Créditos

    Habrá Sangre (versión gratuita en español. Prohibida su venta)

    Copyright © 2021 de Sasha McCallum. (Algunos derechos reservados. CC-BY-NC-SA)

    Publicada en Artifacs Libros

    Traducción y Edición: Artifacs, diciembre 2020.

    Diseño de Portada: Sasha McCallum.

___oOo___

    Obra Original: There Will Be Blood

    Copyright © 2017 de Sasha McCallum (Todos los derechos reservados).

    ISBN: 978 1 37 077181 3

    Publicada gratuitamente en Smashwords

Licencia Creative Commons

    Muchísimas gracias a Sasha McCallum por autorizar esta traducción al español y por compartir con el mundo Habrá Sangre bajo Licencia CC-BY-NC-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

    Si quieres hacer una obra derivada, por favor, incluye el texto de la sección de Créditos de este eBook.

Licencia CC-BY-NC-SA

    Esto es un resumen inteligible para humanos (y no un sustituto) de la licencia, disponible en Castellano. Advertencia. Usted es libre de:

    • Compartir: copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato.

    • Adaptar: remezclar, transformar y crear a partir del material.

    • El licenciador no puede revocar estas libertades mientras cumpla con los términos de la licencia.

    • Bajo las condiciones siguientes:

    • Reconocimiento: Debe reconocer adecuadamente la autoría, proporcionar un enlace a la licencia e indicar si se han realizado cambios. Puede hacerlo de cualquier manera razonable, pero no de una manera que sugiera que tiene el apoyo del licenciador o lo recibe por el uso que hace.

    • No Comercial: No puede utilizar el material para una finalidad comercial.

    • Compartir Igual: Si remezcla, transforma o crea a partir del material, deberá difundir sus contribuciones bajo la misma licencia que el original.

    • No hay restricciones adicionales: No puede aplicar términos legales o medidas tecnológicas que legalmente restrinjan realizar aquello que la licencia permite.

Sobre la Autora

    Comencé a escribir en junio de 2017. El plan era escribir cuatro historias, todas siguiendo temas y estilos similares. Debían ser experimentales, para ver de lo que yo era capaz y en qué dirección iría mi mente. Con la tercera historia me desvié un poco del curso, pero eso está bien, fue interesante. Creo que mis próximas cuatro probablemente seguirán más temas de misterio y terror.

    Tal vez.

    No le he mostrado estas historias a nadie antes de publicarlas en Smashwords, por lo que no he tenido aportaciones externas; por lo tanto, se agradecería cualquier comentario.

Contacto con Sasha

    Puedes contactar (en idioma inglés) con Sasha McCallum en: mccallumsasha@gmail.com

Otras Obras

    Todas estas obras son gratuitas y puedes descargarlas en inglés en el perfil de Sasha de Smashwords o en español en Artifacs Libros

___oOo___

    • Cuartos de Baño y Oficinas Psiquiátricas (Bathrooms & Psychiatric Offices, 2017)

    • La Lectora y La Escritora (The Reader & The Writer, 2017)

    • Habrá Sangre (There Will Be Blood, 2017)

    • El Lago (The Lake, 2018)

    • El Arreglo (The Arrangement, 2018)

    • Hija de la Noche (Daughter of Night, 2018)

    • Dijo la Araña (Said the Spider, 2018)

    • Oculi ( 2019)

    • Lugar Bien Feo (Pretty Ugly Place, 2019)

    • Caja de Yesca (Tinderbox, 2020)

_________

Habrá Sangre

por

Sasha McCallum

Capítulo 1: Un Extraño Encuentro

    Debajo del árbol, una imagen. Medio formada y girante en el aire que, de otro modo, sería gris y vacío. Una figura de oscuridad y mi sangre corriendo fría como el hielo mientras yo la observaba. Yo oía un zumbido en los oídos, mi corazón latía rápido y la figura se acercaba, pero no moviéndose, sino creciendo. Pensé en Joseph. ¿Podría esto ser él? El remolino oscuro se retrajo de inmediato y desapareció. No obstante, aquel frío permaneció y la girante oscuridad me había dejado una huella detrás de los ojos. Me estremecí.

    "Tú también lo has visto, ¿cierto?" Dijo la voz de una mujer detrás de mí, y me volví y me encontré con unos líquidos ojos verdes. Yo estaba asustada y aquellos ojos me decían que ella también. Miré atrás al roble en la distancia y no vi nada, pero demoré allí los ojos. "Lo viste, lo sé," repitió la voz detrás de mí, y yo aparté los ojos del árbol. Ella era hermosa, vestida de negro. ¿Estaba ella aquí para un entierro?

    "Vi algo en el aire," balbuceé incapaz de explicarme lógicamente. "No fue nada."

    "Esa nada te asustó," dijo ella con certeza y yo aparté la mirada hacia el árbol de nuevo. No quería pensar en aquello. "Le darás poder si le prestas atención. Usará eso contra ti."

    Fruncí el ceño. No podía comprender lo que ella estaba diciendo.

    "¡Andrea!" La mujer se giró y yo vi a un hombre vestido con similar atuendo oscuro, llamándola y haciéndole señas mientras se dirigía hacia nosotras. "Vamos," dijo él desde una distancia corta. La mujer extendió una mano y me agarró el brazo, enviando una sacudida de pánico a través de mí. Se inclinó hacia mí.

    "No le dejes saber que lo ves," dijo en voz baja y urgente, luego se giró y se alejó andando con el hombre.

    Haley despertó sobresaltada. Estaba bañada en sudor frío. Su teléfono marcaba las 6:18 am. Se levantó de inmediato y entró en la ducha para intentar despejar con agua los sueños. La mujer del cementerio la había asustado... No, no había sido la mujer. Había sido que ella había visto lo mismo que Haley. ¿Era eso posible?

    Estaba cálida y seca después de la ducha, pero eso hacía poco para aliviar la oscuridad de sus pensamientos. Estos tendrían que esperar hasta que su aburrimiento diario los barriera. Sin empleo, los días se extendían ante ella imposiblemente largos y vacíos. Ignoró ampliamente las preocupadas llamadas de familiares y amigos. Se ciñó a un estricto régimen en piloto automático de dieta, ejercicio y meditación en un desesperado intento por evitar pensar y recordar. Tanto excesivo pensar permitiría ideas de autolesión entrar a hurtadillas y eso era inaceptable. No quería terminar en el hospital, no quería empeorar las cosas más de lo que ya estaban. El Dr. Fields le había dicho que si se ceñía a sus planes y hacía lo que le decían, las cosas empezarían a mejorar eventualmente y que la sensación de hundimiento al despertar por la mañana, y que la golpeaba siempre que ella pensaba en Joseph, perdería su poder. Ella lo dudaba, claro, pero la alternativa era la desesperación, la alternativa era sangre y dolor. Sentir lástima de sí misma no era un estado natural para ella, era feo y contraproducente.

    Fue a una cafetería local y leyó. A veces necesitaba la presencia de otras personas, normales y felices, a su alrededor mientras ella permanecía esencialmente sola. Eso era parte de su lenta reintroducción en la sociedad, como ella vagamente hipotetizaba, aunque en secreto pensaba que eso podría ser el único modo de formar parte de la sociedad para siempre. Dudaba que alguna vez quisiera alguna otra cosa más que esto.

    Fue allí donde el destino eligió desviar el curso de su piloto automático. Ella estaba leyendo El Profeta de Kahlil Gibran [1] y este no era particularmente interesante.

    "¿Puedo sentarme aquí?"

    Ella alzó la vista al oír que le habían hablado. Una mujer estaba de pie junto a ella. Haley miró por la cafetería. Las otras mesas estaban ocupadas, por lo que era poco probable que ella o la mujer tuvieran mucha elección al respecto.

    "Sí," dijo mecánicamente y regresó los ojos al libro. Su intento de leer un párrafo se vio frustrado por la sensación de estar siendo observada. Quizá se esperaba que ella le diera conversación a la extraña. Haley descubrió que se esperaban muchas cosas superfluas de ella últimamente. Miró a la mujer; quien, de hecho; la estaba mirando fijamente mientras hundía una bolsita de té en una taza desechable.

    "No me recuerdas, ¿verdad?" dijo la mujer.

    "Perdón," Haley estaba confundida, se estrujó el cerebro y luego, con un largo y prolongado examen de la mujer, los notó. Los ojos verdes del cementerio, el extraño encuentro. "Sí. El cementerio la semana pasada. Tú estuviste allí, dijiste..." Haley entornó los ojos y frunció el ceño.

    "En aquel entonces no," respondió rápidamente la mujer, como si no quisiera pensar en eso tampoco. "Fuimos juntas a la escuela."

    "No," negó Haley con confianza. "No, eso no es cierto. Te habría recordado."

    La mujer la miró de manera muy extraña entonces, como si no estuviera segura de cómo tomarse eso. Pero Haley estaba convencida; esta mujer era absolutamente hermosa, era imposible que hubiera escapado a su radar en la facultad. Haley la observó mientras la mujer fruncía el ceño ante su té. Su cabello era oscuro y su piel pálida como porcelana; sus labios, rosados ​​y carnosos, y esos líquidos ojos verdes destacaban en anillos de delineador negro. Sus ojos no brillaban, no reflejaban nada, eran ese tipo de ojos con tanta profundidad que absorbían cada destello de luz a su alrededor. Dos profundas fosas geotermales. Podría haber salido de la portada de una revista si no fuese por su total falta de esfuerzo en el departamento de ropa. ¿Falta de esfuerzo? Más bien parecía el esfuerzo por parecer menos de lo que era; quizá fuese eso, quizá ella era una de esas personas que llamaban demasiado la atención si se vestía bien y que eso no les gustaba. Haley podía entenderlo, ella misma no había estado haciendo mucho esfuerzo últimamente.

    "Tú también has cambiado," le dijo a Haley como si pudiera leer sus pensamientos. "Has perdido tu sonrisa. La vida no te ha tratado bien."

    "¿Quién eres tú?" Ahora estaba perpleja, la mujer ciertamente parecía conocerla. La mujer se rió en respuesta a esto, una risa algo amargada. Sus dientes eran blancos, pequeños y rectos, sus caninos hundidos más bajos que el resto, haciéndola parecer depredadora. Bebió un sorbo de té e ignoró la pregunta, lo cual enfureció a Haley. Era agradable sentir algo distinto al vacío y el arrepentimiento. La ira era bienvenida aquí. La mujer parecía saber esto, había un alegre desprecio en sus ojos de pronto.

    Haley quedó mirando esos ojos que parecían desafiarla y burlarse de ella al mismo tiempo. Era una extraña sensación, como si le estuvieran mostrando otra realidad, una separada de la inane charla y el olor a café que las rodeaba. Una separada de la oscuridad y el vacío de su existencia.

    Un golpe entonces, fuerte e indeseado. Y a Haley casi se le cayó la taza. Ella giró hacia la ventana y vio a Alison de pie afuera con el puño aún contra el vidrio, mirándola, esperando. ¿Qué estaba ella esperando?, pensó Haley exasperada. ¿No podía ver que estaba ocupada? Pero ¿con qué estaba ocupada? Cuando apartó la vista de la ventana, la mujer que había estado con ella hacía unos segundos había huido mientras ella estaba distraída. ¿Qué demonios? ¿Su taza estaba vacía y fría, y su compañera se había levantado sin más y marchado? Qué maleducada. Salió a grandes zancadas por la puerta y Alison se apresuró hacia ella con un abrazo. Haley buscó en las aceras, confundida, pero la mujer definitivamente se había ido. Otra vez. ¿Se había disociado Haley durante un minuto?

    "Alison, ¿has visto dónde ha ido la mujer que estaba sentada conmigo?" dijo alzando la voz por encima de las impotentes cortesías de su madrastra.

    "No la he visto, cariño, no," se apresuró a decir Alison. "Lamento interrumpirte, pero te vi allí dentro y llevo intentando llamarte desde hace semanas. Pasea conmigo, debo hablar contigo..."

    Haley puso los ojos en blanco y prácticamente fue arrastrada por la calle junto a Alison.

    Llegó a su fría casa vacía más tarde, habiendo logrado librarse con éxito de la excesiva preocupación maternal de Alison. Se sentó a la mesa de la cocina y miró fijamente el refrigerador, probando tímidamente las aguas de sus emociones para ver si estaba en peligro de ellas en el presente. No lo estaba. Era seguro preparar la cena, comer y leer, como dictaba su rutina nocturna.

***

    En una lúgubre tarde de domingo, Haley estaba sentada en la cocina practicando sus técnicas de meditación. Se suponía que estas debían ayudarla a despejar la mente del indeseable desorden. No era algo que ella habría hecho antes, pero ahora necesitaba intentarlo todo, necesitaba creer que funcionaría y, así, se obligó a continuar y, al hacerlo, a veces tenía éxito. Pensó en flotar en el espacio, en la oscuridad, ingrávida y sola, como una incorpórea onda de energía.

    Sonó el timbre de la puerta y ella maldijo, lo ignoró y reentró en su mente. Este sonó otra vez. Y otra. Ella espíó a través de las cortinas de la sala de estar para ver quién era y recordar estar anfadada la próxima vez que lo viera. Pero era un rostro inesperado. La mujer de ojos verdes del cementerio, el extraño encuentro. Haley pensó rápidamente. Ahora era un buen momento para poner a prueba su teoría. Abrió la puerta de la casa y ambas quedaron cara a cara. Los ojos verdes la miraban en silencio, expresión ilegible. Ella parecía bastante sólida.

    Haley extendió la mano, agarró a la mujer por el hombro y la mandíbula descendió. Haley subió la otra mano y le tocó rudamente la piel de la mandíbula a la mujer, pinchándola con el dedo. La mujer pareció sorprendida y un poco confundida por el gesto, luego apartó la mano de Haley con el ceño fruncido.

    "Eres real," dijo Haley y el ceño de la mujer se convirtió en diversión.

    "Pues claro que soy real. ¿Qué pensabas?"

    "En el cementerio..." Tartamudeó Haley, "Y luego el otro día. Desapareciste sin más." No sabía lo que estaba intentando decir. Ahora le resultaba obvio que su idea de haber podido crear a la mujer en su imaginación era ridícula y se sintió como una idiota. "No paras de desaparecer. Y eres completamente rara," intentó explicarse sin éxito.

