Créditos

    Cuando Los Cementerios Se Abren

    Trilogía El Apocalipsis: Libro Uno

    Obra Original When Graveyards Yawn: The Apocalypse Trilogy: Book One (Copyright © 2009 by G. Wells Taylor. All rights reserved)

    Traducción y Edición: Artifacs, oct-2019.

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    Diseño de Portada por G. Wells Taylor

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    Muchas gracias a G. Wells Taylor por autorizar esta tradución al español y por compartir con el mundo este eBook Cuando Los Cementerios Se Abren: Trilogía El Apocalipsis Libro Uno bajo Licencia CC-BY-NC-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

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Dedicatoria

    Para Mary Cushnie.

Parte Uno

El Cambio

Capítulo 1

    El muerto miró al payaso y sonrió. El payaso estaba echado sobre una silla y una mesa frente a él en un semi intoxicado estado de reposo contemplativo, demasiado ocupado estudiando su reflejo en un espejo de mano para notar el gesto nervioso.

    Los ojitos negros del payaso estudiaron la imagen en el espejo con algo similar a la concentrada disciplina de un astrónomo. Estos se apretaron en tensos rizos de carne y ponderaron, escrutando la superficie plateada desde cuencas cavernosas en una cabeza inclinada hacia la derecha y luego a la izquierda, como si tales contorsiones pudiesen ayudarle a aprehender lo que veían sus ojos.

    Un confuso borde de grasientas huellas dactilares oscurecía la emisión, dando al reflejo una cualidad más onírica. El payaso podía distinguir fácilmente el erizado cabello negro que crecía hasta sus hombros y la punta de su nariz pintada de negro.

    Al elevar su barbilla reveló una amplia sonrisa extendida por sus mejillas empolvadas de blanco, al bajarla mostraba unas cejas precipitarse hacia arriba y sobre la alta frente en una exclamación de terror. Se arrugaban, relucían de sudor. Quizá planteaban una pregunta.

    Un mal ajustado mono pendía de la gran constitución del hombre con toda la sofistificación de una aceitosa lona echada sobre piezas de coche descartadas. El atuendo estaba decorado con puntos descoloridos que disputaban igualmente la atención con manchas de varios tipos.

    Sus botas eran negras y pesadas, mejor preparadas para combatir que para el trabajo de la oficina. Estaban cruzadas sobre la mesa y amenazaban con derribar el teléfono allí donde había sido empujado con una pila de papeles y ceniceros desbordados.

    “¿Qué?” El payaso salió de su ensueño. Su mirada cayó a nivel sobre el cadáver sentado frente a él. “¿Qué?”

    “Estaba usted hablando,” dijo Elmo, siempre reluctante de apuntar a su jefe, “sobre el Cambio.”

    “Oh.” Los ojos del payaso hicieron un giro interior, las pupilas se aceleraron en busca de recuerdos. Dejó el espejo en un cajón del escritorio, cerró este de un golpe. “¡Tú recuerdas los terremotos, Elmo!” Se inclinó hacia atrás en su silla con un aire de autoridad, pero un leve temblor en su voz lo denunciaba. “Los aviones cayeron del cielo. ¡Hubo disturbios y contienda civil! Y ese bug del milenio…”

    “Cierto,” dijo el muerto con voz raspada con una rara muestra de asertividad. “Pero pudo haber sido una coincidencia, pudo haber sido cualquier cosa.” Se mordisqueó enérgicamente una uña amarillenta. “¡Pudo haber sido el ozono o los gases invernadero!”

    “¡Rumores de guerra — nación levantándose contra nación! Y toda esa clonación… ¡oh, qué mal fue eso!” El payaso se animó de pronto lanzándose hacia adelante golpeando el escritorio con una mano. “¡No es coincidencia! ¡Esta todo ahí en el libro, esa Biblia! Juan lo vio, ¿o no? ¡Y no fue ningún efecto sauna!”

    “Pero la Biblia hablaba sobre sellos y corderos y tal. Yo no he visto corderos ni sellos.” Las manos de Elmo temblaron, abrumado por su propia bravata. “Difícilmente he visto animales en absoluto.”

    “Ahí es dónde nos engañanos a nosotros mismos. No va a ocurrir como una película de TV. El mundo no terminará después de los créditos finales o de una pausa para los anuncios.” El payaso retiró las piernas barriendo la mesa y se tocó la frente con el dedo índice. “Vamos a tener que pensar sobre ello, Elmo. ¡Piensa en ello! Un cordero podría no ser un cordero, como quien dice. Podría ser un hombre o una cosa. Podría ser un cordero.”

    Un flujo de aire burlón salió disparado de entre los labios en puchero de Gordo Elmo. “Aún así no toy convencido ,” siseó él. “Las naciones siempre se levantan contra otras naciones. ¡Y un cordero siempre es un cordero de adonde yo vengo! Y los sellos, pues no voy a ir a correos nada más que para verlos.” Corrió una cortina de silencio al cruzar sus brazos.

    El payaso estudió silenciosamente al cadáver. La cabeza de su socio era redonda y la piel negra en ella se tensaba sobre su coronilla. Lo que quedaba de su pelo era casi del rubio de la fresas, y era largo y lánguido. Elmo se había quitado los rizos presionándolos o planchándolos. Podría haber sido decolorante lo que usó para pacificar sus ancestrales convoluciones.

    Grandes ojos oscuros yacían en una carita muy delgada con una ancha nariz rota extendida en medio. Un largo y raquítico bigotillo recorría el espacio sobre gruesos labios. Como siempre, sus ropas estaban impecables. Incluso con los ajados puños de su negro traje de lana, este mejoraba el conjunto del payaso. Incluso la pinza plateada de su corbata y los gemelos iban a juego. El laxo trozo de piel en sus pómulos sugería la necesidad de Elmo de una rehidratación.

    De pronto, los ojos del payaso se incendiaron por la revelación. Inclinándose hacia adelante sobre los codos, bramó, “Por amor de Dios, Elmo. ¡Estás muerto!”

    Gordo Elmo se movió inquieto en su silla, luego rodó los ojos al techo como si una adecuada refutación pudiese estar allí escrita.

    “¡Claro que lo estoy!” Sus ojos cayeron bajo párpados laxos. “Aún así no lo demuestra. Sólo porque esté muerto...”

    “Los muertos se alzaron de sus tumbas…” empezó el payaso, pero Elmo se salvó de esta difícil posición por el molesto escándalo del teléfono. Mirando, el payaso levantó el receptor y lo sujetó entre la barbilla y la clavícula. “Sí.” Sus tintados ojos negros se dispararon de un lado a otro. Arrugó las cejas, luego se pellizcó algo bajo la uña de un pulgar.

    “Esto es Investigaciones Wildclown,” susurró el payaso mientras el cadáver frente a él extendía sus curtidas orejas hacia la rechinante voz de ardilla al otro lado del teléfono. Los ojos de Elmo eran ultraterrenales en las extremas sombras de la oficina, rodeados como estaban por piel negra como el hollín. La inconsistente iluminación de la calle enviaba barras centelleantes de relámpagos a través de las persianas... la lámpara sobre la mesa parpadeó al acechar otro apagón. La locura mordisqueaba los bordes de la escena.

    “Sí, soy yo. Soy Tommy Wildclown,” repitió el payaso excavando en su nariz con un huesudo dedo. Hizo un movimiento de giro y gesticuló pidiendo un cigarrillo. Con deliberados y crujientes movimientos, Elmo sacó un paquete y le lanzó uno a Tommy, quien lo encendió con una cerilla.

    “Ya,” dijo mientras Elmo sorbía ruidosamente de un vaso.

    Tommy continuó así durante un rato, entonando su mantra aprobador. “Ya.”

    El cadáver pasó el tiempo sentado, alzando y flexionando las piernas. Se llevó un pie hasta el nivel del pecho, se agarró un tobillo cubierto de rombos y lo mantuvo allí unos segundos antes de repetir el proceso con la otra pierna. El ejercicio aérobico posmórtem produjo crujidos, chasquidos y gomosas vibraciones de los músculos y tejidos conectivos. Irritado, el payaso se llevó un petulante dedo a los labios en puchero. Elmo dejó de estirarse, amilanado, pero siguió moviéndose intranquilo en la silla. Todos los muertos tenían el problema de Elmo. Las articulaciones se volvían rígidas con la inactividad prolongada.

    “¡De acuerdo!” gruñó Tommy al estampar el receptor en su gancho. Elmo abrió los ojos del todo “¡Maldita sea, lastimero hijo de Cristo!” El payaso se puso en pie de un salto. “Que me condenen si no voy a tener que trabajar.”

    La cara de Elmo emitió unos crujidos al forzar una sonrisa. “¿Tiene un caso?”

    “Sí,” dijo Tommy sirviendo cuatro dedos de whisky en dos vasos. “Parece que un abogado ha conseguido que lo liquiden, y está muy cabreado. Mierda.” Levantó su vaso y sonrió. “Está viniendo hacia aquí, lo que significa dinero, Elmo. Se acabó el quedarse sentado y esta jodida discusión sin sentido.”

    Elmo declinó la bebida ofrecida y se movió ruidosamente en la silla.

    Tommy bebió. Se acercó a la ventana, hizo tijera con los dedos, abrió un poco la persiana y miró a las parpadeantes luces. Un gran Packard chisporroteó por la calle empapada de lluvia —su parachoques trasero relució como ampollas mojadas. Era una oscura tarde. El sol no había roto las nubes desde hacía años.

    Los dientes del payaso chocaron contra el vaso. Se enjuagó el lateral de la boca con el whisky. Un temblor le recorrió desde los hombros hasta las manos mientras apuraba el resto de la bebida a velocidad suicida. Miró atrás hacia Elmo con crestas de terror marcando sus pintadas mejillas. El cadáver le miró con calma.

    Yo observaba la escena desde allí, flotando cerca del techo. El nerviosismo de Tommy no tenía nada que ver con el hecho de que Elmo estuviese muerto o con el inminente caos inherente a toda investigación criminal.

    Era por mí. Yo estaba a punto de poseerle y a él no le gustaba eso. Siempre que conseguía un caso, yo entraba en su cabeza y, como los babeantes perros de Pavlov, el payaso estaba condiciondo a esperarlo.

    Tampoco es que yo fuese un goblin o un demonio. Yo no tenía interés en hacerle vomitar o que levitara en su cama ni obligarle a hablar lenguas extrañas. Cuando tomaba el control, yo trabajaba. A él no le gustaba porque no podía recordar nada de lo sucedido mientras yo estaba al mando. Eso le molestaba. De ahí su reluctancia a disfrutar del trabajo en las raras ocasiones en que este llegaba. Supongo que a mí también me molestaría.

    Yo no tuve prisa en tomar control justo entonces. Había pasado un tiempo desde nuestro último caso y yo pasaba el rato entre estos en mi forma invisible e inodora. Cuanto más tiempo hacía esto, más complicada se hacía mi relación amor-odio con la corporalidad. Me divertía estar en el cuerpo de Tommy Wildclown, pero yo tenía el hábito de resultar herido cuando surgían los casos y no era fan del dolor. Tampoco lo era el payaso y era él quien se quedaba con las magulalduras al final del día. Pero entender esto no me detenía.

Capítulo 2

    Caminé hacia la mesa, dejé el vaso vacío y lo rellené. Elmo se movía incómodo frente a mí. Sus ojos se transfijaron en una mirada de párpados laxos, ignorante de todo lo que le había pasado a su jefe. Me llevé el vaso a los labios —pasé por ellos su frío borde durante un momento —depués lo drené.

    Una buena copa siempre era tentadora en los primeros y vertiginosos momentos de la posesión. No hay nada como beber como un pez y sentirlo cuando te pasas la mayoría de los días suspendido entre los ventiladores del techo con humo de cigarrillos por compañía. Pero, como era usual, Tommy ya llevaba un porte bastante intoxicado y yo tenía que estar lo bastante sobrio para ocuparme de la entrevista con el abogado.

    Sentí el impulso de echarme otra de todos modos. Lo resistí durante un segundo y me rendí. Así es como va esto. No llevo ni cinco minutos de vuelta a un cuepo y ya soy todo impulsos. No podía discutir que el alcohol mantenía sedado a mi anfitrión donde quiera que acechara en el fondo de su mente, pero la verdad era que yo me volvía adicto a las sensaciones con el primer picor.

    “Elmo,” dije complacido con el sonido, complacido con la vista del cadáver —incluso complacido con el mordisco de las feroces hemorroides que dictaban los términos en las regiones inferiores de Tommy. “Cuando llegue aquí este abogado, quiero que pegues la oreja en la puerta fuera de la oficina. Nunca me fío de un cadáver. Compañía presente aparte.”

    “Claro, Jefe. Mantendré un ojo en él.” Elmo asintió y se puso en pie. Ninguna ofensa fue tomada.

    Salió para tomar asiento junto a la lámpara en la sala de espera donde mantenía una pila de periódicos amarillentos y ajadas revistas. Le había dicho a Elmo la verdad —no me fiaba de los hombres muertos. Tenían diferentes motivaciones. Cosas fuera de la experiencia humana normal que gobernaban sus acciones. Yo no podía entender a Elmo. Trabajaba como un esclavo aún cuando Tommy le tenía unos buenos seis meses con la paga atrasada.

    Tampoco podía entenderme a . Yo afirmaba odiar la injusticia, pero aquí estaba, tomando el control del cuerpo de otro hombre. ¿Podía haber algo más injusto? Por supuesto, la justicia es una palabra y toda palabra se puede alojar convenientemente en una telaraña semántica. Yo también asumía que estaba muerto, así que se podía argumentar que las palabras requerían definición antes de poder plantear el debate.

    Y mi perspectiva única me hacía un poco protector con Tommy Wildclown. Tampoco es que me gustara el tipo, pero era mi único umbral a la tierra de la vida y los miembros y, aunque los rigores podían ser dolorosos, sabía que permanecer en mi estado incorpóreo +privado de sensación) me volvería loco con el tiempo.

    Alcé el vaso lleno, lo terminé con un ávido trago y guardé la botella de vuelta al cajón inferior derecho del escritorio. Estiré y flexioné mi musculatura prestada.

    Tommy tenía dos metros de altura cuando no iba con la postura caída. Sus hombros eran sólidos, con dos largos brazos de levantamiento de botellas de whisky y masturbación crónica. Síii , rompireron el molde antes de hacerle. Casi tenía una erección constante. Como siempre, estaba presente junto a la .44 automática embutida en el cinturón de cuerda de saltar a la comba rosa. Por un momento imaginé la envuelta y abultada alma de Tommy residiendo en esta particular parte de su anatomía durante la posesión. No me sorprendía... por supuesto, nada lo hacía.

    Abrí el cajón superior y saqué el espejo. Estudié lo que podía ver de mi rostro robado. Los ojos me impactaron de inmediato. Estaban pintados de negro y eran siniestros, como dibujados por el mismo diablo. Noté que el maquillaje estaba manchado en el lado izquierdo y mezclado con tortitas y barniz de la mesa. Yo había intentado quitármelo la primera vez que poseí a Tommy, pero su psique me había apartado encabritada como un caballo salvaje ante la mera idea. Yo había preparado crema fría y toallas cuando, sin avisar, apareció él como un recuerdo de furia. Me aparté volando de él como un estornudo.

    La vida está llena de compromisos. El asunto era que yo podía habitar su cuerpo para mi trabajo de detective, pero tenía que hacerlo vestido de payaso. Bendita alegría.

    Tommy vivía la vida de forma simple, dormía y comía en la oficina y llevaba ropa funcional, aunque austera. Tenía otro mono blanco con puntos colgado en el perchero de la sala de espera, y otro en el maletero de su coche. Libre de moda y dolorosamente utilitario. Yo una vez había cometido el error de pensar que los otros monos estaban limpios. Tommy se había saltado las clases de lavandería.

    Redibujé con cuidado los falsos ojos en mi frente. Allá donde fueres, ¿no? Luego, dejé el maquillaje y el espejo en el cajón y lo cerré antes de sentarme y poner mis botas negras encima de la mesa.

    Elmo asomó la cabeza por la puerta. “El cliente está aquí, Jefe.”

    Desapareció con un rápido movimiento de piel y le remplazó un caballero en las primeras fases de la muerte. Su cara estaba moteada de tonos azules y grises con manchas púrpura oscuro que ensombrecían cada ojo. Requería un montón de tiempo que el oxígeno se drenase de la sangre cuando sucedía de dentro hacia afuera. Esto causaba algunos sorprendentes tonos de piel. Por su complexión, juzgué que había muerto recientemente.

    Su cara almendrada estaba coronada por un caro sombrero suspendido sobre su frente. Me gusto de inmediato el sombrero. Un rígido traje gris como la piel de un tiburón mostraba una forma delgada y angular. Su gran abrigo de lana pendía de los hombros.

    Me levanté y le tendí la mano. La seca piel de su mano cosquilleó el vello del dorso de la mía y solté una risita por acto reflejo. Escondí rápido mi hipersensibilidad tosiendo e indicándole la silla para los clientes que tenía delante de mí. Él se acomodó en ella como lo haría un joyero con una preciada gema en el oro. Era común entre los muertos actuar así durante un rato: como cáscaras de huevo.

    Le devolví la mirada frente al escritorio.

    “¿Sr. Wildclown?” Su voz no era tan fina y aflautada para no transportar el tono de genuíno escepticismo. Miraba a mi cara pintada con algo similar al horror.

    Asentí y dije: “y usted es...”

    “Conrad Billings.” Retorció los ojos e inclinó la cabeza de lado a lado. Hundió la barbilla, sus labios formaron un feo triángulo. Con cuidado, se levantó el sombrero de la cabeza muerta con su mano muerta.

    Un agujero irregular se asentaba en lo alto de su frente, del tamaño de un penique. Por la forma me figuré que era la herida de salida de una bala de pequeño calibre. Al parecer el tipo había decicido deleitarme con esta visión porque colocó el sombrero en su regazo.

    “¡Me han asesinado!” Sus palabras salieron hacia mí como puñales.

    Saqué un poco mi labio inferior. “También parece que el bastardo le disparó por detrás.”

    Billings hizo de sus manos muertas dos puños y golpeó los brazos de la silla. “¡Le quiero!”

Capítulo 3

    “De acuerdo,” dije yo. “¿Como sucedió?”

    El Sr. Billings parecíiia incómodo mientras hacía rechinar su asiento. Yo conocía esa mirada, estaba a punto de ser muy deshonesto conmigo.

    “Debe percatarse de la importancia de la confidencialidad.” Sus ojos dieron un giro consciente de autoposesión hasta que acabaron descansando sobre mí de nuevo, temblorosos e inseguros como malos actores. Eran indefindos e inquietos a cada lado de su nariz de hacha. Perfectamente inconvincentes de momento.

    “Puede que no lo crea, pero bajo todo este maquillaje, soy un condenado angelito,” bromée. “Además, pocas personas toman mis palabras en serio.” Le mostré una rápida sonrisa idiota.

    “¿Puedo preguntar..?” El muerto sacó nerviosamente un paquete de cigarrillos y encendió uno.

    “¿Por el maquillaje?” Le interrumpí. “No es asunto suyo.” En realidad yo mismo sólo tenía vagas sospechas. Los pensamientos del payaso, publicos y privados, sólo eran tenues impresiones para mí. Eché la mano dentro del cajón de la mesa sobre mis rodillas y saqué mi licencia con foto de carnet. Tenía tres copias. Una la guardaba en el monedero de plástico con forma de huevo de Tommy, la otra en la guantera del Chrysler. Lancé la licencia por la mesa. Billings se inclinó hacia adelante, la estudió durante un minuto y luego la empujó torpemente fuera de la luz de la lámpara con sus manos insensibles.

    “Muy bien.” Su rostro mantuvo una incómoda mirada de fastidio. “Tendré que fiarme de usted.”

    “Sí, así es. Además, aunque yo sólo sea otro gilipollas que piensa que es detective y viste como un payaso, podría serle útil para sacarse del pecho lo que le esté molestando. Por ahora es gratis.” Pude sentir ecos de la psique de Tommy sublevarse furiosamente en el interior. Liberé la ira con un par de puños apretados. Hice rechinar mi silla. Me gustaba ese sonido. El Sr. Billings decompuso su cara. A él no.

    Empezó: “Estaba visitando a una amiga... esto, una especialista, es una masajista terapéutica que me está tratando un problema de espalda...”

    ‘Síndrome de caderas encabritadas,’ pensé y sonreí ante la idea de un muerto tratando de borrar sus huellas en vida.

    Continuó: “Sucedió en la parte antigua de la ciudad, en Downings, calle 47. Me reuní con ella para un tratamiento y debí de haberme quedado dormido. Desperté sobre las tres a.m. y supongo que estuve soñado, porqué pensé haber oído a un bebé llorando. Yo estaba despierto, así que decidí ir al cuarto de baño. Fui, el cuarto de baño linda con el dormitorio, y cuando entré oí el sonido de una puerta abrirse y cerrarse.

    “Debí de haber tenido otro desmayo, porque traté de encender la luz del techo. Como no ocurrió nada, busqué a tientas la cama y ebcontré a mi terapeuta. Dormía profundamente. Habíamos compartido una botella de ginebra antes. Cogí una vela de la mesita de noche, la encendí, y salí andando hacia el salón. La vela no iluminaba mucho. Di como seis pasos, sentí una leve presión detrás de la cabeza, luego llegó el momento del a-a-a-pagón.” Su recién difunta lengua ametralló la palabra. ‘Apagón’ era el término para la amnesia que experimentaban los muertos en los momentos entre la vida y la muerte. La duración del mismo variaba de persona a persona.

    “¿Cuánto tiempo estuvo así?” le pregunté.

    “No lo sé, tendrá que comprender mi situación, me acababan de disparar, estaba bastante frenético. Aunque no recuerdo los momentos inmediatos después de caminar, sé que era por la mañana, pero las impresiones que tengo de ese momento son extrañas... borrosas.”

    Asentí, encendí un cigarrillo. “Así que su terapeuta le encontró.”

    “No, yo estaba solo. Recuerdo bajar las escaleras… ¡fue un horror! Hablé con alguien entonces, un hombrecillo... el empleado nocturno, creo...”

    “¿Y?,” dije, “¿Qué le pasó a su terapeuta?"

    Su cara se marchitó como si alguien le hubiese sacado los huesos. “Me temo que eso es un problema. Ha desaparecido.”

    Chasqueé la lengua y sentí la adrenalina erizarme el pelo de la nuca. El cosquilleo causó un estremecimiento de distracción para rascarme rápidamente la longitud de la espalda. “¿Cuánto tiempo?” Di golpecitos de tambor con los dedos sobre la mesa. Me divertía esa sensación.

    “Debe comprender que por mi reciente defunción mi mente estaba preocupada con demasiados detalles. He hablado con la Autoridad, les he contado lo que ocurrió. Lo han investigado, o eso me han dicho. Tendrían que notificar a mi esposa... Fue muy extrañó” Se estudió las uñas como si no fuesen familiares para él. Quizá estaba pensando que nunca le volverían a crecer. Billings descubriría pronto que había esmaltes en el mercado diseñados para endurecerlas y preservarlas. “Aunque me hablaron de usted.”

    “¿Quién?” Traté de imaginar a una única Autoridad en Investigación que odiase su carrera lo bastante para recomendar Investigaciones Wildclown.

    “El Inspector Borden me recomendó a usted. Me entrevistó más tarde, después del interrogatorio inicial.”

    “No lo conozco. ¿Donde fue usted asesinado?” Pesqué una libreta y lápiz de la mesa, escribí Borden.

    “Fue hace dos noches, jueves, la primera,” dijo en sus murmurantes tonos, como si estuviésemos en un funeral en medio de la lluvia. “La Autoridad en Investigaciones dijo que intentaron interrogar a mi terapeuta, pero ella simplemente había desaparecido. Aún están investigando. Dijeron que contactarían conmigo si salía algo. Jan Van Reydner se llama, mi terapeuta. No ha aparecido desde esa noche. Dejó sus posesiones y todo... al parecer.”

    “Le costará cien al día encontrar a su asesino, más gastos.” murmuré al anotar el nombre de la terapeuta junto al de Borden.

    El letrado muerto sonrió y negó con la cabeza. “Me dijeron que usted trabajó por doscientos dólares a la semana en su último caso, Sr. Wildclown.” Pude saber que por un momento, al menos se estaba sintiendo como su antiguo yo. “No obstante, le pagaré setenta y cinco dólares al día para encontrar a mi asesino. La Authoridad es demasiado grande y torpe; están investigando demasiados asesinatos ahora, otros diferentes más importantes. Yo estoy el último de la cola. ‘Sea paciente,’ dicen. ¡Paciente! ¡Eso no está bien! ¡No está bien! ¡Me asesinan y me piden que sea paciente!” Se puso en pie con su voz muerta viva de rabia. Zarandeó sus delgados bracitos hacia mí.

    “Pues les enseñaré yo paciencia! ¡Quiero a mi asesino muerto! Hay diez mil dólares de bonus en ello si usted se asegura que experimenta... que sienta lo... sólo lo que... ¡su muerte es suficiente para mí!” gruñó. Su cara era tensa y aceitosa a la luz de la lámpara. Una última oleada de rabia dominó sus puños y golpeó con ellos mi mesa.

    “Tenga cuidado.” Le señalé a sus puños, luego a la mesa. “Tiene que aprender a tomarse las cosas con calma. Usted ya no se cura.” Descubrí la cara de Elmo espiando por la puerta. Negué con la cabeza, él desapareció.

    Encendí un cigarrillo.

    “Le diré lo que haremos, Sr. Billings. No puedo garantizar que vaya a matar a su asesino, pero lo encontraré para usted. El asesinato aún es ilegal a los ojos de la Autoridad y no quiero probar una de sus cárceles. Le encontraré.” Sonreí. “Necesitaré la dirección de su masajista terapéutica y un número donde pueda contactar con usted.”

    Billings rebuscó en el bolsillo de su chaleco y sacó una tarjeta de negocios. Escribió algo en el reverso. La hizo volar frente a la mesa, chocó con el teléfono.

    Leí la dirección. “¿El Hotel Marruecos?” Le miré. “¿Es ahí dónde vivía?”

    “No. Ahí es donde nos reuníamos.” Los ojos de Billings vibraron bajo el peso de la revelación. “La conocí por primera vez en el gimnasio al que voy... iba.” Hizo una pausa para despedirse de otra faceta de su vida antes de continuar. “Me convenció para probar uno de sus tratamientos.”

    “¿Cuánto tiempo hace que la conocía?”

    “Unos tres meses.” Apartó la mirada.

    “¿No tenía ella un número de teléfono?” Dejé la tarjeta sobre la mesa.

    Billings se desinfló. “Jan me llamaba para programar los tratamientos. Yo asumí que ella también estaba casada.” Su sombrero había caído al suelo cuando se había levantado. Se agachó para recogerlo. Desde mi posición pude ver que su nalga izquierda estaba indentada como una almohada, presionada por un muelle suelto de la silla. Parecía que el Sr. Billings necesitaba mucha más terapia de rehidratación.

    Echó un vistazo sobre su hombro al ponerse el sombrero sobre la herida mortal en su frente.

    “Se pondrá usted en contacto conmigo,” susurró como si estuviese exhausto.

    “Sí,” Le dije y le observé volver a salir por la puerta.

    Elmo entró y tomó su asiento frente a mí. Por su rostro parecía ansioso, pero siempre era difícil saber lo que le estaba pasando por la cabeza en realidad.

    “Calienta el Chrysler, viejo amigo mío. Parece que tenemos trabajo de nuevo.” Sonreí tras una nube de humo y le observé dejar la oficina.

    Setenta y cinco pavos al día no era gan cosa, pero nos haría ganar algunos días más de esta catástrofe y, como decía Tommy, más discusiones sin sentido. ¡Un montón de whisky! La frase subió flotando por mi mente desde las profundidades donde acechaba el espíritu de Tommy.

    “Comprará un montón de whisky,” Coincidí antes de sacar la botella del cajón y echar un descarado trago. Saboreé la presión ardiente en mi garganta y la fría bofetada en mi cara y cuello donde lo derramé. Cogí otro cinturón y sonreí ampliamente a mi reflejo en la mellada ventana de la puerta. Guardé la botella, comprobé el mecanismo del arma y dejé la oficina con un cigarrillo entre los dientes.

Capítulo 4

    “Los deshonestos serán deshonestos hasta el fin de los tiempos,” dije indicando al chulo que contaba dinero a la tenue luz de una inestable farola. Dos astutas damas muertas con ajustadas faldas rojas se inclinaban provocativamente contra el parachoques delantero de su Cadillac verde menta. Encendí un cigarrillo.

    “No es broma,” murmuró Elmo asintiendo con su nudosa cabeza. Sus manos se movían en ágiles movimientos practicados sobre el volante. “Del modo que yo lo veo,” continuó, “Todo va a seguir siendo como es hasta el fin de los tiempos.”

    “Menuda suerte la mía.” Solté una risita por el humor absurdo y eché la ceniza por la ventanilla. Imaginé una eternidad jugando al salto de la rana mental con un perdedor vestido de payaso. “¡No gracias!” me burlé ante la idea y soplé un remolino de humo entre los dientes.

    Nuestro pulcro Chrysler Newport retro de 1965 rugió al pasar un grupo sobre el desmoronado bordillo. Una banda de jóvenes muertos con pelos de punta y caras con "pierciengs", vestidos de cuero tachonado y cadenas, hicieron gestos amenazantes cuando pasamos. La luz de un camión al que habían prendido juego iluminaba el pavimento a sus pies, con un cuerpo allí. Los neumáticos del Chrysler siseban como cobras sobre las calles aún mojadas por la lluvia. Callejas oscuras pasaban rápido a ambos lados como los huecos entre gigantes barras de alguna terrible jaula.

    Capté vistazos de figuras moviéndose a sacudidas en la ambarina luz de las hogueras. Eran siluetas simiescas trepando una espeluznante jungla nocturna de acero retorcido.

    En el aire estaba el denso olor a aceites orientales que usaban los muertos para mantener elástica la piel. Goma quemada coloreaba de negro la apestosa brisa. Un grupo de perros callejeros reñían sobre un bulto que agitaba un bastón. Un disparo resonó en un callejón.

    Esto era Greasetown después del anochecer. El nombre original de la ciudad quedó atrás con el mundo al que pertenecía. Se había adoptado Greasetown poco después del Cambio y el nombre había pegado, se decía, porque después de caminar por una de sus calles, se te quedaba algo encima que ya no se iba.

    Un graffiti de tres pisos de altura gritaba DOWNINGS. Las letras estaban pintadas con naranja neón en la pared de un almacén incendiado. Los residentes de este buen barrio lo habían colocado por sus propias razones... o bien como bienvenida o como advertencia. La Authoridad tenía poca influencia en esta sección, lo cual era bueno, porque le daba a un tipo como yo la libertad que nunca había tenido en las partes controladas de la ciudad, como Nuevo Jardín.

    La Autoridad, que era todo lo que quedaba de la ley y el orden después del Cambio, me había dado algunas reprimendas por mis excesos ocasionales. Yo normalmente las ignoraba como un mal chico y hundía los talones por donde fuera que me metían a rastras.

    La mayor parte de mis casos eran asuntos de divorcios por dificultades financieras, pagos para el raro acreedor... nada digno de mención. Después de todo, sabía que necesitaban gente como yo. Pobres gandules que se destrozaban los nudillos y pómulos porque creían saber lo que estaba bien y no tenían el sentido común de convertirse en reporteros de noticias o trabajadores sociales.

    Tipos como yo hacían el trabajo sucio: batir los arbustos.

    El coche derrapó en silencio en los charcos y tuve que echarle una mano a Elmo con el volante. No fue complicado. La fuerza de su giro me había colocado justo en el bolsillo de su cadera.

    “Gracias, Jefe,” charló Elmo cuando volví a mi asiento. “Esa fue la madre de las esquinas locas.”

    “Sólo tienes que manterlo entre los bordillos, Gordo.” Miré por la ventanilla e intenté relajar los músculos de la espalda y hombros. Sentía la columna como un muelle oxidado. Elmo tenía la tendencia a ser un poco más temerario que otros cadáveres que había conocido. La mayoría de ellos caminaba por ahí de puntillas, tratando de evitar arañarse un cuerpo que no volvería a sanar.

    Como un cadáver conocido mío, Risitas Riley, me había contado, “Un padrastro en un muerto. ¡Joder, bien podría coserme una cremallera!”

    Reí ante el recuerdo y me pregunté qué habría sido de él. Risitas Riley obtuvo su nombre porque tenía labios finos. La muerte los había encogido hasta el espesor de una banda de goma y los había alargado hasta llegar detrás de las orejas. Miré a los rollizos labios de Elmo y supe que él era uno de los afortunados... por supuesto, tomaba la precaución de no mordérselos. Yo le vigilaba por el rabillo del ojo.

    Él era un misterio. Yo sólo sabía que Elmo solía tener un obsceno sobrepeso y le daban el incómodo apodo de Gordo Elmo. Yo sospechaba que él había trabajado como policía o detective privado en algún momento del pasado porque se comportaba de un modo más profesional que yo. No podía probarlo porque la memoria del cadáver era confusa y, en algunas partes, estaba en blanco.

    Puesto que mi tiempo en el cuerpo de Wildclown era limitado, el pedigrí completo de Elmo era un puzzle que no tenía el lujo de investigar. Yo creía que Elmo y yo éramos hermanos en cierto sentido. Asumía que, como él, yo estaba muerto. Nuestra principal diferencia era que él tenía un cuerpo y yo no. Como resultado, me veía obligado a subirme a la carreta de ruedas cuadradas de Tommy.

    Tenía algunas pistas sobre dónde se habían conocido los dos hombres, y ellos, la verdad sea dicha, compartían la ignorancia... o eran reluctantes a comentarla. Yo tuve esperanzas en que la conversación casual alentada por mí y el arrimar la oreja desde mi lugar en el techo completara algunas de las piezas del puzzle; pero parecían desinteresados en el pasado en todo sentido, salvo al comentar lo diferentes que eran las cosas ahora en comparación con antes. Yo llevaba en el negocio con la pareja desde hacía unos seis meses antes de que decidiera dejar de intentar averiguarlo. Ahora que habían pasado dos años, estaba seguro de ninguno de ellos sabía que yo existía.

    Elmo pisó a fondo los frenos y yo me comí el salpicadero. Me levanté maldiciendo y escupiendo antes de mirar a la larga carretera que se extendía entre casas ardiendo en la calle de en frente. Humo negro veneoso ondulaba de ella.

    “¡Reinas!” chilló Elmo con una voz que habría avergonzado al niño de un coro.

    Mi arma ya estaba en mi mano.

    “¡Da marcha atrás” bramé antes de girar la cabeza a mi alrededor para descubrir un camión que habían empujado en mitad de la carretera de atrás. La cabina estaba ardiendo, las ventanas estaban negras y onduladas como tejido cicatrizado.

    Frente a la barricada en llamas ante nosotros, formas extrañas empezaron a aparecer de pronto. Excepto por algunas formas bajitas y rechonchas, la mayoría de estas Reinas eran altas y corpulentas. Llevaban pantis rosa de seda y bandas de cuero negro. Sostenes encopaban pechos musculosos, al tiempo que faldas de gasa y tafetán ondulaban y lamían el viento de humo.

    Sofoqué una risita. Pude notar el regocijo oculto de Tommy cosquilleando en el fondo de mi mente. Cierto, eran peligrosas como demonios, pero parecían gilipollas. Elmo empezó a parlotear para sí mismo, asustado. Conocía las historias de Reinas que desmembraban a los muertos como el clímax de sus experimentos en las artes necrománticas, con énfasis en románticas. Le toqué disimuladamente el brazo con el arma, endurecí mis nervios y salí a la calle.

    El asfalto estaba grasiento a mis pies y miré a las bigotudas caras de los monstruos hormonales. El líder de las Reina avanzó unos pasos. El tipo era inmenso, más alto gracias a un montañoso pelo rubio a lo afro. Completaba la foto llevando un traje panti de cuero con remaches.

    “Mamón...!” gritó entre gruesos labios pintados y torció la cara en reconocimiento. “Tu eres el gilipollas de Wildclown.”

    “Desgraciadamente para ti,” gruñíii. “Nunca verás al verdadero McCoy.” Por dentro, el espíritu de Tommy rió nasalmente como loco. Mi mano apretó el arma nerviosamente. “Estáis todos adorables esta noche. ¿Pero, chicas, por qué no vais a divertiros a otra parte? Id a haceros las uñas.”

    Yo estaba a unos cinco pasos del coche. Pude sentir la aproximación de otras Reinas detrás de mí. En total, creo que estaba enfrentando a veinte de ellos. Lo único que me mantenía virtuoso era la .44 automática claramente visible serpenteando alrededor de mi mano. Aún así, sólo tenía diez disparos y nunca llegaría a meter otro cargador. Si estos tipos esnifaban pegamento o eran pirados del PCP, podrían correr a por mí.

    “He oído mucho de ti, Wildclown.” El jefe tenía un muy buen gruñido por su parte. “He oído que estás chiflado como un bebedor de Varsol.”

    Sonreí tras la cara pintada. “Vosotras y vuestros chismorreos.”

    Las Reinas se habían reunido en un anillo de diez metros alrededor del Chrysler y de mí. Su líder se acercó suavemente dejando que sus puntiagudas hormonas trabajasen para él. Su cara era obscena.

    “Te diré otra cosa, mi payaso de culo dulce. He oído que te gusta como a una mujer. Apuesto a que sí, en cuanto te azotemos lo suficiente.” Se acercó. “He oído sobre tu erección, chico, sé que te gusta usarla.” Noté que a medida que se aproximaba, se bajaba lentamente la liga de las medias. Estaba ahora tan cerca que casi me ahogo con su perfume barato. Olía a aguarrás y a sudor. “He oído que te gusta follar como a los pájaros les gusta volar.” Bajó su peluda barbilla y miró hacia mi arma. “También he oído, mi dulce bebé, que no matas a la gente.”

    “Una cosa que pringados como vosotros tenéis que aprender sobre los rumores...” Miré a las llamativas y falsas pestañas encima de sus ojos enfermos. “Es que nunca son cien por cien verdad.” Le disparé una única vez en el pecho y le levanté del suelo enviándolo a tres metros de distancia.

    Giré sobre los talones y apoyé la espalda en el coche. “La siguiente hermana que se mueva se lo lleva... ¡Apagón!” Moví mi arma hacia ellos. “Yo no juego como vuestro querido líder, así que quien quiera ser el segundo en el concurso de la reina muerta, ¡paso al frente!”

    Elmo aceleró el motor. Moví la automática por el grupo tratando de mostrarles mi cara de: yo como clavos para desayunar... no era fácil con maquillaje de payaso.

    “¡Fuera! ¡Ahora! ¡Salid corriendo !” Grité. “Esto ya no es el mundo real.”

    Disparé un bala y le rocé la coronilla a un Reina barbudo con mayas amarillas. Cayó y grité “¡Ocho de vosotras aún podéis dar el paseo de la muerte!”

    Se giraron y corrieron como una unidad, llevándose a su herido con ellos. Sus ridículos culos peludos oscilaban bajo sus finas sedas. Mis ojos miraron a la Reina caída muerto. Yacía en la calle como una estrella de Hollywood con sobrepeso. Lo único que le faltaba era un ramo de rosas marchitas y una caja de zapatos llena de amarillentas cartas de amor... quizá un teléfono de princesa fuera del gancho. Me sentí como si le hubiese hecho un favor al mundo.

    Entré en el coche al lado de Elmo. El motor rugió hambriento.

    “Perdón, Gordo,” dije.

    “Tranquilo, Jefe. Nunca he visto a un hombre que necesitase matar más de uno,” Elmo dijo esto mientras conducía sobre la acera y dejaba atrás la barricada arañando el acero pintado.

    A medida que atravesábamos la escena de muerte y destrucción, pude sentir el alma de Tommy sonriendo en el interior. Era como si estuviese feliz por primera vez en su vida.

    “El Edificio Marruecos,” dije, y empecé a luchar con mis propios pensamientos.

    ,

Capítulo 5

    La farola zumbaba y parpadeaba como una furisosa abeja. Saltaban chispas de la bombilla desnuda. El Edificio Marruecos eataba construído con sucio ladrillo rojo. A unas quince plantas más arriba, un réplica en madera y neón de un minarete árabe se suspendía precariamente sobre sus anclajes en el techo. Se inclinaba sobre la calle amenazadoramente.

    Observé cómo la gente salía corriendo instintivamente de debajo de su sombra.

    Velas coloreaban las muchas ventanas del edificio con una luz interior naranja, demasiado cálida para aquel barrio. Esa luz pertenecía al corazón de un hogar de hace mucho tiempo, no pertenecía a otra noche abandonada de Dios en Greasetown. Mi ojo captó movimiento en una ventana y observé cómo una mujer de pechos flácidos se desvestía con sus raquíticos brazos. Me giré y asentí hacia Elmo.

    “Espera en el coche,” le dije, salí y me apresuré a cruzar la sombra del abandonado domo. Era noche de sábado, sobre las once, treinta minutos después de que hubiera matado a la Reina. La lluvia seguía cayendo con su aceitosa llovizna.

    Una doble puerta colgaba de goznes desiguales con térrea luz que reptaba fuera ellas en extraños ángulos. Tomé el pomo, se deslizó bajo mi agarre. Tiré de la puerta y me abofeteó en la cara el hedor de la orina. Me limpié las palmas en el mono y las moví hasta el arma en mi cintura. La noté dos balas más ligera. Maldije mi descuido e hice un rápido inventario.

    Las balas se habían vuelto demasiado escasas para tal matanza fortuita. La Autoridad hacía lo que podía para reforzar su prohibición. Pero, como siempre, el Mercado Negro aprovechaba cualquier debilidad que creaba la legislación. El Mercado Negro amaba las prohibiciones: disparaba el precio.

    Me acerqué andando sobre las crujientes tablas del suelo hasta un mostrador de recepción que parecía el abollado parachoques de un camión. Justo detrás de este había una rojiza cabeza calva con una mezcla de pelos negros y grises vagando a intervalos como mala hierba moribunda.

    “Buena noches,” le dije al cráneo.

    Un par de ojos espiaron sobre el mostrador, tan profundos y oscuros que parecían borrosos, como bocetados rápidamente con un rotulador de punta de fieltro.

    “¿Qué?” balbuceó una voz entre gárgaras.

    “Es interesante cómo se puede atajar toda la semántica y ver la pura esencia de la cuestión,” Respondí locuazmente antes de continuar: “Estoy buscando a una mujer. Una masajista terapuéutica, del tipo carnal, creo. Su nombre es Señora de, Señora o Señorita Jan Van Reydner. También puede que sea Señor, con gusto por ropas y hormonas femeninas.”

    “¡Fue!” gruñeron los ojos antes de apartar la mirada. “Fue…” rezongó la voz.

    “Veo que no te pagan por sílabas.” reí disimuladanente detrás de mi cara pintada.

    De pronto, los ojos se dispararon hacia mí y destellaron furiosos anillitos de huevo blanco. Empezó un distante jaleo. Los ojos se elevaron, seguidos de unos hombros del tamaño de un buey. Su profundo pecho estaba cubierto de pelaje de oso, y subía y bajaba asmáticamente. Quedó mirándome durante un momento. La cara posada en lo alto tenía cicatrices e indentaciones. Un bate de béisbol en una mano golpeó la otra con un sonido de carne muerta de matadero.

    “¡A la Puta calle!” me bramó. El pelo se me rizó con una brisa de ajo.

    “Soy detective,” le dije observando al resultado de años de abuso de esteroides subir y bajar los brazos como montañeros suecos.

    “Pues a la puta calle, detective.” noté por primera vez que el tipo había dominado el arte de la dilatación de la cuenca ocular.

    “Quiero hablar con ella,” insistí.

    “¿No m'escuchas, caramierda? ¿O quieres que te corte la otra oreja? Ella no está aquí.”

    “Excelente uso de la pregunta retórica, muy bien.” Me incliné hacia él. “Mi nombre el Wildclown.” Yo no tenía miedo, pero por alguna razón los testículos me retrocedieron hasta los pulmones.

    Hizo una pausa de un minuto y apretó su picada cara. El tipo no era una hermosura. Bajo una ambigua nariz de querubín tenía una cicatriz donde alguien había intentado tallar una sonrisa a lo largo de sus mejillas.

    “Wildclown...” murmuró rascándose la cabeza con un morcilloso dedo. “He oío' hablar de ti. ¿Te llevas bien con la Autoridad?”

    Era una pregunta con equívocas implicaciones. Que yo supiera, era la Autoridad quien le había decorado la cara. Me arriesgué. “No. Si Greasetown fuese un ano, le pondría pomada a la Autoridad.”

    Su cara quedó vacía mientras los temblores agitaban sus musculosos brazos. El bate, que había estado acariciando su palma, se detuvo con un último ¡tuac! Mi mano se deslizó por el cinturón más cerca del arma.

    Me sonrió y dejó el baje detrás de él. Me extendió una zarpa de mamut. “Jodido Sobresaliente, hombre.”

    Llevé mi mano hasta la suya y le dejé exprimirme el tuétano.

    Me la devolvió y empezó a hablar. “¡Sí, jodida Autoridad!” dio una carcajada “Eres bueno, Wildclown. Nada mal para un mierdecilla con maquillaje.”

    Se apoyó pesadamente sobre el mostrador. Sus callosos codos eran tan ásperos que podrían cortar cristal. Embistió un dedo dentro de su nariz al presentarse. “Soy Douglas Willieboy, hombre. Soy de la parte sur.”

    Ahora que usaba más de unas pocas sílabas, detecté una ligera voz nasal.

    “Encantado de conocerle, Sr. Willieboy. ¿Puede responder unas preguntas?”

    Dio una carcajada y una palmada en el mostrador. “Oh, mierda, sí, por un precio, Sr. Wildclown. Hubo un asesinato en su habitación allí arriba, ¿sabes?”

    Normalmente, cuando una montaña te dice esto, te preparas para separarte de una suma considerable.

    “¿Cuánto?”

    Me miró de arriba abajo. “La Autoridad está buscando a esa Van Reydner. Registraron y acordonaron su habitación. Creo que tendré que quebrantar algunas leyes para dejarte entrar.” se rascó la barbilla. “¿Cuánto tienes?”

    “¿Cuarenta?”

    Dio una carcajada, “Lo habría hecho por veinte,” Willieboy dio una risotada que fue incongruentemente aguda y afeminada. “¡Que sean cuarenta!”

    Saqué el molesto monedero de plástico de Tommy y, tras una breve lucha, saqué los cuarenta dólares.

    Willieboy cacareó de gozo después de lanzarme una mirada. “¡Mierda, si hasta llevas un arma, Wildclown! Tienes buen tacto.”

    Sonrié con él. Bajo mi consciencia pude sentir una punzada de rabia viniendo de Tommy. Al parecer había herido su orgullo.

    “Vale,” dije al ver desaparecer para siempre mis cuarenta pavos enrollados bajo una de las mangas de la camiseta del tipo. “¿Dónde está la habitación?”

    “Te llevaré allí,” gruñó tras levantar una sección del tablón del mostrador y mover su volumen hacia la escalera. Las llaves tintineaban desde una cadena atada a su delagada cintura. Sus ajados pantalones, con los remanentes de números descoloridos en los muslos, me dijeron que una prisión sureña tenía un prisionero menos.

    “Vamos.” me indicó con una gran mano. “El elevador se ha jodido. ¡Hay que ir a pata!” Caminó hasta una amplia escalera cubierta de mohosa alfombra púrpura y empezó a subir a pisotones.

    Yo pisoté tras él. “¿Qué piso?”

    “Decimosegundo,” masculló el tipo, dio una risotada y se encendió un cigarrillo.

    “Decimosegundo,” repetí buscando en mis bolsillos uno de los míos.

Capítulo 6

    Yo estaba jadeando y claustrofóbico tras el maquillaje para cuando alcanzamos la decimosegunda planta. Tommy no iba al gimnasio muy a menudo.

    Al llegar, Willieboy retiró delicadamente la cinta de precaución de la Autoridad del umbral. Sonrió al hacerlo. Luego se enfrascó con la cerradura y la llave.

    “Vamos, bastardo,” gruñó. El insulto funcionó, porque la puerta se abrió con un sonido hueco. Willieboy tanteó y golpeó la pared interior hasta que se encendió una luz. Una única lámpara de techo iluminó tenuemente la habitación. La luz tallaba una terrosa estrella amarilla sobre nosotros.

    “Ahí, hombre.” Willieboy gesticuló con un rápido movimiento de cabeza para que entrara.

    Caminé entre monótono marrón de pared a pared, un marrón que había olvidado su color original hacía mucho tiempo. Dos sillones enmarcaban una antigua televisión y un ajado sofá bisectaba la habitación.

    “Gracias,” dije. “¿Te importa si echo un vistazo?”

    “Nah,” me gruñó. “Pero no cojas nada. Hemos confiscado sus cosas hasta que aparezca con el alquiler que debe.”

    “¿La conocías?” pregunté al mirar ocioso por la habitación. Las tripas me dieron un salto al distinguir una gran mancha oscura en medio de la alfombra. Avancé hacia ella.

    “Nah,” masculló mientras se pasaba el llavero de mano a mano. “Sólo la he visto una vez o así. Una pelirroja de estupenda apariencia. ¡Le llegaban las tetas de aquí hasta aquí!” Hizo un exagerado movimiento con las manos. Yo recé por que estuviese exagerando. “Empezó aquí hace un par de semanas. Vestía bien de veras y tenía un culo con el que apostaría que podía liar cigarrillos. Aunque era un poco creída... no tenía tiempo del día para mí, ni para ningún otro que no pagase.”

    “¿No pagase?” dije mientras los dedos sondeaban la pegajosa oscuridad que olía a mosto y peniques viejos.

    “Claro, era una chica alegre, ya sabes. Mierda, ella podía decir que era una masajista terapéutica profesional o lo que sea, pero yo sé que era una PRO de otra cosa.” Hizo un guiño. Creo que fue un guiño, no estaba seguro. Sus ojos eran dos huesudas cavernas a la luz cenital. Le devolví el guiño de todos modos. Era una de esas cosas de hombres.

    “¿Se marchó sin más?” dije distraídamente mirando al umbral que se abría al fondo de la habitación. Había una cama allí dentro.

    “Sip, que yo sepa... claro que no la vi irse. Descansé esa noche. Complicado imaginársela saliendo por patas sin sus sedas y demás. Bueno, si quieres hablar más, ven a verme abajo. He estado teniendo un montón de problemas últimamente con gamberros muertos del barrio. ¡Jesús, no hay quien mate a esos mamones y se creen dueños de todo!” Su volumen se apartó del umbral, una foto acristalada de una goleta brilló en la pared exterior.

    “¡Cierra cuando acabes!” bramó sobre el hombro.

    Asentí y entré en el dormitorio. La cama estaba deshecha y sólo pude detectar el agrio hedor de aceite corporal. Me acerqué al armario... la puerta estaba entornada.

    En el suelo, una bolsita de viaje me hacía una mueca con dientes de latón. Saqué mi linternita del bolsillo y examiné rápidamente el suelo con su luz. Junto a la bolsa de viaje, un rectángulo de marcas de ruedas en el polvo de la alfombra me contó que faltaba una maleta compañera. Más adentro, zapatos, bolsos y cinturones: el enredo normal que encontrarías en el suelo de un armario femenino. Mi linterna parpadeó sobre los hombros de una hilera de vestidos. Pasé la mano por ellos. Se menearon como las Supremes.

    Van Reydner era de mediana altura, si es que los vestidos me contaban algo, y ella llevaba un perfume particuparmente florido. Había suficiente huecos en el bastidor para hacerme pensar que podría faltar un vestido o dos. Ignoré la pesadez que crecía en mis hombros, luego saqué la silla de debajo del tocador y me senté en ella. Tenía que ser cuidadoso ahora que llevaba en el cuerpo de Tommy algunas horas. Yo tenía una tendencia a quedar abrumado por las sensaciones al principio, seguida por ataques de ansiedad e intronspección a medida que se apilaban las emociones.

    ¿Qué demonios estaba yo haciendo? No era como los viejos tiempos. ¿Qué viejos tiempos? No podía recordarlos mejor de lo que uno recuerda un sueño de la infancia. Las memorias me llegaban como sombras a veces; pero eran sensaciones familiares sin una narrativa, rostros y lugares irreconocibles, nada más. Sabía que la vida había sido más sencilla entonces. Los cadáveres permanecían muertos y los detectives poseían sus propios cuerpos.

    Impulsivamente, intenté recordar un tiempo antes de haber conocido a Tommy, de antes de mi muerte, si es que era eso lo que había sucedido, y sentí de inmediato el habitual dolor agudo. Siempre me pasaba. Por alguna razón, lo que quedaba de mí se negaba a recordar lo que había sido antes.

    Lo único que sabía seguro de mí mismo era que yo era un detective. Al menos sabía algo. Tenía que levantarme, ponerme a trabajar y en marcha. Eso también era algo.

    Tiré de la cadena de la lámpara que descansaba sobre la agrietada superficie esmaltada del tocador. No funcionó, cosa que no me sorprendió. Ya nada funcionaba. En su lugar, la luz de moneda de dólar de mi linternita escaneó la ruinosa zona de maquillaje y cremas, nuevas y usadas, y diseminadas a su alrededor.

    En un cenicero había una arrugada colilla de cigarrillo con una boquilla manchada de lápiz de labios. Era una cosita muy mona... nada grande y cubano en ella. La saqué. Olía a café o crema al whisky. Me la guardé en el bolsillo, abrí el único cajón y curioseé dentro: más maquillaje, una tarjeta del Salón de Bronceado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson.

    Casi me pareció extraña, pero las cajas de cerillas de su clase eran comunes. Anunciar productos para la vida después de la muerte era un negocio agresivo. Di la vuelta a las cerillas y encontré cinco números escritos por una mano fuerte. También me la guardé en el bolsillo y escarbé un poco más. La mujer debía de tener un libro de citas. Por supuesto, si había huído, se la habría llevado.

    Me congelé cuando crujió el suelo en la habitación exterior. Apagué la linterna y saqué veloz el arma. Me apoyé en una rodilla; esperé. Otra tabla crujió, seguida del sonido del roce de ropa. Avanzando despacio y en silencio, asomé una rendija de mi ojo entre el marco de la puerta.

    Tres hombres, cadáveres, estaban en el umbral. El pasillo era una cortina en negro detrás de ellos. Uno llevaba una escopeta de dos cañones. Era muy viejo y decrépito. Su piel parecía seca y agrietada, y estaba cosida toscamente con cordón de zapato verde alrededor de la mandíbula. Pelo como débil telaraña le bajaba hasta los hombros. Por sus movimientos pude saber que era el líder.

    Los otros dos estaban en igual mala forma y vestían lo mismo, mugrientos abrigos hasta las rodillas. Uno tenía líquen o moho verde oscuro en el lado izquierdo de la cabeza. Al otro le faltaba un zapato. Un pie destrozado mostraba huesos amarillentos sobresaliendo de la pernera rasgada del pantalón.

    Escuché.

    “Ejta ej la habitajió, maldita jea. Queremoj lo que quié el jeje. Ejta ej la habitajió, si lo sabería yo,” masculló el lider. “Horley, ¿tiéj tú ej jumo, tío?”

    Hice inventario automáticamente. Obviamente eran negligentes, el olor que torturaba el aire en la habitación lo delataba. Probablemente contratados para un asunto desesperado. Confirmé que los tres estaban muertos, lo cual era malo. Ocho balas no garantizarían abatir a ninguno de ellos. Sabía que podía arrancarle la cabeza al líder, pero eso me dejaría con un número final de arañazos y agarrones con los otros.

    Mis tripas me decían que los muertos no respondían bien a la discusión en calma. Observé el maquinal chasquido de sus manos marchitas. Sus músculos eran como cuero curtido, difíciles de rasgar o cortar. Eché un vistazo a la cabeza del líder.

    “Vale,” balbuceó en un arrastrar gutural sin labios, con los dientes tocando como teclas de una máquina de escribir. “¡Hajlo!”

    Una llama se encendió en las manos de uno de sus secuaces y apareció una botella de gasolina en las manos del otro. El trapo encima de la botella ardió en llamas y se quedaron un momento contemplando con ojos abiertos. Los muertos temían el fuego. Sus cuerpos prendían como yesca.

    Yo lo sabía. Con todo los conservantes y aceites que usaban, arderían como antorchas.

    Me alegré de saber esto porque el líder cogió la botella y alzó el brazo para lanzar el cóctel. Mi arma dio un rugido. La botella desapareció en una bola de fuego al igual que el cadáver. La escopeta maldijo y la pared cedió sobre mi cabeza.

    Examiné al grupo. Los tres estaban danzando ferozmente. Dieron alaridos, se tambalearon y rodaron prendiendo fuego a toda habitación. El marco exterior de la puerta empezó a arder junto con el pasillo de fuera. Debían de haber derramado un montón de gasolina por la zona. En un momento, supe que se encendería el edificio entero.

    Me giré. La única salida era la ventana.

    Doce pisos hasta abajo... sin red.

    Este era el fallo en mi plan. Guardé el arma y tiré de las sábanas de la cama. Me capté a mí mismo en el espejo del tocador. A la fantasmal luz roja, parecía un payaso aterrorizado en el Infierno. Até las sábanas entre sí y una manta, luego saqué la ventana de una patada. Sobre mí podía ver el falso minarete árabe suspendido como ebrio sobre la calle. Estaba a unos cinco metros sobre mí, pero sus soportes de madera parecían sugerentes. Una rápida escalada hasta el tejado y bajar por la salida de incendio.

    Sencillo.

    Los muertos estaban en silencio y el calor de las llamas crecía en intensidad,acelerado por la dura piel rancia y ropas harapientas. Me giré hacia la habitación para atacar la silla del tocador.

    En unos momentos la tenía desmontada y había improvisado un gancho a partir de las patas cromadas. Anudé las sábanas al gancho y corrí hacia la ventana. Las llamas ya estaban lamiendo el marco de la puerta del dormitorio. Miré abajo hacia la calle. Las noticias del incendio habían viajado rápido.

    Se había reunido una multitud. Entonaba, “Arde, arde, arde!”

    Probé el peso en el gancho en mi mano y lo balanceé hacia arriba. Se enganchó en el armazón de madera al primer intento. Mostrando mi mejor sonrisa de Capitán Blood, tiré dos veces de las sábanas y me lancé al vacío.

    Ni siquiera hubo un sonido de protesta cuando toda la estructura se salió del edificio. Ni el crujido de la madera, ni el lamento de los clavos torturados. Simplemente salió del edificio como si el domo hubiese estado allí equilibrado esperando a la suma de peso adecuada para derrumbar su ancestral equilibro.

    Creo que chillé una vez cuando caí hacia la calle junto a la extraña estructura desmoronada. Me aferré con fuerza a las sábanas, en realidad no tenía otra cosa que hacer.

    Recuerdo una fuerte sacudida abrasadora en mis hombros y el poderoso quebrar de la madera. Luego volví a caer. Luego otro tirón, un salvaje balanceo y un choque machacadientes contra los ladrillos.

    Más caída.

    Degusté sangre, hubo otro choque de madera y ladrillos y humano, luego una oscuridad que era completa. Cosa que me resultó extraño.

Capítulo 7

    Desperté con una vertiginosa sensación de mareo. Extraño, porque desde que me había convertido en lo que soy, incorpóreo, un espíritu, como se llame, nunca había perdido la consciencia. En los dos años desde mi aparición de la total negrura, nunca había sentido ninguna sensación que pudiese ser llamada física estando desposeído. Podía oir y ver, nada más. Ahora sentía náusea. Flotaba sobre el cuerpo Tommy, que se extendía a lo largo del asiento de atrás del Chrysler.

    “S-se va a poner bien…” balbuceó Elmo a sí mismo detrás del volante. Sus ojos preocupados aparecieron en el espejo retrovisor. “Sí, se va a poner bien.”

    Lo más cercano que yo había estado nunca de una sensación en mi estado no físico ocurrió durante el proceso que usaba para preparar la posesión. Para tomar el control tenía que enlazar con el centro del placer del cerebro de Tommy. No sé si sucedía eso realmente, pero yo parecía tener alguna habilidad para ensimismar las fuciones inferiores de su cerebro y engañarle para adentrarse en un mundo interno de fantasía.

    Empecé enviando provocativas imágenes sexuales hasta que sentí o vi sus ecos reflejados en la actividad nerviosa cerebral: aparecieron pequeñas motas de luz como luciérnagas. En el momento preciso, la fuerza que nos separaba pareció desaparecer y el vacío creado me succionó hasta el asiento del conductor. En el extraño momento en que pude sentir, el alma de Tommy pasó volando a mi lado como una sombra antes de desaparecer. Muy a menudo no experimentaba nada más que un momento de transición, de espacio nulo antes de la conclusión.

    Mientras luchaba con este eco de náusea imposible, escuché.

    “¡Jesús, Jefe, eso ha sido serio... mierda!” me miró rápidamente sobre el hombro. “Bajando en una liana como un hombre de la j-jungla.”

    Examiné a Tommy y vi que estaba respirando; aunque su cuerpo estaba pimentado de cortes y moratones. En su sien izquierda rezumaba una brecha rosa en su maquillaje

    “Moisés Bendito, Jefe.” Elmo casi abucheó. “Es usted el hombre más suertudo que he conocido. Si ese cable en-eléctrico no le hubiera detenido un poco... estaría ahora tan muerto como yo... ¡pero más plano!” Su carcajada sonó como el roce de hojas secas.

    Tommy se lamentó amenazadoramente.

    “Mierda, perdón, Jefe... ¡Descanse, descanse!”

    Mientras Elmo se concentraba en conducir, yo intenté concentrarme en mis problemas. Llevaba dos años poseyendo el cuerpo de Tommy y nunca había perdido la consciencia. Lo más próximo a eso había sido un extraño trance alucinogéno que experimentaba algunas horas por la mañana. Yo lo definía como dormir, pero las imágenes que veía en esos trances ocurrían dentro de mi campo de visión, superpuestas a la realidad y cesaban en cuanto yo quería. En el pasado, si recibía un trastazo y Tommy quedaba noqueado, yo era expulsado de su cuerpo sin más. Había alguna leve desorientación en la transición, pero nada más.

    Transición. Así era como siempre ocurría.

    Bajé la vista hacia Tommy y perseguí todos los pensamientos de posesión de mi mente. No deseaba sentir su dolor. Egocéntrico de mí, pero tenía que pensar. ¿Quién había enviado a los incendiarios? Estaban buscando la habitación, de modo que o bien estaban allí para atraparme a , o sólo quemar la habitación. No podía imaginar que fuese un viejo ajuste de cuentas. Nadie podía haber sabido que yo estaba allí. Si fueron a por la habitación, el asesino de Billings les había contratado para ocultar pruebas. Desafortunadamente, no quedó nada de ellos para preguntarles después del infierno.

    Elmo dobló una esquina a unos cuarenta por hora y Tommy se resbaló de cabeza por el asiento de atrás hasta cochar con la puerta. Él masculló y gimió. Echo mano a su cinturón (no tenía arma), luego a su cabeza. Se miró la mano, que surgió roja. Se irguió y, durante un incómodo momento, su cabeza entró en el espacio que yo estaba ocupando.

    “¿Dónde demonios estoy?” gruñó inclinándose hacia adelante. “¡Joder, menudo sueño he tenido!”

    En silencio, observó la carretera con la frente arrugada, la boca se movía como uno que hablaba en sueños. Elmo respondió en su ceceo de labios secos.

    “Tuvo una caída, Sr. Wildclown. Claro que el fuego ya estaba lamiendo sus botas cuando se puso a hacer de hombre de la jungla.”

    La cara de Tommy miró enigmáticamente a Elmo y luego estalló. “¿De qué coño estás hablando?”

    Fue el turno de Elmo de quedarse mirando. Sus ojos muertos eran perplejas bolas al mirar boquiabierto sobre el hombro.

    “El Marruecos...”

    Mientras conversaban esos dos, el coche aprovechó la oportunidad para salirse de la carretera, estamparse con el guardabarros de una camioneta aparcada y doblar una farola cuarenta y cinco grados antes de que Elmo pudiese recuperar el control.

    Me alegré de que Chrysler construyera coches grandes.

    “¡Cristo!” regañó Tommy agarrando el reposacabezas de Elmo. “¿Miras lo que haces?” Sus dedos cayeron hasta la cuerda ceñida a su cintura. “¿Dónde está mi arma?”

    Elmo relató la historia de la entrada al Edificio Marruecos y su espera en el coche mientras Tommy examinaba la escena del homicidio en busca de pistas sobre el paradero de Van Reydner. Tommy escuchó categóricamente; sin dar impresión de que estuviese escuchando en absoluto. Elmo finalizó la historia con una entusiasta narración de la huida del fuego de Tommy: su increíble sacudida y descenso mientras el viejo minarete caía con él. Un grueso cable eléctrico combado frente al edificio había detenido su caída. Yo intenté imaginar el minarete ridículamente iluminado como algún casino islámico... pero Tommy me interrumpió.

    “Genial, Elmo, genial, pero esta nena, Van Reydner, ¿qué iba yo a hacer, follármela o qué?”

    Elmo empezó a recontar la historia desde el inicio. Eata vez Tommy empezó a emocionarse.

    “De acuerdo, de acuerdo, ¡estábamos tomando una copa!” Apoyó la espalda en el respaldo, se rascó la barbilla, luego soltó de golpe. “¡Mi arma!”

    “Tenga, Jefe.” Elmo le entregó la .44 que estaba sobre el asiento. “La re-recogí en la acera después de sacarle de los restos de esa cosa árabe.”

    Tommy pescó el arma y la deslizó a través de su cinturón. Presionó su fría y negra longitud contra su ingle con un suspiro de satisfacción, pero el tranquilizador acero no pudo dar alcance a la duda en sus ojos oscuros. Tommy pasó el resto del viaje a la oficina sonriendo débilmente y en silencio mientras acariciaba el arma.

    Yo seguía flotando sobre sus cabezas. Quería hablar con el Sr. Willieboy.

    l

Capítulo 8

    Sonaba el teléfono cuando Tommy abrió con el hombro la puerta marcada con Investigaciones Wildclown. Entró echando músculo hacia el interior de la oficina y pescó el receptor del gancho.

    “Sí,” empezó en monosilábica gloria mientras fijaba la silla de la oficina como objetivo y caía sobre ella.

    Yo me contenté con flotar por encima. Esto es lo que pasaba cuando Tommy se movía; me veía arrastrado con él a unos treinta centímetros del techo como un infeliz globo. Poseer a Tommy era la única acción que podía iniciar en mi forma vaporosa. Resultaba amargo, voyerístico y frustrante, pero ese era el inconviente de nuestra relación. También podía ser totalmente inquietante cuando me veía lanzado de un lugar a otro sin aparente consideración por los umbrales y bajos techos. Fuese cual fuese mi historia, lo que quedaba de mí atravesaba materia sólida como si no estuviera allí.

    Antes de que pudiese escuchar lo que el hablante estaba diciendo, Elmo me distrajo al entrar y deslizarse en la silla con un barullo de muelles. Se estaba limpiando los labios con un pañuelo. La oscura piel de su frente y mejillas tenía una lustrosa capa aceitosa. Debía de haberse rehidratado en la oficina exterior. Elmo mantenía una mezcla de aceites de bacalao y minerales en una garrafa junto al refrigerador de agua para tal justo propósito. Se la aplicaba interna y externamente, un proceso que yo había atestiguado una vez y que no quería ver de nuevo.

    Uno más de los problemas de estar muerto en la Nueva Era. Tenían que mantenerse bien engrasados y fríos si querían evitar esos efectos desecantes que quedaban después de el Cambio.

    Así es cómo la mayoría de la gente lo llamaba.

    Había habido otros términos para la nueva extraña circunstancia en la que se encontraba el mundo: la ruptura, el evento o Armagedón, pero según pasaron los años, la gente se acostumbró al Cambio.

    Yo había leído sobre cómo había sucedido en antiguos ejemplares de la Gaceta de Greasetown. Cincuenta años atrás, un extraño clima contíguo de nubes y lluvia enturbió los cielos de la tierra. El resultante y desastroso diluvio pronto se fundió con lo que quedaba de los casquetes polares y elevó el nivel de los mares lo suficiente para amenazar, si no ahogar, cada ciudad costera. Antes de que pasara esto, unos dos meses después de que empezaran las lluvias, los muertos se levantaron de sus tumbas.

    Alguna fuerza inexplicable animó toda la carne muerta. Una vez vi un filete de cerdo saltar fuera del plato, algo muy inquietante de presenciar y una advertencia para no cocinar beicon poco hecho.

    Los científicos se vieron entre la primitiva maravilla y el horror científico porque no podían explicarlo. La mayoría aún seguía confundida por la lluvia global cuando el primer cadáver entró andando en la oficina de desempleo.

    La ciencia pronto determinó que había sido una extinción en masa de la mayoría de las especies de bacterias del planeta. La causa se desconocía, pero se comprendió pronto que la extinción había ocurrido a una escala que ridiculizaba a la de los dinosaurios. No les llegó el fin a todos, quedaron las levaduras y ciertos primos suyos... lo cual levantó ovaciones y celebración por parte de los borrachines de todo el mundo. Pero todo lo demás se murió.

    La deducción se tomó a partir del hecho de que la carne muerta ya no se pudría, o si lo hacía, era muy lentamente. Quedaban ciertas bacterias y líquenes que se alimentaban de los minerales y proteínas en la carne, y había hongos que podían causar una lenta descomposición y levantar hedores. La carne muerta aún estaba sujeta al daño físico y la deshidratación, pero con cuidadosa limpieza y mantenimiento, y evitando a las moscas, los muertos podían preservar lo que les quedaba indefinidamente.

    Y eso parecía funcionar también para el espíritu. Cualquiera lo bastante afortunado para morir con su cerebro intacto, retenía toda o la mayoría de la mente. Asustó a los científicos descubrir que incluso los individuos cuyos cerebros se habían recolocado toscamente después de una autopsia retenían mucho de su conciencia. La investigación finalmente determinó de un modo bastante científico que un individuo muerto retenía su personalidad si tenía algo como un pellizco de medulla oblongata y una cucharada de cerebellum o córtex cerebral.

    “Sí.” La mano de Tommy indicando que buscaba una bebida me sacó de mi ensueño. Elmo señaló hacia el escritorio.

    “Sí, oh, sí. ¿En serio?” respiró Tommy al teléfono mientras sacaba la casi vacía botella del cajón del escritorio. Después de drenarla la lanzó airadamente dentro de la papelera y frunció el ceño a Elmo.

    El muerto señaló a la silla en la que Tommy estaba sentado y vocalizó, “Botella de emergencia.”

    “Sí, uh…” Tommy dejó el receptor en su gancho. Yo pude distinguir sólo un bajo parloteo cuando el interlocutor fue interrumpido en mitad de una frase.

    “¿Qué botella de emergencia?” bramó Tommy. Elmo apuntó con un nervioso dedo a la silla.

    “L-la que guarda en el respaldo de la silla.”

    Elmo estaba hablando sobre mi botella de emergencia. Yo había confiado en mantenerla en secreto, y lo había conseguido; excepto la vez en que él se la había encontrado por suerte una noche oscura, aunque había estado demasiado ebrio para retenerla en la memoria. Ahora estaba buscando en el espacio entre el brazo y el cojín del asiento. El licor surgió medio lleno en su mano cuando lo sacó. El payaso lo destapó y lo presionó contra sus sonrientes labios. Tragó un par de veces antes de posar la mitad de la mitad. Gesticuló hacia Elmo.

    “¿Tienes un piti, tío?”

    “No,” dijo Elmo. “Nos fumamos el u-último de camino aquí…” tartamudeó, agitado, “¿Quién esdaba al dedéfono?” se crugió suavemente los nudillos y luego rodó los ojos, avergonzando por el tropiezo de su lengua inerte.

    Las facciones de Tommy se enfurecieron, incrédulas. “Un bastardo llamado Willieboy —¡No hay cigarrillos, Elmo! ¿Mierda, qué clase de organización es esta? O sea, podemos conectarnos y hablar con la otra parte del mundo, ¿pero no ponemos conseguir pitillos?” negó con la cabeza, se levantó y rodeó el escritorio hasta qudar delante de su socio.

    “Otra capa más en la conspiración, amigo mío. Pero no me atraparán. No.” se inclinó hacia adelante susurrando,“ Pueden quitarme mi privacidad con mini-cámaras y micrófonos. Pueden quitarme la silla de la oficina, el escritorio y la lámpara. ¡Pero cuando me quitan la bebida y los cigarrillos... se vuelve personal!” Tommy se enderezó y sonrió, su humor se iluminó tras la erupción de la paranoia. “Vamos a pillar algunos. Tengo la loca sensación de que nos vamos a colocar esta noche.”

    “Pero, jefe... ¿el c-caso?” El muerto estaba perplejo.

    “Excelente idea, Elmo. Un caso de cerveza o dos añadirá la cantidad justa de engrase para la vieja caja parlanchina.” Se pinchó la sien con el dedo. “Tengo que pensar un poco.”

    “Pero, ¿no deberíamos dar s-seguimiento a esa llamada?” Elmo estaba ojiplático. Parecía a punto de citar el libro de Pinkerton de lo que debe o no hacer un Detective.

    “¡Todo a su debido tiempo, ni querido Elmo! Todo a su debido tiempo.” Tommy se acercó a él y le frotó los hombros al muerto con condescendencia. “Tenemos que defendernos del único modo que sabemos.”

    Elmo pareció empalidecer, si es que aquello era posible, antes de levantarse y moverse reluctantemente hasta la puerta. Conocía la rutina.

    Siempre que Tommy empezaba a hablar de conspiraciones, usualmente caía en una depresión ebria que duraba días. Yo sabía que parte de ello era culpa mía. La mente de Tommy estaba desequilibrada desde el comienzo. Cuando yo empezaba una serie de posesiones, su enlace con realidad se deterioraba rápidamente.

    Pero yo no tenía elección.

    Actuando con rápidez, empecé a imaginar las imágenes sexuales más repulsivas que pude invertar. Las imaginé con primeros planos y todo. Tommy se congeló, su mente hiperactiva de pronto se inundó de neurotransmisores.

    Una tormenta ígnea de actividad nerviosa parpadeó por mi campo de visión. Se mostraba receptivo, pero no totalmente vencido mientras mi psique chocaba con la suya. La transición no era simple; el payaso se debatió débilmente. Hubo unos incómodos segundos de superposición. Vi cadenas y celdas acolchadas. Sentí cerdas de plástico frotar mis mejillas. La ira emergió en mi interior y el dolor atravesó mi corazón... el de Tommy. Me tambaleé y caí sobre una rodilla. La vergüenza y el ultraje aullaba en cada fibra nerviosa. El dolor tiraba de mi cráneo. Me doblé.

    No estoy seguro de si fue Tommy quien sollozó o fui yo.

    De pronto, el mundo se aclaró. Me puse en pie, tambaleante sobre piernas inestables y me giré hacia Elmo, vi dos de ellos hasta que remitió la visión doble. Lo único que registraba en su cara era una boquiabierta pero vaga sorpresa.

    Su jefe había tenido un extraño ataque, eso era todo.

    Yo podía sentir una monótona pulsación en la brecha de mi sien. Estaba fría y cruda al tacto. Las palmas de mis manos estaban chamuscadas por el fuego, los nudillos hinchados. Me froté los hombros. Estaban rígidos y doloridos, sobreexcitados y fatigados. Mi espalda estaba entumecida y magullada. Sentía las tripas aplastadas y rotas. No era sorprendente que Tommy quisiera una copa.

    “Elmo, ve a por algo de whisky y cigarrillos.” pude sentir palidecer mi cara bajo la pintura mientras experimentaba mis heridas. El mundo me daba vueltas... me tambaleé contra el escritorio.

    “Tengo que dar continuidad a esa llamada,” mascullé, y caí en mi silla.

Capítulo 9

    El dolor había instalado y recolocado la rigidez del músculo. Mientras las heridas se me revelaban solas, tuve que considerar seriamente abandonar el edificio por motivos de salud.

    El acto de retocarme el maquillaje había sido todo un trabajo, pero concentraba mi mente en otras cosas que no eran las contusiones y la retirada. Me había limpiado y vendado la brecha de la sien. Media hora había pasado desde que había tomado el control. Dos veces había tratado de encontrar el número de Willieboy en la guía telefónica. El operador no fue de ninguna ayuda.

    Elmo había reanudado su costumbre de sentarse frente a mí y mirar por la oficina, relajado a su inquieto modo. Su jefe había vuelto a lo normal; fue algo de pasada.

    Sonó el teléfono. Me apreté el receptor al oído y di la bienvenida al frío y familiar círculo en mi piel. De inmediato reconocí la voz de Willieboy.

    “¿Qué coño crees que estás haciendo, tío? ¡Me has colgado el teléfono, maldita sea!” Su voz tenía un fatigado matiz sin humor.

    “Perdón,” dije con voz gangosa con la mejor de mis habilidades. “Es una locura que hago a veces... mantiene la espontaneidad. Pero me alegra que volvieras a llamar.”

    “¡Ah, mierda!” rezongó. “Debería entregarte a la Autoridad. Joder, me he quedado sin trabajo y los empleos no son fáciles de encontrar en Downings. ¿Por qué coño tuviste que incendiar el jodido hotel?”

    “No fui yo.” fue mi turno de destellar ira. “¡Tus malditos amigos casi me matan!”

    “¿Mis amigos?” Su voz registró genuina sorpresa. Hizo una pausa antes de continuar: “Mira, como he dicho, tengo algo en lo que podrías estar interesado.”

    “Algo para darles a tus amigos otra oportunidad,” gruñí.

    “¿Qué demonios?” De nuevo sorpresa. “No sé lo que te está rondando por ese descolorido cacahuete que llamas cabeza, pero si sientes curiosidad, ven a mi casa y trae cincuenta pavos.”

    “Veamos esa dirección.” la escribí, colgué el teléfono y miré al constante semblante de Elmo. Encendí un cigarrillo y miré categóricamente por la ventana. La persiana medio abierta dividía la escena en largas y finas franjas.

    El cielo era de un gris fangoso, iluminado espectralmente por la inconsistente luz de la ciudad. Pero yo sabía que el sol saldría pronto en alguna parte ahí fuera tras las nubes perpetuas.

    Greasetown se alejaba lentamente de mí como un elefante moribundo.

    Los edificios, muy lejos de sus mejores tiempos, decaían y bostezaban en una patética danza de decrepitud. En la distancia podía ver el caótico fulgor de los incendios quemando hasta dejar ascuas. Las calles eran un confuso baño de niebla gris. Conté brevemente los días y noté que estaba mirando a una mañana de domingo. Consulté el reloj sobre el escritorio. Cuatro a.m.

    Domingo. Libros de rezos e himnos, eunucos espirituales que decían a la gente cómo vivir sus vidas. Hipocresía sacada a paseo con una larga correa. Tardes de pereza interminable. Una depresión empezó a descender sobre mí con una contínua llovizna y, durante un momento, permití que la desesperación me inundara como una siniestra marea negra. Los domingos eran lo peor, el callejón sin salida de la semana y heraldo de la siguiente. Pero me deleité en él. Cuando el agua sea profunda, bucea. La depresión es una virtud. Sólo el santo encuentra razones para salir de ella.

    Al mirar por la ventana, no pude ver ningún dedo de condenación, pero tuve la sensación de que uno no estaba muy lejos.

    Estiré el brazo y me llevé el teléfono al oído.

    “¿Hambre, Elmo?” le pregunté antes de llamar. “Oh, perdón.”

    “Tranquilo, Jefe. Hasta yo o-olvido a veces que estoy muerto.” los cadáveres tomaban líquidos para mantenerse frescos, pero no tenían necesidad de comer.

    Tuve un breve momento de descubrimiento. Yo era un detective muerto en posesión del cuerpo de un lunático y que tenía una conversación en una mañana de domingo con mi socio muerto. Obligué a salir esas ideas de mi mente y me concentré en los perritos calientes y café que estaba pidiendo. Era un modo caro de comer comida basura, pero era la única cena nocturna que enviaban a cualquier calle a cualquier hora.

    El único modo de sobrevivir en Greasetown era dar ciertas cosas por sentado.

    Todo mi sentido común me decía que yo estaba muerto y que poseía el cuerpo de otro hombre. Por alguna loca razón vestía como un payaso. Mi compañero, Gordo Elmo, también estaba muerto y mucho menos gordo. La desecación se había llevado la suave forma redonda de su panza y miembros. Podía ver cómo la piel le colgaba estirada como láminas de fina goma negra. Estaba muerto, pero estaba delante de mí fumando un cigarrillo. Algo terrible le había ocurrido al mundo que lo había vuelto loco de verdad.

    Puesto que yo no tenía modo de averiguar lo que había ocurrido, intenté no rumiar sobre ello. Ir por ese camino era una locura. Lo único que necesitaba saber era esto: que yo era un detective, que intentaba atrapar a los malos de la película, que estaba en mitad de un caso. El asesinato aún es asesinato en Greasetown.

    “Cuatro perritos calientes están en camino, Sr. Wildclown. ¡Café caliente también, señor! El chico se acercará ahora mismo.”

    Limpié y recargué mi arma mientras esperaba.

Capítulo 10

    Los perritos calientes aún luchaban cuando aparcamos delante de un antiguo hostal. Dominando el césped delantero había una tosca fuente hecha de cemento gris descolorido. Construída, sin duda, para ayudar a justificar el desorbitante alquiler que la gente tenía que pagar para vivir tras ella. El agua se vertía en la cima, sumándose al enfermizo charco marrón coagulado de hojas y apestando a ratas muertas. Todo el conjunto parecía adorable a la débil luz de la mañana.

    Eructé perritos calientes, whisky, cebolla, y café. Estaba cansado y con resaca. La náusea se abría paso rasgando mi sistema desde la epíglotis hasta el ojo ciego. Tenía la distinguible sensación de haber engullido una pitón con mareos.

    Un escalofrío me erizó el vello del cuello. Miré a Elmo a los ojos.

    “Cristo, Elmo, acuérdate de parpadear, ¿quieres?,” mascullé y me abalanceé para salir del coche. Me incliné hacia la ventana. “Volveré en un par de minutos.”

    Mientras Elmo se encendía un cigarrillo, giré hacia la casa. La calle Chavis estaba equilibrada sobre el borde de los Distritos de Downings y de Gritburg. Gritburg estaba a unos centímetros del mugriento Downings y a quice kilómetros de las secciones más controladas de la Autoridad.

    Downings se estaba superpoblando de muertos. No tenían otro sitio donde ir. Justo después del Cambio, habían recibido a los muertos como una bienvenida, aunque desagradable, novedad. Puesto que retenían sus personalidades, eran personas que los vivos conocían y había un aspecto festivo de reunion en ello. Pero no paraban de llegar. Y cuanto más pensaban en ello los vivos, más intranquilos estaban.

    Una cosa era tener que cuidar de un padre envejecido, otra muy distinta era tener que engrasar a uno muerto y vivir con su insomne ritmo. Los muertos no comían, así que eran relativamente baratos de mantener, pero sus caras inexpresivas provocaban primitivas escalofríos entre los supervivientes.

    Los muertos afirmaban experimentar varios niveles de sensaciones, desde el dolor al placer, pero cada caso era diferente. Todos eran diferentes.

    Psicológicamente al menos, parecian actuar sobre impulsos similares a los vivos. Había difuntos bailarines, románticos, violadores, ladrones. Pero con cuanto mayor viveza se comportaban, mayor tension crecía entre los grupos. La vida era ya lo bastante dura sin tener que competir por un empleo con gente que no se cansaba ni dormía.

    Así que la mayoría de municipios pasaban de largo las leyes que restringían las acciones de los muertos que contravenían los derechos de los vivos. Los muertos representaban una gran zona gris que la opinión pública podía explotar. Y así, cuando se oprimió los muertos, empezaron a devolver el golpe. Había incidentes y disturbios; la gente acababa muerta. Se quemaban y desmembraban a los muertos.

    Se llamaron a reguladores oficiosos para suprimir los levantamientos y desbandar los excesos y el abuso.

    Eventualmente, la Autoridad tomó parte y forzó una tregua entre los grupos. Los muertos eran libres de mudarse a las secciones de los vivos en la ciudad si tenían empleos remunerados. Así que, incluso en la muerte, los pobres se hacían más pobres. Los demás se vieron forzados a vivir en las secciones abandonadas de la ciudad como Downings, donde los residentes vivos ya estaban lo bastante apisonados para que importara. En Gritburg era ligeramente differente. Un cadáver podía caminar por la calle, pero no podía vivir allí.

    Me enganché la punta de la bota en una grieta irregular de la acera y tropecé en mi aproximación hacia la casa. Una descolorida valla de postes circundaba el patio. Su puerta estaba abierta para siempre, enredada entre los crecidos y descuidados matojos. Había algo bonito en ello.

    Desde el escalón inferior de un amplio porche delantero, una anciana nativa tosió y regurgitó hasta escupir trozos de pulmón sobre el césped sin cortar. Se tragó el resto de su cerveza mientras dos ancianos la miraban sentados con lascivos ojos. Los viejos búhos iban desnudos de cintura para arriba por el calor. Sus gordas panzas blancas relucían como fina porcelana china. La anciana también estaba con los pechos al aire, que colgaban flácidos como un par de naranjas en una media.

    “Buenos días,” saludé a la mujer. “Caliente como un bastardo, ¿verdad?”

    Me miró como si yo fuese un espejismo.

    “¡Podrido como Microsoft, podrido, podrido!” Sus ojos manchados de marrón coalescieron durante un momento en afilados puntos negros que me escupieron veneno, luego volvieron a su estado informe natural. Gruñó y succionó los labios más allá de sus encías desdentadas.

    Sonreí agradablemente y pasé de largo a los ancianos perchados sobre el escalón superior. No hicieron un movimiento y bien podrían haber estado hechos del mismo cemento que la fuente. Los imaginé poniéndose en marcha sobre el césped con cañas de pescar y graciosas gorras rojas.

    La puerta no tenía pomo y se abrió con un ligero empujón. En el interior vi un ruinoso teléfono de pago en el pasillo. Le faltaba el dial, el receptor había desaparecido y alguien había destripado el cuerpo en busca de cambio.

    Había dos puertas: habitaciones uno y dos. Sucias baldosas crujían bajo los pies mientras me encaminaba hasta la barandilla de una triste escalera. En mi camino hacia arriba, el extraño puntal de madera asomaba por la ennegrecida moqueta como un diente podrido. En lo alto de la escalera encontré la habitación cinco. El marco de su puerta estaba mellado y cortado por un millar de allanamientos forzados.

    Permanecí a un lado de ella, llamé y oí un refunfuñar en el interior. Siguió un jaleo metálico mientras alguien trasteaba con la cerradura. Se abrió la puerta. Una desagadable luz amarilla se difuminó con el lúgubre gris matinal del pasillo. Pude ver que la iluminación venía de una única bombilla sin cubrir en el techo, sobre la cabeza de Willieboy.

    Me miró airadamente con su profundo conjunto de ojos. Su boca se movía como llena de chicle en aquel petulante estado, al parecer debido a un atascado tronco de desagradables palabras formadas tras los labios que su lengua se apresuraba por clasificar.

    “Llegas temprano,” dijo finalmente con enorme contención. Pude saber por las venas hinchadas en las sienes que el tipo tenía otras cosas que le gustaría decir.

    “Fuiste tú el que me llamó tarde,” respondí al cruzar el umbral sobre la moteada moqueta naranja.

    Douglas Willieboy llevaba una vida humilde. Un plato caliente y una nevera en miniatura ocupaba un pequeño espacio cinco por cinco en la esquina empapelada con brillantes girasoles que se asemejaba más a una cocina. Platos con comida incrustada se apilaban en un pequeño fregadero que goteaba y goteaba. La cama de Willieboy era un sofá-cama que ocupaba el espacio frente a la puerta. Estaba en modo cama y con las grises sábanas hechas una bola. Tuve que tener cuidado para no golpearme las espinillas en el marco de metal al entrar. Había un vivo olor a gatos rancios en la habitación, pero resistí la urgencia de mencionarlo.

    Una caja de galletas yacía abierta sobre la mesa en una pila de migas. Mini sandwiches de mayonesa y crema de cacahuete habían compuesto la cena, si es que los tarros vacíos del suelo me decían algo. Frente a una puerta, que sospeché que era el armario, había una gran barra de hierro cargada con pesas.

    “Será mejor que cuide su dieta, Sr. Willieboy.” le señalé a los remanentes de su cena.“Mahatma Ghandi comía lo mismo y mire como se quedó.”

    Willieboy no vestía nada salvo unos pantalones de felpa. Exibía una enorme musculatura en pecho y hombros. “Mierda, tío, siempre estoy hecho polvo.” Fue hasta su nevera y sacó un montoncito de filetes precocinados pegados entre sí con grasa de mortero amarillo. Despegó uno y lo comió ruidosamente mientras hablaba.

    “¿Has traído los cincuenta?” Le chasqueaban los labios con un sonido cerúleo y sus dientes amarillos mascaban con impaciencia como los de un caballo.

    “Pues claro que he traído los cincuenta,” le gruñí al sentarme sobre las migas de la mesa a un lado.

    Willieboy sacó una silla que había permanecido oscurecida tras la cortina. Advertí el ribete rojo de ira en su cuello y espalda.

    “Si no conocías a los muertos que empezaron el fuego, ¿cómo sabían que yo estaba allí?”

    “¿Qué muertos?” Se le arrugó la frente.

    Se lo conté.

    Hizo un puño con la cara y negó con la cabeza. “Ya te lo he dicho, Wildclown, debe de haber sido una trampa, porque después de dejarte me encontré seis cadáveres capullos esperándome escaleras abajo.¡Jesús, me estaba yendo bien con ellos cuando empezó el fuego!” gesticuló a la herida en la espalda.

    Saqué mi arma. No le apunté a él... sólo trasteé con ella mirando por su longitud y sopesándola como si fuese nueva.

    “No es la mejor excusa que he oído, Sr. Willieboy.” continué jugueteando.

    Él se congeló con la boca llena de hamburgesa, empezó a asentir y a tartamudear. “¡Hey, tranquilo! Dale a un tipo una condenada arma y se hace el duro al instante. Pero yo te enseñaré, bastardo, nadie jode a Douglas Willieboy.”

    “A menos que tenga un arma, ¿cierto?” sonreí.

    “Cierto,” dio una carcajada. “Eres legal, Wildclown...¿has traído el dinero? ¡Estoy harto de zumbar’ como un tábano!”

    “Tengo el dinero, pero hace falta una buena historia para exprimirme. Me caí doce pisos anoche y estoy un poco cabreado.” Me apoyé en la caja de galletas y la pared.

    Willieboy empezó a hablar. Puntualizaba cada frase con ruidos de aplastar hamburgesa.

    “De acuerdo, la conocía mejor de lo que te dije... la tipa Van Reydner. Es decir, la conocía de ese modo, ya sabes. Mierda, ¿y quién no?’ Era preciosa. Bueno, yo estaba un poco liado con ella, lo cual te negué antes. No era amor verdadero ni nada, pero era divertido. Tampoco todas las noches, pero a veces me telefoneaba pidiendo servicio de habitaciones...” se echó hacia atrás y dio una carcajada. “Así lo llamaba ella. Bueno, joder, ¿quién no le seguiría el juego?”

    No pude pensar en quién y se lo dije.

    “Y ella siguió así durante un mes hasta que se fue.” me sonrió como un idiota.

    “Enhorabuena, Willieboy,” repliqué. “Pero eso no me sirve de nada. confio en que disfrutes de tus memorias.” me levanté para irme.

    “Eso no es todo,” me dijo muy estridentemente para un hombre de su tamaño. “Yo sabía que ella se iba a marchar. Estuve allí cuando hizo la maleta.”

    “Continúa.” me encendí un cigarrillo, le ofrecí a Willieboy y tomé asiento sobre las migas.

    “Fue hace seis días... martes por la noche. Me dijo que se marcharía pronto, pero que no estaría lejos mucho tiempo. Me preguntó si sería tan amable de permitirla marchar sin ninguna bronca. Me debía dinero. Mira, yo estaba un poco absorbido, pero joder, qué demonios... el hotel no era mío.”

    “¿Sabes dónde fue?” dije antes de soltar el humo, no hubo protesta de los perritos calientes. Sentí ganas de vomitar de todos modos.

    “No, se fue sin más. Claro, la noche que salió; jueves, no, viernes por la mañana; yo no sabía que habían disparado a ese abogado ahí arriba. El tipo se vino abajo mientras yo estaba fuera de mi turno de las seis. Ella ya se había ido, sobre las 3 a.m. ¡Me echó un polvo en la habitación de atrás por ser un buen chico!” chismorreó intencionadamente.

    “¿Te interrogó la Autoridad?”

    “Lo curioso es que el mierda de la Autoridad llegó antes de que yo tuviese oportunidad de llamarles. Me figuré que alguien del edificio les había puesto al corriente.”

    “¿Cuál era su nombre?” me eché hacia adelante.

    “¡No lo sé, mierda, no soy un secretario!” me miró ceñudo.

    “¿Le hablaste de mí?”

    “Demonios, no, me habrían enmarcado como un Vangoff. Estaría comiendo ratas en su sótano ahora mismo.” Willieboy se limpió la boca con una mano.

    “Vale,” le dije. “No me has dicho nada que valga $50, dame algo más o te dejaré jugar con tu fillet mignon.”

    “De acuerdo, tranquilo. Mira, ella recibía llamadas de un tío, Simon... nunca me decía su apellido. Yo operaba la centralita, ¿sabes?, y el tipo llamaba de vez en cuando. Siempre tarde. Mierda, siempre imaginé que estaba harta de esa mierda del masaje porque siempre la veía con el mismo cliente. No es asunto mío, ¿no? Ese abogado tenía un montón de pasta, ¿entiendes? Podía cuidar de sí mismo

    “Yo escuchaba las llamadas de vez de cuando cuando hablaban ella y ese Simon. No estoy orgulloso de eso, pero el turno de noche es aburrido. La voz del tipo siempre era como asustada, como si supiese que yo estaba escuchando. Bueno, hablaban y yo nunca oía nada más que charla aburrida. Sólo hablaban del tiempo. El tipo decía que las nubes iban a despejar pronto. Le preguntó si estaba preparada para el sol. Yo no dejaba de querer interrumpir y gritarles que ambos eran aburridos y que podían hablar de sexo o algo.” Willieboy se reclinó en su silla, su cara fue una máscara de introspección antes de continuar. “La única vez que fue interesante fue la noche que se cargaron al abogado. Este Simon la llamó y le dijo que era hora de un cambio en el tiempo. Ella le dijo que se estaba hartando de verdad de las nubes, que le encantaría un cambio y que esa noche estaría bien. Mierda aburrida, pero al menos era algo diferente. El tipo sonaba como un verdadero capullo.” Willieboy sonrió como si acabase de abrir el cofre del tesoro.

