Créditos

    Seis Relatos de Adam Bender

    Relatos Originales con Copyright © de Adam Bender, publicados bajo licencia CC-BY-NC-ND.

    • LifeTrade® (2013)

    • Smokers Corner (2013)

    • Invasion Day (2016)

    • Fire Eyes (2016)

    • A LifeTrade® Wedding (2017)

    • Wrong Gate (2019)

    adambenderwrites.com

    WatchAdam.blog

    Traducción y Edición: Artifacs, julio 2020.

    artifacs.webcindario.com

    Diseño de Portada: Artifacs.

Licencia Creative Commons

    Muchísimas gracias a Adam Bender por autorizar esta tradución al español y por compartir con el mundo Seis Relatos de Adam Bender bajo Licencia CC-BY-NC-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

    Si quieres hacer una Obra Derivada, por favor, incluye el texto contenido en la sección de Créditos de esta obra.

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Sobre el Autor

    

    Adam es un premiado periodista y escritor de ficción especulativa que explora los temores sociales de hoy en día con una combinación de acción y romance.

    La última novela de Adam es The Wanderer and the New West (El Errante y el Nuevo Oeste), un western distópico sobre la ilegalidad en el futuro cercano de Estados Unidos. También es autor de dos novelas de ciencia ficción distópicas sobre vigilancia gubernamental: WE, THE WATHED (Nosotros, los vigilados) y Divided We Fall (Divididos Caemos). Adam adaptó su primera novela a un guión y ha escrito varios relatos.

    En su trabajo diario como periodista, Adam ha cubierto política y tecnología para Communications Daily y Computerworld Australia. Ha ganado premios por sus informes en la Society of Professional Journalists (Sociedad de Periodistas Profesionales), la Specialized Information Publishers Association (Asociación de Editores de Información Especializada) y la Society for Advancing Business Editing and Writing (Sociedad para el Avance en la Edición y Escritura de Negocios).

    A pesar de cómo pueda parecer todo esto, Adam es generalmente un tipo bastante modesto y amable. Vive en Filadelfia con su esposa Mallika, y le gustaría tomarse una caña de cerveza contigo en el próximo partido de béisbol de los Phillis.

    Puedes saber más sobre Adam en WatchAdam.blog y @WatchAdam en Twitter e Instagram. ¡Únete al boletín de noticias por e-mail The Underground para actualizaciones y más cosas divertidas!

SEIS RELATOS

de

ADAM BENDER

    

1. Intercambio de Vida

    Los dos llegamos al bar alrededor de las seis, la misma hora a la que siempre íbamos los viernes por la noche. Pero para cuando yo había terminado mi primera cerveza, Joey ni siquiera había tocado su Budweiser.

    "¡Hermano!" Jadeé. "¿Qué demonios te pasa, hermano?"

    Joey parecía más sin afeitar que de costumbre y su pelo negro era un absoluto caos de rizos. Sacudiendo la cabeza malhumorado, dijo: "Supongo que no tengo muchas ganas de beber".

    "No tiene ganas... espera, ¿que no tienes ganas de beber?"

    En todos los años desde que yo lo conocía, Joey nunca había rechazado una cerveza. Llevábamos siendo colegas de copas desde que teníamos cinco años por debajo de la edad legal para beber, pero a mí no se me ocurría ninguna explicación sobre lo que estaba provocando la depresión de Joey. Él nunca se quejaba de su trabajo; y vale, no tenía novia; pero aún así conseguía acostarse con más frecuencia que yo.

    "¿A qué vienen esas caras largas, chicos?" interrumpió una voz grave y retumbante.

    Cuando mi mejor amigo Dugan llegó, la sobria indiscreción de Joey de pronto pareció algo del pasado. Dugan y yo habíamos sido mejores amigos desde que yo podía recordar. Si él no me hubiera dejado copiar sus tareas de matemáticas y física, no sé cómo hubiera pasado yo la escuela secundaria. Y después, si él no hubiera estado ahí para decirme que la escuela de cine era una pérdida de tiempo, probablemente yo estaría fuera en la calle pidiendo monedas.

    "¡Dugan!" exclamé yo animado. "Justo lo que recetó el doctor. Nuestro Joey no quiere tomarse la medicina".

    Mi fiable amigo se subió con fuerza las mangas alrededor de los abultados músculos y consideró a Joey con un dedo en la barbilla.

    "Déjame en paz, Dugan", murmuró Joey.

    "¡Ajá!" exclamó Dugan. “Creo que sé la respuesta a nuestro pequeño enigma. Creo que nuestro chico requiere atención femenina".

    Ese rollo Shakespeare siempre me hacía reír como una hiena. Dugan recogió la Bud de Joey y trató de forzarla hasta los labios de este. Cuando el amargado le apartó la mano de un golpe, Dugan se bebió la cerveza él mismo. Luego sacó a Joey de su asiento y lo condujo hacia un grupo de chicas en el bar.

    Fue entonces cuando Joey chilló, y yo nunca había escuchado que su voz llegara a un tono tan agudo. Dugan lo dejó ir de inmediato.

    "Ey, hermano", intenté yo. "¿Ha pasado algo o...?"

    "No ha pasado nada", espetó Joey. "Yo, es que... ¡Simplemente estoy harto de vosotros, perdedores!"

    Lo único que pudimos hacer fue mirar tontamente a nuestro amigo salir en desbandada por la puerta.

    Dugan se giró hacia las mujeres del bar y luego hacia mí. "Bueno", dijo. "Más chicas para nosotros".

***

    Gracias a un largo día de trabajo, llegué un poco tarde a la hora feliz el viernes siguiente. Dugan me saludó en el bar con las Jägerbombs preparadas para detonar.

    Tres, dos, uno. Dejamos caer chupitos de líquido negro en pintas de amarillo. ¡Glop, glop, glop!

    Dugan terminó primero, como siempre.

    Yo exclamé "¡Bien!" y dejé caer mi vaso vacío sobre la barra.

    "He recibido un mensaje de texto de Joey hace unos 20 minutos", dijo Dugan. "Está de camino".

    Tengo que admitir que era un alivio oír que él venía después de haber actuado tan extraño el viernes pasado. Yo había tenido intención de llamarle durante toda la semana, pero nunca había tenido la oportunidad. Decidí que intentaría hablar con él sobre ello esta noche.

    El camarero llegó para quitarnos los vasos. "¿Dos más?"

    "Que sean tres", llegó una voz detrás de mí que no reconocí.

    Me di la vuelta y vi a un tipo que nunca había visto antes. Al principio pensé que era amigo de Dugan. Pero Dugan parecía igual de perplejo.

    "No me miréis como si no me conocierais", dijo el nuevo.

    Hora de llegar al fondo de esto. "Uh", tartamudeé, "¿Te conocemos?"

    El nuevo sonríe. "¡Soy yo, Joey!"

    Tenía el mismo cabello oscuro y rizado que Joey, pero definitivamente no era Joey. Parecía innaturalmente bien peinado y afeitado, para empezar.

    Dugan se rió alegremente. "¿Joey te ha metido en esto?"

    "No... yo soy Joey".

    Me reí torpemente. "No, no lo eres".

    El extraño nos mostró un permiso de conducir con su foto junto al nombre de Joey.

    "Cualquiera podría haber falsificado eso", declaró Dugan. "Veamos tu ID de la antigua escuela".

    Sacó una tarjeta de la escuela secundaria con una foto un poco más joven de sí mismo al lado del nombre de Joey.

    Dugan y yo intercambiamos miradas, como, por la centésima vez. Fue entonces cuando tuve una idea brillante. “Espera, Joey nos envió un mensaje de texto antes. Veamos tu teléfono con el mensaje".

    En este punto, el Nuevo Joey estaba empezando a parecer un poco dolido, pero aun así hizo lo que le decían. Yo eché un vistazo al teléfono y lo dejé caer al suelo.

    "¡Colega!" gritó el Nuevo Joey apresurándose por recoger el aparato. "¡Que es un iPhone!"

    "Ese es el teléfono de Joey", le gimoteé a Dugan.

    Dugan me guiñó un ojo como si tuviera un plan. "Vale, Joey", dijo lentamente. "Perdón por la confusión".

    Se volvió hacia mí y se excusó para ir al baño.

    "Yo también", dije furtivamente. "Uh... Joey... vigila las bebidas, ¿quieres?"

    Los dos terminamos fuera. El aire era frío y deseé haber tenido el abrigo.

    "¿Sabes a qué se parece esto?" Susurré bruscamente. "Esto se parece a cuando llevas viendo un programa de televisión durante años y luego uno de los actores renuncia, pero su personaje es demasiado importante para el programa, y ​​los escritores son demasiado vagos para inventarse un nuevo personaje, y entonces simplemente cambian al actor y confían en que nadie se dé cuenta".

    Dugan encendió un cigarrillo. “Espera, ¿qué estás diciendo? ¿Estamos en un programa de televisión?"

    Escaneé rápidamente en busca de cámaras. "Quizá".

    "Eso solo sucede en las películas".

    "¿Qué, quieres decir secuelas? ¿Como Batman y James Bond?”

    “No, me refiero a El Show de Truman y al tipo de porquería que solías hacer tú. ¡Ja!"

    Tengo que admitir que el último comentario me picó un poco, pero había cosas más importantes en juego.

    "Entonces, ¿qué deberíamos hacer?" Pregunto yo.

    Dugan exhaló una nube de humo. "Creo que tenemos que seguirle la corriente por ahora. Joey probablemente solo se está vengando de nosotros por la semana pasada. Dado lo deprimido que estaba, tal vez sea mejor dejarle que se divierta esta noche".

***

    Pero Joey tampoco regresó la semana siguiente. Cuando el Nuevo Joey apareció de nuevo, Dugan golpeó la mesa con el vaso, agarró al impostor por el cuello de la camisa y lo empujó contra un tablero de dardos.

    "¿Dónde está Joey?" le gritó.

    "Yo soy Joey".

    "¡Joder, que no lo eres!"

    Todos en el bar estaban mirando y yo comencé a preocuparme de que nos fueran a echar, así que me encargué de calmar a Dugan. Me costó un poco convencerle, pero de alguna manera logré que el grandullón soltara al Nuevo Joey. Los tres nos movimos hasta una mesa e intentamos una conversación más pacífica.

    Le mostré a Nuevo Joey una foto en mi teléfono de nosotros tres —los tres originales—y le pedí que lo explicara.

    Nuevo Joey, quizá aún un poco asustado de su encuentro con Dugan, dejó escapar un resignado suspiro.

    "Joey se ha ido", dijo él. "Ya no quería su vida, así que la cambió por la mía. En realidad no creo que su vida sea tan mala, pero supongo que la hierba siempre es más verde..."

    Lo saludé con la mano para que se detuviera como si estuviera llamando a un taxi. "¿Qué quieres decir con cambió?"

    Nuevo Joey continuó sin inmutarse. "De veras creo que podríamos ser buenos amigos los tres si me dais una oportunidad".

    Dugan aporreó la mesa. “Responde a su pregunta. ¿Qué quieres decir con cambió?"

    Tras algunas dudas, Nuevo Joey dijo: "Hay un sitio web llamado IntercambioDeVida. Es como un sitio de parejas, solo que no es de citas". Dijo esto último con una sonrisa. "Básicamente, el sitio web encuentra personas con vidas compatibles y tú eliges la que quieres intercambiar".

    Yo seguía sin pillarlo. "¿Intercambiar qué?"

    “Intercambiar vidas. ¿Alguna vez has visto Intercambiar Casas? Es muy parecido a eso, solo que más permanente".

    "Pero no puede uno intercambiarse con alguien así sin más", protesté. "Quiero decir, ¿qué diría tu jefe?"

    "Intercambio de Vida trabaja con tu empleo para gestionar el cambio", explicó. "Tú te quedas el trabajo de la otra persona, sin hacer preguntas. Quiero decir, obviamente aún tienes que hacer un buen trabajo para mantenerlo, pero aparte de eso, es bastante directo".

    Dugan sacudió la cabeza con incredulidad. "¿El jefe de Joey está de acuerdo con que aparezcas sin más?"

    "Hasta ahora, todo bien".

    "¿Cómo supiste de nosotros?" Pregunté.

    “Cuando se hace el acuerdo, te dan un gran folleto con detalles sobre la vida de la otra persona. Además, ambos tuvimos algunas charlas por vídeo para hacernos preguntas".

    Aquello era mucho para asimilar, y yo deseaba mucho haberme tomado una cerveza. Pero aún había algo que me intrigaba y que tenía que preguntar primero.

    "¿Cuál es tu verdadero nombre?"

    "Mira", dijo Nuevo Joey. "Por ahora creo que sería mejor que me llamaras Joey, ¿de acuerdo?"

***

    El viernes siguiente Dugan me pidió que llegara al bar una hora antes de lo habitual. Me dijo que quería hablar antes de que apareciera el Nuevo Joey. Era el primer fin de semana de diciembre y yo me sentía cálido bajo las acordonadas luces rojas de la taberna.

    Cervezas pedidas, Dugan sacó una copia impresa de su bolsa con la etiqueta IntercambioDeVida. Tocó el título varias veces con el dedo índice. “He investigado un poco esta semana. Creo que esto es de lo que hablaba el Nuevo Joey".

    Eso fue divertido porque yo había pensado en comprobarlo por mí mismo, pero no pude reunir coraje para hacerlo. Todo aquello era demasiado raro.

    Me acerqué la impresión y leí el lema: Intercambio de vida, sin fastidios, ¡garantizado!

    "Configuré una cuenta de prueba, solo para ver", dijo Dugan. “Te hacen algunas preguntas sobre ti. A qué te dedicas, qué tipo de cosas te gusta hacer para divertirte, qué te gusta de tus amigos y qué odias de ellos... Fue un gran test de personalidad de una hora. Tipo selección, a decir verdad. Cuando finalmente terminé, el sitio me dio una lista de unas 15 coincidencias—15 personas con similares trabajos e intereses que podrían estar dispuestos a cambiar vidas conmigo".