    "¿Soy rara? Tú eres quien se distrajo conmigo el otro día. No sé lo que está pasando, pero es obvio que algo va mal."

    "¡Tú no sabes nada sobre mi!" dijo Haley a la defensiva y luego miró a su alrededor con irritación. "¿Qué quieres? ¿Por qué estás en mi puerta?" Ella espió hacia la calle afuera, estaba lloviendo a cántaros y la mujer en su puerta goteaba, hechizándola con los ojos. "Entra," dijo finalmente.

    "¿Te estoy molestando?" preguntó siguiendo a Haley a la cocina. Haley gesticuló por la habitación vacía.

    "Como puedes ver, estoy completamente sola." Observó cómo la mujer se sentaba en una silla antes de entregarle una toalla. Se le ocurrieron muchas preguntas que hacer; ¿Cómo sabía dónde vivía? ¿Quién era? ¿Qué estaba haciendo aquí? Pero se quedó impasiblemente sentada, mirando mientras la mujer se secaba la cara y el pelo con una toalla.

    "¿Porque estás sola?" preguntó la mujer por fin.

    "¿Por qué no iba a estarlo? Y ¿no debería ser yo quien hace las preguntas?" Ella aún estaba a la defensiva, pero ¿no tenía derecho a estarlo? Era muy extraño que ella apareciera allí después de esa extraña escena en el cementerio. De nuevo, como si ella pudiera leerle la mente, la mujer habló.

    "Mi nombre es Andrea. Esta era la casa de tu madre, no creí que aún estuvieras aquí, pero aquí estás."

    "¿Aún estar aquí? No he estado aquí en años. ¿Cómo sabes que esta era la casa de mi madre? ¿Quién eres tú?"

    "Ya te lo dije, fuimos juntas a la escuela."

    "Y ya te lo dije yo, ni hablar. Tú no estabas en Filton, me acordaría de ti." Esa extraña mirada de nuevo.

    "Filton, no. Victoria."

    "Pero eso fue..." Esto no puede ser cierto, pensó Haley. Sintió una onda cerebral, fue a un armario y rebuscó dentro. Por fin encontró algo y lo sacó. El anuario del último año que ella había pasado en la escuela Queen Victoria. Lo lanzó sobre la mesa frente a la mujer. "Demuéstralo," dijo.

    La mujer sonrió leve y burlonamente y tocó el libro con un dedo.

    "¿Tienes el año anterior a este?" Haley lo tenía.

    La mujer hojeó las páginas hasta llegar a una foto de la clase de Haley cuando solo tenía 11 años. Señaló una figura y Haley la estudió. Le vino el recuerdo entonces, lentamente al principio, una pastilla difícil de tragar, y Haley estuvo tentada de mirar alternativamente de la mujer frente a ella a la foto, pero no podía apartar los ojos de la chica en la imagen. La recordaba. Había cambiado mucho, pero ahora era casi difícil de creer que no hubiera reconocido esos ojos de inmediato.

    "Tú has cambiado también. Eres hermosa, Haley, pero oscura. Muy oscura ahora."

    Haley levantó la vista de la imagen y miró a esos penetrantes ojos.

    "Te llamábamos Andi, yo ni siquiera recordaba que tu nombre era Andrea. También desapareciste entonces. ¿Qué te ocurrió?"

    Ella se encogió de hombros.

    "Nos mudamos. ¿Qué te ocurrió a ti? ¿Por qué estás sola? ¿Por qué eres tan oscura? Solías sonreír todo el tiempo."

    "Crecí. Todos crecimos," dijo simplemente.

    Andrea la observaba, esperaba. ¿Qué esperaba de Haley después de todos estos años? ¿Qué queria?

    "Éramos amigas," recordó Haley. "Solías hacerme reír."

    "Solía gustarte reír."

    "Y luego te fuiste sin más. ¿Por qué no me dijiste que te ibas? ¿Por qué no dijiste adiós?"

    Haley no se había percatado hasta ahora de lo resentida que se sentía al respecto, nunca había hablado de ello tampoco en aquel entonces. Ni siquiera con Joseph.

    "Otra vida," movió una desdeñosa mano. "Nos mudábamos un montón. Me dijeron que no insistiera en ello. Aunque yo siempre me acordaba de ti. Cuando te vi en el cementerio, te reconocí de inmediato. Quise hablar contigo, pero luego..." Una sombra cruzó su rostro y Haley supo que lo que ella veía era real.

    "Así que, hubo algo allí. ¿Qué fue?" Miró a los ojos verdes. Silencio y ceño fruncido. "Andrea. ¿Qué era?"

    Los ojos de Andrea dejaron los de Haley y miraron los frascos y paquetes de píldoras sobre la encimera.

    "No sé exactamente lo que es. Una concentración de energía. Malas intenciones, malos recuerdos. No soy una experta. La conciencia y el miedo de ello le dan fuerza y ​​eso no es lo que quieres. ¿Con qué frecuencia lo ves tú?"

    "Lo he visto seis veces. Mayormente no lo veo, solo lo siento. En el cementerio fue la tercera vez. Se fue cuando tú apareciste. ¿Por qué?"

    Andrea negó con la cabeza.

    "No. No fui yo," dijo con certeza. Miró a los paquetes de píldoras otra vez. "Tú perdiste a alguien. Alguien que era muy importante para ti. Tu aflicción es más profunda que la de la mayoría. Tal vez no sea aflicción ya. ¿A quién perdiste?"

    ¿Cómo sabía Andrea estas cosas? Debía de estar suponiendo. Juzgando, por la presencia de Haley en el cementerio, los montones de pastillas sobre la encimera, la oscuridad en los ojos de Haley, su comportamiento. Andi siempre había sido inteligente de niña. Había pocas otras opciones que lo explicaran, aunque fuese brevemente, contempló Haley.

    "Mi hermano Joseph se pegó un tiro hace siete meses," croó Haley. "Éramos mellizos."

    "Lo siento," dijo Andrea en voz baja. "Yo no conocí a Joseph."

    "Bien. No puedo estar con nadie que lo conozca, con nadie que me haga pensar en él."

    "¿Sientes que fue culpa tuya?" preguntó y Haley se sintió mareada.

    "¿Por qué me preguntas eso? Sé que no fue culpa mía," casi chilló.

    "No estoy preguntando lo que sabes, estoy preguntando lo que sientes."

    Haley la miró, intentó que ella bajara la mirada, pero el contacto visual de Andrea y la intención que había tras esta era inquebrantable. Andrea no era tímida, nadie ni nada la disuadía fácilmente, a juicio de Haley. Desvió su propia mirada.

    "¿Quieres saber lo que siento?" miró hierática al espacio entre ellas e intentó respirar de manera uniforme. "Joseph estuvo plagado de problemas toda su vida, siento que fue injusto que él los tuviera todos y yo ninguno. Y ahora que él se ha ido, los demonios no tienen adónde ir excepto dentro de mí. Así que, aquí estoy, y ahora estoy pagando por haber pasado un tiempo tan fácil mientras Joseph estuvo vivo. Y lo único que no dejo de pensar es en que él sintió toda su vida lo que yo estoy sintiendo ahora. Y en las muchas veces que pensé que él era simplemente débil. Yo no lo sabía, no podía haberlo sabido... " se interrumpió con un sollozo.

    Andrea se acercó y se arrodilló en el suelo frente a su silla, puso las manos sobre las de Haley. Eran suaves y cálidas y aún estaban húmedas por la lluvia.

    "Los doctores probablemente te están diciendo que es irracional. La culpa. Pero no es tan simple. Es difícil para una persona razonable no creer en el mal karma," dijo fácilmente. Haley se secó la cara con unos pañuelos de papel y miró a Andrea con los ojos inyectados en sangre.

    "Lo siento," dijo. "No quiero hablar de esto, ni llorar, ni pensar en esto. No sé por qué lo hice. Probablemente deberías irte."

    "¿Quieres que me vaya?"

    "No." Había querido decir que sí, pero el no había salido en su lugar. Andrea regresó a su silla.

    "Me gustaría quedarme. Me gustaría hablar contigo," dijo.

    "¿Sobre qué?" Y Haley vio cómo la boca de Andrea se torcía en una sonrisa poco practicada.

    "Quizá podrías decirme lo que has estado haciendo durante los últimos 15 años. O podría decirte por qué he regresado."

    Haley inhaló y miró el reloj. Eran las 4:15 pm y no le gustaba la perspectiva de terminar el día sola y vacía como siempre. Ponerse al día con una vieja amiga no era con lo que normalmente le gustaría reemplazar el tiempo, pero Andrea era diferente. Antaño había sido inocentemente especial para ella y ahora, por alguna razón, había reaparecido y parecía saber cosas sobre Haley que eran inexplicables.

    "¿Te gustaría una taza de té?" preguntó patéticamente.

    "No."

    "Oh..." Miró a su pañuelo, perdida.

    "Me gustaría un cigarrillo y un gin tonic."

    "Oh..." dijo de nuevo y miró a la otra mujer de arriba abajo. "Estás empapada."

    "Sí. Lo estoy," coincidió Andrea y Haley tomó una decisión.

    "Bueno... Si vas a quedarte un tiempo, no debes quedarte con esa ropa. Puedo ponerla en la secadora."

    "Vale. Gracias."

    "Ven conmigo." Condujo a Andrea a su dormitorio y rebuscó en su armario. "Tú eres de mi talla. Toma, ponte esto."

    Andrea inmediatamente comenzó a desnudarse justo en frente de ella. "Uh..." Haley se dio la vuelta, avergonzada.

    Pero había dos espejos en el dormitorio de Haley y era muy difícil no ver su forma en ropa interior detrás de ella. Se sintió avergonzada por no cerrar los ojos sin más. No debería haber sorpresa alguna de que Andrea no fuese la delgada niña sin forma que una vez conoció. Haley tampoco lo era. Y aún así sus ojos se negaban a cerrarse, Andrea era impresionante.

    De vuelta a la cocina, Haley sirvió cócteles fuertes, los sacó al patio y le ofreció a Andrea un cigarrillo.

    "No podemos fumar dentro de la casa, es irrespetuoso con la memoria de mi madre." Vio como Andrea bebía y fumaba. La ropa que le había prestado Haley le quedaba ridículamente bien. "¿Mejor?"

    "Mm, mucho," cerró los ojos y se reclinó en la tumbona del patio.

    "¿Por qué te vistes así? ¿Como si sacaras toda la ropa de la caridad?"

    "La ropa no es importante," dijo con pereza.

    "¿Lo haces para escapar de la atención no deseada? Podrías ser modelo, Andrea."

    Andrea sonrió misteriosamente.

    "¿Puedes llamarme Andi? Me encantaba eso, nadie excepto tú y tus amigas me llamaba así."

    "Eso parecería raro."

    "Parece raro haber vuelto a la casa de tu madre. Recuerdo haber estado aquí algunas veces. Tu madre siempre fue muy amable conmigo."

    "Ella está muerta ahora. Joseph se mudó a esta casa después de que ella murió. Y ahora él también está muerto." Miró hacia el cielo gris, del que aún caían gruesas gotas más allá del techo de la veranda, pero no había viento ni hacía frío.

    "Dijiste que no has estado aquí en años. ¿Dónde has estado?"

    "Me marché a la Universidad, por supuesto. No volvía a menudo," Haley suspiró. "Luego trabajé en Singapur durante un tiempo. Es extraño mirar atrás, es como mirar a otra persona, a otra vida. Si me hubieran dicho entonces cuánto podrían cambiar las cosas en siete meses, no lo habría creído."

    "¿Qué se siente, haber cambiado tanto en tan poco tiempo?"

    "Siento... Como dijiste, es oscuro estar aquí, pero también es como si me hubiera despertado, empezado a ver las cosas como realmente son."

    Andrea asintió lentamente mirando hacia la lluvia.

    "Eso es bueno, Haley. Tú no te das cuenta aún, pero todo es parte de un proceso mucho más grande. Al final serás una mejor persona," dijo con confianza.

    "¿Por qué hablas de estas cosas abstractas como si fuesen concretas y por qué hablas de mí como si aún me conocieras?" Haley encontraba eso desconcertante.

    "Sí te conozco," se encogió de hombros. "Al menos conozco a la persona en la que te has convertido recientemente. ¿Crees que eres la única en el mundo que experimenta lo que tienes? La gente tantea en la oscuridad que los rodea todos los días. Yo, siempre lo he visto. Lo conocí cuando éramos niñas, y supe entonces que algún día tú también lo verías."

    Haley negó con la cabeza, pero las palabras estaban haciendo algo, haciéndola sentir menos sola. Nadie había entendido nunca dónde estaba su mente en todo momento. Todos pensaban que estaba chiflada y que lo superaría con el tiempo. Andrea extendía una visión diferente, una confiada comprensión muy bienvenida. Y necesaria.

    "¿Por eso puedes ver las formas oscuras también?" le preguntó.

    "Supongo que sí."

    "Si fue la muerte de Joseph lo que inició el cambio en mí, ¿qué fue lo que te hizo a ti verlo?"

    "Esa es una historia mucho más complicada," hizo una pausa. "¿Le has hablado a tus doctores sobre ellas?"

    "Sí. Creen que estoy alucinando."

    "No se lo cuentes," bufó Andrea. "Retira lo que les has dicho, admite que eran alucinaciones. No recuerdo que hayas tenido nunca problemas con mentir o fabricar detalles cuando éramos jóvenes. De hecho, mentías mejor que la mayoría de la gente decía la verdad."

    Haley estaba sorprendida de lo bien que Andrea recordaba las cosas, y cada vez que se refería a los viejos tiempos, estos pasaban por la memoria de Haley con igual viveza, aunque no había pensado en ellos en años y, honestamente, ella había asumido que estos habían desaparecido de sus bancos de memoria por completo. Qué día tan extraño estaba resultando ser.

    "Y luego me convertí en abogada," dijo con nostalgia. "Muy apropiado."

    "Hmm, la ley, para nada es la dirección en la que te hubiera imaginado ir. Política, tal vez, pero ley..." Andrea se estremeció, como si la idea le erizara la piel y Haley sintió la insinuación de una sonrisa empezando a formarse en la boca. Esta usaba músculos que no se habían ejercitado en mucho tiempo y la sensación era incómoda, antinatural. Hayle la retiró rápidamente de la cara antes de que Andrea la notara.