    “Estupendo, Willieboy, el tipo era un capullo, qué importante detalle. Yo mismo podía haber adivinado eso. Está claro como el infierno que esto no vale cincuenta pavos. Un nombre, Simon, habló con ella. Maravilloso.”

    Él mantuvo la sonrisilla de tonto. Finalmente, se inclinó hacia adelante y sacó un mugriento sobre del bolsillo de atrás.

    “Me pregunto cuánto valdrá este número de teléfono y esta fotografía de Van Reydner.” meneó el sobre doblado entre sus dedos.

    Yo empecé a echar mano al molesto monedero de plástico de Tommy.

Capítulo 11

    Pude saber por el primer tono que tenía una mala conexión. La línea telefónica crujía y chasqueaba como un borracho descerrojando una puerta. Decadente. Me alegré de que las luces estuviesen encendidas. Los apagones pronto se habían vuelto una ocurrencia diaria, como la lluvia.

    Este era otro extraño beneficio del Cambio.

    Justo después de que empezaran la lluvias, pero antes de que se levantasen los muertos, se frieron las telecomunicaciones del mundo. Parte de ello también tenía sentido. Los teléfonos móbiles y otras tecnologías dependientes de satélite, como Internet y la television, quedaron incapacitadas de inmediato. Se podía culpar de la interferencia, al menos en parte, al continuo techo de nubes, Pero el Cambio iba más allá.

    Era como si el complejo sistema de comunicaciones vía satélite simplemente hubiese dejado de existir. La señal no podía alcanzarlos y ninguna explicación era satisfactoria. Los científicos querían culpar de los efectos residuales al bug del milenio, pero ese concepto era demasiado risible para mantenerse.

    En su lugar, se lanzó la lanzadera Declaración para investigar la anomalía. Explotó sobre la terra matando a todos a bordo.

    Los cientiificos informáticos habían advertido a la NASA que no era un secreto que los ordenadores y sistemas en red también hubiesen empezado a comportarse erráticamente, si es que llegaban a funcionar.

    Pero la NASA siguió adelante alardeando de una innovadora tecnología de blindaje para los sistemas informáticos... una de las teorías de la época era que los sistemas eléctricos estaban comprometidos por enormes estallidos de radiación electromagnética procedente de la incrementada actividad solar.

    La NASA ignoró los informes de que la información almacenada digitalmente era más complicada de recuperar y de que un programa almacenado podría no ejecutarse del todo, si es que llegaba a ejecutarse. Los investigadores del accidente culparon más tarde a los responsables informáticos de los impulsores del cohete sólido. Su programa diseñado para controlar este proceso sólo había activado uno de ellos, el cual rasgó y prendió fuego al tanque de combustible principal. Accidentes informáticos similares por el mundo pronto dieron crédito a la teoría. La información guardada en los ordenadores se estaba corrompiendo y se tornaba irrecuperable por causas desconocidas.

    Y siguió una devolución acompasada de todo tipo. Los ordenadores eran demasiado independientes, por eso se retiraron de todo: aviones, barcos, relojes y coches. Todo. Se retiró todo dispositivo con diseño post 1970 y el mundo enteró pasó a una fase retro. A los sencillos motores de combustión interna de toda la vida, reaparecieron los relojes de cuerda. Las compañías escarbaron en sus archivos en busca de diseños y empezaron a trabajar en lo antiguo fiable.

    Se podía conseguir un Chevy del 57 parecido al original si resultaba más pesado, resistente a la lluvia, (quizá a prueba de balas), con opciones disponibles. Una compañía ofrecía el Milenario-T con motor de arranque a palanca. Yo había visto uno de verdad en la autopista con líneas más suaves, pero igual de horroroso.

    La nueva regla parecía ser lo simple funciona. El progreso retrocedió un par de escalones.

    Dado que las torres transmisoras de microonsas eran utilizables pero defectuosas, las compañías de comunicaciones se vieron obligadas a retroceder a las líneas terrestres más dependientes. Los ordenadores e Internet eran inestables y el público volvió a las máquinas de escribir y al telégrafo. Por alguna razón, la misma electricidad había empezado a comportarse de un modo errático e impredecible que los científicos aún fallaban en comprender.

    Los líderes militares se tornaron incrementalmente paranoicos ante la revelación de que todo sistema eléctrico se comportaba como si hubiese sido objeto del pulso magnético liberado por una detonación nuclear a alta altitud. Pero como afectaba a todo el mundo, resultaba improbable que un país independiente pudiera ser considerado tan hostil.

    Con cada sorpresa que traía el Cambio, llegaba una teoría conspiratoria correspondiente. Pronto degeneró en un montón entero de ignorancia que disparaba en la oscuridad a la multitud de muertos vivientes que se formaba alrededor de los expertos.

    Pakistán e India se enviaron nucleares hasta desparecer, Oriente Medio se barrió a sí mismo del mapa y un pequeño pero ladino aparatito nuclear subió el Vaticano a los cielos. Afortunadamente, la destrucción en masa paró ahí. El genocidio rabiaba en los familiares lugares del Viejo Mundo y en las partes meridionales del Nuevo, pero las nucleares se mantuvieron en silencio.

    Yo había dejado la habitación de Douglas Willieboy una hora antes y había vuelto a la oficina para tratar de parecer ocupado. Una trinante voz de mujer respondió por fin: “Ha llamado a la oficina de Richard Adrian, Presidente de Bronceado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson.” Una grabación. “Las oficinas están cerradas.” hablaba rápido, como si hubiese consumido todo el café de Colombia. “Nuestras horas de oficina son…”

    parloteó la rutina habitual de lunes a viernes de nueve a cinco. “Si llama desde un teléfono de tonos.” colgué. No tenía interés en dejar un mensaje. El receptor crujió estridentemente cuando lo posé en su gancho.

    Era domingo. Por supuesto, su oficina estaba cerrada. Algunos aún mantenían las viejas observancias, esta compañía podía permitírselo. Los magnates de la economía como Simpson poseían bastante mercado para ser nostálgicos. La mayoría del resto tenía que trabajar siempre y donde pudieran, continuando con el espíritu insensible de seguir la marcha del final del milenio con la Fusión de Monopolios, la Economía Mundial y el Nuevo Orden.

    De uno de mis abundantes bolsillos, saqué la tarjeta del negocios de la habitación de Van Reydner. El logo estaba delante, bajo este, el número de la oficina para pedir citas. Le di la vuelta a la tarjeta. Los cinco números del reverso eran diferentes, pero coindicían con el número de teléfono que Willieboy me había dado.

    Miré la foto de Van Reydner. Era antigua pero una buena imagen a color.

    Su cabello aún era rojo, hasta la altura del hombro y resplandecía como la sangre al sol. Willieboy no había exagerado por mucho sobre su pecho.

    Salía de ‘aquí’ formando un porche bajo el que podías preparar un picnic con compañía. Su pose tenía todo el estilo de una Mae West, todo pechos y caderas. Sus ojos líquidos se vertían fuera de la fotografía y goteaban en mi regazo. Vestía un vestido de noche y la iluminación era perfecta. La foto tenía un aspecto profesional de escenario, como la que se podría encontrar en el portafolio de una modelo. Bajo mi consciencia, la psique de Tommy empezó a crecer al igual que su erección.

    Tuve que expulsar las enfermizas imágenes que se filtraban por la barrera entre nuestras mentes. No soy una nenaza recatada, pocas de aquellas ideas me eran desconocidas, pero que se filtrase la presencia de Tommy era como descubrir que tu pupilo ha estado filmando porno infantil en su dormitorio.

    La cara de Van Reydner era pálida, como lo son usualmente la de las pelirrojas, pero había algo oscuro en su mirada.

    Me quité las botas, apoyé las piernas sobre el escritorio y me recliné en la silla. Eran poco más de las tres. Podía oir el grito ocasional de las calles debajo. Más celotes que lamentaban su destino.

    Aún recordaba el muerto que había encontrado retorciéndose crucificado en el poste del teléfono detrás de mi edificio una tarde... podría haber sido un domingo también.

    Habían clavado al pobre bastardo durante la noche. La peor parte fue cuando intenté ayudarle a bajar, casi me arranca la mano de un mordisco. Empezó a gritarme proverbios. Me dijo que estaba haciendo aquello por mí. Yo podía recordar la demencia en sus ojos. La piel a su alrededor se había encrestado y estirado en inhumana devoción. Le dije que ya cuidaría yo de mis propios pecados, entré en la oficina y telefoneé a la Autoridad para que viniera a llevárselo. Lo conseguieron con los mínimos gritos frenéticos.

    Creo que me endurecí después de aquello.

    Lo que fuese que había pasado cincuenta años atrás había aireado bastantes venas religiosas. A los verdaderos creyentes los pillaron durmiendo, los que creían y amaban la idea de creer. Después de eso, habían surgido extrañas sectas por todas partes. Los fanáticos salían de la carpintería arrojando su nuevo dogma para una nueva era.

    Resultó que cada religión tenía escrito un mito Apocalíptico. Así que, despertar un día para encontrarte a los muertos vagando fuera de sus mesas funerarias fue demasiado para muchos.

    La idea del Apocalipsis y las Revelaciones entró en la mente de la mayoría, incluso en la de los incrédulos. Demonios, había quedado presente en cada paso al andar para cuando llegó la mitad del milenio, un fenómeno que se había escalado desde apagar camiones en llamas a provocar los fuegos.

    Internet estaba llena de historias sobre encubrimientos del gobierno y nociones sobre que el Ejército de EEUU había bioingeniado una forma de gripe que atacaba la carne. Circulaban historias sobre luces en los cielos, sobre santos que desaparecían, sobre que Elvis estaba tocando en Las Vegas. Pero ninguno de los cuentos se verificaba nunca porque la gente se había acostumbrado a aceptar la información sin requerir pruebas.

    La Era del Rumor se mitificó debido al Cambio porque la primera regla del Rumor era que ninguna de las calamitosas predicciones se hacía realidad nunca. Pero lo que ocurrió fue peor de lo que se habían imaginado. La gente había estado al tanto de los problemas, tanto si sucedía algo al final del milenio como si no. Cuando sucedió algo tan extraño como el Cambio, al mundo simplemente se le fue la olla.

    El jurado aún estaba deliberando si iba a ser locura temporal o no. En realidad yo no podía ver mucha diferencia. Excepto por la obvia extrañeza, a mí me parecía el mismo mundo.

    Me encendí un cigarrillo y me mecí suavemente en mi silla.

    Bueno, teníamos a un abogado muerto en el apartamento de una mujer desaparecida. Ya había consultado el número de teléfono de Van Reydner y no había encontrado nada. Quizá ella nunca había existido antes, vivía en el Marruecos y ya está. Aún así, por la fotografía, no parecía la clase de mujer que hiciera de allí su casa. Parecía alguien acostumbrada a que la trataran bien.

    Durante las semanas anteriores a su desaparición y a que se cargaran a mi cliente, la mujer parecía haber mantenido una serie de extrañas conversaciones con un hombre llamado Simon, relacionado con un salón de bronceado de piel para difuntos... y usaba el teléfono del presidente de la compañía. Billings había muerto y Van Reydner había desaparecido. El hotel había ardido.

    Ya podía oler la combustión del incienso.

    Desde el Cambio, había habido una intensa competición en el sistema por preservar la carne muerta. Las funerarias entraron las primeras en la competición. Adaptaron fácilmente su equipo de embalsamado para ofrecer baños de formaldehído, bronceado de piel, tratamientos de preservación de cuero, envolturas plásticas, (había lociones y cremas), había de todo. La muerte era una industria en crecimiento. Dado que, de pronto, ‘podías’ llevarla contigo. El mundo se encontró con un montón de hombres extremadamente ricos que querían mantener intactos su restos terrenales. El tiempo era la esencia. El coche mortuorio había adquirido un nuevo papel como ambulancia de alta velocidad para difuntos.

    Y los muertos se estaban organizando. El muerto industrial y antiguo senador William Rey había invertido toneladas de dinero en técnicas de preservación. Nombrado el Rey de los Muertos por los medios, hizo lo que tuvo que hacer en nombre de la investigación, y era tan rico que se le permitía mantener su corte en un barrio junto a los vivos. Se rumoreaba que el tipo no se detendría ante nada hasta cumplir su búsqueda de la immortalidad. Ciertos individuos que yo conocía habían hecho veladas (y algunas espeluznantes observaciones) sobre los contactos clandestinos del Rey.

    Y estaba el Captitán Updike, una figura mesiánica que apareció con los primeros muertos y que orquestaba la Gran Resurrección y Renacimiento. Este capellán, antiguo capitán en vida, declaraba ser el responsable de resucitar a los muertos. Su grupo financió y orquestó un programa de reclamación que proporcionaba la exhumación y rehabilitation de los muertos enterrados. La organización de Updike fue la primera en hacerse enorme, aunque sus objectivos se mantuvieron patentemente apolíticos. Sus seguidores sólo querían liberar a sus hermanos y hermanas de las prisiones en las que se habían convertido sus tumbas.

    Yo había leído que había capillas en America del Sur y en ultramar.

    Vive como la Vida era uno de los slogans de las tiendas de piel. Las reglas de esta Nueva Era eran simples; si podías permanecer de una pieza, parecía que podías alcanzar la immortalidad. Un par de reyes egipcios aún estaban por ahí envueltos en precedentes por organizar batallas de propiedad. Supuestamente, habían salido de los museos. Los herederos de Walt Disney estaban agotando el encanto del proceso de mantener al viejo Walt en hielo citando ‘vivir la muerte no es una cura para lo que le mató.’

    Y circulaban rumores de que el mayor de los Disney sólo había tenido la previsión de congelar la cabeza de todos modos.

    Ven a la costa, donde el aire salado del litoral te dará años de vida después de la muerte .

    Sonó mi teléfono. Siempre lo hace cuando estoy pensando.

    “Hola...” di continuidad a esto con un bostezo. Había estado llevando al límite el cuerpo de Tommy. Pronto, pronto.

    “Hola,” llegó una corta respuesta. La reconocí como la del abogado, la de Billings, voz con matiz presumido. “¿Cómo está hoy, Sr. Wildclown?”

    “Bien,” le dije. “No voy cojo.”

    A eso siguió un sonido rechinante y burbujeante que o bien fue una carcajada o un hamster ahogándose en petróleo. Yo también reí con él. No tenía sentido llorar.

    “Ah, sí,” añadí. “He quemado ese edificio... el Marruecos... sí, ese en el que le asesinaron.”

    dejó de reirse.

    “En realidad no lo hice yo, pero estaba allí cuando sucedió.”

    “Entonces, todas las pruebas...”

    “Han desaparecido.” el tipo quedó en silencio. Le dejé esperando un segundo. “Pero creo que Van Reydner sabe lo bastante para encontrar a su asesino. Estoy a unas llamadas telefónicas de distancia de encontrarla.” mentí. No me pagaba suficiente para ser sincero.

    “¿Cree que ella sabe quién lo hizo?”

    “Creo que ella tuvo mano en el ‘hecho’.”

    “Nunca.” Su voz casi se quebró. “Ella y yo éramos...”

    “Ella no es un artículo que no se pueda comprar a diez centavos la docena.” decidí presionarle. “Escuche, usted salió esa noche buscando a alguien en el salón, ella podría haber dejado la puerta abierta para un amigo. También...” pude oir tartamudear su indignación. “Ella tiene contactos con las únicas personas que se beneficiarían de su muerte en momento y lugar.”

    “¿Pero quién?” espetó.

    “Puesto que los muertos no se mueren, matar no es el mejor modo de cerrarles la boca. Así que dudo que usted pudiese haber sabido algo que alguien quería mantener en silencio. Si fuera así, a usted le habrían metido en una licuadora; le faltaría la cabeza o algo así. Había otro motivo, estoy casi seguro.” dudé. “¿Dónde se hace usted los tratamientos de conservación?”

    “Broceado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson. Me lo recomendaron y el tiempo es crucial para el proceso. Compré una de sus pólizas antes de morir. Pero no…”

    “Lo sabré pronto,” le interrumpí. “Por supuesto, aún tengo que buscar algo concreto. Por eso necesito a Van Reydner. ¿Le habló ella de la Póliza de Difuntos de Simpson?”

    “Ahora que lo pienso, sólo lo menciono de pasada...” Su voz cargaba las severas primeras notas de descubrimiento.

    “No se preocupe por eso ahora mismo, todo lo que le he dicho es un par de cosas de una teoría. Necesito pruebas. ¿Ha tenido contacto con Van Reydner fuera de sus terapias?”

    “No,” dijo el abogado bajando la voz. “Ella y yo teníamos un acuerdo. Como yo estaba casado… bueno, ya me entiende.” quedó en silencio. Yo lo entendía. No me gustaba, pero lo entendía. “Ella y yo convenimos en no hablar nunca de nuestras vidas personales.”

    “Vale,” dije. “¿Está usted familiarizado con el término ‘conjetura’?”

    “Por supuesto.”

    “Bueno, pues eso es de lo que estoy hablando. Créame, me gustaría contarle algo realmente romántico. Como que ella murió protegiendo su cuerpo caído. Nunca se sabe, aún podría encontrar algo así.”

    “¿Cuándo lo sabrá?” su voz temblaba.

    “Mañana, quizá pasado mañana, pero hoy no, hoy ya he trabajado bastante. ¡Es domingo, por amor de Dios!” ahora me estaba levantando y empecé a caminar. El corto cable del teléfono me siguió por el escritorio.

    “Por supuesto,” añadió el abogado apresuradamente, “¿Me llamará en cuanto lo sepa?”

    “Sí.” le colgué, gruñí y guardé el arma dentro del escritorio. Examiné la foto de Van Reydner una vez más antes de guardarla en el archivador y salí pasando al lado de Elmo para tumbarme en el sofá de la sala de espera.

    Sentí pesada la cabeza contra el negro y grasiento cuero del brazo del sofá. La mente de Tommy estaba casi dormida. Podía sentir el placentero estado REM muy cerca de mí. La sedante energía nerviosa me inundó como agua de mayo. Me liberé de ella, floté hacia el techo y empecé a alucinar de inmediato.

Capítulo 12

    Salí de mi trance con el primer golpe estridente en la puerta. Las imágenes latentes de personas y lugares giraron ante mi percepción, parpadearon y desaparecieron. Habría tenido sus nombres en la punta de la lengua si hubiese tenido una. El segundo golpe hizo moverse el interior de la oficina. Debajo de mí vi a Tommy estirarse en el sofá. Su respiración era grave por la fatiga y el whisky. Personificaba el sonido del rugido. Gordo Elmo se revolvió dentro de la oficina con el periódico en la mano y abrió la puerta.

    Dos curtidos inspectores de la Autoridad estaban allí de pie.

    Elmo dio un paso atrás con la boca laxa. Hizo ruido con el periódico, como su encontrase palabras en el sonido, y se congeló cuando un voluminoso oficial Ejecutor apareció detrás de ellos. Dos rendijas oculares gemelas de luz infrarroja desde una visera esculpieron la forma de una cara humana.

    Los psicólogos de la Autoridad habían diseñado cascos de acero y armaduras de Kevlar marca registrada. Sus estudios mostraron que las personas perdían el respeto a las figuras de autoridad cuando se identificaban demasiado con ellas. Similarmente, el público respondía negativamente a una autoridad sin rostro: los cascos antidisturbios y máscaras de gas tendían a provocar más disturbios de los que calmaban.

    En un intento de atar estos disparates, se habían diseñado máscaras faciales integradas en el casco. Más tarde, por motivos de moda, se había añadido un sombrero en un esfuerzo final de humanizar y deshumanizar del todo a los Oficiales Ejecutores.

    La cara de acero que observaba y sobresalía treinta centímetros sobre los sombreros de los inspectores era una composición de rasgos que incluía dos presidentes y una estrella de cine western. El resultado final era la espantosa aparición de un severo hombre sin emoción y con armadura, que portaba suficiente armamento para demoler un edificio. El oficial del pasillo estaba inmóbil, los amplios hombros blindados abarcaban el umbral entero. Su abrigo de goma y acero tocaba el suelo. El inspector de cara larga delante de él examinó a Elmo de arriba abajo.

    “Buscamos a Wildclown, Fiambre, ¿dónde está?” masculló el tipo entre labios del grosor del papel de fumar. Sus ojos eran severas rendijas bajo la oscuridad de su sombrero.

    Fiambre sólo era uno de los bonitos apodos para los muertos. La necrofobia había cobrado nueva vida cuando el Cambio trajo giros inusuales a la honrosa tradición del prejuicio. Todas las demás definiciones desaparecieron en el fango con la llegada de la muerte. Eras un Fiambre, un Saco de Huesos o un Zomb; no tenía relevancia si eras blanco, negro o indú oriental. El hecho de que estabas muerto era todo lo que importaba. A mi me resultaba complicado comprender este sentido.

    Todos estábamos a una bala de distancia de entrar en el club.

    “Está durmiendo. Lleva dormido un rato,” tartamudeó Elmo y señaló a la ventana moteada de moscas. “Es de noche.”

    “No necesito que un zomb me recuerde eso. Además, sólo acaba de hacerse de noche. Son las siete. Queremos hablar con tu amo.” espió sobre el hombro de Elmo, entornando los ojos hacia Tommy a través de la oscuridad. “¿Es él?”

    Los inspectores pasaron sin más, apartando a Elmo del camino con el hombro.

    Sus sombras se deslizaron por el suelo como serpientes. El otro Inspector, un gorila bajito y gordo, mordisqueaba un mondadiente de latón que sujetaba entre los dientes. Le sobresalían los ojos como los de un pez con gafas. Se lamía los gruesos labios nerviosamente. Al parecer tenía una malvada disposición porque le dio una patada al sofá cerca de la cabeza de Tommy.

    El payaso balcuceó una obscenidad, se protegió los genitales con las manos y se acurrucó en una tensa postura fetal. Yo llevaba intentando incitar a Tommy lo suficiente para que me dejara entrar en su cabeza. Por alguna razón, él estaba a salvo de mí dentro de su estado REM. Yo ya lo había intentado antes.

    El voluminoso oficial silenció la luz del pasillo. Permaneció inmóbil dentro de una dolorosa fortaleza de acero reforzado, gabardina de goma y armadura. Saltó a sus manos una escopeta automática. Yo sabía que esas armas contenían enormes cargadores circulares de treinta sólidas balas que podían partir un secuoya por la mitad.

    El inspector gordo encendió la lámpara junto a la cabeza de Tommy. El maquillaje de payaso estaba mugriento y extrañamente dispuesto en líneas inclinadas. Se le había limpiado una buena parte en el brazo del sofá, y aquello había migrado a su pelo.

    Sonriendo, el inspector miró a su compañero. “Echa un vistazo a este pringao. Cristo, creí que en el CG nos estaban tomando el pelo. Tenemos aquí a un jodido jockey de meteoritos.”

    El intruso alto se inclinó sobre Tommy y empezó a hablar. “Levanta, enfermo hijo de perra. Queremos hacerte unas preguntas sobre un incendio. Hagámoslo fácil. ¡Podemos ser amables o podemos darte a probar la Carne!” gesticuló al oficial del orden con un rápido pulgar.

    Tommy respondió con algunos ronquidos antes de concluir su refutación con húmedos sonidos de succión. Yo hice otro infructífero intento de posesión.

    El inspector alto siseó, dio un paso atrás lanzando una mirada al oficial, que respondió como un elefante amaestrado. Avanzó deambulando y levantó una bota remachada de clavos sobre la sección media de Tommy. Un rápido asentimiento de su superior bajito y la bota bajó y subió en una única acción contínua.

    Tommy de pronto estaba en el suelo intentando echar las tripas sobre la alfombra. Su pecho se elevaba como envuelto en bandas de hierro. El músculo se le tensó como cuerdas a lo largo del cuello.

    “Mierda,” espetó con la boca llena de vómito. “Mierda.”

    Elmo se había quedado junto a la puerta. Ahora avanzaba poco a poco hacia el interior de la oficina. Mientras Tommy daba arcadas, intenté poseerle de nuevo, pero me topé con un muro de nausea y rabia. Estaba cabreado, no era una de sus rabietas ciegas, pero estaba enfadado.

    Yo no podía culparle. Seguí intentando tomar el control.

    El oficial hizo un giro con su mano enguantada y tiró de Tommy para ponerlo en pie. El payaso quedó sujeto mientras el hombre alto se aproximaba.

    “Soy el Inspector Hale, Pelotón de la DivCrim de la Autoridad. Al inspector Cane y a mí nos gustaría interrogarte en relación con el incendio del Edificio Marruecos, Distrito Downings, sábado por la noche. Hay testigos que te vieron en la escena.”

    “¡Dile a este... dile a este simio que se aparte!” jadeó Tommy debatiéndose en la férrea presa del oficial. Este gruñó sorprendido por la fuerza de Tommy.

    “Sergento Dimitria, permita que el Sr. Wildclown se relaje, por favor,” dijo Hale tranquilamente. Dimitria lanzó a Tommy sobre el sofá con una flexión de su grueso brazo.

    Vi la mano del payaso tantear por su cinturón. No tenía el arma porque yo se la había quitado. Elmo seguía desapercibido y avanzando lentamente por la pared. Confié en que no fuese a hacer nada estúpido. Era un rumor bien fundado que la Autoridad tenía reglas especiales para tratar con los muertos.

    Intenté la posesión otra vez y fallé. Si enfurecería lo suficiente a Tommy en todo sus ser, alma, huesos y todo; a veces se volvía furioso en esos momentos y yo podía recuperar el control rápidamente. Pero Tommy iba a conseguir que le mataran y yo quedaría atrapado, dejando huellas en un pantano. Tenía que calmarle.

    La cara del Inspector Cane tenía una redondez que inspiraba repulsión. Se lamió los labios con una gruesa lengua gris, arrastrando esta sobre dientes como lápidas. Cane tenía una nerviosa sonrisa espásmódica cuando hablaba. Me dio la sensación de que tenía un hambre que no podía satisfacer. La mayoría de los locos poderosos la tienen.

    “¿Qué estabas haciendo allí?” siseó él, se mojó los labios y sonrió.

    Tommy quedó sentado durante un momento con sus manos en el golpeado estómago. “Estaba trabajando en un caso, jodido puerco.” espetó las palabras como clavos recién forjados. “¡Fascista!”

    “Tipo duro…” Cane negó con la cabeza. “¿Alguna vez te han dejado las piernas hechas papilla? Parece imposible, pero no lo es. Es realmente todo un espectáculo.”

    Tommy dio una carcajada de hiena borracha. “Me estarías haciendo un favor.” Su cara se contorsionó con rabia. “Vosotros los mierdas de la Autoridad tenéis nervio, nunca recuperaréis el control de este mundo roto con esa actitud de la Calle Morgue... sólo la redención completa os salvará. Los caminos del Señor son misteriosos, pero él no juega al blackjack con la gente. Ya aprenderéis, bastardos...”

    Fue el turno de Cane de reir. “Mierda, estás loco. Eso dice tu historial, y aquí estás.” miró a su compañero antes de volver a mirar a Tommy. “¿En qué caso estabas trabajando?”

    “Un bebé estaba llorando...” Tommy se mordió las uñas ausentemente. “Como no podéis saber."

    Ambos inspectores dieron una risotada.

    “Jesús,” dijo Cane. “¿Tanta suerte tienes, Wildclown?” Advertí un tono forzado en su humor. “¿Estás trabajando para uno de esos periódicos?”

    “¡Me han ofrecido probar que existe el bebé fantasma!” se echó hacia atrás antes de sacar un cigarro con extraña confianza renovada y encenderlo. Eructó sonoramente.

    “¿Quién te ha contratado para eso?” gruñó Hale.

    “¿Por qué todo este jaleo?” se burló el payaso. “Sé lo que está haciendo Autoridad. Sé lo que habéis estado haciendo desde el principio. Necesitáis muchas cintas grabadas para colgarme o no estaríais aquí. Y sabes que no puedo divulgar el nombre de mi cliente aunque quisiera.”

    Cane se quedó mirándole en silencio, paseando por la longitud de la habitación.

    Yo pasé perplejo aquellos momentos. La mentira de Tommy me había cogido por sorpresa. ¿Bebé? Intenté unir las piezas. ¿De dónde se había sacado aquello?

    “Digamos que estabas haciendo lo que estabas haciendo. ¿Por qué el incendio?” Hale se inclinó sobre él.

    “Yo no lo inicié. Sólo fue una coincidencia que yo estuviera allí. Probablemente fueron un par de jodidos Hijos de los Incendiarios de la Orden de los Salvadores del Dios Sol. Por mí hasta podrían haber sido Abuelitas por el Armagedón. Si habló contigo alguno de tus testigos, sabrás que no salí andando del edificio precisamente. Yo mismo he llegado a creer que estoy loco, pero no le prendería fuego a un edificio sin una vía de escape. Me va la masturbación, no el suicidio. Vosotros los maldidos de la Autoridad, mucho músculo, ¡pero nada de cerebro!” rabió Tommy, se cruzó de brazos y bramó. “Como no puedes saber.”

    La cara de Cane se acercó, confundida. El tipo movía las mandíbulas como si diera forma física a las palabras entre los dientes. “De acuerdo, Wildclown. Tu historial habla por sí mismo. Eres un gilipollas, pero le has echado una mano a la Autoridad en el pasado. Francamente, no me importa que incendiaras el edificio de Downings, es sólo otro hotel de Zombies, si quieres mi opinión…” giró los ojos por la sala. “Hey, ¿dónde está el carne cruda?”

    Por fin había echado en falta a Elmo. El cadáver espíaba a través de la puerta de la oficina.

    “¡Aquí, señor!” dijo entre dientes.

    “¡Deja a mi esposa fuera de esto!” Ordenó Tommy al cruzar y descruzar las piernas. “Estás hablando conmigo.”

    “Acepta mi consejo,” dijo Cane al indicar a los otros que se marcharan. El voluminoso oficial encendió la luz del pasillo y desapareció. “Están pasando muchas mierdas en ese distrito y si tienes un gramo de cerebro, te mantendrías fuera de allí. Si yo fuera tú, me cogería unas largas vacaciones.” se acercó.

    “Sigue bromeando sobre los bebés, clusterfuck, y te puedo garantizar que recibirás algo más que una advertencia la próxima vez. Hay una investigación de la Autoridad en progreso. ¡Mantente al margen de ella! O la próxima vez que tengas que renovar la licencia podrías descubrir que tienes que cambiar de carrera.” Estaba a punto de darse la vuelta cuando una extraña torsión de sus rasgos volvió a mirar a Tommy a los ojos. “Si eres tan estúpido para ignorar mi advertencia, serás igual de inteligente para hacerme saber cualquier novedad. Si no sé dónde estás, podrías quedar atrapado en el fuego cruzado.”Sonrió, se lamió los labios. “¡Sí, puedes apostar por ello!”

    Tommy no dijo nada. No miró a Cane, se quedó mirando al suelo entre sus pies.

    Cane siguió a Hale hasta la salida.

    Tommy empezó a acariciarse la ingle. Masculló algo sobre los fascistas y luego se acurrucó en el sofá.

    “¿Has visto eso Elmo? ¿Lo has visto? Todo es parte de esto. Eso es lo que pasa en el mundo que el hombre ha hecho. Tienen su nervio, puedo verlo, pero nadie más puede.” miró sobre su hombro hacia la puerta. “Como no pueden saber.”

    Elmo dijo, “Claro, Jefe,” luego atravesó la habitación para cerrarla por dentro. Cuando regresó a su asiento en la oficina vi el peso muerto de la .44 en el bolsillo de su chaqueta.

    Empecé a pensar. Había algo extraño en Tommy. Al parecer, durante la última posesión había estado más consciente de lo que yo pensaba que podía. ¿Se estaba refiriendo al bebé que Billings había oído? ¿Le había despertado eso? ¿O fue sólo locura aleatoria? Cuando entraba en una fase maníaca, escupía información más rápido de la que él podía comprender.

    ¡Bebé fantasma! Todos sabían que no existían bebés. Debajo de mí, Tommy suspiró. Yo tuve la clara sensación de que nuestra relación había cambiado.

Capítulo 13

    Entré en el cuerpo del payaso mientras él todavía estaba aturdido por el sueño. Era el momento más fácil para hacerlo porque su mente estaba llena de fotos desnudas de una vida activa de sueños. Las lesiones de ayer hicieron que el cuerpo fuera desagradable para ponerse al principio, como un traje ajustado, pero algunos estiramientos y bostezos lo aflojaron lo suficiente como para usarlo.

    El sueño lo había hecho un mundo de bien. Hubo incluso un poco de rebote en su paso mientras paseaba por el pasillo hacia el baño para realizar mis abluciones matutinas y nuevamente cuando volvía a la oficina.

    Hice huevos de soja, salchicha de plancton y una cafetera en el plato caliente que guardaba en el archivador y lo comí en una pequeña mesa y sillas que tenía en la oficina exterior para ese propósito. Fue espectacular

    El desayuno puede ser como un beso húmedo de Dios a los desencarnados. Simplemente no había nada como tener una lengua para saborear la comida. Incluso si las exigencias del Cambio hubieran hecho que las partes de carne de la comida fueran sintéticas.

    El cambio había sido de gran alcance en sus efectos cuando comenzó hace cincuenta años. La misma fuerza que animaba la carne muerta también daba vida a los embutidos. El jamón, la salchicha, el pollo y el bistec cuando no estaban bien cocidos pasaron por los movimientos de estar vivo. El tejido muscular se contrajo y expandió, a menudo a pesar de los diversos métodos de preparación. La carne se puede comer si se cocina adecuadamente.

    Era posible evitar la vergüenza del pavo de Acción de Gracias batiendo sus alas. El problema era que la cantidad de cocción involucrada generalmente estropeaba la textura y el sabor y hacía difícil justificar el gasto.

    Después de la aparición de los muertos vivientes, la tierra experimentó la Gran muerte fetal. Todos los mamíferos preñados abortaron espontáneamente y parecieron incapaces de concebir nuevamente. Más tarde se descubrió que el mismo proceso afecta a las aves, la mayoría de los peces y reptiles. Sus huevos o crías no eran viables. La carne era cara ahora; valía su peso en oro. Y así, ninguno, excepto los ricos, podía permitirse el lujo de comer vacas irremplazables, ni siquiera la clonación funcionaría, y el precio se disparó. Comer carne de verdad se había convertido en un grato recuerdo para el Joe promedio.

    Siempre hubo rumores sobre el nacimiento de un ternero o un cordero; pero la ciencia descartó esto como engaños obvios o alucinaciones masivas creadas por los restos de una cultura carnívora. Como resultado, la carne había sido reemplazada en la dieta con una pasta de algas marinas y plancton enriquecida con vitaminas que se podía condimentar, formar y colorear según el pedido. Cuando pedí perritos calientes, realmente estaba ordenando perros de plancton y algas. No eran malos con mostaza y cebolla, digamos que no eran peores.

    También el precio de la carne y los productos agrícolas fue el cambio en el temperamento de los animales. Se hizo evidente que ya no tolerarían asociarse con seres humanos. La primera pista que encontré fue una noticia escrita seis meses después del Cambio de un granjero chileno y su familia siendo devorada por cerdos.

    Esto fue seguido por otros informes.

    En Wisconsin, un perro de la familia mató a sus dueños mientras dormían. A una anciana de Brooklyn le arrancaron los ojos su gato de quince años. Una bandada de cuervos destrozó a un cartero brasileño.

    Entonces el grande, Lazy Lodge, un pueblo de retiro en Florida que atiende a jubilados canadienses, se calló un sábado por la noche. Alertada por familiares en pánico, la policía investigó al día siguiente y fue emboscada por más de cien caimanes. Fue tan malo que finalmente se convocó al ejército para limpiar las cosas. Los investigadores determinaron que la matanza ocurrió la noche anterior cuando las sesenta y dos víctimas se habían congregado en la sala de recreación para un baile de cena. La evidencia era clara: los animales habían actuado juntos.

    A medida que aumentaron los informes, también lo hizo la respuesta gubernamental. Las recomendaciones iniciales sobre el control de mascotas y ganado pronto se convirtieron en órdenes de exterminio total. Dado que los animales también se vieron afectados por la muerte animada, este fue un proceso difícil. Muchos amantes de los animales, a menudo sin dedos ni manos al final de su acción, se llevaron a las criaturas y las liberaron en el campo. Esta práctica, cuando se vinculaba con las poblaciones de animales salvajes que ya estaban fuera de control, pronto hizo que el campo fuera inseguro, y comenzó un éxodo general hacia las ciudades.

    Terminé mi desayuno y luego le di los buenos días a Elmo, donde lo encontré sentado inmóvil en mi oficina. Estaba fascinado por su enésimo amanecer. Extraño, porque la eterna capa de nubes permitìa solo un aligeramiento gradual del gris constante.

    "Dime, Elmo", le pregunté rodeando el escritorio y dejándome caer en mi silla. "¿Nunca te aburres?"

    Se movió inquieto por un momento, intimidado. Mientras rebuscaba en su caja mental, me mantuve ocupado con el maquillaje y el espejo.

    ¿Quién es el payasito más bonito?

    "Bueno, Jefe, es extraño estar muerto. Al menos, a veces es extraño ". Buscó un cigarrillo, encontró uno y lo encendió. "Hay días en que es casi divertido, sientes que has engañado a la muerte, como si nunca tuvieras que dar el gran paso, yo solía ser religioso ... y algunas ideas son, son, difíciles de olvidar. Luego hay otras veces en que estar muerto es como estar en la cola de un banco en verano. El aire acondicionado está estropeado, hay un centenar de personas frente a ti y alguien te ha cortado las muñecas. En momentos como ese, sabes que la muerte te ha traicionado." guardó silencio.

    Me detuve en medio del dibujo de mi ojo derecho. "Jesús, Elmo, eso no suena diferente de estar vivo".

    Él asintió. "Dije que es e-extraño". La cabeza de Elmo cayó, como entristecida. "La mayoría de los días me gustaría subirme a una montaña rusa".

    "Eso explica tu forma de conducir", me reí y me manché el ojo izquierdo. “Un día, conduciremos por la costa hasta Villa Vicio y veremos qué hay para ver. Ya sabes, Elmo, eso es lo que necesitamos: unas vacaciones ".

    Elmo señaló con un dedo sin vida. "Eso es lo que es estar muerto".

    Sonreí, saqué la botella de la oficina. "¿Qué tal si nos encurtimos a nosotros mismos a cambio?".

    Elmo se echó a reír con un sonido como celofán arrugado. Serví dos tragos y Elmo tomó uno. Me había dicho una vez que a veces un trago le hacía insensible y mantenía sus tripas limpias. Levanté los pies, agarré el teléfono y comencé a marcar al número de la oficina que estaba cerrada el domingo.

    “¿Hora, Elmo?”

    Miró su reloj. "Las nueve y media".

    Por la línea escuché un pequeño sonido de traqueteo como una taza de hojalata llena de piedras en el fondo de un pozo, otra mala conexión.

    La Sra. Cafeína respondió en persona esta vez. "Hola, la oficina del Sr. Adrian, Lori al habla", dijo esto en una sílaba.

    "Hola Lori", dije. "Fui asesinado recientemente y estaría interesado en ver qué servicios ofrecen".

    "Bueno, señor, debe llamar a la oficina comercial. El Sr. Adrian está demasiado ocupado para atender a los clientes personalmente. Uno de nuestros anfitriones de New Life estaría encantado de hablar con usted si llama ... "

    " Es bastante urgente ". La interrumpí. “Un amigo me dio este número. Soy Gingold el Sublime. Es posible que haya oído hablar de mí, un mimo. Verá que mi muerte involucró una sustancia corrosiva, y temo lo que un retraso pueda causarle a mis restos ". Traté de introducir un trino artístico en mi voz, ya que tendía a hablar en voz baja.

    "Entiendo, señor", dijo la recepcionista después de una pausa. “Pero esta no es la oficina de negocios. Para citas ... "

    La interrumpí. “Mi amigo, Jan Van Reydner, me dijo que preguntara por Simon. Dijo que recibiría un tratamiento un poco mejor ".

    Hubo una extraña pausa. "Un momento". Se había ido. En su lugar había una grabación de un bufón tocando la flauta de pan. Ella regresó antes de que me volviera suicida.

    “Sr. Gingold, puede usted venir a las cinco en punto. Un Nuevo Anfitrión de la Vida estará aquí para recibirle. ¿Sabes dónde estamos ubicados? "

    " Recibí su tarjeta ", le dije, le agradecí su ayuda y colgué. Me volví hacia Elmo.

    "No te va alegrar esto ..."

Capítulo 14

    Me dirigí al oeste por la autopista elevada. Elmo había elegido quedarse para atender el teléfono. Yo había estado seguro de que lo haría. Si cruzar el vertedero no era un placer para los vivos, para los muertos era una pesadilla.

    El día era gris, como todos los días en Greasetown. También seguía como siempre: frío, húmedo y maloliente. La nube perpetua parecía contener cada eructo escapado, cada aliento de colectiva halitosis. La carretera estaba prácticamente vacía.

    Desde el Cambio, un viaje en coche por el país había perdido su encanto.

    Miré el reloj: las cuatro y media. Ya había llovido fuerte seis veces. Los limpiaparabrisas chirriaron y zumbaron. La carretera se elevaba sobre pedestales a trece metros sobre la rodante campiña. Se erigía como un monumento a la inevitablemente recurrente miopía humana. Me reí ante la idea.

    Cuando los muertos comenzaron a aparecer en las colas del desempleo, en los bancos y bares, los científicos se apresuraron a estudiar el fenómeno. No pudieron encontrar ninguna razón razonable para nada, pero al menos pudieron pesar y medir, describir causa y efecto.

    Los muertos conservaban su personalidad y la mayoría de sus sentidos dependiendo de una simple ecuación de materia gris. Básicamente, eran muertos con los mismos deseos y necesidades que los vivos, siempre que conservaran las cantidades mínimas de tejido cerebral. Ni siquiera tenía que ser un buen tejido cerebral, ya fuese seco, pulverizado o hecho puré. No era científico, pero era algo.

    Ignorando todas las consultas científicas, surgió la obvia pregunta: ¿qué pasaría si a un muerto no le quedara suficiente materia gris?

    El misterioso paisaje debajo de mí era la respuesta. Sabía que si detenía el coche y miraba hacia abajo, podría tener la oportunidad de ver extrañas formas descomunales y fragmentos corporales arrastrándose, reptando o deslizándose en las sombras.

    La Autoridad había probado la idea del vertedero de cuerpos desmembrados y decapitados que habían comenzado a aparecer en el progresivamente violento mundo. Pronto se hizo evidente que los que estaban en el poder no tenían una idea clara de la vida o la muerte después del Cambio, porque las Instalaciones de Internamiento de la Autoridad estaban repletas de lamentables trozos de personas tras pocos años. Como los animales se veían afectadas de manera similar, sus restos también se unieron a la masa ondulante.

    Agrega a eso lobos salvajes, coyotes y manadas de perros salvajes, vivos y muertos, aterrorizando el paisaje. Se volvió demasiado peligroso mantener limpias las instalaciones de internamiento.

    El tejido muerto, antaño enterrado cuidadosamente, ahora se arrojaba según se recibía con menos ceremonia que la basura. La gente decente se quejó de la escena infernal en la que se había convertido la campiña y la Autoridad reaccionó levantando muros alrededor de las ciudades y construyendo una red de autopistas elevadas que las conectaban.

    Todo lo demás se dejó a la naturaleza y a los muertos.

    Como la mayoría de las ciudades que quedaron, Greasetown estaba aislada por una barrera de diez metros de altura alrededor de su perímetro interior. Esto permitía a los buenos ciudadanos preocuparse de su propia condenada existencia sin la distracción de pensar en el gran cementerio viviente que crecía a sus espaldas.

    Se rumoreaba que el Relleno Sanitario era un refugio para fugitivos de la Autoridad y bandas de bandidos reagrupados. Se rumoreaba entre los muertos la historia de que estas tierras albergaban esperanza y promesas para el futuro. Un día llegaría una llamada y se irían.

    Comprendí que estas tierras eran el futuro para la raza humana. Me era bastante simple. Todos terminaríamos allí algún día, tarde o temprano.

    Otra de las ventajas que trajo el Cambio era que los vivos no envejecían. O si lo hacían, era a un ritmo demasiado lento para ser detectado. Los científicos, que rápidamente se convirtieron en objeto de los chistes, tampoco pudieron explicar eso.

    Mantenerse vivo significaba una inmortalidad aparente, pero tarde o temprano, cuanto más tiempo se vivía, mayores eran las probabilidades de morir de muerte violenta. Luego llegaría el innoble final: los fragmentos temblorosos y marchitos de una especie una vez orgullosa.

    Suspiré. Pensamientos como estos eran inevitables al cruzar el vertedero. Por eso siempre viajaba por allí con una botella de whisky sujeta entre las piernas. Visiones de pulmones no muertos aullando a la luna danzaron por mi cabeza.

    Di un trago de whisky y dejé que el ardiente mordisco en mi garganta encendiera mi mente por diferentes caminos.

    Si este Simon estuviese en el centro de tratamiento, él sabría que alguien sabía algo sobre Jan Van Reydner. El Sr. Adrian, como presidente, no era probable que estuviera atendiendo llamadas de Simon, así que yo estaba convencido de que se trataba del mismo hombre. Pronto lo sabría.

    En preparación para mi papel como Gingold el Sublime, el mimo muerto, me había untado maquillaje gris en las manos hasta que quedaron lo suficientemente macabras. También había hecho todo lo posible por introducir la fresca floritura en mi maquillaje de payaso, un matiz discreto de la "avant garde".

    Gritaba París; Gritaba Francia.

    A las cuatro cuarenta y cinco salí de la carretera hacia una carretera elevada que entraba en una abertura en un enorme muro de piedra. El mismo rodeaba una gigantesca mansión de piedra negra que se elevaba muchas plantas hacia el cielo nublado sobre un promontorio de granito natural. Supuse que el muro debía de mantener la paz, la tranquilidad y evitar la discordia de los muertos. Escuché el aullido de un lobo.

    Me detuve en un área de estacionamiento al lado de un par de grandes puertas de hierro. Muy por debajo de mí, sabía que las formas de grises y retorcidos gusanos se abrían paso alrededor de la base de la pared. Me estremecí ante semejante irrealidad macabra. Mi cabello trató de ponerse de punta. Sentí que la psique de Tommy se sacudía como loca. Dejé que mis oídos deambularan por el silencio hasta que se fijaron en un clic distante, un susurro, como la mano de un cirujano dentro de unas vísceras. Tomé otro sorbo de whisky y busqué mis cigarrillos.

    La imaginación no siempre era un activo.

    Las puertas de hierro delante de mí se abrieron de repente. Un largo camión negro, sin ventanas, a excepción de una hendidura en el bulto del morro, pasó en silencio sobre ruedas de goma maciza. Me recordó a los viejos trenes super chief que había visto en fotografías. El camión aceleró y me dejó solo ante las puertas cerrándose.

    Me imaginé a los felices clientes muertos dentro, todos con las mejillas sonrosadas y frescas tras el tratamientogrises y retorcidos especial de Simpson. Una vez en casa, comenzarían su régimen de auto mantenimiento para esperar la locura que caería sobre ellos. Pude entender la falta de ventanas. Simplemente no sería útil exponer a los clientes a los lugares de interés del vertedero. La locura llegaría sin preguntar.

    Sentí un escalofrío atravesándome al contemplar la razón por la que Simpson estaba ubicado en un barrio así.

    Dejé el arma dentro la guantera y salí del coche, luego comencé mi actuación de hombre muerto. No fue difícil; Simplemente endurecí mis músculos y me moví mecánicamente, e intenté parpadear lenta y metódicamente. Ver a Elmo todos los días no hacía más que recordarme mi propia mortalidad.

    Había un panel de latón marcado como "invitados" con un gran botón rojo. Pulse el botón mientras aplastaba mi cigarrillo debajo del talón.

    Sentí ojos mirándome. Ubicada en las enormes puertas había una puerta del tamaño de una persona que se abrió automáticamente. Entré preguntándome qué podría causar tanta paranoia corporativa para construir estas formidables puertas. Dudaba de que fuese por miedo a los vertidos.

    La competencia era dura en el negocio de la muerte.

    Entré y me encontré con un hombre alto y delgado con un uniforme negro. Su chaqueta tenía un cuello alto marcial. Una camisa blanca con ribetes rojos brillaba debajo. Me sonrió con labios rosados en pucheros como apuntando el pecho de su madre. Me sorprendió su juventud. La piel de su cara con forma de maní parecía suave y estar cubierta de una luz baja. Traté de no mostrar nada en mi cara.

    "Soy Gingold el Sublime". Mantuve mi voz plana.

    "Soy Tobias, bienvenido al Bronceado y Conservación de la Piel para los Difuntos Simpson, Sr. Gingold". Sonrió con dientecillos perlados. Olí formaldehído en su aliento y lo consideré muerto. Simpson había hecho un estupendo trabajo si el Sr. Tobias era un ejemplo de su obra.

    "Lamento haberme puesto maquillaje, pero ..." Me puse los dedos en la mejilla. "Mi cutis debajo está tan ... bueno, desfigurado".

    Él asintió, sonrió amablemente bajo una nariz de Peter Pan y luego se rió con vigor de querubín. “Oh, entiendo, entiendo. Yo también estuve en ese estado la primera vez que entré a mi nueva vida. No tema. Por favor, intente relajarse. Ha venido al lugar correcto ". Hizo un gesto hacia un pequeño carro motorizado. “Por favor, el patio es enorme. Te llevaré a su Nuevo Anfitrión de la Vida. ".

    " Gracias ", le dije y lo seguí hasta el vehículo. Cruzamos un recinto amurallado que albergaba fuentes, glorietas a dos aguas y caminos errantes sobre césped y jardín. Me pregunté cómo lograban mantener las flores en flor. Había mucha agua, pero no sol, y con las paredes, el patio era mucho más oscuro. Cuando me senté a su lado, sentí ganas de fumar un cigarrillo; no estaba seguro de si era Tommy o yo.

    La mansión se asomaba en el cielo ante nosotros como un castillo con minaretes y torres. Las luces brillaban en muchas ventanas, la sombra espectral ocasional pasaba detrás de las cortinas. Gruñí en silencio, mirándolo todo. Por fin los negocios habían encontrado un nicho perfecto. La muerte creaba una oferta y demanda constantes.

Capítulo 15

    Fui guiado a través de un elaborado vestíbulo y salón decorado con un millar de ángeles tallados. Las alfombras persas rojo sangre cubrían muchas decenas de metros cuadrados de planta y escaleras. Grandes sofás y sillas de cuero ocupaban posiciones pintorescas bajo macetas de palmeras o junto a la rugiente chimenea donde se podía aparcar un camión. Al pie de columnas ornamentadas había cadáveres reclinados en divane y sillas con ruedas, algunos tenían libros o revistas.

    Otros iban vendados de la cabeza a los pies; todos tenían un olor completamente antiséptico. También había un distintivo aroma a dinero. Tobias me condujo pasando de largo a tres personas muertas absortas en una discusión sobre religión y subí por una amplia escalera con barandilla dorada hasta a un enorme conjunto de puertas.

    En relieve en el latón tenía una reproducción elaborada de El triunfo de la muerte de Bruegel. No era un experto en arte. Esta pintura en particular se había vuelto famosa desde el cambio. En ella, la gente corría aterrorizada por una escena similar a mi imagen del Relleno Sanitario. Multitudes de demonios esqueléticos representar una imaginaria carnicería sobre los vivos: un ahorcamiento aquí, una decapitación allá, aquí una calavera, allá una calavera, en todas partes una calavera-calavera.

    Morían todos en la imagen, campesino, empresario, santo y rey. No importaba adónde corriera la gente, morían, ninguno con dignidad digna de mencionar. Brevemente imaginé una figura maquillada de payaso bailando alegremente por la carnicería. Tommy se emocionó dentro de mí. Sentí su erección presionar la tela del mono.

    "Hermoso", susurró Tobias cuando vio mi atención en las puertas. Aleteó los ojos encapuchados. "Señor. Adrian es un coleccionista de arte raro. Dispuso que hicieran esto a partir del original. Hizo un gesto hacia las puertas. “Morboso para los tímidos, tal vez, pero no hay vergüenza en la muerte; y todos somos conscientes de la negación de la vida. Empujó ligeramente las puertas y se abrieron silenciosamente.

    “Señor. La oficina de Adrian. ” Hizo una ligera reverencia enviando un mechón de cabello negro sobre su frente.

    Dejé al tipo y entré en la habitación. Sus esquinas se me escapaban en las sombras. Seguí el suave resplandor de las lámparas del techo hasta que vi la forma de un hombre detrás de un enorme escritorio. Creció al surgir de la oscuridad como un petrolero. Era tan grande que tendría que caminar hacia el cenicero. Me quedé de pie por un momento con fingido asombro y estudié al Sr. Adrian a la suave luz.

    Su cabeza brillaba ligeramente sobre un bronceado sintético. Los rizos dorados de su cabello rodeaban una corona expuesta. Me miró con agudos ojos azules cerca de una nariz grande. Sus hombros eran cuadrados y, al fumar, los gruesos brazos se flexionaron bajo su chaqueta recortada. Vestía de verde oscuro, extraño, porque todos los que trabajaban en el lugar que había visto iban de negro de la cabeza a los pies.

    "Tome asiento, por favor". Dibujó una línea en el aire con el humo del cigarro. Cuando presioné mis nalgas contra el grueso cojín de cuero, noté un aroma familiar.

    Adrian comenzó a hablar.

    "No sé quién es, ni el propósito detrás de ese ridículo maquillaje; pero llevo en este negocio el tiempo suficiente para reconocer a un muerto cuando lo veo. Usted no está muerto y como mintió sobre eso, supongo que no es realmente el Sr. Gingold ".

    "Y usted no es Simon ", dije tratando de descubrir cómo interpretar la escena. "¿Le importa si fumo? No he podido evitar notar el aroma de su cigarro. ¿Caro?" Encendí un cigarrillo y vi el humo bailar en mi mano como una cobra. Se balanceó lentamente.

    “En realidad no, holandés, Henry Winterman Cafe Cream Mild. Crece mi impaciencia," Parecía tener un control perfecto de su voz. Agregó suficiente volumen y énfasis para sonar tan amenazante como si tuviese un arma en la mano.

    "Wildclown", arrastré las palabras, inhalando el humo lentamente en un esfuerzo por parecer en control. "Soy detective privado".

    "¿Y el propósito detrás de ese ridículo atuendo?"

    "Disfraz de detective número 118. El disfraz de mimo muerto, no me sorprende que nadie lo haya usado contigo. "

    "No sea impertinente, Sr. Wildclown. Encontrará que no estoy predispuesto al humor. Tengo amigos con cierta autoridad ". Sonrió al decir " autoridad ". Comencé a sentirme como una rata en una barbacoa.

    "No estoy tratando de ser impertinente. Estoy tratando de evitar ser grosero ". Pude sentir la indignación de Tommy creciendo en mi interior.

    "Ciertamente", Adrian respiró con un cambio tangible en el tono antes de decir para sí. "El refinamiento por encima de todo lo demás ..." Me miró de manera uniforme. "¿Quiere una copa?"

    "Nunca he sabido de una que no quisiera".

    "Escocés ... ¿No es esa la bebida habitual de los detectives?" dijo con desprecio mientras pedía dos ginebras por el intercomunicador antes de recostarse en su enorme silla para estudiarme. Encontré su mirada con todo el fuego que pude reunir sin dejar salir a Tommy.

    Pasaron unos momentos de estudio antes de que se quebrara el silencio con el silbido de una puerta al abrirse, seguido de un molesto tic-toc de pasos. Una secretaria entró claqueando con zapatos de tacón de aguja que habría necesitado una escalera para ponerse.

    Traía nuestras bebidas, le dio una al Sr. Adrian y una a mí. Un rutilar de luz y noté un extraño colgante negro y bronce en una cadena roja en su muñeca. Parecía una esvástica colocada en la parte ovalada de un ankh egipcio. No pude ubicarla. Sus ojos eran oscuros, sus labios fruncidos y rojos.

    Sonreí.

    Me arrugó la nariz y se fue.

    Miré mi bebida, tintineé los cubitos de hielo varias veces y la olí con indiferencia. No pude oler ningún veneno. Sabía a ginebra. Miré a través del borde de cristal y vi al Sr. Adrian mirándome a través del suyo. Arrojé la ceniza al suelo y murmuré una disculpa.

    “¿Qué quiere, señor Wildclown?”

    “Oh, ya sabe, cosas del oficio. Por ejemplo, ¿oyó a un bebé llorar el jueves por la noche en el hotel Marruecos? Sus ojos brillaron en blanco.

    Estoy seguro de que los míos lo hicieron. No hice yo la pregunta. Tommy la coló a través de todas mis defensas personales y la colocó en la punta de mi lengua donde no pudo evitar caerse. Por unos momentos quedé horrorizado, con miedo de hablar.

    Esto nunca había sucedido antes.

    "No", dijo Adrian, su rápida recuperación casi ocultó el rastro de miedo en su voz. "¡Por supuesto que no! Eso es ridículo. Todo el mundo sabe que no existen los bebés. No desde el Cambio. Respiró hondo y dejó el vaso. "Creo que esta entrevista ha terminado".

    "Está bien", dije. Podía sentir a Tommy clamando por la liberación. “Esa solo ha sido una pregunta de prueba. Lo que quería decir ... preguntar era..." Me detuve un segundo para recuperar el control sobre Tommy. El sudor estalló y se deslizó a través de mi grasienta pintura. Mi corazón latía con fuerza. "Quería preguntar si conoce a una mujer llamada Jan Van Reydner". Mi mano tembló cuando llevé el vaso a mis labios. Vi que el nombre registró algo en sus ojos.

    Cuando comenzó a hablar, su actitud era de granito.

    “Sr. Wildclown, ya le he dado suficiente de mi valioso tiempo. No sé quién es esa persona, y si lo supiera, ciertamente no me sentiría obligado a decírselo ".

    " ¡Venga ya! "Gruñí. "Ya lo ha admitido. ¿Por qué sino permitiría que un mimo muerto ficticio le viera? ¿Soy tonto o obtuviste toda esta riqueza por ser descuidado? Sabías que yo sabía algo sobre algo en lo que estás involucrado y querías saber lo que sabía... lo que ". Hice una pausa para verificar mi sintaxis. "Sabe a lo que me refiero. Crezca, Sr. Adrian, la única razón por la que me dejó entrar es porque mencioné esos nombres mágicos. Sé que eres Simon y que contrataste a Jan Van Reydner para matar al Sr. Conrad Billings. Entiendo que es un nuevo cliente tuyo. Adrian estaba inmóvil. "¿Y dónde está Van Reydner? ¿Tienes más negocios o decidiste que ya no era útil para ti? "

    " No sé dónde está la Sra. Van Reydner ". Adrian bajó la mirada, tomó su bebida y apuró lo último de ella. Se le escapó un sorbito infantil; sonrió entre dientes, luego se inclinó hacia delante y aplastó su cigarro. "Ha desaparecido. Jan ya debería haberse puesto en contacto. Espero que esté bien. Hemos estado llevando un negocio en auge, ella y yo. Ni siquiera se le ha pagado todavía ".

    De repente sentí un escalofrío. Si alguien comienza a confesar...

    "Lo siento, Sr. Wildclown, pero me temo que estoy muy por encima de cualquier ley, si en realidad representa usted algo parecido a eso. El Sr. Billings es un nuevo cliente nuestro, sí, y le aseguro que se está adaptando bien a su situación ”, dijo e hizo una pausa. "Oh, ¿ha tenido la suerte de encontrar a la Sra. Van Reydner?" asintió y me molestó. De hecho, ignoré su asentimiento y comencé a responder. No sé cómo había podido pasarlo por alto.

    Un elefante se sentó en la parte posterior de mi cabeza. Una presión tremenda. Justo cuando mi cráneo estaba a punto de explotar, una ola negra me cubrió.

Capítulo 16

    Estábamos en el Chrysler. La cabeza de Tommy se inclinaba ebriamente; la saliva le colgaba del labio en un delgado hilillo. Esta se balanceaba y oscilaba como la plomada de un topógrafo novato. Estaba encajado entre dos grandes matones con trajes baratos. Parecían simios mal entrenados dando impresión de gángsteres.

    El Chrysler se mecía y botaba por un viejo camino. El pavimento estaba agrietado y arrugado como un curtido mal hecho. Mientras los mafiosos hacían lo que podían en el asiento de atrás, conducía un muerto con ojos de cerdo y tripa redonda. Tenía un pecho tan profundo que parecía prestado. Una gorra de cuero negro con la visera doblada hacia arriba se posaba en su cabeza redonda y exponía una sudorosa calva por detrás. Barba de pocos días coloreabs sus mejillas. Conducía el Chrysler con brazos delgados como bandas de goma estirada.

    "No os preocupéis, ¡cobardicas de mierda!” Se burló entre dientes de rata. "Sólo le vamos a dar suficiente disparos en la cabeza, no volverá, además ..." Se detuvo un momento para conducir sobre rocas que sobresalían en el camino. "Tenemos la motosierra".

    Uno de los soldados en el asiento trasero le dio un codazo a Tommy y gruñó. "Eres maldita carne de vertedero ahora, colega ". Su amigo pareció disfrutar del humor porque se partía la caja de la risa con dientes separados con regocijo paleolítico.

    Yo estaba ocupado haciendo de nube amistosa de nuevo, flotando dentro y alrededor de su difuso cuero cabelludo. Mis intentos por recuperar el control de Tommy habían sido frustrados.

    Cuando estaba emboscado en la oficina de Adrian, experimenté algunos momentos incómodos de transición al ser expulsado del cuerpo de Tommy. Pero desde mi nuevo punto de vista, vi por primera vez a los darwinianos gángsteres, que ahora se sentaban a ambos lados de Tommy como tapas de libros. Había permanecido al acecho en las sombras durante mi entrevista, dado un paso al frente y me habían golpeado en la nuca con una porra. El gran mató. que me había golpeado había levantado el brazo para terminar el trabajo, pero le había detenido Adrian, quien pareció inquieto ante la idea de tener cerebro en la alfombra.

    Había ordenado que tiraran al Sr. Wildclown pieza por pieza en el vertedero.

    A pesar de su refinamiento, no me gustaba el Sr. Adrian.

    Habían llevado a Tommy a un ascensor de servicio, luego hacia abajo y a lo largo de un sinuoso y mal iluminado pasadizo. Esto finalmente se abrió en un estacionamiento subterráneo que salía a treinta metros de donde había aparcado el Chrysler. Arrastraron a Tommy al coche, yo flotando arriba atado al inconsciente payaso por hilos invisibles

    El pequeño cadáver con cara de cerdo los había estado esperando, todo baboso y amenazante. Registraron a Tommy en busca de las llaves y luego llevaron el coche hacia el sur por la carretera girando la salida al Centro de Internamiento de la Autoridad más cercano. Cuando llegaron a la puerta hubo una ligera discusión sobre cómo abrirla. Caracerdo lo resolvió con algunos disparos de su escopeta automática.

    Yo había intentado poseer a Tommy durante todo el viaje sin suerte. Cuando nos detuvimos, noté que las nubes se estaban volviendo rápidamente de un color gris oscuro. En algún lugar allá arriba el sol salía despacio del grasiento cielo marrón. Estaba cayendo la noche.

    Reflexioné sobre la última vez que había visto las estrellas.

    Fue en el santuario de Tommy: una zona de hierba y musgo que crecía en la azotea de un edificio en el hueco formado por dos rascacielos abandonados. Tres cedros cortos habían logrado enraizarse de alguna manera en la grava, y fue entre ellos que vi una noche las estrellas asomándose entre las nubes como niños traviesos en las grietas de las puertas de los dormitorios.

    Los gángsteres dieron codazos a Tommy en las tripas sacándole un gemido. Lo intenté una vez más, pero fracasó. Debió de haber sido golpeado peor de lo que pensaba. Mis imágenes sexuales no estaban funcionando.

    No pude que superaran un irregular muro de dolor.

    "Será mejor que seamos rápidos ", se quejó el conductor. "No quiero usar más luz de la que debemos. A los Landfillers les atraen las luces ".

    Miró su abatidos rostros de cómplices. "Hey, perras, no tendréis miedo de unos cuantos bichos reptantes, ¿verdad? ¡Solo hay que usar los palos! ” Hizo un gesto con una fuerte caña de madera "¡Golpead a esos cabrones!" Los gángsteres se quedaron en sombrío silencio hasta que el conductor puso los ojos en blanco.

    "Mierda, ¿cómo he acabado con dos "pringaos" como vosotros? ¿Y os hacéis llamar músculo? ¡Taedlo! negó con la cabeza y salió del Chrysler con la escopeta automática debajo del brazo.

    El simio a la izquierda de Tommy gruñó algo, pero abrió la puerta y arrastró al payaso tras él. Su compañero lo siguió mirando a todas partes con terror.

    Tenía que estar de acuerdo con ellos. Aquel no era en un lugar donde querría ponerme cómodo.

    Extraños temblores y ruidos susurrantes llenaban la frágil maleza que crecía alrededor del camino. Una montaña envuelta en una neblina de basura y muerte se alzaba oscuramente a diez metros del coche.

    Los gángsteres arrastraron a Tommy por la hierba a la izquierda del camino. De repente capté una oleada de su actividad nerviosa. El payaso bajó rápidamente los pies y le dio una patada a las piernas del gángster, quien cayó de inmediato. Tommy colapsó con el otro encima de él. Gruñó y escupió. Sus dientes rechinaron.

    La escopeta automática rugió y la cabeza del gángster salió volando por encima de Tommy, luego le explotó el pecho.

    Caracerdo había decidido resolver la disputa despachando todo lo que había dentro del alcance de tiro. La culata se presionó contra su inerte cadera. La malicia brilló en su cara sin vida

    Tommy lanzó los pies contra el torso del otro gángster y forcejeó en el abrazo. Justo a tiempo, porque la escopeta automática rugió y la cara de su compañero de baile se volvió pulpa. Tommy se apartó rodando de la carnicería.

    Caracerdo disparó de nuevo. Explotó gran parte del guardabarros trasero izquierdo del Chrysler cuando Tommy saltó para ponerse a cubierto. Se agachó momentáneamente junto al neumático trasero derecho, moviendo rápido la cabeza de izquierda a derecha.

    Floté impotente sobre él. Había pocas posibilidades de posesión ahora. Su corazón estaba latiendo como loco: su sistema estaba lleno de adrenalina.

    El arma rugió tres veces seguidas, comiéndose trozos del techo y de la puerta. La ventana de en frente implosionó en una ducha de cristales. Caracerdo dio una riasotada como una ametralladora. La saliva se vertía sobre sus dientes podridos.

    Mi arma estaba en la guantera, pero yo era el único que lo sabía. Vi cierto movimiento, leve y pálido, cerca de la cadera derecha de Tommy.

    Una mano cortada de mujer danzaba en la confusión de la lluvia de vidrio. Tommy la agarró y la arrojó sobre el coche. La acción fue respondida con un graznido de sorpresa. El payaso buscó otro misil.

    Desde mi posición vi a Caracerdo moverse lentamente alrededor del coche. Probé frenéticamente otra posesión, pero fue sumergida en una sofocante oleada de pánico al rojo vivo. El aliento de Tommy llegaba en jadeos. Arrojó una piedra a la maleza cercana. Un árbol acabó hecho astillas.

    De pronto, Tommy se congeló, levantó la vista. Sus ojos parecían desenfocados, como si llevase su atención de una nube a otra. Miró directamente al espacio que yo ocupaba. Luego se movió hacia el coche. Abrió de un tirón la puerta del pasajero. Una cuarta parte de él desapareció con un estridente rugido. Caracerdo rodeó el guardabarros delantero derecho. Tommy se zambulló en el coche. Con un movimiento, la guantera estaba abierta y la .44 automática estaba en su mano.

    Lentamente, los pasos de Caracerdo se acercaban. El caucho y la hierba se encontraron con un susurro aterrador.

    El tipo siseó, "Ya está bien, jodido loco, sal a ver al Tito Muerte. ¡Es hora de la Amnesia! ” Su rostro apareció pellizcado y aceitoso por los restos fracturados del parabrisas. "Buenas noches, felices sueños. No dejes que los gusanos ... "

    Tommy disparó.

    La automática bramó comiéndose la cabeza y el hombro de Caracerdo. Grumos oscuros salpicaron la chapa del Chrysler y llovieron sobre la hierba. La escopeta automática de Caracerdo quedó inerte en sus manos. El cuerpo dio un par de pasos vacilantes hacia atrás, casi cayendo. Tommy saltó fuera del coche y arrancó el arma de las manos sin vida. Dio una patada al cadáver con la bota en el pecho. El tipo cayó y arañó débilmente la tierra.

    Tommy regresó hacia el coche, arrojó la escopeta automática dentro y luego rodeó el vehículo. ambos gángsteres estaban muertos, profundamente dormidos en la Amnesia. Tommy cogió sus pistolas, automáticas de 9 mm y revisó sus billeteras. Como una ocurrencia tardía, caminó hacia donde Caracerdo se arrastraba en la hierba.

    Pateó el espeluznante torso y puso una rodilla en el pecho, le registró los bolsillos. Sacó una billetera y una Magnum .357. Más para la colección. Tommy se embolsó ambas y dejó que el cuerpo de Caracerdo continuara arrastrándose hacia el olvido.

    Se acercó al Chrysler y saltó al volante haciendo crujir los cristales de seguridad destrozados. Se echó a reír.

    "Entonces, aquí estoy en el basurero. ¿Qué Cristo? Rió hasta llorarle los ojos y buscó bajo del asiento como un gato tras una pelotita de lana. Sus esfuerzos le rentaron lo que quedaba de mi botella. Bebió con ansia y se encendió un cigarrillo.

    "¿Dónde está ese jodido Elmo? Miró distraídamente el parabrisas destrozado. Afilados y angulares, los reflejos le devolvieron la sonrisa. Dio una loca carcajada ante las imágenes: al millar de locos payasos. Mientras tanto, la botella de whisky se movía lentamente entre sus piernas.

    Yo sabía lo que iba a pasar luego, así que aparté la mirada. Toda esa violencia era afrodisíaca para el payaso. Miré por la ventana rota.

    El cuerpo de Caracerdo se había puesto en pie. Se tambaleaba a ciegas, giró bruscamente y sacudió lo que lr quedaba del brazo como si le asaltara una bandada de murciélagos. Vi los cuerpos de los gángsteres. Yacían pacíficamente en medio de la carnicería como si estuvieran hechos para el trabajo. Uno incluso tenía un brazo detrás del destrozado cráneo como si fuera un día soleado y un arroyo borboteara cerca. Sus piernas estaban cruzadas causalmente en los tobillos.

    Debajo de mí podía oír la loca respiración de Tommy. Estaba llegando a su punto máximo. Tomar el control sería tan fácil como ser asesinado en Greasetown.

Capítulo 17

    Dejé el coche junto al bordillo. Se inclinaba maltratado y golpeada en la base de una tenue farola. Un cargamento de bichos rugió momentos antes de que un viejo camión estallara en llamas amarillas por la calle. Un wino muerto me miró con ojos asustados. yo le dio un cuarto de dólar y se alejó renqueando bajo un letrero de neón que parpardeaba la palabra Berlinz.

    Poco después yo ya estaba encorvado sobre una barra de mármol rosa. Una gatita sexy ronroneaba con la voz del roce de las sábanas una canción: Stormy Weather. Parecía ajena a los numerosos mirones que babeaban con los labios alrededor de espumosas jarras de cerveza. Me incliné sobre mi bebida y sorbí con labios magullados. Mi visión saltó como un gato al mover la mano para llamar la atención del camarero y clavar en la barra mi vaso vacío.

    "Te gusta, ¿eh, señor payaso? Era un bajito latino de pelo negro y peinado sobre una pequeña cabeza. Sus delgados brazos pusieron a trabajaban la botella de Canadian Club sobre mi vaso "Tienes mucha sangre allí". Me miró de arriba abajo.

    “Sólo sirve copas, César. No es mía ". Me volví ausentemente. Me dolía la cabeza, me temblaba dolorosamente el cuerpo y mis entrañas ardían con cada vaso de whisky. Estaba en un gran estado de ánimo, me sentía como sesenta y seis centavos.

    Me di la vuela en el taburete con mi bebida y me concentré en la cantante. Su vestido estaba cortado hasta la entrepierna, y por un lascivo momento me distraje jugando al escondite con un conejito de seda blanca que de vez en cuando mostraba su linda y pequeña nariz. Cuando la cantante sacudía sus caderas de cierta manera, sus enormes senos aumentados se lanzaban provocativamente contra el apretado vestido de seda. Encendí un cigarrillo, apuré mi vaso y puse a trabajar mi cerebro lesionado.

    Caracerdo y los simios gemelos obviamente trabajaban para del señor Adrian. Uno se podía preguntar por qué el Sr. Adrian contrataba a caballeros de herencia cuestionable cuando es tan buen empresario y contribuyente. Las billeteras de los muertos habían proporcionado poco más que algunos billetes pequeños en forma de información; de hecho, me estaban pagando una ronda.

    No había esperado encontrar nada. Ya nadie llevaba identificación. Daba igual, El Sr. Adrian había jugado sus cartas. Pronto sabría que me había escapado porque sus chicos no iban a volver a casa esta noche. Decidí no preocuparme por lo que haría: lo haría de todos modos.

    Sentí curiosidad sobre Tommy. Nunca se había entrometido mientras le estaba dando una patada al gato. ¿Por qué ahora? Durante mis posesiones pasadas había habido cosas raras como brotes de Tourette, pero nunca conciencia. Por lo general, simplemente se recuperaba y seguía a su estilo demente cuando terminaba con él. Pero ahora, Tommy sabía lo de la entrevista. con el abogado. Lo reveló cuando estaba hablando con el inspector Cane. El caso del bebé fantasma. Y también salió su maldita voz mientras estuve hablando con el Sr. Adrian, De nuevo el bebé fantasma. ¡Y no podía olvidar el otro nuevo giro!... mi caída desde el Marruecos. Me había quedado inconsciente por primera vez desde que me convertí en lo que soy.

    Sea lo que fuese eso ...

    Una voz se entrometió en mis pensamientos

    "Hola, ¿para que llevas maquillaje, Mac? "

    Me volví y mis labios se doblaron preparando el sonido de "j". Vi una cara sin nariz. Me detuve.

    "¿Cómo estás, Pogo? "En realidad no me importaba. Me sorprendió lo mucho que no me importaba.

    "Bien, ¡follador de monos! Saltó al taburete a mi lado. "¿Qué te ha hecho salir en un día como este? ”

    "Si no fuera como días como este, no saldría nunca ". El whisky ya empezaba a quitar la entonación. Conocía a Pogo desde hace casi un año y medio. Frecuentábamos los mismos lugares húmedos en la parte más vulnerable del mundo.

    Pogo se echó a reír con su peculiar forma caústica. Una vez me dijo que era un indio apache de pura sangre. Por supuesto, aquello explicaba el brillante sombrero de guerra que llevaba como guinda a su caro traje. El tema de su herencia había surgido una vez cuando vimos en la barra un documental en la televisión.

    Aparentemente aterrorizados por las ramificaciones del Cambio, un gran número de personas habían abandonado la impía vida de las ciudades para volver a la naturaleza. A algunas de las antiguas tribus también las dejaron entrar. Pogo se rió de todo el proceso pero decía que nunca podría volver.

    "No tienen vídeo, no hay nada en la naturaleza. ¿Quién diablos necesita eso?"

    Más tarde, le cortaron la nariz cuando cayó en manos de la Hermandad de la Orden Blanca. Pero se tomó con calma la redecoración facial. Pogo pasaba la Vida en el Más allá como proxeneta y distribuidor de entretenimiento exótico. Le parecía que su nuevo look aterrorizaba a los deudores y acreedores por igual.

    Añadí esos hechos a la lista de cosas que no me importaban.

    "¡Estás tan loco ¡como siempre, Tommy! ”, dijo antes de encender un cigarro largo importado. El humo onduló y fue aspirado por la húmeda abertura nasal. Mis entrañas hicieron malabares con el whisky.

    Él continuó: "Pero como decía, ¿en qué coño andas metido, hombre?"

    “La misma mierda de siempre, Pogo. Disparar a la gente, que me den una paliza y caerme por las ventanas. Pedí una nueva bebida.

    "Oh, mierda, tío, lo sé ", se rió Pogo. "Oí que te cargaste a esa Reina. Pero claro, a esas Reinas les gusta que le den caña pero con malditas balas ... Si fuera tú, mantendría las pelotas bien lejos de Downings, ¡para siempre! Algunas chicas allá abajo quieren usarlas como pendientes ".

    "¿Para qué demonios iría yo allí de todos modos? Probablemente algún otro payaso. Di un Sorbo a mi nueva bebida. "Sabes que no le disparo a la gente. La muerte es algo grave estos días ".

    Noté que Pogo hurgaba con algo en sus manos. Era una lata pequeña de Grasafácil: La droga más nueva de la ciudad. Se echó una gota en cada ojo, apretó la cara y me tendió la lata.

    Olía a etanol.

    "No, gracias" dije empujando la lata hacia atrás. "Estoy trabajando".

    "Vamos, hombre" él murmuró con la cabeza encajada entre las rodillas. "Con esto verás claramente ..." Se agarró el cráneo con las manos. "¡Oh, mierda! Allá vamos ... "

    "Quizás más tarde". Me aparté de Pogo y de sus convulsiones, y observé a la cantante. Acababa de empezar a cantar la misma melodía sensual otra vez. Todavía no podría nombrarla, una canción triste sobre una tormenta, y el bebé de alguien que se va.

    "¡Oye, Pompeya!" Saludé al camarero. "¿Tienes algo de comer en este garito?"

    “Solo sándwiches, señor payaso. Sonrió insolentemente y mostró un diente de oro. Me pregunté si le gustaría extirparlo quirúrgicamente de su intestino.

    Apreté los puños en lugar de usarlos.

    "Sham sándwich: que sean dos, y uno de esos encurtidos indios gigantes si tienes".

    "¿Quieres jamón falso o real, Sr. Payaso? Me mostró otra sonrisa. "¿Es que es día de paga en el circo? "

    Lo fulminé con la mirada mientras se alejaba de la barra y susurraba en busca de la puerta de atrás. Movió un dedo para indicar que sería solo un minuto, una hora, un día o un mes, posiblemente un año.

    Simplemente sería uno de algo.

    Escaneé la barra. La mayoría de los camareros estaban muertos. Eran mano de obra barata y trabajaban por nada: cuanto más ocupados, mejor. Unas diez personas en total disfrutaban de la atmósfera de Berlinz. No era un lugar grande, solo un gran rectángulo que parecía haber sido transformado con diecinueve estilos diferentes.

    Las luces que parpadearon detrás de una pared de vidrio ahumado gritaban: "Somos una discoteca". Había fotos tono sepia antiguo de hombres negros con saxofones sobre sus vientres, como entrañas de latón que arrastraban las palabras, "Somos un bar de blues". Un pequeño maitre en un esmoquin de lavanda, más aburrido que alegre decía, "Somos un restaurante"; mientras en el techo, ruedas de vagones colgadas llenas de bombillas convertidas en lámparas de aceite, "Somos un bar country. ” Era una de esas cosas.

    Curiosamente, los clientes encajan perfectamente.

    Llegaron mis sándwiches. Mi pepinillo no. El pan era blanco y seco; pero encontré que el jamón era blanco y seco, por lo que decidió no quejarse. Todo se derrumba después de un rato. ¿Quién era yo para menear la barca?

    Miré a Pogo. Sus convulsiones habían terminado. Las venas de su cuello destacaban como tuberías de alcantarillas y su rostro era rojo manzana.

    “¿Buena mandanga, Pogo? ”

    Me sonrió, ojos anchos como un océano, y asintió como idiota.

    "¡Sííí!" la voz era salvaje e incontrolable. "Buena mandanga, chaval". Asintió con la cabeza tan rápido que tuve que girar la cara para reirme entre dientes.

    "¡Jíi-ay, Tommmmy!" Su voz me siguió.

    "Hola, Pogo".

    "Donde Elmo, ¿Dónde está éeel? "

    "En casa cuidando de los niños ..." Mi voz se apagó. El ánimo se levantó momentáneamente, sonreí a la cara sin nariz de Pogo, tiré un billete de diez dólares al camarero y me fui.

Capítulo 18

    Los tapacubos del Chrysler chirriaron contra la acera mientras yo derrapaba el largo y maltratado chasis del coche hasta detenerlo. Cuando subía los escalones hacia la oficina, la cantante con el conejo bajo el vestido cantaba una canción en mi mente: "Desde que mi bebé se fue".

    Pasé junto a Elmo donde se sentaba con aspecto aburrido en la habitación exterior, y en minutos estaba paseando los tres metros de sucia alfombra que mantenía frente a mi escritorio para impresionar a los clientes. El whisky no estaba haciendo su trabajo. La parte de atrás de mi cabeza había comenzado a latir de nuevo. La parte de delante también se había unido al dolor.

    Elmo entró; su mirada perpleja cruzó mi ropa manchada de sangre pero desapareció con un negación de mi cabeza. Se sentó en silencio en su silla como un oscuro y profundo secreto. Humo de cigarrillo bosquejaba estelas delante de él.

    Telefoneé a la calle para pedir café., encendí un cigarrillo y me senté en el borde del escritorio. Estaba frustrado. Siempre me ponía así cuando se rompía un caso. Podía haber completado el rompecabezas, pero había un verdadero anticlimax en la forma en que la Autoridad impartía justicia. Esta era la parte difícil. ¿A quién podría confiar mis noticias?

    Cierto, no tenía a Van Reydner, pero tenía una confesión del Sr. Adrian. Dado que el abogado me había contratado para encontrar al tipo que lo había matado, nuestro negocio concluiría pronto. Mi problema era encontrar una forma de llevar al Sr. Adrian ante la justicia. La llana verdad era exactamente como el Sr. Adrian había dicho.

    Él, como la mayoría gente poderosa en la historia, estaba por encima de la Autoridad. Lo que eso significaba era que era dueño de un pieza de esta. Probablemente por eso Billings había querido que matara a su asesino sin más. El pragmatismo profesional del abogado debía de haberle dicho que algunas personas simplemente poseían demasiada ley para estar sujetas a ella.

    E incluso el más endurecido criminal podría deslizarse por las grietas de los tecnicismos. Lo cierto era que yo había tenido el impulso de matar a Adrian. Podía estar seguro de que no me había tratado muy bien; pero allí donde él tenía poder, yo no tenía ninguno.

    Era un larga vida después de la muerta para pasarla en una celda.

    Aún así, tenía que hacer algo por mi propio bien. El Sr. Adrian acababa de intentar matarme por acercarme demasiado. Lo intentaría de nuevo, a menos que pudiese llamar la atención sobre mí mismo. Había suficientes facciones rivales en Greasetown para que a menudo la fricción de una, o la posible reacción de otra, guiara la mano de grupos más agresivos. Había hecho favores de Autoridad antes. Tal vez volviera a intentarlo.

    Marqué el número del operador. "Autoridad, División Criminal, por favor".

    Sonó el teléfono. Luego una voz severa. "Autoridad, CrimDiv".

    "Hola, me gustaría hablar con el inspector Cane ".

    “Un momento. Le pondré con registros".

    Más sonidos enlatados. Hilo musical. De todas las cosas que podríamos haber dejado atrás en el viejo mundo, ¿por qué no...?  

    "Inspector Cane, ¿quién es? ".

    "Hola, Inspector Cane. Soy Wildclown. Sé que no nos llevamos bien en nuestro último encuentro precisamente, pero recuerdo que dijo que debería llamarle si tenía información. Me gustaria denunciar un intento de asesinato ".

    "Iré a su oficina ".

    "¿Por lo general no hacemos este tipo de cosas en la sede? Además, es un poco tarde ".

    "Trabajo hasta tarde, Wildclown ".

    "¿Qué hora es ya?" Sabía que eran las diez y media, el reloj en el escritorio lo decía. Pero no pude resistir preguntar. Parecía del tipo que odiaba ese tipo de cosas.

    "Justo después de las diez y media," su voz fue un petulante silbido. "Estaré allí a las once".

    "Bien", dije, colgué y miré a Elmo frente a la mesa. "Es lo mejor que podemos hacer, Gordo ".

    Él asintió con tristeza.

Capítulo 19

    La escena era todo lo que podía haber querido que fuese. Mi pequeña lámpara cortaba un círculo amarillo en mi escritorio. El cenicero estaba a la distancia perfecta de mi mano. El cigarrillo humeaba en mi puño y mi .38 de nariz chata se acurrucaba en mi bota derecha donde cruzaba mi pantorrilla izquierda. Elmo estaba en la sala de espera tomando un café y vigilando al inspector Cane. Elmo también tenía un arma y ​​se suponía que no debía tenerla.

    Todo era perfecto.

    Escuché un golpe en la puerta exterior, luego oí a Elmo arrastrarse hacia ella. Escuché al inspector Cane gruñir algo desagradable antes de cruzar la sala de espera y entrar en mi oficina.

    Sonreí. Yo pensaba que su cara era incapaz de tal sentimiento.

    Se acercó al escritorio sonriendo mientras mordisqueaba su palillo de latón.

    "Escuchemos, Wildclown. No tengo toda la noche ". Pude ver un doble reflejo de mi lámpara, del cenicero y una mano en sus gafas.

    “¿Quiere sentarse? Podría llevar un tiempo ".

    "No." Sus ojos se fijaron en la pared posterior del interior de mi cráneo.

    "Muy bien". Hice un gesto con el whisky que tenía a mano. No me sorprendió cuando rechazó la oferta. Daba igual. No quería beber con él de todos modos. Serví un gran vaso.

    La confidencialidad del cliente se complicaba aquí. Si me callaba, Adrian podría matarme y Billings desaparecería, lo cual sería malo, o bien Billings podría hacer que mataran a Adrian, lo que me convertiría en una herramienta: eso era mejor, pero aún así era malo. No tenía otra opción. Hablar me daba una mayor probabilidad de sobrevivir.

    "El sábado del 2 de marzo un abogado llamado Conrad Billings vino a mi oficina. Había sido asesinado. Sucedió en el hotel Marruecos. Quizá recuerde eso.

    Cane asintió.

    "Solicitó que encuentrase a su asesino. Acudí a la escena del crimen. Durante mi investigación, unos pirómanos incendiaron el hotel dejándome sin pruebas. Excepto por esto ... " Dejé la colilla del cigarro que había encontrado sobre la mesa. Cane la recogió y la olisqueó

    "No te preocupes, eso vendrá después. Para ser sincero, no había muchas pruebas en primer lugar. Creo que Adrian pagó para que incendiaran la habitación. Tuve la suerte de estar allí cuando sucedió. Creo que la Autoridad investigó el asesinato y el incendio ".

    Cane asintió orra vez y dejó la colilla del cigarro sobre el escritorio.

    La masajista terapéutica del Sr. Billings desapareció la noche en que este asesinado. Mi teoría es que ella trabajaba con quien deseaba la muerte de Billings. Una herramienta, para estar seguro. Actué siguiendo la pista del empleado nocturno: un tal señor Douglas Willieboy, tengo su dirección escrita aquí." Le lancé una tarjeta. "Sobre esa pista arreglé una cita con un hombre que había estado en comunicación con Jan Van Reydner la misma noche del asesinato y de su desaparición.

    “El hombre con quien hablé era el Sr. Richard Adrian, presidente de Bronceado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson. Durante las semanas previas a la muerte de Conrad Billings, se comunicaba con Van Reydner en el Marruecos bajo el seudónimo de "Simon". Esa colilla de cigarro es de la misma marca que fuma Adrian y la descubrí en un cenicero lleno de ellas en el Marruecos. Cuando me reuní con él, Adrian admitió su participación y conocimiento de la Sra. Van Reydner, aunque no de su paradero.

    "Mi teoría es que él y Van Reydner habían estado jugando un desagradable juego. Parece que Van Reydner puso a funcionar su antigua magia sexual con los chicos durante un tiempo, ganándose su confianza. Entonces, a una señal de Adrian, se aseguró de que tuvieran una buena fiesta de ginebra para darles mucho sueño a todos. En mitad de la noche, Adrian entró y salió furtivamente de su pobre estado de sueño. Tiene sentido que Adrian lo hiciera él mismo. Parece lo suficientemente fuerte y siempre es mejor usar personas en las que confías ". Hice una pausa, miré mi vaso.

    "Esta vez algo salió mal. Billings se despertó. Dijo que escuchó un bebé. Lo que fuese que oyó, lo sacó de la cama justo a tiempo para oír entrar a Adrian. Fue asesinado en la sala de estar, un disparo en la parte posterior de la cabeza, que es la primera indicación de que algo salió mal. Estoy bastante seguro de que las marcas normalmente eran envenenadas o asesinadas de alguna manera que podría pasar por causas naturales para evitar involucrar a la Autoridad.

    “Tengo un pensar que algo salió mal, porque a Billings se le permitió salir del Apagón por su cuenta. Estoy seguro de que si las cosas hubieran ido bien, los grandes pechos de Van Reydner habrían estado descansando sobre al despertar. Ella lo condujo hacia Bronceado de Piel y Conservacción para Difuntos Simpson antes de que tuviera tiempo de orientarse. Esta vez, sin embargo, a Billings se le permitió llegar hasta la Autoridad y al mundo exterior antes de que Simpson lo atrapase."

    "De todos modos, volvamos a la oficina de Adrián, él me dijo que estaba involucrado y justo después me emboscaron y llevaron al vertedero donde el Sr. Adrian le había ordenado a sus hombres, y cito «Tiradlo, trozo a trozo, en el vertedero». Ahora soy completamente consciente del poder que ejerce un hombre como el Sr. Adrian y de cómo me afecta a mí el resultado negativo de los cargos contra él. Pero tenía que decírselo a alguien. La Autoridad fue mi primera opción ".

    Cane asintió despacio.

    “Si por falta de pruebas no se puede procesar a Adrian por el asesinato en el Marruecos, estoy dispuesto a acusarlo de mi intento de asesinato. Puedo llevarle a la escena cuando quiera. Es una Instalación de Internamiento de la Autoridad. Sugiero que cuanto antes vayamos, mejor será para ambos. La prueba estará fresca y los cuerpos podrían no haberme arrastrado demasiado lejos. Había tres: dos vivos, asesinados por su cómplice, y el propio cómplice, un muerto al que me vi obligado a disparar ”.

    "¿Y Van Reydner?" La cara de Cane era inescrutable.

    "Desaparecida, por el momento." Encendí otro cigarrillo. “Tengo la sensación de que se ha ido para siempre. El hecho de que Adrian no supiera dónde estaba me dice que ella podría habersela jugado. El tipo no tenía motivos para mentir. Pensaba que yo era hombre muerto: carne de vertedero ".

    "Déjalo conmigo, Wildclown." Cane caminó hacia la ventana y miró a través de las persianas. "Tu historia no es lo que yo llamaría un caso sólido. Cristo, lo único que tienes es una colilla de cigarro como evidencia física. Me lo pensaría muy mucho antes de acusar al Sr. Adrian de algo. Está relacionado. Todo lo demás que me has dicho es circunstancial y rumorología. Y apuesto a que lo que sucedió en el centro de internamiento estará bien limpio para cuando lleguemos. Mantenlo todo entre tú y yo. ¿Cuál era la ubicación del centro de internamiento?" Sacó un cuaderno. Le dije dónde. Lo escribió. Sonrió con el mondadientes. "Si esto es lo mejor que puedes hacer, sal del negocio, Wildclown ".

    Ignoré su pulla y me puse en pie. "Tengo que decírselo a mi cliente. Querrá saberlo." Todavía sentía cierto recelo. No tenía motivos para confiar en Cane. ¿Quién le pagaba las vacaciones? Además, con Conrad Billings consciente, podría usar sus talentos como abogado para ejercer la presión adecuada en las personas adecuadas. Demonios, podría incluso conocer a un par de jueces. Definitivamente necesitaba más poder trabajando a mi lado.

    Cane me miró fijamente por un momento “Solo es cuestión de dinero, ¿eh?” Su burla era inconfundible.

    "Le he dicho que presentaría cargos." Le devolví la mirada y me encogí de hombros. "Tengo que comer. Además, él es el La única razón por la que sé algo de esto en primer lugar. Créame, lo último que quiero es enfadar a un hombre poderoso. Me ocupo de mis propios asuntos ".

    "Bien, habla con tu cliente. Pero déjame a mí a Adrian y a Van Reydner. Si quiere hacer que esos cargos se tomen en serio, no necesito que metas tu cara de bobo en esto ".

    "Por supuesto", dije sonriendo.

    Cane comenzó a andar hacia la puerta antes de deteners. “Ah, Wildclown. Esto no tiene nada que hacer con ese estúpido caso del bebé. Supongo que no te estabas riendo en nuestras caras antes ".

    "Está relacionado" Dije principalmente como reacción. ¿Por qué debería importarle?

    La cara de Cane era severa. "Menudo condenado tema sobre el que bromear".

    "Por cierto ..." Me levanté de la silla. Mi cabeza palpitaba muy ligeramente. "¿Quién es el inspector Borden?

    La cara de Cane se afeó más durante un segundo y se quedó en blanco. "¿Por qué?"

    "Mi cliente dijo que Borden le dio mi nombre ".

    “¿Dijo algo más? ¿Sólo Borden? ". No pude leer la mirada que jugaba sobre su laxos rasgos.

    "Sólo Borden", dije distraídamente, atento a Cane.

    “Entonces tu cliente tiene problemas de audición. Nunca oí hablar de un Borden, y llevo en la Autoridad cuarenta años. "

    Ajustó su sombrero, se lamió los labios y se fue.

    Caminé hacia la persiana y asomé la cabeza. La forma encorvada de Cane entró en un transporte de la Autoridad que esperaba.

    "Toda una lástima," susurré.

    Salí a la sala de espera y me encontré a Elmo entrando. "Elmo, tengo que hacer otra llamada; pero creo que es mejor que hagas las maletas. Puede ser conveniente que hagamos un viaje durante unos días, para mantenernos fuera del camino de Adrian. El tipo todavía podría querer resarcirse conmigo, y no me fío de Cane ".

    Elmo asintió como un buen compañero. Él no sabía de lo que le estaba hablando, pero asintió de todos modos. Yo tenía que salir de la ciudad antes de devolverle a Tommy su cuerpo. Me estiré. Maldición. Ojalá tuviera a Van Reydner.