    "No puedo creer que Joey quisiera tanto salir de su vida", dije después de tomar un saludable sorbo de cerveza. "Quiero decir, menudo gilipollas".

    Dugan asintió. "Ya, debería habernos dicho que iba a hacerlo".

    "¡No debería haberlo hecho, punto!"

    Hubo cierto nerviosismo en la forma en que Dugan barajó los papeles de IntercambioDeVida justo en ese momento. De pronto tuve la imagen en mi cabeza de estar sentado en el bar con un Nuevo Joey y un Nuevo Dugan, todos nosotros con latas de Pepsi Next.

    "Dugan, ¿no estarás pensando...? Eso fue solo una cuenta de prueba, ¿verdad?"

    Él dudó y yo lo supe.

    "Mira, hombre", dijo en voz baja, como si un volumen bajo pudiera suavizar el golpe. “Encontré a alguien con una vida genial de verdad. Su empleo es el tipo de empleo que siempre he querido. Está en la otra punta del país, pero él tiene un apartamento increíble".

    Me levanté disparado del asiento. "¡¿Hablas en serio, Dugan?! ¡Dime que no hablas en serio!"

    "Mira, no quería ser un capullo como Joey y no decírtelo".

    "Pero ¿seguiremos... seguiremos siendo amigos después de que vosotros intercambiéis vidas?"

    Lo sé, soné muy patético. Pero yo no quería que Dugan se fuera, incluso más de lo que no quería que se fuera Joey. Estaba perdiendo a mis dos únicos amigos.

    "No veo cómo podemos serlo", fue la devastadora respuesta de Dugan. “Al menos no al principio. Las reglas del sitio web dicen que se supone que tienes que hacer una ruptura limpia".

    Me sentí como si Dugan hubiera dejado caer mi cerebro dentro de una freidora. ¿Las reglas del sitio web? ¡¿Las reglas del sitio web?!

    "Creo que te gustará el Nuevo Dugan", dijo mi mejor amigo en su tono más tranquilizador. "En serio, parece un tipo genial".

    Voceé una blasfemia tan alto que hizo que todos en el bar se giraran.

    Una racha de viento invernal me atravesó cuando salí del bar, y luego Nuevo Joey me interceptó en el estacionamiento. "Ey, hermano, me alegro de verte", dijo. "¿Regresando?"

    "Vete al Infierno".

    Nuevo Joey tardó unos segundos en responder. “Ey, Christian, creo que hemos empezado con el pie izquierdo. Ojalá Joey te lo hubiera dicho... Pareces un tipo genial y sería estupendo..."

    "Dugan está dentro", le digo. "Pero no te acostumbres demasiado a que esté ahí".

***

    No fui al bar en absoluto el viernes siguiente. ¿Para qué iba a ir? Joey se había ido para siempre. Si Dugan no se había marchado ya, yo sabía que se iría pronto. Ya no tenía amigos y quería estar solo.

    Así que me quedé en casa, puse algo de enfadada música emo y me pregunté si era culpa mía que ellos hubieran querido irse. Eventualmente, inicié sesión en IntercambioDeVida. Lo único que necesitaba el sitio web era una dirección de correo electrónico para enviarme el test de personalidad.

    La primera pregunta era: ¿Cuál es el empleo de tus sueños?

    La segunda, ¿a qué te dedicas ahora?

    Yo decidí volver a ello más tarde.

    Hojeando mi colección de Blu-ray, me encontré con Eternal Sunshine of the Spotless Mind y decidí darle un giro. Ver la película no me dio exactamente ninguna idea sobre si debería usar IntercambioDeVida, pero al menos me hizo recordar lo que yo amaba sobre la realización de películas—la capacidad de crear una realidad alternativa donde cualquier cosa puede suceder, pero al mismo tiempo todo es totalmente creíble.

    Recordé una idea que tuve una vez que involucraba el viaje en el tiempo y una máquina de pinball. Encontré un cuaderno y comencé a desarrollarla.

    Tal vez el tipo de la historia es muy bueno en el pinball y quiere volver a una época en la que la gente lo respetaría de verdad por eso. Pero la máquina es como una metáfora para aferrarse al pasado. Y tal vez no sea esa la verdadera pasión del tipo, de todos modos. Tal vez él quiera de verdad hacer películas y...

    Mi teléfono zumbó a media frase. Había una foto de Joey en el dispositivo y acepté la llamada sin pensar. Solo cuando dije: "Ey, hermano", recordé con quién estaba hablando realmente.

    “Solo para ver cómo estás”, dijo Nuevo Joey. Había preocupación en su voz. “Pensé que vendrías esta noche. ¿Va todo bien, Christian?"

    Yo no estaba seguro de cómo responder, así que hice una pregunta en su lugar.

    "¿Está Dugan ahí?"

    "Sí... bueno, técnicamente..."

    Pensé en colgar, pero por alguna razón me quedé sin decir nada.

    "¿Qué has estado haciendo?" preguntó Nuevo Joey.

    Yo siempre odiaba hablar de mis cosas creativas; pero pensé que, de todos modos, probablemente nunca volvería a hablar con Nuevo Joey. "Estaba trabajando en algunas ideas para una película".

    Me preparé para los chistes y las críticas que generalmente seguían cuando yo hacía tal confesión.

    "Genial, hombre", dijo Nuevo Joey.

    Eso me dejó sin palabras.

    "No sabía que hacías películas", continuó él.

    "Bueno, técnicamente... no las hago. Pensé en ir a la escuela de cine".

    "¿Por qué no lo hiciste?"

    Porque Dugan me dijo que no debería. "Yo... no lo sé".

    "Deberías ir", dijo Nuevo Joey. "Ey, tal vez el próximo viernes nos puedas hablar sobre tu idea".

    Lo curioso fue que yo quería. "Sí, hermano, eso sería genial... siento no haber podido ir esta noche. Divertíos vosotros, ¿de acuerdo?"

    La llamada terminó. Yo volví al ordenador—solo brevemente para cerrar el cuestionario de IntercambioDeVida—y volví a la creación de mi película.

FIN

    

2. Rincón de Fumadores

    Dedicado a Mallika

    Tú me haces romántico.

***

    El frío en el aire no molestaba mucho a Tim cuando salió de la oficina para su cigarrillo de la mañana. Encendió un cigarro y suspiró de puro alivio.

    Tim era de estatura media y le gustaba ponerse camisas de vestir de fino corte. Llevaba las mangas bajadas para cubrir la línea de tatuajes que se había hecho en su decimoctavo cumpleaños hacía más de una década. Hoy se había puesto una negra abotonada hasta abajo con una escuálida corbata roja; lo cual, suponía él, era una especie de versión punk en negocios informales.

    Los lunes a viernes de Tim iban así: llegar a la oficina tres minutos después de las nueve; ir al Rincón de Fumadores a las diez en punto. Descanso al mediodía para un almuerzo largo. Volver al Rincón de Fumadores al toque de las dos. Salir de la oficina tres minutos antes de las cinco.

    Podría decirse que ir a casa debería haber sido el momento favorito de Tim, pero él tenía que admitir un particular apego por sus interludios dos veces al día en el Rincón de Fumadores. Tal vez era la nicotina quien hablaba, pero había algo sublime en terminar el día de trabajo fumando.

    Para un forastero, el lugar conocido como el Rincón de Fumadores podría no parecer nada especial. Era, bastante literalmente, un rincón cerca de la entrada del edificio de oficinas de Tim. ¿La característica sobresaliente? Una lata de basura para colillas de cigarro. Sin embargo, para Tim eso era un oasis.

    En realidad, el Rincón de Fumadores era un lugar muy social para pasar quince minutos. Probablemente era el único lugar del edificio donde los trabajadores de las diferentes compañías en el edificio interactuaban alguna vez. Nadie quería entablar una conversación en el ascensor, pero los fumadores portaban los instrumentos perfectos para derretir el hielo.

    De hecho, fue gracias a los cigarrillos que Tim había conocido a tantos personajes interesantes como conocía. Estaba Stewart, el contador calvo de la quinta planta que tocaba en una banda de metal melenudo el fin de semana (él llevaba una peluca en cada concierto). Estaba Doris, un alboroto de mediana edad que escribía chismes de celebridades. ¿Y quién podría olvidar a Chiflado John, así llamado por su tendencia a...

    "¿Tienes fuego?"

    La ardiente voz vino de una mujer que él nunca había visto antes. Ella parecía de cine negro, con un largo y fino cigarrillo, el cual emergía de labios cereza, y un negro vestido ajustado tensamente a su cuerpo.

    Tim echó mano dentro de su chaqueta en busca de su encendedor, pero cuando intentó entregárselo, la misteriosa dama simplemente inclinó la cabeza hacia atrás para levantar el cigarrillo. Él presionó el interruptor y le acercó el fuego a los labios. Ella dio una calada y dejó caer el brazo, manteniendo el cigarrillo alejado lo justo de su vestido para evitar una quemadura. Ella miró a lo lejos y respiró una bocanada de humo blanco.

    "No te he visto aquí antes", se encontró diciendo Tim. Inmediatamente se arrepintió de su elección de apertura.

    Un suspiro. "Es mi primer día".

    Su voz ronroneó como una estrella de cine de la década de 1950.

    "Bienvenida al Infierno", dijo Tim. "¿Cómo está yendo hasta ahora?"

    Ella lo consideró durante unos segundos con avellanados ojos brillantes antes de responder: "Es trabajo. Mi jefa parece agradable, pero probablemente llegaré a odiarla".

    "Curioso", dijo él, "mi jefe nunca pareció agradable".

    Una risa salió de sus labios. "Soy Samantha. O Sam, si quieres.

    "Tim", respondió él. "O Timothy, si quieres".

    Se rieron juntos hasta que—de la nada—la incomodidad golpeó a Tim como un motor de vapor. Él apagó el cigarrillo y se excusó para irse.

***

    Tim no vio a Samantha por la tarde y se convenció de que tampoco la vería a la mañana siguiente. Cuando ella apareció, él casi se tragó el cigarrillo.

    "Hola", se las arregló a decir él mientras trataba desesperadamente de no ahogarse.

    Los ojos de ella se iluminaron al verle. "Hola".

    Un paquete de tabaco de aspecto extraño en la mano de Samantha llamó la atención de Tim. La cajetilla estaba cubierta con gruesa cinta adhesiva blanquecina.

    Ella captó la mirada y se agitó ligeramente. "No me gusta ver las advertencias de cáncer. Me corta el rollo".

    "¿En serio?"

    La mandíbula de Samantha cayó, pero con una sonrisa.

    Tim alzó las manos.

    "Lo sé, lo sé", suspiró ella, "debería dejarlo sin más. Ya lo he intentado".

    Él despachó la preocupación con la mano como si fuera una mosca. "Es duro. Es muy duro".

    Samantha se peinó un mechón de pelo suelto sobre la oreja. "Bueno, ¿cómo va tu trabajo?" le preguntó suavemente.

    “Oh, mi jefe me lanzó mierda por llegar tarde al trabajo hoy. Fueron solo unos minutos, pero él es un verdadero capullo estricto".

    Sus labios se curvaron en una media sonrisa. "¿Qué haces tú, por cierto?"

    "Papeleo", dijo él. "Un montón de aburrido papeleo".

    "¿Y qué hay para divertirse?"

    "Aviones de papel... ah, te refieres a fuera del trabajo".

    Tim pensó que era una broma bastante cutre, pero esta hizo reír a Samantha y de pronto él tenía su plena atención.

    "Sí, fuera del trabajo", insistió ella. "Como, yo hago baile latino".

    Tim tardó un tiempo en despejar la hipnótica imagen de Samantha bailando salsa. Luego tardó un poco más para pensar en algo remotamente interesante sobre sí mismo. Justo cuando temía perder su interés, se le ocurrió algo.

    "Me gusta cocinar, supongo".

    Samantha pareció impresionada—genuinamente. "Yo no cocino, pero me encanta comer. Tu novia tiene suerte".

    "Oh, no, estoy soltero", dijo rápidamente.

    El indicio de una sonrisa en el rostro de Samantha le dio el coraje de preguntar: "¿Tu novio va a bailar contigo?"

    Ella dio una carcajada, "Ojalá él existiera".

    Tim estaba bastante seguro de que aquella podía ser una oportunidad para invitar a Samantha a una cita, pero no sabía cómo componer las palabras. En vez de ello, miró su reloj y gruñó algo acerca de no querer volver al trabajo.

    Samantha exhaló una bocanada de humo. "¿Has pensado alguna vez en dejarlo?"

    Tim bajó la vista hacia su cigarrillo. "Bueno, claro, pero entonces no tendría mucha excusa para salir fuera".

    “No, me refiero a tu trabajo. Parece que lo odias".

    Por supuesto que lo había pensado, pero no había manera en un mercado laboral como aquel. El caso es que el sueldo era decente y él no tenía muchas ganas de invertir esfuerzo en buscar algo mejor. Aunque él no le dijo nada de eso a Samantha.

    "Si lo dejo", dijo él con un guiño, "ya no podría hablar contigo".

    Ella sonrió. "Pero acabas de conocerme".

    "¿Cómo podría llegar a conocerte?"

    "Bueno", dijo Samantha, peinando ociosamente su largo cabello negro, "siempre puedes hacer una visita".

    "¡Timbo!" interrumpió Doris, la columnista de chismes, irrumpiendo en la escena con el fervor habitual. "Llevo días sin verte. ¿Qué hay de nuevo?"

    Tim señaló a Samantha. "¿Os conocéis?"

    Pasaron por las mociones—presentaciones, comentarios sobre el clima y cutres excusas para volver a entrar. Típico comportamiento del Rincón de Fumadores, pero Tim se sintió de alguna manera vacío cuando subió al ascensor.