    "No he sido capaz de trabajar en meses. ¿A qué te dedicas tú estos días?" Haley descubrió que no podía imaginar qué carrera podría encajar bien con una persona como la que estaba sentada ante ella.

    "No gran cosa. Viajo, aprendo," dijo simplemente.

    "¿Qué aprendes?"

    "Todo lo que puedo."

    "¿Qué haces para ganar dinero?" Haley frunció el ceño.

    "No tengo dinero. El dinero no es importante."

    "¿Quién era el hombre del cementerio? ¿Tu marido?"

    "No," rió tímidamente. "No estoy casada. Philip es... un conocido."

    "Oh, sí," Haley asintió con complicidad y sintió que otra leve sonrisa asomaba en sus labios antes de que Andrea la mirara y la eliminara rápidamente.

    "Es comprensible que no le recuerdes, supongo. La mente bloquea tantas imposibilidades," dijo.

    ¿Imposibilidades? Si él hubiera sido un niño con ellas, Haley no lo recordaría de todos modos.

    "Esto no es en absoluto lo que estás pensando. Philip es de la familia. Uno de mis primos murió recientemente y tenemos algunas parcelas en este cementerio de aquí. Aunque esa no es la razón principal por la que he vuelto."

    "Así que también has perdido a alguien."

    "Esto no es lo mismo. A mi no me agradaba mi primo, era simplemente sangre." Casi escupió la última palabra y Haley decidió aprovechar la necesidad de cambiar de tema.

    "Háblame de las formas oscuras."

    "No deberíamos hablar de eso."

    Haley frunció el ceño. El viento había comenzado a levantarse y la lluvia empezaba llegar bajo su refugio. Haley la ignoró, necesitaba obtener respuestas mientras tuviera la oportunidad.

    "Eres la única persona que me cree, que cree que son reales, la única persona que también las ha visto," dijo, indispuesta a ocultar su desesperación.

    "Te he dicho todo lo que sé, confía en mí cuando digo que esas cosas no son para prestarles atención. La mejor manera de lidiar con eso es ignorarlas."

    "Si no quieres hablar de eso, ¿por qué estás aquí?" tuvo que levantar la voz por encima del viento.

    "Estoy aquí para verte, por supuesto."

    Un cruce de electricidad iluminó el oscurecido cielo en la distancia y, poco después, llegó un grave retumbar. Haley estaba mesmerizada, observaba con calmada fascinación.

    "Haley. ¡Haley!" Andrea la zarandeó por el hombro. "¿No deberíamos ir adentro?," Señaló hacia las ventanas. "Puedes ver la tormenta desde allí si eso es lo que quieres."

    "Por supuesto," dijo Haley y se levantó. Cuando abrió la puerta corredera del rancho, casi tuvo que convencer a Andrea para que cruzara el umbral. Quizá estaba tan interesada en la repentina violencia del clima como Haley, pensó distraídamente.

    La invitó a sentarse en el sofá y volvió a llenar los vasos. Había silencio dentro, el silbido del elevado viento en los oídos.

    "Si no volviste por el funeral de tu primo, ¿por qué volviste?" preguntó con interés y Andrea pareció pensar profundamente en su respuesta.

    "Los vampiros se emparejan de por vida, ¿sabes?" dijo y Haley arqueó las cejas. Vaya, pensó, de veras Andrea se había convertido en una extraña. Algo antiguo, largo tiempo olvidado, pasó por su mente antes de escapar rápidamente.

    "Eso es interesante," dijo tentada a sonreír de nuevo. Qué extraño, ya son tres sonrisas las que me ha sacado en los últimos 20 minutos, reflexionó. "¿Qué tiene eso que ver con nada?"

    "Volví a encontrar a mi pareja. Estoy cansada de estar sola."

    Haley se rió entonces, fue una carcajada inesperada y alegre, y ella no trató de contenerla. Andrea le sonrió.

    "Aún con el mismo sentido distorsionado del humor. Yo he pensado que podría buscarme una eventualmente," dijo.

    Cuando se hubo calmado, miró a la mujer que tuvo una vez entre sus amigas de la infancia. La vio entonces, tras la belleza y el maquillaje, esa jovencita que la había hecho reír tanto.

    "Yo estuve comprometida," le dijo. "Estuvimos comprometidos durante un año. Cuando Joseph murió, rompí de inmediato." Se sorprendió de que no solo estuviera dispuesta a hablar de esto, sino ansiosa. De pronto quiso contárselo todo a Andrea.

    "Eso es bueno. ¿Por qué dejaste a tu prometido?"

    Haley hizo una doble toma de Andrea. ¿Por qué era bueno esto? Andrea parecía haber sabido todo lo demás, tal vez supiera las razones detrás del repentino abandono de su devoto aspirante a esposo también.

    "Se me abrieron los ojos. Lo vi todo de manera diferente después de eso, especialmente las cosas que se suponía que debían significar más para mí. Me di cuenta de que él no me importaba en absoluto," declaró en voz baja, más como recuerdo a sí misma que para revelar información a Andrea. "De hecho, puede que incluso le haya odiado. Todo fue tan... Es muy difícil de explicar."

    "No tienes que explicarlo. Lo entiendo."

    "¿Cómo es que lo entiendes? ¿Cómo puedes volver a mi vida y parecer que me conoces tan bien?"

    Andrea se rió, no una carcajada del todo divertida, contenía algo parecido a la emoción. Pero su muy molesto hábito de no responder preguntas volvió a entrar en juego.

    "¿A tu hermano no le agradaba tu prometido?" preguntó y Haley quedó perpleja.

    "¿Cómo sabes eso?" Pero claro, supuso que eso no era tan extraño, ya que a Joseph no le agradaba la mayoría de la gente. Pero Andrea nunca había conocido a Joseph, no debería saber estas cosas... ¿O debería?

    "Tu hermano es parte de ti ahora, te guste o no," dijo Andrea casualmente, y dio un sorbo de su bebida mientras miraba los rayos que caían al otro lado de las ventanas.

    Haley estaba en perplejo silencio, pero decidida a no revelar nada a Andrea. Había algo inquietante en su confiada comprensión y algo sospechoso en lo cómoda que se sentía Haley con ella. Ella no debía revelar nada, eso era inequívoco, apenas conocía a la mujer.

    "Pasaste algunas noches aquí cuando éramos jóvenes," dijo con cautela. "Es extraño que nunca hayas conocido a Joseph."

    "Tú hablabas mucho de él. Sentí que lo conocía. Estabas enfadada porque le habían enviado a un internado. Le echabas de menos."

    "¡Así es!" El recuerdo golpeó a Haley. Ella se sentó en silencio, su cerebro se colmó de pronto de ese período particular de su vida. "Cuando éramos pequeños éramos inseparables, nuestro padre pensaba que eso no era saludable, pero no había mucho que nuestros padres pudieran hacer al respecto. Cuando Joseph comenzó a mostrar síntomas anormales, su comportamiento se volvió errático y lo llevaron a ver médicos que dijeron que lo superaría cuando creciera. Tenían una buena razón entonces para mantenernos separados, pensaron que de alguna manera él me infectaría," bufó amargamente. "Le enviaron a un internado, decisión de mi padre. Yo odié a mi padre por eso."

    Andrea la observaba y escuchaba. Quizá ella misma recordaba todo esto, pero solo ahora acababa Haley de recordarlo. Necesitaba expresarlo, hacerlo realidad de nuevo. Andrea parecía entender esto, parecía entenderlo todo. Haley la miró. "Y luego tú estuviste allí. Ese año después de que él se fuese."

    Se acercó y tomó una de las manos de Haley entre las suyas, la examinó con atención.

    "Solías morderte las uñas. Siempre dijiste que querías uñas largas y perfectas. Conseguiste tu deseo."

    "Tienes buena memoria. Especialmente para alguien tan dispuesta a dejar atrás el pasado."

    “No estaba dispuesta, yo era un niña, no tenía elección en el asunto. Y no lo recuerdo bien. Todos los otros lugares en los que vivimos se difuminan entre sí pero me gustaba estar aquí, este lugar destaca en mi memoria. Todas y cada una de sus partes."

    Aún tenía la mano de Haley en la suya. Haley trató de retirarla y Andrea la sujetó con más fuerza. Haley la miró a los ojos y estos le devolvieron la mirada, muy intensa. Andrea se llevó la mano de Haley a la boca y la tocó con los labios. Sus labios estaban fríos, húmedos, le hormigueaba la mano allí donde estos la habían tocado. Entonces Andrea la soltó y le dio la espalda, dejando a Haley desconcertada. La había besado, había sido erótico y, sin embargo, no lo había sido. Ninguna mujer la había besado así, ni en la mano ni en otra parte.

    Andrea estaba hurgando en su bolso.

    "Mira," dijo sacando un objeto del mismo. Era una foto. "¿Te acuerdas?"

    Haley la miró sorprendida. Eran ellas dos, tan jóvenes, tan felices. Despreocupadas. Que Andrea la hubiera guardado todos estos años era algo inesperadamente cálido para el frío corazón de Haley.

    "Yo no era tu única amiga aquí," dijo Hayle estudiando la imagen. "Éramos unas cuantas. ¿Has buscado a alguna de las otras?"

    Andrea despachó la pregunta moviendo la mano.

    "Ellas solo me aceptaban en el grupo por ti. Y yo solo quería estar con ellas por ti."

    Haley consideró esto. Probablemente era cierto, poniéndose de nuevo en el inocente lugar de una niña de 11 años, ella siempre había querido estar con Andi. A menudo se escapaban juntas excluyendo a las demás a propósito. Hayle frunció el ceño entonces. Cuánto la había echado de menos cuando ella se fue. Cuán molesta se había sentido con ella por no haberle dicho adiós.

    "Estás enfadada," dijo Andrea observando su expresión.

    "Sí, estoy enfadada. ¿Ni siquiera pudiste hacer una breve llamada telefónica para explicar lo que había sucedido?"

    "Es bueno que estés enfadada. Significa que te preocupas por mí. Como yo me preocupo por ti. Parece que has bloqueado mucho de lo que pasó por aquel entonces," frunció el ceño. "No había caído en ello. Tendremos que empezar de nuevo, tal vez."

    "¿Crees que puedes venir aquí y empezar justo desde donde lo dejaste?" Haley estaba lívida, era una buena sensación.

    "No," sonrió. "¿Te parezco ignorante? Yo no querría eso de todos modos, es bonito recordarlo, pero ninguna de nosotras somos las mismas. Lo que quiero es algo muy diferente. Cuando te vi en el cementerio supe que yo había tenido razón. Supe lo que quería."

    "¿Quieres que seamos amigas de nuevo?"

    "Algo así."

    "No estoy en una buena posición para las amistades. No estoy bien, quizá en el futuro, cuando esté mejor..."

    "¿Qué hay de esto? Vuelvo a verte de nuevo y si tienes ganas de invitarme a entrar, puedes, si no... Depende de ti. No estás mal, Haley." Ella se levantó del sofá.

    "¿Te vas?" Haley comenzó a entrar en pánico, tal vez había sido demasiado dura, demasiado honesta.

    "Sí. Gracias por dejarme entrar. Gracias por hablar."

    "Bueno," Haley se sintió perdida. No sabía qué pensar de la extraña visita.

    "¿Podrías, por favor, hacer lo que te he dicho?" sus ojos líquidos suplicaron a Haley. "Preséntate a los doctores como si estuvieras bien. Toda esa mierda que te están dando no te va a ayudar. Ellos no pueden ayudarte."

    "¿Qué es lo que me va a ayudar?," Se preguntó en voz alta.

    "¿Y si te dijera que yo puedo ayudarte? ¿Aceptarías mi tipo de ayuda?"

    "Sí," dijo Haley automáticamente. Luego, "¿Qué tipo de ayuda sería esa?"

    Andrea sonrió con picardía, lo cual causó dos cosas en Haley: hizo que se le erizaran los pelos de la nuca y envió una sensación de hormigueo a sus regiones inferiores.

    "Supongo que ya lo averiguarás," dijo casi amenazadoramente y luego ajustó su tono. "¿Me puedes traer la ropa, por favor?"

    Haley pensó rápidamente.

    "Vas a volver, ¿no?" le preguntó.

    "Volveré."

    "Entonces quédate con la mía por ahora, eso podría darte más incentivo para volver."

    Andrea sonrió.

    "De modo que, ¿quieres que vuelva?"

    "Quizá lo quiera. Sí, lo quiero."

    Le entregó a Andrea un paraguas del estante antes de cerrar la puerta tras esta. Descorrió las cortinas de la sala de estar y la observó caminar tranquilamente por la calle bajo la lluvia torrencial y la luz del día. Ella estaba balanceando el paraguas a su lado.

    Haley se sentó a la mesa de la cocina y contempló de nuevo a la figurita de niña de su foto de clase de sexto. Su mente volvió a todos aquellos años atrás.

Capítulo 2: Una Chica Tan Inusual

    Ella me miraba como si yo fuese la única persona en el mundo. Y me contaba historias, historias secretas, historias prohibidas. Me hablaba de oscuridad, de criaturas, de sangre y carne y vida eterna. Hablaba de amor y mentiras, destino y muerte.

    "Los vampiros no son como los humanos. Nuestro amor es eterno."

    Decía estas cosas con tal convicción que yo la creía. Creía que ella sabía sobre esas cosas. Quería creerla, me hablaba de un mundo diferente a aquel en el que yo estaba atrapada.

    "¿No hay aventuras de una noche entonces?" Le preguntaba, pues yo había aprendido recientemente sobre cosas como esta.

    Ella se reía y negaba con la cabeza y yo entraba voluntariamente con ella a nuestro mundo de fantasía. Reentrar en mi áspera realidad; a la vida hogareña sin Joseph cerca, sabiendo que él estaba sufriendo; era difícil. Algo que yo posponía volver a la realidad el mayor tiempo posible. Quizá cualquier alternativa habría funcionado también, pero era Andi quien me proporcionaba lo que yo necesitaba.

    "Una aventura de una noche no es amor," decía ella sabiamente. "Estas ocurren a todas horas, el amor no." Ella entendía tantas cosas que yo aún tenía que aprender.

    "Pero podrías tener un bebé de una aventura de una noche," decía yo, como prueba.

    "Yo no."

    "No, bueno, aún no, somos demasiado jóvenes."

