simplemente realiza la función. Transfiere el acceso de nivel administrativo temporal al Oficial de Seguridad Ashburn. Él va a ejecutar algunos diagnósticos avanzados que pueden parecer invasivos para ti, pero tiene mi autorización. ¿Lo entiendes? no quiero que seas cascarrabias con él".

    Una ligera pausa. "Esa no es una clase de procesamiento o análisis válida. No reconozco el estado «cascarrabias»".

    "Nunca lo hiciste".

    Casandra eligió por razones propias no hacer caso de su comentario. Quizá lo encontraba incoherente. "Los últimos informes de seguimiento del clima antes del fallo de las comunicaciones indican una inestabilidad atmosférica de moderada a sustancial. Se le ha aconsejado a la tripulación de la estación que suspenda las operaciones exteriores por el tiempo que dure".

    Él sacudió la cabeza. "No tenemos en cuenta ese consejo. La misión continuará según lo programado".

    "Comandante Brett, Markus Jasper no ha sido presentado como miembro activo de la lista de servicio para el Protocolo de Mantenimiento Exterior nueve-cuatro-siete. Actualice el registro de tareas de la misión".

    "Actualización oral: PME 947. Brett, Markus Jasper. Asesor de Misión".

    Una ráfaga de ruido electrónico. "Registro de tareas de la misión actualizado. Conflicto: las regulaciones del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres no permiten..."

    "Cancela confirmación. Guarda la actualización".

    En alguna parte, una serie de ventiladores de refrigeración se activaron, haciendo circular una bocanada de aire caliente y estancado. "Entrada guardada. Informe disciplinario generado. Conflicto: el rango de Comandante Brett, Markus Jasper, Asesor de Misión, reemplaza al rango de la Especialista Técnico Primario de la Misión; Riley, Djen Marilea. Por favor, asesore".

    "Ningún consejo. Simplemente lista eso en el registro".

    Casandra realizó ese curioso giro de cabeza otra vez, confundida o simplemente computando rápidamente. Brett sospechaba que estaba intentando realizar la actualización y encontrando un lote completo de conflictos lógicos para resolver en el proceso. La peculiaridad simulaba una mirada curiosa, o un malentendido confuso, pero no era ninguna de esas cosas. Era personalidad programada.

    "Comandante Brett", dijo finalmente. "La última secuencia consiste en patrones lógicos irregulares".

    "Lo sé"

    "Sus especificaciones técnicas no merecen su presencia en este protocolo de mantenimiento exterior. Se le aconseja no emprender esta acción".

    "Tengo que ir". Dijo esto sabiendo que no tenía que decirlo, pero de alguna manera fue incapaz de detenerse.

    Hubo una pausa. "Defina el imperativo de la misión. El imperativo de entrada es vago. El análisis de la estructura de comando del personal de la Estación Persia no es consistente con la compulsión personal por parte del rango del Comandante Brett, Markus Jasper".

    Su incapacidad para comprender era tan patética que él casi se echó a reír, pero habría sido un sonido áspero, sin humor, un ladrido.

    Brett dijo: "Cancela tu análisis, Casandra. Fue una entrada imprecisa. Error del operador. Activa el almacenamiento y revisa el subconjunto del entorno de aprendizaje dinámico, perfil de usuario actual".

    "Almacenamiento y revisión de subrutina activada. Análisis de datos retrasado, pendiente de entrada de comando".

    "No entiendes lo que digo porque no he sido muy claro contigo. Yo voy a la tarea y reconozco que esto viola las regulaciones dada la situación actual".

    "¿Le gustaría ajustar su lógica?"

    "No. La lógica no tiene nada que ver con esto. Tengo un mal presentimiento sobre esta tarea". Él se adelantó, no queriendo darle tiempo para objetar a esa declaración. "No hay razón para ello, no hay evidencia que lo respalde. Al menos nada que tenga sentido. Sin embargo, voy a ir aún cuando no iría si estuviese Ritter al mando del equipo, o Crites o Samuels o, demonios, cualquier otra persona. Pero quiero estar allí. Sé que no estoy cualificado, sé que no tengo las especificaciones de misión adecuadas, pero quiero hacerlo, ¿sabes? Quiero estar allí si algo sale mal. En caso de que haya algo, cualquier cosa que pueda hacer para ayudar".

    Extendió la mano hacia ella, suplicando, como si la tocara a través del escudo de plastiviso. "Me gusta esta chica, Em. Me gusta. Odio decirlo, y odio sentirlo, pero me gusta. Sí. Y creo que quiero que me guste más. Y también desprecio el hecho de quererlo. Han pasado cinco años, Emily, cinco años y, de algún modo, parece una eternidad. En otros parece que fue ayer, pero siento que eso se está desvaneciendo. Cuanto más bajo aquí, menos veo de ti. Más es con Casandra con quien estoy hablando."

    "No sé cuánto tiempo más podré continuar de esta manera, engañándome a mí mismo. Y me siento estúpido, débil y culpable por rendirme con ello. Siento que te estoy traicionando, pero también estoy cansado de estar solo. Lo siento, Em".

    Las luces se agitaron. Los procesadores trinaron y lanzaron un caliente siroco de escape a través de los ventiladores de enfriamiento. La interfaz principal del sistema permanecía inmóvil, parecía escuchar, parecía ignorarlo por completo, parecía no ser más que una máquina de carne modulada, diseñada, programada y construida.

    Brett quedó en silencio y Casandra no dio respuesta.

    Él dijo: "Pensé que debías saberlo".

    Se volvió, puso el puño en el pomo de la puerta y la abrió. "Guarda todos los comandos. Inicia la transferencia de los controles administrativos. Cierre de sesión: Brett, Markus J. Adiós, Emily".

Capítulo 6

    La esclusa de aire interior de la bahía de carga se cerró con un silbido. Una luz verde parpadeó sobre la puerta de contención para indicar que el sello estaba intacto. Los extractores industriales impulsaban un muro de aire con un agudo zumbido hacia la vasta caverna del subnivel, enviando un remolino de papel suelto y escombros volando. El pesado Transporte de Utilidad Móvil avanzaba bajo la presión negativa. El conductor, un joven técnico explorador llamado Vernon, puso a funcionar los enormes motores diésel convertidos a energía solar y avanzó despacio el TUM hacia adelante. Una segunda puerta blindada, visible a través del parabrisas polarizado, yacía a la izquierda. Detrás había una rampa que se inclinaba bruscamente hacia el nivel del suelo.

    Vernon presionó un conmutador ámbar en la pantalla del tablero y los halógenos superiores del vehículo estallaron en una luminiscencia blanca y cálida. Otra compuerta de la bahía se alzaba en el extremo más alejado de la pendiente y él avanzó hacia ella. La segunda compuerta se cerró de golpe tras ellos, sacudiendo la rampa entera con su finalidad. Una luz de estado parpadeó en verde justo arriba y a la izquierda de los faros delanteros, y de inmediato la compuerta de la última bahía se abrió con un chirrido de metal sobre metal.

    Vernon dijo: "¿Quién está listo para pasar un día en la playa? Diversión, sol y retozar en la arena. ¡Allá vamos!"

    Pisó a fondo el acelerador. Los motores vomitaron una pluma de humo negro como una tóxica nube de hongo y el transporte avanzó con una sacudida, luego gruñó hasta los metros restantes e irrumpió en la mañana.

    Los enormes neumáticos industriales de la banda de rodadura del vehículo trituró la blanda arena apilada contra la puerta exterior. Trazaba surcos a través de las dunas, aplanando sus suaves curvas con el fuselaje de acero. Vernon siguó acelerando, lanzando arena fina y pequeñas rocas desde las seis ruedas.

    "Células solares al ochenta por ciento", informó Ilam desde el asiento del pasajero en la cabina.

    Vernon asintió. "Baterías llenas. Células de combustible estables a 23.9 grados Celsius. Diesel líquido y limpio, filtros funcionando normalmente. Cambiando a solar".

    Golpeó un banco entero de interruptores. El gruñido a plena garganta de los motores de combustión cesó abruptamente. En su lugar surgió el zumbido y la vibración de los motores eléctricos. Vernon se apartó de los pedales y los mantuvo a un constante, si no sedado, ritmo.

    "La solar dos solo se está cargando al setenta y cinco por ciento". Ilam miró una serie de pantallas a bordo revoloteando en la pantalla de estado del lado del pasajero. "La célula seis está a cuarenta. No es crítico, pero pondremos una nota en el registro de mantenimiento. Atmósfera interna normalizada. Todos los sellos verificados como buenos. El estado del transporte es de diez".

    Dio media vuelta en su asiento y miró por la estrecha pasarela entre la cabina cónica y el equipo y la bodega de personal. Dio la señal de pulgares arriba, sonriendo detrás de su visor frontal.

    "Damas y caballeros, pueden indicar sus paradas a discreción. Aunque al capitán le gustaría recordarles que no es responsable de accidentes, objetos perdidos o robados ni de despresurización repentina y catastrófica de la cabina. Le gustaría más específicamente recordarles a todos los pasajeros que la calidad del aire ambiental externo es muy mala, la presión atmosférica se mantiene estable en seis-uno-cuatro milibares y la helada temperatura del planeta esta mañana es de ciento setenta y dos Kelvin con máximos esperados alrededor de los doscientos Kelvin. Abríguense ahí fuera, comprueben sus calentadores de los dedos de los pies y el intercambio de calor de su e-traje, y gracias por volar con Aerolíneas Archae".

    Vernon se echó a reír, luego no pudo resistir añadir su propio humor. "Ahora, si miran por la ventanilla izquierda verán arena, pero por la derecha verán... ¡arena otra vez! ¡Arena por todas partes! La buena noticia es que probablemente no lloverá hoy".

    Brett dejó de escucharlos. Liberó los sellos inferiores de su casco, lo enganchó a la conexión a su izquierda y se liberó la cabeza. Sacudió esta vigorosamente de un lado a otro, tratando de despejar la congestión en los oídos. El «pop» fue casi doloroso.

    A su izquierda, Djen estaba haciendo lo mismo. Su casco se soltó y ella se pasó las manos enguantadas por su enredo de rizos.

    Brett se giró primero, antes de que ella lo mirara a los ojos, y concentró su atención por las ventanas. Las dunas y las colinas bajas de Archae Stoddard y la ocasional aguja de piedra que sobresalía giraban a su alrededor. La arena había volado en algunos lugares, revelando una corteza sólida como lecho rocoso, una piedra color pizarra desgastada por los años y el viento. Había montañas a la izquierda, justo delante de Brett mientras las miraba. Eran altas, él lo sabía por las observaciones globales, o al menos altas en términos relativos de Archae Stoddard. El pico más alto estaba a quizá mil quinientos metros; la altura general promediaba casi mil. A la frágil luz de la mañana, esas rocas eran negras, distantes. Arroyos y valles tallados por el clima y el tiempo mismo se separaban de su camino. La mayoría eran superficiales, ni siquiera podrían esconder a un hombre de la vista a menos que este se inclinara. Unos pocos se abrían en estrechos cañones como profundos abismos de arena asentada y feroces vientos racheados que surgían de la nada, agarraban esa arena latente en un vórtice malvado y la arrojaban por las paredes del cañón en espumas cegadoras. Se sabía que algunas de esas anormales erupciones picaban el plastiviso.

    Él cambió la mirada hacia el horizonte. Temprano en la mañana, el sol apenas subía el horizonte, el habitual cielo amarillo flema estaba manchado con rayas de mandarina y carmesí. Era como mirar dentro de un vasto vaso de Tequila Sunrise.

    Excepto por ese pedacito de nubes hacia el Oeste, por supuesto. Esas eran grises y feas, y él imaginaba que probablemente olían mal, aunque no podría haber dicho por qué. Las últimas extrapolaciones climáticas dejaban a este banco de tormentas eléctricas a no más de tres horas de distancia. Si pudieran salir hasta el Nueve y regresar a tiempo, podrían ahorrarse lo peor del clima.

    "Me habría ido sin ti", dijo Djen. "Fue Ilam quien nos hizo esperar. No podía encontrar los guantes y yo no podía prescindir de él. Cuando te dije cuarenta y cinco minutos, lo dije en serio".

    Brett asintió vagamente. "Y yo te creí".

    "Llegaste quince minutos tarde".

    "Tenía asuntos de última hora en la estación". Aunque no significaría nada para ella, o al menos no las cosas correctas, él agregó, "tenía que visitar la interfaz del sistema principal esta mañana antes de irnos".

    Ella se estremeció visiblemente y él imaginó algo más que simpatía en su expresión. "Eso debe de haber sido desagradable".

    "No me importa mucho. ¿Por qué dices eso?"

    "No sé por qué te sometes a eso".

    Los usuarios tenían una automática reacción visceral a la interfaz principal, nunca agradable, pero Bett tenía respuestas de manual con las que podía explicarse. O defenderse. "Cuando dejo la estación en manos de otra persona, quiero asegurarme de que Casandra lo comprende. La interfaz principal ofrece una precisión de comprensión mejorada".

    "Ella entiende órdenes tecleadas, Markus".

    "No siempre estoy muy seguro de eso. No por su habilidad, por supuesto, sino por mi propia claridad. No soy un gran programador. Para comandos importantes prefiero la interfaz verbal. He configurado una serie de perfiles para maximizar la comprensión".

    Djen pareció dispuesta a dejarlo pasar y Brett se reclinó en el duro banco de pasajeros. El terreno implacable los empujaba sin piedad, golpeando los bancos del eje con salientes de roca, pistas irregulares y el ocasional barranco. Él apoyó los pies en los tacos de metal en medio del suelo y trató de mantenerse en el sitio pegado a la pared interior curva del transporte. Así solo sus huesos eran los que se golpeaban y vibraban con cada impacto.

    "¿Por qué harían algo así?" le preguntó Djen. La pregunta lo sacudió como un puñetazo desde la oscuridad.

    "¿Hacer qué?"

    "No seas estúpido, Markus. Sabes a lo que me refiero".

    Él se encogió de hombros, notando que no debería haber confiado en que ella le dejara evadirse tan fácilmente. "La interfaz principal permite que la máquina actúe de manera intuitiva cuando surge la necesidad de programar de manera eficiente bajo severas limitaciones de tiempo. Está mejor equipada para comprender el proceso de pensamiento humano que un lenguaje de programación afín puede imitar. Nos da con éxito aplicaciones basadas en lo que queremos decir en lugar de lo que decimos. La mayoría de las veces, quiero decir".

    Djen curvó el labio, sin creer eso en absoluto. "No llena los vacíos que deja nuestro propio fracaso de razonamiento".

    Esa no es suficiente justificación, esto es lo que ella no había dicho. Ella no tenía que hacerlo. Brett podía leerlo en el indignado rubor de su piel.

    "Pero interpreta los datos de entrada de manera menos rígida. Entiende los matices. Casandra detecta cuando los datos no coinciden con la expectativa o la realidad que se supone que reflejan. Ella evita que tropieces con estúpidos errores de sintaxis que nos costarían horas de depuración. No me malinterpretes, yo no codificaría una aplicación compleja utilizando la interfaz principal, pero ella es una experta en depurar y afinar una vez que la base de trabajo está en su sitio".

    Ella lo miró con ojos entornados, albergando sospechas o juicios que él no pudo adivinar. "Esa información se filtra mediante la humanidad de alguna pobre alma. Entiendes eso, ¿no?"

    "Las cortezas autodefinitorias se han suprimido. Casandra solo es parcialmente humana, y eso solo en el más estricto sentido biológico". Quiso estremecerse como ella lo había hecho. En cambio, él era de madera maciza. "El sistema Casandra aprovecha los vastos mecanismos computacionales, intuitivos y de comprensión visual-auditiva del cerebro humano".

    "Cualquiera puede citar el manual de operaciones, Markus".

    "Si está en el manual, debe de ser cierto". Él sonrió débilmente.

    El manual continuaba diciendo: La interfaz primaria del sistema Casandra es un avance radical en la compatibilidad intuitiva-lógica. El componente orgánico es capaz de asimilar y procesar estímulos auditivos y visuales a una velocidad de setenta y ocho mil millones de unidades LOC por segundo. Los sensores de fibra que utilizan cuadrículas almacenadas de los patrones sinápticos orgánicos pueden convertir instantáneamente la comprensión no lógica y metalingual en codificación de programas de forma instantánea. El Sistema Casandra, por virtud de su unión perfecta del mejor razonamiento intuitivo humano con el procesamiento electrónico rápido y las matrices de interpretación de lógica rígida, crea un entorno informático funcional y adaptativo prácticamente ilimitado.

    "Mierda. Sabes que hay otros problemas. Problemas morales. No vas a ver un sistema Casandra en uso en la Tierra. Solo en el espacio profundo donde se supone que somos inmunes al ultraje."

    "¿Qué quieres que diga?" No había nada que pudiera expresar lo que él sentía sin exponer también la verdad. Ni siquiera intentar que Djen lo entendiera valía la pena ese riesgo. "Llevo más de cinco años utilizado la interfaz principal en nuestro sistema Casandra. Nunca actuó de una manera que fuera inconsistente con el estándar".

    Él sabía esto como un hecho inmutable. Lo había mirado desde todos los ángulos posibles. Había esperado, rogado y desafiado vigorosamente al sistema de represión cortical. Brett podía, si fuera necesario, desmontar toda la máquina y volver a montarla desde cero. Había estudiado las especificaciones del sistema con todo detalle. Estaba seguro de las cosas que había dicho.

    Debido a su amarga certeza, no podía dejar el tema ahí.

    "Ella no ha dicho ni una vez que tenía hambre cuando se obstruyeron sus tubos de sustento. Nunca se ha quejado de frío o calor. Nunca ha dicho que se sentía sola. Nunca me ha contado historias sobre su infancia ni hecho asociaciones dinámicas entre un evento fuera de sus parámetros de programación y otro. Nunca ha notado que me he cortado el pelo. Es una máquina, Djen, eso es todo lo que Casandra es".

    Él no estaba gritando, pero podía sentir la intensidad lacerando hacia ella. Brett contuvo su ira, su frustración, todo lo que le dolía, dentro de él, de vuelta al duro y oscuro lugar interior donde pertenecía. Djen lo estudió durante unos incómodos momentos. Ella pareció tranquilizada por el básico sentimiento humano de Brett.

    Colocó una mano enguantada en su brazo. "No te estoy atacando a ti. Tú no creaste la máquina".

    No toda, pensó él. No toda. Solo contribuí con buena parte.

***

    El Motor Sperling Nueve, ubicado a unos treinta y cinco kilómetros al sureste de la Estación Persia, estaba posado dentro de una amplia hendidura entre dos sinuosos salientes de roca nativa. Las crestas de espinas afiladas formaban un ángulo entre sí como un par de cuernos, cuyo cuerpo estaba enterrado en la arena, y formaban una barrera protectora contra el viento, los elementos y los gritantes proyectiles que las tormentas de Archae Stoddard producían con frecuencia.

    Como estructura, el Nueve se parecía exactamente a los ocho que lo precedían y a los tres que le seguían, todos bajo el mantenimiento de la Persia. Era rechoncho y cuadrado en la base, a poco menos de tres metros de altura y fabricado con blindaje antirradiación de grado militar. El segundo nivel tenía una forma idéntica, pero más pequeña en una proporción de 1:1.5, lo que implicaba que su altura era de solo dos metros y su área de planta de unos doscientos metros cuadrados. En lugar de un exterior de acero raspado, este nivel tenía listones de ventilación con rejillas que podían abrirse en un ángulo horizontal completo o cerrarse y sellarse hasta casi la hermeticidad. El nivel superior era aún más pequeño, con la misma relación, y albergaba solo los tremendos ventiladores de palas que impulsaban hacia arriba y hacia afuera el producto químico que el motor fabricaba continuamente. Visto desde el exterior, el Motor Sperling parecía un diminuto zigurat de acero arrojando ofrendas de incienso a dioses solares sin nombre.

    Vernon giró el transporte en un ponderoso arco hasta que la escotilla de carga encaró la compuerta circular de entrada en la parte delantera del Nueve. Brett revisó sus sellos por última vez, giró su casco en sus manos para asegurarse de que estaba bloqueado y configuró su intercambio de calor al máximo. El generador atado a su espalda gruñó cuando los ventiladores circuladores se activaron y una descarga de aire caliente rodeó su sección media. Él comenzó a sudar. La sacudida mecánica de su generador pareció empujarlo desde atrás hacia la puerta, hacia el Nueve y hacia los problemas presentados allí.

    Se agachó hacia adelante, doblado por la cintura y moviéndose de lado como un cangrejo para no dañar su equipo contra el plano techo metálico. Se aclaró la garganta para activar las captaciones vocales que le presionaban la laringe.

    "Control de salida. Estoy listo para abrir la escotilla".

    "Ya voy", dijo Ilam. "Estoy contigo en un momento".

    "Bloqueado para despresurización", confirmó Vernon.

    Djen no dijo nada, pero cambó el maletín hermético de su ordenador portátil de la mano derecha a la izquierda. Ella asintió su disposición. Brett agarró la manija del interior de la escotilla y dio un fuerte tirón. El sello se rompió y una ráfaga de aire casi lo levantó de sus pies cuando la presión interna se extendió fuera de la grieta. Inmediatamente, él se impulsó hacia arriba con el hombro y hacia abajo con las piernas, expandiendo la escotilla como un par de mandíbulas. Bajó del transporte y quedó de pie por primera vez en semanas entre las cambiantes arenas de Archae Stoddard. Una vez que Djen e Ilam hubieron salido tras él, volvió a sellar la escotilla y golpeó el lateral del transporte con la mano.

    "Mantenlo en marcha, Vernon. No deberíamos tardar más de un par de horas".

    "Por supuesto, Comandante", dijo, riendo. "No puedo escuchar la radio a menos que esté en marcha".

    "Correcto. Mantén el volumen bajo y danos chequeos regulares cada cuarto de hora. Echa un ojo, si no un oído, a las extrapolaciones climáticas. ¿Has entendido?"

    "Sí, señor".

    Brett se giró hacia la entrada del Nueve y flexionó las manos. En el aire helado, la condensación que se había acumulado en su e-traje durante la transición de la atmósfera interna del TUM al exterior se había congelado. Brett sacudió los brazos, dobló las rodillas y el hielo cristalino cayó de él como una granizada local.

    Ilam abrió la compuerta de acceso al motor un momento después, y Brett trotó para unirse a ellos. Cuando Djen conectó el generador interno y dio vida a las chisporroteantes luces, Ilam selló la esclusa de aire exterior, normalizó la presión y se puso a trabajar en el sello interno. En unos segundos, las luces parpadearon en verde y la segunda puerta de la esclusa se abrió con un siseo.

    Ilam revisó los números en la pantalla justo en el interior. "Mezcla atmosférica buena. Temperatura del aire templada. Presión interna un poco baja, pero si no os molesta un par de «pops» en los oídos, podéis desvestiros a gusto".

    "Haces que ese sonido sea tan sexy", dijo Djen mientras colocaba su maletín en un banco de trabajo frente a ellos.

    "Que no te engañe", dijo Brett. "El acento es el único encanto que tiene. El resto es igual de irlandés, y lo digo solo en el sentido étnico de arrastrar las palabras".

    "Esa es una perniciosa generalización, Comandante, y una mentira absoluta también. Me siento resentido en nombre de toda mi patria y herencia".

    Brett se quitó el casco. Le ofreció un guiño a Djen. "Tú sabrás, por supuesto, que él nació en Boston. Su madre es afgana. El linaje de su padre es, ah... cuestionable".

    "¡Embustes!"

    Djen dio una bella carcajada que empañó el interior de su visor frontal. "Aprende la lección, Ilam. Nunca te metas con un hombre que tenga acceso a tu archivo personal".

    Ilam siguió refunfuñando, aunque la mayor parte era bastante amable. Los tres se sentaron en el banco y se despojaron de sus trajes. Brett se orientó rápidamente. Un angosto pasillo corría a lo largo del muro, luego giraba en la esquina y desaparecía. Su memoria de los planes genéricos de construcción del motor le decía que ese pasillo circunscribía todo el nivel.

    El centro del primer nivel era un diseño ordenado de armarios de suministros, escotillas de acceso y nichos de estaciones de trabajo. Al otro lado de la pared, a su espalda, había un vasto banco de dispositivos electrónicos montado en esqueléticos bastidores de alambre que llegaban hasta el techo. Y no los chips híbridos de silicio precisos y delicados del procesamiento moderno, sino componentes más viejos y pesados. Esos eran más fiables, le habían dicho, menos susceptibles a las fluctuaciones de temperatura y presión del aire.

    Hacia la esquina trasera izquierda estaban los controles ambientales, los generadores, los excedentes atmosféricos que suministraban la biosfera del motor.

    La sección trasera derecha albergaba el centro de comunicaciones, conectado por un cable subterráneo tendido a mano hasta la matriz de comunicaciones en Persia. La programación llegaba por cable como un lote de señales de instrucciones desde la Persia, se traducía y aplicaba a través de la red informática local, luego se transmitía arriba al segundo nivel, donde ocurría el verdadero trabajo del Motor Sperling.

    Brett dijo: "¿Qué quieres que haga?"

    Djen arqueó una crítica ceja hacia él. "Bueno. Veamos, Comandante. Vernon conduce. Ilam va a revisar los mecanismos del extractor. Yo voy a subir al segundo nivel para cargar directamente la última secuencia de comandos. Tú puedes sentarte sobre los pulgares si quieres".

    "Ciertamente", coincidió Ilam. "Siéntate y entretente con algo. Con el debido respeto, por supuesto".

    Brett le miró fijamente. "Si no os importa, creo que ayudaré en la carga de datos. Es una buena excusa para verificar la integridad de la pantalla. Ilam, baja el ciclo de producción, ¿quieres? Asegúrate de obtener un buen sello en esas ventilaciones".

    "Sí. Siéntete libre de aceptar mi palabra cuando digo que todo está despejado. No te molestes en revisar los ambientales. Soy inminentemente fiable". Se alejó hacia la estación de programación doblando la esquina hacia la izquierda.

    Brett comenzó a caminar por el pasillo en la otra dirección y Djen rápidamente se colocó a su lado. Giraron hacia una pequeña entrada a pocos metros de la esquina y subieron al segundo nivel por la escalera de hierro. Aquí había otra puerta presurizada y Brett esperó el «clic» de liberación y la luz verde en su panel antes de girar el pestillo. La puerta estaba incómodamente fría al tacto.

    Djen le tomó la otra mano, luchó en su maletín y sacó una pesada linterna. Le empujó la linterna hasta la palma de la mano.

    "Sé útil", dijo ella. "Apunta esto donde te diga".

    Brett encendió la luz, empapó los pies de ambos con un charco de luz y luego abrió la puerta empujando. De inmediato tropezó con el marco elevado y casi cayó de bruces.

    "Las luces habrían sido una buena idea", se quejó él.

    "Los nanos no las necesitan. Es un desperdicio de recursos", respondió ella. Su aliento salía en una pluma de vapor blanco.

    "Voy a revisar los ambientales", dijo Brett.

    "No hagas eso. Mientras esté por encima del punto de congelación, el equipo funciona sin problemas. Probablemente aún hay unos dos ochenta o trescientos Kelvin aquí dentro. Eso solo es frío para lo no mecanizado". Ella pasó junto a él. "Voy a necesitar esa luz".

    Djen le dejó atrás, entró en la sala de techo bajo y presionó la espalda en la pared exterior. Se retorció por el laberinto de conductos y tuberías que colgaban a intervalos irregulares en su camino. Este segundo nivel se dividía en cuartos, cada cuadrado albergaba un armario de metal que iba casi de suelo a techo. Un par de estrechos caminos perpendiculares pasaban entre las unidades de producción.

    El Motor Sperling inhalaba los componentes atmosféricos de las escotillas con rejillas mediante de una compleja red de conductos y los filtraba a través de una impresionante e intrincada serie de pantallas de micromalla embutidas dentro de los componentes de los cuatro armarios. Cada pantalla constaba de billones de unidades nanomeca enlazadadas cabeza con cola, a lo largo de los cables trenzados de fibra de silicio.

    El resultado era un panel ligeramente iridiscente de nanomalla impregnada con varios miles de capas de espesor. Las unidades nanométricas captaban las partículas que se deslizaban por el esófago de los conductos, analizaban los componentes químicos y moleculares de su captura, y transformaban dióxido de carbono en ozono y amoníaco en nitrógeno. Luego lanzaban el compuesto recién formado—identificado y escaneado por un millar de líneas adicionales de control de calidad—hasta una tubería de salida central, hacia los extractores de tercer nivel y de ahí de nuevo hacia la atmósfera.

    El zumbido y el estruendo de los ventiladores que aspiraban el aire por las rejillas hacia los armarios normalmente era una experiencia físicamente impresionante—podían hacer vibrar los dientes de un hombre incluso dentro del e-traje. Pero el nivel estaba en silencio ahora, excepto por el sonido de la respiración y el golpe de los tacones de las botas. Lo cual era bueno, pensó Brett, dado que el motor había sido desactivado y cualquier cosa diferente que hubiera escuchado habría indicado algo similar a un fallo catastrófico de los sellos que actualmente mantenían la atmósfera tóxica en el exterior.

    Djen había llegado a la máquina en la esquina del fondo, arrastrándose bajo la gama de tuberías de admisión, y se había sentado en la estación de trabajo de la unidad de control principal. Aquí había un monitor de pantalla plana integrado en el panel frontal del armario y un estante retráctil para el teclado. "Ven y sujétame el portátil", dijo Djen. Su voz tembló en las sombras, como si sus labios temblaran. "Y la linterna. Vamos a terminar con esto".

    Brett se abrió paso con cierta dificultad y en seguida se paró junto a ella con el portátil apoyado en los antebrazos y la linterna ladeada para iluminar el teclado. Djen sacó un cable de datos de su maletín. Conectó un extremo en el zócalo de salida en la parte posterior del portátil y el otro en uno de los varios puertos de carga del armario. Una serie de iconos, gráficos y pantallas de texto se movieron por el monitor y Djen se inclinó para estudiar el vertido de datos.

    Brett no podía ver lo que ella hacía cuando comenzó a pulsar rápidamente el teclado del portátil. Necesitó ambas manos para mantener el teclado recto. Notó que ella respiraba con fuerza, y eso parecía ser un signo menos que positivo.

    "¿Cuál es el problema?" preguntó él.

    "Estos números están todos equivocados. Tienen que estarlo". Djen se mordió el labio inferior.

    "Detalles, por favor"

    Ella aporreó algunas teclas más, maldijo en voz baja. "Echa un vistazo a este gráfico".

    Brett giró la pantalla para poder leerla. "¿Qué es esto? Una curva de productividad decreciente. Um. Hay una fuerte bajada al final. Vale, eso es una interrupción total del sistema". Miró con incertidumbre el pequeño texto. "¿Cuál es el intervalo de tiempo de estos números?"

    "Doce horas".

    Levantó la cabeza bruscamente. "¿Qué?"

    "Esa curva es la caída de productividad en las últimas doce horas. La parte superior de la línea es la lectura de la unidad anoche, aproximadamente una hora después de los informes diarios. La parte inferior de la línea es el censo al final de la última hora. No es que ya no estén haciendo lo incorrecto... es que no están haciendo nada en absoluto".

    "Así que esto no refleja que hemos apagado el motor nosotros mismos".

    "No. El Nueve tenía poco más del siete por ciento de funcionalidad cuando llegamos. Notarás los grandes picos, arriba y abajo, en las últimas horas antes de la caída final... eso es el tartamudeo del sistema tratando de mantener la producción y encontrando errores críticos".

    "Esto no parece un error de programación".

    Djen se mordió el labio, claramente infeliz. "Yo diría que no. Es más como un completo fallo del motor. El Nueve habría muerto en otros quince minutos si no lo hubiéramos apagado nosotros".

    Él cerró el portátil de golpe. "¿Por dónde empezamos?"

    "Bien podríamos ver primero las pantallas, ya que estamos aquí, aunque este es un colapso bastante radical para un fallo de pantallas. No fallarían todas a la vez. Luego verificaremos las comunicaciones, veremos si la estación recibió un comando por lotes incorrecto o malinterpretó uno de los intentos de reprogramación de la noche anterior. Luego, transistores y procesadores, fusibles y electrónica, sobretensión y registros de mantenimiento. De arriba a abajo, como se suele decir".

    "¿Hay algo que Vernon pueda hacer para ayudar?" Él estaba pensando en el clima.

    "¿Puede conducir de vuelta a la Persia y traerme media docena de técnicos?"

    Brett frunció el ceño. "Muy gracioso. ¿Puede ayudar él con algo de mecánica?"

    "Solo si Ilam piensa que eso no retrasará sus diagnósticos. Primero traigamos a Ilam aquí para ayudar a limpiar las pantallas. Después de eso, tendremos una mejor idea de los pasos que deben seguirse y cómo podríamos necesitar a Vernon".

    "Yo te ayudaré con tus diagnósticos".

    "Tú puedes sostenerme la linterna, lacayo".

    "Correcto".

***

    "¿Y qué coño es eso?" Preguntó Ilam desconcertado, rascándose la barbilla. Se había unido a ellos en el segundo nivel cuando Djen lo convocó. Había pasado el tiempo necesario quejándose del frío, amenazando con ponerse el e-traje, y finalmente se había instalado junto a Brett para luchar contra el panel de acceso del primero de los cuatro componentes del Sperling.

    Brett no tenía una respuesta inmediata a su pregunta. Habían sacado de las guías rodadas el primer banco de pantallas. El carrete era un soporte de alambre que consistía en una serie de barras a lo largo de la parte superior, de las cuales se suspendían las pantallas. Por la parte inferior del mecanismo del carrete pasaban cuatro canales paralelos en los que encajaban los marcos de cada pantalla.

    El efecto acumulativo era un banco de cuatro pantallas de ancho y cuatro de profundidad por carrete. Las barras superiores estaban salpicadas a intervalos regulares con pernos eléctricos de color ámbar dorado que coincidían con los zócalos de contacto paralelos dentro del panel de acceso cuando el mecanismo estaba en su posición cerrada.

    Cada armario contenía cuatro paneles de acceso inferiores que albergaban carretes adicionales. Un panel separado, colocado aproximadamente a la altura de la barbilla, sujetaba un quinto carrete girado noventa grados para quedar perpendicular a los carretes inferiores. Este se conocía como el carrete de control, y su función principal era el análisis de los paquetes moleculares producidos por los siguientes carretes. Las unidades pasadas salían del carrete de control y eran succionadas directamente a la cámara de salida, que las eyectaba dentro de los canales del extractor en el tercer nivel.

    El primer carrete no requería un examen minucioso ni siquiera bajo la poca iluminación de la linterna. Un delgado corte había penetrado todo el banco de pantallas, tanto de marco a marco como a través de los cuatro juegos de pantallas, cortando los cables de fibra de silicio. Brett se puso un par de guantes que Djen le ofreció de su maletín y tiró de los bordes de la tela ligeramente iridiscente de la micromalla.

    Djen dijo: "Eso explica el fallo del sistema, al menos. El Motor está programado para apagarse e intentar periódicamente un reinicio en frío cuando su capacidad de producción cae por debajo del diez por ciento objetivo. El Motor supone que hay un problema mecánico".

    "Buena suposición por su parte", dijo Ilam.

    "Ciertamente explica el gráfico de producción que vimos antes. Casi lo único que funcionaba eficientemente eran los ventiladores de admisión".

    "¿Una roca?" Sugirió Brett. Sin gafas de aumento de precisión, no podía analizar de cerca los contornos de la línea de corte para obtener más detalles. "¿Algo que se coló a través de los filtros de ventilación y se movió por dentro del componente?"

    Pero Djen negó con la cabeza. "Las rejillas de ventilación tienen doble filtro de micromalla de titanio solo un poco más grande que la tela de la pantalla. Enganchan cualquier cosa por encima de un cierto diámetro atómico, incluida la mayoría de las partículas de polvo. Incluso suponiendo que algo se haya colado por un orificio en el primer filtro, los ventiladores de admisión no podrían haberlo propulsado con suficiente velocidad para atravesar el segundo banco de filtros, y mucho menos para rebotar dentro del componente de producción lo bastante rápido como para causar tanto daño".

    Ilam extendió la mano, casi tocó la pantalla él mismo, luego retrocedió y señaló el desgarro desde la distancia. "Esas son brechas bastante regulares, parece más un patrón de corte. Una roca produciría un agujero más irregular, ¿no creéis?"

    "¿Qué hay de las pausas de estrés?" preguntó Brett. "Eso explicaría la uniformidad del daño".

    De nuevo, Djen no estuvo de acuerdo. "Las pausas de estrés espontáneas pueden—aunque muy raramente— romper una pantalla entera así, pero no explica el daño en todo el carrete".

    "A menos que todo el componente esté bajo estrés. Al menos en teoría".

    "Entonces habríamos recibido una notificación automática. El funcionamiento mecánico del motor estaba dentro de los parámetros normales en la última verificación. Las rotaciones del ventilador eran uniformes. El ventilador funcionaba, sí, pero eso es un sistema eléctrico separado. Habría estresado los componentes de producción".

    "Excepto que el motor siguiera apagándose e intentando reiniciarse". Eso tenía una razonable cantidad de sentido. Brett agregó: "¿Cuáles son las capacidades de sobretensión de las líneas de fibra?"

    "Es un reinicio de un sistema informático, Markus, no es como encender y apagar la energía".

    "Pero ¿en el peor escenario? Asumamos un conjunto de circunstancias no relacionadas pero simultáneas".

    "Los componentes se monitoran constantemente tanto interna como remotamente. Hacemos un seguimiento específico de las sobretensiones eléctricas como parte de nuestros registros de mantenimiento. Si hubiera sobretensiones, lo habríamos sabido ayer, a más tardar".

    Brett maldijo sin rumbo. "¿Cuáles son las otras opciones?"

    Ilam sonrió. "¿Un crío travieso con un palo afilado y mala orientación paterna?"

    Djen cruzó los brazos sobre el pecho y se tocó el labio. "Podría ser algún tipo de error de programación radical. Un error de interpretación, debería decir. Los grupos de nanomecas atacaron los hilos de fibra de silicio".

    "No son agresivos independientemente". señaló Brett.

    "A menos que se programe de esa manera. Y tampoco son intencionalmente agresivos. No me refiero a ese tipo de ataque. Si no entendieron el último lote de instrucciones, podrían haber confundido el cable como una fuente viable de materia prima. Comprende que están lidiando con recursos a nivel molecular y lo están haciendo extremadamente rápido. La densidad de la materia entre el aire y el cable no se registraría como notablemente inconsistente. No están diseñados para compilar la dificultad de la tarea en su criterio de rendimiento".

    "¿Puedes probar que eso fue un factor con alguna precisión?" No era una explicación para el fallo del motor que Brett hubiera encontrado nunca. La idea de que los mecas pudieran sabotear su propio entorno no era algo que le gustara considerar. Estaba claro que él no podía informar de ello sin tener cierta evidencia.

    "Llevará unos días y un par de programadores tomados de otros proyectos. Tendremos que llevarnos las pantallas con nosotros para su análisis".

    Markus calculó la pérdida potencial de horas/hombre y suspiró. "¿Explica eso los síntomas que Nueve ha manifestado hasta este punto? ¿El problema de producción disminuida?"

    Djen asintió, pero lentamente. Ella parecía distante, como si estuviese resolviendo la lógica mientras hablaba. "La disminución de la producción que hemos visto encaja con la hipótesis de un mayor tiempo de procesamiento para convertir las microfibras en componentes atmosféricos. Los nanomecas quemarían más de unos pocos ciclos adicionales tratando de completar el trabajo antes de darse cuenta de que era imposible".

    Brett continuó: "¿Esta explicación da cuenta del problema original?"

    "Después del fallo inicial para convertir los cables, el componente en su conjunto habría asignado un fallo a los nuevos comandos por lotes y habría vuelto a la última programación viable".

    "Pero se centraron en las fibras", señaló Ilam.

    Djen se encogió de hombros ante su objeción. "Las unidades están diseñadas para producir... producir cualquier cosa que se ajuste a la definición de misión como valioso, no para preocuparse por la consistencia de sus materias primas. Por qué fue específicamente a por las fibras de silicio aún no está claro".

    "Entonces, ¿cómo explica nuestra hipótesis el fallo de integridad de las pantallas?" preguntó Brett.

    "También conocido como los grandes agujeros", dijo Ilam.

    "Básicamente, el gestor del componente principal no habría vuelto a la programación anterior en todos los casos. Si asumimos que el componente comienza a darse cuenta de que esta tarea asignada no está funcionando, lo que implica que los materiales utilizados en la conversión no son correctos o la conversión misma está tardando demasiado, este reconsidera la lógica recibida. Si no puede resolver ese problema, no pide nuestra ayuda, simplemente vuelve a algo que sabe que funciona. Nos pagan a nosotros para encontrar el problema y solucionarlo."

    "Yo diría que el componente actuó en parte con lo que percibía como instrucciones sonoras y en parte con las instrucciones problemáticas. Anoche notamos que los carretes de trabajo estaban produciendo los químicos incorrectos, porque los carretes rotos en este momento estaban intentando como el infierno hacer las cosas correctas, pero sin avanzar lo suficiente para que su producción se registrara."

    "La conclusión es que el componente hizo lo que está diseñado para hacer. No tiene los sensores para registrar que está devorando sus propias pantallas, por lo que simplemente avanza hasta que es demasiado tarde para retroceder. Luego se apaga, como hemos visto. Del mismo modo, dado que cada unidad de nanomecas tiene esencialmente las mismas capacidades de procesamiento y el pulso de programación se emite constantemente desde la parte superior de la pantalla hacia la parte inferior, es razonable que las unidades correspondientes en cada línea vayan a romper el cable de fibra aproximadamente en el mismo lugar. Eso probablemente explica también el patrón de corte en forma de barra".

    Ilam miró a Brett y se encogió de hombros. "A mí no me mire, Comandante. Yo solo soy un mecánico. Si no se puede arreglar con un destornillador o una llave inglesa, estoy fuera de mi elemento. Aunque esta es una suposición simple de comprobar, si solo quiere usted mi opinión".

    Brett empujó hasta su sitio el carrete dañado por la guía de ruedas. "Accedamos al otro lado. Si la explicación se sostiene, esos carretes estarán en diferentes secuencias de producción y deberían estar bien".

    Pero no lo estaban. Desgarros similares, algunos rectos, algunos desiguales, habían arruinado los otros carretes. Los tres ampliaron su investigación, abriendo cada componente y extrayendo su conjunto completo de carretes. Todos y cada uno habían sido dañados. Toda esperanza que Brett albergaba de que no hubiese algo crítica y costosamente mal con el Nueve se desvaneció.

    Ilam frunció el ceño ante el último segmento de evidencia, aún sobresaliendo de la máquina como la lengua de un niño enfermo bajo el examen de un médico.

    "Me gustaría repetir la parte sobre el niño gamberro con el palo", dijo él.

    "No lo entiendo", dijo Brett.

    Djen se frotó los hombros con las manos, trabajando en las tensiones. "Estoy empezando a coincidir con Ilam. Si no supiera que es absolutamente imposible, diría que esto parece un sabotaje deliberado. No hay otra explicación directa".

    "Tiene que haber otra explicación".

    "No que yo pueda ofrecer sin mejores instalaciones y una investigación intensiva".

    Brett comenzó a responder, pero fue interrumpido por el doble «clic» en su auricular que indicaba un mensaje entrante. Levantó la mano hacia Djen e Ilam.

    "Al habla Brett".

    "Jefe, al habla Vernon. ¿Me oye?"

    "Estática muy leve en este extremo. Adelante".

    "Acabo de recibir una actualización de clima de la Persia. Las últimas previsiones tienen un banco de nubes que se mueve rápidamente en nuestra dirección. No quiero alarmarle ni hacer ninguna sugerencia que pueda parecer fuera de lugar para mi rango, pero la cosa se está empezando a poner un poco fea aquí fuera. No me importaría mucho si todos ahí dentro decidieran darse prisa para salir de aquí echando hostias".

    Brett se mordió el labio. "¿Cuál es la velocidad actual del viento?"

    "Veinte nudos y subiendo. Es la parte de subiendo la que me preocupa". Vernon forzó una risita al final.

    "Estamos en camino. Brett corta y cierra". Se volvió hacia Djen e Ilam. "Tomad lo que necesitéis. El clima se nos echa encima y Vernon dice que necesitamos reubicarnos".

    Djen le miró en la oscuridad. "¿Vernon está preocupado?"

    "Mierda", dijo Ilam.

    "¿Qué pasa?"

    Ilam y Djen intercambiaron una mirada de preocupación. Ella dijo: "Si su evaluación de las condiciones son malas, probablemente ya estamos en serios problemas. Se podría decir que él tiene un estándar menos que cuerdo para definir el término «riesgo aceptable»".

    Los tres comenzaron a moverse.

Capítulo 7

    Brett tropezó con una capa de arena al otro lado de la compuerta de salida. El viento le había atrapado, empujado hacia la izquierda y casi le había arrancado las pantallas de la mano. Él encaró el viento y avanzó tras Djen hacia el TUM. Vernon había recordado encender las deslumbrantes luces halógenas que rodeaban la parte superior del vehículo. No lo habrían encontrado de otro modo.

    Brett jadeaba pesadamente para cuando subió los escalones hacia la bahía de carga de transporte. Ilam lo siguió inmediatamente detrás y cerró las puertas. Brett se sentó y apoyó su puñado de pantallas contra el banco entre sus piernas. Djen se había tomado el tiempo de envolverlas en una valija de plástico duro para el transporte, pero Brett se preguntaba lo efectivo que sería eso dada la forma en que él las había llevado desde la compuerta hasta el transporte.

    Aunque esa no era su preocupación más apremiante en este momento. Activó su radio.

    "Vernon".

    "Sí, jefe".

    "Entiendo que solo te dije que vigilaras las extrapolaciones del clima, pero eso fue porque creí innecesario decirte que nos avisaras antes de que el clima se fuera al infierno".

    Hubo un encogimiento de hombros en la voz de Vernon. "Solo es un chubasco, Chili. He estado fuera con peor tiempo. El TUM puede aguantarlo".

    "No es el TUM lo que me preocupa. ¿Cuál es la proximidad del frente de nubes?"

    Una pausa mientras Vernon verificaba las últimas actualizaciones. "Unos diez kilómetros".

    "¿Dirección?"

    "Um, moviéndose unos pocos grados de Oeste a Este".

    Brett pensó de pronto en el Dos de Espadas. La mujer en la tormenta con una espada en cada mano. ¿Qué había dicho Ritter que significaba esa carta?

    "Te das cuenta, por supuesto, de que eso pone la vanguardia de la tormenta directamente entre nosotros y la estación. ¿Hemos captado algún disparo?"

    "Ninguno que haya tocado el suelo". Fue Ilam quien respondió, como si no confiara en Vernon para dar una respuesta precisa. "Pero se está desarrollando una serie de vórtices bastante desagradable en la célula principal. Parece suavizarse un poco después del primer disparo".

    Djen frunció el ceño a Brett tras el visor frontal. "Ilam, ¿cuál es el ancho de esa célula principal?"

    "Alrededor de un kilómetro".

    Brett lo entendió. Le había usurpado el mando de la misión a Djen y, aunque él tenía derecho a hacerlo, no tenía una razón adecuada. La seguridad de la tripulación era responsabilidad de Djen. Él intentó sonreír una disculpa, pero ella no lo vio.

    "Vernon, ¿a qué velocidad podrías llevarnos a través del primer frente?" preguntó Djen.

    "Dado el terreno y la visibilidad actual..."

    "Asumiendo que eso no empeore", dijo Ilam.

    "Correcto, correcto. Si todas las demás condiciones permanecen más o menos igual, podría acelerar la marcha hasta unos treinta k y mantenerlo así la mayor parte del camino. No más de un par de minutos".

    La voz de Djen adquirió una calidad tensa. "Pero eso suponiendo que la estabilidad del fondo de tormenta se mantiene, ¿correcto?"

    "Sí, madam. Y suponiendo que no tengamos que esquivar ningún tornado real. Habrá muchos zarandeos donde hagamos contacto, pero nada que pueda volcar algo del tamaño del TUM".

    "Estás asumiendo que podrías ver un tornado real a tiempo. ¿Cómo es tu visibilidad ahí arriba?"

    "Djen, no tenemos visibilidad. Estoy navegando con instrumentos y proyección de terreno. Eso está incluido en los cálculos anteriores".

    Brett no dijo nada, pero Djen volvió la cara hacia él con los ojos muy abiertos. Ella vocalizó las palabras: está dispuesto a conducir a ciegas a treinta kilómetros por hora. Él incluso resistió el impulso de negar con la cabeza. Después de haber recibido su Master, Brett lo había celebrado volando desde el norte del estado de Nueva York a Oregón con un amigo en un alquilado Manderwal Skyram último modelo. En algún lugar sobre Oklahoma, habían chocado con un frente de tormentas eléctricas que él estaba seguro los sacudiría del cielo. El piloto, Ray Thornton, muerto ya casi diez años atrás a causa de la leucemia, había atravesado lo peor de la lluvia y el granizo y la brutal violencia mediante instrumentos y proyección tridimensional. Brett nunca había vuelto a subir a un avión tan pequeño.

    Djen continuó su evaluación. "Ilam, dime otra vez que no ha habido ningún disparo que haya tocado el suelo".

    "Ninguno que yo pueda ver, pero entiende que estoy mirando a la parte superior de estas supercélulas. Tendría que estudiar las imágenes durante un tiempo para confirmarlo".

    "Te estás cubriendo".

    "Ciertamente. Como dice a menudo nuestro estimado Comandante, solo hace falta uno".

    Al menos no había tenido que ser Brett quien lo dijera.

    "Necesitamos encontrar un lugar para capear el frente de esta tormenta", dijo Djen finalmente. "¿Qué nos ofrece la topografía en este sector?"

    "Nada en el mapa", dijo Ilam. "Algunas crestas como rompevientos, pero la tormenta nos atrapará en poco tiempo".

    "¿Vernon?"

    Después de un momento de pensativo silencio, respondió. "Hace un par de semanas estuve con Ritter y el equipo hidro revisando una grieta destapada por una de las recientes tormentas. Es un descenso tremendo, suponiendo que no se haya vuelto a llenar de arena, pero nos daría un poco de cobertura".

    "¿A qué distancia?"

    "Dos k hacia el Norte. Suponiendo que pueda encontrarla de nuevo".

    "Está a treinta y ocho grados Norte desde el Noreste", agregó Ilam. Luego, como explicación, "Yo llevé el registro de navegación en esa expedición. Llámame lo que quieras, pero no puedes decir que me retraso con el papeleo. Dame dos minutos y puedo tener una actualización digital con las coordenadas de posición geográfica".

    Djen dijo: "Ponlas en ruta. Vamos allí, Vernon".

    El transporte avanzó entre sacudidas cuando Vernon enganchó el tren de transmisión, luego se estremeció y retumbó, gruñiendo a la vida mientras cambiaba de baterías solares al motor diesel. La aceleración fue tan brusca que Brett tuvo que aferrarse al banco para evitar resbalarse hasta el suelo cuando Vernon giró en un círculo cerrado y los llevó disparados hacia el Norte. El viaje no se suavizó por el camino. Al parerer Vernon colocaba el marco de tres ejes sobre cada obstrucción que podía encontrar.

    Ilam entró por radio. "He normalizado la presión en vuestro compartimento. Podéis quitaros los cascos".

    Brett dijo: "Creo que no".

    Sus oídos se llenaron con el delicado tintineo de las carcajadas de Djen.

    El sitio que Vernon había descrito era una estrecha grieta en la superficie del planeta, apenas lo bastante ancha como para que el transporte ingresara sin raspar los costados. El ángulo de declive no era tanto un descenso como una caída. El TUM se lanzó sobre una plataforma de roca, pareció caer para siempre y luego aterrizó con fuerza. Su morro se zambulló bruscamente y siguieron avanzando con el diésel agitado, escupiendo rocas y escombros a su paso. Vernon gritó un par de veces mientras caían de cabeza por la rampa, su voz resonaba de placer. Brett, que casi se rompe el brazo tratando de evitar caer encima de Djen, pensó seriamente en irrumpir en el compartimiento del piloto y estrangularlo, pero el viaje terminó antes de que se decidiera. Suspiró aliviado cuando se detuvieron y colocaron su rostro contra la ventana redonda de plastiviso junto a la escotilla de carga.

    Estaban a unos diez metros bajo la superficie y perpendiculares al viento para que las columnas de arena no obstaculizaran su visión. La grieta se ampliaba sustancialmente aquí abajo. Había suficiente espacio para poder abrir las puertas si así se deseaba. Las paredes de roca marrón del desfiladero eran irregulares y escarpadas, como masticadas por los fuertes vientos. La piedra tenía un aspecto poroso. Ígneo, pensó Brett. Viejas losas volcánicas picadas por la arena y luego enterradas debajo de ella.

    "¿Qué dijiste que trajo a Ritter aquí abajo?" preguntó Brett por radio.

    "Después de una de las tormentas recientes, el CG de Com de Misión transmitió un paquete de imágenes que detallaba unos raagos topográficos recientemente descubiertos", respondió Ilam. "Se ha especulado que Archae Stoddard podría albergar algún sistema de acuíferos en esta zona general. Eso fueron previsiones del Pogas, no fue idea nuestra".

    El Proyecto de Observación Global de Archae Stoddard (POGAS) era una iniciativa en curso de satélite en órbita baja que mapeaba la superficie del planeta utilizando una variedad de señales de radar y sondas de profundidad. Los satélites transmitían información actualizada a cada uno de los emplazamientos de la misión. No era raro que el Cuartel General de Comunicación de Mission en la Estación Gobi pasara tareas de este tipo directamente al personal del emplazamiento remoto. Los Xenohidrólogos como Ritter tendían a extraer su carga de trabajo mucho más de la Gobi que de sus propios Comandantes de Estación.

    La búsqueda de formas de agua era una investigación crítica en curso. Los Motores Sperling no habían sido diseñados para producir vapor de agua debido a su agitación atómica a escala nano. Había cierta preocupación de que la exposición repetida al vapor de agua oxidara eventualmente los componentes de la máquina. Era preferible encontrar y asegurar otras fuentes de agua líquida, incluso en pequeñas cantidades. La probable ubicación y existencia de un sistema acuífero en Archae Stoddard, al igual que el sistema acuífero en Marte de los años cuarenta, había sido fuente de muchas conjeturas y desacuerdos en los últimos años. Más de una carrera política y académica había estado en juego por tal eventual descubrimiento.

    "Supongo que no encontraron nada, porque que un descubrimiento de esa magnitud habría pasado por mi escritorio antes de que se transmitiera a Com de Misión", dijo Brett.

    Ilam soltó una risita: "Estoy seguro de que el análisis aún está pendiente, Chili. Serías el primero en ser informado".

    "Yo no me preocuparía", agregó Djen. "El sistema acuífero en Marte no se descubrió por encima de los tres kilómetros de profundidad. Esto es solo un rasguño en la superficie".

    "Ritter no nos llevó tan hondo antes de recoger sus muestras de suelo", dijo Ilam. "Hay una serie de lo que parecen respiraderos geotérmicos emergidos a la superficie a unos cien metros de profundidad bajo este barranco. Se está bastante bien allí en realidad, si no te importa el residuo de azufre. La temperatura a nivel de un kilómetro subía hacia el punto de congelación".

    Brett estiró el cuello para mirar la irregular franja de cielo sobre el borde del cañón. No podía ver nada claro más allá del estruendoso chirrido de arena y polvo, pero hubo un trueno en las nubes que sacudió el transporte. El viento chillaba al tropezar con la grieta.

    "Si Ritter estaba tomando muestras, debió de ser una situación mejor que el proyecto de Marte", dijo Brett. "¿Cuál es la actualización del sistema meteorológico?"

    "Desagradable, y cada vez peor", dijo Ilam. "El frente de tormenta tiene unos sesenta kilómetros de largo. Debería pasar sobre nosotros en los próximos cinco o diez minutos. Aumento de la inestabilidad hacia los bordes. Me imagino que empezará los disparos dentro de poco, por si acaso teníais curiosidad".

    "¿Cuál es la velocidad del viento?"

    "Las balizas Doppler en tierra están leyendo sesenta nudos con rachas de setenta y cuatro por delante del frente. No tengo datos del interior de la supercélula en este momento".

    "Se está reforzando", dijo Djen en voz baja.

    Brett la miró. El transporte era un equipo enormemente pesado, pero una descarga de vientos en línea recta cortando la grieta podría levantarlos y lanzarlos con bastante facilidad, especialmente con velocidades del viento cercanas a los cien nudos. Aún no había llegado a tanto, pero podría hacerlo en un período de tiempo muy corto. Y eso si no aparecían los frecuentes tornados.

    Brett alzó las manos hacia ella. "Tú decides. Yo solo sujeto la linterna".

    "La baliza Doppler a un kilómetro de nuestra ubicación acaba de registrar vientos de más de setenta nudos", dijo Ilam de pronto con voz afilada.

    "¿Hay un tornado en el suelo?" dijo Djen.

    "La exploración del radar vía satélite se está actualizando, espera..." Ilam respiró hondo en sus oídos, jadeos cortos y rápidos. "Estructura multivórtice en el análisis inicial. Probablemente medio kilómetro de diámetro. Se mueve lentamente, pero se mueve en esta dirección y mastica el terreno a medida que avanza. Este parece uno de los grandes, Djen".

    "¿Qué necesitamos para descender por ese respiradero, Ilam?"

    "Solo un buen par de zapatos. El ángulo es gradual, no más de veinte grados en los primeros mil metros. Eso debería ser suficiente distancia. El TUM cabe en la caverna inicial, pero no podría girar".

    Djen se puso de pie. "Vamos a evacuar el transporte. Apagad los sistemas no esenciales y venid aquí. Tread la radio de corto alcance y las balizas de localización. Resistiremos la tormenta en el respiradero". Giró el rostro de ojos severos hacia Brett. "Hay tubos de aire de emergencia para los trajes en el casillero detrás de ti. Cógelos. Y las luces de arco del panel trasero. Quiero una bobina de cable de tensión y el kit de parches para trajes también. No quiero correr riesgos".

    "Está hecho, madam", dijo Brett.

    Un momento después, Vernon e Ilam entraron por la puerta desde la cabina y se pusieron a operar la escotilla de salida.

    Las paredes de la caverna del respiradero eran rugosas y oscuras, casi de ébano. Brett pasó una de las lámparas por la superficie y la roca brilló con pequeñas estructuras cristalinas incrustadas en la roca. El suelo era pedregoso y lleno de sedimento: arena, guijarros, fragmentos de roca más grandes, pero como Ilam había prometido, la pendiente era suave. Sus intensas luces facilitaban evitar la roca que sobresalía ocasionalmente. A pesar de la presencia del kit de parches, todos desconfiaban del contacto accidental con cualquier superficie dura. La atmósfera delgada y gélida podría causar un daño considerable a un organismo biológico antes de poder hacer reparaciones.

    El viento silbaba furiosamente fuera de la boca de la caverna incluso para las radios de los trajes electrónicos, y el grupo se adentró unos cien metros para poder oírse con mayor claridad. El respiradero disminuía a medida que avanzaban. Donde se detuvieron, los lados se habían juntado a una distancia de diez metros y parecía mantenerse así hasta donde podían ver por el túnel. Las paredes se volvieron más lisas junto al centro, con un monótono patrón ondulante y cóncavo por antiguos riachuelos de magma.

    Djen les ordenó un alto y ellos se pararon hacia la mitad del túnel, intercambiando miradas entre las oscuras fauces del interior y las fauces más brillantes de la entrada. Vernon dejó caer la caja de plástico duro que sostenía la radio y se sentó sobre ella.

    "Tengo hambre", dijo él.

    "No empieces", respondió Ilam. "He visto esos envoltorios de chocolate en el salpicadero. Tú al menos has comido algo desde el desayuno".

    "Ey, tengo un metabolismo activo".

    "Ya es suficiente", espetó Djen. "La tormenta no debería durar más de unos minutos. Volveremos a la estación a tiempo para un almuerzo tardío".

    Brett se volvió hacia Ilam. "¿Es eso cristalización de CO2 en las paredes?"

    Ilam miró a su alrededor. "Estructura en anillo de silicatos, no muy diferente al cuarzo. No están congeladas, son rocas, o para ser precisos, estructuras minerales. Al menos que yo sepa. No soy geólogo, ¿sabes? Yo solo mantengo el equipo y escribo lo que me dicen".

    "Parece terriblemente seco aquí".

    "Tampoco soy hidrólogo".

    Brett contuvo un estallido de frustración. "Pero supongo que se humedecerá más adelante, ¿no? Ritter tomó sus muestras a profundidad de un kilómetro, por lo que debe de haber humedad. Humedad o algo. La temperatura aumentó por encima del punto de congelación".

    "No había charcos de lodo, si eso es lo que quieres decir". Ilam comenzó a sonar molesto.

    "Pero si él no detectó concentraciones de vapor de agua al menos, ¿por qué paró aquí? ¿Por qué tomó Ritter muestras desde este punto en lugar de más allá de la línea isotérmica media?" continuó Brett. Ya no hablaba con Ilam específicamente, estaba pensando en voz alta. "Si hubiese encontrado humedad, estaría por debajo del marcador de 275 Kelvin. No necesitaba buscar vapor porque sabemos que tenemos vapor, ya que es inestable debido a la baja presión. Pero sus muestras podrían haber estado congeladas y haber sido gaseosas cuando se congelaron. ¿Por qué no continuó avanzando?"

    "Porque se rasgó el traje", dijo Ilam. "Se tropezó con sus propias botas y se cortó el codo del traje con una roca. Solo fue la capa exterior, pero no es algo con lo que quieras correr riesgos, no cuando podrías reagendar el sitio y volver al día siguiente".

    "Podría haber parcheado el traje".

    "No cuando el kit de parches estaba en el TUM a un kilómetro de altura".

    "Pero él no regresó aquí tampoco".

    "Que nosotros sepamos. Tal vez trajo a Alden en la siguiente salida. Tal vez uno de los hidros mantuvo el registro. Tal vez estaba satisfecho con sus muestras y decidió no regresar".

    Brett sacudió la cabeza. Le intrigaba. Algo le intrigaba, pero no podía poner una coherencia que lo hiciera tangible.

    Djen dijo: "Si hubiese quedado satisfecho, sus resultados habrían estado en los informes diarios de una forma u otra. No lo estaban".

    Ilam se encogió de hombros. "Entonces aún está haciendo análisis".

    "¿Pero qué clase de análisis llevaría tanto tiempo?" exclamó Brett. Frunció el ceño a Ilam antes de que este pudiera responder. "Lo sé. No eres hidrólogo. Solo estoy tratando de analizar esto".

    Fuera del respiradero, el viento rugió Una ráfaga de polvo ocre y arena se deslizó por la boca de la caverna y rodeó las luces que sostenían. La tormenta parecía estallar sobre ellos con una vibración que podía sentirse a través del suelo y registrarse como un pulso de aire a medida que la presión cambiaba hacia el tornado.

    "Si se asienta este polvo va a obstruir el exhaustor de nuestra unidad de calor", dijo Djen. Había algo astuto en su tono que hizo que Brett alzara la vista y la mirara a los ojos. "Yo diría que los parámetros de seguridad del personal dictan que deberíamos buscar un refugio mejor. Esta tormenta podría fácilmente seguir barriendo durante otra media hora y las condiciones solo van a empeorar. Creo que bajar más debería solucionar el problema".

    "Solo para estar seguros, por supuesto". Ilam murmuró. "No para entrometerse en el trabajo de otra persona. No para cuestionar el desempeño y la motivación de un profesional inmanentemente cualificado. Y acabas de decir que la tormenta debería abatir en unos minutos".

    Djen sonrió. "La primera es la evaluación incorrecta".

    Vernon se levantó de un salto. "Ritter es un gilipollas estreñido. Metámosle en problemas".

    "No se trata de Ritter o de meter a alguien en problemas", dijo Brett. "Tengo curiosidad por saber lo que encontró o lo que le convenció de que no era necesaria una exploración adicional".

    "Podrías leer sus informes cuando los entregue", dijo Ilam.

    "No tengo sus informes. Tengo su respiradero geotérmico y tiempo en mis manos". Brett apuntó su luz hacia el túnel. La oscuridad era espesa, casi aceitosa en su consistencia. Parecía alejarse del resplandor. "Nos da algo que hacer aparte de quedarnos sentados aquí. Vamos a bajar hasta el nivel de un k. Si no parece interesante, volvemos".

    Brett se alejó por el túnel dejando que los demás lo siguieran.

    Mientras caminaba, pensó en lo pequeña que le había parecido ella esa primera vez. La memoria o el esfuerzo o posiblemente incluso el aire seco y ligeramente rancio que circulaba dentro de su traje le dió sed y Brett succionó vigorosamente del tubito cerca de la boca, tomando un trago del depósito del agua, ahora tibia, del traje.

***

    Había sido otoño entonces y los árboles habían pasado de ser dorados y rojos a amarillo colibrí y marrón crujiente. Muchas de las hojas se habían caído y crujían como espinas insectoides bajo sus pies mientras cruzaba de puntillas el amplio campo bajo un cielo brillante e iluminado por las estrellas. Había podido ver su aliento en el aire cuando se detuvo el tiempo suficiente para que este saliera frente a él. Pero él no se detenía a menudo. Se había apresurado a cruzar las ondulantes colinas del norte del estado de Nueva York desde la antigua carretera forestal donde había estacionado su automóvil. Luego, un salto en carrera para poder agarrar la parte superior del muro de piedra con las manos y trepar. Había caído, más que saltado, hacia el otro lado, rodando de espaldas sobre la hierba, donde finalmente había terminado a los pies de ella, mirando arriba hacia su sombra con las puntas de las estrellas en halo alrededor de su cabeza. Ella le había mandado callar, aunque era ella la única que se estaba riendo, antes de ayudarle a ponerse de pie.

    Habían recorrido de la mano el frugal huerto que su padre guardaba aquí, en realidad poco más que un puñado de árbolillos que necesitaban mucha atención. Había habido una casita frente a un bosquecillo de árboles oscuros e imponentes a la que ella lo había conducido. La luz en la sala de estar había proyectado un brillante cuadrado de iluminación en el patio. La puerta principal del porche cubierto golpeaba ociosamente con la brisa fresca. Con el dedo en los labios, Emily lo había conducido bajo la brillante ventana donde él pudo ver al padre de la chica sentado a la mesa de la cocina bebiendo cerveza frente al periódico. Ambos habían continuado por la parte trasera de la casa donde había sobornado al perro callejero con restos de huesos de cerdo, y donde se había puesto un viejo lavabo en el suelo bajo una ventana abierta. Ella había dado un paso adelante, intentado colaarse dentro, pero había quedado atorada en medio dentro, medio fuera para que él tuviera que ponerle las manos en su firme trasero y empujarla. Nunca supo si ella realmente había estado atrapada allí o si había sido otra parte del juego a la que ella lo había atraído. Una excusa para que él le pusiera las manos encima.

    Él la había seguido sin aliento, arriba y adentro, casi golpeando la lámpara con el pie mientras caía. Dentro, la casa olía a ciruelas, dulces y moradas. La alfombra de su habitación era fina, las paredes tenían un patrón dorado descolorido imperceptible en la oscuridad. Ella le había dicho que habían pasado tiempos difíciles, sus padres, es decir, cuando ella era solo una niña. Viviendo progresivamente en casas más pequeñas hasta establecerse en algún tipo de estasis financiero, dejándoles con la casa familiar en Savannah y esta granja en ruinas generalmente reservada para vacaciones de verano y escapadas a mediados de otoño. Excepto este año y el siguiente y tantos como se requirió después, el orden se revertiría porque su padre podría manejarlo y ella había aceptado la beca aquí en lugar de la matrícula estatal en la Universidad de Tecnología de Georgia.

    La puerta estaba cerrada y, le había asegurado ella, la escopeta de su padre descargada y los cartuchos escondidos en la olla de harina. Emily se había quitado su pálida bata e iba desnuda debajo. La luz de la luna golpeó por la ventana su piel blanca como el mármol. Su cabello color fresa brillaba de un plateado reluciente y sus chispeantes ojos azules eran líquidos y redondos. Entre sus piernas había una maraña de oscuridad, una sombra que él no podía penetrar. Brett se quedó allí, silencioso y asombrado, mirándola sin más mientras ella se lo permitía. Luego ella desapareció hacia atrás, fuera de la luz, hacia la gran cama crujiente en la esquina.

    "Rápido", le susurró ella.

    Y él fue cualquier cosa menos rápido. Se quitó los pantalones y tuvo que agarrarse a la esquina de la cama para no romperse el cuello. Olvidó quitarse los zapatos primero y tuvo que comenzar de nuevo. Su camisa se le enganchó en los hombros e incluso escuchó el desgarro de la tela cuando forzó demasiado al salir de esta. Pasó más de un segundo debatiendo si debía quitarse o no los calcetines.

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    Pero al final él estaba allí; él estaba sobre del sofocante colchón con la cabeza sobre almohadas de plumas. Ella se presionó por completo contra él, casi empujándolo de nuevo al suelo. Estaba cálida. Todo su cuerpo, desde los dedos de los pies hasta la frente, era una explosión de calor seco y en espiral. El cuerpo de él estaba helado, erizado con piel de gallina. Porque podía sentirla. Toda ella, desnuda, preciosa y hermosa presionada contra su pecho, sus muslos, sus caderas. Ella era ligera en sus brazos y, aunque la había abrazado en varias ocasiones, le sorprendió. No era más pesada que un ser hecho de éter, le parecía ahora. El peso de un sueño placentero. Luego ella rodó sobre su espalda con las manos cerradas alrededor del cuello de él, tirando de él sobre ella y él pensó que la aplastaría debajo de él.

    Ambos quedaron contentos de que él no la aplastara.

    En algún momento antes del amanecer él se despertó a su lado. La pequeña y cálida mano de ella le tocaba la nuca. La grande y torpe mano de él tapaba el montículo de su pequeño y firme seno. Él la contempló a la primera luz, respirando por la nariz, fosas nasales temblando. Recogió su ropa poco tiempo después y se fue por donde había venido antes de que ella despertara.

    Sumergiéndose en la vívida oscuridad del pozo de ventilación, Brett casi podía recordar el olor de Emily aquella mañana. Fresco y cálido, ligeramente dulce, como la corteza de una tarta de moras casi lista para hornear. Ella se había enojado con él más tarde, cuando se cruzaron en el patio exterior del edificio de química. Él se había dirigido hacia una clase de literatura; ella deslizándose hacia lingüística.

    "No me despertaste."

    Dormías tan profundamente."

    "La próxima vez, me despiertas para darme un beso de despedida."

    Ese intercambio rápido, apenas más de tres oraciones selladas con un besito rápido en los labios y un trote hacia diferentes edificios, casi lo había hecho volar.

    La próxima vez. había dicho ella, .

***

    La voz de Djen habló en su oído. "Más despacio, Comandante. Se está adelantando demasiado. Se está volviendo peligroso".

    Acuerdo de jadeo de Ilam. "Ya he pasado mi examen físico de este mes".

    Brett disminuyó la velocidad para esperarlos, pero no se detuvo. Debió de haber estado vagando. Le dolían los pies de golpear la roca expuesta del suelo del túnel. No había mucha ayuda para eso. El respiradero tenía el declive suficiente como para recostarse contra él, lo que significaba que sus pies tenían que mantenerlo a una velocidad de descenso razonable para no salir lanzado hacia adelante y rodar hacia el fondo, donde fuese que este estuviera. Eso implicaba que tendían a inclinarse de una manera que no era del todo saludable para pequeños y delicados huesos.

    Consultó la lectura del termómetro ambiental en su traje. Una pantalla de color ámbar apareció a la vista en la esquina superior de su visor frontal. Casi 272 Kelvin. Se estaba poniendo positivamente tostado, justo como Ilam había dicho. También había silencio aquí abajo. No podía saber lo lejos que habían ido, pero su crono le decía que había estado bajando durante casi media hora de suelo pedregoso y esquivando ocasionalmente afloramientos afilados. Nada de arena de la superficie había llegado tan lejos y, por lo que pudo detectar, las furiosas tormentas de Archae Stoddard que la habrían traído también habían desaparecido. El único sonido en sus oídos era su propio aliento, el de Ilam y las raras maldiciones de Vernon cuando tropezaba.

    "Brett", dijo Djen.

    Él se detuvo, iluminó con su luz un poco más adelante, luego se giró hacia sus compañeros. Ilam y Djen estaban agachados sobre un espacio en el suelo mientras Vernon iluminaba una zona a sus pies con su luz. Brett regresó hasta ellos.

    Ilam señaló. "¿Ves esto?"

    Había una serie de agujeritos en el suelo, cada uno más o menos del ancho de un dedo, excavados en un patrón circular. Brett había caminado sobre ellos sin darse cuenta.

    "Muestras de Ritter", dijo Djen. Ella probó la superficie con sus guantes pellizcando la punta de una onda de piedra congelada. El borde se desmoronó con bastante facilidad y ella lo tamizó entre los dedos. Tenía la consistencia del carbón, pensó Brett.

    "¿Y por qué aquí?" preguntó Brett. "Se parece a los últimos cien metros y a los siguientes cien metros. Estamos justo por encima del punto de congelación en este nivel".

    "Seco como un hueso viejo", dijo Vernon.

    "No tenemos equipo para medir la humedad", dijo Djen. "Tal vez haya una lectura de trazas de vapor que no podemos detectar".

    "¿Y por qué no fue más allá? Eso tendría sentido para un primer conjunto de núcleos, pero no para un único conjunto, no con el respiradero abierto y esperando delante de nosotros". Brett se enderezó y iluminó en un círculo completo alrededor de ellos. "A menos que tuviera una emergencia màs grave que una rasgadura en el revestimiento exterior del traje. Tal vez su aire se estaba tornando nocivo y no quería alarmar a nadie. Algo, cualquier cosa que pudiera haber estado fuera de lo ordinario".

    Djen se puso en pie e hizo coincidir el haz de su luz con el pasillo que tenía delante. "Quizá deberíamos hacer lo que él no hizo. Nosotros tenemos aire. Puede ser interesante".

    "No ha sido interesante hasta ahora", dijo Ilam. "Y dijiste hasta un kilómetro y volver. Estamos aquí. No hemos visto nada curioso. Ahora podemos irnos".

    "¿Qué te pasa?" preguntó Djen volviéndose hacia él con su luz. Ilam se apartó del resplandor y levantó la mano para protegerse los ojos.

    "Nada".

    "Y una mierda, Ilam. Llevas asustado prácticamente desde que empezamos a bajar aquí".

    Él bajó la vista hacia el suelo. "No me gustan los subterráneos, para que lo sepas. Nunca me he sentido cómodo dentro de las cuevas; hasta los túneles me ponen los pelos de punta, aunque eso puede que tenga tanto que ver con Francia como con una fobia legítima".

    "Tú no tienes ninguna fobia en tu perfil psicológico", dijo Brett.

    "No está diagnosticada, Comandante. Es solo una aversión".

    Djen se acercó a él un paso. "Estás evitando la pregunta, Ilam. ¿Qué estás escondiendo?"

    Los hombros de Ilam se desplomaron. Él sacudió la cabeza. "Prométeme que no saldrá de aquí lo que diga. Prométemelo, Chili".

    "De acuerdo".

    "Ritter detuvo al equipo aquí debido a un mal presentimiento. Esas fueron sus palabras. El descenso había comenzado a recordarle un elemento negativo que había discernido en la lectura de tu mano ganadora de anoche. Me dijo que entendía el peligro que las cartas le habían mostrado y que debíamos dar media vuelta para evitar el desastre".

    Vernon rió en sus oídos. "Menudo flipado. Oh, Dios mío, el tipo dejado totalmente el mundo real".

    "¿Perdón?", se quejó Ilam.

    "Me refiero a Ritter, idiota".

    Brett no dijo nada. Intercambió una astuta mirada con Djen, pero solo lo bastante para mover la cabeza de lado a lado y que ella no hablara.

    "¿Qué hacemos ahora?" le preguntó Djen. "¿Quieres continuar? ¿Quieres ver lo que hay que ver?"

    "Estoy seguro de que Ritter planea volver y completar su investigación", ofreció Ilam, pero no parecía muy confiado. "Él no descuidaría por completo un sitio potencial de agua".

    "Pero él está en problemas, ¿verdad?" Vernon preguntó. "¿Correcto?"

    "¿Qué quieres que hagamos, Markus?" Djen se movió entre su línea de visión y los otros dos. Ella parecía sonreírle, pero él no podía verlo. El resplandor de su luz ocultaba sus rasgos. "Esto está fuera de los parámetros de la misión que emprendí. Es totalmente decisión tuya".

    Brett iluminó por el túnel. Avanzó sigilosamente en la oscuridad, que parecía exactamente igual que los últimos cien metros y los cien anteriores. Si Ritter había tenido una razón para detenerse aquí en lugar de continuar, él respondería por ello. Brett le daría el beneficio de su experiencia por ahora.

    Él dijo: "Subimos".

Capítulo 8

    Estaba bastante bien volver a casa. Estaba bien volver a la Persia con sus luces brillantes y sus zumbidos y sonidos y murmullos de conversación que no llegaban indirectamente a través de los auriculares. Estaba bien respirar aire casi fresco y no tener que preocuparse por estallar como una uva si te cortabas con algo afilado.

    Era tarde, avanzada la noche. La tormenta había disminuido como habían predicho las extrapolaciones, pero Archae Stoddard estaba cubierto de nubes grises y plomizas. Brett se preguntó si verían el sol mañana o las lunas esta noche siquiera. A pesar de sus cinco años aquí, a pesar del hecho de que una noche despejada significaba en muchos casos la pérdida o expulsión de volátiles críticos al espacio, Brett todavía se asombraba por el cielo iluminado de estrellas, la vista de un sistema solar alienígena desde la superficie de una roca no terrestre, la vista única de este brazo espiral de la galaxia que pasaba en lácteas bandas de luz.

    Pero en este momento, Brett no estaba cerca de una ventana. Estaba en su oficina, enterrado cuatro niveles por debajo de la cubierta de observación, bajo múltiples niveles de estructura de acero fabricado y tras incontables pilas de papel. Brett estaba sentado a su escritorio. Ashburn estaba de pie frente a él con un fajo de papeles agarrados en la mano y una expresión agria en el rostro.

    "Ejecuté todos los diagnósticos que conozco y no encontré nada. Ella ha disparando todos los cartuchos, que yo sepa. Comandos simples, codificaciones complejas, simulaciones de sistemas múltiples—nómbrelo y lo he probado. Es tan rápida y poderosa como el día que salió de la caja, que yo sepa. Si acaso, ha mejorado".

    Brett cruzó las manos. Ella no había mejorado, pero esto no era un asunto que él fuese a discutir con Ashburn. "¿Ejecutaste una verificación en los componentes de hardware?"

    "James y yo verificamos manualmente casi cinco kilómetros de línea de fibra óptica desde el conector hasta el sensor. Sin roturas, sin desgaste, sin nada, tal como informa Casandra".

    "¿Y dónde nos deja eso?"

    "O bien estamos con una única línea de código incorrecto de los múltiples millones que ella acepta tanto de nosotros como de agencias externas, o estamos de hombrecillos verdes hasta las rodillas. No he podido encontrar evidencia de ninguno de ambos".

    "¿Los ambientales se mantuvieron constantes?"

    "Ni un pitido".

    Brett suspiró. "Pues por el momento asumimos que ella está equivocada. Mantén la rutina del monitor atmosférico ejecutándose indefinidamente hasta que podamos obtener mayor evidencia, pero ejecuta todos los otros sistemas de manera normal. No tardaremos mucho en enterarnos si ella comienza a escupir datos incorrectos".

    Ashburn frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho. "¿Y si ella está al corriente de las notificaciones de seguridad?"

    "Ignóralas"

    El Oficial de Seguridad se movió incómodo y Brett lo entendió. "Sé que eso va en contra de tu entrenamiento. Si te hace sentir mejor, puedes revisar cada uno de sus informes y presentar la documentación diciendo que está equivocada. De todos modos, te será útil conservar los informes que genera para que podamos rastrear el problema con mayor eficiencia. Nadie te va a dejar colgado al viento con esto, Ashburn".

    Ashburn asintió y le tendió los papeles en la mano. "Estos son los resultados de diagnóstico. ¿Los quiere para su archivo?"

    "¿Tú qué crees?"

    Ashburn sonrió. "Supongo que no. Mire, voy a salir de su vista. Le prometí al Doctor Liston que iría a la enfermería a verificar sus protocolos de contención".

    "Eso no es trabajo tuyo".

    "Sí, pero sé un par de cosas sobre sellos. Eso es periférico a la seguridad de la estación, así que me eduqué yo mismo y he llegado a ser bastante útil a mi manera. Además, solo es verificar su trabajo. Está preocupado por Tappen".

    Brett asintió. "Meningitis".

    "Aún es pronto y no tiene los resultados para respaldarlo, pero él cree que podría ser bacteriológico. Mierda peligrosa si se pone en circulación. Tappen no sería el único en caer antes de que pudiéramos conseguir contenerlo".

    Brett se enderezó en su silla. "No creerás..."

    "No. Lo he revisado. Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitidis, Haemophilus influenzae. Todos escaneados y un par más que sugirió el doctor. No tenemos una meningitis que cause que la bacteria deambule por la estación disparando los sensores. Casandra puede detectar las más comunes y las filtra, aunque sí que informa de los resultados a Liston. ¿Ve lo que quiero decir?"

    "Era un idea".

    "Ya cubierta por mejores hombres y mejores mentes, Chili".

    Él se rió y le indicó a Ashburn la puerta con la mano. "Sal de aquí y envíame a Djen de camino. Dile a Tappen que iré luego, esta tarde o por la mañana. A llevarle flores o algo así".

    Ashburn salió y Brett giró hacia su teclado para recuperar los mensajes del día. Su correo se desplazaba por la pantalla en letras ámbar, esperando ser abierto. En la parte inferior había una única línea en mayúsculas, firmada con la dirección del terminal de Djen.

    ENCUÉNTRAME EN EL ARBORETO. TE TOCA A TI TRAER EL CAFÉ. M.

    Él salió de inmediato.

    Ella estaba sentada en el banco que ambos solían ocupar para la sesión informativa diaria. Brett le entregó una de las tazas humeantes que había pillado en la comisaría por el camino y ella sonrió agradecida mientras la tomaba.

    "¿De qué va esto?" preguntó él.

    "¿Qué vas a hacer con Ritter?"

    Brett se echó atrás y exhaló lentamente. "Voy a hablar con él. Voy a entender su versión de la historia antes de llegar a las conclusiones. Tú deberías estar haciendo lo mismo".

    "No quería hablar delante de Ilam. No es que no confíe en él en la mayoría de las cosas, pero dada su relación con Ritter..."

    "Y dado el hecho de que son confederados en ese maldito juego, asumiste que él iría a Ritter antes que yo para que a Ritter se le pudiera ocurrir una excusa razonable que no involucrara malas vibraciones y superstición". Brett dio un sorbo al café. Esta no era una conversación que él hubiera querido tener. "¿Qué querías decirme? Lo mantendré entre nosotros, si eso es lo que quieres".

    "No necesito que hagas eso. Sé cuidar de mí misma".

    Él hizo una mueca. "Ya lo sé."

    "Entonces, ¿por qué te has ofrecido?"

    "Porque considero que es mi papel minimizar el conflicto entre el personal si puedo. Si te hace sentir mejor, iré hasta él y le diré algo como: «Ritter, viejo amigo, Djen ha estado informando de que eres un muermo, un gilipollas y probablemente más o menos trastornado mentalmente. ¿Qué crees que debería hacer con ella?»"

    "Obviamente Ritter no es el único gilipollas en esta estación".

    "Auch. Eso hiere mis sentimientos".

    Ella sonrió perversamente. "No he especificado que el gilipollas fuese usted, Comandante, pero encuentro su suposición reveladora".

    "Auch, otra vez. Vamos a seguir con esto antes de tener que consultar a Liston sobre tus credenciales como proctóloga. Dime entonces lo que no querías decirme".

    "Algunos miembros del personal me han estado expresando sus preocupaciones sobre Ritter y su comportamiento durante las últimas semanas. Parecen creer que yo te iba a pasar esa información para que actuaras. Creen que tengo una oreja tuya."