Capítulo 20

    Billings se lo tomó todo muy bien. Me refiero al hecho de que iba a tener que comerse su venganza por el momento. Me aseguró que haría su mejor esfuerzo para ver que Adrian llegara a juicio por lo eso, como lo expresó Billings, "¡Crímenes contra la humanidad!"

    Tuve que desearle suerte. La iba a necesitar.

    Cane me contactó una vez más antes de que Elmo y yo nos fuéramos de vacaciones. Me dijo que Adrian había desaparecido.

    Le dije a Cane que Adrian podría haber sido un farol. Después de todo, cuando se dio cuenta de que yo aún estaba vivo y hablando, Adrian podría haber puesto una fea imagen de sí mismo en manos de un grupo de linchadores muertos, más de una posibilidad desagradable para un hombre de refinamiento.

    Cane había dicho que la Autoridad había intentado acceder a su historial. Podía haber sido responsable de miles de nuevos clientes. No se sabía cuánto tiempo él y Van Reydner llevaban trabajando juntos. Cane me ordenó mantenerme fuera de vista durante un tiempo, pero que esperara un interrogatorio. Billings me pagó exactamente lo que me debía, sin bonificación, y me deseó suerte.

    Necesitaba suerte. La misma que necesitaba Elmo. La misma que necesitaba una mujer llamada Jan Van Reydner que se había convertido para mí en un recurrente sueño.

Parte Dos

Un Momento de Embrujo Nocturno

Capítulo 21

    Estaba en la oficina. Elmo se sentaba inmóvil frente a mí como si estuviera pintado en terciopelo negro. Estuve tentado de gritar o algo así, sacarlo de su trance. Había terminado mi enésimo cigarrillo, igual que Elmo. El aire a nuestro alrededor parecía una densa niebla escocesa.

    Resistí la urgencia de caminar hasta la ventana y abrirla para reemplazar el rancio aire de dentro con el rancio aire de fuera. Luego, con extrema facilidad, me hundí en mi propio malestar. Tenía la costumbre de poseer a Tommy todos los días, sí o sí, solo para mantener la práctica.

    No habíamos tenido un caso en semanas.

    Después del asesinato de Billings, Elmo y yo habíamos conducido hacia el Oeste y no nos detuvimos hasta llegar a un solitario motel ubicado en un montículo de granito. Nos habíamos puesto en marcha sin un destino en mente. El motel simplemente se nos apareció bajo la lluvia.

    Era una linda casita perdida en la dimensión desconocida de la decoración: sofás de piel de tigre falsa, lámparas de cúpula de plástico y una gorda casera para portarnos honestamente. Había pasado por alto la posibilidad de un viaje a Villa Vicio porque muchos gánsteres y forajidos la llamaban hogar. Todos esos casinos eran como imanes de bronce. Si Adrian fuese a contratar a un asesino a sueldo lo haría desde allí. Tal vez estaba siendo paranoico, pero tampoco es que yo fuese una diana muy discreta con el maquillaje de payaso.

    En vez de ir allí, Elmo y yo visitamos el motel Bonita-Vu a unas ocho horas al oeste de Greasetown. El nombre debe haber venido del viejo mundo antes del Cambio porque la vista era cualquier cosa menos bonita.

    El motel daba a un vertedero de desechos.

    La Sra. Loxley, la casera, explicó con gorditos voceríos que el vertedero era nuevo. Antes había sido un hermoso lago para pescar, decía, con paseos en canoa y todo. La mujer obviamente estaba molesta por el cambios en la marea, pero se notaba por sus sinceros ojos y rubor perpetuo de autoafirmación avergonzada que hacía lo mejor que podía con lo que el buen Señor le había dado.

    Nos quedamos allí unas tres semanas, sumergiéndonos en el olvido en un acogedor salón restaurante de pescadores donde las truchas rellenas retozaban en gloria barnizada para los huéspedes. Tommy hizo buenas migas con el Sr. Loxley, quien después de la vacilación inicial aceptó al payaso como un formidable compañero de bebida.

    El Sr. Loxley describió que ocasionalmente complementaba sus ingresos con viajes al basurero.

    "Es increíble las cosas que tira la gente ", había dicho una y otra vez.

    Una vez nos llevó a su taller donde acumulaba todo tipo de máquinas, desde tostadoras hasta lavavajillas, todo por ahí, con los cables por fuera y el metal vomitado en el piso.

    "¡Una mina de oro!" Los ojos del señor Loxley rara vez traicionaban la locura que crecía tras ellos.

    Pasé la semana entrando y saliendo de Tommy. Parecía contento de subirse a la ola, por así decirlo, siempre y cuando hubiese mucha bebida fuerte a mano. Me había aferrado a él hasta que nos registramos en el motel y pareció bastante contento al despertar. Probablemente se debió al cansancio y las lesiones que había en su cuerpo cuando se lo devolví

    El Sr. Loxley era perfecto, sin embargo. A Tommy le encantaba beber y hablar, discutir, si podía, preferiblemente sobre nada, y Loxley tenía un apetito similar en ambos aspectos. Las cosas casi dieron un mal giro una noche cuando, hasta arriba de alcohol, Tommy le tiró los trastos casualmente a la señora de la mansión. Me las arreglé para tomar el control y evitar lo que prometía ser una situación desastrosa, para disgusto de Tommy y de la señora Loxley.

    Una llamada telefónica al inspector Cane nos dio el visto bueno para regresar a Greasetown. Nos dijo que Van Reydner seguía desaparecida y, según toda evidencia, el Sr. Adrian se había unido a ella en el olvido No se le había oído ni visto desde el día en que yo había hablado con él. Sin embargo, la Autoridad seguía buscando.

    Para mi sorpresa, sobre todo debido a su malignidad anterior, Cane me describió la investigación de la Autoridad en Bronceado de Piel y Conservación para los Difuntos Simpson. Los archivos hasta el presenten mostraron más de cincuenta clientes con muertes cuestionables.

    Lo que los llevó hasta ello fue un hombre de negocios, Henry Ogden. Los archivos decían que le habían recomendado a Simpson después de un infarto mortal.

    Uno de los inspectores investigadores lo conocía y estaba seguro de que Ogden afirmaba haber sufrido el ataque fatal mientras dormía después de una noche de sexo extremo con su amante, una tal Jane Van Meering. Cuando se le preguntó más, Ogden describió una relación con una masajista pelirroja. Esto llevó a más investigación y los cuerpos comenzaron a aparecer.

    Simpson había afirmado de que sus tratamientos funcionaban mejor si se aplicaban inmediatamente después de la Amnesia. Como parte de sus normas de preservación, Simpson tenía permiso por escrito para transportar los restos de un cliente directamente a la instalación, renunciando al viaje habitual de las morgues que operaba la Autoridad u hospitales privados. Al llegar, un médico determinaba la causa de la muerte usando el sistema patentado de Técnicas Simpson no evasivas.

    Cuando se le preguntó, el doctor de Simpson pareció ser un auténtico tonto.

    Ogden había aceptado un examen físico realizado por médicos de la Autoridad y no encontraron signos de ataque traumático al corazón. En cambio descubrieron altos niveles de barbitúricos en sus tejidos ahora inertes

    Mientras me sentaba frente de Elmo, pensé en Van Reydner durante unos veinte segundos. Pasaron. Yo supuse que orgullo profesional no la dejaría marchar. Ella había conseguido escapar. Eso llevaba a la punzada que yo sentía respecto la ausencia de Adrian. Él también había escapado a la retribución.

    Aparté a un lado los perturbadores pensamientos y volví a caer en la somnolencia. Había hecho mi trabajo. Había encontrdo a un asesino. No era problema mío que la sociedad fuese corrupta o que la justicia fuese insustancial. No era problema mío.

    Ahora, sufríamos las semanas de inactividad. La estación había cambiado. Habíamos vuelto desde hacía más de un mes. La temperatura estaba subiendo. La humedad crecía hasta proporciones ridículas al mediodía. Implicaba que el verano estaba cerca.

    Que el verano se acercara no significaba que había más sol, simplemente significaba que después de la lluvia, podías esperar empezar a sudar intensamente durante horas. Miré al reloj de la oficina. Eran las diez y media. Era lunes, siete de mayo. Por extraño que parezca, Tommy no tenía resaca esta mañana cuando me puse al mando. El dinero se estaba acabando, por lo que el payaso tuvo que conformarse con atracones minimalistas.

    Lo único que mantenía nuestras oficinas era una cuenta secreta que había yo había abierto mientras estaba en posesión de Tommy. Hasta ahora había logrado mantenerla en secreto a Elmo también. Comencé a dar vueltas a la idea de liberar a Tommy. El aburrimiento parecíia menos agudo en forma incorpórea, sin dolores de los que quejarse, sin glúteos como la arena.

    Sonó el teléfono.

    Elmo y yo nos miramos con sorpresa.

    r Ahogué rápidamente mi optimismo mientras preparaba mi voz comercial. Mi teoría era que los acreedores siempre esperaban que las personas estúpidas fallaran en sus pagos. Era el unico de modo en que yo podía racionalizar que fuesen tan desagradables. Mi método fue golpearlos rezumando inteligencia y autoconfianza. Eso los pilló por sorpresa. Yo siempre trataba de hacer que pareciera que había fallado un pago a propósito, solo para ver lo que hacían.

    Sonó el teléfono de nuevo. Me llevé el receptor a la oreja.

    "Investigaciones Wildclown ".

    Hubo silencio durante cuatro segundos. Justo lo suficiente para poner en marcha la adrenalina.

    "Wildclown". Un voz. Estaba muy disfrazada, totalmente andrógina y amortiguada.

    "Wildclown", repetí como un loro

    "No voy a hacer su trabajo ".

    "Gracias", dije resistiendo el impulso de bromear.

    “Otro asesinato ".

    "Cómo está el mundo" murmuré ahora interesado.

    "En el Marruecos." La voz era casi mecánica.

    “El Hotel Marruecos ya no existe. Yo estuve allí cuando se quemó ".

    "No sea idiota ".

    "De acuerdo, no lo seré ".

    "La misma noche del abogado".

    Mi mente comenzó a acelerarse.

    "¿Quién?" No esperaba una respuesta

    Un rotundo clic fue todo lo que obtuve.

    "¿Hola?" Sin respuesta. Bueno, ¿una llamada telefónica anónima, tal vez un buen amigo? Lo dudaba. Al levantar la vista, noté que Elmo me estaba mirando con intensidad.

    "Creo que podríamos tener algo. Encendí un cigarrillo, mantuve el teléfono pegado a mi oreja y puse un dedo en el dial. Cane primero, luego el periódico".

Capítulo 22

    

    No pude contactar con Cane en mi primer y segundo intento, así que me dediqué a leer ejemplares atrasados de la Gaceta de Greasetown. Era bastante sencillo. La sala de espera estaba llena de ellas. A pesar de que la Gaceta solía llegar un día tarde, era el periódico más grande de Greasetown y ofrecía la mejor cobertura de eventos: su el lema lo afirmaba en 30 puntos: "¡Todas las noticias! - ¡A todas horas!"

    Dios sabía lo que eso quería decir. No es que yo fuese un gran fan de lo que estaba pasando, pero ese periódico era el mejor lugar para encontrar trabajo. Y yo necesitaba trabajo

    Elmo las dejaba amontonarse en la sala de espera porque creía que mis muchos clientes podían leerlas mientras esperaban antes de hablar conmigo. Grandes planes tenía el viejo Elmo. En los dos años que yo había estado con él y Tommy, nunca había visto a un solo cliente usar la sala de espera.

    Yo estaba convencido de que guardaba los viejos periódicos porque era su manera favorita de pasar las noches de insomnio. Elmo había acumulado cincuenta números atrasados en mi escritorio. Encontré uno fechado el 2 de marzo del 50 N.E., el día del asesinato de Billings. N.E. representaba la Nueva Era.

    Todos tuvimos que reiniciar nuestros relojes con el Cambio.

    La portada mostraba las intrigas políticas locales habituales (el alcalde Harvey estaba tramando alguno de sus viejos trucos) y titulares vagos de eventos mundiales. Eran vagos porque la información se hacía cada vez más difícil de recopilar desde las Cuatro Esquinas.

    El derrumbamiento de nuestras comunicaciones satélite globales hizo efectivo que el mundo fuese un lugar grande de nuevo. De igual modo, las líneeas de teléfono que llevaban la información a menudo la llevaban distorsionada. La Autoridad oriental seguía frenando el flujo de refugiados del Medio Oriente. Se habían instalado campamentos fuera del alcance de las nubes radiactivas que siguieron a los Hijos de Dios. La Edad Oscura había vuelto a Rusia. La China posdemocrática habían reunido las tropas en la frontera. Se habían desatado guerras civiles en el continente africano. Ciudad del Cabo se había convertido en la capital de una recién formada República de las Victimas del SIDA. Las cosas se estaban poniendo emocionantes.

    Pasé de largo los titulares hasta la sección reservada para asesinatos y muertes. Sonreí al anuncio que apareció en la parte inferior de la página.

    "Industrias Rey Anuncia un Avance en los Productos para la Vida Después de la Muerte ".

    El anuncio debajo del encabezado describía un proceso de desmortificación que enlazaba antiguas técnicas egipcias de embalsamamiento con la alta tecnología. La caída de Bronceado de Piel de Simpson debía de haber sido buena para el Rey de los Muertos. A juzgar por el anuncio, su compañía había recogido el testigo. Casi me dieron ganas de llamarles y pedirles una parte de las acciones. Después de todo, yo había sido el instrumento para este aumento en los negocios.

    Rechacé la idea, sin embargo. El Rey dejaba claro que no tenía escrúpulos por la justicia. Sus competidores eran notablemente discretos.

    El asesinato y la sección de muerte contenía noticias sobre asesinatos recientes, actualización de historias de los viejos homicidios, recompensas para asesinos publicadas por sus víctimas y obituarios. Los obituarios se habían convertido en una lectura interesante, ahora que los muertos podían escribir los suyos propios. Y a mí me gustaba echarme unas risas.

    Normalmente me leía toda la sección para ver si podía hacer negocios. Esta vez tenía un misión. Enrosqué mi lengua como un caracol en su caparazón; pienso mejor así.

    Los nuevos asesinatos, unos cincuenta, estaban en orden alfabético por apellido. De pronto, me la que encontré de frente. Leí la historia bajo "Billings, Conrad".

    La Autoridad está investigando el asesinato del abogado de Nuevo Jardín, Conrad Billings, el viernes por la mañana en el Hotel Marruecos del distrito de Downings.

    Testigos en la escena informaron que el asesinato surgió de una disputa entre el abogado y su amante.

    La Autoridad se niega a especular sobre el motivo del asesinato y no hará comentarios mientras el crimen siga bajo investigación.

    Miré el membrete: Mary Redding. Elmo me tendió otro peróodico. Señaló a una noticia local fechada el lunes 5 de marzo. El titular decía: El Fuego Consume Propiedad Famosa. Los incendios no son infrecuentes, especialmente en Downings, por lo que no recibían mucha prensa. Este rezaba:

    La Autoridad continúa investigando el incendio del sábado por la noche que destruyó el histórico Edificio Marruecos en el distrito de Downings.

    El fuego comenzó a las 11:30 p.m., dijeron las autoridades, y los investigadores de la escena no encontraron evidencia de juego sucio.

    "Nos dicen por nuestros expertos que probablemente fue el viejo cableado ", dijo Roger Shipton, Investigador de la Autoridad.

    "Hemos interrogado a mucha gente en el vecindario y no hemos encontrado nada que justifique una mayor investigación ".

    Shipton dijo que no había evidencia que conectara el incendio con el reciente asesinato de un Abogado de Nuevo Jardín en el Edificio Marruecos.

    La Autoridad se niega a revelar los nombres de los involucrados.

    El Edificio Marruecos desempeñó un papel importante en los disturbios post-Cambio de los años veinte como sede del Resurreccionista Capitán Jack Updike y sus partidarios. Los historiadores lamentaron esta significativa pérdida.

    No hay signos de juego sucio. Tuve que reprimir una risita. Los muertos incendiarios tenían que haber dejado algún rastro. Deberían haber detectado la gasolina. Y tenía que quedar algo de sus cuerpos, al menos huesos carbonizados, y la escopeta. ¿Por qué la Autoridad daría el carpetazo a esto? Normalmente saliian a desacreditar el distrito de Downings. Eso les ayudada a justificar sus restricciones sobre los derechos de los muertos.

    "Elmo, sigue buscando historias relacionadas. Todo lo mencionado después del asesinato de Billings, y antes del incendio del Marruecos. Una desaparición, cualquier cosa ".

    El Marruecos llevaba allii desde hacía años y años, probablemente había sido la escena de cientos de asesinatos; pero la persona que había llamado había precisado que el segundo asesinato había ocurrido la misma noche que el de Billings. Esa fue una noche en la que yo no estaba haciendo mi trabajo.

    Odiaba la crítica.

    Recogí el teléfono, marqué la Gaceta. Leí el título de la historia del incendio. Mismo reportero. La línea telefónica zumbó con enojo.

    "Mary Redding, por favor ", pregunté cuando respondió la ronca voz de una operadora de centralita con sus buenos días.

    "Un momento ..." dijo con voz áspera.

    La línea seguía crepitando y estallando como Arroz Inflado Krispies. Pasaron cinco minutos. Pude escuchar la transferencia de línea, zumbido, pitido y crujido. Oí una conversación lejana y luego...

    "¿Hola?". Una voz clara, nítida y aguda. Esta reportera tenía un propósito. Hubiera odiado trabajar en el escritorio a su lado un lunes por la mañana. "Mary Redding, ¿en qué puedo ayudarle?"

    "Srta. Redding, mi nombre es Wildclown. Soy un detective privado. Entiendo que cubrió un par de historias en el Edificio Marruecos antes de que se incendiara en marzo ".

    "Sí ..." Ella sonaba distraída. "Lo hice".

    "Sé sobre el asesinato de Billings. Pero me pregunto si podría contarme algo sobre el otro asesinato ".

    Una pausa y luego. "No hubo otro asesinato".

    "Bueno, ¿de qué trataba la otra historia que cubrió? ”

    "El fuego". Ella se estaba volviendo vacilante.

    "Pero", señalé, "el incendio no ocurrió antes de quemar el Marruecos. Asumo que usted cubrió esa historia después.

    "Pensé que se refería a eso". Más dudas.

    "Usted confirma que cubrió dos historias antes del incendio. ¿No es así?

    "¿Qué nombre me ha dicho que era? ” fue rápida en ponerse profesional conmigo.

    “Wildclown. Yo trabajaba en el caso Billings”. Entonces decidí probar una mentira. Llámalo corazonada. "Me han contratado para investigar el otro asesinato. Ya que estoy familiarizado con la escena".

    "Oh ..." dijo Redding relajada, pero mantuvo la cautela al decir: "Pensé que ese estaba bajo secreto de sumario".

    "Entiendo". De hecho, lo entendía. “Entiendo la presión que la Autoridad puede ejercer sobre algunas, digamos, historias "polémicas".

    "Puede decir eso otra vez, ” ella se rió. "Me sorprende que sepa sobre este. Ejercieron mucha presión para mantenerlo fuera de los periódicos. No creo que ninguno de nosotros jamás lo hubiera sabido si mi hombre de las fotos no se hubiera tropezado con el cuerpo. Fuimos allí tras un aviso sobre el caso Billings. Toda la historia habría desaparecido ".

    "Ya veo". Tenía que mantener mi farol en marcha. "Su fotógrafo ... mire, yo no sabía nada de eso".

    "Sí, pobre chico, llevaba una semana contratado. Y después tener que ver el cuerpo. Cotton quedó hecho todo un desastre. Ya lo sabe ".

    "Sí, ciertamente. ” Apunté el nombre en la libreta del escritorio y luego di un salto intuitivo "Cotton, bueno, Srta. Redding, ¿alguna idea de lo que pasó? ¿Por qué alguien trataría a un cuerpo así? ”

    "Ahí me ha pillado. Fue como si lo hubieran puesto en una licuadora. Uno de nuestros reporteros de homicidios vio las imágenes: dijo que parecía que había utilizado una trituradora de árboles con él. Yo vi el cuerpo y se veía fresco. La sangre aún se acumulaba, coagulando lentamente por el basurero. Cristo, también había una botella de gasolina, quien lo hizo en realidad iba a terminar el trabajo, pero o bien se echó atrás o se le acabó el tiempo ".

    "Y Cotton estaba registrado en el Marruecos ".

    "Sí, bajo el nombre W. Irving. Nunca habrían encontrado su verdadero nombre si no hubiera sido por ese trozo de identificación triturada. De hecho, ayudé a la Autoridad a montarla. Solo el nombre: Alan Cotton. Teníamos los últimos tres números de su seguro social. Por supuesto, la Autoridad me advirtió que dejara la historia en paz, en ese momento y ahí mismo. Dijeron que era un asesinato de drogas. Dijeron que encontraron litros de grasa en la malate de muestras del chico, lo cual fue convenientemente inoportuno. La Autoridad dijo que el tipo era un vendedor de cosméticos para la vida más allá de la muerte que complementaba sus ingresos. No me dijeron para qué compañía. Solo me dijeron que olvidara el asunto. Lo habría investigado, pero el editor me llamó personalmente y me dijo que lo dejara. Luego, el incendio ... "

    "Bueno", dije. "Eso verifica mis notas".

    “¿Quién le contrató?”

    “Un amigo. No se me permite divulgar ... "

    "¿Cuál es su nombre de nuevo? "

    "Wildclown".

    "¿Qué demonios? ¿Qué clase de nombre es ese? ”

    "Es escocés".

    "Escuche, no voy a hacer nada público con la información." Su tono era especulativo. "Quiero decir, lo sé todo sobre la integridad periodística, la destrozo cada semana, pero no quiero perder mi puesto aquí, tengo seguridad laboral, pero eso significa ponerse en cuclillas para la Autoridad. Supongo que realmente comencé a quedarme sin boca ".

    "Creo que usted pasa un mal momento con su integridad. Creo que le gustaría ver algo acabado en relación la historia." Me gustó su voz.

    "Probablemente es cierto." quedó en silencio.

    “¿Tiene el lugar de origen de Cotton? Me refiero a su casa ".

    "En la costa pasando Villa Vicio, pero seguramente lo tendrá usted mismo ".

    “Solo por verificar dos veces."Traté de empujar mi sonrisa a través del receptor. "Es importante estar seguro de los hechos. Escuche, gracias por la ayuda. Si alguna vez puedo ser de servicio, búsqueme. Pero no me llame Shirley".

    "Sí, lo haré" dijo ella. Luego, antes de que pudiera ejercer toda su facultad, colgué. Alan Cotton había muerto la misma noche que el abogado Billings. Desafortunadamente para Cotton, quien lo había matado también había destruido su oportunidad de una vida futura, al destruír su cuerpo. Había oído que los cuerpos de los soplones sindicales y de tanto los testigos cooperativos como no cooperativos terminaban de esa manera. En rodajas y en cubitos.

    ¿Pero por qué Cotton? Si estaba relacionado con drogas, podría haber sido un castigo o represalia por alguna facción rival. Aun así, la Autoridad le había puesto una tapa. Quizá Cotton se había usado como ejemplo. Quien lo hizo, lo quería en silencio para siempre. Pero la Autoridad había cerrado la tapa de la caja. ¿Por qué? Y el incendio también. No hay señales de juego sucio. También lo silenciaron.

    Miiré a Elmo sentado frente a mí. Sus largos brazos estaban tensos como las piernas de un saltamontes para lanzarlo fuera de su silla.

    "Elmo, podríamos tener un caso ”. Mi problema era conseguir que alguien me pagara por investigarlo. "Nos vamos de viaje a Villa Vicio". Encendí un cigarrillo y me recosté en la silla mientras Elmo salía para traer el coche.

Capítulo 23

    Las dos horas de viaje por la costa transcurrieron sin incidentes. No me sorprendió que Elmo hubiera elegido acompañarme. Si todavía había belleza en el mundo, la podrías encontrar conduciendo por la costa. Había pasado mucho tiempo desde que las rugientes olas habían visto una puesta de sol y los acantilados escarpados un cielo azul; pero tenía una sólida belleza gótica.

    Nubes giratorias de rocío se agitaban sobre la roca gris donde el mar molía su tiempo a granel contra la costa. Incluso había notado una bandada de gaviotas mirando estoicamente otro día de lluvia y tormenta. Se habían posado a lo largo de la barandilla, como muchas cimas de acantilado, mostrando sus almas al mordaz consejo de la naturaleza. Una parte de mi quiso unirse a ellas, pero sabía que irían a por mis ojos.

    La sinuosa carretera entraba y rodeaba beotes de granito que se elevan sobre pedestales sólo en las áreas cercanas a tramos habitados. Los vertederos eran menos frecuentes cerca de la costa.

    La población de aves marinas vivas barría todo lo que se arrastraba cerca.

    Llegaríamos a Villa Vicio sobre las seis y media. Yo había pasado buena parte de la tarde excavando la montaña de periódicos restantes: la Gaceta de Greasetown tenía pocos competidores, pero no encontré nada sobre otros asesinatos en Marruecos. Villa Vicio se parecía mucho a lo que recordaba mientras conducíamos bajo la luz intermitente de sus letreros de bienvenida

    La ciudad albergaba un millón y medio de habitantes, vivos y muertos. Sus edificios eran únicos por el modo en que se alejaban de la autopista, peligrosamente cerca de acantilados con tendencia a derrumbarse. En total, la ciudad se extendía a lo largo de dieciocho kilómetros de costa. En su interior veía la gran rueda de Ferris arrojando tentadoramente a sus pasajeros al cielo, antes de aterrorizarlos con un temerario descenso.

    Como yo lo veía desde el Cambio, las norias se habían vuelto extremadamente populares. De hecho, era el mayor entretenimiento que tenía esta naturaleza, al menos entre los vivos. Una vez muerto, el individuo tenía que aprender nuevas reglas de existencia y riesgo aceptable.

    Yo había consultado el número de Alan Cotton en la última guía telefónica, pero no había encontrado nada. Una investigación más profunda lo localizó en una guía telefónica de hacía una década. Llamé y descubrí que su número había cambiado. Estaba bajo el apellido de soltera de su esposa, lo intenteew de nuevo y hable con su viuda, quien dijo que estaría encantada de hablar conmigo.

    Obtuve la dirección, el 333 de Alturas Marinas. Le dije que llegaría tarde ese día.

    Ella dijo que no había problema.

    Las unidades de neón te dejaban loco después de un tiempo. La noche en Villa Vicio es una amenaza para los sensibles a la luz. Caía una llovizna constante. Felicité a Elmo por su buen juicio. Había encontrado tiempo para reemplazar el parabrisas desde mi encuentro en el vertedero con Cara de puerco. El Sr. Loxley en el Bonita-Vu había nos ganado unos cuantos dólares jugando a mezclar y combinar las partes y piezas que había extraído de su colección.

    El agua aún conseguía mojarme la manga derecha por los agujeros en la puerta del pasajero, pero nosotros eramos bastante marineros.

    Las calles de Villa Vicio, me han dicho, recuerdan a una ciudad anterior al Cambio llamada Las Vegas. Yo no sabía si Las Vegas existía todavía, pero si era como Villa Vicio en los viejos tiempos, podía imaginar lo que le habría sucedido después del Cambio.

    Villa Vicio era el lugar donde ir si uno deseaba vaciar cosas: cuentas bancarias, bolsillos, imaginaciones sobreestimuladas, nombra una. Yo había acudido una vez por lo último, durante la profunda intoxicación de mi primera posesión de Tommy. Me acordé de una mujer morena llamada Lorna que tenía un cuerpo bien tejido y mucha energía.

    Aquellos primeros días habían sido extraños. Había estado bastante despierto, completamente sensible sin pasado alguno y flotando sobre la cabeza de Tommy. Podía recordar los momentos vertiginosos del estremecimiento mental, esperando caer en cualquier momento. Los siguientes minutos fueron de extrema angustia al empezar a darme cuenta de la inexplicable naturaleza de mi presencia.

    Sabía quién era yo; o al menos quién solía ser, pero no tenía nombre. Tenía una sensación de "yo", pero no tenía un "alguien". Sabía que existía, pero no sabía de dónde venía.

    Esto había sido increíblemente deprimente durante unas semanas, comencé a pensar que estaba en el infierno, siguiendo al payaso del cuarto de baño a la licorería y al cuarto de baño. Fue entonces cuando sucedió la primera posesión.

    Un día estaba flotando sobre Tommy como una gruñona nubecilla de lluvia: se estaba limpiando las fosas nasales con el dedo meñique cuando hizo una llamada frenética y pidió el coche para salir a dar una vuelta. Conducimos unos cuantos boques antes de que le dijera a Elmo que detuviera el coche y le dejara salir.

    Recuerdo a Tommy subiendo un tramo de escaleras y entrando en un hotel muy parecido al Marruecos, Recuerdo la velocidad aterradora con la que fui impulsado tras él. Recuerdo el paso por otro tramo de escaleras y luego por un pasillo hasta una puerta. Estaba abierta y el humo del cigarrillo colgaba en el aire, la música jazz chirriaba ácidamente en mis oídos.

    Recuerdo a una mujer corpulenta apoyada contra el marco de la muerta con exagerada, y algo elefantina, coquetería. Aleteó sus grandes pestañas postizas al ver al payaso. El diálogo fue deprimentemente promedio.

    "¿Cómo estás, grandullón?", se pasó las manos por las caderas. El viaje debió de haberlas dejado agotadas porque después colgaron inertes a ambos costados.

    "¿Cómo está mi mamasita?" había dicho Tommy cuando extendió la mano y le acarició los senos.

    "Ooh", arrulló ella empujando hacia atrás sus manos. "¡Ooh!"

    Tommy la empujó hacia la habitación hasta una cama de aproximadamente treinta centímetros de ancho. Creo que era un catre del ejército. Yo flotaba sobre la cabeza observando mientras él la desnudaba con torpeza y luego la montaba. Ahí debió de haber algo innatamente voyeurístico sobre la especie humana, porque tuve que admitir que flotar por encima mientras sucedía todo aquello fue muy emocionante para mí, aún sin tener cuerpo propio.

    Quizá se debiese a emocionados recuerdos latentes. No lo sé. Acababa de recordar el primer momento en que hice el sorprendente descubrimiento de que podía ver a través del cráneo de Tommy.

    Dentro del mismo había una especie de actividad eléctrica que me atrajo.

    La verdadera transición sucedió rápido. Lo siguiente que supe fue que estaba tumbado encima de aquella mujer. Levantando el cuerpo, resoplando y jadeando. Podía recordar la extrañeza de la sensaciones físicas: el medio dolor, medio placer del orgasmo experimentado, el almizcle empalagoso de mi compañera, las pequeñas réplicas nerviosas que estaba recibiendo e incluso la triste y muerta sensación de su cabello con excesivo acondicionador.

    Salí de esa habitación en una sensación de emoción, todo Epicúreo. Me convertí en un errante Avatar hedonista, ebrio de lo tangible. Terminé en Villa Vicio con las dos vacías: mi billetera y mi vesícula seminal, o más bien las dos de Tommy, respectivamente.

    "¿Es a-aquí, Jefe? ” Elmo levantó un bracito hacia una señal de tráfico que decía Alturas Marinas, y me sacó del ensueño.

    "Busca el 333" Dije y luego reflexioné sombríamente.

    Alan Cotton debía de haber aprovechado un negocio en auge vendiendo cosméticos a los muertos, porque el 333 de Alturas Marinas era una extensa casa blanca de rancho que se alzaba incongruentemente en un alto y estrecho pilar de roca con vistas al mar.

    Incongruente porque el diseño del edificio exigía acres de tierras de cultivo llanas a su alrededor, no una caída profunda y precipitada hacia el fuerte oleaje por un lado y un denso huerto de manzanas por el otro. Algo con una torre almenada habría encajado mejor con la ubicación, y quizás una cochera con techo de teja roja.

    Cuando nos acercamos, me di cuenta de que lo que le faltaba a la casa en altura lo compensaba en anchura. La casa de Cotton debía de medir trescientos metros de largo. Señalé a la casa de huéspedes, murmuré algo sobre invitados y luego señalé a otra. A Cotton le había ido bien.

    Nos detuvimos en el frente. Una pasarela adornada con jardines conducía a una alta puerta de roble. Un monstruoso rosal crecía a ambos lados en palos de madera. La llovizna había disminuido un poco cuando nos detuvimos. Saqué el arma de la guantera, sonreí a Elmo y bajé del coche.

    "Vamos, Gordo. Olí la brisa, salada con un ligero aroma a pescado. Qué extraña pero refrescante brisa, pensé.

    Elmo se ocupó en alisarse el traje, un interesante número de patas de gallo con pantalones oscuros, y luego se pasó un peine por el fino pelo. Pobre bastardo, pensé. Elmo tenía clase; eso era obvio. Tener un jefe que pisaba con botas militares y pintura de grasa debía de m horrorizarle, pero, él nunca se había quejado.

    Caminé hacia la puerta principal, llamé al timbre, pasó un segundo y esta se abrió.

    Pude saber al primer vistazo que auquel tipo era el mayordomo. La tez de ictericia y la burla permanente del tipo detrás de la puerta también me dijo que era un snob. Sus ojos tenían un brillo metálico insensible. Su traje estaba lleno de menudos cuadraditos negros y blancos, con un abrigo que se detenía en la cintura.

    "Lo siento", se burló."No aceptamos solicitudes de empleo".

    "Oh, estupendo", le dije. "Porque no he traído ninguna".

    "Bueno, señor", continuó entornando los ojos hacia mí. "Si tiene asuntos aquí, le sugiero que use la entrada de servicio y hable con el gerente de la casa ".

    Sonreí, apreté los puños y luego sonreí de nuevo. "Estoy aquí para ver a la señora Cotton. Le sugiero que cumpla con las especificaciones de su trabajo y que vele por nuestra comodidad ... "

    "Vale, he tenido suficiente... "

    "¿Estoy equivocado?" le interrumpí. "¿O es que ninguno de nosotros aquí es un sirviente". Lo fulminé con la mirada. "Soy Wildclown, detective. Tengo una cita con la señora Cotton." Levanté mi licencia.

    Sus cejas saltaron hasta la cima de su cabeza cuando la vio, y luego cayó en una seria línea sobre los ojos.

    "Sr. Wildclown, por supuesto. Su voz albergaba una leve inflexión de remordimiento profesional. "Por favor, entre.” Giró la puerta hacia atrás para revelar un largo pasillo con paneles de roble que se alejaban de nosotros en tres direcciones. Elmo y yo entramos.

    El mayordomo hizo un gesto hacia una extensión de sillas de cuero. “Aquí, señores. Si quisieran espera mientras anuncio su llegada ".

    "Gracias". Sonreí. Todo el mundo estaba feliz de nuevo. Noté que el mayordomo tomó un pasillo en dirección al mar. Su forma se convirtió en un estoque fundido de sombras ante el resplandor de la madera pulida.

    Miré a Elmo "Bonito lugar".

    "Como una casa de la hostia en el cielo ", balbuceó Elmo examinando con los ojos la espléndida talla en las pilares y vigas del techo.

    "Sí, mantén un apostólico ojo en los apóstoles ". Un repentino toc-toc-toc me alertó cuando una forma distante apareció en el resplandor de la sala.

    Lo más extraño que pasaba con la Sra. Cotton era el hecho de que su perfume me llegó un minuto antes que ella. Violetas. La señora Cotton había logrado de alguna manera hacer el aroma agresivo

    La segunda cosa que percibí fue que tenía una expresión de absoluta incredulidad en sus suaves facciones. Su larga cara estaba enmarcada en cabello platino y su cuerpo, para ser amable, era delgado. La Sra. Cotton con su costoso vestido reluciente parecía el ala de un pollo envuelta en seda

    "¿Esto es una especie de broma?" Se detuvo a unos tres metros de nosotros. Su voz sonó como la de un ganso de cuello largo. Hice una mueca cuando la luz del pasillo emitió su cuerpo en fuerte relieve contra la tela de su vestido. Me recordó a un perchero.

    "No, señora Cotton. Me puse en pie junto a Elmo. "Soy Wildclown, detective privado. Este es mi compañero, Elmo." La mujer se inclinó nerviosamente como si hubiera visto a la Virgen. "Como le dije antes por teléfono, estoy trabajando en un caso. Hubo un asesinato que tuvo lugar en el hotel Marruecos la misma noche en que su esposo encontró la desgracia. Puede haber una conexión ".

    Sus ojos se entrecerraron, me miró de arriba abajo. "¿Esto no es una broma?".

    "No, señora Cotton. Estoy aquí para hacerle algunas preguntas muy serias ".

    "¿Y el maquillaje? "

    Contuve a Tommy. “Parte de un disfraz. Investigar el asesinato puede ser un asunto peligroso. Le mostré mi mejor sonrisa de Amo el peligro.

    "Ya veo". Su expresión me dijo que no estaba convencida. Sus grandes ojos me dijeron el doble. "¿El mundo se ha vuelto loco entonces...?" negó con la cabeza y luego intentó sonreír graciosamente. "Entre a tomar una copa. Disculpe si le pido a su compañero que espere aquí." y se alejó por el pasillo por el que acababa de llegar.

    Consulté a Elmo "¿Te importa, Gordo?"

    "Para nada, Jefe. A mi me va bien así".

    Lo dejé sentado en el sofá con una beatífica sonrisa en su rostro mientras estudiaba las tallas sobre su cabeza.

Capítulo 24

    Luché con la gravedad. Primero me agarré las rodillas, descubrí que me también me hundía, me empujé hacia adelante de nuevo, cerré las muñecas a su alrededor. Quería un cigarrillo, no podía fumar uno en esta postura, así que solté las rodillas y volví a tumbarme en las almohadas mullidas del sofá. Traté de hacer que la maniobra pareciese natural, busqué en uno de mis bolsillos y saqué un cigarrillo. Me lo puse en la boca y miré al lejano cenicero que me provocaba desde una pesada mesita de café de mármol. Luché. Me levanté del sofá y me sentó en su brazo.

    Noté que la señora Cotton me había estado observando todo el tiempo. Sonreí, le ofrecí un cigarrillo que ella rechazó. y luego encendí el mío. Dos grandes ventanas triangulares recorrían la pared del salón que daba a la costa. Formaban las amplias alas de un ave marina trabajada en el estuco. A través de estas alas, se podía ver el mundo exterior, gris y borroso bajo la lluvia soplada por el viento.

    A mi alrededor se extendía una serie de similares sofás y divanes devora-hombres. La señora Cotton se apoyaba en un piano de cola malva. Estábamos esperando nuestras bebidas. Ninguno de nosotros había dicho nada en los últimos minutos.

    Regresó el mayordomo. Agradecí la cálida presencia del escocés. La Sra. Cotton tomó un sorbo de martini. La sala de estar estaba bien iluminada por numerosas lámparas de techo. Podía ver a la señora Cotton mejor con esta luz.

    Debía de tener unos cincuenta años antes del Cambio y al final del envejecimiento. Tenía bastante piel lisa, defectuosa por una ligera bolsa sobre los pómulos. Esto le daba a los ojos una cualidad protuberante, similar a la de un pez.

    "Supongo que ya a terminado de evaluarme ", dijo fríamente, usando la misteriosa jerga de los libros.

    “Bonito lugar tiene usted aquí. ” Me levanté y me acerqué, sacudíi el cigarrillo en el cenicero, y luego miré a mi alrededor dando vueltas. Había una foto en una mesa lateral de un hombre con un cara amable y nariz bulbosa. Era de cabello y ojos oscuros. Gafas con montura gruesa sujetaban sus gruesas lentes. "¿Es el señor Cotton?"

    Un ligero rubor inundó sus facciones. "Él odiaba esa foto".

    Reprimí la urgencia de estar de acuerdo con él. "¿Llevan aquí mucho tiempo?"

    "Alan compró la casa hace diez años, justo después de su promoción. Antes ​​pertenecía a un director de cine ".

    “¿Qué promoción? ¿Jefe del equipo de ventas?" Me paré a unos tres metros de ella; bebida en la mano izquierda, cigarrillo en la derecha.

    Pareció ofendida. "No sea ridículo".

    "Me dijeron que su marido vendía productos cosméticos para los muertos. Me acerqué al piano. Resistí el impulso de poner mi bebida sobre él.

    "Ahora sí está siendo ridículo. Se apartó de mí mostrando una espalda sin rasgos distintivos. "Él no era nada de eso".

    "¿En serio?", le dije experimentando esa sensación de opresión que tengo en el estómago momentos antes de que la vida se complique "¿Qué hizo exactamente?"

    "Bueno, él estuvo en el negocio del más allá; pero nada tan intrascendente como la cosmética. Dios, no. Alan fue el inventor de la Regenérica de la nueva vida".

    Regenérica. El término me sobaba de algo, pero no pude ubicarlo. "¿Le importaría explicárme lo de Regenérica? ”

    "Menudo detective es usted". Se acercó y posó su delgado trasero en el banco del piano. “Regenérica es un campo relativamente nuevo. Alan fue el primero en investigarlo en profundidad. Eso es lo que le dio tanta libertad ".

    "¿Libertad?"

    “Para moverse. Escribir su propio billete de viaje, como solía decir él." Hizo una pausa. "Fue bastante famoso después. Aunque se quejaba de los aspectos fugaces de la celebridad ".

    "Y esta Regenérica: ¿es una técnica de preservación? ”

    “Nada tan superficial. Alan estaba involucrado en genética ... déjeme ver, cómo lo llamaba, genética de revivificación. Creía que era posible que los muertos no estuvieran completamente muertos. Oh, sé que ahora caminan y todo eso, pero Alan estaba convencido de que había una manera de reiniciar sus procesos vitales. Decía que haría revolucionar la industria de la muerte. ¿Se lo puede imaginar?

    Me lo podía imaginar. Traté de transmitir esto con un gesto de complicidad.

    “¿Qué estaba él haciendo en Greasetown? "

    “¿Cuándo murió? Él trabajaba allí, pasaba la mayor parte del tiempo en Greasetown. Asuntos de negocios, seguro. Aunque siempre fue reservado conmigo. Obtuvo la mayoría de su financiación de Industrias Rey. A Alan le proporcionaron un laboratorio".

    "¿Hacía todo su trabajo en Greasetown? "

    "Oh, sí. Tenía una oficina aquí, pero como solía decir, el cuerpo de su trabajo estaba en Greasetown. La Autoridad ya ha revisado la información que guardaba aquí: su oficina y los archivos, quiero decir. Lo consideraron necesario, considerando la naturaleza de su ... fallecimiento. Pero, como dije, Alan pasaba la mayor parte del tiempo en su laboratorio trabajando. ” La Sra. Cotton hizo la primera cosa verdaderamente humana durante nuestro encuentro. Se inclinó hacia adelante, presionó una mano contra su garganta e hizo una mueca como si estuviera tratando de tragar una pastilla. "Intentaba volver a casa los fines de semana".

    Hice una segund pausa para odiar mi trabajo. "Sé que esto es difícil para usted pero, ¿cómo murió?"

    "¿No lo sabe?" Se terminó lo último de su martini. "Usted es detective". No iba a echar de menos a la señora Cotton. Continuó: "Un accidente en el laboratorio relacionado con una de sus mezclas experimentales y maquinaria defectuosa. La explosión fue bastante devastadora, me dijeron. Allí, allí, no quedó gran cosa". se calló y se frotó la garganta de nuevo. "De verdad, señor Wildclown. ¿Debe seguir adelante con esta línea de preguntas? "

    "No, lo siento. Lo entiendo.” Mi mente ya estaba arrojando estas cositas a la conspiración que me estaba cocinando. Luego negué con la cabeza y di la vuelta al piano para pararme delante de ella "Uh, no, lo siento, señora Cotton. Pero hay algo que debe saber. Su esposo fue asesinado ".

    La Sra. Cotton me miró fijamente

    "Fue asesinado. En el Hotel Morocco, Distrito Downings en Greasetown. Es una mala parte de la ciudad. Buen lugar para ir si quieres que te maten, pero lo que usted me ha dicho sobre su esposo me ha hecho preguntarme qué fue lo que había puesto allí. Tengo la palabra de una reportera de la Gaceta de Greasetown que ella y su fotógrafo descubrieron su cuerpo. No puedo darle ningún nombre, pero la Autoridad puso una mordaza en la historia inmediatamente".

    "Eso es imposible, señor Wildclown." Sus manos arañaron el aire.

    "Me temo que no. Sra. Cotton, ¿alguien aparte de la Autoridad ha venido aquí para hablar con usted sobre su marido? Ha dicho que el Sr. Cotton era un líder en el estudio de Regenérica. ¿No cree que alguien habriia venido a hablarte sobre él si no hubiese pasado algo inusual? Me aclaré la garganta y me incliné hacia ella. "Sus colegas, su jefe, tal vez los reporteros de los periódicos o la radio ".

    “No vino ninguno, como he dicho, su celebridad fue fugaz. A menudo se quejaba de eso. Él sabía que todos... hablarían de él; Le conocerían si su proceso funcionaba. Pero por el momento no estaba muy bien considerado por sus compañeros." bajó la vista. "Pero es temprano aún, espero escuchar al Sr. Rey, su jefe, muy pronto, o a alguno de sus colegas. Estoy segura de que todos están un poco perplejos por el shock ".

    "Han pasado casi dos meses. Eso es mucho shock ". Suspiré. “No vendrá nadie. Ni el señor Rey. Ni los periódicos. La Autoridad se ha sentado encima de la historia por alguna razón ".

    "¿Pero por qué...?" Miró hacia al piso entre mis botas. "¿Por qué iban ...?"

    "No lo sé, Sra. Cotton, pero me gustaría saberlo. Tengo la sensación de que está de alguna manera relacionado con otro caso en el que he trabajado. Quiero saber cómo." Me froté la barbilla pensativamente.

    “Pues no. Eso es ridículo." negó con la cabeza y volvió a mirarme. "Entra aquí vestido de payaso, será por falta de autendos, y comienza a contarme una increíble historia de que Alan ha sido asesinado. Nunca debí haberle dejado entrar.

    "Entiendo su escepticismo." Sonreí débilmente. "Y para ayudarla a superarlo, me gustaría que hiciera esto por mi. Si no hay nada inusual en el accidente, la Autoridad estaría encantada de ayudarla. ¿Estoy en lo cierto?" Me incliné, puse las manos sobre las rodillas y me incliné aún más cerca. "Le sugiero que los llame y solicite un recorrido por el laboratorio de su esposo. Dígales que lo ha ordenado su médico como parte del proceso de duelo. Pídale a los inspectores que la lleven al lugar donde murió Alan. Apuesto a que no la llevarán. Sé lo que intentarán hacer. Tranquilízarla. Oh, esta molesta pobre viuda. Pero le diré algo. La Autoridad no la llevará porque él no murió en su laboratorio ".

    "He sentido curiosidad. Simplemente asumí que estas cosas llevan tiempo." Se llevó a la cara manos anchas y rojas.

    “Otra cosa, pregúnteles sobre un rumor. Dígales que ha oído que Alan fue asesinado en el Hotel Marruecos. No me mencione, eso me ataría las manos o me mataría ". Me enderecé, pero no retrocedi. “Sé cómo funciona la Autoridad. Son un gran y poderoso cuerpo. Entonces, ¿por qué iban a ocultar la verdad? Bueno, solo se escondería algo que les hiciera daño ".

    "¿Por qué ha venido aquí?" Las lágrimas brillaron en sus ojos.

    "Me gusta el verdad. Y, para ser honesto, necesito trabajo. Si, después de hablar con la Autoridad, usted confía en que su esposo murió de un accidente en su laboratorio, está bien. desapareceré de su vista. Pero si la conversación plantea la menor duda, le sugiero que me contrate para descubiri la verdad. No soy caro y estoy en bancarrota. Lancé una tímida sonrisa. "Lo siento; No puedo soportar prolongados períodos de seriedad ".

    Mi broma pasó desapercibida. La frente de la señora Cotton se había convertido en el campo de surcos de un granjero. Se frotó los dientes ligeramente con un nudillo.

    "Haré un llamada." Me miró. “Debe de haber sido el shock. Debería haber descubierto algo más sobre esto de todos modos. Supongo que fue tan inesperado. Tal vez he estado negándolo. Se pagó el dinero del seguro, y siempre investigan ... ¡Yo estaba en estado de shock! "

    "Es comprensible. Me acerqué y me apoyé en el piano.

    "Es curioso", dijo la Sra. Cotton, perdida en sus pensamientos. “Recuerdo el día en que se fue a Greasetown. Generalmente se quedaba fuera durante una semana. Recuerdo que el último día le pregunté en qué estaba trabajando. Me dijo: Sabes que no me gusta hablar de mis bebés. Especialmente este. Siempre llamaba a sus proyectos bebés. Y yo siempre pensé que era una tontería, de verdad. Pero ese día, había algo en su expresión..." quedó en silencio. "Bueno, tengo la intención de hacer esa llamada, Sr. Wildclown ".

    "Recuerde. No me mencione ... todavía." Ella asintió.

    Continué: “Mientras espero, ¿podría ver su oficina? Sé que la Autoridad es exhaustiva, pero siempre existe la posibilidad ... "

    Ella me miró. "Se llevaron sus archivos, pero no veo por qué no podría ver su oficina ".

    "¡Edward!" gritó hacia el pasillo. Una familiar forma de avispa se movió hacia nosotros.

    "Sí, señora". El mayordomo se inclinó rígidamente.

    “Lleva al Sr. Wildclown a la oficina de Alan. Deje que eche un vistazo. No sé por qué ... " Ella buscó mis ojos, "pero confío en él y realmente no tengo ninguna razón para hacerlo". Se rió.

    "Gracias, Sra. Cotton. Me sentí un poco culpable. La sensibilidad era algo que suprimía la vida en Greasetown

    "¿Por qué está seguro de que fue asesinado y de que la Autoridad está involucrada de alguna manera? ” Me miró formalmente.

    "Ciertas acciones, hechos y comportamientos. Para ser sincero, no tengo mucho más que rumores. No hay evidencia. Sólo un presentimiento. Algo inexplicable, como el hecho de que confíe en mí ".

    Me sonrió con humor real “Gracias, señor Wildclown. Sus esfuerzos serán apreciados ".

    Asentí y seguí a Edward por el pasillo. Estaba en marcha un gran encubrimiento, eso lo tenía muy claro. Pero, ¿hasta donde tenía que presionar? Era muy fácil desaparecer en mi barrio. Había oído hablar de otros detectives que cavaron demasiado profundo y picaron en la lava. Y aquí estaba investigando la muerte del hombre cuyos asesinos casi habían licuado su cuerpo. Greasetown no me echaría de menos más de lo que yo echaría de menos Greasetown.

    No quería ser una historia en la sección de asesinatos y muertes: ni unos restos destrozados y encontrados por alguien...

Capítulo 25

    

    El registro de la oficina de Alan Cotton no había destapado nada. Edward había sido una molestia durante la inspección, tarareando distraídamente mientras revisaba la parte superior de las superficies de muebles en busca de polvo.

    La oficina en sí era grande, espacio suficiente para un sofá largo y un sillón alrededor de una baja mesita de café. En una pared junto a la ventana del mirador, el prerrequisito de escritorio, silla y archivadores. Era una de esas oficinas agradables y suaves, todo fucsia y pastel. Me provocaba un impulso de apagar un cigarrillo en la alfombra.

    La Autoridad había sido minuciosa, eso estaba claro. Traté de encender el ordenador, pero parpadeó y sonó, como si estuviera en cortocircuito, antes murir en silencio. Edward me aseguró que el Sr. Cotton no usaba ni confiaba en las computadoras, pero que tenía aquella con la esperanza de que los científicos pudierab encontrar la manera de repararlas algún día. Indagué, pero no quedaba nada en forma de registros, excepto un bloc de notas.

    Probé el viejo truco de detective del sombreado de lápiz sobre el papel para revelar cualquier impresión de notas anteriores, pero incluso eso estaba en blanco.

    Dejé la oficina, me reuni con Elmo en el vestíbulo y allí fue recibido por la señora Cotton. Sus protuberantes ojos eran rojos. Se los secó intermitentemente con un pañuelo de seda.

    "Tenía razón, Sr. Wildclown. Me resultó complicado encontrar a alguien que me hablara de ello. Al final me enviaron a un tal inspector Borden. Me dijo que me calmara. Cuando le presioné me dijo que el laboratorio había sufrido graves daños y que no tenía sentido verlo. Dijo que podía verlo si tenía que hacerlo, pero pensó que podría ser peligroso, considerando algunos de los químicos que Alan usaba en su experimentos. Le parecía que era un riesgo innecesario ".

    Se frotó la garganta.

    "Cuando pregunté si sabía de un rumor sobre el asesinato de Alan en el hotel Marruecos, se interesó mucho. Quería saber dónde lo había escuchado; de hecho, fue muy insistente en el tema. Le dije que un criado había escuchado algo en un viaje a Greasetown. Quería saber quién era el sirviente. Le dije que no podía estar segura porque ya estaba bastante angustiada cuando me lo dijeron, y tengo muchos sirvientes. Le dije que intentaría recordarlo ".

    Logró mostrar una sonrisa irónica

    “Este inspector Borden me dijo era obligatorio que surgieran rumores sobre cualquier muerte. Me dijo que tenía que ver con la morbosa curiosidad de la gente. Luego me aseguró que Alan había muerto en un accidente y me ofreció un psicólogo de la Autoridad. Dijo que podría ayudarme hablar de ello. Yo le dije que tenía mi propio psicólogo y que podía cuidar de mí misma. Me dijo que si tenía que ver el laboratorio, tendría que darle algún aviso".

    La expresión de la Sra. Cotton cambió del blanco del narrador a un aspecto rígido de determinación. "Me gustaría contratarlo, Sr. Wildclown. No he llegado tan lejos en la vida sin aprender a reconocer una oportunidad cuando me la dan. No me preocupar el gasto".

Capítulo 26

    Eran las ocho y cuarto cuando llegamos a la autopista norte. Las señales de tráfico surgían en nuestros faros como fantasmas amarillos. Tenía empleo de nuevo, el mismo trato que le di a Billings

    Ahora estaba más intrigado de lo que quería. El señor Adrian había desaparecido. Jan Van Reydner había desaparecido. El abogado Conrad Billings estaba muerto. Alan Cotton estaba muerto. No era un vendedor de "cosméticos para los muertos". Era un científico trabajando en Regenérica.

    ¿Por qué aparecería muerto en Marruecos cuando podía permitirse un hotel mejor? ¿Por qué intentaba la Autoridad encubrir la verdadera historia del Sr. Cotton? Sabía cómo podía hacerlo. La autoridad solo tenía que amenazar a las personas adecuadas, pero ¿por qué?

    A menos que Cotton fuese más importante en todo esto que simplemente otro asesinato. ¿Qué estaba haciendo en el hotel Marruecos? ¿Se tropezó con Adrian y Van Reydner mientras se encargaban de Billings? ¿Quién lo convirtió en papilla sangrienta? Obviamente, fue un trabajo un poco organizado.

    El tipo de trabajo que se hizo en su cuerpo me llevaba a creer que el crimen organizado estaba involucrado pero, ¿por qué lo encubría la Autoridad? Les gustara o no, la Autoridad seguía representando a la ley, incluso si era una ley algo rabiosa. En ese momento me vino un nombre: el Sr. Rey de Industrias Rey: Exsenador William Rey, El Rey de los Muertos,como lo llamaban los medios.

    El Rey había hecho miles de millones con sus tratamientos de conservación para los difuntos. ¿Realmente contempló la idea de venderles la vida con Regenérica? Demasiadas preguntas y respuestas insuficientes. Miré a Elmo. Su rostro era extraño e inhumano en el resplandor del tablero del coche.

    "Elmo, esta es un pregunta estúpida, pero si hubiera una forma de que volvieras a estar vivo, ¿lo harías? ¿La probarías? Incluso si hubiera riesgos ".

    Elmo me miró, incrédulo "Haría cualquier cosa para estar vivo de nuevo".

    "Eso pensaba yo". Encendí un cigarrillo. Estaba seguro de que esta sería la actitud de todos los muertos. Si era así, ¿qué pasaría si la Regenérica funcionaba?

    Cualquier muerto con la menor cantidad de fuerza haría todo lo posible para obtener un nueva vida.

    Pero no podía olvidar a Adrian. La Regenérica lo destruiría. Luego él querría a Cotton muerto. Pero, ¿había desparecido Adrian? ¿Le pisó el pie a otra persona? El tipo obviamente me quería fuera de la foto. Por eso hizo que sus matones intentaran acabar conmigo. ¿Pero qué fue de él mientras yo estaba en el vertedero bailando el vals con los mellizos?

    "Para en la próxima estación de servicio, Elmo, ” le dije. En unos treinta minutos encontramos una. Dejé caer un centavo en el teléfono público. Un poco de esgrima verbal con el mayordomo después ...

    "Hola, señora Cotton. Soy Wildclown, no quiero molestarla de nuevo, pero ¿podría responderme a una pregunta? ”

    Escuché una afirmación amortiguada.

    “¿Cuál era el nombre del Inspector de la Autoridad que reclamó los archivos de Alan? "

    “Oh, déjeme ver. Sí, un hombrecillo hosco. El Sr. Crane, no... Cane. Inspector Cane ".

    Se lo agradecí, colgué y volví al coche. "Cane", dije distraídamente. "Cane".

    "¿Qué pasa, Jefe? Elmo me miró mientras salíamos a la carretera.

    “Nada, Gordo. Vamos a casa. Podría pasar durmiendo una semana ".

    Las líneas quebradas en la línea central de la carretera pasaban de largo como imágenes en un sueño.

Capítulo 27

    

    La vida no es más que un sueño, y como en cada sueño, las imágenes parpadean rápidamente. Las fotos cambian, se disuelven y entrelazan de forma extraña. Nada es lo que parece. Los relojes marcan segundos más rápido o más lento, parece haber temas recurrentes en el nudo apretado, el enemigo se acerca, dispara, te mueres.

    Tenía la mismo sensación sobre este caso. Dejando el Extraño Nuevo Mundo aparte, las cosas se estaban deslizando lentamente hacia la locura de una pesadilla, a lo lejos escuchaba el clic del talón, el paso impaciente de la perdición.

    Después de regresar a mi oficina me senté en silencio, mi mente examinó estas abstracciones por un tiempo. Eran sobre las diez y media, y un mal momento para hacer una investigación oficial de detective.

    Quería echar un vistazo al laboratorio de Cotton, pero no tenía idea de dónde estaba. El tiempo me decía que la mayoría de los reputados científicos dormían con facilidad con visiones de bombas atómicas estallando en sus cabezas, o sumidos en sus pensamientos en sus propios laboratorios secretos.

    Había oído que la gente tenía miedo a la oscuridad antes del Cambio: vivir en un mundo con muertos andantes mientras la capa de nubes perpetuas se suspendía por encima había intensificado la paranoia hasta proporciones peligrosas. El Cambio había llevado al límite a la mayoría.

    Podrías ver locura en los rostros por la calle: las personas se adaptaron lo mejor que pudieron, pero nada los había preparado para lo que el mundo se había convertido. Las pistas estaban allí en las grietas en el espíritu humano, evidentes en la ropa deshilachada en los bordes, las manchas de lápiz de labios o en las lágrimas del conductor del autobús.

    Pronto la gente ya no abríia las puertas después del anochecer. Y la idea de mí apareciendo sin previo aviso, vestido como iba, hizo que la idea fuese tan ridícula como peligrosa. En ese instante un nombre vino a mi mente. Cogí el teléfono y rebusqué en el escritorio en busca de mi libreta de direcciones

    Hice una llamada.

    "Hola, Pogo", dije con falso encanto. "Oh, bueno, soy Wildclown, detective privado. Me gustaría hablar con Pogo. ¿No está ahí? Que me llame, es importante y puede beneficiarnos a los dos." Dejé mi número y colgué.

    Pogo conocía a casi todo el mundo en Greasetown. Pogo hacía más que de chulo. El hecho de que aumentase sus ganancias traficando drogas como Grasafácil y sincrak me decía que tenía conocimiento de ciertos químicos, por decir algo.

    Recordé que Pogo me había dicho una vez que tenía personas trabajando para él que intentaban desarrollar un nuevo "entretenimiento químico", como él lo llamaba.

    Si no puedes hablar con un científico de renombre, intente con uno de mala reputación.

    Elmo entró con tres tazones de café de espuma de poliestireno en una bandeja de cartón. Tomé uno de ellos y vertí tres dedos humeantes en un vaso sucio que llevaba meses dentro del archivador junto al escritorio. Añadí al café tres dedos de Canadian Club para enfriarlo, probarlo y luego sonreír tras un cigarrillo

    “Excelente trabajo, Elmo." Sonreí ante el reconfortante pinchazo del whisky y golpeé la superficie de la mesa al posar mis botas, listo para pensar. Me aparté del escritorio hasta que la silla se inclinó lo suficiente como para darme una sensación de precipitante ingravidez. Elmo se sentó frente a mí con un cigarrillo y café propios.

    Podía llegar a ser muy silencioso en tales momentos. Esa era una de las mejores virtudes de un compañero como Elmo: podía sentarse en silencio durante horas. No sentía la necesidad de atestar el aire con conversación agradable para pasar el tiempo. Me dejaba pensar. A menudo fijaba mi mirada en Elmo y dejaba que me devolviera la mirada. No parecía importarle.

    Pasó media hora. Sonó teléfono.

    "Investigaciones Wildclown." Casi había volcado la silla al responder.

    "Wildclown, so simio loco. Soy yo, Pogo ". La voz estaba cargada de adrenalina.

    "Pogo, amigo mío. ¿Cómo estás esta noche?" Pude ver que estaba un poco paranoico .

    "Ah ..." a Pogo se le quebró la voz. "Mal, realmente mal. Casi atrapé a uno de esos bastardos que me cortaron. ¡Salió en una moto antes de que pudiera clavarle un cuchillo! "

    "Eso es malo". La Hermandad de la Orden Blanca se había convertido en la ballena blanca de Pogo y con buena razón también. El tipo se había tomado su desfiguración con calma, pero había prometido venganza. "Aunque has sacado tres de ellos ".

    "Sí". Pogo pareció recuperar el aliento. "Pero estuvo cerca". Un ataque de tos lo golpeó antes de continuar: "Bueno, ¿qué quieres?"

    "Pogo, nos conocemos desde hace un tiempo, ¿estoy en lo cierto? "

    "Sí, sí, se puede decir que un tiempo, un año más o menos." La voz seguía tensa. "Podrías llamarlo así ".

    "Pogo, necesito una información sobre ciencia, científicos y laboratorios. No el desarrollo, adquisición o tráfico de sustancias ilegales, sino sobre ciencia: genética, microbiología, ese tipo de cosas. Creo que tienes personas a tu cargo que podrían responder algunas preguntas. O en su defecto, indicarme alguna dirección ".

    Pogo conocía lo que yo pensaba sobre las drogas. La caja de Pandora estaba abierta. Yo estaría allí para contar a los sobrevivientes, si es que el whisky no me atrapaba primero.

    "Esto no será tratará de una jodida redada de la Autoridad, ¿no? Era una pregunta retórica. Pogo sabía que yo no tenía lealtad con ninguna Autoridad. "¿Qué me llevo yo, Wildclown?"

    "Podrías contribuir con la mejora de la humanidad. De lo contrario, podrías ayudarme a poner los tornillos a algunos desagradables locales ". Desagradables locales era un término que yo utilizaba específicamente para dejar a Pogo fuera. Él siempre hablaba de los competidores locales cuando estaba bolinga y paranoico con los efectos de sus propios productos.

    “¡Desagradables locales! Oh, joder, claro Wildclown." Se quedó en silencio un momento, pero de fondo podía escuchar las persistentes risitas que sonaban como intentos de poner un coche en marcha.

    "¿Puedo hablar con alguien esta noche? ¿Qué son, las once, un poco más tarde?

    "Oh, claro, estamos abierto las veinticuatro horas..." De nuevo la risa. "Pero tengo que serenarme primero.” Se oyó mucha tos y sonidos de regurgitación parcial. “Sí, payaso salvaje. Voy a enviarte un chófer. Te llevará a mis científicos... " Más risas y tos.

    "Te agradezco el... "

    "No te preocupes por eso, Wildclown. Has sido buena mierda para mí, ¡aunque seas un loco hijo de puta! Además, si puedes acabar con un local desagradable. Oye, joder, te ayudaré a ponerle las botas encima. Pero no presiones a mi científico ni nada. Te ayudará, nada de mierda. Voy a preguntar por ahí... microbiología, geté...genética, intentaré averiguar a quién enviarte." Pogo se rió espasmódicamente. "Hey, no estás pensando en clonarte a ti mismo? No podría soportar eso ".

    Me aseguré de reír con condescendencia esa vez.

    Por fin, rió entre dientes y dijo: "Dame algo de tiempo".

    Se lo agradecí y colgué.

    Miré a Elmo. "Creo que la pelota está rodando de nuevo".

Capítulo 28

    

    El chófer era un muerto flaco como un látigo. Llevaba un traje ajustado tapado por una gabardina larga y holgada del mismo color púrpura oscuro. Un sombrero de ala ancha le cubría los ojos. Por la forma desequilibrada en que caminaba, me di cuenta de que llevaba un cañón en la axila izquierda. Tenía una tez oscura española que, a pesar de su estado muerto, todavía agregaba una sensual carnalidad al conjunto de sus ojos líquidos y su boca de labios gruesos.

    Se presentó como Moreau. Moreau era un chófer. Un chófer era alguien que llevaba dinero o drogas. Moreau parecía capaz de cuidarse solo.

    "Vamos, Nota". Usó el apodo. “Tenemos prisa para reunirnos con nuestro colega. Es muy tarde para necesitar un científico, ¿no? ¿Tienes que hacer un aborto o algo así? ¡Ja! ¡Ja!" Sonrió carnívoramente antes de mirar el reloj. Sabía que si este era preciso, la mano grande estaría apuntando a las doce y la pequeña a la una.

    "Se me ha estropeado el vibrador personal", me quejé con soltura. Sabía que los chóferes no confiaban en nadie. Era su trabajo. Supongo que un detective todavía representaba la ley para ellos. Tendría que conocerme.

    "Ja, ja", se rió. "Vibrador personal... no me estarás dando una puñalada, ¿verdad, Nota?" Se acercó a mí, una amenazante sombra angular. Sus dedos largos y delgados se movían como alicates.

    “Sólo es por romper hielo, Sr. Moreau. Mantiene mi ánimo despierto, es muy tarde. Le mostré las palmas de las manos y me encogí de hombros.

    “¡Ah, ja, ja! ¡Toma café, Nota! Es más seguro ... " Hizo un gesto hacia Elmo. "¿El negro viene?"

    Miré a Elmo. Había olvidado que era negro. "Mi compañero viene".

    Elmo no parecía perturbado por el epíteto racial. Estaba acostumbrado a los prejuicios basados ​​en el hecho de que estaba muerto. La raza casi había pasado a un segundo plano. Quizá Moreau sentía nostalgia.

    Hice un gesto. Elmo me siguió.

    El chófer nos condujo escaleras abajo y afuera. "¿Dónde está tu coche?" El Chrysler se posaba cansinamente contra la acera como si se estuviera muriendo. Le hice un gesto.

    Moreau contuvo una risita mientras abría la puerta del pasajero acribillada de balas. "Esto no es un puto coche. ¡Es un accidente de tráfico! ” Insistió en sentarse en el asiento trasero.

    Me senté de pasajero delante, pero me senté de lado con la mano cerca del arma. Conducía Elmo.

    "Frente al mar", siseó Moreau. "Un barco. La Clementina. Muelle 74. ”

    Elmo asintió distraídamente, aceleró el motor y el coche avanzó.

    "Bueno, ¿cómo van los negocios?" Observé al muerto en la sombra. Quería vigilarlo. "¿Bien?"

    "¡Oye, no hablo de jodidos negocios!", gritó Moreau. Habló con ambas manos y pude ver la gruesa culata de un revólver calibre .45 haciendo eco de sus movimientos a través de su abrigo. “Nada de jodidos negocios. ¡Le dije a Pogo que no hablo de negocios! "

    "No hay problema". Me encogí de hombros. “Me canso de hablar sobre el clima. Ya sabes, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia ... "

    Nos contentamos con mirarnos el resto del viaje. Moreau me miraba mal. Yo le miraba mal.

    Noté que ambos éramos un par de desagradables locales.

Capítulo 29

    Acelerar imprudentemente por un muelle después de medianoche con dos muertos podría poner nervioso al detective medio. No era lo más cómodo que había hecho, pero había experimentado cosas más raras.

    Desde el Cambio no podía entrar en una tienda de conveniencia sin que ocurriera algo increíble. Se podía ver en los rostros de las personas. La vacilación y el miedo acechaban detrás de cada par de ojos. Todos estaban un poco perturbados, un poco al límite, esperando lo que cambiaría a continuación.

    Sin embargo, había momentos realmente inquietantes, y este era uno de ellos. Hay destellos intuitivos que uno obtiene cuando está en compañía de muertos. Yo sospechaba que existía una cierta hermandad oscura... pequeños impulsos de adrenalina como advertencia, nanosegundos de paranoia que pasaban cuando un comentario o acción se confundía con la envidia.

    Tuve que recordar que estaba con Elmo. Era mi compañero.

    Las panzas preñadas de los cargueros se inclinaban hacia nosotros. El muelle y las inminentes formas de cascos oxidados se creaban instantáneamente de la niebla a tres metros delante de nosotros, solo para regresar al caos gris en el momento en que pasábamos. Los tablones desiguales del muelle hacían botar al coche de modo inquietante .

    "Tranquilízate un poco, Elmo". Di una palmada al salpicadero. "Tranquilízate".

    La conducción de Elmo logró agitar el comportamiento duro de Moreau.

    "Este jodido compañero tuyo está loco. ¡No necesitamos ir tan rápido, pero él va rápido! ¡Ah, joder!" Se inclinó hacia delante y señaló. "Ahí delante". Moreau pronunció la palabra. "Clementina", repitió, "Clementina".

    Elmo debió de haber visto un centavo, porque se paró de golpe encima de él.

    "Tranquilízate la próxima vez", le regañé. Si usara dentadura postiza, habría tenido que despegarla del salpicadero. Pero Elmo estaba preparado para algo. Quizá acelerar por el muelle despuees de la medianoche con un muerto y un payaso que portaba armas de fuego podía poner a tu gunsel un poco nervioso. Sus manos agarraban el volante como si el resto de su cuerpo estuviera colgando de un acantilado.

    A nuestra derecha había un viejo y bien parcheado carguero llamado Clementine. Grandes rectángulos de acero estaban soldados sobre sus muchos ojos de buey. Desde el incómodo ángulo de su chimenea y su superestructura, noté que la castigada quilla del Clementine descansaba sobre la basura y chatarra que formaba el fondo del puerto de Greasetown.

    Sus líneas de unión estaban flojas. El muelle contra el que se apoyaba había cambiado con el peso. Su tablaje zigzagueó peligrosamente lejos del barco.

    Salí del coche con cuidado tocando mi arma. Moreau me siguió. Miré la superestructura del carguero y apenas distinguí un tenue resplandor naranja.

    "Así que esto ..." Me interrumpió.

    “Es el Clementina. Jesús, Nota, no creo haga falta un tío inteligente para descubrir eso ", se rió entre dientes. "No me extrañar que necesites ayuda para investigar..."

    "Correcto". No tenía sentido enojarme con Moreau. No tenía miedo de él, simplemente no tenía sentido tenerlo de alguien que sin duda era duro. Hubiese sido una muestra de absurda violencia, además de escandalosa.

    En vez de eso, decidí frustrarle con cordialidades.

    "Cierto, tiene razón, Sr. Moreau. Y gracias por ayudarme a mí y a mi compañero a encontrar el Clementina ".

    "Hey ". Noté una falta demoniaca de luz en los ojos de pesados párpados ​​de Moreau. "¿No me estás pegando una puñalada, Nota?"

    "Por supuesto que no, señor Moreau. Simplemente rompo el hielo, ya sabe. "

    " Oh, jua, jua ", rió Moreau de modo poco natural. "Sólo quería asegurarme. Nunca estoy seguro ".

    Sonreí y me di la vuelta respirando un " No bromeaba... " y luego murmuré a Elmo. "Bueno, Elmo, aquí tenemos el Clementina. Me pregunto si hay alguien en casa ".

    "Subid", dijo Moreau claramente mientras encendía un fino cigarro negro. "Está esperando".

    No pregunté quién estaba esperando porque sabía que recibiría un "¡Pues un científico, por supuesto, Nota! ¡Jua, jua! ”Pude sentir la ira de Tommy justo debajo de la superficie de mi mente. No le gustaban los insultos. Solté la ira reprimida arañando las suelas de mis botas con las uñas de mis pies.

    "Gracias". Asentí de nuevo y encendí un cigarrillo.

    Moreau retrocedió en la niebla.

    Elmo me siguió por el muelle hasta una pasarela de hierro oxidado: el peso de el Clementina la conducía lentamente por el muelle. Vi una gran silueta en la parte superior. Llevaba el agudo ángulo de una ametralladora.

    “¿Eres payaso salvaje?” Las palabras salieron como un gruñido.

    "Sí". Traté de poner cara seria.

    "Vamos arriba ..." La ametralladora se sacudió arriba y abajo para animarnos. Tommy apareció como una ocurrencia tardía para mí. Mis ojos estaban fijos en el cañón de aquella arma.

    Le murmuré a Elmo. "Recordemos el Plan A".

    El Plan A era simple y lo reservábamos para los problemas en lugares cerrados. Funcionaba así: si alguien se nos echaba encima y no paraba de dispararnos, quien no tuviera un arma apuntando hacia él gemía como un alce enamorado.

    Lo habíamos usado una vez y había funcionado cuando nos emboscó un hombre cabreado que habíamos fotografiado con la esposa de otro hombre. Nos había pillado en un bar con un par de sus amigos.

    En ese caso, Elmo gimió y pude lanzar un abrasador gancho de derecha que derribó al protagonista. Sus amigos simplemente se lo llevaron, sin impresionarse por ninguna de nuestras acciones.

    A partir de ahí, el Plan A se convirtió en parte de nuestro repertorio.

    Llegué a la parte superior de la pasarela. Una linterna brilló de pronto en mi cara.

    "Mierda". Escuché. "¡Vistes como un payaso!"

    "Mi traje de detective está en la tintorería", gruñí. "Estamos aquí para ver a alguien".

    La linterna se apartó de mi cara.

    La voz gruñó: "Sígueme".

    Hice lo que pude por seguirlo. Era difícil con todos aquelllos pequeños puntos verdes en el camino, y con la cubierta del barco elevándose en una pendiente desigual y empinada. Escuché a Elmo chocar la espinilla contra algo y maldecir.

    Nos condujeron por un camino cubierto de sombras hasta el puente del viejo carguero. Dentro había todo el equipo que esperarías encontrar allí.

    Un gran timón de madera y un panel de instrumentos comandaban una buena porción de dos paredes. Había un armario para cartas náuticas y una amplia mesa de latón y roble para desplegarlas. El techo era bajo, iluminado por una bombilla de cuarenta vatios. El olor a pescado y aceite era fuerte.

    Había algunos cambios. Un sofá de cuero se extendía a lo largo de una pared frente a mí. Frente a este había una maltratada mesa de café con revistas, ceniceros desbordados y un par de botellas de whisky vacías. Había tres sillas de fibra de vidrio dispuestas alrededor de ella. Todo ello daba hacia el muelle.

    Frente a la ventana había un hombre con un largo abrigo negro que llevaba un sombrero de ala ancha. Se quedó en la sombra, mirando lejos de nosotros. La ventana grasienta y salpicada de moscas ofrecía una fea vista de la niebla. El humo salía de su cigarrillo. Escuché un chirrido gracioso, como las últimas gotas espesas de una botella de cerveza.

    "El asunto más importante ..." llegó una voz que era suave como la niebla. “Es por qué querías hablar conmigo. No me fío del juicio de Pogo. Toma demasiadas de mis drogas.

    Hice un gesto a Elmo para que se sentara en una de las sillas de fibra de vidrio. Él obedeció rápidamente.

    "Solo quería hacer algunas preguntas ..."

    "¡No lo hagas, Wildclown, si ese es tu nombre! No se trata de drogas, ni de los parámetros infinitesimales que poseen, la magnificencia cristalina de los químicos. Cuanto más sepa, más cerca estará de la muerte... por mi mano, por las drogas, por la Autoridad. Su conocimiento, el de las drogas, te da conocimiento del Inframundo. El conocimiento del Inframundo te da el poder sobre la Anarquía ".

    " No estoy interesado en drogas. Al menos no más que la severa dependencia al alcohol que atesoro". Avancé un poco más al interior. Todavía no podía ver sus rasgos.

    “Puede que ahora no, pero podrías estarlo, si empezaras a conocer la complejidad, las cualidades ocultas. Son los componentes básicos de la vida...y la muerte. No importa lo fuerte que seas. Te volverías adicto. Si no es por sus efectos, por su naturaleza eterna. Tal conocimiento podría hacerte un Dios del Inframundo o un gusano en el vientre de un cadáver ", se rió entre dientes y luego se apartó de mí cuando me acerqué.

    "¡No te acerques!", siseó. De nuevo el extraño sonido de goteo. “Usa una silla. Siéntate en el sofá. No te acerques. "

    Hice lo que me dijo dejándome caer en la silla al lado de Elmo.

    El hombre de negro llamó al guardia, que ahora noté que se había quedado en la puerta.

    “¡Lonny! Consígueles un trago. Whisky es todo lo que tengo para ustedes, caballeros. No te insultaré ofreciendo productos farmacéuticos menos potentes. Se rió en voz baja. Me concentré en su discurso. Había una cualidad en el susurro que sonó forzado. Entregaba las palabras con articulación sobrenatural. Su dicción me recordó a un mal actor de teatro.

    “No, Wildclown, no podrías resistirte. Hay demasiadas cosas interesantes que saber, y eres un detective. Una pista lleva a la siguiente, y a la siguiente y a la siguiente, aunque las pistas pueden llevarte a tu propia muerte. No tienes control de ello después de un tiempo. Somos iguales en eso, Wildclown. Exploradores motivados y obsesivos." De nuevo, escuché una risita baja. Encongió los hombros .

    "Me tienes en desventaja", comencé. "Me gustaría saber con quién estoy hablando, pero si prefieres no ..."

    "¿Por qué no?" La voz era amarga, petulante. . "¿Por qué no? Oh, oh, ¿y si tuviera una vida respetable? ¿Es eso lo que quieres decir, lo que deduces? ¿Que hay un conjunto respetable de circunstancias en las que mantendría en secreto mis actividades nefastas? Sus hombros se tensaron junto a las palabras. “¡Esa es la inferencia que haces!”

    Lonny regresó con una botella de Five Star y un par de vasos grises. Los colocó sobre la mesa y se fue.

    El hombre de negro continuó: “Tómen un trago, caballeros. Perdona mi arrebato, pero ya ves, ya no tengo una posición o vida respetable, por razones que soy reacio a divulgar, incluso ahora, y sin embargo, es siempre lo mismo. Ahora no tengo otra opción; pero no elegí esta vida ... muerte ". Serví dos copas, las hice buenas y levanté la mía.

    Se giró cuando la acerqué a mi boca e inmediatamente sentí que mi estómago se convertía en piedra.

    El orador entró en la penumbra emitida por la única y tenue bombilla del techo.

    Su sombrero arrojó una sombra oscura sobre su rostro, así que lo que vi fue principalmente en luz difusa y reflejada.

    Una calavera sonrió por debajo del sombrero. Pude ver el hueso brillar como la cera. Se movió la mandíbula y vi que, donde deberían estar sus mejillas, quedaban los delgados restos de músculo coriáceo. La baba hizo que sus prominentes dientes brillaran como perlas. Movió la cabeza levantando la barbilla y sacó la saliva por la garganta con movimientos espásticos.

    La parte más horrible de la espeluznante cara eran los ojos, muy humanos pero sin párpados, que miraban desde las huesudas órbitas. Un tubo de plástico transparente surgía de su abrigo y le cubría la frente. Este alimentaba dos finas boquillas de latón atornilladas a la cresta de hueso que iba de sien a sien. Un leve gesto y dos chorros de agua rociaron sus ojos.

    El exceso de líquido goteó sobre el hueso brillante.

    "Hago drogas, Sr. Wildclown", admitió acercándose, ahora podía escuchar la inflexión ensayada. Habría sido un gran ventrílocuo. "Fabrico algunos de los alucinógenos interactivos más intrincados y complejos jamás inventados. He creado drogas que considero demasiado poderosas para que Pogo las venda. He creado alucinógenos que funcionan en los cromosomas y se unen con material genético: sus efectos son permanentes. Pero en el mejor de los casos, solo puedo crear un estado alterado que inevitable e inexorablemente me lleva de vuelta a esta realidad. ¿Puede entender por qué no los tomo, señor Wildclown?" Se sentó frente a mí. Mi mente balbuceó ante su cara huesuda. “Mi respetable trabajo se perdió cuando sufrí el accidente. No es porque estés muerto, pero tenemos que dejarte que te vayas, me dijeron. Es porque no tienes cara. Me obligaron a renunciar a una vida respetable en nombre de la estética ".

    " Puedo entender que te haya hecho un amargado ". Estaba extrañamente enojado por la autocompasión

    "¡AMARGADO!" gritó, saltó y se alejó de nosotros antes de arrancarse el sombrero. "Esto es, eso es ..." Sus pómulos amarillos brillaban con lubricante ocular. Las manos enguantadas le aplastaron el sombrero en la cara.

    Hubo un agonizante momento cuando su pecho se agitó y se tensó entre gemidos torturados.

    Me tensé, esperando no haber ido demasiado lejos.

    El terror y el odio a sí mismo en el sonido de pronto se tornaron una risa cínica y burlona. Pronto la risa apagada, la sátira despreciable, lo absorbió hasta que se dobló hacia adelante.

    Sin embargo, no había humor real en su tono, solo amargura. El miedo y la locura teñían cada sonido.

    Lentamente, los sollozos de risa se fueron apagando.

    Se volvió a poner el sombrero y, riendo horriblemente, encendió un cigarrillo. Un mechón de baba colgaba de su barbilla. "Supongo que eso me enseñará a ser dramático". Negó con la cabeza. “Sí, me ha amargado, señor Wildclown. Me ha hecho agregar de vez en cuando cianuro al sincrak que vendemos. Soy un hombre en busca y captura. Me llaman Caracráneo. Simple y brutal ".

    " Bueno, lo que haga es asunto suyo ". Generé una notable dosis de responsabilidad por la mención de los asesinatos. Había leído sobre ellos; pero todo el mundo corría riesgos estos días; y por el momento, yo estaba investigando otro asesinato.

    “Solo quiero hacerle una pregunta sobre otro científico. Estaba trabajando en el campo de la Regenérica. ”

    Caracráneo se inclinó hacia mí. Su boca se abrió, el carámbano de baba cayó de su mandíbula, pegó en el dorso de mi mano. Sus ojos se centraron en mí. Las boquillas de latón bombearon. Sentí una fina niebla en mis mejillas.

    “Regenérica, ah, ese rimbombante sinsentido. Regenérica. No me digas que das crédito a eso." Dio un paso atrás, cruzó los brazos sobre el pecho y se acarició la barbilla con la mano izquierda. Caracráneo apretó distraídamente la saliva entre sus dedos.

    "A mí no me importa en un sentido u otro. Estoy más interesado en las acciones de las personas que le dan crédito. La creencia es nueve décimas de realidad ".

    " Por supuesto, por supuesto. Regenérica ... he oído hablar de eso. Cualquier científico muerto le echaría un vistazo, ¿no? La vida para los muertos. Tejido muerto transmutado en tejido vivo. Alquimia biológica. Regenérica ... ¿No es eso lo que escuché?

    "¡Sí, en algún lugar, pero dónde, dónde! La Regenérica era una teoría muy poco estimada. Sobre todo porque el científico y su mayor defensor no tenía reputación. Oh, créeme, cualquier cosa que tenga que ver con los muertos o el tratamiento de los tejidos muertos recibe atención inmediata. El problema con la teoría de ese tío ... ¿cómo se llamaba?, Cotton, era que dependía demasiado de otra pregunta sin respuesta ".

    " ¿Cuál? ". Pregunté para dar valor a mi existencia.

    “Necesita tejido fetal viable para comenzar su proceso. Y como todos sabemos, ya no existe tejido fetal viable. Ya no sucede la concepción. Esa es la verdadera pregunta del día. ¿Por qué no hay más descendientes? "

    " ¿Qué pasa con los embriones conservados antes del Cambio? Congelados o como se diga, ¿no funcionan? Di una calada.

    “Excelente idea, Wildclown, pero unos cincuenta años demasiado tarde. Los embriones que se descongelaron después del cambio no crecieron. Viven, como los vivos, en estasis. No se desarrollan. No envejecen. La única actividad celular que ocurre es como la tuya. Mantenimiento, mitosis, sin meiosis, sólo reemplazo ".

    Sabía acerca de los niños para siempre. La mayoría de ellos se habían escondido o habían sido convenientemente arrestados por la Autoridad para su estudio. Al parecer sus mentes envejecían, pero sus cuerpos seguían siendo niños.

    "¿Qué pasa con los bebés nacidos antes del cambio?", pregunté. Algo en la intensidad de Caracráneo me atrajo. "Han envejecido".

    "A la edad física aproximada de cinco años, y nada más". Los ojos de Caracráneo brillaron por la humedad. "Y esas muestras de tejido tomadas en ese momento y congeladas se bloquean en el mismo ciclo de mitosis".

    "Está bien, ¿pero qué pasa con alguien que no conociera o entendiese estos factores? Supongo que algo como la Regenérica, si funcionara, amenazaría muchos medios de vida".

    " Por supuesto, por supuesto. Es exactamente por eso que creo que aunque pudiera hacer que su teoría fuese una realidad, la Autoridad lo mantendría en secreto para los muy selectos. Sería la vida eterna, ¿no? Dadas las extrañas circunstancias en las que se encuentra el mundo: inmunidad a la muerte natural. ¿ Y la resurrección de los muertos? Se acabóo el miedo ".

    " Y que usted sepa, su teoría es inútil sin tejido fetal ".

    " Inútil." Caracráneo siguió acariciando su mandíbula desnuda. “Había algo, oh sí. Lo que él esperaba era injertar un gen muerto en un gen vivo, un proceso que es impensable sin un laboratorio con computación fiable. Cotton estaba convencido de que los genes viables pondrían en marcha a los genes muertos. Verás, con su técnica, depende de cierta suposición. Que con la ausencia total de bacterias que degradan los tejidos, el material genético de los muertos es el mismo que el de los vivos. Los genes están simplemente en estasis ".

    La saliva brillaba en sus dedos al moverlos mientras hablaba.

    "Por lo tanto, las funciones de la vida podrían cesar y dado que la materia muerta es resistente a la corrupción, los muertos estarían en un patrón de espera, por así decirlo, aunque plagados de una serie de otros problemas".

    Los ojos desnudos de Caracráneo se enfurecieron en la sombra.

    “Creía que los genes fetales, sus proteínas, impulsarían los procesos normales de la vida en los genes muertos. No tuvo suerte con la materia genética existente. Su crecimiento era retrasado. Está en un patrón de autorreplicación: no hay desarrollo nuevo. Ese hecho es responsable de la ausencia de descendencia ”.

    Sus acciones disminuyeron a medida que se acercaba a su conclusión.

    “Pero esa es la parte importante y el clavo en el ataúd para la Regenérica. El material genético tenía que provenir del desarrollo de tejido. Tenía que ser tomado de las células que están creciendo, y eso, Sr. Wildclown; no ha existido desde el Cambio ”. Aunque Caracráneo estaba emocionado por la discusión, su lenguaje corporal lo estaba alejando lentamente de la luz.

    “¿Conociste a Cotton?”

    “No personalmente. No íbamos en los mismos círculos, ¿entiende? Ya no soy bienvenido en una compañía de buena reputación, aunque la de Cotton no era mejor. Fue contratado por Industrias Rey, lo cual me sorprendió porque el Rey no es tonto ".

    " Así que podrían haber tenido algún tipo de avance ".

    " Lo dudo, pero eso es algo que tendrás que descubrir. No significa nada para mi. Volver a la vida ", dijo, señalando su rostro perdido,"sería peor que la muerte. ¿No crees? "

    " Entonces, en su opinión ", presioné. "Cotton nunca habría tenido éxito".

    "No sin un bebé. Y tengo la sensación de que si hubiera bebés, no habría cosas como yo o vosotros dos ". Hizo un gesto hacia Elmo.

    “Gracias por su tiempo ... Sr.”

    “Caracráneo servirá. No soy ajeno al poder defensivo de lo siniestro." Cambió de posición y se apartó de nosotros otra vez.

    "Eso mismo pienso yo.". Elmo y yo dejamos a Caracráneo después de que hubiese retomado su posición junto a la ventana de la penumbra. Condujimos saliendo del muelle y de regreso a la oficina.

    Caracráneo me había dejado con un mal presentimiento sobre el nacimiento y la muerte, y sobre la vida en general. ¿Qué clase de mundo podía despedir a un buen hombre por razones estéticas? Entonces, mi escepticismo se puso en marcha cuando noté que, bajo todo lo horrible, Caracráneo seguía siendo un ser humano. Tuve la sensación de que no me contaba todo lo que sabía. Pero no podía estar seguro. No había tenido una cara que yo pudiese leer.

    Mientras me contaba su historia, por supuesto, él sería la víctima. El pathos en el relato evocaría compasión y suavizaría mi postura. Todos hacían lo mismo.

    Todo me pasa a mí. ¡No me merezco esto! ¿Quíen lo merece?

    Cuando dejamos atrás los almacanenes vacíos, pensé en una víctima de la humanidad. Extraños giros del destino habían jugado con ella. ¿Cuánto más de lo que estaba sucediendo merecía la humanidad?

Capítulo 30

    La tela del mono se me pegaba en la parte baja de la espalda. No era el sudor del miedo; era el aire que se cerraba a mi alrededor a más de treinta y siete grados. El mundo después del Cambio era un mundo de extremos. Di la vuelta al frental del edificio. Largas franjas amarillas de cinta de seguridad de la Autoridad bloqueaban puertas, ventanas y rejillas de ventilación. Todo inútil, ya que una buena parte de la pared se había derrumbado, dejando un agujero que solo se podía bloquear con un edificio.

    El olor al conglomerado aceitoso de los muebles chamuscado y la piedra quemada era denso. Le acompañaba una presencia húmeda y pegajosa que me hizo limpiarme las manos instintivamente en los costados. Estábamos de vuelta al paseo marítimo y no había ni una brisa fresca.

    Almacenes por millares se alineaban en la irregular costa de cemento y acero de Greasetown. Dado que cientos de aviones se habían estrellado con el primer mal funcionamiento de los ordenadores después del Cambio, la gente era reacia a empezar a confiar nuevamente en los vuelos. Se había producido otra revolución para el control por cables y palancas, viajes aéreos orientados por piloto; pero los recuerdos aún estaban frescos.

    Y así el tráfico marítimo se había apoderado del aire como la principal forma de locomoción intercontinental del mundo, y el puerto de Greasetown había visto el rejuvenecimiento como resultado, aunque lograba conservar gran parte de su abandonado encanto.

    Cargueros de hierro oxidado con nombres extranjeros iban y venían, siendo ahora el principal contacto físico con el Viejo Mundo. Los transatlánticos de lujo no atracaban aquí, pero se podía coger uno después de un viaje de cinco horas hacia el Norte, hasta la Ciudad de la Luz. Esa metrópolis en crecimiento descansaba sobre los huesos en el interior de la ciudad de Nueva York, ahora muerta y ahogada.

    Elmo y yo pasamos un mal rato buscando este almacén en particular, había muchos de ellos, viejos y nuevos. Mis instintos estaban en alerta máxima. Tenía miedo de llamar a la Autoridad. Tenía miedo de hablar con alguien. Sabía que tenía suerte de que Cane hubiese perdido la llamada que hice antes de salir hacia la costa hasta Villa Vicio. No podía fiarme de nadie y menos aún en alguien de la Autoridad.

    Estaba seguro de que no podía confiar en la persona anónima que había me había pasado esa nota críptica debajo de la puerta de mi oficina por la noche.

    Almacén 31, Muelle 14, decía esta.

    Después de conducir todo el camino y tras una hora frustrante de viajar por callejones sin salida, una señal chamuscada me saludó desde una de las puertas de carga. Decía: Industrias Rey.

    Ahora bien, no era lógico perseguir todas las pistas, especialmente una que me había llegado tan misteriosamente; pero tenía la clara sensación de que la persona que llamaba de forma anónima también escribía cartas. Di por sentado que alguien me iba a guiar un paso o dos. Yo había decidido hacer algo que un detective hace con gran riesgo.

    Iba a esperar orientación. Era obvio que había una gran cantidad de poder funcionando, y si me veían flojear, seguramente me darían algo de comer. Era arriesgado porque tendría que decidir si me conducían o no a algo peligroso y mortal.

    Alguien había comenzado la cadena de eventos que yo estaba siguiendo. Si solo fuera un caso de venganza personal, podrían entrar y dispararme cuando quisieran. Quien había llamado quería que yo hiciera algo específico. Bueno, me preguntaba qué harían si me volvía sedentario, si simplemente me relajaba.

    Estaba a punto de descubrirío.

    La cinta de seguridad en el edificio indicaba que la Autoridad estaba involucrada y, como siempre, querían acaparar toda la diversión. Pero apenas era una prueba. Yp confiaba en que al dejar que mi misterioso guía me diera pistas, pudiera tener suerte y descubrir quién era y qué quería, y quién más estaba involucrado.

    Asomé la cabeza por el marco de una ventana chamuscada. Encontré los esperados trozos de plástico derretido que antaño habían sido ordenadores y centrifugadoras en medio de los esqueletos carbonizados de las mesas, entre muchos trozos de vidrio y metal manchados por el intenso calor de una explosión o incendio. Pude ver los restos de un mechero Bunsen y algunos armarios y aparadores incendiados.

    El lugar era ceniza y carbón desde la base hasta el techo. No había forma de fiarde del suelo. Ya se había derrumbado en una esquina. Estaba observando un laboratorio incendiado, supuestamente el de Cotton. Había muchas pruebas para respaldar esto, tantas que dudé de inmediato.

    Sabía que habría algo allí con su nombre, si lo miraba. Pero todo era demasiado conveniente. Tuve la persistente sospecha de que aquello también era parte de un intrincado juego de la bolita y los tres vasos.

    Me aparté del edificio y me dirigí hacia el coche. Iría a casa. Era mediodía, martes. El periódico a veces llegaba temprano los martes. Necesitaba pensar y Tommy necesitaba relajarse.