    "Nunca seré capaz de tener un bebé. Yo nací Sangre, no soy capaz."

    Esto me fascinaba, nunca me cansaba de oír sobre ello. Sus historias nunca cambiaban, sin importar desde qué ángulo yo llegara a estas. Ella era una soberbia fantasiosa. Yo me divertía poniéndola a prueba y era testigo de verla pasar las pruebas todas las veces.

    A veces sus cuentos eran truculentos, a menudo me hacían reír. Era por la forma en que los contaba, con total confianza, y por cómo sabía ella que me gustaba el alivio que estos proporcionaban de la realidad, cómica o de otro tipo. Por cómo nos dejaban a nosotras, a nuestro mundo, separadas del de los demás: padres, amigos, maestros. Yo podía incluso olvidarme de Joseph durante un tiempo. Desarrollaba confianza en sus historias, confianza en ella.

    "Un día, cuando las estrellas estén alineadas, las cosas cambiarán. Lo entenderás mejor."

    Durante cinco noches consecutivas después de su reunión con Andrea, Haley soñó con ella, con sus días juntas como niñas. Estos no eran malos sueños, la confundían y abrumaban con su naturaleza, pero eran un bienvenido respiro de sus usuales pesadillas sobre las formas oscuras, y sobre Joseph.

    Sus intentos de meditación se empaparon de sueños lúcidos y memorias de aquel intervalo. Ella no comprendía plenamente cómo habían podido pasar 15 años sin haber pensado en ello y cómo ahora estaba el pasado en todas partes, despierta y dormida. Solo podía imaginar que debía de haber sido ese despreocupado comentario que Andrea había hecho durante su visita del domingo por la tarde: el comentario sobre que los vampiros se emparejan de por vida. En aquel momento, Haley no había entendido conscientemente la referencia, sino que había terminado riendo como siempre. Ahora lo recordaba, todas esas historias, todas esas fantasías que ambas habían compartido hacía tanto tiempo. Aún debían de estar frescas en la mente de Andrea para haber dicho algo así. ¿había notado que Haley no se había acordado? Ella era astuta, lo habría sabido, asintió Haley para sí misma.

    En la sexta noche sucedió algo diferente. Soñó con Andrea como lo era ahora. Adulta, hermosa. Estaba sentada en el sofá de Haley y le besó en la mano. Pero no se detuvo allí, se abrió camino a besos por el brazo de Haley, Haley observaba, aliento contenido. Andrea dejaba un rastro de humedad en el brazo de Haley, le besó en el hombro, en el esternón, en el cuello, en la mandíbula. Lo hacía lenta y sensualmente y, cuando llegó al lado de la boca y pudo sentir el cálido aliento en sus labios, Haley se despertó bruscamente jadeando en busca de oxígeno.

    Había estado conteniendo la respiración y sintió una inmensa decepción por que el sueño hubiera tenido que terminar cuando lo hizo. Cuando recuperó la compostura y yació inmóvil, su patrón de pensamiento regresó a su norma analítica, ella sintió la humedad en su ropa interior y se levantó de inmediato, se metió en la ducha para lavarse la culpa y la conmoción.

    Se contempló en el espejo; aún parecía la misma persona que siempre había sido, pero se sentía completamente diferente. Nunca había pensado sexualmente en una mujer antes, no de ese modo al menos. Nunca había tenido un sueño así y este era solo el último de una serie de enormes cambios que parecían estar teniendo lugar dentro de ella. La mayoría de ellos, reconocía ella, habían sucedido después de la muerte de Joseph, debido a la muerte de Joseph, pero este último era otra cosa. Era todo por Andrea. ¿Por qué la participación de Andrea y Joseph en su vida siempre había sido tan separada pero tan inextricablemente unida? No había modo de saberlo con certeza y tal vez fuese mera coincidencia.

    Andrea había dicho que Joseph era parte de ella ahora. Quizá por eso estaba teniendo sentimientos sexuales por otra mujer. Aunque estaba impactada y un poco incómoda con estos nuevos desarrollos, también se sentía mejor de lo que se había sentido en meses. Las formas oscuras ya no asomaban en su semiconsciencia, y estaba tan distraída por los recuerdos de la infancia que no pensaba en Joseph ni en su dolor, ni en el suyo propio. Ese fue el primer día que dejó de tomar las píldoras y el primer día que empezó a ocultarle toda la verdad a su psiquiatra.

***

    Haley disparó un correo electrónico a Till, quien aún vivía cerca y ahora era oncóloga residente. Dra. Matilda Jepson, aún soltera. Till se alegró de saber de ella y aceptó su oferta de almuerzo sin dudarlo. Ambas habían estado juntas en Filton y habían seguido siendo amigas durante la Universidad, así que su conocimiento de Till era mucho más reciente que el de Andi, pero aún era extraño encontrarse después de tantas cosas que habían ocurrido.

    Parlanchina como siempre, la conversación no era incómoda con Till, aunque ella parecía agotada, presumiblemente por sus largas y exigentes horas de trabajo.

    "¿Cuándo volviste de Asia?"

    "¿Qué?" Haley notó que había estado dispersa de nuevo, lo cual no era bueno. Estaba aquí con un propósito, tendría que permanecer más vigilante.

    "Asia. ¿Qué te trajo de vuelta? ¿Estás trabajando aquí ahora?"

    "No," negó ligeramente con la cabeza para sí misma. "Estoy un poco de año sabático. ¿No sabías que mi hermano murió?" Esta era una parte necesaria de la conversación a la que ya se había resignado al ponerse en contacto con Till.

    "¿Joe? Mierda, Haley, lo siento mucho. No oí nada de eso, no."

    "Suicidio, ya sabes que siempre estuvo chungo de la cabeza."

    Till asintió, como insegura de cómo responder a eso.

    "Tuve el peor de los flechazos por él cuando éramos niños. Esa es la única razón por la que le recuerdo tan bien." Miró con cautela a Haley. "¿Cómo estás tú? ¿Lo estás afrontando bien?"

    "Aún estoy aquí, lo estoy intentando," se encogió de hombros, ansiosa por cambiar el ánimo. "¿Te acuerdas en la escuela Queen Vic de una chica que solía pasar el rato con nosotras durante un tiempo allí: cabello oscuro, ojos verdes, muy bonita. Se llamaba Andi."

    "Claro que recuerdo a Andi," dijo rápidamente y Haley exhaló un silencioso suspiro de alivio.

    Ella era real, entonces. Demasiado de la realidad de Haley había sido puesto en duda ültimamente.

    "Vosotras dos érais tan jodidamente irritantes juntas," continuó Till. "Siempre con vuestras miradas secretas, vuestros susurros y vuestras bromas privadas," soltó una risita. "El resto de nosotras estábamos cabreadas por vuestro exclusivo pequeño club de dos y quedamos condenamente aliviadas cuando ella no apareció al año siguiente. Niños, ¿eh? Más veletas que el demonio. ¿Por qué preguntas por ella?"

    "Vino a verme recientemente."

    "Y una mierda. ¿Andi?... Guao, ¿qué pinta tiene ahora? ¿Por qué hizo contacto?"

    "¿Sabías que su nombre era Andrea?"

    "Sí, creo recordar eso vagamente. ¿Y? ¿Cómo es ella?"

    "Bueno, quiero decir, es hermosa y bastante extraña," dijo Haley honestamente.

    "Vaya novedad," rió Till.

    "Aún sin hablarnos durante todo este tiempo, estuvo bien verla de nuevo, no parecía la extraña que debería haber sido. Aunque yo no sabía casi nada sobre quién es ella ahora. Tal vez porque no ha cambiado mucho. No lo sé." Haley sintió que estaba usando a Till como caja de resonancia para su propia confusión.

    Till no parecía darse cuenta ni importarle en absoluto, continuó charlando con Haley sobre los viejos tiempos y Haley se sintió vagar de nuevo. Al menos Till recordaba a Andi, al menos ahora sabía que no era producto de una imaginación hiperactiva o una ruptura psicótica con la realidad. Incluso había recordado lo unidas que habían estado las dos.

    Miró a su alrededor, había mujeres atractivas aquí y le pareció extraño mirarlas con sus nuevos ojos, sabiendo que ahora sentía verdadera atracción por una mujer. Miró al frente hacia su otra amiga de la infancia. Till era bastante bonita, eso seguro. Tenía una mirada inteligente que Haley encontraba atractiva. Pero estas mujeres no inspiraban nada que se acercara a lo que sentía cuando pensaba en Andrea.

    "Me estás mirando muy raro, Haley. ¿Qué está pasando por esa cabeza tuya?" preguntó Till con curiosidad, sacándola de golpe de su ensueño.

    "Perdón." Consideró sus opciones. "¿Alguna vez te has enfrentado a... sentimientos inusuales?"

    Till arqueó las cejas con diversión.

    "A todas horas. Personalmente, me gustan bastante los sentimientos inusuales, los persigo," hizo una pausa y frunció el ceño. "¿Cuáles son estos sentimientos? ¿Tiene esto que ver con Joe?"

    "En realidad, no, no lo creo. Tal vez, uh..."

    "Vamos, escúpelo chica."

    "Es que... Bueno, a Joseph siempre le gustaron las mujeres. Le encantaban las mujeres. Desde que murió siento que algo de él está dentro de mí. Su depresión, sus problemas..." Hizo una pausa y observó el ceño fruncido de Till. "Y ahora, bueno, nunca he estado interesada en las mujeres de un modo sexual..." luchó por formular su significado, pero el rostro de Till se convirtió en una sonrisa fácil.

    "Oh, Jesús, Haley, ¿es eso de lo que se trata?"

    "¡No tiene gracia, Till! Todo es tan condenadamente nuevo para mí..."

    "La mayoría de nosotras terminamos acostándonos con una mujer en algún momento u otro, si no lo has hecho, debes de haber sido una de los pocas," dijo poniendo los ojos en blanco.

    "No estoy hablando de sexo."

    "Oh, pero has dicho..." entornó los ojos hacia Haley y sonrió. "Espera un segundo, para el carro... Esto es sobre Andi, ¿no? ¡Cielo santo!"

    Haley bajó la vista hacia las manos. Se sentía como una niña de nuevo, avergonzada y culpable de algo que no debería haber hecho. Till se quedó mirándola con esa sonrisa estúpida en el rostro, finalmente embotada y buscando palabras.

    "¿Te la has follado?" preguntó eventualmente.

    "¡No! Por amor de Cristo, ¿podrías bajar la voz?"

    "¿Por qué?" Till miró a su alrededor encogiéndose de hombros, "A nadie le importa una mierda."

    "A mí me importa una mierda."

    "Oh, vaya, esto se pone cada vez mejor. Es un tema delicado para ti... Y no porque sea una mujer tampoco, sino porque es Andi," concluyó Till y negó con la cabeza hacia Haley. "Vosotras dos siempre fuisteis tan condenadamente exclusivas. Esto es típico."

    "Gracias por el jocoso análisis," dijo Haley irasciblemente. Esto se había vuelto raro y ahora lo único que ella se estaba preguntando era cómo sacarla de ello sin parecer incivilizada ni abrupta.

    "Mira, Haley, si yo fuera tú, estaría más preocupada por los otros aspectos de la personalidad de Joe que pudieran afectarte," afirmó simplemente.

    "¿Así que crees en esas cosas?" Haley estaba sorprendida. "¿En fuerzas oscuras y todo eso?"

    "No lo sé espiritualmente, pero psicológicamente, sí, seguro. Tu hermano gemelo se quitó la vida, sería una gran sorpresa que no estuvieras tú toda jodida de la cabeza por eso."

    Haley pudo ver que ella no intentaba ser insensible. Till examinaba el rostro de Haley como si buscara pistas de daños, luego su teléfono emitió un pitido y el momento se perdió.

    "De veras tengo que irme corriendo, nena," dijo mirando la pantalla.

    "Sí." Haley quedó silenciosamente agradecida y continuó bebiéndose el café.

    "Lamento de veras escuchar lo de Joe. Sé lo íntimos que érais," le lanzó a Haley una larga mirada, luego se levantó y le puso una mano en el hombro. "Si vuelves a ver a Andi, salúdala de mi parte. Cuídate, Haley, y mantente en contacto esta vez."

    "Lo haré, gracias." Apenas miró a Till mientras esta se iba. Había logrado su objetivo y ahora la molestia de estar en un lugar público y las secuelas de conectarse con alguien que no tenía idea de por lo que ella estaba pasando la estaban haciendo sentir malhumorada. Sintió la presencia de las formas oscuras llamando a su visión periférica. Se terminó el café y comenzó a caminar. El movimiento era a veces la mejor solución. Cambiar de escenario, cambiar de aromas, cambiar de caras. Una multitud de expresiones y fragmentos de conversaciones, voces en calles transitadas.

***

    El día después de su almuerzo con Till, una noche lluviosa y lúgubre, Haley estaba en Internet mirando anuncios de empleo. El timbre la sobresaltó, pero, a diferencia de las semanas anteriores, se levantó para responder de inmediato.

    Se quedó mirando a Andrea durante varios segundos. Su aspecto era diferente hoy, tenía puesto un vestido negro. ¿Otro funeral quizá? Cual fuese la razón, estaba que quitaba el aliento y Haley, recordando sus sueños y pensamientos de los últimos días, no pudo prevenir que un vago sonrojo subiera furtivo por sus mejillas mientras ella la observaba en silencio. El color de su rostro claramente no pasó desapercibido para Andrea, cuyos ojos se abrieron de par en par, aunque la expresión delataba poco.

    "¿Puedo entrar?" le preguntó.

    Sin palabras, Haley dio un paso atrás y permitió a Andrea entrar en su oscuro recibidor.

    Se sentó y cerró su ordenador portátil, se quedó mirando a Andrea, esperando. Preguntas corrían por su nebulosa mente, pero ahora que tenía a Andrea frente a ella era difícil formularlas. El silencio no era incómodo, era más como si cada una de ellas estuviera desafiando a la otra a ser la primera en romperlo. Haley cedió.

    "¿Por qué estás vestida así?"

    "¿No te gusta?"

    "Estás estupenda. ¿Vas a algún lugar especial?"

    "Sí, aquí," le sonrió a Haley, quien enarcó las cejas. "Dijiste que no te gustaba mi ropa."