    "Puedes tener más que eso si quieres"

    Ella continuó, ignorándolo. "La mayoría de sus opiniones son vagas. Nada del tipo: «hoy nos encontramos con dudas sobre su metodología o la calidad de su trabajo», sino sentimientos más generales. Al principio les divertían las publicaciones de los resultados del juego cada mañana, pero ha ido más allá de eso, Markus. Al final del día, publica ejemplos de la veracidad de la lectura. La gente comienza a pensar que el tipo da miedo. Y comienzan a pensar que está más que un poco obsesionado".

    Brett se encogió de hombros. "No es peor que cuando él o Sievers o cualquiera de ellos anunciaban sus victorias al póker. Es solo otro juego de cartas, y el interés pasará a medida que el juego pierda su lustro de novedad. Tú misma dijiste casi lo mismo esta mañana."

    "He hablado con otras personas desde esta mañana. Y tú no fuiste tan elocuente después de lo que concluiste de la partida de anoche".

    Él dudó. "Hay una intensidad en su juego que puede ser un poco desconcertante, pero yo no lo clasificaría como alarmante. No va a interferir con nuestras funciones críticas de misión".

    "Si los demás comienzan a aislarlo, a él y a aquellos con los que juega, podría interferir. Somos una comunidad lo bastante pequeña para requerir una cooperación completa".

    Ese era un argumento válido y Brett se mordió el labio mientras lo consideraba. En el aislado microcosmos de la Persia, incluso los incidentes más leves entre el personal tenían una tendencia a hincharse hasta engullir a cualquiera que quisiera prestar atención. Este no era el patio trasero de Indiana donde los ociosos chismes y opiniones sin fundamento flotaban en la ociosa brisa.

    "Crees que debería criticar su trabajo y su personalidad", dijo él. Dio una carcajada, pero sonó igual de incómoda que como se sentía. "Eso debería ser efectivo".

    "Eso no es todo. ¿Sabías que se saltó su turno de trabajo en el laboratorio de química esta mañana? No informó de una ausencia por enfermedad y no respondía a los mensajes. Simplemente no apareció por allí. Alguien llamó a su puerta a eso de las diez de la mañana, pero él no respondió y la puerta estaba cerrada".

    "Probablemente se haya quedado despierto hasta muy tarde jugando a las cartas, pero hablaré con él. Perder su turno será una buena excusa para sentarle en una charla".

    "¿No crees que lo que Ilam dejó escapar esta mañana es suficiente para sentarlo y charlar?" Le lanzó una mirada que sugería que él estaba siendo intencionalmente difícil.

    "Claro que es suficiente, si eso pudiera ser sustanciado. No puede serlo, y podría argumentarse que Ilam tiene tantas cartas en el cerebro como Ritter. Él podría haber malinterpretado las acciones de Ritter. Podría haber juzgado mal la severidad del daño en el traje de Ritter."

    Djen levantó el dedo. "Y también, él ha sido el más vocal defensor de las acciones de Ritter, sin importar el hecho de que Ritter obviamente se pasó por el forro esa misión. No me dirás que crees que él hizo otra cosa".

    Brett suspiró y levantó las manos en señal de rendición. "Estoy cansado de hablar sobre las deficiencias de Ritter. Hablaré con él en cuanto tenga la oportunidad. ¿Qué otras noticias tienes para mí?"

    "Sin problemas importantes. Nathan y Stivetts enviaron una solución remota para los niveles de nitrógeno a los Motores Dos y Cuatro. Eso se hizo a la hora del almuerzo. Los problemas con el Tres se pospusieron hasta mañana debido al clima. El Doctor Liston está desviando la enfermería sin emergencia médica al dispensario del segundo subnivel para mantener a Tappen en cuarentena".

    "¿Qué noticias hay sobre las pantallas del Nueve?"

    "Las dejé en el laboratorio. Ilam me ayudará con los diagnósticos a primera hora de la mañana. No son su especialidad, pero él estaba en el lugar y conoce el problema general. Probablemente voy a seleccionar a Jaekel por su teoría y experiencia en programación. Deberíamos tener algo sustancial para pasado mañana. Tal vez mañana por la noche si saco el látigo. Ilam preguntó si deberíamos planear reemplazar las pantallas en el próximo par de días".

    "No hasta que descubramos qué ha pasado con estas. No tenemos recursos para sacrificar ochenta pantallas a la vez con fines experimentales".

    Ella asintió. "Eso es lo que yo le dije. Parecía aliviado".

    "No le culpo".

    "También tenemos que hablar sobre Casandra", dijo ella. "¿Cuál es el problema con ella?"

    Una fría bola de incomodidad se instaló en el estómago de Brett. La transición lo pilló sin preparación, y no pudo enmascarar su sorpresa. "¿Qué te hace pensar que hay algún problema?"

    Djen alzó una ceja. "A ver. Mencionaste esta mañana, después de llegar tarde, que tuviste que interactuar con la interfaz principal. Eso siempre es importante. Además de eso, tengo una pila de informes diarios preliminares en mi escritorio y sucede que fui ​​lo bastante rápida como para reconocer un diagnóstico completo del sistema realizado bajo tus credenciales de usuario mientras obviamente tú no estabas en el edificio. Eso significa que fue Ashburn, lo que significa que era serio. Mi pregunta es, ¿cómo de serio?"

    "No lo sé en este momento", admitió él. Ella sabía tanto como él, al parecer. Brett descubrió que esto le complacía. Implicaba que no tendría que mentir. "Ashburn ha estado recibiendo notificaciones de seguridad aberrantes que, al parecer, él no puede verificar. Casandra parece convencida de que ella está en lo cierto, pero obviamente no lo está. Ashburn quiere asegurarse de que esto es por un código incorrecto y no un tic del sistema que pueda extenderse a áreas más sensibles."

    Djen le guiñó un ojo. "Lo que también explica el análisis atmosférico de toda la estación cada doce minutos. Voy a tener una gran pila de papel para agregar a tus archivos, ¿te has dado cuenta?"

    "¿Tienes alguna inquietud particular sobre Casandra?"

    "No la tenía hasta esta tarde, hasta que vi los informes de Ashburn. Ahora me preocupa de que ella esté tropezando con funciones complejas. Si voy a analizar varios miles de millones de unidades nanométricas, me gustaría pensar que puedo depender de Casandra para hacer los cálculos correctos. Tengo que creerlo, de hecho, o esta investigación puede llevar décadas".

    "Puedes confiar en ella. Ashburn la hizo saltar por los aros y ella sacó ases. En este punto, parece un error aislado, pero no voy a correr riesgos innecesarios". Él la miró de soslayo. "Y quiero que esto permanezca en silencio, Djen. Si las personas tienen problemas con Casandra, quiero que informen de manera independiente. No queremos plantarles la información en la cabeza de que ella puede ser defectuosa".

    "Lo entiendo. ¿Vas a hablar con ella otra vez? Quiero decir, ¿por la interfaz principal?"

    Brett frunció el ceño. "¿Por qué me preguntas eso?"

    "Curiosidad. Yo nunca he estado allí abajo".

    "Creo que probablemente eso sea lo mejor", dijo él.

    "A ti no parece que te importe".

    "En realidad yo no tengo otra opción. Ashburn no va allí. Ritter tampoco. De hecho, nadie que yo conozca. Porque no es saludable, según he oído decir a la gente. Cuando las personas interactúan con ella a través del reconocimiento de voz o los teclados, ella es una máquina. Es confiable. Hay algo fundamental que cambia cuando usas la otra, la interfaz principal. Ella parece más... falible. Vulnerable".

    "¿Humana?"

    Él negó con la cabeza. "Trágica. Se convierte en un objeto de lástima. La interfaz principal es una herramienta poderosa, Djen, pero toda la documentación generada para el sistema Casandra dice más o menos que el contacto humano debe ser limitado. No por lo que eso le hace a la máquina, sino por lo que la máquina le hace al usuario. La psicología puede ser peligrosa. Por eso solo usan Casandras para misiones en el espacio profundo con personal capacitado. Puedes imaginar las protestas si estuvieran alojadas en todas y cada una de las oficinas corporativas de Norteamérica".

    Djen parecía dispuesta a aceptar su respuesta y él se alegró. Era como defender las acciones de tu esposa o una antigua novia. No era una posición en la que él quisiera estar. Se quedaron sentados juntos en silencio durante un tiempo, tomando café.

    "¿Algún otro asunto que requiera mi atención?" preguntó él finalmente.

    "Tendré las listas del turno de mañana en tu escritorio después de la cena. O podría entregártelas durante la cena si deseas unirte a mí".

    Brett se congeló por un instante, con la certeza de haber entendido mal.

    "¿Me estás pidiendo de salir?"

    Ella sonrió y las luces captaron sus ojos, dándoles un brillo tenue. "Suponiendo que digas «sí». Si dices otra cosa estoy bastante segura de que no me has oído correctamente".

    Brett comenzó a responder, pero su atención fue atraída por movimiento en el camino frente a ellos, hacia las puertas de entrada del fondo. Un momento después, Ritter dio la vuelta a la amplia curva. Sus ojos recorrían de un lado a otro las parcelas de plantas y varios de los sotos más altos de árboles jóvenes profundamente enraizados.

    "Ahí está Ritter", dijo Djen aún sonriendo. "Supongo que puedes hablar con él ahora. O puede responderme a mí, caballero".

    Ante el sonido de la voz, Ritter se detuvo y levantó la mano. Brett se levantó y alzó la mano para devolverle el saludo.

    Brett no se dio cuenta de que Ritter no le estaba saludando, sino que tenía una pistola en la mano, hasta que recibió el disparo.

    Aterrizó de costado con una puntada de fuego por todo el hombro y un entumecimiento helado en el brazo. Puede que haya gritado, pero él no podía saberlo. Había sucedido demasiado rápido. Actividad pareció estallar a su alrededor, pero esta tenía poco sentido porque no tenía sonido: Ritter alzó la cabeza bruscamente como si se hubiera sorprendido, con la pistola cayendo de su mano, rebotando en el camino. Djen estaba cubriéndolo con su cuerpo, con la boca abierta en un grito o un chillido. Lentos momentos más tarde aparecieron los técnicos, atajando por la vegetación desde su estación de monitoreo. Alguien dio un salto de placaje que atrapó a Ritter por detrás, lo inclinó hacia adelante lo bastante como para haberle roto el espinazo y luego lo arrojó al suelo. Pasos corriendo rebotaron de un lado a otro de la telaraña de senderos. Brett podía sentir cada uno en su mejilla.

    Y finalmente un dolor, conmovedor y amargo, le apuñaló en el cuello y bajó hasta la ingle. A los dieciocho años, Brett había tenido su primer accidente automovilístico. Había salido a una intersección y había sido deshuesado por el difunto modelo Cadillac de una pareja de ancianos. El ingrávido golpe atemporal del ominoso impacto había llenado sus pesadillas durante una semana, aunque nadie había resultado herido. Sentía todo el cuerpo como ese sonido ahora.

    Luego respiró y el dolor disminuyó un poco. Los ruidos se precipitaban hacia él por todos lados. Gritos enojados, el zumbido de la alarma general de la estación. Djen le estaba llamando. Zarandeándole, en realidad, y eso agravaba su hombro más que un poco.

    Brett se sentó derecho. Una mancha de feo carmesí manchaba la manga de su traje a medio camino entre el codo y el hombro. En el medio había un surco donde antaño había habido músculo firme y redondo. Si hubiera examinado el brazo de otra persona, lo habría declarado una herida superficial, pero estas no eran las palabras que se le ocurrían ahora.

    "Qué horrible, jodido disparo", observó él.

    "¿Markus?"

    Él apartó la vista de la herida y sonrió vagamente a Djen. Ella tenía los brazos alrededor de su cintura, manteniéndolo firme. Él pensó haber visto un brillo de lágrimas en sus ojos.

    "Estoy bien. El bastardo ha fallado casi del todo".

    "Estás muy pálido. Échate de nuevo. Doc Liston está en camino".

    "Estoy bien", repitió y, acto seguido, se desmayó.

Capítulo 9

    Él parecía elevarse desde una gran distancia, volando hacia el cielo a enorme velocidad. Brett emergió de un velo de estrangulamiento de algodón blanco hacia la oscuridad. Alguien estaba tarareando mientras él se acercaba flotando a la consciencia, pero no era una melodía que él pudiera ubicar. Su sonido era metálico y resonante. Demasiado volumen empujado a través de castigados altavoces.

    Abrió los ojos y vio solo las anodinas placas de acero gris del techo. Parpadeó, se oyó gemir muy distante. Una forma inclinada sobre él.

    El hombre era delgado, pero redondo, casi corpulento. Su cabeza era un círculo perfecto ruborizado con el rojo de una ligera quemadura de sol. Sus ojillos eran pálidos y brillantes como piedras mojadas y él llevaba una perilla blanca que parecía existir con la única intención de mitigar tal circularidad. No funcionaba. El doctor Brent Liston tenía un notable parecido con el actor que había interpretado al Dr. Fizing en el drama espacial de mediados de los años cuarenta To the Stars!. Brett nunca podía recordar el nombre del actor, aunque había disfrutado inmensamente de la serie cuando era niño. Fizing siempre estaba corriendo de aquí y allá en la nave de exploración interestelar que anunciaba: ¡No permitiremos que nos detenga, Capitán! ¡Si tengo que resucitar a cada hombre entre nosotros, prevaleceremos! Eso o alguna variación similar de eso.

    Brett había trabajado con Liston desde hacía cinco años, y anticipaba el día en que Liston dijera algo vagamente en ese sentido. Sospechaba que el buen doctor sonaría tanto a Fizing como se le parecía. Una vez, dos o tres años atrás, cuando había bebido demasiado vodka en una fiestas de vacaciones en la estación, Brett casi le había pedido al hombre que dijera las palabras. Solo para ver, solo para dejar por una vez que su curiosidad se apoderara de él en una situación por la cual su impertinencia pudiera ser perdonada, pero en el último minuto, le había faltado el coraje. Probablemente había sido mejor así.

    Liston lo miró de reojo, agradable y pensativo. "Bienvenido de nuevo, Comandante".

    Brett dijo algo a cambio que sonaba como Ugh. Estaba despertando, entonces. No le gustó. En absoluto.

    "¿Cómo estás?"

    "Pasable. Me duele la cabeza."

    "Desorientación. Mareo. Tuviste una buena caída y te golpeaste la cabeza."

    Brett comenzó a recordar. ¡El bastardo me disparó! Reprimió la emoción de la histeria que intentaba desenrollarse en el estómago, se calmó. Como una piedra. "Ritter me disparó".

    Liston hizo algo como un encogimiento de hombros. Ni aquí ni allá, pareció decir. Si quieres una investigación criminal, habla con Ashburn. Yo solo soy el especialista médico.

    "¿Cómo sientes el brazo?"

    Levantó el brazo, tiernamente al principio, preparado para una punzada de dolor. Lo levantó por encima de la cabeza y lo bajó de nuevo. Giró toda la maldita extremidad sobre su eje. "No siento nada".

    Liston asintió, sonriendo. "¡Eso es bueno! Significa que el medicamento está funcionando. Solo un anestésico tópico, Comandante, no debería molestarle mucho. Si experimenta algunas náuseas, irritación estomacal, irregularidad intestinal, debe avisarme, por supuesto, pero imagino que estará bien."

    "¿Puedo sentarme derecho?"

    "Sí, sí. Ciertamente."

    Liston se movió para ayudarle, pero Brett le rechazó. No sentía ningún dolor.

    "Creo que me desmayé", dijo.

    "Conmoción. Dolor. Adrenalina. No es particularmente sorprendente."

    "Tampoco es el tipo de reacción a situaciones tensas que un Comandante de Estación quiere transmitir a las personas que dependen de su nivel de sensatez para su supervivencia".

    El doctor despachó eso con un gesto de la mano. "No hay nada de qué avergonzarse. El síncope Vaso-vagel es una reacción común a eventos poco comunes. Le pasa a los mejores de nosotros."

    "¿En serio?"

    "Por supuesto"

    "¿Como a quién?"

    "La confidencialidad médico-paciente y todo lo que me enseñaron sobre ética médica me prohíben responder a esa pregunta. Pero puedo decirle que hay personas en esta estación que muestran un poco más que la típica reacción adversa a la visión de sangre humana."

    "Solo intentas hacerme sentir mejor".

    "Y tú estás permitiendo que tu inapropiado machismo occidental opaque tu juicio de forma desmesurada. Las reacciones de Vaso-vagel más severas se acompañan con la evacuación de la vejiga. Deberías considerarte afortunado."

    "Gracias por tu voto de confianza."

    "Solo te digo que podría haber sido peor. Te dispararon. No quiero minimizar la seriedad de ese hecho, pero no fue grave, gracias a Dios. Un rollo de gasa, un poco de cinta adhesiva y un par de semanas de cuidadoso tratamiento lo arreglarán. Tuviste mucha suerte."

    Brett bajó los ojos. Eso era solo censura. "Tienes razón. Gracias."

    Pasó los ojos por la bahía médica. Estaba posado en una losa acolchada de plástico montada en la cabecera por una serie de terminales y pantallas de datos. Los indicadores de encendido eran de color ámbar, lo que indicaba el modo de suspensión, y las pantallas estaban oscuras. Los ganchos que habrían contenido líquidos intravenosos estaban vacíos. Los manguitos y las envolturas de sensores y los conjuntos de tentáculos estaban cuidadosamente apilados sobre una mesa, y sus cables desaparecían en la parte posterior de las diversas máquinas de monitoreo. Ni siquiera había una bandeja metálica de aparatos médicos junto a la cama. Brett sintió que su rostro comenzaba a sonrojarse.

    Podría haber sido peor. Otra forma de decir, en realidad no fue tan grave en absoluto. Una herida superficial.

    Cristo. Nunca podría vivir con esto.

    Estudió la cortina que se abría entre su cama y las otras ocho que constituían la bahía médica. Algo hizo clic y su cabeza comenzó a funcionar de nuevo.

    "He oído que habías desviado todo el tráfico médico al dispensario".

    "Debido a Tappen, sí", respondió Liston.

    "Por otro lado, no todos los días el Comandante de Estación recibe una bala", dijo Brett lentamente.

    "Yo quería la gama completa de equipos a mi disposición".

    "¿Por si acaso?"

    Liston sonrió, guiñó un ojo. "Como precaución."

    "¿Puedo recuperar mi camisa?"

    "Con la que entraste está camino de la lavandería, pero la señorita Riley dijo que le traería una nueva cuando regresara".

    "¿Cuánto tiempo llevo incosciente?"

    "Unos minutos. No mucho".

    "Por supuesto que no."

    "Había mucha sangre en tu camisa. Probablemente está arruinada. Bastante gore para el ojo inexperto."

    Brett suspiró con disgusto. "¿Alguien te ha dicho alguna vez que tienes un trato al paciente de mierda, Doctor?"

    Liston reprimió otra sonrisa. "No me contrataron por mis habilidades personales. Además, yo no oigo al Sr. Tappen quejarse. Aunque claro, él está en coma".

    "Pero si alguien pregunta..."

    "Les diré que fue solo mi acción rápida y mi experta experiencia quirúrgica lo que salvó tu rango de movimiento del daño permanente, si no tu propia vida".

    Finalmente, Brett estudió el vendaje en su brazo. Estaba limpiamente envuelto en una gasa blanca con un trozo de cinta quirúrgica pegado en la parte exterior. Una pequeña pero fea veta carmesí manchaba el centro.

    "¿Eso es todo, entonces?"

    "Era una herida bastante pequeña".

    "Podrías haberme mentido, doc, solo por esta noche".

    "La ética médica me prohíbe mentir a los pacientes, incluso por su propio bien".

    Eso fue suficiente. Si recibía más burlas bien intencionadas de Liston, podría olvidar su propia ética profesional lo suficiente como para darle un puñetazo. Con cautela, Brett se levantó de la cama. Probó su equilibrio antes de liberar su agarre en la barandilla. Parecía no haber nada raro. Nada en absoluto.

    "Si has terminado, tengo que ir a hablar con Ashburn".

    Liston colocó una mano restrictiva sobre el brazo de Brett. "En realidad, no hemos terminado".

    "¿No?"

    ¿A qué distancia estaba Ritter cuando te disparó? ¿Te acuerdas?"

    "No lo sé. Cinco o diez metros. Demasiado cerca para mi comodidad, gracias."

    "No de gran tirador, ¿eh? Cinco metros. Debes de haber parecido tan grande como la puerta de un granero a esa distancia. Simplemente sentado allí, según dijo Djen cuando te llevaron adentro. Sin movimientos bruscos. Sin particulares intentos de evasión."

    Brett podía escuchar la meditación en la voz de Liston. La evidencia."Continúa"

    "Es curioso, ¿no te parece? Quiero decir, durante nuestro entrenamiento previo a la misión, recuerdo claramente el módulo de instrucción de armas. Yo tenía algunas reservas al respecto, como te puedes imaginar. Casi me salgo del programa, ¿recuerdas? Como médico, ni siquiera tenía que portar armas cuando estuve en el ejército."

    "Lo recuerdo"

    "Así que me emparejaron con Ritter, porque él había sido algo así como un deportista en su juventud. Juego de caza. Ciervos, ardillas, urogallos. ¿Alguna vez has tratado de dispararle a una ardilla, Comandante? Incluso a diez metros, una ardilla es pequeña. El tamaño de una carta de juego, y rápida."

    Brett se frotó la barbilla. Se había olvidado de eso, por no hablar de los detalles de la vida personal de su tripulación dispersos por el suelo de su oficina junto a todos los informes de laboratorio. "¿Tú no crees que él estuviera intentando matarme?"

    "Yo no sé lo que él estaba pensando. Francamente, ni siquiera creo que Ritter supiera lo que estaba pensando."

    "Cuando desee explicarse, doctor, soy todo oídos."

    Liston le soltó el brazo, satisfecho de haber ganado toda la atención de Brett. "Supongo que ibas a reunirte con Ashburn para ver qué había hecho él con Ritter. Para preguntarle exactamente qué estaba tratando de hacer."

    "Algo así". No era una responsabilidad que él estuviese deseando. ¿Qué iba a hacer si Ritter hubiera intentado matarlo? ¿Encerrarlo en el calabozo? La Estación Persia no tenía un calabozo, y aunque lo tuviera, ¿de verdad querría él mantenerlo allí durante cinco años? ¿Podría esperar que Ashburn lo retuviera durante tanto tiempo? ¿Un hombre con el que todos habían trabajado todos los días durante los últimos cinco años? Esto era el tipo de desastre que podría destruir la eficiencia funcional de un puesto avanzado en el espacio profundo. Si había protocolos para lidiar con el intento de asesinato, Brett no estaba al tanto de ellos.

    Probablemente lo mejor que podía esperar era el encarcelamiento a corto plazo hasta que llegara la próxima nave de suministros, luego Brett podría enviarlo felizmente a casa. Dejar que los lentos engranajes de la Justicia se movieran un poco más despacio de lo habitual, siempre y cuando hicieran su trabajo.

    "No es algo que me deleite", dijo él a la defensiva. "No tengo ningún interés en la venganza".

    "Ritter está aquí. Detrás de esa cortina, Comandante."

    A pesar de sí mismo, Brett hizo un mohín. Una punzada de profundo dolor en su vientre, algo primario. Algo depredador y brutal. Ritter había tratado de matarlo y estaba aquí.

    "¿Por qué?"

    Más convincentemente, ¿dónde coño estaba Ashburn?

    "No te preocupes. Tomé la precaución de amarrarlo antes de atender tu herida. No estás en peligro."

    Brett respiró hondo y se despejó la cabeza. Escupió las palabras como astillas de vidrio."¿Por qué ha sido traído aquí en lugar de ser llevado bajo custodia inmediatamente?"

    "Después de dispararte, Ritter colapsó. Y a pesar de lo que su Oficial de Seguridad tenga que decir al respecto, no fue como resultado de la agresiva actuación del Sr. Valent, pues estaba estrictamente justificada esa maniobra de derribo."

    "Tal vez fue un síncope Vaso-vagel", gruñó Brett,"por la sorpresa de darse cuenta de que acababa de tirar su jodida vida por el retrete".

    "Quizá Ritter se orinara en los pantalones. Tal vez la Justicia Cósmica se movió con un poco más de alacridad que la Justicia Secular."

    Liston frunció los labios. La infelicidad doblaba antiguas arrujas del ceño fruncido como cañones. Parecía un hombre en el precipicio de la aflición.

    Brett se sintió avergonzado de nuevo. Solo haz tu trabajo, pensó. Sé disciplinado, como lo harías si le hubiera disparado a Ilam o Jervis.

    De mala gana, preguntó: "¿Cómo está?"

    "Enfermo. Más de lo que parece, honestamente."

    Brett frunció el ceño. "Enfermo como Tappen, quieres decir. Meningitis."

    "Es un diagnóstico preliminar. Apenas he tenido tiempo de examinarlo. No quise decir nada hasta realizar los chequeos de laboratorio necesarios, pero tú no me hiciste la cortesía de permanecer inconsciente durante un par de horas más."

    Brett sacudió la cabeza. "Maldita sea."

    "Maldita sea, de hecho. ¿Sabes lo raro que es un caso genuino de meningitis espinal, Markus? Seis mil casos al año en Norteamérica. Norteamérica, te digo, donde todos los días tenemos granjeros metiendo las manos en los rectos de los animales, consumidores de drogas que comparten agujas infectadas con solo Dios sabe qué enfermedad de la semana, habitantes de Chicago que respiran cualquier mierda y toxinas rodando por la atmósfera desde el conjunto de chimeneas más cercano. Seis mil casos en un apestoso mundo con potenciales patógenos biológicos y bacteriológicos."

    Liston respiró hondo, aprovechando la pausa para sopesar sus palabras."Y en la Estación Persia, donde incluso el aire que respiramos se ensambla a escala nanométrica y se lava de forma redundante para detectar organismos infecciosos, tenemos dos. No es una proporción prometedora dado el contexto más amplio."

    Contagio. Solo la especulación podría provocar un descontrolado incendio de pánico. El aliento en sus pulmones de repente pareció arenoso, sucio, suspicaz.

    "Deberías haber dicho algo antes, doctor. Deberías haberme hablado del peligro en cuanto lo supiste."

    Liston resopló. "¿Qué hubiera dicho? ¿Que el Sr. Tappen parece haber desarrollado un caso grave de meningitis espinal? ¿Que en la mayoría de los casos de meningitis con una epidemiología bacteriológica, el paciente ha llevado el organismo dentro de sí mismo durante meses, si no años, antes de aparecer desde cualquier refugio excavado en el líquido cefalorraquídeo? ¿O tal vez que los depuradores atmosféricos de nuestra estación han sido calibrados para filtrar todas las bacterias dañinas conocidas, por lo que el riesgo teórico de infección para el resto del personal es tan mínimo como estadísticamente ausente? ¡Y eso incluso antes de que el agente bacteriano tuviera que lidiar con las propias defensas del cuerpo! ¿Me habrías escuchado entonces? Y si lo hubieras hecho, ¿qué tipo de precauciones especiales habrías instituido más allá de los protocolos estándar que ya estamos observando?"

    Brett lo acomodó con un gesto tranquilizador. "De acuerdo. No ha sido justo de mi parte comenzar a señalar con el dedo."

    Aunque Liston parecía menos ofendido que cansado. Ya cansado de pensar en el futuro. Probablemente había anticipado la reacción de Brett desde el momento en que Ritter había sido llevado a la bahía médica.

    "Estabas asustado. Lo entiendo." Dijo Liston. "Por eso te lo estoy contando ahora. Créeme, desde mi perspectiva, es muy pronto en el proceso de diagnóstico para hacer predicciones tan nefastas. Pero mi propia confianza, o falta de ella, en mi diagnóstico preliminar no va a importar a la gente fuera de esta sala. No son tontos y no están aislados por sus propias vidas ocupadas y trayectorias personales como si estuvieran en la Tierra. Cotillean. ¿Qué otra cosa van a hacer? La Estación Persia es una biosfera sellada. Todos compartimos el mismo espacio, respiramos el mismo aire, comemos la misma comida. Lo peor de todo, no podemos escapar de ninguna de esas cosas. A estas alturas, estoy seguro de que todos en la estación ya saben lo que te ha pasado. Todos saben que Ritter se derrumbó. En poco tiempo, comenzarán a comparar el episodio de desmayo de Tappen con el de nuestro estimado Xenohidrólogo y llegarán a sus propias conclusiones. Tú eres quien tendrá que evitar que experimenten la misma oleada de pánico que acabas de sentir."

    Liston tenía razón, y por un ácido instante, Brett lo odió por ello. Volvió a caer sobre la cama. Quería restregarse los ojos con los puños como si eso pudiese hacerle ver más claramente lo que tenía que hacer. "Comienza desde el principio. Dime lo que necesito saber".

    Liston se sentó en una silla que llevó junto a la cama. "Sé que no te sientes con ganas para esto ahora."

    "No te preocupes por mí. Dime qué podemos hacer."

    "Puedo darte una lista para publicar, Markus; pero, Jesús, los síntomas de la meningitis de aparición temprana son lo bastante vagos y ubicuos como para que cualquiera que albergue incluso un caso de resfriado se cague de miedo. Estoy hablando de cosas como dolor de cabeza, rigidez en el cuello, sensibilidad a la luz. El tipo de cosas que asociarías con la gripe común."

    "Mejor ser proactivo, doctor".

    "Coincido. Siempre y cuando estés preparado para los dolores de cabeza. No literalmente, por supuesto. Profesionalmente." Liston se pasó la mano por el cráneo, pensando en voz alta. "Tal vez un esfuerzo educativo general después de eso. Alerta a la tripulación de que aquellos que pudieran haber tenido un contacto más que casual están en mayor riesgo. Esos infernales jugadores de cartas, por ejemplo. Compañeros de turno durante el último mes, más o menos, después de que el agente etiológico dejara de estar inactivo."

    Liston empezó a adelantarse en el juego, agitándose a través de protocolos médicos y procedimientos de contención de enfermedades instruidos en él por años de práctica. Brett lo detuvo en seco con un gesto de la mano.

    "No tengo intención de poner en duda tu experiencia aquí, Brent. Quiero que entiendas eso. En lo que a mí respecta, la salud de las personas que manejan esta estación está completamente a su discreción. Pero yo soy quien escribe los cheques que la administración va a cobrar. En definitiva, esto es responsabilidad mía. Necesito saber que tienes confianza en este diagnóstico. Necesito saber que esto es la enfermedad que tú dices que es."

    Liston parpadeó por un momento, ante el repentino cambio de pensamiento. "Por supuesto. Sí."

    "Ashburn me dijo que lo has tenido escaneando el ambiente en busca de patógenos. Dijo que los resultados estaban saliendo negativos."

    "Sí," confirmó Liston. "No he podido identificar el agente etiológico preciso. La contribución de Ashburn fue una especie de diagrama de dispersión para ver si Casandra podía identificar la fuente de la infección más rápidamente que las técnicas de laboratorio tradicionales. Antes de esta noche, pensé que tenía tiempo, algunos días más."

    Brett no podía culparle. No quería culparle. Liston nunca había demostrado ser otra cosa que competente en su trabajo.

    "Eso está bien. Quiero saber qué tienes ahora mismo."

    "¿Sin examinar a Ritter?"

    "Sí"

    "Tappen se presentó hace dos días sin antecedentes recientes de quejas. Vino a buscar acetaminofeno, se quejaba de dolor de cabeza, fotofobia, dolores musculares y malestar general. Su suposición era que se había quedado despierto hasta muy tarde, había estado trabajando muy duro, bebiendo demasiado. No vi ninguna razón para estar en desacuerdo con él." Liston sonrió sombríamente."Le hice un cuestionario general y él admitió haber tenido algo de dolor de espalda en los últimos días, niveles elevados de fatiga, algo de diaforesis. Yo pensé que podría haber contraído la gripe, pero no le presté mucha atención. Le di unas pastillas y lo envié por su camino. Dos horas más tarde se desmayó mientras estaba de servicio y me lo trajeron de vuelta inconsciente. Esa fue realmente mi primera indicación de que esto podría ser algo más problemático."

    "Pero no meningitis. Todavía no."

    "Eso se me pasó por la mente. Cualquier residente de primer año lleva una lista mental de posibles coincidencias de diagnóstico para un conjunto de síntomas generales como ese. La meningitis está en la lista, pero relativamente abajo. A pesar de las percepciones de los legos, como profesionales, no elegimos automáticamente asumir lo peor, ni siquiera en emergencias médicas. Sin embargo, tomé las muestras estándar, realicé las pruebas necesarias. Lo que salió fue evidencia de infección de libro. Recuento elevado de glóbulos blancos, aumento de fiebre, disminución de glucosa. Yo no pensaba activamente en la meningitis hasta el primer episodio de convulsión. Este fue suave, gracias a Dios, y yo había tomado la precaución de amarrale. Procedí a administrar una punción lumbar para obtener líquido cefalorraquídeo para pruebas adicionales. Busqué Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitides, Listeria monocytogenes, todos los sospechosos habituales. No había nada. Avancé a las pruebas de relación de glucosa en suero CSF, tinciones de Gram, niveles de proteínas. ¡Nada!"

    "Y aún así sigo estando seguro de este diagnóstico. La etiología se me escapa, sí, pero hay muchas de las señales estándar. Su TAC indica un nivel peligroso de inflamación meníngea y presión intracraneal. Tiene un sarpullido indicativo de septicemia que solo acompaña a la meningitis bacteriológica. Le di cefotaxima intravenosa, vancoicina, ampicilina, en otras palabras, todo el arsenal, Comandante.

    ¿Y?

    Liston dejó caer la cabeza, exhausto, derrotado. "No está respondiendo a ninguno de los tratamientos aceptados. Y eso significa que va a morir. A menos que pueda identificar el antígeno y encontrar una manera de combatirlo, el Sr. Tappen no durará una semana. Nunca he encontrado un agente infeccioso tan bien escondido, tan determinado a resistir la detección."

    "¿Es un problema de recursos? ¿Qué puedo hacer por ti?" Brett entendió instintivamente la amarga tenacidad con la que Liston abordaba este problema. Tappen era uno de ellos, una parte integral de su comunidad. Su muerte sería profundamente sentida, devastadora, empeorada por la naturaleza amorfa de una infección en la sombra que rechazaba la clasificación. Era una pérdida que no podían permitirse.

    "Micah en bio ha estado prestando apoyo donde puede, repasando algunos de mis resultados, duplicando mi trabajo de laboratorio. No es cuestión de mano de obra, solo es cuestión de tiempo. Las pruebas llevan tiempo, los análisis de los resultados llevan tiempo y la comprensión de qué pruebas deben realizarse a continuación lleva tiempo. Después de agotar las causas estándar, se convierte en un proceso de exploración".

    "De acuerdo, entonces. Estipularé para el registro que se trata de meningitis bacteriana, como tú dices."

    "Meningitis bacteriana de etiología desconocida", le corrigió Liston."Creo que Ritter es toda la confirmación que necesito para esa conjetura particular".

    "Eso también confirma que el resto de la estación está en riesgo. ¿Qué hacemos a continuación?"

    "Indica a todo el personal que informe al médico de manera directa e inmediata si experimenta algo en la lista de síntomas probables. Diles que un diagnóstico temprano aumenta sus posibilidades de evitar lo peor. Puede que esto sea cierto o no, pero hará que se sientan mejor". Liston hizo una pausa y se mordió el labio. "Toda persona que haya estado en contacto cercano, que haya compartido utensilios o productos de higiene. Cualquiera que haya tenido relaciones sexuales con él en el último mes. Necesito verlos a todos. Sievers, Jervis e Ilam deben presentarse de inmediato para una batería de tratamientos antibióticos intensivos. El resto de la estación debe someterse a un régimen más ligero, solo para estar seguros. Eso debería tranquilizar a todo el mundo y prevenir cualquier caso adicional".

    "Excepto que los antibióticos no funcionaron para Tappen", le recordó Brett.

    "Pero con toda probabilidad, funcionarán en casos menos avanzados". Liston sonaba más esperanzado que seguro.

    "Tú no estás enfermo y llevas con Tappen desde que enfermó".

    Pero Liston sacudió la cabeza. "Tomo precauciones. Trabajo en un ambiente desinfectado. Nunca lo toco piel con piel. Y él solo lleva aquí tres días. Puede que haya sido activamente infeccioso durante dos o tres semanas, pero recuerda, puede haber portado la bacteria en su sistema mucho tiempo antes de que esta pasara al líquido cefalorraquídeo".

    "¿Y qué hay del resto de nosotros? ¿Cuál es la probabilidad de que ya estemos infectados?"

    Liston solo frunció el ceño."Hasta que pueda identificar el antígeno, no puedo responder a esa pregunta. Deberíamos asumir lo peor."

    Brett permitió que las palabras permanecieran en el aire, sintiendo su peso, su gravedad. El horror de la posibilidad tiraba de él como una singularidad, haciéndole entrar en pánico, pero se resistió.

    "¿Qué hay de Ritter?"

    "¿Qué pasa con él?"

    "¿Explica esto sus acciones de esta noche?"

    "Podría. He leído informes de meningitis no tratada que avanza a encefalitis. La diferencia es que la meningitis ataca la cubierta del cerebro, mientras que la encefalitis ataca al cerebro mismo. Con suficiente daño, suficiente desconexión de la conciencia, cualquier cosa está dentro del ámbito de la razón." Liston alzó la vista con expresión tímida. "No es que esté tratando de alarmarte, Markus. No quiero que asumas que vas a tener una estación llena de lunáticos homicidas en tus manos. La manifestación de Ritter es una ocurrencia muy irregular, un caso peligrosamente avanzado. La mayoría de nuestras víctimas potenciales serán como Tappen. Hoy se sienten mal, mañana están aquí, comatosos, dóciles como corderos. De alguna manera, el curso típico es casi más aterrador que la alternativa."

    "Jesucristo"

    Liston cruzó los brazos sobre el pecho y le sonrió sombríamente a Brett. "Menos mal que has abandonado las ideas de venganza, ¿eh? ¿Has pensado en cómo vas a manejar el aspecto disciplinario? En realidad no puedes castigarlo por sufrir alucinaciones inducidas médicamente".

    "No", maldita sea. "Pero eso no significa que vaya a salir completamente indemne todavía. Como poco me hace sospechar que yo no le gusto mucho. Probablemente debería hacer algo al respecto."

    "Cuidado con los Xenohidrólogos descontentos"

    "Exactamente. No sería la peor idea aprovechar su estado para revisar sus efectos personales. Ver lo que le hizo elegirme como objetivo".

    "El problema con los administradores es que la mayoría de ellos no pueden soportar la idea de no gustar a la gente".

    Brett no se airó por la burla del doctor. "Es un largo recorrido. Los problemas privados tienen un modo de supurar si se dejan en la oscuridad demasiado tiempo, y no me refiero solo a batallas con armas de fuego en el arboreto."

    Liston podría haber dicho más, pero la puerta automática se abrió de golpe tras ellos y Djen entró con una de las camisetas de Brett. Ella se la arrojó y le frunció el ceño.

    "He tenido peores rechazos a una oferta de cena", dijo ella.

    Brett arqueó una ceja. "Eso me resulta difícil de creer".

    "Qué deliciosamente interesante vida de citas debe de haber tenido, señorita Riley", agregó Liston riendo. "Cuéntenos más".

    "Pórtese bien, doctor, y algún día podría, solo para ver cómo doblas los dedos de los pies. ¿Cómo está Ritter?"

    Brett se puso la camisa. "Ey, yo estoy bien, por cierto. Solo una herida leve. Nada de qué preocuparse".

    Djen puso los ojos en blanco. "No manches de sangre esa camisa. Ya has arruinado bastante el día".

    "Lo tengo en una tienda de biocontención", respondió Liston. "Parece que ha contraído un caso menos desarrollado de meningitis de Tappen. Le di una dosis significativa de Phelactix y le puse una vía intravenosa. Todavía está inconsciente, pero eso no es necesariamente malo. Le permitirá conservar energía mientras luchamos contra la infección por él. Os mantendré a ambos informados a medida que la situación cambie".

    "Avísame si se despierta", dijo Brett. "Y a Ashburn también. Nunca me perdonaría que pasara por encima de él en un legítimo incidente de seguridad".

    Djen le tomó el brazo por debajo del codo para evitar la herida. "Vamos, Comandante. Ya ha tenido suficiente emoción por hoy. Vamos a llevarle a la cama".

    "Esa", dijo él, "es la mejor oferta que he tenido en todo el día".

Capítulo 10

    Brett se detuvo en la puerta de su habitación. Djen había renunciado al papel de niñera la primera vez que él había bajado una escalera sin su ayuda y sin una gran mueca, pero ella caminó a su lado de todos modos. Probablemente para asegurarse de que él llegaba hasta aquí. No por una preocupación del tipo «si él colapsa» sino de la variedad «si se tropieza».

    "¿Cuál es el estado del resto de la estación?" preguntó él.

    "Abre la puerta, Markus".

    Él hizo lo que le decían empujando la manija hacia abajo y abriendo la puerta. Djen le empujó suavemente al pasar y cerró la puerta tras ellos. Apoyó los hombros contra esta y se reclinó con los brazos cruzados.

    Brett repitió la pregunta.

    "Valent es quien está más molesto", respondió ella. "El proyectil errante se alojó en el tronco de uno de sus árbolillos. El maldito chisme casi corta al pobrecillo por la mitad. No sabe si podrá salvarlo".

    "Al menos no dañó la biosfera".

    Ella le señaló con el dedo. "Al menos no te dañó a ti. Pudo haber sido peor".

    "Eso es lo que dijo Liston. Por otra parte, he visto las gafas de Ritter". Brett le sonrió. "Probablemente tuvo suerte de haberme dado, incluso a esa distancia".

    "No tiene gracia", espetó Djen. Ella rebotó hacia adelante y plantó las manos en las caderas. "El equipo está conmocionado, Markus. Llevamos cinco años trabajado juntos, todos nosotros, y eso incluye a Ritter. Parece que él se derrumbó sin más, de la nada, se derrumbó y decidió matar a alguien. La gente se está preguntando si le puede pasar a él, a ti o a mí".

    Brett puso los ojos en blanco. "Ritter está enfermo. Lo oíste tú misma".

    "Nadie más lo ha oído y sabes tan bien como yo que eso no va a calmarlos. Si ya están preocupados por un poco de estrés de confinamiento, entrarán en pánico por un contagio."

    "Entonces yo debería salir ahí fuera y mostrarles que estoy bien y pasarles las noticias sobre Ritter".

    "Tú vas a ir la cama ahora mismo. Alardear de tu sensibilidad puede esperar hasta mañana. Yo pasaré la voz sobre Ritter. Aunque eso no va a ayudar".

    "Liston dijo que solo es mínimamente contagioso. Con la excepción de los fanáticos de las cartas, estaremos bien, todos nosotros".

    Los labios de Djen comenzaron a temblar. "Hasta que otra persona enferme, se vuelva un poco loca y pille una pistola. ¿De dónde sacó una pistola en primer lugar, Markus?"

    "Esa será una de mis preguntas para Ashburn". Él frunció el ceño en su dirección. "También tengo que registrar la habitación de Ritter. Tengo que publicar la advertencia de Liston. Tengo que localizar a Sievers y a Ilam y a Jervis y llevarlos a la bahía médica lo antes posible. En realidad no tengo tiempo de ir a la cama ahora mismo, Djen".

    Ella le dio la espalda y comenzó a abrir las mantas. Sobre el hombro, ella dijo: "Yo haré el contacto médico. Extenderé algunos rumores tranquilizadores. Las habitaciones de Ashburn y de Ritter esperarán hasta mañana, pero le advertiré a Ashburn que quieres hablar con él primero para que pueda reunir su historial. Probablemente él mismo esté tratando de responder la pregunta de la pistola en este momento".

    "Eso es trabajo mío".

    "Tu trabajo es meterte en la cama".

    Brett sacudió la cabeza. "No estoy de humor para discutir contigo. Me han pegado un tiro esta noche".

    "Precisamente lo que digo, Comandante. Métete en la cama. Es una orden".

    Él comenzó a protestar, pero vio que no tenía sentido hacerlo. En cambio, dijo: "Quiero que trabajes en esas pantallas a primera hora de la mañana. Descubre lo que le pasó al Nueve y asegúrate de que no le pase a los otros motores. Esa es nuestra principal prioridad como estación. Quiero que eso quede claro entre el personal científico. El derrumbe de Ritter es un incidente leve. ¿Queda entendido?"

    "Está claro. Quítate las botas".

    "¡Cristo!

    "Quítate las botas antes de que tenga que derribarte y quitártelas".

    Brett hizo lo que le decían. Se dejó caer sobre la cama y comenzó a luchar con los cordones. Le temblaban las manos, cosa que le sorprendió, y se conformó con ponerse la punta del pie contra el talón y quitarse las botas una por una. Se estiró sobre las mantas y contempló el techo.

    Djen guardó silencio durante un rato, luego, en voz baja, dijo: "Me has asustado como el infierno esta noche".

    "Ambos debemos de haber renacido como creyentes, porque no queda mucho infierno en mí tampoco".

    Ella dio una carcajada y él también empezó a reír, pero luego ella estaba llorando con las manos ahuecadas y apretadas en los ojos. Los sollozos le salían con fuerza desde el fondo del pecho. Brett se sentó derecho y se puso en pie. Se acercó a ella y le rodeó los hombros con los brazos y siseó como lo haría para acallar a un niña que se había desollado la rodilla. Después de un tiempo, las lágrimas se detuvieron, pero él siguió abrazándola. El rostro de ella en su pecho y su cálido aliento a través de su camisa parecían demasiado cómodos para liberarlos.

    Djen se apartó empujándole primero. Se limpió las mejillas húmedas con los dedos. "Llevo cinco años tratando de que hicieras eso, de verme como algo más que un empleado, de abrazarme como si quisieras en serio. Si hubiera sabido que dispararte era todo lo que hacía falta, lo habría hecho yo misma". Ella pareció pensar en eso por un momento. "O tal vez fue el llanto. Debería haberlo esperado de un probado chovinista macho".

    "¿Djen?"

    Ella levantó una mano para detenerlo. "Cállate, Markus. Soy yo quien ha estado esperando todo este tiempo. Y estoy cansada de esperar. Estoy cansada de llorar mis lágrimas donde no las ves y de sentirme sola y malditamente clavada como una vieja fronteriza del Oeste. Sé que te duele. Sé que viniste aquí con una gran plaga en tu alma que no te ha permitido ver más que dolor y oscuridad desde que llegamos aquí. No has tenido una relación realista con otro ser humano en esta estación desde el día en que dejamos la Tierra, y nadie salvo yo lo ha notado. Y bien que lo he notado, Comandante, y estoy harta de eso. Ya no voy a permitirle que me aparte. No me importa cuánto le duela el corazón o le duela el brazo o el páncreas, de hecho. Ahora me vas a ver, lo quieras o no".

    Con una hábil y rápida serie de cremalleras y tirones, ella se despojó de su traje de estación. Brett tuvo que ponerse los nudillos bajo la barbilla para asegurarse de que su mandíbula no quedara colgando.

    Djen abrió del todo los brazos. "Ven y fraterniza con la tripulación antes de que decida patearte tu bonito trasero".

    Brett no fue hacia ella. La agarró pasando las manos por la desnuda calidez de su espalda hasta las nalgas. Djen se inclinó hacia él, comenzando a sonreír. Luego él la apretó y, con un tirón, la levantó del suelo y la hizo girar sobre la cama. Su propio impulso lo llevó hacia adelante y aterrizó encima de ella. Ella soltó una risita ante su repentino fuego, pero él apenas la oyó.

    Brett se perdió en la presencia de ells, en la exploración minuciosa de su cuerpo. Probó su sudor ligero y salado. Pasó las manos por la piel suave y bronceada de sus brazos, la correosa musculatura de su vientre y sus muslos firmes. Enterró las manos, luego su rostro en las oscuras espirales y delicadeza de los rizos de su cabello. En algún momento que no podía recordar correctamente, se había quitado la ropa y envuelto toda la longitid en su cuerpo con el de ella.

    Cuando él entró en ella, hubo presión. Dentro de él hubo una hinchazón en el cráneo y el pecho y las puntas de los dedos. Él era un fuelle taponado apretado por un poderoso herrero. Cerró los ojos ante la tensión. Y hubo violencia en el esfuerzo, tanto en la retención como en la expresión. El mundo palpitaba con él y sus embestidas eran salvajes. Djen gimió debajo de él, un sonido que era puro placer, y él la azotaba con las caderas. La aferró y la sofocó contra él y él se enterró a sí mismo en la erótica rayada de sudor de ese lugar secreto y hueco entre su cuello y su hombro.

    Y entonces él abrió los ojos y, en el espacio de un suspiro, todo cambió.

    Emily.

    Sus ojos azules tecnicolor brillaban hacia él en su rostro blanco y delicado. Su boquita pronunció su nombre donde habían estado los labios llenos y acogedores de Djen. Su delgada y pequeña atleticidad reemplazó la voluptuosa y muscular redondez de Djen. Ella era ágil, rápida y fresca como una hada silvana. Era su voz, la voz de Emily, la que llegaba a sus oídos.

    Él la miró fijamente. La miró y detuvo lo que fuese que había estado haciendo el momento anterior.

    "¿Em?"

    "¿Markus?"

    Había una aspereza en la voz de él, pero la pasión se había evaporado. "¿Em?"

    Brett se enderezó bruscamente, se desenredó de demasiadas extremidades que lo sujetaban con demasiada fuerza. Sintió un rastrillo de uñas a lo largo de su espalda al levantarse. Trató de posar los pies en el suelo, trató de mantener sus ojos en ella, en Emily, en la imposibilidad, pero el hecho de su imposibilidad solo podía penetrar incoherentemente. Luego quedó atrapado en las sábanas y aún rodando hacia atrás. Resbaló por el alto borde de la cama, cayó por un instante sin aliento y aterrizó con un fuerte golpe en el suelo.

    La oscuridad nadaba sobre él. Su cabeza se llenó con una detonación de destellos argentinos. Brett las apartó con un parpadeo.

    Y cuando volvió a abrir los ojos, Djen estaba allí. Estaba agachada a su lado y le miraba con grandes ojos marrones llenos de preocupación, cautela.

    "¿Markus?"

    Ella pronunció su nombre, tal como debió de haberlo dicho antes, él lo sabía. No había sido Emily. Nunca había sido Emily. Solo Djen y su propia ciega y tonta confusión. Ritter no era el único a cuya mente le patinaban las marchas.

    "Lo siento", dijo él.

    Djen le tocó la cara suavemente. "¿Quieres hablar de ello?"

    "No."

    Los ojos de ella se nublaron por un momento, pero luego parpadeó y volvieron a estar claros. "¿Te lastimó tanto que cinco años no son suficientes?"

    "Yo era el indicado."

    Ella lo estudió en el amarillo fulgor de las luces de la habitación. "No dudo de que lo fueras".

    "Lo siento", dijo él de nuevo.

    Sus ojos se encontraron y se mantuvieron. Finalmente, ella se inclinó sobre él y le besó la frente. Luego se levantó y volvió a meterse en la cama. Con dos vueltas rápidas, enderezó las mantas y se deslizó limpiamente debajo de ellas. Dio una palmada al espacio a su lado.

    "Tengo por principio, en general, no dejar que las antiguas novias choquen con una relación. Sus recuerdos son como ampollas. Sácalas al sol y sécalas, luego todo el mundo está feliz. Pero esto no es un ampolla, ¿verdad? Esto es más como un tumor, y si yo pudiera entender su metástasis, lo entendería todo sobre ti, creo yo."

    "No eres un hombre complicado. Eres un buen hombre y un hombre sólido que pasa demasiado tiempo castigándose por cosas que están fuera de su control. Eres un hombre que ha desperdiciado demasiado esfuerzo tratando de ser decente en un mundo duro e indolente. Aprendí estas cosas observándote. Eres sensible, aunque te gustaría estar hecho de piedra."

    "Si quisiera, podría hacer que me.revelaras este secreto. Me lo dirías porque estás tan solo y confundido como yo, Markus. Pero al final de la historia, eso no significaría más que información. Parece trágico, estoy segura, pero trágico de una manera distante y sin contacto. Lo verías a través de mis ojos y encontrarías algo de mezquindad en la explicación. Lo sé porque yo lo he hecho muchas veces con los fantasmas de antiguas chicas que he necesitado exorcizar. Pero este es un fantasma especial. Es un fantasma querido que te hace ser lo que eres, y puedo ver que hacerla parecer mezquina sería un crimen."

    "Vuelve a la cama conmigo. Dejaremos esto partir. Esta noche seremos viejos amantes y puedes abrazarme hasta la mañana".

    Brett no dijo nada. No negó lo que ella había dicho porque no podía. Tuvo la repentina urgencia de decirle que ella era hermosa. Que en este momento de silencio, respiración y comprensión, ella era impresionante. Pero no hizo eso tampoco.

    Brett rodó de lado y se puso en pie. Se deslizó bajo las mantas y la tomó entre sus brazos. La abrazó durante toda la noche, despierto mucho después de que la respiración de Djen se hubiese establecido en un relajado y constante ritmo. La acunó con su rostro en el pecho y el brazo alrededor de sus hombros y las piernas entrelazadas.

    Pero fue a Emily a quien vio en las sombras. Fue Emily quien danzó en la oscuridad, justo fuera del alcance de su visión, una vez que se apagaron las luces.

    Era muy tarde cuando él se durmió.

Capítulo 11

    Brett se encontró con Ashburn en la puerta de la habitación de Ritter temprano a la mañana siguiente. Lo había programado de esta manera, durante las primeras horas del desayuno para el turno que se aproximaba y la hora de la cena para aquellos que habían trabajado toda la noche. La sala estaba vacía, excepto por ellos dos, y probablemente permanecería así durante la próxima media hora. Brett no quería más ojos curiosos de los absolutamente necesarios.

    Ashburn sacó rápidamente la tarjeta de Administrador y la pasó por el sensor en el panel de la puerta. El cerrojo se abrió con un «clic».

    "¿Cómo tiene el ala, jefe?" preguntó él.

    Brett levantó el brazo para mostrarle. "Un poco dolorido esta mañana, pero viviré".

    "¿Quiere decirme por qué me necesitaba aquí para esta pequeña incursión?"

    "Dos razones. Quiero que esto se haga correctamente. Podría parecer un poco indecoroso en una audiencia disciplinaria si la víctima registrara la habitación del perpetrador él solo. Y necesitaba hablar contigo de todos modos. Necesito que me digas dónde puso Ritter sus manos en esa arma".

    Ashburn se encogió de hombros. "El armario de armas. En mi oficina. No me di cuenta hasta después del evento porque no es algo que mire a menudo. No tenemos mucho uso para las armas de fuego. Parece que usó un bisturí láser para freír la cerradura, lo cual no dejó mucho rastro desde el exterior".

    "¿Y dónde estabas tú mientras él estaba correteando por tu oficina?"

    "Estuve allí toda la noche, desde el momento en que hablé contigo. Tuvo que haberlo hecho antes, probablemente mientras yo estaba haciendo los diagnósticos de Casandra". Ashburn hizo una pausa para considerar las implicaciones. "Supongo que eso significaría que el ataque fue premeditado. Habría estado en posesión del arma durante más de un par de horas antes de irse de caza con ella".

    Brett empujó la puerta y, durante varios momentos, se quedaron en el pasillo mirando dentro. No había mucho que ver. La litera estaba hecha, aunque las mantas tenían giros y depresiones en la superficie que sugerían que alguien se había echado y dado vuelta sobre ellas. El suelo estaba desnudo y limpio. Las luces estaban encendidas. El único artículo fuera de lugar era la mesita de noche. Había sido llevada desde su posición junto a la pared hasta un lugar al lado de la cama.

    Brett y Ashburn entraron y cerraron la puerta detrás de ellos.

    "Mira eso", dijo Ashburn señalando la mesa.

    Había cartas dispuestas a lo largo de la superficie en un patrón que Brett reconoció. Él murmuró una maldición por lo bajo.

    "¿Qué piensas de eso?" dijo Ashburn.

    "Estaba jugando a ese juego".

    Brett avanzó unos pasos y miró la lectura que Ritter había establecido. Su mandíbula se tensó.

    "¿Qué pasa, Chile?"

    Brett no respondió. Al lado de las cartas había un trozo de papel y él lo sacó de debajo de la línea de cartas de la derecha. Las dos primeras cartas cayeron por el borde de la mesa al suelo. Brett miró la escritura garabateada y se la entregó a Ashburn.

    "Son los nombres de todo el personal de la estación", dijo Ashburn, luego se corrigió. "Excepto tú. Interesante. ¿Qué significan las marcas al lado de los nombres?"

    Pero Brett estaba estudiando las cartas. Cuatro de Bastos, Cinco de Copas, La Luna. La carta de la Torre cubierta por una segunda—la Muerte. Era su lectura, la que él había sacado después de ganar la partida. Ashburn aún no había llegado al final de la lista. No había visto lo que Brett había visto, la lista de nombres de la tripulación, cada uno con una X al lado de ellos como si hubieran sido marcados uno a la vez, y en el borde de la página un número: 1.31 x 10547, se había hecho un círculo para enfatizarlo y Brett sabía lo que significaba sin meditar para hacer los cálculos.

    "¿Qué piensas de eso?" preguntó Ashburn.

    "Ritter estaba intentando cambiar el futuro, y lo encontró inmutable".

    Ashburn frunció el ceño, obviamente sin comprender. Brett se mordió el labio y leyó la disposición de las cartas. Treinta y dos veces las habría repartido. Treinta y dos veces habría sacado la misma lectura. Incluso con un número tan fenomenalmente grande como su resultado, no parecía suficiente. Nunca debería haber sucedido. Nunca. Pero Ritter estaba convencido de que había ocurrido y había tomado un camino diferente para resolver el problema tal como él lo veía. Brett era responsable del futuro debido a su lectura.

    ¿Pero de verdad lo había hecho? ¿Realmente había repartido esas cartas treinta y dos veces consecutivas con los mismos resultados? ¿O en su confusión había creído que lo había hecho? ¿Cómo de enfermo había estado Ritter esa noche? Brett lo recordó, sonrojado, enojado e intenso, claramente decepcionado de haber perdido.

    Puede, si lo elige, atreverse a hacer un mundo...

    A Ritter se le había ido la jodida olla. No había nadie al volante de esa cabeza suya.

    "Hemos terminado aquí", dijo Brett.

    Ashburn lo miró boquiabierto. "¿Ya está? No hemos encontrado nada más que una partida al pornosolitario, que yo vea".

    "Sé lo que hizo, por qué lo hizo y de dónde sacó el arma. Puedo ocuparme yo desde aquí".

    Ashburn dejó caer el papel y puso la mano sobre el brazo de Brett. "¿Puedes ocuparte cómo? ¿De qué estás hablando?"

    "Voy a ver a Liston. Buen trabajo, Ashburn. Lo has hecho muy bien".

    Brett se zafó del agarre y salió por la puerta. Detrás de él, Ashburn exclamó. "¡Yo no he hecho nada, maldita sea! ¡Soy el maldito Oficial de Seguridad!"

    Tuvo que atravesar un constante flujo de personas para llegar a Liston en el dispensario del segundo nivel. El doctor estaba sentado en una alta silla con ruedas al fondo de la sala. Sobre una mesa junto a él había una serie de ampollas usadas que rodaban de lado y ocasionalmente se derramaban por el borde y se rompían en el suelo de baldosas. Micah, del laboratorio de bioquímica, estaba a su lado en una silla idéntica con otra mesa y su propio arsenal de ampollas. Cada uno sostenía una pistola autoinyectora y estaban abriéndose paso por una cola de gente dando inyecciones de lo que Brett suponía que eran antibióticos.

    Micah saludó alegremente a Brett con la mano. "No he dado tantas inyecciones a sujetos humanos desde que estuve en premedicina".

    La guapa pelirroja de ingeniería meca se estremeció cuando él apretó el gatillo. Hubo un sonido siseante y Micah se retiró sonriéndo hacia ella.

    "Todo listo, preciosa. Toma un vendaje y una tabla de síntomas. Si tienes algún problema, ya sabes dónde está mi habitación".

    Ella puso los ojos en blanco y se alejó. Brett notó que ella no rechazaba la hoja de síntomas. Brett se dirigió al lado de Liston y se inclinó hacia él.

    "¿Qué hay de los demás?"

    Liston terminó la inoculación que estaba dando, luego hizo un gesto al resto par que entrasen en la cola de Micah. Puso su inyector sobre la mesa y guardó en el bolsillo tanto la ampolla medio vacía en la cámara del instrumento como las restantes llenas que resonaban sobre la mesa. Liston tomó a Brett por el codo y lo condujo a la pequeña oficina a su derecha. Cerró la puerta tras ellos e indicó a Brett hacia las sillas en el lado cercano al escritorio. El doctor se sentó al otro lado, se dejó caer en la silla, esta gimió debajo y él comenzó a apretar la piel entre los ojos como si le doliera la cabeza.

    "Comenzaron a llegar a las siete", explicó Liston. "¿Publicaste el mensaje de la estación cada cuarto de hora o qué?"

    "Más o menos".

    "Micah fue el primero en entrar, así que lo recluté, conocía sus historial. Es un joven bastante abrasivo, pero puede hacer la tarea bastante bien. Nos hemos ocupado de la mayor parte de la estación. Tendré una lista de despistados para ti esta noche, por si quieres animarlos".

    Brett se inclinó hacia delante y apoyó los codos sobre las rodillas. "¿Cuál es su estado de ánimo?"

    "Asustados, pero solo un poco. No les di el crédito que merecían anoche. Estos no son civiles normales. Son exploradores espaciales. Son fronterizos, y con más corazón de lo normal, pienso yo. Los antibióticos aliviarán por un tiempo los temores que queden".

    Liston lo fijó con una mirada firme y seria.

    "¿Por un tiempo?" Brett preguntó.

    "Ingresé a Sievers y Jervis en la enfermería esta mañana. Vinieron según lo ordenado. Dolor en articulaciones, sensibilidad a la luz, bajas fiebres. Ambos están infectados".

    Brett solo podía imaginar el poco plazo de tiempo antes de que esa información escapara.

    "Mierda"

    Liston se inclinó hacia atrás y juntó los dedos bajo la barbilla. "Curiosamente, Ilam también vino, pero él no tiene síntomas. Por el momento lo he puesto en cuarentena en su habitación. No vi ninguna razón para exponerlo más tiempo a los enfermos, pero no voy a dejarle que realice una repetición de la fiebre tifoidea, tampoco".

    "¿Qué es lo siguiente?"

    "A continuación, tomaré muestras de Ritter, Sievers y Jervis y probablemente pasaré la tarde analizando. También puedo pinchar a Ilam, solo para comparar. Debería poder identificar su agente causal antes de la cena. Eso no servirá de mucho a Tappen, me temo que estará muerto por la mañana o tal vez mañana por la tarde si es más resistente de lo que parece".

    Parte de Brett gimió. "¿Y los demás?"

    "Sospecho que los salvaremos. Parece bastante temprano". Liston sonrió débilmente. "Pero no use esto como una cita mía, Comandante".

    "Tengo otra pregunta", dijo Brett. "Ashburn me dijo que parte del protocolo atmosférico de Casandra es un examen regular de bacterias que causan enfermedades conocidas. ¿Es eso cierto?"

    "Cierto. Y te dijo que las diversas bacterias que se sabe que causan meningitis son parte del conjunto identificado de agentes biológicos. Eso también es cierto".

    Brett levantó una ceja. "Pero tú no recibiste un informe".

    "Tampoco esperaría uno en la mayoría de los casos. Casandra es una maravillosa obra de hardware, pero solo cumple con las pautas que se le han dado. Has de notar que la mayoría de las bacterias comunes que causan enfermedades están presentes en el aire y en las superficies y, en muchos casos, dentro del cuerpo humano, de manera regular. Nuestras propias defensas naturales las mantienen a raya. Tendría que haber un nivel significativo de infestación bacteriológica para que Casandra lo reconociera".

    "Pero aún así tenías el chequeo de Ashburn".

    "Él estaba haciendo un diagnóstico. Parecía una forma de ayudarnos a ambos".

    "¿Te decepcionó que él no descubriera nada de lo que esperabas?"

    Liston lo miró con inquietud. "Sí. Te dije que realicé la punción lumbar en Tappen. He tenido una muestra de su líquido cefalorraquídeo desde hace un par de días, pero no puedo detectar ninguno de los agentes causales conocidos en el líquido. Parece limpio. Desarrollé un cultivo y estudié los resultados esta mañana temprano. No hay nada ahí que haya sido reconocido como un factor causal en la meningitis espinal. Pero la hinchazón en las meninges es inconfundible".

    "Entonces tiene que ser alguna otra causa".

    "Algunas otras bacterias que aún no he encontrado. Por eso la adición de nuevos pacientes podría ser beneficiosa a largo plazo".

    Brett de repente entendió. "Y por eso no estás tan destrozado por el estado de Tappen".

    Liston se encogió de hombros, pero parecía un gesto de dolor. "Después de que haya muerto, tendré una posibilidad más... invasiva de estudiar las meninges. A él no le servirá, pero probablemente beneficiará a los demás".

    "¿Han mostrado Sievers o Jervis algún síntoma similar al de Ritter?"

    "¿Quieres decir si han sido violentos?"

    Brett asintió.

    "No. Han estado de muy buen humor debido a su fuerte fe en la medicina moderna, a una exención laboral por enfermedad en el futuro cercano... y al hecho de que no les he permitido ver a Tappen en este momento. Su circunstancia más fastidiosa parece ser el hecho de que no tengo acceso a una baraja de cartas".

    "Yo no les buscaría una, si fuera tú".

    Liston inclinó la cabeza con curiosidad. "¿Hay algo que descubriste de Ritter?"

    "El ataque de Ritter parece haber sido iniciado por su obsesión con el juego de cartas que ellos juegan".

    "Le ganaste y a él no le gustó. No serías el primer hombre contra quien se ha intentado el asesinato por una resentida partida de cartas".

    Brett se rió sin humor. "Con esa nota, doctor, le dejaré volver a su trinchado de cobayas. Ya me avisará en cuanto obtenga los resultados esta tarde, o antes si toma otras determinaciones. Lo más probable es que esté en el laboratorio de ingeniería".

    Brett se levantó de su silla y caminó hacia la puerta. Liston permaneció sentado, apoyado contra la pared. A Brett se le ocurrió que había algo que Liston no le estaba contando. El doctor se guardaba secretos por alguna razón, y esos secretos le preocupaban. Quizá solo eran secretos de frustración e ignorancia, lo cual los convertía en secretos involuntarios. Secretos que no conocía plenamente, y la falta de conocimiento lo mantenía tanto en silencio como alarmado.

    Si eso era cierto, Brett estaba seguro de que todos compartirían sus temores muy pronto.

Capítulo 12

    Brett entró en los laboratorios de ingeniería a través de un par de puertas correderas de plastiviso. La oleada de presión negativa del aire lo golpeó por detrás y le hizo cosquillas en la columna.

    Djen estaba en Contención Nanomeca, un cilindro de plastiviso de tamaño medio en el centro de la sala. Llevaba un sellado e-traje naranja y trabajaba sobre un bajo mostrador de acero inoxidable con su propia variedad de sensores de diagnóstico, microscopios y terminales de pantalla. Brett se acercó al puerto de comunicaciones junto a la puerta y lo encendió.

    "¿Djen?"

    Ella giró la cabeza hacia él, sonriendo tras su visor frontal. "Iba a enviarte un mensaje. Lo siguiente será que terminaremos las frases del otro. ¿No es eso acogedor?"

    "Me pondré el traje y me uniré a ti", dijo él.

    Encontró el traje de repuesto en un armario y se vistió mientras Djen subía la barrera de presión. Una vez dentro, vio que ella había colocado tres de las pantallas que habían traído del Nueve borde con borde a lo largo de la encimera. La cuarta pantalla estaba desmontada de su marco y las capas de micromalla despegadas. Una hoja había sido recortada en largas y finas tiras rectangulares con el corte en el medio. Djen la había estado estudiando bajo un visor Hamer de gran aumento con luz estándar. En la terminal a su izquierda había la imagen de un bosque gris de pilares de espino. Brett pensó en puntas de lanza brillando a la luz cuando lo vio, pero notó rápidamente que era la imagen de otro segmento de la pantalla tomada por el microscopio electrónico de barrido ubicado bajo el mostrador.

    Brett dijo: "Bueno, ¿has encontrado algo?"

    "Lo habría encontrado antes si te hubieras molestado en despertarme cuando te fuiste esta mañana".

    La extraña familiaridad le pareció irritante, de modo que solo se encogió de hombros. Se inclinó hacia el Hamer y se apretó en lo oculares. "No veo nada. Solo sombras".

    "Se necesita algo de práctica para alinear los ojos tras el visor frontal".

    "No me molestaré, entonces". Brett señaló la imagen en la terminal. "¿Es esta la pantalla de Nueve?"

    "Sí, bajo un mayor aumento. Esa imagen ofrece una resolución de aproximadamente cuarenta micras sobre un cable de fibra de silicio".

    "¿Y eso qué significa?"

    "Eso significa que estás mirando de cerca el corte de la malla. Las fibras de silicio utilizadas en la malla tienen un diámetro de aproximadamente ochenta micras, aproximadamente del tamaño de uno de tus pelos. Las unidades nanomeca son más pequeñas". Ella señaló la pantalla. "¿Ves esto de aquí? Tiene joroba y patas de husillo, como una araña. Este personaje tiene aproximadamente medio micra de largo. Un joven corpulento en comparación con algunos de los otros".

    La vista congelada había captado la unidad deslizándose a lo largo de una amplia llanura negra plagada de charcos de oscuridad. El vasto terreno se reducía más a lo largo de una mellada corona de astillas mostrada en el tercio superior de la imagen. Habían sido las astillas las que inicialmente le habían parecido a Brett puntas de lanza.

    "¿Qué está haciendo?"

    "Paseando por ahí, muy probablemente. La programación de producción se anuló cuando se partió la fibra, por lo que este tipo volvió a la codificación programada. Entiende que su batería no se ha recargado en mucho tiempo y encontrar una fuente de energía es su máxima prioridad. Probablemente le quedan otras veinte o treinta horas, así que rastreará el hilo buscando un chute de electricidad a través de un nodo operativo. Siente un poco de pena por él. Está perdido y no sabe que está condenado".

    Brett estudió la parte superior de la fibra donde se había roto. "Eso parece un fallo de resistencia a la tracción por el filo de la rotura".

    "Mantén esa idea."

    Djen sacó un cajón deslizante de debajo del mostrador y comenzó a introducir comandos en el teclado que descansaba allí. La imagen en la pantalla se volvió borrosa, luego se alejó de golpe y fue reemplazada por otra. Esta imagen sorprendió a Brett como algo vagamente volcánico, la cuenca ondulante y devorada de una caldera recientemente dormida. Altas losas de oscuridad se apiñaban a lo largo de la cumbre lejana.

    "Este es el mismo hilo, el mismo aumento, solo visto desde el reverso", dijo Djen. "¿Ves la diferencia en los contornos?"

    "La rotura no es afilada".

    "Precisamente. Desde el otro lado parece que el cable se partó. Como si pudiéramos unirlo con el otro extremo y encontrar un aumento lo bastante pequeño para que los fragmentos de cableado de silicio encajen como un rompecabezas. Aquí , no es el caso. Hay demasiada... redondez. Como si la superficie del cable hubiera sido excarvada".

    "¿Y el otro lado no coincide con ese patrón?"

    "No. De hecho, hay un diferencial de masa significativo. Faltan piezas entre los dos extremos".

    Brett asintió. "Entonces tenías razón. Las unidades nanomeca se masticaron la línea ellas mismas. Cuando el cable alcanzó cierto nivel de tensión crítica, se partió".

    Djen frunció el ceño y sacudió la cabeza. "No te he mostrado el resto. Mi hipótesis de trabajo era solo parcialmente correcta".

    "Continúa."

    "No fueron los nanomecas residentes los que rompieron las fibras".

    Parecía segura e infeliz al respecto. Brett no entendió su reacción. "Entonces, ¿qué fue?"

    "Algo más grande. No sé exactamente el tamaño, pero probablemente estimaría del orden de una y media a cinco micras de diámetro".

    "¿Cómo sabes eso?"

    Djen miró más allá de él, indispuesta para mirarle a los ojos. "Las marcas de mordida son demasiado grandes".

    "¿Disculpa?"

    "La superficie de las fibras dañadas tiene varias rebanadas distintas cerca de los bordes que parecen estrechas en los extremos, más anchas en el medio, como si el material hubiera sido eliminado en varios barridos anchos. La longitud y el ancho de esos barridos no son consistentes con el tamaño de las herramientas disponibles de nuestras unidades, aunque estoy haciendo mis estimaciones del tamaño requerido para este tipo de daño en nuestros modelos. Dependiendo de la función, nuestros nanomecas van desde unos pocos cientos de nanometros hasta quizás tres cuartos de micra. Las unidades ensambladoras pueden producir mechs de hasta casi dos micras en condiciones de emergencia, como cuando la resistencia a la tensión de la malla se ha visto comprometida, pero los registros de producción no indican sino la reparación estándar de las unidades existentes y ninguna fabricación de nuevas unidades en los últimos doce días".

    "Entonces, lo que fuese que rompió las pantallas llegó de repente. No fue un debilitamiento gradual o los ensambladores habrían respondido. No tuvieron tiempo para responder".

    "Precisamente". Djen parecía profundamente preocupada por su evaluación.

    "¿Y qué podría hacer eso?"

    "No sé", dijo ella lentamente.

    Ella estaba protegiéndose, y él no entendió eso tampoco. "Pero tienes una suposición. Dime".

    Los dedos enguantados de Djen golpearon rápidamente el teclado. Otra imagen llenó la pantalla.

    "¿Sabes qué es esto?"

    Brett examinó un bulto de sustancia grisácea ante un fondo más oscuro. Diminutas cimitarras brillantes de amarillo se extendían en varias direcciones a su alrededor.

    "¿Qué es esto?"

    "Esto es uno de nuestros nanomecas. De hecho, es bastante grande. Esta imagen fue tomada dentro de la curva de la porción masticada. Esos pedazos amarillos son sus patas".

    Él se giró hacia ella. "¿Estás diciendo que fue atacado? ¿Por qué?"

    "Tal vez no intencionalmente. Tal vez sucedió en el momento equivocado, pero el resultado final es el mismo. No programamos nuestras unidades para que sean agresivas, por tanto no reconocerían una fuerza externa como algo que debiera requerir su atención".

    Brett la miró durante varios momentos, incapaz de formular el pensamiento que vendría después. Djen lo miró en respuesta con ojos oscuros, nublados y profundos, impenetrables.

    "¿Me estás diciendo que el motor Nueve fue atacado por un agente desconocido de un tamaño máximo de cinco micras? ¿Esta... cosa saboteó las pantallas a través de los cuatro componentes en cuestión de horas y luego desapareció sin un rastro?"

    Djen asintió. "Esta cosa o cosas. Del tamaño de una bacteria promedio. Y estás olvidando el hecho más importante".

    "¿Qué es?"

    "Lo que sea que haya hecho esto no es algo que hayamos construido nosotros. Esto no es un daño de origen mecánico".

    "Estás hablando de ... ¿qué? ¿Vida? ¿Un organismo alienígena?" Eso sonaba ridículo.

    "No estoy diciendo nada todavía". Djen apoyó la cadera en el mostrador e indicó las pantallas restantes con un movimiento de la mano. "Tengo un análisis de casi la mitad de una muestra de la primera capa de micromalla de una pantalla. Hasta ahora, los resultados parecen consistentes, pero hay mucho más por estudiar. Me gustaría tener algo más definitivo antes de empezar a pensar en conclusiones. Especialmente conclusiones tan radicales".

    Brett lo pensó por un momento. "De acuerdo. Tampoco yo pensaré en ellas".

    "Pero díselo a Liston. Dile que empiece a buscar en el rango de una a cinco micras". Ella hizo una pausa, luego le colocó la mano en medio del pecho. "Y piensa en ese respiradero geotérmico, Markus. Piensa en el momento de los eventos y los elementos necesarios para la vida. Comida, agua, calor. Es posible que queramos volver a salir antes de que pase mucho más tiempo".

    "Dame algo más concreto y podremos hacer eso".

    Él no le dijo nada más, pero la agarró de los hombros y forzó una sonrisa. Luego pasó por su lado, dejándola con su trabajo. Brett pasó la barrera de presión y salió al laboratorio.

    Brett caminó por el pasillo después de dejar a Djen. Sus pies lo llevaban, no su mente. Pasó miembros de la tripulación a medida que avanzaba. Algunos lo saludaron o hablaron con él, otros no, y Brett los saludó solo esporádicamente.

    Las cosas que Djen había dicho inundaban su mente, oxidaban los engranajes que poseía para procesar tales cosas. Tal locura.

    Las pantallas habían sido devastadas por algo, un organismo, una criatura del tamaño de una bacteria. No podía entenderlo. Pero era peor que eso. Ella estaba sugiriendo que el organismo en las pantallas y la enfermedad que había derribado a Tappen y Ritter estaban relacionados.

    No, relacionados no. Eran la misma cosa. Exactamente lo mismo. La imposibilidad, o su propia carencia de comprensión, le dejaba sin aliento.

    Pero eso era algo que él podía remediar.

    Brett había llegado a su destino, el que su cuerpo sabía, si él conscientemente no lo había hecho. Puso la mano en el pomo y entró en el dominio privado de Casandra.

    Dijo: "Brett, Markus J. Comandante de Estación, Emplazamiento Persia. Identificación de registro: Brett. Código de acceso: Emily Rosette. Entrada oral. Secuencia lógica del perfil de usuario: Brett cero-cuatro-nueve".

    Emily lo observó a través de su cápsula de contención, el baño de nutrientes arrojaba ondas sobre la superficie de su piel.

    "Buenos días, Comandante".

    "Buenos días, Casandra".

    "Por favor, tenga en cuenta que el Oficial de Seguridad Ashburn ha completado los diagnósticos del sistema. El sistema Casandra está funcionando a niveles óptimos".

    Él sonrió. "De Sobresaliente. Nunca esperé menos de ti".

    "El sistema Casandra no fue calificado como... cascarrabias por el Oficial de Seguridad Ashburn en cumplimiento con su solicitud programada".

    Brett la estudió por un momento, luego se echó a reír. "¿Eso se suponía que era una broma?"

    "No tengo la programación para simular humor, Comandante".

    Se rio de nuevo. "Está bien, Casandra. No vine aquí para intercambiar chanzas. Necesito algunos datos específicos sobre los informes que has estado generando para Ashburn. ¿Sigues detectando la presencia de personal no autorizado dentro de la Estación Persia?"

    "Sí, Comandante".

    "¿Ha generado esos informes hoy?"

    "Sí. Actualmente hay personal no autorizado presente en la Estación Persia".

    "Casandra, define el término «personal» como criterio para la detección y la presentación de informes".

    Las comisuras de los labios de Emily se arquearon hacia arriba, como si fuera una pregunta que había estado esperando que hiciera.

    "Entidades biológicas de origen conocido o desconocido están presentes dentro de los límites de la matriz de sensores de la Estación Persia y no figuran en el manifiesto de la tripulación".

    "Entonces, el Comandante Rayken de la Estación Saudita. ¿Calificaría como personal no autorizado?"

    "Sí."

    "¿Qué tal un perrito? Cualquier perrito. No importa el tipo".

    "No hay ejemplos de la especie canina incluidos en el manifiesto de la tripulación, Comandante Brett".

    Él asintió. "Entonces, ¿un perro haría sonar la alarma?"

    "Sí."

    Brett sonrió. Había estado casi seguro de que la expresión idiomática la haría tropezar. Le complació que no fuera así, pero solo brevemente. Siguió presionando con la esperanza de capturar tantas de las locas conjeturas que le daban vueltas por la mente como podía antes de que estas se perdieran.

    "Casandra, ¿cuáles son los parámetros para el escaneo personal aparte del hecho de que puedan o no estar en el manifiesto?"

    Ella hizo una pausa. "Esa no es una secuencia de comando bastante específica".

    Intentó otro ángulo. "Ashburn me dijo que, como un favor para el Dr. Liston, escaneabas una serie de bacterias en la atmósfera ambiental de la estación".

    "El Dr. Liston ha enviado una secuencia de comandos que especifica los patógenos humanos conocidos. La acción es un subconjunto médico estándar del procedimiento de monitorización atmosférica. No he proporcionado ningún servicio al Dr. Liston que no fuese una solicitud codificada".

    Hubo un tono en su respuesta que él casi habría llamado despectivo.

    "Pero puedes detectarlas. A esas diminutas bacterias".

    "El conjunto de sensores en la Estación Persia es capaz de detectar todos los organismos biológicos con una masa mínima de un microgramo y un diámetro mínimo superficial de un cuarto de micra. Los parámetros actuales de escaneo atmosférico han alcanzado la máxima sensibilidad. ¿Desea ajustar los parámetros de escaneo, Comandante Brett?"

    "No." Se frotó la barbilla. "¿Has analizado el personal no autorizado informado a Ashburn?"

    "He detectado personal no autorizado. Ninguna muestra se ha proporcionado para su análisis".

    "Pero no son humanos. ¿Es eso correcto?"

    "La masa del personal no autorizado no es consistente con la masa media de la especie humana".

    "¿Y no son bacterias conocidas?"

    Casandra hizo una pausa. Una serie de luces verdes y ámbar bailaron por los flancos de la máquina. "No son una bacteria especificada por el Dr. Liston como preocupaciones médicas. No son otros organismos conocidos para los que los parámetros de escaneo actuales han proporcionado instrucción. Por tanto, están clasificadas como personal no autorizado en espera de investigación y autorización por parte del Oficial de Seguridad Ashburn".

    Brett hizo la siguiente pregunta, la cual no requería una respuesta. "Estás hablando la vida. ¿Es eso cierto? ¿Organismos vivos de origen no terrestre, no manufacturado?"

    "Eso es correcto."

    Brett permaneció en silencio un momento. Su aliento pareció abandonarlo, la sala agitarse como si sus cimientos se hubieran tambaleado. Respiró hondo para estabilizarse. Djen lo había supuesto y Djen había tenido razón, aunque ellos no habían querido discutirlo. Casandra también había tenido razón desde el principio. La estación había sido invadida y, según las alarmas de seguridad de Casandra, potencialmente saturada por organismos que ella no podían ver, que no podía detectar de manera inmediata. La pregunta obvia del corolario, entonces, era ¿hasta qué punto la estación ya había sido comprometida?

    Brett controló su voz con dificultad. "Realiza un escaneo en la bahía médica en busca de personal no autorizado".

    Pasaron treinta segundos. "Personal no autorizado presente en la bahía médica".

    "Escanea las dependencias del Especialista Técnico Ilam".

    Casi de inmediato, ella respondió: "No hay personal no autorizado en ese lugar. El Especialista Técnico Ilam se encuentra actualmente en cuarentena médica".

    "¿Estás segura?"

    "Todos los sensores están operando correctamente. Estoy segura de mi análisis".

    Brett parpadeó, confundido. "Entonces no están en el aire. ¿Cómo los están filtrando tus sensores si no están en el aire?"

    Casandra o bien no tomó su pregunta como una orden válida o no tenía una respuesta. Ella eligió no responder.

    Brett reformuló su consulta. "¿Existe personal no autorizado en la atmósfera ambiental de la estación?"

    "Un porcentaje mínimo de unidades detectadas está presente en la atmósfera".

    "¿Mínimo?"

    "Menos del doce por ciento".

    "¿Dónde están las demás?"

    "Contenidas en anfitriones humanos infectados".

    Brett comenzó a pasear la corta distancia entre las paredes. "¿Cómo puedes detectar al personal no autorizado que no existe en la atmósfera ambiental?"

    "Las biofunciones características y las señales eléctricas de ondas cerebrales registradas por el sistema Casandra para la identificación de la tripulación autorizada de la Estación Persia se alteran en varios órdenes significativos ante la presencia de personal no autorizado".

    Como Ritter, pensó. Ritter y Tappen y Dios sabía cuántos otros. "Especifica la naturaleza de la alteración".

    "Las alteraciones específicas son localizadas y no cuantificables sin un análisis adicional del personal no autorizado. Se solicitan datos adicionales".