    Un cambio es tan bueno como un descanso, dicen.

    Bueno, cambiaría mi enfoque sobre este caso y descansaría. Alguien estaría actuando, de eso estaba seguro. No sabía quién, pero alguien tenía un horario propio que quería que yo siguiera.

    Le dejaría hacer el siguiente movimiento.

Capítulo 31

    

    La oficina era deprimente como siempre. El único cuadro en la pared estaba torcido, y las bailarinas que practicaban allí estaban a punto de salir volando hacia la sala de espera. Las deje en paz. Algo en su desequilibrado estado complementaba mi estado de ánimo.

    Hice un gesto a Elmo para que se sentara y luego agité la botella de Canadian Club hacia él. Negó con la cabeza. Serví su porción en el vaso después de la mía. No desperdicies ... el whisky me posó sus dientes en la lengua y quedó allí durante un momento como un bulldog.

    Sonreí a Elmo, vacié el vaso y llené otros cuatro dedos, más o menos. Me llené la boca de nuevo y encendí un cigarrillo. Me acerqué y abrí las persianas.

    La noche caía rápido. No tenía otra velocidad en Greasetown.

    Retomé mi asiento.

    "¿Jefe?" La voz de Elmo rompió mi silenciosa contemplación de echarme otra bebida.

    "Sí, Elmo". Gire la cabeza hacia él. Había estado mirando distraídamente a una farola por la ventana. Noté que había llevaba encendida de modo contínuo durante el último mes. Eso estaba bien, porque sabía que cuando se quemara estaría apagada durante un mes o así.

    “¿Qué estamos ha-haciendo?” Elmo parecía nervioso, como solía hacer cuando cuestionaba al jefe. Yo había intentado alentarlo para que nuestra relación fuese más democrática, pero me él me había mirado como si hubiese atropellado a su abuela. A Elmo le gustaban las cosas como estaban. De todos modos, cada vez que Tommy tenía el control, tenía una forma de deshacer mis esfuerzos: su increíble locura.

    Había pasado un día entero, todo lo que había hecho era caminar por la calle para tomar un café y un sándwich, tratar de enderezar mis archivos y hojear una revista de desnudos en busca de artículos interesantes. Eché un vistazo al reloj de mi escritorio. Diez y media, miércoles por la noche, y todavía estaba esperando el periódico del martes.

    "Estamos esperando, Elmo". Hice una mueca perversa. "Estamos jugando al ajedrez".

    "¿Ajedrez?" Los ojos de Elmo me miraron incrédulos.

    "Básicamente, he terminado todos los movimientos que quiero hacer". Me reí con la alegría tensa y aterradora de Tommy. "Nos han guiado por un tiempo, y cuanto más dura este caso, o casos, más conspiración veo. Como solo tengo sospechas sobre quién está involucrado, esperaré. Puedo permitirme el lujo y espero que uno de los conspiradores se impaciente y haga un movimiento. O eso o se buscarán otro detective. Necesito saber más, así que sé a quién pisar los dedos de los pies. "

    " Oh ... " Elmo asintió y encendió un cigarrillo. "Esperemos".

    "Es lo mejor". Me recliné en mi silla y eructé, caliente y ácido. ¿Qué tenía el alcohol? ¿Por qué no podían ocultar su naturaleza venenosa? Nunca había hecho el intento, pero incluso en esas gigantescas bebidas tropicales con sombrillas de playa, cocos y lanzas de frutas, se podía saborear su distintivo sabor tóxico.

    A menos que el cuerpo se mantenga quieto. Como un perro entrenado para olfatear a los esquiadores en las avalanchas suizas, tal vez el cuerpo estuviese entrenado para olisquear y desenterrar venenos. Un largo recuerdo de resacas era el testimonio de su efecto venenoso en el cuerpo; pero yo me lo bebía de todos modos. Mientras miraba su peligroso espíritu ámbar, sentí que algo igualmente amenazante se alzaba dentro de mí.

    Entendí la relación. Era ese extraño impulso humano hacia la muerte lo que nos hacía asesinar perros y gatos viejos con cataratas. Era esa pena asesina de la raza humana lo que me hacía beber. La humanidad, la bestia bifurcada, el perro loco que tensaba la correa de Darwin con tantas ganas de sobrevivir como de destruirse a sí mismo.

    La bebida lo dejaba claro. Nuestros mecanismos de supervivencia aseguraban nuestra destrucción.

    Volteé el vaso y lo escurrí. Al menos entendía la relación. Por eso lo bebía sin para.

    Sonó el teléfono. Sonreí a Elmo a sabiendas y levanté el auricular.

    "Wildclown", dije. En el fondo de mi mente pude sentir a Tommy todo estirado y gomoso por el alcohol.

    “Soy el inspector Cane”. La voz sonó severa y áspera.

    “Inspector Cane. Qué maravilloso de su parte llamar. Soplé humo de un nuevo cigarrillo.

    "No andes jodiendo, Wildclown". Estoy seguro de que lo escuché gruñir. Sé que me lo imaginaba mostrando los dientes. "Hemos encontrado a tu amigo, a Adrian".

    "Mi amigo ..." Me senté de erguido ahora. "¿Dónde? ¿Qué hay de Van Reydner? Evoqué la imagen mental de la mujer, todo ojos y pechos, ¿o eran pechos y ojos?

    “No. Van Reydner sigue sin aparecer. Hizo una pausa. "Quiero hablar contigo".

    "Claro, pero, ¿dónde está Adrian?" Comencé a oler complicidad otra vez.

    “Toma la autopista Oriental durante aproximadamente una hora. Todavía estoy en la escena ". Colgó.

    Colgué. En la escena. No es probable que se trate de un accidente de tráfico. Sería demasiado fácil. ¿Asesinato? Vacié mi vaso y miré a Elmo.

    “Salgo hacia la autopista al oeste, Elmo. ¿Quieres venir? ”

    Pude ver miedo y asco en sus ojos tristes y fríos. Sus labios muertos formaron un feo ceño. Asintió.

    "¡Bien!" Sonreí antes de tomar otro rápido trago de Canadian Club, escondí la larga y oscura longitud de la botella en uno de mis bolsillos de gran tamaño y me dirigí hacia la puerta.

    Podría haber sido el pensamiento del whisky, o de Tommy, pero realmente esperaba que no fuese demasiado tarde para hablar con el Sr. Adrian, y tal vez empujarle sus anchos dientes blancos por la garganta.

Capítulo 32

    

    Estábamos en la carretera del Oeste. El cielo nocturno y mis pensamientos eran oscuros. Los largos vehículos negros de la Autoridad bloqueaban una sección de la autopista. Sus formas de bala parpadeaban con luz escarlata. Un círculo de figuras se reunió cerca del arcén del doble carril hacia el Este.

    "Elmo, quédate aquí, ¿de acuerdo?" Salí por la puerta del pasajero acribillada de balas. Matraqueó con metralla cuando la cerré de golpe. Elmo estaba pegado al volante. Simplemente asintió, luego bebió del Canadian Club. Se lo había traído para él. Su jefe no lo necesitaba. Ya me sentía bastante ligero en mocasines.

    Elmo parecía sentir los Vertederos muchos metros más abajo.

    Lo dejé y me deslicé junto al muro de la mediana de cemento. Los Ejecutores de la Autoridad habían acordonado una gran parte del carril del Este. Crecieron hasta el tamaño de elefantes en la extraña luz. Me acerqué a ellos lo mejor que pude con el maquillaje payaso.

    Los ejecutores no me detuvieron. Tuve la urgencia de hacer un comentario sarcástico sobre si la comida en el zoológico era tan mala como todos decían que era, pero sus rasgos sombríos, galvanizados en las máscaras protectoras, me pegaron la lengua al paladar. Pasé junto a ellos hacia un círculo de gabardinas.

    El Sr. Adrian se veía un poco desaliñado, si es que era él. El cuerpo había soltado mucho líquido por el camino. Cada gota de su sangre untaba el asfalto. Podía sentir que me pegaba las botas al suelo. Descubrí que podía hacer ruidos blandos y pegajosos si movía los talones rápidamente hacia arriba y hacia abajo.

    El Sr. Adrian de ojos azules era ahora una cinta de carne gris y húmeda. Estaba tendido en una mancha de diez metros. Había sido cortado con algo afilado y luego estirado como una serpentina en un desfile. La peor parte era que lo que quedaba se movía.

    El Sr. Adrian llevaría ahí un tiempo porque la Amnesia había terminado. Extrañas ondulaciones como serpientes reptaban a través del espeluznante caos cuando el cadáver hacía sus primeros intentos desde el más allá. Solo el whisky me salvó de notar el total horror de la posición del Sr. Adrian. Vi uno de sus ojos, parpadeó y sentí que la bilis subía desde el fondo de mi garganta.

    No había rastro del otro, ni de la nariz que se había asentado durante tantos años entre ellos.

    No tenía ninguna razón para desearle algo bueno al hombre, pero solo un monstruo haría esto. Al menos podrían haberlo quemado o algo así, haberlo llevado a la única tumba que alojaría a una persona hoy en día. Esto era algo diferente. Este tipo de crueldad trascendía lo inhumano.

    Uno de los investigadores, con su largo abrigo negro, se volvió rápidamente hacia mí. Era Cane. Su mirada era tan aguda como su palillo omnipresente.

    “No es una vista bonita. Jesús, payaso salvaje. Juraría que estás pálido. ¿Cómo va tu caso de bebé fantasma? "

    "Esto está relacionado ", le dije. Me sorprendió ver una expresión extraña convulsionar sus facciones.

    "¿Está relacionado?" Se rió sin humor. Sus ojos brillaron a sus compañeros inspectores con timidez enojada. “Esta es una investigación restringida por la Autoridad. Se supone que no deberías estar tan cerca ". Me alejó del cadáver, gruñendo. "No te gustaba el Sr. Adrian, ¿verdad?"

    Capté su onda. "No me disgusta nadie tanto. Venga ya, ¿para qué me ha llamado aquí? No será por algún bobo intento de implicarme. ¿Qué tiene?" Me sentí arrogante. Estaba seguro de que Cane tenía algo extraño en juego con todos estos sucesos.

    "Yo no te he llamado, gilipollas". Me miró fijamente.

    Le guiñé un ojo. Cane parecía enojado.

    “Recibimos una llamada anónima hace aproximadamente tres horas. Dijo que encontraríamos a Richard Adrian deambulando por la carretera. Es ... " Levantó un pulgar por encima de su hombro al "eso ". Cane continuó: " Está tan pegado a la carretera que un automovilista promedio no sabe ni lo que es. No sabemos cuánto tiempo lleva aquí. Los de Autopsia lo están investigando. Están trabajando en una coincidencia genética positiva de muestras de sangre y cabello. ¡El pobre mamón ha salido del Apagón! Tenemos una billetera, pero es mierda ". Se pausó e hizo una malvada mueca. "¿Qué sabes de Van Reydner?" Se niveló y me disparó su mirada.

    “Lo mismo que sabe usted. Que se ha ido. Tal vez fue ella quien se cargó a Adrian. ¿Quién sabe? Tenía una vena de viuda negra. Pero este caso está cerrado. Me han pagado. Se acabó. Encuéntrela usted . Tal vez se haya ido a algún lugar a montar una familia ".

    Una mirada extraña se apoderó de los rasgos de Cane. Su rostro palideció allí donde se encogió bajo su sombrero como un sapo jorobado. Sus ojos brillaron a ambos lados de mí.

    "Has avanzado demasiado, Wildclown. Acabas de hacerlo, ahí mismo". Sacudió el pulgar como una daga. "Pírate. ¡Ahora! " Sus gruesos labios sonrieron a ambos lados del palillo de latón.

    Me mantuve firme durante un minuto para mirar a Cane. Empujé la mandíbula de Tommy hacia él.

    "Tengo una extraña sensación sobre esto". No le señalé con el dedo; Sabía que me lo rompería.

    Cane solo sonrió con una sonrisa usada por todo abusador de autoridad desde el Principio.

    Me gruñó: "¿Eres uno de esos imbéciles de mierda que disfruta la vida en el momento sin prestar atención al futuro?"

    "Creo que se podría decir que fui uno de esos imbéciles de mierda. Ahora agarro la vida por las bolas y aprieto. ” Le mostré unos arrogantes dientes. Estaba tratando de entender su repentina vehemencia. ¿Había querido hablar conmigo? ¿O quería mostrarme algo? ¿O buscar una reacción? De todos modos, no acudiría a otra cita con el inspector Cane.

    "¡Disfrútalo mientras dure!", me espetó antes de alejarse.

    De repente sentí una presencia detrás de mí. Moví la cabeza para ver la gruesa placa en el pecho de un ejecutor.

    "Pequeño mundo, ¿no crees?". Le empujé hacia atrás. Su cinturón para las armas me quitó un metro de piel de la espalda. “Acabamos de tener una gresca. Estoy un poco molesto ". Sentí que ya había tentado mi suerte lo suficiente por esa noche, así que me retiré sabiamente al Chrysler.

    La puerta proyectaba una sombra de queso suizo sobre el húmedo asfalto mientras subía. Antes de decirle una palabra a Elmo, la cara de una mujer apareció en la ventana. Sus gafas eran gruesas y pesadas, sostenidos por una nariz puntiaguda que parecía demasiado delgada para el trabajo. Su cabello era lacio y liso, cortado de un modo muy funcional, y no del todo desagradable, que caía en picado al circunnavegabar su cráneo. El pelo blanco ocasional se estendía por él como una telaraña. Tenía una verdadera mirada de bibliotecaria.

    “Sr. Wildclown, ¿verdad? Me sonrió con dientes blancos.

    "¿Cómo lo sabe?" Mi rostro se aflojó con fingida incredulidad.

    “Pregunté por ahí. Parece que conoce a un Malcolm Aird en el periódico. Me habló un poco sobre usted. Sus ojos se deslizaron por la pintura en mi cara. Había algo en sus rasgos. Ella no se limitaba a mirar, apareció una expresión de expectación y esta desapareció sin más. Frunciendo el ceño, estudió mi cara. Me sonrió a medias antes de fruncir el ceño de nuevo.

    "Ah, sí, Malcolm. ¿Cómo está?" Como no mw respondió, traté de imaginarme su taza... me vino vacía.

    "No estaba bromeando, eso es seguro", murmuró buscando un cigarrillo antes de mirar hacia el anillo de Autoridad. Me susurró: "¿Podemos tomar una taza de café en alguna parte? Me gustaría hacerle algunas preguntas. Lo he pensado detenidamente... nuestra última conversación me refiero; Creo que me tomó por tonta. Soy Mary Redding ".

    " Si no le importara caminar por una calle de doble sentido, me encantaría. ¿Mi oficina?" Intenté parecer indiferente.

    Aceptó seguirnos en su coche.

    Elmo condujo hacia el Oeste hasta que pudimos llegar a una autopista de peaje el Este. Pasamos de nuevo por la escena, disminuyendo la velocidad a medida que las bengalas iluminaban nuestros apaleados guardabarros. Por un momento vislumbré a los técnicos deslizando el cadáver de Adrian sobre una larga tira de láminas de vinilo. Probablemente iría a una Instalación de Internamiento.

    De repente explotó una bomba. Era la Srta. Redding. Comenzó a seguirnos en un antiguo Volkswagen escarabajo con asma.

    Cuando despegamos, estoy seguro de haber sentido los ojos de Cane clavados.

    "Bueno, Elmo", dije cuando hubimos dejado atrás los destellos. "Intenta no perder a la Srta. Redding, si es que puedes, y concéntrate en mantener las cuatro ruedas en el suelo. Sería un momento excepcionalmente inopprtuno para dejar el automóvil en siniestro total”.

    Vi pilares de hormigón pasar rápidamente por nuestros faros.

Capítulo 33

    Sus pantorrillas podrían haber sido demasiado carnosas para el hombre medio, pero para mí tenían deslomantes posibilidades. Siempre he encontrado que la fuerza es una cualidad atractiva en las mujeres... y en la simplicidad. Llevaba un vestido de una pieza azul de pana que se abría por la parte delantera. El acto de sentarse y cruzar las piernas me había provocado un escalofrío que tenía poco que ver con Tommy.

    Los ojos de la Srta. Redding eran de hielo azul y estaban separados por una seria línea vertical en la frente. Era una de esas personas envidiables que tenían la capacidad de ocultar todas sus emociones. Sus ojos actuaban como porteros y solo permitían aquellos sentimientos que tenían invitaciones.

    El defecto era la delgada línea entre ellos. Ese era el intruso. A través de ellos llegaban los momentos caóticos, los brotes. Mantuve mis ojos en ese pliegue de carne. En aquel momento, su expresión era de franca sensualidad y algo obscena. Cuando bajó la cabeza de esa manera, pude sentir que subía la temperatura de la habitación.

    Estaba tan viva que podía sentir sus latidos desde el otro lado de la habitación. La erección de Tommy mostró aprobación. Doblé mis manos sobre ella.

    "He pedido café", dije con un gesto hacia el teléfono. "¿Cigarrillo?"

    Ella nogó con la cabeza y sacó un paquete de su bolso. Eran largos, delgados y los más fuertes del mercado. Un encendedor ardió en sus manos, el cigarrillo brilló.

    "¿Dónde está su compañero?" Sus ojos escanearon rápidamente la habitación. Levantaron la vista hacia el ventilador roto del techo. Seguí su mirada, no vi a Elmo allí arriba.

    "En la oficina exterior, la sala de espera". Hice un gesto con el cigarrillo. Cayó ceniza, se pulverizó en la esquina del escritorio y pimentó por el suelo. Tanto para un acto tan suave. "Hay una cafetería abierta toda la noche en la calle. Es tarde, así que sería arriesgado, pero entregan a cualquier hora ".

    " Todo lo está hoy en día ". Midió las palabras.

    "¿El qué lo está?"

    "Todo está abierto toda la noche". Me sonrió detrás de una nube de humo como un demonio hambriento. Iinclinó la cabeza. "¿Por qué no he oído hablar de usted? Seguramente uno de sus casos ha llamado la suficiente atención para justificar un par de líneas en la Gaceta ".

    " Noche calurosa, ¿no? " Casi me acerqué a la ventana para abrirla. En cambio, me encorvé.

    "Dicen que se pondrá más caliente". Su sonrisa era todo dientes.

    "Dicen muchas cosas". Le devolví la sonrisa.

    "Lo hacen". Cruzó las piernas y dio una calada a su cigarrillo.

    Elmo entró con una caja que contenía seis tazas grandes de espuma de poliestireno. La dejó sobre el escritorio. Un día tendría que encontrar la paciencia para usar la cafetera. Iríamos a la quiebra con estos entretenimientos.

    "Le pagué al hombre", dijo Elmo recogiendo una de las tazas y cerrando la puerta de la oficina con la mano libre. Yo sabía que se la llevaría de vuelta a su asiento en la sala de espera, se la bebería a una velocidad anormal y luego seguiría mirando la puerta. O bien podría leer uno de sus viejos periódicos.

    "Gracias", le dije a su espalda. Mis ojos volvieron a la Srta. Redding. "No confío en la Autoridad, nunca lo he hecho. La mayoría de mis casos comienzan en silencio y terminan con más silencio. No tengo la costumbre de decirle nada a la Autoridad. El dinero es mi juego, no los titulares. Los detectives que se vuelven famosos tienden a morir ".

    " ¿Qué hay de la justicia, está metido en eso? " Sus piernas se cruzaron de nuevo. Capté un destello de seda plateada. Mi corazón dio un vuelco.

    "Sí", dije sacando un cajón antes de apoyar mis talones en él. “Me refiero a todas estas personas, todos los edificios, debe de quedar algún fragmento de ella en alguna parte. Supongo que podrías llamarme optimista ".

    " ¿Por eso te pintas la sonrisa? "

    Mi intestino se tensó entre una boca llena de café. Tommy se sacudió terriblemente cerca de la superficie. Debí de haber bajado la guardia, porque el lunático logró el control suficiente para curvar mi labio en una burlona sonrisa. Busqué un cigarrillo para cubrirlo.

    "Lo siento". Se puso en pie, agarró una taza de café y deslizó una redonda cadera sobre el escritorio a mi izquierda. "No quise molestarle, pero es difícil no notarlo. ¿De qué tiene que esconderse un lince como usted? "

    " Ya ", dije como explicación. Hoy se había depilado las piernas y no llevaba medias de nylon. "¿De qué quería hablar?"

    Su sonrisa se desvaneció.

    "Ah", dijo dejando caer sus ojos en mi regazo. "Pensé que íbamos a ser amigos".

    "¿Por qué no nos relajamos con unas pocas preguntas?" Si la erección que me llegaba hasta el pecho decía algo, Tommy estaba despierto, escuchando y quería hacer amigos. "¿Cómo te enteraste de lo de Adrian esta noche?"

    Me suspiró de una manera que derretía los corazones y se llevó el café de regreso a la silla de la empresa. Después de aplastar el cigarrillo en el cenicero, dijo. "Tengo un amigo en la Autoridad que me avisa cuando hay acción. Es una especie de clusterfuck ... Ella respiró más humo. "Me quiere. Desnuda.

    Mis ojos se deslizaron por sus rodillas nuevamente. “Requiere mucho tiempo conseguir buenos contactos en la Autoridad. ¿Cuánto tiempo lleva con la Gaceta?

    Me sonrió. “Solo unos tres meses. Independiente durante años antes de eso ... pero tuve suerte, supongo. Conocí a mi contacto cuando intentó ligar conmigo en un bar. Sabía que era un imbécil, pero yo era una reportera sin trabajo, y nunca se sabe ".

    " Creo que el trabajo duro tiene recompensa ", le dije, luego cambié de tema. "Estuvo en el Marruecos debido al asesinato de Billings y encontró a Cotton. Eres una chica con suerte". Sonreí esta vez.

    “El mismo tipo que me llamó entonces, como esta noche. Dijo que había un asesinato la noche anterior en el Edificio Marruecos, el asesinato de Billings. Fui a echar un vistazo, por supuesto, Billings ya estaba en el CG cuando mi fotógrafo tropezó con el cuerpo de Cotton. Recogí la historia sobre el tráfico de drogas por los inspectores. Nunca encajó bien; pero decidí seguir la historia de Billings primero. A la gente siempre le gusta leer lo que las víctimas tienen que decir, y Cotton no estaba allí para hablar. Era fácil encontrar la dirección del Sr. Billings en el registro de la ciudad, así que conduje para hablar con él.

    “Vivía en Nuevo Jardín, un vecindario realmente agradable con un ejecutor en cada esquina. Bueno, ahí es donde se alojaba en ese momento, no estoy segura de dónde terminó. El dinero que se mueve por esa parte de la ciudad generalmente se exprime de los muertos. En el momento en que hablé con él, todavía estaba un poco desorientado por el Apagón y la muerte, pero me dio una descripción bastante detallada de los eventos ".

    " Creo que esta es son viejas noticias para mí. loa hizo Adrian ".

    " ¿Adrian? Interesante. ” Pasó a describirme la historia que Billings me había contado. Me fumé dos cigarrillos durante la narración.

    "¿Te dijo por qué se levantó esa noche?" Me sentí extraño al decirlo, pero un centrado silencio en mi interior me dijo que Tommy lo aprobaba.

    "Oh, esa es la parte extraña de la historia". Posó los ojos para estudiarse los zapatos. Observé la suave piel de sus manos. "Dijo que se levantó porque escuchó llorar a un bebé, pero hay que recordar que el tipo acababa de ser asesinado, y solo Dios sabe lo que te sucede en el Momento del Apagón".

    Recordé la cara de Adrian cuando lo visité en su oficina y cuando Tommy había soltado aquella pregunta sobre el bebé. Había visto una punzada similar de reconocimiento en los rasgos de Cane.

    "Es lo mismo que él me dijo". Me puse en pie, me acerqué delante del escritorio y me apoyé en él. "¿Qué opinas al respecto?"

    Me sonrió por encima del borde de su taza. "Venga, la Gaceta no es uno de esos esos periódicos, no me digas que eres uno de esos detectives".

    “Satisface mi curiosidad infantil por lo desconocido, si quieres verlo así. Digamos que cuando era niño hice un proyecto sobre el Yeti para una feria de ciencias. Tú dame tu opinión ".

    "Ya no seguimos historias como esa. Aunque en estos días, que vean a Elvis Presley puede ser un poco más creíble. Me sonrió. "No me digas que Elvis Presley está involucrado".

    Fue mi turno de sonreír. En parte porque dolía, en parte porque deseaba haberlo dicho yo.

    “Esa tira de fiambres que vimos esta noche, el Sr. Adrian... cuando hablé con él mencioné que se había oído llorar a un bebé en el Marruecos y se puso nervioso. Al leer mis notas mentales, llegué a la conclusión de que él estaba en el Marruecos la noche del asesinato de Billings. Como él mismo me confesó, y creo que él también lo escuchó: al bebé. Encendí un cigarrillo y miré a la Srta. Redding.

    "No te vuelvas loco". suplicaron sus ojos, presionó sus palmas como si rezara. "Por favor, no te vuelvas loco. Pareces un buen tipo." Me sonrió y se reclinó en la silla. “No existen bebés”.

    “Lo sé. Pero, sea lo que sea, Billings lo escuchó, Adrian lo escuchó, y me pregunto si Cotton también lo escuchó ".

    " ¿Qué crees que fue? "

    " No lo sé. En serio, no estoy seguro de si es algo. Podría haber sido un televisor con una vieja película, que yo sepa..." En ese momento mi cerebro se encendió. "¿En qué piso estaba Cotton? ¿Cuál era el número de su habitación? "

    " El duodécimo. Habitación 4. Se había registrado como W. Irving. "

    " Correcto, y Billings estaba en ... "

    " Habitación 6, en la duodécima planta. ¡Mierda!" Suspiró la señorita Redding. "¿Por qué no caí en eso?"

    "Porque el edificio se quemó hasta los cimientos antes de que alguien tuviera tiempo de vincular los casos". Miré fijamente a la esquina. “Algo estaba sucediendo allí aquella noche. Sé por qué Billings se lo creyó. Adrian y la mujer desaparecida, esa Van Reydner, estaban juntos en una estafa para recoger cuerpos para sus tratamientos de preservación. Pero Cotton. ¿qué demonios estaba haciendo allí? "

    " ¡Eso es de lo que quería hablar contigo! " La línea entre los ojos de Redding palpitaba con una ira apenas contenida. "Me engañaste antes. No estabas trabajando en ese caso en absoluto ".

    " Lo siento ", me lamenté frunciendo el ceño. “Tengo que conseguir trabajo de alguna manera. Además, ambos trabajamos con el mismo fin. Cualquier cosa que la Autoridad esté escondiendo, podría salir a la luz. Eso debería complacerte, y podría añadir, sin ningún riesgo para ti ".

    " No es por el riesgo. Pero odio que me engañen”. Observé su rostro relajarse y volver a convertirse en una máscara de calma.

    "Yo también". Encendí otro cigarrillo. "Compláceme. Probablemente sea una tontería, pero me gustaría refrescar mi memoria. Eres un sabueso, debes de saber más sobre bebés fantasma que la persona media." La urgencia apretó mis mandíbulas de repente. "Hace un momento me preguntaste si yo era uno de esos detectives, ¿qué querías decir con eso?"

    Ella se rió de inmediato. "He oído hablar de tipos así. Ya sabes, cazadores de fantasmas, toda esa mierda... ” Hizo una pausa, me miró fijamente. "Así que Adrian asesinó a Billings, ¡ese era el rumor, pero también acallaron eso!"

    "Sí", dije y sonreí de nuevo. Pude ver la frustración nublar su visión. “Vosotros los reporteros deberíais de cavar en suelo más duro”.

    “Y vosotros los detectives deberíais ser un poco más valientes y contarle a la prensa vuestros casos”. El disgusto se posó en sus ojos, pero pasó. “Nos dijeron que era una pelea de amantes. Dijeron que el asesino estaba en libertad. Nunca nos informaban sobre esas cosas ".

    " Sólo Dios sabe qué más han estado conteniendo, pero les guste o no, todo comienza a escurrirse ".

    " Entonces , ¿cómo ves esta conspiración?" Sus mejillas se sonrojaron de emoción.

    "Grande y peligrosa. Tengo un mal presentimiento sobre todo esto. Conozco a dos personas que estuvieron allí esa noche, además de Billings. El paté en el borde este de la autopista que está más allá de todo interrogatorio o la justicia que mencionaste antes. ” Su expresión era expectante. “Y Van Reydner. Eso es lo que duele. Van Reydner podría aclarar todo este lío. Tal vez. Pero si la reciente desaparición del Sr. Adrian me dice algo, juraría que el mejor lugar para comenzar a buscarla sería el Relleno Sanitario ". Hice una pausa para mirar por la ventana. Las farolas brillaban como estrellas de estaño.

    La Srta. Redding descarriló mi línea de pensamiento. "¿Cuál es su teoría?"

    "No tengo una". Abrí un café nuevo y me quemé la boca con él. "Creo que es el caso de un par de pequeños que se estrellan contra las ruedas de una máquina más grande. ¿Qué sabes de Cotton? ”

    Sus cejas devinieron en un delicado arco. "No mucho. Después de hablar con Billings sobre su asesinato, llamé a la Autoridad para preguntarle sobre el otro asesinato, pero la mordaza en las noticias ya era vigente. Todo lo que obtuve de la identificación de Cotton fue su nombre. Se había registrado en el Marruecos como W. Irving. Él era de Villa Vicio. Se ganaba la vida vendiendo maquillaje para los muertos. Ya sabes, cremas de colágeno, bronceados sintéticos y similares ".

    " ¿Quién te dio la biografía sobre Cotton? "

    "La Autoridad. Un tal inspector Cane". Pude ver dudas formándose detrás de sus rasgos.

    Cane. Estaba empezando a odiar a ese tipo. “¿Qué dijo Cane?”

    “Dijo que encontraron un gran alijo de Grasafácil y sincrak en una maleta junto al cuerpo, por lo que Cane nos dijo, se trataba de un asesinato relacionado con drogas. Luego vino la orden mordaza. Bajo investigación. Ese tipo de cosas ".

    " Conveniente ", dije. “¿Estaría todo esto en sus registros?”

    “Probablemente, la Gaceta tiene una gran biblioteca de historias antiguas y relacionadas, la llamamos la morgue. También debería haber cosas sobre el bebé. Si hablas en serio." Su cara estaba sonrojada.

    “¿Puedo ver vuestros archivos?”

    “Claro, más tarde”. Se levantó, se acercó a mí y me pasó un brazo por el cuello. Me sonrió.

    “¿Qué?” dije a mi modo usualmente sucinto.

    “Iba a preguntar si tenías que dejarte el maquillaje, pero he decidido mantener la boca cerrada. Es algo sexy y extraño ". De nuevo me destelló con sus dientes. "¿Tienes un apartamento?"

    "No", gruñí. "Duermo en el sofá ..." Pude sentir su sólida forma presionada contra mí. Su otro brazo se deslizó hacia la parte baja de mi espalda y me acercó. No tenía dudas ahora de que era una mujer fuerte.

    Si se hubiera abrazado más fuerte, nos habríamos atravesado. Sentí sus pechos como proyectiles perforantes.

    "¿Estás segura de esto?" Hice un gesto a mi cara.

    Conté los dientes que ella me mostró como respuesta.

    "No me importa, Wildclown. Tampoco está tan mal, supongo. Además, es difícil encontrar a un hombre en Greasetown que pueda deletrear justicia, y mucho menos uno que sepa lo que es ".

    " ¿Qué hora es? ", Le pregunté, mi nariz le hizo cosquillas a la suya. Miró su reloj, que ahora se suspendía sobre mi oreja izquierda.

    "Casi la una y media", susurró, y presionó más cerca. "Ven a mi casa".

    "Tengo que estar cerca del teléfono. Estoy abierto toda la noche ". Barrí detrás de mí los papeles sobre el escritorio. El teléfono cayó con un golpe y un timbre. El cenicero voló por el suelo y se rompió en la esquina. Me recosté; La Srta. Redding me siguió. Su forma sólida me presionó.

    "¡No entres, Elmo!", grité a la puerta.

    Nos congelamos por un momento con las caras cercanas y expectantes. Entonces la besé. Nuestras lenguas se encontraron como serpientes hambrientas. Sentí las manos de la Srta. Redding como tornos en mis nalgas.

    Mientras mis dedos daban un agradable paseo por una larga cremallera, tuve la sensación de que nos estaban observando. Elmo estaría sobre una rodilla mirando por el ojo de la cerradura. Demonios, ¿quién no lo estaría?

Capítulo 34

    La Srta. Redding se fue alrededor de las tres y media. Aparentemente, no estaba acostumbrada a dormir en los escritorios. La despedí en la puerta y le pregunté a Elmo si no le importaría leer en la oficina para que yo pudiera usar el sofá. Tenía que darle un descanso al cuerpo de Tommy. Si presionaba demasiado, terminaría luchando contra su personalidad por el control.

    Además, tenía mi propio pequeño facsímil alucinógeno del sueño, y pensaba mejor en forma incórporea. El Volkswagen de Mary Redding explotó en la calle tranquila de abajo. Pocos minutos después Tommy roncaba debajo de mí en el sofá.

    Como esperaba, el sexo y los orgasmos habían agotado bastante mi intelecto. Me sentí conmocionado y extendido, algo viscoso, como la yema de huevo deslizándose por una pared. Floté cerca del techo, mi mente era una nube parpadeante de ecos sexuales.

    La Srta. Redding había sido voluntariosa y capaz, y nunca había conocido a alguien como Tommy. Esa era algo sobre él que yo podía aceptar. Tenía una libido que podía hundir un barco. La Srta. Redding al final se había alejado tambaleándose, sonrojada y almizclada.

    "Guarda un poco, guarda un poco", había dicho.

    Era cierto. El cuerpo de Tommy respondía a cada átomo de sexualidad como si fuera el último que encontrara.

    Dejé que las vibrantes y frotantes imágenes se acurrucaran y se asentaran en mi mente durante unos jadeantes momentos, y luego lo rendí todo a mis propios sueños extraños.

    Transición.

    Estaba en un espacio confinado. Una línea de Ejecutores de la Autoridad se sentaba frente a mí. Llevaban escopetas automáticas en sus manos enguantadas. Una luz roja en lo alto los hacía parecer demonios. Escuché un gruñido de engranajes. Un motor gimió ante la sensación de movimiento.

    Transición.

    Yo estaba fuera caminando por una brillante calle mojada por una nueva lluvia. Mis zapatos se arrastraban por el asfalto e hacían un sonido de lija. Podía saborear whisky, cigarrillos y sueño. Me froté la arena de los ojos.

    De pronto, el grito de un bebé hizo eco en la calle, rebotando entre los edificios y zarandeando los parachoques de los coches aparcados. Sacudí la cabeza. Un gato, probablemente, o varios gatos haciendo gatitos.

    Una forma emergió de la niebla bajo una farola. Al final del bloque, en la esquina, un payaso con pintura grasienta se abrió paso entre los charcos hacia mí. Llevaba botas altas de negras y un mono con manchas rojas. Una pistola automática de 9 mm saltó como un conejo en su mano.

    Eché mano al abrigo a por mi .44, pero mi sobaquera había desaparecido.

    Una estrella brillante floreció en la punta del arma del payaso. Mi pecho estalló en rojo. Otra estrella explotó, luego otra. Caí de rodillas cuando aparecieron agujeros en mi pecho en penachos sangrientos. Estas estrellas fugaces cayeron en picado, impactando en mi pecho.

    Me caí hacia adelante. Mis manos eran palas de madera. No podía sentir la calle. El mundo pesaba mil millones de toneladas. Traté de sosportarlo y alejarlo, me esforcé por mantenerlo alejado de mí. Me temblaban los brazos. La sangre me salía por las mangas, se formaron charcos. Las farolas iluminaban el creciente espejo rojo.

    Pude ver mi reflejo. Un payaso se rió de mí. Mi mente se aceleró.

    Transición.

    Marché hacia los ruidos delante. A mi izquierda y derecha, los Ejecutores de la Autoridad se movieron hombro con hombro en línea. Sostenían altos escudos y palos de plástico. Igual que yo. Nuestras botas crujieron sobre el quebrado asfalto. Delante de nosotros llegaron gritos de ira. Se acercó una gran multitud de muertos. Tenían armas, palos y rocas. Un grito, y los escudos resonaron cuando se lanzaron las rocas. Oí gritar una orden, un arco de llamas cegadoras saltó sobre nuestras cabezas y aterrizó en la muchedumbre. Otra orden y cargamos sobre las figuras ardiendo.

    Transición.

    Estaba de vuelta en la sala de espera fuera de mi oficina. Una succión seca tiró de mí. En casa de Tommy debajo, había tendido un hombre alto y pálido en negro y gris. Tenía los labios fruncidos como si tuviera un limón pelado entre los dientes. La cara ancha, la nariz recta. Un sombrero le cubría la cabeza. De un ojo cerrado, se vertió una lágrima.

    Transición.

    Estaba de nuevo en la calle. Un cadáver en llamas me agarró. Vi sus ojos encendidos.

    Transición.

    Tommy debajo de mí otra vez. La sala de espera estaba en silencio. La alucinación cesó. Los momentos pasaron en silencio. El zumbido del ataque de una mosca contra la ventana era el único sonido. Una mosca que llevaba huevos, que llevaba gusanos, que llevaba podredumbre. La podredumbre que fue el final para todos los animales, vegetales o minerales.

    Tommy gritó. Saltó del sofá con las manos arañando su arma; la pistola que había guardado en el escritorio.

    "¡Vete!", gritó, con las manos agarrando el grueso cabello de sus sienes. "¡Quítamelo!"

    Atacó la pared al lado de la puerta del pasillo con tanta ferocidad y veneno que quedó cubierto de polvo y atravesó las tablas en muy poco tiempo. Vi sangre brotando de nudillos y antebrazos. Elmo entró en la habitación. Sus ojos estaban muy abiertos por el terror. Tenía las manos extendidas. Se movían agarrando una soga imaginaria.

    “¡Jefe! ¡Jefe! ”, Gritó aterrorizado.

    Tommy continuó golpeando la pared en un esfuerzo por escapar. Se dio la vuelta para ponerse en cuclillas y gritó en sus manos como un hombre en arenas movedizas. Le gritó palabras locas y confusas a Elmo, palabras que no tenían sentido para los vivos o los muertos, las palabras del mundo de los sueños. El muerto estaba de pie contra la pared del fondo, desconcertado.

    "¿Whisky, Jefe?" murmuró impotente, como un hombre con nuevos dientes, labios y lengua. “Sólo ha sido un sueño, Jefe. Quiere whisky, eso es todo ".

    Tommy estaba en silencio, sacudiendo su mirada por la habitación.

    Ladró: "¡Whisky!" y se agarró las tripas. Rodó por el suelo. “Sí, y trae mi arma, quiero que le metas una bala entre los ojos. ¡Hagámoslo bien esta vez! "

    Con los ojos muy abiertos, Elmo salió corriendo de la habitación. Tommy rodó sobre su espalda y miró el espacio que ocupaba.

    "Lo odio". Las siniestras palabras cayeron de una boca laxa. Su expresión era fría, sus ojos negros.

    Mi mente todavía nadaba en busca de mi propia experiencia. Estaba demasiado desarticulado y expuesto a la atención. Debajo de mí, el payaso entornó los ojos y sonrió.

Capítulo 35

    Me tambaleé contra el escritorio, luego me puse en pie apoyándome con fuerza en mis manos. Se extendieron por la madera como dos calamares moribundos. Las miré, estaban llenas de sangre seca y la piel de los nudillos arrancada. Me dio náuseas, pero me las arreglé para caminar alrededor del escritorio.

    El piso se levantó.

    Le di una patada con la bota. Las tablas intentaron retorcerse de nuevo. Las aplané de un pisotón.

    Las paredes se inclinaron hacia mí, vacilaron y las persianas vibraron como un examen ocular. La pauta horizontal, persinana, espacio, persinana, espacio, persinana, espacio ... me revolvió las tripas.

    El aire era denso y agrio, espeso como el agua, me asfixió. Y hacía calor. Mucho calor. Me sentí abrumado.

    Golpeé hacia adelante con las manos, brazos y piernas a un millón de kilómetros de distancia. Los operaba por satélite.

    Pero yo estaba unido a ellos.

    Cada movimiento operaba las fisuras en mi cráneo hecho pedazos una contra otra con terribles y dolorosos chillidos.

    Por fin, exhausto, me dejé caer en la silla y eché mano al teléfono. Pedí café con voz mecánica, mucho. Giré de golpe y cogí del suelo un vaso fríi que había derrumbado. Con un ligero tirón se liberó de un charco negro y pegajoso. Arranqué la tapa de plástico. El café era amargo y helado, por lo que encajaba perfectamente con mi estado de ánimo.

    Estaba borracho, bolinga. Tommy se había pulido una botella de whisky en un esfuerzo por encontrar el sueño. Sin querer perder el trabajo de un día, me había puesto al mando antes de que se desmayara. No hubo lucha por el control en ese momento. Pude sentir su alivio cuando entré. Por supuesto, eso implicaba que tenía que lidiar con una completa sensación de cero embriaguez a noventa de borrachera desgarradora.

    Me tronaron las tripas.

    No quería vomitar, pero el cuerpo de Tommy no quería café frío. Sentí la bilis elevarse; me doblé y pinté el interior de la papelera. La miré preguntándome a qué idiota se le había ocurrido hacerlas de mimbre. Llegué a la conclusión de que el tipo nunca había vomitado en una. Me sentí mejor, pero sabía que esa sensación era pasajera.

    Estaba lleno de veneno.

    Decidí que poner orden en el caso podría tranquilizarme, pero todo lo que me vino a la mente fue el extraño comportamiento de Cane.

    “¿Quién era?” Pensé y luego, “¿Tengo una novia nueva?”

    Me temblaban las manos cuando encendí un cigarrillo. El humo era seco y acre, y quedó atrapado en el fondo de mi garganta como el plástico. Lo apagué. Demasiado caliente. Agua. Necesitaba agua Sentía los labios pesados ​​por el vómito. Sonó el teléfono. Casi me disloco el hombro al girar un brazo dormido hacia él.

    "Buenos días, señor Wildclown". Era Mary Redding. "Confío en que esté tan bien esta mañana como lo pasó anoche". Su voz era tan animada y alegre que quise disparar a Mary.

    "Sí, no está mal, ¿y tú?" Estaba ganando tiempo. Mi lengua se comportaba como una tira de cuero. Tenía que recuperar la práctica. "¿Estás en la oficina?", pregunté distraídamente. Mi cerebro era una tostadora que no expulsaba las tostabas, estaba al máximo y la tostada se quemaba y quemaba, quemaba.

    “Sí, cansada como el demonio, pero aquí. ¿Y tú? ¿Vas a bajar? ”

    “ Sí, en aproximadamente una hora ”. Sentí que todo mi cuerpo se volvía líquido casi en un dieciocho por ciento. Mi intestino se onduló con un dolor explosivo. “Quizá hora y media. ¿Qué hora es? "

    "Serán las diez, pero no hagamos carreras. Suenas hecho una mierda. Que sea la una en punto; tú pregunta por mí en recepción. Te acompañarán a la sala de redacción ".

    "Bien, gracias ", dije adiós, colgué. Elmo trajo el café. Arrugó la cara con asco cuando vio la papelera.

    "Jefe, debería dormir", dijo al final.

    "Los supermanes no necesitan dormir. ¿No lees cómics, Elmo? Intenté centrar la mente, superar las náuseas. Lo había hecho otras veces. Presiona lo suficiente y el veneno aún podría trabajar para mí.

    "Claro". Esbozó una confusa sonrisa cuando el recuerdo cruzó sus rasgos. “Antes de que sucediera el final. Cuando era niño ".

    Puso el café en el escritorio, cruzó la sala hacia la ventana, la abrió y se sentó en su silla. Debíia de haber depejado milagrosamente, porque la luz matinal era lo bastante intensa para atravesar las persianas y dividirlas suavemente en líneas de luz borrosa y oscuridad. Por supuesto, todo era bastante intenso.

    Mis nervios ópticos aullaban.

    Podía escuchar las tazas de café sobre el escritorio. Noté que la piel de Elmo tenía un brillo aceitoso.

    "Algún tipo de esmalte para el cuero", pensé, luego luché contra mis entrañas. Extendí la mano y probé el café caliente. Casi no bajó. El brebaje me rozó la lengua como metal oxidado, pero le di la bienvenida al calor.

    "¿Problemas, Jefe?", preguntó Elmo. Noté que él había estado estudiando mis rasgos.

    "Sí, resulta demasiado complicado ser un detective así. Dentro y fuera de la realidad. No puedo soportarlo ". Una brisa fresca por fin cruzó la habitación.

    Estaba tibia cuando me llegó.

    Su rostro se puso en blanco. "¿Qué es eso, Jefe?"

    "Nada, Elmo. Sólo que odio el mundo a veces. Es un cubo de basura. ¿Por qué la raza humana tiene que ser un grupo de cerdos codiciosos y malvados que se cortan y se mastican unos a otros en una irreflexiva carrera a la garganta? ¡Mierda, de todos modos solo hay basura y basura! ¿Qué demonios nos pasa? ¿Por qué no podemos sentarnos y disfrutar sin más de esta inmortalidad con la que nos hemos topado? No, nunca somos felices a menos que podamos destriparnos los unos a los otros. ¿Qué me hace funcionar? ¿Por qué no me abres las tripas y buscas el significado en mis intestinos? Har-haru, ¿cómo lo llamaban? Arúspices o algo así, sí, el significado de la vida en una pila de tripas. No hemos cambiado. No lo hemos hecho desde los romanos. Dios, probablemente desde antes de eso.

    “Piénsalo, Elmo. Dejamos de envejecer, dejamos de morir y seguimos muertos. ¿Pero qué hacemos? Encontramos formas de ganar dinero. Cortamos, quemamos y violamos todo antes de saber qué es. Como la forma en que hicieron hamburguesas con Adrian. Las personas no acaban bajo tierra cuando se mueren, así que oye, encontremos una manera de hacer que la vida eterna sea peor que la muerte ". Me detuve.

    Noté que estaba hablando con dos Elmos, así que respiré profundamente hasta que pasó la doble visión.

    "Lo siento, Gordo". La imagen del cadáver reptante de Adrian se coaguló en mi mente. "Solo estoy sobrio. Tengo que limpiar todo el veneno ".

    " Sí, Jefe ", dijo, asintiendo con tristeza. "Tiene un par".

    Abrí el cajón superior del escritorio, saqué el espejo y comencé a reaplicarme el maquillaje. Primero, me quité la mayor cantidad de cosas viejas que pude sin que Tommy me expulsara. Pero él estaba profundamente durmido. Tan pronto como pude sentir su espíritu comenzar a temblar, me detuve.

    Vi una cara plana y ancha en el espejo. Cuarenta años, estaba pálido con la pintura y hueco alrededor de los ojos manchados. El mentón tenía forma de paleta; la nariz era larga y aguileña. Los oscuros ojos azul verdosos le devolvieron la mirada, rodeados de cautela, preocupación y odio de sí mismo. Me pregunté por un momento, mientras volvía a aplicar mi sonrisa y ojos saltones, qué podía atormentar a un chico guapo como Tommy, perseguirle tanto, que tuvo que esconderse tras esta persona desequilibrada. No fue la primera ni la última vez que me hice esa pregunta.

    Miré a Elmo. "¿Cuánto tiempo hace que conoces a Tommy, esto... a ?" Claro está que si tu compañero de varios años te decía esto con toda seriedad, podría desconcertarte. Elmo simplemente sonrió.

    "He trabajado para usted, o lo conozco, desde hace catorce años. Por supuesto, hubo momentos en que desapareció. Pero unos dos seguidos ahora, años, es decir. Sin interrupciones. Y dos seguidos ahora, cuando se puso ... " Elmo movió una mano en un delicado movimiento de caricia sobre su rostro. Se refería al maquillaje. "Y, por supuesto, no siempre hemos estado en el negocio así". Hizo un gesto hacia la oficina. “Pero me gustan las cosas tal como están, Jefe. Sin interrupciones, sólo trabajo. ¿Hay algún problema? ”

    Se había referido a los primeros días, cuando Tommy desaparecería en gigantescos atracones durante meses. Elmo lo encontró en numerosas ocasiones, borracho y deprimido con algún grupo de ratas callejeras en la peor sección de Downings. No es que Elmo lo haya buscado. Esa era otra de sus reglas. Si el Jefe quiere estar solo, está solo. Solo había tropezado con él, "de vez en cuando".

    Elmo también me había informado que cuando Tommy solía ir sin maquillaje, y lo hacía con frecuencia, se había llamado JJ. Elmo no había podido explicar las iniciales, solo que durante esos momentos, Tommy había estado haciendo actividades de legalidad cuestionable.

    “Te lo agradezco. Y por si no te lo he dicho ... las veces que me recogiste ". Era Tommy a quien había rescatado, pero sabía que Tommy nunca se lo agradecería.

    Elmo solo asintió y pareció tímido. "Ha estado bien trabajo para usted". Siempre interesante. S-si no l-le molesta que lo diga, es usted un hombre cambiante, Jefe, y estos tiempos necesitan eso".

    Me puse en pie. La sala se dividió en imágenes separadas por un momento, y luego se resolvió en una. Me sentía entumecido y enfermo, pero mejor. Sabía que en aproximadamente una hora volvería a fumar en cadena. "Tengo que ducharme. Bajemos a la casa de baños, ¿de acuerdo? ”

    Antes de irme, deposité la papelera en el contenedor de basura frente al edificio, donde sabía que permanecería el próximo año, por si la necesitaba.

Capítulo 36

    La Gaceta de Greasetown se publicaba en un gran edificio de persuasión gótica. Imaginé de inmediato que su diseñador era un jorobado con tendencia a columpiarse de las muchas gárgolas que se alzaban de los contrafuertes de arriba. Las altísimas láminas de mampostería se elevaban hacia las nubes con una velocidad vertiginosa, ¿o descendían? No podría saberlo.

    Había lugares en la ciudad donde la contaminación y la lluvia constante habían borrado todo el color, donde en días particulares era difícil distinguir los edificios del cielo. Este edificio, que había sido de mármol blanco, tenía las feas manchas del escape de los vehículos y subproductos industriales. Se estaba desvaneciendo lentamente hacia el gris. Este también desaparecería con el tiempo.

    Cuando lo vi por primera vez, pensé en una catedral del infierno que se alzaba a mitad de camino de la calle principal empujando sus agujas por encima de los tejados de la oficina de correos y un decadente edificio de apartamentos.

    El cielo de color barro lo estaba absorbiendo todo.

    Entré por una enorme puerta giratoria que los elefantes podrían haber usado por parejas.

    En el interior, el vestíbulo era de todo menos gótico. Las luces fluorescentes transformaban un diseño de colores rosas y morados en un sueño de flores violetas. Una escalera doble rodeaba los dos lados de un diminuto mostrador de recepción en la pared del fondo. Podía distinguir la forma de alguien detrás. Una brillante luz blanca relucía en unas gafas.

    Mis botas golpearon huecamente el piso de mármol, enviando hacia arriba un ejército de ecos a las alturas. Me di cuenta al llegar al mostrador de recepción de que el tamaño del vestíbulo había distorsionado mi sentido de la escala. No era pequeño en absoluto Podría haber levantado y pinzado mis pezones sin ponerme de puntillas.

    "Hola". Mi voz hizo eco como si hubiera gritado. Las facciones de la recepcionista eran tensas, pero bonitas, bajo el cabello castaño claro. La delgada cara contenía el gastado y la amarga huequedad del autodesprecio. Sus ojos pedían ayuda, pero se negaban a decir de qué tipo. Por una liberación, quizá, o un cese. Una enfermedad común en Greasetown. No creo que le hubiera importado de una forma u otra, si le hubiera disparado o me hubiera casado con ella. Se vestía con el tipo de traje negro que podría llevar en su propio funeral.

    “¿Sr. Wildclown? ” Su voz sujetaba la frágil tapa que encerraba el erizante chirrido de clavos arañando el acero.

    "Sí", dije, sin querer pasar por la discusión obvia sobre cómo me conocía. "Estoy aquí para ver a la Srta. Redding".

    "Use el ascensor de la parte superior de la escalera hasta el quinto piso. La redacción está a la izquierda." Las palabras le salieron de la boca como los golped mecánicos de un telégrafo.

    "Tengo curiosidad", dije en un esfuerzo por ser amable. Rara vez funcionaba. Sobre todo cuando tenía los ojos rojos como la sangre y apestaba como un barril de whisky abierto. Pero hice el esfuerzo. "¿Qué demonios se hace en este edificio? Quiero decir, es un gran edificio. Hice un gesto hacia las altas paredes de mármol."

    "Publicidad", dijo secamente antes de repetir vagamente. "Publicidad".

    "Oh", dije, uniéndome a ella en la diversión. "Oh".

    Caminé hasta las escaleras y las subí. La cálida barandilla de mármol me habló sobre el poder y la cooperación con el poder. La piedra tenía un brillo aceitoso de retorcida ética y complacencia. La energía no era barata en Greasetown, del tipo eléctrico. Había apagones cada dos días. Pero aquel lugar estaba iluminado como el cielo.

    Me esperé ver al buen Señor mismo, (el pelo de recién levantado enmarañado hacia arriba, el albornoz de felpa rosa bien cerrado bajo la barba, el cepillo de dientes y la taza para las gargaras en la mano), salir del ascensor camino al cuarto de baño.

    Las puertas del ascensor se deslizaron hospitalariamente cuando presioné el botón. Sin dios emergente.

    Dentro, la cabina móvil me cantaba canciones de una edad medio olvidada. Quienquiera que fuera el idiota que disfrutaba cantando bajo la lluvia, definitivamente amaría a Greasetown.

    Bajé en el quinto piso mientras un melancólico sargento de instrucción cantaba una canción de marcha sobre la ciudad de Nueva York, lo único que podía llegar hasta allí ahora tenía agallas. Un letrero marcado "Sala de prensa" apuntaba a la izquierda. Seguí por una alfombra hasta los tobillos que me succionaba las botas. Había olvidado cómo era cuando la gente tenía dinero y quería que lo supieras. El sonido de las máquinas Photostat me saludó.

    Un hombre delgado y calvo, leyendo una bobina de papel que fluía detrás de él como una capa, chocó con mi hombro. Me miró con gafas semicirculares. Pude ver la mitad inferior de mi cara reflejada maníacamente en ellos.

    Sus ojos parpadearon, se abrieron.

    "¿Quién...?" murmuró.

    "¿Quién?", repetí, todavía hablando recepcionisnés. "Soy de Cosméticos Hermanos Ringling. Para ver a la Srta. Redding.

    Su naricilla puntiaguda se arrugó. "Está borracho... llamaré a seguridad".

    "Solo si traen su propio whisky, muchacho. No he venido para hacer de primo. ¿Dónde está la Srta. Redding?" Yo estaba nervioso y en mitad del sudor frío de la desintoxicación. Si este pajarillo no quería que me lavara las mejillas con su sangre, tendría que dejar la actitud de "soy más santo que tú".

    “¿Srta. quién?" Nos estaba llevando de vuelta al principio otra vez.

    "Redding", dije poniendo pecho en ello.

    "Oh". Pareció herido o suspicaz. No supe cuál. Mi intuición todavía se estaba secando. "Allá". Señaló con un jaleo de papel. Mis cigarrillos almizclados y el aroma de whisky desintoxicante debieron de haberlo asustado. Una ducha solo puede limpiar la piel. Mis poros bombeaban los venenos como pequeñas fábricas.

    "Nueve... nueve, por allá", tartamudeó; su cuello se dobló hacia atrás como un cisne mientras miramos hacia una división del laberinto de divisores.

    "Gracias", le dije dejándolo con su parpadeo de lechuza.

    Mis botas se aferraron a una tira de alfombra bien manchada. Café, mostaza, condimento, cenizas de cigarrillos, todo pisoteado, pisoteado y pisoteado sobre lo que antaño había sido una pila de alfombra. Parecía un camino de tierra ahora. Me detuve en los divisores rojos, miré por encima.

    Mary Redding me miró por encima de sus gafas. Su escritorio estaba lleno de papeles. Contenía una máquina de escribir y un rebosante cenicero. Estudió mi cara y me sonrió nerviosamente. "Todavía no puedo creer lo de anoche".

    Sonreí. "Yo sí. Eso es lo que hace la vida tan interesante para mí. Me lo creo todo. No hay nada que me sorprenda. Podría abrir un puesto de adivino y decirle a la gente exactamente lo que quieren escuchar. Da igual lo rara o extraña que sea la idea, espero que alguien la haga realidad. Es cierto. La gente dirá, ¡Yo nunca haría eso! Y mira. Tarde o temprano los pillas haciéndolo. La mayor parte de la raza humana está en completa negación. Aún intentan abanadonar el instinto del mundo animal ".

    "¿Estamos gruñones hoy, verdad, Sr. Wildclown? " Se levantó y extendió una mano. "No pretendía herir sus sentimientos".

    "Oh, no son mis sentimientos, me los han prestado". Le estreché la suave mano. Un recuerdo de la noche anterior hizo que Tommy se moviera donde más le gusta. Dejé caer su mano y palmeé mis bolsillos hasta encontrar un cigarrillo.

    Hubo un tiempo antes del Cambio en el que no se permitía fumar en los lugares de trabajo públicos, pero había esperanza por aquel entonces. La gente quería vivir para siempre de verdad. Encendí uno y miré a Redding de arriba abajo.

    La Srta. Redding llevaba un traje a rayas, grises y negras. Vi sus fuertes pantorrillas sobresaliendo de la falda ajustada hasta las rodillas. Zapatos negros albergaban sus anchos pies. Alcé los ojos. Los suyos eran azules y expectantes. La hendidura entre ellos tembló para su reconocimiento.

    "¿Puedo ver sus archivos?"

    Me sonrió. "Claro, Sr. Trabajo". Sus dientes se parecieron momentáneamente a los de un tiburón. "Venga conmigo".

    La Srta. Redding caminó por el espacio entre unos treinta cubículos hacia una habitación al fondo. Ignoré las miradas de asombro de los periodistas que tosían en su café al verme pasar. Eran extraños fragmentos angulares de rostros, echando rápidas miradas sobre los bordes y alrededor de las esquinas de sus divisores de oficina multicolores.

    Mary se volvió y, con el barrido de una mano, hizo una reverencia. “La Biblioteca, Sr. Trabajo. O más cariñosamente, la Morgue.

    Detrás de ella, la pared frente a mí estaba llena de numerosas bandejas anchas, de unos cuatro metros de ancho. Un viejo urraca con visera de póker y un chaleco de ante marrón levantó la vista de un archivo que estaba examinando. Me miró con asombro y echó un vistazo a la Srta. Redding. Sonreí. Me arrugó el labio inferior. Casi me reí cuando miré hacia abajo y vi sus zapatillas de tartán.

    "Oh, señorita... señorita, Redding. ¡Lo siento! Tenga, puede hacerse cargo. Ya casi estoy." Comenzó a ordenar sus archivos. Había una extraña urgencia en sus modales.

    “Hola, Morris, relájate. No hay prisa." Mary se acercó y le puso una mano en el hombro. "Tómate tu tiempo".

    "Oh, sí, ciertamente, Srta. Redding". Me miró. "Ya me iba". Se echó los archivos bajo el brazo y se fue.

    “¿Qué mosca le ha picado? ¿Fobia a los payasos?" Vi a Mary negar con la cabeza. —Cristo, qué enérgica eres, Mary. Dijiste que llevas aquí tres meses. No pierdes el tiempo ".

    Mary sonrió y pasó una mano por mi brazo. "Es solo un viejo que tenemos trabajando aquí. Quería ayudar, así que lo dejamos. Creo que sufre de escapadas voluntarias. Está seguro de que se interpondrá en el camino y de que le pediremos que se vaya ".

    " Oh, mala suerte para Morris ". Volví a mirar las anchas bandejas. Dos botones verdes sobresalían de la pared a la izquierda de ellas. Mary se acercó y puso una mano sobre los botones.

    "Son nuestros archivos impresos, también hay microfilm ... en la parte posterior". Presionó el botón superior. Las bandejas anchas descendieron con un gruñido mediante un simple mecanismo de cadena y engranaje. “¡Gracias, Dios, por la copia impresa! Los malditos ordenadores no sirven para nada. Los genios de Microsoft siguen diciendo que resolverán los errores, pero han pasado cincuenta años y sólo están empeorando ", ella suspiró. "El otro botón los muestra".

    "Gracias", dije caminando hacia los archivos de la pared. “Prefiero algo a lo que pueda meterle mano”. Probé el botón inferior: las bandejas se movieron hacia arriba.

    “¡Y qué manos!” La Srta. Redding avanzó un paso y me besó suavemente en la mejilla. Se apartó con la nariz, la barbilla y los labios blancos.

    "Nunca me acostumbraré a eso", dijo, mientras se limpiaba las marcas de la cara con los dedos.

    "Puede que no tengas que hacerlo", le dije crípticamente mientras le guiñaba un ojo y ella salía de la habitación. La vi irse. No había nada como caderas anchas en una mujer construida para ellas.

    Dirigí mi atención a los archivos y descubrí que si giraba las bandejas demasiado rápido, mi cabeza empezaría a nadar. Pronto encontré el archivo de los bebés fantasma. La Gaceta, junto con el edicto de la Autoridad, había adoptado un nuevo sistema de citas. Algún grupo de cabildeo por respeto histórico y perspectiva finalmente había conseguido que el D.C.se cambiara oficialmente a N.E. para la Nueva Era. Era positivo, vago y amigable, exactamente algo con lo que la raza de responsabilidad esquiva y los hombres de relaciones públicas se sentirían cómodos.

    Noté que las llamadas de bebés fantasma habían comenzado aproximadamente seis meses después del Cambio. Fueron días extraños también. Toda una generación acababa de nacer muerta. De todos modos, todas afirmaban que tenían uno vivo. Nada se podía probar. Había engaños, algunos niños para siempre, los niños en el momento del Cambio, fingían ser un recién nacido.

    Pero ese tipo de cosas se extinguieron con el tiempo, ya que las mentes de los niños para siempre crecieron hasta la mediana edad y la desesperación, antes de desaparecer en los campos de educación de la Autoridad, la prostitución ilegal, los anillos de pornografía o fuera de las ciudades.

    Revisé los archivos. Había un montón de historias. Parecían ser de 35 estudios de la Autoridad de los EEUU en ese momento. Se intentó todo lo artificial.

    Entre el 40 y el 45 de la N.E., la Autoridad declaró muerta a la raza humana, aunque alentó a la gente a seguir intentándolo. 50 N.E. y la Gaceta seguía recibiendo un promedio de veinte llamadas al año, un efecto secundario cada vez menor de la creciente desesperación que se apoderó del mundo.

    Recogí el grueso paquete de recortes y me tambaleé hacia el escritorio al lado del ordenador. Los arrojé sobre él con una explosión. Por el rabillo del ojo, capté un destello de luz blanca de la mesa y detrás del ordenador. Quería ignorarlo, pero traté de recordar las reglas de los detectives. No deseches pruebas a menos que se puedan usar en tu contra.

    Alejé el ordenador de la pared (era un condenado pisapapeles de todos modos) y luego, a ciegas, arrastré un brazo detrás de él. Doblado en esa posición, me palpitaban las sienes: superé la necesidad de caer en coma.

    Mi mano se levantó borrosa de polvo aferrando una página arrancada de un cuaderno. En ella venía escrito:

    Especial para Harker Gris, Owen, llamó al 9 de mayo del 48. Quería información sobre el bebé. Dicho en caso. Sin conexión con la Autoridad. Secuestro.

    Caminé rápidamente hacia el escritorio de Mary y le mostré el periódico. "¿Conoces alguno de estos nombres?"

    "Hmm", murmuró mientras lo escaneaba. Me miró con curiosidad. "Preguntaré por ahí". Dejó su escritorio y caminó hacia alguna de las oficinas con puertas. Pasé un minuto mirando un ojo que había aparecido en una grieta en los divisores de la oficina.

    "¡Buu!", dije. Desapareció. Mary regresó.

    “James Harker. Solía ​​trabajar aquí hace unos dos años. Sin embargo, renunció, se unió a una banda, creo. "

    " ¿No conoces a un Gris o un Owen? "

    " No. " Ella dudó, sus ojos miraban profundamente los míos. "¿Y tú?"

    "No. ¿Sabes dónde trabaja Harker? "

    " No, pero la nómina debe tener un registro de dónde enviaron su indemnización ". Parecía preocupada. "Además, los viejos reporteros tienden a mantenerse en contacto".

    "Gracias", dije y volví a los archivos. Encontré un artículo del 45 NE sobre los adoradores de las Doce Estrellas. Eran fundamentalistas que sentían que se acercaba el Segundo Advenimiento. Como decía el hermano Godin, líder de la congregación de Greasetown, “Estaba escrito en Revelaciones. Todos seremos conducidos frente a Su trono y a Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el gobernador de los reyes de la tierra ".

    El hermano Godin se mantuvo durante algún tiempo. Parecía que necesitaba unas vacaciones. Debió de haber dicho: "Debemos armarnos" unas treinta veces. Miré su foto y quedé bastante convencido de que no querría que mi hija saliera con él. Su truco no era nada nuevo.

    Había alrededor de cincuenta iglesias con perspectivas similares. Pero las Doce Estrellas era la más grande de esa clase. Había oído hablar de ellos, pero me mantuve alejado por instinto.

    Tenía demasiado en qué pensar y seguir con vida. Ya me ocuparía de la muerte cuando viniera a por mí. Sin embargo, hubo un giro siniestro en el mensaje de las Doce Estrellas, cuando hablaron de un Eterno Reich.

    Se las habían arreglado para mezclar el nazismo con el fundamentalismo cristiano, y combinaban sorprendentemente bien.

    Mis ojos volvieron a la imagen del hermano Godin. Un broche colgaba alrededor de su cuello en una cadena. Una esvástica de acero se ahuecaba suavemente en la parte ovalada de un Ankh egipcio.

    Actuando por impulso, volví a los cajones de archivos y busqué historias de homicidios. Efectivamente, encontré cuatro cajones completos dedicados al asesinato. Estaban ordenados cronológicamente, pero el gran volumen de historias me mantuvo buscando treinta minutos antes de localizar el archivo de Alan Cotton. Encontré copias de las notas de la Srta. Redding y otros detalles.

    Encontré una fotografía de un permiso de conducir, ennegrecida en los bordes y muy dañada. También encontré una fotografía descolorida del Sr. Cotton de la década de los 1970: un peinado pulido y gafas de culo de botellas. Mary debió de haber estado trabajando en el caso y desenterrado de algún lugar antes de que cayese la orden mordaza.

    Mientras miraba una foto de la Autoridad de la escena del crimen, y la hamburguesa roja que era el Sr. Cotton, me di cuenta de que alguien debía de haber proporcionado esa foto de Cotton.

    Nadie podría identificar el cuerpo.

    Volví a mirar el permiso de conducir. 333 de Alturas Marinas, Villa Vicio. Hice memoria. La Sra. Cotton afirmaba que no había hablado con nadie, aparte de la Autoridad. Luego alguien en la Autoridad debió de haberle entregado al periódico la antigua foto. Esto implicaba que alguien estaba a favor de desenterrar la verdad. ¿El amigo de la Srta. Redding? La copia del permiso se puede obtener fácilmente de la oficina de tráfico.

    Me metí las notas en el bolsillo y el informe de Harker, puse en su cuna el archivo del bebé y regresé al escritorio de la Srta. Redding. La miré por encima de la pared del cubículo.

    "Estás preciosa cuando se te dilatan así las fosas nasales", le dije. Eso era cierto. Tales contracciones sensuales tenían una atracción carnal irresistible para mí.

    "Qué romántico". Ella sabía que yo estaba a punto de irme. "¿Puedo pasarme después?"

    "Estaré fuera", dije con dureza. "Aunque te llamaré".

    Pareció abatida.

    "Lo siento, pero soy un payasete muy ocupado. Gracias por dejarme usar los archivos ". Miré a las bocas abiertas de los compañeros de trabajo de Mary. No pude resistirme. "Es una vieja historia, payaso conoce a chica; chica conoce a payaso ".

    Me fui, sin sentirme realmente mal por la Srta. Redding. Ella tenía casi cien años, después de todo. Me encontré a la pequeña lechuza esperando el ascensor. Me puse en pie y me incliné sobre él.

    Se alejó de mí.

    “Disculpe. ¿odría responderme a una pregunta?" Dije esto con sólo el más ligero rastro de rencor.

    "Sí". Tragó un gran trozo de aire.

    "¿Qué hace Morris en la Morgue?"

    "Oh". Los ojos saltones del tipo parpadearon. "Él es el bibliotecario. Mantiene nuestros registros en orden ".

    " ¿Cuánto tiempo lleva trabajando en el periódico? "

    Me mostró los ojos de lechuza. "Desde el Cambio".

    "Gracias", dije, me di la vuelta y me preparé para el asalto de Muzak que estaba a punto de sufrir.

Capítulo 37

    Era jueves por la noche y oscurecía. Había comido un sándwich, y luego dejé a Elmo en la oficina para hacer de secretario. Tomé el Chrysler, aunque mi destino no estaba lejos.

    Así es como la gente consigue grandes traseros. No es que yo lo tenga, o Tommy, pero así es como sucede. De repente no podemos ir a ninguna parte sin coche.

    Entré en una habitación oscura. Había un tenue brillo de cuernos de latón en un escenario frente a mí. La música que tocaban era sensual y rítmica, me recordó al sexo. La psique de Tommy respondió típicamente.

    Me ruboricé y aprecié el maquillaje.

    Me acerqué a la barra, soy bueno paseando, pasando mesas poco iluminadas e invitados oscuros. Podía sentir sus miradas al pasar. Al apoyarme pesadamente en el mostrador, pedí un whisky a una mujer con cabello mustio y un collar cuádruple de perlas que le daría problemas de espalda a un buey.

    Cuando colocó mi vaso en la barra, me dio una mirada de "por qué no creces," lo cual era raro en Greasetown. La mayoría de las personas están aturdidas o asustadas. Luego sonrió como un hambriento oso pardo y volvió a fumar su cigarrillo junto a los grifos de cerveza.

    La bebida estaba demasiado caliente para mí. Me bebí la mitad antes de que mi estómago saltara como si me hubiera tragado un estoque para el ganado. Puse el vaso sobre la mesa y miré a través de la penumbra. En el Gaceta me habían dicho que el músico Jimmy Harker, alias James Harker, periodista, había renunciado a la búsqueda de la verdad por una vida nocturna, mujeres y aplausos. Al mirar a mi alrededor, noté que Jimmy necesitaría visión infrarroja para ver a cualquier mujer aquí.

    Estaba tocando con una banda llamada Perros del Swing.

    Yo había llamado a algunos bares y preguntado a los gerentes sobre la banda. En mi cuarta llamada, me había dirigido a un lugar llamado Crisco. Hasta ahora, Crisco era poco más que una gran colección de oscuridad. Debían de ahorrarse millones en personal de limpieza. Mis botas se deslizaban como patines de hockey sobre el suelo húmedo. Había algo en ellos que resbalaba como el aceite, pero que se pegaba como pegamento cuando dejabas de moverte.

    Harker tenía bigote y coleta de cola de caballo. Como había dicho la mujer de contabilidad, tocaba la trompeta, y muy bien, por el sonido de la misma. Noté que en la oscuridad, tendría tantas posibilidades de ver un bigote como de ver el cielo.

    Por una vez, no tenía cigarrillos encima. En lugar de eso, opté por aclararme la garganta repetidamente: estaba quemada. Escuché la música e intenté imaginar lo que me había traído aquí.

    La banda se detuvo en medio de una canción. Los escuché hablar en tonos apagados, y luego alguien se rió. Continuaron donde lo dejaron.

    Se estaban calentando. Su primer repertorio probablemente no era hasta las nueve o nueve y media. Eché un vistazo a un reloj en la barra en una enorme réplica de una cerveza popular: había hielo en la botella y todo. Eran las ocho y media. La banda se detuvo nuevamente, un baterista dejó escapar su frustración con un redoble. Compartí su angustia.

    ¿Por qué estaba en Crisco viendo a los Perros del Swing, buscando a Jimmy Harker para preguntarle sobre bebés y nombres extraños como Owen y Gris?

    Un frío carámbano de miedo se abrió paso en mi interior.

    ¿Qué me estaba impulsando ahora? Se suponía que debía averiguar quién había matado a Cotton. Supongo que todas las charlas sobre bebés, Regenérica y las historias de bebés fantasma empezaban a hacerme efecto.

    Por un momento, comencé a preguntarme quién tenía el control. Tommy había estado actuando de manera extraña. Eso había comenzado desde el caso Billings.

    Durante dos años habíamos trabajado bien juntos. Yo tomaba el mando y no escuchaba nada de él, ahora ...parecía estar al tanto de mis acciones. Ese extraño sueño que tuve: ¿de qué trataba todo eso? Había algo fuera de control.

    Tommy había estado callado durante mucho tiempo. Parecía aprobar la dirección que estaba tomando el caso. ¿Pero qué dirección era esa? Definitivamente quería saber quién había cortado a Adrian, pero no me pagaban para eso. Era obvio que los casos estaban relacionados.

    Tuve que advertirme. Espera, detective. No estás dando por sentado este extraño Nuevo Mundo. Estás luchando contra la corriente. A continuación, te preguntarás quién eres realmente.

    Eres detective, eso es todo lo que importa. Cotton puede esperar; tienes que ir con tu instinto.

    La música se detuvo. Fue remplazada por el fuerte silencio de la multitud. Las luces se encendieron. Creo que alguien encendió una vela. Podía distinguir las tenues formas de los músicos que salían del escenario, revoloteando a través del murmullo de una cortina al fondo del escenario.

    Me volví hacia la camarera y la pillé mirándome. Le indiqué que se acercara.

    "Dime, guapa", canté. No estaba exagerando. Era bastante bonita tras todo aquel maquillaje, y su figura era sólida y parecida a una pantera bajo del llamativo spándex púrpura. “¿Los músicos tienen una habitación allí atrás?”

    “¿Te conozco?” Dijo ella inclinando la cabeza de lado a lado.

    “¿Tienes que conocerme para responderme?”

    “Es que tengo esa impresión”. Entornó los ojos.

    "Todo niño ama a un payaso", respondí con soltura. No podía creer la poca paciencia que tenía. "¿Se quedan allí entre series?"

    "Sí". Ella continuó mirando y sonrió de nuevo. “Te pareces a alguien que conocí. Sin el maquillaje." Ella se rió y chupó su cigarrillo. "Ahí es donde se quedan. No se les permite beber hasta el último repertorio ". Dio una carcajada. "Como si alguien les obligara a cumplir esa norma..."

    "¿Conoces a Jimmy Harker?"

    Me sonrió. "Claro, un chico con buen culo".

    "Bien", me burlé. "Solo tengo que buscar un buen culo".

    Salí del bar y me dirigí al escenario, solo tropecé dos veces. Empujé la cortina a un lado y entré en una pequeña habitación. Un retrete rugió desde un pequeño nicho al fondo iluminado por una cegadora luz fluorescente. Salió un hombre negro alto y delgado. Su mano se movíia como una araña sobre la mosca.

    Dos sofás de vinilo corrían a lo largo de la habitación a cada lado de mí. Estaban ocupados. Un hombre de unos cuarenta años se sentó más cerca de mí. Su piel negra brillaba en azul con la extraña luz. Llevaba gafas de sol que debían de dejarlo completamente ciego en la habitación de afuera. Tenía una coleta en forma de látigo que le brotaba de la parte superior de la cabeza y le caía por la espalda como seda. Su bigote era afilado como un cuchillo.

    Me miró; también lo hicieron los otros miembros de la banda. Eran un par de hombres blancos en edad avanzada que parecía que les faltaba viento para soplar sus instrumentos, y otro era un gran asiático muerto. Este rasgueó su bajo resueltamente. Me sorprendió la cantidad de masa que tenía para un hombre muerto. Quizá luchaba sumo en su tiempo libre.

    "¿Qué coño quieres?" Esto vino del negro que yo había pillado saliendo del baño.

    "Estoy buscando a Jimmy Harker. Me han dicho que toca con vosotros, chicos." Sonreí.

    “Pues la gente te dice muchas cosas, apuesto, "el hombre negro se burló beligerantemente. “Jimmy solo se toca él mismo”.

    “Pues quiero hablar con él”. Deseé por un momento haber venido desarmado. "Mi nombre es Wildclown, soy detective privado".

    El tipo con bigote y cola de caballo se echó a reír. “Un nota privado, y una mierda, venga ya. ¿Quién demonios eres? "

    " Escucha, sólo quiero hacerte un par de preguntas ". El espíritu de Tommy se encendió. "No hay ningún problema. ¿Es que todos en esta ciudad tienen un chip en el hombro? No se puede comprar un periódico sin entrar en una pelea a puñetazos ".

    Los dos viejos se echaron a reír ahora. Obviamente no eran los líderes. Los fulminé con la mirada. No había mucho más que pudiera hacer.

    "Muy bien, es un payaso gracioso, gracioso. Te has echado unas risas." Sonreí como un idiota. "Por suerte para ti, estoy de buen humor hoy. Estoy buscando a Jimmy Harker ".

    El compañero más cercano a mí se puso en pie. Me sacaba un buena cabeza de altura. "Soy Jimmy Harker. ¿Quién eres? ”

    “ Tocas la trompeta de miedo ”, dije débilmente.

    “Toco el saxo”, me dijo, e inmediatamente maldije a la mujer de Contabilidad.

    “Saxo, saxo. Lo siento, se me mezclan las cosas." Fruncí los labios. "No soy músico".

    "¿Y?" Me miró, dejé que sus ojos me recorrieran la forma.

    "Está bien, tal vez si apelo al sabio caprichoso que hay en ti". Sonreí de nuevo, eché fuera el pecho, (no era viejo ni nada, soló saqué pecho). “Acabo de llegar de la Gaceta. Estoy trabajando en el caso del bebé fantasma ".

    Su rostro se puso en blanco y luego se oscureció como si alguien lo hubiese dejado al sol demasiado tiempo.

    "Bebé fantasma", dijo sonriendo y negando con la cabeza. "Anda ya".

    "Hablo en serio". Me señalé la cara de payaso. “Por Cristo que seguro podéis apreciar una idiosincrasia. Sois artistas. Dios, ¿adónde va a parar el mundo si los artistas se vuelven críticos?

    Todos comenzaron a reír ahora, incluso el luchador de Sumo. Sus pulmones muertos vibraban como estirados neumáticos de goma. Sonreí. No tenía nada más que hacer. Por dentro, podía sentir a Tommy clamando por el control. Aunque yo lo tenía dominado. Un día completo de desintoxicación lo dejaba agotado. Aun así, se las arregló para mover mi mano del arma dentro y fuera de la funda.

    Los Perros del Swing parecieron tomar el gesto como una amenaza. Dejaron de reír.

    Harker se acercó a mí. Se quitó las gafas de sol. Mis brazos se doblaron instintivamente para atrapar el golpe de un cuchillo. Pero no tenía cuchillo, sólo me apuñaló con los ojos. Eran duros puntos nocturnos.

    "¿Qué coño quieres?" Su voz era seria con un débil matil de miedo. Quise explotar ese miedo, pero ese tipo de manipulación puede volverse rápidamente contra ti cuando estás en la trastienda de un bar con un grupo de tipos que no conoces.

    “Solo hacerle algunas preguntas. Eso es todo. Luego vuelves a tu vida, Harker. No voy a buscar a nadie ". Mostré ambas palmas vacías como prueba.

    Los ojos de Harker parpadearon con algo similar al reconocimiento.

    "Pregunta". Se puso las gafas de sol.

    “Entró un hombre hace dos o tres años; estaba de alguna manera conectado con un secuestro. Se llamaba Gris o Owen, quizás ambos. Se busca información sobre el bebé. Aquí ". Le entregué el informe que había recogido en la Gaceta. Lo miró y noté que tenía los hombros redondos y la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado.

    "¡Bueno, mierda!" Se levantó la gafas de sol.

    "¿Qué?"

    "Esto tiene gracia". Harker me miró de nuevo y sonrió. "El nombre de Guy era Owen Gris. Creo que solía trabajar para la Autoridad antes de ser un don nadie. Seguro como el infierno ya no es de la Autoridad. Debo de haber hablado con él doce veces en total. Apareció un día haciendo preguntas sobre el bebé fantasma. Dijo que era detective. Personalmente, creo que era un maldito borracho, siempre olía a alcohol. Pero oye, vive y deja vivir ¿verdad? El Cambio ha sido duro para todos. De todos modos, dijo que estaba buscando a una niña desaparecida. Una niña rica, padres buscándola. Le dejé mirar los archivos, ¿por qué no? Sin embargo, el hijo de puta intentó usarme como biblioteca, regresó varias veces. No podía adivinar por qué estaba interesado en el bebé ".

    " ¿Qué tiene de gracioso eso? "

    " ¿Estaba tratando de pensar a quién me recordabas? " Golpeó la nota. "Él. La forma en que hablas ".

    " Es un truco de detectives ". Mi cuero cabelludo se erizó. "¿Sabes el nombre de la chica que estaba buscando?"

    "Oh, mierda. No. Hace dos o tres años, maldita sea, que recuerde." Negó con la cabeza y me devolvió el informe.

    Alcé los dedos. ¿Dos o tres años? ¿Cuál?

    Harker se frotó la barbilla. "Creo que un poco más de dos, sí, justo antes de dejarle. ¿No es así, Chang?"

    El gran oriental asintió, levantando dos dedos gruesos.

    "¿Sabes dónde puedo encontrar a Gris?" Observé mi tenue reflejo en las gafas de Harker.

    “No. Desapareció. Lo recuerdo entrando por última vez. Parecía realmente nervioso, eso era gracioso en él, ya que era un tipo tan grande, alto como tú, pero mucho más pesado. Uno de esos gargaristas de vaso, como un boxeador inútil con los dos puños, ya sabes. De todos modos, llegó en ese momento con aspecto asustado, quería hablar conmigo, había estado presente en el momento del crimen. Me senté con él, incluso le di una taza de café. Sin embargo, perdió interés de pronto en hablar porque se lo bebió y se fue ”.

    Podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas. "¿Qué te dijo?"

    "Nada". Harker negó con la cabeza y luego volvió a sentarse en el sofá. Levantó su saxofón, sus manos tocaron las teclas nerviosamente. “Se tomó el café y se fue. Nunca lo volví a ver. ”

    Lo miré fijamente. "Nada, simplemente desapareció".

    "Pug". Harker hizo un movimiento de nube que desaparecía con las manos.

    “¿Y no te dio un número de contacto, la dirección donde trabajaba? Eras periodista; debiste de haber llevado un cuaderno ".

    " No usas un cuaderno tanto tiempo. Cristo, gastas cien al año. No podría decirte un número. Lo siento." Hizo una pausa y se rascó la cabeza. "Me viene a la mente Gritburg. Pero eso es una suposición ".

    Le di una de mis tarjetas.

    "Gracias", dije, y giré sobre mis talones para irme, luego me detuve. Eché un vistazo sobre el hombro. "Dijiste seguro que Gris que ya no era de la Autoridad. ¿Supongo que te basas en el probre guardarropa? "

    " No, Gris vestía bien, sencillo pero bien. Supe que no era de la Autoridad, porque acababa de hablar con un chico de la Autoridad sobre el bebé fantasma ".

    Sentí que el sudor me mojaba la espalda. “¿Quién?”

    “El inspector Borden. Lo llamaba cada vez que teníamos algo ".

    Mi mandíbula cayó. Luego me recompuse, "supongo que todavía lo están haciendo, en la Gaceta". Continué mirando por encima de mi hombro izquierdo. “Llamando”.

    “Oye, era una de esas cosas. Haces lo que la Autoridad quiere ". No pudo ocultar el orgullo herido en su voz.

    "Gracias". Me fui, y en segundos me encontré en la calle. Me dolía el cerebro con todas las pequeñas ruedas dentadas girando a la vez. Mi estómago fue un bloque de hielo mientras conducía de regreso a la oficina.

Capítulo 38

    En el pasillo, estaba oscuro. Desde algún lugar delante de nosotros vino el loco chillido de placer-dolor y la risa de una mujer. Después de eso, un hombre se rió frenéticamente, como un burro. Eso venía de los contables que alquilaban oficinas en el pasillo frente a mí. No me gustaron. Tenían demasiada mugre bajo las uñas para ser contables.

    Destrabé la cerradura de la puerta de la oficina, la abrí un poco antes de escuchar un crujido. Saqué el arma y empujé la puerta con ella. El despacho interior estaba oscuro, pero pasaba suficiente luz por las persianas para exponer las esquinas en barras de color gris. Nada. Bajé la vista. Un sobre yacía arrugado a mis pies. Me incliné, lo recogí. Elmo era una sombra detrás de mí.

    Salimos a cenar tarde cuando regresé de Crisco. Necesitaba el combustible. Demasiada desintoxicación y correr, y el insomnio. Elmo vino para hacerme compañía. No había dicho una palabra. Era perfecto. Habíamos parado delante del edificio a eso de las once y media.

    "Vamos, Gordito". Crucé la alfombra, abrí la puerta interior de la oficina, encendí la lámpara del escritorio y me dejé caer en mi silla. Giré el sobre, pasé un pulgar bajo la solapa y lo abrí. Dentro había un mensaje escrito apresuradamente a lápiz sobre octavilla. Decía:

    “Sr. Wildclown. Acuda, por favor. Hotel de Arizona. Tengo algo que quiere. Nombre Nancy Smith. "

    Bueno, yo quería muchas cosas. Quería mi propio cuerpo. Quería más dinero y quería un trago, muchas cosas. Quería una cabaña cerquita de un arroyo, donde pudiera llevar a mi sobrino a pescar. Podríamos pescar algo grande, lacarlo y clavarlo en la pared. Yo quería un sobrino. Quería estar debajo de Nancy Smith. Especialmente quería encontrar a la persona que había escrito el mensaje. También quería saber cómo me conocía. Una mano femenina fuerte había escrito Jan Van Reydner entre las líneas azules en la parte inferior de la página.

    "¿Qué hora es, Gordo?", pregunté mirando por las persianas.

    "Justo después de las once y media". Su voz era fáctica.

    “No es demasiado tarde para llamar a una dama”.

    “El mejor momento para eso”, dijo Elmo y le dio vida a su rostro con una sonrisa.

    "Es mejor que lleves un calentador", dije mientras comprobaba la acción de mi arma. "No estoy seguro de qué tipo de recepción vamos a tener".

    Elmo sonrió. Le gustaba llevar un calentador. Se suponía que los muertos no debían hacerlo.

Capítulo 39

    Miré el cartel. Las letras que componían "Arizona" estaba pintadas para parecerse a algo blando dejado demasiado tiempo al sol. Se derritieron y chorreaban en gotas amarillas sobre la palabra "hotel". Un sol brillante golgaba en la esquina superior derecha del letrero. El sudor saltaba de él en grandes y gordas gotas.

    Una mirada al hotel de Arizona me recordó al Marruecos, pero sin cúpula árabe. En lugar de eso, un desvencijado toldo amarillo y marrón cubría la pasarela que conducía a la entrada. La tela se había rasgado en muchos lugares y todo gemía tanto con la brisa que tuve que imaginar el aullido que provocaría una tormenta de viento.

    El edificio en sí estaba deteriorado, sucio y las ventanas se habían reemplazo con cartón en algunos lugares. Estábamos en Downings de nuevo. Sin Reinas esta vez. Elmo y yo subimos los escalones de la entrada, entramos. Cruzamos una roída alfombra y llegamos a una recepción igualmente destartalada. Un pequeño hombre de las Indias Orientales estaba encaramó tras él. No nos notó por un segundo o dos, el tiempo suficiente para que yo viese el título del libro que estaba leyendo. Radio Planeta.

    Era un libro barato de bolsillo con la portada de hombrecillo a punto de luchar contra una hormiga gigante. Por alguna razón, el hombrecillo llevaba leotardos. Quizás era ese el mejor equipo para luchar contra hormigas gigantes.

    "¡Ajem!" Me aclaré la garganta. El empleado saltó. "No se preocupe, no soy una hormiga gigante, está a salvo".

    Avergonzado, arrojó la novela al cajón del escritorio y se puso en pie, nervioso.

    "Sí, ¿en qué puedo ayudarle?" Hizo pájarillos nerviosos con sus manos. Se agitaban arriba y abajo frente a la chaqueta roja.

    "¿Este es su primer trabajo, hombre?"

    De repente, sus ojos registraron lo que estaba hablando, un gran payaso. Se apretaron fuertemente como atrapamoscas Venus. "¿Qué, quién...?"

    "Dónde, cuándo y por qué", le dije y sonreí. "Pero haré yo las preguntas. Soy el detective Wildclown Me dijeron que me encontrara aquí con alguien de nombre Nancy Smith. Sonreí. “El nombre ... Nancy Smith. Sé que es tarde, pero somos miembros de un grupo anónimo insomne. ¿Cuál es el número de su habitación? "

    " Oh, er, claro, un momento ". Me lanzó la mirada "Ahora lo he visto todo " y casi volvió corriendo a una pared de cubículos de madera. Su cabeza se balanceaba hacia adelante y hacia atrás como una víbora y luego atacó una mano.

    "Número 602, Nancy Smith". Miró atrás y sonrió.

    “Gracias, ha hecho un buen trabajo. Uh, ¿le importaría si mi amigo espera en uno de los sofás? Hice un gesto a un área de recepción de aspecto barato al lado de una chimenea que tenía troncos falsos ardiendo con sesenta vatios de luz. "Solo tardaré un minuto".

    "Ciertamente". Luego advirtió: "Pero esas revistas son para todos nuestros invitados..."

    Lo dejamos con su novela y le susurré a Elmo. “Mantén los ojos abiertos para las personas extrañas, cualquiera que conozcamos ... cualquier cosa. Estoy en la 602, así que lláma a la primera señal de problemas. Jugaré esto solo ".

    " Claro, Jefe ". Me guiñó un ojo; palmeó la Magnum .357 de Caracerdo acurrucada en su axila izquierda y se dirigió hacia el falso calor del fuego. Noté que él paseaba muy bien también.

    Llamé al empleado. "El ascensor no funciona, ¿verdad?"

    Se puso en pie nuevamente y bajó su libro. "No, señor, tendrá que subir por las escaleras".

    Sabía que tendría que subir por las escaleras. Parecía que lo que fuese que había cambiado el mundo, había evaporado a todos los reparadores de ascensores. Sexto piso. Encendí un cigarrillo y comencé a subir. Me pregunté qué me esperaría arriba. En mi interior pude sentir la tranquila impaciencia de Tommy.

    Estaba buscando problemas, pero mi gambito había valido la pena. Ahora me estaban guiando, eso estaba claro. Primero Cane, ahora Van Reydner. Por supuesto, no había forma de saber si era Van Reydner en realidad quien había enviado el mensaje. Podían haber sido los bastardos que habían masacrado a Adrian. Podía haber sido cualquiera con un cuchillo afilado en sus manos y tiempo para usarlo. Todos podrían estar esperando allí bajo el nombre de Nancy Smith.

    Mi mente se detuvo a medio paso cuando noté que no había bebido nada serio en casi cuatro horas. Hice una nota mental de rectificar la situación lo antes posible.

    Las luces parpadearon. Me agaché instintivamente y saqué el arma. Las falsas lámparas de latón a lo largo de la escalera emitieron una fangosa luz marrón durante unos segundos antes de aumentar su intensidad. Otro apagón, cada vez había más estos días. Un día la electricidad ya no volvería.

    Deslicé el arma de nuevo en mi cinturón rosa de cuerda de saltar.

    La parte superior de las escaleras reveló un largo pasillo que se extendía en ambas direcciones, puntuado con muchas puertas. Leí el número de la más cercana. La habitación estaría a mi izquierda. Me moví con cautela por el pasillo mirando las puertas al pasar. Me mantuve cerca de la pared al caminar y pronto me paré al lado de la 602. La tenue luz coloreó la alfombra a mis pies. Agarré el arma y golpeé discretamente con ella.

    Sin respuesta. Llamé de nuevo y pensé en los cabos sueltos mientras esperaba una respuesta.

    Nada.

    Permanecí pegado a la pared, y empujé la puerta con el cañón de la pistola. Se abrió hacia adentro con un crujido asmático hacia una amplia habitación blanca. En una pared había un largo sofá con volutas de madera en su parte posterior. Una silla a juego con cojines de fieltro rojo estaba junto al pie de una cama grande con sábanas arrugadas. Al lado de la cama había una mesita de noche con una lámpara y un teléfono. Una puerta del armario estaba abierta. Había perchas esparcidas por el suelo. Vi la arrugada piel de serpiente de una media. Roja o morada.

    Alguien se había marchado a toda prisa.

    Empujé la puerta hasta que chocara con la pared interior. Sin matones escondidos detrás de ella. Di un paso cauteloso hacia la habitación. Sin trampas, sin cuchillos silbando fuera de la mano de un asesino. Me acerqué a la cama y reconocí al instante el olor a aceite de bebé, el mismo que había olido en la habitación de Van Reydner en el Marruecos.

    Si ella estuviera tan involucrada como lo había estado Adrian, era poco probable que volviera a abrir el mismo negocio en Greasetown. A estas alturas ya habría oído hablar de su asesinato, y si ella no había estado involucrada en el asunto, estaría en igual peligro que él.

    Habían pasado dos meses desde que desapareció. ¿Había estado en contacto con Adrian? El hecho de que ella me conociera me animaba a creerlo. Si sabía lo de Adrian, ¿sabía quién lo había matado? Tal vez ella formase parte de aquello.

    Todas estas ideas me mantenían despierto y nervioso. El sudor me colgaba en pesadas tiras bajo los brazos.

    De pronto me encontré flotando sobre la cabeza de Tommy y él caminaba hacia el baño. Sus ojos se movieron de un lado a otro. Su aliento salía en sollozos irregulares. No tuve tiempo de pensar en lo fácil que me había expulsado.

    "Los bebés son resbaladizos", se dijo. "Son como agarrar monos de goma". Su cabeza se giró de izquierda a derecha. Hizo una pausa y aspiró con una tremenda nariz llena de aire.

    "Están sueltos, son nerviosos. Incluso son apestosos ".

    Una vez dentro del baño se dejó caer sobre una rodilla y examinó las tablas del piso.

    “Nadie tiene un bebé y puede mantener un baño limpio. No los deje desatendidos ahora. Báñalos, vístalos, cámbielos y aliméntelos. ¡Que no se le caigan! Se rió para sí y luego soltó un sollozo.