    "Para nada dije eso." Haley se sintió de pronto avergonzada de sí misma. ¿De verdad había sido tan grosera?"De hecho, encuentro interesante que no sientas la necesidad de impresionar a la gente." Intentó compensar lo que fuese que había dicho, pero no estaba sonando muy bien. "¿Quieres una copa?"

    "Si."

    La mente de Haley iba acelerada. ¿De verdad Andrea se había vestido así solo para ella? Qué encanto. Y sintió el hormigueo de nuevo.

    "Haley."

    "¿Si?" Le entregó un vaso y se sentó.

    "No quiero que te sientas incómoda conmigo. Desearía que no lo hicieras."

    No ayudaba mucho saber eso, estaba incómoda porque sabía tan poco sobre Andrea ahora. Sólo había una forma de remediarlo, pensó Haley.

    "¿Dónde has estado estos últimos 15 años? ¿Dónde vives ahora? ¿Tienes un número de teléfono?" hizo las preguntas apresuradamente, había sentido la necesidad de sacarlas de en medio antes de olvidarlas de nuevo. Andrea le sonrió.

    "¿Quieres mi número de teléfono?" preguntó alegremente. Luego pareció repensar el juego y se lanzó a una diatriba de realidad mientras Haley escuchaba. "Cuando salimos de aquí, fuimos desde Kent hasta Dover. A otros lugares a veces. No vivo en ningún lugar de forma permanente, pero me baso principalmente en la casa de mi abuelo en Gales. He pasado tiempo viajando por Asia y América. Tiendo a evitar Europa cuando no estoy en Gales. Lo siento, no tengo un teléfono en este momento, pero compraré uno si quieres hablar conmigo."

    "Quiero hablar contigo," dijo Haley sin dudarlo. "¿No tienes teléfono? Altamente irregular, Andrea."

    "Sí," sonrió. "Aunque siempre he sido un poco así, ¿no?"

    Sí, lo había sido, pensó Haley. Dios, ella es hermosa.

    "¿Por qué evitas Europa?"

    "Los asiáticos me aburren menos."

    "¿Has pasado algún tiempo en Singapur?"

    "Ninguno, por desgracia. Me gustan Shanghai, Tokio y Hong Kong. Habría sido extraño que nos hubiésemos encontrado de nuevo en Singapur," dijo con nostalgia.

    "Till te dice hola."

    "¿Quién?"

    "Till. Solíais llevaros bien. Pensé que habías dicho que lo recordabas todo de tu época aquí."

    "La misma Haley de siempre, siempre buscando lagunas en las historias. ¿Crees que estoy intentando engañarte?"

    "A veces."

    Andrea asintió como si eso fuese demasiado comprensible.

    "Till sí se acuerda de ti al menos. Bastante bien, de hecho."

    "¿Has estado haciendo los deberes sobre cómo solían ser las cosas?" No esperó una respuesta. "Recuerdo a Till: cabello castaño, ojos azules, un poco más baja y más pesada que nosotras. Inteligente, ingeniosa y celosa de nuestra cercanía. Aunque lo escondía bien, siempre era buena conmigo. Yo la respetaba por eso."

    Si Haley había intentado hacer tropezar a Andrea, estaba fallando, y se alegraba secretamente por ello. Notó que la estaba interrogando, pero si Andrea no quería que se sintiera incómoda, ¿qué otra cosa podía esperar? Haley sospechaba que el conocimiento que tenían la una se la otra era demasiado desigual, quería corregirlo. Aunque en el fondo sabía que no era culpa de Andrea que la memoria de Haley fuera terrible y que ella fuese una persona suspicaz por naturaleza.

    "Dijiste que estás cansada de estar sola," dijo.

    "Lo estoy."

    "¿Por qué no estás con nadie? Podrías encontrar a alguien fácilmente."

    "No es tan simple. Ha habido gente a lo largo de los años, supongo que habrá sido igual contigo. Pero como también sabes, puedes estar con alguien y aún así estar sola. ¿No fue así con tu prometido?" "

    "Supongo que sí," suspiró Haley pesadamente. "Parecíamos perfectos desde fuera, nadie pudo entender por qué rompí con él, y él aún menos. Habríamos formado una pequeña familia tan repugnantemente pintoresca. Eso me daban ganas de vomitar." Haley no pudo evitar el ceño fruncido, pero Andrea al parecer encontró su descripción gratificante. "¿Y qué hubiera pasado si Joseph no hubiera muerto cuando lo hizo? Probablemente yo aún estaría con Kevin. Si me hubiera casado y tuviera un bebé en camino, aún estaría ciega," ponderó.

    "No deberías pensar así. Tu destino está encajando en su sitio, ya era hora. Nunca estuviste ciega, simplemente no estabas preparada para seguir el camino menos transitado. Al menos ahora eres capaz de reconocer el lado positivo, puedes ver que cada cosa terrible puede tener significado, importancia. Tu hermano habría entendido por qué dejaste a tu prometido."

    "Y tú," respondió Haley. "Por alguna razón tú lo entiendes, aunque ya no sabemos casi nada la una de la otra."

    "Superfie, todo superfie y superficial. En el fondo tú y yo siempre nos conoceremos."

    "¿Cómo puede ser eso? Solo compartimos un año juntas cuando éramos muy jóvenes."

    "Nos imprimimos la una a la otra. Es simple y, sin embargo, no es fácil de entender. ¿Recuerdas lo actriz que eras? Siempre fingiendo, siempre mintiendo de una forma u otra. Muy pocas personas conocían tu verdadero yo, creo que tu hermano era uno de ellos, aunque nunca lo presencié de primera mano. Yo era otra. Al principio no sabía por qué elegiste mostrarme quién eras en realidad, pero me sentí honrada de todos modos, te amaba por eso... Y devolví el favor."

    Haley pensó en esto en silencio durante un momento.

    "Me haces parecer una persona terrible," ofreció.

    "¿Eso hago? No es mi intención."

    "¿Por qué querrías ser amiga de una persona así?"

    "No eras una persona terrible en absoluto. Eras una niña que no sabía quién se suponía que era. Probaste todos los personajes diferentes que pudiste, algunos de ellos los usaste para darle a la gente lo que querían, otros para seguir la expectativa, otros para rebelarte contra la expectativa. Te usabas a ti misma y a las reacciones de los demás como sujeto de experimentación. Pero siempre hubo una pequeña parte de ti que permanecía fuera, un observador objetivo de tu propio comportamiento y respuestas a ello. Esa fue la parte que yo tuve el privilegio de llegar a conocer."

    "Entonces era inevitable que las cosas se derrumbaran a mi alrededor. Si mi realidad era de verdad tan delgada."

    "Sí," dijo Andrea con cuidado. "Te sientes perdida ahora porque notas que no tienes idea de quién eres."

    Ella estaba hablando con mucho sentido. No era de extrañar que comprendiera el estado mental de Haley en ese momento, ella lo recordaba todo. Andrea conocía a Haley mejor que ella misma. Era impactante. Y completamente asombroso...

    "¿Por qué resulté ser así?" le preguntó.

    "No lo sé. Pero no deberías pensar de ti mal por eso. Eras la persona más complicada e interesante que he conocido, adulta o niña, y tu falta de dirección y talento para el subterfugio te hace perfectamente válida para... " Andrea no terminó.

    "¿Para qué?"

    "Ser una de nosotros." Bajó la vista a las manos como si en realidad no hubiera querido decir tanto y un sentimiento muy antiguo, pero muy familiar, invadió a Haley.

    "Debo hacerte una pregunta importante," aventuró.

    "Cualquier cosa."

    "Esas historias que solías contarme... sobre chupadores de sangre..." Pero no pudo completar la pregunta, ya no sabía lo que quería preguntar.

    "Estás recordando." Andrea sonrió. "¿Estás asustada?"

    "No."

    "Nunca lo estuviste. Eras especial."

    "Dijiste que tú eras uno. Nacida Sangre."

    "Sí. ¿Qué más recuerdas?"

    "Que sois asesinos," dijo Haley sorprendiéndose incluso a sí misma con su franqueza. "Escogéis a vuestras víctimas con cuidado, seleccionando vidas «indignas». Eso no te hace buena, pero lo hace más fácil." Hizo una pausa y estudió a la mujer en su sofá. "Cuando te conocí, aún no eras una asesina. ¿Puedo asumir que lo eres ahora?"

    "Aún te gustan mis historias," dijo Andrea en voz baja.

    El hecho de que no hubiera respondido a la pregunta no le pasó desapercibido a Haley.

    "Dijiste que algún día lo entendería..." Haley esperó, cautivada por sus ojos.

    "Lo recuerdo." Sus ojos habían adquirido una cualidad emocionada y brillante.

    "Sospecho que tus historias eran ciertas. Que eres lo que decías que eras." Haley se sintió hipnotizada, estaba insegura respecto al contexto de su discusión y ya no sentía una necesidad de definirlo. "Dijiste que los vampiros hacían lo posible para encajar, pero tú no pareces sentir la necesidad."

    "Yo salí diferente a los demás," explicó. "Mi corazón estaba roto, no tenía mucho interés en las cosas. Ellos entendieron eso al final, me permitieron mi individualidad."

    "¿Quiénes son ellos?"

    "Mis mayores. Mi familia."

    "¿Por qué me contaste vuestros secretos? ¿No tenías miedo de lo que te ocurriría?"

    La expresión de Andrea cambió, se oscureció.

    "Sabía que se suponía que no debía hacerlo. Pero tú eras diferente, importante. Siempre lo supe. Lo sentí. E hiciste lo que te pedí, nunca se lo contaste a nadie. Incluso te olvidaste de las historias."

    "Hasta ahora."

    "Así es, hasta ahora. Debo explicarte por qué me fui cuando lo hice. Me oyeron hablar contigo sobre ello. Eso fue inaceptable, después de eso no pudimos quedarnos. Pero valió la pena, quería que lo supieras."

    Haley se sorprendió al escuchar esto. ¿Se habían llevado a Andrea por su culpa? Toda amargura residual que sentía se disipó de inmediato.

    "¿Tienes miedo a la muerte?" le preguntó Andrea inesperadamente, su tono cambió y Haley contempló su respuesta.

    "Sí," respondió al final.

    "¿Por qué?"

    "Tengo miedo de que la oscuridad llegue a engullirlo todo. Será como una pesadilla de la que no pueda despertar. A veces, cuando me despierto, experimento una sensación de hundimiento, pero no es nada en comparación con el alivio que siento cuando despierto de una pesadilla. ¿Y si la muerte implica que la pesadilla simplemente sigue y sigue para siempre? Sin alivio, sin posibilidad de alivio. Al menos, cuando estoy consciente, hay monotonía, hay cierto control."

    Andrea asintió con complicidad.

    "La forma en que hablas ahora. Es tan diferente, me gusta," dijo mirando a Haley. "¿Qué hay del amor?"

    "¿Qué pasa con él?" Haley ladeó la cabeza.

    "¿Le tienes miedo al amor?"

    "La gente que amaba está muerta. El amor y la muerte..." Haley estaba quedando confundida. "Parece que ya no puedo separarlos muy bien. Ojalá pudiera." Miró a Andrea, quien estaba sentada mirándola como si pudiera ver dentro de su mente, verla intentando resolver las cosas. "¿Puedes contarme una de tus historias?"

    "¿Sobre qué te gustaría oír?"

    "Háblame... Háblame de nosotras, de ti y de mí," se descubrió diciendo Haley.

    "Una historia que no ha terminado aún," pensó Andrea cuidadosamente antes de continuar. "Mis experiencias con la mayoría de los lugares en los que vivimos fueron lúgubres. Todas excepto tú. Tú fuiste una brillante luz en mi historia, siempre lo has sido. La gente dice que no puedes enamorarte cuando eres tan joven. Pero yo siempre supe que eras mi alma gemela. Me hice la promesa; todos aquellos años atrás, de que te encontraría de nuevo."

    Solo al oír esto, Haley supo que eso era precisamente lo que quería que Andrea dijera, su corazón estaba latiendo con fuerza en el pecho. Andrea lo decía con tal sinceridad, y aún así Haley sentía la necesidad de una aclaración.

    "¿Eres gay?" le preguntó.

    "¿Gay?" Andrea dio una risita. "Continúas sorprendiéndome. Yo había pensado que habrías tenido más interés en las otras cosas que te había contado que en que yo fuese una mujer." La encaró entonces, confrontativa, confiada. "Mis preferencias sexuales se desarrollaron en algo más específico que el simple lesbianismo."

    "¿Oh?" Haley tragó.

    ¿Por qué estaban hablando de esto? ¿Por qué seguía cuestionándola cuando el apuro por cambiar de tema era tan poderoso? ¿A quién estaba engañando?, quería saber. Quería que Andrea se lo dijera. Quería a Andrea. La plena fuerza del conocimiento la golpeó; ella nunca había querido a nadie así.

    "No tengas miedo, Haley." Su contacto visual no parpadeó. "¿Quieres saber lo que me gusta? ¿En qué pienso por la noche? ¿En qué estoy pensando ahora mismo?"

    Sus ojos estaban clavados en Haley y Haley no podía apartar la mirada por mucho que quisiera. Se sintió siendo arrastrada, despojada y desnuda. Le hormigueaba el cuerpo, el corazón se aceleró y se formó un calor en el limitado espacio entre ambas cuando Andrea se acercó despacio a ella. Andrea puso la mano sobre la de Haley, su tacto era firme. Su rostro estaba tan cerca que las motas amarillas en sus iris eran visibles.

    "¿O debería simplemente mostrártelo?" preguntó y Haley sintió que no podía respirar. "Nunca hubo ninguna otra para mí. Siempre fuiste tú. Te vi ese día en el cementerio y supe que era la hora. Has resultado tan hermosa, tan dañada, y he esperado tanto tiempo para verte mirarme del modo en que lo haces ahora. ¿Es esta la hora? ¿Estás lista para darme lo que quiero?"

    "Yo..." Tartamudeó Haley. Los labios de Andrea estaban casi sobre los suyos. "No lo sé," dijo honestamente y luego observó con decepción cómo Andrea se apartaba de ella. Sin beso. Ella lo había deseado tanto.

    Andrea volvió a sentarse y la mano que había estado sobre la de Haley fue retirada, dejándo a esta fría y desnuda.

    "Tienes que quererlo. Tienes que estar preparada," dijo. Parecía casi desamparada.