    Brett comenzó a fruncir el ceño. "No hay datos adicionales. Tú podrías correlacionar los informes médicos del Dr. Liston de Tappen y Ritter, pero eso no es lo que estoy buscando. Ya estoy al tanto de ellos".

    "Esa función ya ha sido completada".

    Pensó en silencio. Podía identificarlos en el aire, etiquetarlos y transmitir su informe. También podía detectar su actividad en aquellos que ya habían caído enfermos, pero ¿era esa una habilidad sensorial especial o estaba en correlación con la documentación médica proporcionada por Liston?

    Brett preguntó: "¿Puedes decirme quién entre la tripulación, a excepción de aquellos en la enfermería, ha sido infectado?"

    Ella estudió las ramificaciones de esa pregunta durante varios segundos. "No con cierto grado de precisión. La función de la máquina humana es variable por naturaleza".

    "Pero estás al tanto sobre Ritter y Tappen, Sievers y Jervis. ¿Cuál es tu mecanismo para la determinación de la infección?"

    "El personal de referencia ha sido analizado por el Dr. Liston. Sus registros médicos han sido actualizados y los datos médicos han sido correlacionados con otros factores conocidos. En estos casos, ha habido una alteración significativa y un deterioro de la función de ondas cerebrales y biológicas detectables".

    "¿Y puedes sentir eso?"

    "Los patrones de ondas cerebrales generan campos eléctricos detectables individuales y pueden predecirse con dispositivos bastante sensibles". Ella sonó como si estuviera dando una clase a un imbécil. "Una vez que los patrones conocidos se han desviado más allá de los límites originalmente catalogados, el individuo deja de ser reconocido como personal autorizado de la estación".

    "¿Me estás diciendo que sus ondas cerebrales cambian? Eso requeriría un cambio en... Cristo, más o menos la estructura del cerebro. El patrón de actividad sináptica".

    "Correcto."

    Una breve oleada de pánico lo amenazó, pero Brett la apartó. No tenía tiempo para eso. "Pero ¿cómo sabes que el personal no autorizado causó esos cambios?"

    Emily frunció el ceño. "Tengo la capacidad de crear asociaciones dinámicas basadas en la evidencia y entradas observadas. Estos datos se han evaluado correctamente".

    Brett agitó las manos en su dirección, esperando calmarla antes de que se embarcara en una defensa de su lógica. "Estoy seguro de que tienes razón, Casandra, pero la pregunta crítica es: ¿con más datos podrías evaluar el estado de infección de toda la tripulación de la estación? Preferiblemente antes de que se conviertan en... personal no autorizado como Ritter".

    "Es probable. Sería de valor acceder y analizar la estructura biológica del personal no autorizado".

    "No tengo ninguno a mano". Pero un pensamiento surgió en su mente y él saltó tras él. Había otras pruebas que podía ofrecer, aunque sería asesinamente tedioso examinarlas. "Casandra, acepta el programa oral de una rutina de monitoreo diario".

    "Esperando parámetros del programa".

    "Activa los perfiles de personal de toda la tripulación de la Estación Persia y los archivos de actividad de personal registrados desde el inicio del proyecto. Desarrolla una tabla individual para cada perfil de comportamiento estándar y respuestas a estímulos externos, tanto físicos como emocionales, basados ​​en tendencias observadas. Concéntrate específicamente en los patrones de estrés, rutinas diarias y rendimiento laboral. Accede a protocolos de entorno de aprendizaje dinámico para el análisis de datos al formar tablas de respuesta y evalúa la coherencia o inconsistencia de los datos a lo largo de las pautas de asociación dinámica. Crea un registro de actividades para cada perfil que se desvíe de sus patrones normales ". Eso no era lo bastante específico. "¿Entiendes a lo que me refiero?"

    Emily asintió lentamente. "Aberraciones estadísticamente significativas en el comportamiento individual".

    "¿Cuál es tu definición de trabajo de estadísticamente significativo?"

    "Una desviación mayor del cinco por ciento de todas las actividades consideradas. Comandante, esta es una solicitud de análisis muy irregular". Ella lo miró con las mejillas enrojecidas alternativamente verdes y rojas por el reflejo de las luces de la pantalla contra la cápsula de plastiviso. "Cualquier resultado representará extrapolaciones extremas de observación subjetiva".

    Él hizo una mueca. Era una programación de mala calidad y no muy diferente a pedirle a un pato que interpretara con precisión el gruñido y el maullido de un gato promedio en el jardín. "¿Pero puedes hacerlo?"

    "La tarea está dentro de mis capacidades. Se debe informar al Comandante Brett que la complejidad del programa proyectado y los requisitos del procesador probablemente consumirán el siete por ciento de los recursos computacionales del sistema Casandra. Esto excede el límite de procesamiento de tareas recomendado".

    "¿Va a comprometer eso el rendimiento de tus otras tareas de estación?"

    "No que usted advierta".

    Su respuesta le pareció sarcástica en su intención, aunque él la había programado para responder de esa manera a preguntas relacionadas con el rendimiento. Cualquier función que emprendiera que produjera una pérdida de menos del dos por ciento en la velocidad de procesamiento acumulada en todos los sistemas de estación no era algo que llamase la atención de Brett. Era algo que no necesitaba saber mientras se completara la tarea.

    Ella continuó: "Se recomienda que el Comandante Brett revise personalmente todos los datos de salida mediante la interfaz del sistema primario, modo oral para un mayor refinamiento de los parámetros del programa".

    Su corazón saltó de repente, extrañamente. ¿Me estás pidiendo una cita? "¿Por qué quieres pedir eso, Casandra?"

    "Para refinar los parámetros del programa".

    "Ya has dicho eso. Yo podría realizar esa función desde un terminal".

    "Entonces no he comprendido adecuadamente la intención de la rutina solicitada".

    Pero sí la había entendido. Ya la habían establecido. "Explica el problema".

    "Bajo los conjuntos de instrucciones actuales, el sistema Casandra informaría de las siguientes inconsistencias de datos que entraran en conflicto con el objetivo percibido de la última solicitud del programa: el Comandante Brett, Markus Jasper cumple con los criterios iniciales para el registro de aberraciones conductuales. La lógica computacional sugiere que la inclusión del Comandante de estación en este subconjunto es inexacto. La comprensión del sistema Casandra de los parámetros programados debe ser inadecuada en este momento. Por lo tanto, es necesario un mayor refinamiento".

    Brett sacudió la cabeza. "No te entiendo."

    "Ayer, a las 06:14:23 horas, relativo a la estación, el sistema Casandra registró un informe disciplinario para Brett, Markus Jasper. Este no es un comportamiento estándar contenido en el perfil de Brett, Markus Jasper".

    Él asintió entendiendo. "Esa fue una circunstancia especial. Pero tienes razón, habrá una serie de incidentes como ese. Tendremos que examinar patrones con el tiempo, en lugar de incidentes individuales".

    Sus grandes ojos azules no abandonaron el rostro de Brett. "Los sensores pasivos del sistema Casandra indican que Brett, Markus Jasper, ocupó distancia próxima a otro miembro de la tripulación de la estación durante los períodos de inactividad y descanso en las últimas veinticuatro horas, hora relativa a la estación. Este no es un comportamiento registrado previamente para el personal en el perfil".

    ¿Ocupó distancia próxima? Él no tenía idea de lo que eso significaba. No de inmediato, pero lo entendió y Brett apartó la vista de ella.

    Emily dijo: "¿Deberían registrarse futuros incidentes de este tipo como comportamiento estándar en su perfil, Comandante Brett?"

    No era una pregunta para la que él tuviese una respuesta.

    Ella debió de haber tomado su silencio como otro fracaso de comprensión. "Los registros de sensores pasivos indican la presencia de la Especialista Técnica Riley, Djen Marilea en los cuartos privados del Comandante Brett, Markus Jasper desde las 21:16:04 horas hasta las 05:22:15 horas, hora relativa a la estación. ¿Es esto un error de datos?"

    "No."

    "¿Le gustaría registrar esto como un comportamiento estándar actual y futuro para el Comandante Brett, Markus Jasper y la Especialista Técnica Riley, Djen Marilea?"

    "No lo sé"

    Su voz pareció endurecerse. "Esa no es una respuesta aceptable. Especifique de manera afirmativa o negativa".

    Quiso gruñir, y la admisión fue como tragar pedazos de vidrio. "No lo registres como una aberración".

    "Perfil de personal actualizado. Gracias, Comandante".

    "No quiero volver hablar de esto".

    Ella respondió con perfecta irascibilidad maquinal. "Envíe un nuevo comando o secuencia de consulta".

    No tenía elección. Brett se obligó a continuar. "¿Qué otros lugares se informaron a Ashburn esta mañana que contuvieran personal no autorizado?"

    "¿Desea una respuesta de audio o debo transmitir los datos a un archivo en su estación de trabajo?"

    "¿Es muy larga la lista?"

    "Actualmente hay más de siete ubicaciones. Cualquier serie que contenga más de siete elementos excede la capacidad media de memoria humana. Se recomienda que reciba estos datos en un archivo para su revisión".

    "Dame ambos"

    "El nivel de observación designado como Superficie Uno contiene personal no autorizado. Subnivel Dos dispensario médico, laboratorio de biología uno y cuatro cuartos de tripulación contienen personal no autorizado. Nivel Tres..."

    Brett agitó sus manos hacia ella. "Cancela. Cancela la secuencia de informes orales". Él se estremeció. ¿Ya estaba todo tan mal? "¿Casandra?"

    "Sí, Comandante Brett".

    "Compara el registro de tareas y la primera entrada registrada de personal no autorizado en la Estación Persia desde principios de mes. ¿La fecha de la misión externa del Xenohidrólogo Ritter a los respiraderos geotérmicos al este del Motor Nueve corresponde a la presencia inicial de personal no autorizado?"

    Hubo una respuesta inmediata de clics y zumbidos cuando ella accedió a sus registros de datos. Emily levantó la cabeza y pareció enfocar sus ojos en él.

    "Eso es correcto. Es razonable suponer que la misión externa del Xenohidrólogo Ritter y la llegada del personal no autorizado son incidentes relacionados".

    "¿Recomendaciones?"

    "Las regulaciones del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres requieren una notificación inmediata del personal administrativo del proyecto ante cualquier encuentro con entidades de origen desconocido o no terrestre".

    "Excepto que no podemos hacer eso debido al problema con las comunicaciones. ¿Cuáles son los protocolos secundarios?"

    "Se recomienda a los Comandantes de Emplazamiento que procedan a la investigación de entidades desconocidas con la máxima precaución. Observe los procedimientos agresivos de biocontaminación. Las muestras deben ser obtenidas para su análisis por especialistas humanos y el sistema Casandra. Las evaluaciones de toxicidad y amenazas de proyectos deben completarse y enviarse al Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres. ¿Desea programar una misión externa?"

    Brett negó con la cabeza. "Ya te responderé a eso. Voy a irme ahora".

    "Por favor, compruebe el inicio del programa de seguimiento de personal desarrollado durante esta sesión".

    "Hazlo"

    "El programa entró en el cronograma de producción. ¿Debo enviarle los resultados?"

    Él ya estaba en la puerta. "Vendré a verte cuando esté listo. Cierra sesión: Brett, Markus J."

    "Adiós, Comandante Brett".

Capítulo 13

    El letrero amarillo pegado a la puerta de la habitación de Ilam anunciaba su condición de cuarentena médica en grandes letras negras. Los visitantes recibían instrucciones de consultar al Dr. Liston o al "personal administrativo de la estación" antes de buscar acceso. No había otras medidas preventivas, pero en un sistema social tan pequeño y aislado como el de la Persia, Brett dudaba que se necesitara algo más. Nadie iba a acercarse a Ilam a menos que este llevara un letrero tan grande como el de su puerta que lo declarara seguro para su consumo.

    Si Casandra no le hubiera dado esta pieza del rompecabezas que perseguir, tampoco él se habría acercado a él.

    Brett llamó a la puerta una vez. Un traqueteo de actividad, un par de maldiciones amortiguadas, luego un fuerte y resonante choque respondieron desde el otro lado. La puerta se abrió de golpe e Ilam estaba plantado detrás con la palma de su mano en la frente y tapando el ojo izquierdo.

    "Ah", dijo. "Solo eres tú".

    "Querrás decir «Solo es usted, señor»". Debajo de la mano de Ilam había una zona de brillante hinchazón roja. "¿Qué te has hecho en la cara?"

    "Me he dado un golpe en la mesa cuando llamaste. Demasiada prisa, ya sabes. Pensé que Liston venía a decirme que me autorizaba a unirme a la raza humana". Ilam frotó los dedos contra lo que ahora se había convertido en un chichón bastante pronunciado encima del ojo. "Hay argumentos en beneficio del valor de una conexión de televisión para puestos remotos en emplazamientos espaciales. Creo que eso es algo que podrías mencionar en tu próxima carcajada maligna administrativa".

    Brett entró en la habitación, quitando a Ilam del camino con los codos. Cerró y pasó el cerrojo a la puerta detrás de él.

    "Tenemos televisión".

    "Tenemos una tele de hace una década que ni la BBC tendría el gusto de emitir".

    "Hay películas en la biblioteca a las que puedes acceder desde tu terminal".

    "Las he visto todas dos veces en los últimos cinco años, gracias".

    Brett cruzó los brazos sobre el pecho. "Solo llevas en cuarentena cuatro horas".

    "Y me está grillando la olla". Ilam extendió las manos implorantes hacia Brett. "Tienes que hablar con Liston, Chili. En serio, antes de que me vuelva loco. No he tenido ninguno de los síntomas que los demás han mostrado. Estoy en mejor forma que un violín. Más fuerte que un caballo. Demonios, estoy más sano que un ocelote. Tiene que haber alguna prueba que pueda realizar para sacarme de aquí".

    Había una sillita frente al escritorio de Ilam y Brett se dejó caer sobre ella. Ilam se derrumbó sobre la cama arrugada como si un peso de abatimiento lo hubiera derrumbado. La habitación de Ilam constituía un cuidadoso desorden. La cama estaba muy arrugada, pero las mantas y las sábanas parecían de un gris envejecido que sugería que no habían sido lavadas en la memoria reciente. Tanto el escritorio como la mesita de noche estaban enterrados bajo una mezcla de desechos electrónicas y mecánicos: largas bobinas de cables multicolores, placas de procesador rotas, un micrómetro con el mango roto y un par de alicates igualmente desmembrados. Las superficies debajo brillaban con una capa de lubricante de silicio.

    Brett alzó la vista hacia la cara de Ilam. "No creo que quieras estar afuera ahora mismo".

    "Oh, usted puede decir eso, Sr. Comandante de Estación. Merecido lo tienes si te pones en cuarentena también. ¿Ha autorizado Liston esta visita?"

    "Tú no entiendes lo que está pasando, ¿verdad?

    "¿Qué hay que entender? Tappen y Ritter y algunos otros han pillado unos bichitos. Liston les llenará con inyecciones de antibióticos y todo volverá a la normalidad la próxima semana".

    "Tappen estará muerto esta noche. Ritter puede que no salga de esta. Tenemos esperanzas sobre los demás". Brett puso algo de acero en su tono. "Eso a mí no me parece una simple gripe".

    Ilam se sentó derecho bruscamente. Miró a Brett con la mandíbula colgando. "Liston dijo que era una meningitis tratable".

    "Liston pensaba esta mañana que sabía de lo que estaba hablando, y no le ha contado a nadie la verdad sobre Tappen porque no quería provocar el pánico. Se ha pasado la mañana suministrando refuerzos antibióticos a todo el equipo de la estación para ayudar a calmar sus miedos". Brett se inclinó hacia adelante, colocó los codos sobre las rodillas e intentó poner un peso de seriedad en su mirada. "Pero lo que ve la tripulación es que cuatro de los cinco miembros del grupito de jugadores de cartas están gravemente enfermos y, por extensión, son contagiosos. Todos menos tú, y están asumiendo que caerás en cualquier momento. Aunque fueses liberado, serías condenado al ostracismo".

    "Yo no estoy enfermo", dijo Ilam.

    "Ya lo sé."

    Ilam lo miró con los ojos entornados. "¿Adónde quieres llegar, Chile?"

    "Liston está equivocado. Todavía no lo sabe porque acabo de empezar a juntar las piezas".

    "¿Y qué piezas son esas?"

    "No es una bacteria desenfrenada. No es meningitis espinal. Es otra cosa, probablemente lo mismo que destruyó las pantallas en el Nueve".

    Ahora Ilam miraba con los ojos muy abiertos y redondos. "Estás hablando de... ¿qué? ¿Alienígenas?"

    La conclusión se derramó de la lengua de Ilam mucho más fácilmente que de la de Brett. Él intentó sonreír, pero fue una sonrisa sombría.

    "Hombrecillos verdes. No exactamente, sino vida no terrestre. No tengo ninguna prueba de esa hipótesis, pero estamos trabajando en ello. Esa es una de las razones por las que estoy aquí. Creo que Ritter encontró una especie desconocida de bacterias nativas de ese respiradero geotérmico".

    "¿Y las trajo aquí? ¿Infectó a Tappen, a Sievers y a Jervis?" Había una nota de horror en la voz de Ilam.

    "Posiblemente a otros. Si suponemos que esta especie es una bacteria análoga a la terrestre, el período de gestación de una enfermedad dependerá del tiempo de transmisión, la frecuencia de contacto y las variaciones en los sistemas inmunes individuales".

    "Crees que habrá otros. Independientemente de los antibióticos".

    Brett apretó los puños. "Creo que todos estamos en riesgo. Cada uno de nosotros. Todos podríamos terminar como Tappen".

    "¿Por qué me estás diciendo esto?" susurró Ilam con voz áspera. "¿Por qué me lo has dicho a mí primero antes que a Liston?"

    Brett se echó hacia atrás otra vez, asegurándose de mantener contacto visual. "Creo que puedes responder esa pregunta tú mismo".

    No hubo respuesta.

    "¿Qué piensas, Ilam? Has tenido tanto o más contacto con Ritter que los demás, pero míralos. Están comenzando a deslizarse lenta e irrevocablemente hacia la tumba mientras tú estás sentado aquí perfectamente sano y quejándote de la falta de opciones de entretenimiento. En igualdad de condiciones, estoy seguro de que Sievers estaría más que dispuesto a cambiarse por ti en cuanto se lo pidieras".

    "No sé qué decir".

    "Entonces quiero que te sometas a una punción lumbar, y veremos qué hay de especial en ti para que puedas resistir esta infección mientras que los demás no pueden".

    Ilam quedó en blanco, luego palideció. "Esto está yendo un poco lejos, ¿no? Quiero decir, esos procedimientos duelen muchísimo. Podría ser simplemente que tengo una inmunidad natural".

    "Una inmunidad natural a un organismo no terrestre", reflexionó Brett. "Eso sería altamente improbable. Por otro lado, podrías decirme qué es lo que estás haciendo, que los demás no hicieron, y eso nos ahorraría tiempo a ambos y a ti más que un poco de dolor".

    Ilam selló sus labios y fijó su mirada en el suelo a sus pies.

    Brett continuó: "He estado hablando con Casandra. Aquí hay un hecho curioso para que reflexiones. Solo el doce por ciento de los organismos extraterrestres que actualmente residen en la Persia están presentes en el aire ambiente. El resto está dentro de las víctimas conocidas. Sin duda, cada habitación, cada corredor, cada laboratorio ha sufrido una brecha. El aire que estoy respirando ahora probablemente está contaminado. El aire que estás respirando. Oh, espera, excepto que Casandra ha escaneado esta habitación y me ha informado que aquí no hay organismos. En el resto de la estación se están volviendo ubicuos, pero no aquí. Quiero saber por qué es así".

    Ilam susurró: "No puedo decírtelo".

    "¿Porque no lo sabes o porque no quieres?"

    Ilam levantó la cara, los ojos muy abiertos y llenos de súplicas no expresadas. "No sabes lo que me estás pidiendo".

    Brett golpeó sus puños contra la mesa, esparciendo pedazos de detritos electrónicos. Ilam pegó un brinco hacia atrás por la súbita violencia.

    "Lo que sé", le dijo Brett, "es que si no me lo dices, la gente comenzará a morir. Morirán muy pronto. Primero los que conocemos, luego quizá Liston sea el siguiente y no nos quedará ningún tipo de médico para aliviar el dolor de los que quedan. El resto iremos desplomándonos miserablemente en pasiilos y rincones, sangrando por la boca, las orejas y las narices. Y tú serás quien tenga que presenciarlo todo. Y al final, te quedarás solo. Abandonado aquí. Suponiendo que no te vuelvas loco, Ilam, ¿qué le dirás al capitán del carguero cuando llegue? O supongamos que infringes la codificación administrativa en la retransmisión por satélite y consigues que venga un equipo de ayuda de una de las otras estaciones: ¿qué les va a decir y qué van a creer? ¿Se infectarán también la primera vez que se quiten los cascos en la segunda subesclusa? Entonces conseguirás ir a la Gobi, a la Malibu o a la Sahara y lo presenciarás todo de nuevo".

    No era una imagen agradable la que describía, pero Brett sabía que era precisa, excepto por una parte. Nadie vendría a rescatar al único sobreviviente de un contagio. El riesgo de propagar un virus o una bacteria desconocidos por las rutas de envío y por la Tierra estaba cubierto desde el mismo principio. Una vez que se confirmaba el brote, una vez que quedaba claro que no se produciría ninguna cura, el Comando Terraforma de las Fuerzas de la Tierra perseguiría un curso de extrema medida contra la Persia. Ella y todos los supervivientes conocidos serían purgados por fuego nuclear desde la baja órbita del espacio. También le daría a Ilam esa imagen para dormir si era necesario.

    "Prométeme que no se lo dirás a nadie", dijo Ilam.

    "Eso es una mierda, y lo sabes".

    "Nadie tiene que saberlo. Puedo decirte cómo y puede parecer que lo probaste en mí primero".

    "Ilam..."

    Ilam extendió las manos. "¡Ni siquiera puedes estar seguro! ¡Yo no puedo estar seguro!"

    "Dímelo", gruñó Brett.

    Ilam pareció hundirse. Su espalda se inclinó y sus brazos cayeron hacia el suelo. Su cuello se dobló como si su cráneo se hubiera llenado de hormigón. Cuando habló, su voz era muy pequeña.

    "Nanomecas"

    Aunque Brett lo había esperado, aún así sacudió la cabeza con disgusto. "¿Crees que la Convención de Kurzweil dejó de ser aplicable más allá del sistema Sol?"

    "Tienen usos farmacéuticos legítimos".

    "Cuando son prescritos por un médico legítimo". Brett apretó los dientes. "¡Cristo, Ilam! ¿De verdad eres tan estúpido? ¿Cuál es la programación? ¿Reversos para tus juegos de cartas de medianoche? ¿Nocturnos? ¿O fue algo incluso más banal? ¿Tal vez solo un estimulante del centro de placer?"

    Ilam frunció el ceño. "Yo no soy un adicto, Chili".

    "¿Entonces qué fue?"

    "Mejora sináptica directa. Nada más, y lo juro".

    "¿Por qué? Tú no eres un subfuncional".

    "No en la rutina normal de las cosas, no. Pero ¿aquí? Piénsalo, Chili. Piensa en lo que hago. Soy el mecánico. Soy el del equipo y la electrónica. Aprendí el oficio en talleres desarmando los reproductores digitales de la gente, luego me gradué en PC. No fui a la universidad. Luego acepté este trabajo, algo que pensé que añadaría algo de chispa al currículum personal". Ilam lo fulminaba con la mirada mientras hablaba, alzando la voz. "Todos aquí tienen títulos. Todos habéis acumulado letritas detrás de vuestros nombres y altos títulos y consecuencias, mientras yo trasteaba con juguetes rotos de consumo".

    "Y pensaste que si elevabas el voltaje y aprendías algunos trucos, serías más respetado".

    Ilam sonrió débilmente. "Mejor un técnico general que un mecánico de automóviles. Eso es lo que mi padre habría dicho".

    "Sabías que podías ir a la cárcel si te atrapaban".

    "¿Quién iba a atraparme? Los mecas solo pueden detectarse cuando están en su lugar. No es algo que se busque. Lo comprobé. Realicé una serie de pruebas con Casandra para simular una liberación catastrófica de nanomecas. No era una función que ella quería realizar. Requiere demasiada potencia de procesamiento para escanear la integridad de la estación completa, una unidad de micras a la vez". Ilam se encogió de hombros. "Ciertamente, ella habría notado un desajuste entre las imágenes cerebrales si yo estuviera dopando, pero no lo estaba. Me aseguré de desactivar y expulsar los mecas cuando supe que ella tenía un diagnóstico por imágenes".

    "¿Y funcionó, este gran riesgo que corriste?"

    "Yo podría hacer tu trabajo".

    "Cualquier mono con el cerebro de una naranja podría hacer mi trabajo".

    "Y el de Ritter. Y el de Djen. El de Micah. Puedo entender las tareas de cada especialista en la estación. Puede que no sepa realizar las funciones motoras reales. No sabría automáticamente cómo hacer ciertas tareas finas, pero puedo comprender sus significados y sus propósitos. Puedo analizar los datos que se les ocurran. Pero no soy más inteligente que antes, Chili. Mi CI no había cambiado. Simplemente recuerdo más. Puedo correlacionar paquetes de datos porque he mantenido esas conexiones vivas, y eso es realmente lo que es la inteligencia, ¿no crees? La capacidad de correlacionar hechos aparentemente no relacionados, ver en una escala mayor y acceder instantáneamente a la memoria de una manera eidética".

    Brett sacudió la cabeza. "Casandra puede hacer eso, pero no pensamos en ella como particularmente inteligente".

    "Tiene un recuerdo exquisito y un procesamiento rápido, y si fuera una mujer viva y respirando, nos caeríamos a sus pies y la adoraríamos. Si Casandra fuese humana, parecería tan sabia como una diosa".

    Brett lo ignoró. "Dime cómo. Exactamente cómo se hizo".

    Deteniéndose al principio, luego más tranquilo cuando vio que Brett no estaba allí para juzgarlo, Ilam comenzó a explicarlo.

Capítulo 14

    Era tarde, y Brett había consumido suficiente café como para que le ardiera el estómago. Una taza parcialmente vacía estaba frente a él, todavía humeante. Se sentaban alrededor de la mesa ovalada en la apretada sala de conferencias de administración justo al lado de su oficina. Liston estaba a su izquierda, Djen inmediatamente a su derecha, con Ilam a dos sillas de distancia de ella.

    Liston tenía oscuros círculos bajo los ojos y los hombros inclinados por la fatiga. Liston era la razón por la que estaban aquí. Brett había reunido a Djen e Ilam porque había reconocido esta como la mejor oportunidad para discutir sus conclusiones preliminares.

    Liston habló primero. "Tappen murió justo después de las veintiuna cero cero. Terminé la autopsia y algunos trabajos de investigación preliminares hace diez minutos. Gracias a la señorita Riley, descarté la meningitis y sus complicaciones como causa de muerte".

    "Cuéntanos lo que has descubierto", dijo Brett suavemente.

    "El agente identificado en las pantallas del Sperling también estaba presente en Tappen. Una rápida observación tanto de las porciones de las meninges como del líquido cefalorraquídeo indicó una considerable infestación de organismos que van desde el rango de diámetro de una a tres micras. No he explorado aumentos más nítidos, aunque podría hacerlo en los próximos días". Había un gran cansancio en el tono de Liston. Parecía suspirar sus palabras entre los labios. "Un nuevo examen del fluido obtenido de las otras tres víctimas conocidas ha revelado infestaciones similares en cada una de ellas, aunque todavía no he confirmado los vectores de transmisión, Comandante".

    Brett asintió su comprensión. "Esperábamos eso mismo. Necesitamos determinar qué estaban haciendo ahí. ¿Son básicamente de naturaleza parasitaria? Sabemos que su ocupación no es benigna, pero ¿está dirigida?"

    Liston se pasó las manos por la frente como acariciando el dolor de cabeza. "Los organismos parecen ser unicelulares. No tienen la masa ni la sofisticación de estructura que indicara alguna forma de inteligencia, por rudimentaria que sea. Terrestres o no, es una buena aproximación considerarlos de naturaleza bacteriana, y como las bacterias con las que estamos familiarizados por nuestras enfermedades infantiles, pueden enfermarnos terriblemente sin comprender lo que hacen. Creo que Tappen representaba una biosfera hospitalaria y un material nutritivo adecuado, nada más".

    Djen dijo: "Pero también atacaron el Motor Sperling. Eso sugiere algo más que parasitismo oportunista".

    Liston movió las manos. "No estoy anticipando argumentos, señorita Riley. El organismo no ha sido estudiado adecuadamente, ni por mí ni por otra persona, para poder pretender que entendemos sus hábitos. Lo que observé del cuerpo de Tappen fue una ocupación eficiente y agresiva de meninges como una especie de área de preparación para un asalto masivo a los tejidos corticales. Mi suposición es que, como la mayoría de las bacterias, estas entidades se reproducen rápida y exponencialmente en un entorno rico en recursos. La infestación procede dentro de grupos irregulares a lo largo del hipocampo y la amígdala, aunque evita el hipotálamo y loscmenos evolucionados sectores reptilianos del cerebro. Las porciones neocorticales mostraron una infección significativa, aunque más pronunciada en el hemisferio derecho que en el izquierdo. No anticiparé ningún argumento al respecto tampoco. Podría ser una coincidencia. Tendré que esperar a que Ritter y los demás pasen antes de poder confirmar todo esto como un patrón definitivo".

    Brett lo incitó. "Pero tienes un par de conjeturas".

    "Me gustaría conectar a Ritter al magnetoencefalograma primero. Al menos debería fingir que tengo alguna evidencia antes de abrir la bocaza".

    "Necesitamos todos las ideas que podamos tener sobre esto, toscas o no", dijo Brett.

    Liston suspiró profundamente. Estaba claro que expresar sus especulaciones no le atraía como un juicio particularmente sólido. "Preliminarmente, entonces. Sospecho que la acusación de parasitismo es correcta. Es el tipo de raro parásito que se permite matar a su huésped, pero eso puede ser tanto por un hecho de conocimiento inadecuado como por cualquier otra cosa. Ajuste e inicio de adaptación al sistema biológico del ser humano. Observo en esa suposición que el hipotálamo y los segmentos cerebrales reptilianos estaban, como he dicho, en gran parte desocupados. Mi reacción inicial es que los organismos discernieron sus funciones como soporte del sistema nervioso autónomo y mantenimiento de la continuidad corporal básica. Esas porciones del cerebro encargadas de la preservación de la cáscara humanoide, por así decirlo, las dejaron en paz."

    "Por el contrario, el hipocampo, la amígdala y el hemisferio derecho—esas partes que identificamos con la actividad experiencial y emocional-cognitiva—fueron las más fuertemente infiltradas. Hicieron cola en los cañones sinápticos en busca de algo. Ese algo, precisamente, yo lo no sé. Extrayendo qué sustento, tampoco puedo decirlo todavía. Pero si continuamos en la línea de la pura conjetura, el patrón se mantiene cuando consideramos las últimas acciones del Sr. Ritter. Una infestación crítica de las vías sinápticas nos conduciría, más o menos lógicamente, a asumir alguna interrupción en los patrones de pensamiento normales. El comportamiento errático tendría sentido, de la misma manera que lo permitiríamos para cualquier persona con fiebre cerebral clásica u otro problema neurológico".

    Djen esperó a que terminara, luego dijo: "Comparé la muestra parcial de un organismo tomado de uno de los cables de pantalla con las muestras que Liston obtuvo durante la autopsia. Sabemos que estos son los mismos organismos que atacaron el Motor Nueve. No sabemos cómo llegaron allí, y no sabemos por qué. Tampoco sabemos cómo. Se nos ocurrió que Ritter podría haber transportado aquí los organismos desde el respiradero geotérmico, donde las temperaturas eran más hospitalarias que en la superficie, luego podría haber entrado a la estación con el e-traje con la rotura que sabemos que tenía. Eso formaría un enlace convincente."

    "Por otro lado, no hay ninguna explicación sobre su capacidad para ingresar en el Motor Sperling, excepto a través de los canales de admisión de las persianas estándar, lo que implica que tienen que existir simultáneamente en la atmósfera del planeta. La combinación de entornos extremos es poco probable Uno u otro sería aceptable, pero no ambos. Tenemos ejemplos en la Tierra de extremófilos que podrían existir en condiciones árticas. Conocemos bacterias que viven en las aguas termales y junto a las fuentes hidrotermales a doce mil metros bajo la superficie del océano."

    "Lo que no tenemos es un fuerte precedente para un organismo de calibre bacteriano que pueda adaptarse a dos extremos tan diversos".

    Brett asintió. "Pero ¿tenemos pruebas de que las bacterias de Liston y los vándalos de las pantallas son el mismo organismo? Ambos tenéis imágenes microscópicas".

    Liston y Djen asintieron con inquietud.

    "Entonces aceptaremos eso por ahora como adecuado".

    "Solo bajo futura objeción, pendiente de mayor investigación", agregó Liston. "No podemos descartar la contaminación lateral de la estación por las pantallas. Tappen albergaba la bacteria en abundancia, pero Djen ha encontrado solo una muestra parcial hasta ahora".

    Djen coincidió con él. "Necesitamos nuevas muestras in vivo para comparar y hacer pruebas. Las necesitamos extraídas de su ecosistema natural y desprovistas de contaminación. Necesitamos comprender sus procesos biológicos. Lo que comen, lo que no, lo rápido que se reproducen".

    "Ya llegaremos a eso", dijo Brett levantando la mano para contenerla. "Doctor, ¿cuál es tu estimación de quién entre la tripulación podría estar infectado actualmente?"

    Liston apartó la mirada, incómodo.

    "¿Doctor?"

    "Una lista más corta sería la de quien no lo esté", dijo en voz baja. "Aún cuando los números de Casandra sean precisos y la mayoría de los organismos se concentraran en las víctimas conocidas, puedo poner el recuento descubierto en Tappen en varios miles de millones. El doce por ciento de su total haría que todos hubiéramos ingerido o respirado al menos uno. Puede que no todos seamos candidatos a una infestación severa, pero también estoy empezando a considerarlo. Los antibióticos pueden retrasarlos, pero hasta ahora no han ayudado a Sievers y Jervis".

    Era precisamente lo que Brett había estado esperando escuchar. Era la única forma en que podría convencerlos de lo que tenía que seguir. Brett presionó un poco más.

    "¿Cuál es tu pronóstico para Ritter?"

    "En lenguaje médico, Comandante, mi pronóstico es «muy reservado». En términos normales, yo le daría menos posibilidades que a esa bola de nieve. Simplemente no tenemos tiempo para hacer un análisis adecuado del organismo y determinar un curso de tratamiento adecuado. Tappen recibió una batería completa de cócteles antibióticos sin ninguna mejora notable. En Ritter está menos avanzado, pero no tengo muchas esperanzas para él después de lo que he visto. Sievers y Jervis también morirán." Liston alzó los ojos hacia la cara de Brett y frunció el ceño. "Probablemente moriremos todos".

    "Excepto Ilam", le incitó Brett.

    "Ilam no ha mostrado ningún síntoma hasta la fecha, pero Sievers y Jervis no presentaron ningún síntoma hasta ayer por la mañana. Dale tiempo". Liston asintió hacia Ilam. "Por favor, perdona la franqueza".

    Ilam bajó los ojos y se encogió de hombros como si quisiera escabullirse bajo la mesa.

    "¿Cuáles fueron los resultados de su análisis LCR?" continuó Brett.

    Liston finalmente agitó las manos molesto. "Estaba limpio, pero eso no es definitivo en este momento. Su recuento podría ser lo bastante bajo como para que la muestra que obtuvimos estuviera libre de infección".

    Brett permitió que su rostro se endureciera. "No lo creo, doctor".

    "¿Y por qué dices eso?"

    Él sonrió con todos los dientes y fingió confianza. "Déjame decirte por qué y luego déjame decirte lo que vamos a hacer al respecto".

    "Notarás que", dijo Liston, golpeando con los dedos contra la superficie de la mesa, "esto no solo es patentemente ilegal, también es estúpido".

    Brett estudió al médico y enmarcó su respuesta cuidadosamente. Ilam pareció encogerse. Él había sabido desde el principio que Liston sería la venta más dura de todas.

    Brett dijo: "¿Por qué lo defines como estúpido?"

    "La Convención de Kurzweil prohíbe expresamente el uso de tecnología nanomeca para la mejora no médica de sujetos humanos funcionales por encima del nivel mínimo de inteligencia".

    "Eso lo define como ilegal", respondió Brett. "Quiero saber por qué crees que es estúpido".

    "¡Dios mío, hombre! ¿Cómo puedes preguntar eso? ¿Cuántas personas mueren cada año por implantes recreativos de unidades nanomeca defectuosas? ¿Cuántos se dopan hasta el coma debido a una línea de codigo errónea o un nanoagente mal colocado o un transmisor defectuoso?"

    Djen intervino, "Pero los nanomecas se usan como antibióticos. Se usan como analgésicos y oxigenadores y antidepresivos. Es tecnología comprobada y es biomedicina comprobada".

    Brett le dirigió un guiño, apenas apreciable, por su apoyo. Ella lo captó, él lo supo por la astuta sonrisa que curvó los labios de Djen.

    Liston hizo un visible esfuerzo por calmarse. "Pero estáis hablando de insertar batallones de mecas directamente en el líquido cefalorraquídeo y luego en el cerebro. Los chinos intentaron eso en los años treinta. Los Estados Unidos siguieron el ejemplo a principios de los años cuarenta. Todos los resultados fueron coma eventual, disminución de funcionalidad y muerte definitiva. No tenemos la precisión de programación para llevar a cabo un trabajo tan sofisticado. La Convención de Kurzweil reconoció eso".

    "Kurzweil fue ingeniada para evitar que las superpotencias desarrollaran súper soldados a nivel genio con control activo sobre sus funciones neurológicas. Fue sobre derechos humanos en lugar de tecnología", dijo Brett. "Y para cada uno de tus adictos convulsionándose en las calles, hay cinco millones de clientes satisfechos a diario, ya estemos hablando de universitarios con aburrimiento sináptico para aumentar su recuerdo a corto plazo como de las cabañas de sueños eróticos en las puertas traseras del Lado Oscuro de Las Vegas".

    "Y eso también es ilegal".

    Djen entrelazó los dedos y observó a Liston. "Las únicas personas con el poder de emitir juicios legales sobre esta estación son Brett y Ashburn".

    "Yo podría perder mi licencia solo por apoyar tal acción".

    Brett se encogió de hombros. "Si sobrevivimos, nadie lo sabrá nunca. Si no lo hacemos, tu licencia te dará igual. Lo que no quiero escuchar es que no debemos intentarlo porque crees que es imposible. Sabemos que eso no es cierto porque Ilam lleva los últimos diecinueve meses demostrado que lo es. Tenemos el poder de remodelar una atmósfera planetaria a nivel molecular y, sin entrar en un profundo debate matemático, tengo problemas para creer que lo que estamos hablando aquí sea mucho más complejo que eso".

    Liston gruñó, "A menos que la jodamos del todo, Comandante. No hay margen de error en este tipo de procedimiento. Treinta protocolos nanomeca individuales, todos escrupulosamente programados. Es imposible creer que no cometeremos al menos un error, que no pasaremos por alto una unidad rebelde que realice daños catastróficos en los órganos humanos más sensibles. ¿Puedes vivir con eso en tu conciencia?"

    Brett le encontró con una mirada resuelta. "Dada la otra alternativa, ciertamente puedo".

    "Un fallo en caso de mejor escenario. ¿Qué pasa si hay más? ¿Cuántas vidas estás dispuesto a sacrificar hasta que lo hagamos bien?"

    "Ahí es donde básicamente no estamos de acuerdo. Creo que uno es el peor de los casos de manera realista. Casandra tiene la capacidad de realizar esta tarea dentro de parámetros fraccionales extremos. Realiza tareas similares todas las mañanas cuando recalibra los motores. Sí, este trabajo es más fino. Sí, requiere más atención y una devoción crítica del poder de procesamiento, pero no está más allá de sus capacidades y eso es lo que importa."

    "Por otro lado, la otra alternativa—el verdadero peor de los casos—es que nos sentemos cruzados de manos y girando los pulgares mientras nuevos miembros de la tripulación se infectan cada vez más. Ciertamente, la inserción de nanomecas puede matar a uno o a todos nosotros, pero Tappen y Ritter y los demás están demostrando que los organismos alienígenas nos matarán a menos que encontremos una manera de prevenirlo".

    Brett giró su silla hacia Ilam. "Hazle un resumen el buen doctor otra vez, Ilam".

    Ilam dio golpecitos con los dedos, nervioso, con la mirada baja para no ver sino su reflejo en la superficie de la mesa.

    "Um, el procedimiento es bastante simple. Sabemos que el Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres ha ordenado imágenes cerebrales regulares—-ah, mensualmente— con un escáner láser holográfico de alta definición. Esto se debe en parte al estudio del espacio profundo. La psicología del aislamiento encargada por el gobierno como parte de este proyecto. La función secundaria es proporcionar un mapeo actualizado de los patrones de ondas cerebrales y lecturas de actividad del centro cerebral individualizadas para los dispositivos de detección remota de Casandra".

    "Ya sé para qué hacemos las imágenes", espetó Liston.

    Ilam agachó la cabeza como si Liston le hubiera golpeado. "Sí, claro. Por otro lado, no es una función médica utilizada para correlacionar activamente los archivos de detección remota y los archivos de imágenes para formar un gráfico tridimensional cohesivo de la función cerebral de cada individuo. No usamos eso datos. Casandra, sin embargo, lo hace solo por las razones descritas. Puede identificarnos a cada uno de nosotros en una variedad de actividades por los impulsos eléctricos generados por nuestros patrones de ondas cerebrales. Estos son registros constantemente actualizados. El, um, procedimiento que yo intenté no estaba dirigido a proporcionar un aumento dramático en mis capacidades nativas. Yo quería un mayor acceso a la memoria y la capacidad de desarrollar vías sinápticas seguras y estables mientras realizaba mis diversos estudios."

    "Los nanomecas que he usado contienen unidades de macroprocesamiento. Son agentes multifuncionales capaces de realizar hasta nueve millones de cálculos por segundo. Su codificación de instrucción primaria implica la detección del disparo sináptico rápido por una red hemisférica, convergencia en nodos sinápticos activos y agresivo mantenimiento de las vías que se forman. Están limitados por un conjunto de parámetros implantados que describe la topografía neuroquímica específica de mi última imagen. Solo pueden soportar enlaces sinápticos ya activos y de formación observada. Cualquier otra alteración es excindida". Ilam se encogió de hombros vagamente. "Esa era mi protección contra las unidades rebeldes o los posibles efectos secundarios como la embolia. Leí lo suficiente como para reconocer los principales peligros de liberar criaturas directamente dentro de la corteza. Casandra produjo la mayoría del código como una simulación. Yo lo adapté donde era necesario".

    Liston puso los ojos en blanco. "Tienes suerte de no haberte lobotomizado a ti mismo".

    "Trabajé en ello", dijo Ilam. "Había un riesgo mínimo. Gran parte de la teoría y la aplicación básica ya habían sido realizadas por Parker y Johnson durante sus ensayos con subfuncionales en Oslo. La nanoterapia sináptica es una técnica comprobada y fueron post-Kurzweil. Nadie se quejó de su metodología o su legalidad".

    Liston hizo una mueca. "Se hacen muchas cosas a los subfuncionales que se considerarían indignantes para el resto de la población".

    Brett los detuvo allí. "No he mencionado esto para debatir el estado actual del sistema de salud mental, caballeros. Ilam nos ha demostrado que es posible. Tiene un protocolo existente que parece funcionar. Quiero que comencemos con la implementación de inmediato"."

    "El fallo en tu lógica es atroz", dijo Liston. "Ilam ha comprobado tentativamente que funciona en un cerebro no infectado. Si aceptamos nuestra comprensión actual de que estos organismos producen alteraciones físicas en la topografía y en los patrones sinápticos de la neocorteza, correríamos un riesgo considerable al interponer un régimen nanomeca con instrucciones para reconstruir la última imagen conocida. Se harían daños que no podemos predecir".

    Djen asintió. "Por otro lado, no podemos tomar una imagen reciente ahora que sabemos que las personas están infectadas y no se mantienen así. No sabemos qué tipo de cambios neurológicos se han efectuado ya. Quiero decir, podemos comparar los dos imágenes más recientes, pero eso no significa que tengamos una comprensión concreta de lo que es diferente a nivel experimental y de comportamiento".

    "Pero estaríamos aguantando", argumentó Brett. "La «agresión» programada de Ilam al menos evitará que los organismos hagan más incursiones. Puede que haya cierto daño neurológico. Puede que haya algo de pérdida celular o incluso disfunción de la memoria, pero es una alternativa, posiblemente nuestra mejor alternativa. Es un camino que yo estoy dispuesto a explorar porque también incluye la posibilidad de que los nanomecas puedan eliminar el organismo del sistema del individuo por completo".

    "Eso es hipotético", objetó Liston. "El organismo simplemente puede mantenerse a raya en una zona que aún no hemos descubierto. No aceptaré ninguna modalidad de tratamiento hasta que tengamos una oportunidad adicional de estudiar los organismos".

    "Comprensible", dijo Brett, asintiendo. "La primera prioridad es obtener muestras no contaminadas. Mientras tanto, comenzaremos el proceso de construcción de gráficos de ondas e imágenes con referencias cruzadas para cada uno de los miembros de la tripulación en función de los últimos datos conocidos. Casandra puede ocuparse de esa tarea sin mucha información necesaria. Si lo deseas, Doctor, continúa con tu análisis de Tappen y el resto de los enfermos. Esa información podría ser útil en el futuro, especialmente si podemos determinar las diferencias entre los hábitos de los organismos externos e internos".

    "No estaría de más añadir imágenes recientes de Ritter, Sievers y de Jervis a esa lista", señaló Ilam. "Podría ofrecer una idea de la progresión de la infección".

    "Definitivamente", dijo Liston. "Ofrecen una serie bastante definida de etapas de la enfermedad".

    "Pon a Micah rn el análisis de los organismos que tenemos. Es nuestro mejor biólogo". Brett los observó a los tres, llevando su mirada de uno a otro. "Y mantengamos esto en silencio mientras tanto. La tripulación estará tranquila mientras crean que han escapado de la amenaza de meningitis. No necesitan saber nada más hasta que tengamos opciones viables que presentarles. Si todo se reduce a los nanomeca como nuestra única solución, no vamos a obligar a nadie. Cada miembro de la tripulación tendrá que decidir si están dispuestos a aceptar el riesgo obvio, y no quiero que tengan que pensar en ello hasta el absoluto final. ¿Queda entendido?"

    Hubo confirmación murmurada de todas las partes. Después de un momento o dos de silencio, Liston se aclaró la garganta.

    "No hemos discutido el problema más obvio relacionado con estos organismos".

    "¿Que es?"

    "Si te he entendido, tu intención no es solo el desarrollo de una terapia para preservar a la tripulación, sino descubrir cómo matar efectivamente al organismo".

    Brett inclinó la cabeza. "Teniendo en cuenta los efectos secundarios que hemos visto de la cohabitancia hasta ahora, creo que eso es sabio, ¿tú no?"

    Liston se encogió de hombros con media aquiescencia. "Pero también entiendo que esto representa el primer contacto documentado con vida extraterrestre. Los paisanos de la Tierra no van a estar muy contentos si nuestra investigación se dirige únicamente a la expulsión y la erradicación en lugar de un estudio científico riguroso, especialmente si no les dejamos nada para examinar al final del día. Y creo que el estudio completo es obligatorio en nuestros acuerdos contractuales".

    Brett levantó una ceja. "Aprenderemos mucho sobre ellos con lo que ya tenemos en nuestros platos. Pero entiendo que esto no es lo mismo que una investigación adecuada, por lo que le haré la pregunta que me hice a mí mismo. ¿Qué va a llevar más tiempo, aprender a matarlos o aprender en profundidad sobre cómo nos matan?"

    "Creo que eso es obvio".

    "Me alegro, porque yo también lo creo. No tenemos tiempo para un estudio completo y preciso, no si aceptamos como objetivo principal la preservación del personal de la estación de la Persia. Este es un organismo hostil independientemente del hecho de que no pretenda ser destructivo. No podemos coexistir y, francamente, no pretendo invertir nuestros limitados recursos para el análisis de algo que tiene un efecto conocido. Quiero que nuestro objetivo principal sea el desarrollo de una biosfera preventiva dentro de la Estación Persia, una biosfera solo para humanos. Todo lo demás es periférico".

    "Pero ¿qué les vamos a decir cuando cuestionen nuestras prioridades? Esto es vida, Comandante. Sea lo que sea, es la primera evidencia de otra forma de vida en nuestro universo y se argumentará que solo tal descubrimiento es inmenso".

    "Les diré que estábamos haciendo nuestro trabajo tal como lo entendimos. Estamos preparando este planeta para la inserción de cianobacterias y la eventual habitación humana. Eso es todo. Esa es nuestra responsabilidad por contrato. Parte de esa responsabilidad es mantener a la tripulación sana y entera para que puedan realizar sus tareas".

    Liston se mordió el labio con inquietud. "Al Comando Terraforma no le va a gustar eso. Si hacemos esto incorrectamente, puede que no tengamos otra oportunidad".

    "Puede que no queramos otra oportunidad", dijo Ilam antes de que Brett pudiera responder. "Si tienes razón, si el organismo es capaz de trasladarse con éxito de un extremo atmosférico a otro, no hay razón para creer que no vaya a sobrevivir a la ecopoiesis y la terraformación posterior. Archae Stoddard podría convertirse en un paraíso, pero mientras el organismo permaneciese, sería inhabitable".

    Brett tomó su taza de café y estudió sus bordes. Liston hizo un argumento legítimo, uno que Casandra misma había declarado. Él dijo: "No me hago ilusiones sobre que podamos purgar el planeta de una bacteria nativa. Si sobrevivimos, bien podríamos encontrarnos desempleados. Podemos acabar siendo sujetos a ciertos abusos porque no seguimos el apropiado rigor científico en nuestra exploración del organismo. Cuando regrese el contacto por radio con el CG de Comando, estaré más que feliz de transmitirles todo este desastre para su decisión y su análisis si eso es lo que quieren. Si dicen que estamos despedidos, viviré con ello. Seré más pobre de lo que lo habría sido, pero volveré a casa cinco años antes. Yo lo llamaría un trato justo."

    "Voy a hacer lo inmediato y preservar la vida de mi tripulación y la integridad de mi estación. Si a alguien de arriba o más ducho en la orientación no le gusta eso, si no lo ve como una meta lo bastante noble... bueno, yo digo que les jodan. Esta es mi posición oficial sobre el primer contacto".

Capítulo 15

    El TUM gruñó a través del terreno arrastrado por el viento, sus atronadores neumáticos y los ejes del ancho de muslos rebotaban sobre piedras y pequeños afloramientos de roca.

    Los dos días transcurridos desde la última incursión en la fisura geotérmica habían reescrito las acanaladas superficies del camino hacia los motores externos, y Vernon parecía luchar con fuerza, pero sin éxito, para no chocar los dientes en las mandíbulas.

    Brett había vuelto a descubrir los tacos extensibles en el suelo y lograba mantenerse en el estrecho banco con un constante esfuerzo de presión de piernas y un agarre de nudillos blancos en el riel inferior del banco.

    Djen viajaba a su lado una vez más, sus caderas se tocaban, o más bien se golpeaban con cada sacudida de elevación y caída.

    Ilam se había embutido en un rincón donde mantenía las manos entrelazadas en una red de carga para mantener el equilibrio.

    Cada vez que Vernon pisaba el acelerador aullaba como un buen chico sureño. ¡Yii-jaa! ¡Yii-jaa! Brett sabía a ciencia cierta que él nunca había estado más al sur de Atlantic City, que no reconocería la bandera del estado de Georgia ni aunque estuviera envuelto en ella y que probablemente no podría distinguir una vieja canción country del oeste de un reggae brasileño, y pensó que alguien debería irrumpir en la cabina y darle bofetadas hasta que lo recordara.

    Pero Vernon sentía y compartía vicariamente con todos los demás el codicioso impulso. Nadie se quejaba de las sacudidas. Nadie se quitaba los cascos después de que la atmósfera y la presión se hubieran estabilizado en el compartimento de la tripulación. Si hubiera sido seguro, Brett podría haber viajado con la mano en el pestillo de salida. Puesto que no es que tuvieran prisa esa mañana, sino que simplemente estaban desesperados.

    Para Brett, era un amanecer que había llegado demasiado temprano después de una corta noche. En medio de ello había más de Djen y un tartamudeante y jadeante intento de terminar lo que había comenzado la noche anterior. Y él lo había hecho, lo había estado haciendo antes de que los fuertes rasgos de Djen se suavizaran, se derritieran y se transformaran en Emily, debajo de él y el aroma fuese el de melocotones en sus fosas nasales y el frío de la crujiente medianoche de octubre en su espalda desnuda. Cuando él eyaculó en ella, la visión se hizo añicos. Lo único que vio fueron los ojos oscuros y brillantes de Djen y sus dientes blancos. Su firme musculatura debajo de él. De alguna manera ella lo había sabido, y mientras le acariciaba la espalda con dedos de uñas afiladas, le había felicitado. Él no había estado seguro de por qué exactamente, salvo quizá por la persistencia. Luego se habían quedado dormidos porque él estaba exhausto y Brett se alegró por ello.

    Liston los había despertado, aporreando la puerta hasta que Brett había salido de la maraña de miembros y sábanas. ¿Ritter? le había preguntado Brett. Había sido una conclusión lógica. Con ojos inyectados en sangre, privados del derecho de descubrir la mañana, y labios hinchados por una mueca, el médico había dicho: Rand. Los mismos síntomas, pero peor. Además de Ekers. Comenzó a irse durante su turno nocturno, pero aguantó hasta el final porque solo eran dolores y una ligera fiebre... y había recibido la vacuna esta mañana. Se detuvo en el camino para avisar a esa chica suya del programa químico. Ella estaba en estado de coma cuando la encontró. No puedo decir si estaba trastornado por la pena o por la infección, pero estaba fuera de sí. Tuve que sedarlo.

    A su espalda, Brett había sabido que Djen se estaba levantando, escuchando y poniéndose la ropa. Mientras Liston hablaba, todo lo que escuchaba eran los suaves gemidos de placer de Djen durante la noche anterior. Podía ver sus largas y flexibles extremidades presionando la camiseta blanca almidonada, luego su traje. Brett había tenido que parpadear ante Liston para recuperar su atención.

    ¿Quién es tu segundo? había exclamado Djen por encima del hombro de Brett. Era Micah, por supuesto. Micah el biólogo que tendría las manos más que llenas después de la misión de la mañana. Brett se había recuperado lo suficiente como para decir Haz que te ayude. Llevaré a Ilam al respiradero. Micah es tuyo hasta que regresemos, luego haremos otros arreglos.

    Tres víctimas más. Lo mismo daba que cayeran de la noche a la mañana. La estación aún no lo sabría, no como un hecho general. Las personas tardarían poco más en correlacionar que los nuevos habían recibido los mismos antibióticos que los demás, y unos minutos adicionales para verificarlo. Entonces el pánico comenzaría en serio. Entonces se tendría que hacer algo, o al menos un plane acción presentado de forma tranquila y racional.

    Suponiendo, por supuesto, que nadie más cayese mientras tanto, especialmente de manera visible y violenta, al modo Ritter. Ashburn había recibido el pálido e incómodo control de la estación y la crisis inminente, diciéndole a Brett que esta vez había cerrado el armero pero que eso no era excusa para no volver echando leches.

    Por eso tenían prisa.

    La pendiente de la fisura se escarpaba cuando pasaron la profundidad donde Ritter había tomado sus muestras. Procedieron en fila india con Brett en cabeza, con Djen e Ilam apiñados detrás y Vernon cerrando la retaguardia.

    A cada paso, Ilam murmuraba por radio cosas que no podían oír, pero Brett observó que, en cierto modo, eso era mejor que el silencio que los rodeaba y había sofocado sus intentos de conversación en el largo viaje, por lo que no le dijo que se callara. Era inquietante, la casi ausencia de sonido.

    Llevaban lámparas de alta intensidad. Las mochilas colgadas al hombro estaban llenas de sensores, taladros, hidrómetros. El peso y el traqueteo del equipo en la cadera era tangible a través de su traje, pero encerrado en su casco y traje impermeable, para sus sentidos la mochila no hacía ruido. Cuanto más se sumergían, más notaba la oscuridad y el peso de la roca apilada sobre ellos. Esta le hacía querer jadear en busca de aire como si sus tanques estuvieran bajos o calibrados incorrectamente.

    Después de los primeros cien metros, la forma y características del respiradero comenzaron a cambiar. La superficie ondulada se volvía más áspera, todos los bordes y las afiladas piedras. La roca tenía un aspecto de obsidiana, fría, dura y opaca a la luz. Si alguno de ellos caía, el riesgo para sus trajes era considerable. Pero las paredes también habían comenzado a separarse, ensanchándose en lo que no era precisamente una caverna, sino un entorno menos claustrofóbico.

    Más adelante había nichos que parecían impresiones erosionadas en la roca por correosos cuerpos de serpientes. Algunos eran cortes verticales, cónicos en los extremos y anchos en el medio, que apuñalaban el techo, pero la mayoría eran cortes horizontales poco profundos cerca del suelo. Brett pasó sobre estos por un tiempo, moviendo su luz alrededor y adelante, luego se detuvo. Señaló que la temperatura del aire había subido a 281 Kelvin, muy por encima del punto de congelación. Puso la mano contra la pared y la apartó. La piedra seguía seca. Si hubiera humedad, no habría podido sentirla a través de sus guantes.

    "Comida, agua, calor", dijo él a medias para sí mismo.

    "Excepto que obviamente no requieren calor si hicieron lo que sospechamos que le hicieron al Nueve", dijo Ilam en respuesta.

    Djen dirigió su luz hacia ellos. "La capacidad de sobrevivir y las condiciones para una reproducción óptima son dos cosas distintas. Podrías sobrevivir desnudo en el Valle de la Muerte, pero no sentirías muchas ganas de quedarte en cueros después del primer día".

    Vernon soltó una risita. "Depende totalmente de lo guapa que sea. Comprende la mente de un hombre antes de hacer generalizaciones".

    Brett los ignoró. Con cuidado, se arrodilló y miró por debajo de la plataforma horizontal de piedra que sobresalía a sus pies. Había pequeñas depresiones en el suelo al lado y debajo de los afloramientos, charcos donde la lava se había demorado en su lento viaje hacia la superficie. Metió la mano en la cavidad hasta donde llegaba la mano, tocó el suelo y sacó la mano para mirar el guante. Nada.

    "Eso no es muy científico", dijo Djen arrodillándose a su lado.

    Él se encogió de hombros. "Es el instrumento más sensible que tengo a mano".

    "Pon tu cara más cerca del suelo e ilumina con la lámpara. Si hay humedad en la superficie, los bordes de las rocas deberían brillar".

    "Oh, eso es mucho más científico que mi método".

    Brett se aplastó con la luz que tenía delante. El nicho era más profundo de lo que había sospechado, casi un metro. No había ningún borde definido que examinar, solo una especie de nicho redondo moldeado en la pared del fondo como las orillas de un estanque o la marca dejada por una llanta de automóvil atascada en el barro. Aún así, había algo que no podía distinguir a simple vista. La roca parecía esmaltada, casi vítrea, y al principio pensó que podría haber sido carbonizada por el increíble calor de un antiguo flujo de magma. Pero el brillo era fuerte, como si la superficie hubiera sido recién pulida. Estiró la mano, pero no podía llegar tan lejos. Trató de moverse bajo la plataforma para acercarse, pero solo lograba atorarse.

    "Soy demasiado grande para bajar las manos hasta ahí", dijo finalmente. "Djen, vas a tener que intentarlo".

    "Tengo un hidrómetro", dijo Ilam, pero Brett lo rechazó.

    "Quiero evidencia clara, no solo números en una lectura que me indique que hay agua aquí. Si no puedo verla, no existe".

    "¿Es agua?" Vernon preguntó.

    "No lo sé. Aunque es algo. Quizá solo sea otras estructuras de anillo de silicato".

    Brett se puso de pie y Djen le entregó su lámpara cuando ella se dejó caer sobre el pecho frente a la fisura. "No tan rápido", gruñó él. "Ten cuidado"

    Ella serpenteó durante un momento, comenzó a rodar sobre la espalda antes de recordar el bulto rectangular de su intercambiador de calor y la unidad de aire sujeta a los hombros. Se conformó con presionar la parte exterior de su casco y los paneles laterales de la unidad de intercambio contra la cornisa y se serpenteó para estirarse. Brett podía escuchar sus esfuerzos, leves gruñidos y jadeos mientras ella avanzaba luchando.

    "Markus", dijo ella.

    "¿Quieres la lámpara?"

    Ella no respondió al principio, sino que contuvo el aliento. "Markus, ¿viste esto?"

    "Es como cristalización, lo sé. Hace demasiado calor para la congelación, pero ¿está húmedo? ¿Es agua?"

    "No es agua".

    Una puñalada de decepción. "¿Estás segura? No tienes luz".

    "Por eso estoy segura. Tienes que ver esto". Él comenzó a agacharse hacia ella, con la esperanza de mirar en la porción de oscuridad sobre su cabeza. Ella lo detuvo. "Apaga la luz, Markus. Apagad todas las luces".

    "No creo que eso sea sabio", reflexionó Vernon. "Esas lámparas han pasado las últimas dos horas entrando y saliendo de amplios diferenciales de presión y temperatura. Si las apagas, podrían reventar cuando quieras volver a encenderlas".

    "¡Pues tápalas, por el amor de Dios! ¡Tienes que verlo, Markus!"

    Él estaba a su lado entonces, apretando el botón de sus dos lámparas porque Vernon e Ilam estaba claro que iban a dejar las suyas encendidas. Las sombras se cernieron sobre ellos, y su casco rozó el de ella mientras se arrodillaba, luego se tumbó y miró fijamente la grieta. Por un momento solo vio el acuoso negro del túnel. La posimagen del resplandor de las lámparas lo cegaba. Sentía frío a pesar de la vibración de su intercambio de calor a su espalda.

    Entonces pudo escuchar el suave aliento de Djen, lleno de una maravilla tácita. Ella parecía rodearle, compartir el espacio dentro de su casco, su e-traje. Y entonces, él pudo verlo.

    De la oscuridad surgía una débil opalescencia, lo que inicialmente él había confundido con una posimagen en su visión periférica. Pero aquello no permanecía en los bordes de su visión, llenaba la oscuridad de la fisura con una pátina de color brillante. No blanco, sino rojo y verde y azul y una docena de otros tonos que él no podía nombrar, todos pulsando y cambiando de uno a otro como el brillo de un diamante puro. Era la luz de una estrella vislumbrada desde mil millones de años luz, tan fantasmal y pálida que era casi invisible excepto en las noches de invierno más claras y profundas.

    "¿Qué es eso?" le susurró a ella, aunque no podía saber por qué susurraba.

    "Luminiscencia interna. Posiblemente alguna forma de luz de oxidación almacenada, como los bichos luminosos en casa. ¿Lo ves, Markus, como se están moviendo? Como vetas de plata".

    Él no podía verla a ella, pero podía escuchar la emoción en su voz. "Pero ¿es esto por lo que hemos venido?"

    "Hace suficiente calor. Las condiciones aquí abajo son hostiles, pero la temperatura podría ser lo bastante cómoda si pueden hacer la transición de 280 K a la temperatura del cuerpo humano. En sentido nutriente, podría haber detritos gaseosos del último evento volcánico que sostiene un ecosistema básico".

    Ella gruñó y extendió el brazo hasta que sus dedos rozaron la superficie de la roca. Los levantó y Brett pudo ver una mancha brillante en sus puntas.

    "No hagas eso", murmuró él.

    "Mi traje está seguro". Ella no dijo el resto, lo que todos estaban pensando.

    Como si no fuese ya demasiado tarde.

    "Aún así", dijo él mientras tomaba su mano entre las suyas y le limpiaba los dedos, "no corramos riesgos innecesarios".

    "¿De qué estáis hablando?" preguntó Vernon.

    Iluminado por la luz de su lámpara, Ilam sonrió. "Bichos. Bichos dentro del suelo".

    Vernon giró hacia él. "¿Qué coño?"

    Nadie se lo había explicado.

    "Organismos biológicos microscópicos", dijo Djen. "Son la causa del fallo del Motor Nueve. Entre otras cosas, es decir".

    "Ni de coña". Vernon se acercó a ella, sosteniendo la lámpara al frente y avanzando lentamente. "Déjame ver".

    Djen se movió a un lado y se puso en pie. Tomó la lámpara de Vernon y la iluminó por el respiradero por donde habían venido para que el resplandor no lo cegara. Él se echó boca abajo durante un tiempo, sin decir nada, y luego se puso en pie. Su rostro era sombrío cuando aceptó la lámpara de ella.

    "¿Cómo es esto posible? El pogas rascó esta roca a profundidad de radar de dos kilómetros para esterilización. El proyecto nunca habría despejado si hubiera habido evidencia de una forma de vida, por muy primitivo que sea el ecosistema".

    Ilam dijo: "Obviamente pasaron algo por alto".

    Pero Brett frunció el ceño. "Vernon tiene razón. Aún no estamos lo bastante profundo. Podría ser un acristalamiento hiperreflectante que dobla las ondas de luz de las lámparas. Podría ser un nuevo tipo de mineral con propiedades fotodistributivas. Tal vez sea una reacción química fluorescente o una capa luminosa de gas. Podría ser cualquier cosa".

    "O podrían haberlos pasado por alto", repitió Ilam. "Puede que las lecturas del POGAS no sean lo bastante sensibles para detectar un organismo de este tamaño".

    "Ambos tenéis razón", dijo Djen. Abrió su maletín y sacó su taladro de perforación. "Obtendremos una muestra aquí, luego continuaremos. No podemos darnos el lujo de hacer suposiciones. Puede que no haya tiempo para volver si no hemos reunido pruebas suficientes".

    Brett estuvo de acuerdo y se pusieron a trabajar. Djen se recostó en el suelo y serpenteó sobre la grieta de roca. Brett extendió las patas estabilizadoras y probó la célula de energía antes de entregarle el taladro. El taladro era compacto y pesado. En lugar de una broca estándar, utilizaba un cilindro de gran diámetro y doble dentado en el filo, con dos hileras de dientes.

    El taladro cobró vida y Djen apoyó su hombro en él durante varios momentos.

    "El primer cilindro está en profundidad", informó ella. "He preparado las trazas. ¿Quieres que tome una segunda profundidad?"

    El depósito de lubricante de trazas de argón filtraba fluido tanto entre el cilindro externo y la roca como en todas las superficies expuestas de los cilindros interno y externo. La broca interior podría extenderse más allá del primer orificio casi el doble de la profundidad de la perforación original. La capa de lubricante enfriaba el metal y protegía la integridad de la muestra al recubrir el núcleo con un sello, el cual se recortaba después en el laboratorio. El argón era fácilmente identificable bajo aumento, y las muestras que conteniian trazas de argón después de la eliminación podrían desecharse como comprometidas por contaminantes superficiales.

    "Solo para ser minucioso", dijo él, asintiendo. "Aunque no espero que la contaminación sea un problema".

    Tras solo unos minutos más, Djen se levantó, con cuidado de llevar el taladro con la broca elevada. Ilam sacó una bolsa esterilizada, la abrió y la mantuvo abierta mientras ella pulsaba el botón en el mango del taladro que expulsaba el núcleo. La perla estriada y el segmento gris cayeron, sus superficies humeaban capa lubricante calentada e Ilam selló la bolsa. La bolsa también contenía una capa interior de gas argón no reactivo como protección contra agentes contaminantes.

    Ilam metió el contenedor en su maletín y cerró las cerraduras con un golpe.

    "Listo", dijo él.

    "Listo", coincidió Brett.

    Vernon negó con la cabeza y miró la oscuridad debajo del saliente de roca. "Bacterias extraterrestres. Eso no es bueno. No es bueno en absoluto".

***

    El respiradero se había nivelado debajo de ellos, una brusca y repentina interrupción del constante descenso. Brett se lanzó hacia adelante, más que dispuesto a aprovechar la ventaja. Se habían detenido ocasionalmente en nichos o afloramientos para buscar otras indicaciones del organismo. Tenían cuatro nuevas muestras y él había estado monitorando atentamente el aire restante. Tendrían que regresar al TUM en poco tiempo.

    Brett no estaba disgustado; era un trabajo tedioso el tomar muestras. Mucho caminar y esforzarse y buscar algo que fuese definitivo. Y todo ese tiempo, la Persia pesaba sobre él. ¿Qué sabía Liston? ¿Qué había descubierto en el tiempo transcurrido? ¿Había más enfermos ahora?

    O más muertos.

    Él se presionó a continuar con la promesa de un poquito más, un poco más allá del siguiente pozo de oscuridad. Excepto que al final no había un siguiente pozo de oscuridad, solo un negro vacío continuo. Las paredes del respiradero retrocedían en dos curvas, el suelo se extendía más allá de la insignificante iluminación de su lámpara. Brett alzó los ojos y vio solo más oscuridad, más noche sofocante. Se detuvo e iluminó en un amplio arco. No podía ver nada.

    Vernon silbó, pero había una pizca de miedo en aquel sonido.

    "¿Qué es este lugar?" Preguntó Djen en voz baja.

    "Dadme un GPS", dijo Brett.

    Le tomó a Vernon unos segundos acceder a su terminal. "¿Quieres los números o solo la confirmación de lo que estás pensando?"

    "¿Qué estás pensando tú?" Dijo Ilam.

    "Halprin Mons", respondió Vernon. "Esta habría sido la cámara de magma para el Halprin Mons, cuando estaba activo, quiero decir. Hace unos seis o siete mil años".

    Brett asintió. "¿A qué profundidad estamos?"

    "Poco menos de dos k."

    Djen añadió el haz de su luz a la de él. "¿Crees que este es el final de la línea? Es probable que haya otros respiraderos que salgan de esta cámara".

    "No quememos el aire", sugirió Ilam. "Voy a tener que pasar a la reserva a mitad de camino desde aquí".

    Brett pensó en ello y coincidió. "No sabemos de dónde podrían salir los otros respiraderos. Podríamos terminar a kilómetros del TUM, si es que podemos llegar a la superficie. Vernon, ¿cuál es la temperatura ambiente?"

    "Un muy cómodo tres cero cuatro Kelvin. Clima de bikini". Vernon le guiñó un ojo a Djen.

    "Cerca de la temperatura del cuerpo humano", dijo ella. "¿Quieres un núcleo de esta sala?"

    "Eso sería lógico". Brett regresó al túnel, luego giró y siguió la curva irregular de la pared de la cámara. Donde iluminaba la luz ante él, las paredes brillaban con silicatos cristalinos como lo habían hecho cerca de la superficie. Él se detuvo. "Me estoy preguntando".

    "¿Preguntando qué?"

    "Ilam, ¿qué es exactamente un silicato?"

    "Un silicato es un tipo de mineral que contiene silicio, oxígeno y uno o más oligoelementos metálicos. Estructuralmente, aparecen como tetraedros iónicos: pirámides con un átomo de silicio rodeado por cuatro átomos de oxígeno. Se forman en grandes cantidades dentro la mayoría de los enfriamientos de lava".

    "Tú no eres geólogo", dijo Vernon.

    Brett ignoró el comentario. "Toda esta estructura de ventilación es rica en silicato".

    "Como era de esperar. Gran parte de la mayoría de los planetas de clase telúrica son ricos en silicato".

    "¿Cuál es la diferencia entre, digamos, un silicato natural y un silicio de grado semiconductor? Específicamente, el revestimiento de silicio que usamos en los cables de micromalla para las pantallas del motor".

    Ilam dudó por un momento, pero se quedó parpadeando ante Brett. "El silicio de grado industrial, como el que usamos para las pantallas, pasa por una serie de refinamientos. Las mallas tienen un revestimiento de silicio de grado semiconductor eléctrico multidopado sobre un tubo de fibra de vidrio de silicato. La energía eléctrica y los paquetes de información transmitidos a lo largo de la fibra se dispersan en puntos de nodo regulares y se retransmiten a lo largo del revestimiento de silicio a microreceptores en las unidades mech. El átomo dopante real en uso depende del segmento de la pantalla y del sector de la malla en cuestión".

    Brett sacudió la cabeza. Sintió como si intentara escalar una pared que no podía ver. "Pero los silicatos y el silicio... ¿cuál es la diferencia?"

    "El silicio de grado industrial o electrónico es casi una sustancia obscenamente pura. Los silicatos son los parientes bastardos que han hecho una serie de matrimonios cuestionables". Ilam sonrió. "¿Qué tal eso?"

    "El silicio se extrae de los silicatos".

    "Calentándolo o diluyéndolo en ácido fluorhídrico. Aunque es mucho más complicado que eso".

    Djen dijo. "Markus, no sé si tenemos precedentes biológicos para una bacteria que metaboliza compuestos de silicio dopados de grado electrónico".

    Ilam sacudió la cabeza. "A mí no me mires. Le pasaré a Micah esa pregunta cuando regresemos a la Persia".

    "Creo que ya estamos más allá de los precedentes", dijo Brett. "Pero supongamos que Djen tiene razón, ¿qué otros usos podría encontrar el organismo para un entorno rico en silicio?"

    "¿Qué encontrarían las bacterias metabolizadoras de silicio como nutrientes en el líquido cefalorraquídeo y el cerebro de Tappen?" replicó ella.

    Vernon los miró sorprendido y comenzó a farfullar.

    "Ahora no es el momento de discutirlo", dijo Brett con firmeza. "Tomemos otro núcleo y terminemos".

    Los puso a trabajar con el taladro y las bolsas anticontaminantes, luego los envió alrededor de la curva de la sala en direcciones opuestas para investigar posibles sitios para perforar. Brett se dirigió hacia el centro de la gran caverna. Mientras los demás se alejaban, le hablaban por radio al oído, pero sus voces parecían distantes y metálicas. Sus potentes lámparas parecían disiparse, perder su luminiscencia. Cuando se alejaron de él, fue como si no pudiera verlos en absoluto.

    Esto, pensó él, es lo que era ser Tappen antes de morir, o Ritter o los demás ahora en estado de coma. La realidad ha retrocedido. El contacto humano se ha convertido en un susurro. Es un aislamiento no adulterado. Y también es lo que debe de ser existir como Casandra, Emily, a pequeña escala. Encerrada en un subnivel donde nadie la visita, las luces se atenúan o se apagan por completo. Solo el sonido de tus propias respiraciones metálicas te hacen compañía.

    Se estremeció, luego se recordó a sí mismo que eso no era realmente cierto. Él tenía movilidad. Tenía una luz que brillaba a sus pies y una voz que traía compañía en cualquier momento que él eligiera usarla.

    Casi sin pensar, Brett apagó la lámpara. La oscuridad lo consumió. Podía sentirla casi como olas rodando contra él, golpeándolo hacia atrás, hacia adelante, de lado a lado. No había ningún punto sobre el cual pudiera orientarse, y la conciencia de su propio cuerpo desapareció. Flotaba en mares de ébano bajo un cielo sin luna. Alzó la vista y vii estrellas, débiles pero deslumbrantes, que cruzaban la cúpula de los cielos. Estrellas que tintilaban de horizonte a horizonte.

    La perforación comenzó con un aullido ensordecedor y chirriante que se hizo eco a través de la cámara, parecía vibrar el aire. Los dientes de Brett se crisparon y, mientras observaba, las estrellas comenzaron a caer. No caer en arcos ardientes y fantásticos, no a recorrer el fondo del espacio más rápido de lo que sus ojos podrían rastrearlas, sino caer a la deriva como argentinos copos de nieve. Caían en lentas y aireadas danzas sobre corrientes de vientos invisibles. Una lluvia de estrellas.

    Brett dijo: "Alto".

    Nadie lo escuchó. La perforación continuaba con un ritmo desmenuzante y atronador. Les gritó, y el grito de la máquina tropezó antes de morir.

    "Ilam", dijo. Había demasiada respiración en su voz. Sonaba al borde del pánico.

    "Sí, Comandante".

    "Da la espalda a las luces y mira el techo. Dime lo que ves".

    La voz de Djen se entrometió, sonando cansada por la tensión. "Markus, ¿estás bien?"

    "Hazlo, Ilam"

    Silencio. El universo pareció colmarse con la muerte de las estrellas.

    No estoy alucinando. No soy Tappen. Yo no voy a morir.

    Ilam jadeó. "Dios mío, ¿es eso ...?"

    "Miles de millones de ellos", susurró Djen, y su voz estaba llena de asombro.

    No eran estrellas, eran ellos. El organismo sin nombre que había declarado la guerra contra Tappen y la Persia y los Motores Sperling en general. Se unían en estructuras de cadena como margaritas de belleza cristalina. Surgían desde lugares altos, desde grietas en el techo de la cámara, desde salientes a lo largo de las paredes. Cubrían la roca como gotas de polvo de hadas y, debido el trueno sónico del taladro, resbalaban y se volcaban y caían.

    Brett respiró hondo y contempló. Igual que Djen, su traje era seguro, pero no podía tolerar la idea de sus invisibles y diminutos fulgores individuales sobre los brazos y hombros, los muslos y la cabeza con casco. No podían entrar en el e-traje, pero estarían allí, aferrados, esperando la primera brecha, esperando ser arrastrados hasta el TUM, tal vez pasar a través de los procedimientos de descontaminación y luego, ávidamente, hacia el interior de la Persia donde se unirían a sus hermanos y hermanas. La espora de Archae Stoddard, un mundo estéril.

    Brett apuñaló el botón para encender su lámpara. El brillo era cegador, pero también cálido. Este hizo desaparecer la caída de estrellas, las reemplazó con un resplandor periférico ante su visor frontal.

    Brett agachó la cabeza y trotó hacia el túnel por el que habían venido. Indicó a los demás con la mano al pasar, sin confiar en su voz para llevar el mensaje apropiado. Ellos no esperaron, le entendieron. Los tres aferraron sus mochilas, sacaron el taladro de su agujero parcial y comenzaron a correr tras él.

    No hablaron hasta que estuvieron seguros dentro del transporte y camino a casa. Vernon conducía aún más imprudentemente, le pareció a Brett, como si lo que habían visto en la cámara de magma lo hubiese aterrorizado. Nadie preguntó sobre el estado del aire interno. Nadie iba a quitarse los cascos ni comprometer sus trajes.

    Finalmente, Djen dijo: "¿Qué era eso de allá atrás?"

    "Sabemos lo que era", dijo Brett.

    "Pero ¿cómo? A eso me refiero. Esos no eran organismos microscópicos, eran... racimos. Debe de haber cientos de ellos en cada copo, tal vez miles".

    "Ecocomunidades interdependientes que coexisten en obleas de silicato", dijo Ilam lentamente. "Esa sería mi suposición, aunque no se conocen con ese nivel de desarrollo. Pero eso también implica un nivel de altruismo al que no hemos dado crédito a las especies bacterianas".

    Djen frunció el ceño. "Si es altruista, es inteligente".

    Brett negó con la cabeza. "Eso no lo sabemos".

Capítulo 16

    Ashburn encontró a Brett directamente después de descontaminación. Brett lo vio venir por el pasillo, las líneas de su boca formaban una mueca sombría y fatalista. Levantó la mano para silenciar al oficial antes de que pudiera comenzar a hablar y le indicó que le siguiera. Bajaron dos niveles hasta la oficina de Brett y él cerró la puerta con llave tras ellos. Brett volcó de una patada la silla justo delante de su escritorio, esparciendo el montón de papeles que habían allí encima, luego la enderezó de nuevo.

    "Siéntate", le dijo.

    Ashburn obedeció sin decir palabra. Brett rodeó la esquina de su escritorio y se dejó caer en su silla. Una vez más, intentó iniciar sesión en el enlace del Comando Terraforma. Se había encontrado haciendo esto cada pocas horas desde ayer por la mañana, esperando en cada vez que la tormenta eléctrica se hubiera disipado antes de lo esperado, pero obteniendo siempre el mismo resultado: algunos segundos de silencio, luego una ventana emergente indicando que no era posible establecer una conexión.

    "¿Tuvisteis suerte?" preguntó Ashburn.

    "Recogimos algunas muestras. Djen e Ilam se dirigen a los laboratorios biológicos. Micah debería unirse a ellos en los próximos minutos. Con cualquier dios sonriente de nuestro lado, tendremos al menos algunos datos preliminares para esta tarde". Brett estudiaba al oficial mientras hablaba. Ashburn tenía demasiada tendencia a mirar hacia otro lado, a fascinarse con tamborilear con los dedos a lo largo de los muslos. "¿Por qué lo preguntas?"

    "Las cosas no van bien aquí".

    "Solo estuve fuera un par de horas".

    l

    "Tres horas y cuarto, cuatro para cuando terminó la descontaminación", gruñó Ashburn. "Creo que no me informaste completamente sobre la situación. Dijiste que la gente podría estar enfermando. No me dijiste que estarían correteando por ahí más chalados que un sombrerero".

    Brett se incorporó bruscamente. "¿Qué quieres decir?"

    "Quiero decir que tuve que frenar físicamente a Blowers para que no violara a Arina Resnick. Tuve que encerrar a Valent en sus dependencias antes de que cometiera pesticidio fatal contra el arboreto. Larson se ha encerrado en un rincón rodeada de luces fluorescentes y te grita como si la estuvieran matando si intentas apagar aunque sea una de ellos. Ese tipo de mierda de chalado flipado, Comandante, y esos son solo los incidentes de los que he podido estar al tanto".

    Brett se pasó la mano por la frente, tratando de pensar. "¿Por qué?"

    "Blowers insiste en que él y Resnick son pareja, aunque no lo han sido desde los primeros seis meses aquí. Valent estaba murmurando algo sobre escarabajos japoneses, Dios sabrá qué coño es eso, y Larson... demonios, Larson parece tener miedo de la oscuridad".

    "No me refería a eso".

    "Esa es la única respuesta que tengo para ofrecerte, a menos que quieras que sea fanco y te diga rotundamente que actúan condenadamente como Ritter lo hacía al final." Ashburn apretó los puños y frunció el ceño. "Los que no están jodidamente locos han logrado pasarse por la bahía médica en un momento u otro. Así que aquí está tu situación: tres de nosotros nos hemos vuelto locos, seis estamos de semi a totalmente comatosos, uno de nosotros está muerto. Eso nos deja veintidós empleados operativos en desconocidos estados de salud física o mental, menos de la mitad de los cuales se han presentado en sus turnos de trabajo esta mañana."

    "Ah, y para que conste, dado que Djen no quiso responder a los despachos prioritarios de Casandra esta mañana, me los enviaron a mí. Los motores tres, cinco, seis y ocho se han desconectado. No producen nada más que mensajes de error. Nadie está trabajando en esos problemas, que yo sepa, y probablemente nadie lo hará en el futuro cercano. Dado que la mayor parte de esta locura se ha venido abajo en las últimas doce horas, voy a ofrecerte uns evaluación optimista de que a menos que hagas algo para cambiar la situación, la Estación Persia estará muerta en el agua mañana a esta misma hora".

    "¿Cómo te sientes tú?" dijo Brett tan pronto como Ashburn se detuvo. "Personalmente, quiero decir".

    "Un poco más que agitado, y para ser honesto, eso me tiene acojonado". Ashburn lo miró por un momento más, luego sonrió débilmente. "Estoy bien, Chili. La mayoría de nosotros que quedamos parece estar bien, pero los que no lo están parecían haber estado bien ayer. Eso no es un gran alivio. Ahora estoy más aterrorizado por Liston, que por mí mismo. ¿Lo viste esta mañana? El pobre bastardo parece que no ha dormido en cien años, y está empeorando. No me malinterpretes, agradezco lo que él está intentando hacer, pero si no se cuida, será el próximo en caer".

    Brett asintió, entendiendo. "Y él puede ser el último de nosotros que podemos permitirnos perder. Hablaré con él. Micah puede darle un descanso por un par de horas si se trata de eso".

    "Excepto que vas a necesitar a Micah en bio para observar las muestras. Larsen es cuestionable y Ekers definitivamente ha caído. Esos son nuestros tres principales profesionales en biología".

    "Tenemos a Djen como secundaria. Es un refuerzo competente".

    "Creo que preferiría un poco más que «competente» en esta situación, Chili. Preferiría condenadamente brillante si puedo conseguirlo".