    Traté de poseerlo, pero encontré un muro de propósito a prueba de balas. La parte posterior de su cabeza era una barrera impermeable.

    Tommy apretó un brazo debajo del fregadero. Se rió entre dientes cuando su mano salió agarrando un pezón de goma muy deteriorado. Usando el pezón como un comienzo, golpeé a Tommy con imágenes de sexo. Me imaginé enormes pechos en pura seda negra, aureola ardiente que se elevaba sobre encaje oscuro como soles gemelos. Su espíritu era pasivo, como si hubiera terminado una tarea, y ahora le alegrara tomarse un descanso. Se aferró con avidez a las imágenes.

    De pronto me encontré sobre una rodilla sosteniendo la parte superior de un biberón. Era una antigüedad: el pezón parecía viejo, pero dentro sentí una pálida humedad.

    Entonces, por sorpresa, un elefante se sentó en la parte posterior de mi cabeza nuevamente. Me cubrió manta caliente y negra. No estoy seguro de si fui yo, la oscuridad o el elefante quien rugió. Algo me tragó.

Capítulo 40

    Sucedió otra cosa extraña.

    Me desperté con sangre en los ojos cuando, por todo derecho, debería haber estado flotando sobre el cuerpo de Tommy mientras él se despertaba con sangre en sus ojos .

    Solo otro desarrollo extraño para el que realmente no tuve tiempo. Lo único bueno de esto fue que también tenía el pelo en los ojos. Esto fue bueno porque ocultó el hecho de que estaba despierto y sorprendido y dándome cuenta de las cosas.

    Mis brazos estaban atados por detrás de la espalda a los peldaños de madera de una silla recta. Estaba tumbado bocaabajo y se me habían dormido las manos. Mi arma había desparecido. Una lámpara en lo alto me bañaba en un cono de luz. Olí el humo de un cigarrillo y escuché los pequeños sonidos de una boca que daban caladas a un filtro.

    Una voz dijo: "Despierta al bastardo".

    Me derramaron encima cinco litros de agua helada. Jadeando, meneé la cabeza para limpiarme la sangre de los ojos, el cabello y el agua. Capté el borde de una gran figura desapareciendo en la oscuridad fuera del cono de luz.

    "Buenos días, señor Wildclown".

    "Buenos días", dije entornando los ojos en la oscuridad delante de mí. Un cigarrillo brillaba; su punta se reflejaba tenuemente en unas gafas.

    "Espero que esté cómodo". La voz vino detrás de mí y hacia la izquierda.

    "Nunca me he sentido mejor". Intenté sonreír, pero no tenía fuerzas.

    “Suponga que nos dice lo que estaba haciendo en el Hotel Arizona”.

    “Suponga que me dice por qué debería decirle una maldita cosa”. No sé por qué dije aquello. Estaba enojado y un poco frustrado, supongo.

    El dolor me cegó momentáneamente cuando un gorila me pellizcó en la parte posterior de la cabeza. Los alicates se estrellaron contra el suelo a mis pies, un mechón de cabello oscuro quedó aplastado en los dientes de acero.

    La voz chilló: “Perdóneme, Sr. Wildclown. En realidad soy del personal de mantenimiento y no puedo resistir usar mis herramientas. Tengo todo el maletín conmigo. Hasta las herramientas eléctricas. "

    "Qué suerte tengo ", gruñí.

    “¿Qué estaba haciendo en el Arizona?”

    “¿Eres de la Autoridad?”

    Otra tormenta de dolor, esta vez desde mi hombro derecho. Cayó un destornillador; rodó por el suelo y dibujó un rastro sangriento.

    “Responde a las preguntas, Wildclown”.

    “¿Por qué no puedo enfadarme contigo?” No hubo nuevo dolor.

    “¿A qué fuiste al Arizona?”

    “Estaba buscando a alguien. Jesús, supongo que el héroe se ha derrumbado muy rápido." Tenía que ganar tiempo.

    “¿Quién?”

    “En serio, sinceramente, desearía poder decírselo”.

    “¿Quién?” Tras la palabra, hice un gesto de apartarme. Tiraron de mi mono para descubrirme más o menos los hombros. Entonces, sentí que los afilados dientes de una sierra de mano me pinchaban ligeramente el hombro izquierdo. La sierra se balanceaba hacia adelante y hacia atrás sobre el músculo rígido allí, a centímetros del cuello. "¿Quién?"

    "¡Richard Adrian, lo estoy buscando para una antigua novia!", Grité. Tres golpes rápidos de la sierra y la sangre salpicaó mi pecho. El entumecimiento se precipitó sobre mi cuero cabelludo y prendió fuego a mi mente. Grité, me aparté de la hoja y volqué la silla.

    Aterricé estilo gato sobre la cara. Contuve el aliento contra el dolor. Sentí una cabreada presencia que acumulaba fuerza en mi hombro... girando como un reloj de cuerda. Sabía que empeoraría cada vez más. Mis contorsiones me habían sacado del cono de luz. La fría oscuridad me atrajo.

    No había tiempo para dormir. Arrojó la sierra al suelo con un ruido metálico. Sentí fuertes manos sobre mí tirando de la silla en posición vertical. Un nuevo dolor me punzó el hombro y la cabeza. Me incliné, intenté esconderme entre mis rodillas. Una mano grande me rodeó y me agarró del pelo. Mientras gruñía con la fuerza de mis músculos abdominales, sentí un cosquilleo extraño en la línea del cabello. Centímetros de mi cara colgaban de un ankh con una esvástica en su óvalo. Se suspendía de una cadena alrededor de una gruesa muñeca.

    Me colocaron en posición vertical. Por impulso escupí al cigarrillo que brillaba en la sombra. Debió de haber cogido por sorpresa al Manitas porque, sin preparación, usó un clásico y aburrido puño para pegarme en la mandíbula. Luché contra las cuerdas y empujé con los dedos de los pies. Me golpeó de nuevo. Se me revolvieron las tripas.

    Recibí un bocado de su camisa y lancé una patada. Nos derrumbamos en un único montón. El Manitas se puso en pie de un salto y comenzó a limpiarse las puntas de las botas en mi estómago.

    "¡Basta!" Siseó una voz.

    "Sí". El personal de mantenimiento suspendió su ataque como un buen soldado. Por un momento, se había vuelto personal para él. Sentí una gran bota presionarme la nuca. "Le dejaremos descansar, Sr. Wildclown. Tengo que asegurarme de haber traído un cable de extensión lo suficientemente largo ".

    Escuché sus pesados ​​pies cruzar la sala, abrir puerta. Un destello de luz me alcanzó. Giré la cabeza, pero solo distinguí dos siluetas: una alta y otra baja. Cerré los ojos por un minuto e intenté recordar por qué me gustaba ser detective.

    La habitación estaba demasiado oscura para que pudiera tener idea de dónde estaba. No había ruidos de fondo, así que descarté el Arizona. No había letreros que dijeran: "Usted Está Aquí".

    No mucha gente tenía la oportunidad de torturar a alguien en un hotel, incluso en estos días extraños. ¿Qué ha podido haberle pasado a Elmo? Él nunca huiría.

    Yo no había escuchado ningún tiroteo, por lo que mis torturadores debían de haber entrado al edificio de otra manera. Lo más probable sería que hubiesen estado esperando. Eso me dejó con la leve esperanza de que Elmo pudiera venir al rescate.

    Por supuesto, estos tipos se habrían ido de la misma manera, por lo que Elmo probablemente todavía estaría sentado frente a la falsa chimenea preguntándose por qué su jefe tardaba tanto.

    Luego todo dependía de mí. Afortunadamente estaba sangrando, mareado y atado a una silla. Cualquier otra cosa no hubiera valido la pena. Mis manos estaban atadas con un tenso cordón de plástico; se estaban convirtiendo en simiescas pezuñas de latón. La sangre me corría por la mejilla y me manaba del hombro.

    "Mierda", le dije a la oscuridad. Intenté el reptar del ejército, pero pareció más como el reptar del gusano, y descubrí que podría llegar a la puerta en aproximadamente una hora. La silla me daba la agilidad de una tortuga. Luché hasta quedar sin aliento.

    La puerta se abrió. La nueva luz me cegó. Me enderezaron y colocaron bajo la lámpara de nuevo.

    "¿Cómo te ha ido?", preguntó el personal de mantenimiento.

    "Vete al infierno", gruñí. Un puño se estrelló contra mi cabeza y de pronto me descubrí flotando sobre Tommy; Los ecos del golpe desgarraron los pasillos de mi conciencia como estudiantes en una noche de la fraternidad. Traté de poseer a Tommy otra vez. Tendríamos que actuar rápido en los próximos minutos si queríamos sobrevivir. Tommy estaba despierto y cabreado debajo de mí.

    “¿Dónde estoy? ¡Malditos hijos de perra, os mataré a todos! Llovió saliva de sus labios.

    “¡Oh, has recuperado el coraje!”, se rió el Manitas. "Hace que mi contrato valga mucho más si hay que quebrarte el ánimo".

    Vi cómo su forma sombría se movía hacia un gran cofre de herramientas. Cogió un instrumento de aspecto pesado. Jugueteó con una cuerda en la oscuridad. Gimió un motor eléctrico de alta velocidad.

    Tommy se echó a reír. El Manitas también.

    “¿A quién estabas buscando en Arizona?”, repitió este.

    "Estaba buscando el botín de guerra, diezmado esfínter de rata". Tommy se rió de su propio ingenio sin ser consciente del peligro.

    "Hay coraje, y hay estupidez". El Manitas presionó la broca contra el hombro derecho de Tommy. "Me pregunto si esta broca podrá perforarte el hueso del hombro". Apuntó el motor. La punta afilada solo arrancó la piel.

    "¿Esto es un simulacro?" Tommy se rió entre dientes. "Pensé que era tu polla y que ibas a follar uno de los cráteres de mis espinillas".

    Tommy gritó casi con el mismo tono que el taladro. El Manitas puso su peso contra este. La sangre salió de la herida. Me asqueó el espeluznante sonido mientras la broca masticaba el músculo y marcaba el hueso. Si hubiera tenido mi propio estómago, lo habría vaciado.

    El Manitas se detuvo.

    "Bueno, aún no he entrado en el hueso. En realida solo he rascado la superficie. ¿Me vas a decir a quién estabas buscando en el Arizona o voy terminando con esto? Odio dejar un trabajo a medias." El personal de mantenimiento sonaba ligeramente sin aliento, ya fuese por sus esfuerzos o por su impaciencia.

    "Pocas cosas, demonio, tienen el poder de arrebatarles la verdad a estos labios", gritó Tommy con voz ronca. "Dame lo mejor que tengas".

    "Te lo peguntaré una vez más. Te verás forzado a perder el conocimiento cuando te perfore el pulmón. ¿A quién estabas buscando en el Arizona?

    Me sentía impotente. Tommy estaba cerrado para mí.

    "Te diré a quién estaba buscando. A ti, cerdo. Te estaba buscando a ti porque me encanta comer cerdo." La voz de Tommy era tensa. "¡No hay nada como un sándwich de cerdo!"

    El fumador con gafas siseó desde la oscuridad. “Al diablo con esto. Mátalo. Le preguntaremos después del Apagón. Si no valora la vida, tal vez la muerte cambie su perspectiva ".

    Algo en aquella voz era familiar, pero sonó amortiguada.

    Justo en ese momento, se disparó un arma en alguna parte. El fumador se puso en pie de un salto. "Mátalo, iré a ver qué demonios ..." Se movió rápidamente hacia la puerta y salió. Algo brilló debajo de las gafas.

    "Está bien", dijo el Manitas mientras se volvía hacia su cofre de herramientas. Escuché el fuerte traqueteo de una broca al caer. "Creo que una broca más larga servirá". Sonido de metal pulido contra metal. “Justo al lado de la columna, pasando el omóplato, a través del pulmón y hacia el músculo cardíaco. Luego, un toque de Apagón, y podemos repetirlo de nuevo. Querido mío, vas a quedarte hecho un desastre de muerto." Se rió mecánicamente.

    Un fuerte crujido hizo girar su cabeza cuando Tommy arrancó el respaldo de la silla. Saltó en el aire y pasó los brazos por debajo de él como saltando a la comba. Luego golpeó la cabeza del Manitas con los restos de la silla. Esta se astilló. El Manitas clavó el taladro en las tripas de Tommy.

    Tommy saltó a un lado como un gibón; sus largos brazos arremetieron y agarraron la muñeca del Manitas. Ambos cayeron al suelo. El Manitas aterrizó en la parte superior, liberó su brazo y llevó el taladro hacia la cabeza de Tommy. La broca chirrió contra el piso de hormigón. Tommy se lanzó hacia arriba y apretó los dientes en la mandíbula del Manitas.

    El Manitas gritó.

    Pude escuchar a Tommy succionando y masticando a su oponente. El Manitas perdió el equilibrio con este bulldog humano. Golpeó la cabeza de Tommy, gritó cuando los dientes del payaso rasgaron el cartílago y el hueso. Ambos rodaron por el suelo. Tommy perdió el control y ambos lucharon en busca del taladro. El brazo derecho del Manitas quedó enredado a su lado con el cable de extensión.

    Los músculos de Tommy se destacaron como una maroma cuando sus manos atadas se aferraron al taladro. Sujetó en el suelo el brazo libre del Manitas con una gran bota negra y se miró la cara.

    El personal de mantenimiento tenía una fina cosecha de pelo militar en punta. El cuero cabelludo debajo estaba húmedo y brillante de sudor. Sus ojos estaban muy abiertos en una cara de anchas mejillas. Los labios torcidos se movieron en silencio sobre dientes mellados. Parecía tener unos dieciséis años, uno de los eternos adolescentes de Greasetown, un adolescente con músculos.

    Tommy sonrió.

    “¿Te gusta jugar al Manitas, verdad, hijito? Ahora me toca a mí. Seré el personal de mantenimiento y serás el bloque de madera ". Tommy comenzó a hablar con la exagerada voz de un instructor. "Ahora, si planeas reacondicionar una cara, debes estar dispuesto a asimilar el tamaño del trabajo". El taladro zumbó. El Manitas se quedó sin aliento. "Si se trata de una cara más vieja, debes estar preparado para algunos sacrificios dolorosos".

    El taladro gimió estridentemente, el Manitas gritó cuando Tommy le puso la broca debajo del pómulo.

    "Recuerde", continuó Tommy, "sostener el taladro firmemente en la mano para que la broca no se atasque y el orificio esté limpio y despejado. Recuerde, limpio y despejado ".

    El Manitas chilló. Unos segundos repugnantes y quebradizos después y todo terminó.

    Tommy se sentó a horcajadas sobre el pecho del Manitas mirando el desastre.

    Sonriendo, susurró. "Serás idiota, lo único que aprobé en la escuela fue bricolaje".

    El Manitas yacía envuelto en el Apagón; el taladro le sobresalía grotescamente del rostro.

    Los ojos de Tommy eran carbones rojos que centelleaban por la habitación. Sonó otro disparo. Corrió hacia la puerta, yo a remolque, y salió. Un pasillo ubicado en un espacio delgado entre paredes de bloques de cemento conducía a izquierda y derecha. En ambos extremos subían las escaleras. Las luces parpadeantes proyectaban sombras extrañas.

    Otro disparo, a la derecha. Tommy mostró los dientes y corrió hacia la izquierda, agachado, con las muñecas atadas cerca del pecho. Sus botas hacían demasiado ruido y demasiados ecos al recorrer la distancia del pasillo y subír las escaleras. Noté una creciente mancha roja en su espalda mientras cargaba hacia la puerta y salía.

    Un rayo cruzó el cielo negro sobre un callejón; Miré hacia arriba. Estábamos detrás del Arizona.

    Tommy estaba fuera otra vez. Corrió como loco a través de bolsas rotas de basura y montones de periódicos. El payaso salió disparado entre los oxidados contenedores de basura asustando a las ratas. Estábamos en la calle frente al hotel. Tommy miró a izquierda y derecha, el Chrysler se había ido.

    De pronto, la lluvia cayó del cielo como un lago aéreo aterrizando. Más relámpagos.

    La espalda de Tommy era una mancha carmesí de lluvia y sangre. Su respiración se quedó sin aliento. Jadeó el nombre de Elmo. Traté de tomar el control, pero Tommy no estaba receptivo. Corrió y le seguí. Más relámpagos. Esquivó entre los coches estacionados, derribó a una prostituta muerta que se refugiaba de la lluvia en un portal.

    "¡Estúpido cabrón!", chilló desde un charco, con un vestido de satén amarillo empapado y sus muertas mercancías mojadas. "Seráa cabr..."

    Tommy corrió como loco, aparentemente sin un destino en mente. Solo quería estar lejos del Arizona. Lo seguí, la lluvia atravesó mi sustancia sin esfuerzo. Más relámpagos.

    Yo odiaba los rayos. Yo estaba muy expuesto.

    Faros delanteros, Tommy se arrojó a la cuneta detrás de un camión. Floté al nivel de la ventana del pasajero. Reconocí el motor. Se zarandeaba, todo el coche se zarandeaba. Tommy saltó tan rápido que me atravesó. Corrió hacia la calle. El Chrysler se abalanzó sobre él y luego se deslizó bajo la lluvia hasta detenerse.

    Tommy abrió la puerta del pasajero y saltó dentro.

    El rostro de Elmo se estiró con incredulidad.

    "Lo siento, Jefe ..." Sus ojos escanearon el cuerpo de Tommy. "¡L-le acabo de extrañar, debieron de haber estado esperando". ¡Traté de sacarle! " Cogió las bridas de plástico en las muñecas del payaso

    " ¡Olvída eso! ¡Conduce! ” Gritó Tommy. "¡Conduce!" Sus puños golpearon el salpicadero. "¡Conduce!"

    La cara de Elmo estaba perpleja. Sus manos se movieron sobre el volante. "¿Adónde?"

    "A la Catedral de la Madre de Dios, ¿adónde diablos crees?" Un sollozo sacudió sus hombros ensangrentados.

    Si Elmo iba a cuestionar este extraño destino, dejó que la sugerencia muriera en su lengua. El Chrysler se adelantó.

    "Más rápido", murmuró Tommy. "Más rápido". Echó mano bajo el asiento y encontró una botella de cerveza medio llena. Bebió de ella. Sus ojos se dirigieron a su cintura, se deslizaron por el cinturón de saltar a la comba. "¿Y mi arma?"

    "Tome la mía, Jefe". Elmo la sacó de la funda en el hombro con la mano derecha.

    Tommy abrazó el revólver contra el pecho. "Vamos a terminar con esto ahora: santuario o muerte", murmuró. "Vamos a terminar con esto ahora". Miró sus ataduras y frunció el ceño tratando de soltarlas.

    Yo tendría que esperar para asumir el control. La mente de Tommy era un desastre de contradicciones y locura.

    Tenía muchas preguntas que hacerle a Elmo, como: ¿Qué vio? ¿A quién vio? ¿Y quién le había puesto los agujeros de bala en el pecho?

Capítulo 41

    La Catedral de la Madre de Dios se apilaba en la parpadeante oscuridad de la tormenta. El relámpago iluminó brevemente las muchas vidrieras como sueños medio recordados. Un ángel de piedra, espada en mano, volaba sobre las enormes puertas en arco. Sus ojos estaban fijos con sombrío propósito. La vigilancia de sus rasgos aumentó mi curiosidad. ¿Qué estaba protegiendo? ¿Qué podría ser lo suficientemente importante como para poner a un ángel tan intenso?

    Tommy ordenó a Elmo que se quedara en el coche. Subió volando los escalones. La lluvia restregaba lentamente la pintura de sus mejillas.

    Volví a mirar hacia donde Elmo esperaba junto a la acera y vi su rostro en el ángulo agudo del parabrisas, con los ojos muy abiertos. Traté de pensar en el día. Jueves, no, viernes.

    ¿Cuánto tiempo me retuvo el Manitas antes de despertar? No pudo haber pasado más de una hora. Las cosas estaban sucediendo demasiado rápido.

    Tommy se arrodilló a la sombra del ángel gigantesco.

    "Uriel, oh Uriel". De repente se hizo un nudo como si se hubiera tragado un anzuelo.

    "Uriel", sollozó, "déjame entrar, déjame entrar".

    No reconocí el nombre.

    A través de la incesante salpicadura de la lluvia y el gruñido del cielo, escuché un zapato en el pavimento. Detrás de Tommy y a la izquierda había un hombre. Tenía la inconfundible anchuea de la mediana edad. Iba vestido de negro. Llevaba el cuello de su largo y húmedo abrigo metido bajo los lóbulos de las orejas y su sombrero era bajo, dando profundidad a sus ojos. Abrazó un maletín y una bolsa de papel aceitosa y oscura por la lluvia. Se movió rápidamente hacia Tommy.

    El payaso lo oyó y se giró con el arma lista.

    "¡No, oscuro!" bramó.

    El hombre se estremeció, y en la acción envió suficiente tensión a la húmeda bolsa del supermercado para romperla en pedazos. La fruta rebotó a sus pies y una jarra de pepinillos se quebró, su contenido rodó y rebotó como ranas sin patas.

    "No quiero hacerte daño". espetó el extraño; su voz era tan tensa como el alambre.

    "¿Qué quieres?" Tommy se arrastraba notablemente, flaqueando.

    "Pensé que necesitabas mi ayuda". Dio un paso vacilante hacia adelante.

    “Quiero entrar; Creo que es hora de irnos. Tommy comenzó a marchitarse.

    "Estás herido, déjame ayudarte". El sacerdote dio un paso más. "Puedes entrar".

    La pistola de Tommy cayó. "Estoy bien. No hay necesidad de alarmarse. No hay nada que ver aqui. El espectáculo ha terminado ". Se levantó sobre una pierna temblorosa, trató de poner la otra debajo de él, pero falló. Se tendió sobre los charcos, el arma resbaló fuera de su alcance. Un espasmo epiléptico lo sacudió cuando hizo un último intento desesperado por levantarse. Fracasó.

    Tommy estaba inconsciente bajo la lluvia.

    El hombre se apresuró. Se arrodilló junto a él. Estudió la forma de Tommy desde las botas hasta el cabello. Le tocó las ataduras de plástico en las muñecas y negó con la cabeza.

    "Querido padre", murmuró. Sus brazos se deslizaron debajo de Tommy y con gran esfuerzo lo levantó. “Otro náufrago. Esta tormenta, Santo Padre. ¿Qué más dejará en la orilla? ”

    Floté con ellos por encima. El sacerdote llevó a Tommy a través de una discreta puerta lateral hacia la catedral, luego por un largo pasillo adornado con paneles. Se detuvo junto a una puerta empotrada en la pared, apoyando el peso de Tommy contra el marco mientras luchaba por la llave.

    La puerta se abrió, el hombre encendió la luz y dejó caer a Tommy en una gran cama.

    "Dios mío", murmuró frotándose la espalda. Sacó una navaja del bolsillo y soltó fácilmente las manos del payaso. Luego le quitó la ropa a Tommy. "¿Qué demonios?"

    Miró fijamente la herida en la cabeza y el hombro de Tommy, chasqueó la lengua y salió momentáneamente. Regresó con una pequeña caja de metal adornada con una cruz roja. Hizo una pausa y estudió una serie de marcas de viruela del tamaño de veinticinco céntavos que reorrían el pecho de Tommy.

    "Esto es extraño", murmuró, las lavó suavemente y vendó las nuevas heridas. La desgarradora herida en el hombro del payaso aún rezumaba sangre.

    Yo estaba asombrado. No podía recordar las cicatrices en el pecho de Tommy, y sin embargo, ahora que las había visto, despertaron un espectro sombrío e indeterminado en mi mente. Perplejo, vi al hombre sacar un paño grande y remojarlo en alcohol. Lo pasó por la cara de Tommy.

    El maquillaje ya manchado de sangre y lluvia salió fácilmente.

    Vi como apareció la cara por primera vez. Era extraña, casi infantil alrededor de los ojos, sin embargo, las líneas de edad y la piel áspera de la madurez cubrían sus mejillas.

    Nuevamente me pregunté: "¿Por qué el maquillaje?" Cristo, ni siquiera tenía pelo sobre el labio. Entonces la cosa mas extraña sucedió. El sacerdote sonrió con reconocimiento.

    "¡Por supuesto!" Asintió, apoyando una palma en la mejilla de Tommy. " otra vez. Las cicatrices." Las yemas de los dedos, como mariposas, iluminaron las viejas heridas. Eso fue todo lo que dijo.

    Pero era lo más profundo que había escuchado en toda la noche.

    Con las heridas de Tommy curadas, el sacerdote lo deslizó cautelosamente debajo de las sábanas. El cabello negro del payaso formó un halo oscuro en la almohada.

    "Duerme", dijo el sacerdote.

    Nos dejó entonces, y lo escuché volver sobre sus pasos. Pensé que iría a buscar su maletín y comida, tal vez vería a Elmo y le haría preguntas.

    Tenía que pensar antes de dejar que mi trance alucinógeno se hiciera cargo. Estaba cansado de la existencia, huesos cansados sin huesos. ¿Quién me había estado esperando en el Arizona? ¿Para qué demonios me querían? De repente recordé el broche en la muñeca del manitas. El ankh rodeando una esvástica.

    ¿Las Doce Estrellas? Y lo había visto antes en la oficina de Adrian.

    Mis pensamientos volvieron a aquel espectador. No podía olvidar la imagen de las gafas mirándome mientras trabajaba el Manitas. El reflejo de un cigarrillo humeaba tranquilamente mientras los ojos ocultos miraban mi tormento. La voz me había sido familiar. ¿Qué le había pasado a Van Reydner? ¿Quién había disparado a Elmo?

    Si las preguntas fuesen monedas, sería un hombre rico.

    La puerta se abrió. El sacerdote entró. Nueva humedad goteaba de su sombrero. Se lo quitó y lo colocó en el suelo junto a él. Acercó una silla al lado de la cama.

    “Hablé con su amigo, Sr. Wildclown. El compañero muerto. Estaba fuera de sí de la preocupación." Sonrió al saber que sus palabras no eran escuchadas. No obstante, continuó para su propia comodidad, si no la de Tommy. “Lo envié a casa y le dije que regresara por la mañana. Para traerle algo de ropa limpia ”.

    Suspiró y presionó su mano en la frente del payaso. Tenía el calor de la fiebre.

    "Oh querido". El sacerdote recogió su sombrero, lo puso junto a su abrigo en una silla en la esquina más alejada. Al regresar al lado de la cama, sacó una manzana del bolsillo e intentó acomodarse en su silla. Peló la cáscara de la fruta con los dientes, y colocó las tiras largas en una mesa auxiliar circular debajo de una lámpara antigua. Decidí aprovechar la paz para liberar mi trauma psíquico mediante mis extraños sueños.

    Transición.

    Luché contra un cadáver en llamas, aplasté su cabeza contra el asfalto con mi puño blindado. Una mano enguantada me agarró del hombro y me puso en pie. Un inspector de autoridad, con el rostro oculto por las sombras, me gritó órdenes.

    "Deja de joder". El extraño señaló a la multitud de muertos que se acercaba. “Te ordené que abrieras fuego. ¡ABRE FUEGO! Alcé un rifle, era diferente. No era una escopeta automática. El fuego azul salió de la boquilla. Un lanzallamas.

    "¡Abre fuego!", gritó el inspector. "¡Abre fuego!"

    Apreté el gatillo. La llama saltó y consumió a los primeros seis muertos que tocó. Sonó un chillido.

    Transición.

    Caminé por la calle otra vez. Neón coloreó los charcos de rojo sangre. Sentí una opresión en mi pecho. Miré hacia abajo y vi muchos agujeros enormes.

    "Hola, Nota". Era la voz de Tommy. Miré hacia arriba. Se paró a unos cinco pies de mí. El arma en su mano todavía humeaba.

    “Te disparé. Ya conoces las reglas del juego ".

    Traté de hablar, pero el esfuerzo trajo sangre a la boca. Tosí. La sangre salió de las heridas en mi pecho.

    Sentí que mis piernas se debilitaban. Di un paso vacilante hacia adelante. El aire nocturno enfrió la sangre en mis piernas. Mis calcetines estaban aceitosos; resbalaban dentro de los zapatos.

    “¡Muere, maldita sea!

    Con un enorme esfuerzo, extendí la mano. Mis brazos se habían convertido en madera, pero se agarraron y se aferraron al cuello de Tommy, dedos como raíces.

    Gritó y arañó mis muñecas. Podía sentir mis dedos penetrar en su carne, enterrándose adentro. De repente, el arma se disparó y sentí un repugnante golpe de dolor. De nuevo el arma rugió. Caí, pero mis manos se mantuvieron firmes.

    Tommy chilló. Hubo un destello de luz.

    Transición.

    Tommy gritó. Saltó de la cama debajo de mí. El sacerdote estaba allí, obligándolo a regresar con una mano amable en cada hombro.

    "¡Está aquí!" gritó Tommy. Sus ojos recorrieron la habitación. "¡Está aquí!"

    "Todo va bien. Por favor, señor Wildclown. Todo va bien, aquí no hay nadie ". El sacerdote se esforzó por mantenerlo quieto. "Se lastimarás aún más".

    "¿No puedes sentirlo? Esperando. ¡Mirando!" Tommy continuó su frenética exploración de la habitación. "Es gris, es gris y oscuro. ¡Oh Dios! "

    " Por favor, quédese quieto. Tenga. ” Vertió rápidamente un gran trago de brandy de una botella que debía de haber sacado mientras yo estaba soñando. "Tenga".

    Tommy le arrebató el vaso y se lo echó por la garganta. Se lo devolvió al sacerdote.

    "Hay fantasmas, a nuestro alrededor", murmuró el payaso mientras el sacerdote volvía a llenarle el vaso. "Los muertos".

    "Cierto, hijo mío", dijo el sacerdote en voz baja. Observó a Tommy vaciar el segundo vaso. “Estos son tiempos difíciles. Pero debes recordar que el Señor hace estas cosas por una razón. Depende de nosotros obtener la sabiduría para comprender ese propósito ".

    " Los fantasmas. El ángel, Uriel." Tommy se recostó sobre la almohada. “Él lo sabría. Él podría ayudarme a escapar ".

    La frente del sacerdote se arrugó. "¿Uriel? ¿El que protege el Jardín? "

    " Quiero ir allí ", murmuró Tommy. "Esa es la única vía de escape. Perdón para todos ".

    " Duerme, hijo mío ". El sacerdote tapó a Tommy con las sábanas hasta las orejas. "Intenta descansar. Estás sobrecargado ahora. Duerme".

    "Consigue a Uriel", murmuró Tommy. "Él sabrá lo que hacer".

    "Sí", dijo el sacerdote en voz baja. "Pero descansa por ahora".

    "Estoy cansado ..." Tommy apretó los labios y luego se durmió.

    Vi al sacerdote negar la cabeza y persignarse. Cogió un libro de la mesita de noche, se sentó y lo hojeó. Noté que no podía concentrarse en lo que leía por las miradas que le lanzaba a Tommy al pasar cada página.

    "Querido Señor", murmuró atrapado en la memoria, tras unos minutos de mirar, volvió al libro.

    Floté por encima tratando de recordar mi extraño sueño, pero las imágenes se alejaron de mí como gorriones de un gato con cascabel. Fantasmas, pensé. Fantasmas. Fui arrastrado por una alucinación de absoluta oscuridad. Era hermosa.

Capítulo 42

    Me desperté antes que Tommy, y por unos segundos lo vi roncar en la almohada allí abajo. El sacerdote se sentaba desplomado en su silla. Me pregunté qué había puesto la alarmada mirada en su rostro. Lo que había sucedido, el Cambio, no había sido fácil para los fieles. Greasetown me parecía una condena y solo usaba la Biblia para aplastar cucarachas. ¿Cómo sería el cambio para un creyente?

    Traté de contentarme flotando cerca del áspero techo de estuco. No estaba seguro, pero tuve la sensación de que había sido moldeado y texturizado en un apóstol o algo así.

    Para una religión que advertía contra la idolatría, ponían demasiados ídolos.

    Tampoco podía culparlos. La raza humana necesitaba ídolos... hacían ídolos de todo. Había leído en una antigua revista que en un momento de la historia, aunque fue breve, la gente había idolatrado y comprado las grabaciones musicales de rezos hablados y cantandos.

    ¿Iba a culpar a los cristianos por tener tantos santos? Miré abajo de nuevo y reflexioné. Tommy ejercía cada vez más influencia durante mis posesiones, un avance que me hacía preguntarme. ¿Estaba perdiendo mi capacidad para dominarlo? No es una perspectiva agradable para alguien que tiene menos sustancia que una ráfaga de viento.

    No estaba en posición de regalar nada.

    Que yo supiera, yo era el único de mi clase. La única razón por la que creía esto era porque, si hubiera otros, uno de ellos ya se habría hecho público. Ya salía mi vieja regla otra vez de creer en la inevitabilidad de todo. Si me estaba disipando, ¿qué me esperaba? ¿El Apagón eterno? Esa noción era menos que acogedora. Los vivos se preocupaban por perder sus cuerpos, demonios, incluso los muertos se preocupan por el estado de los suyos. Yo sólo me tenía a mi que perder.

    El universo sería el gran Alzheimer para mí. Puf, no eres nada.

    Una parte de mí tenía que hacerse esa pregunta. ¿Qué hay de malo en ello? No pude responderla. Solo sabía que me encontraba cerca de la vida, si es que eso era vida, y estaba decidido a aferrarme a ella, ya que no tenía garantía de que hubiera otra cosa.

    La perspectiva de la nihilidad pierde su atractivo cuanto más te acercas a ella. No es de extrañar que tantos suicidas murieran gritando.

    Tenía que mantenerme enfocado. Sabía que tenía que terminar este caso. Aunque el cuerpo de Tommy no era mío, tenía una cierta actitud posesiva hacia él. El Manitas me había estado torturando tanto a mí como a mi anfitrión.

    Alguien había contratado al personal de mantenimiento. Y yo quería a ese alguien en el extremo ruidoso de mi arma. Además, no estaba seguro de por qué, pero quería ver algún tipo de justicia. Alguien tenía que pagar. Todavía estaba mal asesinar.

    Revise el caso. Sí, era bastante simple. Hasta ahora no había hecho nada más que abrirme camino de error en error. Había pagado un alto precio por dejarme guiar por los jugadores del juego. Era una apuesta que casi había perdido. Y parecía que Tommy estaba trabajando en algo ahora, algo que transcurría en un curso paralelo a mi propio caso. Paralelo, sí, pero no lo mismo. Un extraño giro de la vida había entrelazado dos feas historias. Me había topado con algo, tal como Adrian y Van Reydner se habían topado con algo en el Marruecos. ¿Pero que?

    Un bebé real sería un gran negocio, y era obvio por la discusión de Caracráneo sobre la Regenérica que el Dr. Cotton necesitaría un bebé para que sus teorías funcionaran. El problema era que él no era el único que aprovecharía la oportunidad de reclamar uno. Todo chiflado del mundo lo anunciaría como un mesías, o como el Gran Maligno. Un bebé en un mundo que ya no los tenía no tenía precio. Pero no existían los bebés.

    Incluso con mi ego, me resultaba difícil inflar mi carrera con Tommy hasta la fecha. Algunas personas desaparecidas. Un robo, una gran cantidad de traicioneras esposas. Nada más que rígidos diamantes baratos. ¿Por qué acudió Billings a mí?

    Recordé haber escrito el nombre, el mismo que Harker y la Sra. Cotton habían mencionado: Inspector Borden de la Autoridad.

    Es curioso, Borden le dijo a Billings que hablara conmigo. Le dijo a la señora Cotton que fuese una buena chica y que no profundizara demasiado en la muerte de su esposo. Como Harker me había dicho, Borden también era el contacto de la Autoridad para los informes de bebés fantasma.

    Pude ver un tema recurrente y olía a pañales sucios.

    Un bebé lloró hasta tarde una noche en el Hotel Marruecos, y todos los que lo escucharon murieron o desaparecieron. Ahora este personaje de Owen Gris. ¿Quien era? Un descolorido detective buscando una persona desaparecida. ¿Qué demonios le interesaba del bebé?

    Cualquiera que fuese su participación, el tipo también había desparecido.

    Miré a Tommy y noté que las mantas formaban una carpa de circo de buen tamaño debajo de su estómago. Con poco esfuerzo, me metí en su cabeza.

    Mi primer impulso fue llorar. El dolor y el placer compitieron momentáneamente por el dominio. Siempre me sorprendía lo parecidas que eran las dos sensaciones.

    Ganó el dolor.

    Apreté los dientes y siseé. Los párpados del sacerdote revolotearon como palomas. Me miró con preocupación y se levantó a medias de su silla.

    "No deberías ..."

    "No discutamos lo correcto y lo incorrecto, padre". Mi hombro palpitaba, mi cabeza palpitaba, mi cuello... Me dolía todo.

    "Pero ..." El sacerdote se acercó a la cama.

    "Pero no voy a mejorar moviéndome. No se preocupes. Me quedaré. Solo quiero sentarme. El fuego recorrió mi espalda mientras me empujaba contra la cabecera.

    "Es extraño ..." Sus ojos me miraron.

    "¿Qué?" Apenas podía escuchar por encima del martillo neumático en mi cabeza.

    "Oh, es extraño, algo, algo. ¡No te preocupes ahora! Te traeré comida. Necesitas comida." Se dirigió hacia la puerta. “Debes de estar exhausto”

    “Puedo esperar. Solo quería hacerte unas preguntas primero." Intenté sonreír, pero me salió una mueca. De pronto noté que estaba sin maquillaje. Deslicé una mano por la barbilla. Encantadora sensación.

    "Tengo curiosidad acerca de ..." Comencé, pero mi mente se quedó en blanco. “Oh, maldición, estaba justo ahí. ¿Qué demonios era? ”

    “ Has estado bajo mucha presión ”. El sacerdote negó con la cabeza. “Descansa, es lo que necesitas. Comida, no preguntas. "

    " Claro ... " dije perplejo. El sacerdote caminó hacia la puerta, sonrió y salió. Me pasé la mano por la cara otra vez y disfruté de la dulce familiaridad. Una bello barbilla crecía allí. Siempre había sido una pesadilla afeitarse regularmente con el maquillaje. Pero debía. Me miré el pecho desnudo, sentí la depresión superficial de las cicatrices.

    La puerta se abrió y entró Elmo. Tenía una pequeña caja en una mano y una alta taza de café de espuma de poliestireno en la otra. Me sonrió tímidamente, como si fuese una chica en calcetines y yo un niño. Luego sus ojos se agrandaron.

    "¿Está bien, Jefe?" Puso la bolsa en la cama y el café en la mesita de noche. "El padre dice que está bien, he venido a verle". Parecía vacilante.

    “Sí, Gordo. Buen trabajo al traerme aquí. ¿Tuviste problemas?" Levanté la tapa de plástico del café. Se me revolvió el estómago.

    "No, simplemente conduje toda la noche y luego entré rápidamente en la oficina, esta mañana". Se sentó en la silla junto a la cama. "El padre dijo que te preparará el desayuno. Tenía que llamar a alguien." Luego frunció el ceño.

    "¿Qué pasa Gordo?"

    Se frotó la barbilla. "Debe de ser porque nunca te había visto nunca sin..." Elmo hizo un gesto a la cara. Sin maquillaje. "Y esos m-moratones ... pero ..."

    "¿Qué pasa con ellos?"

    "Parece diferente, supongo". Se frotó el antebrazo derecho. Noté los agujeros en su camisa. "Sé que ha engordado, pero ..."

    "¡Cristo, casi lo olvido! Te dispararon anoche. ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ” Escaneé la cámara de mi arma muerta.

    Elmo se quitó la chaqueta del lado izquierdo y perforó distraídamente un dedo en una de las tres heridas de bala en el pecho. Escuché un repugnante sonido fibroso como el viejo desgarro de arpillera.

    “Me quedé esperando como dijo, pero luego, pensé que estaba lejos por mucho tiempo, y pensé que de todos modos, podría registrarme con usted y aún así cubrirle la espalda, porque el elevador estaba roto, y los problemas subirían por las escaleras." Se movió nerviosamente. “Subí a la habitación y usted habías... habíia desaparecido. Luego, miré a mi alrededor y encontré un letrero de salida de incendios y una puerta. La puerta estaba abierta, así que sabía que usted estaba deambulando por el exterior o que había algunos problemas.

    “Salí rápidamente por la puerta y vi a dos muchachos g-grandes que le llevaban por las escaleras. También estaba este otro tipo, y tenía una pistola. Me disparó tres veces. Aunque pequeñas balas, así que no estoy tan mal. Pero puedo sentirlas allí si camino demasiado rápido. Necesito un poco de cinta adhesiva es todo. Me sonrió.

    “Cristo, Elmo. Supongo que tienes suerte de que no te hayan incendiado o algo peor ".

    " Creo que deben de haber imaginado que era una persona viva p... porque no me comprobaron. Me derribaron y me quedé quieto. Luego, los seguí cuando se olvidaron de mí. Le llevaron al sótano en el ascensor de servicio. Pero un tipo grande, un ejecutor, protegía la puerta. Tuve que subir sigilosamente las escaleras y encontrar el camino hacia el sótano. Lamento haber llegado tarde ".

    " No te preocupes por eso, Elmo. ¿Un ejecutor? Mi cabeza se tambaleaba. "¿Autoridad?"

    "Todo de goma y acero, como". Elmo trazó una gran forma de bloque con las manos.

    “Entonces comenzaste la diversión para darme tiempo a escapar”.

    “No, Jefe”. Elmo se frotó el antebrazo nuevamente, avergonzado. “Sorprendí un poco a otro ejecutor por e-error. Me dispararon. Pero me escapé ".

    "Buen trabajo ". Me froté la barbilla, luego noté que la boca de Elmo se quedaba abrierta.

    "Jefe, las cosas parecen diferentes ..."

    "Sé que es diferente". Estaba empezando a disfrutar de la sensación de una piel limpia. También comenzaba a preguntarme por qué Tommy no había surgido corriendo para ponerse el maquillaje, o no me había echado como lo había hecho en otras ocasiones cuando había intentado quitarme la maldita pintura. A menos que él no lo supiera. "¿Tienes maquillaje, Elmo?"

    "Sí, sí". Extendió la mano y acarició el estuche. "Y ropa".

    Mi mente de repente hizo clic. Bajé las piernas de la cama.

    “Dijiste que el padre iba a hacer una llamada. ¡Maldita sea! Hice una mueca de dolor mientras salía de la cama. "Elmo, probablemente llamará a la Autoridad. Tengo a este pobre tipo maltratado en mi iglesia, mire. Acabas de decir que hubo un agente involucrado anoche. ¡Rápido! ¡Dame la ropa! ”

    Luché por ponerme un mono nuevo. Este debía de haber sido el traje de ocasión especial de Tommy. Estaba un poco más limpio. Las manchas eran muy brillantes de color rojo, azul y amarillo. Encantador. Me puse las botas y me até el cinturón rosa de cuerda.

    Me puse en pie. ¡Mi arma! Elmo leyó mis pensamientos. Se encogió de dos huesudos hombros y me entregó su Magnum .357.

    "Me la quitó al subir los escalones de la iglesia anoche", dijo. Se lo devolví con un sonido de "sh" en mis labios y recordé el coche.

    "Gordo, ¿vaciaste el maletero?" Negó con la cabeza cuando pensé en las armas de los simios gemelos: un par de automáticos de 9 mm y una escopeta automática. Perfecto.

    "¿P-pero, Jefe?" Elmo negó con la cabeza. “Yo, deberíamos esperar al padre. Él tiene comida y usted está... está enfermo ".

    " No hay tiempo para explicarlo, Elmo. Vamos. Pasé empujándole a su ladoy me siguió con el maletín en la mano. Corrimos por el pasillo y salimos a los escalones delante de la iglesia. El cielo estaba gris y nublado; Quedaban algunos puntos húmedos en el hormigón. Escaneé el área.

    "¡Vamos!" Corrí delante de Elmo. Me siguió tan rápido como pudo. Sus piernas se movíian a tirones.

    "¡Vamos!", grité de nuevo.

    El automóvil estaba en la acera como un avión mal aterrizado. Agujeros de bala perforaban su longitud. Una gran mancha oscura se filtraba por debajo.

    Corrí hacia el maletero, y esperé un segundo impaciente para que Elmo se me acercara. Hizo sonar las llaves en la cerradura y la tapa se abrió. Le di a Elmo su Magnum y tomé una automática del maletero, busqué un cargador de balas y lo metí en mi cinturón rosa de cuerda.

    “Vamos, Elmo. Conduce." Salté al asiento del pasajero y cerré la puerta. Supongo que estaba tan acostumbrado a ver un payaso cada vez que me miraba en un espejo que por una vez noté mi reflejo en la vista trasera destrozada a mi lado.

    Parecía decidido. De pronto me encontre flotando sobre la cabeza de Tommy. Estaba acurrucado, cubriéndose la cara con los brazos.

    “¡No! ¡No! ”, Gritó estridentemente. "Oh, es él. ¡Es él! ”Dos grandes sollozos salieron de él como arrastrándose con cadenas. Él cerró los puños y se golpeó la cara repetidamente.

    Elmo se sentó a su lado con terror y ojos muy abiertos. El Jefe estaba loco de nuevo. Esta vez, Elmo pareció hacer la conexión. Rápidamente abrió el estuche y empujó la lata de cara blanca hacia Tommy.

    “Aquí está, jefe. ¡A-aquí está! ”

    Tommy se frotó frenéticamente el maquillaje en las mejillas. Resistió la aplicación donde las lágrimas empapaban la piel. Escuché una puerta cerrarse. Aparté la vista del asediado payaso hacia el sonido.

    Un largo sedán negro se había detenido frente al Chrysler. Sus puertas estaban abiertas. Dos Ejecutores de la Autoridad se abalanzaron sobre nosotros con botas de acero y goma. Las escopetas automáticas se retorcían nerviosamente en sus manos.

    "¡Jefe, Jefe!" Elmo estaba frenético. Pinchó la ranura de encendido con las llaves, se le cayeron y se debatió desesperadamente bajo del volante para recuperarlas. Tommy ni siquiera había levantado la vista. Estaba ocupado frotando maquillaje en sus mejillas. Noté que estaba listo para dibujar sus labios. Repetía una y otra vez.

    "Lo siento, no debería haberle abandonado. ¡Lo siento! ” El payaso se golpeó la frente contra las rodillas.

    Los agentes de la policía desplegaron sus armas hacia Tommy y Elmo, y se acercaron al coche desde lados opuestos. Hice un intento desesperado por entrar en Tommy. Estaba cerrado para mí. La última vez que intenté quitarme el maquillaje, me dejó fuera durante dos días.

    Un ejecutor, agachado, metió la mano rápidamente en el automóvil y le quitó el arma del cinturón a Tommy con un movimiento hábil. La juntó a las suyas, y permaneció allí durante unos segundos, perplejo o divertido. Hizo una señal a su compañero, quien cumplió bajando el arma; entonces el ejecutor hizo algo que nunca había visto hacer a un ejecutor. Se quitó el casco y la mascarilla. Así sin más.

    Mi montaña rusa emocional dio otro giro salvaje cuando vi que la cara debajo del casco era la de Douglas Willieboy.

Parte Tres

Ese Sueño de Muerte

Capítulo 43

    ¿Qué dijo Sócrates? La verdadera sabiduría es propiedad de Dios. Bueno, tenía que estar de acuerdo con él. Me gustaba pensar que tenía una mente bastante rápida; de hecho, intentaba ganarme la vida con eso. Pero a lo largo de este caso o casos, me sorprendió mi falta de previsión. En mi defensa, tenía la desventaja de ser una persona que no podía recordar su pasado y, por lo tanto, apenas podía sacar provecho de él. Pero eso era solo una excusa, mi débil justificación. Incluso mi sistema de "creer en todo, esperarlo todo" no ayudaba.

    Douglas Willieboy había salido de la armadura hacía mucho tiempo. Su compañero esperaba afuera. Elmo se sentó junto a Tommy en un pesado sofá de vinilo marrón.

    Willieboy se paseaba frustrado.

    Después de quitarse el casco en la calle frente a la Catedral de la Madre de Dios, Willieboy había tratado de hablar con Tommy; pero el payaso estaba entonces como estaba ahora, encerrado en un trance autista. Willieboy había tenido prisa porque después de una rápida señal a su compañero, se había subido al Chrysler, derribando a Tommy en el medio. Su compañero corrió hacia el sedán, le dio la vuelta y se dirigió hacia el centro y hacia los muelles.

    Willieboy había hecho un gesto con el arma de Tommy para que Elmo siguiera al sedán. Elmo lo hizo. Willieboy le siseó para que se diese prisa, sus ojos vagaron de lado a lado como cometas rebeldes. Elmo se apresuró.

    Yo estaba flotado por encima, aturdido. Para entonces había abandonado el intento de darle sentido a todo aquel lío. Había hecho un par de medio intentos de poseer a Tommy. Su mente seguía cerrada, así que me rendí y caí en una somnolencia vacía, no, corrijo, me enfurruñé. Tal vez no ayudaría pensar. Quizás nada ayudaría. Tal vez dejé de preocuparme si algo ayudaría. A Willieboy no le importaba. Permaneció en silencio durante el resto del viaje golpeándose los dientes con la punta de los dedos.

    Seguimos al sedán a lo largo del río hasta desviarse bruscamente hacia una calle lateral. Willieboy le dijo a Elmo que siguiera recto hacia el puerto. Nos alejamos hacia los muelles y rugimos por las estrechas calles entre grandes almacenes de ladrillos hasta llegar al edificio Pescaderías Pangton.

    Era una enorme pila de ladrillos que corrían alejándose de nosotros.

    Frente al Chrysler se extendía un mural descolorido en las amplias puertas de la bahía de carga. Representaba a un hombre sonriente con botas hasta la cadera tirando con fuerza de una caña de pescar doblada como un signo de interrogación. Un enorme salmón con ojos de loco saltaba del agua.

    Noté que un artista de graffiti concienzudo había agregado partes del cuerpo como corrección anatómica. Era obvio en naranja y azul neón, que ambos eran muchachos bien dotados.

    Estudié el mural al transcurrir un minuto. Willieboy había gruñido impaciente, dirigiéndole los ojos a Tommy hasta que el arroyo del feliz pescador se separó súbitamente como el Mar Rojo, con las puertas chirriando a un lado en rieles oxidadas.

    Elmo cruzó sin avisar y se detuvo debajo de un arco abovedado de vigas corroídas. Willieboy le había indicado a su compañero que cerrara la puerta.

    El otro agente hizo un gesto de asentimiento cuando Willieboy sacó a Tommy del coche y subió por una crujiente escalera de madera hacia una oficina.

    Ahora había pasado más de una hora. Willieboy paseaba por la habitación, despotricando salvajemente.

    “Dios te maldiga, Wildclown. ¿Qué demonios te pasa? ¿Vas de Grasafácil o qué? ¿Sincrak? Miró desesperadamente a Elmo y de vuelta al payaso. "Sé que estás cabreado, hueles como un maldito barril de whisky. ¡Pero no puedo creer que alguien pueda acabar tan jodido sólo con alcohol! "

    Tommy murmuró algo. Fue casi un gemido. Había levantado las rodillas. Un hilo de saliva conectaba su cabeza con su ombligo.

    "¡Jodido perdedor!" Willieboy se golpeó la palma de la mano con el puño. "¡Joder!" Pateó una silla. Esta se deslizó por el suelo y cayó como un cordero recién nacido.

    Todo este tiempo Elmo había estado sentado inquieto en su silla. Se había fumado el último de sus cigarrillos hace mucho tiempo mientras soportaba silenciosamente su propio interrogatorio, siguiendo religiosamente el lema de la octavilla del prefecto capturado. Nombre, rango y número de serie, nada más. Pronto se hizo evidente que Elmo esperaba órdenes.

    “¿Qué coño le pasa a tu jefe?” Era la enésima vez que se hacía esta pregunta. Esta vez se conectó con Elmo, como si él también se estuviese impacientando.

    “A veces se pone así. Como si su toda mente se hubiera ido o algo así. Creo que es así como hace sus detecciones porque sale de todo tipo de problemas. Pero se toma su tiempo." Se rascó la cabeza, dubitativo por un momento. "Por supuesto, yo le recuerdo viniendo una vez, ¡quiero decir, saliendo de eso... y mucho más rápido!"

    "¿Cómo?" Willieboy estaba abierto a sugerencias.

    "Bueno, es un poco embarazoso. Pero, supongo..." Elmo se frotó el delgado antebrazo. "Una vez yo estaba esperando que saliera, así que yo solo estaba leyendo. Bueno, era una de esas revistas con gente desnuda, haciéndolo... supongo." Elmo se habría sonrojado como si estuviera vivo. "Sonó el teléfono y dejé la revista frente a él con una mujer mostrando su ya sabe, a dos páginas. Hablé por teléfono unos dos s-segundos, y luego el jefe simplemente me lo quitó de la mano y comenzó a hablar. Salió de su e-estado, lo hizo.

    Recordé el momento del que estaba hablando. La imagen había sido de una gran mujer rubia sentada a horcajadas sobre la lente de una cámara. Tenía la intención de decirle a Elmo que usara esa técnica si alguna vez caía de nuevo. Otro ejemplo de memoria peculiar.

    Willieboy sonrió ampliamente y se golpeó la rodilla.

    “¡Por ​​supuesto! ¡Tiene sentido con este clusterfuck enfermo!

    Salió de la oficina. Escuché sus botas en las escaleras. Elmo hizo lo que a veces hacía cuando su jefe estaba mal. Extendió la mano fría y la puso sobre la de Tommy.

    “Despierte, Jefe. Despierte ahora ”, le susurró con voz suave, como una madre que despierta a su hijo para ir a la escuela. "Creo que estamos en problemas".

    Entonces Willieboy regresó. Tenía una revista bajo el brazo. La dejó caer sobre la mesa frente a Tommy. La portada mostraba una imagen de una hermosa joven chupándose el dedo índice. La piel del dedo estaba tatuada para parecerse a las escamas de una serpiente.

    Violencia Por Detrás era el título que aparecía en la parte superior.

    Willieboy abrió rápidamente la revista por una página central de dos mujeres vestidas con el tipo de ropa interior que no cubre nada. Ambas estaban a todo color. Las chicas parecían alegres e indiferentes mientras jugaban a una versión improvisada del juego de esconder la comadreja.

    El subtítulo inevitablemente tonto decía:

    Natalie sabía que estaban jugando para siempre y calificó el farol de su linda oponente. Pero Cindy estaba lista para enfrentar el desafío e hizo el movimiento para endulzar el bote.

    Pude ver la excitación casi inmediata de Tommy parpadeando debajo de la superficie de su cráneo. Le gustaban los animales. Comencé a transmitir imágenes antiguas de Lassie, la versión sin cortes y, un segundo después, Tommy estaba en el asiento del conductor. Miré a Willieboy e hice una mueca. Me había endurecido durante las horas intermedias de inactividad. Hice un mohín.

    "Maquillaje". Mi voz era seca y seca. Me encogí de hombros mientras esperaba, sentí el fantasma de una broca en el hueso y me estremecí involuntariamente.

    Elmo había traído el maletín. Aliviado, lo abrió rápidamente y me lo entregó. Había un espejo compacto en la parte inferior. Tommy había logrado aplicar una base blanca fantasmal antes de caer en coma. Terminé de dibujar los ojos.

    "Mierda, eres el hijo de perra más extraño que he conocido, Wildclown. Debería haber sabido que Violencia Por Detrás te pondría en marcha ". Negó con la cabeza y puso la silla en posición vertical, se dejó caer sobre ella. Una gran zarpa rebuscó en el bolsillo de su traje y sacó un paquete de cigarrillos aplastados. Le arrojó uno a Elmo y me ofreció el paquete. Tomé uno y lo sostuve entre mis labios.

    Estaba en un momento difícil en la aplicación. Las pupilas eran la parte difícil. Tuve que cerrar cada ojo mientras los maquillaba. Un tembloroso dedo y el trabajo sería un desastre.

    “¡Vamos, maldita sea! Te ves bien. ¡Mierda!" Willieboy sopló con entusiasmo su cigarrillo. "¡No puedo creerlo! ¡Eres peor que una mujer con esa condenada mierda!" Se puso en pie y comenzó a pasearse de nuevo; Sus pesadas botas arañaban el suelo. Su mono de cuero, acero y goma crujía. "¡Oh, vamos!"

    "Cómprate un bosque..." murmuré detrás de mi cigarrillo apagado. Terminé, guardé el espejo y el maquillaje, cerré el estuche y lo puse en el suelo. Hice un gesto a Elmo, señalé a mi cigarrillo, me lo encendió y me recliné dando una larga y fuerte calada. Willieboy caminaba de un lado a otro, su cigarrillo era una bruma blanca cancerígena.

    "¿Algo de whisky?", pregunté, sonriendo detrás de mi humo.

    "Joder, acabas de salir de eso... ¡Ah!" Willieboy se contuvo, luego se acercó y rebuscó en un armario de chapa descolorida. Se dio la vuelta con una botella polvorienta de Canadian Club y tres vasos. Miré el polvo de la botella, pasé un dedo por encima y fruncí el ceño ante el gris en la punta de mi dedo mientras él vertía.

    "Diría que no ha tratado bien este whisky, Sr. Willieboy". Sonreí de nuevo y me bebí el vaso que me ofrecieron.

    Willieboy se sentó, bebió del suyo y luego llenó el mío. Elmo sorbió del suyo. El whisky corrió por mis venas. Tomé la iniciativa.

    “Supongo que sería terriblemente insensible por mi parte no mencionar el descolorido traje de prisión que llevabas esa noche en el Hotel Marruecos. Buen detalle. "

    " Buen ojo, Wildclown. Me alegro de que lo hayas apreciado." Willieboy cruzó las manos sobre la rodilla.

    "Déjame ver", le dije, haciendo una torre espiral con los dedos como lo haría Sherlock Holmes . “No eres un proscrito; pero trabajas fuera de la ley. Robin Hood, ¿deberíamos decir? "

    " No, Robin Hood no. No le doy dinero a nadie que no gane. Solo trabajo fuera de su ley ". La sonrisa de Willieboy no fue convincente.

    "¿La ley de quién?" Pude sentir mis sentidos animándose.

    "Hay poderosos grupos dentro de la Autoridad que siguen sus propias agendas". Me dejó asumirlo con las cuencas de los ojos; se oscurecieron cuando entornó los ojos ante la seria declaración.

    Dejé caer mis manos y me miré las botas tras el humo del cigarrillo. Estaban a millas de distancia. "Una corazonada. Eres el inspector Borden ".

    " Sí, lo soy ". Willieboy sonrió de manera hostil y mi mente se puso a trabajar para amarrar eso a la telaraña.

Capítulo 44

    "Willieboy es solo un nombre de portada", me quejé, mirándolo furioso en busca de una nueva copa. No se había movido. "Debería haberlo sabido. Es lo suficientemente estúpido como para creerlo ".

    " Quería usar un nombre que inspirara compasión ". Me sonrió enojado.

    "Tu cara habría hecho eso", gruñí.

    "Pero debes saber", dijo Willieboy con amargura. "Hay más de un inspector Borden".

    "Más de uno". Estaba interesado, pero traté de ser tímido. "¿Nepotismo?"

    "Es un apodo que tenemos para un puesto en la Autoridad. Está reservado para los trabajadores lesionados, y los malos inspectores que van allí para ser castigados. Recolectamos mierda sobre el bebé fantasma, cosas así. Me sonrió. "Es una obra de teatro sobre el Inspector Aburrimiento".

    "¿Qué más coleccionas?" Enderecé la mirada. Mi cabeza todavía golpeaba alarmantemente.

    “¡Archivos, hombre! Cosas sobre el bebé, los ovnis, los fantasmas, ya sabes, una extraña persona desaparecida. Pero sobre todo cosas extrañas, cualquier cosa que pueda estar relacionada con el Cambio. Negó con la cabeza. “La autoridad no sabe lo que es, por qué hay personas muertas caminando y todo eso, así que recopilamos y registramos toda la información inusual que escuchamos”.

    “¿Y hay otros inspectores Borden?”

    “Muchos, quizás cien, no sé. A mí me parece una tapadera conveniente ".

    Apenas escuché su última oración. Estaba imaginando a un centenar de inspectores Borden y a mí mismo tratando de averiguar cuántos de ellos estaban involucrados.

    "No perdamos tiempo con su nombre real, inspector Willieboy. Simplemente preguntaré como si fuésemos viejos amigos. ¿Por qué trabajabas encubierto en el Marruecos?" Me detuve a mirarlo. "Dine que eres un pícaro inspector que lucha contra un sistema corrupto y vomitaré".

    Willieboy frunció el ceño. "Un inspector inconformista, entonces." Se levantó de la silla para caminar de nuevo. "Están pasando muchas cosas que van en contra del mandato original de la Autoridad. Lo que tú y yo llamamosAutoridad comenzó a formarse cinco años después del Cambio a partir de agencias existentes privadas y del gobierno. Su nombre original era Autoridad Social. Bueno, éramos una especie de fuerza policial diseñada para ocuparnos de todo. Nadie sabía qué era el Cambio ni cuánto duraría. Para mantener una dirección social, dice directamente en nuestro manual o carta o como se llame.

    “Debes recordar que todos tenían miedo por aquel entonces. Nadie sabía lo que estaba pasando. Creo que los primeros pasos para crear la Autoridad fueron tomados por el FBI y la CIA, aunque la Interpol y la ONU se involucraron porque la Autoridad está ahora presente de una forma u otra en todos los países del mundo. De todos modos, se decidió que la dirección social sería una con una política de descubrimiento de ojos abiertos. Como nadie sabía lo que había pasado, no podíamos tomar ninguna dirección específica. Y había muchos cristianos poderosos en el gobierno que se volvieron fanáticos de la Segunda Venida. No sabían si cagar o quedarse ciegos. Así que, el descubrimiento era una apuesta más segura.

    “Con la privatización de las agencias de aplicación de la ley al comienzo del nuevo Milenio, reclutamos a nuestras primeras personas allí. Luego, durante un tiempo, la Autoridad compitió con la policía del gobierno. ¿Recuerdas los disturbios de los muertos? Los funcionarios públicos conscientes de los derechos humanos ya no podían cortar el bacalao. Se necesitaba una mano más dura si la civilización iba a sobrevivir al pánico. Entonces la Autoridad comenzó a absorber las fuerzas policiales del gobierno también.

    “A medida que pasaba el tiempo, el control de la Autoridad se trasladó a las juntas directivas elegidas civilmente que se crearon poco después de que el país se fragmentara, digamos quince años después del Cambio, cuando los muertos se apoderaron del campo y nos recluyeron a todos a ciudades estado. El gobierno federal tuvo que cambiar con los tiempos, y los políticos y legisladores vieron que para mantener el anzuelo en la acción, tenían que simplificar el proceso de adopción de Autoridad Social por parte de todos los poderes políticos y legislativos del gobierno. . Las juntas directivas se crearon utilizando representantes del antiguo sistema para administrar el gobierno a nivel federal, regional y local ".

    " La misma mierda. Diferente montón. ”, dije complacido con la lección de historia.

    “El gobierno en el Viejo Mundo era simple: ser elegido, cubrirse el culo y cobrar su pensión. Lo mismo se aplicaba a los nuevos directores, sólo que ahora, con la población asustada, únicamente tenían que ofrecer protección y tranquilidad. Nadie pestañeó cuando se declaró la Ley Marcial extraoficialmente. Treinta y cinco años después, las elecciones democráticas las asumieron el ala de relaciones públicas de la Autoridad, y el resto es historia. Los altos mandos comenzaron a citar gente de las filas ".

    Juntó las manos frente al estómago.

    "Estamos en el proceso de sumergirnos en la fuerza aérea, el ejército y la marina a nivel federal. Hay un movimiento para volver a unir a las ciudades supervivientes bajo una sola bandera: una sola Autoridad. Lo mismo está sucediendo en todo el mundo: mantener una dirección social. Si la Autoridad existe, entonces la gente tiene algo para reunirse y algo que temer. El resultado: orden.

    "Bueno para los negocios", murmuré en mi tono más cínico.

    "De eso se trata todo". Willieboy aplastó su cigarrillo, se sentó, se sirvió otra bebida y volvió a llenar la mía. Encendió otro cigarrillo e hizo un gesto para que sacara uno del paquete donde lo había arrojado. Su nivel de alfabetización mejoró mientras hablaba.

    “A medida que pasa el tiempo, la sociedad se vuelve más loca y la Autoridad se hace más poderosa. Dado que los hombres y mujeres que conforman la junta directiva provienen del viejo sistema: grupos de presión, congresistas, senadores y afiliados, simplemente adaptan sus rutinas al Cambio, y con los nombramientos en las filas de la Autoridad... bueno, la gente está atrincherada de verdad.

    “Y como todos de repente son inmortales, ¡te lo puedes imaginar! Hay muchas oportunidades para que las viejas heridas se infecten, y para que crezcan grupos de intereses especiales dentro de la Autoridad, a quién estoy engañado, ya estaban allí. Ahora tenemos tácticas de presión, extorsiones por protección... estamos montando ese tipo de cosas, nada nuevo ".

    " Y eres uno de los pocos seleccionados comprometidos con los ideales originales de los intrépidos y valientes iniciados del mandato de la Autoridad Social. No me lo creo ". Fue mi turno de pararme y caminar un poco. Me dolió la cabeza de inmediato, así que me apoyé en un escritorio frente a la pared del fondo. Se quejó, pero aguantó mi peso.

    "Joder, eres un cínico, Wildclown". Willieboy se giró en su silla. "No es así en absoluto. Trabajo para uno de los grupos dentro de la Autoridad. Pero estamos en el nivel, ya sabes, no nos gusta nada de esta mierda religiosa, o violencia por diversión sin más. Somos personas que vamos por el dinero. No soy el único y no soy puro. Presionaremos un préstamo incobrable, ya sabes, saltaremos sobre los alborotadores; pero no trituramos a la gente. No hay ganancias en eso ".

    " ¿Quién? " Me limpié el humo del ojo.

    “Difícil de saber. Hay muchos grupos grandes y pequeños. Incluso hay un grupo de expolicías y agentes de la ley tratando de limpiar las cosas. Algunos de los peores son los grupos religiosos. No han asumido bien el cambio, ya sabes. Pero ten cuidado con los hombres del Rey. Trabajan para el Rey de los muertos. Probablemente has oído hablar de él, ¿William Rey? Era un senador de unos cien años cuando murió, y su muerte fue violenta, así que lo que queda de él no es bonito. Pero se ha convertido en un bastión de poder a tener en cuenta. Y contrata a cualquier Ejecutor o Inspector de la Autoridad que mueran en el cumplimiento del deber, por lo que está creando un pequeño ejército, deja que te diga, y tiene contactos, todos esos inspectores muertos tienen amigos.

    "De todos modos, no nos importó su operación, a nadie le importó. Todo lo que hizo estuvo relacionado con cosas del más allá: estiradores de piel. Hace contrabando, venta ilegal de drogas. Pero se queda en su propio territorio. Esa es la única regla que seguimos. Quédate en tu propio territorio. Y estaba muerto, y los muertos no van tan lejos. No son como nosotros ".

    "Él no lo veía así ". Mi sarcasmo era obvio.

    "Difícil de saber". Willieboy pareció evasivo.

    “Estuviste en el Marruecos por Cotton y no por Billings. ¿Regenérica? " Mi cara se cayó, estoy seguro de oírla caer al suelo. “Tomaste una posición en el vestíbulo y esperaste a que la respuesta entrara por la puerta. Hiciste tu actuación de recepcionista, y todo lo que se habló de Van Reydner fue humo. "

    " No. "Me miró con gravedad. “Te conté la historia que obtuvimos del verdadero recepcionista. El pequeño bastardo con suerte dijo que él también se había metido en sus bragas. De todos modos, dado que la Autoridad está tan dividida por dentro, bueno, cualquier caso con influencia se investiga en exceso. Todos miran para ver si les interesa. Mi grupo, llamémosles los Empresarios, tenía un interés especial en este ".

    " Te inflitraste rápido... ¿los otros grupos no se enteraron? Alguien te habría reconocido. "

    " La autoridad es grande, y no siempre visto así ". Se pasó una mano por la cara.

    “Cotton se escondía en el Marruecos”. El whisky me estaba calmando el dolor. "Tenía algo para ti".

    Willieboy se echó hacia atrás. "Sí, y quien golpeó a Billings fue el único testigo del asesinato de Cotton. Billings estaba en el Apagón cuando sucedió. Hizo una pausa. “Casi un par de semanas antes de los asesinatos, comenzamos a recibir llamadas de un tipo que decía que necesitaba protección. Bueno, llamó a muchas personas, ya que todos los teléfonos de la sede están intervenidos, por lo que todos los que estaban dentro se animaron. Dijo que necesitaba protección para un artículo valioso, pero que no sabía en quién confiar. Supongo que la mayoría de las personas educadas se acercan a la Autoridad con precaución.

    Se encogió de hombros. "En una de sus últimas llamadas, dijo que creó la Regenérica. Dijo que compartiría el botín si alguien lo ayudaba.

    “Bueno, los empresarios tienen gente en tecnología y nos lo explicaron todo. Si aquello funcionaba, habría mucho dinero para todos, ¿verdad? Sin embargo, tuvimos que llevarlo a nuestro territorio. Si era correcto, si funcionaba, bueno, sabíamos que estábamos hablando de miles de millones. Así que intentamos traer al tipo.

    “Los registros nos mostraron que Cotton era la principal autoridad en la Regenérica y que trabajaba en la ciudad para Industrias Rey, por lo que sabíamos que tendríamos algunos problemas. No es nuestro territorio, ¿vale? Pero cuando ppr fin elaboramos un plan para agarrarlo, ya no estaba. Esa noche nos llamó y dijo que necesita protección. Y ahí terminó." Willieboy se calló para estudiarse las uñas. "Estaba muerto al día siguiente".

    "¿Cómo diablos lo descubrí yo?" Cogí otro cigarrillo. "Debes de haber rwlacionado los dos asesinatos".

    "Tienes que recordar. Todos en la Autoridad están en un equipo especial, y cada equipo observa al equipo siguiente. Y los empresarios no son un equipo muy poderoso, todavía. De todos modos, había una prohibición para la investigación del asesinato de Cotton que se produjo en cadena, por lo que todo lo que queríamos tuvimos que obtenerlo sin llamar la atención. Los grupos más pequeños todavía podemos poner en marcha nuestras mierdas. Te echée a Billings encima porque puedes trabajar de forma autónoma. Estabas desconectado y eras prescindible. Bueno, si te ponía a trabajar podría comenzar a descubrir quién había matado a Cotton. El vínculo era obvio ".

    Sonreí. “Me ando por las ramas. Tu puedes disparar en el aire a todo lo que asusto. ¿Por qué no hablarme de Cotton sin más? Sabías que estaba muerto, pero me dejaste ir tras el asesino de Billings ".

    " Afrontémoslo. Sabía lo de Cotton y a partir de ahí fue fácil relacionar los dos asesinatos. Pensé que eras un interno y externo, pero contigo husmeando sabía que apartarías la atención lejos de mí. El hecho de que en realidad hayas resuelto el caso Billings me sorprendió. Willieboy dirigió su mirada a mis heridas. “¿Quién te dio estopa?”

    “Mi novia. Escucha, no has explicado por qué me dejaste resolver el caso de Billings y luego pegarte sin más a mi trasero ". Estaba molesto. No fue agradable descubrir que había sido la herramienta de alguien.

    "Lo resolviste pero no conseguiste a Adrian ni Van Reydner. Los necesitábamos . Willieboy me miró fijamente. "Esperaba que encontraras algo que te llevara al asesinato de Cotton, pero el incendio y las noticias de nuestros líderes, los Principales, lo jodieron todo. Todos sabemos que los Principales reciben órdenes de los grupos más grandes de todos modos, así que sabíamos que el Rey no quería que nadie más descubriera lo que perdió Cotton, así que movió los hilos, ¿vale? No supiste del otro asesinato porque la historia fue suprimida. Eso hizo que fuese difícil para ti encontrar a Adrian o Van Reydner. Pensaste que se había acabado, luego desapareciste.

    Una sonrisa tímida dobló la cicatriz en su rostro.

    "No pensé que Adrian fuese a intentar detenerte, debe de ser por tu personalidad. Él prácticamente mostró sus cartas al hacerlo. Lo que fuese que escuchó o recogió esa noche debía de valer mucho. Cuando desapareciste, supuse que te había atrapado. Sonrió tras un nuevo cigarrillo. “Ahora responde a mis preguntas. Hay una avalancha preparándose para caer sobre tu cabeza. Y mucha gente desagradable te está mirando ahora mismo. Estoy bastante seguro de que estás investigando a Cotton. Quiero saber para quién trabajas y qué has desenterrado. Es la única forma en que puedo mantenerte con vida ".

    Miré a Willieboy a los ojos e intenté imaginar cualquier compasión que residiera detrás de ellos.

    Negué con la cabeza.

    "Entonces estás muerto", se inclinó hacia adelante siseando. "Estás muerto".

    Pude sentir a Elmo tensarse a mi lado.

    "Entonces estoy muerto", dije con tanta despreocupación como pude reunir.

Capítulo 45

    Willieboy hizo garras con las manos y las metió entre las rodillas. Sus párpados revoloteaban en un simulacro de compasión.

    "Solo soy un tipo humilde que se anda por las ramas. Cualquier tigre y payaso lo entienden. Traté de cambiar de tema.

    “Ya has dicho que soy prescindible”. Me enderecé. “El incendio en el Marruecos tiene más sentido. Si uno de sus equipos no quisiera que se investigaran los asesinatos, simplemente lo incendiarían. ¿Alguna idea de quién ordenó eso? ”

    “ No. ”Willieboy se reclinó en su silla, aparentemente dispuesto a esperar su informe.

    “¿Cuánto tiempo me has estado siguiendo?”

    “Mucho tiempo”. Willieboy era reacio a dejar que ese gato saliera de la bolsa. Se estudió las uñas. "Mierda, te perdimos en el vertedero. Un par de los chicos que envié para acompañarte a Simpson te perdieron en la niebla ".

    " Hablé con Cane ".

    "¡Bah, no te preocupes po Cane! No nos dijo nada. Él tiene su propio negocio interno ".

    " ¿Cuándo me encontraste de nuevo? "

    " No mucho después de que regresaras ... " Sus ojos eran serios .

    "Hiciste la llamada ... me llevaste hasta Cotton".

    "Cuando llegó el momento, sí. No pensé que te fueses a rendir así ".

    " Supongo que no estaba haciendo mi trabajo ", dije distraídamente. Vi todos los hilos de la intriga enroscados en una soga. ¿Iba a pasar la cabeza por ella?

    "La nota para el almacén: el laboratorio de Cotton. Supongo que tú me dejaste eso." Vi a Willieboy asentir. "Si Cotton murió en el Marruecos ... ¿por qué incendiaron su laboratorio?"

    "Fue el Rey", dijo Willieboy. “O su gente. Alguien estaba tratando de proporcionar respuestas convincentes. Hay mucho dinero en juego. Cuantas menos preguntas, mejor ".

    " Me perdiste de nuevo anoche ". Mi hombro había comenzado a doler.

    “Uno de nuestros muchachos debioo de haberse quedado dormido o tonteando por ahí con alguna fupana. Mierda, vives en un barrio complicado. Esta mañana vimos a tu amigo ", dijo señalando a Elmo,"y lo seguimos a la iglesia. Estuvimos fuera durante casi media hora ".

    Traté de ordenar los hechos que él no sabía. Lo único que sabía con certeza era que probablemente él no sabía nada sobre el detective desaparecido, Owen Gris, o la nota de Van Reydner para que la encontrara en el Arizona. Noté que el Manitas y su compañero eran miembros del Grupo de las Doce Estrellas, por lo que deben haber tenido un equipo trabajando en la Autoridad, pero ¿cuán grandes eran? Conjuré la imagen del extraño colgante que había visto en la muñeca del Manitas y en el delgado brazo de la secretaria de Adrian.

    "¿Quién mató a Cotton?" Le mostre a Willieboy mi cara seria.

    "No lo sé y él no nos lo pudo decir. Cuando hablamos con Billings, no fue de ayuda porque estaba en el Apagón mientras Cotton estaba siendo asesinado. Hubo mucha actividad en torno a Billings, por lo que no pudimos realizar una búsqueda real de Cotton sin llamar la atención. Al final encontramos lo que quedaba de él, pero para entonces, todos los grupos tenían botas en la escena y tuvimos que jugar según las reglas o seguir en las sombras ".

    Miré fijamente a Willieboy tratando de detectar cualquier subterfugio. Tenía que admitir que la cicatriz sobre su labio era una rasgo imponente. Eso unido a sus ojos negros hacía su rostro inexcrutable.

    “Y después, aquí estamos”.

    “Aquí estamos. Y tú haciéndote el héroe ". Willieboy dejó escapar una nube de humo. “Solo quería atraparte y mirarte a los ojos mientras todavía podieraa recordar. Has cabreado al inspector Cane. Es un mal cabronazo que te matará si se le pasa por la cabeza. No sé cuál es su problema, pero tiene todas las miras en ti. Dice detenerte a toda costa. Lo que significa que te interrogará cuando estés muerto si es necesario. Se está volviendo balístico, por lo que debe tener un arma bastante grande apuntando a su cabeza. Cuando oímos una llamada en la radio pidiendo cinco coches para la Catedral de la Madre de Dios y detener a un conocido delincuente, acudimos. Suerte que estábamos allí."

    "Podrías tomarme por tonto, pero sé que tú debes de ganar algo con esto ".

    " Regenérica ". La cara de Willieboy se dibujó en un conjunto serio de líneas. "Y escucha, soy lo más cercano a la justicia que hay en Greasetown. Si puedes confiar en alguien, ese soy yo. Solo quiero los negocios como siempre. La gente está empezando a acabar cortada y eso ya no es divertido. En realidad, yo creo que no estás conectado. Cristo, el modo en que te has metido en todo esto lo atestigua. Pero como no estás conectado, eres libre de operar. Todavía tengo que trabajar con algunos de estos muchachos, así que no te quiero tirando de mi lado ... y, como he dicho, podemos ganar mucho dinero, si es que la Regenérica de Cotton es real y funciona. Registramos su habitación en el Marruecos y salimos de manos vacías. Todo lo que necesitaba proteger había desaparecido. Alguien lo tiene. "

    "Por lo que dices, nadie en la Autoridad lo tiene ". Todavía estaba tratando de leer a Willieboy.

    "Van Reydner es la única persona que estuvo allí esa noche que no ha aparecido muerta. Me imagino que las personas que destrozaron a Cotton también estaban en el hotel para obtener el secreto de la Regenérica. Deben de haberse cabreado un poco al ver que él no lo tenía ".

    " Y luego Adrian sufre un destino similar al de Cotton. Parece que quieres ayudarme, dime quiénes son los hombres del Rey. ¿A quién pertenece Cane? " No quise revelarle nada.

    "Con los Hombres del Rey nunca se sabe. Tiene personas metidas tan dentro que nunca las reconoces hasta que te sacan el hígado. Tú evita al Rey si puedes." Los ojos de Willieboy vacilaron. "Y en cuanto a Cane, está con las Doce Estrellas".

    "Las Doce Estrellas ..." Hice eco, y aparté la vista. "Me estarás vigilando, ¿no?"

    "Oh, sí. Pero llevaré un casco. Hay mucha atención viniendo en tu dirección y no quiero llevarme nada de metralla ". La cicatriz en sus mejillas se encendió en carmesí. "Vigila que no te mate".

    "¿Puedo recuperar el arma?" Extendí la mano.

    "Sí. Yo dormiría con esa cabrona si fuera tú ". La recuperó de la pila junto a su armadura. "Yo no iría a casa. Y me quitaría ese maquillaje. Joder, destacas como un pulgar hinchado ".

    " Eso es gracioso. ¿Lo inventaste tú, lo del pulgar?" Me deslicé la pistola en el cinturón. "No voy a casa, pero que me condenen si te voy a dar mi dirección. Veremos si sus agentes pueden seguirme el paso para variar. No quiero hacerlo demasiado fácil para ti ".

    " ¡Eres un gilipollas! ", Se burló Willieboy.

    "Sí". Hice un gesto a Elmo y dejamos a Willieboy en la oficina. Su compañero nos dejó salir y nos dirigimos hacia el muelle. Miré por si nos seguían. Nadie. Por supuesto, tampoco había habido rastro de ellos antes.

    “¿Adónde, Jefe?” Elmo hizo girar el volante.

    “Me siento loco hoy, Gordo. Vamos a comprarnos un coche nuevo ". Me instalé en mi asiento. Sabía un par de cosas. Me había entretenido momentáneamente la idea de que Cotton tenía información que dar. Pero, por lo que parecía, la Regenérica era un conocimiento bastante común en la comunidad científica. La única razón por la que pude imaginar que cortaron a Cotton en pedazos fue para mantenerlo callado después de hacerlo. La Regenérica ya estaba fuera de la bolsa, así que cualquiera que fuese el secreto de Cotton, estaba relacionado pero no con la ciencia.

    Suspiré y pensé en los empañados ojos de Van Reydner. Tenía que encontrarla.

    Miré fijamente por la ventana a los edificios que pasaban. Dejé de parpadear y la ciudad se volvió borrosa. Me froté el pecho sintiéndome viejo y cansado. El dedo de la fatalidad apareció de pronto y me apuntó directamente.

Capítulo 46

    Estaba en un pasillo de un edificio en ruinas en Gritburg. Elmo esperó fuera en nuestro coche nuevo. Era un remake oxidado del Chrysler 2000, primo perdido hace mucho tiempo de nuestro fallecido Newport; También estaba hecho una ruina, pero solo había costado doscientos dólares. Tuve que gastar una buena parte de mis ahorros y no conseguí nada en el cambio. El viejo estabs tan lleno de agujeros de bala que podría haberlo usado para rallar queso. Estaba seguro de que el coche nuevo era robado.

    Tuve que recurrir a una vieja deuda para conseguir uno que Willieboy no pudiera rastrear. Conocía a un maquinista de callejones de atrás que trabajaba en coches trucados. Saul Wise. Yo había tomado fotos de su esposa cepillándose al dentista, al médico y a un niño en un callejón. Lo curioso de Saúl: no se enfadó, solo se emocionó mientras guardaba las fotos para verlas más tarde. Tampoco me pagó todo lo que me debía. Así fue como conseguí un buen trato con el coche. Elmo por fin nos quitó de encima a cualquiera que pudiera estar siguiéndonos con un volantazo de nudillos blancos hacia otro lado de un tranvía.

    El nuevo Chrysler funcionaba bien para ser una ruina.

    Elmo estaba escaleras abajo admirándolo mientras yo esperaba que un superintendente ciego abriera la puerta de una oficina. Llevaba mi atuendo de payaso, pero había logrado disfrazarme un poco con un sombrero y un largo abrigo gris que había recogido en el Ejército de Salvación. Eran casi las seis en punto. Las farolas habían cobrado vida.

    Era viernes. El fin de semana había llegado. Aquellos que podían pagarlo se irían rápidamente de la ciudad en trenes bala a sus cabañas en el Norte... a todas las nueve de ellas. La Autoridad mantenía reservas especiales libres de animales para tales fines.

    “¡Zolo un mumento!”, dijo el gordito ciego. Estaba inclinado sobre la cerradura haciendo clic con la lengua y abriéndose paso a través de un enorme llavero. Bajé la mirada hacia la parte posterior de su cabeza a la fantasmal media luz de una tenue bombilla sobre las escaleras.

    Llevaba el cabello peinado hacia atrás con una mezcla que olía a grasa de embrague, manteca y escaramujo. Intenté respirar por la boca pero descubrí que podía saborearlo.

    “Caci, caci, caci, caci, ¡ah!” Esto se había convertido en su mantra. Solo había levantado mi ánimo las primeras diez veces que lo había dicho. Esta era la decimoquinta.

    "Tal vez podría poner una bombilla aquí", dije con impaciencia. "Puede que no sea ciego después de todo".

    "¡Zolo un mumento!" Más tintineo. "Caci, caci, caci, caci ... ¡ah!"

    Contuve mi genio pasando un dedo sobre las letras de la puerta. Estaba pintada en escritura simple en un arco. Owen Gris Investigaciones Privadas.

    Yo había encontrado el número de la oficina de Grey en la guía telefónica de una farmacia donde Elmo me había dejado para comer. Así de sencillo. El tipo trabajaba en el 299 del edificio Horowitz en Gritburg. Llamé al número. El teléfono sonó y sonó.

    Llamé al superintendente del edificio, el mismo tipo que estaba diciendo, "Caci, caci, caci, caci ¡ah!" otra vez.

    Había sido casi ininteligible por teléfono, pero me di cuenta de que Owen Gris alquilaba una oficina en el edificio Horowitz. No había podido encontrar el lugar de residencia para Gris. Tendría que hacer un viaje a la oficina de registros cuando decidí que justificaba el riesgo de estar tan expuesto.

    Fui a la oficina del superintendente y lo soborné rápidamente con veinte dólares. Cuando le dije que era detective, se puso como un agente secreto, bajó la cabeza y encogió los hombros. Se escabulló por la oficina. Caci esperé que se subiera el cuello del abrigo. Al parecer observaba cierta hermandad de detectives no escrita, porque parecía bastante dispuesto a ayudar.

    Probablemente el aburrimiento y la vida después del Cambio exigían demasiado a la cordura como para permitir largos períodos de introspección. Supuse que el aislamiento ya lo había llevado al límite. A juzgar por su comportamiento y su apariencia, supuse que no lo había visitado un humano vivo —o muerto— durante meses, sólo inquilinos, todo negocio o vacanted. No había visto a Gris en dos años.

    "Caci, caci, caci, caci ... ¡Ah, ja!", gritó, y la puerta se abrió. Hizo un gesto con la ancha mano. “¡Pace, ahora ez ací de cimple! Mire a zu alrededor, Mizter Wiltclown. Eztoy muy atento a mi oficio ".

    " Sí, así de simple ". Asentí con la cabeza y entré. La sala de espera apestaba a abandono. La alfombra tenía esa sensación ligeramente pegajosa de las que pasaban mucho tiempo sin limpiarse. Moho y polvo. Un largo banco de madera se extendía a lo largo de una pared. Una mesita de café estaba frente a este con varias revistas viejas. Eché un vistazo a sus citas. Dos años: enero del 48. Frente a mí había una puerta interior. Me acerqué, agarré el pomo de latón y entré.

    Encontré una pequeña oficina interior. Todo estaba cubierto de polvo. Tres archivadores negros se alineaban en una pared como senadores ante una oportunidad para hacerse fotos. Había un gran escritorio frente a una ventana cerrada con persianas. Un cenicero vacío había sido colocado a la izquierda debajo de una lámpara.

    Me acerqué al escritorio y encendí la luz. Nada. Tiré del cable. Estaba suelto. Me arrastré detrás del escritorio en un incómodo ángulo y lo enchufé. La luz se encendió. Me puse en pie. Una gran silla de cuero bien acolchada estaba detrás del escritorio. La ignoré y saqué el primer cajón del archivador que vi.

    Estaba sin llave y vacío. Probé el siguiente cajón. Vacío también. Sabía que lo estaría. Me lo decía el hecho de que la lámpara estuviese desenchufada. Nadie en su sano juicio la enchufaría más de una vez. Habían registrado el lugar, era obvio. Y quien lo había hecho había dicho al infierno con el cable de la lámpara. Todo lo demás se había mantenido muy bien.

    Se llevaron los archivos. Eso me decía que quien había registrado la habitación lo había hecho sin la autorización de los superiores y tuvo que hacer una investigación metódica de los archivos del caso en otro lugar.

    Probé los otros cajones. Nada. Me acerqué al escritorio y me dejé caer en la silla.

    La acción fue respondida por un distintivo tintineo aplastado de vidrio roto. Metí la mano entre la almohadilla y el brazo con la mano derecha y corté el primer y el segundo dedo. Alguien no lo había registrado por completo. Chupando sangre de la herida, detecté el más leve olor a whisky. El vidrio molido debajo de mí.

    Abrí el cajón superior y lo encontré vacío. Había uno profundo y ancho a mi derecha. Abrí ese. Una botella de whisky marrón oscuro salió a la luz. Le sonreí. Viejo amigo. La cogí y la puse en el escritorio frente a mí. Estaba casi llena. Leí Canadian Club debajo de mis sangrientas huellas digitales.

    Saqué un pañuelo de mi abrigo y me lo até. No era un corte grave, pero sería incónodo por un tiempo. Agarré la botella, giré el tapón, olí, la volqué y bebí la mitad. El whisky me quemó la garganta, pero me encantó la sensación. Eructé distraídamente, luego crucé y descrucé las piernas, haciendo rodar la botella en mi regazo.

    Estudié la oficina y me pregunté qué le habría pasado a Gris. No había placas ni diplomas en las paredes. Los dos cuadros eran de un pato silvestre y el otro de un par de gansos canadienses. Así que le gustaban las aves salvajes, tal vez un cazador de los viejos tiempos, de cuando se podía disparar a un pato sin ser asesinado por la bandada.

    Entonces tuve una extraña impresión, un poderosa sensación de familiaridad. Las cosas parecían un poco obvias, demasiado predecibles. La de Grey se parecía mucho a mi propia oficina. Pero yo era detective. Él era detective. Nuestras oficinas estaban decoradas al estilo detective. Todo funcionales y sacadas del molde.

    Levanté la botella y la drené. Mi barriga comenzó a arder con ek último trago.

    Bajé la botella, pero noté una silueta de algo a través del cristal marrón. Me asomé y luego giré la botella. En la leve depresión del fondo, había un pequeño sobre cuidadosamente doblado. Había sido completamente aplanado y pegado en el hueco. Reprimí una sonrisa. Reprimí un ¡Eureka! Felicité el olfato del sabueso alcohólico en mí.

    Primero lamí la sangre restante de mis dedos y luego los sequé en la pierna de mi mono. Solté la cinta con una uña y liberé el sobre. Dejé la botella y acerqué mi silla bajo la luz.

    Con cautela, abrí el sobre. Una llave cayó sobre el escritorio con un ruido sordo. La levanté. Era la llave de un casillero. Alguien había estampado "Tránsito de Greasetown" en él.

    El terminal no estaba lejos. Me gustaría ir allí.

Capítulo 47

    Un autobús con el letrero "Sólo Muertos" en la puerta se alejó de la terminal. Vi una colección de rostros muertos mirando por las ventanas cubiertas de moscas. El aire estaba lleno de gases de tubo de escape, olor a aceite y personas. La gran área de salida techada era agria con los aromas de los viajes.

    No tenía idea de adónde iría un autobús lleno de personas muertas, pero aun así lograron conjurar las expresiones esperanzadoras, preocupadas y ansiosas de los viajeros. Probablemente bajaban por la costa hasta Villa Vicio: juegos de azar, montañas rusas y prostitutas. Un gran carnaval para los niños cuando había niños.

    Un sibilante autobús de tránsito se detuvo y arrojó a sus pasajeros a la rampa de sucio cemento que rodeaba la terminal. Una colección de cuerpos vivos y muertos se movió en una masa pulsante hacia las escaleras y hacia el metro.

    Las consideraciones prácticas del transporte público negaban nociones como el prejuicio y la intolerancia, al menos hasta que todos llegaban a casa. Pensé en la idea de unas vacaciones mientras entraba en la terminal principal. Las pesadas puertas de vidrio lograban mantener el aire interior respirable. Me dirigí hacia un largo banco de casilleros, grandes y pequeños. Mi llave decía "A21". Encontré el grupo de casilleros en la sección "A". Eran de esmalte naranja.

    Golpeé las puertas con la punta de los dedos mientras subía subrayando los números: 18, 19, 20 y 21. La puerta era como todas las demás. No había una "X" marcado en pintura roja.

    La llave encaja perfectamente. Estaba un poco pegajoso, pero se giró eventualmente. Hice una pausa, resistí la tentación de respirar esperanza y abrí la puerta.

    Un olor a moho. En el estante de un casillero había un libro. Un delgado diario con respaldo de cuero. Lo saqué, cerré la puerta y volví rápidamente al coche.

    Los ojos de Elmo mostraban esperanza.

    "De vuelta a la oficina de Grey", dije abrazando el tomo con todas las respuestas en mi pecho.

Capítulo 48

    El superintendente había sido amable esta segunda vez. Solo me cobró diez dólares de admisión. Le pregunté quién pagaba el alquiler de Gris. Dijo que asumió que era Gris, ya que había recibido una serie de giros postales sin una dirección remitente, solo una nota que decía alquiler de Owen Grey, pero que había sido pagado por dos años. Me dijo que no guardaba las notas antes de que pudiera pedirle verlas.

    La renta estaba vencida y el superintendente se preguntó cuándo llegarían más giros postales. Me mostró una pila de recibos y facturas que la oficina de correos había estado entregando a la oficina de Grey. Eché un vistazo rápido a los sobres y encontré solo acreedores: una tienda de armas, una factura de una tienda de comestibles.

    Sonreí al superintendente y le dije que no se preocupara. Subí a la oficina.

    Elmo vino conmigo esta vez. Mi pistolero muerto miró a su alrededor con los ojos muy abiertos antes de comentar: "Justo como en casa".

    Caminé hacia el sofá y levanté un cojín. Un escondite en la cama. Lo saqué. Mohosas mantas y colchones. Bajé las mantas y encontré algunos pelos oscuros en espiral, nada más. Eché un vistazo al perchero. Había un puñado de ganchos de alambre vacíos.

    Supuse que Gris vivía en la oficina. El hecho de que no hubiese ropa apilada en ninguna parte me dio la esperanza de que todavía estuviera vivo. Puede que haya huído.

    Le pedí a Elmo que esperara en la habitación exterior y que estuviera atento a cualquier problema. Estaba absorto con una vieja revista cuando lo dejé.

    Tenía una pinta de whisky y un par de sándwiches frente a mí. Había desempolvado el papel secante de tinta para usarlo como mantel individual, doblé la lámpara y puse el diario delante de mí. Mordiendo un sándwich hice una pausa.

    Tommy no había protestado en absoluto. Había estado en posesión de su cuerpo durante todo un día y no se había quejado. Me encogí de hombros y bostecé. Eran como las ocho. Tenía que asegurarme de que descansaba. La paliza que me había dado el Manitas aún me lo recordaba; pero la ausencia de bacterias hacía maravillas con mi tiempo de recuperación. Era otro de los pocos beneficios del Cambio.

    La extinción bacteriana se centraba en el tipo que causaba infección y podredumbre, mientras que permitía milagrosamente la supervivencia de especies que producían alcohol. Tal vez fue una prueba de que había un Dios; si yo fuera Dios, lo habría hecho de esa manera.