    El hechizo estaba roto y Haley estaba confundida y ahora muy consciente de la humedad entre sus piernas.

    "Pero..." Se inclinó hacia Andrea, no podía pensar en las palabras adecuadas para describir cómo se sentía. Andrea volvió a fijar los ojos en los de Haley, pero no extendió su tacto hacia ella de nuevo.

    "No quiero un aventura casual contigo, quiero que estemos juntas, adecuadamente y para siempre. Quiero que te entregues a mí por completo." Sus palabras eran penetrantes y Haley sintió como si tuviera palpitaciones. "Voy a irme ahora, pero volveré. Podemos conmemorar un poco más si eso es lo que quieres. Me gusta pensar en nosotras siendo niñas, aquellos fueron unos tiempos perfectos."

    "Pero si acabas de llegar..." Pero, cuando miró el reloj, habían pasado dos horas desde que había sonado el timbre. ¿Cómo es posible? Se quedó mirando a Andrea, quien se acercó a ella de nuevo.

    La besó entonces. Se inclinó inesperadamente después de que Haley ya hubiese perdido la esperanza. La sorpresa se sumó al placer. Esos labios eran suaves, cálidos, húmedos. Esa lengua serpenteó en su camino entre los labios de Haley y estos se abrieron a esta fácilmente. El beso fue largo y prolongado, la cara de Haley se sonrojó y su cuerpo gritó querer estar más cerca de Andrea, tocarla. Si esto hubiera durado algo más, Haley no habría podido contenerse, pero Andrea se retiró justo antes de que la necesidad de agarrarla se tornara abrumadora. Haley gimió en protesta. Andrea la miró a los ojos y había lujuria en ellos, potente, magnética. Haley se inclinó hacia ella de nuevo, quería esa lujuria, sentirla, no solo verla. Ardía por ella.

    Pero Andrea se levantó y se dirigió a la puerta. Haley estaba conmocionada. Por favor, no te vayas, le rogó en silencio. Andrea sonrió y se lamió los labios con una frase antes de cerrar la puerta tras ella.

    "Que tengas una buena noche, Haley," dijo seductoramente.

    ¿Qué demonios? ¿Qué se suponía que significaba eso?, se preguntó Haley furiosa. Entonces el latido entre sus piernas le habló. Eso significa yo, le dijo. ¡Ella quiere que cuides de mí! Y los ojos de Haley rodaron en blanco cuando el erotismo de la idea la golpeó. Aún podía sentir el calor de la mano de Andrea sobre la suya, podía saborear esa lengua en su boca y sentir esos labios. Sí, ella aliviaría su propia tensión, pero sería la imagen de Andrea lo que llenaría sus fantasías. Poco importaba si Haley estaba interpretando correctamente las palabras de Andrea, el estado al que la había llevado le dejaba poca elección. Ni siquiera logró salir de la sala de estar, se llevó ella misma al clímax allí mismo, en el lugar donde Andrea había estado sentada; fue fácil y prodigioso.

    Más tarde, cuando la presencia de Andrea se disipó, su hechizo se rompió, Haley se volvió cautelosa de nuevo. La culpa y la vergüenza se mezclaron con sus anteriores sentimientos de certeza. No podía decidir si estar disgustada consigo misma o querer más de aquello. ¿Estaba Andrea jugando con ella? Sin duda estaba siendo objeto de provocación, pero ¿estaba cayendo Haley presa de un peor tipo de manipulación? Cuando profundizó en sus propias emociones, descubrió que lo que quería, fundamentalmente, era entregarse a ella como voluntaria víctima sin importar el precio. Esto era nuevo para ella, nunca antes había querido algo así. Si acaso, ella siempre había sido la que se aprovechaba de los demás. Como el modo en que había usado a Kevin, masticado y escupido cuando ella terminaba, con poco pensamiento sobre lo mucho que eso podía haberle herido. Andrea tenía razón, siempre había sido una horrible mentirosa, incluso consigo misma. Había sido un viaje para ella penetrar en sus auténticos sentimientos, y uno que solo había ocurrido desde la muerte de Joseph. ¿Y si ahora estaba recibiendo lo que se merecía? Revancha por todo el dolor que había causado.

    Pero Andrea había hablado de amor. Como solía ella hacer. ¿Podría eso ser cierto? ¿Había vuelto Andrea para reclamar a Haley como suya? Este era un sentimental lado romántico de ella con el que nunca se había sentido en contacto antes, al menos no en la vida adulta, tal vez sí cuando era niña. El concepto de Andrea como su alma gemela hizo que Haley se estremeciera de anhelo, como si ella hubiera estado destinada a ello. No porque Andrea se lo dijera, sino por la sensación dentro de su pecho, dentro de su alma. Esta era una antigua sensación, estaba segura, una que solo ahora estaba resurgiendo. Las cosas habían cambiado y estaban a punto de cambiar mucho, mucho más. Podía sentirlo y lo quería. La cuestión de si Andrea bebía sangre era inmaterial en comparación con el deseo de Haley.

    Había estado tan agitada cuando Andrea se había ido que no había pensado en preguntarle una forma de contactar con ella.

    Bien puede que me esté volviendo loca.

Capítulo 3: Obsesión

    "¿Nunca morirás?" Le pregunté maravillada.

    Andi me sonrió.

    "Nuestros cuerpos se reparan solos más rápido y más completamente, pero eso no significa que no podamos morir. La mayoría de nosotros morimos a propósito, por nuestras propias manos o por las de otra persona. He oído hablar de algunos que murieron por accidente, pero nunca de enfermedad."

    Yo rumié esto en mi pequeña mente.

    "Quieres decir que os quitáis la vida... ¿Por qué harías eso?" Me resultaba difícil de entender.

    "Algunos lo han hecho porque perdieron a su ser querido. Cuando se rompe un vínculo de pareja, puede ser imposible recuperarse de él. Algunos dirían que es nuestra única debilidad, otros creen que es una gran fortaleza."

    "Puedo entender eso como una razón," respondí, pensando en Joseph de repente. "¿Pero por qué otro motivo lo haríais?"

    "Nuestras vidas son muy largas, nos cansamos. Nos cansamos ​​de correr en círculos, el interminable ciclo de destrucción y creación. Perdemos nuestra Pasión. O," me miró fijamente, "nunca logramos encontrarla y perdemos la Esperanza. "

    Me encantaba la forma en que ella hablaba. Entendía palabras y conceptos que eran nuevos para mí. Podía escucharla durante horas, haciéndole una pregunta tras otra. Había ciertas preguntas que ella no podía responder y parecía que le gustaban más esas, la bajaban al mismo nivel que yo y teorizábamos juntas. Pero mayormente, ella tenía respuestas y era paciente conmigo; siempre atenta, siempre generosa.

    Durante días Andrea fue una constante en sus pensamientos. Ella comprendía que Hayle estaba esperando su regreso, quedándose en casa el mayor tiempo posible. La frustración crecía dentro de ella y se sentía irritada por sus propias emociones. ¿Por qué estaba ella siendo así? Esperar sin más a que Andrea la honrara con su presencia era repugnante. La paranoia se instalaba en ella mientras Hayle repasaba una y otra vez las interacciones y se daba cuenta de que ni siquiera habían hablado mucho. Lo poco que se habían dicho una a la otra había tendido a tener más significado que cualquier otra conversación que ella había tenido con nadie nunca, pero ¿y si eso era porque la presencia de Andrea era tan abrumadora?

    ¿Andrea había llamado a Haley hermosa y dañada, y le preguntaba si estaba lista para darle lo que necesitaba? ¿Por qué ahora? ¿Porque Haley era vulnerable? ¡Perra! ¿Qué demonios se supone que debo hacer con eso?

    Pero ese beso... y el orgasmo que ella había tenido después... Guao. Y así Haley pasaba por el ciclo de la frustración a la incertidumbre, de la lujuria al anhelo y, a veces, se conmovía con genuino temor de que Andrea no iba a regresar en absoluto. A pesar de sus extremos estados de ánimo, lo que fuese que Andrea le había hecho era una vasta mejora sobre cómo habían sido las cosas antes ,y ella deseaba desesperadamente volver a ser parte de su vida. Bajo su sospecha básica, sentía una confianza antinatural en Andrea, como si no fuese el tipo de persona que dice las cosas a la ligera, que se retracta de su palabra. Todo lo que le había dicho a Haley era de suma importancia.

    Andrea sí regresó tres días después. Haley estaba decidida a no permitir que su presencia física la abrumara esta vez y a obtener algunas verdaderas respuestas. Parecía mucho más dispuesta a responder preguntas abstractas que prácticas. Pero verla sentada en su sofá de nuevo, bebiendo de su vaso sentaba tan bien que era difícil mantenerse concentrada.

    "Bueno," comenzó Andrea, "las cosas se pusieron intensas entre nosotras bastante rápido la última vez. ¿Te sientes cómoda con eso?"

    "Me besaste," dijo Haley lentamente, como si aún no estuviera muy segura de que eso hubiese sido real.

    "Sí." Andrea asintió. "No pareció importarte."

    "No me importó," respondió Haley rápidamente. "De verad, de verdad no me importó." Ven aquí...

    Andrea soltó una risita dejando a Haley confundida y más que un poco desanimada. Lo que quería de veras era volver a sentir los labios de Andrea sobre los suyos. Mejor pronto que tarde. Pero quizá era Haley la que se estaba moviendo demasiado rápido. Se tomó un momento para considerar cómo se había sentido durante los últimos días. Quizá, pensó, es hora de retirarse.

    "Me dijiste un montón de cosas antes," dijo pensando en la confesión de amor de Andrea, y vio como su expresión se quedaba en blanco. Parecía notablemente como si estuviese tratando de refrenarse. Haley decidió cambiar de táctica. "Sé que dijiste que no deberíamos hablar de esto, pero he estado viendo las formas oscuras de nuevo."

    Andrea asintió y observó a Haley.

    "Aún te asustan," conjeturó. "Se alimentan de eso, de tu debilidad. Son débiles ellas mismas, tal vez sean debilidad. Puedes vencerlas fácilmente si aprendes a usar tu propia oscuridad. Has tenido siempre tanta oscuridad natural, tanto potencial para usarla. Has dejado que otros te adoctrinaran con su basura durante demasiado tiempo. ¿Hiciste lo que te pedí? ¿Le dijiste a tus médicos que estabas bien?"

    Eso le sonaba extremo al lado tradicional de Haley, pero era exactamente lo que ella quería escuchar. Se sintió siendo atraída por ello.

    "Sí. También dejé de tomar las píldoras que me recetaron," dijo. "Más porque no me gustaba lo que me estaban haciendo que por lo que dijiste," agregó desafiante.

    "¿Te sientes mejor del todo?"

    "Sí." Haley no quería admitir que probablemente era la propia Andrea la que había hecho eso. "¿Estás segura de que no eres tú quien me está adoctrinando?"

    Andrea sonrió maliciosamente y se encogió de hombros.

    "Me estás preguntando, ¿recuerdas? Y te lo diré; para sentirte mejor tienes que aceptar la oscuridad, llegar a ser una con ella; defenderla, no oponerse a ella. Llegar a ser la persona que siempre debiste ser, entonces nunca más tendrás que tener miedo de nada. Eso es poder."

    Haley consideró esto.

    "Pero en el cementerio... Tú tenías miedo también," dijo y Andrea se quedó mirándola.

    "Sentí tu miedo," admitió. "Tenía miedo por ti. La idea de que estabas en peligro por algo tan innecesario era alarmante. Estuve planeando averiguar dónde estabas mientras yo estaba aquí, y entonces te vi de inmediato en el cementerio. Casualidad, podrían decir algunos, pero para mí fue una señal de que todo estaba encajando en su lugar. Aunque, compararado con mis mayores, yo sigo siendo muy ingenua, pareció que yo había regresado a ti cerca de ser demasiado tarde."

    Eso sonaba mucho a que Andrea estaba reiterando que Haley era lo que quería; lo que siempre había querido. Y la forma en que estaba mirando fijamente, sin pestañear, a los ojos de Haley, lo decía también. A Haley le gustó eso. Mucho.

    Trató de permanecer en el tema.

    "¿Piensas que soy una mala persona?"

    "Pienso que tienes potencial," Andrea sonrió astutamente.

    "Entonces, ¿puedes ayudarme con esto? ¿A aprender a usar la oscuridad?" preguntó Haley con curiosidad.

    "Puedo."

    "¿Cómo puedes estar tan segura de que tengo oscuridad dentro de mí?"

    "Instinto. Y destino. Mi especie está muy en sintonía con el modo en que el pasado, el presente y el futuro están relacionados."

    Haley la observó. Durante los últimos días había recordado mucho más sobre el tiempo que habían pasado juntas siendo niñas. Los eventos acudieron rápidamente a ella, tantas cosas que Andi le había dicho en aquel entonces. Sobre los bebedores de sangre. Sobre ella misma. Destellos de perspicacia que tendían a explicar por completo la extraña forma en que Andrea había reentrado en su vida. Su paranoia por la manipulación y el control mental se entremezclaba intensamente con una profunda necesidad de creer todo lo que Andi le había dicho, y todo lo que Andrea le estaba diciendo ahora. Su deseo de mantener las dos identidades separadas en su mente era simple incomodidad al pensar en la niña de su juventud como la misma persona que quería arruinarle el cerebro ahora. Hechos, pensamientos y sentimientos estaban llegando a enredarse en su mente y, como siempre, la presencia física de Andrea tanto complicaba las cosas como las simplificaba demasiado. Hayle sacudió la cabeza en un trágico intento de despejarla.

    Andrea notaba esto. A pesar de que parecía estar perpleja por las expresiones de Haley, también parecía estar teniendo algún tipo de dificultad propia. También se estaba produciendo una lucha dentro de ella, pensó Haley. Pero ¿qué lucha? Hayle estaba sentada allí mirándola, en perplejo silencio por su belleza y las complejas frases que impartía. Haley tiró inconscientemente del lóbulo de su oreja. Su deseo, mientras miraba y escuchaba a Andrea, era difícil de reprimir, temía que ella pudiera hacer algo lamentable. Con desgana intentó mantener sus comentarios escuetos y seguros.

    "Las dos éramos tan jóvenes," dijo distraídamente.