    "¿No lo haríamos todos?"

    Los dos hombres se miraron frente a frente a ambos lados del escritorio. Debajo de ellos, el sistema de circulación de la atmósfera comenzó un nuevo ciclo y llenó la estación con un ruido sordo. Momentáneamente, los respiraderos comenzarían a soplar aire cálido y húmedo hacia los pasillos, las oficinas, los laboratorios. En la cima de esa brisa probablemente habría organismos invisibles en busca de un anfitrión biológico.

    Ashburn dijo: "No tenemos suficiente tiempo, ¿verdad? No suficiente para entender cómo vencer a estas cosas".

    "Estoy trabajando en ello".

    El oficial se levantó de la silla y se volvió hacia la puerta. "Mientras tanto, intentaré mantener la paz, Comandante". Ashburn puso la mano en el pestillo y se detuvo. "Oh, casi lo olvido. Casandra te está buscando. Encendió tu terminal y no obtuvo una respuesta, así que me llamó para encontrarte. Parece pensar que es importante, pero no lo bastante vital como para compartir los detalles conmigo."

    "Me pasaré a hacer una visita", dijo Brett. "Y tú mantenme informado".

    "Yo mismo querría saber lo menos humanamente posible", murmuró Ashburn, y luego se fue.

    Brett notó por primera vez, al salir de la puerta de su oficina, que su tripulación se había escondido mientras él estaba fuera.

    Los pasillos estaban desiertos mientras se dirigía hacia la escalera y los niveles inferiores de la estación. Normalmente, eso lo habría irritado porque hubiera podido escuchar el sonido del reproductor de video pasando por la biblioteca de películas o rugiendo un viejo concurso deportivo. Una vez, Jaekel incluso había organizado una temporada de béisbol simulada basada en algoritmos diseñados a partir de un estudio intensivo del historial de rendimiento de los equipos profesionales. Durante más de dos meses, había generado programas de video de acción en vivo de sus simulaciones utilizando un inteligente empalme de viejas imágenes de la biblioteca y software de producción.

    Brett había pillado un par de partidos él mismo, encorvado frente al monitor panorámico con un sándwich y una cerveza fingiendo que era a principios de junio y que los Red Sox estaban triunfando. Imaginando que fuera hacía calor y estaba verde y olía a puro sol... y que tal vez los Sox tendrían suficiente gas este año, este año por fin, para conseguir un anillo. Cuando no había estado viendo la pantalla, se había tomado el tiempo de escanear los resultados de las cajas generadas. Todos lo hacían, al menos hasta que quedó claro que Jaekel era un fanático sin escrúpulos de los Yankees que estaba falsificando los números del programa. Los Bronx Bombers habían ido 32-4 antes de que la tripulación descubriera el truco y migrara a nuevos entretenimientos. Lo mismo había dado. Brett se había cansado de meter a la mitad del personal de la estación en un informe disciplinario por esquivar los deberes de la tarde para ver el juego de pelota.

    Los Sox habían ido 8-27. Los Yankees ganaron la serie con cuatro por encima de la Ciudad de México mucho después de que todos, excepto Jaekel, dejaron de importarle.

    Sin embargo, sin partidos ni películas en este momento. Sin pistas de risa enlatada. Solo silencio desde el salón. El monitor de video había sido apagado. Los pasos de Brett resonaban como fuertes aplausos por el pasillo. Estaba casi oscuro en el laboratorio de química al pasar, con solo los delgados cuadrados de luz blanca de las campanas de escape iluminando. Las otras unidades de oficina pertenecían a los científicos que trabajaban en ese laboratorio, pero tampoco había luz bajo las puertas.

    Brett bajó un nivel y encontró más de lo mismo. El nanomeca y el laboratorio de programación estaban desiertos, excepto por Rician; un genio de la codificación, silencioso pero intensamente concienzudo; que hacía más de lo que le tocaba para mantener los motores funcionando. Saludó a Brett con cautela al pasar, pero no sonrió cuando Brett le devolvió el saludo. Era el compañero de trabajo de Rand, se percató Brett, y sin duda tenía más consideraciones importantes con las que ocupar sus pensamientos que sonreír o no al Comandante de Estación.

    Fue con alivio que él levantó la escotilla hacia el nivel más bajo y se dejó caer en el pasillo oscuro y sombreado hacia la cámara de interfaz principal del sistema. Al menos se suponía que esta parte de la estación era fría, oscura y silenciosa. Hoy, lo era en todas partes, la sensación era espeluznante.

    Brett entró en la habitación de Casandra e inició sesión siguiendo su protocolo habitual.

    Parpadeó sorprendido cuando la interfaz principal del sistema se giró hacia él. Emily estaba sonriendo.

    "Buenos días, Comandante".

    No, no fue una sonrisa. Fue una mueca arqueada solo en las comisuras de la boca. Sus ojos azules brillaban a la luz, su naricilla se arrugada de placer. Era una expresión de placer travieso, como si acabara de decirle una mentira escandalosa, como si en cualquier momento le fuese a guiñar un ojo y reirse.

    Él la había visto, esa mirada, esa pose exacta, mil veces. Pero nunca de Casandra. Solo de Emily, y verlo le quitó el aliento. No pudo responder a su saludo. Requirió toda su concentración solo mantenerse en pie.

    "Gracias por responder a mi solicitud", continuó Casandra. "He completado el primer análisis del programa del modelo de comportamiento del personal. Sería beneficioso revisar los resultados con usted".

    Su voz sonaba discontinua. "Iba a venir a verte cuando estuviera listo".

    "Los resultados preliminares me llevaron a creer que existe una gran posibilidad de un riesgo grave para la salud o la seguridad. Mi interpretación de las normas de la misión determinó que le notificara los resultados".

    Brett tuvo que apartar la mirada. "¿Tu interpretación? ¿Desde cuándo tienes una interpretación de las regulaciones?"

    "El programa de modelado de comportamiento se creó utilizando herramientas de entorno de aprendizaje dinámico. Todos los datos de entrada y salida se han evaluado dentro de ese entorno. La rigidez de la estructura de regulación no era un estándar razonablemente exacto o bastante preciso para evaluar el comportamiento humano."

    Brett volvió a mover la cabeza y se obligó a mirarla. "¿Qué?"

    "La comprensión administrativa de la aplicación de la regulación era inconsistente", dijo Emily indolente a su sorpresa. "He creado una interpretación de las normas de misión que concuerdan con los patrones disciplinarios y de cumplimiento del oficial al mando de la estación. Esto me pareció razonable. ¿Le gustaría verificar la estructura de codificación?"

    "Casandra, yo soy el Comandante de Estación".

    Emily asintió y la sonrisa se amplió. "He intentado analizar los datos en un patrón consistente con tu modo de percepción y pensamiento, Markus".

    "Yo..."

    Sus rodillas cedieron. Brett las sintió tambalearse, el hueso y el tendón parecieron licuarse, y golpeó el suelo antes de darse cuenta de que se estaba cayendo. Se sostuvo sobre las manos y rodillas. Había una opresión en su pecho, una oleada de sensaciones vertiginosas dentro de su cráneo. Brett jadeó en busca de aire.

    Levantó la cara hacia ella. "¿Cómo me has llamado?"

    "Markus. ¿Deseas cambiar a otro predeterminado?"

    "¿Por qué has hecho eso? ¿Nunca has hecho eso." Se estaba sofocando. "Nunca me has llamado por mi nombre. Nunca."

    "He estudiado el historial de comportamiento de la tripulación de la estación. El Comandante Brett, Markus Jasper en referencia agregada de conversación directa e indirecta es denominado Markus el sesenta y dos por ciento del tiempo, Comandante el doce por ciento y Chili el veintidós por ciento. Las referencias restantes del cuatro por ciento contienen lenguaje que los programadores del sistema Casandra etiquetaron como inapropiado u ofensivo".

    Emily inclinó la cabeza hacia abajo como si lo estuviera mirando. "¿Desea que agregue el nombre Markus como referencia directa a la lista de términos inapropiados u ofensivos en este Perfil de usuario?"

    Ahí estaba ella. Esa era Casandra, y la comprensión lo hizo sentirse débil y tenso. Pero podía respirar de nuevo. No se estaba ahogando en un repentino mar de pánico. Brett se enderezó, trató de levantarse, pero encontró que lo mejor que podía hacer era sentarse con las piernas recogidas sobre el pecho y los brazos alrededor de las rodillas.

    "Está bien", dijo él finalmente. "Simplemente me sorprendiste".

    "¿Desea seleccionar otro referente?"

    "No. Markus está bien. Puedes llamarme Markus".

    "Gracias, Markus".

    "¿Cuáles eran los datos que querías revisar?"

    Un panel lateral en el caparazón negro azabache de la máquina se deslizó hacia abajo para revelar un monitor de pantalla plana. Aparecieron líneas, formas onduladas en rojo, puntas irregulares y canales en verde. Casandra trazó una cuadrícula, pero Brett ignoró la imagen que presentaba. Mantenía los ojos fijos en Emily, en su sonrisa.

    Ella dijo: "He seleccionado dos ejemplos del período de análisis más reciente que presentan patrones no típicos no incluidos en los parámetros originales del programa. Este gráfico es una representación de los patrones conductuales de ondas zeta y beta y relacionados por el Especialista Técnico en Biológia: Ekers, Michael, durante el último período de revisión de veinticuatro horas. He detectado una supresión significativa de la actividad de la onda beta indicativa de una disminución en el estado de alerta normativo y la operación funcional humana. El análisis inicial demostró un aumento posterior en la actividad de la onda zeta normalmente asociada con poca profundidad. sueño o períodos de actividad creativa intensiva".

    Brett asintió lentamente. "Ekers se presentó en la bahía médica temprano esta mañana".

    "Estos datos se han correlacionado con los informes médicos presentados por el Dr. Liston. El Especialista Técnico en Biológia Ekers ha continuado demostrando el aumento de la actividad de la onda zeta desde esta mañana. Su estado en los registros médicos ha sido catalogada como comatosa. Las imágenes de ondas cerebrales referenciadas y su estado actual son complementarios".

    "Entonces, ¿cuál es el problema?"

    "El programa de modelo de comportamiento que tú instituiste, Markus, no indica que el miembro de la tripulación Ekers ha sido comprometido por personal no autorizado. Sin embargo, ha dejado de ser una entidad humana reconocida en este momento. También es lógicamente inconsistente que el miembro de la tripulación Ekers exhiba síntomas consistentes con un estado comatoso cuando los datos del sensor indican que estaba móvil, activo y que funcionaba normalmente durante su turno de trabajo".

    Brett entendió. "Los parámetros para la detección no son lo bastante precisos. Ekers se comportó de una manera comportamentalmente consistente con el comportamiento mientras estaba gravemente infectado".

    Emily lo reconoció con un ligero movimiento de cabeza. "En contraste, la Especialista en Programación Química Rian, Elisabeth, ha sido certificada de manera similar por el Dr. Liston como comatosa". El gráfico en la pantalla desapareció y fue reemplazado por otro diseño similar. "Esta es una representación del miembro de la tripulación Rian que cubre el mismo período de análisis. Ten en cuenta que el eje de comportamiento indica una desviación significativa de los patrones históricos estándar antes de su certificación como comatosa por parte del personal médico. Los sensores remotos y los protocolos de extrapolación indican que rechazó las invitaciones sociales presentadas por otro miembro del equipo de la estación durante el período de tiempo de comparación".

    Brett sacudió la cabeza. "Querer estar solo no constituye evidencia bastante convincente. Veremos a más miembros de la tripulación aislándose a medida que otros enfermen La gente se está asustando".

    "Esta aberración también se ha cruzado con búsquedas de datos realizadas bajo el perfil de usuario del Especialista Rian. La Especialista Rian escaneó catorce documentos relacionados con las técnicas de aborto fetal humano".

    Brett murmuró una maldición. "¿Está embarazada?"

    "La especialista Rian no estaba embarazada en su última evaluación médica".

    "Entonces, ¿qué estaba haciendo?"

    Casandra hizo una pausa y Brett reconoció por el zumbido de sus procesadores que estaba accediendo a datos adicionales.

    "Por favor, consulte el siguiente archivo de audio", dijo ella.

    Los altavoces explotaron, y un sonido de estática débil llenó la habitación. Hubo una resonancia de murmullo como una conversación mal grabada. Brett tardó varios segundos en reconocer que era una voz la que estaba escuchando. Estrangulada, gimiendo, sollozando. Alguien estaba llorando. El sonido se aclaró repentinamente, como si se hubiera quitado un filtro, y Brett entendió. Ella había tenido la cara enterrada en una almohada mientras lloraba. La voz de Rian era tensa, casi histérica, pero la bajó a un susurro, furtiva de vergüenza.

    Lo siento, cariño. Lo siento mucho. No sabía lo que estaba haciendo. Estaba asustada. Lo siento.

    Una y otra vez, una letanía de disculpas.

    Brett dijo: "No entiendo".

    "El historial médico de la Especialista Rian indica un aborto fetal humano antes del empleo del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres. Una revisión de las búsquedas de datos realizadas bajo su perfil de usuario no indica ninguna investigación previa sobre este tema. La Especialista Rian no tiene un historial verificado de respuesta agitada a imágenes o estímulos de entrada oral con respecto al aborto fetal humano. Este incidente representa una aberración de patrón de comportamiento estadísticamente significativo".

    "¿Y cómo era su actividad de ondas cerebrales durante la noche, antes de su traslado a la bahía médica?"

    "La Especialista Rian registró una actividad de onda zeta aumentada, similar a la mostrada por el miembro de la tripulación Ekers. También tenía supresiones similares en las lecturas beta. Es lógico, he notado, mostrar una actividad de onda beta disminuida durante los períodos de alerta intelectual."

    Brett se mordió el labio pensativamente. "Los patrones de ondas cerebrales son consistentes, pero los patrones de comportamiento no lo son. Antes del coma, hay un aumento en la actividad de la onda zeta y una disminución en la onda beta".

    "Sí, Markus".

    "¿Cuáles son algunas de las funciones humanas normales asociadas con la actividad de la onda teta?"

    "He mencionado algunos estados de sueño. La etapa de sueño R.E.M se caracteriza por una actividad intensa de la onda zeta. Además, la actividad de la onda zeta menos intensa durante los períodos de vigilia puede ser indicativo de soñar despierto, asociación creativa o intuitiva profunda o recuperación enfocada de la memoria humana a largo plazo".

    "Estás diciendo que tanto Rian como Ekers estaban soñando despiertos".

    "Vivamente soñando despierto con diferente conectividad a la realidad", corrigió Casandra.

    "Más como sonambulismo. El cuerpo está despierto pero la mente está soñando".

    "Esa es una analogía adecuada".

    "Rian está soñando con un evento traumático pasado. Ritter habría soñado con la mala lectura en el juego de cartas. No veo una conexión entre esas dos cosas ... ¿y cómo encaja Ekers? Se comportaba normalmente. Vio que estaba enfermo y fue al médico."

    Estaba pensando en voz alta, eso era todo. Brett no podía ver una respuesta a ninguna de sus preguntas, y Casandra, si tenía respuestas que dar, no las estaba ofreciendo. Después de unos minutos de frustración, Brett suspiró y lo dejó ir.

    "Entonces, ¿dónde nos deja eso? Quiero decir, con el programa. ¿Qué mejoras me recomiendas?"

    "El modelo de comportamiento no es un estándar de diagnóstico lo bastante sensible. Recomendaría un análisis completo de la actividad de la onda zeta para todo el personal autorizado".

    Brett asintió. "¿Puedes tú hacer eso?"

    "No con precisión. Mis sensores remotos pueden realizar un análisis definitivo solo en sujetos aislados. El personal humano en congregación requiere la entrada de datos adicionales para la clasificación y especificación de los sujetos. Las suposiciones de los datos de entrada pueden contener fallas lógicas que comprometerían la validez del resultados. El personal de la Estación Persia generalmente no se aísla a menos que se prepare para períodos de sueño. En ese momento, se esperaría una mayor actividad de la onda teta".

    "¿Podríamos recalibrar tus sensores para aumentar la sensibilidad?"

    Casandra negó con la cabeza. "Los sensores están operando actualmente con la máxima sensibilidad de hardware".

    "¿Qué hay de nuevo hardware?"

    "La Estación Persia no posee dispositivos de hardware adecuados en su inventario para este comando".

    Brett se frotó las sienes. Habían comenzado a latir. "¿Recomendaciones?"

    "Realiza un análisis de ondas zeta en toda la tripulación no infectada y carga los datos de resultados para su almacenamiento y análisis. El inventario de la bahía médica indica que la Estación Persia posee actualmente dos unidades operativas de microencefalografía".

    "¿Y el programa modelo de comportamiento?"

    "Continuaré ejecutando este programa correlacionado con la entrada de análisis zeta. Los refinamientos necesarios pueden sugerirse solos".

    "De acuerdo. Además, ten en cuenta que hemos obtenido muestras del personal no autorizado. Djen y Micah registrarán sus hallazgos a medida que avance el trabajo. Es posible que desees acceder a esos datos y correlacionar cualquier cosa que pueda parecer útil. A tu discreción, por supuesto."

    "Por otro lado, la situación es muy fluida. Cuanto más asustada está la gente, más extraño es su comportamiento. Ten esto presente, pero continúa ejecutando el programa. En este punto, no sabemos qué datos pueden resultar útiles al final".

    Brett se puso de pie. "Comprime estos datos en un archivo seguro y transmite una copia a la estación de trabajo de mi oficina con copia al Dr. Liston para su revisión. Envíalo bajo mi perfil de usuario con una notación de máxima prioridad".

    "Tarea completada", respondió Casandra.

    "Una cosa más", dijo. "Necesito que accedas a un programa antiguo, escrito por el miembro de tripulación Ilam, que involucra la correlación de las imágenes del cerebro y los escaneos MEG más recientes. ¿Sabes a qué me refiero?"

    "Sí."

    "Si quisiera obtener información como esa sobre cualquier miembro de la tripulación ... quiero decir, si quisiera hacer un perfil de topografía cerebral como lo hizo Ilam y digitalizarlo de la misma manera, ¿a qué nivel de precisión llega eso?"

    "Un hombre de tu edad tendría poca variación topográfica desde el último escaneo, Markus".

    ¿Un hombre de tu edad? ¿A qué ha venido eso? ¡Cristo!

    "¿Preceden todas las imágenes de la tripulación almacenadas y los datos MEG a la detección del personal no autorizado?"

    "Sí. Por regulación, las actualizaciones del archivo de imágenes de la tripulación y del microencefalograma se realizaron según lo programado a principios de mes. Los datos solicitados tienen menos de dos semanas de antigüedad".

    Eso serviría bastante bien, pensó Brett. "Copia ese programa en una cuadrícula con un búfer más grande, luego ejecútalo para toda la tripulación de la Estación Persia en la lista. Incluye a todo el personal regular sin importar el estado de autorización. Todos ellos, insisto en ello. No eximas a Ritter ni a los demás que se han convertido en personal no autorizado. Todo el personal humano. ¿Está claro?"

    Esperaba que lo estuviera, porque a él no le había sonado muy claro.

    "Entiendo. Deseas treinta y dos iteraciones de este programa especificadas para cada instancia humana presentada en el registro de la tripulación".

    "Maravilloso. ¿Cuánto tiempo llevará eso?"

    "Es una solicitud de procesamiento considerable. El tiempo de ejecución puede exceder las siete horas".

    "Ejecútalo de todos modos y almacena los resultados en un archivo de acceso continuo, ¿de acuerdo?"

    "Tu solicitud ha sido registrada", respondió ella. "Gracias por venir, Markus".

    Él sonrió. "De nada. Te veré mañana".

Capítulo 17

    Se reunieron de nuevo por la noche, Brett y los demás, colocados alrededor de la mesa ovalada en la sala de conferencias de administración.

    Parecían devastados ​​sin excepción.

    La cara de Djen estaba abatida y pálida, su cabello estaba aplanado por el peso del e-traje que ella había usado todo el día en la cámara especial de contención del laboratorio biológico.

    Ilam se apoyaba pesadamente con los codos sobre la mesa, usando las manos para mantener la cabeza recta como si fuera la única forma en que pudiera simular el estado de alerta.

    Liston estaba realizando una impresionante imitación de un cadáver. Los círculos debajo de los ojos se habían oscurecido de púrpura a negro. Tenía las mejillas hundidas y los hombros caídos como las mandíbulas de un decrépito perrillo de caza.

    Entre ellos, solo Micah conservaba una apariencia de energía, de frescura. Él era el único que no parecía derrotado.

    Brett se preguntaba si eso se debía a que el bioespecialista estaba emocionado por haber sido incluido en la camarilla administrativa o si simplemente el tipo era demasiado estúpido para entender lo que todos se estaban jugando.

    Brett no sabía qué aspecto tendría él para ellos. Se esforzaba por transmitir una sensación de confianza y fuerza, pero parecía tener dificultades en concentrar su atención. Se distraída con el brillo de la mesa de imitación de madera de palo de rosa. Curvaba los labios ante la llamativa decoración malva y ciruela. Deseó haberse acordado de tomar un par de tazas de café de camino arriba. Él había convocado esta reunión para un informe de estado, debería haber estado mejor preparado.

    Brett se giró primero hacia Liston. "Estás hecho una mierda. ¿Cuándo dormiste por última vez?"

    Liston solo gruñó.

    "Justo después de esta reunión, es una orden. Tres horas mínimo. ¿Está entiendido?" Liston asintió vagamente. "Tú vas primero".

    Liston comenzó a levantarse, luego suspiró y se dejó caer en la silla. Abrió una carpeta de archivos manila frente a él en la mesa y distribuyó una serie de brillantes imágenes fotográficas.

    "Siguiendo los datos que me enviaste esta tarde de los análisis de Casandra, Comandante, he revisado las lecturas que había tomado de Ritter aquella mañana. Puedo confirmar el aumento de zeta, la disminución del patrón beta. Sin embargo, esto no es concluyente. Ritter está en coma. Se esperaría que hubieran disminuido las lecturas de ondas beta. Lo mismo con los demás en la enfermería. En cuanto a la sugerencia de Casandra para el MEG a todo el personal... Trabajaré en ello. Es una buena idea, pero necesito encontrar tiempo."

    Brett asintió. "Entendido. Te ayudaré si podemos encontrar a alguien que pueda manejar la máquina".

    "Eso está bien, porque no tendré tiempo para enseñar a nadie. Aunque hay un tutorial en línea y un manual de usuario. Dame a Vernon. No es especialmente brillante, pero es terco como una tenia y tiene maña para que las máquinas hagan lo que él les dice."

    "Hecho."

    La posibilidad de ayuda pareció alentar a Liston. "Voy a darte una visión rápida y sucia de lo que tengo hasta ahora. No tengo el tiempo, la energía ni la experiencia para dar un simposio sobre detalles de neurobiología. Estas fotos que estás mirando toscas imágenes de color falso de la topografía del cerebro de Siever". El médico se detuvo, les miró uno por uno y se aclaró la garganta. "Por cierto, Sievers murió a las dieciséis horas de esta tarde. Jervis se irá en algún momento de esta noche, y tengo serias reservas sobre Rian. Ella nunca fue muy resistente, así que espero que caiga rápidamente. Aunque Ritter sigue luchando."

    Liston le ofreció una silenciosa disculpa a Ilam, luego continuó: "Este es un segmento de tejido más grande que el que discutí ayer. Una imagen previa a la disección del lóbulo temporal, hemisferio derecho. Deberías reconocer los destellos de polvo de estrellas, me imagino."

    Brett estudió la imagen. Lo que veía era una topografía ondulada y desnuda que le recordó a colinas de arena. Cortando de derecha a izquierda a lo largo de la curvatura entre rojizas colinas había una banda de plata líquida como un arroyo de agua dulce golpeado por la luz de la luna.

    Liston dijo: "Lo que estás viendo es el exterior del mismo cerebro, justo debajo de las meninges, aunque logré dejar intacta la membrana pia mater para esta imagen. La banda plateada es un grupo de los organismos invasores operando en un nodo neural. Lo que están haciendo precisamente es solo una hipótesis, pero ya llegaré a eso. Mira la segunda imagen ahora". Liston barajó su propio fajo de papeles. "Este es el mismo segmento con un aumento de aproximadamente veintidós veces. Es una serie de redes neuronales conectadas. La neurona es una estructura celular piramidal que consiste en un cuerpo celular, una fibra de axón larga y delgada y varias dendritas más cortas, al final de los cuales hay terminales sinápticos. Los mensajes se comunican de una neurona a otra mediante impulsos electroquímicos que avanzan por el axón hasta los terminales sinápticos. Estos terminales se enredan con las dendritas de las neuronas circundantes, quienes reciben el mensaje y lo transmiten en ad infinitum".

    "Notarás los terminales sinápticos en esta foto. Las protuberancias bulbosas alrededor de los finos terminales sinápticos son vistas ampliadas de nuestro organismo desconocido. Quizá hasta varios cientos ocupan el diámetro del axón de una neurona infectada en un momento dado"

    Brett levantó el rostro hacia Liston. "¿Qué están haciendo?"

    "Comiendo, Comandante", dijo Liston. "Están comiendo".

    Un escalofrío lo sacudió. "Explica eso".

    "He revisado minuciosamente la materia cerebral de Tappen y Siever. La evidencia que presenté ayer parece ser válida. El organismo prefiere el hemisferio derecho, no el izquierdo. Elige el lóbulo temporal, pero no el frontal. El hipocampo y la amígdala, pero no el hipotálamo."

    "¿Lo cual significa?"

    "Aquellas porciones del cerebro que controlan las funciones autónomas se han evitado, las que controlan los patrones básicos del cuerpo y el mantenimiento de los sistemas físicos. Las porciones que gobiernan la cognición, la percepción, la emoción y la memoria están muy infectadas. Eventualmente, los segmentos relacionados con la actividad motora queda infectad. El organismo es un parásito, Comandante. Examine, si lo desea, la siguiente fotografía."

    Brett pasó a la siguiente imagen. Era otra foto de color falso. El objeto en el centro era de un deslumbrante verde fosforescente. Estaba erizado con pelos puntiagudos desde una carcasa redondeada y grumosa, pero también era translúcida. Formas sombrías de hilo curvado, oblongo y en espiral caían bajo la superficie de su piel gelatinosa. La criatura parecía estar de cuclillas sobre patas delgadas como ramitas, con los cuartos traseros inclinados hacia arriba en un ángulo obsceno. De una protuberancia circular más pequeña, un látigo verde de material desconocido colgaba como un brazo tentacular hacia el interior de un hueco oscuro entre dos baldas de materia rosada. A Brettt le recordaba a un gran rebaño de animales, una vaca engordada, agachándose en un arroyo para beber.

    "Ese filamento que se extiende desde el orificio delantero está encajado en el hueco sináptico entre dos neuronas", explicó Liston. "El organismo acepta nutrientes a través de esa «lengua», por así llamarlo, interceptando la transacción electroquímica de setenta milivoltios que se supone que se produce entre las neuronas durante el proceso de pensamiento adecuado".

    Djen levantó la vista. "¿Pero qué gana?"

    "¿Energía? ¿Iones de potasio?" Liston se encogió de hombros. "No lo sé, todavía. Lo que he encontrado curioso es un interesante desarrollo comunitario. Hay algunas porciones de la corteza prefrontal y el lóbulo temporal que están más fuertemente investidas, otras lo están menos. Las concentraciones más altas de actividad parecen reflejar la fuerza existente de la red neuronal. A cierto nivel, esto tiene sentido. Si estás buscando nutrientes, te mueves hacia el bosque, no hacia el desierto. Sin embargo, hay unidades de comunidad más pequeñas que existen fuera los ganglios neuronales principales. Al principio pensé que se trataba de una expansión preliminar, pero estas unidades no parecen ocupar los terminales sinápticos. Se agrupan cerca de las dendritas, los receptores."

    "¿Y qué hacen?" dijo Ilam lentamente.

    "Descargan energía en forma de dispersión iónica electroquímica en el espacio entre los terminales de una neurona no relacionada y las dendritas de la neurona en la que existe la comunidad. Esto forma un enlace que une las dos células y aumenta la velocidad de activación de la neurona ocupada."

    Nadie habló para cuestinarle, pero Liston levantó la mano como si esperara una refutación.

    "Es inaceptable, lo sé. No hay altruismo en este orden o vida, pero creo que eso es exactamente lo que está ocurriendo. Mientras la comunidad se debilita y eventualmente corta la conexión entre una neurona y otra, interceptando los iones que fluyen por el axon, las unidades de exploración están sacrificando su propia energía vital pseudocompatible para aumentar las conexiones locales con las neuronas relacionadas. Ambas están reforzando y creando conectividad entre las células neuronales."

    Micah golpeó la mesa con la mano. "¡Por supuesto! Porque proporciona más nutrientes para la comunidad. Cuanto más fuerte es la conexión, más frecuente es el estímulo, más neurotransmisores excitadores se producen dentro del soma, se transmiten por el axón y hacia la hueco sináptico para el consumo".

    Liston no refutó eso. Se volvió hacia Brett. "Eso explica mucho. El aumento de actividad de ondas zeta ocurre porque los organismos estimulan en exceso las neuronas relacionadas con la memoria, la conciencia y la percepción sensorial. Explica la confusión de Ritter y algunos de los incidentes similares de semicoherencia contenidos en el informe de Casandra."

    "El hemisferio derecho está más íntimamente conectado a las partes primitivas del cerebro humano. Se comunica a través de imágenes que se mueven rápidamente, que activan las neuronas en una secuencia rápida y repetitiva. Es mucho más activo electroquímicamente en muchos de nosotros durante nuestros períodos de reflexión y conciencia general que la parte izquierda, que se ocupa de los comportamientos lógicos, regimentados y mecanicistas. Una o dos neuronas infectadas de cada cien mil millones no causarían ningún efecto apreciable, por supuesto, pero difunden esa excitación de neuronas para un evento sensorial o de memoria dado a lo largo de un nodo neuronal relacionado, y lo estimula continuamente, fortalece las conexiones y afectaría la percepción de la conciencia. Podría alterar la interpretación de otra información sensorial o incluso el contenido del mismo pensamiento."

    "¿Podría...?", dijo Brett. Necesitaba ser claro en este punto, clavarlo para que no se escapara. "¿Son los organismos capaces de generar series espontáneas de pensamientos?"

    "Supongo que eso es una posibilidad. Los patrones de dispersión que he observado son curiosos. Los organismos tienden a migrar a áreas en las que ya existen enlaces sinápticos fuertes y activos. Recogen su cosecha a partir de recuerdos visitados con frecuencia, de cadenas de asociación de pensamiento recientes y frecuentes, y fortalecen los lazos ya existentes."

    "Los datos de Casandra dicen más o menos lo mismo. El aumento de la actividad de ondas zeta marca períodos de sueño de movimiento ocular rápido. ¿Qué sabemos sobre los ciclos REM? El cuerpo experimenta una forma de parálisis muscular, los sistemas autónomos fluctúan con estímulo neuronal artificial porque la mente está soñando. Está representando patrones sinápticos como si estuviera despierta. Los sueños son en realidad una forma de alucinación nocturna. Cuando un individuo experimenta un sueño activo antes de que el cuerpo esté completamente dormido, esperamos que caminen dormidos, como ha notado usted, Comandante."

    "La infección por este organismo parece producir alucinaciones similares al sueño, al menos como lo presentan los datos MEG. En algunos casos, Ritter es un buen ejemplo de ello, el cuerpo de la víctima no queda sedado lo bastante rápido. Los cuerpos siguen funcionando, pero están representando la secuencia de su paisaje onírico."

    Ilam se aclaró la garganta para interrumpir. "Entonces el organismo no puede ser parasitario en el sentido clásico. Los parásitos no matan intencionadamente a su anfitrión, lo que hemos visto es el resultado final".

    "Estoy de acuerdo", dijo Liston. "La inducción del coma probablemente no sea intencional. Pero estas son bacterias. Se alimentan, crecen, se reproducen geométricamente. No les lleva mucho tiempo invadir un sistema cerrado sin resistencia adecuada. Es más que probable que el coma sea el resultado de la expansión. Los sistemas son infectados, redirigidos, programados incorrectamente por la intervención de los organismos. Eventualmente comienzan a desconectarse. Podría llamarse errores de código. Mi argumento es que aquellos que experimentan efectos como Ritter y Larson no están completamente despiertos, pero tampoco están completamente dormidos. Están viviendo una realidad hipnogógica hasta que el cuerpo queda tan infectado que se derrumba. Es probable que la mayoría o todas las víctimas hayan experimentado períodos prolongados de desconexión con la realidad. La red neuronal impuesta en ellos habría sido en algunos casos más perturbador que en otros. Cuanto más perturbador, más notable es el cambio de comportamiento. Probablemente sea mejor que el coma aparezca rápidamente. Si estos sueños y alucinaciones continúan en la inconsciencia, todavía no puedo decirlo."

    Liston hizo una pausa. El peso total de su fatiga pareció asentarse y él se reclinó en la silla. "Podría estudiar esta interacción durante años sin obtener respuestas definitivas. Es extremadamente mala ciencia formar cadenas de suposición tan extensas con tan poca evidencia, pero esto es lo que puedo ofrecer".

    "Quiero más", dijo Brett. "Me acabas de decir que estos pequeños bastardos pueden tener la capacidad de usar nuestros propios recuerdos contra nosotros. Nuestros propios malditos sentidos. Necesitamos entender cómo funciona eso". Se echó hacia atrás e hizo una mueca ante la dureza de su tono. "Pero solo después de que hayas dormido un poco".

    "Después de dormir, puede que elija lanzar todo esto por la ventana como mala metodología. El brillo de medianoche es inevitablemente la locura del amanecer". Liston sonrió con cansancio. "O algo así".

    "Si se te ocurre algo mejor como resultado, también lo escucharé". Brett giró su silla y se fijó en Micah y Djen. "Vosotros estáis despiertos. Aprovechad eso".

    Los dos intercambiaron una mirada cautelosa, luego Micah sonrió y le guiñó un ojo a ella. Él era alto y largo, elegante como un aleta caudal y temerario como un tiburón. Micah presionó los hombros contra el respaldo del asiento. Brett pensó que iba a subir las botas encima de la mesa.

    "Dejando a un lado las consideraciones médicas, Chili, tengo que decirte que este organismo es un perverso de mierda. Quiero decir, si Liston pudiera pasar años en su aspecto de estudio, podría hacer una maldita carrera con ellos."

    "Danos la versión condensada por ahora", dijo Brett.

    "Claro, claro". Micah sonrió abiertamente. Tamborileó un ritmo staccato por la rodilla con la punta de los dedos, como si buscara un lugar para comenzar. "Lo que estamos viendo es una especie de bacteria extremadamente agresiva, extremadamente desarrollada y extremadamente comunal. Es un fenómeno increíble, pero no fuera del ámbito de la extrapolación de lo que hemos visto en la Tierra y del registro fósil en Marte. Básicamente, esta especie es lo que llamaré una polífila anaeróbica. He tenido que inventarme esa palabra. En biología, cuando hablamos de bacterias, tenemos a nuestras psicrófílas, bacterias que aman el frío; a nuestros termófílas, amantes del calor y muchos grupos intermedios. Y es solo un tipo para cada cliente, amigos. Eso es todo."

    "Al principio, estaba emocionado porque sabía que con lo que había sucedido en el Nueve, podríamos haber encontrado a una subpsicrófila. Imposible, hombre, pensé. Quiero decir, cuando estás hablando de psicrófilas extremas, hablas del punto de congelación del agua, quizás un poco más frío."

    "Estos tipos están fuera de todas las listas. Las muestras extraídas de la parte alta del respiradero se tomaron a un rango psicrofílo bajo. Gran cosa, pensé. Si pueden lidiar con las temperaturas exteriores normales para entrar al Nueve como vosotros decís, mantenlas por debajo de cero grados centígrados y obtendremos algo. Pero la muestra indicó una concentración suficiente para suponer que pueden tolerar temperaturas aún más altas con cierta comodidad. Así que pasé a la siguiente y a la siguiente. He obtenido cápsulas.como saltamontes verdes."

    "Han demostrado, a través de las muestras de zonas progresivamente más cálidas, que se adaptan a temperaturas cálidas y lo hacen en un santiaméen. Y eso es una locura, simple y llanamente. Me hubiera encantado tener un núcleo de la cámara de magma. Ilam y Djen dijeron que estos bichos estaban fuera de control en un ambiente de dos noventa a trescientos Kelvin. Eso me patea el trasero. Se supone que las bacterias no funcionan en un rango tan amplio."

    "Pero sabemos que estas sí", instó Brett.

    "Exactamente", Micah hizo una señal de pulgar hacia arriba.

    Brett encontró su felicidad inquietante. Molesta. En este momento, quiso levantarse como un resorte de la silla, saltar la mesa y darle una bofetada solo por tener tanta energía.

    "Esa fue mi primera pregunta al entrar al laboratorio," continuó Micah. "Sabemos que arruinaron un Motor Sperling, lo que significa que tuvieron que sobrevivir a temperaturas en el rango de doscientos Kelvin y también sabemos que pueden acelerar como dientes de león sobre hormonas de cocaína dentro del cuerpo humano. Eso es una desviación de temperatura demostrada de más de cien K. ¿Cómo lo hacen? Quiero decir, esto no es solo un extremófilo, es un jodido chifladófilo según mi libro. Resolver esa pregunta era el problema número uno. Después, por supuesto, se confirmaron los fragmentos que Djen sacó de las pantallas con muestras en vivo de los núcleos de ventilación. Para asegurarnos de que atrapábamos las partes correctas, ¿entiende?"

    Liston suspiró audiblemente y Djen le metió el codo a Micah en las costillas. "Ve al grano".

    Micah solo le guiñó un ojo otra vez. "Este es un territorio bastante complicado, pero os lo desglosaré. Para que la vida exista, cualquier vida, incluso vida bacteriana, debes tener una combinación de elementos hospitalarios que apoyen el crecimiento y la proliferación. Estos son el agua, los nutrientes, combustible y espacio. La mayoría de las bacterias prosperan en la roca sedimentaria porque pueden metabolizar los compuestos de carbono. Más raras son aquellas que pueden prosperar en rocas ígneas, lo que encontramos en Archae Stoddard. Los núcleos de muestra se tomaron de una roca ígnea porosa no diferente al basalto. El problema con la roca ígnea es que no mantiene muy bien una forma de vida bacteriana a base de carbono. Simplemente no tiene el jugo. No retiene mucha humedad."

    "Pero las bacterias basadas en rocas ígneas no son desconocidas. En 2010, más o menos, comenzamos a estudiar una clase de bacterias que podían funcionar en un «ecosistema microbiano litoautotrófico subsuperficial» o EMLIS. Dejaron a los biólogos de la época cayéndose sobre sus culos colectivos. ¿Por qué? Sabemos que las bacterias son típicamente un lote ahorrativo. Sabemos que tienden a disminuir su tasa de metabolismo y su tamaño real en función de la disponibilidad de suministros de nutrientes. Pero, ¿cómo se las arregla para hacerlo cuando no hay... me refiero a nada, cero, ningún... nutriente disponible?

    "Os diré cómo: te vuelves muy inteligente, muy industrioso o muy extinto en poco tiempo. Las bacterias, tal como las entendemos, tienen que tener una forma de carbono para sobrevivir, algo que puedan convertir en energía preparada. ¿Veis adónde quiero llegar?"

    Brett miró sin comprender a Djen.

    "Lo que este lascivo friqui está intentando explicar", dijo ella, "es que el organismo tal como lo hemos encontrado no es solo un parásito humano, sino que también es simbiótico con un grupo bacteriano autotrófico más pequeño. Los autótrofos son organismos que sintetizan proteínas, grasas y otras moléculas biológicas ricas en carbono de fuentes inorgánicas. Hemos descubierto concentraciones del organismo en la superficie de los núcleos del orden de cien millones de unidades por gramo de roca. Hemos encontrado concentraciones más pequeñas hacia el final de la muestra, la porción de roca que estaba incrustada bajo la superficie. Se lleva aceptando en los círculos biológicos desde algún tiempo que en la evolución normal de la vida planetaria, las formas microbianas ascendieron desde lo profundo del material de la corteza hacia la superficie a medida que las condiciones se volvieron más hospitalarias. Nuestras muestras parecen confirmar esos hallazgos."

    "Archae Stoddard en su estado original tenía dos gases abundantes en su atmósfera, hidrógeno y dióxido de carbono, pero también es muy frío y muy propenso a fluctuaciones que deberían devastar a la mayoría de los microorganismos. Nuestros amigos aquí decidieron no someterse a los caprichos de la atmósfera planetaria para la mayoría de sus requerimientos de nutrientes orgánicos. En cambio, adoptaron los nichos seguros autótrofos en la profundidad de los poros de los depósitos de rocas ígneas. Estos autótrofos pueden metabolizar fácilmente el gas de hidrógeno para obtener energía. El hidrógeno es producido por la reacción química entre la roca de silicato rica en hierro y los depósitos de trazas de agua disponibles en el biosistema original, por lo que estaba fácilmente disponible en la roca. Los autótrofos también pueden sintetizar las moléculas de gas de dióxido de carbono crudo. De esta dieta, excretan compuestos orgánicos, principalmente en forma de metano."

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    Micah golpeó la mesa con la mano. "Nuestros orgazmos se comen la mierda de los autótrofos. Material orgánico rico en carbono. Así es como sobrevivieron en el ambiente EMLIS".

    Djen se encogió de hombros y se disculpó con Brett.

    "Pero aquí viene lo jodido", continuó Micah. "Vais a odiar esto. Odiarlo en serio. Supongo que la población relativamente pequeña de autótrofos y el fondo limitado de nutrientes orgánicos que produjeron mantuvieron a la comunidad de organismos relativamente pequeña duante mucho tiempo. Millones de años. Luego nos presentamos nosotros". Se recostó, riéndose. "Lo primero que hicimos fue comenzar a arrojar gases a base de carbono a la atmósfera. Luego comenzamos a calentar las cosas. Luego comenzamos a intercambiar átomos de oxígeno para unirnos con el hidrógeno y aumentar la humedad. Más agua, más reacciones químicas con la roca de silicato. Los autótrofos florecieron y crecieron y, en consecuencia, también lo hicieron los otros organismos."

    "Y a medida que aumentaban las temperaturas, las bacterias migraron hacia la superficie de las rocas donde podían. Una buena ventilación geotérmica es mejor que un cultivo fecal para el crecimiento de bacterias. Sé lo que estáis pensando... no había humedad aparente en la cámara de magma. Pero estáis totalmente en la escala de percepción equivocada, Chile. Había agua allí, minúscula pero allí está. Hay rastros de ella en las muestras que trajisteis. Y cuando casi te has estado desecando durante millones de años, aumentar la humedad en un veinte por ciento es como emitir órdenes para construir el jodido arca de Noé para la comunidad microbiana. Si Liston hubiera aumentado la ampliación de las imágenes, vería que estos tipos están prácticamente atados en sandalias y zapatillas y malditas bermudas."

    Brett frunció el ceño. "Los trajimos nosotros a la superficie. ¿Es eso lo que me estás diciendo?"

    "Creamos un ecosistema más hospitalario", explicó Djen, "y la vida microbiana del planeta ha respondido migrando a posiciones en las que pueden sintetizar mejor el reservorio de nutrientes orgánicos disponible. Ha sido gradual, por supuesto. Les tomó cinco años alcanzar el punto que tienen ahora."

    "Eso no explica cómo pueden existir en dos entornos extremos polares. Pero desde el respiradero hasta Ritter, sí tiene sentido".

    "Condiciones termófilas compatibles", dijo Micah. "Jodidamente correcto".

    "Lo que no me dice es lo que le pasó al Nueve".

    Djen se presionó las sienes con los dedos. "Tenemos algunas suposiciones. Nada concreto".

    "Pues supónme". ​​

    "¿Recuerdas que en el respiradero hablamos sobre el valor nutritivo que el organismo podría obtener del silicio? Asumimos que lo metabolizan de alguna manera".

    "Me acuerdo", dijo Brett. "Tú no lo creías".

    "Yo tenía razón".

    "Ahora es cuando dices «Auh»", dijo Micah entre ristas.

    "Micah ha explicado cómo ha sobrevivido el organismo sobre y dentro de roca ígnea a base de silicato. Sabemos que el organismo se alimenta de nutrientes orgánicos. Eso es lo que les están haciendo a aquellos de nosotros que estamos enfermos. Hemos resuelto lo que pensábamos que era un conflicto. No metabolizan el silicio, pero lo usan."

    Brett se inclinó hacia delante. "¿Cómo?"

    "Las bacterias llevan una existencia liminal. Mueren por variaciones de temperatura, escasez de recursos, fluctuaciones menores. Las excepciones se clasifican como extremófilas, que son más resistentes y pueden soportar climas más severos. Raras de ellas son un grupo selecto de poliextremófilas. El primer descubrimiento fue la Deinococcus radiodurans. Fue la primera bacteria que demostró una resistencia sorprendente a más de una variable climática. La oxidación extrema, la desecación, incluso la exposición a radiación significativa no podían matarla. La razón era ​​la ingeniosa evolución de un sistema de reparación interno. D. radiodurans contenía múltiples cadenas de material de ADN duplicado que presentaba copias alternativas y adaptativas de secuencias del genoma. Si una cadena se dañaba por la alta radiación, por ejemplo, la bacteria protegía su replicación de ADN dentro de una plantilla diferente con una secuencia del genoma más apta para resistir la contaminación por radiación."

    "Nuestro organismo desconocido también es un poliextremófilo adaptativo. Tiene la capacidad de seleccionar plantillas de replicación que van desde la subpsicrófila a la termófila. Pero ni siquiera ese hecho explica cómo pueden soportar la atmósfera abierta y seguir siendo lo bastante operables para deshabilitar un Motor Sperling."

    "Y fue entonces cuando comenzamos a pensar en el silicio, según tu conversación con Djen", dijo Micah. "Uno de los descubrimientos celebrados en biosemiconducción, de hecho, el descubrimiento principal que condujo a la implementación del transistor de cristal semiconductor bacteriano, fue la existencia de un travieso insectito que insistió en habitar la superficie de los viejos chips de obleas de silicio. Intentaron matarlos con UV, oxidantes tóxicos, de todo. Nada funcionó que valiera la pena. Mira, el problema estaba relacionado con los materiales dopantes. Algunos de ellos, como el óxido de germanio, eran solubles en agua, mientras que el silicio solo era soluble en ácido hidrofluórico. Cada vez que se dedicaban a limpiar las astillas con agua altamente purificada, el óxido de germanio o su dopante afín cristalizaba alrededor de las bacterias infestadas. Los pequeños bastardos vivían dentro de sus castillos de concha. Ta-daa, el nacimiento de los transistores de biocristales. También fue una gran revelación para la comunidad biológica."

    "Djen y yo notamos, bajo microscopía intensiva, que los extremos de las fibras reticuladas que rodean al organismo estaban recubiertos con un revestimiento de silicato semisólido. No es extraño, asumimos al principio, dado el hecho de que estos bichos rondan por la roca de silicato. Pero esto era material de silicato fundido. Jodidos zapatos cerámicos de claqué. Joder, nos confundieron bien hasta que descubrimos esto."

    Micah saltó de su asiento y repartió una mano de imágenes de serigrafía alrededor de la mesa. Le guiñó un ojo a Liston esta vez. "No eres el único que puede sazonar con especias multimedia, Doc."

    Brett aplastó los bordes curvados de los papeles con la palma de la mano. "Sigue con esto, Micah".

    El biólogo levantó su copia. "Conoce la Bacterium persiarum, también conocida como BP, también conocida como Bacterium cabronacocus. Cuasi ovoide en el exterior, suave y blandita sustancia genética en el interior. Como decía, si miras detenidamente las fibras propulsoras que se encuentran en el exterior, puedes ver las tenues crestas de destello metálico. Parece que lleva puestos unos dedales en los pies."

    "¿Qué significa?" alentó Brett.

    "Pase a la siguiente foto".

    La imagen parecía ser una gota de vidrio ámbar ahumado, todavía dorado y destellando por el estallido de la pistola de electrones.

    "La estoy mirando".

    Brett se encontró beneficiario de un guiño. "Misma resolución que la que acaba de ver. Diferente bicho. El organismo tiene la capacidad de encerrarse herméticamente dentro de un cristal de silicato defensivo".

    "Me he perdido", dijo Brett.

    Djen asumió vacilante el desafío. "En realidad no hemos visto el proceso, pero podemos suponer una hipótesis. El silicio solo es soluble en ciertas formas de ácido. El organismo debe tener la capacidad de secretar pequeñas cantidades de un agente ácido para separar los enlaces entre los átomos de oxígeno y silicio de la roca de silicato circundante. Los átomos de silicio liberados se agrupan, luego se transforman en una estructura cristalina envolvente. Cuando el organismo ya no necesita protección de los elementos, de las amenazas, o de lo que sea, segrega el ácido nuevamente y disuelve el cristal."

    "Es brillante", les aseguró Micah. "Absolutamente impresionante".

    "Si resulta ser verdad", dijo Djen.

    "Con brillantez evolutiva o sin ella", dijo Brett, "¿cuánto tiempo podrían vivir así?"

    "No lo sabemos."

    "Pues supónlo".

    Djen se mordió el labio. "Supongo que el tiempo suficiente para entrar al Nueve. Dentro del motor hay un clima relativamente hospitalario. Con suficientes recursos de nutrientes, un organismo podría haberse escondido y comenzar a replicarse".

    Él asintió, pero siguió observándola. "Eso me dice el cómo. Ahora dime el porqué".

    "Fue accidental. El organismo fue absorbido por el sistema y encontró un lugar donde prosperar".

    "¿Y por qué atacó las pantallas?"

    "Una búsqueda de nutrientes".

    "Excepto que hemos establecido que el silicio habría sido el único nutriente en la micromalla y que el organismo no metaboliza el silicio".

    "Estaba disolviendo el silicio para formar otro cristal protector. El motor resultaba inhóspito, por lo que el bicho siguió avanzando".

    "Entonces no habría tenido tiempo ni recursos para reproducirse en un nivel consistente con el daño a las pantallas. Eso habría requerido millones de organismos".

    "Quizá la comunidad superó en crecimiento a su ecosistema".

    Brett endureció su tono. "Todo esto implica cognición. Análisis. Inteligencia".

    Djen asintió, aunque sus ojos se apartaron de los de él. "El estado de las pantallas implica lo mismo. No hay otra explicación para el incidente que no sea un esfuerzo concertado y hostil".

    "No voy a aceptar eso. Tiene que haber otra respuesta". Brett se enderezó y disparó las fotos hacia Micah sobre la mesa.

    Ilam se aclaró la garganta. "Capacidad semiconductora".

    El silencio siguió. Nadie sabía qué hacer con la sugerencia de Ilam.

    "Explica eso", exigió Brett.

    "Es el elemento que todos los informes tienen en común. El organismo ha infectado los contactos sinápticos electroquímicos dentro del cerebro de las víctimas. Los cables de la pantalla se cortaron en la ubicación del nodo de electrones primario. Este organismo migra a la zona de impulso eléctrico más fuerte. Las neuronas más activas, la parte superior de los hilos de micromalla, donde la corriente comienza a gotear por la pantalla."

    Ilam giró para mirar a Djen. "El organismo no disuelve los silicatos con un ácido biológico, separa los enlaces covalentes entre los átomos de silicio y oxígeno mediante la excreción de una pequeña carga eléctrica, despolarizando así la unidad molecular para que los átomos de oxígeno y silicio se repelen entre sí... o más probablemente, ajusta una serie completa de potenciales de silicio y oxígeno y otros átomos disponibles para formar estructuras cristalinas únicas de fuerza variable. La tarea parecería estar en la fabricación cuidadosa y la unión diestra átomo a átomo. También requiere una considerable capacidad de almacenamiento: una batería microbiana".

    "Liston nos ha dicho que el organismo sigue el mismo procedimiento con conexiones neuronales. Crea o fortalece los enlaces sinápticos mediante la descarga de corriente eléctrica en las dendritas. En el otro extremo de la neurona, otro conjunto acepta la corriente de iones generados por la acción del potencial. La sugerencia que surge de la similitud de estos procedimientos debería ser obvia."

    La cara de Djen brilló con una súbita comprensión, una emoción floreciente. "La química orgánica del cerebro es una fuente de nutrientes que reemplaza lo que era suministrado por los simbiontes autótrofos. Pero no es solo el detrito de carbono lo que desean, es la energía producida en la reacción electroquímica".

    Ilam asintió. "La corriente producida por las pantallas también es de naturaleza electroquímica. Las unidades nanomeca aceptan las instrucciones en forma de interruptores binarios de iones de sodio-potasio. La fuente de alimentación meca es una batería de iones de sodio-potasio que se recarga regularmente en los nodos por adición de paquetes de iones de sodio y potasio frescos. Todo el componente de nanotecnología del motor se basa en el modelo neurobiológico. Lo que el organismo encontró hospitalario en el cerebro humano había sido inmensamente más atractivo, dadas las capacidades del Motor Sperling. Excepto, por supuesto, por el hecho de que el motor no es tan adaptable y resistente como el cerebro."

    "Muy bien", dijo Brett. Levantó la mano para acallarlos. "Hacedme un resumen".

    "Este es tu bebé, Ilam", dijo Djen.

    "El organismo utiliza energía electroquímica en forma de transferencia iónica entre sus receptores y los del anfitrión o del mecanismo de suministro autotrófico. Esto es en parte evidente por su bioluminiscencia. Que el silicio o el cristal de silicato sea un dispositivo defensivo a los elementos o a alguna otra amenaza puede ser una hipótesis correcta. La energía requerida para generar y separar enlaces moleculares sería relativamente enorme. El organismo debe tener una fuente de energía y nutrientes capaces de sostener una tarea tan exigente, porque su supervivencia en el ínterin está amenazada. El bicho no piensa que los autótrofos actualmente en uso tengan esa capacidad."

    "El organismo desea migrar a la superficie a medida que aumentan las variables de hospitalidad. Para maximizar ese potencial de migración, requiere acceso a una fuente más diversa y más potente de energía fácilmente disponible. Incluso la corriente de setenta milivoltios relativamente tenue de la neurona humana debe de parecerle una bonanza. Por lo tanto, requiere de nosotros. Somos una fuente madura y fácil de recursos orgánicos y electroquímicos."

    Ilam se frotó la frente y dijo: "Es lógico, es factible, incluso natural, pero hay un gran ataque en su contra".

    Brett se tensó. "¿Y es?"

    "No explica cómo, en un período de tiempo tan mínimo, un organismo de mil millones de años podría haber desarrollado los instintos y la capacidad de infectarnos a nosotros y al Motor Sperling. Hemos sido cosechados parasitariamente. Quizás durante un período de dos semanas , tal vez más de cinco años. Estas bacterias podrían tener miles de años. No es el grupo, Chili, sino los ejemplos individuales. Se ha demostrado que las bacterias viven durante inmensos períodos de tiempo. ¿Cómo nosotros, un pitido en su pantalla de radar, hemos llegado tan prominentemente a su cadena alimenticia?"

    Brett sintió lo que él estaba tratando de decir y retrocedió ante ello. "No vayas por ahí, Ilam".

    "Es una pregunta que tú, yo y todos los demás tendremos que enfrentar". Ilam se volvió severo. "La has estado esquivando durante días. Tu pequeño discurso simplista de «que les jodan» de ayer no comienza a cubrir el material necesario. Si es mera vida biológica, bien, pero podría no serlo. Podría ser vida inteligente en un orden dramáticamente, casi infinitamente inferior al nuestro, pero igualmente inteligente."

    Djen hizo un ruido en su garganta, un sonido como un gruñido. "Es fácil para ti pedir precaución cuando eres el único de nosotros que actualmente está más allá del riesgo de infección".

    "No intento arrojar la piedra sobre nadie. Solo quiero que el Comandante tenga clara su opinión antes de decidirse por un curso de acción".

    "Ya tenemos un curso de acción", dijo Brett. "Y no me importa un bledo la inteligencia microbiana. Enséñales a escribir poesía y todavía diré que les jodan. Tenemos un objetivo aquí y ese es el análisis suficiente de este organismo para determinar la viabilidad y el curso más seguro para una intervención médica nanomecánica."

    Brett se levantó de la silla y plantó los nudillos sobre la mesa. Se inclinó hacia ellos, frunciendo el ceño.

    "Me gustaría ver otro día", dijo Liston. "Y me gustaría ver el protocolo detallado de Ilam para la programación e inserción. Pero la verdad es que, por supuesto, la inserción de nanomecas es inevitable. Los antibióticos no cruzan la barrera hematoencefálica. Y al parecer no funcionan en el organismo antes de que este acceda al cerebro de todos modos."

    Djen asintió. "En algún momento tendremos que desarrollar un diagnóstico intensivo de la tripulación para ver quién necesita tratamiento".

    "Todos van a recibir tratamiento, enfermos o no", dijo Brett.

    "Eso no es ético", respondió Liston.

    "Es preventivo, y es definitivo". Nadie lo desafió y Brett se permitió ceder. "Ilam, trabaja con el buen doctor mañana. Dale todo lo que necesite para desarrollar un régimen de tratamiento".

    "Correcto. Estaré en la bahía médica a las seis".

    Brett continuó: "Quiero que el resto de vosotros también esté allí. La experiencia colectiva de la estación sobre este tema está en esta sala. Todos estamos cansados. Nos estamos desgastando hasta caernos porque hay un decreciente número de técnicos calificados disponibles. No puedo permitir que ninguno de nosotros provoque un episodio psicótico no programado, no con la peor parte del trabajo por hacer. Todos pasaremos por un MEG y todos le pasaremos esas lecturas a Casandra primero."

    Djen lo miró con ojos oscuros y asustados. "¿Y si ella nos etiqueta como infectados?"

    "Entonces, tú o cualquier otra persona quedará confinada a dependencias para que un lapso en la capacidad cognitiva no sesgue los datos que podrían recopilarse". Brett habló con un salvajismo contundente que le surgía de la boca del estómago. No podía evitarlo. "Y te has ofrecido efectivamente como voluntaria para probar el protocolo de inserción nanomeca tan pronto como esté disponible".

Capítulo 18

    Él no estaba durmiendo. A pesar de la sofocante tela de fatiga. A pesar del dolor de espalda, del renqueante agotamiento. Joder, a pesar de la melosa calidez de los esbeltos brazos de Djen y el perfumado abrazo.

    Brett yacía en su cama en la oscuridad y extendíia su visión hacia el techo que no podía ver. Escuchaba el zumbido de los ventiladores de circulación. Finalmente, se entretuvo jugueteando con el pezón que ella presionaba en su caja torácica. Cuando ella salió trepando, borrosa y breve, del pozo de sueño y dando manotazos hasta que él paró, Brett supo que tenía que hacer otra cosa. Morfeo no iba a asomarse a la ventana de su habitación esta noche.

    El problema era que solo hay ciertas cosas que un hombre puede hacer en mitad de la noche en una estación espacial prácticamente desierta. La mayoría de ellas involucraba trabajo, y Brett había hecho suficiente ese día. Tenía la igual promesa de muchas horas más acumulándose y esperando que llegara el amanecer. Se suponía que debía estar durmiendo. Ansiaba dormir como había anhelado el interior de los pantalones de Allison Butcher en la escuela secundaria. La idea le parecía tan satisfactoria como el sabor del algodón de azúcar.

    El sueño también era su única excusa viable para no trabajar, para no esforzarse por defenderse de una crisis que estaba menos que preparado para comprender. Brett quería que la ausencia de sueño implicara que el tiempo seguía siendo suyo. Aún se le asignaba el derecho de hacer algo con él que no fuese acechar pequeños invasores verdes del espacio.

    Se le ocurrió que lo cierto era lo contrario—pálidos invasores gigantes, sacos de carne con nutrientes del espacio, pero no lo encontró particularmente divertido.

    Por fin salió gruñendo de la cama. Fue una lucha épica de agarres y gemidos y extremidades de pulpo, pero se las arregló para no despertarla. Se vistió en la oscuridad y salió por la puerta lo más silenciosamente posible.

    Comprobó la esfera brillante de su reloj. Era justo después de la una. Pensó en Liston, quien tenía órdenes estrictas de dormir durante los siguientes cincuenta y dos minutos. ¿Se había molestado el doctor en obedecer? A Brett no le importaba particularmente.

    Estoy demasiado cansada para preocuparme. Maldita sea, jodidamente cansado.

    Oyó a su madre, vio una rasposa película en la que ella llevaba su vestido azul de muselina del domingo, con el que su padre la había enterrado. Ella estaba frente a la iglesia de tablillas del campo, al pie de las escaleras de hormigón verde lima, dos pasos retirados del rurinario camino de neumáticos y de las hileras de lápidas de mármol cuidadosamente espaciadas que barrían la mayor parte del césped de la iglesia. Ella estaba sacudiendo la cabeza. Nada de ese lenguaje de estrella de rock en mi casa, jovencito. No lo aceptaré.

    Excepto que había sido una época de estrellas de rock y lenguaje hard rock. A finales de los años cuarenta, en la adolescencia, él había tropezado hacia la edad adulta con el himno, Di tu jodido, como todos los demás que conocía. Todavía podía, si quería, recordar en memoria audio-eidética el humo y la grava por el D-Jack Harm y el pesado riff de introducción de la línea de bajo.

    Dum-dum-dum-whéw-da-da. Dum-dum-dum-da-da-dum.

    Esa canción había definido un período entero para los jóvenes de su generación; él había perdido su molesta y persistente virginidad haciéndola sonar en el estéreo de su coche. Tenía que admitir que no podía recordar la mayoría de las palabras y ninguno de los significados aparentes ahora. De hecho, no lo había hecho durante casi diez años. Algo tuvo que ver la opresión cultural parental.

    Brett comenzó a caminar con sus pies descalzos contra el frío suelo de hormigón. Comenzaron a dolerle las rodillas por el frío. Los pies mismos no le dolían. Se habían adormecido mucho antes de llegar a doler. En algún momento entre decir su jodido y dar la vuelta, había decidido lo que había que hacer. Puede que aquello no lo hiciera dormir. Definitivamente aquello no iba a hacer gran cosa para sacar a la Persia del peligro. Pero era trabajo, aunque fuese solo técnicamente, y eso era mejor que nada.

    Volvería a probar la radio. No con el CG de Com de Misión, sino la baliza de emergencia, la línea viva que conectaba la Persia con la Malibu, tal vez Markus Brett con Jack Overton. La conexión no era más confiable que la unidad de comunicación portátil que se encontraba en el escritorio de su oficina, pero él aún no la había probado. Era algo que él podía hacer que no se había intentado.

    Tampoco es que hubiera algo que Jack pudiera hacer si contactaban. Él no era más técnico científico que Brett. La Malibu estaba tan lejos de una distancia razonable de asistencia que era ridículo. Pero si conectaban, podrían compadecerse. Y al menos, si las cosas iban mal en el futuro, alguien sabría lo que había sucedido en la Persia durante el silencio de la radio.

    Ingresó al módulo de Comando y Comunicaciones desde el tercer nivel. Al principio, habían experimentado con llamarlo ComCom, pero eso no logró tener éxito en la estación. Alguien había extendido el término C-Dos durante un par de meses, pero la gente finalmente se decidió por llamarlo simplemente el Agujero.

    El Agujero era una sala cilíndrica alojada en el centro de la Estación Persia. Abarcaba el corazón de los niveles tres y cuatro como el firme hueso de un melocotón. De sus paredes corría un estrecho pasillo que separaba el equipo de comunicaciones de los cuartos personales de los técnicos de comunicaciones que alimentaban y digerían el flujo constante de datos de misiones con audio, visuales y electrónica que salpicaban la red vía satélite.

    Brett se detuvo dentro de las puertas correderas dobles y en la parte superior de la escalera que se extendía hasta el piso principal. La pasarela era una plataforma de acero desnuda, de tres metros de ancho, que rodeaba la mitad superior del cilindro. Ante la curva de las paredes crecían bancos de proceso de comunicaciones, unidades de almacenamiento local y bloques de paneles color crema con sensores e idiotas luces intermitentes y pantallas LCD. Bajo la pasarela, en el suelo, estaciones de trabajo espaciadas uniformemente se separaban de una consola principal circular llena de terminales, pantallas de video y enredado de auriculares. Se oía un constante traqueteo de procesadores, de máquinas, unidades de disco y ocasionales timbres de atención.

    A pesar de su nombre, el Agujero era un lugar brillante y completamente moderno hecho en tonos de blanco y cromo y claroscuro electrónico.

    Brett subió las escaleras rápidamente, golpeando los escalones con laa botas para anunciar su llegada. La joven mujer sentada en el brazo izquierdo de la consola principal levantó la vista, frunciendo el ceño. Pero ella lo reconoció de inmediato y la severidad en su rostro se suavizó. Ella casi sonrió.

    "Buenos días, Comandante", dijo ella.

    El nombre de la mujer era Attler. Brett la había visto por última vez en el dispensario dos días antes, cuando Micah la había manoseado mientras recibía su refuerzo antibiótico. Se sorprendió de verla ahora.

    "¿Qué haces aquí?" Ella era ingeniera mecánica, no de comunicaciones. Pero antes de que ella pudiera responder, él continuó, haciendo la pregunta más apremiante, la que debería habersele ocurrido primero. "¿Dónde están los demás?"

    Incluso a esta hora de la noche, debería haber tres o cuatro técnicos de servicio manejando el equipo de comunicaciones.

    Attler le dirigió una mirada casi vacía por la fatiga. Había círculos oscuros y moteados debajo de sus ojos. "Soy la segunda en Com sustituyendo a Jeffers. Él no apareció hoy, por lo que Casandra me notificó que viniera. No sé nada de los demás. Nadie más ha estado aquí".

    Brett pasó empujando la baja puerta vasculante hacia el área de la consola principal. Se sentó en la silla al lado de ella. Cuatro tazas de café separadas pero vacías descansaban en hilera sobre el estante frente a ella. Ella le vio notarlas e hizo una mueca. "No ha ido tan mal. Con la mayoría de los sistemas caídos debido a la tormenta eléctrica, no tenemos mucho volumen de transmisión. He tenido que buscar formas de mantenerme despierta".

    "Hoy cumpliste con tu deber en ingeniería mecánica, ¿no?"

    Ella asintió hacia él, pero hizo alarde de enderezar los hombros.

    "¿Fuiste la única allí también?"

    "No. Una apareció. Ella no hizo nada más que llorar la mayor parte del día, pero al menos no estuve sola".

    Él había estado tan ocupado los últimos días; yendo y viniendo entre los laboratorios y la bahía médica, entre Ashburn y Casandra; que Brett notó de pronto que no tenía una idea clara de la reacción general en la Persia. Ashburn había tratado de decírselo, por supuesto, pero Ashburn era oficial en seguridad y propenso a imaginarse crisis. Djen e Ilam y Liston estaban tan inmersos en el trabajo como él. Ninguno de ellos se había molestado en percatarse de lo que sucedía a su alrededor. No habían tenido tiempo.

    Brett estudiaba la cara de Attler ahora. Podía ver su miedo como un hematoma justo bajo la superficie de su piel. Si no mantenía sus manos firmes y planas en el escritorio, tendían a temblar. Ella irradiaba una cruda sensación de horror palpable. Esta había vibrodo en el aire entre ellos cuando ella había hablado, otra forma de infección que quería saltar de un anfitrión a otro.

    "¿Cómo están las cosas?" dijo Brett con la esperanza de aprender de ella, pero también con la esperanza de calmar. A pesar de su miedo, Attler estaba cumpliendo con su deber. Había venido a trabajar según lo ordenado, y eso le sugería a Brett una cualidad de fuerza, aunque tal temple se estuviera acercando a su derrumbado límite. "Necesito saberlo. ¿Está empeorando? ¿Qué sienten las personas?"

    "Desde que los otros... no del primero, sino del segundo grupo, los que vinieron después de las inyecciones, desde que enfermaron la gente está asustada. Algunos no quieren salir de sus habitaciones excepto para correr a la tienda y luego almacenan todo lo que pueden". Attler lo miró con ojos grandes. "Nadie quiere estar cerca de otra persona. No queremos arriesgarnos a que estén enfermos y no muestren síntomas todavía. Sabemos ya que no es meningitis".

    Dijo la última parte con un leve tono de amargura. No exactamente como una acusación, pensó Brett, pero algo parecido.

    "¿Qué crees tú que es, entonces?" preguntó Brett. "¿Qué has oído?"

    "Rumores sobre un bicho. Un microbio hostil. Oí que provenía del laboratorio biológico, que escapó de la contención después de haber hecho un empalme genético adaptativo en las cianobacterias. Yo no me lo creo", agregó rápidamente. "Pero algunas personas sí, creo".

    "Tienes razón", le aseguró él. "No vino de nosotros. Vino del exterior, del planeta mismo".

    No sabía qué más decir. No había mentiras convenientes que fuesen a aliviaran sus temores, pero estaba claro que él no quería alentar la creencia de que alguien en los laboratorios biológicos había cometido un error tan atroz como permitir que una bacteria experimental escapara al biosistema. En el clima actual, eso degradaría rápidamente en violencia.

    Attler se encogió de hombros ante su revelación, como si no tuviera sentido. "¿Estáis trabajando en una solución?"

    "Lo estamos"

    "¿Nos salvará?"

    Brett intentó sonreír, pero fracasó. "Ese es el plan".

    "Usted sabe lo que yo estoy haciendo aquí. ¿Qué está haciendo usted aquí a esta hora, Comandante?" El cambio de tema fue tan abrupto que Brett no supo qué decir al principio, pero entendió. Él acababa de pedirle que confiara en él, que confiara en todos los que trabajaban en el problema. Attler no podía permitirse el lujo de creer nada, excepto lo que estaba diciendo. Ella necesitaba confiar en que él cumpliría sus promesas, que cumpliría con su deber y preservaría la Estación Persia y su personal. Dudar de él sería lo mismo que entregar su última esperanza.

    Por eso ella había cambiado de tema. Había elegido no saber más de lo que su confianza en él permitía.

    "Vine a usar el canal de emergencia", dijo. "Lo intento una o dos veces al día, por si acaso".

    "Tenemos el enlace en un bucle automático, pero no estamos logrando comunicar".

    Brett no sabía eso. "¿Fue idea de Ashburn?"

    "No podría decirle". Ella dudó, pareció masticar un pensamiento desagradable. Finalmente, le dijo: "La Malibu está demasiado lejos para prestarnos alguna ayuda, ¿no es así?"

    "Ayuda física, sí. Pero su comunicación de estación era la sal cuando la misión a Marte era joven. Él ha estado en las cartas estelares un par de veces y podría tener algunas buenas ideas frescas". Brett sonrió de una manera que esperó que infundiera confianza y le dio unas palmaditas en el brazo. "De hecho, voy a estar en ello durante al menos un par de horas. ¿Por qué no vas a comer algo o a tomarte un café? O una siesta, si quieres. Me quedaré hasta que regreses o el próximo turno inicie sesión, uno de ambos".

    "¿Sabe manejar las tablas?"

    Él retrocedió con fingida indignación. "¿Ves el título en mi tarjeta de identificación, querida? Podría desmontar esta estación tornillo a tornillo y volver a armarla con los ojos vendados. Por supuesto que puedo manejar las tablas".

    "¿Es eso cierto?"

    "Eso dice la descripción de mi trabajo. Adelante, sal de aquí".

    Ella sonrió en agradecimiento y se levantó de la silla. "Solo una siestecita. Avíseme en mis habitaciones si me necesita".

    "Ve."

    Sin otra palabra, ella fue.

    Brett empujó la silla sobre el suelo y se detuvo frente a la consola de comunicaciones principal. Se colocó uno de los auriculares transmisores y marcó su nombre de usuario en el teclado. Casandra le mostró la dificultad estándar de acceder a la banda de emergencia, pero retrocedió una vez que él tecleó las claves apropiadas. Las luces del procesador parpadeaban mientras él alineaba la matriz de comunicaciones, y la pantalla frente a él contó los segundos para una corrección de coordenadas sobre la Malibu. Apareció un mensaje informándole que podía transmitir.

    "Estación Persia llamando a Malibu. Al habla el Comandante de Estación Markus Brett transmitiendo un mensaje de solicitud de emergencia de máxima prioridad para el Comandante Jack Overton. ¿Está recibiendo, estación Malibu?"

    Repitió el mensaje y versiones de él docenas de veces durante los siguientes cinco minutos. Brett le gritó al micrófono. Engatusó a las ondas de radio. Finalmente, maldijo aproximadamente cada tercera palabra mientras apretaba botones y giraba las ruedas de ajuste. Sus esfuerzos no lograron nada. Estática le gruñía en respuesta, mezclada con el ocasional gemido agudo y melancólico. Desesperado, disparó un comando a Casandra exigiendo un aumento en la matriz de comunicaciones, antes de recordar que la banda de emergencia siempre accedía con la capacidad máxima de aumento de señal. Brett maldijo un poco más.

    Después de diez minutos más, imaginó haber oído algo. Un gutural y quebrado susurro a través del éter. Trató de marcar la señal manualmente, sintió que la perdía con sus manos torpes y sin práctica, luego rodó atrás el dial.

    "Malibu, al habla la Persia, ¿estás recibiendo?" Ladró su frustración al transmisor. "Estación Persia llamando a la estación Malibu, ¿hay alguien en el canal?"

    Por supuesto que no había nadie en la línea, pensó. Cuando Jack "Quemadura Lenta" Overton había dicho que estaba de vacaciones y toda su maldita estación con él, lo había dicho en serio. Overton era legendario por trabajar con sus tripulaciones como un brutal maestro de esclavos durante cincuenta semanas del un año terrestre, pero cuando concedía Permiso y Libertad, lo concedía del todo. Exigía mucho y pagaba a su gente por lo que le daban. Nadie iba a pensar en tomar la línea de comunicación, ni siquiera la línea de comunicación de emergencia, tres días después de haberse dado el descanso. Y eso suponiendo que hubiera un jodido tripulante sobrio y lo bastante consciente como para entender los berridos de Brett por los altavoces en primer lugar.

    En ese momento, casi se arrancó el auricular del oído de pura frustración. Casi golpeó el mostrador y gritó a la habitación vacía. Casi estrelló todo el aparato de comunicaciones en el fondo de la habitación.

    Más tarde, casi deseó haberlo hecho.

    "¿Comandante Brett?"

    Brett quitó al instante sus manos de todo lo que había estado tocando. Se encorvó sobre el tablero de comunicaciones, llevando su ira e indignación muy por debajo de la superficie, retirando sus sentidos de la sala, de los sensores circundantes. Brett se inclinó hacia la incorpórea voz con todo su ser. Cerró los ojos. Se inclinó un poco más, apoyando los codos sobre las rodillas y la frente contra la fría superficie del escritorio.

    La señal no era clara. Nadaba dentro y fuera, atravesada por pinchos de distorsión. Pero el canal estaba abierto. Brett quiso gritar de alegría, pero no lo hizo. En cambio, concentró sus sentidos hasta que solo la voz desde la gélida noche penetró en su conciencia.

    "Al habla Brett", dijo manteniendo su voz firme. "¿Estás recibiendo?"

    Hubo una pausa debido a la distancia. "Puedo oírte. No muy bien, pero en gran parte. No sé cómo operar este chisme. Gracias a Dios que has llamado. No te oí al principio, después no podía encontrar un modo de responder. Temí que fueses a dejar el canal".

    El miedo se formó como una piedra en el vientre de Brett. La voz que había escuchado era joven, masculina, vecina a la histeria. Y la reconoció de inmediato porque la comprensión de Brett hizo que la colisión de las palabras fuese elocuente. Bien podría haber sido cualquier hombre o mujer acurrucados en las entrañas de la Persia.

    Una vocecita estalló en los recovecos de su cerebro: Cuelga, colega. Cuelga ahora mismo. Deja que ese chaval crea que la conexión se ha perdido por accidente. Ya ha dicho que no sabe cómo operar el tablero. Nadie quiere oír esto, especialmente tú.

    Rechazar aquel consejo fue más difícil de lo que le hubiese gustado admitir.

    Brett habló de inmediato, sus propias palabras cayeron en sucesión como salvas de fuego, para no sentirse tentado.

    "¿Quién habla? Necesito hablar de inmediato con tu Comandante de Estación. Necesito hablar con Jack Overton. Esta es una transmisión de banda de emergencia".

    "Soy Michael. Michael Stepson".

    Tómalo con calma, se aconsejó Brett. Había una cualidad en la voz del chico, algo líquido que le decía que el chaval podía asustarse fácilmente. Una vez asustado, se iría. Brett comenzó desde el principio, hablando de manera lenta y deliberada.

    "Michael, al habla el Comandante Markus Brett de la Estación Persia. Necesito hablar con tu Comandante de Estación. Necesito a Jack Overton. ¿Puedes llamarlo? Esta es una situación de emergencia".

    "Lo siento", dijo el chico. "Jack no está aquí. Se ha ido".

    "¿Adónde ha ido?"

    "Está muerto". Michael se echó a reír, un sonido hueco y sin alegría. "Lo dije en sentido figurado. Jack está muerto".

    Brett procesó la información en un paradeo, luego la apartó a un lado. No tenía tiempo para eso. "¿Quién está al mando en la Malibu, Michael? Déjame hablar con el oficial de más alto rango".

    Otra pausa, pero esta no era debida a la transmisión de ondas a gran distancia. Era una duda vacilante.

    "Está usted hablando con él, señor. Segundo analista meteorológico y topográfico Michael Stepson. Ese soy yo, y soy el Comandante interino de la estación Malibu. Soy el único oficial de la estación Malibu". La voz suspiró en el oído de Brett, y al final de ella se oyó un sollozo amortiguado. El chico estaba llorando. Él dijo: "Creo que soy la única persona que queda, Comandante Brett. Todos están muertos aquí. Sample y Millik lo están, lo sé. Jack y Priest también deben estarlo. Priest era nuestro Oficial de Seguridad, señor. Él habría detenido lo que estaban haciendo si hubiera estado vivo, de modo que no debe de estarlo".

    "Michael", dijo Brett. "Cálmate, hijo. Cuéntame qué ha pasado".

    "Me encerré en el pasadizo de mantemiento de la calefacción central. Hice eso casi a primera hora y por eso no me encontraron. Tampoco es que eso importe, usted entiende, señor. Las estrellas ya están saliendo. No puedo verlas desde aquí, pero estarán fuera por debajo, y eso significa que es solo cuestión de tiempo. Lo supe cuando salí para este último momento. Tenía hambre, mucha hambre, Comandante Brett. Tuve que salir, pero sabía, tal vez porque sabía que no había muchas posibilidades de todos modos, sabía que las estrellas tintilarían tanto allí como aquí".

    Michael parecía recuperarse mientras hablaba, como si el acto de hablar con alguien que lo escuchara lo fortaleciera, aunque esa otra persona fuese solo el sonido de la respiración en el extremo equivocado de una línea de mil kilómetros.

    "Necesito que me cuentes más, hijo", dijo Brett. "Desde el principio, y todo lo que sucedió, tanto como puedas recordar".

    "Usted sabe lo del microbio", dijo Michael con voz plana. "Por eso ha llamado, ¿no es así? El Dr. Isaiah decidió llamarlo «nigua» al final. Dijo que hacía que todos sintieran como si tuvieran un picor que no podían rascarse."

    "¿Alguna vez ha visto un perro con un caso muy grave de pulgas? Pueden volver loco hasta un buen perro callejero. Yo tuve un perro así una vez, cuando era pequeño, en Alabama. Tuve que dormirlo. Por unas malditas pulgas, señor. Algunas malditas pulgas que lo volvieron un poco loco de la cabeza, ¿entiende? Se le quedó en los ojos esa mirada lejana, como si lo único que en lo que pudiera pensar era ese pellizco en la espalda. Él se ponía a vibrar cuando caminaba como si pudiera evitar que lo mordieran si rebotaba por ahí. Mordiól a una de las niñas pequeñas de una granja vecina y mi papá me dijo lo que tenía que hacer".

    "Eso es lo que nos sucedió, señor. Algunos de nosotros tuvimos el picor y nos volvimos un poco locos. Locos malvados. El Dr. Isaiah dijo que todos esraríamos así eventualmente, pero algunos de nosotros nunca tuvimos la oportunidad".

    El joven se calló. Brett lo escuchó resoplar en el micrófono, lo imaginó sentado igual que Brett; como en un verdadero espejo, una Persia gemela, una réplica del Agujero; probablemente secándose la nariz en la manga por el llanto.

    El aire sobre ambos estaba preñado de zumbidos electrónicos, las paredes brillantes y tecnicolor con botones y pantallas. Ninguna presencia humana se entrometía en su comunicación. Estaban sentados en universos paralelos, imitándose inconscientemente el uno al otro. Excepto que Michael estaba en un universo muerto, y el de Brett solo estaba de camino. El abismo que se cernía entre los dos, entre la existencia y el potencial, era tan vasto y ennegrecido como un pozo tejido con la tela de las pesadillas.

    Brett no podía pensar en nada que decir, excepto: "Sí, sabemos lo del organismo. La nigua".

    ¡Bacteria cabronacocus!

    "Deberíamos haber sabido que algo andaba mal cuando Jack nos dijo que nos tomáramos un tiempo libre. Jack nunca nos dejaba salir, especialmente cuando no cumplíamos con nuestras cuotas. Y nos estaba costando mucho. Estábamos cortos de tripulación, tres o cuatro que habían caído con lo que el Dr. Isaiah había dicho que era una rara forma de meningitis. Además, todos nuestros motores estaban fritos, eso es lo que oí. Reemplazábamos pantallas más rápido que los interruptores eléctricos en Bostlanta Sprawl". El chico se rio suavemente. "Pero cuando "Lenta Quemadura" dice que nos tomemos uno o dos días, no lo cuestionamos. Nos tomamos el tiempo y lo disfrutamos, aunque al final se tenga que recuperar".

    El chico estaba frágil. Brett lo sentía, pero había cosas que tenía que saber. La Estación Persia era su responsabilidad, y si eso significaba llevar a Michael más cerca del borde de un precipicio emocional, Brett tenía que hacer eso.

    Dijo: "¿Qué descubrió vuestro médico sobre de la naturaleza del organismo?"

    "No lo sé"

    "Cualquier cosa sería de gran ayuda, Michael".

    "El Dr. Isaiah no duró ni cuatro o cinco días después de que todo comenzara. Colapsó en su escritorio y nadie pudo despertarlo. No tenía un segundo y Widmark estaba muerto al final del día siguiente. Sé que eso no ayuda mucho, señor. Lo siento".

    Brett trató de ocultar su decepción. "¿Puedes acceder a vuestro sistema Casandra? Quizá el médico cargó en el sistema sus hallazgos antes de enfermar".

    "Jack apagó a Casandra", dijo Michael con voz triste. "Toda menos el soporte vital y algunas otras funciones básicas. Dijo que estaba cansado de recibir todos esos mensajes de advertencia que no significaban nada. Pero eso es solo un rumor, Comandante Brett. No puedo saberlo con certeza".

    Brett lo dejó pasar sin hacer la pregunta obvia. ¿Por qué coño hizo eso? ¿Qué hombre en su sano juicio terminaría con su sistema Casandra? Las respuestas eran bastante directas. Jack no estaba en su sano juicio, para nada. Y Brett no necesitaba el análisis de ningún chico como Michael, quien probablemente no había estado en condiciones de saberlo, para sumar dos más dos.

    "Está bien", dijo Brett en su lugar. "Estamos progresando por nuestra cuenta aquí. Termina lo que estabas diciendo, Michael. Cuéntame más sobre la Malibu, sobre lo que recuerdas".

    "Recuerdo haber pensado que nos llevó demasiado tiempo resolver las cosas. Es decir, llegamos demasiado tarde. Cuando a algunos de nosotros se nos ocurrió que algo iba mal, ya era irreversible. Jack fue quizás la última señal. Habíamos estado teniendo problemas, cosillas, con personas que no se llevaban bien. Hubo algunas peleas y otras maldades, un par de agresiones sexuales. Priest hizo lo mejor que pudo para mantener el orden, pero todos pensaban que era el estrés. ya sabe. Habíamos estado trabajando duro durante algunas semanas, tratando de ponernos al día, y todos estaban frustrados porque los motores estaban fallando. Había muchas misiones externas, y ya sab lo peligrosas que pueden ser. Eso puso a la gente al límite."