***

    Después de eso, Tim comenzó a prestar más atención a cómo iba vestido al trabajo, agregando toques con clase como gel para el cabello y un desodorante ligeramente más caro a la mezcla, pero después de dos semanas de encuentros intermitentes, Samantha dejó de aparecer en el Rincón de Fumadores por completo. Tim razonó que ella estaría ocupada, pero de alguna manera aquella no era una explicación satisfactoria. Aunque a él le podría gustar pensar que él salía al Rincón de Fumadores por pura elección; pues sabía que el ansia le volvería loco si no se excusaba dos veces al día, sin contar el almuerzo; la simple verdad era que Samantha tenía que fumar alguna vez.

    Mientras tanto, el trabajo se volvía más agonizante cada día. El proyecto en el que se encontraba estaba tardando más de lo esperado debido a una grave falta de comunicación con el cliente. Esto ponía al límite a todo el mundo y el jefe de Tim había empezado a descargar sus frustraciones con el personal. Aquello se estaba tornando difícil de soportar y, por alguna razón, las pausas para fumar no ayudaban como solían hacerlo.

    Después de dos semanas sin haber visto a Samantha en el Rincón de Fumadores, Tim cometió el error de preguntarle a Doris.

    "No", dijo ella con suspicacia. "¿Por qué?"

    "No la he visto durante un tiempo".

    "Ella te gusta, ¿no?"

    Los ojos de Tim se abrieron. "¿Qué? ¿De dónde has sacado eso?"

    "Tú sabes a lo que me dedico, ¿verdad?"

    Tim arrugó los ojos como si pudiera rebobinar el tiempo. "Mira, tú... tú avísame si la ves, y no le hables a nadie de esto, ¿de acuerdo?"

    "¿Que no le hable a nadie de esto?" Doris parpadeó un par de veces. "Tú sabes a lo que me dedico, ¿verdad?"

    Cuando pasó otra semana sin ninguna señal de Samantha, Tim intentó lo extraordinario: cambió su horario. Salió al Rincón de Fumadores a las 10:30 y a las 3:00 un día, y luego a las 11:00 y a las 3:30 al día siguiente. Esto último fue especialmente difícil porque significaba morirse por un pitillo durante toda la mañana, no sentir mucho el cigarro en el almuerzo y luego morirse por un pitillo toda la tarde.

    Al final, esta estrategia también fracasó. Tim no veía a Samantha y comenzó a sospechar que nunca volvería a verla. Comenzó a analizar cada cadencia de sus conversaciones para ver si podía encontrar alguna pista de lo que podría haber sucedido con ella, pero estaba seguro de que no había nada que él hubiera dicho que hubiera causado que ella intentara evitarlo. De hecho, lo único que lamentaba era no haber dicho lo suficiente. Cuando él le había dicho que le gustaba cocinar y ella le había dijo que le encantaba la comida... bueno, eso era prácticamente una invitación, ¿no? Había perdido por completo el momento, y ni una sola vez había intentado dar seguimiento.

    Al final, la única explicación razonable que Tim pudo dar para la desaparición de Samantha fue que ella había renunciado al empleo. Ella acababa de comenzar allí; después de un par de semanas probando, probablemente se había percatado de que aquello no era para ella. Él había oído hablar de personas que hacían eso.

    Tim sabía que no podía haber esperado que ella saliera a decir adiós. Nunca se habían visto fuera del Rincón de Fumadores.

    Tim dio una calada al cigarrillo y encontró el sabor rancio como la ceniza. Lo tiró sobre el hormigón y aplastó la llama.

***

    Tim estaba en la planta 18 esperando el ascensor cuando alguien le tocó en el hombro.

    “Oh, ¿ya es hora de cerrar?”

    La aflautada voz pertenecía al jefe de Tim. Llevaba su traje azul habitual y olía a desodorante de bola de aroma normal.

    Tim no tuvo que mirar su reloj para saber que eran las cinco menos tres minutos. "He terminado un poco antes hoy", mintió.

    Las puertas del ascensor se abrieron. Tim deseó poder entrar, pero sabía que no podía.

    "Oh, ¿es cierto eso?" preguntó el jefe sarcásticamente. “¿Entonces el proyecto está listo? ¿El cliente está contento y todos podemos irnos de vacaciones?"

    Las puertas se cerraron y Tim apretó los dientes. "No, solo quiero decir que hice lo que quería terminar".

    El jefe continuó hablando durante un rato sobre la puntualidad. Tim asentía pero sin escuchar de verdad. Ya había oído todo eso antes y el día de hoy había sido lo bastante agotador.

    Finalmente, a las cinco y cinco, Tim entró en el ascensor y pulsó "V" para Vestíbulo.

    Una razón por la que siempre se subía al ascensor unos minutos antes era que él tardaba una eternidad en bajar las escaleras al final del día. La planta 18 era excelente por la vista, pero terrible para subir y bajar el edificio con cierta velocidad. En días muy afortunados, nadie subía al ascensor y él bajaba y salía de la oficina en segundos. Pero la mayoría de los días...

    ¡Ding! La luz sobre la puerta brilló: "16."

    "Maldita sea", dijo él entre dientes.

    Sin embargo, su expresión de descontento pronto se tornó en sorpresa cuando entró Samantha. Ella llevaba una escotada blusa negra y olía vagamente a madreselva.

    La voz de Tim se quebró al soltar un chillidito "¡Ey!"

    Los labios escarlata de Samantha crecieron en una cálida sonrisa. "¡Oh, hola!"

    Samantha pulsó el "G1" del garaje. Las puertas se cerraron de nuevo y el ascensor reanudó su descenso.

    "Ha pasado un tiempo", tentó él.

    "Lo he dejado", afirmó ella fácticamente.

    "Oh", dijo Tim desinflado ante el descubrimiento de que su propia vida en realidad apestaba tanto como pensaba. "Entonces... ¿acabas de llegar para recoger tus cosas o...?"

    Por un segundo, Samantha pareció desconcertada. Luego se echó a reír. “Oh no, quiero decir que he dejado de fumar. Por eso no he estado allí fuera".

    Tim estaba aturdido. Lo único que pudo pensar hacer fue mostrarle un pulgar arriba y entusiasmarse, "¡Guao, eso es estupendo!"

    Samantha sonrió. "Pero echo de menos nuestras conversaciones..."

    “...yo también. Tal vez..."

    ¡Ding!

    Con gran horror, Tim se giró y vio el vestíbulo.

    "¿No es esta tu planta?" le preguntó ella.

    Él tuvo que sacar un brazo para evitar que se cerraran las puertas. Se disculpó con Samantha y salió arrastrando los pies. Cuando se giró para despedirse, las puertas comenzaban a cerrarse de nuevo. En el último segundo, metió un pie dentro y las puertas se retrocedieron bruscamente.

    "Yo solo quería decir..."

    Samantha le miró expectante.

    "Um, que tengas buenas noches".

    "Dulces sueños", respondió ella.

    El ascensor se cerró y Tim se quedó solo en el vestíbulo.

***

    Al día siguiente, Tim no logró salir a fumar por la mañana hasta las diez y cuarto. Cuando finalmente llegó al Rincón de Fumadores, pasó los primeros cinco minutos contemplando el cielo gris. Se preguntó cuándo estallarían las nubes en agua y si habría suficiente de esta para inundarle y llevarle.

    Reprodujo el encuentro del ascensor en su mente, desesperado por descubrir qué podría haber dicho o hecho de manera diferente. No había habido tiempo para actuar. Ojalá Samantha hubiera salido por el vestíbulo—tal vez podrían haber caminado juntos hasta el tren. Entonces definitivamente habría tenido suficiente tiempo.

    Una y otra vez: la luz destellaba: "16." Samantha entraba. La luz destellaba: "V". Él se quedaba solo.

    "16", Samantha.

    "V", solo.

    Fue entonces cuando se le ocurrió—una comprensión clara de lo que tenía que hacer.

    Tim tiró el cigarro sin encender a la papelera y se arremangó la camisa de vestir gris, revelando ígneos tatuajes en cada brazo. Luego dio un rápido giro hacia la entrada de su edificio de oficinas y entró disparado. Cruzó volando el vestíbulo, derrapando sobre el suelo de mármol al girar bruscamente hacia la zona de ascensores. Hizo clic en la flecha hacia arriba y esperó.

    Y esperó.

    ¡Ding! Las puertas del ascensor se abrieron y un hombre y una mujer salieron, riendo. Tim entró y pulsó como un maníaco el botón de cerrar la puerta. Con un dedo flotando sobre "16", dudó.

    Tim cerró los ojos. ¿Qué diablos creía que estaba haciendo?

    Sintió que el ascensor comenzaba a subir por sí solo y notó que alguien debía de haberlo llamado desde otra planta. Tim golpeó 16, pero ahora el botón no quería iluminarse.

    "¡No, no, no!"

    Cuando el ascensor por fin se detuvo, Tim estaba en la planta 18. Las puertas se deslizaron para abrirse y él vio a su jefe.

    "¿Y bien?" preguntó el jefe con un molesto vistazo a un Rolex dorado. "¿De vuelta al trabajo entonces?"

    "¡Lo dejo!"

    Tim estaba casi tan sorprendido como su jefe.

    "¿Disculpa?"

    De repente, Tim se sentía bien. Muy bien.

    "Odio mi trabajo y es terrible trabajar para usted", declaró Tim con un dedo en la cara del jefe. "Considere esto mi aviso de dos semanas. ¡Y voy a tomarme el resto del día libre!"

    Tim tocó "16" y las puertas se cerraron.

    Cuando el ascensor se abrió otra vez, Tim sintió que estaba parado en un mundo completamente nuevo. Alfombras en lugar de azulejos, pinturas en la pared en lugar de fotografías en blanco y negro...

    "¿Puedo ayudarle?" avisó el recepcionista, un chico bien vestido que parecía recién salido de la universidad.

    Tim se alisó el pelo y se aproximó al escritorio. "Um, sí, estoy... estoy buscando a Samantha".

    "¿Apellido?"

    "Um", tartamudeó Tim. "¿La sexy Samantha?"

    El recepcionista asintió. "¿Le está esperando?"

    "Eso sería raro".

    El recepcionista parpadeó varias veces.

    "Por favor", insistió Tim. "Es importante".

    El chico se encogió de hombros y tomó el teléfono. "Hola, Sam..."

    Tim se echó a reír.

    "...hay alguien aquí por ti", continuó el recepcionista. Alzó la vista hacia Tim. "¿Cómo ha dicho que se llamaba usted?"

    “Timothy.”

    El chaval transmitió el nombre y encajó el teléfono en el soporte. "Saldrá enseguida. ¿Por qué no toma asiento?"

    Samantha llegó justo cuando él estaba a punto de sentarse.

    “¿Tim? ¿Qué estás haciendo aquí?"

    "¡Lo he dejado!" exclamó él.

    Ella se rio. "¡Eso es genial! ¿Pero qué haces aquí?"

    “Quiero que vengas conmigo esta noche para celebrarlo. Yo he dejado el empleo, tú has dejado los cigarrillos... ¡Vamos a bailar salsa!"

    Samantha pareció un poco como si le acabaran de quitar el aliento. Tim dio un paso hacia ella y le plantó un besito en los labios. Samantha jadeó, pero luego tiró de él para algo más apasionado.

    Él notó que el recepcionista sonreía como un idiota desde el escritorio.

    Al oído de Samantha, Tim susurró: "Reúnete conmigo en el Rincón de Fumadores".

FIN

    

3. Día de la Invasión

    Después de la cena, el chico salió a contemplar la bolita azul que resplandecía en el sempiterno cielo nocturno. Sostuvo sus brazos en manga larga ajustados en su pecho para evitar el frío, pero la sudadera estaba raída y llena de agujeros. No importaba. El orbe lo cautivaba con su cálido resplandor, sus esponjosos mechones blancos y extraños fragmentos de rompecabezas verdes y marrones.

    Una feliz melodía sacó al chico de su gran fascinación. Cuando él giró para mirar hacia la puerta de su casa, vio a su madre sujetando una tarta marrón con un apretado cúmulo de velas. El orgullo en la expresión de su madre superaba la debilidad en su mandíbula.

    El abuelo salió tras ella cojeando con su bastón, sin cantar pero con una gran sonrisa en el rostro. Ray sabía que no debía tratar de ayudar al anciano; el abuelo era demasiado orgulloso para eso y, de todos modos, poseía una coordinación impresionante del palo y su única pierna. Ray suponía que el abuelo había aprendido a ser tan disciplinado por el tiempo de servicio en el ejército.

    "Feliz cumpleaños, Ray", dijo mamá reposando cuidadosamente el plato de la tarta sobre la mesita de aluminio fuera de su eficiencia.

    Ray retiró una silla plegable de plástico de la mesa hasta que el respaldo golpeó la cerca, y luego intentó deslizarse cuidadosamente sobre el asiento. Se estaba tan apretado como exprimido para los demás. Mamá tuvo que ayudar al abuelo, a pesar de las protestas de este.

    La tarta era del tamaño de una taza de té y carecía de escarchado, pero Ray aún no podía creer que la estuviera viendo de verdad. Ellos solo recibían suficientes suministros para tres pequeñas comidas al día, y mamá siempre tenía mucho cuidado al medir el mínimo de ingredientes necesarios.

    "He estado apartando un poco de harina y azúcar durante los últimos meses", explicó ella rosadamente. "Quería que tuvieras una verdadera tarta por una vez".

    El abuelo agregó: "Derretimos una de las velas de la mesa para hacer las velitas de cumpleaños".

    Ray cerró los ojos, los abrió y apagó soplando las velas. Tomó un tenedor y pinchó con cautela la sustancia de chocolate. La esponja cedió y él recogió un sustancial trozo hasta la boca. Un glorioso petardo explotó en su cabeza al masticar.

    "¿Es el cumpleaños de Ray, entonces?" una bulliciosa voz llamó desde la valla.