    "Los demás niños me trataban mal en la mayoría de los lugares en los que vivimos. Eso era extraño. Aunque yo te gustaba. Al principio eso me confundió, pero al final me di cuenta de por qué era así. Tú sabías, incluso antes que yo, que estábamos destinadas mutuamente, inconscientemente al menos. Till, por ejemplo, estaba un poco asustada de lo que tú harías si ella me decía algo desagradable. Todas lo estaban. La cantidad de veces que saltaste en mi defensa ante la menor provocación es..." Andrea sonrió y algo se le ocurrió a Haley de repente, una de las nebulosas dudas a las que era propensa.

    "¿Sientes algún sentido de obligación persistente?" no pudo evitar preguntar.

    "No seas ridícula," respondió Andrea y observó a Haley. "Pareces enojada."

    "Creo que no lo dices en serio. Sigues huyendo, estás jugando conmigo." Se sentía bien, para ser honesta, decir lo que tenía en mente, tanto si eso hacía las cosas incómodas como si no. "¿Me estás torturando a propósito?"

    "Impaciente, ¿verdad?" Andrea se inclinó hacia ella, muy cerca. "Eres más receptiva de lo que esperaba. Tu subconsciente es fuerte."

    "¿Por qué siempre tienes que hablar con acertijos?"

    "Estás muy sexy cuando te enfadas."

    Haley resopló molesta y fue a alejarse de Andrea, pero esta la agarró del brazo y la mantuvo en su lugar en el sofá. Su fuerza era notable; Haley estaba sorprendida. Se quedó quieta y miró a Andrea con timidez. Sintió la mano de Andrea deslizarse por el interior de su pierna y un escalofrío le recorrió la columna vertebral mientras miraba dentro de esos profundos ojos verdes.

    "Huyo porque tengo miedo de lo que pueda pasar si me quedo."

    "¿Tú? ¿Miedo de mí? No, no puedo creerme eso."

    "Eso no es lo que he dicho. Tengo miedo de perder el control, de herirte."

    Haley no estaba pensando en realidad, solo sintiendo la presión en el interior de la pierna, el poder de aquellos ojos sobre los suyos. Luchó por recordar respirar.

    "Pero tal vez quieras que te haga daño," dijo Andrea y Haley gritó un silencioso ¡Sí!

    La mano se deslizó más alto rápidamente, tan cerca de tocarla donde ella quería que Haley casi jadeó. Entonces recordó algo. ¡Joder! ¡Vete al infierno! Trató de recuperarse.

    "Um... ahora no es el mejor momento," dijo Haley desesperadamente.

    "Yo creo que es el momento perfecto."

    La boca de Andrea encontró la suya y la mano presionó el centro de su palpitar. Hayle gimió y se derritió en el beso. Se sentía tan bien, pero se apartó momentáneamente, necesitando expresarse.

    "No, en serio, estoy con la regla."

    "Lo sé," dijo Andrea sin perder el ritmo. "Estás en tu primer día, tu flujo es abundante." Ella capturó la boca de Haley con la suya de nuevo.

    "¿Cómo puedes saber eso?" logró murmurar Haley en sus labios.

    "Puedo olerlo, Haley. Eso me está volviendo loca... Tú lo quieres muchísimo y yo debo saborearte. Esto ofrece una manera segura."

    "Oh, Dios mío," exclamó Haley y cedió rápidamente. Era todo era cierto entonces, pensó brevemente, pero no le importaba.

    Andrea la tumbó de un empujón hacia los cojines del sofá, su fuerza física era difícil de creer. Haley se encontró resistiendo solo para poder sentirla. Otros líquidos se mezclaron con la sangre que brotaba de ella ahora y Haley no volvió a protestar verbalmente. Si esto era lo que quería Andrea, Andrea podía tenerlo. Y ella lo hizo. Haley se corrió con fuerza en esa boca sedienta y Andrea chupó los jugos de Haley hasta secarlos; todos ellos.

    Yacieron juntas después. Haley observó su hermoso rostro, sus ojos cerrados y sus labios aún brillantes allí donde estos habían probado la sangre de Haley. La antigua Haley de hacía un año habría pensado que esto era perverso. Sabía que se suponía que esto no debía gustarle, pero le gustaba. Sentía verdadero amor al mirar a ese rostro a su lado. Andrea abrió los ojos, estos fulguraban.

    "¿Aún crees que no hablo en serio contigo?" le preguntó. Haley permaneció en silencio, observando. Andrea tenía razón, estaban juntas. No podía explicarlo, no podía entenderlo, pero estaba completamente convencida de su verdad. Todos estos años ella solo había sido la mitad de una persona. Con Andrea estaba completa de nuevo. Pero ¿qué podía hacer ella por Andrea? ¿Por esta criatura con todo? Debería ser obvio, se recordó a sí misma: Andrea quería su sangre.

    "Todo era cierto entonces," dijo después de un largo silencio.

    "Ya sabías que lo era," respondió Andrea con confianza.

    "¿Me vas a morder?" Yo te dejaría. Haría cualquier cosa por ti.

    "Va mucho más allá de eso, quiero hacerte mía. Convertirte."

    La mente de Haley dio vueltas, se imaginó que estaría palpitando si no fuese por su avanzado estado de relajación después de lo que Andrea le acababa de hacer. Había sospechado de las intenciones de Andrea, pero escucharlas directamente era otra cosa.

    "¿Qué se siente?"

    "Duele."

    "¿A cuántas personas se lo has hecho?"

    "He mordido a muchas personas, pero nunca he convertido a nadie. Tú serías mi primera, probablemente la única. A muy pocas personas se les permite convertir, a las más importantes. Para la mayoría, eso sucede por amor."

    "¿Qué hay de tu familia? No les gustará..." Haley necesitaba obtener toda la información práctica que pudiera mientras tuviera la oportunidad.

    "Ellos quieren que yo sea feliz. Conocen mis sentimientos por ti. El amor de un vampiro nunca se desvanece. Me han otorgado permiso para convertirte, pero si y solo si, tomas la decisión sin ninguna presión por mi parte y conociendo todos los hechos." Guardó silencio un momento. "No lo recordarás, pero el hombre del cementerio, ese es mi padre."

    "Dios mío..." Haley estaba perpleja. "Él es incluso más joven de lo que lo recuerdo." A pesar de conocer los detalles, las historias, testimoniar la evidencia de su verdad seguía siendo un impacto para su sistema.

    "Sí," asintió Andrea. "Él ya no necesita fingir ser un papá normal con una hija de 11 años. Le agradaste, Haley. Y el hecho de que seas digna de confianza juega enormemente a tu favor. Él sabía las cosas que yo te había dicho y que tú nunca repetiste. Quizá hubo una parte de él que pensaba que no las ibas a creer de todos modos, pero aún así eso era un riesgo. Él podría haber intervenido, pero te dejó en paz."

    Andrea se incorporó de lado, apoyada en un codo, y miró a Haley.

    "Lo que te estoy ofreciendo es una sociedad como ninguna otra. Yo te pertenecería también y te enseñaría lo que sé. Podrías ser todo lo que alguna vez soñaste. Mientras te alimentes, podrías permanecer joven para siempre, no tendrías que preocuparte de la muerte ni la oscuridad. Tú serías la oscuridad. Te prometí que te la ofrecería cuando fuese el momento oportuno."

    "No me debes nada."

    "Mírame, Haley, y créeme cuando te digo que te amaré para siempre, sin importar la elección que hagas. La complicación es que no podemos estar juntas a menos que seas como yo, tendría que convertirte. ¿lo entiendes?"

    "Quieres convertirme en vampiresa..."

    "Sí."

    "Quieres morderme..."

    "Sí," se estremeció al admitir esto. "Pero hoy no. Necesitarás tiempo para pensar en ello, seguro. Puedo esperar." Se sentó erguida. "Pero no será fácil, tienes un sabor exquisito. Gracias por dejarme hacer eso."

    "¿Me lo estás agradeciendo?" Me acabas de dar el mejor orgasmo que he tenido. Haley miró con pesar mientras Andrea se levantaba de su posición. "¿Estás huyendo de nuevo?"

    "Sí. Me resulta difícil controlarme cuando estoy cerca de ti."

    "¿Por qué deberías?"

    "Como he dicho, necesitas tiempo. La sangre difículta la resistencia, pero cuando llegue el momento, será mucho más que eso. Porque quiero que estemos juntas por mucho tiempo. No lo has entendido completamente, aún tienes dudas. ¿Recuerdas todas las cosas que te dije sobre nosotras cuando éramos jóvenes? La vida diferente que tendrías si estuvieras de acuerdo. No puedes permitir que tu difícil situación actual te lleve a tomar una decisión." Miró a Haley, atenta. "El mundo ha cambiado desde que fuimos niñas. Va a cambiar mucho más y yo estaré por aquí mucho tiempo para presenciarlo. Nunca antes había apreciado eso. Si estuvieras conmigo, Lo haría, mi familia lo entendería. Yo podría volver a ser apasionada, podríamos hacer mucho juntas. Te pertenezco."

    Haley sintió un vértigo por esas palabras. Pero la solicitud de tiempo era razonable, necesitaba pensar en cosas fuera del hechizo de la embriagadora presencia de Andrea.

    "¿Cuándo voy a verte de nuevo?"

    "Pronto."

    Andrea le presionó la boca a Haley con la suya, con lujuria, y luego se apartó temblando, y Haley pudo sentir lo difícil que era para ella. Ella también lo sentía.

    "Yo...," comenzó, pero las palabras se perdieron en la excesiva información que Andrea le había dado. No quiero que te vayas. Pero lo único que dijo fue: "¿No me vas a decir que no hable de esto con nadie?"

    "Haley," Andrea negó con la cabeza, "nunca necesité decirte esas cosas."

    Cuando se hubo marchado, Haley se quedó en el sofá meditando. Ahora estaba segura de que Andrea volvería, de que ya no estaba sola. Estaba confundida por muchas cosas. Si este era su destino, ¿por qué se le pedía que eligiera?

    "El destino no es tan claro como normalmente lo vemos," dijo Andi sabiamente en su cabeza. "No podemos apresurarlo, forzarlo ni esperar siempre que salga como pensamos. Incluso los Sangre pueden estar equivocados y el Destino puede ser alterado por energías impredecibles."

    Le estaba dando a Haley la oportunidad de desviar su propio destino. Andrea quería que su vida en común se construyera sobre una base sólida, y había demostrado lo seria que iba con Haley. Era cierto que las ramificaciones de aceptar aquello serían profundas, tanto positivas como negativas. ¿Quería dolor? ¿Quería convertirse en algo que bebiera sangre? ¿Quería tener un vínculo con Andrea por el resto de lo que podría ser una vida muy larga? ¿Quería que su cuerpo cambiara?

    ¿Quería fuerza, poder y control? ¿Quería ser parte de un mundo en el que recibiría protección constante y lealtad automática de una familia que nunca optaría en su contra y que moriría por ella? ¿Quería dejar atrás esta bufonada de vida vacía y comenzar una nueva con Andrea a su lado? Sí. No veía ningún camino a seguir si permanecía siendo quien había sido, no había ningún buen camino a seguir. Todos esos caminos estaban llenos de aburrimiento, miedo, pesadillas, soledad, enfermedad, doctores y, muy probablemente, terminaban en prematura defunción por sus propias manos. Sin embargo, Andrea le había advertido que no permitiera que sus problemas dictaran su elección, que esa era una forma imprudente de tomar una buena y duradera decisión. Pero Haley sabía que Andrea era sincera al decir que quería el amor de Haley, su devoción.

    Así, durante los siguientes días Haley hizo todo lo posible por mantener su rutina normal, incluso ciñéndose a las citas con el doctor, menos las píldoras y la verdad. Ella no creía estar apresurándose hacia una decisión basada únicamente en ideas poco realistas. El hecho de esto que su corazón había sabido lo que hacer desde el momento de la primera visita de Andrea. Solo era cuestión de permitir que su cerebro se pusiera al día. Eso no tomó mucho tiempo y, con el tiempo extra, Haley comenzó a fantasear.

    Como Andrea no había aparecido después de cuatro días, Haley comenzó a sentirse frustrada y preocupada de nuevo. Una llamada en la puerta la envió dando bandazos para abrirla.

    "Ah, eres tú," dijo Haley, incapaz de ocultar su decepción al ver el sonriente rostro de Alison en la puerta. La sonrisa de Alison se desvaneció al no oír una bienvenida y Haley se sintió mal por ella. "Lo siento, esperaba a otra persona. Pero pasa, me alegro de verte."

    "Gracias, querida," la cara de Alison se elevó de nuevo mientras seguía a Haley adentro. "¿Cómo estás?"

    "Bien. Bueno. ¿Té?"

    "Sí, no me importaría uno." Alison se sentó en una silla de la cocina y charló trivialmente mientras Haley preparaba el té. Haley estaba encogida por dentro, pero este encuentro, supuso ella, le estaba proporcionando algo de alivio de su silenciosa y solitaria obsesión. Se quedó mirando los rasgos gradualmente envejecidos de Alison mientras esta charlaba. ¿Querría Haley renunciar a eso? Envejecer agraciadamente siempre había sido el modo políticamente correcto de ver las cosas, pero Haley sospechaba que si la gente tuviera la opción de permanecer jóvenes para siempre, la mayoría ofrecería invariablemente su alma por ello.

    El rostro de Alison revelaba su pasado hasta cierto punto, las patas de gallo alrededor de los ojos y las líneas de la boca daban la impresión precisa de una persona amable que le gustaba reír. ¿Cómo había terminado esta mujer con alguien como su padre? Un hombre con la personalidad de una roca. Algunos dicen que los opuestos se atraen. ¿Había sido así con ella y Andrea? No, no lo creía. Había diferencias, pero eran sus similitudes las que las habían unido en primer lugar. Mirando atrás, una de las primeras razones por las que se había sentido atraída por Andi cuando era niña había sido su obvio desprecio por las personas que la rodeaban. Una vez que ambas entendieron que compartían ese desprecio, se habían entregado a este juntas, cada una exacerbando a los demás. Cuando lo pensaba así, su amistad no había sido tan inocente después de todo.

    "Pero dime cómo te ha ido, Haley." El sonido de su nombre la devolvió a la habitación.

    "Estoy bien," respondió demasiado mecánicamente, prefiriendo aguantar sin más la inane charla trivial de Alison que jugar un papel más activo en la conversación. "Sí, muy bien. Mucho mejor."