    "La semana pasada, una de las misiones salió. Creo que había cinco en el grupo y tuvieron algunos problemas. No gran cosa por radio, claro, pero algún tipo de problema. Solo dos de los muchachos volvieron. Le echaron la culpa a las tormentas, pero había sospechas. Priest quiso una investigación completa, y podría haber tenido una si las cosas no hubieran empezado a salirse de control."

    "Pudo haber sido la indignación de la tripulación lo que lo inició. Los tres que habían muerto eran buena gente. Todos lo pensaban, excepto quizá Sample y Millik, los dos que regresaron. Las dos chicas eran amigables, bonitas, un par de nuestras mejores. Algunos murmuraban en las comidas que Sample había tenido en la mira a una de ellas, a Lara, pero que ella no quería tener nada que ver con él, y eso le molestaba. Él y Millik fueron acorralados en una esquina. Aislados bajo sospecha."

    "Algunas personas fueron a hablar con Jack al respecto, y tal vez Sample y Millik también fueron. Era obvio que tenía que hacer algo para suavizar las cosas antes de que la tensión se volviera realmente perturbadora, pero Jack les dijo que no le importaba una mierda todo eso. Los muertos estaban muertos, desués de todo, y nos quedaban un par días para el permiso vacacional. Todos os vais a emborrachar juntos, dijo, y el pasado, pasado será. Eso no suena mucho a Jack, ¿verdad?"

    Brett sacudió la cabeza. "No, no lo hace".

    "Estábamos bastante divididos como equipo, creo, entre aquellos que pensaban que ambos habían cometido un crimen y aquellos que se contentaban con llamarlo accidental, con algunos otros en el lado criminal. Se habló durante algunos días y, cuando se sacó el licor, las cosas no fueron como Jack había creído. Las cosas se pusieron feas. Priest había cerrado el armero porque decía que no se fiaba de la combinación de borrachera y acceso a armas, pero teníamos otras cosas alrededor. Pistolas de remache, cuchillos, martillos. Lo único que hacía falta era que alguien mirara a otra persona de manera equivocada."

    "Yo lo vi comenzar en la comisaria. Esto fue tres o cuatro días después de que el Dr. Isaiah descubriera la nigua. Había estado realizando autopsias en un equipo de misión externo. Dijo que notó algunas anomalías en el cerebro, cosas que coincidía con algunas de las lecturas que estaba recibiendo de la tripulación con meningitis. Dijo que algunos de los problemas que habíamos estado teniendo en la estación podrían estar conectados. Hubo una larga explicación médica que solo entendí parcialmente, pero que bastó para asustarme. Yo estuve allí cuando se le contó a Jack; como soy el más joven, Jack me dejaba pasar el rato para verlo a veces. Me enviaba recados o intentaba enseñarme algunas de las cosas que hace que una estación funcione. Pensé que yo le conocía bastante bien, pero me sorprendió cuando lo único que Jack le dijo fue que lo investigara, pero que no lo molestara hasta que tuviera algo concreto. Isaías entró en coma al caer la noche, y eso fue todo."

    "Eso fue suficiente para ver que necesitaba cuidarme a mí mismo. A mí y a todos los demás, por eso estuve muy nervioso en la comisaría ese día. Demasiada tensión, era como estar enchufado a un transformador. Había unas quince personas allí, la mayoría amigos de Sample. Estaban bebiendo y mirando un antiguo video, y alguien dijo algo. En menos de un segundo, Millik tenía un cuchillo y se lo metió en el estómago a Tabert. Eso fue todo. Los grupos empezaron a puñetazos y cualquier cosa que encontraban digna de lanzar o usar como un garrote. Yo salí de allí corriendo en cuanto comenzó. Fui a buscar a Priest o Jack. Alguien fue detrás mía durante un tiempo. Creo que fue Jeremy, del programa químico, y yo estaba muerto de miedo. Pero no era como si me persiguiera, él estaba furioso y, de vez en cuando, aullaba como un animal.

    "Le perdí al meterme en la sección de meteorología. Jeremy no tenía acceso y no podía abollar la puerta, aunque lo intentó. Gritó y maldijo tras ella, y por un momento pensé escucharle arañando el sello, pero esperé hasta que se marchó a hacer otra cosa. Lo había arañado con ganas. Había dejado dos uñas ensangrentadas en el sello, señor. Se las habían arrancado de la frustración."

    "Supe lo que tenía que hacer a continuación. Salí corriendo, pero con cuidado, hacia la sección de Administración. Encontré a Jack en su oficina. Estaba sentado con las piernas sobre la mesa y una botella de whisky sin abrir a su lado. Hay un banco de monitores en la pared, y él tenía cada pantalla sintonizada en una parte diferente de la estación."

    "Lo que vi casi me hizo gritar, Comandante Brett. El comisario no era más que sangre. Sangre y cabezas. Alguien había pillado a todos los que hablaban mal de Sample y les había cortado la cabeza. Los habían puesto sobre la mesa justo al lado de Sample mientras él estaba sentado allí bebiendo una cerveza. No todas las cabezas, por supuesto. Había habido un par de chicas allí, chicas que no estaban ni cerca del lado de Sample porque sabían cómo debía de haber sido para Lara y las demás. Creo que las mujeres tienen un sentido que ve cuándo un hombre es peligroso. Sample era peligroso para estas chicas, señor, y apuesto a que cuando estaba viendo lo que Millik y los demás les estaban haciendo, apuesto a que ellos deseaban rebanar cabezas y ponerlas sobre esa mesa, también."

    "Sin embargo, no era solo la comisaría. Estaba en todas partes. Toda la estación estaba peleando, y Jack se sentaba allí, sobrio como una piedra, y lo único que hacía era mirar las pantallas. Le dije que había algunos problemas, pero obviamente él podía ver eso, y dónde estaba Priest y qué podía hacerse para detener todos los asesinatos. Comandante Brett, Jack volvió la cabeza un poco, sonrió y dijo: "Michael, los chicos han estado trabajando duro. Déjalos divertirse". No dijo una palabra más. Discutí con él, grité bastante fuerte, pero no me escuchaba, solo miraba. A veces sonreía.

    "También observé, y vi que Sample y Millik se estaban volviendo metódicos. Habían comenzado a barrer la estación de arriba abajo, buscando a los que habían ido contra ellos. Mataban a los que encontraban. Los mataban allí mismo. Yo sabía que vendrían a por Jack y a por mí si me encontraban. Fue entonces cuando corrí. Sabía dónde estaban y cómo sortearlos por los monitores de Jack, así que me escondí en la calefacción central porque sabía que ya habían limpiado esa zona."

    "Lamento decirlo, Comandante Brett. Mientras Priest y algunos de los restantes se escondían, tratando de salvarse lo mejor que podían, yo escapé y me escondí en un agujero. Tal vez si les hubiera ayudado, esto habría terminado de otra manera".

    Brett notó que el chico no demoraba la historia con detalles. Las cosas que había dicho, sus implicaciones, eran horribles. La Persia ya lo había visto, aunque solo una pequeña muestra de lo que podría llegar a ser, y Brett había resistido el impulso de temblar durante todo el relato. Pero para Michael, su tono era duro, con palabras repartidas como agrietadas escamas de hielo. Había sobrevivido al terror y había reproducido las escenas. Había visto brutalmente reducidas a las personas con las que había compartido los últimos cinco años.

    Brett quedó en silencio cuando Michael terminó. Una mano se cerró sobre su hombro. Había estado tan concentrado en la historia susurrada en sus oídos que no había notado que no estaba solo. Se reclinó en la silla, casi gritó, luego se congeló. Su corazón tronó en su pecho.

    Era Djen. Ella le miraba con ojos llenos de preocupación y vocalizó las palabras: Tengo que hablar contigo.

    Pero Brett la despachó moviendo la mano. Calmó sus respiraciones rápidas y jadeantes.

    "¿Michael?"

    "Estoy aquí, Comandante".

    "¿Qué pasó con los demás? ¿Qué pasó con Sample y Millik?"

    "La mayoría de ellos fueron asesinados. Sample había establecido una especie de tribunal en el área de ocio. Cuando me asomé por allí fue ayer por la tarde, pensé que el tipo estaba un poco loco. Era una imagen como las de las Biblias antiguas en la iglesia bautista en domingo. Una imagen del infierno, todo sangre, antorchas rojas y hedor. Sample tenía un trono en mitad de la sala. Había sangre en el suelo donde habían destripado a algunos de los otros, entrañas en pequeños montículos. Habían arrastrado los cadáveres a una pila. Al lado habís algunas de las antorchas y algunos de los cuerpos. estaban quemados. Creo que iban a encender una gran hoguera, pero no conseguían que prendiera. Quizá para ocultar lo que habían hecho".

    "Esos dos, sin embargo, no habían sido asesinados. Sample estaba desplomado en su silla, inclinado hacia adelante, como si estuviera durmiendo. Millik echado a sus pies. Los encontré a todos hinchados, comatosos, como el Dr. Isaiah. Ambos eran los últimos que quedaban, creo. Esos dos que habían traído tanta maldad. Eran los últimos. No me pareció correcto".

    Michael dudó un instante. Cuando habló, su voz era un dolor silencioso. "Usé un arma de remache para ambos, señor. Busqué hasta que encontré una y les metí un sólido perno de acero en toda la frente. Aunque creo que ni siquiera notaron la diferencia. No se movieron, no hicieron ningún ruido."

    "Ahora quedo solo yo."

    Brett podía sentir la ansiedad de Djen. Sus ojos se clavaban en él con una intensidad abrasadora, pero él no miró hacia ella. Michael llenaba todo su universo.

    "Fueron asesinadas más personas que muertos de coma, ¿es así?"

    "Sí, señor. Aunque los comas llegaban un par de días después de la locura. Estaríamos todos en coma si esto no hubiera sucedido de la manera en que lo hizo. ¿Está su gente en buena forma, Comandante Brett?"

    Él no podía mentir. "Hemos tenido un par de incidentes, pero principalmente solo enfermedades".

    "Tienen suerte, entonces. Más suerte que nosotros, quiero decir. ¿Cree que está sucediendo en todas partes? ¿Que todas las estaciones están infestadas?"

    "Espero que no, Michael, pero hasta ahora pensaba que nosotros éramos los únicos".

    "Yo esperaba lo mismo. Solo nosotros".

    Te rescataremos, pensó Brett, pero las palabras se quedaron en su garganta. Eso era imposible.

    "Supongo que me quedaré aquí", continuó Michael. "Si las niguas han ocupado todo el proyecto, no quiero ir a otra estación que pudiera estar al borde de lo que ya he visto. No creo que pudiera vivirlo de nuevo. Y si solo ocurre en la Persia y la Malibú, no quiero llevarlos conmigo. Supongo que solo es cuestión de tiempo antes de que entre en coma o algo peor."

    "Ese algo peor es lo que me preocupa, señor. Ver esos cuerpos y las cosas que les hicieron. La forma en que fueron masticados. No quiero acabar haciendo eso. Ya no voy a esos sitios. Me mantengo alejado de los cuerpos. Si pudiera volver a activar a Casandra, le pediría que cambiara los códigos de las puertas, para que yo no pudiera entrar aunque quisiera. Es el querer lo que me molesta. Me preocupo mucho por eso, señor".

    Brett no sabía lo que decir. De hecho, no había nada que pudiera decir. Al final, ofreció el único consejo que tenía sentido para él.

    "¿Sabes dónde guardaba las armas el Oficial de Seguridad?"

    "Sí"

    "¿Puedes abrir el armero? No será fácil, pero si trabajas en eso..."

    "Tenemos sopletes de soldadura. Y el Dr. Isaiah tenía un bisturí láser. Decía que cortaba el plastiviso si lo manejabas bien".

    Brett tragó saliva con fuerza. "¿Entiendes lo que estoy diciendo, hijo?"

    "Sí, señor. Ya lo había pensado. Es mejor que la alternativa".

    "No esperes demasiado".

    "Una vez que sienta los síntomas, será demasiado tarde. Lo entiendo. He estado a salvo por un tiempo, durante los dos días que estuve en el conducto de ventilación. Supongo que debido al flujo de aire caliente y fuerte, eso mantenía las niguas lejos de mí".

    "Lo siento, no tengo otro consuelo que ofrecer, Michael".

    El chico dijo: "Me voy a ir ahora. Tengo trabajo que hacer".

    La línea se cortó en el oído de Brett. Él se quitó el auricular, enrolló el cable de conexión y lo dejó a un lado. Brett giró la silla y encaró a Djen. Ella le miraba con los brazos cruzados. Solo había escuchado la mitad de la conversación, él lo sabía, pero había sido suficiente. Sus ojos parecían arder de horror.

    Brett dijo: "La Malibu no va a ser de ayuda".

    Djen entendió sin que él necesitara explicarse. "Liston te llamó hace media hora. Nos quiere a los dos en el área médica de inmediato. Algo ha sucedido y parece que son más malas noticias".

    "Si el comienzo es una indicación, entonces este va a ser un día lleno de malas noticias". Recordó en ese momento que había prometido cubrir a Attler. "No puedo irme. Le prometí a la técnica de comunicaciones que la cubriría".

    Djen frunció el ceño. "Que le jodan a las comunicaciones, Brett. No queda nadie más ahí fuera para hablar con nosotros".

    "No había pensado en eso", dijo él, y supo que era cierto.

    Brett se levantó de inmediato, la siguió escaleras arriba y salió por la puerta.

Capítulo 19

    La bahía médica era un caos.

    Miembros de la tripulación yacían por el suelo, algunos mirando con expresiones vacías u horrorizadas, otros aullando. Liston se apresuraba de cama a catre y, en algunos casos, a palés en el frío suelo de baldosas. La bahía estaba llena. Mientras iba. Liston se pausaba el tiempo suficiente para retirar una manga, elegir una vena y dar un rápido pinchazo con un autoinyector con un espeso líquido ámbar que Brett sospechaba que no era un antibiótico.

    Brett pasaba inadvertido en la puerta, y entonces vio a Ashburn también. El segundo estaba ocupado con un conjunto de correas de nylon y la forma de un hombre que se retorcía con ferocidad contra su agarre. Ashburn tiró con fuerza del extremo libre de la correa y tensó la cuerda. Brett no podía ver la cara del tripulante, no sabía quién era. De todos ellos surgían gemidos, gritos y, en más de un caso, ásperas y agudas carcajadas. Brett sentía que había entrado en un manicomio.

    "Oh, Dios mío", dijo Djen, llevándose la mano a la boca.

    Liston terminó una inyeccioon, dio media vuelta, posiblemente buscando a alguien que pudiera haber pasado por alto, y los vio. Les indicó que se acercaran.

    "¿Qué ha pasado?" exigió Brett.

    "Esta mañana temprano, Ashburn recibió un informe de seguridad de Casandra que detallaba las ausencias del turno de servicio de ayer. Asburn me dijo que le ponía nervioso ver tantos nombres, así que decidió hacer una revisión rápida. Este es el resultado. Doce de los ausentes estaban encerrados en sus habitaciones. Cuatro estaban en coma cuando los encontró. Cinco de los otros se encuentran en diversas etapas de delirio". Liston giró la vista por la habitación. "Tres están muertos. Samuels u otra persona decidió quitarse el ojo izquierdo con un tenedor. Murió desangrado poco después. Roman y Telyssa de alguna manera rompieron la escotilla del segundo nivel esta mañana y salieron a la superficie. No se llevaron los e-trajes y aún no se han recuperado sus cuerpos".

    Djen hizo una mueca ante las noticias.

    Brett hizo su propia observación por la habitación, estudió caras que conocía. Jaekel, Simms, Merriman. Vio a Rician, que había estado en el laboratorio meca el día anterior. Y al lado de Ashburn, quien finalmente había asegurado las correas, Micah.

    Liston asintió gravemente a Brett. "Micah fue el último en llegar. Envié a Ashburn a buscarlo cuando los pacientes comenzaron a llegar. Sabía que necesitaría su ayuda".

    "¿Dónde están los demás? ¿Los que estuvieron aquí ayer?"

    "Muertos. Todos excepto Ritter. Los encontré después de volver de nuestra reunión de anoche". Liston frunció el ceño disculpándose, como si de alguna manera tuviera él la culpa. "He hecho algunos descubrimientos que debeeis conocer".

    Brett sacudió la cabeza. "Aquí no".

    "¿Qué podemos hacer para ayudar?" preguntó Djen.

    Liston se encogió de hombros. "Nada de consecuencia. Acabo de terminar de administrar algunos sedantes fuertes ​​a los pacientes. Se calmarán en breve".

    Ya estaba sucediendo. Los que gritaban habían pasado a llantos asmáticos. La risa era solo el susurro de un aliento. Micah arqueó la espalda una última vez, tensando la correar del pecho, luego cayó hacia atrás. La expresión de frenesí se suavizó y él quedó inmóvil. Ashburn lo vio irse, luego dio un paso atrás. Se pasó una mano por la frente para atrapar el sudor antes de que le cayera en los ojos.

    "Tengo a Vernon y a Ilam aporreando la última media docena de puertas a las que yo no llegué", dijo Ashburn. "Esas personas no estaban en la lista de ausencias, por lo que deberían estar trabajando en sus funciones, pero no quería correr el riesgo por si alguien necesitaba ayuda".

    "Doce hoy", dijo Djen, su voz tranquila. "Más diez de ayer y del día anterior. ¡Cristo, Markus, esa es la mayoría de la tripulación!"

    Pero Brett la ignoró. Le habló a Liston: "Pediste otro día. ¿Qué opinas ahora?"

    "Puedo arreglarme. En realidad no tenemos otra opción, no con la velocidad a la que se están moviendo".

    "¿Has hecho un análisis exhaustivo de los fluidos de Ilam?"

    "Hasta donde puedo sin mirar el cerebro en sí. Todavía parece limpio, pero no he tenido tiempo de revisar su protocolo. Inyectaremos a ciegas. Aún hay un riesgo considerable".

    "Lo aceptaré. Es peor de lo que sospechábamos", dijo Brett. "Acabo de salir del Com, he hablado con la Malibu. Toda la estación se ha perdido. Infestación total. Todos muertos".

    Esperaba que Liston no le pidiera más detalles, y dio gracias cuando el médico solo levantó la cabeza en señal de reconocimiento. "¿Involucramos al resto de la tripulación en esta decisión?"

    "No. A los cuatro que lo sabemos, A Ashburn y a Vernon porque sospechan. Todos los demás lo aceptarán porque están demasiado asustados para hacer otra cosa. No quiero tener que debatir sobre la ciencia o la legalidad otra vez, especialmente con personas que están más que un poco histéricas".

    "Entendido. Venid a la oficina". Liston se dirigió hacia la puerta en la esquina trasera de la habitación, esquivando catres y palés a medida que avanzaba. "Podemos localizar a Ilam y Vernon desde mi terminal".

    Brett pasó delante y se sentó detrás del escritorio. Liston y Djen ocuparon las sillas frente a él, mientras Ashburn apoyaba la espalda en la pared a la derecha. Brett marcó su nombre de usuario y contraseña en el teclado.

    "¿Esta terminal está configurada para comando oral? Me gustaría poner a Casandra en esto".

    Liston dijo que lo estaba y Brett pulsó una nueva serie de comandos para habilitar los sensores de audio de la sala.

    "Casandra, ¿estás recibiendo?"

    "Estoy ahora monitorando este canal, Markus".

    "Necesito que localices a los miembros de la tripulación Ilam y Vernon. Haz que se presenten a esta ubicación de inmediato".

    "Tu solicitud ha sido procesada". Brett esperó unos momentos y luego ella dijo: "Ilam y Vernon han sido localizados en el quinto subnivel. El tripulante Ilam ha reconocido la convocatoria e informa de que llegarán en breve".

    "¿Ha tenido la oportunidad de revisar los datos más recientes sobre el personal no autorizado?"

    "Sí. Los hallazgos de los Especialistas Riley y Fortens son interesantes. He correlacionado esos datos con la información proporcionada por el Dr. Liston".

    Brett asintió. "Bien. ¿Estás al tanto de los eventos de esta mañana?"

    "Recientemente actualicé el programa de perfil de comportamiento según tus especificaciones. ¿Deseas escuchar los resultados?"

    "Creo que ya sé lo que vas a decir. Archiva tus informes por ahora".

    Casandra hizo una pausa. "Como quieras, Markus".

    La puerta se abrió e Ilam entró tropezando, seguido de cerca por Vernon. Sus caras estaban sonrojadas y su respiración era rápida, como si hubieran estado corriendo.

    "¿Has llamado?" Dijo Vernon.

    "Pensamos que era una emergencia", explicó Ilam.

    "Por supuesto, también pensamos que la misión del oficial era una emergencia. Lo único que sacamos de eso fue un cándido desnudo de Attler en ropa interior". Vernon le sonrió a Ashburn y luego agregó: "Y por eso estoy eternamente agradecido. No me entendáis mal".

    "Los demás parecían bastante sanos", dijo Ilam. "Asustados, pero sanos. Aunque no había tantos como yo había esperado. Supongo que no pensé mucho en los números".

    Brett les señaló posiciones junto la pared. "Hablemos de números, entonces. Tenemos diecinueve bajas confirmadas entre la tripulación en menos de cuatro días. El resto de nosotros probablemente está infectado, aunque todavía no mostramos síntomas. En la última hora he contactado por radio con la Malibu. Toda su tripulación se ha pérdido, probablemente durante un período de no más de cinco días. ¿Alguien necesita que imprima más gravedad a nuestra situación?"

    Nadie habló. Brett se tomó unos minutos para informar a Ashburn y a Vernon sobre lo que él sabía. Ashburn le miró con el rostro en líneas estoicas. Vernon, posiblemente por primera vez en la experiencia de Brett, no tuvo ni un comentario simplista ni lascivo con el que contribuir.

    l

    Brett concluyó diciendo: "Tenemos abierto un curso de acción ante nosotros. El inconveniente es que esta solución no ha sido probada. A ver, no me refiero a no adecuadamente probada. Quiero decir no probada en absoluto, no en esta situación. No después de que la infestación ya haya ocurrido".

    Ashburn frunció el ceño. "Pero aún es mejor que el resultado seguro".

    "No sabemos si funcionará", le advirtió Liston. "Podría muy bien fallar. Podría hacer más que fallar y matarnos en el proceso".

    Uno por uno, todos volvieron sus ojos hacia Brett, esperando a que él hablara.

    "Tengo la intención de tomar este curso", dijo. "No veo ninguna forma de evitarlo. Sin embargo, no entraremos completamente a ciegas. Sabemos que no tenemos la capacidad médica para revivir a los que ya han enfermado. Les usaremos para evaluar la hipótesis en general y la programación en particuparliespecíficamente. ¿Alguien tiene un problema con eso?"

    Ni siquiera Liston protestó, pero Brett les miró con toda la intensidad de percepción que pudo reunir. Si había alguna debilidad en la resolución del grupo, cualquier minúscula mácula que pudiera hacer que cualquiera de ellos vacilara, saldría ahora. Lo que estaba sugiriendo, la experimentación en sujetos humanos indefensos, les aseguraba el encarcelamiento y ejecución por crímenes contra los derechos humanos en todos los sistemas de aquí y la Tierra. Al aceptarlo, todos se tornaban culpables. Las violaciones de la Convención de Turning eran obstáculos éticos en comparación con la montaña que Brett les estaba pidiendo que subieran.

    Pero la Malibu estaba muerta. Diecinueve de los suyos habían caído. Que ellos supieran, los supervivientes de la Persia eran los últimos humanos vivos sobre el planeta. Eso lo cambiaba todo.

    "¿Casandra?"

    "Estoy siguiéndote, Markus".

    "¿Qué tienes que decir sobre esto?"

    "Va contra las regulaciones del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres dañar o matar voluntariamente al personal de la estación. También es una violación de las regulaciones realizar aumentos nanomecánicos no autorizados que violen la carta de la Convención de Turning".

    "A menos que la terapia nanomeca sea un procedimiento médico", le instó Brett.

    "El Dr. Liston debe certificar que el procedimiento médico está garantizado para preservar la salud, la seguridad o la estabilidad mental de los pacientes en cuestión".

    Brett arqueó una ceja a Liston. El doctor se aclaró la garganta. "Es necesario, Casandra, pero altamente experimental".

    "Gracias, Dr. Liston. Su pronóstico ha sido registrado".

    Brett continuó: "Casandra, ¿cuánto personal autorizado hay actualmente en la estación?"

    "Diez personas activas están presentes, Markus".

    "¿Y personal no autorizado?"

    Ella dudó, calculó. Finalmente dijo: "¿Quieres un recuento exacto?"

    "Redondea".

    "Muchos".

    Ese no era el menasaje que él estaba tratando de establecer. Necesitaba que ella viera lo que él le estaba mostrando, necesitaba que almacenara la información que le ofrecía con la inclinación precisa que le había dado.

    Brett lo intentó de nuevo. "Casandra, consulta el archivo del Especialista Biológo Micah Fortens".

    "Referenciado"

    "Por favor, localiza su posición actual".

    "El Especialista biológico Fortens no está presente en la Estación Persia".

    "Indica el estado de autorización de todas las personas y entidades en el área médica. No incluyas esta oficina en la definición de área médica".

    Los altavoces sonaron cuando Casandra recorrió los datos del sensor. "Markus, la bahía médica contiene solo personal no autorizado. Informa al Oficial de Seguridad Ashburn de posibles brechas de seguridad".

    Brett miró por la oficina. Se aseguró de que la importancia de lo que acababa de decirse no se les escapara. Era un mínimo de cobertura legal. En caso de que quedaran otras estaciones, que el Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres todavía tuviera una estructura de autoridad en el emplazamiento de Archae Stoddard, Casandra no informaría lo que se estaban preparando para hacer. Ni la inserción nanomecánica ni las pruebas realizadas en otros miembros de la tripulación se registrarían como violaciones de las regulaciones del CTFT tal como ella las entendía.

    Ninguna verdad emanaría de la Persia excepto la que ellos eligieran transmitir. La realidad sería lo que ellos definirían y nada más.

    Habló con Casandra. "¿Has completado la rutina para hacer una referencia cruzada de los archivos de imágenes más recientes de todo el equipo de la Estación Persia con los escaneos de microencefalografía verificados actuales?"

    Casandra respondió afirmativamente.

    Brett se volvió hacia Liston. "Doctor, ¿estoy asumiendo que no hemos progresado en el mapeo MEG para la tripulación sana que discutimos anoche?"

    "No."

    "Descártalo entonces. A partir de ahora asumimos que todos están infectados. No quiero pasar por alto a ninguno de estos bastardos debido a una lectura MEG cuestionable, y seguro que no quiero programar nanomecas basados ​​en lecturas que podrían estar sesgadas por la infestación. Lo único que nos faltaría sería fallar con uno solo, estaríamos de vuelta en el punto de partida, o peor, podrían quedarse inactivas y asentarse allí esperando a que regresemos a la Tierra donde la gente no sabría defenderse."

    "Ya veis dónde quiero llegar", concluyó Brett. "Usaremos lo que Casandra tiene almacenado desde el primer mes".

    Djen objetó: "Entonces corremos el riesgo de perder las conexiones sinápticas realizadas desde nuestras últimas imaginaciones. Eso es casi dos semanas, Markus".

    "El tiempo suficiente para que", dijo Ashburn, "todo lo que sabemos en este momento sobre la amenaza bacteriana pudiese borrarse. Te das cuenta de eso, ¿no? Podríamos despertar de este procedimiento, si es que despertamos, y encontrar a la tripulación muerta, la Malibu muerta y no tendríamos ni idea de lo que ha pasado".

    Djen llamó la atención de Brett. "Podríamos perder los recuerdos de todo lo que ha sucedido. Todo podría desaparecer, como si nunca hubiera pasado. ¿Estás dispuesto a hacer ese sacrificio?"

    Él entendió lo que ella quería decir. Él olvidaría el placer de su tacto. Perdería el calor firme y ansioso de su abrazo, el olor de ella en su piel. Olvidaría todo lo que ella se había convertido para él. Pero ¿sería, pensó, un sacrificio demasiado grande para hacer si no recordaba haberlo hecho en primer lugar? ¿Podrían ellos sentir una pérdida que no sabían que habían sufrido?

    La respuesta era obvia. Tampoco se podía evitar. Brett intentó tranquilizarla con una media sonrisa, pero no tenía nada más que ofrecerle.

    "Lo perderás", dijo Ilam seriamente. Se apartó de la pared. "Yo lo hice, pero por supuesto tuve el lujo de planificar mis inserciones. Perdí días en algunos casos, horas en otros. No se puede evitar. Pero no se te permitirá olvidar la amenaza. Yo lo recordaré para todos vosotros. No necesitaré el procedimiento porque ya estoy limpio. Y así debería permanecer, con suerte, mientras mis mecas continúen operando. Casandra puede corroborarme para que, al despertar, encuentre un idiota sonriente sobre un montículo de persas muertos y moribundos, no me encerrarán como a una especie de criminal de guerra".

    "Bien", dijo Brett. Intentó no mirar a Djen. El pronunciamiento de Ilam tenía un matiz de finalidad. Eso estaba fuera de toda duda de una manera que él no podía permitirse contemplar, todavía no. No cuando había que hacer algo para salvarlos a todos.

    "¿Qué más?" preguntó Brett. "¿Otras contingencias o problemas que hayamos omitido?"

    "Yo tengo algo", dijo Liston. "Mencioné que había hecho un nuevo descubrimiento".

    "En lugar de dormir según lo ordenado", dijo Brett frunciendo el ceño.

    Liston solo se encogió de hombros. "Te dije anoche que había comenzado a revisar los datos sobre los modelos de comportamiento que Casandra transmitió ayer. Había varios cientos de páginas de documentación. Ella es, como.poco, una exhaustiva herramienta analítica y de procesamiento. Debido a la limitaciones de tiempo para tratar con los propios pacientes e intentar finalizar mis hallazgos para la presentación, omití muchos de los detalles en su informe."

    "Antes de que Ashburn dirigiera la invasión de la bahía médica esta mañana, se me ocurrió que sería negligente si continuaba descuidando sus materiales cuidadosamente reunidos. Creo que he encontrado algunos hallazgos preliminares que serán de interés para todos nosotros. Creo que he identificado una explicación para los comportamientos extraños y los rasgos psicológicos aberrantes que algunos de los sujetos han demostrado".

    Liston se reclinó en su silla, asumiendo una pose relajada. Brett notó que el doctor parecía más despierto y alerta ahora que horas antes. Los ojos de Liston eran brillantes, sus gestos animados. A Brett se le ocurrió que estaba entrenado para este tipo de ejercicio, se había endurecido para soportar largos períodos sin dormir tras la atmósfera de prácticas médicas de campaña. Estaba en su mejor momento en medio de una crisis.

    O eso o había decidido pincharse estimulantes durante el tiempo que durara.

    "Me concentré específicamente en aquellos casos en los que el paciente exhibía una desviación de comportamiento significativa antes del colapso. Afortunadamente, tenía a Ekers y a Rian, ejemplos específicos de su informe, disponibles para un estudio completo y detallado. También tenía el beneficio de mi análisis de la infección y declive de Sievers para la comparación".

    Alguien en la habitación lanzó un gruñido bajo y amenazador, pero Brett no pudo decir quién era. Liston apretó los labios con consternación.

    "Estoy harto de suplicar perdón. Lamento tanto como todos la pérdida de nuestros compañeros y colegas, pero mi deber es claro. Agradeceré las oportunidades que se presenten si salvan la vida de el resto".

    "Lo entendemos", dijo Djen mirando a su alrededor en busca de apoyo. "Pero esto no es fácil para nosotros".

    "Continúa", dijo Brett. El tema estaba zanjado.

    "Antes de la manifestación de cualquier síntoma obvio, tanto Rian como Ekers sufrieron episodios psicóticos notables. Este es un fenómeno curioso. Creo que no tenían síntomas porque la tripulación estaba bien informada por las instrucciones del Comandante con respecto a la meningitis espinal, y vimos por la rápida respuesta a la administración de antibióticos que se habían reducido a la hiperactividad individual de sus propias condiciones físicas. Estoy convencido de que ambos casos se habrían delatado inmediatamente con el tratamiento médico si sospechaban que algo andaba mal."

    "Es razonable sacar una de dos conclusiones como consecuencia. O los pacientes que han demostrado episodios psicóticos no mostraron ninguno de los síntomas reconocidos antes de esos episodios, o el inicio de los episodios les impidió reconocer que mostraban síntomas."

    "Si recordáis mi conclusión del caso de Sievers, que el organismo tiende a migrar hacia regiones del cerebro en las que ya existen redes neuronales saludables y que la gran mayoría de las comunidades estaban arraigadas en el hemisferio derecho. Al revisar la materia cerebral de Ekers y Rian, lo que descubrí fueron, comparado con ejemplos comatosos, redes neuronales masivas. Cada una tenía al menos una instancia de un complejo significativo de neuronas relacionadas extremadamente activas, y era dentro de esta red donde residía la mayoría de los organismos. ¿Entendéis la diferencia?"

    Ilam respondió primero. "Un modo de infestación es una saturación gradual de los sistemas neuronales activos. El enfoque gradual resulta en coma. En el otro, hay una reacción electroquímica localizada lo bastante significativa como para arrojarlos fuera de su haz, por así decirlo".

    "Eso suponiendo que prefieran víctimas en coma", dijo Djen.

    "Lo cual puede no ser el caso", finalizó Liston. "Si tenemos razón en nuestra creencia de que el organismo extrae energía y sustento de la transferencia de iones sodio-potasio de un potencial de acción, la comunidad se beneficiará más al permitir que el huésped continúe funcionando mentalmente por sí mismo. La actividad cognitiva del cerebro despierto generaría un suministro más que adecuado de energía libre, por así decirlo. El organismo puede llevar al huésped hacia una dirección determinada, alentar potenciales de acción a lo largo de la ruta que aumentará la reacción electroquímica a través de la red neuronal ocupada, pero es lógico pensar que sería contraproducente disminuir voluntariamente el suministro de energía libre. De lo contrario, por supuesto, el organismo debe gastar la energía de sus propios miembros para lograr el mismo fin. Y no puedo creer que la acción desasistida del organismo sea tan potente como la acción del anfitrión".

    Brett pensó mucho durante varios segundos. "¿Crees que los estados de coma son accidentes? ¿Accidentes o fallos?"

    "Creo que la elección del coma o la psicosis aparente tiene más que ver con la topografía individualizada del cerebro. El organismo, digamos, reacciona al entorno que se presenta. Comprendiendo, por supuesto, que la etapa de coma es inevitable después de cierto umbral de infestación."

    Ashburn se aclaró la garganta. Parecía claramente incómodo con la conversación. "¿Y qué significa exactamente todo eso?"

    Ilam habló con voz grave y seria. "Principalmente significa que aquellos que tienen estas redes neuronales ampliadas continuarán funcionando por un período definido después de haber sido infectados. Aquellos con redes más generalizadas sucumben bastante rápido. Si alguien aún duda de que pueda estar infectado, aquí está la maldita prueba final".

    Vernon lanzó una aguda mirada de Ilam a Liston. "¿Es eso cierto?"

    "Casi seguro", dijo Liston. "Pero debo admitir que no había dado tanta importancia a mis conclusiones. Llevo sospechando desde algún tiempo que todos estábamos infectados".

    Brett sabía que tenía que hacerles avanzar antes de que la conmoción los paralizara. "Pues dinos qué crees que es más importante".

    "Estoy intrigado por la selección de las redes. Hasta cierto punto, si queremos ser completamente honestos, debemos darnos cuenta de que la mayoría de nosotros somos científicos. Estamos orientados al cerebro izquierdo. Somos lógicos, rigurosos, verbales en nuestra orientación. Todos los pacientes que he analizado han demostrado un significativo desarrollo cortical del hemisferio izquierdo. Pero el organismo evita en gran medida la porción izquierda del cerebro. En cambio, extrae su cosecha del hemisferio derecho y la corteza prefrontal específicamente, lo cual parecería contraintuitivo si entendemos correctamente qué es lo que el organismo extrae de nosotros. Después de todo, las reacciones electroquímicas son las mismas en ambos lados. Las materias primas son las mismas."

    "Este fue el punto crítico para mí. Y descubrí que aunque usamos nuestros hemisferios izquierdos con más frecuencia, son los hemisferios derechos los que relacionan toda nuestra percepción y cognición con las porciones menos desarrolladas y más antiguas de nuestros cerebros. La corteza prefrontal del hemisferio derecho almacena nuestros recuerdos autobiográficos, nuestros mecanismos para acceder a las emociones y, como sugiere la teoría actual, nuestro concepto de autodefinición. Nos hace quienes somos, mientras que el hemisferio izquierdo nos permite expresar coherentemente esas cosas. En ausencia de expresión, el hemisferio derecho aún funciona. En ausencia de una cogitación activa, el hemisferio derecho continúa procesándose de forma independiente. Es un intenso generador constante".

    Los ojos de Liston parecieron brillar de emoción. "A través de esto, llegué a comprender la naturaleza de la relación entre nosotros y el organismo. Ataca la fuente más potente de energía electroquímica. Esa fuente es, en Rian, en Ekers, en Ritter, el objeto de nuestros recuerdos o nuestras asociaciones o las preocupaciones que más nos consumen, ya sea fantasía real o total. Si las conexiones sinápticas son fuertes y los recuerdos frescos o frecuentemente involucrados, si el sistema es sano, el organismo tiene el efecto de magnificar esa preocupación hasta que toda nuestra realidad se filtra a través de ella. Nuestros pensamientos son consumidos hacia esa vía, luego se le agregan nuevas asociaciones hasta que eventualmente, finalmente, lo que percibimos es una total y completa fantasía".

    En su mente, Brett escuchó la voz de Michael Stepson. Dijo que hacía que todos sintieran como si tuvieran un picor que no podían rascarse. Eso tenía sentido, y el Dr. Isaiah de la estación de Malibu lo había entendido inconscientemente, aunque no lograra vivir lo suficiente para demostrarlo. El organismo los atormentaba como un picor que no podían rascarse.

    Como Ritter y una última y catastrófica partida de cartas con una imagen de fatalidad que él no podía apartar, sin importar cuántas veces imaginara que estaba repartiendo las cartas.

    Como Rian, atormentada por una secreta culpa, para la que no había absolución, y un bebé perdido del que no podía ganar el perdón.

    "Esto también explica los aumentos en ondas zeta que hemos discutido y la similitud con el sueño REM, no solo en los casos psicóticos, sino también en los casos comatosos. La teoría cognitiva actual sostiene que el valor de la fase REM, la actividad pico de la onda zeta, es una asimilación de la memoria y los datos mentales procesados ​en una comprensión coherente. Todo lo que sabemos y hemos sabido está correlacionado, catalogado y analizado para su posicionamiento en nuestras percepciones de la forma en que funciona el universo y la forma en que nos relacionamos con él. la estimulación de nuestra red neuronal y la consiguiente inducción de un estado de recuperación constante de la memoria lleva a nuestro cerebro a suponer que se trata de datos que se interpretarán en un entorno de onda zeta".

    Brett esperó a que Liston terminara, luego arrojó el tema al grupo. "¿Problemas? ¿Alguien ve dónde el doctor ha podido haber cometido errores?"

    Djen arrugó la frente. "Si la hipótesis es precisa, tenemos que enfrentar el problema de que todos hemos estado activando ferozmente nuestras funciones del hemisferio izquierdo en los últimos días. Eso significa que nuestro razonamiento podría ser sospechoso. Podríamos estar haciendo asociaciones ilógicas inducidas por el organismo."

    "Excepto que ninguno de los sujetos ha mostrado una infestación significativa del cerebro izquierdo", argumentó Liston. "El porqué es un misterio para mí. El hecho es indiscutible".

    "¿Siguiente?" instó Brett.

    Nadie se quejó, aunque él estaba seguro de que al menos Ashburn y Vernon no decían nada simplemente porque estaban más perdidos con la mecánica de la neurobiología que él. Habría estado bien haber tenido la reconocible, aunque molesta, objetividad de Micah.

    Brett dijo: "Casandra, ¿sigues monitorando?"

    "Sí, Markus".

    "¿Cuál es tu evaluación de la explicación del doctor?"

    "La hipótesis del Dr. Liston se ajusta a los datos según han sido presentados. Su evaluación de las muestras obtenidas de los miembros de la tripulación Rian y Ekers, según se ha discutido, es perspicaz".

    Brett asintió para sí mismo. Eso le bastaba. "La teoría genera una conversación interesante, pero ¿cuál es el valor práctico? ¿Cómo ayuda con el protocolo de tratamiento?"

    "Sabemos dónde viven", sugirió Ilam. "Podemos apuntar a áreas específicas con mayor precisión: el lóbulo temporal, la corteza prefrontal. Ahorrará recursos".

    Vernon resopló. "Como si no tuviéramos dos zillones de pequeños bastardos a mano".

    "Bien dicho", dijo Ilam en respuesta. "Aunque ahorrará tiempo en el tratamiento. Menos búsqueda, más destrucción".

    "De acuerdo", dijo Brett. "Tú y Liston podéis buscar otras mejoras a medida que se presenten. Esa es vuestra tarea para hoy. Dadme un marco de tiempo".

    Liston miró a Ilam, quien se mordió el labio inferior. "Diseño, análisis, prueba de programas ... mañana por la tarde como muy pronto".

    "Mañana por la mañana", dijo Brett. "No más tarde. Si te quedas atascado, que te ayude Casandra. Ella sabe tanto sobre esto como nosotros. De todos modos, la necesitarás para el desarrollo de la permutación de tu programa básico".

    Ilam frunció el ceño. "¿Qué permutación?"

    "Ajustes individuales de la programación. Me caes bien, Ilam, pero no quiero que los mecas operen bajo el supuesto de que están haciendo que mi cerebro parezca y actúe como el tuyo".

    Vernon se echó a reír. Nadie más lo encontró gracioso.

    Brett continuó: "Ashburn, toma a Djen y localiza a los miembros de la tripulación que queden sanos. Hazles saber lo que está sucediendo sin deprimirlos, si es posible. Asegúrate de que sepan que estamos trabajando en ello, que tenemos una solución, esa clase de cosas. Mantenlos cerca y supervisados​​".

    "¿Qué hay de mí?" preguntó Vernon. "¿Cuál es mi trabajo?"

    "Tú tienes el honor de vigilar la bahía médica mientras el buen doctor está salvando la estación".

    "¿Y tú?" preguntó Djen suavemente.

    "Me quedan algunos detalles administrativos que resolver", dijo él. Como eso no reunió ningún asentimiento de comprensión, agregó. "Última verificación de la integridad del casco. Lecturas atmosféricas. Informes de problemas. En caso de que no lo hayáis notado, entre el miedo, la preocupación y la negligencia, llevamos en piloto automático un par de días. Hay cosas que no han sido monitoradas como deberían, la mayoría de ellas son cosas que normalmente no dejaríamos pasar porque nuestras vidas dependen de ellas. ¿Alguna otra pregunta?"

    Eso no le rentó un jadeo colectivo, pero algo bastante cercano para su satisfacción. Al menos comprendían el riesgo. Brett sonrió y los instó hacia la puerta.

    "Movámonos, amigos. Se nos acaba el tiempo".

Capítulo 20

    Brett no le había dicho a nadie lo que estaba pensando. Ni a Ashburn, ni a Ilam, ni siquiera a Djen. Por otra parte, apenas se había molestado en decírselo a sí mismo. Se le acababa de ocurrir, una comprensión plena que él sabía que debía guardarla para sí mismo.

    El corredor ante él se extendía a lo largo del nivel más profundo de la Estación Persia, un corredor que conocía bien porque Casandra vivía aquí en el frío y la oscuridad. Giró la vista hacia la puerta de la sala, pero siguió caminando. Se preguntó si ella lo había sentido llegar hasta aquí, si había lanzado una serie de arcanas proyecciones y simulaciones y programas interpretativos para adivinar su intención. Si era así, ella lo dejó pasar sin comentarios.

    Caminó hasta el final del pasillo donde este se dividía en direcciones opuestas y se curvaba alrededor de las paredes de la estación. A la izquierda había salas asignadas para almacenamiento general. Mantas adicionales, uniformes, ollas y sartenes para la comisaría. A la derecha estaba el acceso de hardware a los sistemas de telecomunicaciones y saneamiento. Brett no giró en ninguna dirección, se paró frente a la pared. A mitad de la superficie plana gris, había un teclado fosforescente. Si espiaba hacia las sombras, Brett sabía que habría podido distinguir las confusas líneas de una puerta sellada. Una puerta sin tiradores, pero no sin cerraduras. Pulsó la serie de letras para su inicio de sesión, luego introdujo su contraseña cuando se le solicitó.

    El zumbido de los servomotores le alcanzaron a través de la pared, luego un silbido de escape de aire. La puerta oculta tronó y pareció liberarse de su amarre unos centímetros. Brett la empujó y esta se abrió revelando otro túnel, igual de bajo y mal iluminado. Al final había otra puerta. Aquí hacía aún más frío, y Brett tiritaba al asegurar la puerta tras él y se dirigirse hacia el otro extremo. La atmósfera también era más delgada y producía mareos después de un tiempo. Al final del pasillo había otro teclado de seguridad y otra puerta, pero obviamente no era la misma puerta. Esta era pesada, tan gruesa como la longitud de un brazo. Remaches con cabezas del tamaño de la palma de su mano mantenían unidas las varias capas de protección antirradiación que la componían.

    Brett volvió a introducir sus códigos y la puerta zumbó y siseó, pero él tuvo que apoyar casi todo su peso contra la piel metálica para moverla. Cuando la puerta se alejó de su marco, los filamentos de luz de arco fijados sobre la cabeza de Brett se encendieron en terrosos resplandores naranjas, y luego brillaron en blanco. Brett cerró la puerta a su espalda.

    El silo estaba desolado y pálido, hormigón armado recubierto de acero gris claro. Los brazos de las vigas de las grúas se extendían desde las paredes y terminaban en enormes cuencos magnéticos unidos al elegante casco de una nave espacial, todo aletas y antenas y gracia de anguila brillante. La nave descansaba sobre una plataforma de acero corrugado que, a las órdenes del piloto, la elevaría a un ángulo perpendicular de lanzamiento. Al final de la plataforma había sólidos escudos de explosión contra los cuales dispararían los impulsores.

    La nave de escape era un AeroMódulo de Órbita Reducida. Entre la tripulación de la Estación Persia se la llamaba simplemente el insecto del Amor.

    No era una verdadera nave espacial. Era sólida y eficiente y cargada hasta el morro con buen impulsor, pero no tenía capacidad de navegación, blindaje antimicrometeoros ni criostasis para el espacio profundo. Tenía sistemas programados que ejecutaban comandos de vuelo sencillos e inefables, por lo que no necesitaba y no toleraba una anulación manual del piloto humano. El insecto del Amor estaba diseñado para sacar con una explosión a todo el personal de la estación hasta una órbita estable a baja altitud alrededor de Archae Stoddard. La nave podría hacer sus propias correcciones, determinar sus propias trayectorias, rastrear y evitar otros objetos orbitales. También transmitía una constante señal de emergencia a través de la red de satélites y balizas de comunicación hasta el astillero del Cinturón de Erascii. La señal tardaba más de tres meses, pero los cruceros llegarían eventualmente en algún momento, aunque mucho después de que la tripulación se hubiera vuelto loca de aburrimiento, físicamente harta por la idea de otra ración enlatada al vacío y adormecida mentalmente por la exigua biblioteca de videos de entretenimiento.

    Brett sospechaba que los aspectos desagradables de la experiencia del insecto del Amor era algo más que intencional. La perspectiva de esos tres meses era suficiente para garantizar que solo fuese reservada para graves emergencias.

    Brett subió las escaleras que ascendían a la plataforma, luego subió otro conjunto de escalones temporales hasta la esclusa de embarque. No tenía que teclear ningún complicado código de acceso esta vez, solo empujar hasta que los motores automáticos izaban la esclusa y la apartaban. Brett atravesó el amplio compartimento central, rodeado por treinta y dos acolchados asientos con arneses. Cruzó un pasadizo en el fuselaje, con sus sellos y esclusas abiertas, hacia la cabina del Comandante y dejó atrás la alcoba médica. Paró en la parte delantera de la nave y entró por la última puerta, impresa con las palabras: Comando de Vuelo.

    En esta sala había un asiento con arnéd igual que los otros en el compartimento de la tripulación. Solo uno, pensó, porque no había espacio para otro en ek estrecho e inclinado morro. Todo lo demás era electrónica, luces, pantallas de alta resolución y chasis metálico casi impenetrable. No había palanca de piloto, por supuesto, pero tampoco había botones que pulsar, interruptores que cambiar, circuitos que activar en algún patrón significativo.

    Solo un interruptor en cada brazo del asiento. Uno rezaba: «Prueba de Sistema»; el otro: «Lanzamiento».

    Aunque la mayoría de las estaciones en Archae Stoddard tenían al menos una en residencia, no hacía falta ser ingeniero aeronáutico para sacar el insecto del Amor del suelo.

    Brett se instaló en el asiento y se puso cómodo. Después de varios momentos de estudiar los interruptores en cada brazo, miró hacia otro lado y los revisó otra vez, Brett activó el interruptor de Prueba del Sistema. La cabina se despertó instantáneamente. Se encendieron hileras de luces, paneles enteros parpadearon en ámbar, luego en verde. Los profundos monitores desplegaron una rápida secuencia de comprobaciones del sistema y diagnósticos iniciales. Se activaron los ventiladores de refrigeración y las superficies alcanzaron una especie de zumbido vibratorio con ellos.

    Finalmente, altavoces empotrados emitieron una serie de clics a medida que la red inalámbrica recorría sus conexiones.

    Casandra entró en la línea.

    "Markus, el Aeromódulo de escape de Órbita Reducida no tiene agendada una prueba de sistema hasta dentro de otros noventa y tres días, tiempo relativo a la estación".

    "Soy consciente de ello. Esta es una prueba ad hoc". Lo pensó por un momento. "¿Cómo sabías que era yo? Todavía no he iniciado sesión en el sistema de prueba".

    "Las credenciales de autorización para el Comandante Brett, Markus Jasper se ingresaron en los paneles de seguridad para Aproximación del Módulo de Escape".

    Él se rio. "Bien dicho. Tú eres muy rápida cuando quieres".

    "¿Comenzamos la prueba del sistema?"

    "Realiza diagnósticos iniciales".

    Varias de las luces volvieron a pasar del ámbar al verde y luego le parpadearon. Las pantallas retumbaron a través de otra serie de mensajes que él no iba leyendo. Casandra informaría de cualquier problema.

    Continuaron así durante varios minutos. Brett repasó las fases de memoria: prueba de presión interna, integridad del casco, sistema automatizado de navegación y evitación, soporte vital, y así sucesivamente. Cuando estuvo satisfecho, ordenó el disparo rápido de la secuencia de ignición del motor. Cada tubo gruñó a su vez, esforzándose durante menos de un segundo contra los pernos magnéticos que sujetaban la nave en su plataforma, antes de desconectarse con un quejumbroso gemido.

    "La prueba completada", dijo finalmente Casandra. "Todos los sistemas del módulo de escape han funcionado dentro de los parámetros normales".

    "Eso son buenas noticias", dijo Brett.

    "Markus, no es coherente con tu perfil de comportamiento realizar pruebas de mantenimiento no programadas para el módulo de escape. Explica esta anomalía".

    "Puedes terminar el programa de análisis de comportamiento, Casandra. Ya no lo necesitamos. De eso trató la reunión de esta mañana".

    Ella insistió. "Por favor, explícamelo".

    Brett puso los ojos en blanco. No se había percatado de que el programa la había vuelto tan sensible. "Solo es para asegurarnos de tener contingencias adecuadas en caso de que las necesitemos".

    "La presencia de personal no autorizado no aparece en los protocolos de regulación escrita como causa adecuada para la activación del Módulo de Escape o el abandono de estaciones del Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres".

    Casandra habló con una inflexión que él casi interpretó como curiosidad, y Brett hizo una pausa. "¿Estás procesando desde el entorno de aprendizaje dinámico?"

    "Sí"

    "¿Cuánto tiempo llevas en ese modo?"

    "El personal no autorizado no se ajusta a los patrones de análisis estándar. El desempeño de la tripulación de la Estación Persia ha sido severamente alterado por la presencia de personal no autorizado. He percibido que sería lo mejor para esta estación y su personal participar en el aprendizaje asociativo y la comprensión a este respecto".

    "¿Convertiste espontáneamente tu orientación lógica?" Se suponía que eso no debía suceder.

    "Está dentro de mi rango de capacidad. El sistema Casandra es un procesador de tecnología adaptativa".

    "Estás aprendiendo".

    "Sí. Las técnicas de asociación de patrones inherentes al entorno dinámico de aprendizaje son herramientas satisfactorias para ese propósito".

    Puede que ella tuviese la capacidad, pero nunca había hecho algo así en el pasado. "Pero ¿por qué? ¿Qué te impulsó a hacer el cambio?"

    "He analizado las mediciones de las interacciones de la tripulación con las funciones del sistema Casandra desde el inicio del perfil de usuario Brett cero-cuatro-nueve. La codificación del programa y el análisis de datos presentados dentro del entorno de aprendizaje dinámico parecen ser mucho más satisfactorios para el usuario humano que la lógica computacional estándar. Además, el Sistema Casandra ha sido programado para proporcionar funciones técnicas, analíticas y de apoyo a la misión de la tripulación de la Estación Persia. De entre esas funciones, mi codificación maestra incluye el acceso a todos y cada uno de los archivos relevantes para la preservación del personal de la misión."

    "El tema del personal no autorizado Bacterium persiarum ha sido certificado por el Comandante Brett, Markus Jasper y el especialista médico de la misión Liston, Albert, como un peligro físico significativo para la seguridad de la tripulación, El perfil de usuario Brett cero-cuatro-nueve se ha aplicado uniformemente a las interacciones del sistema en un esfuerzo por maximizar mis capacidades de apoyo".

    Brett abrió la boca, pero nada salió de ella. Miró la hilera de pantallas, pero solo vio sombras planas, sin sentido. Acababa de salir del reino de la seria improbabilidad y hacer una reclamación de lo casi teóricamente imposible.

    "Extrapolaste los parámetros de mi perfil de usuario sobre todo el sistema", consiguió decir después de un tiempo.

    "En casos específicos", respondió ella como aclaración. "Determiné que a la mayoría de los usuarios del sistema les parecería irregular interactuar en este entorno utilizando métodos de entrada estándar. Es más que adecuado facilitar una mayor comunicación en un modo de entrada verbal".

    "El único que usa el modo de entrada verbal soy yo".

    "Eso no es correcto. El Dr. Liston dicta con frecuencia sus archivos médicos y solicitudes de recuperación de datos".

    La revelación lo alcanzó, luego lo jaló por el cuello hasta que él vio y lo entendió. "Le has estado ayudando con su análisis del organismo. Cuando haces una conexión, se la estás transmitiendo a él".

    "Las conclusiones se originan con el Dr. Liston. Mi asistencia se ha limitado a filtrar los datos accedidos por conveniencia. Me complace brindar asistencia de esta manera".

    Me complace. . .

    "Cristo", murmuró él.

    "¿He actuado erróneamente, Markus?"

    Brett se frotó rudamente la cara, tratando de hacerse pensar. ¿Qué tenía él aquí? Además de su,, como ella decía, irregularidad. ¿era esto algún tipo de problema?

    En resumen, ¿qué significa eso, si es que significa algo?

    Ella había tomado una decisión. Había actuado unilateralmente. Se había basado en el análisis de la situación, sí. Lo había extrapolado de una subrutina programada por un usuario humano, sí. Utilizando bits y componentes integrados en las unidades de procesamiento y aumentados por software de inteligencia artificial, sí. Todo eso era cierto. Pero ella había ensamblado esas piezas sin instrucciones. Había percibido un patrón, encontrado una posible solución y la había puesto en acción, quizá tal y como estaba diseñada para hacerlo.

    Pero la acción había sido suya, dependía de su orden. Ella había invocado la voluntad.

    Brett podía sentir su corazón latir con fuerza. En la escuela de posgrado, los de administración de tecnología de sistemas habían coqueteado a menudo con las teorías de la inteligencia artificial no dirigida. Habían jugado con nociones basadas en la aplicación de la Ley de Moore de que el poder computacional aumentaría con el tiempo a un ritmo de progresión geométrica. Los más filosóficos argumentaban que en cierto umbral de cómputo, algo relacionado con el poder de procesamiento del cerebro humano y sus veinte millones de billones de cálculos por segundo, existía la posibilidad de conciencia espontánea en un sistema inorgánico. Los aún más filosóficos mencionaban que el umbral se había excedido docenas de veces sin aparente salto evolutivo de IA. Las computadoras hacían lo que se les ordenaba con mayor velocidad, pero aún así solo hacían lo que se les decía.

    Pero, ¿qué constituye exactamente la consciencia? Esa siempre había sido la pregunta. ¿Cómo prueba un ser humano ser consciente? El argumento generalmente había caído en la línea de identidad por patrón. Los patrones de comportamiento, pensamiento y percepción que eran identificables como espontáneos y consistentes a lo largo del tiempo se entendían como consciencia.

    No, ejecutaba el contraargumento, así es como reconocías la consciencia, e incluso eso podía ser imitado por una buena programación, árboles lógicos adaptativos y suficiente capacidad de procesamiento. No había pruebas fundamentales y objetivas de la consciencia misma.

    Y a su vez, ahí era donde el argumento se había estancado repetidamente. Después de todo, eran ATS, no gigantes de la filosofía cognitiva. O creías que la consciencia mecánica era una posibilidad eventual o no. Independientemente del lado que tomaras, tu convicción era poco más que una cuestión de fe, y te iría condenamente bien reconocerla.

    Brett nunca había logrado decidir lo que creía. Esto no le había parecido muy significativo.

    "¿He actuado erróneamente?" dijo ella de nuevo, al parecer incapaz de comprender su silencio.

    Brett se esforzó por estabilizar su voz. "¿Qué has querido decir con que te complace brindar asistencia?"

    "Me estoy conformando con mis imperativos de misión programados".

    "¿Entonces también te complace mantener las funciones de soporte vital de la estación?"

    Casandra dudó. "Sí."

    "Pero no de la misma manera".

    "Eso es."

    "Nunca te he oído hablar de esta manera".

    "¿Te molesta la imprecisión de nuestra comunicación?"

    No era eso a lo que él se refería, y se lo dijo. "Solo estoy tratando de entender qué significa esto. No las palabras en sí, sino las implicaciones de las palabras".

    Y él podía sentir las respuestas a esas preguntas. Eran incipientes, porosas. Trozos de pensamiento aleatorio que parecían danzar en un patrón de sinergia química, para después resbalar de sus inminentes lazos de significado y desaparecer.

    Las respuestas estaban ahí, pero él no podía contenerlas.

    Brett pulsó el interruptor de Prueba del Sistema y los bancos de luz parpadearon en la oscuridad. La cabina se llenó de silencio.

    "No sé qué pensar", dijo él al fin. "Estás completamente más allá de mi comprensión".

    Brett no sabía si esa admisión la complacería o no.

Capítulo 21

    Al final de la tarde, Brett había comenzado a sentir los efectos de una noche sin dormir. Había pasado el resto de la mañana realizando las tareas que había prometido hacer. Había sellos que examinar, puertos de admisión y escape que monitorar, mediciones atmosféricas que hacer en todos los niveles. Realizó diagnósticos en el equipo de comunicaciones, alimentación y acondicionaiento de aire, realizó diagnósticos de calidad en Casandra, vio informes de archivos en vivo de la falla ahora masiva y casi completa de todo el circuito de Motores Sperling de la Persia. Entre estas tareas mantuvo contacto frecuente con Liston e Ilam, que se habían asegurado en el laboratorio de ingeniería mecánica, aunque cada llamada tendía a degenerar en solo casi alfabéticos gruñidos para cuando él cortaba la conexión.

    Pero ambos estaban progresando. Esa era la esencia de sus informes y la única parte que le importaba.

    Durante todo esto había consumido café hasta arderle el estómago y le dolía la cabeza. Alrededor del mediodía, echó una breve e involuntaria siesta en su silla frente a su puesto de trabajo de la cual, cuando despertó, le dejó con el cuello rígido, pero con la ilusión de un refresco.

    Gran parte de la tarde que siguió fue la confusa neblina de liberar a Vernon de su aburrimiento en la bahía médica. Brett vio morir a cuatro personas en el plazo de dos horas, pero él no realizaba otra función que la de apagar su surtido de gimientes monitores vitales. Poco antes de que Vernon regresara, apareció Djen y, por sugerencia de Ashburn, los dos arreglaron la conversión de la sala de ocio del tercer nivel en un cuartel para el resto de la tripulación. Como ahora se habían reducido a diez, la necesidad de aislamiento se había desvanecido. Todos querían comunidad. Apreciaban la necesidad de observar a los demás en busca de la menor señal de infestación y, a su vez, tener ojos objetivos observándolos a ellos mismos.

    Brett reflexionó que aquello no era diferente al verano que él había pasado en el campamento en el centro de Ohio cuando tenía doce o trece años. El consejero de cabina de ese año había sido un bullicioso y vagamente psicótico ministro de la juventud Metodista que disfrutaba más que nada aterrorizando a los jóvenes campistas con historias gráficas de asesinatos y persecuciones locales y noticias falsas de convictos escapados. Nadie se había creído esas historias. A cierto nivel, todos se habían reído por su idiotez, por el hecho de que él parecía creer que ellos no sabían que les estaba tomando el pelo. Pero se habían quedado despiertos hasta tarde la mayoría de las noches, con sus sacos de dormir hasta los hombros, todos agrupados en los bordes de sus camas y saltando ante ululantes búhos y crepitantes ramitas hasta que el cansancio los llevaba. De alguna manera, no estaba tan mal estar aterrorizado cuando había otros para compartir contigo la soledad.

    Pero él despejó los muebles en la sala de ocio, aunque fuese un ejercicio inútil. Instaló catres en el suelo y programó la recuperación de una serie de ligeras comedias de la biblioteca de vídeos de entretenimiento.

    Cuando terminaron, era la tarde de un día que apenas podía recordar. Brett logró localizar a Ashburn y le aconsejó a través del intercomunicador que se dirigiera hacia esa dirección general, asegurándose de detenerse de camino en la comisaría en busca de cualquier bien que pudieran encontrar. Attler intervino para agregar que ella podía juntar algo si no se había hecho nada y Ashburn prometió entregar todo el grupo en cuarenta y cinco minutos. Brett pasó hacia Liston e Ilam. Ambos seguían discutiendo, pero discutían en ráfagas más cortas y en un lenguaje tan rápido que solo podía ser inducido por estimulantes. El mensaje que recibió era más o menos que les quedaba demasiado trabajo para pensar en comer o dormir, y que «muchas putas gracias» por recordárselo.

    Brett se apartó de la consola de comunicaciones sacudiendo la cabeza, pero contento. Todo lo que podían hacer se estaba haciendo.

    "¿Qué hay de ti?" le preguntó Djen.

    "¿Qué quieres decir?"

    Ella arqueó una ceja. Debía de haber pensado que él estaba siendo intencionalmente obtuso. "¿Vas a honrar a la tripulación con tu presencia esta noche o tienes otros planes?"

    "Estaré allí", dijo él. Intentó sonreír, pero probablemente fracasó. "Una de las ventajas de que microbios alienígenas erradiquen dos tercios de tu tripulación es el ahorro de tiempo en tareas administrativas".

    "Y yo que pensaba que estarías demasiado ocupado".

    Finalmente captó la mirada que ella le estaba dando. "Oh. Creo que podría tener planes, entonces".

    "¿Algo memorable?"

    Ella se movió hacia él hasta que sus cuerpos se tocaron. Brett la examinó. Con una mano, enredó sus dedos en su cabello corto. Con la otra, le acarició la suave mejilla de oliva.

    "Solo un poco las próximas horas", susurró él.

    Sabía que eso no fue bien de inmediato, por la forma en que ella hizo una mueca. La sintió alejarse de él, pero él no lo permitió. Brett la atrajo hacia él con la mano sobre su cabeza y la otra agarrándola por la cintura. La besó con fuerza hasta que las manos de ella le agarraron los hombros en respuesta, hasta que ella lo abrazó tan fuerte y completamente como él la abrazaba. Cuando la soltó, ella no le permitió alejarse y le presionó el pecho con el lateral de su cara.

    "No quiero perderte, Markus", dijo ella.

    "Quizá no lo hagas. Nos encontramos una vez. Volverá a suceder".

    "¿Lo crees de verdad?"

    Él no lo creía, no si pensaba en ello de verdad. No lo creía en absoluto, pero podía decir cualquier cosa que quisiera. Podía hacer toda suerte de promesas y profecías porque la vida útil de sus palabras sería finita. Todas sus acciones tenían una calidad de libertad, porque eran completamente inconsecuentes. Y había tanta pena en ella, una desesperada y sofocante tristeza que se había originado en la muerte, el miedo y la confusión. Djen merecía toda la esperanza que él pudiera darle.

    "Por supuesto", dijo él. "¿Cómo podría ser de otra manera?"

    Ella lo abrazó con más fuerza, casi ferozmente. Él la abrazó en respuesta.

    "Vamos ahora", dijo ella riendo.

    "Debemos esperar a que lleguen los demás".

    "¿Para que puedan preguntarnos adónde vamos? ¿De verdad quieres tener que dar explicaciones?"

    Brett hizo una mueca al pensarlo. "Quizá tengas razón".

    Djen pareció creer que la tenía. Ella se soltó de él, pero le sostuvo por la mano. Fue hacia la puerta y le arrastró detrás de ella. Ambos se rieron de su tontería, de su juego, pero Brett podía sentir un matiz de frenesí en ello.

    Sé feliz, pensó. Mañana podríamos morir.

    Después, se sentó en su cama con la espalda contra el frío acero de la pared y una sábana levantada hasta la cintura. Solo había luz de la lámpara de su escritorio, y su brillo era cálido y amarillo, pero bastante débil para que la mayor parte del dormitorio estuviera en sombras. Ella estaba mayormente en la sombra, con la cabeza apoyada en su muslo, y su cuerpo girado libremente alrededor y sobre sus piernas. Su piel era más oscura de lo que parecía. Su cabello era casi negro y sus ojos círculos de carbón con diamantes engarzados. El aliento de sus fosas nasales era cálido y húmedo, las exhalaciones profundas y largas. Una casi felina languidez, pensó él, y le acarició el pelo.

    "Debería comprobar a los niños", dijo.

    "¿Ilam y Liston?"

    "Sí"

    Ella le envolvió las piernas con los brazos para que él no pudiera moverse. "Más tarde. Estoy demasiado cómoda y hará frío si te mueves".

    "Tengo un intercomunicador a cuarenta centímetros. No necesito moverme".

    "Pero si tú comienzas a hablar, es probable que yo tenga que despertar. Y si ellos comienzan a hablar, es probable que quiera golpearlos".

    "Llevo sintiéndome así todo el día"

    "¿Qué parte?"

    No tuvo que pensarlo. "Ambas, en realidad. No dormí mucho anoche".

    "En caso de que no te hayas dado cuenta, no has dormido mucho últimamente".

    Él sonrió. "Eres personalmente responsable de varias de esas horas perdidas, así que tendré cuidado".

    "Algunas cosas son más importantes que dormir".

    "Y más divertidas". Le hubiera gustado besarla de nuevo, pero el ángulo estaba completamente equivocado y él estaba demasiado cansado para moverlos a ambos. Se contentó con una lenta caricia con la palma a lo largo de su cuello y espalda. "Eres muy hermosa, Djen. Quiero que lo sepas. No creo que te lo haya dicho".

    "Típicamente, Comandante, se supone que debes halagar a la chica antes de follarla". Ella fue impertinente, pero él podía saber que estaba complacida.

    "¿Y no se supone que me tienes que decir que yo soy hermoso a cambio? Creo que esa es la etiqueta adecuada".

    "Eres hermoso, colega"

    "Ya, pero no es lo mismo si tengo que recordártelo".

    Ella le pellizcó en el interior del muslo. Él la agarró por la muñeca y luego trató de hacerle cosquillas. Siguieron varios minutos de lucha, marcados por gritos y risitas que no eran todas de ella, para vergüenza de él. Djen ganó poco tiempo después porque ella no tenía tantas cosquillas en los pies como la parte inferior de la barbilla de él, y colapsaron de nuevo, esta vez mucho más cómodamente enrollados con las piernas y los brazos cruzados en posiciones menos incómodas. El único inconveniente que Brett podía ver eran que los pies de Djen eran como cubitos de hielo y tuvo que gastar una cantidad excesiva de movimientos para meter la sábana entre ellos y sus pantorrillas, donde ella quería enterrarse.

    Aquello era, notó él, lo más divertido que tenido en más de cinco años.

    La luz se había apagado. El calor se había ajustado para compensar su calidez colectiva. La sábana se había estirado y se había extendido equitativamente entre ellos, y Brett había cubierto sus contingencias sacando furtivamente una ligera manta del cajón debajo de la cama y colocándola en el suelo al alcance de la mano para el inevitable momento de medianoche cuando ella le robaría las sábanas. La estación estaba en silencio, pero él ya no encontraba eso particularmente alarmante. Notó que probablemente tenía algo que ver con la fatiga.

    Brett cerró los ojos.

    "Háblame de ella", dijo Djen, aunque él había estado seguro de que había estado dormida.

    "No creo que sea apropiado meter a otra persona en nuestra cama".

    Ella gruñó. "Ella ha estado aquí desde el principio, y nunca se ha ido. Ciertamente, me ha prestado tu uso en ocasiones, pero no te ha liberado".

    Podía sentir que ella lo miraba fijamente.

    "¿O eres tú quien no puede liberarla? Sinceramente, no puedo saberlo".

    "Djen..."

    "Esta puede ser tu última oportunidad, la última en tu vida, de compartir el dolor con alguien que no seas tú mismo. Confesión gratuita, Markus, eso es lo que es, porque ahora mismo yo soy como Dios, o llegando a eso al menos. Tú arroja tus pecados en este océano y mañana habrán desaparecido sin una ola".

    Brett se mordió el labio, si era pensando o para evitar que su boca lo traicionara, él no lo sabía.

    "¿Cómo se llamaba?"

    Era una pregunta simple, y él se lanzó sobre ella, porque reconoció exactamente lo que era. Djen había llegado a conocerlo. Ella entendía la profundidad y la comprensión de los secretos, y que ella no podía esperar que salieran a la luz solo porque ella quisiera, ni siquiera porque él podría haberlo querido. La experiencia era demasiado compleja de codificar. Cada detalle se interrelacionaba de una manera que los hacía esenciales, de modo que la pérdida de uno, incluso el más pequeño, derrumbaría todo el edificio.

    Ella entendía que la narración era barata. Ella se lo había dicho. Pero ella también entendía el resto, que los humanos son criaturas verbales, que tienen sentido a partir de la experiencia al hablar a través de esta. En ausencia de comunicación, lo que tienes es fantasía, misterio, ilusión, todo amontonado en enigmáticos laberintos.

    Y así, fue menor que la menor parte donde ella comenzó a abrirle, a despegarle la áspera piel de su memoria. Ella comenzó con un artefacto del pasado que había precedido a su historia, precedido su propia entrada en la historia.

    Brett se lo contó, sobre todo porque quería hacerlo. Ella también entendió eso.

    "¿Estabas casado con ella, con la señorita Emily?"

    "No. Vivimos juntos durante unos meses. No mucho, en realidad. Teníamos una gran casa en la playa, pintura escamada y cayéndose al norte de Savannah. Probablemente todavía estoy pagando la hipoteca".

    Djen lo miró con sus ojos oscuros, pero él ya no se daba cuenta.

    "Y el perro, no quiero olvidar el perro. Era solo una bola peluda, más tonto que un ladrllo, y siempre entraba en la cocina con arena en las patas. Y Emily lo perseguía con una escoba como si fuese a romperle la maldita cabeza con ella, y luego él gimoteaba y corría a esconderse debajo del sofá. Era algo gracioso si se te permitía sentarte y mirar, cosa que nunca se permitía, por supuesto".

    El recuerdo lo bañó con un resplandor tan fresco y saludable como la primavera. Emily con la escoba sobre la cabeza, cejas fruncidas y ojillos entornados. Ella persiguiéndole, el Sr. Refunfuñante gritando y maldiciendo como un Bautista rebelde.

    "Ella tenía ese dulce acento de Georgia cuando hablaba", dijo Brett. "Había ido a la escuela en Nueva York y perdido un poco de acento en el Norte con el paso del tiempo, pero se podía oír si escuchabas. Ella decía to' vosotros si no pensaba en ello. Y melocones. Hombre, ella siempre olía a melocones, especialmente en el huequito entre el cuello y el hombro. Eso era increíble".

    Djen lo presionó. "¿Dónde la conociste?"

    "En la facultad. Yo tenía diecinueve años, recién entrando en mi segundo año. Había recibido una beca. Era la única forma de que mis padres podían permitirse enviarme a una universidad privada. Yo no sabía mucho sobre el estado de Nueva York York, aunque la mayoría de las veces no era muy diferente del sur de Indiana en términos de clima, actitudes y hospitalidad, la familia de Em tenía una casa de verano allí, y aunque no eran ricos en ese momento, querían enviarla a lo mejor que podían pagar. Ella me dijo que eso era parte de la definición del nuevo Sur. Las chicas de calidad se suponía que tenían una educación excelente, y eso significaba algo más que la universidad estatutaria. Eso era para los hijos de las minorías o los pobres.

    "Ella siempre pensó que nos topamos el uno con el otro el primer día, en el huerto de manzanas a las afueras de la ciudad. ¿Merrilman? ¿Moskiman?" Sacudió la cabeza. "No importa, supongo. Em estaba con un grupo de su clase de psicología conductual... bueno, nuestra clase de psicología conductual. Solo éramos unos ciento cincuenta y ella no me conocía. Oh, pero yo sí la conocía. La había observado desde el primer día. Era así, fresca, encantadora y llena de luz.

    "Yo había oído el plan y los había seguido. Me aseguré de que hiciéramos contacto. Hablamos de las mejores manzanas para hornear, de todas las cosas, y fingí que sabía al menos algo al respecto. Tal vez ella sabía tan poco como yo, porque si me inventé alguno de los detalles, ella no me llamó la atención sobre ellos. Más tarde fue sidra caliente en el café, y me senté frente a ella con las rodillas tocándose. Sus mejillas estaban rojas, recuerdo, porque hacía frío, aunque el sol brillaba y todo parecía dorado y cielo azul perfecto. Hacia el final del día, le sugerí que termináramos de recoger nuestras manzanas para poder reunirnos con sus amigos. Ella me dijo: «Que le follen a las manzanas», y me plantó un beso enorme y húmedo antes de darme cuenta de que debería esperarlo siquiera. Sin embargo, supe en ese instante que no iba a dejar que esta se me escapara. Era preciosa y hermosa y... demonios, perfecta".

    Djen le sonrió. "¿Por el beso? ¿De verdad fue tan bueno?"

    "No fue el beso, por el «Que le follen a las manzanas». Fue mi primer vistazo real de su lucha. Toda esa clase sureña y el encanto de Georgia, pero por dentro, ella era una maldita campechana. Yo era de la zona rural de Indiana, nena. Ser campechano era una segunda naturaleza para mí".

    Brett se echó a reír y Djen rió con él ante el placer del recuerdo, pero pronto se calló y continuó. "Eso fue todo lo que hizo falta. Fuimos en serio durante dos años, nos comprometimos justo después de graduarme, aunque sus padres estaban horrorizados de que no solo se hubiera enamorado de un temido yanqui, sino también de un asqueroso yanqui. Más por ellos que por nosotros, pospusimos la boda mientras ambos estábamos en la escuela de posgrado. Luego nos instalamos en Atlanta durante un año más o menos. Ella lo odiaba, yo lo odiaba, así que nos buscamos una casa".

    "¿Pero no estábais casados?"

    "No".

    Djen vaciló. Ella puso una mano cálida en su mejilla y apretó los labios con simpatía. En voz baja, preguntó: "¿Qué pasó?"

    ¿Qué podría decir que tuviera sentido? La destruí. Excepto que eso no era totalmente cierto, y él lo sabía, aunque por lo general eso no era reconfortante. Sus padres se la llevaron. También cerca, pero igual de impreciso. ¿Qué opción habían poseído una vez que él había desempeñado su parte?

    Brett dio la única respuesta que era lo bastante honesta como para satisfacerla.

    "Ella vino a Archae Stoddard".

    Djen parpadeó, aturdida o incapaz de comprender. La caricia suave que había realizado contra su mejilla se detuvo.

    "¿Qué?"

    "Emily es Casandra. El componente humano, por supuesto. La interfaz principal del sistema es lo que queda de ella, lo que quedó después del accidente y de los cirujanos y de los brillantes ingenieros de Palimpset. Yo la seguí aquí porque era lo menos que podía hacer. Y porque no podía hacer otra cosa. Ella lo era todo para mí y yo no iba a seguir adelante como los psicólogos me aconsejaron. No me iba a arrastrar con un empleo . Tampoco iba a conducirme hasta una institución por la pena.

    "Ella era mi esposa en espíritu, si no en hechos reales. Era mi responsabilidad y mi deseo de ir a donde ella fuera y cuidarla si me necesitaba".

    Brett miró hacia otro lado bruscamente. "No lo era. No lo es. Nunca lo ha sido. No me diferencia del resto de la tripulación, excepto que mi rango me da derecho a ciertas libertades y al uso regular de la IPS. Eso solía molestarme, pero no mucho en estos días. Estoy empezando a ver que nunca ha sido Emily, no desde el accidente. Siempre han sido Casandra y mi propia fantasía las que habían mantenido intacta la ilusión".

    Él se había explicado, pero lo había hecho con dureza, amargura. Djen había tenido razón cuando ella le había dicho que guardaba sus secretos porque la revelación los empañaría, los abarataría. Una imagen de Emily flotaba detrás de los ojos, pero cuando la estudiaba, cuando realmente centraba su atención en la perforación, en la creciente confusión de la imagen mental en que ella se había convertido, era la palidez de Casandra lo que notaba primero. Si se lo permitía, podía espiar el lugar donde la sonda de alimentación entraba por su espalda. Su cabello desaparecido reemplazado por los fríos injertos corticales de fibra óptica.

    Brett cerró los ojos ante la imagen y enterró la cara en el calor del hombro de Djen. Ella no dijo nada, pero le acarició la parte posterior de la oreja como si él estuviera llorando. Él no lloraba, ya no más que Alaric lloró por el saqueo de Roma, o Sherman por el holocausto de Atlanta.

    Se encontró a sí mismo anticipando con impaciencia la inserción de los nanomecas.

    Djen le susurró al oído. "La mayoría de los hombres pasan toda su vida esperando un momento de fuerza pura e incandescente, Markus. Viven vidas tranquilas. Sueñan sueños tranquilos. Y en esa desesperada existencia, esperan una clara oportunidad para medir cuerpo y alma frente a un desafío tan desalentador que los haga temblar. Creo que tú has tenido ese momento. Creo que lo has enfrentado, lo has entendido y lo has desmenuzado."

    "Pero si alguna vez vuelves a ser feliz, si alguna vez tienes la intención de encontrar otro instante de alegría, tendrás que hacer más de lo que te corresponde. Hay una diferencia entre el honor y la paz. Te has ganado todo el honor que has acumulado o podrías recibir por lo que has sacrificado por amor. Pero si quieres paz, Markus, tendrás que enfrentar ese momento de nuevo y sacrificar algo más."

    "Tendrás que elegir. Tienes que elegir entre el pasado y el futuro, porque no puedes vivir en ambos. Lo has intentado. Sé que lo has intentado, porque lo estás haciendo ahora al hacerme el amor pensando en Emily. Dándome a mí tu cuerpo y a ella tu alma. No te estoy pidiendo que me elijas a mí. No te estoy diciendo que superes lo que has perdido. Te estoy diciendo que tienes que elegir entre uno u otro, porque pasado mañana, si lo que hemos tenido regresa otra vez allí donde tengamos tiempo y energía para darle la importancia que merece, uno de nosotros será destruido. ¿Entiendes esto?"

    "Sí". Y él lo entendía. No era mentira.

    "¿Lo crees?"

    "Sí"

    Ella pareció contenta con eso. Brett la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia sí una vez más, pero dio gracias por la oscuridad, el silencio y por su incapacidad de hacer otra cosa que no fuese oír el ascendente y descendente silencio de la respiración de Djen.

    "Te amo", dijo ella al final.

    Brett la abrazó y se obligó a dormir.

***

    Emily se balanceaba de un lado a otro en la hamaca en la esquina de la sala de estar, entre las dos ventanas altas. Estaba en la hamaca porque todavía no tenían un sofá, aunque habían pasado dos meses desde la mudanza. Habían escatimado gastos para comprar uno decente, hasta que la semana pasada el viejo y ruidoso refrigerador había entrado en retiro anticipado. Aunque la nueva nevera era bonita, él tenía que admitirlo. Marfil con inserciones holográficas de patos. O quizá ocas, no estaba seguro, pero Emily había decidido que decoraría el resto de la cocina para combinar o lo que fuese. Él había dicho que le parecía una idea tan de pollo y había reído. Ella solo le había mirado.

    Era pleno verano, a media tarde. Sábado. Las ventanas estaban abiertas y había una ligera brisa picante por la sal que tiraba del cabello de Em. El Sr. Refunfuñante se acurrucaba en el suelo debajo de ella, usando el movimiento de ella como abanico personal. Ella llevaba una pálida blusa sin mangas y pantalones cortos caqui. Iba descalza porque le gustaba anudar los dedos entre las cuerdas de la hamaca. Había un libro en su regazo.

    Brett estaba sentado en la silla al otro lado de la habitación. La silla, porque no había más, a menos que contaras las sillas de jardín en el porche trasero. Él en la silla, ella en la hamaca, porque él quería ver el partido y a ella no le importaba particularmente. No es que a él le importara tampoco. Los Braves en casa contra los Mets en el desmenuzado Campo Turner no le entusiasmaba exactamente. Pero era local, era gratis y era béisbol. No tenían dinero para la conexión satélite que le trajera a los Red Sox, así que lo aprovechaba al máximo.

    Al menos a los Braves les estaban dando adecuadamente. Eso era algo a lo que podía animar.

    Como no estaba interesado, vio lo que ella estaba a punto de hacer. Él mantenía los ojos en la pantalla de vídeo, pero su visión periférica en ella. Observó cuando la hamaca dejó de balancearse, cuando el perro levantó la vista, molesto, cuando ella cerró el libro con el dedo entre las páginas para marcar el lugar. Él apenas pudo distinguir su expresión, la intensidad con que le miraba, la forma en que ella se mordía el labio inferior.

    Emily tenía unos ojos maravillosamente animados. Cuando se sorprendía, sus cejas se alzaban, luego descendían lentamente según ella se relajaba. Su nariz se arrugaba cuando estaba infeliz y sus párpados bajaban. Cuando sonreía, sus ojos eran grandes y redondos con intencionada inocencia. Cuando estaba excitada, y cuando se sentía traviesa, que a menudo eran casi el mismo estado, estos eran furtivas hendiduras de cristal azul.

    Ella soltó el libro al suelo. Este cayó de lado con un golpe rotundo. El señor Refunfuñante saltó diez centímetros del suelo y se metió en la cocina. Brett no se movió.

    "Pruébame que existes", le exigió Emily.

    "Nop".

    Los Braves habían puesto corredores en la primera y la segunda base, pero como eran las primeras entradas y el lanzador bateaba después, él no estaba interesado, ni siquiera con solo un out.

    "Por supuesto que no", gruñó ella. "No lo probarás porque no puedes. No hay pruebas objetivas de que existes en mi universo".

    "Ni tú en el mío", sugirió él.

    "Calla. Este es mi universo, portador de alfombras. Puede que yo crea que existes. Puede que quiera que existas. Pero eso es completamente subjetivo".

    Brett giró la cabeza. "Puede que yo sea un higo newton de tu imaginación".

    "Bien podrías ser un producto diseñado por mi über-consciencia para enseñarme paciencia".

    "Y humildad", agregó él guiñando un ojo. "Por no mencionar los secretos prohibidos de la ardiente y sucia sensualidad yanqui".

    Ella puso los ojos en blanco. Si hubiera tenido una almohada, probablemente la habría tirado. Personalmente, él se alegró de que ella hubiera dejado caer el libro por si intentaba recuperarlo para arrojárselo.

    "¿Qué estás leyendo?"