    A pesar de que me dejaba principalmente músculos tensos y blandos, estoy seguro de que a mi hombro podría haberle venido bien un par de puntos, pero no tenía tiempo. Y quienquiera que me había apalizado podría estar vigilando los hospitales de Greasetown.

    A trabajar. Abrí el diario. La primera página estaba llena de letra manuscrita con tinta azul en una mano fuerte.

    Nueve de febrero del 48. Recibí una llamada telefónica del Sr. Wilson y la Sra. Helen Hawksbridge. Hablé con el señor Hawksbridge. Parecía preocupado. Me dijeron que tenían que verme. Necesitaban mi ayuda. Les dije que vinieran.

    Llegaron a las diez p.m. El Sr. Hawksbridge con una verdadera camisa de pana. La Sra. Hawksbridge, un hermoso ejemplo de feminidad. Demasiado joven para el viejo. Podría ser cirugía plástica. Ambos se sentían fuera de lugar en mi barrio. Me aseguré de suberlo.

    Quieren que busque a su hija: Julie Hawksbridge. Tenía 25 años antes del Cambio. Pelo rubio, ojos azules. Desapareció hace dos semanas. La Autoridad no los toma en serio. Ella es lo suficientemente mayor como para perderse si quiere.

    Acepté el trabajo.

    Se quedaron callados. Luego la mujer habló. Me dijo que Julie está embarazada. Intento no reírme.

    Voy con ellos y les pregunto por el padre. La chica tiene novio, Victor Davis. Me dieron su número de teléfono: 555-1536

    Ella había estado embarazada antes. Todos abortos espontáneos. Me dieron una foto de cuando era niña.

    Muy bonita.

    Dejé caer mi sándwich y hojeé las páginas del diario. Sin fotografía. Rápidamente me di cuenta de que Gris se lo habría llevado consigo si hubiera tratado de identificarla.

    10 de febrero del 48. Hablé con el inspector Borden. No le interesan mis preguntas. No es de mi incumbencia. Capullo. Trabaja en registros en el CG de la Autoridad.

    Mismo día. Intenté llamar a Victor Davis. Número desconectado. Nada en la agenda telefónica ni información.

    Mismo día. Me han seguido a casa. Coche oscuro. Se fue cuando me acerqué a él. Hablé con John Harker. Reportero del Gaceta de Greasetown. Me deja ver archivos sobre bebés fantasma. Muchos rumores locos. Llamadas extrañas. Nada específico sobre mujeres embarazadas.

    Mismo día. Hablé con el Dr. Arthur Klingspon. Verifiqué el problema del bebé. Me aseguró que muchas mujeres tienen embarazos histéricos. No conoce casos genuinos desde el Gran Innacimiento.

    Mismo día, hablé con el Dr. A. Forrester. Hawksbridge, médico de familia. Alto y miembros de pájarillo: brazos y piernas como de media araña. Dijo que Julie tuvo abortos involuntarios. Le hablé sobre el Dr. Klingspon y la mitad de la profesión médica. Su respuesta: sé lo que sé. Sin evidencia. Probablemente una coincidencia.

    Mismo día, vi al Inspector de la Autoridad en la puerta de enfrente. Huyó cuando me acerqué. No lo reconocí.

    11 de febrero del 48. Hablé con John Harker de nuevo. Dijo que no hay nuevos informes sobre bebés. Piensa que soy un gilipollas. Probablemente correcto. Dijo que debería hablar con alguien del Grupo de las Doce Estrellas: están locos por los bebés.

    13 de febrero del 48. Hablé con Ingrid Hloren. Es ministra en las Doce Estrellas. Loca como un chinche. Dicen que e esperan a Él. No estoy seguro de qué Él. Si esperan que Él suba o Él baje. Esperan a que El "suba". Pronto vendrá, será un bebé. Lo llaman el quinto jinete.

    15 de febrero del 48. Tengo una llamada. Voz dice que me mantenga al margen de esto. No dijo qué era "esto". También me han seguido a la oficina. Hombre alto con abrigo y sombrero. Sin identificación positiva. Huyó en coche cuando me acerqué. Recibí otra llamada. No dijo quién era. Solo dijo que dejara el caso. Capullo.

    Mismo día. Ha llamado Hawksbridges. ¿Cómo van las cosas? Les pregunté si sabían el paradero del novio de Julie. No habían sabido nada de él. No les gusta el tipo.

    Mismo día. Llamó El Rey. Dijo que ya había tenido suficiente. Capullo.

    Mismo día. Amigo en Autoridad no tiene nada sobre Victor Davis.

    16 de febrero del 48. Fui al apartamento de Davis. Vacío. Lo han deamantelado. Solo paredes y azulejos. El propietario dice que el alquiler se ha pagado con giros postales.

    Mismo día. Tengo una llamada. El mismo tipo que antes. Dice que acabaré muerto si continúo. Capullo.

    Mismo día. Llama de nuevo. Amenaza repetida. Capullo.

    17 de febrero del 48. Vi a John Harker. Tengo que dejarlo entrar. Hace demasiado calor. Me han seguido de nuevo. Sé como funciona esto. Tengo que salir de la ciudad. Hablaré antes con los Hawksbridges.

    Dejé el diario. Eso era todo. El resto de las páginas estaba en blanco. Mi whisky estaba por la mitad. Parecía que se había quedado a medias. Había logrado tropezar con el mismo caso en el que Gris había estado, o parte de él. ¿Pero por qué esconder el diario? No había nada innovador en él. A menos que quisiera salir de la ciudad y lo escondiera donde sabía que estaría seguro y fuese fácil de recuperar al salir. Lo que significaba que no salió de la ciudad. Y mencionó a un amigo en la Autoridad. Quizás fue por él.

    Llamé al operador y solicité un número para Wilson Hawksbridge en una dirección de Nuevo Jardín. Lo tuve en minutos. El teléfono sonó con un traqueteo lejano. Un par de sonidos bonk-bonk y alguien respondió.

    "Hola, residencia de Hawksbridge".

    "Hola, me gustaría hablar con Wilson o Helen Hawksbridge".

    Una pausa. “Eso será bastante imposible. ¿Quién está hablando, por favor?

    Me congelé un momento y mentí. "Owen Gris. Trabajo para ellos ".

    Fue su turno de hacer una pausa. "Señor. Gris. El detective. En serio, bueno, supuse que había terminado su trabajo con los Hawksbridges ".

    " Todavía estoy arreglando algunos cabos sueltos ". Froté el diario de Grey para que me diera suerte.

    "Bueno, me sorprende no haber sido informado. Ciertamente debería pensar que lo sabría. Los Hawksbridges han fallecido. Fallecieron en un terrible accidente de coche. Oh, debe ser hace dos años. Hubo un incendio, no quedó nada. Todo fue bastante trágico." Hizo una pausa. "Espere ahora ... Sí, estoy seguro de eso. Estaban en camino para reunirse con usted. Eso es, si. Usted llamó y les dijo que tenía información sobre Julie. Me sorprende que no lo sepa. La Autoridad dijo que tendría que hablar con usted. Hablé con ellos yo mismo. Les di su número. El hermano de la señorita Hawksbridge está aquí. Estoy seguro de que estaría encantado de escuchar noticias sobre su hermana. ¿La ha encontrado? "

    " En realidad, me gustaría hablar con el Sr. Hawksbridge ".

    " Por supuesto, le llevaré al teléfono ".

    Otro bonk-bonk mientras colgaba el teléfono. Me imaginé una mesa de mármol rosa con ángeles tallados como patas. Sus alitas latiendo frenéticamente. Tenían que mantener el nivel de la mesa, de lo contrario el tazón de fruta de vidrio en el centro se derrumbaría.

    Los tacones hicieron clic en un piso pulido.

    Inmediatamente sospeché que los Hawksbridges fueron víctimas de juego sucio.

    A través del receptor, escuché varios pasos acercándose.

    Bonk-bonk y:

    "Hola Sr. Gris, soy Robert Hawksbridge. Entiendo que fue empleado por mis pobres padres. La voz profunda de Robert Hawksbridge estaba llena de curiosidad.

    “Sí, bueno. Para ser honesto, soy Wildclown, también detective. Estoy investigando un caso relacionado y me gustaría cualquier información que me puedan dar. ¿Puedo pasar a hablar con usted? ”

    Una pausa, luego. "¿Qué nombre ha dicho?"

    Se lo di.

    “¿Wildclown? Es un nombre interesante. ¿Es europeo? ”

    “ Sí ”, arrastré las palabras, “ búlgaro ”. Aquelló tuvo que calar un momento antes de continuar: “¿Le parecería bien si acudiera a hacer esas preguntas? ”

    “Ciertamente, Sr. Wildclown. Visítenos mañana por la tarde, digamos a las dos en punto. Siempre he tenido curiosidad sobre cómo resultaron las cosas. Me aseguraré de no tener citas ".

    " Gracias. ¿Y su dirección? Lo anoté y colgué el teléfono. Una visión de una pareja adinerada, pero lo suficientemente decente, quemándose viva en un automóvil pasó ante mis ojos. Más cuerpos. Cogí el diario y rasgué sus páginas.

    Ahí estaba:

    El Rey llamó. Dijo que ya había tenido suficiente. Capullo.

    El Rey llamó. Y se suponía que yo debía evitarlo. Él Iba a hacer eso imposible si su nombre seguía apareciendo.

    Estaba empezando a desear no haber conocido a Conrad Billings.

Capítulo 49

    Entrar en el Distrito de Nuevo Jardín era fácil. Salir era otro asunto. No había bloqueos de carretera y los negocios allí dependían del resto de los habitantes de Greasetown, por lo que la gente podía visitarla libremente. Solo tenía que asegurarse de que iba allí por negocios y de que se portaba bien.

    Los transportes y sedanes de la Autoridad patrullan todas las calles, por lo que hay pocas posibilidades de que alguien entre durante mucho tiempo y se quede allí sin una razón legítima.

    Había historias de personas, alborotadores que entraban en Nuevo Jardín, que habían servido a la Autoridad como ejemplo, y que salían escayolados o no llegaban a salir nunca.

    Elmo se había mostrado un poco reacio a venir, ya que era bien sabido que los ciudadanos de Nuevo Jardín no tenían ninguna utilidad para los muertos. Solo se les permitía la entrada en compañía de un patrocinador vivo, y era ilegal para ellos permanecer en la calle después de la medianoche.

    Un policía al viejo estilo con uniforme azul y broche a rayas rojas, pesados zapatos negro granito, radio de acero brillante, sombrero de pico alto y gafas de espejo nos abordó a Elmo y a mí cuando nos acercamos a la puerta de Arcadia, un exclusivo complejo residencial de Nuevo Jardín.

    El hombre de seguridad tenía una de esas narices grandes y venosas deformadas por la parte superior de demasiadas botellas de whisky. El tipo era fuerte y angular en su forma, tenía el cabello gris que combinaba con la palidez de sus mejillas y estaba de pie con cierta confianza que le decía a cualquiera que se acercara que no solo sabía cómo usar el pistolón en su cadera, sino que le gustaba.

    Se paseó frente al Chrysler con la mano carnosa levantada. Las puertas detrás de él estaban llenas de intrincados herrajes. Representadas en fuertes rizos negros había dos personas felices, hombre y mujer, sonriendo mientras acariciaban un cordero reclinado y un tigre acostado. Las flores y los árboles crecían a su alrededor mientras disfrutaban alegremente de sus mascotas. Una parte de mí anheló ver al tigre levantarse y comérselos.

    "Hola", le dije al vientre del guardia. Había aparecido en la ventana junto el hombro de Elmo.

    El guardia se agachó. Primero miró a Elmo, miró a mi compañero con sus espejos hasta que el hombre muerto tembló. Cuando mi feliz reflejo apareció en el cristal, supe que me estaba estudiando.

    "¿Qué demonios tenemos aquí?" Me sonrió bajo su desagradable nariz de rayas de sangre. "Parece un circo".

    "No, no es un circo". Sentí que Tommy se elevaba hacia la superficie como una oleada de náusea. "Soy Wildclown, investigador privado. Estoy aquí para ver a Robert Hawksbridge en el 41 de Arcadia ".

    La sonrisa sarcástica se derritió. Su rostro se puso en blanco y por un segundo nos miró en silencio a los dos.

    “Esperad un minuto”. Volvió a su pequeña caseta de vigilancia. Lo miré a través de la hendidura de una ventana. El guardia se llevó un teléfono a la cara y apretó la mandíbula murmurando. Nos miró sin expresión.

    Colgó el auricular, salió de la caseta de vigilancia y se quedó en la puerta durante un minuto, mirando. Luego volvió a entrar y se perdió de vista. Hubo un gemido y el zumbido de un motor eléctrico. La escena del Eden de hierro se deslizó hacia un lado lentamente fuera de la vista en una pista. El guardia reapareció, caminó hacia nosotros, esta vez hacia mi ventana.

    "Está bien, puedes entrar". Se agachó junto a mi puerta. “Escucha, dime. Solía ​​investigar un poco en privado." Se rascó el lado de la cabeza. "¿De qué demonios va eso del maquillaje?"

    "Es una cuestión de relaciones con los clientes. Descubrí que si los mantienes felices, vuelven." Sonreí y le indiqué a Elmo que siguiera adelante.

    Dejamos al hombre de seguridad rascándose la cabeza en la puerta.

    El asfalto en el Complejo Residencial Arcadia tenía un brillo aceitoso y recién lavado al enrollarse alrededor de las casas señoriales del valor de una deuda nacional. Normalmente el cielo estaba nublado, pero por alguna razón, todo parecía un poco más brillante y limpio aquí.

    Enormes robles se extendían para hacer un paseo verde en la calle. El césped, todos finamente recortados y cuidados, crecía hasta acariciar ligeramente las aceras, tan blancas como el mármol.

    Había un par de ancianas con vestidos llamativos y estampados florales, con sombreros para el sol, de entre todos los sombreros. Observé cómo sus viejas manos se movían con fluidez, y sus labios rojos se agitaban mecánicamente alrededor de viejas historias cansadas.

    Algún vendedor de ladrillo rojo había hecho el agosto aquí, porque la mayoría de las casas estaban construidas con la impresionante piedra.

    Casa tras casa, crujiente de pintura nueva y jardinería, amurallada como gulags monetarios. Enormes limusinas negras se burlaron al pasar junto al Chrysler.

    Al observar la noble elegancia en la arquitectura de Arcadia, me sentí incómodo. A pesar de sus cualidades impresionantes y monolíticas, había un elemento transparente en ellas: un aura efímera que todo su peso no podía negar. Sentí que podía caminar hasta una casa, abrir su puerta ornamentada y encontrar sólo un piso vacío dentro, como lo haría en las imaginadas calles occidentales de Movieland.

    Los árboles, aunque hermosos, brillaban como un efecto especial en la luz inexistente. Tuve la sensación de que si me acercara a uno de los jardines delanteros, podría levantarlo como una alfombra interior y exterior, y ver los puntales y los contrafuertes de la construcción debajo.

    Sentí que si miraba más allá, podría encontrar las caras muertas de los fantasmas de la era industrial... estas casas y la ilusión que representaban se construían sobre el terreno inestable de la explotación.

    Negué con la cabeza y tiré el cigarrillo por la ventana. Mi estado de ánimo estaba un poco apagado.

    Vehículos largos y aburridos de la Autoridad, negros como un cielo nublado de noche, cruzaban las calles. Había mucho dinero en el Distrito Nuevo Jardín. Y había reglas colgando de cada árbol.

    Regla número uno: si no tiene dinero, no se quedará mucho tiempo.

    Regla número dos: lea la regla número uno.

    Nuevo Jardín me enfermaba. Era un ejemplo de avaricia que trascendía la mera avaricia peatonal. Nuevo Jardín no había cambiado mucho desde el Cambio, y eso era lo que me provocaba náuseas.

    Tenían suficiente dinero aquí para mantener la simplicidad del Viejo Mundo. El perrito con la correa, un gato mojándose en el jardín, aquí la abuela podía poner la tarta de manzana en el alféizar para enfriarla. Todo este día a día normal, esta mediocridad incongruente, mientras que la mayor parte de la humanidad continuaba luchando en la corriente violenta de su impulso hacia la extinción.

    Nuevo Jardín era la misma negación que tanto tiempo había plagado al mundo. Si tuviera suficiente dinero, y el poder que conlleva, el mundo era y siempre sería el mismo lugar encantador. La muerte, la enfermedad y la pobreza no eran más que la trama de una novela o una película realmente buena. Más ilusiones.

    Encendí otro cigarrillo y observé con peligrosa expectativa, como si el simple conocimiento de la ilusión lo hiciera brillar y desaparecer. Mis pensamientos cayeron en espiral.

    Era el caso, y mi propia lucha contra fuerzas más allá de mi control. Me empujaban y me utilizaban. Esto no solo me irritaba, me asustaba, aunque tal admisión es contraria al manual del detective.

    Si no recuperaba pronto el control de este caso, me mataría.

Capítulo 50

    Una cabeza de rinoceronte con boba mirada colgaba de la pared. Brotaba del centro de una lámina de caoba pulida en forma de escudo. Los gruesos labios se torcían en una avergonzada sonrisa.

    Eso no me molestó ni la mitad que la cigüeña, cuyo ofídico cuello depositaba su cabeza, de ojos brillantes como bolitas de vidrio, a quince centímetros de mi cara. Habían disecado al pájaro y lo habían colocado al lado de la gran silla color oliva con respaldo alado en la yo estaba estacionado. Su pico en forma de lanza estaba entreabierto, preparado para recibir un pez o una rana. Por qué los propietarios de la casa lo habían puesto apuntanto a esta silla, yo no lo sabía. Pero me alegré de que hubieran clavado el cocodrilo en la pared donde amenazaba un antiguo retrato familiar en blanco y negro.

    Al parecer, había habido un cazador en la familia Hawksbridge. Toda la casa estaba llena de animales disecados. En el pasillo me había cruzado con un león de aspecto exíguo en una vitrina. Sus ojos muertos de expresión triste miraban a diez centínetros del cristal. Uno de los ojos era lácteo.

    Elmo y yo habíamos llegado hacía solo unos momentos. Le había dicho que esperara en el coche, y me había acercado a la gran puerta de roble del 41 de Arcadia. Una manija, como un pomo de puerta en miniatura, surgió de la pared debajo de una vidriera ovalada. La había movido y alarmado una ensordecedora campana de escuela que había sonado dentro.

    Era una casa grande, el 41 de Arcadia, con un largo sendero semicircular, por lo que nadie tenía que desgastarse poniendo marcha atrás. Era de piedra rojiza, como sospechaba, y tenía unas cuarenta ventanas brillantes en la fachada.

    Un mayordomo había abierto la puerta, su voz había sido la misma con la que yo había hablado por teléfono. Su rostro era antiguo, dos mechones de pelo en las sienes era todo lo que quedaba de su cabello. Los viejos ojos se habían hinchado momentáneamente al verme, antes de pasar a su cortesía profesional practicada desde hacía mucho tiempo. Me había pedido una identificación y yo le había mostrado mi licencia. Como un cumplido para él, lo manejó todo muy bien.

    Este Ambrosio se mantuvo profesional y cortés a pesar del hecho de que un gran payaso con una horrible arma había aparecido en la puerta cuando esperaba un personaje a lo Bogar con gabardina color caqui y un calado sobrero, con balas en lugar de ojos y un saco de boxeo como cara. Bueno, yo llevaba gabardina y tenía un sombrero. El resto era un extra.

    Me mostró el respaldo en ala y la cigüeña como lugar de espera mientras pasaban los segundos. Me senté en medio de la casa de fieras y me fumé un cigarrillo, como Noe debió de haber hecho en el Arca después de cenar.

    No pude evitar preguntarme si el viejo se había sentido un poco como Noe entre todos esos animales, tal vez el día treinta y tres o la noche treinta y tres. También tuve que preguntarme qué podría haber poseído a un elefante para donar su pata delantera y que esta sirviera de soporte del cenicero a mi izquierda.

    Las puertas se abrieron. El mayordomo entró y anunció con su mejor voz: "El Sr. Hawksbridge se unirá a usted en breve. Los negocios lo han retrasado. ”

    Sacudí mi cigarrillo, sonreí cuando el mayordomo salió de la habitación y dejé que mis ojos recorrieran nuevamente los animales.

    Me pregunté si Gris se había sentado en la misma silla y si el zoológico de animales muertos lo había impresionado, y si también había encontrado deprimente la colección de ojos de cristal.

    Lo habían contratado para encontrar a una niña desaparecida y embarazada, una imposibilidad en el mundo después del Cambio. El tipo habría estado lleno del mismo escepticismo general que yo.

    Si suspendiera mi incredulidad por un momento, una mujer embarazada, (incluso una mujer que amenazara con estar embarazada), sería una propiedad popular entre los grupos de intereses especiales sobre los que Willieboy hablaba y hablaba. También tuve que admitir que solo había rascado la superficie en lo que respectaba a las locas religiones y cultos por los bebés. Había todo tipo de personas que querrían una mujer embarazada.

    Alan Cotton estaba trabajando para el Rey de los Muertos. A ambos les gustaría tener un bebé entre sus manos (Cotton estaba muerto y desaparecido), pero el Rey tenía el control de las personas en la Autoridad. Estaba ahí fuera en alguna parte.

    Incluso Richard Adrian de Bronceado de Piel y Conservación para Difuntos hubiera codiciado tal propiedad, si no le hubieran convertido en filetes. Primero, si hubiera oído hablar de la Regenérica, y segundo, porque un bebé vivo real podría significar el final del negocio para él.

    ¿Qué más había allí? El asunto con el Grupo de las Doce Estrellas y el quinto jinete mencionado en el diario de Grey. Tenía la terrible sensación de que pronto descubriría más sobre las Doce Estrellas de lo que quería. Cane era un miembro. La puerta se abrio.

    El Sr. Robert Hawksbridge era un hombre más bajo de la media. Tenía el cabello rígido de color gris hierro meticulosamente arreglado y pulido. También una gran nariz de hacha y círculos profundos debajo de los ojos que, a primera vista, podrían considerarse el resultado de demasiadas noches de insomnio. Tras un examen más detenido, vi que la ceja de su frente sobresalía lejos de la cara; El resultado era que los pómulos se deslizaban bajo los ojos casi desapercibidos. Este fenómeno causaba esas bolsas permanentes y la apariciencia del insomne.

    Me miró rápidamente con finos ojos azules y los apartó para guiarlos hacia la silla detrás de su escritorio.

    Llevaba un traje de algodón azul oscuro con una corbata amarilla ensordecedora. El señor Hawksbridge se dejó caer en su silla, apoyó el codo izquierdo en el brazo, cerró el puño de la mano y apoyó delicadamente la débil barbilla sobre él. Sus labios se movían mientras me estudiaba.

    "Veo que el payaso en su nombre representa más que un estado mental". Su voz era grave y con precipitadas profundidades en ella.

    “Sí, señor Hawksbridge. El maquillaje es parte de mi truco de detective. Algunos usan gorros de cazadores de ciervos, otros, bastones con estoques y coches explosivos." Chafé el cigarrillo en la pata del elefante.

    “Me ha entendido mal, Sr. Wildclown. No intentaba emitir ningún juicio. Puedo vivir en Nuevo Jardín y disfrutar de sus protegidos confines, pero entiendo los cambios que se han producido en el mundo sin ellos ”. Repitió su procedimiento de reposo de mentón con el brazo derecho. "Todos sobrevivimos como podemos".

    Sonreí porque no esperaba eso.

    "Me gustaría hacerle algunas preguntas sobre su hermana, Julie, su desaparición. Estoy investigando un asesinato que podría estar relacionado. ¿Conocía a Owen Gris? "

    " Ah, ya veo. Sin duda ... Movió una mano. "Está intentando vengar el asesinato de su amigo detective, el señor Gris. He leído el Halcón maltés ".

    " De hecho, no conocía al Sr. Gris; pero su nombre apareció durante mi investigación. Desapareció hace unos dos años. No sé si está muerto y necesita venganza ". Encendí un nuevo cigarrillo. "Me gustaría saber lo que le pasó a su hermana".

    "Eso sería difícil. Ah, le diré lo que sé, pero debe entender que yo estaba de viaje en el momento de la desaparición, en el viejo país, así que no estaba cerca cuando sucedieron los hechos reales. Francamente, pensé que Julie se había fugado con ese tipo que estaba viendo, Victor Davis, y él, bueno, no era del todo materia de Nuevo Jardín y mucho menos existencias de Arcadia, en lo que respecta a mis padres. Asumí que huyeron juntos, y no tomé todo el asunto muy en serio. Sin embargo, hablé con mi padre sobre los pasos que estaba dando. Dijo que había contratado a un detective, un tal señor Owen Gris, para encontrarla. Parece que mi padre sintió que el Sr. Gris era discreto, por lo que no atraería atención desagradable a mi familia ".

    " Así que nunca conoció a Gris ". Yo estaba viendo cómo se formaba otro callejón sin salida.

    "No, de hecho, no lo hice. Solo regresé después del trágico evento de la muerte de mis padres. Fue bastante inesperado. Pero me dijeron que habían viajado para encontrarse con el Sr. Gris cuando ocurrió el accidente. Todos los intentos que hice para contactar con el detective después del hecho fracasaron ".

    " Asumo que la Autoridad investigó. ¿Quién estaba a cargo?" Me incliné un poco hacia delante, expectante.

    “Un tal inspector Borden llevaba el caso. Dijo que él fue uno de los primeros en ver la escena ".

    De nuevo imaginé cien inspectores Borden.

    "Y él le dijo que murieron en el accidente y que fueron consumidos por las llamas". De nuevo, sin evidencias.

    Todo se estaba quemando.

    "Sí, y sepa que ese pequeño bastardo ni siquiera parecía molesto cuando me lo dijo. En serio, sé que ustedes, los que se enfrentan a la muerte a todas horas, se acostumbran y se endurecen un poco, pero Borden se pasó por aquí y me dijo que habían muerto sin siquiera tener la decencia de sacarse ese ridículo palillo de metal de la boca.

    “¿Entonces vio al inspector Borden?” Mi mente se tambaleó. “Masticaba un palillo de latón y tenía gafas, claro. Era bajo, de un metro setenta, y tenía cara de cerdo y una cabeza como de sapo, más o menos.

    Hawksbridge se rió a carcajadas. Se alisó la corbata con una mano plana y se limpió los ojos con un nudillo. “Sí, señor Wildclown. Ese es el hombre exactamente. Es él. ¡Un cerdo! ¡Cabeza como una rana! Jajaja. Oh, desearía haber pensado yo en ello ".

    "Es suyo, Sr. Hawksbridge ". Apagué el cigarrillo. La adrenalina corría por mis nervios. “¿Qué más dijo?”

    “Me dijo que el coche perdió el control en la autopista y saltó el bordillo. Cayó trece metros y estalló en llamas. No hubo escapatoria para ellos. El chófer también murió, debo añadir. Borden me dijo que no quedó lo suficiente para la identificación, excepto los registros dentales." Parecía abatido y frotó el brazo de la silla con una mano temblorosa.

    “¿Le preguntó sobre su hermana? ¿Dijo algo de ella?

    Hawksbridge frunció el ceño. “Parecía bastante ansioso cuando se lo dije, de hecho. Dijo que solo había oído rumores al respecto; pero debido a que mis padres no solicitaron oficialmente una investigación, por parte de Autoridad no hubo ninguna ".

    " ¿Le dijo que estaba embarazada? " Estaba empezando a querer su respuesta tanto como quería un trago. .

    “Es curioso, por supuesto, mencioné su estado, y cuando lo hice despertó su interés. Le dije que la familia había puesto un anuncio en el periódico sobre su desaparición, y creo que habían hecho algunas consultas sobre ella allí.

    “Parece que mamá y papá compartían mi sospecha de que solo estaba enojada y dolida. Luego imprimieron una buena disculpa en la Gaceta suplicándole que volviera a casa. Se habían peleado antes ..." Hawksbridge hizo una pausa y cogió un bolígrafo del forro de cuero de la mesa frente a él. “Borden me dijo que podía recordar algo en el periódico sobre su desaparición. Pero él no sabía que se suponía que ella debía estar embarazada. Curioso ... "

    Hawksbridge estudió el bolígrafo en su mano, golpeó el dedo índice de su izquierda con él. “Entonces se rió, pero había algo tan falso, tan extraño, que me molestó un poco. Después de todo, era la primera emoción que había mostrado y su risa fue forzada, estoy seguro. Me dijo que con toda probabilidad ella se había fugado con su novio, y que aparecería cuando sus padres no pudieran interferir con las nupcias. Pero me pidió que lo llamara si ella regresaba ".

    " Y los embarazos ". Mi mente estaba acelerada atando cabos. "Gris escribió en su diario que sus padres le habían hablado de varios abortos espontáneos".

    Hawksbridge palideció y los círculos debajo de sus ojos se convirtieron en anillos oscuros. "Sí, estuve aquí en dos ocasiones cuando tuvo estos embarazos fantasma. No puedo decirle si alguna vez se demostró que realmente hubiese estado embarazada. Todo el asunto me molestó bastante. Lo silenciamos de nuevo, o mis padres lo hicieron. Siempre se preocupaban por la imagen, ya sabe".

    " Lo sé ". Mi mirada cayó y me estudié las botas. "Dígame, su médico de familia, el hombre que hizo el diagnóstico, ¿ha desaparecido o está muerto?"

    "¡Claro, !" La boca de Hawksbridge se abrió con asombro. “Murió, en uno de esos accidentes de bañera, o algo así. Se cayó de una escalera, creo. Entonces, bueno, es un poco desconcertante que un médico muerto te examine, así que busqué a otro. Mis padres se habían ido, después de todo, y él realmente era su doctor." Rodó los ojos para escanear su memoria. "Dr. Avery Forrester. Creo que podría conseguirle su dirección ".

    " Gracias ". Busqué otro cigarrillo. ¿Alguna vez ha vuelto a llamar el inspector? Apuesto a que llama regularmente ".

    " Bueno, de hecho lo hace. Dijo que lo había tomado como una cruzada personal: la desaparición de Julie. Llamadas una o dos veces al mes con actualizaciones. Ya no atiendo las llamadas. Dejé que Johnson, mi mayordomo, se encargara. Me parece que él, Johnson, mencionó un reciente aumento en la frecuencia ".

    " Victor Davis ", dije de manera abstracta, con el cigarrillo colgando apagado de mi boca. “¿Lo conocía?”

    “Oh, era alguien que Julie conoció mientras yo estaba fuera. Nunca lo conocí. Trabajó para, ¿qué era?, una operación farmacéutica de algún tipo. Creo que prescribía recetas ".

    " ¿Puede recordar el nombre de su empleador? "

    " ¿Qué era? " Hawksbridge se frotó la barbilla. “Algo ridículo. Prescripciones Esprín o Prescripciones rápidas, algo así. Solo puedo recordar que había algo rápido en el nombre ".

    " ¿Y nunca más ha oído hablar de él? "

    " No. "Hawksbridge se inclinó hacia adelante sobre los codos "¿Nunca apareció?"

    "Gris no pudo encontrarlo". Encendí un cigarrillo. "Entre las cosas de Julie, ¿alguna vez encontró una foto de Davis o alguna información sobre él?"

    "No, supuse que el Sr. Gris habría visto algo de interés. Padre me dijo que Gris había revisado las pertenencias de Julie... Borden también echó un vistazo." Hizo una pausa. "Supongo que no haría ningún daño que usted examinara sus cosas. Su habitación está exactamente como la encontré ".

    " Gracias, nuevamente, Sr. Hawksbridge. Si pudiera tener su permiso para volver a llamar si tuviese alguna otra pregunta, se lo agradecería." Me puse en pie.

    "Oh, claro, y le conseguiré la dirección del Dr. Forrester. Pero, por favor, debe perdonar mis modales. He sido muy desagradable. ¿Me dejaría ofrecerle una bebida ahora, a menos que esas cosas apremien?" Parecía realmente avergonzado.

    "Nada es tan apremiante". Imaginé un caro whisky escocés importado. Hawksbridge convocó a Johnson y, en un momento, los dos estábamos bebiendo un buen whisky de malta.

    Hawksbridge habló mucho sobre su difunto tío Henry después de preguntarle acerca de los animales disecados.

    “A Hank le encantaba cazar, tenía la sangre real de la familia”.

    Acepté otra bebida y luego otra, antes de registrar la habitación de Julie. Ciertamente era una fanática del orden.

    Una caja de zapatos llena de tarjetas de cumpleaños me había emocionado al principio, pero me dejó frío, solo tías y tíos, y una abuela en Gales. Era obvio que Julie Hawksbridge había querido mantener en secreto su aventura con Davis. Ni un San Valentín, ni una tarjeta de cumpleaños, nada.

    Por supuesto, Gris podía haberse llevado cualquier cosa pertinente, sé que lo habría hecho.

    Compartí otra copa con Hawksbridge antes de irme. Me pareció un placenter entretenimiento escuchar que alguien embolsaba un león en el Serengeti o ensartaba a un hipopótamo con una lanza en el Nilo.

    Pensé que el tío Hank y yo teníamos algo en común. Los dos éramos cazadores.

    En el caso de Hank, su presa había sido peligrosa y difícil de encontrar, pero sabía lo que estaba buscando cuando salió.

    En mi caso, la presa tenía cualidades de camaleón. Podría coalescer de la nada o saltar de una cara amiga. Podría ofrecerle mi garganta accidentalmente. No, tenías que tener cuidado en quién confiabas al cazar asesinos. Cualquier callejón oscuro que pases podría engullirte para siempre.

Capítulo 51

    Miré un par de hermosos ojos azules. Se asentaban en una cara larga, casi demasiado delgada para ser hermosa, pero de alguna manera compensaban la sustancia física con una esencia ingenua que evocaba a la mente la seductora imagen de luchar en un sofá después de la escuela, alrededor de las cuatro y media, justo antes de que los padres llegaran casa. Una nariz larga y recta, con la fosa nasal derecha curvada solo un pelo más que la izquierda; una boca estrecha con delicados labios rosados, del tipo que parecen delgados hasta que te besan; y arqueadas cejas oscuras como rebeldes signos de interrogación, todo esto enmarcado por un cabello liso de color marrón claro.

    Hawksbridge me había dicho que Julie se teñía el pelo según el humor del momento, pero lo que veía en la foto era su tono natural. Me había dado la fotografía de su hermana momentos antes de marcharme.

    Miré los ojos de celuloide mientras Elmo nos conducía hacia la residencia del Dr. Forrester.

    Me sorprendió saber que Forrester todavía estaba de una pieza. Esperaba descubrir que había tenido un accidente con una licuadora de alta velocidad o que se había cortado la cabeza mientras se afeitaba.

    Quien estaba buscando el secreto de la Regenérica de Cotton estaba haciendo una verdadera carnicería en el departamento de detectives. Estaban matando, mutilando y quemándolo todo.

    Tal vez muerto era lo suficientemente bueno como para mantener a Forrester fuera de la foto. Era un jugador menor después de todo. Por eso yo sabía que no podía decirme gran cosa. Si hubiese un tribunal que yo creyera legítimo, sabía que mi falta de pruebas me dejaría presentando la acusación con títeres de sombras chinescas y encogimientos de hombros.

    Eran las ocho y cuarto de la tarde. Estaba hambriento y un poco aturdido por la amigable botella de whisky escocés de Hawksbridge, o podría haber sido la media pinta de whisky que había consumido en la oficina de Grey. Ciertamente atribuí la culpa a Hawksbridge. Odiaba empezar a beber tan temprano del día, pero una vez que empezaba ...

    Después de regresar a Grey, había llamado a Forrester. Al principio se mostró asustadizo, pero se relajó notablemente cuando le aseguré que no tenía absolutamente nada que ver con la Autoridad. Sin embargo, estaba ocupado y me había pedido que fuera a las ocho y media.

    Los faros del Chrysler contaban árboles cuando giramos hacia la Avenida Comte. Resultaba extraño cuando se tropezaba uno con calles con nombres que habían vivido más allá del Cambio. La mayoría de ellos se habían derretido y disuelto lentamente en algo más pegajoso y desagradable. Encajaban mucho mejor en Greasetown. ¿Cuál era el nombre de Greasetown previo al Cambio? No importaba. Todas las ciudades se habían convertido en Greasetowns si lo que decían las noticias era cierto.

    Mi estómago gruñó y ardió hambriento, pero la forma que estaba tomando este caso, la cena podía esperar. Sabía que cuanto más tiempo dejara pasar, mayores eran mis posibilidades de girarme y encontrarme muerto.

    Condujimos por la Avenida Comte hasta encontrar el número 1675. La Avenida Comte estaba en uno de los asediados barrios en pie de guerra que se acurrucaban en la frontera del Distrito Nuevo Jardín. Una agradable barriada, pero la decadencia se estaba gestando y los residentes no tenían dinero para negarlo.

    La de Forrester era una gran casa de ladrillo rojo con cálidas ventanas color naranja.

    Le dije a Elmo que estacionara el coche debajo de las ramas largas y bajas de un árbol de arce cuyas raíces habían levantado la acera en su base lentamente hasta un montículo.

    Salí, sonreí a Elmo, le dije que esperara y caminé hacia la puerta principal.

    Estaba sonando un disco. Lo oía bastante claro. La canción era triste. Quien cantaba se estaba preguntando qué haría cuando alguien, supuse que su amante, estuviera lejos. Desconsideré la oleada de simpatía que generó en mí.

    Arriba, la luz de un porche, diseñado para parecerse a una carroza y cuatro, colgaba de una pesada cadena de latón cerca de la puerta. Me subí el cuello y me bajé el sombrero, luego golpeé una, dos, tres veces y esperé. Escuché los lejanos crujidos y gemidos de movimiento provenientes del interior. Esperé.

    La puerta se abrió lentamente sobre una cadena. La delgada porción de una persona apareció en la rendija. Un corte de ceja saltó hacia arriba y lejos de un ojo. Se entornó una boca.

    "¿Qué demonios...?" La voz fue lo bastante fina como para escurrirse hacia fuera. "¿Quién?"

    Levanté mi licencia. "Wildclown, soy investigador privado. Llamé antes. ¿Dr. Avery Forrester? ”

    El fragmento de ceja bajó sobre el ojo y luego saltó de nuevo. "¿Por qué va vestido así?"

    "Bueno, es un, un ..." Comencé a responder, pero pareció de pronto que mi lengua quedó clavada en la mandíbula. "Estoy, eh ..." Dejé de hablar y moví la boca. Mis manos de repente cobraron vida independiente, la derecha se extendió y empujó la puerta.

    "¡Un, un!" La cadena en la puerta golpeó con fuerza.

    Alguien me cortó el suministro eléctrico como si no hubiera pagado la factura. Tommy había organizado un motín. Mi visión se duplicó, gruñí de una manera muy poco profesional.

    Mi mano izquierda bajó hasta el arma y agarró el bulto hinchado que estaba creciendo allí. Yo parecía mantener un poco de control sobre la mano derecha, porque con ell agarré la izquierda y la aparté de mi ingle.

    “¡N-n-no, n-o! T-T-T ... ” Me retorcí por dentro; Mis pensamientos adquirieron ocho dimensiones. Vi la cara en la puerta; luego, desapareció. Retrocedí y me tropecé en un rastrillo de jardín y una escoba, nos caímos en una ruidosa pila.

    "¡Ay-Ay-Ay!" fue todo lo que pude conseguir decir, como un perro wiener medio aplastado por un auto.

    La mano izquierda tomó agarre del arma; La plaqué con la derecha. La izquierda sacó el arma y la giró para apuntarme en la cara. Empujé con todas mis fuerzas contra ella. Sentí las venas sobresaliento del cuello.

    Me quedé sin aliento. Me atraganté y jadeé, luchando por el control. El arma giró, el cañón me miró boquiabierto. Empujé, pero parecía que la derecha había perdido ímpetu y la mano cayó. Alejé la cabeza del cañón de la pistola.

    Escuché tres cosas: un estallido ensordecedor, una voz aterrorizada que gritaba "¡No!" y un rugido de silencio cuando un vacío negro me envolvió.

Capítulo 52

    Una banda de mariachis estaba tocando una frenética canción en mi cabeza. Es curioso, en lugar de guitarras y maracas, todos tocaban la batería. Ah, y había un bromista tocando el xilófono, pero estaba usando los huesos que cubrían mis sienes para tocar las notas.

    Noté que la banda se hacía más fuerte cuanto más me acercaba a la consciencia, así que por un momento, dejé de resistirme a la cálida oscuridad que intentaba cubrirme.

    Transición.

    Paredes cerámicas de baldosas color jade sobresalían en mi dericción. El mortero entre las baldosas era muy oscuro, de color óxido y de todos los rincones llegaba el olor a moho.

    "Por favor, ahora relájate, Jimmy". Una voz a mi izquierda. Estaba atado a una silla de dentista de algún tipo. Tenía fijado entre los dientes un trozo de goma con una correa que me rodeaba el cráneo. Gire la cabeza todo lo que pude. Miré hacia arriba y hacia la papada azul sin afeitar de un hombre que sostenía un par de paletas de metal con empuñaduras de madera. Su nariz era larga y puntiaguda, y sus ojos de armadillo asomaban de las gruesas gafas con montura de cuerno. Olía a sudor y a loción para después del afeitado.

    “Si voy a dar descanso a esos demonios, debes relajarte. Zarandeas las paletas cada vez que las aplico. Coopera. Nunca lo olvidarás si no cooperas." Su aliento apestaba a azúcar y vómito. Sus dientes se habían podrido hasta formar protuberancias negras.

    Sentí las paletas en mis sienes. Eran fríos círculos redondos. Traté de gruñir o hablar, pero no salió nada. Luego, mi espalda se arqueó sin control al aplicarse la corriente eléctrica.

    Transición.

    Un breve momento de oscuridad, la banda de mariachis comenzó de nuevo. Abrí los ojos y escuché la música staccato.

    Un brillo confuso fue todo lo que pude distinguir, extrañas formas borrosas se movían a través de él. ¡Bailarines!

    Morris Ackerby y Shelley Donaldson giran y giran sobre el suelo de la pista de baile en curso de alejamiento de sus cónyuges. Se enamoran en el soleado sur cuando ven al Príncipe y a la Princesa Encantados el uno en el otro, hasta que todo termina con Morris eyaculando prematuramente, mientras corren como cerdos en una playa sembrada de basura.

    Ocho granujas callejeros de piel marrón observaban desde el interior de una caja de cartón. "Son todos iguales", se quejó el ama de casa insatisfecha, sus manos son un borrón en su pelvis húmeda. "¿Dónde estoy?"

    Transición.

    “¡Cristo, basta! ¡Basta! Gruñí entre dientes lo bastante apretados como para romperse. Las alucinaciones cayeron como cristales rotos. Entonces escuché una voz.

    “Tómelo con calma, Sr. Wildclown. Ha tenido una convulsión de algún tipo. Intente relajarse. ” Luego, con los ojos cerrados, escuché la voz hablar con alguien más. "¿Se llama así... ¿Wildclown? ¿Alguna vez ha tenido una convulsión como esta antes?"

    "No señor, en realidad no, con el arma y todo eso". Era Elmo “Creo que tiene momentos en los que se siente malamente, creo que duerme al estilo de pie. Pero nunca había probado esto antes ".

    " Es difícil durante un ataque, establecer una relación entre intención y acción. Peligroso, de hecho. El cuerpo hace cosas extrañas cuando pierde el control. Una vez tuve un paciente que sufrió ataques de lóbulo temporal y cuando estaba en medio de uno, podía hacer cualquier cosa. En una ocasión se encontró saltando arriba y abajo en medio de la calle. Las bocinas lo sacaron del trance. "

    " Bueno ", me quejé mientras me levantaba con un esfuerzo hercúleo. Me puse en posición sentada en un sofá cubierto con tela de tartán. "No creo que se me ocurra una acción así. Pero veremos cómo me siento más tarde ".

    Abrí los ojos.

    Elmo se arrodilló cerca, junto a una mesa de café manchada con pálidos anillos de copa. Una persona delgada y peluda se agachó al otro lado. Llevaba un estetoscopio alrededor de su exíguo cuello. Por la forma lenta y cautelosa en que se puso en pie, me di cuenta de que estaba muerto.

    “El Dr. Forrester, supongo. Me froté las sienes. La banda de mariachis parecía haberse tomado un descanso. "Tendrás que perdonarme. He esperado mucho tiempo para usarlo ".

    " Sí, Avery Forrester. Pasó toda un experiencia, Sr. Wildclown. Es muy afortunado de estar vivo." Me sonrió. El doctor era una de esas personas largas y angulosas. Era todo hueso y piel. Sus piernas y brazos crecían sin parar, como si tuviera algún gen de postergación de crecimiento que no conseguía terminar el proyecto.

    La piel de su rostro estaba algo floja en la papada muerta, pero aparte de eso, parecía bastante joven.

    Tenía el pelo negro y grueso, y largas orejas de goma que combinaban con su nariz, la cual seguían apuntándome acusadoramente. La boca del Dr. Forrester era amplia y sus ojos profundos y oscuros. Llevaba vaqueros, una camisa a cuadros y un cómodo cárdigan de lana.

    "No he estado comiendo bien". Negué con la cabeza. "¿Tiene una copa, doctor?"

    "Ciertamente", dijo, volviéndose hacia Elmo. "¿Amigo?"

    "Sí señor", dijo Elmo con su voz de escuela dominical.

    El Dr. Forrester desapareció por una puerta que tuvo que agacharse para pasar. Miré a mi alrededor. Elmo todavía me miraba preocupado. Le sonreí y luego escaneé la habitación. Era un lugar pequeño y acogedor.

    Dos paredes estaban completamente cubiertas de libros y al fondo había una chimenea. Miré algunos de los títulos. Grandes expectativas, y El último de los mohicanos se asentaban incómodos con los textos médicos: Tratamiento de fatalidades, Tratamientos Avanzados de Rigor para Prolongar la Flexibilidad en el Tejido Conjuntivo Muerto, Psicología del Difunto y Salud para el Exhumado.

    El doctor reapareció con una jarra de cristal y tres vasos en una bandeja.

    "Es brandy". Se sentó frente a mí y nos sirvió una copa. "Tómelo con calma". Me entregó un vaso medio lleno de líquido rubí. "No le conviene ir demasiado rápido".

    "Solo necesito un poco de anestesia, Doctor", murmuré, luego arrojé el contenido del vaso en mis entrañas. Saltaron, pero se estabilizaron rodeando del licor en llamas. Alcé el vaso. El médico comenzó a negar con la cabeza, pero me sirvió otra de todos modos. La drené, busqué un cigarrillo, saqué uno y lo encendí. Humano de nuevo.

    Sentí la presencia preocupada de Elmo presionando los muelles del asiento a mi izquierda.

    "Me gustaría hacerle algunas preguntas sobre la hija de Wilson y Helen Hawksbridge. Su hijo, Robert, todavía la está buscando. Metí humo en mis pulmones y lo dejé salir lentamente. Mi visión se estaba aclarando. En realidad no quería hablar sobre el episodio en el porche. Todavía tenía que resolver eso. "La desaparición de Julie está vinculada a un caso en el que estoy trabajando".

    La expresión de confusión del Dr. Forrester se reemplazó con diversión al leer en mi tono que acababa de convertirme en un libro cerrado.

    “Ciertamente. Entienda que ya no trabajo para ellos. Murieron tan de repente... y tan finalmente. Su hijo parece que le ponía nervioso mi estado. Señaló su pecho con ambas manos abiertas y luego hizo un movimiento de ala hacia sus rodillas como para decir 'míreme, estoy muerto'.

    "Entiendo que estuviese nervioso, pero no entiendo el porqué", dije a modo de consuelo. “Dígame, doctor. Julie había quedado embarazada varias veces después del cambio. Se supone que debe decirme cómo es eso imposible ".

    " ¿Otra vez? " El médico se echó hacia atrás y me estudió por un momento. "¿Debo pasar por esto otra vez?"

    "Ya veo". Me incliné hacia adelante, sentí que se me licuaban los intestinos y me recosté nuevamente. “La autoridad estuvo aquí. Le interrogaron. "

    " Sí, muchas veces, de hecho. El día después de que Hawksbridge encontró su final. Verá, lo recuerdo muy bien porque fue el día en que morí ".

    " ¿Cómo sucedió eso, si no le molesta que pregunte? " Yo miré el brandy.

    “Oh, fue una estupidez. Estaba pintando el pasillo principal allí... se puede ver el techo al subir esas escaleras. Todavía está sin terminar. El último, o lo que yo esperaba que sería el último de los inspectores, se marchó alrededor de las cinco y media. Traté de apurarme y terminar mi pintura, subí una escalera que llevaba una gran lata de pintura, llegué a la parte superior de la escalera y lo siguiente que recuerdo fue despertar muerto ".

    " No recuerda haber caído?" Aplasté mi cigarrillo en un cenicero azul de cerámica con forma de puma.

    “No. No lo recuerdo. Probablemente fue una combinación de fatiga, químicos de pintura y mala suerte. Me desmayé." Él guardó silencio. “Debo decir que pensé que sería el final del interrogatorio. Por supuesto, había pensado lo mismo después de ese detective, ¿cómo se llamaba?, oh maldición; Normalmente soy bueno con esas cosas. Grange, o ... ¿qué era? "

    " Gris. Habló con Owen Gris." Vi sus ojos iluminarse.

    “Sí. Era un tipo grande, de su altura. Pelo corto y oscuro, vestía bastante común. Gris apareció unos diez días antes de mi muerte. Estaba buscando a Julie y me preguntó sobre sus embarazos. Todavía me siento mal por ello. Le dije, en la más estricta confidencialidad, que ella había tenido abortos involuntarios. Puse en peligro mi juramento hipocrático, pero sentí que dadas las circunstancias, cualquier cosa podría ayudar. Julie había desaparecido después de todo, y este Gris estaba aquí con permiso de sus padres. Y ellos estaban muy preocupados. A veces me pregunto si eso no figura en mi despido. Luego, poco más de una semana después, los Hawksbridges murieron y la Autoridad vino aquí a preguntarme sobre eso. También me dieron una advertencia. "

    "Que fue ... "

    " En realidad, la Autoridad me dijo que no hablara con nadie sobre mi relación con los Hawksbridges mientras las cosas estuvieran bajo investigación. Pero supongo que dos años son suficientes para eso." Llenó nuestras bebidas, se recostó y se colocó en una pose profesional. “Julie Hawksbridge, al contrario de todos los estudios médicos actuales, continuó ovulando después del Cambio. Vea usted, lo que parece haber sucedido es que las mujeres dejaron de ovular y los hombres de producir esperma. Por razones aún no determinadas, la meiosis normal se ha detenido en los humanos y en la mayoría de las especies animales, siendo la meiosis la división de las células sexuales. Pero aquí teníamos a Julie, una mujer con una edad previa al cambio de 26 años que produce óvulos ".

    " Si los hombres no producen su parte, ¿cómo? "

    " Eso tampoco es del todo cierto. La meiosis normal se ha detenido", corrigió el médico. “Algunos hombres producen una cantidad mínima de espermatozoides, en cantidades muy inferiores a la estándar y estos muy mutados. Nada lo suficientemente saludable como para crear descendencia normal, pero uno aprende en medicina que siempre hay excepciones. "

    " ¿Cuántos abortos tuvo? "

    " Tres de los que estoy seguro . Pero por alguna razón, ella no me dijo quién era el padre. Al principio pensé que era porque no estaba segura de quién era, luego me di cuenta de que no habría suficientes hombres produciendo esperma para que ella sispechara de más de uno. Las posibilidades en contra eran astronómicas ".

    " Así que eso fue todo. ¿Y la ... la descendencia? "

    " Ninguna viable. Murieron al segundo mes, aunque mi examen post mortem mostró que se habían desarrollado normalmente. Julie comenzó a sospechar un embarazo y todo terminó ".

    " Y, ¿guardó algunas muestras? "

    Forrester esbozó una sonrisa y la dejó caer de su rostro. . “Normalmente, lo haría. Pero los Hawksbridges estaban tremendamente preocupados por su privacidad. Como cortesía profesional con ellos, destruí toda las muestras que tenía ".

    " Entonces, nadie en el establecimiento médico se enteró de ello ".

    " Sr. Wildclown Supongo que un detective tiene cierta responsabilidad con sus clientes. Me tomo mi juramento hipocrático muy en serio. Hablar con Gris y la Autoridad, bueno, esas eran situaciones únicas. Julie había desaparecido y sigue estándolo ".

    " No estoy reprochándole ninguna falta. Solo estoy haciendo una observación." Tomé un sorbo de brandy. Los dos primeros me habían calentado la sangre maravillosamente. "¿Qué le parece, doctor? ¿Es posible que alguien haya investigado este fenómeno lo suficiente como para intentar criar a un humano? "

    " Sr. Wildclown, hasta donde creo en lo imposible; bueno, estoy muerto, su compañero estaa muerto y, sin embargo, todos nos hemos sentado aquí y hemos compartido una botella de brandy." Me sonrió. "Mi respuesta es que no hay razón para creer que esto sería imposible".

    "Julie Hawksbridge estaba embarazada en el momento de su desaparición. ¿Es correcto?" Me dolió la cabeza momentáneamente, solo un pinchazo.

    “Sí, pero durante su último chequeo conmigo, mostraba todos los indicios de aborto involuntario nuevamente. Parece que cuales fuesen las fuerzas extrañas que actúan sobre la raza humana, hay un intento deliberado de detenerlo ahí.

    "Gracias, Doctor". Hice un gesto hacia el brandy mientras me levantaba. Mi cabeza se tambaleó momentáneamente. Me apoyé en el hombro de Elmo. "Y por lo de antes".

    "Ciertamente, no hay problema alguno. No he tenido compañía últimamente y hay cierta emoción en entretener a un detective, aún cuando no sea del tipo promedio." Sonrió tímidamente.

    Recogí mi sombrero, me lo puse. "Tengo un presentimiento sobre esta siguiente pregunta. ¿Hubo numerosas investigaciones de la Autoridad después de la muerte de Hawksbridges? "

    "Claro, sí, como ya he dicho, " El Dr. Forrester ladeó la cabeza en un ángulo extraño. "Numerosas".

    "¡Oh, qué demonios!" Negué con la cabeza. "Había algo curioso en esas investigaciones, ¿no es cierto? Un par de inspectores investigadores, tipos diferentes ... "

    " ¡Una era una mujer! " irrumpió Forrester.

    Hice una pausa, una mujer . "Bueno, un chico y una chica, y lo curioso es que todos tenían ..."

    "El mismo nombre, sí, eso es sorprendente. Casi lo había olvidado, pero es verdad. Lo tenían, pero fueron dos hombres y una mujer. Pensé que era extraño, y luego lo atribuí a mi audición, que nunca ha sido la mejor. Cuando morí más tarde ese día." Sus cejas se fruncieron. "Tal sincronía resultó repentinamente irrelevante".

    "B-algo", le dije, ajustándome el abrigo.

    "Borden". Me sonrió amablemente. “Todos se llamaban Borden. Recuerdo haberle comentado eso a la segunda inspectora. Qué gracioso fue eso. Qué extraño, ¿y qué dijo ella? Ah, me dijo que era un nombre común en la Autoridad, y me pidió una descripción del primer inspector que había visto ".

    " ¿Cómo era? ", Pregunté ya formando una imagen de él en mi cabeza

    "Corto, redondo y mezquino". Los ojos del médico brillaron ante el recuerdo desagradable. "Le advertí que, de hecho, no pude evitar decir algo sobre este hábito terriblemente malo que tenía. Usted ve que hay mucha evidencia que sugiere que aunque a los vivos se les concede esta extraña inmortalidad desde el Cambio, todavía son presa de ciertos procesos degenerativos. Este primer inspector Borden tenía la ridícula costumbre de masticar un palillo de latón. Le señalé los problemas que iba a tener, y bueno ..." Forrester pareció avergonzado. "Se volvió extremadamente grosero".

    "¿Era el tercer inspector alto, musculoso y calvo, con una cicatriz larga en las mejillas como una sonrisa?"

    "Sí, ese es él. Un individuo muy contundente. Aunque era notablemente amable a pesar de ello. En realidad fue muy conciliador y, de hecho, me impulsó a olvidar el asunto. Vea usted... yo estaba molesto, y conocía a los Hawksbridges, bueno, desde hacía años. Este alto Borden me dijo que siguiera con la vida ... Realmente irónico, cuando lo pienso ... los acontecimientos de ese día ... "

    "Gracias de nuevo, doctor. Le diré algo. Si veo algún cliente, se lo enviaré a usted".

    Me tambaleé ligeramente mientras lo seguí hasta la puerta. Sentí que las manos de Elmo me daban toques suaves en los hombros. El Dr. Forrester sonrió y asintió con la cabeza vigorosamente cuando nos fuimos. Noté un cráter de bala en los ladrillos donde me había caído.

    Cuando Elmo me llevó al coche, tuve la sensación de que mi búsqueda había tomado un nuevo giro extraño. Las criaturas de la jungla eran peligrosas.

    Y algunas de ellas habían encontrado el modo de entrar en mi cabeza.

Capítulo 53

    Regresamos a la oficina de Grey alrededor de la medianoche. Iba a devolverle a Tommy su cuerpo después de hacer una llamada. Por primera vez en mucho tiempo, realmente quería salir. No deseaba más mundo físico. Quería la paz que me daba mi estado intangible. No más dolor, no más asesinatos y fuego. Me senté detrás del escritorio, de nuevo noté el sonido del vidrio aplastado proveniente de los cojines y llamé a la Sra. Alan Cotton, en el 333 de Alturas Marinas.

    "Buenas tardes", escuché la respuesta del mayordomo. Su voz tenía su característico matiz cabreado e infantil.

    "Hola, Edward. Lamento llamar tan tarde. Soy Wildclown. Me gustaría hablar con la señora Cotton ". Me encendí ei cigarrillo de después de la posesión.

    “Es muy tarde. ¿Puedo tomar nota del mensaje? "

    " Edward, no volverás a hacer tu trabajo. La Sra. Cotton me dijo que llamara de día o de noche. "

    " La Sra. Cotton está entretenida ".

    " ¿Sabes, Edward? Yo también la encontré muy divertida ".

    " Me malinterpreta, Sr. Wildclown, ella tiene compañía ". Se aclaró la garganta.

    "Es importante".

    "Pero Sr. Wildclown, la hora ..." De pronto escuché una voz de fondo, amortiguada al principio y aumentando luego en intensidad, acompañada por los estridentes chillidos de una lucha por teléfono.

    "Oh, por el amor de Dios, Edward, déjame hablar con él". Una pausa. "¿Señor Wildclown? ”

    “ Sra. Cotton. Lamento llamar tan tarde ".

    "No se preocupe. Edward y yo estábamos jugando a la canasta. Me mantiene ocupada así".

    "Me parece bien, Sra. Cotton. No hay nada que me guste más que una canasta antes de dormir. Para calmarme los nervios ".

    Guardó silencio por un segundo, buscando indicios de afrenta. “¿Qué pasa, señor Wildclown?”

    “Solo quería darle un informe y hacerle algunas preguntas”.

    “¿Esto no podía esperar hasta mañana? ”

    “ Es importante. Quiero que sepa cómo gasta su dinero ". Ya me había dado un paquete que contenía un cheque con fecha posterior para las primeras dos semanas.

    "Muy bien, Sr. Wildclown". Su tono comenzó a ganar un nivel de interés.

    “Creo que sé quién mató a su esposo y por qué. Todavía no voy a dar ningún nombre, porque no lo sé seguro. Será la primera en saber cuándo he terminado de revisar algunas cosas ". Me detuve para dar una profunda calada de humo. "¿Puedo hacerle una pregunta personal?"

    "Si le ayuda".

    "¿Usted y Alan tuvieron hijos antes del Cambio?"

    "No, lo intentamos, pero no tuvimos éxito. Al parecer era yo, bueno, esto es personal. Simplemente no podía. A Alan le dolió mucho, pero pareció adaptarse. De hecho, incluso congeló algunos de sus, bueno ... "

    " Lo sé, continúe ". Lo sabía, y no tenía ganas de escucharlo.

    “De todos modos, congeló un poco para poder tener un hijo conmigo, si acaso había algún avance médico o en caso de que le sucediera algo, alguna lesión o lo que fuera. De todos modos, siempre pensé que comenzó su trabajo con la genética en un intento por resolver el problema." Hizo una pausa y su voz volvió. "¿Qué tiene esu que ver con la muerte de Alan?"

    "Mucho. Dígame señora Cotton. Usted y su esposo. Se llevaban bien antes de que muriera ".

    " No estoy segura de lo que quiere decir ".

    Yo odiaba la timidez. "¿Estaba jugando canasta con el Sr. Cotton antes de acostarse?"

    "Sr. Wildclown! "

    " Por favor, Sra. Cotton. Es tarde. Obviamente estoy de mal humor. ¿Estuvieron usted y el Sr. Cotton ... "

    " No, no. No habíamos estado juntos como marido y mujer durante años antes de su muerte ". Escuché un sollozo apenas reprimido. "Él siempre estaba lejos con su trabajo, y ya no parecía interesado en mí".

    "Me pregunto, ¿ha llamado la Autoridad de nuevo? ¿Le han llamado? ”

    “ ¿Por qué?, no. ”

    “ Bueno, espere una llamada. Creo que vi el laboratorio del Sr. Cotton, o lo que se esperaba que creyera que era su laboratorio. Todo parece muy convincente." Hice una pausa. "Probablemente le ofrecerán a la afligida viuda que visite el laboratorio ahora".

    "¿Hubo un incendio?" Su voz era cansada.

    “Sí y no. Tengo la sensación de ver el escenario de una obra teatral que fue reescrita por el camino. No tiene sentido entrar en eso ahora. Le informaré más tarde. Gracias señora Cotton. Lamento molestarla." Escuché ruidos de bocina apagados. "La mantendré informada".

    De repente, la voz de Edward llegó a la línea. "Señor. Wildclown. Debo pedirle que haga sus llamadas más temprano en el día. La Sra. Cotton todavía está frágil por la muerte de su esposo ".

    " Claro, Edward. Pero una emergencia es una emergencia. Espero no haber arruinado el ánimo ".

    Colgó el teléfono de golpe.

    Así que por eso el mayordomo era tan protector con la mansión Cotton. Era el señor en ella.

    Ahora, a dormir.

    Elmo estaba en la oficina exterior leyendo viejas revistas. Una botella de whisky en bolsa marrón estaba torcida frente a él.

    “Vamos, Gordo. No podemos quedarnos aquí. Necesito dormir. Pero no aquí ". Sabía que necesitaba un día más para resolver este caso, y no lo conseguiría si me atrapaban durmiendo la siesta. Sabía que se me había acabado el tiempo. "Vamos a dar una vuelta, Elmo. Tú y yo deberíamos encontrar un lugar para escondernos ".

Capítulo 54

    Recorrimos un sinuoso camino hacia Downings, con especial cuidado de perder a quien pudiera estar siguiéndonos, y siempre conscientes de las Reinas. Fue fácil. Las calles que entraban y salían del distrito de Downings estaban llenas de automóviles y camiones destrozados, bloqueos de carreteras abandonados y desvíos.

    A los edificios de oficinas en esa sección de la ciudad no les había ido mejor. Muchos eran reliquias quemadas del mundo antes del Cambio, cadáveres de una civilización muerta. Era apropiado que las bandas de muertos los usaran ahora como ocupas y ladrones.

    Hacía mucho tiempo que el verdadero dinero había abandonado esta parte de Greasetown.

    Yo conocía un lugar, donde Tommy me había llevado una vez, donde no había más que una ocurrencia irritada.

    Él se había acercado a tres edificios altos en Downings. El del centro era antiguo y el más pequeño. Era un número de azotea plana con viejas persianas góticas en todas las ventanas. Al parecer, el dueño se había mostrado reacio a vender, porque en dos lados congruentes habían crecido un par de enormes rascacielos de liso hormigón y vidrio, ahora abandonados.

    Hacían del edificio más antiguo un enano, y se erigieron tan cerca de él que había poco menos que unos estrechos treinta centímetros de aire de separación. Yuxtapuesto de tal manera, el techo del antiguo edificio se convirtía en un alquitranado diamante en la esquina formada por estos dos enormes edificios colindantes.

    El punto más profundo del diamante era oscuro, encajonado por la masa y la sombra de los gigantescos gemelos, mirando hacia el Este. Los edificios altos tenían pocas ventanas ahora, solo umbrales irregulares y marcos de aluminio deformados.

    Los vientos aullaban a través de los espacios estrechos como demonios.

    El lugar secreto de Tommy estaba sobre este techo corto y plano, que se detenía en el piso veinte. A la sombra del débil sol existente, se convertía en el lugar perfecto para musgos y líquenes, y los tres bajos cedros que crecían allí.

    Tommy me había traído aquí una vez, y yo había visto estrellas; ahora buscaba este santuario para dormir la noche en una ciudad que se había vuelto mortal para mí.

    Estaba preocupado por mi último episodio con Tommy, así que le di mi arma a Elmo y le dije que vigilara en la cima de las escaleras y la puerta rota que servía como acceso a la azotea.

    Caminé con fatiga hacia los tres cedros, me senté bajo el refugio de una ruinosa cabaña de plástico y aluminio erigida a su lado, abrí la botella de whisky, dejé en el suelo un paquete de cigarrillos y dejé a Tommy en paz. De inmediato él murmuró algo sobre el César, luego atacó la botella vengativamente.

    Lo observé con aprensión fumar y beber vorazmente. Cuando desapareció una cuarta parte de la botella, el cansancio se hizo sentir y se durmió entre la basura y las piedras cubiertas de musgo. Roncaba débilmente.

    Me relajé y dejé que la hueca oscuridad me absorbiera.

    Transición.

    Estaba desnudo en un pasillo estéril. El sudor me empapaba la frente. Las luces estaban apagadas. Alguien me había fregado nuevamente. Mis mejillas estaban ásperas por las cerdas de plástico. Cada vez que se cortaba la electricidad, las puertas se cerraban automáticamente en un largo y retumbante: bum, bum, bum, como un gigante que se acerca con enormes pies asesinos.

    Quedé abandonado en la oscuridad.

    Apoyé la espalda contra la pared; Noté que los ladrillos estaban fríos. El miedo me balbuceaba al oído sin parar.

    El sonido de la respiración me llegaba por el pasillo a corta distancia y me erizó el pelo del cuero cabelludo.

    Ojalá el payaso estuviera aquí. El payaso podría ser útil. Haría que el miedo desapareciera.

    Desde la oscuridad alguien gritó... hierro caliente sobre la carne.

    Me escabullí gateando hacia el azul televisivo de una ventana iluminada por la noche. Una luna hinchada presinaba la esquina superior y perforaba agujeros rectangulares por el pasillo donde otras ventanas con luz permitían una vista tentadora, pero sin libertad.

    En la luz misteriosa, vi extrañas formas desnudas moviéndose lentamente hacia mí, arrastrando extremidades moteadas y retorcidas.

    Abrí la ventana en sus bisagras.

    Las ramas caídas rascaron el aire afuera como manos chirriantes enterradas vivas. Un viento gimió. Las hojas giraron.

    Acercáandose por todos lados, sentí el silencioso movimiento de la locura. Pero también podía sentir una magia inusual. El payaso estaba aquí. Habia llegado. Esta vez había algo más en la oscuridad, en la luz de la luna y en las sombras que se acercaban.

    Sabía que el la electricidad y las luces no volverían. Algo había sucedido y se habían ido para siempre. Algo había sucedido en el mundo más allá de la negra hilera de árboles.

    Alcé la mano y agarré la pantalla de malla de acero. La agarré con los dedos hasta que la piel comenzó a rasgarse. Tiré de ella hasta que se dobló hacia mí, su forma de ampolla se llenó de luz de luna. Me dolían los brazos y los dedos, me sangraban los nudillos. La pantalla se estiró, se hinchó hacia adentro, se ancló a mis manos desgarradas y finalmente se liberó.

    Me escabullí afuera.

    La luz de la luna brillaba sobre la hierba húmeda. Un campo se extendía ante mí hasta un denso grupo de árboles en lo alto de una colina. Corrí agazapado, bajando a gatas con un ritmo asfixiante para sentir el cálido rocío salpicándome las mejillas y empapándome el cuerpo. Llegué a la colina y me di vuelta.

    Observé la ventana por la que había escapado. Vi nacer siniestras formas simiescas en la noche. Miré hacia la ciudad en la distancia. Sus muchas luces no centelleaban como un campo de estrellas ahora. La violencia las había reemplazado con luces rojas mientras la sangre aullaba por las calles. Estalló el fuego, una explosión.

    Transición.

    El sudor brotó de mi piel, y mi mente dio vueltas con brillantes imágenes rojas. Estaba dentro de Tommy, había entrado durante el sueño. No podía sentir su presencia como solía hacerlo, acechando allí, debajo de mi conciencia como una pesadilla freudiana.

    Traté de recordar las imágenes fugaces del sueño. Luces parpadeantes y motas rojas como células sanguíneas incandescentes bailaban y chispeaban dentro de mi cráneo. Recordé una luna, luego formas oscuras deslizándose y correteando.

    Me tranquilicé con whisky y cigarrillos, y busqué los bocadillos que había traído. Amaneció. Había estado fuera unas cinco horas. El cielo se iluminaba lentamente.

    Una luz rosa inusual comenzó a colorear las nubes del Este. Inusual en el sentido de que no había visto tal cosa en todo el tiempo que había estado asociado con Tommy.

    Desde mi punto de vista podía ver las largas formas de nubes naranjas que se forman y se extendían hacia mí desde el horizonte. Un rojo tan maduro como la manzana, tan crudo como la sangre, comenzó a crecer en intensidad en una furiosa barra debajo de la nube.

    Disparaba largas bandas de destellos en el agua, marcando surcos furiosos en el océano gris. Quizás por eso Tommy había elegido este lugar.

    Quizás había vislumbrado el amanecer de esta manera... la severa gloria de una bandera arrancada de las manos de un soldado muerto y ondeando sobre el campo de batalla. Aquel lugar elevado era perfecto para ver el espectáculo. Debajo de mí, los rayos alienígenas prendieron fuego a la niebla, que hervía en las calles de Greasetown y sobre la poblaron con chispas y brasas de cromo.

    Las calles seguían los haces ardientes hacia el mar.

    El asfalto brilló por un momento, y luego las nubes se oscurecieron y se colorearon fuertemente hacia el rojo, apagando la luz. El trueno de un ataúd vacío cayó. La oscuridad creció sobre Greasetown como tejido cicatrizado. Una llovizna empezó a golpear el techo de plástico sobre mi cabeza.

    Me puse en pie y lo observé con gran interés porque, a medida que el cielo se iluminaba, las piezas comenzaban a encajar. Tenía muchos motivos. Tenía sospechosos Incluso tenía culpables.

    Sólo me quedaban dos problemas.

    Tenía que encontrar a alguien para contarle mi historia, y tenía que encontrar a Van Reydner.

    Ella podría despejar todas mis dudas. Podía verificar mis afirmaciones. La encontraría pronto, si mi corazonada era correcta. Pero primero tenía que ponerme en contacto con Richard Adrian.

Capítulo 55

    Vibró el teléfono. Tamborileé con los dedos sobre el escritorio.

    Volvió a sonar: "Hola, Bronceado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson". La voz de un hombre sonó cansada y aburrida.

    "Hola, soy Armando DeHavilland, propietario de Nouveau Vogue, una congregación de arte de Nuevo Jardín". En realidad, tal persona y lugar existían. Me tomé cierta licencia artística y le di un acento alemán. "Me gustaría saber dónde debo enviar la colección de Asia del Sr. Adrian. La compró hace unos meses, pero sólo ahora ha pasado la cinta roja de la Autoridad. "

    " Lo siento, toda factura pendiente debe ser enviada a su albacea... "

    "Pobre de mí. Esta está pagado, el Sr. Adrian la compró personalmente, para un amigo, creo. Supe de su triste fallecimiento y las circunstancias que lo rodearon, y dado que ahora no puede apreciar las piezas, me gustaría saber dónde enviarlas. Están pagadas ".

    " Bueno, podría enviárselas a su tío, Theodore Demarus. Tiene apartamentos en el 1100 de la Torre Galaxia, en el 1000 de la calle Principal Norte: Nuevo Jardín. El Sr. Demarus ha estado actuando como albacea del testamento dado que el Sr. Adrian no puede verlo por sí mismo ".

    "Gracias, ha sido de gran ayuda ". Miré a Elmo al otro lado del escritorio.

    Estábamos en la oficina de Grey de nuevo.

    Taché otro nombre de mi lista de verificación. Ya había buscado el lugar de trabajo de Victor Davis. Existían unas Prescripciones Rápidas y sí, tenían registro de un Victor Davis entre sus empleados. Había desaparecido sin cobrar su última nómina hace unos dos años. Un giro interesante y no totalmente inesperado fue que Prescripciones Rápidas era una subsidiaria de Industrias Rey.

    Llamé al operador y pregunté por la oficina principal de Industrias Rey.

    Otro zumbido telefónico. Otra secretaria. Esta con voz voluptuosa.

    "Hola, Industrias Rey".

    "Hola, me gustaría hablar con el Sr. Rey".

    "¿Quién llama por favor?"

    "Owen Gris". Iba a probar a encender un fuego.

    "Lo siento, Sr. Gris. Puedo ponerlo en contacto con uno de sus secretarios personales. "

    " Quiero hablar con el Sr. Rey ".

    " Nadie habla con el Sr. Rey sin una cita. " Silencio. “¿Qué empresa representa?”

    “Represento a la Regenérica. Es la última novedad. En serio me gustaría hablar con él ".

    " El Sr. Rey no atiende llamadas sin una cita, Sr. Gris. "

    "Gracioso ", dije. "No me creo. Sólo dígale que llamé. Conseguiré una cita. Sólo dígale que volveré a llamar ".

    " Muy bien, señor Gris ". Colgó. Había sonado tan curvilínea y oficiosa que podría haberla escuchado todo el día... solo había que sonreir y contar las sílabas.

    Miré a Elmo. Sus ojos eran redondos y su rostro mostraba incredulidad.

    "No te preocupes, Gordo". Le mostré mi mirada de confianza y me quedé quieto por un momento, arrojando los dados en mi mente. Descolgué el teléfono, marqué la Autoridad.

    “Autoridad Crimdiv. Al habla el sargento Yanik." Aquel tipo parecía enojado.

    "Inspector Willieboy, por favor".

    Silencio.

    Una pausa mientras Yanik hacía coincidir los nombres falsos con los reales. "Espere un segundo". Me pusieron en espera.

    "Sí, Crimdiv". Willieboy sonaba todo interesado.

    "Inspector... No puedo decir Inspector Willieboy con una cara seria. Tendré que quedarme son Willieboy a secas. Soy Wildclown. Tengo a mi hombre ".

    "No digas nada por teléfono. No es seguro ".

    " ¿Qué teléfono exactamente, el tuyo o el mío? "

    Hizo una pausa. "¿Dónde has estado? Nos volviste a dar esquinazo ".

    " Mi conductor es mejor en su trabajo que el tuyo".

    "No puedo discutir eso. ¿Dónde puedo reunirme contigo? Me gustaría usar otro lugar ".

    " Lo decidiré más tarde. Me toca a mí tomar algunas decisiones. Tú no te apartes demasiado del teléfono ".

    "Serás bastardo... " Pero le colgué.

    Sonreí. Eso me sentó bien. Tenía muchas ganas de devolverle la llamada sólo para colgarle de nuevo.

    Ahora, el Grupo de las Doce Estrellas. Así era como se anunciaban en la guía telefónica. En realidad tenían un anuncio en las páginas amarillas. "ÚNASE A NOSOTROS EN LA VIDA ETERNA: ¡AYÚDENOS A ABRIR PASO AL JINETE!"

    Marqué el número. El teléfono emitió el sonido de un lejano traqueteo.

    “Hola, Grupo de las Doce Estrellas. Su llamada es importante para nosotros. Por favor, espere un momento, todas nuestras líneas están ocupadas ". Me entretuve durante unos minutos con un coro orquestal haciendo algo similar al Mesías de Handel. Luego respondió una operadora: sonaba salvada.

    “Hola, Grupo de las Doce Estrellas. ¿Cómo podemos ayudarle? "

    " Tengo curiosidad. He encontrado recientemente un pequeño broche, es pequeñito. Parece una esvástica acunada en la parte ovalada o circular de un ankh egipcio. Un amigo me dijo que le pertenecía a ustedes. "

    "Claro que sí, señor. Ese es nuestro símbolo del Eterno Reich... ¿dónde?

    "Dígale al hermano Cane, o como se llame, es un Inspector de la Autoridad en su grupo que mastica palillos de latón. Dígale a ese feo capullín, ¿está escribiendo esto? Dígale al feo y pequeño capullo que Wildclown tiene información sobre un bebé. Dígale que le devolveré la llamada. "

    " Si pudiera mantener la línea, señor, yo ... "

    Colgué y me recliné en la silla .

    Sonreí de nuevo. Resistí el impulso de volver a llamar y colgar por despecho. Una oleada de vértigo me inundó. Tuve la clara sensación de que estaba jugando con lo que quedaba de mi vida. Tendría que moverme rápido.

    El Rey sabía dónde estaba la oficina de Grey. Después de todo, había pagado él el alquiler. El dedo de la muerte acarició mi pecho como lo haría una vieja novia que quisiera volver a estar juntos. El safari estaba llegando a su fin. La hierba estaba llena de tigres; Los árboles estaban llenos de pitones y arañas. Estaba de pie con la maleza hasta las caderas y solo una bala en la recámara.

    Agarré el teléfono nuevamente, marqué el Gaceta.

    “Srta. Mary Redding, por favor. "

    " Un momento, señor ".

    Un segundo de Muzak. "Mary Redding". Su voz sonaba tan fresca y limpia como una brisa en el Edén.

    “Hola, Mary. Soy yo ".

    " Bueno, ¿dónde ha estado, Sr. Trabajo? Está claro que no sabes cómo tratar a una chica. He llamado y llamado. Incluso me pasé por tu casa. Oye, ¿por qué hay un transporte de la Autoridad delante de tu oficina? "

    " Espero que les hayas dado lo mejor de mí ". Yo esperaría tal cosa. “¿Amigos tuyos?”

    “¿Desde dónde llamas? Me jugaré una corazonada ". Su tono era juguetón. Podía imaginar esa delgada línea entre sus ojos oscureciéndose ligeramente. "Creo que estás metido en problemas".

    "Tenía curiosidad". Sonreí al receptor. “Me mencionaste la justicia una vez, como si supieras algo al respecto, o de hecho la hubieses visto en algún momento. Sé que es un pájaro ilusorio, pero ¿era cierto? "

    " Es una fantasía mía, sí ". Hizo una pausa. "Puede que sea cierto".

    "Bueno, aparte de mí, ¿alguna vez has conocido a alguien con un concepto similar de justicia? Alguien, digamos, en una posición de autoridad. Ah, en este monento me valdría casi cualquier cosa. ¿Una criada iracunda o un guardia en un cruce escolar con un chip en el hombro?

    Mary Redding se echó a reír y luego se puso seria. "Te costará otra cita, pero sí, conozco a algunas personas".

    Ella era buena. Eso seguro. Solo se había resbalado una vez, y yo casi lo pasé por alto. Entonces la recordé, curvas desnudas y todo. Ella era buena en muchos sentidos.

    "¿Qué estás tramando?" Me había leído bien el silencio. "¿Va a suceder algo?".

    "Te volveré a llamar ..." Colgué enmudeciendo un "¿Cuándo?" de Mary. El orden de las llamadas telefónicas era la parte difícil. Tenía que jugar esto perfectamente. Primero una comida, sí, un condenado siempre recibe su última comida. Luego las llamadas. El Rey primero, era peligroso, pero era la clave.

    Llamé a Elmo.

    "Elmo, reúnete con un par de sándwiches: el plancton molido con eneldo sobre centeno servirá, y un gran deli encurtido, ya sabes del tipo que me gusta." Él asintió y se volvió para irse. Le grité a la espalda. "No dejes que nadie te vea y no te lleves el coche".

    Me sonrió con un "Sí, Jefe" y se fue. Lo miré fijamente y luego me recosté recordando mi noche con Mary Redding. Su fuerza era la parte más memorable.

Capítulo 56

    La Torre Galaxia era grande y estaba diseñada de tal manera que parecía lista para lanzarse al espacio. Alta y cubierta de vidrio, brillaba cuando la luz la alcanzaba, incluso con el débil facsímil de sol azotado por la lluvia de Greasetown. Se levantaba cien plantas en el extremo norte de la ciudad, donde la calle Principal entraba en Nuevo Jardín.

    Los pisos inferiores tenían oficinas; el tramo superior albergaba caros apartamentos. Sus gigantes puertas de cristal parecían lo suficientemente altas como para romperse bajo su propio peso.

    Me detuve en un largo collar negro de asfalto que se enroscaba alrededor de su base. Salí cuando un hombre alto con túnica escarlata (botones brillantes de latón) caminó rápidamente hacia el coche. Me miró como si yo no fuese digno de las charreteras doradas sobre sus hombros, se subió al Chrysler con un suspiro de disgusto y lo condujo sin demasiada suavidad a un gran cuadrado negro lleno de automóviles a unos ochocientos metros de distancia. Lo estacionó.

    Caminé hacia las puertas gigantescas y sentí una poderosa ráfaga de aire cuando se abrieron automáticamente ante mí. Paseé por el vestíbulo hacia un mostrador de recepción. Los arcos imponentes de acero y vidrio se encontraban muy por encima de mí. Una araña de cristal del tamaño de un remolcador ocultaba su punto de intercepción en lo alto.

    El escritorio era un amplio óvalo violeta con un agujero en el centro. En su interior, una mujer negra con profunda mirada sonrió profesionalmente con labios rosados. Su perfume olía a lilas. Llevaba un traje azul celeste y una camisa lavanda. Mis ojos se vieron atraídos por una delgada cadena plateada que formaba un puente colgante frente al profundo y oscuro desfiladero entre sus pechos.

    Levanté la mirada y le devolví la sonrisa. Por la expresión de su rostro, me di cuenta de que ella pensaba que se trataba de una broma.

    "Estoy aquí para ver al Sr. Demarus". Me quité el sombrero. "Soy Wildclown, detective privado".

    "¿En serio?", dijo y sonrió mirándome de arriba abajo. "¿Puedo ver su autorización?"

    Di palmadas por mis bolsillos. “Oh, claro, cierto”.

    Ella frunció el ceño. "El señor Demarus ocupa la suite del ático. Me temo que a nadie se le permite visitar plantas superiores a la setenta y cinco sin autorización de seguridad ".

    " Lo sé. Está en el correo, me lo dijeron ", dije, mirando por el enorme vestíbulo. "Yo mismo estoy en seguridad. Sé cómo funcionan estas cosas. Me incliné sobre el escritorio y vi un circuito cerrado de televisión. "¡Mire! Eso parece una... eh... configuración estándar... de admisión de seguridad A-131 con monitor de filtro rojo y acceso de alta velocidad, ahí ... le das luz verde con esos botones. Son ingeniosos. ¡Eso es ingenioso!" Señalé un panel con unos treinta botones al lado de una taza de café manchada con lápiz de labios. "Toda la seguridad pasa por el escritorio principal".

    "¿Cuál era su nombre otra vez, señor?" Parecía realmente sospechosa ahora y había puesto una mano en el auricular de su teléfono.

    "Lo siento. Me aseguraré de que mi autorización esté en orden antes de regresar. Muchas gracias. Empecé a caminar hacia la puerta principal como si realmente lo sintiera. "Sigan con el buen trabajo".

    "Un minuto, señor ..." Fue interrumpida por una voz aguda que cantaba.

    "Sigue hasta el final del camino, sigue hasta el final ..."

    Lancé una esquina de mi ojo hacia la recepcionista. Ella miraba hacia la parte trasera del vestíbulo donde Elmo se había colado por una salida de incendios. Había entrado justo a tiempo. Pude ver que se había bañado con el whisky que le había dejado: tenía el pelo lacio pegado al cráneo, la chaqueta colgaba de un brazo y la camisa desaliñada y descuidada.

    Echó la cabeza hacia atrás y bebió de la botella. "Cuando tu día sea largo, deja que tu corazón sea fuerte ..." Se rió como una bruja borracha y se sentó con fuerza en las baldosas. Bebió de la botella y lentamente trató de recuperar su posición en pie.

    La recepcionista se apresuró a alejarse de su escritorio hacia Elmo y dijo: "¡Hola! Oiga, no puede... "

    Elmo se arrastró por el suelo, murmurando para sí mismo.

    Me moví rápidamente hacia el escritorio, escaneé el panel, apreté los últimos diez botones y corrí al ascensor. Por suerte el coche estaba esperando. Apreté el botón del ático y pronto dejé a la recepcionista con Elmo. Estaba entrando en su versión de "¡Mami!"

    Eran poco más de las siete cuando nos acercamos al impresionante horizonte de Nuevo Jardín. El dinero que abandonó el mundo real había migrado hacia el Norte hasta el distrito comercial de Nuevo Jardín. Flotaba en el aire, ese dinero. Podrías llenarte los pulmones con él. Había brisas de efectivo, ráfagas de billetes.

    Y en los lugares donde se había asentado, crecían torres de vidrio. Hasta ahora, la Torre Galaxia era la más grande y prominente, aunque las grúas sobre los tocones de gigantescos rivales prometían más. Todo el nuevo crecimiento y actividad se centraba allí. Era el núcleo: muchos billetes habían aterrizado aquí. La calle Principal al Sur, o Greasetown propiamente dicho, todavía albergaba el antiguo Ayuntamiento y un gran nido de edificios gubernamentales con techo verde, pero era solo cuestión de tiempo antes de que todas las instituciones y negocios de buena reputación se trasladaran a este adinerado extremo de la ciudad. Elmo y yo nos habíamos acercado a la Torre Galaxia, y habíamos pasado por ella despreocupadamente, formulando un plan. Elmo podía abrir cualquier cerradura, al menos yo nunca había visto a nadie superarle, por lo que nuestro plan era que él abriera una puerta de entrada trasera y entrara por la parte de atrás del vestíbulo fingiendo estar tan borracho como un lord.

    Él proporcionaría una distracción.

    El ascensor ronroneó a mi alrededor, el siseo lejano de un intercambiador de aire era mi única compañía. Aprecié la falta de Muzak.

    El ascensor se detuvo solo una vez para permitir que un anciano asiático subiera. Llevaba un pesado abrigo de lana y una bufanda que olía a gatos. Viajó dos plantas y bajó en la veinte. Cuanto más alto subía el ascensor, más aislado comenzaba a sentirme.

    Quería sorprender al Sr. Demarus, pero no quería morir en el proceso. Las cosas sucederían rápido. Sabía que estaría a cien plantas de la calle y de la ayuda... si es que llegaba alguna. Mi plan estaba lleno de riesgos, pero tenía que pensar en mi orgullo profesional.

    Todavía me molestaba que me utilizaran. Tuve que estabilizarme en ese momento, no por el movimiento del ascensor, sino por la idea de que alguien aún podía estar moviendo los hilos.

    Encendí un cigarrillo, miré fijamente los números y revisé el arma metida en el cinturón. Mi abrigo la ocultaba bastante bien. No era por la bienvenida que iba a recibir. Sabía que la recepcionista ya habría avisado antes. Guardaba el arma para una escena que esperaba que llegara más tarde en la obra.

    Si todo salía según lo planeado, convergía suficiente potencia de fuego como para arrasar la Torre Galaxi. Mi 9mm no me ayudaría mucho.

    Cuando el ascensor se acercó a la cima del edificio, me puse el sombrero en la cabeza, lo enderecé. Me asomé al marco de la puerta de latón pulido. Mi aspecto era lo suficientemente ridículo (con mi maquillaje recién aplicado), aunque tenía que admitir que el sombrero daba un efecto humanizante.

    El ascensor sonó bruscamente en el mismo instante en que se detuvo. Escuché el bajo zumbido de la energía reunirse en las puertas antes de abrirse.

    No me sorprendió lo que vi, simplemente me sentí satisfecho. Definitivamente hay algo gratificante en tener una correcta corazonada. Al menos para un detective. No eché mano al arma, solo abrí las manos y sonreí a mi comité de bienvenida.

    "No tratará de hacerse pasar por un primo perdido hace mucho tiempo, ¿verdad, Sr. Adrian?" Le pregunté. Él estaba sonriendo sobre una alfombra de marfil de pelo largo entre dos caballeros altos con ametralladoras.

Capítulo 57

    Me sangraba la boca. No me lo esperé.

    Adrian se había acercado y me había tumbado de un puñetazo. Tenía un buen puño sólido al que respetaría la próxima vez que me lo lanzara.

    Fui arrastrado al ático y arrojado bruscamente sobre un sofá de cuero negro. Los pistoleros tomaron posiciones detrás de él con las armas listas, empujáandome ocasionalmente los hombros con los cañones.

    Adrian se acercó a una larga barra de cromo y vidrio que recorría una pared. Extendió la mano, agarró una toalla, la usó para limpiarse la sangre y maquillaje del puño y me la arrojó.

    La presioné contra mis labios y conté los dientes. Uno en la parte superior parecía suelto, pero aún tenía la boca entera. Mi sonrisa ganadora seguiia intacta.

    Es extraño las cosas en las que uno piensa antes de que llegue el verdugo.

    "No prolonguemos esto, Wildclown". Adrian usó su voz dominante mientras mezclaba un par de bebidas detrás de la barra. A su izquierda, el ático se abría a una gran sala de juegos que contenía el billar, las mesas de póquer y los tableros de dardos. Había una pared con tres puertas oscuras detrás de aquello. Varias pinturas, originales o copias de los maestros, colgaban en las paredes de color beige claro.

    "Lamento lo de sus chicos ..." murmuré tras la toalla, refiriéndome a Caracerdo y a los simios gemelos.

    Su ceño se frunció. ¡Oh, Jacky y los demás! Estaban bien pagados ”. Llevó las bebidas, colocó una frente a mí y luego se sentó en la silla opuesta. Tenía aspecto elegante con su traje de lana verde oscuro y corbata roja. Pero había algo diferente en él. Aún conservaba su aura de poder, pero el rojo en la corbata hablaba de una ferocidad que se había desatado.

    Adrian lograba parecer casual pero no podía ocultar una desesperación primitiva en su semblante. Cruzó las piernas: la actitud educada desmentía la crueldad carnal en sus movimientos.

    Su traje combinaba bien con el sillón que había elegido: era gris, el color de mi futuro.

    "Sabías que tu secretaria trabajaba para las Doce Estrellas ..." dije lentamente con la mandíbula aún entumecida.

    "Lo sabía, sí". Adrian sonrió. "Aunque no creo que ella tuviese intención de convertirse en una espía para ellos. Creo que su participación comenzó como una moda pasajera. Fue solo mala suerte que tratase de ser un buen soldado para ellos. Su línea telefónica estaba intervenida, lo había estado desde el principio. No por ninguna sospecha particular por mi parte, es que creo que es una buena política ... uno tiene que mantenerse por delante de la competencia ".

    " Para alguien que está por delante de la competencia, está empezando a buscar como alguien que ha perdido la carrera ".

    " ¿Qué quieres decir? " Sus ojos brillaron. Vi la huella de mi incisivo blanquearse en su puño.

    "Usted no tiene el control de la situación. Fingió su propia muerte." Probé mi bebida. Mi labio palpitó de inmediato. Tomé otro trago.

    "Después de su visita, me di cuenta de que el plazo para mi plan original se había truncado un poco". Suspiró: "En cristiano, necesitaba ganar algo de tiempo, lo cual fue desafortunado para mi secretaria. Bebió e hizo un gesto a uno de los hombres detrás de mí. Un cigarrillo voló por el aire. Adrian lo atrapó.

    "Esa era ella en la carretera ..." Arriesgué una corazonada.

    “Sí, donó la mayoría de la carne. Proporcioné varios litros de sangre que había almacenado para emergencias, operaciones, etc. Ah, sí, y algunos recortes de cabello y uñas para que pudieran identificarme positivamente. Un viaje al vertedero encontró muchas partes del cuerpo masculino para poner en la licuadora después de retirar ciertos órganos distintivos de su anatomía. La Autoridad es notoria por su falta de atención a los detalles, por lo que no esperaba que descubrieran mi artimaña.

    “La mayoría de los cuerpos, especialmente uno tratado de forma tan tosca, se envían al vertedero tan pronto como el forense firma el certificado de defunción. Vivimos en un mundo violento. La muerte es barata estos días. Y la Autoridad esperaba encontrar mi cuerpo alguna vez. Estaban dispuestos a creer que era yo. Sonrió siniestramente. "¿Cómo supiste que yo seguía vivo?"

    Me froté la cara. “Llámalo una corazonada. Sé que debe de ser frustrante para ti, y puede que sea esa la razón por la que lo digo." Observé la cara de Adrian. "Recordé la seguridad en Simpson, por ejemplo. Me resultaba difícil creer que alguien pudiera llegar hasta ti tan fácilmente. La impresionante naturaleza de los edificios podría estar actuando en tu contra allí. Me lo creí al principio, luego comencé a contar los cuerpos. Su muerte en ese momento, cuando había exudado tanta confianza, sencillamente no encajaba. Noté que aparecer en tu puerta debía de haberte causado cierta preocupación. Si yo sabía lo de su método de recolección de clientes, notarías que es probable que otra persona también lo supiera.

    “Pensaste que el juego había terminado, así que te moviste al Plan B. Desapareciste. Tal vez fue eso lo que me puso tras de ti. Al principio pensé que huías de la Autoridad, o de una multitud de clientes enojados. Pero eres demasiado poderoso para eso. Desapareciste por otras razones. Supongo que usaste ese tiempo para construir esta nueva identidad. O no, ya la tenías esperando".

    " Sí, la tenía ". Adrian rió entre dientes. “No debería haberte subestimado. Con un simple disfraz, una peluca y un bigote falso, llevé un avión al viejo país. Fue un engaño que funcionó sin tener que sobornar a nadie. Eso es lo que me gustó ".

    " Así que nadie sabía que estabas fuera del país. Apuesto a que no ocultaste el regreso de Demarus. Claro, él espera ahí afuera. Tus amigos cortaron a tu secretaria cuando lo ordenaste, la arrojaron a la carretera con partes de cuerpo masculino, un poco de identificación destrozada, tu cabello y sangre, y llamaron a la Autoridad. Regresaste como Demarus, el mecenas afligido de los pobres fallecidos. ¿Qué aspecto tenía, usaste nariz y barba falsas? "

    " Utilicé algunas de las tecnologías que empleamos en Simpson ".

    " ¿Por qué no sobornaste a las Autoridad? Ambos sabemos que no representan nada parecido a la ley y el orden real ". Observé a Adrian en busca de debilidad.