    Mamá sonrió a la barrera como si pudiese ver a través de ella. "¿Es usted, señor Brown?"

    "¡Sí! Recién salido para mi cigarro nocturno".

    Ray nunca lo había visto en persona, pero se imaginaba a su vecino como un hombre rotundo con mejillas rojas.

    Mamá exclamó a la cerca, "¡Estamos celebrando el décimo cumpleaños de Ray!"

    "¡Bueno, y yo!" respondió el señor Brown. "¡Feliz cumpleaños, Ray!"

    Ray fue a por otro bocado de la tarta, pero mamá le lanzó una mirada crítica. Él bajó el tenedor y gritó a todo pulmón: "¡Gracias, señor Brown!"

    El abuelo se volvió hacia Ray y le preguntó: “¡Bueno! ¿Qué has deseado?"

    Mamá pareció horrorizada. "¡Se supone que no tiene que decirlo!"

    El abuelo despachó a su hija con un gesto de la mano. Le guiñó un ojo a Ray. "¿Cómo se supone que vamos hacer realidad el deseo del chico si no nos lo dice?"

    Antes de que ella pudiera responder, Ray dijo: "Bueno, era más una pregunta que un deseo".

    El abuelo sonrió como si lo hubiera sabido desde el principio. Acercó su silla a Ray y le dio una fuerte palmada en la espalda. "¡Bueno! ¿Qué es lo que quiere saber mi chico?"

    Ray señaló el gran orbe azul e hizo la misma pregunta que hacía cada cumpleaños.

    Mamá murmuró una advertencia, pero antes de que ella pudiera negarle una respuesta una vez más, Ray señaló enfáticamente las velas que mostraban dos dígitos enteros de experiencia de vida.

    El abuelo intervino. "Creo que tiene edad suficiente para saber la verdad".

    Con un suspiro, mamá relajó los hombros. "Supongo que tiene que saberlo alguna vez".

    Ray sintió un gran hormigueo que comenzó en el estómago y se abrió paso hasta la garganta para que apenas pudiera hablar, la emoción era tan grande. La bola azul en el cielo había sido durante mucho tiempo el misterio incognoscible, y la vacilación de su familia para hablarle de ella solo le había vuelto más desesperado por desentrañarlo.

    "Bueno, mi chico", comenzó el anciano, "¡Puedo decirte que no es un adorno!"

    Él sonrió hasta que Ray no pudo soportarlo más. El abuelo dio una carcajada. “¡Eso de allá es un planeta! Y fue nuestro hogar".

    Ray miró a su madre para ver si eso era solo otra de las locas historias del abuelo, pero ella asintió con tristeza que era verdad. Él todavía no lo podía creerlo y protestó: "¡Pero nuestro hogar es este! ¡La luna es nuestro hogar!"

    El abuelo lo miró críticamente. “¿Qué, esta prisión? ¿Esta bola gris de polvo?"

    Los brazos del viejo hicieron un barrido exagerado de sus alrededores cercados. Con repentino dolor, Ray vio su hogar como sola otra unidad de acero con un patio, idéntico a todas las otras estructuras estériles bajo la cúpula de vidrio.

    "No, esto no es el hogar", subrayó el abuelo negando con la cabeza. “Cuando yo tenía tu edad, no había casas aquí. De hecho, nadie vivía aquí en absoluto ".

    Ray frunció el ceño. "¿Dónde estabas tú?"

    El abuelo señaló el planeta. "Siempre estás mirando allí arriba maravillado. Bueno, pues antes de que nacieras yo estaba sentado allí, mirando justo hacia aquí ".

    Ray dejó caer con un ruido el tenedor en su plato. La idea de que alguien pudiera vivir de verdad en el orbe azul, que era un planeta con personas como su familia... bueno, él lo había considerado, pero nunca le había parecido una posibilidad real hasta ahora.

    "¿Por qué os fuisteis?" preguntó.

    El abuelo se echó a reír y le dio otra palmada en la espalda. "Nosotros no queríamos".

    Le habló a Ray sobre un lugar donde se podía respirar sin una cúpula ni trajes especiales. Donde lo verde bajo los pies estaba vivo, a diferencia de la imitación de plástico triturado que tenían en la luna. Donde las frutas y verduras salían del suelo, en lugar del interior de una lata de aluminio. Donde el cielo resplandecía en rosa por la mañana, azul durante la tarde y naranja por la noche. Donde el agua caía del cielo y en los meses más fríos se convertía en cristal blando y se apilaba alta en el suelo.

    "No sabíamos lo que teníamos", dijo el abuelo negando con la cabeza avergonzado.

    Describió el fatídico día en que una gran nave blanca atravesó las nubes y trajo visitantes de otro mundo.

    “Recuerdo que me sentí emocionado cuando aparecieron los primeros hombres del espacio. Eran científicos, y trajeron consigo muchos regalos increíbles—era como magia. ¡Superordenadores de bolsillo! ¡Generadores alimentados por la naturaleza! ¡Pequeños cohetes que podrían llevar volando a los hombres al espacio exterior y regresar otra vez! Pensamos que los hombres del espacio podrían ayudar a nuestra gente a avanzar mil años de golpe".

    "¿Y lo hicieron?" preguntó Ray.

    “Prometieron enseñarnos su cultura si les dejábamos quedarse. Y así lo hicimos. Luego, aparecieron más naves desde el lejano mundo de los visitantes. Estas eran más grandes, cada una llena de miles de hombres del espacio. Pronto supimos que su mundo natal se había sobrepoblado. Por lástima, los dejamos entrar también".

    “Fueron amigables por aquel entonces”, dijo mamá. “Recuerdo que cuando una familia de ellos se mudó a nuestro vecindario, celebramos una cena compartida”.

    "¿Una qué?" preguntó Ray tontamente.

    "Es una fiesta donde cada invitado trae comida para compartir".

    Ray hizo una mueca de asco. "¿No era su comida rara?"

    Ella se rio. “Sí, al principio parecía extraña. Tenían salsas con los colores más extraños y carnes sazonadas con las especias más inusuales".

    El abuelo sonrió al recordarlo. "Seguimos volviendo por más".

    "¿Y qué pasó?"

    Él Frunció el ceño. “Al ritmo que llegaban los hombres del espacio, parecía que pronto podrían igualar nuestra población. Teníamos espacio, pero comenzamos a preocuparnos por lo que significaría para nuestra cultura. Entonces, nuestros líderes y sus líderes redactaron un tratado que prometía una coexistencia pacífica en un mundo compartido. Preservaríamos nuestra cultura y ellos podrían preservar la suya. Viviríamos juntos como dos naves espaciales volando lado a lado a través de la galaxia—avanzando juntos hacia el futuro sin desviar al otro del rumbo”.

    Ray se tensó. "¿Pero no funcionó?"

    El abuelo dejó escapar un gran suspiro. “Aprendimos—muy demasiado tarde, que el viejo mundo de los hombres del espacio no solo estaba abarrotado, sino que se estaba muriendo. Y ahora querían el nuestro ".

    "Dijeron que podíamos quedarnos", intervino Mamá.

    “Pero ellos querían hacerse cargo”, dijo el abuelo. "Era nuestro mundo y, sin embargo, nos querían asimilar".

    Ray miró al planeta. Se sintió traicionado por su esplendor. "Pero el tratado..."

    “Ignorado. O los hombres del espacio encontraron significados ocultos entre las palabras para darles la tierra. Al final, el tratado se convirtió en otro trozo de papel en el archivador de alguien". La esquina del labio del abuelo se curvó hacia arriba. “En el quinto aniversario de su llegada, los hombres del espacio tuvieron el descaro de celebrar una celebración. Ellos lo llamaron "El Día del Descubrimiento". Nosotros lo llamamos "El Día de la Invasión".

    Ray apretó los dientes. "¡¿Les dejamos salirse con la suya?!"

    El abuelo lo miró con gravedad. “No, mi chico. El Día de la Invasión fue la gota que colmó el vaso en una serie de insultos. Fuimos a la guerra... pero fue una guerra que nunca podríamos haber ganado".

    Él le dijo que la guerra fue unilateral desde el principio. Los hombres del espacio lucharon con pájaros robóticos gigantes, producidos en masa en fábricas. Como los fénix de acero que escupen fuego desde los cielos, las cosas infernales bombardearon bases militares, puentes y ciudades.

    "Mataron a tantos", se lamentó el abuelo. "Logramos destruir algunos de los robots, pero no llevaban pilotos, por lo que no supuso mucha diferencia".

    "¿Peleó mi papá?" interrumpió Ray, ahogándose con las palabras. Cálidas lágrimas brotaron de los ojos del chico.

    El abuelo asintió. “Tu padre y tu abuela también. Pero lo que nos enfrentamos..."

    "¿Fue así como él...?"

    “No, pero la guerra reclamó a tu abuela. Estábamos peleando lado a lado en una calle de la ciudad cuando la bomba cayó del cielo”. Sacudió la cabeza con tristeza. “Ray, si yo hubiese estado a unos pocos pasos a la izquierda, también habría sido un caído. Pero lo único que consiguieron fue mi pierna. Y así, escapé con vida, pero tuve que quedarme fuera del resto de la guerra. Mientras tu padre y nuestros amigos seguían luchando, yo no podía hacer nada más que yacer en la cama".

    Mamá intervino, "Tu abuelo fue un héroe de guerra".

    El abuelo se echó a reír. “Tu mamá era enfermera y me cuidó mucho. Aún sigue cuidándome muy bien ".

    Ray consideró las persistentes migajas de la tarta en su plato. "¿Qué pasó después de la guerra?"

    El abuelo suspiró profundamente. “Los hombres del espacio empujaron a los que quedaron hacia los rincones más remotos de nuestro mundo. Cuando resultó que aquello no era lo bastante lejos, nos enviaron en cohetes a la luna y otros lugares remotos del planeta. Tus padres y yo evitamos la reubicación por un tiempo, porque algunos de nuestros amigos alienígenas nos acogieron en su ático, pero al final, también ellos nos traicionaron. Terminamos en un carguero hacia la luna ".

    El anciano describió un viaje lento y difícil. “Nos encajonaron por cientos en sus naves de acero, como carne en una lata. Hacía frío y apenas nos dieron nada para comer. Mucha gente enfermó y no logró terminar el viaje ".

    El viejo veterano miró a mamá.

    Sombría, ella asintió. “Ray, tu padre... fue herido en la guerra. Necesitaba atención médica, pero en el carguero no había suministros. Cayó enfermo..."

    La mirada del abuelo se desplomó en la inmaculada mesa. “Los que sobrevivieron al viaje fueron incluidos en esta desalmada reserva construida por los hombres del espacio. Nos mantienen vivos, ¿por qué? ¿Lástima? ¿Culpa? La verdad es que todos somos prisioneros aquí".

    “No hubo nada que pudiéramos hacer”, dijo mamá suavemente.

    “Y ahora no tenemos nada”, dijo el abuelo.

    "Eso no es cierto", dijo Ray, apretando el brazo de su abuelo. "Tenemos a nuestra familia".

    El viejo lo miró sorprendido y su rostro pareció iluminarse con varios tonos. “Chico, eres sabio más allá de tu edad. ¿Cuántos años cumples hoy, por cierto? Cien, ¿verdad?"

    "¡No!" Ray lo miró. "¡Tengo diez!"

    La sonrisa volvió a la cara de mamá también. Ella se levantó y le dio un abrazo. "Hubo un milagro que sucedió en el viaje hacia aquí, ¿sabes?"

    Cuando el abrazo se volvió sofocante, Ray se ahogó desesperadamente, "¡Mamá... para... estás apretando demasiado!"

    Ella le soltó, pero siguió sonriéndole.

    Riéndose, el abuelo se levantó del asiento con su bastón. "¡Bueno! Es hora de dormir para mí ”, dijo comenzando a caminar lentamente hacia la casa. "Puedo contarte más historias otro día".

    "Espera", llamó Ray. "¿Cómo se llama? Nuestro hogar".

    El abuelo no se giró al responder. "Es como dijiste. La luna es nuestro hogar ahora. Estamos juntos donde sea que estemos en casa".

    El viejo desapareció al interior de la casa. Ray se volvió desesperadamente hacia su madre. "Pero... quiero saber cómo llamar al planeta".

    “Nuestra gente no tenía un nombre para él”, dijo ella encogiéndose de hombros. "Cuando llegaron los hombres del espacio, lo llamaron la Tierra, como a su viejo mundo".

FIN

    

4. Ojos de Fuego

    El truco para un etiquetado exitoso es encontrar un punto ciego entre las cámaras. No hay muchos en una estación de monorraíl. Esta—Cementerio—tiene doce cámaras de seguridad colocadas de un extremo al otro del andén, seis a un lado. Las máquinas negras giran en arcos de 180 grados y tardan siete segundos y medio en hacer un giro completo de un lado a otro. Como parada al aire libre, Cementerio presenta el desafío añadido de no tener mucho lienzo con el que trabajar. Hay un montón de vías y no muchas paredes, lo que deja aún menos opciones de lugares para etiquetar.

    Aunque creo que he encontrado un buen lugar. Es una zona de muro de hormigón junto a una máquina de aperitivos. El dispensador de patatas fritas bloquea la cámara localizada arriba y hacia la izquierda. Solo tengo que preocuparme de la cámara de la derecha y esta solo puede verme cuando está girada del todo hacia la izquierda. Oh, sí, y hay unas tres cámaras al otro lado de las vías con una vista también, pero en pocos minutos no serán un gran problema.

    Cementerio es una de las pocas estaciones que todavía tengo que etiquetar. Más o menos estoy aquí solo para tacharla de mi lista. Es una parada forestal bastante alejada de la Capital, pero me figuro que sigue siendo importante porque es un memorial para los veteranos de la Gran Guerra. No sé. Supongo que soy un completacionista.