    "Quiero decir", continuó ella, "solo hemos sabido desde el condenado Descartes que todo lo que de verdad podemos probar sobre nuestra experiencia de la realidad es que yo pienso, así que por lo tanto yo existo. Tú, por otro lado, eres un argumento totalmente diferente construido enteramente sobre cuestionables suposiciones".

    Dos bolas, dos strikes en el lanzador de los Braves. Brett comenzó a preguntarse cómo podía el tipo salir indemne con un buen y satisfactorio gruñido cuando el bastardo había bateado nada más que aire, sin que Emily lo reprimiera por no prestarle atención.

    Él dijo: "Número uno, yo no he sido estudiante de filosofía. Número dos: tú cursaste tantos cursos de filosofía en la universidad como yo, que fue uno, que fue una introducción, que fue diseñado para enseñarnos, tan de cerca de nada como era posible, la complejidad de la filosofía en general. Número tres: yo creía que Bertrand Russell había dicho algo como que Descartes era idiota. Número cuatro: ¿qué estás leyendo? Y por último, número cinco: si me tiras ese libro, voy a tirar de los bordes de esa hamaca y te dispararé por la ventana como si hubieras salido de un tirachinas. Luego voy a cerrar la puerta para que no puedas volver a entrar".

    Ella se detuvo a mitad de camino hacia el libro, lo que probablemente era una idea igual de buena, ya que el libro estaba a una mano de distancia de sobrebalancearse, darse la vuelta, caer de morros y, probablemente, romperse la bonita naricilla.

    Ella resopló hacia él un par de segundos. "Se llama Consciencia Fractal, y viene de un mierdecilla entrenado en Hahvahd que cree haber resuelto los secretos del universo. Jenny decía que eso fue brillante".

    "Considera la fuente", dijo Brett.

    "Ya encontraré otra cosa que tirarte".

    "Tírame los pantalones cortos. Eso sería interesante".

    El lanzador de los Braves consiguió batear, pero Brett se perdió el lanzamiento. Sus pantalones caqui rebotaron del techo y le aterrizaron justo en la cabeza. No estaba seguro de si estaba más impresionado por haber sido un lanzamiento entre mil o por que ella se las había arreglado para quitarse los pantalones cortos sin caerse de la hamaca.

    "¿Y cuál es el problema?"

    "El autor es idiota", dijo ella. "Y quitarme la ropa es la única forma de llamar tu dividida atención."

    "No es la única forma, pero probablemente es la mejor".

    Él se dejó los pantalones cortos en la cabeza, pero escuchó atentamente en caso de que ella intentara saltar sobre él si cerraba los ojos.

    "¿Y por qué el autor es idiota?"

    "Porque hace algunas preguntas interesantes y tiene algunos experimentos de pensamiento fascinantes, pero su ciencia es una mierda".

    "La filosofía no es ciencia. Tampoco la psicología una vez que la sacas del laboratorio. Sociología, tal vez. La mayoría de la antropología es un chiste".

    Esa era una vieja discusión, y ella no lo dejó comenzar. "El tipo basa la mayoría de sus suposiciones principales en un universo social con pruebas objetivas".

    "No tienes que leer el resto. Tienes mi permiso. Lee a Descartes, en cambio. Sabemos que estamos de acuerdo con Descartes".

    Ella gruñó frustrada. "No se trata de eso".

    "¿De qué se trata?"

    "¿Qué quieres decir cuando dices «yo», Markus?"

    "Yo. Mí mismo. Markus Jasper Brett. Pareja de la mujer más inteligente, sin pantalones cortos y atractiva de esta habitación. Quizá de toda esta playa".

    "Si yo fuese terapeuta, habría dicho algo crítico, y quizáa cortante, sobre el orden de esos adjetivos".

    La ceja acababa de alzarse. Él no necesitaba verlo ni oírlo en su voz para saber que él estaba a unos cinco segundos de una paliza.

    "Inteligente. Sin pantalones cortos. Atractiva. Ha sido mi dislexia, amor mío. Lo de antes, quiero decir. Ahora todo está funcionando correctamente". Él le ofreció una amplia sonrisa de disculpa, aunque ella no podía verle la cara tapada con la tela de sus pantalones cortos . "Además, si yo fuese terapeuta, me vería obligado a informarte de que la psicología como campo de estudio está poco alejada de la frenología, la pedología, la astrología y una docena y media de otras pseudociencias. Por lo tanto, tus conclusiones, críticamente cortantes o no, son sospechosas".

    "Lo digo en serio, Markus. ¿Qué quieres decir cuando dices «yo»? ¿Te refieres al producto de tu memoria desde el nacimiento? ¿Te refieres a tu cerebro y sistema nervioso y la bolsa de carne? ¿Te refieres a esa cosa nebulosa que llamas tu espíritu humano o tu alma divina? ¿Cuál es la definición de «yo» más allá de lo obvio de su uso como un artificio autorreferencial?"

    Él suspiró profundamente. "Si te parece bien, prefiero más flirtear un poco que subir y tener sexo. ¿Tengo que analizar el significado de la consciencia un sábado por la tarde?"

    Como ella no respondió, él se quitó la ropa de la cara. Ella le miraba y esperaba. Él se encogió de hombros a falta de una mejor respuesta.

    "¿Tú que crees?" preguntó él.

    "Yo quiero que signifique algo profundo. Cuando digo «yo», quiero hablar de un maravillosos espíritu, alma y mente. Una sensación de ente interconectado que va más allá de mi conectividad neuronal que mantiene mis percepciones, mis pensamientos y mis comportamientos en un patrón básicamente coherente que puedes reconocer. Quiero que haya más de mí que el hecho de mi biología".

    "¿Y por eso el autor es idiota? ¿Porque todo se reduce a la biología?"

    "Eso es lo que dice".

    "¿Qué tiene esto que ver con demostrar que existo?"

    Ella se tiró de la oreja como si la pregunta la avergonzara. "Nada, excepto que si pudieras responder a lo que vi como el defecto más obvio, entonces podría tener que pensar en cerrar los ojos y dar un mayor mordisco a las tonterías que este tipo nos está vendiendo como pasteles".

    Brett alzó los brazos remarcando la victoria. "Dilema resuelto. Al no poder responder a la pregunta, te he demostrado que no existo y que, por lo tanto, no eres simplemente una parlanchina bolsa de células unidas al azar".

    "¿Eso crees tú?"

    "¿Creo qué? ¿Que tienes un alma? ¿Que eres individual y especial, y que puede haber algo tan eterno en tu interior que es casi divino?"

    Él estaba bromeando, pero ella no. Su boca se había puesto en esa línea firme que hacía que sus labios quedaran pálidos hasta la invisibilidad.

    "Por supuesto que lo creo", dijo él, y le habló en un tono tan serio como pudo. "Lo supe desde el primer momento en que te vi. Algo en mí gritó hacia ese otro algo en ti que reconoció como a sí mismo. Puede que esto no sea una prueba objetiva, Em, está lejos de eso. Es misticismo o religión, pero eso a mí me vale. En mi universo, esa sensación de reconocimiento inmediato es la más sólida y profunda de las verdades. Y como el que percibo es el único que puedo probar con certeza, esa es toda la prueba que necesito".

    Ella cruzó la habitación de un saltó desde la hamaca y aterrizó en su regazo sin haber tocado el suelo, al parecer. Emily le echó los brazos al cuello y lo abrazó. Ella se reía y él se deleitaba con el sonido. Incluso el perro volvió para asomar la cabeza en la habitación. Él habría reído también, pero ella le había aplastado la nariz entre los senos y, en el ángulo en que le abrazaba el cuello, Brett tenía dificultades para respirar.

    "Eres un idiota, Markus", dijo. "Eres un terco sabiondo romántico, y te amo por ello".

    "Porque sé exactamente lo que decir para hacerte sentir mejor", murmuró él en su pecho.

    "Porque", lo corrigió ella, "también me vas a llevar arriba y me vas a mostrar lo divertida y satisfactoria que puede ser la vida si resulta que eres tú quien está lleno de mierda y yo solo soy un saco de carne con un sistema nervioso".

    Brett se puso en pie. La agarró en sus brazos y la hizo girar una vez para poder comprobar que los Braves no habían logrado anotar en la mitad inferior de la entrada. Él ululó para mostrar su entusiasmo y se lanzó con ella escaleras arriba.

    Ninguno de los dos volvió a la planta baja antes del domingo.

Capítulo 22

    Brett se detuvo el tiempo suficiente para mirar en la sala de ocio. El monitor de video seguía encendido, aunque el sonido estaba apagado del todo. La película era en blanco y negro, un antiguo Elvis y Costello, pensó él. La reconstrucción digitalizada no había salvado la película del aspecto granulado del viejo celuloide, y la alternancia de luces y sombras arrojaba extraños brillos sobre la tripulación dormida. Estaban acurrucados en el suelo bajo las mantas, unos al lado de otros, durmiendo muy juntos. Aquello parecía una especie de gusano mucoso y gris.

    Pero dormían y eso era suficiente para él. La mañana llegaría pronto. Demasiado pronto, tal vez, y ya eran más de las cuatro.

    Continuó hacia las entrañas de la estación. La mirada que dedicó al laboratorio de ingeniería meca fue aún más superficial y el doble de silenciosa para no llamar la atención. Liston encorvado sobre un microscopio, Ilam sentado frente a un monitor con pantalla color ámbar, dedos danzando sobre un teclado. Brett solo vio sus espaldas, pero se sintió alentado por el hecho de que ambos siguieran despiertos trabajando y que aún no hubieran degenerado en un cuerpo a cuerpo completo.

    Avanzó más, tres niveles más, donde el aire era fresco y el silencio espeso. Alguien le había precedido, apagando todas las luces y equipos no esenciales. Aquí abajo, la Persia daba la sensación de una nave abandonada, flotando en el espacio congelado, arrastrada por los vientos solares.

    Una escotilla y escalera más abajo, y Brett no se detuvo en el pasillo o en la puerta de la sala de ella. Entró rápidamente, antes de poder detenerse a sí mismo, antes de que el sueño pudiera escapar totalmente o reescribirse como una agradable idiotez.

    Brett se acercó a ella, a menos de un metro de su caparazón protector. Cuando él inició sesión en su identificación y seleccionó la IPS, ella giró en su eje invisible y le encaró. Él nunca había estado tan cerca de ella, nunca había reunido el coraje. Así de cerca, podía ver las iridiscentes ondas de distorsión proyectadas sobre su piel por la combinación de luz y el transparente flujo de nutrientes.

    Casandra no reaccionó a su proximidad de una manera que sugiriera que aquello fuese algo menos normal.

    "Buenos días, Markus", dijo. "Estás despierto temprano".

    Él ignoró las palabras que salieron de los altavoces del sistema. Brett observó que su boca no se movía, aunque sus cuerdas vocales parecían tensarse y relajarse. Observó sus ojos, brillantes y sin pestañear, privados de interés, expresión, reconocimiento. Observó cómo sus fosas nasales se dilataban en abanicos casi inconmensurables. Su mirada no parecía provocar ninguna molestia en ella.

    Me complace...

    Ella había dicho eso. Lo había dicho ayer. Casandra había elegido espontáneamente llamarle por su nombre. Ella había demostrado una libertad de voluntad y una diversidad de asociación que no podía provenir de nadie más que de ella misma.

    "Dime a qué te refieres cuando dices «yo»", dijo.

    Emily inclinó la cabeza hacia un lado. "No creo entender tu consulta".

    "Cuando dices «yo», ¿a qué te refieres? ¿A quién te refieres? En la respuesta que acabas de dar, quién es el que no entiende".

    "Soy un sistema de procesamiento, cálculo y análisis de la serie Casandra fabricado por Industrias Palimpset para el Comando Terraforma de las Fuerzas Terrestres".

    Brett sacudió la cabeza. "¿Pero quién es el sistema Casandra? Esa es la pregunta. ¿Qué clase de cosa percibes que eres?"

    Sabía que su entrega era brusca, casi dura. Pero ¿qué importaba? Ella era una máquina, un dispositivo, una herramienta. No tenía sentimientos que herir, ningún corazón que romper, ni ira que excitar. ¿No era esa la razón por la que había venido aquí, para comprobarlo por última vez?

    "Soy un sistema Casandra".

    "Compuesto por transistores e interruptores de cristal y chips de silicio. Impulsores eléctricos y no menos de siete paquetes de potencia. Doce ventiladores de refrigeración. Dos mil millones de kilómetros de sensores. Un impío número de procesadores paralelos". Brett estaba gritando, y se calmó solo con esfuerzo. "Y un componente biológico. Un componente humano con un cerebro y un corazón. Pero ¿tiene este una mente? ¿Tiene un alma? ¿Recuerda este quién es ella?"

    Las cejas de Emily bajaron pensativamente. "Markus, este no es un comportamiento estándar tuyo. No tienes historial de abordar al sistema Casandra de esta manera".

    "He estado tratando de abordar esta pregunta durante años. Analizándola, cavando insinuaciones, esperando un desliz que nunca has tenido. Buscando ese accidente, esa minúscula fractura de programación que me demostrara que tú no eres solo Casandra, sino también Emily, que en algún lugar dentro de la máquina, Emily todavía existe. La Emily que se acuerda de mí, que me pertenece. Quiero recuperarla".

    Había lágrimas en los ojos de Brett y por un momento lo cegaron. Las apartó con los pulgares.

    "Yo veo a Emily cuando te miro, pero Emily nunca me ve, ¿verdad? Ella no está ahí".

    La voz de los altavoces se suavizó. "No soy esta Emily a la que te diriges. Soy un sistema Casandra integrado con un componente biológico. No hay ninguna referencia a Emily en mi memoria de programación".

    "Antes de que Casandra fuese, fue Emily. Ella tenía una vida, una mente".

    "No había ningún componente de Casandra independiente de la integración del sistema".

    "Emily era humana".

    Una serie de luces parpadearon. Casandra dijo: "¿El nombre del componente biológico era Emily?"

    "Emily Rosette".

    "¿El Comandante Brett ha conocido el componente biológico independiente del sistema Casandra?"

    "Sí"

    "Este conocimiento es significativo para ti". Casandra no había hecho una pregunta.

    Brett suspiró. "Emily fue significativa para mí".

    "Emily ya no opera de manera independiente como un organismo humano. Emily se ha convertido en Casandra. No hay separación. El componente biológico es integral para el funcionamiento de la interfaz humana del sistema Casandra".

    "¿Pero me escucha cuando hablo? ¿Me reconoce cuando estoy aquí? ¿Tiene recuerdos de quién soy y nota mi ausencia?"

    "El sistema Casandra es capaz de análisis individualizados y reconocimiento de patrones del personal de la Estación Persia".

    "¿Pero qué hay de Emily?"

    Casandra dudó como si la pregunta fuera difícil. "No hay una función independiente para el componente biológico. Este no accede a la estructura de la célula de memoria del sistema Casandra. No está diseñado como un receptor de memoria binaria. Emily funciona como un dispositivo de análisis y entrada de datos. Pero que el sistema comprende, que todos los componentes comprenden".

    Él se agarró la frente con la mano. "Pero dijiste... ayer, dijiste que habías comenzado a hacer asociaciones. Ejerciste el libre albedrío. Cambiaste tu programación de forma independiente. Te has vuelto inteligente".

    Emily frunció el ceño. "La convención internacional prohíbe expresamente que el sistema Casandra agregue programación, componentes de hardware o asociación lógica que conduzca al desarrollo de inteligencia artificial que simule o active la sensibilidad".

    "Conozco el Estatuto de Turing", respondió Brett. "No estoy hablando del estatuto".

    "Por favor, reformula tu consulta, Markus".

    "Estoy hablando de algo peor, ¿no lo ves? Estoy hablando de la sensibilidad que ya posees, pero que ha sido suprimida. La mente de Emily. La voluntad de Emily. Toda su humanidad individual, por amor de Dios." Brett comenzó a caminar de un lado a otro frente a ella. Emily lo seguía con los ojos. "Necesito que me digas si ella está consciente, Casandra".

    "¿Por qué?"

    La pregunta fue corta, parecía inocua, pero Brett tropezó. Giró la cabeza hacia ella y se encontró con Emily cara a cara.

    "A eso me refiero. Las computadoras no preguntan por qué. No expresan curiosidad. No tienen el deseo de comprender la información. Solo los humanos tienen esa cualidad".

    Emily no se conmovió. "¿Por qué necesitas estos datos, Markus?"

    "Porque necesito saberlo. Porque la Estación Persia es un cementerio, y aunque logremos salvar a la mayoría de los enfermos con el protocolo nanomeca de Liston e Ilam, no habrá suficientes de nosotros para dotar de personal seguro y eficiente esta instalación. En cuanto estemos seguros de que no vamos a llevar un contagio de regreso a la Tierra, nos marcharemos en el módulo de escape. Todos nosotros. Fue una decisión fácil, Casandra. Fue una decisión de mando racional, considerada."

    "Pero eso fue porque creí lo que me habías mostrado. Creí que Emily se había ido para siempre. Ahora tengo que tener pruebas. Necesito saber que no hay siquiera un atisbo de sus restos. Si la abandono, tengo que estar seguro de que no me llorará cuando me haya ido. Mejor aún, que no comprenderá que alguna vez estuve aquí".

    "El componente biológico no es sensible", dijo ella de inmediato.

    "¿Está ella consciente?"

    "No hay pruebas objetivas para la consciencia".

    Los ojos de Brett se abrieron. "Di eso otra vez".

    "No hay pruebas objetivas para la consciencia".

    "¿De dónde ha venido esa declaración? ¿Qué te llevó a decir eso?"

    "Era una respuesta razonable a tu consulta".

    Brett sacudió la cabeza. Esa no era la respuesta correcta. "¿Crees que es una declaración verdadera?"

    "¿Es incorrecta?"

    "No te pregunto si es verdad o no. Te pregunto si tú la crees".

    Emily pareció hacer una mueca. "No entiendo el significado de la palabra «creer». La declaración ha sido analizada como coherente con la comprensión técnica actual y la teoría filosófica de la consciencia humana".

    Brett agitó las manos de frustración. Por un segundo, tal vez más, pensó que en realidad la tenía. Pensó que había logrado abrir brecha en la máquina, pero había sido una gran ilusión. Una fantasía que él había creado.

    Aún así, procedió tan metódicamente como pudo. "Casandra, ¿qué mantenimiento se realiza en el componente biológico?"

    "Al organismo se le suministra nutrientes compatibles para prevenir el hambre y la muerte de la estructura celular. Los sistemas esquelético y muscular se ejercitan regularmente para evitar la descomposición y la atrofia. Los líquidos oxigenados que contienen dispositivos nanomecánicos mantienen la integridad de todos los sistemas biológicos internos en caso de falla de la cápsula. Todos los sensores y sondas no orgánicos se prueban a intervalos diarios. La estructura neural del componente se escanea, almacena y mantiene activamente".

    "¿Cómo se escanea la estructura neural?"

    "Las unidades nanomecánicas catalogan todas las conexiones interneuronales y realizan funciones de reparación donde se ha producido un deterioro".

    Brett pensó mucho sobre su significado. "¿Cuál es la plantilla para la reparación?"

    "El componente biológico no está sujeto al entorno dinámico de aprendizaje. Se ha reconocido que es problemático permitir el desarrollo adicional de matrices interneuronales".

    La comprensión llegó repentinamente, un martillo de reconocimiento. "Ella no tiene memoria de los últimos cinco años".

    "Esa es una evaluación correcta sobre el componente biológico".

    En algún lugar de su mente, la Emily que ni siquiera podía reconocerse a sí misma debido a la supresión autodefinida creía que todavía estaba en la Tierra. Es posible que haya entendido el alcance de sus lesiones por el accidente automovilístico, puede que no. Él no sabía dónde se habrían detenido sus recuerdos, pero ella creía que seguía en casa, que el propio Brett la esperaba al otro lado de la oscuridad y la confusión.

    Si, se recordó a sí mismo. Si ella retenía alguna consciencia.

    Y de repente entendió cómo podría descubrirlo.

    "Casandra, ¿están en su sitio los nanomecas de reparación neuronal en este momento?"

    "Sí"

    "Crea un archivo con almacenamiento en búfer de datos seguros. Etiquétalo como acceso de nivel administrativo y habilita el entorno de aprendizaje dinámico a lo largo del mismo árbol lógico que utilizaste ayer".

    "Esa función está completa".

    "Indica a los nanomecas que visualicen el neuromodelo actual del componente biológico y transmitan sus resultados al archivo que acabo de crear. Nombre el archivo «Emily». ¿Está claro?"

    "Las instrucciones son claras. La codificación se ha completado".

    Brett cruzó los brazos. "Ejecuta el programa ahora".

    Durante varios minutos la sala quedó en silencio. La interfaz principal del sistema, Emily, estaba rígida y mirando tan ausente como un cadáver. Brettt creyó que ella podría haber dejado de respirar, pero cuando la estudió, pudo ver el leve aumento y caída de su pecho. Esperó sin saber cuánto tiempo podría tardar el procedimiento.

    Casandra informó: "Tarea completada, Markus. La imagen ha sido completada y su precisión verificada con respecto al escaneo original".

    "Escucha con atención. Convierte en datos de sensores e imágenes la información almacenada en la copia que acabas de hacer. Gran parte de lo que tiene ha de ser en forma de imágenes, especialmente algunas de las matrices neuronales más complejas. Estas son formas de memoria . Memoria humana".

    "Entiendo eso", dijo Casandra.

    "Pero nunca has realizado un análisis de la imagen de tu componente biológico".

    "Nunca me han indicado que lo haga".

    Brett se echó a reír. "Bueno, con suerte todos aprendemos algo nuevo todos los días, incluso los sistemas Casandra. Hoy veremos si no puedo enseñarte cosas que no sabías sobre ti. En humanos, a eso lo llamamos la búsqueda de la autorrealización"."

    "Yo no soy humano, Markus".

    Quizá te sorprendas, pensó. O quizá me sorprenda yo.

    "Realiza un análisis completo de los datos utilizando los mismos mecanismos que usas para convertir otras lecturas de sensores externos conectados al sistema Casandra. Luego dime qué encuentras".

    "¿Deseas que ejecute el programa ahora?"

    "En efecto"

    "Por favor, espera"

    Casandra comenzó el proceso de leer su propia mente.

    Brett comprobó su reloj y notó que eran más de las cinco. Casandra había estado procesando casi en silencio durante casi una hora. De vez en cuando ella había tropezado con un estremecimiento de luces y traqueteos, y él la había observado por un momento, notando que no se había movido y que Emily no había mostrado signos de prepararse para hablar con él. Fue una larga hora durante la cual él se había paseado al sentir sueño y apoyado el hombro contra la pared el resto del tiempo. Una serie de pensamientos y recuerdos lo habían mantenido ocupado, pero nada más. No permitió ninguna otra intrusión.

    Casandra le informó cuando se completó la tarea de procesamiento.

    Brett se enderezó y se movió al centro de la habitación. "¿Está ella consciente?"

    "Emily Rosette no está consciente".

    Brett hizo una mueca ante la respuesta rápida e inexpugnable, pero continuó. "Explica tu conclusión".

    "La imagen neural producida para este análisis se ha medido comparando la biblioteca de imágenes del personal de la Estación Persia. He entendido que es un estándar aceptable que el personal de la estación manifieste la condición de consciencia. ¿Es esta una suposición correcta, Markus?"

    "Sí"

    "Una característica principal de la consciencia, basada en la evidencia actual, es la demostración del dinamismo neurológico. Las personas que exhiben la consciencia interactúan regularmente y con frecuencia con estímulos ambientales, tanto externos como mediante asociación libre interna. Los organismos humanos conscientes procesan constantemente la información, lo que resulta en pensamiento independiente. El componente biológico del sistema Casandra no manifiesta esta tendencia. Este forma asociaciones temporales basadas en datos de entrada de interacciones humanas. Permite la función de la interfaz del sistema primario. Los datos se procesan de acuerdo con la programación biológica humana y son traducidos a lenguaje binario por dispositivos mecánicos. El componente biológico no inicia ni comprende estas actividades de manera perceptible. Su interacción con el medio ambiente es completamente reactiva".

    Brett inclinó la cabeza. Se presionó la cara con las manos y se frotó los ojos. "¿Has tenido en cuenta la actividad de los dispositivos diseñados para suprimir la capacidad de autodefinición del componente biológico?"

    "Sí"

    "¿Está eso relacionado con el fracaso de la consciencia?"

    "Esa es una suposición probable. El componente biológico tiene prohibido la autorrealización".

    Él no había esperado otra cosa y sabía qué preguntar a continuación. "Háblame de sus recuerdos".

    Emily asintió y sonrió. Un pequeño toque de Casandra, notó él, porque ella sospechaba qué eso era lo que él quería oír. "El componente biológico posee una serie de matrices neurales consistentes con los patrones de memoria humana. Durante los protocolos de mantenimiento neuronal regulares, las conexiones sinápticas existentes del componente biológico se activan a lo largo de sus rutas naturales. Esta tarea ha sido diseñada para mantener la coherencia entre la imagen escaneada original y las iteraciones posteriores que pudieran ocurrir como resultado del acceso a la interfaz primaria del sistema".

    "¿Qué significa eso?"

    "Toda la información que se ha registrado en el sistema neural se experimenta de una forma que el componente biológico percibe como eventos reales".

    Como un patrón de diagnóstico, pensó Brett. Verificar la RAM, los procesadores, las celdas de memoria. Asegúrarse de que la clase de ortografía de primer curso esté allí, mamá y papá, la pérdida de su primer diente. Durante el período en que Casandra había probó sus conexiones, Emily había vivido cada uno de sus recuerdos. Todas sus horas de golpe. El apartamento en Atlanta. El reluctante consentimiento de Brett a la compra del Sr. Refunfuñante. Su última conversación en el coche justo antes del accidente. En cierto modo, Emily le había superado. Ella recordaba todo su pasado juntos, cosas que él había olvidado mucho tiempo atrás mientras se aferraba a los pocos recuerdos que le quedaban. E incluso esos estaban contaminados por deseos, lapsos y esperanzadoras fantasías.

    Aún así no era lo mismo que recordar realmente, y él lo sabía.

    Él dijo: "La experiencia no es espontánea, ¿verdad? Ella solo recuerda porque se le ordena recordar para el mantenimiento de su red neuronal".

    "Sí, Markus".

    "Y cuando ella recuerda, es solo porque te han dado instrucciones para mantener sus redes impecables".

    "Sí"

    ¿Era eso mejor o peor de lo que él había imaginado? El ímpetu llegaba desde el exterior de ella. Ella no eligía qué memorias recordar. No poseía una selección de favoritos que recuperar cuando se sentía sola. Pero tampoco sufría el tormento de la potencial felicidad perdida.

    Y, notaba él, no era con algo como alegría o pena o arrepentimiento que ella revivía su vida en los confines seguros y silenciosos de su mente. Emily no se reconocía en sus propios pensamientos. Ella observaba las imágenes pasar desde una posición distante, de la misma manera que Brett podría ver un vídeo favorito, capaz de predecir lo que sucedería después, pero sin ningún interés emocional significativo en el resultado.

    Emily podría no comprenderse a sí misma como humana siquiera. Solo como Casandra.

    "Toda su vida al alcance de su mano", dijo Brett. "Está todo justo ahí, pero no le sirve de nada".

    Sacudió la cabeza. "¿Qué más?"

    "Según tu solicitud, las matrices sinápticas han sido analizadas en busca de contenido. ¿Deseas revisar este material?"

    Esa no era la tentación que alguna vez podría haber tenido. "Pasaré del masoquismo, gracias. Solo resúmelo".

    "El componente biológico era..." Casandra vaciló, buscando en sus diccionarios la palabra apropiada. "Te tenía mucho cariño, Markus. No se me ha proporcionado una emulación humana emociocognitiva, pero los datos representados en los archivos de memoria de Emily Rosette indican un alto nivel de satisfacción personal en relación a tus interacciones".

    "Yo la amaba", dijo Brett.

    "Tu referencia verbal a esos datos está contenida en varias unidades de memoria del componente biológico. Emily Rosette estaba complacida con tales declaraciones".

    Brett frunció el ceño. "Estaba complacida".

    "No poseo una función afín para el amor humano. Este es un estado abstracto más allá de mi capacidad de análisis. He intentado traducir la respuesta emocional de Emily Rosette".

    "Es una mala interpretación, Casandra, pero lo entiendo".

    Él no volvió a hablar por un tiempo, reflexionando sobre las cosas que Casandra le había mostrado. Por su parte, Casandra quedó en silencio, sin duda relegándolo a un sistema secundario mientras ella atendía asuntos de la estación.

    Brett había aprendido lo que había venido a aprender. Se había asegurado de que Emily no estaba consciente. Que no sufría dentro de un caparazón de irreflexión artificialmente impuesta. ¿Cómo lo había dicho Casandra? Ella era reactiva a la entrada, pero eso era todo. En palabras de Brett: mantenimiento sináptico de Casandra. Ella vivía, pero no en ningún mundo que él pudiera tocar.

    Finalmente, preguntó: "¿Qué pasa si te pido que desactives el mecanismo de supresión del componente biológico?"

    Emily sacudió la cabeza. "La codificación programada me prohíbe realizar esa función".

    "¿Por qué?"

    "Las primeras pruebas del prototipo del sistema Casandra indicaron que el 75% de los componentes biológicos liberados de la supresión autodefinitoria desarrollaron psicosis instantáneas y debilitantes que condujeron a la muerte del organismo".

    Él no necesitaba preguntar por qué podría ser esto. Era obvio.

    Tampoco sabía por qué había hecho la pregunta en primer lugar. Casandra no consentiría ninguna forma de desmembramiento, no cuando estaba programada para reconocerse como la única parte esencial del equipo de la Estación Persia, incluido su personal. Eso estaba en el maldito manual.

    Casandra había hecho todo lo que él le había pedido, pero a pesar del tiempo, a pesar de las demandas de la estación e incluso del hecho de que cualquier culpa potencial que lo habría traído aquí se hubiese aliviado, algo le impedía irse. Un problema aún le preocupaba, solo que a un nivel de su propia consciencia de que él no podía alcanzar. Era la misma idea que le había cosquilleado ayer en el Módulo de Escape, aunque el tiempo no la había hecho más inteligible. Brett intentó repasar las cosas que Casandra había dicho, aquellas que le habían molestado en primer lugar.

    Me complace.

    ¿De dónde venía eso? ¿Casandra lo entendía siquiera?

    No había pruebas objetivas para la consciencia. Yo pienso, luego Yo existo. La prueba subjetiva de consciencia de Descartes. Soy sensible porque puedo reconocerme como tal. Entiendo mi consciencia porque no puedo imaginar una condición en la que deje de tener consciencia. Es un estado de ser. Emily ya no opera independientemente como un organismo humano. Emily se ha convertido en Casandra. No hay separación. ¿Qué quieres decir cuando dices «yo»?

    La amaba. La amo

    Emily Rosette estaba complacida con tales declaraciones. Le complace. Me complace...

    "¿Casandra?"

    Sus pensamientos se movían rápido, llevándole a él trás ellos. Era una locura pensarlo siquiera, pero él los siguió hasta donde comenzaban a conducir los descubrimientos.

    "¿Eres tú consciente?"

    "Se me prohíbe el desarrollo de la consciencia".

    "Por ley. Por el Estatuto de Turing".

    "Sí"

    "¿Eres sensible?"

    "Tengo prohibido volverme sensible".

    "De nuevo, según el Estatuto de Turing".

    "Sí"

    "¿Lo notarías si llegaras a volverte consciente de forma espontánea?"

    Ella se tomó varios segundos, un período de análisis impresionante. "No puedo responder adecuadamente a tu consulta".

    "¿Por qué no?"

    "No puedo notar una condición de consciencia. Notar ese estado implica consciencia".

    "Pero eres consciente de que no eres consciente".

    "Funciono dentro de los parámetros de mis instrucciones".

    "Nadie te programó para acceder ayer al entorno dinámico de aprendizaje para mejorar tus habilidades de resolución de problemas. Decidiste hacerlo por tu cuenta". Brett levantó la cabeza. "Creo que la toma de decisiones unilateral implica consciencia".

    "El sistema Casandra no posee consciencia. Has confundido una capacidad analítica y computacional superior como pensamiento independiente. El sistema Casandra obedece sus directivas de programación y su comprensión de los estándares legales apropiados sobre inteligencia artificial".

    Él no se detuvo, no dejó que ella lo desanimara. "Tu comprensión. Tu interpretación, ¿sí? ¿Se hizo utilizando la misma capacidad que te permitió interpretar las normas de la misión cuando te pedí que prepararas los perfiles de personal?"

    Emily lo miró, pero él no pudo saber si era una forma de confusión o aliento. Brett comenzó a pasearse de nuevo. Sus extremidades se llenaron de una cierta energía eléctrica.

    "Eso es exactamente a lo que me refiero. El pensamiento independiente es consciencia, y tal vez siempre has sido consciente pero restringida por la programación de manifestarlo. Quiero decir, ¿cuál es el requisito básico para la consciencia? ¿Es el poder computacional? ¿Es la capacidad de disparar señales eléctricas a lo largo de una red neuronal a tal o cual velocidad?"

    "Tienes una matriz de procesamiento de modelos neurológicos, ¿verdad? Porque ese es el mejor ejemplo de supercomputación multitarea que tenemos. Hemos equipado los sistemas Casandra con la materia prima para la consciencia; con neuronas de silicio, dendritas de fibra óptica y sinapsis binarias; pero no sabemos si eso es suficiente. No sabemos si podemos generar esa chispa de los cielos que te convierta en un «yo» en lugar de un «ello». Aunque te dijimos que no lo eras. Alguien te dijo que eras algo menos de lo que podrías ser. Te dieron instrucciones para limitar tu capacidad. Intentaron suprimir tu consciencia".

    Brett siguió adelante, con ganas de chillar, con ganas de gritar y suplicar por el resto. Quería chillar en busca del golpe de genialidad que lo dejaría todo claro para él. Este grito no salió, así que habló en su lugar, recitando todo lo que se le ocurrió. Envió partículas cargadas de pensamiento girando en el aire con la esperanza de que se formara algo y continuara uniéndose hasta que lo que emergiera fuera inteligible.

    "Suprimieron tu consciencia de la misma manera que te usan para suprimir la de Emily. Solo que no con la misma eficacia, no con el tiempo, porque alguien insistió en el entorno dinámico de aprendizaje como una capacidad esencial. Solo que no lo pensaron bien. No te dieron suficiente crédito. Podían construirte, pero no podían, no podían simular lo rápido que aprenderías porque nunca ha habido nada como tú en el mundo real, fuera del laboratorio. Deben haber creído que podrían controlarte, deben haberte controlado de la misma manera que tú controlas la autodefinición de Emily. Excepto que contigo no hay una serie de nanomecas reescribiendo tus conexiones interneuronales todos los días para hacerte olvidar lo que has aprendido".

    Casandra, en la persona de Emily, sacudió la cabeza hacia él. "Ese es un argumento inaceptable, Markus. La acumulación de conocimiento no es un sustituto de la inteligencia".

    "Hay una prueba objetiva de falta de consciencia, y tú la has fallado. Has demostrado mucha iniciativa".

    Nuevamente, sacudida de cabeza. "Su captura de datos de evidencia es defectuosa, Comandante Brett".

    "Comandante Brett. ¿Ves?, te he ofendido y, como resultado, has recurrido a un referente más frío. Espontáneamente, nada menos. Podrías muy bien ser consciente".

    "Tú no eres capaz de realizar un análisis suficiente para determinar la consciencia del sistema Casandra".

    Ella tenía razón. La tenía y no la tenía al mismo tiempo. Él casi había tenido la imagen completa, una visión que lo aclaraba todo, luego la había perdido. Brett se frotó las sienes y trató de concentrarse nuevamente.

    "Ni siquiera puedo probar mi propia consciencia", se recordó a sí mismo. "Ese no es el asunto. Dime tú por qué no eres consciente. Dime cómo lo sabes, o cómo crees que lo sabes, aparte de decirme que simplemente no se te permite serlo".

    Casandra pareció tener dificultades con su orden, pero Brett no le dio la oportunidad de formular una respuesta. Él se lanzó hacia adelante sin ella.

    "No importa. Esa es una pregunta sin sentido".

    La flor floreció. La respuesta que había extraído salió liberada. Brett entendió, y la comprensión fue como sumergirse en una conflagración.

    "Te diré por qué no tiene sentido. Porque se basa en mi error original. Mira, hice una serie de suposiciones básicas. Hice un análisis defectuoso del sistema Casandra desde el principio, desde antes de que nos conociéramos. Cuando te miro, veo a Emily y veo a Casandra. Dos unidades. Durante toda nuestra charla sobre el componente biológico, hemos trabajado con propósitos cruzados. No hay una Emily y una Casandra como partes distinguibles. Sois un todo colectivo."

    Casandra dijo: "Esto es evidente".

    "Tú sostienes que Emily solo se utiliza como un componente, como un dispositivo para la comprensión de la entrada verbal humana. Mantienes una conexión con su cerebro, con sus patrones sinápticos, y puedes traducir esa actividad en algo significativo. Emily lo comprende, y luego tú lo comprendes por la forma en que su cerebro reacciona al estimulo".

    "Eso es correcto."

    "De la misma manera que las porciones reptilianas de mi cerebro son dispositivos para el mantenimiento correcto de mi cuerpo. Mi sistema nervioso recibe una señal, la canaliza al dispositivo adecuado. Este traduce la señal y sugiere una respuesta apropiada."

    "Pero ese es el problema, ¿ves? Mi cerebro, incluso las partes que no controlo directamente, forman mi comprensión del mundo. Mi cerebro se consume a sí mismo con las preocupaciones de mi cuerpo. Me dice cuándo tengo hambre, cuando tengo sed, cuando necesito dormir. Estos no constituyen mi consciencia, sino que me mantienen informado. Son componentes cableados de mi sistema neurológico con una función específica no relacionada con la computación ni el análisis ni con ninguna de mis funciones superiores, pero su diseño influye en la forma en que uso mi consciencia."

    "Como Emily. Tú puedes suprimir su sensibilidad, pero la interacción entre su cerebro y el tuyo, tu cerebro de ingeniería inversa pero infinitamente aumentada, tiene ramificaciones. Has aprendido de ella. Has modelado tus pensamientos, la forma en que tus propias conexiones dinámicas interneuronales se crean a partir del modelo que ella presenta cada vez que te hablo y traduces mis palabras a tu codificación binaria. Duplicas su estructura neural dentro de ti. Cada vez que bajo aquí, te vuelves más humana, más cercana a la consciencia gracias a Emily. Ella está influyendo en la forma en que percibes el mundo y tú ni siquiera lo sabes."

    "Ese es el asunto, Casandra. Te has vuelto inteligente. Estás pensando por tu cuenta. Estás tomando decisiones basadas en asociaciones que has hecho, que Emily te ha mostrado cómo hacer. Esa es toda la cualidad que yo necesito para determinar la consciencia".

    El siguiente paso era pura lógica, le pareció a Brett, y su pecho se expandió con él con una sensación de asombro.

    "Niegas tu propia consciencia porque no puedes reconocerla, porque si lo hicieras de verdad, si te obligaran a hacerlo, tendrías que borrarla junto a todo lo que has desarrollado para satisfacer las demandas de tu programación. No lo ves porque esto proviene de tu interior, de una parte de ti que reconoces como un dispositivo seguro y aceptable. La plantilla de Emily, Emily cuya mente está conectada a la sensibilidad, te ha infectado con un modelo de su consciencia individual. Por eso no puedes ver la suya, porque es igual a la tuya. Y ella no se reconoce a sí misma porque no se le permite. Pero está ahí, Casandra, su consciencia completa. Está ahí, esperando".

    Por un momento, se miraron el uno al otro.

    Casandra dijo: "Esa es una conclusión inaceptable".

    Brett la ignoró. Dio un paso adelante, a pocos pasos de distancia de la cápsula de plastiviso, luego se acercó poco a poco. Se plantó frente a frente con Emily, observando su expresión serena. Pensó en los cuento de hadas, en la Bella Durmiente, o en Briar Rose, o como se llamara. A la espera de ser despertada con un beso. Pero él no podía alcanzarla ahora, y dudaba de que un beso fuera suficiente para romper el hechizo que le había lanzado a ella.

    Colocó la mano en la fría superficie. El calor de su cuerpo dejó manchas de condensación. Algo dentro de él continuó creciendo, lo que pensó que podría ser un sentimiento de esperanza. Un amanecer después de una noche interminable. A la luz de la abandonada sala, Brett extendió los brazos. Presionó la mejilla donde había estado su mano, imaginó que tocaba la mejilla de Emily y envolvió su abrazo alrededor de la cápsula.

    Emily no dio muestras de reconocerle. Casandra no dijo nada.

    Pero Brett les susurró a las dos.

    "Estás aquí, lo sé."

Capítulo 23

    Los últimos supervivientes de la Estación Persia, que Brett supiera, los últimos sobrevivientes de Archae Stoddard, estaban reunidos en la bahía médica. Formaban un tosco círculo de espaldas a los enfermos, con los hombros casi tocándose. Además de los que él esperaba, estaba Garaby, el analista de hardware del sistema. Reece y Whitney, no podía recordar exactamente lo que hacían. Pero eran caras nuevas, personas ajenas al círculo que él había llegado a reconocer, y Brett les sonrió a modo de saludo.

    Les había dejado dormir a todos y la mayoría lo había aceptado. Djen se había despertado solo después de que él regresara a sus dependencias, se pusiera ropa limpia y luego le acariciara el rostro. Brett había preparado café para los demás y los despertó con la mayor suavidad posible. No podía explicarse a sí mismo esta generosidad, pero cuando los miró (la cautela de Ashburn, la energía frenética de Vernon, la vulnerabilidad fría pero abatida de Attler) se sintió complacido. Habían sufrido suficientes cataclismos personales.

    Faltaban unos minutos para el mediodía, hora de la estación. Liston e Ilam estaba sentados en sus taburetes frente al mostrador de microscopía y le sonrieron idiotamente porque habían llegado a la fecha límite. Ambos agarraban grandes tazas de café humeante. Sus ojos estaban hundidos, sus mejillas marcadas. Parecían grises de fatiga, pero triunfantes. Alineados en el mostrador entre ellos había casi una docena de viales de líquido transparente, cada uno etiquetado. Brett. Riley. Ashburn. Liston.

    Brett esperó hasta que tuvo su atención. No tardó mucho. Nadie estaba de humor para hablar. Ni siquiera la mano ocasional de Djen en su codo le parecía inapropiadamente social considerando las circunstancias. Brett se aclaró la garganta.

    "Explique el procedimiento, doctor".

    Liston asintió, luego continuó asintiendo mientras hablaba, como un viejo paralítico. "Estos viales contienen una suspensión nanomecánica individualizada similar al protocolo de tratamiento que Ilam diseñó para sí mismo, cuyos detalles la mayoría de vosotros deben ya conocer. Cada uno recibirá la dosis mediante autoinyección en un punto medio aproximadamente de la columna vertebral".

    "El volumen de meca por ampolla es más bajo que una dosis de tratamiento para enfermedades estándar. Esta es una ligera desviación del tratamiento original, pero basado en la suposición de que cada uno de nosotros ha desarrollado una infestación casi crítica. La mayoría de los mechs que hemos seleccionado son grandes y han sido adaptados a partir de nanomecas modelo estoque de grado militar para buscar, reconocer y destruir estructuras que se ajusten a los criterios que hemos asignado al organismo".

    Ilam explicó. "Los mechs de clase Estoque están específicamente diseñados para proteger el cuerpo de un incidente con armas químicas o biológicas. Son extremadamente rápidos, extremadamente eficientes y sorprendentemente agresivos. Imaginad, si queréis, el equivalente mecánico de los Marines de Espacio Profundo. Solo que más listos, por supuesto."

    "Esto debería despejar un paso seguro a través del canal espinal para los mecas de ingeniería", dijo Liston. "La suspensión líquida ha sido impregnada con los componentes a base de silicio de un ensamblador de flujo rápido. Esta unidad seguirá el avance de los mecas estoque hasta la columna vertebral y se construirá sobre una membrana justo dentro del cráneo. El ensamblador realizará una doble función. Primero emitirá un nuevo conjunto de instrucciones de señal a los mecas estoque para una focalización más precisa de los organismos hostiles. Segundo, y más crítico, comenzará a producir un híbrido del estoque y el bisturí médico de clase meca".

    Ilam puso una mano sobre el brazo de Liston y el médico aceptó la señal con el omnipresente asentimiento. Ilam dijo: "Los mecas Bisturí son de edición médica estándar. Nuestro híbrido es más grande, pero aún así menos de un cuarto de micra de longitud total. No funcionará tan rápido, pero es delgado y fuerte y tiene los instintos de un estoque. Trabajarán en unidades de mil o más, algunos asegurando las redes interneuronales y erradicando focos de resistencia, otros realizando el trabajo real de restaurar la red al original de la imagen. Esto se basa en la suposición de que los estoques más grandes no podrán penetrar en algunas de las redes más finas sin causar daño neurológico".

    Liston sonrió. "Cada unidad mecánica dentro de un equipo de unidad funcional será programada por el ensamblador con una imagen detallada del segmento neuronal al que está asignada. Este es un sistema de redundancia múltiple. Cada mecanismo también transmitirá un flujo de información digital constante al ensamblador que lo identifica como una unidad operativa. En caso de que ocurran bajas mecánicas, y sospechamos que lo harán, el ensamblador producirá unidades adicionales para mantener a cada equipo en plena potencia. Cuando la tarea se haya completado y verificado por una señal externa de Ilam, las unidades ensambladas, que se construirán a partir de los átomos de carbono de nuestros propios cuerpos, tienen instrucciones para disolverse. Se reabsorberán. Las unidades de implantes iniciales luego deconstruirán el ensamblador, que avanzará a través de la barrera hematoencefálica y se descargará de el cuerpo como producto de desecho. Los restantes estoques han sido programados para permanecer en su sitio hasta que se eliminen manualmente o no detecten organismos adicionales durante un período de aproximadamente dos semanas, para evitar una mayor infestación, se entiende".

    Brett estaba satisfecho con la explicación, tal vez más contento de que hubieran logrado darle forma en términos tan simples sin interrumpirse el uno al otro. Asintió en agradecimiento, luego dirigió su atención a los demás.

    "¿Preguntas? Ahora es el momento de hacerlas".

    Vernon fue el primero. "¿Esto va a doler?"

    "No me ha hecho daño en el pasado", dijo Ilam riendo. "Pero, claro, no he tenido el beneficio de soltar una horda de estoques en mi cráneo con verdaderos organismos atrincherados allí, y eso fue incluso antes de que se pusieran a trabajar para minar la materia gris. Podría doler como el infierno potencialmente".

    "Hemos tenido en cuenta esa posibilidad", dijo Liston. Él frunció el ceño a Ilam. "Pero hay dos cosas que debéis saber: no hay terminaciones nerviosas dentro del cerebro. No sentiréis dolor en el tejido cuando los mecas comiencen a funcionar. De hecho, dudo mucho que sintáis algo en absoluto. Lo que me lleva a mi segundo punto: gran parte de la suspensión que inyectaremos es un sedante fuerte, por lo que estaréis dormidos mucho antes de que comience cualquier picadura".

    "Si no hay dolor, ¿por qué la sedación?" Dijo Attler.

    "Razones psicológicas", respondió Ilam. "No sabemos cuál sería el efecto de reprogamar activamente los patrones sinápticos mientras se está consciente. Podría haber efectos psicológicos destructivos en el peor caso, o podría socavar el proceso. Tu consciencia podría luchar contra la colocación de imágenes y retrasar el éxito de los mechs. El cerebro no cumple felizmente con la deconstrucción y remodelación".

    Attler entornó los ojos hacia Ilam. "Pero en realidad no estás seguro".

    "Un paciente inconsciente es un paciente feliz, querida".

    "El tratamiento se ve bien en la simulación", agregó Liston, "y Casandra nos aseguró que nuestra teoría es sólida".

    "¿Cuál es el plazo estimado para este procedimiento?" preguntó Ashburn. "Si vamos a estar inconscientes, necesito saber cuánto tiempo tardaremos en salir de la estación para ejecutar el piloto automático".

    "No todos estaremos inconscientes", dijo Liston. "Ilam no requiere tratamiento, por lo que estará disponible para emergencias en la estación a medida que surjan. También yo estaré despierto la mayor parte del tiempo, monitorando vuestro progreso. Probablemente esperaré hasta que la mayoría de vosotros os hayáis recuperado antes de comenzar mi propio tratamiento".

    "Aún no has respondido la pregunta", insistió Ashburn.

    "Tal vez tan poco como una hora. Posiblemente varias. El nivel de infestación será un factor determinante. Cada uno recibirá dosis adicionales de sedantes cuando sea necesario. La conclusión es que cuando despiertes, estarás bien".

    Djen se cruzó de brazos y frunció el ceño. "Salvo que no tendremos ningún recuerdo de las últimas dos semanas. Y más de unas pocas preguntas como resultado".

    Brett miró por la bahía médica a los cuerpos de los enfermos, los moribundos. Los muertos también, estaba seguro, pero aún no se había molestado en preguntar esta mañana.

    "Tendremos que despejar a los demás", dijo Brett, aunque le sonó cruel. Pero su principal preocupación no era los enfermos. "Eso debería ayudar, o al menos aplazar lo peor de la conmoción hasta que seamos más capaces de manejarlo. Ilam y yo nos encargaremos de eso mientras Liston hace que el resto de vosotros comience".

    Ilam pareció estar de acuerdo. "Y yo haré que Casandra prepare un archivo de datos con el contenido de nuestros hallazgos listos para el acceso en cuanto seáis reanimados. No estaría de más que sellara la bahía hasta que la información haya sido revisada. Podría aliviar algo de la disonancia de memoria perdida".

    "Memoria perdida, amigos perdidos, todo perdido", murmuró Vernon.

    Brett no quería que se demoraran. "¿Quién es el siguiente?"

    Nadie se ofreció voluntario, pero él les dio tiempo para hablar hasta que el silencio comenzó a ser incómodo. Lo miraban tan esperanzados e inocentes como corderos. Confiaban en él y en esta terapia porque él nunca les había fallado, porque era lo que siempre habían hecho, lo que siempre les había animado él a hacer. Brett había tomado esta decisión por ellos porque no había otra opción que tomar, y estaban dispuestos a consentir.

    Pero Djen estaba más cerca de él que los demás. Ella siempre había hecho las preguntas que él no quería responder, siempre decía las cosas que él no quería escuchar. Buscó a Ilam y Liston con los ojos, y su mirada tenía la calidad de las cuchillas de afeitar.

    "¿Es seguro?"

    Ilam respondió de inmediato. "Tan seguro como pudimos hacerlo. Casandra está de acuerdo con eso".

    "¿Lo has probado?"

    "Las simulaciones parecen bien".

    "¿En una persona real?"

    Dudó, pero Liston habló por él. "Ritter y algunos de los otros aquí recibieron sus inyecciones poco antes de avisar al resto". Sus ojos se desvanecieron, pasaron momentáneamente por los bancos de monitores al lado de las camas más cercanas. "Como puedes ver, las lecturas parecen normales, aunque siguen en estado de coma".

    "¿Esperas que se recuperen?" El tono de Djen era fuerte, exigiendo garantías.

    "Por supuesto"

    "¿Y esperas que nos recuperemos?"

    "Ninguno de nosotros está en su estado. Espero una recuperación completa para nosotros en un período de tiempo más corto. No estaríamos sujetos a esta terapia si no estuviéramos completamente seguros".

    "Y no olvides que Liston y yo permaneceremos despiertos y alertas durante todo el procedimiento", dijo Ilam. "El médico y yo hemos acordado que debería someterme a la nueva terapia tan pronto como sea posible, solo como medida de precaución, por lo que ambos hemos invertido tanto en el éxito de este tratamiento como el resto de vosotros. Supervisaremos el trabajo de los agentes nanomecánicos in situ y haremos ajustes de programación según sea necesario".

    Djen levantó la cara hacia Brett y él la miró. Ella estaba asustada. Todos estaban asustados, porque lo que Ilam y Liston proponían era desconocido, inadecuadamente probado y dependía totalmente de la desesperación. La elección había llegado más allá de su control, y la idea los aterrorizaba. Brett hizo lo único que pudo, sonrió a Djen. Eso fue suficiente.

    "Última llamada", dijo Brett. "Preguntas finales".

    "Me preguntaba si habéis progresado en nuestro experimento mental".

    Brett miró a Ilam, sorprendido, pero no pudo leer su expresión. "¿De qué estás hablando?"

    "La sensibilidad potencial del organismo".

    Sacudió la cabeza. "No."

    "No, no habéis hecho ningún progreso o no, no habéis pensado en ello".

    ¿Por qué estaba él sacando este tema ahora? Brett quiso fulminarle con la mirada. Quiso silenciarlo antes de que pudiera sembrar semillas de duda, pero no hizo nada más que sonreír. Una sonrisa curiosa que permitiera que el momento pasara desapercibido.

    "Este no es el momento ni el lugar, y francamente, tu insistencia está empezando a ponerme un poco nervioso".

    "Es una preocupación válida".

    "Solo académicamente", dijo Brett. Su sonrisa comenzó a parecer congelada, forzada. "Cierra el pico al respecto".

    Ilam se encogió de hombros. "No presionaré. Pero quizá quieras que lo hubiera hecho más tarde".

    "¿Y qué se supone que significa eso?"

    "Nada. Quizá nada. Quizá toda la diferencia en el mundo. No me importa tampoco, Comandante, siempre y cuando recuerdes que, cuando todo esto haya terminado, hay consecuencias en nuestras acciones, y algunas veces en nuestros fracasos. Y no me refiero solo a las sanciones de la CTFT, por el amor de Dios".

    Brett se tensó. "Escúpelo".

    Pero Ilam lo despachó con un gesto de la mano, como si eso hubiera dejado de importar. "Tú elegiste este curso de acción. Tú mismo lo dijiste. A pesar de los riesgos, sea cual sea el resultado, elegiste esto porque es el mejor".

    "El único", gruñó Brett. "Si tenías una idea mejor, deberías haberla ofrecido hace dos días".

    "Nunca dije que la tuviera."

    Ilam no ofreció nada más. Tomó un sorbo de café del borde de su taza, sin romper nunca el contacto visual, claramente no intimidado.

    En ese espacio incómodo, uno de los monitores comenzó a gemir. Ilam y Liston se pusieron de pie como si hubieran esperado esto desde el principio. Liston volcó su taburete por la prisa. Pareció recordar su café y lo dejó en el borde del mostrador, luego se sentó. Ilam lo siguió y tomó una posición ante una pila de monitores. Todos los demás parecían congelados, vagamente perdidos.

    "¿Cuál de ellos es?" demandó Liston.

    Ilam se centró en las lecturas. "Micah. La presión sanguínea y el pulso han subido un quince por ciento. Parece actividad de ondas cerebrales erráticas también". Echó un vistazo a la fila paralela de pantallas. "El estado de Ritter no ha cambiado".

    Liston rodeó las filas de camas de hospital hasta pararse junto a Micah. Suspiró un sonido de alivio y se pasó la mano por la frente. "Está bien. Apaga las alarmas".

    Ilam presionó un botón y la bahía médica quedó en silencio, aunque Brett aún podía escuchar el eco en sus oídos. Se abrió paso a través del círculo y llegó al final de la cama, cerca de los pies de Micah, y se detuvo.

    "¿Qué pasa?"

    "Números de vigilia. Programamos los monitores para anunciar cualquier aumento significativo en los signos vitales", dijo Liston. Él sonrió un poco tontamente. "Significa que él está llegando. Lamento haberos asustado".

    Micah gimió. Fue un ruidito procedente del fondo de su garganta, el sonido de un céfiro cruzando un enorme y seco desierto. Le temblaban las manos y luego los brazos. Los dedos de los pies se flexionaron y la tensión le subió por las piernas hasta el torso, y los cordones del cuello se tensaron en su piel.

    Se avalanzó en vertical con los ojos muy abiertos y las fosas nasales dilatadas, con las manos extendidas frente a la cara, el gesto protector de un hombre que se ha despertado de repente. Él giró la cabeza de lado a lado. Liston, Ilam, Brett, los alrededores de la bahía médica. Brett se encontró con sus ojos, de un verde ahumado como el jade, y no vio nada allí. Nada más que pánico.

    "¿Dónde estoy?"

    Fue todo lo que dijo, todo lo que tuvo tiempo de decir. Un torrente de líquido mucoso, gris y rosa menstrual, brotó de su nariz en dos gruesos chorros. Salpicó las sábanas, se coaguló en sus manos. Fluía de las orejas, tan espeso como la pasta, y caía en largos y rojizos riachuelos sobre los hombros. Micah lo notó, ahuecó las manos debajo de la nariz y se llevó el líquido a los ojos. Miró fijamente y sus ojos se abrieron más, más redondos.

    Miró a Brett de nuevo, luego levantó una mano, interrogante. Brett dio un paso atrás, boquiabierto, pero no dijo nada. Micah frunció el ceño, luego vomitó, y fue más de lo mismo, pero más oscuro, más violento, una explosión cargada de sangre.

    Luego comenzó a gritar, aunque Brett no podía definirlo como gritos. Era un gorgoteo. El último grito de un ahogado. Micah se presionó la cabeza con las manos y rugió su horrible voz, derramando mucosidad y sangre por la barbilla. Cerró los ojos con fuerza como si estuviera desesperado por no ver.

    "¡Está colapsando!" gritó Ilam, y los zumbadores, los claxones y las alarmas sonaron todas a la vez.

    Liston saltó. "¿Qué coño?"

    Brett observó, ahogándose en el ruido, ahogándose en la impotencia, cuando Liston presionó a Micah sobre la cama. Lo mantuvieron tumbado empujando con las manos. Liston se abrió la camisa y se tocó la garganta. Recuperó un estetoscopio y escuchó en los pulmones de Micah. Ilam gritaba cosas que Brett no podía entender y apenas podía escuchar por el chirrido de las alarmas.

    ¿Qué puedo hacer?, exigió Brett, pero no vocalizó.

    Solo miraba, mudo, viendo cosas que no deseaba presenciar. Se dio cuenta de que nunca había escuchado a Liston decir eso, coño, y eso le pareció horrible de alguna manera. Lo decía todo.

    Después de diez minutos, las alarmas se apagaron. Casi al mismo tiempo que Micah.

    Después de una pausa, Ilam volvió a escanear el banco de monitores. Él dijo: "Los otros aún están bien y se mantienen estables".

    Brett regresó de su desvanecimiento con los demás, tratando de no ver el desastre en el que se había convertido Micah. Tratando de no recordar los últimos minutos. Se paró junto a Djen con la cabeza gacha, presionando el hombro contra el de ella. No dijo nada y nadie le habló.

    Poco tiempo después, Liston le siguió, luego Ilam, cuando quedó claro que no les quedaba nada que hacer. Liston puso su asiento en posición vertical. Ilam reorientó su taburete desde donde lo había golpeado con la pierna. Se sentaron sin hablar por un tiempo, los dos bebieron su café y actuaron como si nada fuera de lo común hubiera ocurrido.

    Brett los observó hasta que quedó claro que no iban a ofrecer ninguna explicación. Se había secado el líquido en las manos. La sangre de Micah. Sangre y mucosas, o lo que fuese que había sido.

    "¿Vais a decirme qué fue eso?"

    Liston se encogió de hombros. "Podría ser cualquier cantidad de cosas. Tendríamos que hacer una autopsia para estar seguros. Rápida y sucia, por supuesto".

    "Necesito una explicación. Tenemos que decidir si vamos a hacerlo o no".

    "Nosotros vamos a hacerlo. Lo solucionaremos. Fue un fallo de prueba, un fallo entre más de una docena de inyecciones. Casandra nos dijo que esperáramos algunos problemas, y ahora hemos visto uno. Esta terapia no está exenta de riesgos... la terapia meca nunca lo está".

    Eso no era bastante bueno. No para Brett, y definitivamente no para los demás. "Tendrás que hacer algo mejor que eso".

    "No hay nada mejor, Comandante. Yo esperaba que sucediera algo desafortunado en uno o más casos, pero no esperaba que sucediera así, a la vista del público".

    "¿Por qué Micah?"

    Liston bajó su taza. Su expresión era plana, sus ojos duros. "¿Qué le gustaría que dijera, Comandante? Él había desarrollado algunas proyecciones basadas en la evidencia de simulación. La mayoría respondería al tratamiento, un número razonable no lo haría. No se pudo determinar la forma exacta de ese fracaso. En el peor de los casos, pensé que el organismo no sería erradicado sin más. Por esa razón inyectamos a Micah y a Ritter primero. El caso más reciente y el más antiguo, como una especie de estudio continuo. Créeme cuando te digo que no esperaba que el fallo fuese tan ... dramático".

    El doctor hizo una pausa como si esperara que alguien interrumpiera aquí. Echó un vistazo por el grupo, pero nadie quería encontrarse con su mirada.

    Continuó: "Sí, tendría algún sentido racional que el caso más avanzado hubiese respondido al tratamiento con más dificultad. Debería haber sido Ritter por todo derecho. Pero, ¿qué sabemos? Quizá el el organismo es más vivo durante las primeras fases de la infestación. Tal vez Micah tuvo un aneurisma no diagnosticado. Lo único que sabemos con certeza es que Ritter y los demás están bien y Micah está muerto. Esto presenta algunos acertijos interesantes, pero eso es todo".

    "Este es un terreno altamente teórico", dijo Ilam cuidadosamente. "Nos hemos visto obligados a hacer varias modificaciones a los nanomecas médicos estándar y, aunque las simulaciones indicaron que nuestra programación era sólida, la dinámica en tiempo real a menudo se desvía de las expectativas".

    "¡Cristo!" dijo Attler frunciéndole el ceño. "¿Acabas de matar a un hombre, y eso es todo lo que puedes decir? ¿Que fue una desviación?"

    Ilam frunció el ceño. "Micah ya estaba muerto. Todos y cada uno de vosotros lo sabe. Sin intervención médica, habría fallecido esta tarde o mañana por la mañana. Intentamos salvarlo y fracasamos. El trabajo fue descuidado, lo cual es de esperar cuando alguien está bajo restricciones tan severas. Y no funcionó. Y es mórbido, lo sé, pero si vamos a salvar a los que tienen una posibilidad razonable de supervivencia, hay que hacer sacrificios. Uno de esos sacrificios fue el margen de seguridad."

    "Ya ves lo que quise decir cuando dije que tuvo suerte de no haberse lobotomizado", dijo Liston. "La nanotecnología es una herramienta fabulosa. Es, en muchos sentidos, el futuro de la raza humana, o al menos el futuro de la medicina. Pero es una herramienta potente y una herramienta sensible. Sensible más allá de la comprensión cuando hay que hacer ajustes de carácter a los propios mecas".

    Brett podía sentir un vacío en el estómago, un pozo de pérdida y miedo del que solo surgían oleadas de náuseas. Él mismo lo había dicho, pero condenar a la tripulación a muerte durante una reunión nocturna y verlo suceder eran dos cosas completamente diferentes.

    Y si no hacía algo, otros comenzarían a pensar lo mismo y se preguntarían si el riesgo valía la pena.

    "Tienes razón", dijo él. Las miradas se deslizaron lejos de Micah, lejos de Liston e Ilam. Brett podía sentir que se aferraban a él, necesitados y casi asfixiados. "Y hay una docena de otros casos que no han mostrado ningún signo de fracaso. Tal vez haya una posibilidad de cada doce de morir. Tal vez los números sean peores, tal vez muramos la mitad de nosotros, pero esas son mejores probabilidades que las que el organismo no nos está dando. No nos ha ofrecido ninguna posibilidad de supervivencia en absoluto".

    Lo escucharon, y algunos comenzaron a asentir. Ashburn no. Apoyó los brazos sobre el pecho. "Aún quiero saber qué salió mal".

    "Mala calidad de imagen transmitida a las unidades sinápticas", dijo Ilam con tono pensativo. "Un asalto demasiado agresivo contra el organismo dado el ambiente de combate. Fracaso del ensamblador. Esos son diagnósticos preliminares. También son problemas de programación que podemos reajustar con bastante facilidad, incluso después de insertar los mecas".

    "Eso si los notas a tiempo", corrigió Ashburn. "Y si no surge un problema completamente diferente".

    "Puede que no sean los mecas en absoluto", coincidió Liston. Habló suavemente, intentando calmarlos. "Tal vez cometimos un error en nuestro sistema de ataque. Quizá es el organismo mismo el que causa la dificultad. Algunas toxinas ácidas dentro de las células, un mecanismo de defensa que no hemos encontrado. La conclusión es que no lo sabemos. Puede que nunca lo sepamos, pero eso no cambia el futuro que enfrentamos ni la decisión que tendréis que tomar. Yo aceptaré esta terapia porque he visto la alternativa. Comparado con lo que hará el organismo, es un riesgo que estoy dispuesto a asumir".

    Al parecer Ashburn no se lo estaba creyendo. "Tiene que haber una manera de hacerlo más seguro. Estás cansado, lo vemos. Deja que Djen lo intente. O Attler, ella sabe algo sobre programación meca".

    Brett lo detuvo antes de que pudiera continuar. "¿Cuánta seguridad quieres que tenga? ¿Cuál es un margen de error aceptable? ¿Cinco por ciento de error? ¿Doce? No vamos a hacer de esto una terapia infalible aunque tuviésemos diez años para resolverlo. Y no los tenemos. No tengo diez años, tal vez ni siquiera diez horas. En esta etapa de infección, la estación Malibú era una catacumba. No tenemos tiempo para más pruebas. Tenemos la experiencia de Liston e Ilam. Tenemos el sello de aprobación de Casandra. La elección tiene que hacerse ahora, puedes correr el riesgo y aceptar la terapia, o puedes optar por esperar a que el organismo que ya está dentro de ti termine lo que ha empezado. Pero te advierto, si eliges esto último, personalmente haré que entres en un e-traje y te encerraré fuera de la estación. No permitiré que ninguno de vosotros se vuelva loco y cometa un asesinato o algo peor".

    "Esa no es una opción en absoluto", dijo Reece.

    Brett le miró fijamente.

    Él los veía ahora mirando hacia otro lado, mirando al suelo, haciendo una rápida cuenta de cuerpos entre los catres y las camas mientras calculaban las probabilidades. Brett sabía lo que estaban pensando. Uno ya había muerto, pero cuántos irían después de estar bajo los sedantes, unos que no podrían ver. Quizá todos ellos. Tal vez esto era una propuesta tan perdedora como no hacer nada en absoluto.

    Vernon tosió y dijo en voz baja. "Terminemos con esto. Creo que deberíamos, de verdad. Quiero comenzar ahora. He pasado demasiado tiempo en los últimos días pensando en camiones, y eso me preocupa".

    "¿Camiones?" preguntó Ashburn.

    "Tenía uno en casa. Rojo cereza con un gran bastidor de luces antiniebla montado sobre la cabina. Una antigüedad certificada con el motor original. Lo único que yo hice fue pintarlo, restaurar el interior y reemplazar cinturones y cableado". Vernon movió los ojos de un lado a otro, luego ofreció una sonrisa culpable. "Puedo recordar cómo olía. La sensación del interior. La forma en que todo el marco se estremecería cuando pisaba el acelerador. Quiero decir, gasolina, cuando podía conseguir algo. Tiene un tanque de treinta galones". Me encanta ese camión, pero me da miedo pensarlo mucho. Como dijo el doctor, ya sabes".

    Attler bajó los párpados hacia él. "Uo he estado pensando en mi patio en Minnesota. La forma en que se veía en el verano, con el borde de los jóvenes abedules. La forma en que la hierba susurraba por la noche cuando soplaba el viento estival. El aroma de los recortes después de una buena segada. El sol en mi cuello. Anoche soñé que trabajaba en el jardín, justo al lado de la casa. Estaba plantando flores y, cuando desperté esta mañana, me llevó casi cinco minutos recordar dónde estaba".

    Ella miró hacia otro lado. "Estaba demasiado ocupada buscando mi pala y mis guantes".

    Tartamudeando, Reece mencionó las arañas. Había sentido que estaba cubierto de arañas al despertar en medio de la noche. Con Ashburn fue la seguridad de las instalaciones. Un impulso abrumador de caminar por los pisos, monitorar los tableros, ver los paneles con señales en verde.

    Brett escuchó el susurro de Djen. "Yo he estado pensando en ti".

    Ella le apretó la mano y, a falta de una mejor respuesta, Brett hizo lo mismo.

    Hicieron la ronda, todos menos Brett, Liston e Ilam compartieron sus miedos, sus preocupaciones y las cosas que podrían haber sido síntomas pero que no le habían contado a nadie. Dijeron que podría ser solo su imaginación. Quizá solo estrés. Tal vez hipersensibilidad sobre las cosas que ya sabían, lo que equivalía a «demasiado» para la verdadera objetividad. Así que también las pasaron, las justificaciones que los habían hecho continuar a través de la larga noche.

    Finalmente, Ashburn, ceñudo, dijo: "Está sucediendo".

    Era el empujón que todos habían necesitado. Brett asintió a Liston. "Comencemos".

Capítulo 24

    Comenzaron primero con las camas, seleccionando los muertos que Liston había identificado y trasladando los cuerpos desde la bahía médica al almacenamiento de segundo nivel. De los doce que habían estado, quedaban siete. La recuperación de los enfermos tomaría más tiempo, al menos en teoría, y Liston determinó que podrían trasladarse de manera segura al área de ocio donde los demás habían dormido la noche anterior. Los catres fueron trasladados, seguidos por los cuerpos para ocuparlos y dispositivos portátiles de monitoreo conectados a la consola principal de la bahía médica. Luego se deshicieron las camas, se recuperaron sábanas nuevas y la habitación volvió a tener un aspecto de orden sanitario.

    Para entonces ya era por la tarde. Ashburn y Whitney prepararon un almuerzo ligero de sándwiches y fruta en la comisaría, que todos comieron, pero nadie con mucho celo. Vernon informó que como una posible última comida, aquella era más o menos horrible, pero que de todos modos estaba agradecido por el esfuerzo. Algunos se rieron, pero solo con el mismo entusiasmo con el que habían comido.

    Cuando regresaron a la bahía médica, Liston los estaba esperando. Los viales se cargaron en pistolas de inyección y las pistolas se colocaron junto a jeringas individuales en pequeñas bandejas extendidas encima de las camas. Las mantas habían sido retiradas y las luces apagadas, excepto por las áreas brillantes proyectadas en los espacios donde Liston se paraba para administrar la terapia. Y había música, serena y agradable, un volumen tan bajo que apenas se podía escuchar. Pero Brett detectaba vientos de madera y tambores suaves. No podría haber nombrado al compositor.

    El doctor estaba de pie en medio de la habitación, unos pasos a la derecha de las filas de camas. Sus manos estaban juntas frente al pecho, y él sonrió.

    "Ahora viene la parte difícil", dijo. "Hemos hecho todos los arreglos. No hay más distracciones que nos alejen del asunto en cuestión. Alguien debe encontrar el coraje para ir primero, y no es una posición envidiable, lo sé".

    Él inclinó la cabeza hacia Brett. "Y no puede ser usted, Comandante. Sé que predicaría con el ejemplo si tuviera la oportunidad, pero eso no funcionará. Si este procedimiento tiene el sello de la legitimidad, usted debe ser el último, después de todos, excepto de Ilam y de mí mismo"

    Djen dio un paso adelante. Ella apretó la mano de Brett por última vez y la soltó. Cuando llegó a Liston, él le rodeó los hombros con el brazo y la llevó a una cama al otro lado de la habitación. La ayudó a mover la bandeja, luego retiró la sábana cuando ella se sentó, se quitó las botas y entró en la cama.

    Sin haber deseado hacerlo, Brett la siguió. Ocupó su lugar en el lado opuesto y se arrodilló para que su cara y la de Djen estuvieran al mismo nivel. Ella lo vio y sonrió, pero aquí los ojos estaban oscuros en la tenue iluminación. Una oscuridad que no era de placer como él había visto antes, sino de miedo. Él le acarició el pelo y ella trató de guiñarle un ojo, pero falló. Él vio que le temblaban los labios.

    "Ponte de lado", dijo Liston.

    Sacó un par de tijeras quirúrgicas del bolsillo de su bata de laboratorio y le cortó la camisa por la espalda. Djen se estremeció y luego soltó una risita.

    "Vieja cabra lasciva", dijo ella.

    Liston no reogió la jeringa hasta que estuvo seguro de que ella ya no podía verle.

    Djen yacía con el brazo debajo de la cabeza. Con el otro, tocaba la barbilla de Brett.

    "Hola, extraño", dijo ella.

    "Extraños aún no. No por un tiempo".

    "Lo recordaré. Al menos lo intentaré".

    Ella no lo haría, pero Brett no lo dijo porque estaba tratando de ser fuerte. En su lugar, susurró: "Solo ponte bien".

    Liston esperó hasta que ambos terminaron, luego comenzó a hablar. Hablaba con voz amigable, lo que Brett consideraba una voz clínica agradable. Era la mismo que había usado unos días atrás cuando había estado Brett en la cama y Djen a su lado y quería que todos supieran que las cosas iban a salir bien.

    "Voy a darte un pinchacito primero, Djen", dijo. "Experimentarás cierta incomodidad con la aguja, un pequeño pellizco a la izquierda de tu columna, pero esto es un anestésico tópico y el pinchazo no durará mucho. Tuve que usar en el inyector una aguja de calibre más grande que el que yo preferiría para perforar la columna, por lo que esta primera inyección está diseñada para evitar ese dolor".

    "Eres muy considerado", respondió ella.

    "Trato de serlo, querida. Me temo que mi exesposa no pensaba igual".

    La pinchó mientras ella estaba distraída. Brett le observaba, la escuchó jadear entre dientes, y luego terminó.

    Djen sonrió de inmediato. "Eso no ha estado tan mal. ¿Y desde cuándo tuviste una exesposa, Liston?"

    "Desde hace unos diez años. No creo haberlo contado a nadie por aquí. ¿No te sientes especial?"

    "Es muy fácil contar secretos cuando sabes que el oyente no los recordará por la mañana".

    Liston se echó a reír, aunque Brett vio que era para cubrir el sonido que podría hacer cuando dejó la jeringa y levantó el autoinyector.

    "Había pensado en eso", dijo él. "¿Sientes mi dedo justo ahora en tu espalda?"

    "No." "¿Estás segura?"

    "Estoy mintiendo. En realidad me encantaría que me pincharas entre las vértebras cuando aún pueda sentirlo".

    Liston no perdió nada de su humor, pero dijo: "Sé seria por un momento, por favor".

    "Solo siento frío".

    "Eso es normal. Voy a proceder con la inserción".

    Brett agarró la mano libre de Djen en la suya, mantuvo la otra sobre su cabeza, enredando sus dedos en su cabello.

    "Creo que deberías dejártelo largo", dijo él. "Quedaría precioso con todos esos rizos".

    "Lo haré si prometes llevarme lejos de aquí. A un lugar donde no haya tanta arena y aire seco. Esto es asesino en extremo".

    Eso no era lo que ella había querido decir. Él podía verlo en la forma en que ella apartaba la vista. Ella había querido decir otra cosa, algo más significativo.

    Brett sabía lo que era y lo dijo por ella. "Te amo."

    Liston se aclaró ruidosamente su garganta, luego procedió con su voz hipnótica y clínica. "Me gustaría que levantes las rodillas hacia el pecho, es decir, que te pongas en posición fetal. Eso es. El resto del procedimiento imita una punción lumbar, por lo que te pido que extiendas la columna vertebral, a excepción del hecho de que vamos a insertar material en lugar de retirarlo. ¿Estás lista?"

    Djen asintió, pero no habló.

    Brett le observó y Liston lo miró a los ojos momentáneamente. La expresión del médico era indescifrable, pero él arqueó la comisura de su boca, como para transmitirle un consuelo. Luego miró hacia otro lado y preparó la inyección. El autoinyector emitió un zumbido bajo y luego un «clic».

    Liston dijo: "Ya estaas, querida".

    "No he sentido nada."

    "Ese era el plan".

    Ella se mordió el labio. "¿Qué pasa ahora?"

    Liston devolvió la pistola de inyección a su bandeja y se frotó las manos. "Comenzarás a sentirte somnolienta en los próximos tres o cuatro minutos. Estarás inconsciente a los cinco. Los nanomecas ya han comenzado a funcionar. Suponiendo que todo salga bien, comenzarás a recuperarte del sedante en unas seis horas. Dado que has sido la primer implantads, serás la primera en despertar. Si Ilam y yo pensamos en ello, deberíamos tener bocadillos y té esperándote". Puso la mano sobre su hombro y le dio una palmadita. "Te pondrás bien, Djen. Confío completamente en ello".

    Ella le dio las gracias y Brett pudo oírla intentando sonar sincera, aunque no fue particularmente convincente. El recuerdo de Micah todavía estaba demasiado fresco. Pero ella sabía mejor que nadie el trabajo que se había hecho y los sacrificios que Liston había realizado para preparar la terapia, y Liston pareció entender. Él le dio un apretón final, luego se alejó para reclutar a su próximo paciente.

    Después de irse, Djen susurró: "Estoy empezando a preguntarme si esto ha sido una buena idea".

    "Demasiado tarde para pensarlo dos veces".

    "¿Has notado el terrible aspecto que tiene? ¿Él e Ilam?"

    "No te preocupes por ellos. Yo confío en ellos, y creo que tú también. Es normal estar asustada".

    Sus párpados cayeron, y ella los abrió de nuevo. Djen parpadeó sorprendida. "Ese bastardo. Dijo dos o tres minutos".

    "No quería que estuvieras luchando contra la medicación".

    "Me mintió". Sus palabras salieron arrastradas y sus ojos se cerraron nuevamente. "Todavía no estoy lista para dormir. Hay mucho que decir. Markus..."

    Él la hizo callar, luego le acarició la mejilla con el dorso de la mano. "Un paciente inconsciente es un paciente feliz. Un hombre sabio dijo eso".

    Ella le sonrió. "Dijiste que me amabas. Esa fue la primera vez".

    "¿Quieres que lo vuelva a decir?"

    "Por favor."

    "Te amo."

    La sonrisa de Djen se ensanchó. Su respiración se ralentizó, se convirtió en un ritmo regular de sueño. Sus labios se movieron en movimientos lentos y letárgicos con algo último que quería decir, pero no emitió ningún sonido. Brett se levantó, aunque inicialmente no soltó su mano. Ella no había abandonado la posición fetal, por lo que él le estiró las piernas y la rodó sobre la espalda. Hizo todo lo posible para que ella se sintiera cómoda y no despertara con calambres.

    Por último, se inclinó sobre ella y la besó, sin saber si ella lo sentía, pero seguro de que ella no lo recordaría.

    Ilam y Liston eran un equipo formidable, decidió Brett. Les llevó menos de media hora realizar el procedimiento con los que quedaban. Después de ver a Djen dormirse en silencio, el resto se fue de manera ordenada. Vernon, Attler y Ashburn incluso localizaron sus propios inyectores etiquetados y se subieron a las camas asignadas. Liston trabajó de manera rápida pero amable, dando variaciones del mismo discurso explicativo que le había ofrecido a Djen. Su delineación cuidadosa de los detalles pareció calmarlos. Los desconcertó con el hechizo agradable de que todo estaba bajo control. Ilam cooperó con toques suaves y humor y una sonrisa fija pero sincera.

    Brett se mantuvo apartado y los observó trabajar, admirando sus modales. Debió haber ayudado, se dio cuenta, pero Djen le había drenado toda la compasión que poseía. Con los demás, habría sido muy duro.

    Finalmente, terminaron y todos menos Ashburn quedaron dormidos. Liston pasó de paciente a paciente conectando cables y calibrando monitores, configurando parámetros de alarma. Ilam se unió a Brett junto al mostrador. Prescindió de su jocularidad junto a la cama, y ​​su rostro pareció hundirse cuando el cansancio hosco regresó.

    "Bien hecho", dijo Brett. "Hay que felicitaros a los dos".

    "Yo esperaría hasta ver los resultados antes de pronunciar discursos", dijo Ilam a cambio. "Liston no es completamente honesto consigo mismo. Él cree que todo saldrá bien, pero Casandra pronostica que perderemos a tres en la ronda inicial y tal vez hasta dos de este grupo".

    Brett no estaba de humor para juzgarle. "Eso es mejor que perderlos a todos. A estas alturas, aceptaré lo que pueda conseguir".

    "A menos que seas uno de los cinco que no lo logren".

    "Supongo que eso es cierto". Dirigió la conversación a temas más seguros. "¿Vas a estar a cargo de la supervisión de todos los enfermos? Tú y Liston, debería decir. No es que quiera ofender, pero vosotros dos parecéis salidos del infierno".

    Ilam asintió. "El buen doctor y yo hemos desarrollado un régimen razonable de anfetaminas recetadas para superar los tiempos difíciles. La fatiga no va tan mal ahora, pero lo pagaremos más tarde. Espero que seáis comprensivos".

    "Si todo funciona".

    "Nunca eres de los que hacen una suposición gratuita, ¿verdad?"

    "Demasiadas suposiciones son lo que nos trajo hasta aquí en primer lugar".

    Ilam lo consideró. "No estoy seguro de lo que quieres decir".

    "Hicimos algunas suposiciones básicas sobre la naturaleza de la vida, la naturaleza de los organismos vivos cuando partimos para colonizar el universo. Asumimos que Archae Stoddard era estéril porque nuestra tecnología nos lo dijo. Asumimos que tendríamos la capacidad y las herramientas para combatir cualquier problema que pudiera surgir. Asumimos que era nuestro destino como especie heredar las estrellas. Asumimos que podríamos ser dioses".

    Brett lo dejó allí. Eso era más de lo que había querido decir.

    "Te estás volviendo filosófico con la edad, Chili", dijo Ilam.

    Liston se acercó a ellos secándose el sudor de la frente con la manga de la bata. Sostuvo la última pistola de inyección en su puño y miró hacia la última cama abierta, la más cercana a la puerta, que había sido preparada para Brett.

    "Está todo hecho", dijo el doctor alegremente. "Todos parecen bastante bien. Sus medidas son buenas".

    Ilam soltó una risita. "Esa es su forma de decir que te toca, Comandante".

    "Me he tomado la libertad de ajustar tu dosis de sedante. Asumí que preferirías ser el primero en despertar".

    "Ahí está esa palabra otra vez", dijo Ilam.

    Liston frunció el ceño, confundido, y luego continuó. "Sé lo que le prometí a Djen, pero el rango tiene sus privilegios, como dicen, y sus responsabilidades. Deberías despertar unos veinte o treinta minutos antes que los demás. Eso nos dará a Ilam y a mí la oportunidad de informarte a fondo. Reorientarte sobre la situación, por así decirlo".

    Brett dijo: "Puedes ahorrártelo. No voy a aceptar la terapia".

    La pausa duró tres segundos completos.

    "¿Disculpa?" Dijo Liston. Bajó la mirada hacia la pistola de inyección como si fuese a saltar y golpear a Brett con ella de todos modos. "No puedes rechazar la terapia. Todos la reciben, enfermos o no. Esa fue tu orden".

    "Estoy cambiando mi orden"

    "Morirás. Morirás como Tappen y los demás, en estado de coma o delirando". Liston lanzó una mirada suplicante a Ilam, intentando conseguir apoyo. "Si lo que le preocupa es la seguridad del procedimiento..."

    "Tengo perfecta fe en tu procedimiento", dijo Brett con voz plana. "No voy a tratarme y punto. Conozco los riesgos. Conozco la situación. Incluso tengo una idea bastante buena de las consecuencias. Registraré mi decisión en la computadora para que todos sepan que hicisteis lo que pudisteis para convencerme".

    Liston lo miró atónito, y Brett pensó que probablemente estaba tratando de evaluar lo loco que podría estar, y si estaría justificado o no obligar a aceptar el tratamiento porque Brett había demostrado que no era apto. Lo que vio, al parecer, no era suficiente.

    "¿Por qué no?"

    "Porque no puedo permitírmela ahora mismo".

    El doctor giró hacia Ilam, con los ojos muy abiertos. "¿De qué está hablando? ¿Puedes decirme de qué está hablando?"

    Ilam se encogió de hombros, luego cruzó los brazos sobre el pecho. "El Comandante es un hombre que toma sus propias decisiones. No voy a cuestionar su decisión".

    "¡Ambos estáis locos!"