    "No estaba dispuesto a pagarles. Ya no representan una única entidad poderosa".

    "¡Tratar a los muertos es un negocio multimillonario!". Intervine. "No serían lo suficientemente codiciosos como para cerrarte el negocio. Ya debes de haber estado pagándoles. ¿Qué otro sentido tiene? "

    Adrian simplemente sonrió. “Eso me impide tener el cien por cien. Hay demasiadas manos que untar. Y como he dicho, con la desintegración interna de Autoridad, ya nadie era lo suficientemente poderoso como para garantizar mi seguridad".

    " Así que quisiste cerrar. Claro, tienes suficiente dinero ahorrado y apostarás por algo más grande ".

    " Entonces compartimos un secreto, Sr. Wildclown ". Adrian apagó el cigarrillo.

    "Sin embargo, las Doce Estrellas deben de haberla echado de menos ... a tu secretaria. Había que tratar con ellos. Tienen mucha fuerza en la Autoridad." Dejé la toalla, saqué un cigarrillo y lo encendí. Sentí cañones de armas siguiendo mis movimientos. "Y están locos. No hacen negocios de la manera habitual ".

    " Según tengo entendido, la Autoridad, todos los grupos de intereses especiales dentro de ella, trabajan entre bastidores. Y las Doce Estrellas no pueden actuar hasta que se les dé órdenes de su Eterno Führer, o como se llame a sí mismo ", dijo Adrian levantándose y tomando posición junto a la barra. “No pueden desafiar abiertamente, al menos no pueden desafiar abiertamente a los grupos combinados dentro de la Autoridad, todo funciona con alianzas poco formadas, me han dicho. Quien tiene algo de perder pide favores, hace favores o amenaza a las personas adecuadas. Oh, no tengo dudas de que las Doce Estrellas estaban investigando el misterio de mi desaparición, estaban muy interesados. Esa es parte del motivo para proporcionarles mi cuerpo. En cuanto a mi secretaria, esperábamos encubrir eso con alguna nota y algo de teatro de la Sra. Van Reydner. Jan asumió su identidad y se aseguró de que la vieran saliendo de la ciudad ".

    " Para ganar tiempo... " No estaba seguro. "Así que Van Reydner regresó". Había albergado la secreta esperanza de que se hubiese vuelto contra su amo.

    Yo era tan romántico.

    "Sí, debido a la naturaleza de ciertas adquisiciones recientes ... se le hizo imposible registrarse en el momento acordado previamente, como usted y yo discutimos en mis oficinas". Me sonrió. "Podría agregar que ella ayudó a tenderte la trampa en el Hotel Arizona". Adrian mostró los dientes.

    “Sabías que yo iría, y te aseguraste de que todos los que la buscaban supiesen que ella estaba allí. Luego, te sentaste a observar cómo tus enemigos se eliminan mutuamente." Tomé una larga calada de mi cigarrillo hasta que me picaron los labios. El dolor me aclaró la mente. “¿Y qué querían las Doce Estrellas de ti? ¿Qué les dijo su secretaria? "

    "Lo suficiente ". Adrian logró parecer herido. "Comenzó con el funcionamiento interno de mi organización y terminó con tus ridículas acusaciones".

    El ascensor zumbó y comenzó a descender. Esperaba que hubiera algo para mí. Adrian me disparó con la mirada .

    "¿A quién más se lo ha contado, señor Wildclown?", gruñó con saña y se volvió hacia uno de sus pistoleros. “¡No hay llamadas de recepción! Debe de ser la Autoridad. ¡Ve rápido! Trae a Miles y Stephan aquí rápido, y protégete. Prepara a los demás. Diles que se muestren tranquilos. Tienes dos minutos ". Adrian sacó su arma, comprobó el seguro y me miró. “Wildclown, independientemente de cómo juegue esto. Ganaré ".

    En unos momentos, el ático palaciego de Adrian produjo dos pistoleros más. Se estaban deslizando dentro de las últimas piezas pesadas de armadura del Ejecutor de la Autoridad. El pistolero enviado para que los siguiera hizo lo mismo. Voltearon un par de mesas auxiliares y tomaron posición en forma de abanico frente al ascensor. El ascensor sonó. Las puertas se abrieron.

    Dentro, Douglas Willieboy estaba a la izquierda del inspector Cane. Ambos llevaban el largo cuero negro de los Inspectores de la Autoridad. Ambos levantaron las manos vacías, con las palmas hacia afuera. Ambas caras tenían la mirada tensa de haber alcanzado una tregua.

    "¡No dispares!" gruñó Willieboy. “Quiero hacer un trato. ¡Somos hombres de negocios, Adrian! "

    Cane habló. "Te ofreceremos veinte millones". Se lamió el miedo de los labios.

    Adrian sonrió. ¡Miles, Stephan! Regístralos ".

    Mientras se movían, eché una rápida mirada por encima del hombro. Un pistolero había regresado a su posición, aunque su atención estaba en los procedimientos.

    En un momento, tanto Cane como Willieboy fueron despojados de sus mangas de camisa. El registro había rentado un par de pistolas. Además, encontraron puños americanos y una porra de plomo en los bolsillos de Cane. Ambos inspectores parecían desnudos e inseguros sin sus armas. Aún así, tuve que admitir que ninguno parecía lo suficientemente asustado.

    Tenían algunos comodines.

    "¡Serás clusterfuck!", exclamó Willieboy al saludarme.

    "¡Me alegro de que pudieras venir, gilipollas!", le dije, pero me quedé en silencio cuando Adrian me lanzó una mirada.

    “Seguiré a cargo de estos procedimientos”. Se frotó las palmas de las manos. “Caballeros, supongo que ambos tienen algo que ofrecer. No puedo pensar que me abordaran con las manos vacías. Espero que la presencia del Sr. Wildclown no te moleste. Ha negociado esta pequeña reunión después de todo. Como ha sido una espina en todos nuestros lados durante tanto tiempo, me complacería que se quedara. Me gustaría escuchar sus observaciones. Su desprecio está muy disimulado, igual que su ingenuidad." Todo el humor le abandonó. "Y quizás quieras participar en su castigo".

    "¡Tú eres el jefe!" Willieboy sacó un cigarrillo de su paquete sobre la mesa y me sonrió.

    Cane masticó su palillo de dientes. Me señaló con el dedo. "Serás mamón". Me sonrió y se lamió los labios gordos. "Debería haberte matado ..."

    "Después de toda la ayuda que te he dado". Tenía una clara necesidad de ver a Cane sangrar profusamente. “Te puse en la pista de Adrian desde el principio. Era obvio que Willieboy sabía de él. Me dijo cómo encontrarlo. Pero se lo ocultó a tu grupo. Te lo di, pero lo dejaste escapar ".

    " Carne de perro, eres jodida carne de perro ... " Cane levantó el puño.

    "Por favor", interrumpió Adrian, mirando a Cane. “A ver, ofreciste veinte millones. Creo que fueron dólares. Es ridículamente bajo, pero digámoslo un comienzo. "

    " ¡Oye, oye! " Willieboy habló, agitado. "La oferta aún no ha comenzado".

    "Verdadero. Pero eso es lo que costará entrar en el juego ". Adrian terminó su bebida e hizo un gesto a uno de sus hombres para que preparara otra. Me sonrió, luego a Cane. "Ustedes, caballeros, parecen tener mucha animosidad el uno con el otro".

    "Cane me presentó a un amigo suyo". Fruncí el ceño a Cane. ¿Cómo está el Manitas? Espero que esté teniendo dificultades para adaptarse ".

    Cane gruñó e instintivamente apretó su mano derecha.

    Adrian se rió entre dientes.

    Me volví para mirarlo. “Supongo que tengo que agradecerte también, y a la Sra. Van Reydner. Cane y sus matones me esperaban en el Hotel Arizona. El Manitas trató de torturarme para sacarme información." Sonreí a Cane. "Le di un poco".

    La cara de Cane perdió toda emoción y palideció. “Debería haberte cortado yo mismo”.

    “Sí, creo que deberías haberlo hecho. Pero perdiste tu oportunidad." Apreté los puños. "Creo que ahora Adrian tendrá ese honor".

    "Caballeros. No convirtamos esto en una pelea de bar." Adrian se había paseado detrás de la barra y se sirvió una bebida. Tomó un trago.

    "Tengo una pregunta", dije. ¿Quién mató a Alan Cotton primero?" Apunté con la barbilla a Adrian. "Usted y Van Reydner se toparon con eso, ¿no? Estabas haciendo tus enfermizos negocios con Conrad Billings y escuchaste algo en la habitación de al lado ".

    Adrian se rió y dijo:" ¡Eres un sabio! "

    " Y tuviste suerte. Eso fue todo lo que hizo falta. Tú estabas ahí. Le disparaste a Cotton, luego robaste lo que sea que estaba vendiendo y te fuiste antes de que llegaran sus posibles compradores." Encendí un cigarrillo nuevo. “Creo que fue Cane el siguiente. Llegó allí y encontró a Cotton saliendo del Apagón. Cane representó estar muy interesaso en lo que tenía que vender. Cane llegó allí, tal vez el Manitas iba con él, y se encargaron de Cotton."

    “Lo torturaron y como ya estaba muerto, tuvieron que ser extremos. El problema es que Cotton no tenía idea de dónde estaba su Secreto de la Regenérica en ese momento. Murió rápidamente la primera vez. ¿No es así, señor Adrian? Así que solo pudo decirle a Cane que abrió una puerta y vio un cañón. ¡Después el Apagón! Pero sí le dijo a Cane cuál era su secreto. ¿Estoy en lo cierto? Y por eso decidiste convertirlo en papilla de sangre. Para que nadie más lo supiera ".

    " ¡Eso es una maldita mentira, Wildclown! " Cane dio un paso hacia mí. "Él ya estaba ..." Pero eso fue todo lo que dijo porque Willieboy bajó sus pesados ​​puños en la parte posterior del cuello de Cane. Hubo un crujido audible y cayó sobre la alfombra.

    Las pistolas hicieron clic a mi alrededor, los cañones apuntaron a Willieboy. Levantó las manos. Su voz era aguda. “No, no, maldita sea. Pensé que iba a golpear a Wildclown. No disparéis ".

    Me arrodillé junto a Cane. No respiraba. Toqué su cuello. Estaba tan suelto como una muñeca de trapo. Miré hacia arriba.

    "Jesús, Willieboy, recuérdame que nunca te pida un masaje". Meneé la cabeza de Cane. "Te has excedido un poco, ¿no te parece?" Me limpié las manos en el abrigo.

    Negó con la cabeza y se volvió hacia Adrian.

    "No te preocupes por Cane. No era importante. El grupo al que represento está dispuesto a pagar cien millones de dólares por el secreto de la Regenérica, más porcentajes en bruto ".

    Justo cuando la boca de Adrian se estaba convirtiendo en una gran sonrisa feliz, el techo del ático explotó sobre la mesa de billar y comenzaron a llover Ejecutores de la Autoridad.

    El sofá a mi alrededor comenzó a estallar en trozos de escayola y madera. Salté detrás de él, saqué el arma.

    Encontré a mi guardia. Creo que era él. Le faltaba la cabeza.

Capítulo 58

    El aire estaba vivo con un staccato de fuego de ametralladora. Existían característicos auges repetitivos del masticar de las escopetas automáticas de la Autoridad. Eché un vistazo por la habitación e inmediatamente vi a uno de los hombres de Adrian, vestido con una armadura de Ejecutor disparando tras un pilar.

    Estaba en su línea de fuego, si él me la daba, así que tenía que estar seguro. Vi un delgado surco pálido en la base de su cuello donde el Kevlar y el plástico se unían con la piel. Con el arma nivelada, disparé al borde de la máscara.

    Sonó otro gemido metálico simultáneo. El tipo se desplomó en un montón. Me di la vuelta a tiempo de ver a Adrian sumergirse en una salita detrás de la barra.

    Otras dos salas se abrieron al campo de batalla. Las balas de la Autoridad se estaban comiendo mi barricada, así que hice dos disparos por encima del sofá, luego me agaché y entré en la habitación detrás de Adrian.

    Rodé sobre mi estómago.

    Willieboy se había refugiado en una habitación frente a mí. Me sonrió mientras bramaba en un transceptor en miniatura.

    Un pie me pisó la mano; mi arma traqueteó por detrás de la puerta. Miré hacia arriba y capté el puño de Adrián detrás de la oreja. Rodé viendo chispas.

    Afuera se libraba la batalla armada. Adrian debía de haber tenido más armas alquiladas en el ático, porque la fuerza invasora estaba preocupada. Habían esperado hacer una masacre y habían encontrado la playa de Normandía.

    Golpeé a Adrian en la cara haciendo mi mejor esfuerzo para quitarle la nariz. La sangre brotó de ella. Fue un golpe débil porque estaba luchando desde el suelo, pero lo desplazó lo suficiente y el arma que sostenía estalló una vez más en mi hombro izquierdo.

    Sentí una punzada de dolor y después nada, cuando mi brazo se adormeció. Moví mi cuerpo hacia la mano de su arma y golpeé a Adrian con mi derecha. Él me pateó en la ingle. Cogí su pie y lo derribé.

    Su arma voló sobre la cama.

    Él cayó sobre una mesa de café y un tocador.

    Estaba despierto. Estábamos en una habitación enorme. Tenía su propia sala de estar.

    Corrí hacia Adrian, me subí y bajé de un sillón mullido. Mi puño atrapó su mentón con fuerza. Adrian enterró sus nudillos en mis entrañas.

    Bajamos, rodamos chocando en la cama.

    La cara de Adrian me fulminó con la mirada. Le devolví la mirada.

    “¡Únete a mí, Wildclown!” gruñó enojado, rociando sangre entre los dientes. “Tengo millones. Tengo el ... ”

    Lancé un puño a su sien.

    Adrian no se quedó atrás.

    De repente sentí que sus brazos se convertían en acero. Encajé dos de sus golpes en la mejilla izquierda. Mi brazo izquierdo era de madera. Volaron más chispas. Mi visión saltó.

    Luché con uno de sus brazos a su lado.

    "¡Wildclown!" Adrian lanzó una mirada a la puerta. Noté que los disparos se habían vuelto esporádicos. Una niebla de humo acre nos envolvía. "Vendrán aquí para atraparnos. Ambos estamos muertos si lo hacen. Tengo una salida. ¡Únete a mi. ¡Al menos no me detengas! "

    " ¿Dónde está Van Reydner? " Me atraganté cuando su antebrazo se deslizó por mi garganta.

    De repente, Adrian sonrió. Se las arregló para empujar mi hombro derecho debajo de la cama, sujetándolo. Lo mejor que pudo hacer mi hombro izquierdo herido fue agitarse como un pez en tierra. Su antebrazo de repente pesaba diez toneladas cuando ganó palanca. Él se rió y echó el brazo derecho sobre la cama. Este volvió con una pistola lista.

    Una luz oscura llenó sus ojos.

    "¿Dónde está, estúpido payaso?" Pude oler la cordita; La boca estaba muy cerca. Mi sangre había salpicado el cañón como pintura. "El primer lugar ..."

    Pero eso fue todo lo que dijo. Una fuente surgió de su pecho. Me ahogó cuando la sangre brotó hacia mi cara. Adrian rodó fuera de mí y se quedó inmóbil. Me aparté la sangre de los ojos y miré a Willieboy. Estaba en la puerta sonriendo, sopesando la ametralladora en sus manos.

    “Ayúdame a recuperar su cuerpo. Le interrogaremos más tarde." Los ojos de Willieboy eran severos. Dio un paso hacia mí.

    Los disparos se habían detenido afuera. Los Ejecutores de la Autoridad se estaban acercando a la sala. Alguien había apagado las luces, pero vi un destello en el metal.

    "¡Willieboy!" Siseé y señalé.

    Willieboy se dio la vuelta disparando. Los agujeros de bala dejaron un rastro balístico a lo largo de la pared cuando se volvió. Concentró su fuego en la máscara junto a la puerta. Esta estalló en chispas y sangre. Se me erizó el cabello; Sentí movimiento detrás de mí. Pateé a Willieboy en la pantorrilla y me agaché. Giró su arma aún disparando.

    Adrian había salido del Apagón.

    De pie, su cadáver recibió la fulminante detonación en el abdomen. Los huesos y la sangre explotaron hacia arriba en una amplia herida, el cuerpo se derrumbó hacia atrás y el agujero en su pecho se fue comiendo el cuerpo hasta la cara. Las balas de gran calibre lo empujaban mientras lo destrozaban.

    Luego, se fue.

    Su cuerpo se estrelló contra la ventana y salió. Hubo un gran choque y el humo oscuro de la batalla del ático rodó por la puerta y llenó la habitación.

    "¡Joder!" ladró Willieboy. Sacudió la ametralladora.

    "¡Joder!", rugió al girar y soltar una salva en la puerta. “¡Wildclown! Mueve esa jodida cómoda y voltea ese colchón sobre ella. ¡Rápido! ”

    Yo aún estaba sangrando por la herida de bala del hombro, así que estaba un poco lento. Willieboy me pateó cuando me puse en pie. "¡Date prisa, se nos acaba el tiempo!"

    Mis brazos eran de plomo mientras empujaba la cómoda de roble cerca de la cama. Miré ociosamente por la ventana rota y pensé en Adrián cien pisos más abajo, aplastado y dormido ahora, más allá de toda preocupación mundana. Lo envidié mientras empujaba el tocador, sentía que mi cabeza latía con el peso.

    Escuché a Willieboy gritar "¡Joder!" otra vez, cuando un bote de gas lacrimógeno se disparó y entró en la habitación.

    Willieboy aún disparando, se dejó caer sobre una rodilla, lo agarró y lo arrojó de nuevo. Se metió la mano humeante en la axila, con el rostro retorcido de dolor.

    Con lo que parecía lo último de mi fuerza, volqué el colchón contra el tocador, luego el somier. Me desplomé en el rectángulo formado por el cuerpo de la cama. Escuché a Willieboy gritar de nuevo y le sentí entrar en su sitio a mi lado. A pesar de lo extremo de la situación, sonrió.

    Unas pocas balas zumbaron por encima y golpearon pedazos de vidrio. Comenzaron a comerse el colchón con fuertes sonidos sordos.

    Willieboy sacó su transceptor del bolsillo, lo encendió y me sonrió de nuevo. "Yo me cubriría las orejas si fuera tú".

    Ladró órdenes al dispositivo, luego lo dejó caer para cubrirse los oídos.

    Se oyó el súbito zumbido lejano de un helicóptero. Yo estaba equivocado. Estaban fuera del camino de los sonidos. Debían de haber estado esperando muy por encima de la Torre Galaxia, escondidos en las nubes. Un gran helicóptero de ataque de la Autoridad apareció en la ventana.

    Parecía una muestra de armamento con hélices de helicóptero. Su largo fuselaje negro brillaba tenuemente en la nebulosa luz. El arma voladora bajó lo suficiente como para centrar sus cañones en las ventanas rotas. Todo su poder asesino se apuntó hacia el ático.

    Miré a Willieboy. Todavía sonreía, aunque había una clara tensión en sus ojos negros.

    "¡Hay mucho en juego!", bramó.

    Las ametralladoras del helicóptero rugieron. Las paredes a nuestro alrededor se desvanecieron. El techo de arriba se masticó en pedazos en un abrir y cerrar de ojos. Luego siguió la conmoción cerebral de los lanzadores de misiles. El fuego explotó a nuestro alrededor, sentí que el suelo subía y me pateaba en la cabeza.

    Una luz increíble me cegó. Otro rugido y ya no supe más.

Capítulo 59

    Olí creosota, o cordita, o gasolina. Al principio pensé que estaba en el aire, luego me di cuenta de que el olor provenía de mí.

    Todavía estaba en Tommy, así que tuve que doblar el cuello para mirar hacia abajo.

    Mi mono estaba quemado, chamuscado. La sangre en él se había horneado en negro. Mi brazo izquierdo estaba inservible. No podía hacer que se doblara. Me senté rápidamente. Una luz naranja oscura brillaba arriba. Me latía la cabeza ruidosamente y me di cuenta de que no era mi cabeza.

    Era el sonido de un motor.

    Mi primera sospecha fue que estaba acostado en el suelo de acero de un transporte de la Autoridad. Un escalofrío me atravesó como un déjà vu.

    Willieboy me sonrió desde un banco. Yo quería matarlo. Quería matar a alguien. Alcancé mi cinturón rosa de saltar a la comba, pero solo encontré una línea de plástico fundido en mi cintura. Sin arma.

    Willieboy soltó una risita. "Toma". Su gran mano extendió un paquete de cigarrillos. De un compartimiento a su lado salió una botella de Canadian Club.

    "¿Un trago?"

    No tenía que preguntar. Una parte de mí, esa parte que no estaba conmocionada, estaba experimentando una extraña sensación de familiaridad. Pero estaba demasiado insensible para ubicarla.

    Estábamos en la bahía de carga de un transporte. Ambas paredes contenían bancos sobre los que se extendían aerodinámicos compartimentos de armas.

    La Autoridad usaba estos grandes monstruos cuando les llamaban para romper un disturbio o comenzar uno. Los transportes pueden llevar equipo, armas y agentes de seguridad. Los bancos que se extendían a lo largo de la bahía eran de plástico modelado de alto impacto. Conté lugares para veinte culos blindados.

    Luchando sobre un codo, tomé la taza de metal que me ofrecieron, me la bebí y la extendí de nuevo. También agarré el cigarrillo ofrecido y dejé que Willieboy lo encendiera. Estaba siendo amable conmigo por una razón. Me dolían las chamuscadas fosas nasales.

    "¿Y no ha quedado suficiente de Adrian para interrogarle?" Mi voz tembló.

    "No quise dejarle tal mal en primer lugar". Willieboy sonrió ferozmente. "¡Se atascó el arma! El calor del momento. Está acabado ". Hizo un gesto con la barbilla.

    Giré la cabeza y vi una bolsa de basura de plástico transparente manchada de rojo. Crujió cuando una pila de hamburguesas se movió dentro. Se asomó un ojo sin párpado. El cartílago a su alrededor se crispó. "Nunca se sabe. El Rey tiene buenos sastres ".

    " Encantador ". Traté de alejar mi cuerpo de la monstruosidad. “Hablando de calor. Te acercaste demasiado a la llama ".

    " Nos sorprendió. La gente de Cane entró atravesando el suelo. Reventaron un agujero y subieron. Sospeché algo así. Pero quien fue el primer grupo que entró por las nubes, todavía estoy tratando de imaginarlo ".

    " ¿La gente del Rey? " Sonreí.

    "Tal vez ..." Willieboy me ofreció otra bebida.

    “¿Los empresarios?” Luché sobre un codo nuevamente para aceptar la bebida.

    Willieboy me dio una dura mirada. "¿Qué quieres decir?"

    Esta vez sonreí. “Deberían de haber estado allí. Pero eso significaría que su helicóptero disparó contra su propio grupo. Sé que hay mucho en juego, pero no puedes comprar ese tipo de lealtad. Sabes que no eran los Hombres del Rey en el ático porque sabes que los Hombres del Rey entraron en el helicóptero".

    Willieboy me miró y arruinó el whisky bebiendo de la botella. Traté de registrar desagrado en mis rasgos.

    Movió el licor en su boca y preguntó: "¿Qué te hace pensar eso?"

    "Tú mismo dijiste que el Rey era un gran jugador. Sin embargo, nunca me topé con ninguno de los suyos. ¿Por qué? ”

    “Quizás solo te siguieron ”. Bebió de nuevo y encendió un cigarrillo. "Esto todavía no ha terminado".

    "El Rey es un líder, no un seguidor. Dijiste que era más grande que los empresarios; sin embargo, ¿estaría satisfecho siguiéndome y solo siguiéndome? "

    " Tal vez Adrian ... " Dio una profunda calada.

    “Adrian estuvo involucrado porque tuvo suerte, o mala suerte después de ver cómo han resultado las cosas, lo mismo que Van Reydner. Además, tenía a su gente con él en la Mansión, y los ejecutores que subieron por el tejado no actuaban como si hubiese un favorito. Dispararon contra todos. Tú incluído. Adrian tropezó con Cotton en el Hotel Marruecos la misma noche que fue allí para matar a Billings y conseguir otro cliente. Creo que su suerte le traicionó al final y quedó aplastado entre jugadores más grandes ".

    " Tal vez Van Reydner se volvió contra él ". Los ojos de Willieboy eran evasivos.

    “¿Traicionado? No, no lo creo. Como todos los perdedores que piensan que es un ganador, Adrian tenía que regodearse. Habló antes de fallecer. Tenía un acuerdo con ella y ella era una artista solista. No me la imagino al mando de la fiesta que cayó de las nubes.

    “Adrian lo habría sabido. Era un hombre paranoico, mantenía todos sus teléfonos pinchados. Sabía cuánto tenía sobre él Van Reydner, no la iba a dejar ir a ningún lado sin vigilarla. Además, si ella hubiese querido traicionarle, podría haberlo hecho desde el principio. Adrian la perdió de vista durante un tiempo después del asesinato de Billings. Podría haber salido ... pacíficamente ". Encendí el cigarrillo estudiando la cara de Willieboy. Las emociones tensaron el músculo de sus mandíbulas.

    "Supongo que no sería Cane", dijo sin convicción.

    "¡Venga ya, Willieboy, tú ya has representado a la gente de Cane! Había otra fuerza invasora, pero no era la del Rey. Cane podía convertir a Cotton en sopa, pero no tenía motivos. Necesitaba al científico porque no tenía la investigación. Quien hizo puré a Cotton ya tenía todo lo que podía sacar de su cabeza. Y Cane trabajó para el Grupo de las Doce Estrellas. Querían el secreto de la Regenérica por sus propios motivos. Seguro que creían que Cotton estaba ocultando algo que encajaba en su religión de alguna manera. Cotton fue asesinado y mutilado por alguien que i bien ya tenía el Secreto de la Regenérica o tenía que recurrir a la investigación de Cotton. Cotton no era necesario." Willieboy me miró. “Me diste demasiadas indicaciones para ser un jugador pequeño. El Rey tenía que estar representado, pero nunca vi a su gente. ¿Quién fue el único personaje recurrente en esta pesadilla?" Hice una pausa y aplasté mi cigarrillo en el suelo. “Llamé al Rey tal como te llamé a ti e insinué que podría tener algunas cosas interesantes para él, la Regenérica, por ejemplo. Luego, cuando estuve listo para moverme, le llamé a él de nuevo y le conté a su secretaria que había acción en la Torre Galaxia." La sonrisa de Willieboy se ensanchó. "Bueno, inspector Willieboy, nunca te volví a llamar a ti".

    Willieboy señaló con un dedo. "Tengo otros métodos para recopilar información. Estoy seguro de que no necesito que tú me la des. De todos modos, eso sólo prueba que la fuerza que atravesó el techo podría haber sido suya ".

    " No. Sé de quién era esa fuerza. Y no era la del Rey ". Estaba jugando una corazonada y esperaba que él no se diera cuenta. "Señor Willieboy. Está trabajando para el Rey de los Muertos. Ese era su helicóptero. Y este es su transporte."

    Willieboy frunció el ceño y estudió los puños de su camisa. Una sonrisa se extendió por su rostro. Sacó otro cigarrillo y me ofreció uno.

    Continué: "Ni siquiera estaba convencido de eso al principio. En realidad traté de colgarle la participación del Rey de los Muertos en esos tres pirómanos muertos que incendiaron el Marruecos. Luego me di cuenta de que quien tenía el Secreto de la Regenérica era el único individuo que necesitaba cubrir sus huellas. Esos incendiarios fueron contratados por Adrian para limpiar todas las pruebas. Él era el único que tenía algo que ocultar, ya que los otros jugadores eran de la Autoridad. Adrian era el único que podía verse perjudicado por esas pruebas ".

    " ¡Eso prueba que se jodan todos! " La cara de Willieboy tenía verdadera ira.

    "Oh, soy consciente de eso. Créame. Conozco el fino tejido del caso que llevo. Es que no me veo sobreviviendo las próximas dos horas, así que quería quitarme estas cosas del pecho ". Fumé de mi nuevo cigarrillo. Dolió.

    "Todo es posible, Wildclown". La sonrisa de Willieboy era una admisión.

    “Estuviste allí con demasiada frecuencia para vincularte a un grupo como los Empresarios”. Decidí aceptar otra bebida. "Nunca he oído hablar de ellos, pero sí he oído hablar de las Doce Estrellas y del Rey de los Muertos. Cane estaba sobre mí como un mal sarpullido. Pero no vi al Rey, aunque admitiste que tenía gente en la Autoridad. El Rey pagó por la investigación de Cotton. Poseía los resultados y podía beneficiarse personalmente de la Regenérica si funcionaba. Pero no se le podía encontrar en ninguna parte. Qué raro. Me sorprendió seguir despertando sin un pie en la nuca." Le miré y sonreí. "Sin embargo, lo entregaste por completo cuando mataste a Cane".

    "Oh, te diste cuenta de eso". Los modales tranquilos de Willieboy estaban regresando.

    "Él iba a decir que no fue la primera Autoridad en la escena. Que llegó al hotel Marruecos después de que Cotton hubiese sido asesinado", dije, mirando a Willieboy. Tenía una cara de póquer formidable. “Ambos perdisteis la pista porque Cotton nunca habló con ninguno de vosotros. Creo que Cane estuvo esperando durante años la oportunidad de obtener lo que Cotton le ofrecía... era su religión. Pero tú, tú sóolotratabas de recuperar lo que tu jefe ya poseía.

    El transporte se sacudió repentinamente, a continuación pareció girar.

    Willieboy negó con la cabeza y dijo: "¿Por qué no me cuentas todo al respecto? Por supuesto, ya sabes, cuanto más hables, más difícil será para ti sobrevivir a esto. Es tu funeral ".

    " Hace poco más de dos años, el Rey de los Muertos leyó sobre un científico de poco renombre y su nueva teoría, la Regenérica. El Rey, al estar muerto, se emocionó comprensiblemente con la noción de vida. Se puso en contacto con Cotton y lo instaló en un laboratorio. Lo único que falta ahora es una mujer que pueda ovular y un hombre que pueda producir esperma.

    "Pues ocurre que sencillamente, y no sé qué clase de suerte estaba operando contra ella, que efectivamente Julie Hawksbridge era capaz de concebir, y estaba saliendo con un don nadie llamado Victor Davis. Davis es capaz de producir esperma viable, por lo que él y su novia pronto se sorprenden a sí mismos, y al médico de familia, al concebir un hijo. Ahora bien, esto sucede tres veces y les siguen tres abortos involuntarios. El médico de familia parece ser uno de los pocos hombres que quedan con escrúpulos, por lo que no se lo cuenta a nadie. Pero imagino a Davis dando vueltas por el comedor en Prescripciones Rápidas, presumiendo de su habilidad masculina.

    "En cualquier otro comedor, se reirían de él, pero da la casualidad de que Prescripciones Rápidas es una subsidiaria de Industrias Rey, propiedad de su jefe, el Rey de los Muertos".

    Willieboy asintió, dándome mucha cuerda.

    Continué: “Entonces Davis presume de escuchar a alguien que hace entregas o está conectado al laboratorio de Cotton. Él a su vez se jacta en el laboratorio de Cotton. Pronto Davis es abordado por uno de los Hombres del Rey y no sé por qué Davis lo acompañó, pero con su ayuda, secuestran a Julie Hawksbridge. Ella desaparece. Luego desaparece Davis. Estoy seguro de que si tamizara el vertedero, podría encontrar un brazo con su reloj en él." El transporte rugió y se tambaleó de nuevo. Luché para sentarme y tomar más whisky. “Ahora Alan Cotton. En realidad es solo un científico. Es posible que haya sido engañado durante toda la operación, pero me resulta difícil de creer. Debe de haber hablado con la chica, después de todo. Ella debió de haberle hecho saber que estaba siendo retenida contra su voluntad. Cotton tal vez se vuelve un científico un poco loco en este punto. No lo sé. Tal vez no tiene otra opción. Da igual, el caso es que incorpora a esta joven en su proyecto. Ahora bien, yo sé que Cotton tenía algo de esperma congelado, en caso de que él y su esposa pudieran tener un bebé, y creo que usó esto para fertilizar el óvulo viable de Julie Hawksbridge. Estaba embarazada cuando fue secuestrada, pero creo que lo perdió. Su médico creía que lo perdería ".

    Me apoyé en el banco frente a Willieboy y le dije: " Cotton intentó inseminar a Hawksbridge. No sé cuántas veces. No pasa nada durante al menos un año. Al final, Cotton, con la participación involuntaria de Hawksbridge, se encuentra con un éxito y produce un bebé. Un verdadero bebé llorón en vivo en un mundo donde simplemente no existen tales cosas. Tengo la sensación en este momento de que tuvieron que sacar a Julie Hawksbridge de la escena. No es probable que ella entregase alegremente a su hijo, indepenfientemente de cómo fue concebido. Estoy seguro de que ser la única mujer fértil del mundo debe de haber tenido cierto impacto en ella. Es más probable que la hayan drogada o controlado de alguna manera. Puede que todavía la encuentres." Sentí una nueva tensión en Willieboy. “La drogas y luego la verdad golpea el ventilador. Cotton ve que la realización de su sueño, la Regenérica, ha cambiado completamente para él. Es su hijo después de todo. Cotton echa un buen vistazo al Rey de los Muertos. No es una vista agradable, eso dice el rumor. Y decide que el Rey no va a volver a la vida usando a su bebé como materia prima. Por eso una madrugada, Cotton acurruca a su hijo y desaparecen ".

    " ¿Por qué llamó Cotton a mi gente entonces, si yo estoy con el Rey? ¿Cómo lo descubrí yo? ¿O Cane?" La expresión de Willieboy estaba magullada.

    “Tenía que hablar con alguien de la Autoridad. Fue solo su mala suerte que hombres sin escrúpulos que abusan de sus posiciones trabajen allí. Creo que Cotton estaba tratando de llamar a alguien de la Autoridad que pudiese ayudar. Y se pringó como tú, Willieboy y Cane. No sé si alguna vez consiguió a alguien que estuviera limpio. Pero esa es la verdad, ¿no? Llamó a la Autoridad, sí, pero no para vender su secreto de la Regenérica. Quería vuestra protección para su hijo ".

    Willieboy se echó a reír. "Joder, no te enteras. ¿Por qué te mostré entonces su laboratorio? Y si es verdad lo que dices, ¿por qué lo quemamos? "

    " Si ese fuese su laboratorio. Es posible que hayas intentado destruir las pruebas o los métodos y equipo de Cotton. Después de todo, tenías al bebé. Solo tenías que recuperarlo, ¿cuánto tiempo te llevaría eso? Tarde o temprano llegarían los rumores y tú tendrías intereses competitivos que aplacar dentro de la Autoridad. Si evitabas toda guerra territorial, el Rey de los Muertos obtendría su nueva oportunidad de vida." Hice una pausa. “El laboratorio quemado era para la audiencia. Explicaba convenientemente la desaparición prematura de Cotton y podría mantener a los sabuesos y seres queridos fuera de la pista. Suficiente gente había leído su trabajo en la Regenérica y alguien lo extrañaría. El laboratorio quemado era una tapadera. Creo que Cotton siempre acabría muerto; sólo era cuestión de cuándo. El hecho de que me lo hayas enseñado fue solo un grano para el molino. Sabías que no lo aceptaría porque sabía que Cotton había muerto en el Marruecos. Era importante que me metieras en la cabeza la idea de una conspiración para dejarme más dispuesto a creer que eras el inspector inconformista tratando de hacer lo correcto ... "

    " Bueno, lo tienes todo resuelto, ¿no?" La voz de Willieboy había perdido ese atractivo de buen muchacho. Hablaba muy en serio. "Veremos lo que el Rey tiene que decir sobre tus teorías".

    Me quedé en silencio. Estaba ansioso por conocer al Rey. Algo en el fondo de mí también quería conocerlo. Me aparté de Willieboy, me agaché para repasar mi teoría una vez más. Realmente no estaba haciendo esto por nadie más que Dios, supuse.

    Lo más cerca que estaba llegando de un tribunal de justicia era una reunión con un verdugo.

Capítulo 60

    Jugué con la idea de reducir a Douglas Willieboy y de ahí tomar el control del transporte. Pero un brazo como un saco de grano y orejas que me pitaban cada vez que giraba la cabeza me convencieron de sentarme hasta el nuevo asalto. Desde nuestra última conversación, la actitud de Willieboy hacia mí había cambiado notablemente. Se había vuelto distante, formidable... su actitud de buen muchacho había desaparecido. Sus acciones comenzaron a parecerse más a su comportamiento durante nuestro primer encuentro.

    Durante el resto de nuestro viaje, los movimientos que se permitíia eran duros y musculosos: la violencia acechaba bajo sus rasgos. Había algo terrible en su mirada. Toda su personalidad había cambiado, los ojos eran horribles, amenazantes; Disfrazaban el terror de la supervivencia. Había mucho en juego. Estaba claro; Willieboy haría cualquier cosa para sobrevivir a esto y él no tenía garantías.

    A pesar de esto, aún logré guardar reservas de optimismo. Tenía ganas de trotar, herido pero con mucha adrenalina. Mis corazonadas habían salido bien. No estaba contento con la forma en que se estaba desarrollando el último acto; pero en realidad no importaba que la gente supiera que se hacía justicia, siempre que se hiciera justicia. Por supuesto, sabía que mucha gente quedaría oficialmente impune por sus crímenes; y era probable que yo sufriera severamente por mi participación.

    En momentos como este tenía que ser filosófico. No tenía sentido enfadarse por lo bueno que sería poner a alguien tras las rejas. Quizás Greasetown se había alejado de ese tipo de justicia o se había convertido en la primitiva ley de la jungla.

    Ciertamente, los crímenes que se habían cometido eran delitos capitales. Como no había jueces o jurados de los que pudiera fiarme, tal vez de manera más bien democrática, la justicia había vuelto al individuo. Un voto. Vida o Muerte. Bien o Mal. ¿Es que necesitamos un comité para todo?

    Si podía, haría que alguien pagase por los asesinatos. Agradable o no, Conrad Billings era inocente. Ciertamente no había merecido morir. Luego estaba Julie Hawksbridge; ella tenía derecho a vivir su propia vida. Nadie debería ser capaz de convertirla en una máquina de hacer bebés.

    Luego estaba el bebé, si realmente existía. Me dieron escalofríos al imaginar el procedimiento que el Rey de los Muertos pretendía infligirle.

    Todavía cabía la posibilidad de que existiese el mal. Cabía una posibilidad, por pequeña que fuese, de que no fuera simplemente un pobre inocente impulsado por la agitación social o familiar a actuar en contra de sus compañeros. Quizá todavía se podía hacer el mal.

    ¿Fueron nuestros pactos sociales nuestra caída? Los científicos habían vendido nuestras almas, nos objetivaron. Tampoco es que el alma fuese un ángel sin alas o un demonio sin cuernos, pero la incógnita espiritual inherente a la religión nos daba algo. Permitía la justicia. Existía la posibilidad de encontrar el equilibrio.

    La ciencia no permitía el mal, tampoco permitiría el bien. Nos empujaba a un área gris de vulnerabilidad. La gente cerraba sus puertas por dentro debido a su compasión. La extravagante familia de granjeros sacrificaba a una hija a la violación y el desmembraniento con la esperanza de que algún día un criminal obtuviera ayuda. El tipo sólo había cometido un error.

    Las elecciones, buenas o malas, no tenían nada que ver con el alma inmortal. Sólo eran factores en la ecuación de un sociólogo. Yo tenía que pensar. Tenía que deshacerme de mis emociones. Había demasiadas posibilidades de fastidiarla, de retrasarme, si se involucraban mis emociones. La justicia era justicia. Era algo frío como el cañón de un arma.

    Yo sabía lo que era la justicia. Tenía que procurar que esta se hiciera.

    Mi optimismo venía del hecho de que las ruedas ya habían comenzado a girar. Adrian había pagado horriblemente por su crimen. Cane había muerto por sus abusos. ¿Era esa la mejor justicia? Dejad que los delincuentes se devoren unos a otros. Tenía que creer que había otra forma, especialmente cuando yo calibraba mi propia posición. Cuando los delincuentes se consumieron entre sí, lo hicieron con violencia que también devastó a los inocentes.

    Tenía que afilar mi hoja. La emoción tenía que irse. Tenía que abrazar la justicia en mi pecho y obligarla a entrar en mi carne.

    Las cosas iban a suceder rápidamente.

    El transporte se detuvo. Sus pesadas paredes de hierro estaban calientes y gruñían contra la velocidad de la rápida desaceleración. El ímpetu me empujó con fuerza hacia uno de los soportes. Por suerte, fue mi hombro derecho. Mi izquierdo, y el brazo unido a él, todavía estaban entumecidos, palpitaban intermitentemente. Parecían seguir el resto del cuerpo, pero se comportaban como juguetes rotos controlados por radio. Willieboy me gruñó. "Vamos".

    Caminó medio agachado hasta la parte trasera del transporte, y luego giró una manija en el acero. Una luz brilló, un claxon sonó en el silencio. La puerta se abrió formando una rampa.

    Afuera, la noche caía rápido. Una fuerte neblina abrazaba el patio amurallado. Una onda de gases de escape me golpeó, me dio náuseas.

    De repente, un par de Ejecutores aparecieron fuera de la puerta. Llevaban escopetas automáticas. Ambos estaban extrañamente como en casa en la oscuridad que envolvía su mundo. Sus mascarillas brillaban demoníacamente.

    Willieboy salió del transporte para transmitir algunas órdenes.

    "Llevad la hamburguesa al laboratorio". Hizo un gesto hacia los restos de Adrian. “Luego fortificad la puerta. Se avecinan problemas ".

    Desaparecieron con Adrian en la penumbra.

    Willieboy se volvió hacia mí.

    "Vamos. Terminemos con esto ”. Extendió la mano y agarró mi brazo izquierdo. Casi se cayó. Debería haberme disparado. Hice un mohín y solté un siseo de aire enojado.

    “Maldita sea. La última vez que hago un viaje contigo..." murmuré contra el dolor.

    El Rey de los Muertos vivía en un castillo: era una mansión de tres plantas de unos setenta metros de ancho, construida con grandes piedras marrones. Las torres con tejado de cobre se alzaban en la oscuridad en los extremos norte y sur de la estructura.

    Vi movimiento en la sombra de sus ventanas abiertas.

    Nos detuvimos dentro del alto muro de piedra que rodeaba el perímetro del patio y los terrenos del castillo.

    Podía recordar los rumores de una gran superficie boscosa que encerraba la mansión y que supuestamente contenía una manada de jabalíes devoradores de hombres. Miré a mi alrededor y vi siluetas a lo largo de las almenas en la pared exterior.

    Había un césped ante el castillo que contenía un camino de grava triturado de treinta metros de largo flanqueado por setos podados como caballeros en frondosos corceles.

    Miré atrás por el camino hacia las rejas de las puertas de hierro. Los guardias se movían de un lado a otro dentro de un foco deslumbrante contra las barras negras de una puerta levadiza. Pequeñas torres de piedra se alzaban a ambos lados de la puerta. Transportes de la Autoridad con cañones montados patrullaban los terrenos.

    "¡En marcha!" Willieboy me empujó. Tropecé.

    Mi ropa estaba hecha jirones y dejaba entrar aire frío. Era refrescante, pero me irritaba la piel chamuscada. Nos acercamos a un par de pesadas puertas de hierro y roble situadas en las profundidades de la mansión. Vi que un pequeño puente corría hacia ellas, cruzando un foso de unos cinco metros de ancho. Miré abajo y el agua oscura reflejó tenuemente mi cara.

    "¿Un foso?", le pregunté a Willieboy. "Tenéis que estar de broma".

    Se encogió de hombros y me empujó.

    Entramos en un alto pasillo abovedado. Una cabeza de ciervo enorme con un estante de astas de dos metros y medio colgaba de un pesado escudo en la pared opuesta a la entrada. Debajo de esto se cruzaban un par de hachas de batalla. Una intrincada armadura se hundía debajo de estas, con aspecto cansado. Un pasillo de piedra corría a izquierda y derecha. La mansión había sido diseñada en estilo gótico, puntuada con muchos arcos de punta alta. Los contrafuertes desaparecían en la sombra sobre mi cabeza.

    Willieboy me empujó dolorosamente por el pasillo de la derecha. Pasamos obras de arte colocadas esporádicamente por su longitud. En un puesto estaba la noble frente de César Augusto, en otro Aníbal. Más allá en el pasillo había un retrato de Napoleón, más lejos aún el rey Enrique VIII. Me volví hacia Willieboy y levanté una ceja.

    Mantuvo la mirada al frente. Los músculos de sus mandíbulas se contrajeron. Este lugar no era para ser objeto de mofa.

    Willieboy me empujó por un amplio tramo de escaleras que terminaba en otro conjunto de altas puertas. Un esqueleto humano a tamaño natural con armadura estaba tallado en cada puerta de caoba, con espadas anchas de madera en manos huesudas. Willieboy tocó un escudo que portaba por uno de los guardianes esqueléticos.

    Segundos después, las puertas se abrieron hacia adentro.

    Los pelos de mi nariz intentaron meterse en mi cerebro en el momento en que se abrieron las puertas. Formaldehído. Formaldehído agrio y repugnante. O bien una neblina flotaba en el aire, o su aroma se había agregado a la niebla húmeda que se arremolinaba en el movimiento de las puertas.

    Willieboy hizo un gesto con la cabeza.

    Entré.

    La niebla se asentó en mi piel como excremento aéreo y empapó mi ropa. Resistí el impulso de vomitar por motivo de etiqueta. Simplemente no sería adecuado vomitar en ese momento. Yo era un invitado.

    Las puertas se cerraron detrás de nosotros como si cayera la tierra de la pala de un sepulturero. Me estremecí con un escalofrío... por la pérdida de sangre y el hecho de que el lugar estaba fácilmente a la suave temperatura de 12 grados Celsius. Delante de mí había amplios círculos de luz que recorrían la longitud de una alfombra india larga y húmeda. A través de la apestosa niebla, podía distinguir un estrado elevado. Detecté movimiento desde el interior de su tenue iluminación.

    "Entre, señor Wildclown". Una voz tan fría como la habitación habló desde el estrado cubierto de niebla. "Puede acercarse".

    Nos acercamos. Willieboy mostraba algunas dudas.

    La voz fría habló de nuevo. “Excelente trabajo, Sr. Willieboy. Excelente. Preferiría tener al Sr. Adrian en condiciones de hablar, pero los accidentes ocurren. Wildclown servirá si lo que ha informado es cierto. Es desafortunada desaparición del Sr. Adrian. Muy desafortunada. Estoy seguro de que el Sr. Wildclown estará encantado de ayudarnos a localizar nuestra propiedad. Si, como usted dice, él lo sabe ".

    " Los vi hablando ", dijo Willieboy. “Durante el tiroteo. Los vi hablando." El sudor le brillaba en la frente. "Está claro que actúa como si lo supiera".

    Me acerqué a una gran bañera de niebla de unos tres metros de diámetro. Delante había tres anchos escalones. Estaban tallados en un mármol oscuro y pulido. Dudé tratando de perforar las camuflantes nieblas. Pude ver movimiento dentro: una cabeza redonda y pálida, brazos esqueléticos a la deriva como fantasmas.

    Subí los escalones. El Rey yacía en una bañera gigantesca. Potentes chorros de hidromasaje agitaban la superficie de su contenido: formaldehído y algo más que apestaba a azufre.

    Cuando miré dentro de la bañera, casi me retracto de mi decisión de no vomitar.

Capítulo 61

    El Rey estaba mortalmente pálido flotando en su bañera. A pesar del líquido conservante, su cadáver tenía un aspecto seco y podrido. Sus rasgos eran afilados y veteados de gris. Su cuerpo estaba arruinado por la edad y puntadas de hilo verde oscuro lo mantenían unido. El Rey había sido un hombre rico en el momento del Cambio, pero se había encontrado con una muerte violenta. Al observar el cadáver, era obvio que lo habían vuelto a montar.

    Cuando sus miembros se movían dentro y fuera de la niebla, noté que su piel colgaba de él en parches de tonos ligeramente diferentes, y que, por un lado, tenía dos dedos que no coincidían.

    Solo llevaba dos cosas: una ridícula peluca marrón que se aferraba a su cabeza como un gato ahogándose y una corona dorada sobre esta.

    Era tan despreciable que quise reír. ¿Era la existencia tan preciosa como para aferrarse en tal maltratada y descuidada excusa de un cuerpo?

    Me contuve al recordar el cuerpo que había pedido prestado.

    El Rey braceaba por su piscina poco profunda al estilo cocodrilo. Mis entrañas saltaron cuando bebió inconscientemente un largo trago del líquido. Pequeñas bocanadas de vapor salieron de sus mustias fosas nasales. El tipo parecía algo que había salido reptando de una lata oxidada.

    “Sr. Wildclown, me gustaría mucho que me dijese el paradero de mi propiedad. Después de eso, puede irse. Se apoyó en el borde de la bañera. Noté que una consola de botones, diales y monitores de video se había instalado sobre el borde.

    "Si no te importa dar un paseo por una calle de doble sentido. Me gustaría saber qué le pasó a Owen Gris ". Intenté buscar cigarrillos en mis ajados bolsillos. Mi mano izquierda se movió desincronizada. Willieboy sacó un paquete y me entregó uno.

    El Rey entornó los ojos hacia Willieboy.

    Hizo una pausa mientras yo encendía mi cigarrillo húmedo. "Fue el nota de detective privado contratado por los Hawksbridges para encontrar a la chica".

    "Ah, sí". La cara muerta del Rey registró verdadero deleite. “Ahora lo recuerdo. Un dinosaurio. Son raros, ¿sabe?, por eso me molestó que lo mataran." Sus rasgos se congelaron. "Ahora, ¿dónde está mi propiedad?"

    "No suelo usar un lenguaje como este, pero que te jodan".

    El Rey mostró unos dientes mellados. Estaba acostumbrado a lidiar con casos difíciles.

    Pulsó un panel bajo la consola. Se abrió un cajón. Su mano gris se extendió a su interior y sacó una automática, algo viejo y poderoso de Smith y Wesson. La sonrisa había permanecido inerte en su rostro. “Ahora, ¿vamos a terminar con esto mientras todavía puede respirar? ¿O lo haremos cuando cada lesión que se precipite sobre usted se convierta en una cicatriz eterna que no cure. Un agujero o corte que permanezca abierta, mellada, que deje al descubierto sus crudos secretos rojos para todo ojo curioso. No juegue conmigo. Tengo un desprecio comprensible por todo lo vivo. Un vistazo a mi persona debería disipar cualquier duda sobre si daría o no gran gozo matarle.

    Sonreí. Estaba en lo cierto. Su rostro muerto mostraba un secreta impaciencia.

    “¿Qué quiere saber?”

    El Rey suspiró dos nubes de formaldehído gaseoso, dejó el arma en el borde de la bañera, a su lado, y asintió con la cabeza. "¿Dónde está mi propiedad?"

    "Mire, no estoy ganando tiempo ni nada de eso. Sencillamente no creo que yo vaya a estar por aquí mucho tiempo después de contárselo. ¿Le sería posible explicar cómo encontró Gris su fin? ”

    El Rey sonrió. “Tiene arrogancia, Wildclown. Le concederé eso ". Suspiró. “Gris se convirtió en un fastidio. Me estaba hostigando y llamando la atención de una o dos facciones de la Autoridad. Ahora bien, los Hawksbridges no están a mi altura, en riqueza, pero tenían suficiente fuerza para causarme un mínimo daño. No podría aceptar eso. Ppr eso alenté al Sr. Willieboy a que contratara un pistolero para cargarse a Gris. ¿Quién fue? "

    " Un psicópata. El pequeño y fornido se hacía llamar Jimmy Jay. No sé mucho sobre él. Hablaba mucho sobre religión y el fin del mundo. Esttuvo en un manicomio antes del Cambio, mató a su hermano pequeño o alguna telenovela de esas. Bebía como un pez y, ah, mierda, había algo..." Willieboy se frotó la barbilla. "No puedo recordarlo. De todos modos, él era un homicida, puro y duro. Mataba a la que caída un centavo. Se hizo a Gris por cien dólares. Algo debe de haberle sucedido después, porque nunca recogió el dinero. Sin embargo, Gris quedó fuera del camino. Vi el cuerpo. Jay me llamó y me dijo dónde encontrarlo. Jodido psicópata. Gris ardió bastante bien ".

    " ¿Por qué pagó las facturas de Grey? " Me acosaron imágenes extrañas del innoble final de Grey. La gasolina mojando el cuerpo. El vapor que se enciende. "No es inusual que alguien, especialmente alguien en la línea de trabajo de Grey, deje una apuesta por pagar o se salte el alquiler".

    Willieboy sonrió. "Esa fue idea del Rey".

    Me volví hacia él. “Te hizo ganar tiempo”.

    “Ciertamente. No sabía cuántos problemas ya había causado Gris, o si realmente solicitó alguna ayuda. Si se pagaban sus facturas, las posibilidades de que alguien lo echara de menos eran menores ". Se rió," Resultó que no tenía ni un amigo en el mundo. Pero, no creo en correr riesgos, y sus facturas eran tan pequeñas que no existían. Fue una excelente inversión. ”

    “ ¿Quién hizo la llamada a los Hawksbridge? ” Miré a Willieboy. "¿Por qué matarlos?"

    El Rey habló a mi espalda. “También se habían convertido en un fastidio. Creo que Gris los convenció de que podían encontrar a su hija si buscaban lo suficiente. Resultaron ser una mayor amenaza que Gris. El Sr. Willieboy se ocupó." Willieboy le lanzó al Rey una mirada oscura.

    “¿Qué hiciste? ¿Cortar los frenos o simplemente sacarlos de la carretera? "

    " Eso es inconsecuente. Presionaron con fuerza sobre algo que era más grande que ellos y que se revolvió para arrollarles. Es física simple ", el Rey se echó a reir.

    “Y la chica. ¿Está viva?" Me volví hacia el cadáver.

    Negó con la cabeza. "Me está usted aburriendo". El rey se meció en su tanque. "Ahora es su turno de responder algunas preguntas".

    Transición.

    Estaba flotando sobre la cabeza de Tommy. Inmediatamente traté de poseerlo. Era un muro. Lo intenté de nuevo. Debajo de mí, Tommy había caído en un estado catatónico. Su mandíbula cayó. Sus labios parecían moverse para formar una palabra.

    "¿Dónde estoy?" Hizo una mueca de dolor al experimentar las heridas por primera vez. Echó mano a su hombro izquierdo y siseó.

    Observé al Rey. Se quedó mirando a Tommy, fascinado, y nadó para verlo de cerca. Perturbada diversión retorció sus zurdidos rasgos.

    "¿Wildclown?" La cara del payaso se había vuelto silvestre, simiesca. El rey frunció el ceño. "¡Oh, Dios! Willieboy, estáa viendo a ...?

    Pero Tommy ya se estaba moviendo. Saltó los escalones restantes y aterrizó sobre el Rey, zambullendo al monarca muerto bajo la superficie. Su mano se movió a la velocidad del rayo hacia la pistola junto a la consola. Se dio la vuelta y apuntó a Willieboy. Willieboy desenfundó a medias. Se congeló con una extraña sonrisa en sus labios.

    “Hey, un minuto... espera Wildclown. Los dos somos pequeños jugadores aquí. ¡Esto es perfecto! ”

    Vi como las manos del Rey se estiraban fuera del baño para trepar por las piernas de Tommy como una araña. Tommy bajó la vista.

    Murmuró: "Arañas ..."

    Luego levantó la vista. Willieboy había usado la fracción de segundo para sacar su arma, pero no se había movido lo suficientemente rápido. Tommy disparó seis tiros al pecho de Willieboy. Las postas del .44 le destrozaron la caja torácica. La pistola casi se liberó del húmedo agarre de Tommy en el proceso.

    Willieboy retrocedió tambaleánte, vomitó sangre hasta que terminó la descarga. Se quedó quieto un momento mirando la ruina en la que se había convertido su pecho, aturdido. Levantó la vista: la ira se apoderó de su frente y sonrió. Willieboy se sentó con las piernas cruzadas. Su cabeza cayó hacia adelante. La sangre se derramaba por la boca.

    Tommy arrojó el arma a las escaleras y miró las manos temblorosas del Rey.

    “¿Qué tenemos, qué tenemos? ¿Demonios del pozo?" Se agachó y agarró ambos brazos por las muñecas. Tiró del rey y lo sacó del formaldehído. El cadáve allí pendido parecía grotesco y frágil. Un fluido se vertía por sus orificios. Su cara estaba a dos centímetros de la de Tommy.

    “Puede ser cualquier cosa. Cualquier cosa." El formaldehído salpicaba de los labios del Rey muerto. Tommy lo sostuvo más alto. Las piernas del rey se habían marchitado y atrofiado en el baño constante. Estaban hinchadas y torcidas como madera flotante. Me di cuenta en un instante cuán ridícula era su noción de una nueva vida.

    "Por favor", dijo el Rey con voz suave. “Por favor, te pagaré cualquier suma. Te daré cualquier cosa. "

    " Apestas ... Tommy olisqueó.

    El Rey sonrió, incluso se echó a reir. “Oh, sí, oh sí, apesto. Apesto de verdad. Solo dime qué te gustaría. Haré lo que quieras. Tú déjame marchar, eso es todo lo que pido ".

    " Maté a tu amigo ". El payaso giró bruscamente la cabeza del Rey hacia el cuerpo de Willieboy. El cuello del cadáver hizo clic audiblemente.

    "Oh, no pasa nada. Él y yo no éramos íntimos. Ni siquiera me gustaba. Está bien que lo hiciera. No estoy enfadado, señor Wildclown." El rey forzó una espantosa sonrisa.

    "Era tu amigo", dijo Tommy y luego, con un fervor justo en aumento. "¡Eres asqueroso!"

    Tommy retiró el brazo izquierdo del Rey. El cuerpo era frágil y el hombro se rasgó como col hervida. El rey chilló. Tommy tomó el brazo por la muñeca y lo golpeó contra la consola. El rey lloró muy alto.

    Tommy arrojó el brazo amputado, envolvió el suyo alrededor del torso del Rey, y luego, con una fuerte y retorcida llave, arrancó el derecho del Rey. Dejó caer despreocupadamente el miembro en la bañera. Este se meció, moviendo los dedos. Tommy se sentó en el borde de la bañera jadeando con el desconcierto en sus rasgos. Su mano derecha sostenía el cuerpo del rey por el cuello. Dobló las piernas de goma del Rey y lo sentó sobre su rodilla derecha.

    El teléfono comenzó a sonar. Tommy lo miró con desprecio.

    El rey estaba sollozando.

    "Oh Dios. Haré lo que sea. Haré lo que sea. Todavía hay tiempo. No hagas esto. No hagas esto. No hay nada después de esto. Nada. Por favor, te lo ruego. Tengo riquezas, te daré cualquier cosa ". Su rostro lloroso se torció en una máscara de dolor.

    "¿Cualquier cosa ?", preguntó Tommy y sonrió. Ahora noté que el formaldehído había disuelto gran parte de su maquillaje. La cara de Tommy estaba manchada de blanco y negro. Los rasgos fluyeron distorsionadas, como una calavera. "¿Cualquier cosa del mundo?" Zarandeó el cadáver del rey muerto.

    “Sí, señor Wildclown. Le daré riquezas ”.

    “ Le dijo Satanás a Cristo ”.

    El Rey frunció el ceño. “Nada de riquezas entonces. Le daré lo que quiera".

    " Dame la muerte, la muerte que merezco ". La cara de Tommy ahora estaba cerca de la del Rey. Dio una palmada detrás de él, agarró el arma. Se sentaron como amantes. El teléfono seguía sonando. El payaso le tendió el arma al Rey, luego se dio cuenta de que el muerto no tenía nada con qué sostenerla. "El fin del ruido".

    "¿Eh? No sé a qué se refiere? ¿La Muerte? ¿Es un truco? ¡No puedes querer la muerte! ” La cara del Rey se distorsionó. Echó un vistazo al arma que le ofrecían. "No quieres la muerte. Quieres tenderme una trampa ”.

    Tommy acercó la cara del Rey ahora. Sus piernas muertas se torcieron. Gritó incomprensiblemente.

    El payaso bajó el arma y dijo: “Oh, pero puedo quererla. La muerte es el sueño que me niegan. Nada nos sigue hasta allí. No es dinero, no es amor, no es culpa." Miró momentáneamente a los ojos muertos del Rey. “Quiero la antigua muerte. La antigua muerte que me conducirá al infierno. Tienes suerte. Mira, te traiciono con un beso.

    Y Tommy presionó sus labios contra los del rey muerto. Mientras lo hacía, ambas manos agarraron el cuello de lombriz del cadáver.

    Las piernas del Rey se debatían. Escuché un grito apagado. Cuando Tommy lo besó, sus manos comenzaron a apretarse en el cuello, luego tiraron. El rey dio un grito largo y fuerte. La cabeza se torció. Hubo un repugnante corte y desgarro de cartílago y hueso. El cuerpo cayó, dejando al payaso de pie, los labios aún cerca de los de la horrible cabeza en sus manos. Entonces echó la cabeza hacia atrás y sonrió hacia ella.

    "Le conocía bien ..." La horrible cabeza del Rey se asentaba en la mano extendida de Tommy. Sus facciones se movían horriblemente. Los ojos giraban; la mandíbula se tensaba y relajaba. La lengua serpentaba.

    Tommy alzó el brazo hacia atrás, levantó una pierna del formaldehído y murmuró para sí mismo. "Tienes que tener cuidado con ese Tommy Wildclown, Bill. ¡Lanza bolas rápidas! "

    Tommy lanzó la cabeza contra la pared a unos cinco metros de él. Esta chocó con la piedra con un repugnante golpe y cayó en un resbaladizo motón de sangre y materia gris.

    Transición.

    El olor a formaldehído me golpeó de nuevo en la cara. Estaba de vuelta dentro de Tommy. Podía saborear el formaldehído, y la fuente de ello hizo que mis tripas se retorcieran. Jadeé, escupí.

    El cuerpo del Rey golpeaba mi pierna. Salí de la piscina. Un escalofrío me zarandeó. ¿Por qué no había guardias? Cogí el arma en los escalones. Quedaban cuatro disparos. Miré el cuerpo de Willieboy. Se levantaría pronto. Resistí el impulso de desmembrarlo.

    Volví a la consola del Rey, extendí la mano por encima del cadáver y encendí una pantalla de video. Los botones estaban bien marcados.

    Uno decía: "Puerta Principal". Encendí ese.

    La pantalla mostraba una puerta principal bajo asedio. Un gran Tanque de la Autoridad se estaba colocando en la calle fuera del muro. Su largo cañón apuntaba a una de las torres. Había una serie de transportes de la Autoridad estacionados tras las verjas interiores. Otros estaban tomando posiciones a lo largo del perímetro. Miré el teléfono. Su sonido se había convertido en parte del pánico que me atenazaba. Cogí el auricular.

    "¿Sí?" Traté de hacer que mi voz se tornara vieja, amargada y agotada. Fue fácil.

    “Rey, señor. Es la puerta principal. Vamos a perderla. Hay una fuerte fuerza aquí afuera. Ya hemos perdido a doce de nuestros hombres. Los otros quieren huir por sus vidas. "

    " ¡Defiendan la puerta! " Noté lo ridículo que sonaba. "¿Hay transporte para la chica?"

    Hubo silencio por un momento. “Su vehículo privado, señor. En el garaje subterráneo. La única salida.

    Colgué. Luego pulsé un botón marcado como Laboratorio. Allí, en negro sobre blanco, estaba la maquinaria habitual y el laboratorio lleno de tubos de ensayo. Había mesas y utensilios: quemadores Bunsen y dispositivos para medir otras cosas.

    Lo que más me interesó se asentaba al fondo de la habitación en una cama dentro de una jaula de tres por tres. Se parecía a Julie Hawksbridge.

Capítulo 62

    Cogí el arma de Willieboy. A mitad de la acción, tuve un ataque repentino. Su cadáver descansaba en una posición increíblemente realista, con las piernas cruzadas y la cabeza colgando de su sangriento regazo. Moví una mano delante de su cara, nada, así que le puse los zapatos.

    Había perdido mi sombrero cuando explotó la Torre Galaxia, así que busqué en la habitación del Rey algo que ocultara mi rostro, nada.

    Me subí el cuello del abrigo hecho jirones hasta debajo de la nariz. Tenía el pelo chamuscado y convertido en polvo cuando lo toqué, pero me quedaba suficiente para echármelo sobre la frente. Tenía una pistola en cada bolsillo. Una revisión rápida contó cuatro balas en el cargador del Rey y dos en el de Willieboy. Eso me dejaba seis balas de distancia entre la vida y la muerte.

    Por la pinta de lo que veía en la puerta principal, necesitaría un bazoca o un tanque para salir con vida.

    Abrí la puerta, corrí dejando atrás a los caballeros de madera y salí al pasillo, dejando que mi instinto me hiciera el trabajo. Al Rey le iba realmente lo medieval, ¿dónde podría un maligno Rey mantener a una princesa cautiva?

    En una torre o una mazmorra.

    Había visto Ejecutores en las torres de los extremos norte y sur de la mansión, así que las descarté, formarían parte de las elaboradas medidas de seguridad del Rey. Probablemente tenían rifles de francotirador y lanzacohetes, no princesas.

    Yo tenía el presentimiento de que la mantendrían arriba, daba lo mismo. Siempre podía visitar las mazmorras del Rey en el sótano, si mi búsqueda me dejaba con manos vacías. El guardia de la puerta había insinuado que el laboratorio no estaba lejos del garaje subterráneo. No podía recordar nada parecido a un garaje adjunto al edificio principal, y de pronto pensé en el foso.

    El Rey lo habría planeado.

    Corrí por el pasillo.

    Cuando pasé por la puerta principal, una furiosa ráfaga de disparos la golpeó. Hubo explosiones y estallidos de cohetes, algo golpeó la pared que hizo temblar el suelo debajo de mí. La violencia se estaba abriendo camino.

    Apreté los dientes y corrí.

    Había cuatro puertas que estaban cerradas a mi derecha. Esperaba que una se abriera y vomitara Hombres del Rey armados hasta los dientes. Nada.

    Al final del pasillo un conjunto de escaleras subía y otro conjunto bajaba. Corrí hacia arriba; Me esperaban puertas como las que se abrieron a la habitación del Rey. En lugar de caballeros, había esqueléticas damas de honor talladas en sus paneles. Sostenían rosas lacadas en negro.

    Demasiado fácil.

    Abrí las puertas. Otro largo pasillo. Un hombre salió de su escondite por fin. Llevaba una escopeta automática y una larga gabardina de goma, chaleco antibalas y casco de seguridad. El arma ardió en sus manos.

    La puerta a mi izquierda explotó.

    Los arcos de piedra se abrían cada tres metros a ambos lados de mí. Me zambullí en el arco más cercano a mi derecha. La puerta allí dentro estaba cerrada.

    La escopeta automática volvió a rugir tres veces. Los paneles de roble frente a mí se hicieron pedazos.

    Me bañaron de astillas. Con ese ya hacían cuatro disparos. Miré hacia arriba. Una luz sobre la puerta iluminaba a las tristes damas de honor muertas. La disparé. El arma del guardia rugió dos veces. La pared cayó sobre mi cabeza. De la sombra caían yeso y listones, y con ello llegó la calma suficiente para pensar.

    El guardia llevaba una máscara protectora de plástico y Kevlar. Las máscaras tenían agujeros para los ojos. Requería un buen disparo, pero sólo bueno. Golpear un ojo a seis metros requeriría una puntería excelente. Me quedaban cinco balas, así que tendría que ser preciso. Solo dependía de mi suerte pues ambas armas no me eran familiares.

    Frente a mí en el pasillo había dos luces más, diseñadas para parecerse a lámparas de aceite parpadeantes. Usé el arma de Willieboy. Dos disparos después la oscuridad ocupaba la mitad del pasillo: arrojé el arma vacía hacia el guardia. La escopeta automática rugió tres veces. Las grandes postas se estrellaron contra la pared más cerca del guardia, así que me sentí un poco satisfecho con mi plan. O bien su puntería estaba cegada o sospechaba que yo estaba avanzando hacia él.

    Saqué el arma del Rey. Tenía tres disparos y ninguno de ellos claro.

    El guardia estaba a unos doce metros de mí y yo tenía que disparar a través de una begonia de plástico tapada. Apunté y disparé.

    La primera bala debió de haber entrado en la ranura del ojo derecho, porque la segunda marcó un surco de chispas sobre la nariz al rebotar. El guardia cayó a plomo como un fardo.

    Corrí por el pasillo apuntando con la pistola al hombre caído. Era alto. Su cuerpo cubría mucho espacio en el suelo. Me puse sobre él.

    La puerta que había protegido estaba cerrada. Me arrodillé. Había una llave en una cadena en su cinturón. Tiré de ella.

    Estaba conectada a un trozo de cadena de treinta centímetros de largo que yo no iba a poder cortar masticando. Tendría que quitarle el cinturón. Agarré la hebilla con mi mano libre y un fuerte puño se estrelló contra mi oreja izquierda.

    Dije algo como, "¡UUUF!"

    Mi arma se disparó tras la presión espástica de un dedo. Moví ambos brazos para bloquear el suyo. La máscara de hierro me miró. Pude ver un ojo asomándose. Mi disparo había sido bueno.

    Acababa de dispararle a un hombre muerto.

    Líquido de sirope negro salía de la rendija del ojo reventado. Cuando sus fornidos ​​músculos como cables entraron en juego, comencé a maldecir mi imprudencia.

    Por supuesto, el Rey de los Muertos empleaba muertos. Willieboy ya me lo había dicho. Y este era el muerto más grande y más fuerte que yo había visto hasta ahora.

    Deslizó dos manos duras alrededor de mi cuello y se puso en pie conmigo. Empecé a golpear y patalear automáticamente. Agarré dos dedos de bebé y los oí crujir mientras los giraba y los retorcía. No podía escabullirme de los demás. Eran tan duros e inflexibles como el acero.

    Actuando por impulso, le agarré los codos y lo acerqué. Podía oírlo gruñir en la tensión de nuestro forcejeo. Enderecé mi dedo índice y se lo metí en el ojo izquierdo. Estoy seguro de que me arranqué la uña al hacerlo, pero encajó. El guardia gritó de terror, consciente de que estaba a punto de cegarlo.

    Me dejó caer y se aferró la cara. Tiró de su máscara. La escopeta automática había caído detrás de él.

    Noté un par de espadas colgadas en la pared sobre mi hombro derecho. Cruzadas frente a un escudo de armas.

    Salté y arranqué una de su vaina, luego la llevé en un arco hacia el cuello del guardia. Las manos y la cabeza volaron en el aire con un fino espray negro. El cuerpo perdió el equilibrio, luego pasó unos momentos horribles tratando de mantenerse en pie apuñalando la pared con sus muñones babeantes.

    Cayó como borracho.

    La cabeza rodó por el pasillo hasta debajo de la mesa que contenía las begonias. Cogí la escopeta automática, apunté al mecanismo de bloqueo de la puerta y disparé, la madera se astilló. La puerta era de roble pesado. Dos disparos más y la cerradura cedió.

    Abrí la puerta de una patada con la espada en una mano y la escopeta automática en la otra.

    El laboratorio estaba débilmente iluminado, pero parecía exactamente como lo había mostrado el monitor. Frente a mí, vi moverse una silueta. Corrí sobre duras baldosas moviendo la cabeza de un lado a otro, buscando enemigos.

    Tenía los pelos de punta y pintados de negro sangre. El rojo nadó ante mis ojos. Noté que yo estaba gruñendo. Todavía podía escuchar disparos y explosiones fuera del edificio. Los guardias del Rey estaban teniando una lucha infernal.

    Pero la mayoría de ellos ya estaban muertos, habían sido contratados por esa razón. Eso explicaba la duración de la batalla.

    Llegué a la jaula. Julie Hawksbridge se veía tan bonita como en la foto. Parecía estar bien alimentada y limpia, aunque sus ojos tenían una profunda sombra de horror bajo ellos.

    Sonreí.

    Parecía aterrorizada. Yo entendía por qué. Había escuchado disparos fuera de su prisión, luego más cerca, y depués de abrirse la puerta había entrado un payaso empapado en sangre.

    Yo debía de ser todo un espectáculo para ella. Rompí el hielo antes de que se volviera loca.

    "Soy Wildclown, detective. ¡Su hermano me contrató para encontrarla! ” Mi voz tenía un matiz irregular.

    "¡Dese prisa!" fue todo lo que dijo. Noté que su voz había logrado mantener el tono de inocencia a pesar de su tratamiento.

    "Apártese", ordené, moviéndola fuera de la línea de fuego con la mano. La cerradura se hizo añicos después de cuatro disparos. Abrí la puerta.

    "Dese prisa".

    Ella salió corriendo de la jaula. Su ágil figura estaba vestida con un pijama gris y zapatillas. Su rostro tenía una mirada determinada.

    "Por aquí", siseé, luego retrocí para sacarla del laboratorio. Ella gritó cuando el cuerpo del guardia tropezó frente a nosotros. Este manoseaba el aire con sus muñones. Lo empujé fuera del camino y continué por el pasillo. Llegamos a la cima de las escaleras. Las puertas delanteras estaban bajo asalto. El ruido era terrible. Temblaban en sus marcos.

    El fuerte humo negro se colaba a través de crecientes grietas. Saltaron chispas del pesado hierro. Explosiones fabulosas sacudieron el edificio.

    Conduje a Hawksbridge por el primer tramo de escaleras y luego el segundo. Abrí la puerta con un hombro. Una sala húmeda y baja esperaba. Una sola luz iluminaba su oscura longitud. Al final de ella, otro conjunto de escaleras. Cuanto más nos adentrábamos, más duras eran las conmociones cerebrales de la guerra exterior. Corrí delante de la señorita Hawksbridge, que me seguía en la oscuridad. Las sombras eran profundas.

    Al final de la escalera, otra puerta. Dos rugidos de la escopeta automática más tarde, entrábamos en un garaje. Un transporte cilíndrico de la Autoridad de unos diez metros de largo relucía en una tenue luz roja. Mi bota resbaló por la grasa. Caíi al hormigón y me levanté de nuevo.

    "¡Dese prisa!" Miré en la oscuridad, pero todavía estaba cegado por la acción de la escopeta automática. Largas sombras se extendían por la fantasmal luz de emergencia. Corrí hacia el transporte.

    Los vehículos de transporte de la Autoridad se construyen fuertes de adelante hacia atrás. Los gruesos blindajes están soldados en acero sólido. Una única puerta de carga se abría en la parte trasera.

    Llevé a Hawksbridge a la parte trasera del transporte y la encontré desbloqueada. Gire la manija empotrada, y la puerta se abrió como una rampa.

    Corrí, limpiándome más grasa de la mano.

    En el interior había una lúgubre luz naranja. Una mortecina bocina de advertencia insinuaba precaución.

    En la parte posterior del transporte había un sarcófago abierto de acero que contenía un líquido. Extraños reflejos aceitosos ondulaban sobre su superficie. Luego me ahogó el olor.

    Formaldehído, por supuesto, el vehículo de escape del Rey. Todavía había espacio detrás para sus guardias.

    Hice un gesto a Julie para que me siguiera, luego activé la cerradura interna que levantó la rampa y nos cerró herméticamente. Cuando la puerta se cerró de golpe, escuché el ronroneo lejano de un intercambiador de aire. Los vapores de formaldehído comenzaron a dispersarse.

    Pasé corriendo el sarcófago y rodeé una mampara de acero hasta el asiento del conductor. Hice un gesto hacia la silla del pasajero y salté al volante. Acelerador, embrague, cambio y una incómoda palanaca para conducir. Me lamenté, miré a mi alrededor.

    Las llaves estaban en el encendido. Arranqué el motor. Dio una sacudida con un poderoso rugido. Luego, activé la ventana. Una pesada placa de acero se deslizó mostrando una gruesa tira de vidrio inastillable que recorría la parte delantera del vehículo. Frente a nosotros había una rampa larga y oscura que conducía hacia arriba a unos 25 grados. Una luz brilló en la consola.

    “Advertencia: puertas cerradas. Active Anulación." Miré por la consola, pero no pude ver ningún interruptor de anulación.

    Me volví hacia Hawksbridge. Ella había ocupado el asiento del pasajero.

    "No se preocupe, ya casi estamos".

    "¿Adónde me lleva?" Sus ojos azules eran redondos de miedo.

    "A salvo, espero ..." Traté de parecer confiado, pero no estaba seguro de que viviéramos para ver los próximos cinco minutos. Pisé el acelerador, el motor rugió y, con rápida aceleración, volamos por la rampa oscura.

    Dos fuertes zumbidos me advirtieron cuando llegamos a la pared. Noté que la rampa estaba cubierta con un panel plano de acero. Volaba hacia el parabrisas.

    "¡Espera!" Me grité más a mí mismo que a nadie.

    Un crujido explosivo de metal y se acabó. Las puertas quedaron ocultas a ras del suelo a unos seis metros del foso. Nuestra velocidad las había arrancado del camino, y luego estábamos en el aire.

    Hubo un feo momento en el que pensé que el transporte iba a caer en el foso, pero nuestro impulso se hizo cargo y nos hizo caer bruscamente sobre nuestras ruedas al otro lado.

    Una mirada rápida alrededor me mostró una carnicería.

    Un Ejecutor con una ametralladora abrió fuego contra nuestra ventana. Luego desapareció bajo los faros. Estábamos a unos treinta metros de la puerta principal. Allí vi el destello furioso de las luces de la Autoridad, muchos cuerpos destrozados y máquinas destellando sus luces. Vi un par de Tanques de la Autoridad apuntando sus grandes armas hacia nosotros. Me aparté de la escena y nos apunté hacia el muro del perímetro. Estaba construido en sólida piedra gris de unos seis metros de altura. Pisé el acelerador y me puse el arnés sobre los hombros, lo abroché. Julie Hawksbridge siguió mi ejemplo.

    “Quizá le convenga apretar los dientes”.

    “¿Por qué?” Su cara estaba blanca.

    "Para no morderse la lengua". Cerré los ojos cuando la pared nos llegó llana e impenetrable. Chocamos. El arnés me tiró de los hombros y de la cintura. Mi cabeza sonó con la fuerte conmoción del hierro del acero sobre la piedra. Luego siguió una gran lluvia de roca destrozada. El motor se atoró, se atragantó, el transporte se sacudió y tartamudeó, pero nuestra velocidad y el peso de la pared colapsada nos empujaron.

    Abrí los ojos. El parabrisas estaba roto. Vi un coche a tiempo de esquivarlo, luego pasaron tres pinos a mi derecha.

    Me dirigí hacia el Sur, lejos de la entrada, tan rápido como nos llevó el transporte. Funcionaba a tirones, como si hubieran arrancado una de las ruedas y hubiera profundos gemidos metálicos, pero solo lo necesitaba unos pocos kilómetros.

    No sabía quién estaba a cargo del ejército que estaba atacando la fortaleza del Rey, pero no deseaba encontrarme con ellos cuando las armas estuvieran en llamas.

    Miré a Julie Hawksbridge. Ella parecía aturdida. Me acerqué y le di unas palmaditas en la mano.

    "Pronto llegaremos a casa ..." Eso fue todo lo que conseguí antes de que un brazo frío y fuerte que goteaba formaldehído se deslizara por mi garganta.

Capítulo 63

    Salté sobre los frenos. Esta es una forma extremadamente efectiva de lidiar con un ataque desde atrás en un vehículo en movimiento, o lo sería si no se viajara a ciento cuarenta kilómetros por hora. Ciento cuarenta probablemente es pasarse. Volaba. Fui arrojado hacia adelante. Mi cuello se dobló, se me bajó la barbilla, ya que el impulso obligó a mi asaltante a venir sobre mí.

    Algo húmedo se derramó en mis oídos.

    El largo cuerpo del transporte no viajaba bien con sus ruedas bloqueadas. Comenzó a sacudirse como un potro salvaje. Saqué mi pie del freno y el transporte salió de su derrape. Renqueó hacia adelante de nuevo por encima de un par de coches aparcados. El cuerpo de acero emitió chispas y se estrelló al golpear un edificio, su lado blindado quedó apretado contra el chirriante ladrillo.

    Me tomé un segundo para desabrocharme el arnés: las correas de lona se separaron cuando mi atacante retrocedió con el cambio de dirección. Me giré, me impulsé con la pierna en el tablero y caí hacia atrás agarrado a algo. Estaba luchando contra una silueta no identificada. Me tumbé encima de él. El suelo del compartimento estaba cubierto de formaldehído.

    En la oscuridad, pude sentir la fría presa de las manos de mi atacante y la humedad agria de su ropa. El transporte volvió a tambalearse, arrojándonos a ambos en una ola de líquido conservante. Me ardieron los ojos. Volvimos a tambalearnos y luego aceleramos. Tuve que suponer que Julie estaba aprendiendo un curso intensivo en conducción de transportes.

    Dos duros puños me golpearon en la cara. Los golpes cayeron como acero sobre hueso. Me zumbó la cabeza; mi cara magullada era tan frágil como vajilla rota. Me quejé mientras luchábamos en el estrecho espacio junto al sarcófago.

    Olas de formaldehído se vertían desde el borde mientras Julie luchaba por tomar control del vehículo. Intenté levantarme para dar algunos golpes. Me golpeé el codo con el banco de atrás y se me quedó entumecido. Intenté erguirme

    Puse una mano en un pecho. Luchando frenéticamente, mi mano atravesó huesos rotos y entró en algo que parecía una cesta de mimbre llena de macarrones e hígado crudo. Una mano fuerte ahogó mi tráquea. Mi sombra enemiga se alejó, reconocí la sonrisa.

    "¡Todavía no, clusterfuck!" Willieboy se echó a reír y me golpeó repetidamente en la barbilla. Tres buenos golpes sólidos: me zumbaron los oídos. Me estrelló contra la mampara y me rechinaron los dientes. Saboreé sangre. Los ojos se me estaban hinchando. Pero ya no importaba. Yo era una herida cabreada listo para estallar. El dolor era todo lo que podía sentir. Estaba tan magullado que sólo una bala me detendría en ese momento.

    Volé hacia él.

    "¡Pronto!" Grité, golpeando su cara con mis puños. Le di una patada en el pecho mientras este intentaba levantarse.

    Rodó con inesperada agilidad hacia la puerta trasera y se puso en pie. Se limpió la antigua sangre y la baba de sus dientes rotos. "¡Pues hazlo!"

    Me acordé de la espada. Yo la había dejado entre el asiento del conductor y del pasajero. Mi visión periférica captó a Julie luchando con la palanca de dirección. Se oyó un silbido: era mi respiración, o la de Willieboy.

    El inspector muerto se miró el destrozado pecho y el dolor cruzó sus facciones. Sus labios carnosos se contorsionaron.

    "¡Mira lo que me has hecho!", sollozó. Se llevó uno de los puños a la sien. Su rostro se retorció de angustia. "¡Cristo, voy a hacerte pagar!" Levantó la vista y vio que yo tenía una espada. Salté hacia él, apuntando a nivel con mis caderas. La hoja se deslizó fácilmente en su abdomen. Él gruñó ferozmente y me agarró del cuello.

    "¡No, no, no, payaso!" Tenía ojos enloquecidos. "Eso ya no va a funcionar. Ni siquiera duele ". Su agarre se apretó y comencé a sentir la fuerza de sus enormes hombros. Sus pulgares muertos comenzaron a aplastar mi tráquea.

    Extendí una mano y tiré de la manija de la puerta. Una bocina sonó repetidamente, más fuerte ahora. Brilló una luz amarilla. Sentí un cambio inmediato en la presión del aire. Mi cabeza pareció inflarse. Tragué saliva, pero esta no podía pasar sus pulgares.

    Willieboy apretó su agarre.

    "Así es como va a ser, ¿verdad?", gruñó escupiendo y rociando sangre.

    Agarré su muñeca con una mano; la otro todavía retorcía la espada en sus entrañas. El transporte se tambaleó y tropezamos hacia la rampa. Nuestro peso extra la empujó hacia abajo con un golpe y una lluvia de chispas.

    La superficie de hierro de la rampa estaba perforada de agujeros y corrugada para una mayor tracción; Metí los dedos de mi mano izquierda en los agujeros mientras aún agarraba la empuñadura de la espada con la otra. La cara de Willieboy estaba cerca de la mía. Sus manos me rasgaban la garganta.

    Esta vez sonreí.

    “No. ¡Así es como va a ser!"

    Con toda la fuerza de mis hombros y espalda, me retorcí y serré con la espada hasta que tocar su columna vertebral. La espada estaba afilada y el músculo recién muerto se cortó rápidamente.

    Completamente independientes, sus piernas de pronto comenzaron a patear espasmódicamente. Su movimiento me arrancó la espada de la mano, la empuñadura golpeó la carretera, se oyó un chasquido. La mitad inferior de Willieboy rodó desordenadamente por la rampa con la columna cortada.

    Golpeó el camino mojado y desapareció.

    Willieboy miró el horrible desastre de las entrañas que se derramaban de él. Usó una mano para mantenerlas dentro. Las partes que se caían de la rampa explotaban cuando salían a la carretera.

    Willieboy me miró con verdadero horror en su rostro. Sus oscuros ojos se hicieron más profundos, aspirando la oscuridad. Comenzó a gritar terrible y salvajemente, como el alma condenada que era.

    Sus tensas facciones se retorcieron de modo inimaginable. Vi su mano tratando de juntar los bordes irregulares de sus tripas, como los restos de un saco de carnicero desgarrado y ensangrentado.

    Gritó, me soltó el cuello y se aferró a su abdomen.

    El transporte pasó por un bache en la carretera y Willieboy salió despedido de la rampa. Lo último que recuerdo de él fue su estridente terror mientras se arrastraba sangriento por el camino.

    Regresé al transporte, escuché un claxon y me di la vuelta. Un Chrysler largo y monótono redujo desde donde había estado manteniendo nuestro ritmo a la derecha.

    Elmo saludó detrás del parabrisas. Le devolví el saludo y me tambaleé hacia Julie.

    "Excelente, Srta. Hawksbridge". Me apoyé en la mampara que goteaba sangre. Giré la cabeza. “Mi conductor por fin ha llegado. Si no le importa, puede pisar el freno".

Capítulo 64

    "El primer lugar ... ..." había dicho Adrian antes de morir y yo estaba a punto de averiguar si era un mentiroso. Conduje hasta las ominosas puertas delanteras de Bronceado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson, luego me senté a escuchar los susurros de los muertos en el vertedero de abajo.

    Di una profunda calada al cigarrillo y dejé que mi mente se pusiera al día.

    Mi compañero parecía tan feliz como un gatito cuando salimos del apaleado transporte, pero le había dado poco tiempo para disfrutar la sensación. Después de meter a Julie Hawksbridge en el asiento entre nosotros, le di a Elmo la nueva dirección. Mientras conducía, me contó cómo nos había encontrado.

    Después de subir al ascensor en la Torre Galaxia, la recepcionista y el portero expulsaron rápidamente a Elmo del vestíbulo. Luego se apresuró hacia el coche estacionado y esperó tal como lo habíamos planeado. Después de quince minutos llegaron dos vehículos de Ejecutores de la Autoridad.

    “¡Transporte de tropas! Pensé que venían por mí." Elmo se había acurrucado en su asiento mientras los transportes convergían en el estacionamiento. Hubo momentos tensos cuando las tropas se desplegaron en dos líneas una frente a la otra. "¡Parecían ejércitos listos para la batalla!"

    "Bueno", dijo Elmo. “Justo cuando pensaba que estaban a punto de sitiar el lugar, un sedán se detiene y salta sobre ese tipo larguirucho, el alto, ese Willieboy. Sale gritando, todos agitando los brazos y esas cosas." Los ojos de Elmo se tornaron furiosos. “Luego, ese tipillo que le empujó por la oficina se adelantó, discutió un minuto, le dio la mano y entró en el edificio con él, como los mejores amigos. Los ejércitos dejaron de mirarse los unos a los otros y se plantaron allí mirando cómo los dos se marchaban, al edificio, como si fueran a derribarlo, tal vez había cuarenta de ellos más o menos, ahí mirando. Luego, un grupo rodeó el edificio y subió la escalera de incendios, y el otro entró por el vestíbulo. Bueno, me acababa de encender otro cigarrillo cuando aparece otro grupo en dos transportes. Estos saltaron, echaron un vistazo a los otros transportes y corrieron hacia el edificio. Y pensé: "¡Oh, Jesús, adiós, Jefe!"

    Elmo se parecía momentáneamente abatido en ese punto de la historia. "Entonces escuché disparos en alguna parte, como si fuera lejos, y un eco, ¡y pienso que no sé qué hacer! Usted necesitaba refuerzos, pero solo un ejército podía reforzarle. ¡Entonces, un hombre va y se cae de la arriba y se estrella en la acera! ” La nariz de Elmo se arrugó. “Dio un golpetazo y sé que, incluso muerto, su vida ha terminado. Salí del coche y miré hacia arriba, estaba seguro de que el hombre que había golpeado el pavimento no era usted, así que pienso: ¡Oh, Jesús, adiós, Jefe!. Y medio espero que aparezca usted cayendo y volando después.

    “Entonces, de las nubes, muy, muy arriba, llega este gran helicóptero. Tan pronto como el chisme se nivela con las ventanas en la parte superior, dispara y sale fuego por todas partes. Llovían tantas cosas que tuve que volver al coche. Estaba seguro de que usted ya se había ido. Pero lo pensé bien, tal vez mejor esperar. Podía subir y comprobarlo una vez que las cosas se calmaran. El helicóptero salió volando y, unos quince minutos después, un grupo de policías salió del edificio, todos fumando y humeando, llevándole a usted entre ellos. ¡Y veo a Willieboy otra vez! Sus ejecutores le pusieron a usted en uno de los transportes y él fue y señala el cuerpo que había caído del edificio. Algunos de los ejecutores lo recogen y Willieboy lo arrastra al transporte también y se van. Entonces pongo en marcha el coche y lo sigo.

    “Y llegamos a ese lugar enorme; del que no estaba seguro, pero pensé que era el lugar del Rey de los Muertos; porque había oído cosas, bueno, usted sabe que la gente habla. Y tenía que tener cuidado porque la gente no habla bien del Rey. Acabé de aparcar y vi que le llevaban. Luego aparecieron otros transportes y los policías salieron y comenzaron a discutir con los muchachos detrás de las rejas en la puerta principal." Elmo sonrió, porque se dio cuenta de que la historia se estaba haciendo muy larga. "Bueno, yo estaba esperando cuando estalla la guerra y de nuevo pienso, ¡Adiós, Jefe! Y luego, justo cuando supongo que o mejor me voy o hago algo, un transporte se estrella en el suelo como un monstruo o algo así. Y cuando rompe la pared atravesándola, pienso, eso es algo que haría el jefe, ¡así que lo sigo! No estaba seguro, pero sabía que no podía hacer otra cosa. Y aquí estoy . ¡Fue una corazonada! ”

    “Solo una corazonada ”, había dicho yo. “Solo una corazonada, y mil sílabas. Gracias, Gordo ¡Buen trabajo! ”

    Cuando Elmo terminó su historia, habíamos llegado a la dirección que le había dado. Era el bar, Berlinz. Había habitaciones de alquiler arriba. Elmo entró, consiguió una habitación y llevamos a la Srta. Hawksbridge, para placer del pequeño cantinero latino con el diente de oro.

    Dejé que Elmo me vendara el hombro izquierdo (la herida se había desangrado), solo algo de alcohol y una venda. me presioné una toalla llena de cubitos de hielo en la cara.

    La Srta. Hawksbridge se había puesto nerviosa en este momento. Estaba en una habitación de hotel con un hombre muerto y un payaso. Podía entender su preocupación. Le había asegurado que yo era detective —le mostré mi licencia— y le dije que estaría bien con Elmo.

    Tendría que confiar en nosotros.

    Le di a Elmo la escopeta automática y una caja de municiones del maletero. Me fui después de decirle a Hawksbridge que volvería pronto; Le dije a Elmo que la llevara con su hermano si yo no lo hacía.

    Fui al Chrysler y saqué otra bata del maletero, luego volví a maquillarme. La forma en que mi cara se había hinchado era una mejora para variar.

    Cargué la 9 mm del maletero y me di cuenta de que me estaba quedando rápidamente sin armas de repuesto. Eso estaba bien, porque me estaba quedando rápidamente sin ganas de usarlas.

    Me detuve en una farmacia para comprar una pinta de whisky y un par de sándwiches, luego me dirigí hacia la carretera del Oeste.

    Ahora estaba mirando las puertas de Simpson. Tiras de cinta amarilla de precaución de la Autoridad estaban grapadas sobre ella en una prohibitiva telaraña. Llevaba las palabras: "¡La eliminación de la cinta es un delito penal!"

    La quité con desdén. Me acerqué a la puerta en miniatura situada en las puertas. Estaba cerrada, pero había traído una palanca conmigo. La metí en la ranura junto a la cerradura y tiré de un lado a otro hasta que escuché algo romperse. Empujé la puerta para abrirla.

    Había oscuridad en el patio frente a la mansión de piedra negra, y por un momento me pregunté a dónde habían ido los pacientes después del cierre de la Autoridad.

    Me encogí de hombros, mi momento de compasión había terminado. Había mil establecimientos de este tipo muriéndose por encontrar pacientes. Les darían buenos hogares.

    Instintivamente verifiqué el mecanismo de mi arma, puse la automática en mi cinturón rosa hecho de cuerda de saltar a la comba. Sí, tengo repuestos para esos también.

    Metí la mano en el bolsillo y agarré mi mini linterna. La encendí y seguí su lucecilla en las baldosas de cerámica. Noté que algunas ventanas estaban rotas, no a prueba de vándalos. Era probable que este edificio para los muertos no fuese molestado; no estaba muy lejos del vertedero. Incluso los ladrones sentían mariposas tan cerca de las instalaciones de internamiento fallido.

    Me descubrí deseando haber sido recibido por el Tobias de suaves mejillas y subirme en su pequeño coche eléctrico. Había alrededor de un kilómetro a través del patio y el parque de ocio, y mi corazón se puso a trabajar.

    El whisky que había bebido en el coche alivió el dolor de mis esfuerzos, pero no me había proporcionado descanso ni curación real, ambas cosas que el cuerpo de Tommy anhelaba.

    "Pronto", dije en voz alta. La palabra rodó por el patio vacío como un borracho rebotando en bancos y farolas. Eché un vistazo a las altas ventanas de la mansión.

    Como esperaba, había una luz en una ventana. Todo era cálido y brillante como en casa.