    Excepto por el soldado de la Guardia que vi abajo, el andén está completamente muerto. Por eso vine aquí tan tarde. Nadie visita un camposanto a medianoche.

    Un zumbido eléctrico. Pongo la mano en la plantilla dentro de la chaqueta y me giro para mirar mi lienzo.

    El tren sisea entrando en la estación a lo largo de la vía de poste blanco, bloqueando perfectamente las cámaras en el andén opuesto. Las puertas se abren deslizando, pero como la estación, el tren está vacío.

    Cuando la cámara a la derecha de mi lugar gira hacia el otro lado, planto de golpe la plantilla en la pared y rocio pintura negra encima de toda ella. Con el regreso del ojo electrónico, me embolso los artículos y me apoyo contra la pared para cubrir la silueta en forma de cabeza que he hecho. Cuando la cámara gira de nuevo, echo mano a una lata roja y agrego ojos ardientes al rostro oscuro.

    El tren emite un timbre de advertencia. Todos a bordo.

    Empujo el rojo dentro del bolsillo del abrigo y esprinto hacia el tren.

    "Cerrando puertas", informa una suave voz femenina.

    Tengo que girar de lado, pero lo logro—encajo justo por la entrada. Dos segundos después, estoy fuera, volviendo rápidamente a la ciudad a ciento sesenta kilómetros por hora. Pronto, la Guardia verá a Ojos de Fuego. Pronto, la Guardia verá mi etiqueta y se dará cuenta de que Ignatius ha estado aquí.

***

    Tengo a mi más importante cliente aún sentado frente a mí. No puedo ponerme cómodo. Quizá sean las velas y el incienso. Odio las iglesias. Voy todas las semanas porque tengo que hacerlo, aunque sé que Dios no aprueba a las personas como yo.

    Esto no es como mi iglesia. Las iglesias en la ciudad son edificios nuevos hechos de vidrio de ángulos escabrosos y frío acero. Dentro son como arenas deportivas, con gente sentada en un gran círculo de gradas alrededor del hombre de Dios. Cuando el sacerdote da el sermón, un primer plano de su rostro se proyecta en un monitor Jumbotrón que cuelga del techo.

    Solo los VIP, como los políticos y los muy ricos, vienen a la Iglesia Principal. Esta iglesia está construida como un castillo con grandes puertas de madera y una torre de piedra. El interior es sombrío y me ha llevado mucho tiempo ajustar la vista. Tuve que pedir una luz solo para ver mi lienzo.

    El Director, mi cliente, está frunciendo el ceño por mi pelo. Hoy está teñido de escarlata, lo cual choca enormemente con el monótono interior de la Iglesia Principal. El sumo sacerdote murmura algo a su asistente, pero lo único que capto es la respuesta: "Dicen que él es el mejor".

    Puede que sea así, pero va a resultar difícil hacer que el Director quede guapo. Es que él no es un anciano muy guapo. El sumo sacerdote tiene la nariz aguileña y ojos como el carbón. Sus mejillas están demacradas y parece ser físicamente incapaz de doblar sus delgados labios en una sonrisa. Considero echar mano a mi bolsa en busca del elefante de peluche que empleo para los retratos de niños pequeños. Probablemente no sea una buena idea.

    Uso un poco el pincel de colorete en la cara del Director para que él parezca más vivo, al menos en la pintura.

    Desearía no tener que aceptar trabajos como este, pero paga las cuentas. También me gustaría saltarme la iglesia y quedarme dormido los domingos, pero tampoco puedo hacer eso. Solo arriesgo mi vida cuando es por algo significativo.

***

    Estoy quitándome la tensión bebiendo en un moderno sofá dentro de un club de rock llamado el León Rojo. Es un gran lugar lleno de humo con un escenario negro al frente y un balcón voladizo que cuelga sobre la parte posterior. Mi chica, Ana, me ha traído aquí para la fiesta de lanzamiento del álbum de... ¿cómo era que se llamaban? No pensé que fueran tan buenos, pero ya sabes, al menos hay alcohol.

    Mi supuesto amiga me dejó solo hace un tiempo, pero eso en realidad ha sido bastante bueno porque me ha dado tiempo para pensar en mi próximo proyecto—ojalá pudiera descubrir cuál debería ser. El caso es que ya nunca sé qué etiquetar a continuación. Estoy empezando a sentir que no quedan lugares en la Capital para pintar al bueno de Ojos de Fuego. A veces incluso lo pinto más de una vez en el mismo lugar porque él tiende a ser pintado encima por la Guardia. Bueno, no la Guardia en realidad—pintores que contratan. O quizá interinos. ¿Tiene la Guardia un programa de interinidad?

    Sí, sí, lo sé—es un buen trabajo lo que estoy haciendo, y el Underground siempre me anima a seguir con ello. Danny, hijo del mismo gran jefe, llama a lo que yo hago "disidente arte callejero". Dice que le hace saber a la gente que se avecina una revolución. Pero no sé, anoche en la estación de tren fue divertido, pero la sensación no duró. Nunca lo hace, ya no. No estoy tan seguro de que yo aún esté suponiendo una gran diferencia. Tal vez lo estaba al principio, pero últimamente solo he estado girando mis ruedas. Quiero decir, ¿hay alguien de verdad que vea mi trabajo como algo más que un prodigio en su viaje a casa? Tal vez ni siquiera lo notan. O lo ven pero no les importa y simplemente se olvidan de ello.

    Lo que tengo que hacer es algo grande, algo por lo que la gente se acuerde de mí, algo...

    "¡Iggy! ¿En serio estás sentado a solas?”

    Ana me mira con desaprobación tras sus gafas de carey. Tiene el brazo alrededor de un chico con una camiseta ajustada que no conozco pero que parece familiar.

    "Yo... conozcas... cantante".

    Hay tanto condenado ruido aquí dentro que voceo en respuesta: "¡¿Qué?!"

    Ana grita: "¡He dicho que quería que conocieras al cantante!"

    Mi colega del Underground rodea al tipo con el brazo, presionando su ondulado cabello negro en el cuello con la curva del codo. El gesto causa una sonrisa tonta en el rostro del tipo.

    Oh, ahora le reconozco. Él estaba en cómo se llamaban, la banda que tocaba antes.

    "Soy Adrian. ¡Gracias por salir!"

    Asumo que Ana quiere tirárselo. Es un alivio, en realidad, porque la última vez que me presentó a alguien, ella intentaba hacer de celestina. Qué desastre.

    Alzo perezosamente el brazo para estrechar la mano del chaval. "Iggy".

    "Vosotros dos sois artistas, en realidad", dice Ana.

    ¿En serio? Ella debería ser más lista y no hablarle sobre el Underground a todo tipo al azar que se encuentra o, lo que es más importante, sobre mí. Ella ve la mala mirada que le lanzo y agrega: "No pasa nada, Iggy, él es guay".

    "¿Tocas música?" pregunta el cantante.

    "No."

    Ana interviene: "Él es un artista callejero".

    Tiene cierta gracia—la mandíbula de Adrian cae literalmente. "Espera... ¿eres Ignatius? ¿El Ignatius?"

    "No es necesario el artículo", respondo con una sonrisa. Supongo que soy algo famoso. ¿O es infame? Siempre me confundo con esas dos.

    "¿Sabes qué sería genial, hombre?" pregunta Adrian.

    Alzo las cejas para mostrar emoción. Ahora me va a sugerir un lugar para etiquetar. Todos lo hacen. Eso me molesta.

    “La Torre del Capitolio, colega. Como, no sé, sube al techo y pínta en el lateral o algo así. ¡Eso sería asesino!"

    Estiro mis labios en la sonrisa más grande que puedo reunir. "¡Lo añadiré a la lista!"

    La conversación se esfuma poco después de eso. Ana agarra el trasero de Adrián y los veo desaparecer dentro de un rincón oscuro. Bien por ellos.

    Pero bueno, sí, necesito pensar en algo grande. Algo que hará que la gente de este país hable.

    Tengo que reírme. Quiero decir, ¿la Torre del Capitolio? ¿En serio? ¡Qué idea más tonta! ¿Cómo iba yo a llegar allí siquiera? Necesitaría llevar identificación falsa, un disfraz... probablemente al menos otro tipo conmigo. Podría preguntarle a Baz. Pintar en el lateral no serviría—la plantilla que normalmente uso sería demasiado pequeña para que nadie lo viera, y llevaría demasiado tiempo hacer algo más grande. Me arrestarían antes de que estuviera a medio terminar.

    Supongo que lo que podría hacer es hacer una pancarta, subir allí arriba y bajarla rodando por un lado. Eso podría ser lo bastante grande. Pero aunque consiguiera llegar al techo y bajar la pancarta, no habría forma de que la Guardia la dejara allí el tiempo suficiente para que alguien la notara.

    Tal vez si conseguía que alguien hiciera fotos... ¿quizá desde otro edificio? Baz podría conocer a algún tipo que pudiera capturar el momento y enviarlo por la Web para que todo el mundo lo viera. ¡Yo sería una leyenda!

    ¿Sabes qué? Cuanto más pienso en ello, mejor idea suena.

***

    "Esta es una idea terrible", me dice Danny por teléfono a la mañana siguiente. "Quiero decir, no me malinterpretes. También es bastante asombroso. Pero te van a arrestar. Incluso puede que te lancen cuando descubran que tú eres el tipo que ha estado etiquetando la ciudad todos estos años".

    Yo estoy escuchando solo a medias. He estado planeando todo el asunto en mi apartamento... básicamente desde que llegué a casa anoche. Llamé a Danny porque necesito que me consiga identificaciones de los trabajadores de mantenimiento del Edificio del Capitolio. Ya llamé a Baz—él se apunta, naturalmente, y también conoce a un fotógrafo. También he encontrado una inmensa hoja de lienzo tamaño propaganda que yo había estado guardando para un día lluvioso. Solo estoy esperando que la pintura se seque sobre el bueno de Ojos de Fuego, y luego estaré bastante preparado.

    "Iggy, ¿me estás oyendo?" me chincha Danny.

    "Ya, ya, podrían pillarme", respondo. “Pero esta va a ser mi mayor obra de todos los tiempos, hombre. Va a ser inmensa. Cuando la gente la vea, se va a volver loca".

    "No sé..."

    "Mira, si no puedes ayudarme, descubriré otra forma, pero voy a hacer este proyecto pase lo que pase. Creo que esta es la manera más segura, pero de verdad... descubriré otra forma".

    Eso lo atrapa y acepta hacer algunas llamadas.

    Honestamente, no me importa si no vuelvo a ver mi apartamento. Mi casa era bastante agradable cuando me mudé, pero ahora hay salpicaduras de pintura por todas partes y huele a productos químicos. Como, en serio, probablemente ya he cortado diez años de mi vida. Al menos.

    "Así que también has liado a Baz en esto, ¿eh?" pregunta Danny.

    "Colega, ese payaso está de psiquiatra".

    Baz es un colaborador frecuente. Es bastante astuto. Se le ocurrió una gran estrofa sobre ese eslogan que la Guardia publica en todas partes, PATRIOTAS SON LOS VERDADEROS / HEREJES SON LOS CONDENADOS. A Baz le gusta tachar las últimas tres palabras con pintura en aerosol para que simplemente se lea, PATRIOTAS SON LOS VERDADEROS HEREJES. Siempre me ha gustado ese efecto sorpresa.

    “¿Y cuándo vais a hacer esto?”

    “No hay tiempo como el presente. Esta noche es la noche".

    Escucho la exasperación en el silencio de Danny. "Es una fecha límite muy apretada la que me estás dando".

    “Lo siento, hombre. Tiene que ser esta noche ".

    Mira, mañana es domingo. Tal vez esta sea una razón tonta para quebrantar la ley, pero si me arrestan esta noche, creo que al menos me libraré de la iglesia. A veces tienes que dar un giro a tu propio lado positivo.

***

    Me había olvidado lo impresionante que se ve de noche la Torre del Capitolio. Rayos de fucsia, ámbar y azul rebotan en el exterior cromado. Es como un cohete de otro mundo listo para despegar hacia el espacio.

    Dios, cómo desearía yo que lo hiciera.

    Admito que el edificio no es el lugar más racional para tratar de etiquetar. Es, después de todo, el hogar del presidente Drake y la sede de la Guardia. Se podría decir que la seguridad es bastante estricta. Sin embargo, tengo un plan.

    Tengo la pancarta envuelta dentro de una gran alfombra. Es bastante pesada; cosa que, para ser honesto, es la razón principal por la que he traído a Baz conmigo. Los dos vestimos polos tostados y gorras de béisbol a juego, el atuendo de los trabajadores de mantenimiento. Entramos directamente por la puerta principal y nos dirigimos a la recepción. Un Guardia al otro lado del escritorio revisa nuestras identificaciones mientras que otro pasa la alfombra por un escáner para verificar si hay armas.

    "¿Es cosa mía", susurra Baz, "o estos dos son idénticos?"

    Sonrío. Toda la Guardia parecen casi iguales. La mayoría son hombres. Todos se afeitan la cabeza hasta un rastrojo y tienen la misma constitución tonificada y musculosa. Y obviamente, todos visten el mismo uniforme azul medianoche. En realidad, las únicas distinciones visuales que obtienes de un Guardia a otro son la raza y la altura. Estas dos revelaciones ocurre que son blanca y de unos dos metros de alto.

    El Guardia de recepción nos da el "todo despejado", y el Guardia del Escáner de Bolsas señala el camino hacia el montacargas de servicio. Baz toma un extremo de la alfombra y la cargamos dentro del ascensor.

    Las puertas se cierran, pero aunque estamos solos no decimos nada. Hay una cámara y no queremos exponernos todavía. Selecciono el nivel más alto del edificio, donde sé que hay una puerta de incendios con acceso a la azotea. La última planta, por supuesto, pertenece al presidente Drake. Pero él está fuera dando un discurso en el Engine Valley así que me figuro que la seguridad será ligera.