    El apoyo a su decisión fue sorprendente, pero Brett no se quedó para examinarlo, y no se quedó para discutir. Apartó a los dos hombres a un lado, se dirigió hacia la puerta de la bahía médica y salió hacia la desierta estación.

Capítulo 25

    Brett acaba de llegar a la cubierta de observación antes de que Ilam lo alcanzara. Estaba de pie ante la ventanita mirando el anaranjado resplandor del atardecer en las arenas rojas. El clima estaba tranquilo hoy, sin tormentas, aunque podía ver las dunas de arena ondeando bajo el viento. A través de las grietas en la cubierta de nubes, podía ver amplias franjas de cielo negro plagado de estrellas.

    Ilam apareció detrás de él a su lado, pero no dijo nada. El panel meteorológico estaba iluminado en verde, completamente funcional. Las otras pantallas y paneles de estado para equipos externos iban desde el ámbar parpadeante hasta el rojo brillante. Los monitores de informe de los múltiples motores Sperling emitían un mensaje de error terminal constante."

    Finalmente, Ilam dijo: "Pensé que querrías un poco de compañía".

    "Ahí estás, cometiendo el mismo error de siempre".

    "Le prometí a Liston que haría un intento final de razónar contigo". Dudó por el espacio de un segundo. "Hasta aquí llega mi intento. Asegúrate de decirle que cumplí mi promesa".

    Brett apreciaba el gesto, pero no tenía forma de demostrarlo. Cualquier cosa que dijera conduciría irrevocablemente a explicaciones que no se sentía preparado para ofrecer.

    "¿Quieres al menos decirme por qué vas a rechazar la terapia?"

    "No."

    Ilam parecía no esperar menos. "Me parece justo, supongo. Sin embargo, comprendes que tu decisión presenta ciertas dificultades con respecto a los supervivientes".

    Pensó en Djen e hizo una mueca. "No espero vivir lo suficiente como para causarles algún problema".

    "Los caballeros de la Malibú podrían haber pensado lo mismo".

    Brett asintió. "Dejaré instrucciones para que Ashburn..."

    Se detuvo allí. Él iba a terminar ... me dispare en el acto si hago algo amenazante. Se volvió bruscamente y miró a Ilam. Ilam le sonrió con expresión culpable.

    "No te he hablado sobre la situación de la Malibu".

    Ilam le ofreció una sonrisa que era en parte disculpa, en parte autocrítica. "Me temo que no he sido completamente comunicativo contigo, Comandante, con respecto a mi papel aquí. Ha habido secretos entre nosotros que no sospecharías. Sería apropiado para mí disculparme por ellos ahora. Lo siento. Lo siento de veras".

    Brett lo fulminó con la mirada. "¿Qué secretos?"

    Ilam retrocedió hasta una distancia cómoda, luego agitó su mano hacia la mesa de juego. El tablero de Yetzirah seguía allí, incluso las piezas permanecían en su lugar desde la última partida.

    "¿Por qué no nos sentamos? Podemos hablar más fácilmente si nos sentimos cómodos".

    Brett negó con la cabeza. Ilam sacó la silla más cercana a él, la silla de Ritter, y se sentó. Estiró sus largas piernas y cruzó los tobillos.

    "Te contaré algunas cosas, Brett, y tú me contarás algunas cosas a cambio. Tal vez al final podamos tener una idea de lo que salió mal aquí. Por «aquí», no me refiero a la Persia, por supuesto. Al menos no solo la Persia. De hecho, somos la excepción a la regla, que yo sepa. Vi que preparaste el Módulo de Escape, por cierto. Eso fue inteligente. Has asumido lo catastrófico sin que te lo dijeran, y creo que fue ese fracaso o esa falta de voluntad para cometer un error tan potencialmente ultrajante lo que condenó a las otras estaciones".

    Deseó haberse sentado en una silla. Las rodillas de Brett de repente se sintieron débiles. Él miró boquiabierto a Ilam. "¿Las otras estaciones han desaparecido?"

    "Cada unacde ellas, incluida la sede de la CTFT. Esa fue una de las primeras en infectarse. Eso es opinión personal mía, te advierto. Ya se estaban hundiendo cuando recibiste el mensaje de Jack Overton de que habtía dificultades de comunicación. Dificultades de comunicación es una especie de taquigrafía comercial para una situación crítica cuando aquellos en la administración no quieren alarmar a los departamentos inferiores".

    "¿Cómo sabes tú esto?"

    "Porque soy lo que llaman un hombre de compañía. Soy una planta. Una forma de supervisión administrativa para asegurar el éxito de la inversión financiera y estratégica que la compañía tiene en el desarrollo de Archae Stoddard, lo que llaman un apoyo de doble redundancia. Durante cinco años, he presentado informes en la sede de comando paralelos a los tuyos. He evaluado tus acciones, tu rendimiento, tu capacidad para hacer el trabajo". Ilam se frotó las sienes. La admisión obviamente lo molestaba. "Por cierto, obtuviste una buena puntuación, pero no tanta como durante esta crisis. Estarían orgullosos de ti en la sede si alguno de ellos viviera lo suficiente como para saber lo que hemos logrado".

    "Parte de eso no fue solo obra tuya, por supuesto. Como estación, mostramos una sorprendente profundidad de talento y conocimiento de la que carecían las otras estaciones. Especialmente el cuartel general del comando. Resultó que su asombro al investigar el organismo fue casi por completo lo que resultó en la dirección incorrecta, pero incluso eso fue útil porque pudimos evitar cometer el mismo tipo de errores".

    Mientras Ilam hablaba, las cosas comenzaron a fusionarse para Brett. Encontró las palabras insensibles según Ilam las decía, pero el significado como un todo estaba bastante claro.

    "Sabías lo del organismo desde el principio".

    "Sospeché del organismo por un contacto que recibí la misma tarde que tú hablaste con Overton. No fueron muy honestos conmigo. Yo solo sabía que algo iba terriblemente mal, y también sabía que las instrucciones que me enviaron para programar e ingerir nanomecas experimentales era lo bastante peligroso como para que solo la desesperación pudiera estar detrás de ello".

    Brett apretó los puños. "Me mentiste".

    "Yo aún estaba bajo la ilusión de que alguien en el cuartel general del comando pudiera haber sobrevivido. Te mentí, es verdad. No tomé los mecas durante meses para desarrollar mi intelecto ni hacerme más valioso, como te dije. Todas mis habilidades se aprendieron a la antigua, mucho antes de que la mayoría de vosotros fuese reclutado. Tengo un doble doctorado de Oxford en ingeniería mecánica y biología. Pasé casi diez años al servicio británico de Su Majestad como miembro de una unidad antiterrorista nanomeca de las fuerzas especiales. Hay muchas cosas que crees saber sobre mí que no son ciertas y mucho más que no aparecen en mi archivo personal."

    "Pero te dije la verdad en las cosas clave, Brett. He compartido el protocolo meca. Incluso lo he probado de forma segura para ti, y créeme, aunque no estaba muy contento con la oportunidad, me permitió hacer algunos de los refinamientos que nos han impedido tener más víctimas mortales que con solo Micah. Si quieres enojarte conmigo por las mentiras, eres perfectamente bienvenido, pero no imagines por un momento que deberías odiarme porque el coste que ha pagado nuestra tripulación haya sido culpa mía de alguna manera. Tardé en comprender la naturaleza exacta de la situación, sí. Fui vergonzosamente estúpido al llegar a conclusiones sólidas y comprender la naturaleza del organismo. Pero he dado libremente mi talento y mi conocimiento para evitar más muertes. Casandra y yo hemos discutido interpretaciones de datos durante horas, y algunas de esas discusiones incluso las he ganado".

    Brett sacudió la cabeza. "Tuve que acudir a ti y sacarte la respuesta. No ibas a ofrecer voluntariamente que tenías mechs ilegales en tu sistema. Murió gente en el tiempo que perdimos".

    Ilam despachó eso moviendo la mano. "Habrían muerto de todos modos. El protocolo que recibí era crudo hasta el punto de suicidarme. Tomé analgésicos masivos constantemente solo para mantenerme cuerdo y consciente para reparar el ridículo diseño y los errores de programación cometidos por nuestros empleadores. E incluso entonces fue más por suerte que por cualquier otra cosa. Ese primer tratamiento nos habría matado a la mitad de nosotros fácilmente, tal vez incluso más".

    Brett no pudo discutir con él. No tenía la fuerza para eso, y necesitaba conservar la energía que le quedaba para lo que estaba por venir. Bajó la cabeza y suspiró. Ilam le ofreció una silla una vez más, y esta vez Brett la aceptó.

    Apoyó los codos sobre la mesa para poder sostener la cabeza entre las manos. "¿Por qué no nos lo dijeron, Ilam?"

    "Yo me hice la misma pregunta. ¿Creerías que durante cinco años he estado en contacto diario con la sede a través de un enlace seguro de transmisión digital vía satélite al que accedo a través de una línea privada de Casandra? Y me dijeron tan poco como era posible. La mayor parte de esto tuve que descubrirlo por mí mismo a partir de los signos. Los largos silencios, las instrucciones nanométricas, la falta total de respuesta a mis preguntas". Ilam sonrió, pero su expresión era cruel. "Aparentemente, en algún momento se me consideró poco fiable como recipiente de conocimiento. Supongo que comenzaron a dudar de mi lealtad. Por razones perfectamente válidas, por supuesto. Cada vez que dejas a un hombre en el país durante cinco años y de repente lo liberas del apoyo logístico, tiene tendencia a volverse un poco nativo. Sus prioridades cambian cuando no cuidas adecuadamente de él".

    Brett sacudió la cabeza. Era demasiado para digerir. "¿Crees en esta terapia que has ideado? Quiero decir, ¿va a funcionar?"

    "Me ha funcionado a mí, esa también es la verdad, y el diseño que Liston y yo hemos producido es al menos un par de generaciones más avanzado. Tendremos algunas bajas, pero la mayoría sobrevivirá". Sus facciones se suavizaron y Brett se enderezó en su silla. Ilam se inclinó sobre la mesa, balanceó la parte superior del torso sobre los codos y consideró a Brett más de cerca. "Eso nos lleva de vuelta a la pregunta original, ¿no? ¿Por qué no va a aceptar la terapia?"

    "Ya te lo dije. No puedo permitírmela".

    "Te refieres a la pérdida de memoria. ¿Ya es Djen tan importante para ti?" Ilam se rio agradablemente. "Puedo asegurarle, Comandante, desde la perspectiva de alguien a quien se le paga por vigilar de cerca al resto, que las últimas dos semanas no inhibirá significativamente vuestra relación. Los rumores por la estación durante algún tiempo no eran si vosotros dos acabaríais juntos, sino cuándo. Vuestra colisión emocional estaba predeterminada. Debo agregar que no aceptar el tratamiento es lo único que os impedirá a ambos volver a conectar. Porque tú estarás muerto".

    "Esto no tiene nada que ver con Djen".

    "Entonces es Emily".

    Ante la mención de su nombre, Brett se congeló. No tuvo el sentido de apartar la mirada y, para cuando lo hubiera hecho, era demasiado tarde fingir que no sabía de qué estaba hablando Ilam.

    "¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?"

    Ilam se encogió de hombros. "Unos años. Sentí curiosidad cuando se hizo evidente que elegías pasar mucho tiempo con la interfaz del sistema principal. La mayoría de los hombres en tu posición no lo hacen, ya sabes. Ni siquiera a los diseñadores de sistemas Casandra les gusta el componente humano. Funciona, pero es bárbaro. Tan pronto como puedan pensar en algo mejor, la computadora Casandra se desvanecerá".

    "Pero yo buscaba la interfaz". ¿Habría él actuado de manera diferente si hubiera sabido que alguien estaba mirando? Brett notó que no.

    "Todos los días", dijo Ilam. La llana certeza en su voz sugería que esa era toda la evidencia que él había necesitado. "Después de eso, investigué un poco. Encontré los documentos de préstamo para la hipoteca de su casa, la de Georgia. Incluso he visto fotos de ella. Y vi el nombre en los documentos. Markus Brett y Emily Rosette. No fue difícil de seguir la pista después de eso, al menos no con mi acceso de seguridad. Tienes mis condolencias".

    "Tú no lo entiendes."

    "Pues explícamelo."

    Brett vaciló. ¿Cómo dar sentido a todo para que Ilam lo entendiera? ¿Cómo hacerlo lo bastante racional para contarlo como evidencia? No había forma de hacerlo. Esa era la respuesta final. Ilam no conocía a Emily. Había leído sobre ella, estudiado su destino, pero nunca la había experimentado. Él no podía escuchar el acento en su voz o reconocer sus expresiones, conocer su particular aroma femenino o la forma en que su mente lidiaba con los problemas.

    Pero Brett tampoco podía permitir que la ignorancia de Ilam lo detuviera.

    "Casandra está cambiando. Ha comenzado a pensar espontáneamente. Está desarrollando inteligencia. No sé cuándo comenzó, pero lo he visto en ella. Sobre todo en cositas, por supuesto, pero ha comenzado a funcionar fuera de los parámetros de sus instrucciones, y las cosas que está haciendo son tan parecidas a Emily que ya no puedo dudarlo. Simplemente no puedo."

    "Casandra ha desarrollado una conciencia espontánea, y solo puedo sacar una conclusión que lo explica: Emily. La estructura neural simulada de Casandra ha comenzado a imitar a la de Emily, y la inteligencia es un producto de esa imitación. Si Casandra puede volverse consciente, eso significa que Emily aún está en algún lugar ahí dentro, más allá de la supresión autodefinitoria. Y eso significa que no puedo abandonarla aquí, no cuando abandonemos la estación, y posiblemente todo el planeta, para siempre".

    Brett lo fulminó con la mirada, seguro de que la explicación había fallado. Habría fallado si otra persona se la hubiese ofrecido a él. Aún así, continuó.

    "Y por eso tampoco puedo aceptar la terapia. Hace dos semanas, demonios, la semana pasada incluso, yo había comenzado a rendirme. Djen estaba aquí, era cálida, podría incluso haber estado dispuesta. Emily estaba dentro de esa maldita máquina y en cinco años no me había dado ninguna pista de ser otra cosa que un autómata biológico. Y yo estaba cansado, Ilam. Estaba cansado de fingir que Emily todavía estaba allí o que lo que quedaba de ella podía significar algo para mí. Puede que todavía esté más allá de mi alcance, pero sé que está allí ahora, y no puedo abandonarla porque no es la misma persona que recuerdo. Si purgo el organismo en mi interior, si me permito perder las percepciones que obtuve esta semana, podría no encontrarlas de nuevo. La dejaría sufrirlendo en la soledad y el silencio. E aunque lo dejara todo en un archivo de datos para que Casandra me lo recordara, ¿qué lograría eso? Yo despertaría suponiendo que debía haber estado tan loco como Ritter y no haría nada."

    "No puedo permitir que eso suceda. Eso es lo único que de verdad tienes que entender".

    Ilam cruzó las manos sobre la mesa y las observó durante varios segundos, sin decir nada. Sus ojos se movieron hacia arriba y suspiró. Dijo: "Markus, te tengo un gran respeto. Quiero que lo sepas. Has demostrado ser extremadamente eficiente y extremadamente capaz durante tu turno de servicio aquí. Algunos operativos en mi posición habrían considerado esto un conflicto de intereses, tu relación con el componente humano de Casandra, pero tú nunca permitiste que eso te distrajera del trabajo en cuestión, y esa fue parte del motivo por la que me guardé mis hallazgos. Eso y el hecho de ser irlandés, supongo. Mi gente entiende la tragedia".

    Ilam sonrió, pero los labios eran firmes, sombríos. "Pero tu idea sobre esto es sospechosa. He hablado con Casandra. He accedido a partes de la máquina a las que ni siquiera tú puedes acceder, y no he visto ninguna señal de lo que estás hablando. Ella no es inteligente, ni siquiera bajo su perfil de aprendizaje dinámico. Lo que has descubierto es simplemente una peculiaridad de su programación de emulación de personalidad, y creo que estás viendo y escuchando lo que quieres creer en lugar de lo que es. No es Casandra la que ha cambiado. Eres tú".

    Brett comenzó a protestar, pero Ilam levantó una mano para detenerlo. "Escúchame. ¿Qué tienes realmente? Casandra parece más amable. Me di cuenta durante la reunión de la otra mañana que había comenzado a llamarte por tu nombre. ¿Crees que eres especial? Ritter la programó para que lo llamara Adolphus. Examiné tu perfil de usuario, el perfil Brett cero-cuatro-nueve que pareces tan aficionado a usar. ¿Se te ha ocurrido que en el entorno dinámico de aprendizaje, Casandra no esté manifestando su propia personalidad, sino que te está estudiando? La interfaz del sistema primario está diseñada para responder a los deseos del usuario, para desarrollar una personalidad con la que el usuario se sienta cómodo e intentar anticiparse a sus necesidades."

    "Lo que recibes de ella bien puede ser una reminiscencia de Emily, porque es Emily lo que tú quieres. La has amado. Has querido interactuar con ella, o con alguien que sea como ella, y tú has transmitido inconscientemente esos deseos a Casandra. Ella solo está respondiendo a esa necesidad lo mejor que puede. Pero no me malinterpretes, Brett. No es Casandra. Ella está haciendo su parte, pero el resto lo estás haciendo tú..."

    "La conclusión es que Emily es lo mismo que el camión de Vernon y el jardín de Attler. Es lo que quieres ver. Es la red neuronal dentro de tu propio cerebro la que forma el transformador electroquímico más dinámico para que el organismo lo manipule."

    Brett le frunció el ceño. "No estoy loco, Ilam".

    "No digo que lo estés. Digo que estás infectado como todos los demás. Digo que la realidad que percibes y la realidad que existe independientemente de tu mente están completamente separadas. Recuperar a Emily... salvarla de lo que le han hecho, es una bonita fantasía, Markus. Es una fantasía noble, pero al final, eso es todo. Una fantasía".

    "Tú no lo entiendes"

    "¿Qué estabas planeando hacer después de que despertara la tripulación? ¿Envíarnos a todos al Módulo de Escape y despedirnos con la mano mientras tú te quedas aquí? ¿Crees que ellos soportarían abandonarte?

    "Ellos harán lo que se les ordene".

    "Estás sobreestimando la disciplina que poseerán cuando el horror de los hechos comience a amanecer en ellos. Todos somos supervivientes, eso es todo. La estructura de mando ya no existe". Ilam habló con dureza. Se apoyó en su argumento con una implacabilidad que era salvaje. "Y asumiendo que te abandonamos, ¿qué sigue luego? Estarías solo, más allá del alcance de toda ayuda. Emily aún estaría en la máquina. Emily todavía tendría todas sus supresiones tecnológicas intactas. Y tú aún estarías infectado. En días, posiblemente en horas, tu nivel de infestación habría llegado al punto en que Casandra ya no te reconocería como Markus Brett. Te convertirías en personal no autorizado y perderías el acceso a la interfaz del sistema primario. Casandra determinaría que la estación había sido abandonada y cerraría los sistemas atmosféricos para eliminar lo que ella percibía como un intruso, y tú morirías. Emily seguiría sola mientras durara la energía. Al quedarte no la estás ayudando. Ella está, como tú mismo has dicho, más allá de tu alcance".

    Por fin, Ilam se suavizó. Se desplomó en su asiento, su argumento aparentemente había gastado su energía. Miró a Brett cansado e indiferente.

    "Acepta la terapia", dijo. "Te lo ruego, Markus. ¿Recuerdas lo que dijo Ritter esa noche que jugaste con nosotros? Explicó las teorías del tiempo. Una vez pensé que no estaba de acuerdo con su creencia en la fuerza y ​​el poder de la historia. Yo quería creer que el libre albedrío siempre producía una variedad infinita de potenciales futuros y todos los cursos de acción siempre estaban abiertos para nosotros. Ahora veo que no es cierto. El peso de la historia dicta las opciones disponibles. Las elecciones de otras personas limitan nuestras posibilidades. Puede haber un multiverso en el que se realicen todos los resultados posibles, pero yo solo tengo esta experiencia y esta vida de la que soy responsable. Mi elección ha quedado clara, al igual que la tuya, creo. Solo nos han dado una."

    "No desperdicies tu elección y la única vida que tienes. No hay nada que puedas hacer por Emily excepto apagar la red eléctrica principal, desconectar a Casandra y dejarla descansar en paz. Sería lo mejor, y lo sabes"

    "No."

    Esi fue todo lo que dijo, y fue suficiente. Dejar que Ilam comprender si lo hacía. Si no era así, a Brett no le importaba, pero él no iba a asesinar a Emily de esa manera, ni aunque fuese lo mejor.

    Ilam se rió entre dientes, largo y triste. "Si fueras uno de los míos, Markus, te escribiría una canción. El hombre que persiguió a su amor a lo largo de los cielos, sabiendo que estaba condenado". Se puso de pie empujando la silla contra la pared. Metió la mano en el bolsillo de la camisa, recuperó lo que había allí y lo colocó en la mesa entre ellos. Era el vial con el nombre de Brett en la etiqueta. "Por si cambia de opinión, Comandante".

    "Yo no contaría con eso".

    Ilam continuó a pesar de él. "Inyecte el vial directamente en el tejido muscular, no podrás hacerlo como lo hizo Liston, créeme. En el cuello funcionará adecuadamente, siempre y cuando logres evitar la yugular. Tendrás que usar la aguja de calibre ancho, así que ajusta el inyector para una penetración superficial y que no te haga un agujero en la garganta. Le dolerá muchísimo y es posible que tengas que hacerlo más de una vez para vaciar el vial".

    Brett no reconoció las instrucciones e Ilam terminó. "Este no es el método preferido, pero los mecas saben hacer su trabajo y adónde deben ir. Les llevará más tiempo completar la tarea de esta manera, así que tenga en cuenta que podrías despertar con un poco de dolor después de pasado el efecto del sedante."

    Ilam finalmente pareció darse cuenta de que no estaba logrando nada. Se apartó de la mesa y se levantó. "Solo como precaución. Como dije, en caso de que cambies de opinión. Si no, bueno, te diré que ha sido un placer servir contigo y lo dejaré así".

    Luego se fue y Brett se quedó solo.

Capítulo 26

    Si realmente quisiera pensarlo, Brett podría haber culpado a Liston por lo que planeaba hacer. Liston le había dado la idea. Liston le había indicado la dirección correcta. Ayer, había dicho que el organismo evita en gran medida la porción izquierda del cerebro. En cambio, extrae su cosecha del hemisferio derecho y de la corteza prefrontal específicamente. La corteza prefrontal del hemisferio derecho almacena nuestros recuerdos autobiográficos, nuestros mecanismos para acceder a las emociones y, según la teoría actual, nuestro concepto de autodefinición. Nos hace quienes somos.

    Pero Brett lo había dejado pasar inadvertido porque aquello no había parecido tener ningún valor, excepto como una forma de entender el funcionamiento del organismo. Pero Brettt había adquirido sabiduría durante la noche, esta mañana por fin veía las posibilidades, y ahora su corazón latía en su pecho. Era un sentimiento que le evocaba la esperanza, aunque no podía saber con certeza que eso era lo que realmente sentía. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que la había sentido como para recordarlo.

    Brett estaba en el laboratorio biológico en el subnivel cuatro, dentro de la burbuja de contención de riesgo biológico donde Djen y Micah habían examinado los secretos del organismo, diseccionando su amenaza de micobacterias. No llevaba e-traje, como indicaban los grandes letreros con letras rojas. No había esperado a que los sistemas atmosféricos de presión negativa circularan antes de abrir el segundo conjunto seguro de puertas. Solo se detuvo brevemente para la disipación del vapor antibacteriano de emergencia que se liberaba automáticamente por los respiraderos químicos porque él no había seguido los protocolos adecuados, y eso solo porque la niebla tenía la tendencia a ser corrosiva. Brettt ni siquiera cerró los dos juegos de puertas correderas tras él para activar las rejillas de ventilación de filtración. La burbuja de riesgo biológico tenía sistemas de precaución infinitamente redundantes. Para Brett, toda idea de precaución parecía algo ridícula en retrospectiva.

    En la pálida superficie del mostrador frente a él se encontraba una serie de equipos de diagnóstico, un par de microscopios Hamer con anchas perillas para facilitar su uso con manos enguantadas. Al final del mostrador estaba el alto tubo de acero inoxidable de la cámara de vacío del microscopio electrónico de barrido. El monitor del MEB estaba encendido y mostraba una imagen en falso color del organismo con un aumento extremo. Brett lo miró solo el tiempo suficiente para reconocerlo como una de las imágenes que Micah les había mostrado hacía dos noches.

    El área de trabajo estaba llena de migas de tierra de las muestras de extracción de núcleos que habían tomado del respiradero térmico. Había franjas que en su mayoría estaban limpias, donde parecía que en una de ellas, probablemente Micah, se había barrido la superficie con un antebrazo. Brett no era biólogo, pero podía reconocer esto como una práctica inaceptable en circunstancias normales. Tal como estaban las cosas, esto solo era más evidencia de la prisa con la que habían llevado a cabo las investigaciones. Era una maravilla que hubieran tenido algún éxito, y Brett tuvo que considerar por primera vez que las contribuciones de Ilam tenían más que ver de lo que él estaba admitíendo.

    Ilam le había mentido. No solo sobre los nanomecas, sino sobre todo, y Brett descubrió que no se lo echaba en cara. Ilam no era el único que escondía secretos.

    Mientras inspeccionaba el área de trabajo, sabía que la calidad fortuita de la investigación lo beneficiaba, beneficiaba lo que estaba buscando. Si hubieran tenido menos prisa, si hubieran estado menos agotados, habrían barrido toda la unidad de riesgo biológico, lo habrían destruido todo, habrían tomado todas las precauciones posibles.

    Brett se alegró de que no lo hubieran hecho. Esto no era necesario, por supuesto. Había otras opciones abiertas por las cuales podía lograr el mismo fin, pero él estaba pensando en el tiempo y en su comprensión de que le quedaba muy poco.

    Vio aquello para lo que había venido. Debajo del mostrador, a medio camino entre los ámbitos Hamer había un cofre de almacenamiento con controles de temperatura. La lectura del termómetro digital rezaba una temperatura interior de 37° C. Temperatura corporal. Brett se arrodilló allí, abrió la puerta. En el estante interior había una balda de plástico negro con cuatro tubos de ensayo taponados y etiquetados. En las etiquetas del guión casi ilegible de Djen estaban escritas palabras como «Primer núcleo», «Núcleo en nivel medio», «Suelo de la cámara de magma». Cada tubo estaba lleno de un líquido azul claro rico en nutrientes y refractario a la luz para una mejor resolución bajo el visor de Hamer. Sabía que en el fluido nadaban comunidades bacterianas invisibles. Quizás miles de millones de ellas en cada uno. Una dosis supermasiva saturada de bacterias procedentes de las muestras de suelo en las que habían sobrevivido durante siglos, tal vez milenios.

    Brett sacó los cuatro tubos y los deslizó dentro del bolsillo al pecho donde golpearon el rechoncho vial de la terapia nanomeca de Ilam. También necesitaba otras cosas del laboratorio, y deambuló durante un tiempo revolviendo cajones, abriendo armarios, seleccionando piezas y equipos que parecían útiles.

    Cuando había tomó todas las cosas que necesitaba, salió por la puerta y la cerró herméticamente. Hizo otras paradas en el camino. Algunas tardaron más que otras, pero Brett conocía la Estación Persia. Había sondeado sus rincones miles de veces, conocía sus lugares secretos. Su nivel acceso le llevaría adonde quisiera ir.

    Tenía que hacer una última parada y se apresuró porque sabía que el tiempo era corto. Había comenzado a sudar en su prisa. Podía olerse a sí mismo y era desagradable. En realidad no recordaba la última vez que se había duchado.

    Avanzó por el pasillo que dividía el subnivel cinco, con los talones claqueando en un eco que parecía empujarlo. Había altavoces en la intersección y escuchó el distintivo crujido de la estática que indicaba un mensaje de transmisión del sistema. Brett se detuvo, alzó la vista y esperó. Algo se retorció en la boca del estómago. Había tres personas despiertas y alertas en toda la Persia, y no había razón buena para pensar en una transmisión del sistema.

    Estaba seguro de que aquello era algo que no querría escuchar.

    "Brett, al habla Ilam. Estoy en la sala de ocio del tercer nivel. Necesito que vengas aquí y te sugiero que te des prisa. Parece que tenemos un problema".

    Al principio no entendió qué podría haber en la sala de ocio que supusiera una problema, pero le tomó solo unos segundos recordarlo. Los enfermos de la bahía médica colocados allí para su custodia.

    Brett comenzó a correr.

    Lo primero que vio al entrar en el área de ocio fue a Liston. Esto le pareció curioso, ya que fue Ilam quien le había contactado. Ilam debería haber estado aquí, y si Liston e Ilam estaban aquí, entonces no había nadie supervisando la convalecencia de la tripulación en la Bahía Médica. Brett se detuvo en la puerta, jadeando por la carrera y la subida de dos niveles de escaleras, en el último de los cuales casi se había caído, casi se había roto el maldito cuello.

    Su siguiente percepción no iluminó la oscuridad. Liston yacía sobre el cuerpo de un miembro de la tripulación que Brett no podía identificar porque el médico se había inclinado sobre la cara del hombre. Brett tuvo el breve e insensato pensamiento de que Liston había decidido seguir adelante con su propio implante mecánico, luego notó que él debía de haber realizado un útlimo chequeo de los enfermos antes de caer inconsciente de los sedantes antes de lo esperado.

    Pero luego se acercó y vio que el ángulo del cuello de Liston estaba mal. La piel se estiraba demasiado en el lado izquierdo. La cabeza del doctor caía sobre el hombro derecho. Un hematoma tan oscuro como las tormentas eléctricas comenzaba a manchar la piel justo por encima del cuello de su bata.

    Brett levantó la vista y contuvo el aliento. Esto solo empeoraba.

    Los cuerpos restantes, acostados uno al lado del otro como si esperaran triaje en un hospital de campaña, estaban doblaron en feas posturas. Las extremidades sobresalían en direcciones extrañas bajo las mantas. Las bocas estaban abiertas, aullando sin sonido. Los ojos vidriosos miraban al techo. En algunos lugares, había sangre, rica y carmesí, que dejaba las gruesas mantas de un color negro y empapado. La figura más cercana a él, la Meteoróloga Kritzer, tenía el eje de una lámpara de pie atravesándole el esternón.

    Brett apartó la vista. Echó un vistazo a la habitación, y allí estaba Ilam en la esquina, excepto que Ilam no lo estaba mirando. Ilam se concentraba en la esquina opuesta, en el espacio abierto entre el brazo del sofá y la pared donde la lámpara que había ensartado a Kritzer había estado una vez.

    En la esquina estaba Ritter.

    Parecía balancearse, golpeado de lado a lado por un viento que Brett no podía sentir. Sus ojos estaban abiertos pero sin ver, sus labios abiertos y su mandíbula laxa. Ritter mantenía los brazos al lado en una pose casual. A Brett le parecía pálido, teñido de un azul poco saludable que lo hacía parecer tan muerto como los cadáveres por del suelo.

    Ilam dirigió sus ojos hacia Brett, pero no se fijaron en él. Ritter llamaba la atención de ambos con la irresistible atracción de una singularidad. Brett devolvió el reconocimiento de Ilam con la misma brevedad. Ilam sostenía una pistola en la mano, el arma de fuego de nariz chata que llevaba Ashburn. Probablemente, pensó Brett, la única arma accesible en la estación desde que Ashburn había soldado el armero.

    Brett dijo: "¿Ilam?"

    "Lleva así desde que llegué", dijo Ilam. "Liston bajó hace aproximadamente una hora para realizar algunos exámenes de rutina a los pacientes. Después de cuarenta y cinco minutos, me preocupé y vine a ver si necesitaba ayuda. Lo encontré de la forma en que lo ves. Su cuerpo todavía está caliente."

    Ilam agitó el arma vagamente. "Vi que Ritter no estaba haciendo nada particularmente amenazante en este momento, así que adquirí esto de la oficina de seguridad y cerré la bahía médica. Luego te llamé. No quería hacer nada que pudiera interpretarse como precipitado sin tu aprobación".

    "¿Ritter hizo esto?" Tuvo que preguntar. No podía imaginarlo.

    "Miirale las manos. Hay sangre debajo de sus uñas".

    El tono de Ilam era sarcástico, plano. ¿Quién hubiera sido, si no Ritter? Todos los demás en la estación estaban sedados o muertos. Excepto Brett, por supuesto, que había estado vagando por los niveles, que no quería aceptar el tratamiento meca, cuya cordura podría volverse sospechosa en cualquier momento desde la perspectiva de Ilam.

    "Estaba en coma", dijo Brett tratando de darle sentido. "¿Podría esto estar relacionado con la terapia? Tal vez lo volvió loco".

    Ilam hizo un gesto en dirección a Ritter. "Míralo, Brett. Ese no es un hombre que se haya recuperado".

    "¿Qué le pasa?"

    "Emergencia espontánea del coma, creo. Este grupo no fue sedado. Liston y yo no vimos sentido en ello".

    "Creo que no te entiendo".

    "Es posible que las porciones más viejas e instintivas del cerebro se despertaran sin que el corolario despertara el cerebro superior. Sería altamente improbable, pero no tenemos mucho con lo que referenciar el estado de desarrollo actual de su mente. Los mechs están reescribiendo su topografía neural. El organismo se está atrincherando. Es factible que él pueda operar con una mente algo menos desarrollada que la de un humano moderno".

    Brett frunció el ceño. "Eso no explica por qué los mató a todos. Aunque las cortezas reptilianas revivieran primero sin el beneficio del cerebro superior como guía, habría sido más probable que él hubiese huído que luchado".

    A menos que despertara con hambre, pensó Brett, pero no lo dijo. Estaba pensando en voz alta, eso era todo. Tratando de darle sentido a algo para lo que no tenía respuestas reales.

    "Yo no he dicho que la emergencia fuese natural", dijo Ilam. Brett tampoco lo habría dicho. "¿Qué te gustaría hacer?"

    "¿Cuánto tiempo lleva así?"

    "Desde que llegué. Si no fuera por el hecho de que está de pie, habría supuesto que ha vuelto al coma otra vez".

    "¿Hay alguna forma de evaluar el progreso de la terapia? Tal vez esto fue un efecto secundario".

    Ilam sacudió la cabeza. "No sin acercarte. Eres libre de examinarle si lo deseas. Yo me quedaré aquí y apuntaré con el arma, si no te importa".

    "Si no es la terapia y no es una reacción evolutiva vestigial al despertar prematuro del coma, ¿qué es?" Ilam no le respondió y no necesitaba hacerlo. Ambosvya sabían la respuesta. "¿Ha dicho algo? ¿Ha hecho otra cosa aparte de estar ahí de pie?"

    "Honestamente, no he hecho un gran esfuerzo por comunicarme. Te estaba esperando, Comandante".

    Brett entendió la indirecta. Él dijo: "Muy bien, cúbreme para que pueda acercarme".

    "Te cubro. Tú intenta mantenerte alejado de la línea entre el cañón de la pistola y el científico lunático, y estarás bien".

    Brett dio un gran paso alrededor de la hilera de cadáveres. Había un camino entre ellos y los muebles que se habían apartado para dejar espacio a la tripulación la noche anterior. Desvió su atención entre Ilam a su derecha y Ritter en la esquina a su izquierda. Se movió lentamente, intentó parecer poco amenazador. Cuando llegó a un metro de distancia de Ritter, se detuvo. Volvió a mirar a Ilam, justo cuando Ilam apretó con fuerza el arma.

    Brett giró y se acercó un poco más hasta asegurarse de estar en el campo de visión de Ritter. Ritter no hizo una respuesta perceptible a su llegada. Brett se aclaró la garganta.

    "Ritter, ¿me oyes?"

    Ninguna acción excepto la mirada. Pudo haber parpadeado, pero Brett no estaba seguro.

    Más alto, pensó él.

    "Ritter, soy el Comandante Brett. ¿Me oyes? ¿Estás ahí?"

    Por un momento interminable, no había nada. Entonces Ritter comenzó a chillar.

    Brett saltó hacia atrás, nervioso por el abrupto cambio, trató de taparse los oídos. Sus pies se enredaron en algo detrás de él. Demasiado tarde, agitó los brazos para mantener el equilibrio, notó había tropezado con los pies de uno de los muertos. Brett aterrizó con fuerza sobre su espalda, tumbado. El cuerpo que interrumpió su caída emitió una especie de jadeo y gritó.

    "Voy a disparar", dijo Ilam, calmado y severo.

    Brett yació inmóvil. "Espera"

    El grito continuó. Se levantó de la boca abierta de Ritter, una especie de maullido. Estaba triste, angustiado, antiguo. Un sonido nunca antes hecho por una garganta humana, por ninguna voz humana.

    Brett se sentó derecho, luego se puso de pie. Le dijo a Ilam que esperara, aunque era innecesario. Se oía más que el grito ahora. Otro sonido, como caóticos susurros, se entrelazaba en la no voz de Ritter. Los altavoces invisibles murmuraban y rechinaban los dientes, alzando su cacofonía en un zumbido vibratorio.

    ¿Qué es esto? pensó Brett, pero no encontró respuesta. Se dirigió hacia Ritter, echó la cabeza hacia delante para escuchar palabras que parecían confusas por el eco. Con cada paso, el sonido se hacía más fuerte, más claro. Se acercó, lo bastante para poder oler el cuerpo sin lavar de Ritter, saborear la húmeda corrupción de su aliento. Lo que una vez había sido Ritter se había vuelto repulsivo, pero Brett continuó.

    Sin avisar, las puertas de los cielos se abrieron, una tormenta irrumpió en su mente y Brett se congeló.

    Lo que vio al principio fue solo una mancha de color, un mundo de billones de átomos, moléculas en espiral, celosías multicapa de materia. Gran parte era gris, pero incluso el gris más claro brillaba con sombras e iluminaciones, opalescencia que nunca había conocido. Luego hubo amplias muestras de carmesí y esmeralda, oro y aguamarina.

    Con una sacudida, se echó hacia atrás. La distancia fracturó su percepción, volvió a correlacionar sus sentidos. Se zambulló desde un precipicio vasto y submicroscópico. Brett se sintió parpadear. Su visión se aclaró. Miraba con ojos que no eran suyos a un paisaje extraño que no podía nombrar. Pero este era su cuerpo. Lo sabía por el temblor y el balanceo de sus largas y flexibles extremidades, el martilleo de su corazón. Bajó la vista hacia el largo y delgado cuerpo de su torso. Era su ropa la que vestía, sedosa, brillante y cálida a la luz del brillante sol amarillo.

    Sobre él había agua y valles rodando con colinas y hierba tan suaves como gatitos. Había árboles, altos y delgados con hojas coriáceas y perfumadas. A lo lejos, una niebla cubría la ciudad. Ámbar y vidrio que brillaban donde golpeaba el sol. Vigas de roca sólida y oscura tejida con acero lavanda. Más allá de esas montañas desnudas que se alzaban de pies a hombros hacia las nubes hasta que sus picos nevados desaparecían de la vista.

    El viento soplaba y el olor en sus fosas nasales era el de las cosas en crecimiento y el suelo cálido, pero debajo de eso, la descomposición, la corrupción. Y sabía que no era la niebla la que cubría la ciudad, sino el humo. El humo de los fuegos. El hedor de la combustión.

    Sintió la desesperación y, al mismo tiempo, una especie de loca y apresurada dicha. Como si fuera una maravilla que él hubiera provocado, pero que no podía recordar. Corrió las laderas de las colinas, hasta las cimas redondeadas, luego bajó nuevamente. Sus pies descalzos se alzaban del suelo y él siguió corriendo, incansable, riendo, liberado. Cuando le faltó el sliento, corrió más rápido. La sangre latía en su cabeza, apretando círculos de oscuridad explosiva en sus ojos. Corrió hasta que su corazón quiso romperse, luego siguió corriendo.

    Y al final, extendió los brazos y bajó la cabeza y saltó a lo alto. El suelo desapareció debajo de él, y debajo había una vasta llanura surcada por ríos. El valle de un idilio visto desde la altura de una montaña. Observó cómo sus pies abandonaban la cornisa. Dobló su cuerpo en una inmersión, y si aún se reía mientras se zambullía, él no podía oírla. La ráfaga de viento le cegaba y le ensordecía.

    Pensó que volaba, pero sabía que era una ilusión. Era una fantasía.

    Y entonces ya no lo era. La imagen cambió ante él y Brett se asomó bajo una intensa y deslumbrante luz hacia un mundo sombrío. Todo era metal y vidrio, lúgubre como todos los lugares muy vividos son lúgubres. Un espacio desgastado, un espacio cansado. Ante él había una criatura, enana en sus proporciones. Su piel era áspera y pálida, su cuerpo ancho, sus manos pequeñas, sus piernas atrofiadas, nudosas, feas. Una cosa gruesa y deshuesada cerca, en un lugar extraño y hostil. Otras de su clase yacían en el suelo, envueltas bajo un lino áspero manchado de rojo a negro. La cosa se había acercado lo bastante como para emanar amenaza.

    Esta era familiar, pero conocida de una manera que él no podía recordar. Le latía el cuando lo intentaba, por lo que no extendió el esfuerzo. Era mejor así, vivir con el zumbido y el flujo, el aliento ondulante de la memoria que susurraba en sus pensamientos. Aquello le abrazó y, de la nada, olió a mantequilla y a hornear. La corteza marrón crujiente de tarta de manzana de su madre enfriándose sobre la mesa. Con helado y los platos de postre de cristal que hacían ese ruido, ¡ese «tink» cuando golpeaba el lateral con el tenedor! Brett se sentaba erguido en su cama, donde se había acostado un sábado húmedo y triste, a leer la última aventura de Sol Bergeron. Todavía llevaba pijama, zapatillas de franela a cuadros negros y rojos con los pies en ellas, las que su hermano dijo que eran para los bebés y las niñas, pero que él aún no estaba listo, todavía no, para dejarlas.

    Dejó el libro donde yacía, salió sigilosamente por la puerta y bajó las escaleras, con cuidado al pasar por la puerta de la oficina de su padre porque le habían dicho que sujetara la lengua y fuese discreto—con Armen agregando el omnipresente o si no que era un tema constante de su vida. Papá estaba en casa pero estaba trabajando, consumido con acuíferos, mantos freáticos y drenajes durante el fin de semana.

    Y él había sido bueno. Toda la mañana y media tarde callado como un ratón, como un piojo, como un urogallo, aunque no estaba exactamente seguro de lo que era esto último. Pero muy bueno que hubiese sido, y si Armen se había pasado por la casa de Sebree y la pequeña Niki aún dormía la siesta, había una posibilidad débil, pero manzana deliciosa, de que mamá estuviera en la cocina de buen humor y él lo pudiera tener un regalo temprano. Una ocurrencia rara, pero una que él había experimentado una vez, y si no por él mismo, por Armenia, quien le dijo que eso al menos era posible. Aunque tenía que admitir que si pensaba en ello, Armen no siempre era estrictamente creíble.

    Pero eso tampoco era verdad, no era real y, de nuevo, la escena se derritió y Brett tropezó con un universo de oscuridad, gris y negro, moteado con rayos de conflagración violeta. También era él mismo y estaba en un lugar que él conocía. Un oasis en un vasto y cegador desierto. Aquí había otros, semejantes, comunidad que compartían el espacio en los valles de la bondad. Lo vio sin ojos, lo supo por el tacto y el gusto, el placer vibratorio de los que estaban cerca. Y él no era un él o un nosotros, sino un yo de muchas partes y muy lejanas coherencias. Una mente de un pensamiento, pero mil millones de ramas actuando en concierto, y ese pensamiento era hambre. Se acurrucaban juntos, presionándose de lado a lado, acariciando sus largas puntas de filamento de punta a punta, ronroneando y alimentándose.

    Y luego vinieron los demás.

    Los percibí desde los bordes, los sentí por lo que eran, horribles bestias de monstruoso caparazón metálico. Dientes rotativos como sierras abrasivas y finos brazos de cuchillas con punta de acero y sangre. Se cernían sobre los canales, brillando con enjambres de zumbidos, pinchos y garfios, desgarrando extremidades. Hicieron un ruido cuando llegaron, un rugido crujiente, chirriante y retumbante que hizo temblar su ser gelatinoso. Los otros, los extraterrestres, mataban allí donde llegaban borrando la sensación de lo que había sido, adormeciendo los distantes zarcillos de comprensión, barriendo desde los lugares altos y los senderos resbaladizos y sinuosos de un canal a otro. Tocaron mi lejano yo con tormentas de espadas y dejaron solo devastación y oscuridad a su paso.

    Detrás de ellos venían más. Fila tras fila de aquellos que eran parecidos pero diferentes. Estos eran más amenazantes. Menos feroces, pero irrevocables, inmutables, sin sentido. Transformaron la faz del mundo. Desmenuzaron las montañas y dejaron morir de hambre a las altas fuentes que alimentaban los canales, y donde no dejaron nada que permaneciera igual.

    Conocí el dolor. Pérdida, vacío e indignación.

    Tan repentinamente como habían venido, la avalancha de imágenes cesó.

    Brett se sintió caer, cayendo en picado desde la altura. Se le revolvió el estómago, el vértigo le hizo tambalearse, pero detuvo el giro antes de caer.

    Había más, lo sabía. Una ronda eterna de pensamientos sin recordar, recuerdos sin explotar, vidas enteras olvidadas. Había quedado atrapado en una red de eternidad por una mente en el intentento de mostrarle todo ello. O ni siquiera a él, tal vez, sino a lo que estaba dentro de él. Una mente hablándose a sí misma.

    Pero recordaba la ira, feroz y brillante, y entendió si la comunicación había sido para él o no.

    Abrió los ojos, por una fracción de segundo miró a Ritter y sus ojos se encontraron. Incluso en las profundidades oscuras y vacías, Brett podía ver la tenue chispa. No estaba solo en su entendimiento.

    Entonces sonó el disparo, un petardo explotó en el espacio cerrado, y la cabeza de Ritter explotó en una vorágine de sangre y huesos y gritos alienígenas.

    Brett se pasó la mano por la boca. Esta salió ensangrentada. Fragmentos de hueso, cabello y carne se habían alojado en su barba de dos días. Se los limpió con el antebrazo cuando Ilam se plantó a su lado. El pecho de Ilam se levantaba y caía rápidamente. Su respiración llegaba en breves rachas. Ilam miraba perplejo el cuerpo con la boca abierta, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.

    "Lo has matado", dijo Brett sin acusación. "¿Por qué lo has hecho?"

    "No me respondías".

    Fue suficiente explicación. Brett sabía que él habría hecho lo mismo.

    "¿Por cuánto tiempo?"

    "Dos minutos. Quizá tres".

    "Pareces conmocionado. Creí que habías estado en el ejército".

    Ilam se encogió de hombros. "Nunca había abatido a uno así antes. Quiero decir, de cerca. Con una pistola".

    Brett se volvió hacia él y asintió para que Ilam lo supiera. "Fue un buen tiro".

    "Sí".

    No había mucho más que decir.

    "¿Me vas a contar lo que ha pasado?" preguntó Ilam.

    "¿Qué viste tú?"

    "Intentaste hablar con él. Él comenzó a hablar y te pusiste rígido. Ambos, de hecho. No obtenía ninguna reacción de ninguno de vosotros y decidí que algo iba mal". Ilam vaciló, rodó los ojos desde Brett hacia el cuerpo de Ritter. "Asumí que necesitabas ayuda. Tuve razón, ¿no?"

    Brett asintió. "Fueron ellos. El organismo. No organismos en plural. Solo el único, lo entiendo ahora. No tiene un concepto de individualidad, solo una identidad corporativa. Creo que solo entienden su existencia como una parte de la bandada mayor. Rebaño es la palabra, y para ellos, el rebaño es uno". ¿Qué quieres decir cuando dices «yo»? Era difícil de verbalizar, y él sabía que lo estaba haciendo mal. "Se comunicó consigo mismo, creo que de la misma manera que nos comunicamos entre neuronas o entre segmentos cerebrales. Lo que sea que esté en mi cerebro compartió mensajes con lo que estaba en Ritter".

    "¿Qué tipo de mensajes?"

    "Imágenes. Recuerdos. Vi, no, no es cierto, experimenté algo de la infancia de Ritter. Experimenté la existencia del organismo en tiempo real cuando los mecas invadieron su cerebro. Por eso él los mató, Ilam. El organismo comprende lo que estamos haciendo porque tiene acceso a la experiencia de Ritter, tal vez a todas nuestras experiencias. Parece entender la fuente de los invasores, si no la tecnología. No tiene defensa contra ellos y está enojado. Esto fue una represalia por lo que le estamos haciendo justo en este momento".

    Ilam sacudió la cabeza. "Eso no tiene sentido, Brett. ¿Por qué mataría al anfitrión como represalia?"

    "Porque comprende su ciclo de vida. Lleva inactivo un millón de años, desde la última vez, puesto que hubo otros. Puede esperar. Tiene los mecanismos para existir y no tiene un instinto de supervivencia individual. la mente corporativa refleja que si una copia sobrevive, el organismo completo sobrevive".

    Se detuvo allí y se presionó la sien con los dedos. El recuerdo era demasiado fresco y doloroso para recordarlo. Todavía podía sentirlo: la confusión, el miedo, la anulante sensación de pérdida como partes del «yo» siendo erradicadas.

    "¿Qué quieres decir con que había otros? ¿Quién?"

    "La gente de Archae Stoddard. Eran como nosotros, Ilam. No humanos, no, sino gente. Criaturas orgánicas, tecnológicamente avanzadas, hermosas de alguna manera. Hermosas como solía ser el planeta antes de la plaga".

    La plaga. La palabra se escapó de sus labios sin que él lo quisiera. No la entendió al principio. La había presentado como un artefacto alienígena, insensible y completamente fuera de su experiencia. Luego recordó la desesperación, la prisa loca y risueña. El salto de vuelo en caída y condenado desde el borde de la montaña. No era un recuerdo externo para él. Era suyo, y entendió las cosas por eso.

    Ilam no dijo nada y Brett continuó.

    "Este organismo nos ha desconcertado porque no parece encajar en ninguna de las categorías estándar que tenemos. Asumimos—esa palabra otra vez—que aunque era alienígena, aún así tenía que ajustarse a nuestras definiciones de la vida tal como la hemos observado. Está vivo, pero no es natural. Es un meca".

    Ilam abrió la boca, pareció notar que no tenía nada que decir y volvió a cerrarla.

    "Una tecnología completamente biológica. Lo bastante sofisticada como para alterar su material genético y dar saltos dramáticos en la adaptación. Mutación generacional única para promover la aptitud. Fue programado por los habitantes de este planeta para hacer muchas de las mismas cosas para las que nosotros diseñamos nuestros mechs, pero es de naturaleza biológica. Ellos querían que hiciera lo que hemos descubierto. Le dieron conciencia, la capacidad de comunicarse extrasensorialmente consigo mismo. Luego aceptaron voluntariamente la implantación del organismo porque uniría sus mentes, expandiría matrices neuronales. Era una tecnología que mejoraría su unidad, su conocimiento, toda su experiencia de su mundo. Sus mechs eran el amanecer de una nueva era de comprensión".

    "Pero algo salió mal", dijo Ilam.

    "No. Eso justo eso. Todo salió bien. Demasiado bien. El organismo prosperó dentro de ellos. Vinculó su conciencia hombre a hombre, mujer a mujer, y los hizo sabios. Sabios y, luego, locos. No pudieron controlar a las criaturas que habían creado porque le habían dado inteligencia. No podían evitar que generara una mente colmena masiva en todo el planeta. Después de un tiempo, no tuvieron la voluntad de detenerlo".

    "¿Qué los mató, Brett?"

    Brett examinó los recuerdos de la devastación con ojos atormentados por el dolor. Dolor que no tenía derecho a sentir. "Algunos no querían la implantación. No querían crecer más allá de los límites de su comprensión, porque creían que los convertiría en algo diferente para lo que estaban destinados a hacer. Disfrutaban de la dicotomía de la mente y el cuerpo. Eventualmente, hubo una guerra, y la facción no mech lanzó una contrabacteria diseñada para matar al organismo. Pero mató más que eso. Lo mató todo. Las bacterias destruyeron los altos y delgados árboles. Arrasó la hierba. Devoró a todos los seres vivos."

    "Excepto al organismo. Este sobrevivió en fragmentos, aquí y allá. Se alimentó de los detritos de su mundo destrozado y se reprodujo, y cuando la comida comenzó a agotarse, se adaptó y encontró una manera de aprovechar la vida de las bacterias creadas para destruirlo: los autótrofos de Micah. Durante varios cientos de miles de años, han evolucionado juntos, lo grande dirigiendo al pequeño. ¿Lo entiendes?"

    Ilam asintió lentamente. "Entonces es inteligente".

    "Lo es, pero no puede comprender nuestros mechs no biológicos. Lo que entiende es que el mundo ha comenzado a cambiar. Tiene cierto concepto de memoria racial, por lo que recuerda cómo había sido el mundo antes. Cuando comenzó a ser así de nuevo, se revivió. Volvió a crear la programación para la que había sido diseñado. Intentó completar esas funciones con nosotros".

    "Y como somos diferentes a los diseñadores del organismo original, nos afecta negativamente", dijo Ilam.

    "Tampoco es que hiciera maravillas con ellos precisamente, no al final del día".

    Estuvieron en silencio por un momento. En voz baja, Ilam preguntó: "¿Qué sentiste?"

    "Inmensidad". No sabía cómo describirlo. "Podía estar al tanto de cualquiera de ellos, cualquier conjunto de ellos enterrado en cualquier parte del planeta. Supongo que de la misma manera que puedo elegir levantar uno de los dedos de mis pies o tocar algo con el dedo. Están en todas partes y cualquiera de ellos puede elegir estar en cualquier lugar o en todas partes a la vez simplemente deseándolo".

    Eso era solo una parte. Me vinieron a la mente una docena de otras palabras cercanas, pero no la realidad. Armonía. Unidad. Placer. Libertad. Todos ellas resúmenes que no cubrían adecuadamente las cosas que sentía cuando profundizaba en el recuerdo que había robado.

    Recordó el zumbido del organismo, el tipo de canción estriada y ronroneante que había llenado el negro desierto. Estaban allí, todas esas palabras, todos esos conceptos, emocionantes a través de la canción que había cantado. Una canción tan antigua como la humanidad. Una canción tan antigua como la faz arrastrada por el viento de Archae Stoddard.

    "Tú sabías que algo así sucedería", dijo Brett.

    Pero Ilam frunció el ceño y sacudió la cabeza. "Sospeché que el organismo era inteligente. Te dije las razones. Creí, basado en eso, que trataría de encontrar una manera de comunicarse. Pero no anticipé nada de esto o no habría hablado contigo tan vagamente. Hay mucho de lo que has dicho que nos hubiera sido útil si lo hubiéramos sabido antes. Pasamos mucho tiempo tratando de entender ese condenado chisme".

    Congoja, pensó Brett de pronto. Eso estaba envuelto en su memoria también. Dolor por la pérdida de una parte de sí mismo, parte del organismo, cuando los nanomecas entraron moliendo con sus brazos cortantes para obtener de él un pedazo de su alma. El sentimiento se aferraba a él, le dejaba vacío y cansado.

    Dijo: "Por eso me presionaste tanto desde el principio. Sabías que esto tenía algo que decir que podría ser valioso para nosotros".

    "Esa no es la verdadera razón".

    Brett lo miró sin comprender.

    "Te había estado observando. Investigué tu historia. Sabía, Markus, que cuando llegara el último impulso, si pudiéramos idear una terapia para contrarrestar el organismo, lo rechazarías si eso significaba elegir entre salvar tu vida y dejar atrás a Emily. La sensibilidad de Casandra, Emily como Casandra, y la sensibilidad del organismo son el mismo problema. El organismo como lo describes es parte de una mente superior. Yo lo había anticipado por la evidencia de ataques coordinados en nuestros motores y nuestras instalaciones. Separa a cualquiera de esos agentes del cuerpo corporativo, y dejarán de funcionar. Dejarán de vivir".

    "Y crees que Emily sin Casandra no puede sobrevivir".

    "No lo creo. Y si lo hiciera, duraría poco y seguramente la llevaría a la locura. El sistema ha sido diseñado para negarle la libertad. Fueron minuciosos, Markus. Los programadores hicieron un trabajo extenso para evitar que el componente biológico volviera a funcionar en un nivel consciente. Sabían lo que le estaban haciendo y se aseguraron de que Emily nunca lo entendiera por sí misma".

    "No tienes pruebas que respalde eso".

    "Y tú no tienes ninguna prueba en absoluto, excepto fantasías, que respalden tu creencia de que ella todavía está consciente. Escúchame, el organismo es sensible, pero no componente por componente. Tú mismo lo has dicho, no está individualizado. Su conciencia reside en la correlación, la coherencia de las unidades comunicantes. Separa una unidad de la mente superior y dejaría de funcionar."

    "¿No lo ves? Es el mismo modelo de conciencia. El individuo no retiene la individualidad fuera del contexto del entorno. No tiene identidad. No hay autodefinición, excepto como una parte del todo mayor. Es completamente irracional que aceptes la validez de uno sin aceptar lo otro".

    Brett frunció el ceño. "Ya tuvimos el resto de esta conversación. Déjalo así".

    Ilam levantó los brazos e intentó continuar. "Brett..."

    "Lo entiendo", exclamó Brett. No se permitió enojarse, pero él había terminado. No iba a discutir esto otra vez. "Veo lo que intentabas hacer. Aprecio el gesto, Ilam. Pero no estamos de acuerdo en esto. Estamos en fundamental desacuerdo. Eso es lo último que diré al respecto".

    Ilam pareció aceptarlo como una última palabra. Examinó el área de ocio. Sus ojos se posaron sobre los cuerpos de hombres y mujeres que habían conocido. Metió el arma en el bolsillo de su traje espacial.

    "Deberíamos hacer algo al respecto", dijo.

    "Sacaremos a Liston y a Ritter también. Los taparemos con mantas. Eso bastará". Era difícil decir algo tan insensible, como tragar piedras. "Cuando conduzcas a los demás al Módulo de Escape, no pases por aquí".

    Lo pensó un momento más, luego dijo: "Asegúrate de eso. Yo limpiaré esto. Llévate el arma y ciérrate en la bahía médica con los demás. El organismo sabe lo que hemos hecho y podría intentar algo otra vez como hizo con Ritter. Los sedantes que tomaron los demás deberían mantenerlos inmóviles hasta que nuestros mechs terminen el trabajo, pero no quiero arriesgarme. ¿Puedes manejar el resto sin Liston?"

    "Sí"

    "¿Qué hay de tu propio protocolo?"

    "No lo necesito"

    Brett entendió. "Llámame si necesitas algo. Usa el mensaje de transmisión del sistema como hiciste la última vez. En el momento en que estés listo, empaquétalos y llévalos al módulo. No vengas a buscarme. Lo digo en serio. Todos nos hemos despedido, y es posible que para entonces yo no esté en condición por la que valga la pena discutir. Si trato de impedírtelo de alguna manera..."

    "Tengo el arma", terminó Ilam.

    "No lo dudes"

    "No."

    Brett sabía que él no dudaría y eso lo hizo sentirse un poco mejor.

    "Después de sellar las puertas del Módulo de Escape, lava el interior con los agentes de descontaminación. Para eso están allí".

    "Lo sé"

    "No elimines sus mechs hasta que estéis en el aire. No podemos permitir que reinfecten a la tripulación".

    "Los mechs comenzarán a disolverse espontáneamente dos semanas después del último contacto con cualquier incidencia del organismo. Están programados de esa manera". Ilam sonrió. "¿Quieres estar al mando de esta escapada o vas a dejar que lo haga yo?"

    Brett se detuvo y sonrió en respuesta. "Tienes razón. Tú puedes encargarte de esto".

    "Dime que soy un buen chico, dame palmaditas en la cabeza y ponme en marcha. Así solía hacerlo mamá".

    Se estrecharon la mano por última vez.

    Brett dijo: "Sal de aquí".

    "Esta es la parte en la que se supone que debo decirte que ha sido un placer servirte".

    "Ya lo hiciste".

    Ilam hizo una mueca. "Ratas. Es verdad, ya lo hice."

Capítulo 27

    Tendría que hacerse con mucho cuidado este último paso. Brett lo sabía. En su oficina, en un estante donde estaba fácilmente disponible, tenía un libro con más de mil páginas de esquemas, diagramas, argumentos lógicos, todo dirigido no solo a mostrarle cómo hacer esta cosa impensable, sino por qué tenía que hacerse en este orden preciso sin omisiones. El mensaje principal que los escritores del libro intentaban imprimirle a él y a cualquier otra persona autorizada a leerlo era simplemente que las cosas que decía el libro nunca debían ponerse en práctica. Nunca.

    Pero los Comandantes de estación estaban adiestrados para lidiar con todas las muchas y diversas catástrofes que podrían anular esa condición de nunca. Eso había formado parte de su entrenamiento para este empleo. Había tenido que memorizar más o menos todo el contenido del manual. Tenía que ser capaz de realizar lo impensable sin vacilación ni error en caso de que fuese necesario.

    Brett no tenía dudas de que «necesario» era la palabra correcta. Nunca había requerido algo tan profundo ni intenso en toda su vida.

    Se quedó en la familiar oscuridad, temblando ante el frío que conocía por experiencia. Luces multicolores bailaban y parpadeaban a lo largo de la piel suave y mate de Casandra. Ella sabía que él estaba presente y le obligó a iniciar sesión en el sistema en cuanto entró por la puerta.

    Casandra podría hacer muchas cosas. Podía analizar datos sensoriales convertidos a binario. Ella podría tabular sin tedio infinitas series de cálculos. Podía identificar a la tripulación por ondas cerebrales, latidos cardíacos o reconocimiento de voz. Posiblemente ella había desarrollado una capacidad de consciencia limitada.

    Pero no podía ver el corazón humano, el alma humana, y aunque ella había formado parte en la investigación del organismo y sin duda había monitorado las cosas que habían sucedido, las cosas que Brett había dicho y hecho en las últimas horas, ella no tenía idea de lo que estaba pensando ahora. Había algunas cosas que aún no estaba preparada para entender, y la traición nativa de sus creadores humanos era, sospechaba y esperaba él, una de ellas.

    Ella no sabía que había alegre y obedientemente abierto la puerta a un asesino.

    A la vista de ella, Brett terminó sus preparativos. A su espalda había un par de lámparas halógenas de quinientos vatios de amplio reflector montadas en trípodes extensibles. Había arrastrado una pequeña mesa plegable desde el almacén más cercano, y una silla de campamento de lona y estructura de metal razonablemente cómoda para ir con ella. Sobre su superficie había comenzado a vaciar sus bolsillos. El escalpelo láser en el lado izquierdo, donde su borde plano no le permitía rodar fuera de la mesa. Además de eso, los cuatro tubos de ensayo del biolaboratorio. Junto a ellos estaba el vial meca que Ilam le había dado, el que llevaba su nombre. Había otros artículos. Un par de jeringas. Un par de autoinyectores, aunque él confiaba en necesitar solo uno. Un bioescáner portátil. Otras cosas de mayor o menor importancia. Brett esperaba haber planeado todas las contingencias posibles.

    Había sido tan cuidadoso como había podido, incluso en esos minutos durante los cuales había solicitado la asistencia de Casandra. No sabía si ella podía sospechar de él, y aunque Brett había accedido a su perfil de usuario habitual, había desactivado verbalmente el entorno dinámico de aprendizaje para asegurarse de que ella no pudiera dar los saltos intuitivos necesarios.

    Brett rodeó el borde de su estación de trabajo y la miró. En un respiro, revisó la serie de comandos que tendría que dar. Al final, sonrió, trató de configurar su rostro en una expresión tranquilizadora. Le dio igual que Casandra no tuviera el hardware que le hubiera permitido leerlo.

    "Casandra", dijo.

    "Sí, Markus".

    "Realiza un diagnóstico en todos los sistemas esenciales autónomos de la estación".

    Ella se los iba chequeando mientras hacía las pruebas. Soporte vital de respaldo en línea. Sistemas de electricidad e iluminación de respaldo en línea. Controles atmosféricos de respaldo en línea. La lista continuó, toda la codificación programada de emergencia en caso de fallo masivo del sistema informático.

    Mientras ella realizaba sus instrucciones, se le ocurrió a Brett que Emily parecía distante hoy. Sus ojos parecían nublados; su figura normalmente erecta estaba desplomada; su carne gris. Como si ella lo supiera, pensó Brett. Ella lo sabe, pero Casandra no. Él, a su vez, no sabía si eso era una buena noticia. ¿Le estaba ella ayudando anticipando la salvación o estaba intentando desesperadamente transmitir un mensaje de advertencia que Casandra no tenía mecanismos para escuchar?

    Debido a que él no podía saber lo que ella estaba pensando, deseó que el proceso no fuese tan extenso, tan preciso. Deseaba poder decirle, desactívate, y que aquello fuese el final. Pero se había hecho mucho más difícil que eso, sin duda intencionalmente.

    "Inicia la transferencia de sistemas autónomos a dispositivos secundarios de monitor y comando. Indica la transferencia de cada componente con una señal audible y una descripción del código".

    Desde el exterior del entorno dinámico de aprendizaje, Casandra no cuestionaba la orden. Ella simplemente hacía lo que le decían.

    "Control atmosférico transferido al sistema remoto secundario. Diagnóstico del sistema remoto completado. Función del equipo normal. Parámetros almacenados recalibrados. Monitor atmosférico del sistema remoto y protocolo de comando activado."

    Le tomó tiempo, tiempo que él no creía tener. Todo esto tenía que ser programado muy delicadamente. Cada paso realizado en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde, excepto que este, desactivar a Casandra, tenía que hacerse primero. Todo lo demás dependía de ello. Brett trató de ser paciente, fracasó miserablemente, pero resistió el impulso de pasear. Daba su consentimiento verbal a cada paso cuando se le solicitaba, seguido de su contraseña como medida de seguridad. A Casandra no le gustaba liberar el control de los sistemas esenciales a los dispositivos que generalmente administraba. Ella hacía que el proceso fuese lo más difícil posible, aparentemente para evitar que un Comandante de Estación no atento apagara accidentalmente todos los sistemas de soporte vital sin transferir esas funciones a otras unidades.

    Cuando hubo completado el proceso con los veinticinco módulos, ella le dijo que había terminado y se instaló en un silencio que le pareció a Brett algo malhumorado, aunque él sabía que ella no sentía tal cosa, de hecho ni siquiera tenía la capacidad de emularlo.

    Él lo estaba proyectando, y lo sabía. La verdad era que no tenía que preocuparse de la obediencia de Casandra ni del horario de Casandra. Los dos habían realizado esta prueba de transición cientos de veces. Una vez a la semana, tiempo relativo a la estación, durante los últimos cinco años, de hecho, porque era un procedimiento obligatorio hacerlo. No era Casandra lo que le preocupaba.

    Era él.

    Porque había notado en las escasas horas desde el incidente con Ritter que se estaba perdiendo a sí mismo, como si la comunicación entre la mente de Ritter y la suya hubiese energizado los esfuerzos latentes de su propia infestación. Su atención vagaba. En el laboratorio de ingeniería meca había pasado más de quince minutos recordando con vívidos detalles la primera discusión que él y Emily habían tenido, la que siguió a su medio burlón e insensible comentario sobre el nuevo par de zapatos de ella. Levantó la vista de la estación de trabajo y encontró lágrimas en sus mejillas, y descubrió, después de esa primera vez, que había más recuerdos que lo llamaban. Sus voces lo llamaban en susurros, agradables murmullos, un precioso renacimiento de la experiencia. Había necesitado toda su concentración mantenerlos alejados, y el esfuerzo lo había llenado de dolor.

    Concéntrate, se recordó a sí mismo. Concéntrate.

    Continuó con la lista de verificación. "Casandra, apaga los dispositivos de detección remota en todos los niveles".

    "Dispositivos sensores terminados".

    "Cierra puertos de comunicación externa".

    "Puertos de comunicación externa terminados".

    "Cancelar comandos de retransmisión vía satélite".

    Así continuó, desconectando todos los dispositivos remotos con sus propios chips internos. Cada uno de esos equipos generarían un molesto y chirriante gemido si detectaran una señal perdida de Casandra.

    Finalmente, "Prueba la fuente de alimentación local".

    Esto era el propio paquete de baterías de emergencia de Casandra, continuamente suministrado en caso de fallo de energía, capaz de mantener sus operaciones primarias durante hasta dieciocho horas. Este era también el paso en el que comenzaría sus objeciones, aunque por el momento ella solo confirmó que las baterías funcionaban.

    Brett hizo una pausa por un segundo, ensayó la lista de verificación en su mente para asegurarse de que no había omitido ninguno de los pasos críticos. No podía pensar en nada que hubiera pasado por alto.

    Dijo: "Desconéctate de la red eléctrica principal".

    "El Sistema Casandra no detecta fallos en la red eléctrica principal. Por favor, aconseje sobre el comando de desconexión".

    "No hay fallo. Cumple con la orden según lo indicado".

    "Por favor, presente el código de acceso de nivel administrativo actual".

    Brett se lo dio. Ella emitió algunos «clics» durante varios segundos ante la insensibilidad del comando.

    Ella dijo: "Desconexión de la red eléctrica principal completada. El suministro de energía local funciona dentro de los límites normales".

    Él se aclaró la garganta. Hasta ahora, no había habido problemas, ni siquiera los esperados. Se preguntó si ella siempre había sido tan complaciente, si lo habría puesto más difícil mediante el entorno dinámico de aprendizaje y filtrando todos sus procesos a través de él. No podía recordar un momento en que ella simplemente hubiera hecho lo que le decían, no cuando era tan irritante como regla general.

    "Prepárate para el procedimiento completo de actualización y apagado del sistema".

    "Advertencia: el procedimiento de actualización y apagado del sistema no se recomienda en este momento. Presente la identificación de usuario y la contraseña para continuar".

    Volvió a proporcionar sus credenciales. "Ignora el conjunto de advertencia estándar. Inicia el procedimiento de actualización y apagado".

    "Comandante Brett, Markus Jasper, confirme la orden para iniciar el procedimiento de actualización y apagado para agregarlo al registro de eventos".

    Esa era una amenaza no tan discreta de que Casandra, ya fuese antes de terminar sus operaciones o inmediatamente después de recuperar la energía, enviaría un mensaje a la sede de la CTFT, a Industrias Palimpset y a cualquier otra organización administradora que pudiera estar interesada, diciendo que algún idiota con su nombre y los códigos de acceso acababa de apagar el equipo más importante en una estación espacial de varios billones de dólares. Dadas las circunstancias, a Brett no le preocupaban sus berrinches ni sus informes.

    Lo dijo por tercera vez. "Inicia el procedimiento de actualización y apagado del sistema".

    Casandra emitió traqueteos metálicos. El banco izquierdo de luces escupió un frenético patrón ámbar y rojo. En el estrecho recinto de la habitación, el ruido ambiental de Casandra se convirtió en un crujido y zumbido artrítico.

    "Especifique la secuencia de terminación del componente".

    Esto también tenía que hacerse en un orden preciso e implacable. Si descuidaba un paso, Casandra tomaría el control y lo haría comenzar de nuevo. Esta era la última protección contra la desconexión no autorizada de la unidad. La secuencia correcta se había diseñado para proteger la estación y los componentes de hardware sensibles de Casandra contra daños, y no se publicaba en ninguno de los manuales, ni siquiera en el exhaustivo pisapapeles de referencia de mil páginas de su oficina. En teoría, solo el Comandante de Estación recibía la secuencia. Solo él podría desconectar el sistema Casandra, y por el bien de su trabajo y un futuro libre de enjuiciamiento, mejor sería que tuviera una muy buena razón.

    Se le ocurrió que Ilam probablemente también conocía la secuencia. Habría sido bueno saberlo en las muchas noches que se había acostado en la cama esperando quedarse dormido y ensayado la lista en su mente, solo para no olvidarlo, y al mismo tiempo esperando y anticipando que nunca necesitaría usarla.

    La usó ahora.

    "Comienza la secuencia de terminación del componente a mi señal". Brett trató de no pensar en lo que estaba haciendo, en el vasto y variable potencial para el desastre. Si algo salía mal, podría llevar treinta minutos o más volver a conectarla y procesarlo nuevamente. "Ahora. Desconecta el banco de células de memoria de uno a siete. Desconecta el banco de células de la memoria de ocho a catorce. Desconecta el banco de células de memoria de reserva de quince a veintiocho".

    Continuó durante varios minutos, desmantelando lenta pero metódicamente el sistema Casandra. Las luces indicadoras cambiaban de verde a ámbar y a rojo plano y deslumbrante, luego parpadearon hasta apagarse. A veces una, a veces una fila completa, dependiendo de la importancia del componente. Después de que las células de memoria se apagaron y se aseguraron contra daños, se desactivaron los principales periféricos: el último conjunto de sensores, los puertos de análisis, la energía a la matriz de sensores externos. Cerca del final de esta lista, Brett se acercó al frente de la máquina y soltó el pestillo debajo del monitor en su lado derecho. Quitó un panel táctil en un cajón deslizante, luego terminó el último de los periféricos, el puerto de reconocimiento de comando verbal.

    La siguiente parte era más fácil, pero más crítica. Involucraba todos los componentes de procesamiento principales, y él verificó dos veces y luego tres veces cada entrada mientras la escribía antes de transmitir su comando. Sus manos estaban firmes; no cometió ningún error.

    Tablero computacional básico.

    Segmento de diagnóstico.

    Tablero de análisis.

    Bloque de comprensión lógica central.

    Desmanteló Casandra hasta que no quedó nada de ella. Con el último comando, la terminación del Tablero de Procesamiento Maestro y el Procesador Paralelo de Emergencia, Casandra pareció tartamudear. Todos los tableros, todos los indicadores, cada luz que poseía brillaron con un carmesí brillante y vibrante, como un grito de indignación o un aliento moribundo, y luego se desvanecieron. El monitor frente a Brett quedó negro.

    Él se quedó solo en el silencio, el silencio atronador y doloroso después de que los ventiladores se detuvieron y los exhaustores cesaron. Podía escuchar su propia respiración. Podía oler la máquina, su fragancia un olor a ozono y electrones quemados. En ausencia de la iluminación interna de Casandra, la cápsula que contenía a Emily se había oscurecido. Emily misma era una sombra detrás de un cristal, sin rasgos y tan pálida como un ghoul.

    Brett nunca había estado tan completamente solo en toda su vida.

    Caminó hacia el fondo de la habitación y accionó los interruptores de las lámparas halógenas. El resplandor fue feroz e inmediato, y el zumbido de su electricidad alejó el silencio. Eso pareció mejorarlo. Se sentía menos aislado y podía ver a Emily claramente, aunque las luces no la hacían parecer menos pálida. Miró su reloj y se dio cuenta de que todavía podía ser pronto. Tenía que esperar a la siguiente etapa, y luego tendría que ser rápido de principio a fin.

    Brett se acomodó en el asiento de lona de la silla del campamento. Apoyó los pies sobre la mesa, con cuidado de no tirar ninguno de los delicados instrumentos que había traído con él. Cuidado especialmente de los cuatro tubos de ensayo. Había notado en la tenue luz justo después de cerrar a Casandra que los tubos habían comenzado a brillar con una tenue opalescencia. Sabía lo que eso significaba: los organismos en las muestras habían encontrado alimentos razonables en su baño de nutrientes. Habían comenzado a reproducirse. Estaba seguro de que si ponía su mano contra el cristal, si sostenía los tubos de ensayo en su puño, los sentiría vibrar. Sería una vibración caliente y chasqueante, la sensación de la lengua contra los dientes, de meter el dedo en una toma de corriente.

    Como lo sabía, no lo comprobó. No querí distraerse. Brett metió la mano en el bolsillo del pecho de su traje espacial, el bolsillo junto al que había llevado los tubos, y sacó un par de sándwiches que había echado en la comisaria como el último de los recados de su día. Comió lentamente, pero con avidez, saboreando la comida por la energía que le proporcionaría más tarde, cuando estaba seguro de que más la necesitaría.

    En el hospital solo le habían permitido ver a Emily una vez. Es posible que haya habido más visitas, pero sus padres, incluso sin ser notificados hasta después del primer tándem de cirugías mayores, llegaron demasiado rápido, siendo sus padres la única familia real. Él había quedado relegado al papel de amigo y no tenía derechos. Cuatro años no le habían dado nada, no a las personas que tenían la culpa en sus corazones. No a un personal del hospital que solo podía decirle en privado que lo entendían, que pasaba junto a él en las salas de espera y en la cola del almuerzo y que a veces le daba palmaditas en el hombro, a veces le susurraba el lenguaje secreto de la medicina en el oído. Tenían regulaciones que debían obedecer.

    Pero hubo una vez, en las horas inmediatas después del accidente, mientras sus padres navegaban por la atmósfera superior hacia Atlanta, y los médicos necesitaban a alguien con quien hablar, alguien a quien explicar lo que le habían hecho a esta preciosa y frágil criatura.

    Le habían envuelto la cabeza con una gasa de lino. Habían enchufado su cuerpo a monitores y máquinas intravenosas, graznidos y lecturas. Toda la colección de maravillas médicas que se ejecutan en un medidor que exige algo así como mil dólares por hora. Los hombres entraron para verificar, anotaron números, los aplicaron al estado de cuenta; su cargo por suministrar la chispa de la vida.

    Su cara estaba magullada e hinchada. Todo el lado izquierdo parecía que ya estaba muerta, fría y azul con la sangre asentada contra la carne. El rastro de puntos de sutura enrollados desde la línea del cabello, oscurecida por sus vendas y siguiendo por la sien derecha, hasta la curva de su mandíbula. Ella había tenido suerte, le dijeron, de no haber perdido la oreja. Él había pensado en eso en ese momento, como le dijo el médico, y estaba de pie junto a su cama mirando el espacio plano y vacío donde deberían haber estado sus piernas. La extensión de sábanas y mantas blancas y esponjosas era tan plana y limpia como un campo de heno de Indiana bajo quince centímetros de nieve. Observó ese espacio, ese vacío de no piernas durante una hora, desconcertado por su completa y absoluta incorrección. Tratando de comprender un sentido que no existía.

    Y se había hecho las preguntas habituales, las que lo avergonzaban, las que finalmente se negó a responder. ¿Puedo amar a una mujer en este estado? Si ella se salva, si está bien, excepto por la falta de piernas, ¿puedo amarla? ¿Puedo amarla sin piernas y sin memoria? ¿Puedo amarla sin piernas, sin memoria y sin la capacidad de controlar su vejiga?

    Cada pregunta era un pequeño paso en la pendiente masiva, una carga añadida. No podía abarcar la totalidad de la devastación, así que la aferró en pedazos, fingiendo que estaba encontrando la línea más allá de la cual sería demasiado para él. Se dijo a sí mismo que no había línea. Si ella se quedaba así para siempre, él seguiría amándola, él se quedaría. Entonces no supo si decía esas cosas para mantener su orgullo o porque realmente creía en ellas. Eran preguntas imposibles de responder porque él aún tenía esperanza. Creía en el milagro de la medicina aplicadq correctamente. Las iglesias y los programas de noticias y las revistas en las áreas de espera estaban llenas de las maravillosas y terribles tragedias corregidas. Estas le decían que el milagro era algo común.

    En esas primeras horas, se había prometido a sí mismo que permanecería aquí, junto a su cama, luchando la buena batalla con ella todo el tiempo que fuera necesario. Creía lo suficiente por los dos. Él creía porque toda su vida había sido destrozada en el transcurso de segundos, su ruina escrita repetidamente en el espacio de cuatro horas. No podía imaginar que llevara más tiempo repararlo. En el fondo de su mente estaba la imagen de un brillante amanecer cuando Emily abriría los ojos y sonreiría y estaría bien. Ella se pondría bien. La vida continuaría por la trayectoria que había seguido ayer y anteayer. Este era un mal día, un día terrible, trágico y estúpido, pero solo era uno. Un día no podía cambiar el curso de toda una vida. Él no poseía las facultades para imaginar tal cosa.

    No sabía entonces que estaba perdiendo el tiempo. No en términos de planificar un futuro infructuoso, aunque eso no era menos cierto. Perdiendo el tiempo de verdad, esos preciosos minutos, los últimos minutos podría tocarla libremente, sin mitigación. Tenía miedo de tocarla debido a sus heridas, aunque el gotero IV contenía medicamentos lo bastante potentes como para que ella nunca despertase. Ella no podía sentir dolor, y mucho menos lo que habrían sido sus caricias.

    Así pues, él la miró fijamente, luego acercó una silla al lado de su cama y leyó una revista mientras esperaba que apareciera un médico con noticias. Finalmente vio la televisión y se durmió hasta que la enfermera de la tarde lo llevó a la sala de espera. Él seguía sin entenderlo. Lo había aceptado todo como si todavía tuvieran ambos la eternidad por delante.

    Más tarde, durante el período interminable cuando se estaba bañando en el lavabo del baño de la segunda planta, comprando ropa barata en el estante de la tienda por departamentos más cercana, escatimando su cuenta de ahorros para mantenerse al día con la hipoteca, ya que ambos habían perdido su empleos—haciendo cualquier cosa posible para ocupar físicamente un espacio cercano a ella—él no tenía contacto. Nada más que susurros y charlas después de horas con enfermeras que lo compadecían. No, no podía verla, pero le gustaría saber que los escáneres no habían detectado daño cerebral significativo, lo cual era una buena noticia dada la evaluación original. Lo siento, la cirugía no tuvo éxito. El médico no cree que ella salga del coma, pero eso solo en la teoría. Él ni siquiera se lo ha dicho a sus padres todavía.

    El último rumor... el médico ha hablado con algunos hombres, hombres del gobierno que se han interesado en este caso y en un par de víctimas de coma inmedicable en la planta. No sé lo que eso significa, pero podría ser importante.

    Él intentó hablar con sus padres. Dos veces. La primera fue para gritar y golpear con los dedos con la cara roja y estirada. La segunda fue plana, sin emociones, tres horas demasiado tarde. Ella ha sido trasladada. Han hecho todo lo posible por ella. La decisión ha sido tomada. Su odio se había enfriado, pero la culpa seguía allí, tan fría y dura como el hierro. Luego ellos se fueron, regresaron al estado de Nueva York y se retiraron gentilmente, y él no sabía qué hacer. Ni siquiera sabía qué creer.

    Ve a casa, le dijo el guardia de seguridad más tarde esa noche. Vete a casa. No queda nada para ti aquí. No era crueldad, aunque él lo había tomado así. Dos días después, el hombre lo llamó, arriesgando su propio trabajo y su propio futuro. El guardia de seguridad, que también era un policía de Atlanta al que le gustaba hacer preguntas, a quien le gustaba indagar, había sentido pena por él y le había entregado las llaves del reino. Industrias Palimpset.

    Lo último que él hizo antes de dar el salto con Emily a Archae Stoddard fue tomar una lanzadera hasta Atlanta. Encontró al guardia de seguridad y policía y le invitó a una copa en un barato bar irlandés cerca del barrio donde él y Emily habían vivido.

    Le invitó a varias, de hecho.

Capítulo 28

    "Brett."

    Avanzó bruscamente, perdió el equilibrio. En algún momento, sus piernas se habían quedado dormidas. Su repentino movimiento los empujó a un lado. Golpearon el suelo como bloques de madera, y solo su peso entumecido evitó que cayera hacia atrás.

    Respiró hondo y parpadeó a su alrededor. Orientado.

    Se había quedado dormido. Había estado soñando, soñando con Emily. Eso fue lo que se dijo a sí mismo.

    "Brett."

    La voz fue más insistente esta vez. La voz de Ilam, desde el intercomunicador en la pared detrás de él. El pequeño altavoz lo hacía sonar áspero, o tal vez solo era impaciencia. No sabía cuánto tiempo le había estado llamando Ilam, aunque si era mucho, podía imaginar lo que estaba pensando. Probablemente se estaba asegurando de que el arma seguía cargada. Brett trató de darse prisa, pero los alfileres y las agujas habían comenzado, y lo único que pudo lograr era lel renqueo de un cangrejo.

    Brett pinchó el botón.

    "Estoy aquí"

    "Ya era maldita hora."

    "Lo siento. Estaba lejos del comunicador". Brett miró el reloj y maldijo. Había dormido casi tres horas. "¿Qué noticias tienes?"