    Saqué mi arma y revisé el cargador. Me aseguré de que hubiera una en la recámara antes de quitarlo.

    Después de esto, tenía que hacer una llamada más. Una más y, si todo salía bien, la vida podría volver a sus horrores habituales.

    Estaba jadeando cuando subí una serie de escalones hacia las grandes puertas de entrada de la mansión. Empujé la palanca hacia el espacio al ras del cerrojo, y luego me detuve. Probé la manija, las puertas estaban abiertas. Eso no me gustó mucho, pero decidí portarme bien.

    Después de colocar la palanca junto a la puerta, encendí un cigarrillo, ladeé mi sombrero (había tomado prestado el de Elmo, me estaba apretado pero servía) y me dirigí al vestíbulo.

    Crucé la alfombra persa sin hacer ruido. La lucecita de un centavo de mi linterna era solo una pequeña chispa en la enorme habitación. El espacio de arriba acumulaba masa en la oscuridad y me agobiaba. Me estremecí involuntariamente antes de cruzar el vestíbulo y subir las escaleras.

    Miré arriba, solo vi sombras, pero supe que talladas en el techo y las columnas a mi alrededor había miles de querubines mirando con sus ojillos de mármol, criaturas nocturnas ahora, como murciélagos.

    Cuando llegué a la cima, escuché algo como música, pero más dulce. No sabía la letra, pero la melodía continuó hasta que en algún lugar en el fondo de mi mente, respondí con lágrimas.

    Un bebé estaba llorando.

    Seguí el sonido y, pronto en la oscuridad total, vi una rendija de luz delante de una puerta. Luego, escuché otro sonido unirse al llanto: perfecta armonía.

    La voz de una mujer tarareaba una canción largamente olvidada: una canción de cuna.

    Me acerqué a la puerta y saqué el arma. Una lágrima me salpicó en la mano.

    Esperé, me endurecí. Me sorprendió que no se hubieran materializado guardias, pero recordé que Adrian no quería más socios. No más manos que untar. Abrí la puerta de una gran habitación: vi una cama, una sala de estar y un bar.

    Una mujer con el pelo rojo brillante se volvió hacia la puerta sonriendo. Sus ojos estaban fijos en una cosilla desnuda entre sus manos.

    Me dijo: "Richard, estoy tan contenta de que hayas vuelto. Deberías haber visto ... ” Pero su voz cayó cuando su mirada se fijó en mí.

    Nos quedamos mirando por un momento o dos. No habia otra que hacer. Me permití asimilarla como una bebida. Era hermosa. Llevaba un albornoz de gruesa felpa amarilla. Miré al bebé, dejé caer mi cigarrillo y lo pisé. Luego levanté la vista. Dije lo primero que me vino a la mente.

    "Tu foto no te hacía justicia".

    Se acercó el bebé al pecho y sonrió como un ángel.

Capítulo 65

    Van Reydner estaba tendida sobre la cama. El humo se enroscó en su cigarrillo. Había colocado al bebé en una gran cuna de acero que se cerraba por la parte superior. Parecía una maleta cuando se abrochaba de esa manera. Miré al bebé un momento como si mirara al Monstruo del Lago Ness, así que sólo eche un vistazo antes de caminar hacia una barra de caoba.

    Sentí verdadero miedo ante la aparición. Sus brazos regordetes rosados ​​habían levantado el aroma de la agria loción para bebés por toda la habitación como incienso.

    Mezclé dos bebidas. Ambas eran whisky puro a temperatura ambiente.

    Puse mi arma encima de la barra y estudié a la Srta. Van Reydner.

    Ella tenía algo en la carne que una foto no podía mostrar. Llámalo presencia: su perfume estaba pegajoso de hormonas.

    Llámalo personalidad: sus ojos parecían penetrar hasta el alma cuando se fijaban en mí. Se movían rápidamente, deteniéndose solo para súplicar húmeda y silenciosamente, antes de alejarse como un ciervo.

    Llámalo actuar: había algo en sus gestos que parecía practicado, casi excesivo. Tan genuinos como parecían, sus gestos eran cansados. Demasiadas noches bajo la luz del foco.

    La cínica actriz ante el crédulo tumulto, más preocupada por el entretenimiento que por el arte.

    Tuve que recordarme llamarlo atractivo sexual. Ella tenía demasiado para que el hombre promedio se resistiera, si no sabía que ella lo usaría contra él. No es de extrañar que Adrian la eligiera para el trabajo. Eso también era algo que tenía que recordar. Era una asesina, al menos una herramienta extremadamente culpable.

    "¿Richard está muerto?", preguntó ella, fumando su cigarrillo con aparente indiferencia.

    "No lo hice yo, si eso es un consuelo". Le di la malas noticiaz por encima del borde de mi vaso.

    "Supongo que se lo estaba buscando". Su voz tenía una notable punzada de arrepentimiento. Tiró de un hilo suelto en su manga.

    "Como todos nosotros". Aparté mis ojos de ella con ambas manos. "Dime. ¿Alguna vez matabas? ¿Alguna vez apretabas tú el gatillo? " Había una parte de mí que quería creer que no, pero sabía que una parte de mí nunca creería una palabra de lo que ella dijera.

    “No. Nunca. Esa es la única razón por la que acepté trabajar con Richard ".

    " La sirena ". El whisky había aflojado algunos tornillos. "Atraer a los hombres a su muerte".

    "Hay peores crímenes". Me miró con una enternecedora pena en sus ojos. Quise besar su dolor. “Y la mayoría de ellos eran unos bastardos”.

    “Si no te hubieras vuelto contra mí, podría haberte dejado ir. En serio, podría haberlo hecho." Negué con la cabeza y encendí un cigarrillo. “Ha habido demasiada muerte hoy. Demasiada. Estoy harto de cuerpos. Tengo carne debajo de las uñas y no es mía ". Di una profundo calada. Me dolía todo el cuerpo. “En el Arizona, ¿por qué dejaste el pezón de goma? Si solo querías que la competencia peleara entre sí, con la habitación y la nota habría bastado".

    "Richard quería asegurarse de que todos los involucrados, aquellos que sabían lo que estaban buscando, entendieran que El bebé existió. Dijo que era un reclamo para obtener el compromiso de cualquiera de los grupos interesados. Te llamaba el catalizador ".

    "Ojalá no me hubieras llamado así. Podría haber hecho la vista gorda. "

    " Richard me obligó. Dijo que mataría al bebé si yo no le ayudaba ". El terror actuó en sus rasgos.

    "Puedes hacerlo mejor..." dije, nada impresionado por su actuación. "Me han desollado hoy. Todas las partes humanas despojadas. Cuando entré, estabas demasiado feliz para una mujer que vivía con un hombre que la amenazaba o la controlaba. Lo he visto en otras personas y siempre hay una timidez asustada tras la mirada que no se puede ocultar. Mi visión está despejada hoy. Eso es lo que me entristece ".

    " Pero no conoces a Richard. Puede cambiar en un segundo ... "

    " Venga, ya es suficiente ... " La interrumpí. “La única razón por la cual cualquiera de estos eventos ha tenido lugar es porque ese bebé existe. Me resulta imposible creer que te amenazara con destruir la motivación de sus acciones ".

    "Pues déjame ir ". Se le formó una lágrima brillante en el rabillo del ojo. ¿A quién me vas a entregar de todos modos? No hay justicia. Tú lo sabes y yo lo sé. No hay ley." Bajó la mirada y se ocupó del cordón que cerraba su albornoz.

    “Creo que estabas un poco asustada después del asesinato de Billings. Adrian dijo que no te habías registrado en el hotel. ¿Era miedo genuino o estabas contemplando la idea de traicionarle? "

    "Acababa de abandonar Greasetown por un tiempo. Tenía que llevar al bebé a algún lugar donde pudiera sacarlo de esa caja. Quería tomarme un par de días para acostumbrarme a las cosas." Me sonrió. "No pensarás que yo iba a traicionar a Richard".

    "Estoy tratando de imaginar a alguien a quien no traicionarías".

    Ella hizo un puchero ante eso.

    "Mira ..." Nueva emoción entró en su voz. “Tú y yo somos los únicos que quedamos, ¿verdad? Podríamos ir a cualquier parte. ¡Podríamos ser ricos! Tal como está, ¿qué vas a hacer? ¿Entregarme a mí y al bebé a la Autoridad para que puedan explotar la situación? ¡Tómalo! ¡O alguien más lo hará! Eres lo suficientemente inteligente como para resolver todo esto. Y nadie va a pagar... "

    "Estoy de acuerdo. Probablemente soy el personaje más cínico que vas a conocer cuando se trata de la Autoridad. No confío en ellos. Pero tengo un sistema de creencias que me lleva a atravesar momentos de completa apatía. Por supuesto, es el mismo sistema de creencias lo que causa la apatía, pero eso no viene al caso ahora. Creo que independientemente de lo loco que pueda sonar algo, aún hay una buena posibilidad de que alguien lo haga. No me estoy explicando bien, ¿verdad? Lo que quiero decir es que yo creo en todo, y porque lo hago, creo que realmente hay algo de justicia. Puede que no venga en camiones o por correo, pero hay justicia. Y mientras la haya, alguien la impartirá ".

    " ¿Como usted? " No estaba seguro, pero detecté un ligero desprecio en su tono.

    "Claro". Me serví otra copa. “Pero hay otros. Y estoy seguro de que hay algunos en la Autoridad. ¿Tienes un teléfono?

    Pareció vacilante, y luego agitó un sensual brazo al otro lado de la cama.

    "Si esa otra bebida es para mí, ¿por qué no la traes?" Me sonrió, mostrando muchos dientes, enmarcados por un apetitoso óvalo de labios rojos. Dejé mi vaso, cogí el arma en una mano y su bebida en la otra. Camine hacia ella.

    Extendió la mano para tomar el vaso, asegurándose de acariciar mis dedos mientras lo agarraba.

    Gruñí y me acerqué al teléfono. Marqué el número de la Gaceta de Greasetown. Lo había memorizado para tal ocasión. Eché un vistazo a un pequeño reloj de oro en la mesita de noche. Mostraba cinco minutos después de la medianoche.

    Era el catorce de mayo, primavera y lunes también. Otro fin de semana abatido a tiros.

    Sonó la línea. Mientras daba tonos, vi a Van Reydner lamer el costado de su vaso con una lengua de serpiente. Me sonrió de nuevo, sus ojos brillaron y ella rió. La línea telefónica siguió vibrando.

    Detecté algunas sensaciones extrañas que tenían muy poco que ver con la justicia en ese momento. Van Reydner echó la cabeza hacia atrás, abrió la boca y vertió lentamente el whisky sobre su lengua mientras esta se retorcía en la potente ducha.

    Whisky con suerte, pensé.

    Una de sus manos se levantó y aflojó el albornoz, lo suficiente como para poder verter whisky en su palma y frotarse un pezón con ella. Una rodilla se deslizó fuera de la felpa tirando de un cremoso muslo tras ella.

    Lo único que tendría que hacer ahora es caminar hacia ella y tomarla.

    "Hola, hola, vamos, ¿hay alguien allí?" De repente me di cuenta de que había estado escuchando una voz que decía hola durante casi un minuto.

    "Hola", dije mientras trataba de recordar el motivo de mi llamada, de hecho, me detuve y me pregunté a quién había llamado.

    “Gaceta de Greasetown, ¿dónde quiere que dirija su llamada?” La voz sonaba agitada.

    “¿Está Mary Redding allí?”

    “No, señor, ella no está en la oficina”. Una pausa. "Está asignada, pero puedo localizarla para usted, si me da un minuto".

    "Dígale que Wildclown está en el Broneado de Piel y Conservación para Difuntos Simpson. Tiene una historia para ella. Es extremadamente importante así que, si puede localizarla, llámela ".

    Colgué el teléfono, mis ojos aún miraban a Van Reydner. Se había deslizado sobre la cama durante mi llamada quitándose el albornoz en el proceso. El material formó esposas suaves y atractivas para sus muñecas.

    Sus muslos se movían en silencio juntándose y separándose, la piel era blanca como la inocencia, sus dedos desnudos se extendieron hacia mí.

    Sentí un escalofrío recorriendo mi columna vertebral cuando noté que ella había sacado el whisky a dar un paseo por su pelvis.

    Una cabeza roja natural. En ese momento, el bebé comenzó a llorar. Van Reydner no se conmovió y continuó con sus giros. Algo andaba mal. Se esforzaba demasiado.

    O intentaba atraparme rápido o estaba ganando tiempo.

    Me volví hacia la puerta, luego de vuelta a ella. Una de sus manos se liberó del albornoz; se frotó los muslos con ella.

    "Hola", dije. Mi libido, o Tommy, emitió un chasquido por mis nervios como si una cuerda se hubiese roto. Siguió un golpe sordo, como si un órgano principal hubiese explotado repentinamente. Hubo un legano dolor moribundo... luego, nada.

    "Hay un bebé en la habitación". Aparté la mirada. "Ya es suficiente, te estás esforzando demasiado. ¡Hoy sería un mal día para mí! ”

    Escuché un clic de arma. Me lancé al suelo. Alguien había entrado por detrás. Me maldije por dar la espalda a la puerta. Al mirar hacia arriba reconocí la forma alta y delgada de Tobias.

    Rodé y me agaché detrás de la cama. Entonces me di cuenta de que no me estaba apuntando con el arma. Apuntaba a la cuna.

    “Tira el arma. ¡O mataré al bebé! No creas que no lo haré." Su voz estaba quebrada, desesperada.

    Traté de formar un plan rápido. Nada me vino. Podría intentar detenerlos.

    "¡Ahora!" Disparó un tiro que golpeó la pared encima del bebé. Un chirrido repentino vino de la cuna.

    "Dios Tobias, ¡ten cuidado!" le gritó Van Reydner, poniéndose el albornoz.

    “Cállate. ¡Maldita seas, Jan. ¡Mató a Richie! ” Gritó Tobias. "¡Tú! ¡Sal aquí, ahora! ”

    Negué con la cabeza, no había nada más que pudiera hacer, luego tiré mi arma al suelo y me puse en pie para hablar.

    “Piénsalo, Tobías. Estás siendo fiel a un hombre muerto que no podría haberse preocupado menos por ti. Eres sooilo un empleado ". Ese fue uno de esos momentos cuando quise retractarme inmediatamente de mis palabras, un nanosegundo de percepción de que yo había ido demasiado lejos.

    El arma rugió. Me estremecí y sentí que la bala me abofeteaba en el lado derecho. Mis piernas se volvieron de goma y me caí de bruces.

    “¡Esto por ese maldito bebé, todo fue por ese bebé! Yo digo que lo dejemos muerto para los bastardos. ¡Mataron a Richie! Una vida por otra." Pude ver desde mi posición que Tobias había llevado su arma hacia el bebé. "¡Todo por ese maldito bebé!"

    Hice un vano intento de agarrar mi arma. Estaba debajo de mí. Tobias disparó, luego sus ojos se abrieron de par en par.

    Van Reydner se interpuso entre él y la cuna. Una estrella roja, del mismo color que su cabello, había aparecido entre sus pechos, una marca de muerte. Una pequeña gota de sangre corrió hacia su ombligo. Ella miró hacia abajo, genuinamente sorprendida.

    “¡Jan!” Tobias dio un paso adelante, el dolor cruzó sus facciones y apuntó el arma a la cuna.

    "Dios, estoy ..." Van Reydner se dejó caer sobre una rodilla, todavía equilibrada contra la cama. "Estoy ..."

    Agarré mi arma y disparé desde el suelo. Incluso tuve tiempo de preparar mis brazos y respirar. Apreté el gatillo tres veces en la cabeza de Tobias y le impacté en el cuerpo con un par de balas en el pecho. Lo que quedaba de él cayó retorciéndose hacia la puerta.

    Metí un puño en el agujero de mi costado, y gruñendo por el dolor, me puse en pie. La cabeza me daba vueltas, pero me tambaleé hacia Van Reydner.

    Cuando ella cayó, su albornoz se había abierto. Estaba bellamente dispuesta sobre la cama.

    Su cabello había formado un halo de fuego. El bebé estaba llorando. Miré a Van Reydner nuevamente. Ella podría haberse quedado así para la eternidad, como un ángel. Podría haber tenido lo que quisiera, si no lo hubiera deseado tan pronto. Pero se volvió codiciosa. Estoy seguro de que sus últimas palabras habrían sido: "Estoy muerta".

    La capitulación universal de la raza humana: estoy muerto, libre de problemas. Estoy muerto, libre de preocupaciones. Estoy muerto, no más dolor.

    Pero sus problemas acababan de comenzar. Ahora podía pasar sus días observando cómo su belleza natural se marchitaba, desecaba, corrompía, y luego podía pasar su eternidad como un cadáver, horrorosa, como una bruja.

    Ley humana, no, Van Reydner.

    Justicia con un giro irónico que solo nuestro retorcido creador podría apreciar. El hecho de que ella fuerase una mujer hermosa sin escrúpulos la había puesto en aquella habitación. El hecho de que ella fuese una mujer la hizo aceptar una bala por un bebé.

    Nuevamente, resistí el impulso de vomitar. El bebé había dejado de llorar y me estaba mirando. Intenté sonreír. Me alegré de que la mía estuviese pintada, porque no había ninguna en mí.

    De repente perdí el valor. No podía jugar con la vida del bebé por una corazonada. Una corazonada no era cien por ciento, y el niño que se reía de mí merecía un cien por cien. Fingí una sonrisa y me acerqué. Vi un chupete en las mantas azules. Azul significaba niño. Metí el pezón de goma en la parte fangosa de su cara, luego lo silencié y cerré la cuna.

    Tenía que llevarlo de vuelta a su madre. Si mi presentimiento era correcto, la ley estaba en camino. Pero podrían no estar trayendo justicia. Sabía que la única justicia que iba a entregar en este caso sería cuando le devolviera este bebé a su familia.

    Me apresuré a salir dolorosamente de la habitación, pasando por encima del cadáver retorcido de Tobias en la puerta, antes de bajar corriendo las escaleras y salir de la mansión.

    Tropecé mientras cruzaba el patio, casi me desmayo, luego me puse en pie lentamente y me tambaleé hacia el coche. Pronto estaba en la carretera de regreso a Greasetown. Abrí la cuna.

    Una brisa tiró del cabello oscuro del bebé y este rió.

Capítulo 66

    Un coche patrulla de la Autoridad estaba estacionado fuera del edificio mientras conducíamos. Salí del Chrysler y asomé la cabeza por la ventana.

    “Un montón de chucrut en los perritos calientes de pescado, Elmo. Y compra también una petaca del Canadian Club y algunos cigarrillos." Ya había pedido una botella, y en un tono festivo decidí reemplazar la botella de emergencia que guardaba en el respaldo de mi silla.

    También quería que Elmo se quedase de la oficina por un tiempo, para poder pensar. Eran las cuatro y media de la mañana, tarde, pero yo esperaba un visitante.

    Elmo se fue.

    Una hora y media antes, habíamos dejado a Julie Hawksbridge y a su bebé en la casa de su hermano. Hubo lágrimas y felicidad. Al bebé le crecía ya la nariz de los Hawksbridge, al parecer.

    Después de una breve explicación, le dije a Robert en términos inequívocos que se los llevara lejos de Greasetown. Fue agradable ver la aburrida incomodidad de la riqueza derretirse de la cara de Hawksbridge para ser reemplazada por la gran mirada de determinación de cazador blanco, nada nuevo, por supuesto: ya lo había visto en su hermana. Era evidente para mí que el tío Hank no era el único con sangre Hawksbridge.

    Un beso de agradecimiento de la hermosa madre y casi me derrumbo. Mi herida de bala en el costado había dejado de sangrar mucho, pero aún me sentía débil.

    Desde que regresé a Greasetown, había estado teniendo una relación de amor y odio con las plantas de los edificios. Me sentía atraído por ellas. Sabía que dolería acercarse, pero el amor era así.

    Elmo había hecho otro trabajo de vendaje rápido en mí antes de que saliéramos del Berlinz: el arma de Tobias había sido de bajo calibre y la bala había atravesado el cuerpo. Necesitaba un par de puntos; pero por el momento, sobreviviría.

    Luego nos dirigimos a la oficina de Grey. Para entonces, el superintendente había decidido dejar la puerta abierta. Una vez allí, telefoneé a la Sra. Cotton. Después de las enojadas bromas habituales con Edward, el mayordomo de ataque, la tuve al teléfono.

    "Bueno, ¿qué ha descubierto?" Parecía un poco molesta, como si la vida hubiese seguido adelante para ella y comenzara a encontrar en el pasado un ancla desagradable.

    “Sé lo que le pasó a Alan y por qué. Resulta que puede haber sido inescrupuloso como el infierno, pero al final tenía un corazón. Si eso significa algo ".

    " Estoy sentada ", había dicho. "Dígame qué pasó".

    Me tomó seis cigarrillos, tres tazas de café y un sándwich explicar la desagradable vida, momentos, apegos comerciales y desaparición de Alan Cotton. Descuidé a propósito la parte sobre el bebé.

    El niño iba a tener dificultades para llegar a la edad adulta sin que personas como la Sra. Cotton y el mayordomo Edward supieran de él. Sabía que no era justo para mi cliente, pero ya había roto todas las demás reglas de etiqueta de los detectives.

    Además, ella no tenía interés en eso ahora. Su esposo estaba muerto, le dije quién lo había matado. Me volví un poco creativo con la historia. Cotton había cambiado de opinión. Fue asesinado en el Marruecos mientras intentaba obtener ayuda para la mujer de Hawksbridge, no para su bebé. Le dije que la Regenérica era un fracaso después de todo. Mientras hablaba, Elmo se sentaba en la sala de espera absorto en las viejas revistas.

    "Bueno, ¿a dónde vamos desde aquí?", me había preguntado. En algún momento al contar la historia, ella había comenzado y había terminado de llorar. Su voz era dura y cansada al final. “¿Hay alguien con quien podamos hablar?”

    “No”, le dije. "Estoy casi seguro de que no oirá que nadie irá a la cárcel por asesinato".

    A ella no le gustó eso. "Los delincuentes, ¿no van a pagar? ¿Qué les sucederá? ”

    “ Supongo que todos los involucrados han pagado ”. Entonces recordé mirarme las manos y pensar en todas las cosas horribles que habían estado haciendo. “Todos han pagado. Están más allá de la justicia, o bueno ... digamos que muchos de los involucrados aprenderán a vivir con justicia ". Pensé en Van Reydner entonces.

    “Su tarifa, Sr. Wildclown. Ha hecho un trabajo excelente. Su voz tenía un repentino tono de negocios.

    "Está bien. Un cheque para otra semana servirá. Es lunes ".

    " ¿En qué estuvimos de acuerdo? "

    " En muy poco si no recuerdo mal ". Tuve que felicitarme. Mi ingenio había vuelto.

    "Le estoy muy agradecida. Me gustaría hacer que todo lo que ha hecho valga la pena. Y, para ser sincera, me gustaría dejarlo atrás ".

    En ese momento negué con la cabeza. Ella no podía verme hacerlo, pero negué de todos modos. La Sra. Cotton quería comprar silencio, una mercancía extraña para transportar. Pero en estos días, el dinero funcionaba mejor que las balas.

    "Tres mil dólares". Quise decir cinco o diez, pero algo dentro de mí rechazó la idea. De hecho, también quería lavarme el caso de las manos. Mi magnanimidad también podría haber venido en la forma de un cheque en el bolsillo. Robert Hawksbridge me había pagado uno de veinticinco mil dólares. Tuve que convencerle de lo contrario. La recompensa del regreso de Julie fue de cincuenta mil, después de todo.

    Después de colgar a la Sra. Cotton, telefoneé a la Gaceta y les dije que le enviaran un mensaje a Mary Redding de que la vería en mi oficina en media hora. hora.

    Miré el coche patrulla de la Autoridad. Un par de inspectores me miraron por encima de sus revistas. Estaban justo al otro lado de la calle poniéndose nerviosos mientras yo les miraba. Sonreí, notando que me había perdido completamente en un ensueño en la acera. Mis ojos estaban vidriosos, pero apuntándolos.

    Me di la vuelta y subí los escalones hacia mi oficina. Había un olor agrio en el pasillo. Los inquilinos estaban quemando hamburguesas o marcando ganado otra vez.

    Abrí la puerta, Elmo era tan eficiente que necesitaba un aumento, atravesé la sala de espera y llegué a mi oficina. Me dejé caer en mi silla e inmediatamente hice una mueca de dolor. Puse el arma sobre el forro de cuero sobre el escritorio.

    Encendí un cigarrillo y por un momento luché contra el impulso de abrir las persianas. Gané, la oscuridad serviría. Encendí la lámpara del escritorio. Esperé.

Capítulo 67

    Me sacó de mi aturdimiento el sonido de acero de un transporte de la Autoridad que se detenía frente al edificio. Sonreí. Escuché la característica bocina repetitiva cuando se abrió la rampa trasera.

    Pensé en el horrible final de Willieboy y me estremecí.

    Siguió el pesado golpe de botas sobre el pavimento. Esperé.

    Un sudor rápido brotó en mi frente. ¿Qué pasaría si me había equivocado? Esa era una posibilidad, después de todo, y yo creía que todo era posible. Me encogí de hombros, cuando escuché un solo conjunto de pasos golpear las escaleras. Si me equivocaba, pronto estaría muerto, o Tommy lo estaría. Muerto de verdad, sin vuelta atrás.

    Tal vez sólo oscuridad y el silencio del alma cantora. Quizá estrellas y luz, o puertas nacaradas. Quizá fuego y azufre, quizá más Greasetown.

    En ese momento, no me importaba. Lo que fuese, sería. Después de fijar mi mente en esa perspectiva tan deprimente, comencé a ser francamente arrogante. Si lo peor no te importa, ¿cómo puedes perder?

    La puerta de la sala de espera se abrió. Escuché pasos cruzar la alfombra. Los pies que los hacían no eran pesados ​​y con espinas de acero; Eso podía saberlo.

    Vi una sombra aparecer en la borrosa ventana de vidrio. Parecía familiar. La puerta se abrio.

    Mary Redding pasó a un lado, vistiendo el largo abrigo negro de la Autoridad. Sonreí, bastante satisfecho conmigo mismo. Hice un gesto hacia la silla de la empresa. Redding sonrió y se sentó. Pantalones oscuros ocultaban sus pantorrillas. Sus pies estaban envueltos con zapatos con suela de goma.

    Tuve la sensación de que no vería durante un tiempo los dedos de sus pies arrugados en el orgasmo. Se quitó el distintivo sombrero de inspector y lo dejó caer al lado de su silla.

    "¿Cómo lo supiste?" Su voz era clara pero un poco derrotada.

    “Varias cosas. Pero una lo dejó claro. Le ofrecí un cigarrillo, pero ella lo rechazó. Sacó uno del abrigo de su marca especial.

    Redding sonrió entonces. “¡Maldita sea! Sorprendiste a mucha gente ".

    " Me alegro. Por supuesto, mucha de esa gente me había sorprendido a mí. Encendí mi cigarrillo y expulsé con fuerza del humo caliente. Me recordó al fuego en la Torre Galaxia. Me recordó a la muerte. Lo apagué. Le ofrecí una bebida que ella rechazó.

    En cambio, ella se quedó sentada para mirarme.

    "¿Recibiste a Van Reydner?", le pregunté.

    “Sí. Y lo que quedaba de ese otro tipo. Van Reydner nos dijo que él, Tobias y Adrian, fueron los autores intelectuales de toda la operación. Ella dijo que se les ocurrió el método de recolectar clientes para Simpson, y dijo que fueron los que planearon vender el Secreto de la Regenérica al mejor postor. Supongo que ella dijo muchas cosas. Supongo que en aquel momento cantaría como un pájaro, si se lo pedíamos. Redding sonrió y echó un poco de humo. "Está bastante ansiosa por entrar en un tratamiento de preservación propio. No te preocupes, daremos prioridad a eso, sólo por ella. Desafortunadamente, no voy a creer mucho de lo que está diciendo hasta que haya estado fuera del Apagón por un tiempo ", dio una risita y quedó en silencio de nuevo. “¿Cómo te enteraste?”

    “Pensé que eras una reportera y nada más. Solo comencé a sospechar por algunas de las cosas que dijiste después de visitar la Gaceta. Noté que la gente actuaba un poco extraña a tu alrededor. Despuees mentiste sobre Morris, el bibliotecario.

    “Él casi saltó de su piel cuando me llevaste a la morgue. Debiste de haber olvidado quién era, así que te inventaste la historia de que era voluntario. Y Morris reaccionó como si tuvieras mucha más autoridad de la que deberías haber tenido. Esa fue la parte difícil de tu papel como reportera, ya sabes. Tienes la oportunidad de trabajar en tareas de asesinato; Sin embargo, tienes que taparte el culo diciendo que no has trabajado allí mucho tiempo. Me mencionaste a Malcolm Aird, y durante mucho tiempo no pude recordar quién era. Luego obtuve una imagen mental de este tipo bajito con cabello gris y bigote negro. Era el editor de un periódico. No recuerdo dónde lo conocí, pero sí sé que fue lo suficientemente tranquilo como para compartir algunas bebidas con un payaso.

    “Una de sus mayores quejas fue que, dado que todos eran inmortales, era muy difícil conseguir que los jóvenes reporteros hicieran las pequeñas historias. Todos tenían demasiada experiencia.

    “Cuando me dijiste que solo llevabas allí tres meses y que ya estabas trabajando en el crimen, simplemente no me encajó bien. También mencionaste que tenías seguridad laboral, lo cual no cuajaba". Probé con otro cigarrillo. Funcionó esta vez. “Aún así, todo eso podría haber tenido explicación. Podrías haber sido la novia del editor, o podrías haber venido de una prestigiosa revista. No, yo no estaba seguro". Hice chirriar mi silla. "Pero las cosas que me dieron pistas fueron las que sucedieron aquí".

    "No caminé derecha durante una semana ..." Me sonrió y luego me sorprendió al ruborizarse.

    "Aparte de eso, lo cual no tenía claro", le dije. "El hecho de que estuvieras en la escena del asesinato de Adrian tan rápido. El hecho de que viniéras a casa conmigo en primer lugar. El hecho de que fueses el único periodista que descubrió los dos asesinatos en el Marruecos. Y cuando eatuvimos aquí hablando de asesinato, no dejabas de mencionar la justicia como si fuese algo realmente importante para ti.

    Respiré hondo. "Los periodistas pueden estar interesados ​​en la justicia, pero cualquiera que de verdad crea que se puede encontrar no trabaría para la Gaceta de Greasetown. Hablaste de ella como si creyeras que existiera. Y me preguntaste lo suficiente como para darme la sensación de que me estabas revisando por otras razones además de simplemente determinar si yo sería un buen laico.

    Mary Redding se sonrojó de nuevo y cruzó las piernas.

    "También está esto", dije señalando a mi cara. "El maquillaje de payaso no hace mucho por mí. Cualquier mujer que se excita por ello es sospechosa en mis libros.

    Redding soltó otra risita y colocó su cigarrillo en el cenicero a su izquierda. "¿Qué te lo dijo seguro?"

    "No sé si lo recuerdas. Supongo que después de un tiempo se trata de una segunda naturaleza, pero te escuché decir algo que oí decir a alguien en la Autoridad y fue algo que yo sospechaba que alguien que estuviera en la Autoridad diría. "

    " No me lo puedo imaginar ". Redding negó con la cabeza.

    "¿Qué es un clusterfuck?" Sonreí y saqué la ceniza de mi cigarrillo. "Te escuché decirlo, y Cane y Willieboy me llamaron clusterfuck". No pregunté qué significaba, simplemente seguí registrándolo.

    Redding se echó a reír. Se dobló, luego me miró y estalló en carcajadas de nuevo. Traté de tomarlo todo con calma. Redding tenía una risa encantadora. Levantó un dedo y luchó por la última de sus risas.

    “En básico, en la Autoridad — en el entrenamiento básico — el Inspector General nos aprueba el día de graduación. Él tiene un grupo de hojas de roble en el cuello. Llamamos a los graduados clusterfuck porque sus cuellos están limpios. Tienen grupos de una "puta mierda". Comenzó a reírse. "No creo que sea algo agradable de decirle a nadie".

    "Bueno, eso me puso en la pista sobre ti". Me quedé en silencio un momento para que se relajara. “¿Por dónde entró tu gente en la Torre Galaxia?”

    Eso dio en el clavo. La línea seria entre sus ojos se tensó lo suficiente como para colocar un dólar de plata.

    "Perdimos a mucha gente buena". Ella guardó silencio. "Dios, es un cliché, pero lo hicimos. Supongo que lo digo porque la gente buena es rara. Encendió otra cerilla y encendió un cigarrillo.

    “Entramos por el techo, llegamos tarde. Ya ves que no pasé todo mi tiempo en la Gaceta. Por razones que explicaré más tarde, tenía la extensión de Mary Redding conectada a mi oficina en el CG. Quienquiera que haya recibido el mensaje intentó obstruirme a propósito o fue un verdadero descuido, no me lo entregó hasta treinta y cinco minutos después. Casi demasiado tarde."

    “Cuando llegamos allí vimos todos los vehículos de la Autoridad, así que no estaba seguro de qué hacer. Sabía que los Hombres del Rey estarían allí, y las Doce Estrellas. Ambos grupos emplean Ejecutores duros que luchan como demonios. Tienen castigos terribles por deslealtad, me han dicho. No tenía suficientes personas conmigo para enfrentar a ambos grupos a la vez. Pero, no había vuelta atrás."

    “Tuvimos un pequeño problema en el vestíbulo con un agente estacionado allí. Pero lo sacamos y encontramos a una mujer atada detrás de su escritorio. Ella nos dijo que todos habían subido al ático. No estaba segura de cómo desplegar a mi gente. Simplemente no quería perder demasiada. Entonces, subimos en un ascensor de servicio para intentar una entrada forzada a través del techo.

    “Contamos con equipos de detección, eco-radar, para asegurarnos de que nadie moría cuando detonáramos, por lo que nuestro experto en municiones abrió un agujero en el techo a veinte metros de las fuentes de eco para minimizar las bajas de los espectadores. Bajamos." Tomo una larga calada al cigarrillo y sus ojos parecieron nublarse momentáneamente.

    "Por supuesto, la gente de Cane subía por el suelo casi al mismo tiempo. De los cuarenta ejecutores con los que entré, solo dieciocho lograron salir.

    “¡Ese maldito helicóptero fue inesperado! Malditos maníacos, arrancaron todo el piso superior y también desperdiciaron a algunas de sus propias personas. Un par de nosotros mantuvimos la calma después de la conmoción cerebral. Estábamos bastante bien protegidos por nuestra armadura, pero la conmoción cerebral puede noquearte. Estaba deprimida, pero mi gente vio a un grupo de ejecutores entrar, encontrarse con Willieboy, y luego los vio sacarlos." Su mirada se tornó introspectiva. “Se dispararon algunos tiros, pero no letales. Te hicimos seguir hasta el castillo del Rey. Nos tomó un tiempo arreglar nuestra mierda después de las explosiones. Tuvimos que identificar las fuerzas y nuestras bajas, solicitar refuerzos y médicos ".

    " ¿Cane seguía allí? "Me senté hacia adelante ahora, con las manos planas sobre el escritorio.

    “Difícil de saber, la tormenta de fuego quemó muchos de los cuerpos. No puedo estar segura. No quedaría mucho. De todos modos, conseguimos refuerzos y comenzamos la lucha en las puertas del Rey ".

    Le lancé una dura mirada.

    “Acabábamos de irrumpir en el patio del Rey cuando ese transporte salió rugiendo del suelo. Abrimos fuego sobre él. Cristo, casi te cazamos a ti también. Ganamos la pelea, si eso es algo, y hemos atrapado casi una cuarta parte de los Hombres del Rey. Pero el resto escapó o sigue enterrado en lo profundo.

    "Cuando entramos en el castillo, no pudimos encontrar tu cuerpo o a cualquier suoerviviente. Supuse que te habías ido en el transporte. No sé qué demonios pasó ahí dentro, pero seguro que hiciste el númerito con el Rey. Supongo que lo hiciste ".

    No respondí.

    "Da igual, debes recordar que estábamos justo en medio de un tiroteo cuando te fuiste, así que tomó unos minutos reunir tropas para perseguirte. Cuando conseguimos a alguien para seguir el transporte, lo encontramos vacío ".

    " Entonces te llamé desde Simpson ", me quejé. "Llegaste allí y encontraste un par de asesinos, pero no a Wildclown ni el Secreto de la Regenérica".

    "¿Cuál era el Secreto de la Regenérica?", Preguntó Redding, descruzando las piernas y levantándose de la silla. "Hasta ahora, Van Reydner no ha sido nada específica. Creo que se está guardando esa carta para regatear. No puedo culparla. Tengo mis propias teorías, pero no estoy segura ".

    " Antes de responder eso, dime por qué dejaste que me involucrara ".

    " Historia complicada. Ya debes de conocer las divisiones en la Autoridad. Los grupos de intereses especiales. "

    " ¿A cuál perteneces tú? " Casi temí la respuesta.

    “En el que cree en la justicia. Algunos de nosotros somos parte de las primeras unidades de la Autoridad formadas después del Cambio: fuimos contratados directamente de las agencias policiales de gestión civil. Pero estábamos en minoría. Los que no pudimos ocultar nuestros verdaderos sentimientos desaparecimos. Otros entre nosotros escondimos nuestras lealtades y aguardamos nuestro momento."

    "No nos unimos a ningún grupo, elegimos tareas aburridas o peligrosas, y quedamos prácticamente marginados en las fuerzas. En los últimos años, las cosas han empeorado. Los grupos especiales comenzaron a formar alianzas que, en el mejor de los casos, destrozaban a la Autoridad, o en el peor, la convertían en un monstruo como la raza humana nunca antes había visto."

    Aquellos de nosotros que nos mantuvimos limpios, yo diría puros, pero nadie era puro, sabíamos que estaba pasando algo que comenzaría la batalla final. Lo único bueno de todos esos grupos internos que se formaron fue que pudimos formar el nuestro.

    "Honestamente, me sorprende que solo haya dos de los malos involucrados. Las Doce Estrellas y los Hombres del Rey son los más grandes, pero hay al menos diez más. Supongo que muchos de ellos no tenían ganas de hacerlo, o ya habían sido exprimidos por los tipos más grandes, y se quedaron fuera de eso ". Me sonrió y una expresión de exasperación cruzó por su rostro. "Supe de ti por una grabación que hicimos en el coche de Willieboy: Oates, ese es su verdadero nombre. Lo seguimos después del asesinato de Billings, fue identificado en el Marruecos, y nuestra gente lo grabó hablando con el Rey. Mencionó un batidor llamado "Wildclown". Me sonrió débilmente. "No teníamos mucho de ti en los registros. Oficialmente no existes desde hace dos años. No hay muchos detectives caminando con maquillaje de payaso, así que destacas. No sabía quién eras hasta que te vi. Incluso entonces me tomó un tiempo estar segura. "

    " ¿Segura de qué? " Sentí que toda mi alma se enfocaba en la pregunta.

    "De quién eras". Parecía avergonzada, un rubor cruzó sus mejillas. "Y no supe qué pensar. No era una actuación. Realmente no me reconocíias ".

    " ¿Por qué debería reconocerte? "No moví un músculo. Sentí el primer clamor del espíritu de Tommy.

    “Entrenamos juntos. División de Ejecutores de la Autoridad. Tenían un centro en el norte de Florida en la primera década." Sus ojos se clavaron en los míos. "Supe que renunciaste a la fuerza después de los disturbios".

    Ahora podía sentir el ardor de la energía eléctrica en mi subconsciente. Tommy gritó de terror.

    “Sabía que te metiste en el trabajo de detective. Pero no sabía dónde, pensé que fue en Villa Vicio ". Señaló mi disfraz. "Y no sabía nada de eso".

    Sentí una profunda negrura que se abrió debajo de mí.

    "Eres el sargento Owen Gris, División de Ejecutores de la Autoridad". Sus ojos sondearon los míos. "O lo eras ..."

    De repente, un ruido fuerte y aterrador hizo eco en mi mente: fue abrumador por su oscuridad y poder. Sentí que me aferraba a Tommy. Mi visión se duplicó y me desmayé.

    _________________________

    NdT. Perdido en la Traducción: Es un juego de palabras inventado por el autor. Redding dice: «Tienen "clusters" de "fuck-All"»; "cluster" = en este caso referido a las insignias militares; "fuck-All" = en este caso indica una negación grosera de lo expresado en la oración. De ahí reducen ambos términos en una palabra: "clusterfuck" = persona indigna de bajo rango/alcurnia. El término también evoca la ineptitud del personal militar de alto rango. La palabra "clusterfuck" tiene también otro uso relativo a las operaciones militares u otras empresas que terminan desastrosamente, pero no se usa con ese significado particular en este caso.

Capítulo 68

    Una mano fría en mi mejilla me trajo de vuelta. Abrí mucho los ojos y me vi reflejado en la mirada de Mary.

    "¿Estás bien?" La preocupación llenaba sus rasgos. Sus manos investigaron mi cuerpo. "Estás realmente magullado. ¡Dios, estás sangrando! "

    " Estoy bien ". Me puse en pie y revisé mi memoria mientras lo hacía. Owen Gris estaba muerto. Tommy continuaba su jerigonza interior. Tenía que tener cuidado o me desahuciaría. "Necesito unas vacaciones".

    Mary dejó su mano sobre mi hombro mientras estudiaba mi rostro. "¿Qué te ha pasado?"

    "No lo sé". Aparté la mirada. "Owen Gris está muerto". Mantuve las manos en los brazos de la silla. "Me golpeó el Rey mientras buscaba a Julie Hawksbridge". El espíritu de Tommy se lanzó desde las profundidades. Sentí que su naturaleza febril comenzaba a colorear mis pensamientos.

    "¡Pero estabas buscando a Julie Hawksbridge!" La incredulidad cruzó las facciones de Mary.

    "Probablemente estaba borracho en algún lugar cuando ella desapareció". Me sentía como si me estuviera ahogando. "No te engañes".

    "¿Pero por qué esconderse?" Estaba a punto de implorar. "¿Por qué el maquillaje?"

    "Es una cuestión de relaciones públicas". Busqué mis cigarrillos, abandoné la idea. Tenía miedo de hacer algo. "¿Qué estabas diciendo?"

    "Porque está claro que no es el Owen que yo conocía". Ella negó la cabeza y encendió un cigarrillo, retrocediendo.

    "Está muerto, lamento decirlo". Quería que se detuviera. La oscuridad se estaba acumulando a mi alrededor.

    Mary me miró un minuto y luego continuó: “Oh, el Sr. Trabajo ha vuelto. Bien, bien. ¿Donde estaba? Sabía que pasaba algo porque Cane te quería". Hizo una pausa y luego dijo: "¿Lo sabes, Owen?... lo que fuese que pasó, puedes contármelo.

    Rodé mis ojos lejos de ella mientras luchaba con el payaso interior.

    Mary se encogió de hombros. "Si alguna vez quieres". Se miró las manos. “Willieboy y Cane tenían sus líneas telefónicas conectadas a los registros. Ambos usaban el nombre de Borden cuando trabajan de manera no oficial. Es una publicación sin salida, pero lograron encontrar un uso para ella. Demonios, incluso yo la he usado." Redding sonrió.

    “¿Dónde está Julie Hawksbridge? Vi un video de ella en el castillo del Rey. El pervertido tenía cámaras instaladas en su bañera ". Como no dije nada, Mary continuó:" Cuando se instauró la orden mordaza sobre los asesinatos del Marruecos, supe que los grandes jugadores estaban a punto de comenzar una guerra territorial. Pero tenía que saber quién estaba involucrado. Mi grupo no es muy grande, así que tuvimos que dar un rodeo, y nuestra supervivencia depende de saber qué están haciendo los grandes.

    “Entonces, por presentimiento, les dije a los editores de la Gaceta que estábamos investigando los asesinatos y el incendio en el edificio del Marruecos. Sabía que la Gaceta era la única fuente no oficial de información, por eso tenía la verdadera línea de Mary Redding conectada directamente a mi oficina, por si acaso. Al final, llamaste. Mi problema era asegurarme de que no estuvieras conectado ".

    Levanté una mano. “La noche que nos conocimos, Cane me llamó a la escena del asesinato de Adrian. Cuando llegué allí, actuó como si no hubiera hecho la llamada. Entonces, me encontré con Mary Redding, la misma reportera que había cubierto los asesinatos en el Marruecos. Los dos con los que estuve involucrado en ese momento." Negué con la cabeza. "Cane no me llamó esa noche. Tú lo hiciste. Excelente impresión ".

    " Lo siento, pero tenía que conocerte ... ganarme tu confianza. Había leído copias de los archivos de Cane sobre el asesinato de Billings. Una llamada de él no te haría sospechar demasiado. Fue una buena oportunidad." Bajó los ojos. "Y cuando te vi ..."

    "Así que no eres Mary Redding". Una parte de mí se sintió desinflada. La parte cínica asintió con la cabeza.

    “No. Hay una persona así, pero usé mi influencia para entrar y tomar su lugar. Ella trabaja en deportes bajo un seudónimo. Le dije que ella obtendría la exclusiva si me seguía el juego." Sus ojos brillaron con verdadero remordimiento. "Lo siento, pero hay mucho en juego. No quería engañarte. Tienes que entender la enormidad de la tarea por delante y la importancia de nuestra misión. La Autoridad está llena de ratas, pero las quemaremos con el tiempo. Hay batallas armadas que se desatan incluso mientras hablamos. La lucha por el control ha comenzado. Quién sabe a qué nos despertaremos mañana." Suspiró. "Probablemente a más de lo mismo".

    "Así que también me estabas utilizando". Negué con la cabeza. "Creo que voy a llorar".

    "Al principio, todos lo estaban. No sabía de quién eras. Así que tuve que conocerte, y como no me reconociste o fingiste no hacerlo. No supe si podía confiar en ti. Tienes que entender la importancia de mi tarea." Su rostro estaba lavado con un sentimiento extremo. "Pero después de esa noche, no sé. No quería que fueses prescindible. No después de eso, debajo del maquillaje sigues siendo Owen Gris." Puso una cadera en mi escritorio. ¿Y usted, señor Honestidad? No has sido exactamente directo conmigo. Mira quién lleva el disfraz ". Solo había un toque de actitud defensiva en su tono. "Si no eres Owen Gris, ¿quién eres?"

    "Según todas las apariencias, soy Tommy Wildclown. Y Tommy no está seguro de quién es." Hice mi mejor esfuerzo por sonreír, pero me conmovió la sensación en su voz. "Seré bastante honesto contigo. Lo único cierto es que soy detective. Trato de atrapar a los malos ".

    " Si pudiera quitarte ese maquillaje, descubriría algunas cosas ". Su rostro de repente se volvió musculoso mientras luchaba por la pasión subyacente. Se inclinó hacia delante, sugerente. "Si es amnesia, podría ayudarte a recordar ..." El deseo desapareció de sus ojos. Me sonrió débilmente. “Pero supongo que no. Puedo distinguir a un hombre enfadado cuando lo veo ".

    " En otro momento ", dije, de pie, luchando con mis propios sentimientos. Se abrieron largos corredores oscuros que deberían haber contenido pistas sobre quién era yo. Pero no había nada. Caminé hacia la puerta. "No me gusta que me utilicen, y no me importa cuál sea la causa. Nunca llevo a un mentiroso a la cama más de una vez.

    Parecía herida. "Eso estaba en el trato, si lo recuerdas".

    "Bien, el trato. Puede que hayas encontrado un agujero en la letra pequeña." Dejé caer las manos, derrotado. "Mira, estoy harto de todos ahora y creo que mi hueso de la comprensión se rompió anoche. Hablemos de tratos después de la guerra ".

    Redding se puso en pie. "Supongo que tienes razón. Solo pensé que podría ser agradable. Ya que voy a la batalla ".

    " Apuesto a que esa es una de las frases más antiguas ". Intenté sonreír, pero mi rostro encontró la expresión demasiado pesada y la soltó.

    "Estaré en contacto". Redding se giró para irse, se detuvo momentáneamente para recoger el sombrero. Se giró hacia mí. "Ah, y no creas que estoy satisfecha con el Secreto de la Regenérica o con Hawksbridge. ¡Volveré a intercambiar notas sobre eso! Pero quiero demostrarte que estoy interesado en otras cosas, como la justicia ".

    Me miró con nostalgia y se fue.

Capítulo 69

    Caminé alrededor de mi escritorio como un anciano, cansado y dispuesto a morir. Caí en mi asiento y escuché mientras el transporte de fuera se recargaba y luego se alejaba. Una parte de mí quería que ella se pusiera en contacto. Pero ahora, ahora, estaba lleno de odio. Hice chirriar mi silla. Recordaba haberlo hecho antes. Había molestado a Billings.

    Tenía que seguir moviéndome. Me levanté de la silla y caminé hacia la ventana. Hice un agujero en las persianas.

    La farola era sombría. La calle debajo era gris, el cielo era gris, incluso las palomas que revoloteaban en un tejado al lado eran grises. Y ahora yo era Gris. Estaba harto de ver más gris.

    ¿Quién estaba siendo perseguido aquí? Pero no había respuestas a la vista, no había una publicación. Todo lo que podía hacer era consolarme con el dinero que me habían pagado. Quizás unas vacaciones.

    Podría darle a Elmo su paga atrasada y los dos podríamos ir a Villa Vicio, montarnos en una montaña rusa. Demonios, podríamos ir al sur de la frontera. Había oído rumores de que el sol todavía brillaba allí a veces.

    La puerta se abrió detrás de mí. Me di la vuelta esperando a Elmo.

    El cadáver tenía la altura correcta, pero eso era todo lo reconocible al respecto. Unos jirones de tela chamuscada colgaban de sus hombros y cuello, el marco de alambre de sus gafas se había derretido hasta el puente de la nariz, las gafas estaban rotas. Estaba negro por todas partes y emitía un fuerte hedor a hamburguesa quemada, caliente y aceitoso.

    Y un olor enfermizo y dulce persistía y seguía llegando. El pie derecho del cadáver todavía tenía carne. Su piel era blanca perlada. Los dedos eran rechonchos y parecían limpios, como recién salido de la ducha.

    Había una pistola en la mano del cadáver apuntando a mi corazón. El palillo de latón estaba soldado a la obra dental de la aparición.

    "¡Bastardo!" siseó, las mejillas se rasgarin por la tensión.

    "Inspector Cane, no tiene buen aspecto". No tenía nada que perder excepto el gris. "Probablemente esté enfadado".

    "¿Dónde está el bebé?" Los ojos en su cara eran ampollas hinchadas. Cane debía de haberse quedado casi ciego.

    “Dónde pertenece”.

    “Es el hijo. Debo tenerlo. Su mano sacudió el arma. “El Quinto Jinete”.

    “¿Jinete? Este niño ni siquiera ha tenido su primer paseo en pony ". Me aparté de él, disgustado. "Es el hijo de una joven que, por todo derecho, no debería haberlo tenido en primer lugar. El bebé es un milagro. Pero no merece la condena de ser reverenciado. Déjelo en paz, Cane. "

    " Te dispararé por la espalda, luego te haré lo mismo que me hiciste a mí ".

    " No , no lo hará, ” suspiré.

    Un arma rugió, rugió de nuevo. Me di vuelta lentamente.

    La cabeza de Cane había desaparecido. Su cadáver cayó. Hizo un débil intento de levantarse y luego se quedó quieto. Estaba en muy mal estado, me sorprendió que hubiera llegado tan lejos. Elmo entró sosteniendo la escopeta automática. La apuntó al cadáver.

    "¿Está bien, Jefe?" Alejó la pistola del cuerpo.

    "Sí, Elmo, y gracias". Miré lo que quedaba de Cane y luego el desastre que cubría mi escritorio. "Sin embargo, no estoy de humor para esos perritos de pescado".

    Yo había visto a Elmo llegar en el coche mientras miraba por las persiana.

    "Te diré algo. ¿Por qué no vamos al banco, cobramos algunos cheques y nos divertimos?" Me acerqué a Elmo y le puse una mano en el hombro. "Te debo... amigo, ¿un par de cientos?"

    "Dos mil cuatrocientos", dijo con la cara de piedra.

    “Dos cuatro, entonces. Primero iremos a la casa del Dr. Forrester a que me dé algunos puntos, tal vez algunos analgésicos. Sí, cobraremos nuestros cheques y haremos un viaje a Villa Vicio. Quizás ir al sur de la frontera. Yo necesito un descanso. No sé tú." Elmo comenzó a sonreír y asentir con la cabeza. "Tengo que salir de aquí."

    Elmo señaló el cadáver. "¿Qué pasa con el paquete?"

    Dejamos caer los débiles restos de Cane en el contenedor de basura frente al edificio. Seguí caminando con Elmo hasta que llegamos al Chrysler.

    Fuimos a casa de Forrester. Me desplomé de nuevo y me desperté un par de horas después cosido y adormilado. Todavía estaba oscuro.

    Curiosamente, todavía estaba dentro de Tommy. Esperé su presencia, pero estaba extrañamente ausente.

    Forrester me dio un desayuno. Se lo agradecimos y nos fuimos. Elmo nos llevó al banco. Dejé la mayor parte de mi dinero allí, firmé un cheque para mi compañero y retiré lo suficiente para llevarnos a Villa Vicio y más lejos si quisiéramos.

    Mientras nos dirigíamos hacia la costa, se acercaba la mañana. Estaba cansado y podría haber dormido un poco pero, por alguna razón, era reacio a renunciar a la posesión de Tommy. La cara de Buda del pequeño bebé seguía volviendo a mi mente mientras el océano pasaba rápidamente.

    No estaba seguro, pero en algún lugar bajo las furiosas nubes negras al borde de todo, pensé haber captado un destello de sol.

FIN

    La historia continúa en...

    THE FORSAKEN

Muestra de Trilogía El Apocalipsis: Libro2

    Asesino

    Un ángel iba a morir. La idea causó que el hombre en la carretera sonriera, una rara sonrisa cruelmente cortada en rasgos duros y despiadados. El ángel moriría rápidamente. Era una pena que tuviera que ser tan rápido. Pero la sorpresa era necesaria. Era esencial.

    Sabía que era afortunado de tener tanta ventaja, y la velocidad era la única forma de mantenerla. Sus habilidades sobrenaturales no permitían margen de error. Pero la idea de matar a uno le atraía lentamente: matar a un ángel y tomarse su tiempo para hacerlo. Volvió a sonreír pensando en cómo sería conseguir un cuchillo y hacer pedazos a uno.

    Ver de qué se trataba todo el alboroto.

    Kilómetros al oeste, su coche estaba estacionado permanentemente en la blanda loma. El motor de veinte años del Pontiac se había partido en dos. Echó un vistazo debajo del capó y agarró sus mochilas para comenzar la larga caminata hacia la ciudad. No había nada que pudiera hacer al respecto. No era ese tipo de mecánico.

    Pero un ángel iba a morir. Eso era algo. Habían pasado dos horas y la idea lo había mantenido concentrado en la marcha. A la mierda el coche. Era común que las personas los condujeran hasta fundirlos sólo para comprar otra tartana reconstruida cuando fuese necesario.

    Él lo había hecho más veces de las que podía recordar. Las piezas de automóvil diseñadas para durar en el antiguo conteo no podían seguir el ritmo de las personas que no envejecíian en una era interminable de lluvia y descomposición.

    El dinero no era un problema. Llevaba lo suficiente en el bolsillo para comprar un nuevo vehículo directamente del lote. ¿Pero por qué molestarse? Todos se desmoronaban eventualmente. No importaba cuánto dinero gastaras. El tiempo se lo llevaba al final, como se lo llevaba todo.

    Pero aún no compraría otro vehículo. Había demasiadas variables para justificar el gasto. Solo había confiado en su coche abandonado porque atraía poca atención. Pero esto era ahora y el futuro era entonces. Estaba lo suficientemente cerca de la Ciudad de la Luz como para caminar, así que caminaría. Y una vez allí, ¿quién sabía? Los coches eran más comunes que los extraños que los compraban. Hasta que completara el contrato, el anonimato era su mayor aliado.

    No dejes que te vean venir. Esa era la primera regla de su negocio. La segunda era tener un plan secundario y los planes secundarios costaban dinero. Debajo de su chaleco de Kevlar había un cinturón monedero de nylon que contenía cuarenta mil en efectivo y casi lo mismo en gemas para compras especiales.

    El dinero impreso no siempre te compraba lo que querías en los círculos en los que viajaba. Y parecía que las personas con cuerpos aparentemente eternos se identificaban con la permanencia de los diamantes y las gemas, él lo hacía.

    El cinturón contenía suficiente para sobornos, transporte y emergencias. Tenía mucho más, pero con el caos que emergía en torno a lo que quedaba de la humanidad, el viajero sabía que un lugar que dejaba podría no estar allí cuando regresaba. Los restos de la civilización estaban al límite de los disturbios y la disolución. Ocasionalmente, el miedo se manifestaría y quemaría una de las ciudades o pueblos moribundos que quedaban.

    Al hombre en la carretera no le importaban los costes sociales; solo entendía que sus muchos depósitos de dinero podían acabar consumidos por la locura; luego llevar una pequeña fortuna se había convertido en un hábito. Y él era el banco más seguro que conocía.

    Gruñó ante el tronar nublado mientras marchaba por la carretera y tropezó. El pavimento roto debajo de sus botas se había levantado en algunos lugares, desgarrados por ciclos de escarcha y socavado por la lluvia incesante.

    Frunciendo el ceño, volvió a su paso constante y rítmico. Las bolsas de lona negras pesaban sobre sus musculosos hombros, pero no le estorbaban. La leve molestia de los cañones de las armas y los golpes de la munición contra sus riñones tranquilizaban más que irritaban.

    La ciudad no estaba muy lejos. Llegaría al anochecer. La última colina que subió le había dado una visión sombría de su horizonte monolítico y del Mar del Este más allá. La distancia no le preocupaba, ya que aceptaba cualquier tipo de desafío físico. En su filosofía espartana, uno nunca podía ser lo suficientemente duro o fuerte.

    Además, si se aburría con la caminata, podría detener a un automovilista que pasara y pedir un paseo o comprar el vehículo directamente con una bala. —Todavía había viajeros a pesar de los rigores del camino. De hecho, el último medio de transporte le permitiría entrar en la tempestad lenta de la ciudad sin hacer una ola.

    Y no tendría que entablar conversación.

    Pero el caminar seeviría por ahora. Le permitía salir de su vida por un tiempo y hacer algo simple: era lo más cercano a estar despreocupado, y nunca podría estar sin preocupaciones. No había prisa.

    Una vez más, el trueno lejano lo hizo mirar hacia las nubes. Se encogió de hombros sabiendo que había metido un abrigo en la más pequeña de las dos bolsas.

    ¡Ras! Sus botas rasparon el pavimento, casi amortiguaron el sonido. Y luego: ¡clic!

    El viajero arrojó sus maletas y cayó de rodillas. Una automática de 9 mm saltó vivaz en su mano fibrosa; la boca de esta escaneó la maleza oscura al costado de la carretera. La tenue luz del cielo nublado mostraba una fea maleza gris: los frágiles bordes temblaban, resonando esporádicamente mientras el arma corría por sus variadas superficies buscando un objetivo.

    Luego el viajero siseó con disgusto, levantó la pistola y la enfundó.

    La mano de una mujer se torció y se movió al salir de arbusto muerto. La piel de la muñeca estaba cortada hasta el pulgar roto: gusanos o escarabajos se arrastraban en la hinchada carne roja en la palma. Los nudillos chasqueaban huecos mientras se movía.

    El hombre caminó hacia sus maletas, las levantó y reanudó su caminata sin otra mirada a la cosa horrible que se deslizaba alejándose por el camino detrás de él. El viajero dejó que su mente se moviera hacia preocupaciones más prosaicas.

    Podía llegar a la ciudad en dos horas, si no compraba un coche primero.

    Y un ángel moriría pronto después.

Fin de este ejemplo de eBook

    La Trilogía del Apocalipsis continúa en el

    Libro 2: THE FORSAKEN

    por G. Wells Taylor

Muestra de Misterios de Wildclown, Libro 2: HARD-BOILED

    EL AMANTE DE LOS GATOS

    No me gustan los gatos, así que no me digas que en el fondo sí me gustan. Y no sugieras que pasó algo malo en mi infancia. No tuve ninguno. Simplemente no me gustan los gatos. No son lo bastante importantes para mí.

    Si hay un perro en la habitación, extiendes la mano y él mete la cabeza debajo. Pero los gatos son como fantasmas hostiles. Aparecen de la nada y vuelven a caer en las sombras sin un sonido. Me gusta saber cuándo hay un animal en la habitación conmigo, especialmente si come carne.

    Nunca me han gustado los gatos, y he estado cerca de odiarlos desde el Cambio. Junto con la resurrección de los muertos, todos los animales, incluso nuestros fieles perros se volvieron contra nosotros, nos dejaron a nuestro destino o, peor aún, nos atacaron directamente. Las mascotas salvajes se han convertido en un problema real, pero ninguna es más peligrosa que el gato.

    Ha habido ataques, muchos, y aunque rara vez son fatales, mutilan y desfiguran. La Autoridad de Greasetown tiene la regla de disparar a los gatos. Pero se mueven rápidamente, y nunca los oyes venir, de repente estás sangrando y se han ido. Los amantes de los gatos dicen que es por el Cambio. Que lo que sea que le sucedió al mundo, los hizo enloquecer. Yo creo que los gatos han estado esperando su momento.

    A mí nunca me gustaron, así que nunca me he sentido traicionado al menos.

    Un reciente negocio con éxito me había dejado con más dinero en el bolsillo del que debía. Incluso tenía algo en el banco, así que decidí tomarme unas vacaciones. Las vacaciones eran justo lo que recetó el médico.

    Fue Elmo, mi socio comercial, quien no pudo apreciar los mejores aspectos del descanso y la relajación; y luego, contestaba obsesivamente el teléfono, aceptaba cualquier asunto y programaba citas con cualquiera que enviara un par de cientos de dólares en nuestra dirección. Como la mayoría de los muertas, Elmo es un adicto al trabajo.

    Pasé los últimos meses entrando y saliendo de problemas, me rompieron los huesos, me cortaron la cabeza y me lastimaron las espinillas, pero estaba trabajando. Soy un detective y tienes que tomar los trabajos como vienen; Pero el éxito puede matar en mi negocio. Ah, en caso de que no lo sepas, me visto de payaso. No es declaración de moda; Es un trato complicado que he negociado con el tipo que posee el cuerpo que llevo cuando estoy trabajando. Se llama Tommy Wildclown; Pero esa es otra historia.

    Bueno, sabía que este tipo de éxito me mataría. Si no me tomara un tiempo libre, me descuidaría y atraparía una bala entre los omóplatos. Tal como estaba, mi muñeca derecha estaba rota y unida con plástico flexible y yeso. Es lo que sucede cuando un hombre de 90 kilos, ese soy yo, golpea a un hombre de 180, ese es el asesino de mi último caso, en la frente.

    No ayudó que el tipo estuviera sentado y su silla apoyada contra la pared. Ataqué al tipo; De hecho, el edificio lo atacó y lo noqueé tan rápido que no me escuchó gritar. Después, algo de tiempo libre para curar la herida.

    Para conseguirlo, empaqué a Elmo y lo envié en un autobús de lujo a Viejo Orleans para localizar a conocidos y comprar ropa sensible. La moda era la única debilidad de Elmo. Lo dejé en la estación de autobuses y me di la vuelta para despedirme. A mitad de camino yo imaginaba que se bajaría y me contrataría para encontrar el equipaje perdido.

    Después de que las luces traseras del autobús desaparecieron en la niebla, fui a mi restaurante favorito a leer periódicos y tomar el mejor desayuno que un payaso con una muñeca rota podría pagar. Luego, compré la botella de whisky Canadian Club más grande y antigua que pude encontrar.

    Mi plan era deslizarme en una bruma de deliciosa convalecencia, hablar con gente imaginaria, decir lo que me gustaría decirle a personas que me molestaron en el pasado, y tal vez hacer algunas llamadas telefónicas inútiles.

    Tenía una bolsa de comestibles debajo de un brazo: comida de hombre, cosas en escabeche y pretzels salados, buenos para la sed. además de mi whisky vintage, mientras buscaba inexpertamente la llave de la oficina. Jugué con mis paquetes brevemente, casi perdí el frasco de mostaza, suspiré de alivio cuando la cerradura finalmente hizo clic y me abrí paso.

    Había dejado la lámpara encendida junto al sofá en la sala de espera. Incapaz de moverme libremente ahora, me apoyé las comprar en la cadera y sujeté la botella resbaladiza de Canadian Club en mi axila mientras mi mano izquierda intentaba estúpidamente sacar la llave de la cerradura. Sintiendo una avalancha acumulada de energía, abandoné la llave para cojear lo más rápido posible, contorsionando mi cuerpo, para empujar el paquete descendente hacia afuera, por lo que aterrizó en el sofá cuando se cayó. Con esa peligrosa situación solucionada, volví a la llave, la saqué y luego cerré la puerta.

    Cogí mi botella de whisky, crucé rápidamente la sala de espera y entré en mi oficina. Debía de haber algo en el aire, porque me detuve. La ventana estaba abierta. La había abierto para ventilar el lugar, si eso era posible con la flatulenta oleada a contracorriente que Greasetown llamaba aire, pero había planeado cerrarlo antes de llevar a Elmo a la estación de autobuses.

    Una cosa sencilla que debes recordar sobre el Cambio es no dejar las ventanas abiertas. Las cosas pueden entrar, cosas horribles. En una ciudad que tenía una creciente población de cadáveres caminando por sus calles, simplemente no se dejan las ventanas abiertas. Y estaba el problema de que los animales odiaban a las personas. Incluso las palomas y los gorriones habían desarrollado una actitud hostil: las palomas se habían convertido en halcones.

    Solo había comenzado a trabajar pensando en una buena maldición cuando escuché el gruñido. Fue uno malo. El peor tipo de gruñido que oirás en una oficina casi oscura. No hay nada como el sonido de un gato enojado, nada en absoluto. Producen un ruido extraño y monstruoso, mitad gruñido, mitad gemido. No parece haber un análogo humano para eso.

    Estoy estirando el tema al llamarlo un gruñido. Era un ruido que esperaría escuchar en albor de los tiempos, cuando solo había pantanos y reptiles. Y lo peor de todo es que un gato solo gruñe cuando habla en serio. Sólo tuve tiempo de girar el interruptor de la luz.

    Un grito agudo llegó con la luz y una maraña negra de piel ligeramente más grande que una pelota de fútbol me golpeó el pecho. Apenas tuve tiempo de levantar la mano izquierda. La presión de las uñas rasgó mi piel cuando el gato se disparó como un cohete hacia mi cara.

    Mi brazo lo desvió. El gato me arañó el codo, sus patas traseras me arañaron el intestino. Balanceé la mano pero la criatura se aferró como una lapa: el fuego saltó por mi brazo cuando hundió sus colmillos en mi palma. Por impulso, lancé el puño contra la pared. Bien envuelto alrededor de mi botella de whisky, debería haber sido un golpe aplastante, pero el gato sintió el impacto antes de que ocurriera y me hizo un corte en el brazo hasta el hombro.

    El Canadian Club chocó contra la pared y cayó en la alfombra cuando lo solté. Con mi mano derecha, saqué mi .44 automática de la cinturón rosa de cuerda para saltar a la comba. Mis dedos la envolvieron, pero el yeso había engrosado mi palma unos centímetros y no pude enganchar un dedo en el gatillo. En cambio, levanté el arma y golpeé al gato con ella persiguiéndolo por la habitación.

    Me las arreglé para deslizar el arma en mi mano izquierda cuando el gato se lanzó a por mí de nuevo. Esta vez sentí sus garras clavarse en mi cuero cabelludo, sentí que laceraban la piel alrededor de mi oreja derecha. Volví a apuntar con el arma al gato, y saltó fuera del alcance, cruzó la parte superior de la puerta. No soy ambidiestro y nunca he alardeado de ello. Intento dominar las pequeñas armas de fuego con ambas manos, pero las balas son objetos caros, y por lo general estoy sin blanca.

    Disparé el arma grande, arranqué la esquina superior de la puerta de mi oficina interior, disparé otra vez y maté una foto de una empresa cervecera que guardaba sobre un pequeño estante de libros. Volví a disparar y herí de muerte al diccionario.

    El gato saltaba y saltaba de sombra en sombra y aterrizó en mi escritorio aullando. Maldiciendo, acuné el arma en mi muñeca rota y apunté al gato mientras saltaba.

    A Gatos no se les da bien las armas de fuego calibre .44 cuando las apuntan correctamente, y peor aún a una distancia de dos metros. La evolución no los ha preparado para eso. Y lo que quedó de mi atacante felino formó una nube de metralla roja que cubrió mi escritorio y envió penachos de pelaje negro hacia la pared detrás de él.

    En algún momento de toda aquella estrepitosa violencia, el teléfono había comenzado a sonar. Cuando el rugido de la .44 disminuyó, la campana fue todo lo que ae podía oír.

    Caminé rodeando el escritorio, aún temblando por la adrenalina. Me detuve para apartar la cola del gato de mi silla, olvidé que no iba a contestar el teléfono y lo contesté.

    "Hola", dije examinando los restos sangrientos de mi tarde relajante.

    "Estoy buscando Investigaciones Wildclown", llegó la voz, más cortante y oficiosa que la mía.

    "La ha encontrado..." murmuré inclinándome para empujar la mandíbula inferior del gato negro hasta la papelera. "Se supone que debo contestar el teléfono con ello".

    "¿Con qué?"

    "Con Investigaciones Wildclown". Me incliné hacia atrás y noté una buena cantidad de sangre arriba y abajo de mi brazo. Mía, y un goteo lento y constante desde el lado derecho de mi cabeza. Me goteaba lentamente sobre el hombro. Las heridas del cuero cabelludo sangran como los cerdos. "¿Como puedo ayudarle? Estoy un poco ocupado ".

    " Me gustaría contratar sus servicios ", dijo la voz.

    " Estoy de vacaciones ", dije consciente de un dolor en mi muñeca cortada.

    "¿Entonces por qué contesta al teléfono?"

    "Está bien, ahí me ha cogido". Acuné el receptor manchado de sangre bajo la barbilla, Metí la mano en el bolsillo para buscar un cigarrillo. Hice una pausa. "Un momento", dije, tomando la botella del Club Canadiense donde yacía misericordiosamente intacta. Le quité el sello, eché un trago. Luego continué buscando mis cigarrillos hasta que encontré uno y lo encendí. “¿Cómo puedo ayudarle?”

    “Mi nombre es Jonathan Kradzyk. Soy el curator del Museo Metropolitano de Antigüedades de Greasetown ". Su voz realmente fluyó con aquellas palabras. Eché otro trago de la botella mientras escuchaba. "Y, bueno, ha habido problemas, problemas extraños que involucran animales".

    "Llame a la Sociedad Protectora de Animales". Observé un mechón de pelaje negro flotar hacia el suelo.

    "Es más grave. Es uno de los miembros de nuestra junta. Margaret Meadows, de la familia de Delicias Culinarias Meadows." Yo conocía la compañía. Hacían que el plancton y el krill supieran a perritos calientes y hamburguesas. "Fue asesinada en el museo".

    "Llame a la Autoridad".

    "¡Asesinada por GATOS!", Dijo el Sr. Kradzyk, imposiblemente.

    Hice una pausa para estudiar los restos de un gato en mi escritorio. "Soy todo oídos", le dije esperando distraídamente que todavía me quedaran dos.

    "¿Puede venir al museo? Necesito esto aclarado para nuestra defensa legal. En caso de que su familia sugiera que tenemos alguna responsabilidad." Se aclaró la garganta, incómodo. "Me han dicho que para protegernos debemos asegurarnos de que no hay nada que podamos haber hecho para evitarlo".

    "Claro, estoy de vacaciones. Un viaje al museo encaja ". Sabía la dirección, así que solo dije las dos en punto y colgué. Luego cogí la guía telefónica y busqué empresas de limpieza.

Fin de esta muestra de libro electrónico

    El Amante de los Gatos y otros Expedientes de Caso Wildclown

    continúa en

    WILDCLOWN HARD-BOILED

    Misterios de Wildclown (Wildclown Mysteries): Libro 2

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Sobre el Autor

    G. WELLS TAYLOR nació en Oakville, Ontario, Canadá en 1962, pero pasó la mayoría de su juventud al norte de allí en Owen Sound, donde estudió Artes Gráficas en la facultad local. Viajó después a North Bay, Ontario, para completar el programa de Periodismo en la Canadore College antes de graduarse en Inglés en la Nipissing University. Taylor ha trabajado como escritor freelance para pequeños periódicos bursátiles y más tarde escribió, diseñó y editó para varias revistas "niche" canadienses.

    Se unió pronto a la revolución de la publicación digital con una versión eBook de su primera novela When Graveyards Yawn que lleva disponible online desde el 2000. Taylor publicó y editó el e-zine Wildclown Chronicle entre 2001 y 2003 presentó sus novelas, trailers animados e ilustraciones de sus libros, escritura de relatos y reseñas de libros junto a títulos de otros novedosos escritores de horror, fantasía y ciencia ficción.

    Aún con residencia en Canadá, Taylor continúa con sus planes de publicación, que incluyen adiciones a los Misterios de Wildclown (Wildclown Mysteries) y secuelas de la popular serie El Efecto Variante (The Variant Effect).

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Especial: Entrevista al Autor

Introducción

    ¡Feliz Halloween, lectores! Espero que te haya gustado el libro tanto como a mí.

    Si te has perdido El Efecto Variante: Devoradores de Piel, G. Wells Taylor lo comparte generosamente para su descarga gratuita en formatos PDF y ePub en su sitio web, AQUÍ, o puede visitar mi propio sitio, AQUÍ.

    Supongo que probablemente quieras más historias sorprendentes y eclécticas, no te pierdas Drácula de los Monos: La Urna de G. Wells Taylor que se publicará de forma gratuita en enero de 2020.

    Mientras tanto, disfruta de la entrevista y conoce un poco más sobre este extraño y sorprendente Mundo de Cambio, entre otras cosas.

Entrevista a G. Wells Taylor

    Cuando Los Cementerios Se Abren (CLCSA) es el punto de partida tanto para las historias de la Trilogía del Apocalipsis (TDA) como la serie Los Misterios de Wildclown (The Wildclown Mysteries). Pero todos estos 9 libros tienen lugar en un mundo después del Cambio.¿Qué conviene saber sobre el Mundo del Cambio? Se resuelve el misterio del evento del Cambio en algún momento en los libros?

    En realidad, son nueve que pasarán a diez libros sobre el Mundo del Cambio. Actualmente estoy trabajando en otra novela de Wildclown que se lanzará en 2020.

    El Cambio es una colección de fenómenos inexplicables que sacudieron el mundo cincuenta años antes de los eventos de Cuando Los Cementerios Se Abren. Comenzó a llover y la lluvia no se ha detenido. Los muertos se levantaron de sus tumbas con sus cuerpos en varios estados de descomposición, pero con sus mentes y recuerdos intactos. Los animales se volvieron contra la humanidad, los niños y adolescentes en el momento del Cambio nunca crecieron ni maduraron, y los vivos parecen no envejecer nunca.

    Por qué sucedió esto es el misterio central que pasa a lo largo de la serie Wildclown y la Trilogía del Apocalipsis. La verdad se insinúa en todos los libros antes de que las revelaciones finales comiencen a explicar que ciertas fuerzas poderosas han impulsado a la tierra hacia el centro de un antiguo conflicto.

    Parece que después del Cambio, sólo hay una agencia global, conocida como la Autoridad, que mantiene la Ley y el Orden en el Mundo de Cambio. Pero en CLCSA vemos que esta agencia tiene grupos internos con diferentes objetivos ¿Es la Autoridad una especie de sistema totalitario o una plutocracia? ¿Qué protege y sirve la Autoridad, si este es el caso?

    El Cambio pilla con la guardia baja a las personas y las instituciones de todo el mundo, pero las personas siguen siendo personas. Después de años de caos inicial producido por los muertos que demandaban empleos y derechos humanos, y con las guerras fronterizas que estallaron entre países hostiles, se formó una Autoridad internacional a partir de las fuerzas de policía pública y el ejército para proteger a los ricos y poderosos, a sus propiedades y a los medios de producción, ya que una economía global todavía impulsa al mundo.

    Después de que la Autoridad asumiera el control, las cosas comenzaron a volver a la "normalidad". Los ciudadanos vivos y muertos promedio continuaron teniendo cierto tipo de existencia, pero los ricos y poderosos y sus compinches seguían teniendo mucho control de las cosas.

    Compran elecciones en países democráticos y ayudan a los fuertes representantes militares a robar el poder mediante dictaduras; sin embargo, los plutócratas y los oligarcas ocultan su participación en las cabinas de votación jugando con el miedo que tiene el público al Cambio.

    Este mensaje se amplifica por los políticos y líderes corruptos que trabajan bajo ellos. Ese miedo se utiliza como justificación de la naturaleza represiva general existente en la sociedad posterior al Cambio. Se invoca la ley marcial cuando se requiere, con toques de queda para los vivos y restricciones para los muertos. Hay apagones continuos y todo el mundo ha tenido una experiencia sobre el trato brutal que imparten los agentes y ejecutores de la Autoridad.

    La mayoría de las personas están demasiado asustadas para cuestionarse la silenciosa toma del gobierno y sus instituciones porque la Autoridad refuerza activamente los temores de las personas que se cuestionan el status quo. Al dividir la aplicación de la Autoridad, esta recibió amplios poderes para mantener el orden.

    Para suprimir aún más la disidencia, los científicos de investigación de la Autoridad afirman tener algunas respuestas al Cambio, pero requieren paciencia y cooperación del público. Dado que no se puede confiar en la Autoridad, las víctimas de los delitos se ponen en contacto con detectives privados con la esperanza de encontrar justicia.

    La TDA cuenta la historia de una batalla apocalíptica final. ¿Dirías que esta es una clásica batalla bíblica Cielo Vs Infierno o hay más elementos complejos / modernos involucrados?

    Es una versión moderna de la Revelación bíblica de San Juan. Ese es el marco, y continúa hacia su clímax mientras sigue lo descrito en la Biblia, en las religiones antiguas y en varios textos religiosos. Sin embargo, en los libros del Mundo de Cambio, las personas tienen opiniones muy diferentes sobre lo que está sucediendo realmente.

    Los devotos continúan creyendo que la Biblia es cierto y que juega un papel importante, mientras que otros la ven como un grupo de leyendas que cobran vida. Pero hay más personas que ven el Cambio como algo extraño en la naturaleza, o una fantasía conjurada por un engaño masivo. A medida que el Cambio continúa, la evidencia sigue acumulándose para sugerir que es una combinación de lo anterior y mucho más.

    La TDA respeta pero no ignora las implicaciones espirituales más profundas que abrazan los devotos y los religiosos. Sin embargo, combina demonios y cowboys, gángsteres y ángeles, zombis, matones y demonios antiguos con otras entidades fantásticas y horripilantes.

    La TDA relata la continuación del conflicto entre Dios y Lucifer, por lo que Cristo y otros héroes y villanos bíblicos también entran en la mezcla, muchos a través de una reestructuración prolongada de la reencarnación hindú.

    Dado que la TDA abarca un par de siglos, tiene tiempo para desaeeollarse a través de los libros de la serie y se convierte en una plataforma perfecta para géneros mixtos y estilos narrativos.

    ¿Qué tiene de interesante escribir historias de Detectives Privados? ¿Qué libros o películas te gustan más de este género?

    Son muy divertidos de escribir novelas negras de Detectives Privados y las historias de detectives suelen emplear un agudo y sardónico ingenio que impregna las descripciones, narraciones, personajes y motivos. Existe un heroísmo indiferente que mantiene a los personajes principales accesibles y admirables.

    El estilo de escritura permite una amplia gama de historias: comedia, tragedia, misterio y horror, todo al mismo tiempo que es perfectamente capaz de ofrecer una acción contundente y dejar al lector atónito y divertido por el humanismo innato y el sentido del humor.

    Los detectives suelen ser individuos con defectos, y muy humanos por esa misma razón, están plagados de una serie de debilidades y caprichos que también los hacen muy accesibles para el escritor y el lector. Debido a esa familiaridad, el estilo de escritura es perfecto para generar suspense o terror porque el lector se identifica con el héroe mientras lucha contra un enemigo más poderoso y peligroso.

    Es un estilo centrado en imágenes, estados de ánimo y atmósfera que al mismo tiempo acepta una prosa algo florida y descripciones que rayan la caricatura. La narración gráfica maneja fácilmente los extraños personajes, elabora misterios, conceptos y teorías que pueblan el género, y hace eso sin abrumar al lector.

    Si haces bien el trabajo, escucharás a los lectores comparar tu libro con una novela gráfica.

    Soy un gran admirador de los libros y películas de Raymond Chandler, Philip Marlowe, los títulos de Dashiell Hammett y las aventuras Doc Savage de Lester Dent, así como una larga lista de otros autores de ficción pulp. Las versiones clásicas de películas del El Halcón Maltés y Casablanca están entre mis favoritas, junto con tomas más modernas como Reservoir Dogs, Pulp Fiction, Amor a Quemarropa y Se7en.

    Cuando lo leí por primera vez en tu entrevista, realizada por The Unsanity Files, pensé que estabas bromeando. Pero luego pensé, es tan raro que tiene todo el sentido. ¿Podrías, por favor, para tus lectores de habla hispana, relatar la historia sobre tu verdadero encuentro con un culto del fin del mundo y la cadena de hechos que te condujo a los orígenes de Los Misterios Wildclown?

    A finales de la década de 1980, vivía en una ciudad del norte de Canadá y trabajaba en un enorme hospital psiquiátrico ubicado en el campo, cerca de la carretera, a unos treinta minutos en coche de la ciudad.

    La ciudad era la sede de un culto del fin del mundo. Sus miembros se disfrazaban de Grim Reaper (Macabro Destripador), Zombies y otros personajes apocalípticos. Ellos frecuentaban las esquinas del banco en la calle principal cada vez que les venía el estado de ánimo, ya fuese el lunes por la mañana, el miércoles por la tarde o el viernes por la noche. Y en cualquier época del año, también. Es por eso que todavía tengo un claro recuerdo de un zombie con un traje de skidoo andrajoso.

    Al principio fue divertido y una expresión única de la fiebre por la cabina del Norte, supongo, pero pronto se volvió un poco deprimente. Imagínate paseando por la calle en un día soleado y ver pasar una banda de falsos zombis cantando y gritando sobre el fin del mundo. "¡Salva tu alma!. ¡Las armas nucleares están volando!

    Destacaron por estropearme los descansos para el café.

    En ese momento, yo ya había desarrollado un profundo amor por la escritura y me sentía especialmente atraído por el horror y la ficción detectivesca. Cualquier género exige personajes originales, y yo había estado ocupado desarrollando algunos propios.

    Un día, cuando pasé junto a la banda de zombis harapientos, escuché una voz chillona dentro de mi cabeza que me dio una contundente respuesta ante la afirmación del zombie de que yo me iba al infierno. Esa misma voz comenzó a rondar las historias que ya estaba escribiendo. Si acompañas esto con algunos largos turnos en el manicomio, noches oscuras escribiendo y bebiendo whisky Canadian Club y nace un investigador privado post-apocalíptico.

    Yo había escuchado la voz de Wildclown.

    Me gustaron mucho los personajes (Elmo, Tommy y el fantasma Detective Privado) y su inusual relación triangular: ¿cuál crees que es la clave de su equilibrio como equipo de resolución de casos? Además, en CLCSA somos testigos de una pequeña evolución en la relación entre Tommy y el DP. ¿No tienen sus altibajos a cierto nivel después de tantas aventuras juntos?

    Es complicado. Elmo es un muerto resucitado que trabajaba como detective en vida. Es socio de Investigaciones Wildclown y depende de los demás, pero es un individuo con cierta habilidad como detective privado, conductor y en los negocios.

    ¿Y los otros? Bueno, eso requiere alguna explicación. Están Tommy y el DP "fantasma". Pero yo diría que hay otra persona producto de la mezcla, ya que el Detective Wildclown es una combinación de esos dos personajes. Creo que es una delineación importante. Tommy y el DP "fantasma" - sólo trabajan juntos al convertirse en Wildclown. Esa asociación experimenta cierta evolución, ya que tanto en Cuando Los Cementerios Se Abren como los otros libros de la serie dependen de esas relaciones centrales.

    En pocas palabras: nunca se determina cuál es realmente la perspectiva del DP incorpóreo o "narrador" - fantasma, o entidad alienígena o fragmento de una mente desordenada, de modo que este misterio recurrente afecta a todos los archivos de los casos en la Serie Wildclown.

    La persona del DP es una entidad incorpórea que se cierne sobre la mente de Tommy y debe poseer el cuerpo de Tommy para hacer su trabajo de investigación. Ni él ni Tommy están cien por cien seguros de quién es el dueño del cuerpo. El personaje del DP no tiene recuerdos personales de una vida anterior al Cambio, aunque experimenta sueños crípticos y alucinaciones. Sin embargo, debido a que no sabe quién o qué es realmente, no puede reclamar el cuerpo por propio derecho.

    Y Tommy reside en el cuerpo en todo momento, por lo que la sensación general es que él es su verdadero dueño. Sin embargo, hay cierta desconexión. Se viste como un payaso gótico con pintura facial en blanco y negro y sobretodo. ¿Por qué? Ni él ni Elmo han revelado más que vagas pistas sobre sus motivaciones. Lo único que Wildclown sabe con certeza es que si se quita el maquillaje y Tommy ve su rostro al natural, inmediatamente expulsa a la persona del DP y recupera el control del cuerpo.

    Aparte de eso, Tommy no hace mucho más que beber, fumar cigarrillos y entablar conversaciones ridículas y meterse en situaciones peligrosas. Él se considera un detective, pero realmente tiene poco más que un vago recuerdo de su trabajo en el mejor caso. Eso se debe a que Tommy se ve obligado a caer dentro de su subconsciente durante las posesiones de la persona del DP. En los momentos desesperados de las historias, tenemos la sensación de que Tommy sabe que algo va mal y que puede haber alguna fuerza que intenta volverlo loco.

    Tommy, el DP incorpóreo y Wildclown, los tres comparten una tenue fijación sobre el cuerpo, por lo que a menudo hay luchas por el control. El personaje de Wildclown, generalmente, los soborna a ambos en silencio y prolonga sus posesiones con generosas cantidades de whisky.

    Luego entre ellos, Elmo y sus casos, tienen muchos misterios y oportunidades en la serie para aprender más sobre ellos mismos, sobre unos y otros y sobre el Mundo del Cambio en el que trabajan. Elmo y Wildclown trabajan muy bien juntos debido a un respeto y afecto compartido. No es así con Tommy, que Elmo puede saber fácilmente cuándo Tommy está a cargo del cuerpo debido a su comportamiento disruptivo y caótico. Esas situaciones pueden generar ansiedad en Elmo y ser destructivas para el negocio y sus casos.

    A lo largo de las historias de la serie, Wildclown mejora su habilidad para mantener el control del cuerpo, al igual que Tommy mejora para salir del subconsciente y agregar sus propias opiniones, independientemente de su impacto en un caso.

    Con la mano firme y compañía leal de Elmo, el grupo en su conjunto forma un equipo de lucha contra el crimen sorprendentemente efectivo, aunque un tanto descuidado.

    A pesar de los sórdidos temas criminales en Los Misterios Wildclown, la serie contiene situaciones divertidas y oportunas descripciones humorísticas. ¿Por qué crees que el humor funciona tan bien en tus historias? ¿Hay alguna referencia humorística particular que te inspira?

    El personaje principal es un detective incorpóreo que tiene que poseer a un loco que se viste como un payaso cada vez que tiene un caso que necesita investigación. El hombre que posee a veces le quita el control en momentos inoportunos.

    Su compañero Elmo es un cadáver. Y trabajan en una ciudad durante el fin del mundo donde los muertos caminan regularmente por las calles; pero, en lugar de ser monstruos sin sentido que comen carne, los zombis han regresado de la tumba con sus personalidades y recuerdos originales intactos.

    Hay mucho potencial para el humor en esa configuración, y también horror, obviamente, pero la premisa básica es que los muertos se han levantado de sus tumbas, y han sucedido muchas cosas sospechosas, aterradoras e increíbles. Sin embargo, no se han recibido respuestas. Las iglesias están perplejas. Los hombres santos están perdidos, pero ningún ángel ha tocado ningúna trompeta y los demonios no se atreven a reclamar a los condenados.

    Por lo que parece, el mundo ha terminado, pero la vida y la muerte continúan a pesar del Cambio. Los muertos tienen facturas telefónicas que pagar y necesitan ropa. Requieren un empleo para tener un techo, por lo que trabajan junto a los vivos a pesar de la evidente incomodidad que causa. Esa incomodidad proporciona un entorno continuamente espeluznante, socialmente incómodo y potencialmente humorístico.

    En lo que respecta a la inspiración, hay muchos libros y películas de ficción negra y de terror que tienen humor. Los libros y películas de Philip Marlowe de Raymond Chandler están diseñados con una sonrisa irónica y una mano hábil. Y las películas de terror como Un Hombre Lobo Americano en Londres y Zombies Party (una Noche... de Muerte) logran aportar humor a situaciones que de otra manera serían aterradoras.

    En la serie El Efecto Variante, los "zombies" son el enemigo. En realidad son personas obsesivo-compulsivas llevadas al límite por una tormenta límbica química. Pero en el universo del Mundo del Cambio, los muertos son relativamente como personas normales, mantienen sus recuerdos y personalidades vivas. ¿Cómo enriquece tus historias este nuevo tipo de "zombie"?

    El mundo de Wildclown está impregnado de dogmas religiosos y espirituales, por lo que la narrativa tiene más potencial para la fantasía que la serie de El Efecto Variante, que es una historia apocalíptica basada en la realidad. La ciencia como arma es el enemigo allí y ,hasta ahora, las personas que mueren siguen muertas.

    CLCSA es una historia de detectives de novela negra cruzada con horror gótico. Los zombis modernos son terroríficos porque comen personas. Sin embargo, también representan un misterio aterrador. Si no han sido creados por la ciencia o los desechos tóxicos, ¿por qué han resucitado los muertos? Cualquiera que viera un grupo de cadáveres caminando tendría que hacerse esa pregunta. Y es difícil preguntarlo sin sentir un profundo terror espiritual o religioso que comienza a crecer en el interior. ¿Qué son y representan, el cielo, el infierno o el mal absoluto?

    El hecho de que los zombis en el mundo de Wildclown sigan siendo "personas" - en el interior sólo empeora esto, porque no saben por qué han vuelto a la vida. Y de nuevo, nos vemos obligados a considerar algún nefasto propósito fuera de nuestro entendimiento. Si hay una vida futura, ¿por qué siguen aquí?

    En resumen, los muertos vivientes son fundamentales para el misterio del Mundo de Cambio y pocas personas vivas podrían sentirse cómodas a su alrededor. ¿Cómo confiarías en alguien que no tiene latidos cardíacos? Y muchos han regresado de la tumba en terribles estados de descomposición. Se mantendría una profunda sospecha de que los muertos tienen algún motivo oculto para resucitar.

    Todas las reseñas que he leído sobre CLCSA elogian muchas cosas diferentes, pero todas están de acuerdo en una cosa: has dominado una forma de mezclar géneros para producir una literatura respetuosa y muy entretenida. ¿Dirías que tienes alguna regla o, tal vez límites, a tener en cuenta para lograr una mezcla de género “suave” o “armónico”?

    El horror gótico y las historias de novela negra de detectives tienen muchos elementos en común. Por nombrar algunos, gran parte de la acción transcurre durante la noche y comparten tormentas eléctricas, lluvia y rayos. El misterio, el suspense y el asesinato también son comunes en ambos tipos de historias, al igual que los héroes regulares y las personas que necesitan ser salvadas.

    El Mundo de Cambio de Wildclown era una mezcla bastante sencilla. Realmente no se necesitó mucho para empujar al género de detectives al ambiente del género de terror. Solo necesitaba la cantidad correcta de niebla. Pero sospecho que hay otras coincidencias de género, dependiendo de las cualidades que comparten.

    En historias posteriores de El Mundo de Cambio, como en El Quinto Jinete (The Fifth Horseman) mezclo horror y zombies, cowboys y el Ángel de la Muerte. (En realidad, hay muchos más géneros que estos). Pero cuando miras esos dos tipos de historias, nuevamente encuentras símbolos e imágenes compatibles: El Valle de la Muerte, desiertos, huesos blanqueados por el sol, patíbulos, ahorcados, buitres, páramos yermos, villanos con planes malignos, barbarie, animales salvajes y lobos. Son una buena mezcla.

    Y mi trilogía Drácula de los Monos es otra historia en la que se extraen las ambientaciones de la selva africana y transilvana por compatibilidad. El suelo de la jungla se oscurece entre los melancólicos pilares de los árboles centenarios. El sol rara vez penetra en el dosel abovedado o envía más que tenues rayos entre las arqueadas raíces. Hay lobos en el escenario de Drácula, y ruinas antiguas, y hay leopardos y templos desmoronados en la jungla de Tarzán. Hay lluvia, rayos y niebla en ambos. De nuevo, tienes otra excelente mezcla.

    ¿Hay alguna mezcla de géneros que no escribirías pero que aún así te parece interesante leer? ¿Tienes algunos autores indie favoritos de cualquier género cuya obra recomendarías?

    Si comenzamos a considerar géneros que no se mezclarían, inmediatamente me acuerdo de ¿Quién Engañó a Roger Rabbit? Esa película tomó la forma tradicional de entretenimiento infantil de un conejo animado y lo puso en una historia de detectives orientada a adultos. Si eso funcionó como una mezcla de géneros, entonces uno se pregunta si hay combinaciones que no funcionarían, dada la historia adecuada.

    La verdad es que los géneros mixtos siempre han sido muy populares, desde Frankenstein hasta El Guerrero de la Carretera y las primeras tiras cómicas de Buck Rogers para Blade Runner, las películas de Star Wars y muchas más. Nunca se sabe lo que puede pasar cuando los géneros se chocan.

    Hay demasiados autores Indie fantásticos para nombrar, pero tengo un par que he seguido durante años. Katherine Tomlinson me viene a la mente. Ella edita mis libros pero escribe prolíficamente mezcla de géneros de horror, ciencia ficción, fantasía urbana, ficción histórica y muchas más bajo varios seudónimos.

    Y yo soy un gran admirador de BP Gregory, una reina del crossover. Ella teje historias de lo más impresionantes de ciencia ficción, horror y fantasía urbana.

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    Entrevista realizada por correo electrónico en octubre 2019.

    Entrevistador: Artifacs