    Hay un Guardia viniendo por el pasillo cuando salimos del ascensor con el gran rollo. Nos ojea suspicazmente. Le enseñamos nuestras insignias en un visto y no visto. Baz señala la alfombra y bromea: "Creo que alguien se pasó con la fiesta anoche".

    El Guardia se ríe y sigue adelante. El bueno de Baz. Qué acto de clase.

    Conseguimos salir por la puerta de incendios y yo subo brincando los escalones. No me he sentido así de excitado en años. ¡La emoción ha vuelto!

    La azotea es más oscura de lo que yo pensaba.

    "Ey, ¿quiénes sois vosotros?"

    El extremo naranja brillante de un cigarrillo flota en la oscuridad. Ya hay alguien aquí arriba. Distingo una camisa de cuello blanco, lo que significa que trabaja aquí pero no es un Guardia.

    "Somos de mantenimiento", le digo confiando en que eso sea suficiente.

    Él nos mira fríamente a los ojos, calculando. "No deberías estar en la azotea".

    Cuello Blanco echa mano a su teléfono. Baz deja caer su extremo de la alfombra y todo el peso de esta explota en mis brazos. Mis músculos ceden y dejo caer el rollo al suelo. Cuando levanto la vista, Baz está forcejeando con el otro hombre. Mi colega toma el control del teléfono y le está aporreando en la cabeza con él. Cuello Blanco queda inconsciente.

    Una amenaza menos, pero eso implica que tenemos que actuar rápido. Baz me ayuda a desplegar la alfombra para poder sacar el lienzo. Llevamos la pancarta al extremo este del edificio donde nuestro fotógrafo tendrá una vista.

    Luz ámbar desde abajo me ciega temporalmente, pero no dejo que eso me detenga. Usando un par de ganchos y algo de cuerda, atamos el lienzo al borde de la azotea. Luego lo dejamos caer por el lateral.

    Es un espectáculo. Ojos de Fuego sobre el lateral del Capitolio. Tal como lo habíamos planeado.

    Tres destellos consecutivos desde el rascacielos de la calle de enfrente. ¡Ese es nuestro chico!

    Más luces se encienden detrás de nosotros.

    "¡Manos arriba!" nos ruge un hombre.

    Nos giramos y vemos dos Guardias apuntando pistolas semiautomáticas a nuestros pechos. Levanto los brazos, pero Baz simplemente vocea: "¡Vete al Infierno!"

    Algo explota. No puedo resolver por qué.

    "¡Bastardos!" grita mi compañero.

    Otros dos golpes de trueno y Baz cae. Veo una piscina de pintura carmesí alrededor de su cuerpo inmóvil.

    Es como si mi voz captara lo que ha sucedido antes que mi cerebro. "Oh, Dios", me oigo gemir. "Oh Dios, oh Dios, oh Dios".

    Uno de los soldados da un paso adelante y me pone esposas alrededor de las muñecas.

***

    Tengo mucha sed. Me han metido en una celda de retención hace horas y todavía no me han traído el agua que pedí.

    Sigo en la Torre del Capitolio. La Guardia me trajo al sótano. Yo no sabía que tenían celdas de retención aquí abajo. Creí que podría echar una última mirada al exterior.

    Me pregunto si la gente ya ha visto a Ojos de Fuego. Vi el flash de la cámara, pero ¿salieron las fotos? ¿Cómo descubro eso?

    El fuerte golpeteo de botas contra el hormigón eleva mi atención de mis pies hasta la puerta circular de mi celda. Con un fuerte zumbido y un clic, esta se abre y entran dos Guardias. Uno se acerca a mí mientras el otro bloquea la entrada.

    "Tú eres Ignatius", afirma él.

    Eso me hace sonreír un poco. "Habéis oído hablar de mí, ¿eh?"

    Veo una explosión de luz cuando su palma choca contra mi sien. El dolor punzante llega luego. Estoy gimiendo de nuevo.

    “Por tus crímenes contra la nación, serás lanzado dentro de una hora”.

    ¿Tan rápido? "¿No... no tengo al menos un juicio?"

    El Guardia aprieta los dientes. "Los Herejes no tienen derecho a juicio".

    “¿Y qué hay de Baz? ¡Asesinasteis a mi amigo!"

    "Tu amigo era un Hereje".

***

    Me dejaron pedir una última comida, y un sacerdote se une a mí mientras como. Es joven y tiene una cara amable. No se parece en nada al sacerdote de mi iglesia. Ni siquiera me regaña cuando declino su oferta de oración.

    "¿Ha salido la foto?" Le pregunto ansiosamente.

    Él parece confundido. "¿La foto?"

    “De Ojos de Fuego. De lo que hice en la azotea".

    El sacerdote mira una burbuja de cristal negro en el techo. "Me temo que no sé de qué estás hablando".

    Estoy a la mitad de mi lasaña cuando el Guardia vuelve hasta mi puerta. Es la hora.

    Me llevan a una habitación cuadrada y me hacen quedarme de pie sobre una tarima de madera en medio de un círculo. Hay un equipo de filmación y una mujer en traje de negocios malva practicando enunciados vocales. Uno de los soldados tira de una larga cuerda desde el techo y tensa el lazo alrededor de mi cuello. Deja caer una bolsa negra sobre mi cabeza y el mundo se oscurece.

    La suave y controlada voz de la periodista se filtra a través del lienzo. "Estamos en directo desde el Capitolio, donde un grafitero sinvergüenza está a punto de ser colgado por herejía y traición..."

    Suprimo una carcajada. Grafitero sinvergüenza. Me gusta eso.

    “... se llama Ignatius y es responsable de profanar muchos lugares públicos con graffiti herético. Antes de su captura, la nación fue testigo de la última obra de Ignatius, el ardiente símbolo de los Herejes exhibido sobre el reluciente cuerpo cromado del..."

    La periodista no continúa, y está bastante claro que alguien le ha dicho que se calle. Porque no quieren que ella hable de mi mayor éxito y yo no puedo parar de reír. Mis ojos arden con fuego rojo a través de la máscara de la muerte. ¡Toda la nación ha visto mi obra! Van a recordarme para siem...

FIN

    

5. Una Boda de IntercambioDeVida®

    Los siguientes testimonios de IntercambioDeVida® son ciertos. Sin embargo, algunos nombres se han cambiado para proteger la privacidad de nuestros clientes.

    Suena un poco raro decirlo, pero soy una de esas novias que han dejado plantada en el altar.

    Debo decir de inmediato que no estoy pidiendo lástima. No quiero que nadie sienta pena por mí. Ya ves, no estoy triste. Después de todo, aún así me casé ese día.

    ¿Sabes eso de las bodas cuando la mujer lleva velo y luego, cuando llega delante de la iglesia, el tipo levanta la tela blanca? ¿Por qué hacen eso? ¿Es para asegurarse de que la novia es quien él esperaba? ¿Solía ser eso un gran problema cuando inventaron las ceremonias de boda?

    Bueno, supongo que eso es más o menos lo que me pasó a mí. No noté que nada fuese mal mientras mi padre de ojos brumosos me acompañaba por el pasillo. Mi familia extendida es enorme, y toda la multitud de ellos se convirtieron en paparazzis. Supongo que papá no podía ver a través de las lágrimas y yo, con todas las luces de flash, no pude distinguir la cara de Arnold tampoco.

    No fue hasta que estuvimos frente a frente que noté que no era Arnold quien me esperaba en el altar. El novio era de la misma altura y complexión que Arnold. Tenía el mismo cabello castaño gelificado. Incluso parecía llevar el traje de boda de Arnold. Pero quiero decir, mira, yo no soy estúpida... ese no era Arnold.

    Miré a mi padre en busca de ayuda, pero él estaba ignorante de la situación. También Ricky, el padrino de Arnold. Típico. Ninguno de nuestros invitados dijo nada tampoco—no es que yo pudiera culparles. Arnold y yo apenas habíamos estado saliendo tres semanas antes de que él me propusiera. En realidad yo no había tenido tiempo de presentarle a nadie.

    Mi hermana Gabby, la Dama de Honor, vio la confusión en mi rostro y me tocó con fuerza en el hombro. Su expresión era severa. Afiladamente susurró, "¡Rhonda! ¡Tú sigue con ello!"

    Me volví hacia el Nuevo Arnold, preparada para abofetearlo y sacarlo de allí a rastras. Pero él me dijo que yo estaba preciosa y que me amaba muchísimo, y se me ocurrió que mi Arnold no me había dicho nada así desde el día en que me había propuesto. Así que, cuando el oficiante me preguntó si quería aceptar al Nuevo Arnold como mi legítimamente casado esposo, le dije: "Sí quiero".

    Más tarde esa noche, cuando estábamos solos, perdí la cabeza de verdad. Empecé a gritarle al Nuevo Arnold. Aunque él fue muy amable al respecto. Sin levantar la voz ni una sola vez, el Nuevo Arnold me lo contó todo sobre IntercambioDeVida® y su antigua vida en Miami. Incluso invitó a Gabby y ella me ayudó mucho a calmarme. La querida parecía haber estado llorando también.

    La verdad es que en las últimas semanas yo había estado teniendo dudas. El viejo Arnold había estado distante durante la mayor parte de la planificación de la boda. Y, por la forma en que habíamos estado peleando durante la última semana, casi parecía que me iba a dejar.

    Bueno, supongo que me dejó. Pero el Nuevo Arnold no se va a ninguna parte. Él es un verdadero partido. Es médico pediatra y simplemente ama a los niños. ¡Ah, y se sienta y escucha de verdad cuando yo toco el piano! ¡Debo agregar que no es un novato en la cama tampoco!

    Sé lo que estás pensando. ¿Cómo se puede edificar una relación exitosa sobre una mentira, y mucho menos sobre algo tan importante como la identidad? Pero ya no hay mentiras en nuestra relación. Ha pasado un año y aún seguimos enamorados. Últimamente hemos estado intentado formar una familia. Yo espero que sea chico. La vida parece más fácil cuando eres hombre.

    De modo que, sí, tal vez sea un poquitín raro cómo fueron las cosas. ¡Pero estos son tiempos modernos! ¡Las reglas de nuestros padres ya no se aplican! Al final, yo aún conseguí mi "y vivieron felices para siempre".

    Y todo esto gracias a IntercambioDeVida®.

***

    Le dije a Rhonda que siguiera con ello porque ella se merece algo mejor que Arnold. Que el Viejo Arnold, quiero decir.

    Él no me gustó desde el principio. La primera vez que nos encontramos fue en un almuerzo con solo nosotros tres. No bromeo, lo pillé babeándome sobre los pechos. ¡Fue un milagro que Rhonda no se diera cuenta! Luego, cuando ella fue al baño, él comenzó a flirtear conmigo.

    Se humedeció los labios y dijo: "Bueno, al ser la mayor, tú debes tener más experiencia que tu hermana, ¿eh?

    ¡Sí, de verdad que dijo eso! ¡¿Puedes creerlo?! Bueno, mis sospechas sobre él resultaron ser correctas. Rhonda no lo sabe, pero Arnold la ha engañado en múltiples ocasiones.

    ¡Yo era escéptica sobre IntercambioDeVida®, por supuesto! Rhonda es mi hermana, después de todo, y quiero lo mejor para ella. Cuando Arnold me habló de su plan, me volví balística. Pero luego me mostró el sitio web y, no sé, todo comenzó a tener sentido. Llamé a IntercambioDeVida® y resolvimos todas mis inquietudes. La representante con quien hablé fue muy amable. Ella me explicó pacientemente lo que estaban ofreciendo y cómo funcionaría, y luego me puso en contacto con Ray, el reemplazo de Arnold.

    Bueno, Ray es simplemente un tipo de lo más dulce. Es guapo y tiene una gran carrera como médico de niños. La única razón por la que aún no tenía a nadie es porque es un poco tímido. Yo no pude evitar flirtear un poco con él, pero él me dijo cortésmente que estaba comprometido con Rhonda. Bueno, eso es todo lo que yo necesité escuchar. Quiero decir, él parecía tan perfecto para ella—mucho mejor que ese gilipollas de Arnold.

    Le di mi bendición a Ray y empecé a trabajar en convencer a los amigos de Rhonda y a nuestra familia para que siguieran el intercambio. Esto fue facil. Las cosas se habían movido tan rápido entre Arnold y Rhonda que la mayoría de la familia ni siquiera lo había conocido aún. Además, papá se está poniendo un poco senil, por lo que ni siquiera recordaba haber conocido a Arnold.

    ¿Hubiera yo preferido que Rhonda hubiera cancelado la boda y hubiera comenzado de nuevo? ¡Por supuesto! Pero mi hermana estaba empeñada en casarse, y yo sabía que no habría modo de convencerla de que lo cancelara. Con Ray, ella consigue el marido que se merece y yo tengo la mente tranquila sobre la felicidad de mi hermana. Lo mejor de todo es que no he visto al Viejo Arnold en meses.

    Y todo esto gracias a IntercambioDeVida®.

***

    Conocí a mi verdadero amor en el altar.

    Debo admitir que inicialmente yo era escéptico sobre IntercambioDeVida®. Había probado los servicios de citas antes, pero no había tenido mucha suerte. Ninguna de las mujeres que conocía en Parejas.com era adecuada para mí. Yo buscaba una compañera de vida, pero lo único que todas aquellas mujeres quería hacer era "divertirse".

    Mi carrera solo exacerbaba mi soledad. Me va bastante bien como médico de familia, y el trabajo puede ser bastante gratificante; sin embargo, interactuar diariamente con unidades jóvenes y felices me pesaba muchísimo. Me di cuenta de que si no actuaba pronto, nunca podría conseguir una familia. El tiempo se estaba acabando.

    ¿Qué podía hacer? ¡Incontables veces, he llamado a Eros en mi ayuda, pero en vano! Durante mucho tiempo he sido un tonto, atraído por mujeres más allá de mis logros. Y, sin embargo, yo seguía dispuesto a bajar mis estándares.