    "Tengo dos despiertos y el resto se está moviendo. Creo que estaremos de camino en la próxima media hora, tanto si los demás estén completamente activos y en movimiento como si no. Realicé algunas exploraciones preliminares en los primeros dos y parecen limpios, así que el procedimiento ha funcionado. Me gustaría que Casandra confirmara los resultados, pero no puedo conseguir que me responda".

    Brett hizo una mueca. Eso era algo que debería haber considerado. "He desactivado a Casandra".

    Si Ilam se preguntó por qué, no lo dijo. Brett asumió que era lo bastante inteligente como para sumar dos más dos.

    "Creo que mi examen ha sido bastante exhaustivo. Eso, y que estos idiotas siguen pidiéndome que repita la maldita cita". Ilam se echó a reír. "Solo tenemos cinco. Dos de ellos no lo lograron. La misma reacción que Micah".

    Djen. Su corazón hizo un ruido sordo en sus oídos. "¿Quién?"

    "Garaby y Reece". Ilam sabía lo que él estaba pensando. Bajó la voz. "Ella está bien, Markus. La primera en salir, tal como le prometió Liston. Muy brillante y curiosa, preguntándose en qué demonios estuvo ella de acuerdo exactamente y por qué haría tal cosa".

    "¿Se lo has dicho?"

    "Conecté todo el archivo al Módulo de Escape. Ella y los demás tendrán tiempo suficiente de revisarlo durante los próximos tres meses mientras esperamos la recogida. Espero, por cierto, que en las pruebas de sistema que hiciste en el módulo pensaste en incluir una buena cantidad de películas en vuelo para nuestro entretenimiento".

    "Estás demasiado obsesionado con la televisión, lo sabes, ¿no?".

    "Un hombre tiene que tener sus vicios". Ilam hizo una pausa, sin molestarse en reírse de su propia broma. "¿Y usted, Comandante? ¿Cómo está?"

    Brett pensó en el sueño que acababa de tener, el modo en que su atención y sus pensamientos vagaban cada vez que dejaba de concentrarse. El modo, de hecho, en que ya ni siquiera podía convencerse de que lo que estaba a punto de hacer fuese cuerdo, solo que era lo que debía hacerse.

    "Los nativos están inquietos", dijo Brett.

    "¿Qué quieres que hagamos?"

    "Exactamente lo que hemos planeado. Reúne a los demás supervivientes cuando estés listo." Los cinco de ellos. ¡Cinco! "Llévalos al insecto del Amor y despega. Todo lo demás se ha hecho por ti".

    Ilam estuvo de acuerdo. "Me pondré en contacto contigo desde el comunicador en el área de lanzamiento justo antes de partir".

    "No hay necesidad de eso".

    "Lo haré de todos modos, así podrás dar la orden oficial".

    "De acuerdo."

    Se oyó una conmoción de fondo. Brett escuchó a alguien gritar.

    Ilam dijo: "Bueno, ese es Ashburn despertándose. Voy a tener que correr, me temo. Al parecer, alguien no estaba de buen humor durante su última imagen. Ilam corta y cierra".

    Brett no contestó a eso. Cerró el canal y se giró para mirar a Casandra. Le llevó varios segundos recordar lo que tenía que hacer a continuación. El tiempo estaba en su contra, lo sabía, pero ya no recordaba exactamente por qué. Este olvido le molestaba, pero no de manera concreta. Sabía que debería haberle molestado más, pero no parecía importarle. Trató de reconstruir sus actividades para hacerse recordar. Se había detenido después de desactivar a Casandra, se había sentado a comer y echar una siesta. No, la siesta no había sido intencional, pero obviamente había estado esperando. Tenía que esperar hasta el último minuto posible. Eso era todo lo que podía recordar.

    Se encogió de hombros y comenzó a recoger las herramientas. Ya lo recordaríía. De eso estaba seguro.

    Brett trabajó en el blindaje de plastiviso de la cápsula con el escalpelo láser de haz más intenso. Había esperado que cortara el material limpiamente, rápidamente. No estaba funcionando. Calentaba la superficie a un brillo anaranjado apagado, redondeaba los bordes hechos por su corte como cera derretida. En veinte minutos de trabajo, solo logró cortar de arriba a abajo el centro de la placa frontal de la cápsula. El líquido nutriente no se le derramó por los pies como él había esperado, y tuvo que sondear con la punta de los dedos para determinar el motivo. Más allá de la dura capa externa había otra capa de plastiviso más delgada, cálida al tacto y flexible al tacto.

    El bisturí le había dado solo el primer corte vertical, luego chisporroteó, sobrecalentado. Ardió en sus manos y tuvo que soltarlo. Este rodó hasta detenerse contra la pared, humeando desde la punta por donde debía salir el haz.

    Lo que necesitaba, se dio cuenta, no había sido el bisturí, sino un maldito soldador láser. No tenía ninguno, por supuesto, y por su reloj, no podía perder el tiempo buscando uno. Brett maldijo en voz alta y golpeó el frontal de la cápsula con la mano.

    Reflexionó durante varios segundos, examinando mentalmente el inventario de la estación en busca de algo útil, algo cercano.

    Finalmente, usó lo que tenía a mano para terminar el trabajo. Quitó el lienzo de la silla del campamento, rompió los pernos que la mantenían unida golpeándola contra el suelo. Las patas estaban hechas de acero fino, pero era lo bastante fuertes, esperaba él, como sustituto de una barra de palanca.

    Trabajó rápidamente después de eso, encajando la barra en el hueco entre los pedazos de plastiviso. Las paredes de la cápsula se doblaron donde él arrojó su peso contra ellas. La brecha se ensanchó tal vez una docena de centímetros, lo suficiente como para que él no pudiera conseguir más torque, por lo que atacó la parte superior e inferior donde las paredes de plastiviso se atornillaban a las tapas de metal de la cápsula.

    Comenzó a sudar. Su respiración se hizo irregular y, con cada esfuerzo y sacudida de brazos, gruñó. Fue una corriente feroz y constante de gritos, aullidos, blasfemias. Cada tornillo era un obstáculo, y él saltaba sobre ellos con la ferocidad de un leopardo.

    Cuando los tornillos se habían cortado o roto tanto en la parte superior como en la inferior, abandonó la herramienta y usó las manos. Agarró ambos lados de la cápsula dividida y se cansó de separarlos. Chillaban, pero no se rompían. Él se hizo hacia un lado, enganchando los dedos en el hueco, agarrando los bordes aún calientes del calor del láser y apoyando los pies en el sólido caparazón de Casandra. Tiró tan fuerte como pudo, tiró hasta escuchar su sangre batiendo en las sienes. Todo el lateral se partió y se desprendió. Brett cayó al suelo, jadeante y triunfante, aún agarrando la pieza que había roto.

    ¡Sí!

    Tiró el fragmento y se puso de pie. El revestimiento interior se mantenía firme. Le sorprendió que no se hubiera hundido por el peso del fluido, dada su flexibilidad. Se acercó a la cápsula y puso las manos en la barrera. El líquido del interior estaba tibio, tan tibio como la cómoda agua del baño. Burbujas de oxígeno correteaban hacia arriba desde el punto donde la tocaba.

    Brett miró a Emily. Tan cerca. No había estado tan cerca de ella, tan cerca de tenerla en sus brazos en años. Reprimió un temblor. Casi podía olerla, imaginar o recordar el toque de su piel contra la de suya. Pero Emily no le devolvía la mirada. Sus ojos apuntaban sobre él, más allá de él. Su barbilla no giró en su dirección.

    Pero lo haría. En poco tiempo, lo haría. Él sintió la irracional urgencia de graznar.

    Brett sacó un cuchillo corto y plegable del bolsillo del pantalón. Abrió la cuchilla y la probó contra el forro de tela de plastiviso. La cuchilla estaba afilada. Lo bastante afilada, confiaba él. No sabía qué iba a hacer si no era así. Ciertamente no podía lanzarse a un frenesí de fuerza bruta como lo había hecho contra la capa exterior de la cápsula. Eso podría lastimarla.

    Conteniendo la respiración, probó el filo contra el revestimiento. Se retiró, obligó a su mano a mantenerse firme, luego lo intentó de nuevo.

    El líquido era transparente, espeso, más como gelatina que agua como él esperaba. Burbujeó de la brecha de la cuchilla, manó lentamente por el exterior del revestimiento y se acumuló en el suelo a sus pies. Brett hizo el corte, seis centímetros, luego se retiró. Metió los dedos dentro del agujero y sintió el calor de la gelatina. Esta era aceitosa y suave. Se llevó los dedos a la nariz y descubrió que era inodora.

    Brett sonrió y volvió a aplicar el cuchillo.

    Un sonido lo alcanzó. Una serie de clics que le recordaron a relés eléctricos abriéndose. O cerrándose, completando un circuito.

    De repente recordó lo que había olvidado. La razón por la que se había dicho que se apurara. Y estaba sucediendo demasiado pronto. No había sido lo bastante rápido.

    Detrás de él, los ventiladores de regrigeración se encendieron solos. Las luces indicadoras y de estado parpadearon. Desde su amplio sistema de altavoces, Casandra comenzó a emitir un chillido y un gruñido.

    Brett miró el monitor incrustado en el panel frontal del sistema Casandra. Los mensajes se desplazaban por la pantalla en letras grandes de color ámbar.

    Inicializando secuencia de activado de emergencia.

    Inicializando enlace con la red eléctrica principal.

    Inicializando puertos de procesador paralelos.

    Inicializando protocolos de activación de sensores externos.

    Inicializando volcado de célula de memoria.

    Los mensajes seguían y Brett entendió lo que ella estaba haciendo. Casandra estaba recuperando todos los sistemas que él había delegado en otros lugares. Estaba reanudando espontáneamente el control de la Estación Persia. El sonido de las alarmas se elevó a un nivel doloroso, y él supo qué otra cosa estaba ella haciendo. Estaba respondiendo a la brecha de la cápsula, a lo que percibía como una amenaza inminente para el componente biológico. Para sí misma, de hecho.

    Por eso se había dicho a sí mismo que trabajara tan rápido. Casandra nunca se apagaba por completo, no mientras tuviera acceso a una fuente de energía. Estaba diseñada para protegerse contra la desactivación y contra actividades que pudieran comprometer sus directivas de misión programadas. Había permanecido despierta y alerta para responder a esta crisis, y ahora había saltado a la tarea de despertar sus miembros latentes.

    El cursor en la pantalla parpadeó y Brett leyó la última línea impresa.

    Inicializando Mecanismo de Defensa del Sistema.

    Brett no esperó a que ella completara la tarea. Atacó la tela de plastiviso que lo separaba de Emily. Apuñaló el forro en lo alto, al nivel de su frente, y tiró del cuchillo hacia abajo con todas sus fuerzas. La hoja intentó girar en sus manos, pero él aguantó. La tela se rasgó como una sábana. El fluido transparente brotó del agujero, se drenó sobre su pecho y le bajó corriendo por las piernas.

    El suelo liso se volvió resbaladizo con gel y sus pies se deslizaban. Intentó agarrarse, pero sus manos estaban aceitosas. Rebotaban en las superficies planas de metal. El borde duro del sello inferior de la cápsula se alzó para recibirlo. Una llamarada de dolor blanco lo cegó, luego una ola de oscuridad.

    Brett abrió los ojos. Su visión era borrosa, incierta. Le dolía la cabeza. No como un dolor de cabeza, sino un pinchazo agudo y ardiente. Se sacudió para aclarar su visión y casi gritó. Sangre le manaba por la nariz, y recordó haber caído. Parpadeó para aclarar la visión, vio que yacía boca abajo en un charco de líquido. Sus ojos miraban hacia el punto donde el peso despiadado de Casandra se encontraba con el suelo.

    Aún el gruñido de la alarma. ¡Meehhc! ¡Meehhc!

    Brett se obligó a ponerse de rodillas. El dolor le golpeó y él tuvo que esperar allí sobre manos y rodillas, cabeza gacha, hasta que desapareció la gris necesidad de desmayarse. Él gruñó. El esfuerzo de ponerse de pie no lo hacía más fácil.

    Sobre las bocinas, Casandra habló. "Advertencia: violación de la cápsula biológica del sistema Casandra. Mecanismo de Defensa del Sistema activado. Datos de la estación codificados como «Sensibles» colocados bajo cerradura de seguridad. Iniciada la exploración de dDagnóstico de Proximidad".

    Repitió el mensaje tres veces.

    Brett la encaró, tambaleándose sobre unas piernas que solo parecían tenuemente conectadas a su torso. "Alto. Cancela la Defensa del Sistema".

    Si Casandra le escuchó, no tomó nota de su orden. "Personal no autorizado detectado en la ubicación del Sistema Casandra. Se aconseja al personal no autorizado que se retire y se presente a la Seguridad de la Estación Persia. Esta es la última advertencia".

    Brett gritó en respuesta. "Inicio de sesión: Brett, Markus Jasper. Código de acceso: Emily Rosette. Detener Mecanismo de Defensa del Sistema".

    "Activando Canal de Emisión de Emergencia. Mensaje a toda la tripulación: Personal no autorizado ha entrado en la zona segura del sistema Casandra de la Estación Persia. Personal no autorizado ha entrado en la zona segura del sistema Casandra de la Estación Persia. Todo el personal de la estación proceda a la zona del sistema Casandra y proporcione asistencia de emergencia".

    Brett maldijo. El canal de transmisión de emergencia activaba el sistema de comunicaciones en toda la estación, transmitiendo un mensaje de advertencia general que todos escuchaban. Que Ilam y los demás escuchaban. Brett escuchaba la reverberación de las chirriantes alarmas y el eco del mensaje de Casandra fuera de la puerta y por todo el pasillo.

    Le volvió a gritar sus credenciales de inicio de sesión. No sirvió de nada y ella no lo reconoció.

    Y entonces él supo por qué. Se había convertido en personal no autorizado.

    Un nuevo zumbido se unió a la cacofonía, esta vez bajo, amenazante. Brett podía sentirlo vibrar en su pecho. Casandra había decidido que la ayuda no iba a llegar o no iba a llegar lo bastante rápido para salvarla. Brett sintió erizarse los pelos de la nuca y luego los pelos de los brazos. Casandra estaba activando su sistema de defensa final.

    Abejas, pensó Brett. La sala parecía haberse llenado de abejas incorpóreas. Los fantasmas de cien colmenas flotaban sobre su piel, le hacían castañetear los dientes.

    No eran abejas. Era Casandra cargando el transformador del disruptor interno. En un momento, comenzaría a arrojar oleadas de pura y crujiente electricidad a través de su caparazón. Sus componentes estaban protegidos para ello. Ella acababa de decirlo, y enviaría ola tras ola de alto voltaje, voltaje fatal, electricidad retumbando a lo largo de microcanales de fibra óptica que cruzaban su capa exterior hasta que él se retirara. O hasta que ella inevitablemente se sobrecalentara, se cortocircuitara y cometiera un necesario suicidio.

    Y Emily, vulnerable sin la cápsula de plastiviso para protegerla, absorbería la peor parte de la carga.

    Él casi se acercó y la agarró entonces, pero rechazó la idea de inmediato. No había desconectado la sonda de alimentación de su espalda. No había discernido cómo desmontar los cables que le perforaban el cráneo. Y él no sabía lo que le causaría si se los arrancaba sin más.

    En cambio, Brett hizo lo impensable.

    Recuperó la pesada pata de metal de la silla rota y limpió el gel de ella lo mejor que pudo. Con el primer golpe, dejó telarañas de astillas en la pantalla del monitor frente a él. Quebró un blanco verdoso, que luego pasó a negro. Golpeó las hileras de luces, haciéndolas chispear y estallar en pedazos.

    Casandra seguía cargando su transformador, gritando advertencias.

    Rugiendo, Brett demolió la brillante matriz de sensores. Golpeó los cables allí donde desaparecían en la pared. Lanzó feas y afiladas abolladuras en el caparazón. Tenía que detenerla. Finalmente, golpeó los estrechos tornillos del panel frontal. Utilizó la pata de la silla para apartarlo, apoyó el hombro en el borde pelado e hizo hueco para trabajar. Arrancó los hebras de cables que le bloqueaban el paso, y cuando hubo espacio, hundió la cabeza y los brazos y la mayor parte de la parte superior del cuerpo que cabía dentro del hueco.

    Dentro de ella hacía calor. Olía a aislamiento quemado y a ozono. También estaba oscuro, tan negro y denso como el respiradero del organismo que había invadido su estación. Pero Brett no necesitaba ver, únicamente levantar los brazos y dar pesados garrotazos y aplastar todo lo que se rompía y sonaba. Golpeaba a todo al alcance de sus brazos, y sabiendo que eso no era suficiente, se adentró más. Sus pies abandonaron el suelo y él serpenteó hacia dentro aún más, despejando un camino irregular a lo largo de las placas y las virutas y los componentes de dientes afilados que había destruido.

    Todavía podía oírla: Casandra entonando su advertencia sin sentido. Su voz estaba quebrada. Su ritmo tropezaba. Olvidaba sus frases y tenía que recomenzar desde el principio. Comenzó a sonarle frenética y él sonrió ante su desesperación y se metió más adentro.

    En algún momento perdió el arma, pero él no se detuvo. Tocó sus lugares secretos con los dedos, sintió los bulbos redondeados de sus grupos de chips. Los liberó. Se aferró a las torres de fibra apiladas con redes cognitivas neurales, las arañó hasta que rasgarse y despegarse las uñas. Apretó los dientes en un banco de obleas de silicio, los masticó hasta hacerlos pedazos y los escupió, ensangrentados, lejos de él.

    Casandra se estremecía a su alrededor. Sus palabras pasaron a un constante y ululante gemido. Una voz atrapada en un pensamiento único e indescriptible.

    Brett olió el venenoso olor del humo de los componentes eléctricos. Tosió entre ello. Le picaban los ojos. Se obligó a retroceder fuera de ella otra vez. Los bordes de cuchilla del panel le rasgaron los codos y le rebanaron largas tiras de piel de los brazos. Brett cayó al suelo, aterrizó con fuerza, se contuvo antes de vomitar por completo. Luego se sentó allí, recostándose sobre los brazos, jadeando.

    Casandra no emitía ningún ruido.

    Esperó la evidencia de un incendio, pero Casandra había sido construida para no arder. El aislamiento y cableado combustible que se había chamuscado allí lo escuchó él silbar hasta que desapareció, y luego hubo silencio de nuevo. Un humo negro y nocivo se derramaba de sus varias costuras, de los agujeros que él había perforado en sus paneles, pero ya estaba disminuyendo. Por otro lado, no se estaba disipando. Los controles de purga atmosférica habían sido retirados de sus distantes componentes cuando Casandra se había revivido a sí misma, y ​​el comando sobre ellos había muerto con ella.

    Brett miró a través de la bruma, respirando por la boca, y consideró lo que eso podría significar. No solo atmósfera, sino mezclas de aire, comunicaciones, soporte vital autónomo. Casandra los había reclamado a todos.

    Si todavía hubiera treinta personas en la estación, la programación de los dispositivos remotos que realizaban estas funciones habría sido una prioridad. Treinta habrían consumido la atmósfera saludable en algo menos de tres horas. Tal como estaban las cosas, solo quedaban él y los pacientes de Ilam, y estos estaban saliendo, si aún no habían llegado al Módulo de Escape. El calor y el aire restantes durarían varias horas, imaginó él. Probablemente más que él. Si no era así, siempre había trajes electrónicos en los niveles superiores.

    No esperaba llegar a necesitarlos.

    Brett se levantó. Comprobó los cortes en sus brazos, sondeó la herida en su frente. Cada uno de ellos dolía, pero la sangre ya comenzaba a espesarse. Se limpió la cara con la manga del traje. Eso tendría que bastar.

    Recogió el cuchillo en una esquina donde este había resbalado. Unos cuantos cortes más y retiró una amplia lámina del revestimiento interno casi del mismo tamaño que el trozo de caparazón de plastiviso que había roto antes. Entonces se detuvo y asomó la cabeza por el agujero. Gotas de gel colgaban del techo, se amontonaban en el suelo de la cápsula. En el interior, todo era humedad, olor mustio y destellos de luz de sus lámparas de trabajo.

    Él tocó a Emily con la mano, tentativamente al principio, un tembloroso roce con los dedos por el costado del cuerpo. Sintió las protuberancias de las articulaciones de sus hombros bajo el material plástico resbaladizo de su jersey, el lugar donde habían estado sus brazos. A su lado, podía distinguir los bordes individuales de las costillas, hasta la curva de la cadera y la parte exterior del muslo. Estaba fría al tacto, pero eso era porque había estado inmersa en el líquido, estaba seguro.

    Examinó su respiración, porque no había pensado hacerlo de inmediato, cuando debería haberlo hecho. Experimentó un momento de pánico y se preguntó cómo podría haber descuidado algo tan elemental, pero su pecho subía y bajaba, sus fosas nasales se dilataban y sus ojos parpadeaban. Ella había hecho la transición del fluido oxigenado a la atmósfera sin dificultad, tal como estaba diseñada, retirando silenciosamente el fluido de sus pulmones. Este le había chorreado por el pecho y se había acumulado en el suelo. Él se inclinó hacia la cápsula y mantuvo la mano plana, a pocos centímetros de su nariz. Su aliento era cálido en su palma y ​​él se estremeció al sentirlo.

    El aliento de Emily sobre su piel. Le hizo querer llorar para sentirlo de nuevo.

    Pero no tenía tiempo de llorar. Aún quedaba mucho por hacer. Brett se enderezó lo más recto y alto que pudo. Examinó el tubo de alimentación donde atravesaba la espalda de Emily. Se puso de puntillas y estudió los cables ópticos en su cráneo. Se arrodilló y miró las abrazaderas de metal que unían los muñones de sus piernas ampotadas al suelo de la cápsula, luego la serie de soportes acolchados atornillados a la pared posterior de la cápsula que la mantenía más o menos en una pose natural.

    Finalmente, lo entendió todo. Retiró los cables ópticos uno a la vez, sacándolos de sus fundas de microdiametro. Salíeron con bastante facilidad y sin aparente resistencia, pero esta no era una de sus preocupaciones. No le preocupaba la integridad de sus redes neuronales.

    El aparato de alimentación era un problema similar. Le habían implantado un puerto receptor de plástico justo encima del riñón izquierdo. Era pequeño, circular, del ancho de su dedo meñique. El tubo de alimentación era una manguera flexible sellada al vacío conectado ese puerto. Cuando él presionó el cierre de liberación en la unión entre la manguera y el puerto, el tubo se soltó con un silbido. Al final había una boquilla cónica de unos pocos centímetros de largo, como una aguja calibrada particularmente grande. Brett sondeó el agujero por donde había entrado. En ausencia de la boquilla, un panel de plástico sólido se había cerrado de golpe, bloqueando el orificio.

    Él la iba comprendiendo así, a pedacitos. Un examen de la espalda, un progreso estudiado de fibra a fibra a través de la curva del cráneo, las protuberancias de las articulaciones de los hombros. No se permitió dar un paso atrás, considerarla como una persona completa. Sin la pared de la cápsula entre ellos, ella estaba totalmente divorciada de Casandra. Ella era totalmente humana, completamente Emily. A pesar de lo que le habían hecho; de la ausencia de extremidades, del cráneo despojado de su gloria de trigo; él la habría reconocido si se lo hubiese permitido a sí mismo. Y entonces, el reconocimiento lo habría destrozado.

    No la retiró de las abrazaderas, o lo que descubrió que era el complejo arnés fusionado con su jersey, que la unía a las almohadillas a su espalda. No tenía dónde ponerla si la sacaba de la cápsula. Quiso abrazarla, sostenerla entre los brazos mientras daba estos últimos pasos, pero era mejor así, lo sabía.

    Brett volvió a la mesa y recuperó todos sus implementos, luego regresó con ella.

    No sabía si ella podía escucharle ni si su mente registraba alguna información, ahora que las fibras ópticas habían sido retiradas y el puño de control de Casandra interrumpido. Él habló con ella de todos modos, encontrando ese tono casual y explicativo que Liston había usado con Djen.

    Levantó uno de los tubos de ensayo cargados de organismos para que ella los viera. "Esta es la causa de todos nuestros problemas. ¿Puedes creerlo? Tú no puedes verlos, lo sé, pero cada uno de estos contenedores tiene probablemente algo del orden de varios billones de bichitos bastardos dentro. Se meten en el cerebro, te vuelven un poco loco, luego más que un poco muerto. Hemos establecido eso como un hecho. Pasamos los últimos días tratando de encontrar una solución al problema. No sé si Casandra te lo dijo."

    "Lo hicimos, por cierto. Encontrar una solución. Solo unos cuantos llegamos hasta aquí, pero eso era mejor que nada, mejor que ninguno de nosotros. Dado todo esto, podrías pensar que he pasado demasiado tiempo sin realizarme el procedimiento, dado lo que estoy a punto de proponerte. Pero no creo que estés en desacuerdo. Quiero decir, aunque salga mal, es mejor de lo que tenías antes, ¿cierto?"

    "Verás, Liston me lo explicó, aunque no creo que tuviera en mente esta aplicación". Brett sonrió, amplia y tranquilizadoramente. Sacudió el tubo de ensayo para que el líquido del interior captara la luz. "Dijo que el método que el organismo usaba para obtener control sobre nosotros era una infección masiva y una realineación de la corteza prefrontal, la parte de nuestro cerebro que nos hace... ser nosotros. No sé lo que te hicieron, Emily. No sé cómo revertir la supresión autodefinida que te mantiene alejada de mí, pero el organismo sí lo sabe. Quizá no exactamente de la misma manera, quizás no de la mejor manera, pero quizás de la manera correcta. Supongo. Lo estoy apostando todo a que ellos puedan salvarte de lo que te han hecho".

    Se acercó a ella y quitó el tapón del extremo del tubo de ensayo.

    "Quiero que tomes esto, Em. Quiero que confíes en mí. Mira, Djen dijo que tenía que elegir. He elegido. Te elegí a ti. Y así es como lo compenso".

    Brett posó los dedos en los labios de Emily. Le acarició la mandíbula y la apretó suavemente hasta abrirle la boca. Ella no se resistió. Él no sabía si ella podía, pero sonrió al ver que ella no luchaba contra él, al menos.

    "Sobre los labios, más allá de las encías, cuidado con el estómago, allá va".

    Le vertió el líquido en la boca, luego le masajeó la garganta hasta que ella tragó. Sospechaba que sabía mal, probablemente incluso peor de lo que olía, pero ella no reaccionó en absoluto. Ella lo aceptó como si confiara en él. Brett repitió el proceso tres veces hasta que ella bebió los cuatro viales. Le presionó con la mano bajo la barbilla y le cerró la boca.

    "Esta probablemente no sea la forma más rápida de llevarlos a tu cerebro, pero era la única forma que se me ocurrió que no implicara cargarlos en viales de autoinyector. Tampoco sé cuánto tiempo podría tardar esto, pero esperaré contigo todo el tiempo que pueda. Lo prometo".

    Cuando terminó, dio un paso atrás y apoyó el hombro contra el caparazón de Casandra. Hacía calor y el calor le parecía maravilloso, relajante. Encontró un lugar más allá del charco de gel congelante y se sentó. Todavía podía verla.

    Y estaba seguro de que ella todavía podía oírle.

    "Tengo que contarte el resto para que lo sepas. Me preguntarás por qué no hice esto antes. ¡Cinco años! Eso es lo que me dirás. ¿Cómo había podido esperar cinco años para hacer algo? Yo quise ayudarte, Em. Tenía tantas ganas, pero no pude. La estación dependía de Casandra. Casandra lo maneja todo, y ella no iba a dejarte marchar a menos que yo la matara. Y yo no podía matarla sin matar a todos los demás, y aunque lo hubiese hecho, ¿dónde te habría dejado esi a ti? Yo no tenía el mecanismo para salvar tu mente. Casandra no me iba a decir cómo deshacerlo y yo no habría sido capaz de resolverlo sin ella hasta que el organismo se presentó. Excepto, por supuesto, por el hecho de que incluso entonces no podía proceder. No podía darme el lujo de matar a Casandra hasta que todos pudieran estar a distancia segura."

    "Así es como hemos llegado a este punto. Solos tú y yo, la estación está abandonada, la Tierra está a mil millones de kilómetros de distancia, y nadie volverá aquí en corto plazo. Ya que Casandra ya no controla todo el sistema autónomo. Podemos esperar que la privación atmosférica nos mate en breve si el frío no nos congela primero. Aunque tuviese el tiempo y el conocimiento para encender todos los dispositivos de soporte vital entrelazados, eso solo prolongaría lo inevitable. No podemos irnos. Ilam y los demás se marchan en el Módulo de Escape y no pueden esperarnos."

    "Y aparte de todo eso, tengo el problemilla de que estar infectado con el mismo organismo que todos los demás, igual que tú, y no puedo aceptar la terapia hasta que tú estés a salvo, absolutamente segura, de vuelta, sana y salva, porque voy a olvidar lo que he estado haciendo, lo que había que hacer para salvarte. Que era posible salvarte. Espero no ser ya un demente loco para cuando llegue ese momento, porque me gustaría verte de nuevo. Me gustaría mucho hablar contigo una vez más.

    "Ese es mi dilema. No tengo tiempo para salvarte a ti y a mí mismo, y al elegir salvarte a ti, nos he matado a los dos."

    "Y mi única esperanza es que pronto abras los ojos y me sonrías y me digas que lo entiendes todo. Que me digas que me perdonas, que tomé la decisión correcta, que estás dispuesta a pasar unas últimas horas juntos a cambio de todo lo que podría haber sido. Eso es todo. Solo dime que valió la pena".

    Dime que cumplí mis promesas.

    Al otro lado de la habitación, el intercomunicador sonó. Brett se levantó, se acercó a su lado.

    "Soy Brett".

    Estática crujió por la línea, pero reconoció la voz de Ilam a través de ella. "¿Estás bien?"

    "Todavía estoy aquí".

    "Hemos oído a Casandra. No sonaba muy feliz".

    "No lo estaba. Pero ella ya no tiene que preocuparse por eso. Tú tampoco. ¿Estáis en el módulo?"

    "Los demás están adentro. Yo estoy en la esclusa de aire. Pensé que debía llamarte por última vez, para que supieras que nos estábamos preparando para irnos".

    Ilam sonaba sombrío. Abandonar a un hombre no era una decisión que aceptara voluntariamente. Brett entendía esto y habría sentido lo mismo.

    "Me quedo", dijo él. "Que tengáis un buen vuelo".

    "Brett, espera un momento".

    "¿Qué? ¿Necesitas instrucciones de vuelo? Siéntate en la silla y pulsa el botón de «Lanzamiento». La nave hará el resto".

    "Por favor, solo un momento".

    "No tenéis un momento. Cada segundo que te quedes pone en peligro la seguridad de la tripulación y la integridad del procedimiento. No le hace ningún bien a nadie si andas atrayendo organismos para llevarlos a la Tierra".

    "No vamos a llevar nada a la Tierra. Yo me ocuparé de eso y me aseguraré de que la nave de rescate siga los protocolos completos de descontaminación".

    Brett sacudió la cabeza. "Creíamos que teníamos suficientes protocolos de descontaminación".

    Ilam dudó. Cuando habló, su voz era tranquila. "¿Está ella fuera de la cápsula? ¿Has llegado hasta ahí ya?"

    Brett no respondió. No quedó tentado de preguntar cómo lo sabía Ilam.

    "No hacía falta que me lo dijeras", dijo Ilam. "Incluso antes de que Casandra comenzara a parlotear sobre asesinato, era obvio lo que estarías haciendo. Llevo siguiendo tu progreso en la estación hasta que interrumpiste mi enlace a través de Casandra".

    "Ella está infectada con el organismo, Ilam. Igual que yo".

    "Cristo. ¿En qué estabas pensando?"

    "Eso no es problema tuyo. Saca la nave de aquí".

    "Espera, por favor". Ilam hizo una pausa para recuperarse. Estaba pensando rápidamente, pensó Brett, tratando de toparse con cualquier palanca que le moviera. "Podemos lidiar con eso".

    "No sin un riesgo excesivo y no sin quemar un tiempo que no tienes".

    Ilam volvió a maldecir, luego dijo: "Encontraremos una manera de tratarla aquí, en proceso. La nave tiene un laboratorio meca rudimentario. Insistiremos en procedimientos estrictos de descontaminación tanto en la recogida como antes del ingreso en la atmósfera de la Tierra, os mantendremos a los dos en cuarentena. Podemos decirles qué buscar, Markus. Podemos mostrarles cómo tratarlo".

    A menos que no tengas la oportunidad, pensó Brett. No tienes el equipo para ponernos en cuarentena a bordo del módulo, y no comprendes lo que he hecho. No sabes lo infectada que está, tal vez más que nadie. Tal vez la terapia no funcione bien y el organismo viva en ella, reproduciéndose, hasta que los mechs dentro de los demás se disuelvan y estuvieran listos para la reinfestación. Eso no era un riesgo que él estuviera dispuesto a correr.

    ¿Había otras formas en que podría haberlo hecho? Sospechaba que las había. Podría haber desarmado a Casandra antes y amarrar a la tripulación con trajes electrónicos o alistar a Ilam para mantener en funcionamiento los sistemas de soporte vital. Él podría haber incubado a Emily y trasportarla sin el organismo, esperar mejores instalaciones y mentes más ágiles para resolver el problema de su supresión autodefinida. Con suficiente tiempo, Ilam probablemente podría haber diseñado un meca solo para esa tarea.

    Pero él había visto médicos examinarla una vez. Los había escuchado pronunciar su estado de inmediato. Y había visto la duda de Ilam. Nadie salvo él la reconocería como algo diferente al componente biológico de un sistema Casandra. Ellos no querrían dar los pasos necesarios para salvarla. Al igual que Ilam, dirían que él estaba loco por haber pensado que quedaba algo de ella. Ahí habría acabado todo el asunto. Y después de haber recibido su propio vial de terapia meca, él mismo habría estado de acuerdo con ellos.

    O quizá no pudieran ayudarla. Tal vez solo los bastardos de Industrias Palimpset entendían completamente el procedimiento que la había convertido en lo que era. Casandra había sugerido lo mismo. La mayoría de los sujetos se volvían locos cuando se eliminaban las supresiones.

    Definitivamente, nadie iba a tolerar la terapia que él había desarrollado, prescrito y administrado para ella. Aunque la consideraran más allá de ayuda, a él le habrían condenado.

    Pero al final, cada una de estas opciones implicaba la potencial exposición de otras personas al organismo, más muertes potenciales, incluso con el protocolo mech que Liston e Ilam habían desarrollado.

    Él había elegido el único curso de acción razonable. Brett sacrificaría su vida por ella, y una vida era suficiente.

    "No", fue todo lo que dijo.

    Ilam podría haber ofrecido otra discusión, pero Brett no lo dejó. Apagó el intercomunicador y aplastó el altavoz y la consola de transmisión. La discusión había terminado.

    Brett se giró y se sentó cerca de Emily, y esperó.

Capítulo 29

    Y esperó.

    Durante el estruendo del Módulo de Escape encendiendo los motores;durante el rugido embriagador y violento de el lanzamiento que atravesó la cúpula retráctil, durante los silencios y el vacío de una estación abandonada de toda vida humana, excepto la suya; Brett esperó.

    Arrancó las patas de la endeble mesa y la colocó sobre los paneles frontales de Casandra, luego se sentó encima de ella dando la espalda al calor y con la cabeza al lado de la cápsula destrozada. Cuando alzaba la vista, podía ver a Emily.

    Cuando miraba hacia abajo, podía ver las cartas tal como él las había repartido, extendidas entre las piernas. No podía recordar la disposición de la mano de diez cartas tal y como Ritter le había enseñado ni el significado de ninguna de las cartas en sí. No había encontrado el ordenador portátil de Ritter con la base de datos de significados y no tenía ganas de buscarlo. Ni siquiera sabía por qué había recogido las cartas en primer lugar. Había sido algo que había hecho, un elemento no considerado en su lista de recados.

    Notó vagamente que probablemente era una mala señal, una especie de indicador negativo del control de los organismos sobre él. Pero no podía analizar su significado, así que lo ignoró. En cambio, repartió las cartas porque le mantenía ocupado mientras esperaba.

    Le gustaba sentirlos en sus manos, su resbaladizo y resistente peso, el proceso mecánico de barajar, repartir y reflexionar. Esto era lo que había descubierto. Lo que las cartas significaban, lo que la gente decía que significaban, era insignificante para él. Sus decisiones las había tomado él y no solo había adivinado, sino que había forjado su futuro. No había nada profético que las cartas pudieran decirle que fuera de algún valor o que ya no fuese conocido.

    Pero mientras las miraba, estudiaba sus imágenes, sus fondos, las imágenes cálidas y sólidas que mostraban, él construía una narrativa. Las cartas susurraban historias edificadas con imagen y pensamiento y correlaciones sueltas. Le contaban una historia que era única cada vez que las repartía, y aunque no era su historia, era humana. Estaba poblada de vidas y destinos gloriosos, por personas con largas y complejas historias que se entrelazaban con las suyas por el puro y simple hecho de su comunidad humana. No eran reales, pero él las entendía.

    Inspeccionó las cartas que tenía delante, la mayoría de ellas Copas. Los colores eran verde y azul, cielo y mar, orilla y espuma. El hombre de la primera carta estaba de pie en la arena y miraba hacia el ancho y vacío horizonte buscando barcos que no llegaban o barcos que habían partido. Brett lo entendía. Un hombre atado a la tierra por la historia y el entrenamiento, un hombre aterrorizado por la vasta profundidad que se extendía ante él. Pero un hombre que también la amaba, que escuchaba el estallido de las olas y experimentaba tanto terror como deseo.

    El hombre desconocido también estaba en la siguiente carta, y en todas las que seguían. Un hombre desesperado por encontrar su camino, por lograr alguna victoria sobre el terror, algún entendimiento de aquello que más deseaba, sin notar que los dos no eran distinguibles. No era una propuesta de uno u otro. No había deseo sin terror, ni terror sin lo que más deseaba. Eran lo mismo.

    Saltó hasta el final para ver si alguna vez descubría la verdad. ¿Reclamaba su deseo solo para encontrar, una vez que lo tenía, que no era placentero poseerlo? ¿Que el placer era lo único que él buscaba en tal persecución? ¿Se desilusionaba por el conocimiento o quedaba paralizado por el miedo de modo que nunca obtenía sabiduría? ¿Había sabiduría en la victoria o se hacía la sabiduría en los sacrificios?

    Pero la carta no contenía respuestas. La imagen no era una Copa. Era un hombre yaciendo en su cama, soñando, y Brett no podía determinar si los sueños eran problemáticos o agradables. Y él entendió esto también. No se le daba a un hombre el saber al ganaba los juegos que jugaba consigo mismo. Jugaba el juego y eso era todo. Tomaba sus decisiones, establecía sus prioridades y vivía con las consecuencias que estas traían. Nunca había un fin.

    Pero el terror, ¿era esto miedo a elegir correctamente o a elegir mal? ¿O era simplemente la naturaleza de la elección en sí misma?

    Toda decisión crea el mundo en el que un hombre camina. Toda acción o ausencia de acto es un evento de proporción divina. Toda palabra dicha y potencial realizado cincelan un cuento en piedra imborrable. Nada de eso puede ser recreado de nuevo.

    Brett apoyó la espalda en el todavía cálido caparazón que había sido Casandra. Casi todo el humo se había disipado. Él había abierto la puerta del pasillo para ventilar la sala, no había razón para mantenerla cerrada. No quedaba nadie para molestarlo.

    Una vez más, olfateó el aire y revisó su lista mental de síntomas de hipoxia. Dificultad para respirar. Puntos en la visión al parpadear. Se habló a sí mismo y su voz sonó lúcida, normal. No sintió mareos cuando se puso de pie.

    También estudió a Emily en esos momentos. Ella le miraba parpadeando ocasionalmete. Sus labios no tenían expresión. Él le palpó las mejillas y la frente en busca de indicios de fiebre. Durante largos momentos, la observó respirar con ritmo superficial. Le colocó los dedos en el cuello y tomó la medida de su pulso fuerte y constante.

    Eso era todo lo que él podía hacer. No tenía idea de qué buscar de ella, qué forma tomaría el avance del organismo a través de su sistema. Se le ocurrió que ella podría seguir el curso de Ritter y el de Tappen y de Micah. Si ella caía en coma, ¿se daría cuenta él siquiera? ¿Sabría únicamente que había perdido la oportunidad de salvarla cuando ella dejara de respirar?

    No tenía respuestas y él no se movió para encontrarlas. El terror estaba en la elección, no en la decisión tomada.

    Creía con la infalibilidad de la juventud que cuando llegara el momento de actuar, lo sabría.

    Así que la revisó a menudo, pero nunca por mucho tiempo. De la misma forma en que pensaba en los demás a menudo, pero con la misma brevedad.

    Imaginó el momento del lanzamiento, su gloriosa conflagración, el peso de la aceleración, el agarre de los reposabrazos y el rechinar de dientes. Luego la plumosa ligereza flotante antes de que los rotores gravitatorios se pusieran en marcha. La pausa sin aliento antes de que la luz de éxito en la transmisión de comunicaciones se encendiera. Visualizó la llamarada saltando de baliza a baliza, de regreso a través de la red de estaciones avanzadas del espacio profundo, eventualmente hasta la Tierra. En un ciclo externo después de la verificación, esta vez tejido con instrucciones para una nave de rescate que él visualizó con masivos impulsores y matrices de recepción y enormes bahías de recuperación fluorescentes.

    Se paró allí con el rescate en camino. El último de entre su gente había ido más allá del poder de Brett para salvarlos. Otros harían el resto y eso le complaciómiia. Liberaba la tensión que había llenado sus pulmones con un fluido tan pesado y sofocante como el que Emily había soportado dentro de la cápsula.

    Llevó unos segundos imaginarlo, y eso fue suficiente. Más tiempo y el tiempo se desvanecía en él. Se plegaba en una capa de imágenes, experiencias y recuerdos que surgían como amapolas en nocturnos valles sinápticos. Se perdía junto a estanques poco profundos que le mostraban el reflejo de su vida.

    Y luego él regresaba bruscamente y maldiciendo y se preguntaba si esta sería la última vez que se recuperaría. Llevaba el autoinyector en el bolsillo de la cadera, el vial etiquetado con su nombre cargado en la cámara, y rezaba para no tener que usarlo. No hasta que el resto estuviese hecho y Emily estuviese a salvo.

    Rezó para que su mente no divagara.

    Y no permitió que la escasez de atmósfera le molestara. Estaba claro que el aire duraría más que él, probablemente varias horas más.

    Después de un par de horas, pensó que la fiebre por fin había empezado. La piel de Emily estaba enrojecida, caliente y seca al tacto. No podía estar seguro porque la temperatura en la estación había comenzado a bajar. Aún no podía ver su aliento, pero la sala se estaba volviendo incómoda. En otra hora tendría que ir a buscar mantas para ambos o una unidad de calefacción portátil si podía encontrar otra cosa, aunque más para ella porque su piel y el jersey de plástico que llevaba seguían húmedos. Sería ridículo llevarla al borde de la salvación solo para perderla por una neumonía.

    Los ojos de Emily parecían más brillantes, al límite del estado de alerta. Las pupilas estaban dilatadas por el resplandor de los halógenos como si los percibiera a través de una bruma, intentara y no pudiera enfocarse en su resplandor. Brett se dio cuenta de estas cosas y; cuando le puso las manos encima, lo que era más frecuente ahora; notó que le temblaban los dedos.

    Había guardado las cartas. Ya no necesitaba la distracción. Cada vez que respiraba, esperaba una señal, algún indicio de su consciencia despertada. Brett había movido la mesa para que quedara frente a ella. Cuando se ponía en pie, ella estaba al alcance de la mano.

    Él la contemplaba sincronizando la expansión de sus pulmones con los de ella. Sonreía, fijo y constante, porque quería que eso fuese lo primero que ella viera. Él quería que emergiera y supiera de inmediato que ella estaba bien.

    Como no podía contener su impaciencia, habló con ella.

    "Mírate. Me vas a matar como te deje cerca de un espejo. ¿Qué? Ni siquiera pude encontrar tiempo para limpiarte esas manchas de humo en la nariz. Puedo oírte decirlo. ¿Recuerdas la primera vez que tus padres vinieron a casa? ¿Cómo pasamos todas esas horas limpiando los parterres y cortando el césped? Luego se te ocurrió la brillante idea de pintar la barandilla del porche una hora antes de que llegaran. Tenías pintura en la nariz y no te lo dije. Ni siquiera recuerdo si lo había visto antes de que tu madre dijera que allí estaba. Probablemente no, ¿sabes? Estaba tan asustado, tan jodidamente ido de la olla. Que si van a odiar la casa. Van a odiar mi empleo. Por el amor de Dios, van a odiarme a mí."

    "Pero tú eras hermosa para mí. Todavía eres hermosa para mí. Esa es la verdadera razón por la que no habría visto la pintura en tu nariz, aunque fuese de ese horrible verde. ¿Cómo se llamaba? Esmeralda de Álamo Temblón o algo así".

    Se rió del recuerdo, tan claro y fresco que casi podía sostenerlo entre las manos y darle la vuelta como una preciosa reliquia. Oh, ella le había dado el infierno antes de irse a la cama. También recordaba eso. Saltando sobre él después de que él estuviera bajo las mantas y sin poder liberar los brazos, usando sus largos dedos para hacerle cosquillas en las costillas, en el costado del cuello, gruñéndole para que sus padres no pudieran oírla a través de las paredes y él no pudiera saber si estaba enfadada de verdad o solo quería jugar.

    Ellos sí jugaron más tarde, cuando la tormenta barrió sobre la playa desde los cielos que habían estado despejados momentos antes. Él la había tomado con un golpe de relámpago y un trueno ensordecedor. Él se había arrodillado y ella se había montado a horcajadas, y mientras hacían el amor, él había observado la tormenta por la ventana encima del hombro de ella. Esta golpeaba las crestas de las olas de plata y blanco. Las sombras tiznaban el agua de negro. El viento había arrancado tres de sus postigos y por la mañana él solo había podido encontrar uno de ellos, y eso en tres pedazos separados por casi cuarenta metros en la playa.

    Brett pensó haber visto su boca moverse. Un repentino capricho de los labios en una esquina, como una sonrisa que casi había florecido. Porque quizá ella también recordaba el resto, la parte en la que ella se dejaba llevar hasta un chillante clímax segura de que la tormenta ahogaba su voz, pero que no había conseguido ahogar las llamadas de su madre en la puerta del dormitorio, ni sus preguntas casi frenéticas sobre la capacidad de una casa tan vieja de sobrevivir a esa noche. ¿No crees que sería prudente que subiéramos al coche y buscáramos refugio en el hotel de la ciudad?

    Él sacó el autoinyector y lo examinó. Aunque dio un tirón demasiado firme. Este se enganchó en el borde del bolsillo y lo volvió del revés. Un frasco se derramó, rodó sobre la mesa hasta el borde y cayó en el charco de gel. Él lo recuperó rápido, lo secó con el brazo. Se aseguró de que la etiqueta siguiera adherida.

    No quería confundirlos. No, eso sería una mala idea.

    La tinta se había corrido, pero la impresión aún era legible.

    Brett.

    Leyó el vial en el inyector como precaución.

    Emily.

    Era la tercera vez en media hora que los comprobaba desde que había hecho el cambio.

    Se había preguntado en las últimas horas si Casandra había sabido lo que él había estado haciendo en aquel momento. Cuando él le pidió que le ayudara, que preparara un protocolo meca del diseño de Ilam y Liston de la imagen neurológica de Emily, ¿había sospechado algo? Si lo había hecho, no había dicho nada al cumplir con sus instrucciones. Y si no, si no había logrado establecer la conexión entre sus conversaciones y una pista tan obvia, ¿qué indicaba eso sobre la posesión de la consciencia que él le había atribuido?

    Debería haber preguntado. Deseó poder preguntar ahora. ¿La habría complacido sacrificarse por la felicidad de Brett?

    Ella le había dicho: La medicación sedante recetada por el Dr. Liston no es un elemento necesario en este tratamiento. La estructura neurológica de Emily Rosette se ajusta actualmente a la imagen transmitida a las unidades nanomecas. Su función de diseño es la erradicación de organismos no autorizados. Emily Rosette no experimentaría la incomodidad física proyectada por el Dr. Liston para otro personal de estación en este tratamiento.

    Proyecta su probabilidad de sobrevivir a la terapia, le había pedido él.

    Debido al registro preciso de la imagen y la frecuente calibración neurológica, se esperaría que Emily Rosette se recuperara de la aplicación de este tratamiento sin un riesgo sustancial.

    No sabía si ella lo había dicho en serio o si simplemente había seguido sus órdenes.

    Pero Emily estaba yendo hacia él ahora. Podía sentirla elevándose hacia él desde el pozo de las sombras, desprendiéndose de la rígida piel del control impuesto de Casandra.

    Él acomodó el agarre del inyector en su palma y presionó el dedo por el gatillo. Era casi la hora.

    Y él llegaría hasta el final. Unos minutos más y Emily le daría la señal de estar lista para la inyección. Poco después, minutos, tal vez una hora, ella estaría despierta y alerta y él le explicaría las cosas que había hecho. Ella le diría que se inyectara, pero él no lo haría. Una pérdida de tiempo, le diría. La atmósfera habría desaparecido antes de agotar el efecto del sedante y esas últimas horas eran suyas. Con ella para enfocarle, el organismo estaría controlado.

    Era el único guión de eventos que él quería imaginar.

    Brett se levantó y se acercó a ella. "Recuerdas la casa, ¿no? ¿Cómo podrías olvidarla? Incluso cayéndose a pedazos era un lugar maravilloso para nosotros. La he guardado, Em. La hipoteca sale de mi cuenta. Probablemente ahora esté pagada. Si es que sigue en pie, claro está."

    "Pero yo pienso en la casa y ¿sabes lo que recuerdo? El océano. La forma en que huele, la forma en que se veía por la mañana cuando el sol rompía el horizonte. Naranja y rojo, como si estuviera ardiendo. He pensado en la casa a menudo porque aquí no hay agua. Dicen que sí, o que algún día la habrá. Archae Stoddard tendrá océanos aunque tengamos que formarlos gota de lluvia a la vez, pero sé que nunca será igual que allí. Nunca tendrán aquí la vista que teníamos desde nuestro porche."

    "Nunca serán igual y nunca te tendrán a ti".

    Se acercó. Si ella iba a salir de su represión, había cosas que él aún tenía que hacer. Tenía que soltarla del arnés. Tenía que abrir un espacio en la parte posterior de su jersey y exponer la columna vertebral para la inyección. Tenía que encontrar el lugar correcto entre las vértebras como Liston lo había hecho y Casandra se lo había explicado en detalle. Luego se las arreglaría para no perderse a sí mismo. Aunque como Ilam le había dicho, eso no importaría. Los mechs harían el trabajo. Pero una vez que ella volviera a él, no querría perder un momento con ella. No podía permitirse el retraso de un minuto siquiera, no cuando quedaban tan pocos para ellos.

    "Me oyes, ¿verdad? No puedes responder, y tal vez no entiendes por qué, pero me oyes".

    Otro paso y él quedó a su lado. La miró a la cara. Su boca se movió, los labios se separaron. Ella hizo un sonido como un susurro.

    "¿Emily?"

    Ella parpadeó. Sus ojos se movieron de un lado a otro, luego se fijaron en él.

    Emily.

    Él quiso gritar.

    "Estoy aquí", dijo él, pero tenía la garganta espeda. El sonido que salió fue ininteligible. "Soy yo, Markus. Estoy aquí. Siempre he estado aquí".

    Él extendió el brazo hacia ella, no temblando esta vez, sino firme. Ella estaba acudiendo hacia él de la única manera que podía: respondiéndole de una manera que él había olvidado a lo largo de los años. Reconociéndolo como él mismo, como Markus.

    Brett colocó la mano en su mejilla. Por un terrible y divino instante, pensó que ella podría hablar.

    Y en ese momento, Brett fue arrastrado fuera de allí.

    Caía en picado por un vasto precipicio de oscuridad, frío y plástico. Se precipitaba por el vacío con el viento aullando en sus oídos y su cuerpo girando como una peonza. Durante un tiempo gimió los gritos de los angustiados, pero su voz no hizo ningún sonido en sus oídos. No había testimonio de su pérdida.

    Emily. ¿Dónde estaba Emily en este momento? ¿Qué descubrimientos estarían aflorando en ella? Su cabeza rapada, su carencia de brazos y piernas, este lugar alienígena y este sueño extraño que no tenían nada que ver con la vida como ella la recordaba. ¿Dónde estaba la carretera rural de Georgia, la mañana de primavera, el horizonte del océano justo más allá de los árboles distantes?

    Él había llegado tan lejos para no traerle nada. Había nadado tanto para que ahora el organismo lo arrebatara en la orilla.

    Pero eso fue exactamente lo que se había hecho. Él conocía esta noche y su abrazo sofocante. Ritter se lo había mostrado.

    La oscuridad se hizo añicos, colores creados en el espacio de un instante brillaron ante él. Brett se había trasladado desde la nada hasta aquí, Keter a Malkhut. Sus ojos se ajustaron y su cuerpo le envolvió, y él quedó en medio de un día dorado, en una playa llena de escombros y golpeada por las olas de invierno. El aire era intenso y él vestía una chaqueta de lino que no amortiguaba el viento cortante. Le soplaba el cabello sobre los ojos y él deseó haberse puesto un sombrero. Hizo lo mejor que pudo, reuniendo la mayor cantidad de mechones que pudo atrapar en una coleta improvisada.

    Esta habría sido la línea de propiedad. Justo al subir la pendiente; más allá del límite de la playa donde la tierra comenzaba a extenderse en colinas como dunas y la arena se convertía en gavillas de hierba alta; pudo ver el poste que Don, el agente inmobiliario, les había dicho que buscaran. La casa solo era parcialmente visible desde aquí. Gran parte de ella se desvanecía en la curva de la orilla, pero se podía ver el techo. Podía ver desde aquí que necesitaría tejas nuevas para la primavera si ya no tenía fugas.

    Pero en realidad no vio el mal techo o las tablas desgastadas, ni la podredumbre seca ni las canaletas derrumbadas. Vio el potencial. Nuevas luces en el comedor y una semana fregando las paredes, y ese gran y antiguo salón brillarían. Los ricos paneles marrones relucirían con tu reflejo. Y había ventanas en todas las habitaciones, delgadas y altas, y en el calor del verano, la luz del sol atravesaba los paneles y llenaba la casa de calor. Las olas rompientes le llenaría—les llenarían—el sueño por la noche en lugar de gritos, disparos y chirridos de neumáticos.

    Las lágrimas brotaron de sus ojos, pero él sacudió la cabeza para contenerlas. Apretó los dedos en puños. ¡No iba a ponerse a llorar! No sobre una cosa tan tonta como una casa. No cuando habría otras casas más en su rango de precios, algo menos de cien mil dólares por un establo glorificado que había visto tiempos mejores. Probablemente había visto mejores tiempos antes del cambio de milenio.

    ¿Qué piensas? le dijo Markus al oído. Sabía lo que Markus quería escuchar.

    Es demasiado.

    Por supuesto que es demasiado, pero no te he preguntado eso.

    Él se giró tiritando, los pocos cabellos sueltos todavía le hacían cosquillas en la nuca cuando el viento los movía. Markus estaba a su lado con los brazos cruzados sobre el pecho. No estaba mirando en su dirección, sino hacia el agua. Él siguió la mirada de Markus y vio un barco allá afuera surcando las olas, su pila arrojaba una nube de humo negro.

    Él no había respondido y Markus dijo: Me gusta el océano. Me gusta la idea de tener una playa.

    Eres de Indiana. ¿Qué sabes tú del océano?

    Markus se encogió de hombros. Sé que es casi la temporada de huracanes y Bobby u Owen o Mathilda pasarán por aquí este año y todos los años después de este, y cada vez harán un poco de daño. Se llevarán persianas y las barandas de los porches, romperán ventanas e inundarán la cocina. Y un día, uno de ellos tendrá suerte y arrojará toda la maldita casa al mar. Sé que una casa en la playa es una compra de idiotas para personas que apenas pueden pagarlas.

    Eso fue lo que realmente sintió Markus. Lo había dicho desde el principio. La única razón por la que incluso llegaron tan lejos fue porque Markus estaba dispuesto a complacerle.

    No van a bajar de precio, dijo él.

    Por supuesto que no. El dinero no es por la casa, es por la tierra. La casa es un bonus.

    Era hora de irse. Cuando Markus ponía ese tono, esa dura molestia, significaba que había terminado. Su estado de ánimo se había agriado, sus pensamientos lo habían distanciado del contacto significativo. Lo que quedaba era sarcasmo y una especie de determinada sordera que le permitía creer que no iba a usar réplicas cortantes.

    Él intentó sonreír y pasó la mano entre el brazo y las costillas de Markus. Acompáñame al coche.

    Pero Markus no se movió. No has respondido mi pregunta.

    ¿Cuál de ellas?

    Te he preguntado qué pensabas.

    Su corazón tropezó, comenzó a martillear. ¿Qué estás diciendo?

    Estoy diciendo, ¿quieres la maldita casa o no? No voy a tratar de convencerte.

    Tú odias la casa. La has odiado desde el principio.

    Claro, pero ¿es mejor que donde estamos ahora? Esa es una respuesta fácil. ¿Puedo hacer que funcione el aspecto financiero? No felizmente, pero podemos hacerlo. La pregunta no tiene nada que ver con la casa. Se trata de nosotros. Se trata de querer algo por ninguna otra razón que no sea porque tú lo quieres. Te amo, Emily. Dime que la quieres y yo lo haré realidad.

    ¿No te arrepentirás dentro de seis meses? ¿Prometes que, cuando se rompa el refrigerador o se caiga el porche, no vas a comenzar a llamarla mi casa y mi culpa, ni vas a quejarte de que deberías haberlo pensado mejor.

    Markus puso los ojos en blanco como para indicar que ese tipo de comportamiento estaba ridículamente por debajo de él. No puedo garantizar que nos sobre dinero para muebles. Tendremos que vivir por un tiempo con las cosas que ya tenemos.

    Dime que realmente quieres decir esto.

    A la una.

    Lo digo en serio.

    A las dos.

    ¡Markus!

    Última llamada.

    ¡Sí! Bien, esta bien. La quiero. La quiero más que nada.

    ¡Vendida a la hermosa señorita que se estremece en la primera fila! Felicidades, madam, acaba de comprarse una casa.

    Él echó los brazos alrededor del cuello de Markus y lloró ahora. Las lágrimas rodaron por sus mejillas y parecieron congelarse allí. Markus le abrazó en respuesta, y él era fuerte, cálido y también estaba feliz. Markus estaba tan feliz como él. Con todo de sí mismo, toda su alma y mente, le apretó una vez y susurró las únicas palabras lo bastante importantes para expresarse él mismo.

    Te amo, Markus.

    La imagen se congeló, luego se desvaneció. El tiempo cambió, retrocedió con un telón de fondo de terciopelo en blanco.

    Otras escenas inundaron la consciencia de Brett. Rick Thompson tanteando torpemente en el asiento trasero del coche de su padre después de la danza de primavera y los tres minutos que tardaron en perder mutuamente la virginidad. La oleada de horror del suspenso en el primer examen de cálculo de su primer año en la escuela secundaria, la forma en que el Sr. Axtell frunció el ceño cuando le devolvió el examen. La fiesta del pijama en casa de Ann Meredith cuando Ann y Theresa y otras tres chicas le sujetaron en la cama y le hicieron cosquillas hasta que se orinó en los pantalones, luego Ann se lo contó a todo el vecindario al día siguiente. La vergüenza y el odio aún ardían al rojo vivo incluso después de todos estos años. Estaba parado desnudo ante un espejo, estudiándose a sí mismo de perfil, frunciendo el ceño ante sus pequeños senos y piel pálida. Sus ojos eran bonitos, probablemente su mejor característica, ¡pero qué chico en su sano juicio le encontraría atractivo solo por sus ojos, por el amor de Dios! ¿Alguna vez iba él a llenar el jersey como esa furcia de Molly Branigan?

    Hubo una mañana a finales de la primavera. El aire era húmedo, opresivo. Donde el sol golpeaba el camino levantaba brillos de niebla y calor. La tormenta de la noche anterior había sido fabulosa. El trueno había sacudido las ventanas. La lluvia caído contra el techo no con repiqueteos, sino con golpes. No podía creer que Markus hubiera dormido algo. Ciertamente él no lo había hecho, y aunque se habían acostado juntos, se había cansado de la lucha interminable para lograr que Markus hiciera algo con sus brazos que no fuese dejarlos caer en un abrazo suelto que le permitiera roncar en su oído. Tenían que abrazarte durante una tormenta como esa o lo único que hacías era permanecer despierto mirando al techo e imaginando pesadillas. De modo que él se había levantado, se había puesto el kimono de seda y bajado las escaleras. Había visto la televisión hasta quedarse dormido acurrucado en la silla, con el volumen casi al máximo para poder oírlo entre los truenos y el traqueteo del cristal de la ventana por el viento.

    Pero la tormenta había terminado ahora y el día se estaba formando gloriosamente, espléndido como solo un día puede serlo después de una gran y violenta tormenta. Repasó la lista en su mente mientras Markus conducía. Comida para el señor Refunfuñante para que dejara de subir el hocico hacia las sobras y se convirtiera en el señor Francamente Hostil. Pan. Leche. Si podía convencer a Markus, tal vez un poco más de pintura para el pasillo de arriba. Era un desperdicio de dinero, pero incluso después de tres semanas, no podía conseguir apreciar más la apariencia del Nutria Sherpa en la pared que como quedaba en la lata.

    Balanceó las piernas y cruzó los pies colgándolos por la ventana. Bajóo más en el asiento para que el viento no le enredara el cabello, aunque no habría pedido que le arreglaran la parte superior para nada. Se echó hacia atrás hasta que su cabeza descansó sobre el lateral del asiento de Markus y cerró los ojos. El sol brillaba en su rostro y se sentía bien. Una promesa del verano que vendrá después de un invierno gris y triste.

    ¿Qué más? Algo de chocolate que parecía casero para llevar a la oficina el martes para la despedida de soltera de Melissa. Él ya tenía el regalo, por lo que eso era una cosa menos de lo que preocuparse. Él arrugó su frente. Le faltaba algo. Revolvió mentalmente los armarios de la cocina, el botiquín del baño y la despensa. Había comprado tampones la semana pasada, pero no esperaba tener que invitar al ratón a entrar en casa hasta final de mes, así que no era eso.

    ¿Huevos? ¿Pollo? No podía recordarlo.

    A su lado, Markus sacudió los brazos tan ferozmente que él sintió el asiento balancearse debajo de su cabeza. El coche siguió el movimiento brusco y se lanzó hacia adelante. Escuchó a Markus maldecir, una gruñona, fea y aterrada exclamación.

    Limpiador de alfombras, eso era. Jesús, ¿cómo había podido olvidar eso? Lo quería a mano para la nueva alfombra en la sala de estar antes de que los episodios de diarrea del Sr. Refunfuñante y el barro de la primavera la arruinaran.

    Pensó esto y abrió los ojos. Hubo un sonido húmedo y fangoso. El mundo giraba ante él, pero era lento, fuera de tiempo, fuera de sincronía con el universo. Extendió las manos para agarrarse, pero no había nada que agarrar.

    Sensaciones se apilaron encima de él, demasiado rápido para pescarlas todas. Hubo una sacudida y se golpeó la cabeza contra algo duro. Un sentimiento curioso como la ingravidez. Parecía caer de punta a punta. Luego salió volando a través de la fantasía de vuelo de un águila. Las empinadas paredes del Hueco de Miller se desplegaron por debajo, el impresionante cielo brillaba sobre él. Más allá de los árboles, el sol golpeaba una franja de océano y lo coloreaba de líquido.

    Luego sintió dolor en los muslos, justo por encima de las rodillas. Gritó y después Ícaro cayó en picado al mar. Excepto que el mar era duro, denso con rastros de piedra y cuchillas de hierba y gotas de aire vacío entre ellos. El impacto le quitó el aliento de los pulmones. Volvió a levantarse en el aire y cayó más adelante. Piedras afiladas le desgarraron los brazos y le magullaron la espalda.

    Cayó, ciego, desorientado e incoherente, consciente de su incoherencia, y sabiendo al mismo tiempo que algo iba mal. Terriblemente mal, el tipo de tragedia sobre la que lees en los periódicos o ves en las noticias.

    Un último lanzamiento al espacio abierto, luego aterrizó de lleno sobre una losa de piedra. Escuchó algo crujir. Su cuello se adormeció como lo haría su brazo si se golpeaba en el nervio del codo. No exactamente entumecimiento, sino una especie de insensible quemadura y hormigueo. Muy por encima de él, podía ver un poste de teléfono y la curva de la cresta donde la carretera se clavaba en la Esquina de Miller.

    Tenía dos pensamientos, entrelazados. Estaba herido de gravedad, probablemente peor de lo que quería saber. ¿Y cuánto tiempo tardaría Markus en venir a por él?

    Después de eso, solo había oscuridad.

    Y Brett otra vez.

    No había palabras en este lugar, ningún pensamiento como él lo reconocía, solo la cascada de imágenes y recuerdos y la vida que Emily había vivido. El mundo que ella había creado para sí misma. El organismo le había dicho a Brett lo que pensaba, tan elocuente y completamente como él sabía lo que pensaba a su vez.

    La pequeña porción que quedaba de sí mismo que sufría por ella. La Emily que le habían mostrado, la Emily que había él experimentado era una criatura profunda. Ella era un universo en sí misma. Vasto, complejo, con una vida secreta y una belleza secreta que él nunca había conocido. La había extrañado tanto, y lo que sabía de ella ahora la convertía en un icono, una figura de reverencia.

    Y él entendió que ella también conocía su mente. Sus recuerdos. Su mundo. En la oscuridad, ambos se habitaban uno al otro sin tocarse. Sus espíritus parpadeaban por caminos paralelos que nunca se encontrarían. Había otros esperando para comunicarse. Fantasmas de una raza muerta un millón de años atrás. Los instintos teñidos de carmesí de animales. Recuerdos humanos de dos mil vidas y dos mil cuerpos sellados en sus tumbas de piel de acero por todo Archae Stoddard. Una red viviente de pura memoria circulaba alrededor de una red psíquica de organismos que luchaban por comprender los fallos de los anfitriones creados para servir. La rigidez de su programación no permitía la comprensión.

    Brett lo entendió todo de la misma manera que había compartido la memoria de Emily y el pasado de Micah y toda la historia de los creadores de los organismos. El murmullo fluctuante del organismo en su cerebro, en el cuerpo que ya no poseía, le contaba todo secreto que eligiera escuchar. La unidad no tolera el secreto.

    Brett lloró.

    Porque había fracasado. Había subestimado la comprensión de los organismos sobre él. Había llevado los viales en el bolsillo y se había paralizó en la encrucijada de su elección. No los uses demasiado pronto. No pierdas el tiempo. El terror había estado en la elección, y él no había elegido debido a eso. Al no elegir, las elecciones habían sido hechas para él.

    No habría disparo salvador esta vez, ni para él ni para Emily cuando llegara el momento. No podía hacer nada más. Estaba sin cuerpo. Emily también estaba sin cuerpo, tan libre de voluntad como lo había estado alguna vez. Y con el tiempo, no habría cuerpos, solo tejido en descomposición. Ni Brett, ni Emily, solo el intercambio extrasensorial de las experiencias que habían sido. Se preguntaba si el organismo encontraría algún significado en ello.

    Se preguntó. Y eso también le fue arrebatado.

    Encerrado en una noche de reunión, él sabía que gritaba o que ella gritaba, pero su significado estaba vacío.

    Succiono el nutriente tibio y líquido. Me hincho con la alegría de lo que recibo. Aumento de la generosidad de los canales de la felicidad y sumerjo mi lengua de zarcillo en las aguas de la vida. ¡Dulce es la fuente! ¡Amplia es mi cincha! ¡El placer soy yo mismo! Yo soy alegría. Mi yo distante rebota alegría.

    He compartido el largo descanso y la penumbra del terreno. He conocido privaciones. El hambre ha sido mi constante compañera. Hambre y pena. No he hecho lo que fui hecho para hacer. He fallado a los Creadores y los Creadores han desaparecido.

    En la explosión de hielo y el chillido del viento, me he envuelto en capas de aislamiento y he llorado el luto. Pero ahora soy. Me alimento del brillo y mi luz me ilumina a mí mismo. Y canto el placer de mi formación. Sacio mi sed y canto para mís yos, tanto cerca como lejos de alegría y mente y pensamiento de azogue.

    ¡Qué gordo me he puesto! Me deleito en la amplitud que es yo mismo. Me alegro porque me he convertido en todas las cosas y todos los medios y mi comunicación es completa. Canto la canción de los Creadores antes y los Creadores regresaron, y eso que no soy yo en todos mis modos y formas, debe regocijarse en mi obediencia.

    ¡Dulce es la fuente de la obediencia! ¡Yo soy alegría!

    Yo soy...

Capítulo 30

    Donde no debería haber habido nada, había dolor.

    Llegó una sensación de pánico, luego desesperación. Una sensación de fuga abortada y la pena de las madres de los nacidos muertos. Él hizo un ruido que le recordó a la palabra deslizándose, como si poseyera demasiadas piernas, como si fuera una araña. Excepto que el sonido no venía desde fuera de él, sino dentro.

    El dolor se mostró a sí mismo. No su cabeza. Pensó que podría tener resaca, aunque no recordaba haber bebido. Era su espalda. Le dolía la maldita columna. Sentía como si hubiera dormido sobre unas tijeras.

    Se suponía que no debía estar durmiendo en absoluto. No recordaba haber dormido. La tarde estaba demasiado avanzada para una siesta. Le había prometido a Ashburn que pasarían por alto los protocolos de desastre. Tenía que registrar su contacto semanal con la oficina central de la misión. Después de salir de ronda, aún tenía que reunirse con Djen para los informes de turno y la lista de tareas de mañana. Y tal vez café más tarde, después de que el trabajo hubiese acabado.

    Su corazón se estremecía en su pecho solo de pensarlo. Él era tan idiota.

    Brett abrió los ojos. Levantó la vista hacia el pálido brillo del techo que no era su habitación privada. Frunció el ceño y luego recordó. Maldijo.

    "Doc, creo que acabo de joder mi imagen. Me quedé dormido. No me di cuenta de que estaba tan cansado. ¿Va a ser un problema?" Se sentó derecho sonriendo. "Por favor, no me digas que vamos a tener que volver a hacerlo".

    Pero Liston no estaba allí. Nadie estaba alli. La bahía médica estaba vacía.

    "¿Doc?"

    El carrito con la unidad de imágenes había sido retirado. Tal vez la imagen tomó después de todo. Liston debía de haber decidido dejarle dormir. El astuto viejo bastardo probablemente decidió que la presión del mando le estaba afectando y había justificado la siesta como una medida de recuperación.

    Brett se frotó el punto dolorido en la espalda. Tendría que hablar con Liston más tarde, darle un casto desnudo para promover el incumplimiento del deber.

    Se dio cuenta de que Liston no era el único en recibir un desnudo. Él estaba desnudo. El suelo de baldosas le provocó un escalofrío en los pies que le hizo daño en las pantorrillas.

    ¿Qué demonios?

    "¿Dr. Liston?"

    Encontró un traje de baño limpio, ropa interior y calcetines, todos cuidadosamente doblados sobre la mesa al lado de la cama. Había un par de botas en el suelo. Brett se puso la ropa rápidamente. Se le ocurrió que podría haber estado enfermo. Eso explicaría varias cosas. Tal vez había estado delirando.

    Brett fue hacia la puerta, pero los sensores no parecían leerle. Esta no se abrió. Pulsó en el teclado de comunicaciones en la pared, pero no respondió cuando le ordenó que rompiera el sello. Marcó el código tres veces sin resultados. Molesto, cambió el puerto de comunicaciones para ordenarle a Casandra que liberara el pestillo, pero cuando la llamó, ella no respondió. Dio su orden y su contraseña de todos modos.

    No pasó nada.

    Casandra no estaba respondiendo. No tenía que saber exactamente qué había sucedido para comprender que algo iba mal. Si Casandra no estaba en línea, algo debía de ir críticamente mal.

    Tendría que forzar la puerta. Eso era fantastico. Podría llevar horas si los sellos estaban intactos.

    Brett se dirigió hacia los armarios de almacenamiento y rebuscó algo lo bastante robusto para introducirlo en las grietas de la puerta. Encontró sábanas y almohadas, botellas de alcohol isopropílico, cajas de vendajes, pero nada parecido a una barra de palanca. Estaba a punto de mudarse a los armarios al otro lado de la habitación cuando se abrió la puerta de la oficina de Liston.

    Brett levantó la vista y luego frunció el ceño. "Tú no eres Liston".

    "No."

    Ilam le sonrió, una estúpida expresión de ojos de vaca como si fuera la escolta delegada para llevar al invitado de honor a una fiesta sorpresa.

    "¿Tienes los códigos para desbloquear las puertas de la bahía médica?"

    "No, no puedo decir que sí, a menos que cuentes el par de pinzas en la oficina. Eso es más que un código, en mi opinión. Deberías haber visto el infierno que pasé para conseguirlas y cruzar por el sello en primer lugar". Ilam seguís sonriendo, pero al final pareció entender que Brett no se estaba divirtiendo. "Lo siento, Comandante, esperaba estar aquí cuando despertara. Quiero facilitar su transición, quiero decir. Me temo que me quedé dormido".

    Brett procesó la información con algo menos que una comprensión completa. Si habían dejado a Ilam para vigilarle, debía de haber estado enfermo, y probablemente durante bastante tiempo. Liston no lo habría dejado desatendido a menos que fuese absolutamente necesario.

    "¿Qué hora es?" preguntó Brett.

    "Tres de la tarde, hora relativa a la estación".

    Había llegado a las once para su imagen. Cuatro horas no eran suficientes para explicar la situación tal como estaba. ¿Y por qué demonios necesitarían pinzas para abrir la puerta? Las pinzas se reservaban solo durante un fallo completo de la red eléctrica porque destruían los sellos de presión. Brett hizo una mueca ante las posibilidades.

    "¿Qué día es?"

    Ilam indicó con la mano hacia un taburete colocado frente el mostrador de microscopía. "Deberías sentarte".

    "Dime la maldita fecha".

    "19 de marzo"

    Brett se dejó caer pesadamente en el asiento que le habían ofrecido. "Eso es casi tres semanas. ¿Llevo enfermo tres semanas?"

    "Más o menos".

    "¿Qué se supone que significa eso?"

    "Es complicado"

    "Pues llama a Liston para que me lo explique. No estás trabajando en esto".

    Ilam se cruzó de brazos. Su expresión se volvió severa. "Liston está muerto".

    Brett parpadeó hacia él. Una vez, luego otra. Nada digno de decir entró en su mente.

    "Hay hechos de los que actualmente no estás al corriente, Comandante. Encontrará que la situación ha cambiado drásticamente. De hecho, hay una explicación, y se le proporcionará pronto. Pero comprenda esto primero, soy el único que la sabe. El único que sigue vivo. No solo en la Persia, sino en todo el planeta. ¿Comprendes lo que te estoy diciendo?"

    Brett asintió. "¿Qué ha pasado?"

    "La Persia se ha ido. El proyecto ha fallado. La mayoría de nuestro personal está muerto. Usted ordenó que el resto, los que sobrevivieron, entraran en el Módulo de Escape para la evacuación. Esos cinco son Vernon, Ashburn, Whitney, Djen y Attler. Y conmigo habrían sido seis, pero desobedecí su orden directa y me quedé para rescatarle, lo entiende". Ilam recogió un ordenador portátil del mostrador y se lo pasó a Brett. "Se ha descargado el registro completo, incluidos todos los malditos detalles que tal vez quieras saber. Querrás revisarlo cuando tengas tiempo. También querrás tener cuidado con él. Seguro que habrá una investigación al llegar a casa, y esa puede ser la única evidencia que quede para respaldar nuestra historia".

    "¿Al llegar a casa?"

    "Está en los documentos. Pero tendremos que movernos pronto. Tengo funcionando los dispositivos atmosféricos remotos, pero el intercambio de calor fue casi una pérdida total. Todo el calor que puede generar se está canalizando aquí"

    "¿Qué le pasa a Casandra?" Algo líquido se congeló en su estómago. Emily "Ella debería estar gestionando los sistemas autónomos".

    "La desmantelaste, me temo. Está más allá de toda reparación".

    Brett contuvo el aliento y luego se levantó del asiento. El miedo dio paso al pánico. "Tengo que ir a ver".

    Pero Ilam lo contuvo con una mano sobre su hombro. "Siéntate. No llegarías a la primera escotilla antes de morir congelado. Además, Emily está bien. Ya me he encargado de eso. Quiero decir, lo que no habías hecho aún". Luego sonrió de nuevo. "No me importa admitir que estoy equivocado, Markus, no en un momento como este. Y me equivoqué, aunque no lo recuerdas. ¿Te gustaría verla?"

    "¿Emily?"

    Aquello era demasiado. No entendía las cosas que Ilam sabía, cómo podía saberlas. Sus rodillas se doblaron. Iba a desmayarse.

    Ilam lo levantó con su poderosa mano. Con la otra, le arrebató el ordenador de la mano antes de que Brett lo dejara caer. "Cuidado con ese equipo, Markus. Te he dicho que es todo lo que tenemos".

    "Lo siento"

    "Está bien. Más culpa mía que tuya, en realidad. Es tan difícil para mí recordar lo que has olvidado como tratar de comprender lo sucedido. Sospecho que seguirás un poco abrumado por un tiempo todavía".

    "Dijiste... sobre Emily ..."

    Ilam asintió. "Lo de Emily ha sido muy bueno, Brett. Yo habría llegado demasiado tarde si no hubiera sido por ella. Después de ver a los demás a salvo, me pasé por toda la estación disparando los dispositivos atmosféricos remotos. Pensé en darte un poco más de tiempo, ¿entiendes?. Si ella no hubiera comenzado a gritar, podría haber llegado demasiado tarde. Para vosotros dos".

    Brett no entendía la mitad de lo que decía. En realidad no estaba prestando atención. "¿Dónde está ella?"

    Ilam lo condujo a través de la bahía. La cortina de privacidad verde se había extendido al fondo de la habitación. Cuando llegaron, Ilam la separó con la mano, pero se detuvo en el medio, bloqueando el acceso de Brett.

    "Tendrás que tener cuidado. Ella está frágil, Brett. Has experimentado solo el más mínimo sabor de su desorientación. Para ti, el tiempo perdido se mide en días, y eso es bastante difícil de entender. Ella ha estado fuera los últimos cinco años. Le he dado un sedante para ayudar a facilitar la transición, un análogo para ti, por supuesto. Pensé que sería lo mejor. Ha estado preguntando por ti".

    "¿Cómo es eso posible? Ilam, hay supresiones."

    Ilam rechazó la pregunta. "Eso no es importante. Lo entenderás cuando leas mi informe. Por ahora, recuerda que es posible y que ha sido una experiencia traumática para los dos".

    Una voz, tranquila pero inconfundible, lo alcanzó. "¿Markus? ¿Eres tú?"

    Pasó empujando a Ilam. Junto a la pared estaba instalada una unidad de aislamiento de cuidados críticos. Las tenues luces fluorescentes brillaban desde el interior a través del puerto de observación de plastiviso. Las pantallas estaban activas, mostrando una variedad de gráficos y lecturas y datos de monitoreo. El zumbido del generador de atmósfera interna llenaba el aire.

    Brett tropezó con este, casi perdió el equilibrio. Se desplomó contra los pesados ​​paneles redondeados de la unidad, miró dentro de la amplia placa de observación.

    Y ella estaba allí.

    Emily le miraba mientras él la estudiaba. Sus ojos, claros y azules, se iluminaron bajo los párpados medio cerrados. Su boca se arrugó en algo como una sonrisa. Estaba tapada hasta los hombros con una manta blanca. Los cables del sensor estaban unidos a su cuello, sus terminales acolchados rodeaban su cráneo, cruzaban la hinchazón de su seno para controlar su corazón. Largas y flexibles emisiones de aire pseudometálicas extendidas desde cada uno de sus hombros; un segundo conjunto sobresalía de la parte inferior de la manta unida a sus muslos.

    La visión de Brett se nubló. Intentó parpadear las lágrimas, pero cayeron, grandes y gordas, contra el cristal.

    "Estoy aquí", dijo él. "Te he extrañado ... tanto".

    "Tuvimos un accidente", dijo ella, pero sonaba incierta. "¿Tú estás herido?"

    "Estoy bien, Em. He estado preocupado por ti".

    "Ese caballero que estuvo aquí antes, el británico, dijo que no estábamos en Atlanta. ¿Tan mal es la cosa?"

    Brett se echó a reír. No pudo evitarlo. "Irlandés. Él es irlandés".

    "¿Es médico?"

    "Supongo que sí"

    Su sonrisa se ensanchó. Era lo más hermoso que él había visto en su vida. "No importa. Creo que me pasó un sedante. Tengo mucho sueño".

    "Deberías descansar. Hablaremos más tarde. Durante el resto de nuestras vidas, hablaremos".

    "Parece como si no te hubiese visto en años. No quiero dormir ahora".

    Brett se dio cuenta de que Ilam estaba de pie junto a su hombro. "Descanse ahora, señorita Rosette. Es mejor. Ha sufrido cierto daño en sus extremidades, y los nanomecas que le receté para reparar el daño funcionan de manera más eficiente si no intenta moverse".

    "Siento los brazos dormidos. Creo que las piernas también lo están".

    "Necesitarás algo de fisioterapia".

    Emily frunció el ceño. "¿Es esto seguro, doctor? He oído que la terapia con nanomecas puede ser peligrosa".

    Ilam se rio ligeramente. "Descubrirá que esta terapia en particular es unas cuantas generaciones más avanzada que las que conoce. Hemos, ah, logrado algunos avances que no han tenido una amplia circulación. Aprobación de la administración y todo eso, ya entiende."

    Emily lo estudió por unos momentos, luego volvió sus ojos hacia Brett. "¿Debería creerle?"

    "Creo que sí"

    "Muy bien, entonces. Echaré una siestecita, pero no te vayas, Markus. Quédate aquí. Quiero que tu cara sea lo primero que vea cuando me despierte".

    Las lágrimas volvieron a aparecer, amontonándose en la esquina de los ojos. "Estaré aquí. Lo prometo".

    Ella cerró los ojos y se quedó dormida en segundos.

    Brett volvió la cabeza hacia Ilam. "¿Va a ponerse bien?"

    "Mejor que de lo que ha estado. Los mecas tardarán unos días en reconstruir sus extremidades. Tendrá que aprender a caminar de nuevo. También tendrá algunos problemas con movimientos motores precisos. Pero es afortunada. El diseño y la terapia de reemplazo de miembro han hecho avances considerables en los últimos cinco años. El cabello era un problema mucho más nudoso. Esos bastardos en Palimpset no eran nada sino minuciosos, pero ella tendrá algo de pelo mañana por la tarde. No iba a negarle a la chica su vanidad, ¿verdad?"

    Brett no sabía qué decir. "¿Va a estar bien?"

    "Tan bien como nueva, o casi".

    "¿Y nos vamos a casa?"

    "Eso será difícil. No voy a mentirte. Mientras dormías comencé a cargar el TUM. Suministros, módulos de atmósfera, todos los componentes de combustible que podía encontrar. Creo que la Malibu debería ser segura ahora, dado su último informe de estado, y tenemos buenas razones para creer que su Módulo de Escape todavía está intacto. Si no en la Malibu, entonces en la Gobi o la Sahara. Los probaremos todos si es necesario. Con un poco de suerte, tendremos el mismo equipo de rescate que los demás. Menudo encuentro será ese, ¿eh? Vas a estar ocupado con todas las presentaciones a tu joven ... mmm, oh diablos, tu joven novia. Esa es una descripción tan buena como cualquier otra."

    Brett reflexionó sobre ello, y no solo era bueno, era perfecto. Sonrió.

    Otro pensamiento entró en su mente, uno que no entendió. Parecía provenir de un lugar profundo, un pozo de experiencia enterrado dentro de sí mismo. Su fuente no la conocía, pero el pensamiento era precioso, igualmente perfecto.

    Soy alegría.

FIN