    IntercambioDeVida® me atrajo por la simple razón de que no es realmente un servicio de citas. Sí, es un servicio basado en algoritmos de emparejamiento, pero IntercambioDeVida® se esfuerza por más que encontrar el mejor compañero. No, IntercambioDeVida® busca hacer coincidir a sus clientes con la mejor vida posible.

    Arnold me encontró en IntercambioDeVida®. Él trabajaba en un bar en Cleveland—eso no le gustaba mucho. Me lo contó todo sobre su prometida Rhonda y cómo habían saltado al compromiso sin pensarlo. Él estaba teniendo dudas.

    Es extraño describir el modo en que me sentí cuando Arnold describió los detalles de su vida con Rhonda. Todo lo que me contó sobre ella, incluso las cosas que él citó como desventajas, solo sirvieron para aumentar mi entusiasmo por hacer el intercambio. Sí, el momento del intercambio era un poco preocupante, pero yo me sentía preparado para prescindir de todo ese sinsentido de citas y dedicar mi vida a esta mujer de mis sueños.

    Hubo desafíos en el camino. Tuvimos que convencer a Gabby, la hermana de Rhonda. Ella se resistió al inicio, pero cuando le hablé sobre mí y lo que quería para Rhonda, se convirtió en mi mayor aliada.

    Y así llegó el día de nuestra boda. Cuando vi a Rhonda llegar por el pasillo, luciendo absolutamente impresionante con su vestido blanco, supe que yo había tomado la decisión correcta. Ella estaba confundida, naturalmente, pero IntercambioDeVida® había informado a todo el mundo en la boda sobre lo que estaba sucediendo. Para mi gran alivio, Rhonda lo llevó a cabo y me convirtió en el hombre más feliz del mundo.

    La primera prueba de nuestro matrimonio llegó esa noche, cuando creo que realmente hizo clic para Rhonda que el Viejo Arnold nunca volvería. Sin embargo, elegí un camino de paciencia y honestidad. Invité a Gabby y los tres hablamos sobre la situación. No pasó mucho tiempo antes de que Rhonda volviera. Creo que ella llegó a percibir que yo, de hecho, era bastante como una actualización de Arnold 1.0.

    A veces siento pena por él. Él no sabía lo que tenía al estar con Rhonda. Ella es inteligente y cariñosa, y hace todo lo posible para mejorarme el día. ¿Sabías que toca el piano? Arnold debió de haber olvidado decírmelo. Ella es asombrosa. Puedo estar sentado durante horas solo mirando esos dedos ágiles danzar sobre las teclas.

    Queremos formar una familia. Espero que sea una niña. La vida parece más fácil cuando eres una chica.

    Cleveland está bien. Puede que no tenga el clima de Miami, pero mi verdadero amor sabe cómo mantenerme cálido. ¡Ay, no soy más que un poeta aficionado, pero mi bella Rhonda me inspira a poner en tinta las más bellas de las palabras!

    Y todo esto gracias a IntercambioDeVida®.

***

    El caso es que yo iba bastante colocado en esa boda entera. Ni siquiera sabía que él no era Arnold. Quiero decir, ¿por qué no iba a serlo? ¿Qué razón iba a tener yo de ponerme paranoico por algo así? Quiero decir, aparte de las copiosas cantidades de hierba que fumé.

    No sé... ¿es esto tan confuso que no me di cuenta? Para ser honesto, no estoy muy seguro de por qué Arnold me eligió siquiera para ser su padrino en primer lugar. Ni siquiera somos amigos de verdad. Yo trabajo en una tienda de discos y a veces le vendo algunos vinilos muy jugosos. Siempre estamos hablando de música. ¡Tiene buen gusto! Supongo que somos amigos en cierto modo, pero nunca pensé que me pediría que fuese a su boda.

    Quizás por eso consumí toda esa marijuana. Quiero decir, habría ido fumado a cualquier boda, pero me lo fumé todo en esta, de verdad.

    En realidad, ahora que lo pienso, no recuerdo haber conocido a nadie del lado de la boda de Arnold. ¡Eso es bastante confuso!

    De todos modos, terminé pasándolo muy bien en la boda. Me enganché con la Dama de Honor en el baño durante la recepción. Ahora somos como... ¿amigos con derecho a roce? ¡Oh, hombre, esa chica es una diabólica del expolio!

    Pero, no, en realidad yo no sabía nada sobre el intercambio que se estaba realizando. Supongo que eso es un testimonio de lo bueno que es IntercambioDeVida® para hacer coincidir a las personas compatibles que buscan un nuevo comienzo. Para ser totalmente honesto, después de la boda probé el servicio y ya he encontrado algunas posibilidades definitivas para mí. Por primera vez en años tengo esperanzas en mi futuro. Amigo, ¡tal vez hasta deje de fumar!

    Y todo esto gracias a IntercambioDeVida®.

***

    Soy una especie de casamentero si lo piensas.

    Sí, planté a Rhonda en el altar, pero tampoco es que la hubiera abandonado. Encontré a alguien para que me reemplazara antes de irme.

    Las cosas estaban bien al principio con Rhonda. Quiero decir, ella es una chica muy sexy. Tiene unos pechos muy bonitos que me recuerdan a globos hinchables. Me obsesioné tanto con esas aldabas que tenía que casarme con ellas.

    De modo que sí, se lo propuse. Ricky, de la tienda de discos, me advirtió de que no me casara, pero yo no podía evitarlo. La cuestión era que, después de algunas semanas de estar comprometido, me di cuenta de que tenía razón. Es cierto, Rhonda era sexy ahora, pero no iba a ser sexy para siempre. El problema era que no había nada más en ella que me hiciera querer quedarme. Sí, vale, puedo ver que decirlo así es ser un capullo. Bueno, tal vez soy un capullo... pero ese es el asunto más o menos.

    Rhonda merecía algo mejor.

    Así que yo estaba navegando en Internet, buscando porno gratis para ayudarme a escapar de la depresión, cuando vi un enlace para un sitio web llamado IntercambioDeVida®. Nunca había oído hablar de ellos antes, pero el anuncio prometía ayudarme a comenzar de nuevo por completo con una nueva identidad. Eso parecía un poco extraño, pero lo busqué en Google y todas las críticas eran de cuatro o cinco estrellas. Pensé que no tenía mucho que perder, así que introduje la información sobre mí y sobre qué tipo de persona quería ser. Incluso podía decir qué tipo de persona me gustaría que me reemplazara. IntercambioDeVida® utilizó sus algoritmos marca registrada para manejar el emparejamiento. Así fue como conocí a Ray.

    La vida de Ray parecía mucho mejor que la mía, pero el problema era que el chico era pésimo consiguiendo chicas. No era feo ni nada—da un poco de miedo lo mucho que nos parecemos—pero por alguna razón, simplemente él no tenía la habilidad para hacerlo. Antes de Rhonda, creo que probablemente era virgen.

    Le hablé de mi situación. Le ofrecí mostrarle una foto de Rhonda, pero él dijo que primero quería conocer su personalidad. Eso es en gran parte el porqué supe que él sería una buena opción.

    Ah, y esto es algo gracioso. Siempre he odiado mi nombre, había pensado en cambiármelo antes, pero siempre había sido demasiado vago para invertir el esfuerzo. Pero Ray es un nombre totalmente increíble. Y, escucha esto, ¡a Ray le gustaba mucho el nombre de Arnold! ¡Quién se lo iba a figurar!

    La otra cosa que teníamos en común era que ninguno tenía familia. Para mí la familia fue una de esas cosas que después de la secundaria no podía esperar para salir de allí. Estaba un poco preocupado de que Ray no quisiera renunciar a su propia familia por la porquería de la mía, pero resultó que él había crecido en hogares de acogida, por lo que eso no iba a ser un gran cambio para él.

    Yo sabía que iba a tener a bordo a Gabby, la hermana mayor de Rhonda, si esto iba a funcionar. Yo me la había estado zumbando aparte, lo cual pensé que solo podría ayudar a mis posibilidades de convencerla. Le dije que podía venir a Miami después del intercambio y que podríamos estar juntos sin sentirnos culpables por Rhonda. Requirió un poco de trabajo, pero eventualmente Gabby acordó que sería para el beneficio de Rhonda que continuáramos con el intercambio.

    Así, unos días después, finalizamos el trato. IntercambioDeVida® manejó el resto. Yo estaba un poco preocupado por el cambio que ocurría en el día de nuestra verdadera boda, pero Gabby e IntercambioDeVida® subieron al barco a todos los amigos y familiares de Rhonda antes del gran día. Al final, el intercambio fue en realidad una sorpresa para Rhonda.

    Pero ¿sabes?, por lo que he oído, a ellos les va estupendo.

    Gabby me envió un mensaje de texto después de los votos matrimoniales para avisarme que todo había salido sin problemas. Yo le respondí que creía que era mejor que ella no viniera a Miami, luego bloqueé su número en mi teléfono mòvil.

    Así que ahora soy Ray, y él es Arnold. ¡Es una buena sensación! Tengo un empleo como camarero justo en la playa. Al viejo Ray no le estaban pasando muchas cosas, para ser honesto, así que tuve mucha libertad para convertir su vida en la mía. Y déjame decirte, ¡esas chicas de Florida se derriten de calientes! Puedo decirte con certeza que estoy viviendo el sueño.

    Y todo esto gracias a IntercambioDeVida®.

FIN

    

6. Puerta Equivocada

    De una solicitud de título por Janet Lerner durante NaNoWriMo 2019

***

    Oh, Dios mío, esto siempre me pasa en Dallas. La aerolínea solo me da una espera de trasbordo de cincuenta minutos, mi avión aterriza veinte minutos tarde y—por supuesto—mi conexión está en una terminal diferente.

    Estoy posada en el borde del asiento de pasillo, con la mano derecha agarrando el asa de un obeso bolso metido bajo el asiento de delante. Ya he cambiado los tacones por suelas de viaje. Estoy sentada a mitad del pasillo, pero he hecho esto tan a menudo que sé exactamente cuándo esperar que el piloto apague el letrero de los cinturones de seguridad. Estimando que tendré una ventaja de diez segundos, me desabrocho el cinturón, me pongo de pie como un resorte con el bolso en la mano y corro hacia la parte delantera del avión.

    ¡Ding! Los otros pasajeros se levantan detrás de mí.

    Sigue la tormenta fuera—supongo que por eso llegamos tarde. Hubo un relámpago cuando estábamos en el aire. Escuché a un bebé llorar. Yo estaba llorando por dentro porque estaba bastante segura de que perdería mi conexión.

    Solo quiero volver a casa con mis perros. Mi viaje de negocios a Sydney ha sido un éxito, al menos desde el punto de vista de mi cliente, pero este tipo de casos legales siempre me dejan con las manos sintiéndose un poco sucias.

    Por fin la escotilla se abre y yo estoy corriendo por el puente hacia el interior del aeropuerto. Hacer mi conexión no es tan malo en otras ciudades, pero para cambiar terminales en Dallas, tengo que subir a un maldito tram. Incluso moviéndome a un ritmo rápido, me lleva cinco minutos llegar a la parada de Skylink. Paso otros dos minutos deseando que se abran las puertas.

    Hay asientos, pero no tengo tiempo de sentarme. Doblo una mano alrededor de un poste de acero y uso el bolso para mantener el equilibrio mientras el tren se acelera.

    ¿No puede ir esto más rápido? Cuando el tram llega a la Terminal B, solo tengo cinco minutos para llegar hasta mi puerta de embarque.

    Algo en la Terminal B parece diferente. Podría ser solo otra renovación, pero no puedo evitar entrar en pánico. ¿Había oído yo al pregrabado conductor de Skylink anunciar la B? ¿O había estado tan absorta en mi cabeza que me había bajado en la parada equivocada?

    "¿Es esta la Terminal B?" Exclamo a una familia de cuatro con dos niños menores de seis años.

    ¡Ni siquiera se dignan a mirarme! Deben de ser una de esas familias que viven en el campo y piensan que todos en la gran ciudad son asesinos.

    "Que os jodan a vosotros también", me desquito por lo bajo mientras paso.

    Continúo balanceando la cabeza como loca de letrero en letrero para confirmar que estoy en el lugar correcto. Finalmente, mis ojos se posan en la letra B. Es la terminal correcta, gracias a Dios. Pero mi puerta es la treinta y siete, por supuesto, y sé que solo tengo unos minutos, así que subo las rodillas en el aire y vamos, vamos, vamos. Yo solía ​​hacer atletismo cuando creía que podría llegar a ser atleta. Todavía entreno en el gimnasio con la idea de que algún día podría hacer una maratón, pero parece que la mayor parte de mi carrera atlética en el mundo real ocurre en el Aeropuerto Internacional de Dallas-Forth Worth.

    Interrumpo a un gordo que estaba a punto de subir a la pasarela móvil. "¡Fuera de mi puto camino!" Le grito.

    Afortunadamente, todos los demás en la cinta de correr más lenta del mundo se mantienen a la derecha. Yo bajo la cabeza y cargo antes de que alguien tenga alguna maldita idea.

    Pronto, estoy de vuelta sobre la alfombra, contando puertas con números impares en el lado izquierdo del corredor. Veinticinco, veintisiete...

    Uno de esos camioncitos para el viejo y el perezoso intenta entrar en mi carril, como si él ni siquiera me hubiera visto. Me deslizo fuera del camino justo a tiempo.

    Treinta y tres, treinta y cinco...

    Oh, gracias a Dios. Una pequeña turma de apresurados viajeros ​​aún está en la cola para mostrar sus billetes. Probablemente este sea el Grupo de Embarque Z, pero no me importa. Tengo un asiento reservado y lo he logrado.

    "¿Disculpe, señorita?"

    Una mujer me está tocando el hombro. Molesta al ser retenida y no poder unirme a la cola, me dirijo hacia ella y aullo: "¡¿Qué?!"

    La empleada de la aerolínea no se inmuta por mi grito, y hay algo más extraño en ella. Parece una azafata de la década de 1960. No solo el atuendo naranja brillante, sino también el cabello ondulado y las joyas modulares de plástico blanco. Ella no es muy vieja, así que solo puedo asumir que el DFW está haciendo un día de temática retro.

    Compruebo para ver si alguien más está viendo esto, pero nadie está mirando.

    "Me encanta tu estilo", digo un poco más mordiente de lo previsto, "pero no puedo hacer tu encuesta de aeropuerto". Disculpándome, señalo la cola que disminuye rápidamente. "Voy a llegar tarde".

    "No va a llegar tarde", me asegura ella. "Esta no es su puerta".

    Eso yo no puedo ni creerlo. No tengo tiempo para travesuras de aerolíneas, así que le empujo la tarjeta de embarque en la cara y gruño, "Sí, lo es".

    "Puerta equivocada", insiste la miembro del personal, arrancando la tarjeta de embarque de mis dedos y rompiéndola por la mitad.

    "¿Qué estás...?" Le grito. "¡Ese es mi maldito billete!"

    "Ha habido un cambio", dice ella entregándome un documento nuevo. "No va a llegar tarde. Están reteniendo el avión para usted".

    Mi nueva tarjeta de embarque indica no solo una puerta diferente, sino una terminal diferente—y no es una que yo reconozca. "¿Qué demonios? Creí que las terminales aquí no llegaban a la H."

    La empleada se encoge de hombros. "Suba al tram y véalo".

***

    Las últimas personas en mi tram se bajan en la E. Yo me quedo, aunque no veo esa letra, y mucho menos la F o la G, en el mapa de Skylink. En el peor de los casos, me imagino que circularé de vuelta a la Terminal A y luego podré preguntar a alguien de allí sobre lo que hacer.

    El tren está en movimiento de nuevo. Las luces se apagan con un parpadeo. Un chillido se desliza desde mi boca hacia la oscuridad, pero luego los tubos fluorescentes se encienden de nuevo. La voz pregrabada del tram dice: "Terminal H"

    Pensé que era una nueva terminal, pero parece de todo menos moderna. El esquema de color me hace pensar en un helado de naranja de Creamsicle y todo el lugar huele a cigarrillos. Extrañamente, no veo gente, patios de comida ni máquinas expendedoras de auriculares.

    "¡Embarque por la Puerta Uno!" anuncia un raspado intercomunicador por encima de mi cabeza.

    Reviso mi billete. Es mi puerta. Es mi avión.

    Bueno, al menos está cerca esta vez.

    Cuando llego allí, nadie está esperando para embarcar. Ni siquiera hay un representante de la aerolínea para recoger los billetes. Compruebo el exterior por la gran ventana de cristal y veo un avión gigante esperando. La entrada al puente está abierta, así que la cruzo deprisa pensando que no tengo nada que perder.

    El corredor está vacío, pero la escotilla de acero del avión está abierta. Mis piernas ahora se están quejando para que me rinda, pero yo sigo avanzando. He llegado hasta aquí—me lanzaría de cabeza si hay que hacerlo.

    Una azafata me intercepta en la puerta. Tiene el mismo peinado y anticuado sentido de la moda que la dama de la última puerta. De hecho, podría ser la misma mujer.

    "La hemos estado esperando", dice la azafata.

    "Uh, lo siento, pero tu aerolínea se ha equivocado", le digo pasando con un empujón. "Nunca volveré a volar con vosotros de nuevo".

    Es un avión lleno y reconozco a muchos de los pasajeros de mi vuelo anterior. Solo cuando me siento se me ocurre preguntar: "Este es el vuelo a Filadelfia, ¿verdad?"

    "No lo sé", dice el desconcertado hombre en el asiento de ventana. Lo que queda de su cabello muestra un poco de gris. "Solo quisieron decirme que volamos de vuelta a casa".

    Parpadeo hacia él algunas veces. "¿Y casa para ti está en...?"

    “San Luis".

    Con jadeos de disgusto, clavo el dedo en el botón de la azafata del techo.

    La asistente de la aerolínea llega rápidamente. "¿Sí, señorita?"

    "¿Cuál es nuestro destino final?"

    Apagando la luz de ayuda, la empleada dice: "Eso no me compete a mí decidirlo".

    Yo no tengo tiempo para adivinanzas. “¿Adónde va este avión? ¿Filadelfia o..." Gruño. "... San Luis?"

    "A casa"

    Extiendo mis manos con exasperación. "¡¿A casa de quién?!"

    "No se preocupe", dice la asistente. Sus mejillas sonrosadas se alzan en una sonrisa. "El video de seguridad lo explicará todo".

    "Pero..."

    Ella hace un gesto hacia mi cintura. “Por favor, abróchese el cinturón de seguridad. Estamos a punto de despegar ".

    "¿Adónde vamos?" Voceo la pregunta porque ella ya está caminando poderosamente de regreso al frente del avión. "¡Maldita sea, será mejor que alguien me diga adónde vamos!"

    Intento levantarme, pero soy tirada hacia abajo por la cintura. No recuerdo haberme abrochado el cinturón de seguridad, y ahora no puedo encontrar la palanca para abrirlo. "¡¿Qué demonios está pasando aquí?!"

    El avión retumba al salir de la terminal.

    "¿Estaba usted en el vuelo desde Sydney?" pregunta en voz baja al hombre calvo a mi lado.

    "¡Sí!" Digo feliz de aferrarme a cualquier tipo de pista sobre lo que está pasando. "¿Tú también?"

    Él asiente gravemente, como si mi respuesta lo hubiera ayudado a comprender algo profundamente significativo. Se vuelve hacia la ventana salpicada de lluvia y comenta: "Vaya tormenta".

    Sé lo que puedo hacer. Puedo llamar a alguien. A mi hermana, o a mi madre, o al 911...

    Al buscar al tacto mi iPhone dentro del bolso, mi mano pasa por algo áspero. Al sacar el dispositivo jadeo ante una superficie de vidrio llena de grietas. ¿Cuando ha pasado eso? Intento encenderlo, pero la pantalla permanece en negro.

    El televisor cuadrado en el asiento frente a mí se enciende, revelando a un hombre rubio con una camisa de cuello blanco y vaqueros azules.

    "¡Oh, hola, soy Pete!" Tiene acento inglés. "Por su salud y la de sus compañeros de viaje, estoy aquí para informarles sobre algunas de las características de seguridad de este avión. En primer lugar, es posible que haya notado que su cinturón está un poco apretado. Esto se debe a que es importante que no abandone el asiento mientras dure este video de seguridad. Cuando estemos en el aire, el piloto le informará cuándo sea seguro deambular por la cabina".

    Pete sigue repasando algunas reglas estándar más, aunque me doy cuenta de que se salta la parte de salir del avión en caso de accidente. Luego, con un destello de algunos nacarados dientes, dice: "Ahora, es posible que usted ya haya juntado las piezas de todo esto, pero es probable que mucha gente en el avión no lo haya hecho, así que tenga en cuenta sus emociones. Si usted no tiene idea de lo que le voy a decir, respire hondo e intente evitar la tentación de gritar".

    Yo intercambio miradas con el hombre sentado a mi lado. Tiene la cabeza entre las manos.

    "Tú sabes lo que está pasando, ¡¡¿verdad?!!" Le acuso.

    "Aquí viene, entonces", dice el hombre en la televisión. "Usted ha muerto".

    Lo único que puedo hacer es mirar la sonrisa angelical de Pete.

    "Me temo que su avión desde Sydney no llegó a Dallas. Bueno, supongo que llegó, pero no con seguridad, si entiende lo que quiero decir".

    Los motores del avión cobran vida. Estamos acelerando por la pista.

    “¡Pero no tema, todo irá bien! ¡Me complace informar que hay vida en el más allá! Y pronto, si Dios quiere, podrá unirse a mí y a todos sus parientes favoritos en el cielo".

    El avión despega.

    "Su tripulación estará encantada de responder cualquier pregunta que pueda tener", concluye Pete. "¡Nos vemos en las puertas!"

    La tierra se aleja cayendo por mi ventana. Cuando atravesamos una capa de nubes de lluvia hacia las estrellas, mi vecino vuelve a decir: "Vaya tormenta".

***

    Es de día cuando la azafata anuncia que hemos llegado a nuestro destino. No puedo decir que el avión aterriza porque, bueno, todavía estamos en el cielo. Nos chocamos contra una espesa nube blanca como un hidroavión chapoteando en el océano.

    Curiosamente, me siento tranquila. He tenido algunas horas para procesar el video de seguridad. Además, los asistentes de vuelo han hecho una sesión de preguntas y respuestas que ha sido súper informativa.

    A diferencia de la Tierra, no se tarda una eternidad en descargar el avión. Dejamos atrás nuestro equipaje y salimos de manera ordenada por la puerta.

    Hace calor aquí, pero hay una brisa agradable. Me recuerda un poco a Sydney.

    Hay una cola para entrar, pero estoy demasiado impresionada por la intrincada verja dorada como para importarme la espera. Por primera vez en mucho tiempo, no tengo prisa. Todo el mundo parece estar de buen humor. Me recuerda a los primeros cinco minutos en la cola de espera para un nuevo iPhone.

    Pete del video de seguridad me está esperando en la recepción. "Bienvenida al cielo", dice el santo. Hace una fotografía mía con una cámara antigua y pulsa algo en un blanquecino teclado de ordenador.

    Le devuelvo la enorme sonrisa ansiosa por experimentar la próxima etapa de la existencia. Tiene que ser mejor que mi mierdecilla de vida.

    La sonrisa de Pete se desvanece cuando lee la pantalla. Chasquea la lengua contra los dientes y me mira sin decir una palabra.

    "¿Y ahora qué?" Exijo saber. Siento que mi ira en el DFW regresa. "¡Dime, maldita sea!"

    El ángel suspira. "Puerta equivocada, me temo".

    Antes de que pueda presentar una queja, la nube se disipa bajo mis pies... y caigo.

FIN

    Nota del autor: ¡Gracias por leerlo! Antes de que te vayas, me gustaría contarte un poco sobre los orígenes de esta historia. En noviembre de 2019, solicité a los suscriptores de mi boletín electrónico, The Underground, que enviaran ideas de títulos para un relato que yo iba a escribir durante el NaNoWriMo. Janet Lerner de Raanana, Israel, presentó "Puerta Equivocada", explicando que su hija había perdido recientemente una conexión en Alemania después de que alguien la desviara tras revisar su tarjeta de embarque. Únete a mi boletín informativo para obtener más oportunidades divertidas y mantenerte al día con mis escritos.

Novelas de Adam

    The Wanderer and the New West (El Errante y el Nuevo Oeste)

    

    

    Un pícaro vigilante busca la redención en unos Estados Unidos sin ley de un futuro cercano que protege plenamente los derechos de los ciudadanos armados a mantener su posición.

    

    Cuando un tirador conocido como el Errante declara la guerra contra la injusticia en el estado de Arizona, sus acciones violentas atraen la atención de la periodista Rosa Veras, escritora de un subversivo blog sobre el regreso de los Estados Unidos al Salvaje Oeste.

    

    Nominado en Kirkus Reviews‘ para los Mejores Libros de 2018, The Wanderer and the New West ganó el oro ese año como Distopía en los Readers’ Favorite Awards (Premios Favorito de los Lectores) y fue la mejor Ficción Western en los National Indie Excellence Awards (Premios Excelencia Indie Nacional).

    

    Disponible (en idioma inglés) en eBook, papel and audiolibro. ¡Visita www.whoisthewanderer.com para más información!

    

    We, The Watched (Nosotros, Los Vigilados)

    

    

    Perfora la propaganda del gobierno y evita las cámaras de seguridad en la novela distópica aclamada por Kirkus Reviews como “un pasapáginas del más alto nivel.”

    

    Narrado desde la perspectiva en primera persona de un amnésico, We, The Watched ubica al lector en la piel de Siete mientras este lucha por permanecer desapercibido en una sociedad vigilante.

    

    Siete entra en una distopía donde el gobierno conduce vigilancia en masa y mantiene una lista de Vigilados de sus propios ciudadanos. La Iglesia ha llegado a ser tan poderosa como el Estado, y la gente que resiste son llamados Herejes y enfrentan la ejecución. La amnesia de Siete le da una perspectiva de tábula rasa que le ayuda a ver a través de la propaganda, y él pronto se ve involucrado con un grupo de rebeldes llamados los Underground. Pero este mismo poder perceptivo podría meterle en problemas con la fuerza policial gubernamental conocida como la Guardia.

    

    La críticamente aclamada novela fue una selección SELF-e de Library Journal.

    

    Disponible (en idioma inglés) en eBook y papel. ¡Visita www.wethewatched.com para más información!

    Divided We Fall (Divididos Caemos)

    

    

    La guerra a llegado a casa. La misión ha fracasado. La Agente Eve Parker solo quiere recuperar a Jon.

    

    Eve debe arrestar a su fiancé después de que este haya perdido la memoria y convertido en un revolucionario llamado Siete en una lucha contra el gobierno. No obstante, cuando ella descubre más sobre el plan del presidente para ampliar la vigilancia ciudadana, empieza a cuestionarse quién tiene razón.

    

    Divided We Fall, una secuela de We, The Watched

    

    “La secuela de Bender es una digna presentación sobre la promesa del firme debut de Adam,” dijo Kirkus Reviews. Una novela sobre un intrigante presidente que ofrece una excelente lectura para los amantes de los thrillers o la historia del siglo 21.”

    

    La críticamente aclamada novela fue una selección SELF-e de Library Journal. Amazon y Publishers Weekly honraron el manuscrito como cuarto finalista en los Amazon Breakthrough Novel Awards (Premios de Novela Revelación de Amazon).

    

    Disponible en eBook y papel. ¡Visita www.wethedivided.com para más información.