    "Pareces un poco diferente," dijo Alison, frunciendo el ceño, y Haley se preguntó cómo podría ser eso algo malo. "¿A quién esperabas en la puerta?"

    "A nadie en particular." Trató de desviar la atención de Alison. "Almorcé con Till la otra semana. Te acuerdas de Till, ¿no?"

    "¡Till, sí!" Su rostro se iluminó con una amplia sonrisa. "Una chica adorable. Qué bueno que estés socializando de nuevo. ¿Cómo está ella?"

    "Bien. Parece cansada." Haley tomó un sorbo de té y comenzó a formular una cita imaginaria para la tarde y poder deshacerse de Alison fácilmente cuando fuera el momento oportuno.

    "No es de extrañar. Una doctora ahora, creo. Ella siempre fue tan..." Alison siguió hablando. Haley se desconectó, pero en algún momento notó que la mujer mayor la estaba observando con preocupación. De hecho, Alison estaba preocupada, estaba en medio de un sermón a Haley sobre que las llamadas etapas de duelo no eran nada ordenadas y que podían cambiar con los años.

    "Dado lo importante que era Joseph para ti y lo mal que te las has arreglado hasta ahora, parece probable que hayas vuelto a una fase de negación. No pareces estar bien, querida. La última vez que te vi, claramente estabas en las profundidades de la depresión, pero ahora... Pareces menos deprimida, pero no hablas, tu cara es una máscara. Te vendría bien que... "

    "Alison, por favor. ¿Puedes bajar la marcha un poco?" Pobre Alison, pensaba que estaba ayudando. "Sé que tienes buenas intenciones, pero en serio, estoy bien. Me siento bien y esto no es negación. Sé que Joseph se ha ido y no va a volver y me siento culpable por ello y bla, bla. Deberías dejar ya los libros de autoayuda, tengo doctores que me dicen cómo me estoy sintiendo, no te necesito a ti también."

    "No, por supuesto que no. Aunque quiero ver que te estás recuperando..."

    "Lo estoy. Lo estoy," pensó rápidamente Haley y se lanzó a una total mentira. "He estado buscando ofertas de empleo en Internet. Creo que estoy en un estado de ánimo mucho mejor ahora, estoy preparada para volver a trabajar. He enviado solicitudes a varias empresas. Espero saber algo en cualquier momento. Una está en Singapur, un rival de mi antigua empresa."

    "Oh..." Alison pareció dudosa. "¿Estás planeando volver a Singapur?"

    "Si consigo un puesto, sí."

    "¿Es que vas a levantarte y dejarnos sin más? Ya sabes que la salud de tu padre no es la mejor. ¿No deberías intentar buscar algo más cerca de casa?"

    "Papá no me necesita, nunca lo ha hecho. Nunca le importamos nada yo ni Joseph. Siempre salía de ti recordarle que hiciera cosas paternales, y yo siempre pensaré en ti como más padre que él." Observó la tímida sonrisa de Alison y supo que estaba tirando de los hilos correctos. "El hecho es que necesito volver a trabajar y necesito un cambio de escenario. Puede que no sea Singapur, pero no puedo quedarme aquí, todo esto me recuerda a Joseph, no es saludable. Mis doctores están de acuerdo en que estoy lista y en que eso me hará bien."

    "En serio," parecía que Alison no podía decidir si estar contenta o decepcionada. "Quiero decir, es maravilloso oír eso por fin. Aunque echaré de menos tenerte cerca."

    Haley se acercó y le tomó la regordeta mano.

    "Yo también te echaré de menos," sonrió afectuosamente. "Has sido genial durante los últimos meses, estuviste ahí cuando yo de veras necesitaba a alguien. No hay nada escrito en piedra aún y te mantendré informada, ¿de acuerdo?"

    "Por favor, hazlo. Eres muy importante para nosotros." Haley casi pone los ojos en blanco ante el deliberado «nosotros». "Recuerda, Haley, ya no tendrás a Joseph para que venga a quedarse contigo. Es poco probable que ninguno de los dos vayamos a verte alguna vez. Personalmente, creo que deberías hacer un esfuerzo para estar más cerca de donde está tu familia. Pero si piensas que esto es lo mejor para ti... "

    Tú nunca fuiste mi familia. Alison había hecho un admirable esfuerzo a lo largo de los años, pero la "familia" de Haley solo había incluido a Joseph y a su verdadera madre.

    ¿Dónde estaba Andrea? ¿Por qué aún no se había acordado de evaluar un método de contacto con ella? ¡Maldición! Esto es por lo del sexo... Ella sigue distrayéndome. Haley se encontró asintiendo, lo cual Alison interpretó por fortuna como un acuerdo con lo que sea que ella estaba balbuceando. Oh, Dios mío, pensó. Aquel orgasmo había valido la pena. Comenzó a preguntarse por qué no había tratado de corresponder el favor. Ahora parecía ridícula. La idea de que Andrea se corriera en su propia boca la hizo estremecerse. Me pregunto qué aspecto tendrá ella cuando tiene un orgasmo. Cómo sonará... Entonces se le ocurrió que ni siquiera había estado correctamente desnuda con ella. ¿Y si nunca tuviera esa oportunidad? ¿Quería Andrea sexo con ella o solo sangre? Pero ella había mencionado algo sobre las preferencias sexuales, así que debía de tenerlas, ponderó.

    "Haley, ¿me estás escuchando?" dijo Alison molesta. "Yo de verdad es que..."

    El teléfono sonó de repente. La línea fija. Haley frunció el ceño, muy pocas personas usaban la línea fija. Mostró a Alison una mirada de disculpa y fue a atender la llamada. Era inusual que los telecomerciales fuesen tan impecablemente oportunos.

    "Hola," respondió viendo a Alison sorber con desaprobación los últimos restos de su té. "Haley al habla."

    Silencio. Esto es extraño, pensó en colgar sin más, pero una abrumadora sensación se apoderó de ella. Haley dio la espalda a Alison.

    "¿Andrea?" preguntó ella bajando la voz.

    "Sí, soy yo," fue la respuesta y el corazón de Haley se aceleró.

    "Espera un segundo." Puso la mano sobre el auricular. "Tengo que atender esto, termínate el té, volveré en un momento." Y fue a su dormitorio en busca de privacidad. "Hola. ¿Cómo conseguiste este número?"

    "Aún aparece en la guía telefónica con el nombre de su hermano. ¿Estoy interrumpiendo algo?"

    "No, me alegro tanto de saber de ti."

    "¿Si?" La línea era mala pero Andrea sonaba esperanzada.

    "Nada va mal, ¿verdad?"

    "Queria oír tu voz."

    A Haley le dolió el pecho. Pensó rápidamente.

    "Esto no va a funcionar así. Necesito mucho verte."

    "¿No tienes miedo?"

    "Tengo miedo. Pero tengo mucho más miedo a la alternativa, a que vuelvas a desaparecer. Escucha, yo..." Se sentó en la cama y habló en voz baja. Estaba segura de sí misma, pero aún estaba nerviosa. "Esto está lejos de ser solo sexo, siento amor por ti, una especie de amor que nunca antes había sentido. Yo no lo entiendo, no puedo explicarlo, pero es la verdad y es muy fuerte. Tú eres lo único en lo que pienso, no puedo seguir así."

    "Entiendo. Yo siento lo mismo."

    "Entonces, ¿puedo verte? No tenemos que hacer nada, podríamos encontrarnos en algún lugar público si no quieres estar a solas conmigo. Es que necesito muchísimo estar contigo. Por favor."

    "Sí que quiero estar a solas contigo. Si estás preparada."

    "Sí. Nosotras juntas, es lo único que quiero."

    Escuchó y anotó en su teléfono móvil la dirección que Andrea le dio. Su emoción era palpable, ¡la vería muy pronto!

    "Lo siento, Alison," dijo volviendo a la cocina, "parece que tengo que irme. Voy a encontrarme con alguien de mi grupo de consejería para el duelo. Es por una crisis, me temo. ¿Te importa si continuamos con esto en otro momento?"

    "No, no." Alison se levantó obedientemente. "Es bueno saber que aún estás haciendo eso." Le dio a Haley un medio abrazo y unas palmaditas en el hombro. "Gracias por el té. Levanta el teléfono la próxima vez que te llame, por favor. Me preocupa que no respondas durante largos períodos de tiempo. Es un alivio saber que te está yendo mejor. Le haré saber eso a tu padre. Adiós."

    Vio como Alison salía en coche del bordillo de la acera y aceleraba.

    Mirando las coordenadas GPS de la dirección que Andrea le había dado, Haley tardaría al menos veinte minutos en llegar a esa parte de la ciudad. Eran las 4:30 pm, tenía una hora para ducharse y arreglarse. Andrea hacía un esfuerzo por ella, ella haría otro a cambio.

Capítulo 4: Habrá Sangre

    "Si fueses a convertirte, podrías ser más poderosa que yo. Los nacidos Sangre están en desventaja. Al menos así es como yo lo veo. Tenemos menos potencial físico. Y yo nunca entenderé lo que es ser humano. Ojalá pudiera haber experimentado eso. Y nunca podría tener un bebé."

    "¿Quieres tener un bebé?"

    "Tal vez, no lo sé. Parece una vida muy larga para vivirla tan sola."

    "No estarás sola. Me tendrás a mí." Yo quería que ella entendiera esto. Quería que ella confiara en mí como yo confiaba en ella. "Quizá," pensé, "yo podría tener un bebé para ti si quisieras uno."

    Ella me miró con sus grandes ojos pálidos, una suave sonrisa jugaba en sus labios.

    "¿De verdad harías eso por mí?" preguntó y yo la amé tanto en ese momento.

    "Sí.. Haría cualquier cosa por ti."

    Ella pareció tímida de pronto y luego me besó. Un apresurado y tentativo besito en los labios y yo supe que ella también me amaba y que todo saldría bien.

    El edificio era antiguo pero enorme y obviamente bien mantenido. No había timbre, sino una gran aldaba de metal negro con forma de cabeza de león. Qué apropiado, pensó Haley. Su excitación al ver a Andrea de nuevo se mezclaba con una cantidad sustancial de ansiedad, pero ni por asomo iba ella a permitir que eso la detuviera. La puerta se abrió cuando ella tocó la aldaba. Andrea apareció en el umbral mirándola.

    "Estás preciosa," dijo en voz baja y Haley examinó la apariencia de Andrea igualmente hechizante.

    "Tú también." Oh. El calor se estaba extendiendo dentro de ella ya. "¿Me vas a dejar entrar? ¿O es que vamos a otra parte?" tartamudeó.

    "Por favor." Andrea abrió la puerta de par en par y le indicó que entrara, pero retrocedió tan marginalmente que Haley la rozó al entrar. La cercanía física y el olor de Andrea produjeron un escalofrío subiendo por la espalda. El vestíbulo oscuro estaba escasamente amueblado, con suelos de madera altamente pulidos. Haley quedó cerca de Andrea mientras esta cerraba la puerta tras ella.

    "¿Qué es este lugar?"

    Lamentó de inmediato la pregunta, no estaba interesada en conversar en este momento. Andrea, como siempre, parecía consciente de sus sentimientos. Se acercó mucho y miró a Haley a los ojos como si buscara algo, quizá una respuesta. Haley no pudo contenerse, intentó llevar la boca al encuentro de la de Andrea, pero apenas lo hizo, sintió que Andrea la agarraba por la nuca y tiraba de ella hacia atrás con brusquedad. Haley la miró, silenciosa y temblorosa. Andrea aflojó el agarre en el cuello y se inclinó hacia Haley, parecía estar inhalando. Olfateándola.

    "De verdad estás preparada, ¿no?" casi gruñó muy cerca del oído de Haley.

    "Sí," susurró Haley y Andrea le lamió la garganta, haciendo que los ojos Haley rodaran en blanco. Tiró de ella de la mano hacia las profundidades del edificio, hacia un dormitorio, y Haley se sintió débil al verlo.

    "¿Te entregas a mí por completo?" Preguntó Andrea.

    "Sí," se estremeció Haley.

    "¿Para estar conmigo para siempre?"

    "Sí."

    Pidió a Haley que se quedara quieta y la desvistió lentamente, rozando a propósito su propia piel por la de Haley tanto como era posible. Aqullo era una tortura, Haley tenía muchas ganas de arrojarse sobre Andrea, pero no tenía ninguna posibilidad contra tanta fuerza. Lo que Andrea quería, lo conseguiría. Después de la ropa, le quitó todas las joyas, la acostó en la cama y la sorprendió, pues sacó unas suaves cuerdas y le ató con ellas las muñecas firmemente a la barandilla de metal de la cabecera de la cama detrás de ella. Haley lo permitió sin protestar.

    "Este es un gesto simbólico," dijo Andrea en voz baja. "No tendremos que volver a hacerlo si no quieres." Pasó las manos por la vulnerable desnudez de Haley, haciéndola gemir.

    "Necesito..." comenzó Haley, pero Andrea le puso rápidamente un dedo en la boca para acallarla.

    "Confía en mí," dijo Andrea amenazadoramente y se retiró para contemplar a Haley durante un momento. Su expresión era de descarada lujuria, como una gata preparada para saltar. Se quitó la ropa mientras Haley miraba.

    Oh, mierda... Haley no había creído posible mojarse más de lo que ya lo estaba, pero cuando la perfección de Andrea se reveló por completo, ella estaba chorreando como un grifo.

    Andrea se arrastró sobre ella lentamente y, en cuanto Haley notó esa forma desnuda sobre la suya, sintió pura euforia. Las pocas veces que había tomado drogas palidecían en comparación. Andrea comenzó a hacerle cosas en el cuerpo, exploraba cada centímetro con cada parte del propio, provocando sensaciones que llevaban a Haley a un estado de nirvana. Ella procedió cariñosamente, no follándola, sino haciendo el amor. Su cuerpo estaba en llamas, todo fugaz pensamiento que osara ocurrir era sofocado al instante por placer visceral. Haley estaba siendo adorada. Perdió la noción del tiempo, perdió la noción de la cantidad de veces que Andrea la llevaba a un convulsivo clímax. A intervalos, le susurraba a Haley sobre el amor, el deseo, perfección, belleza. Sus palabras eran tan potentes como su tacto. Haley podía hacer poco más que escuchar y sentir, devolverle los besos, jadear y retorcerse contra ella.

    Había momentos en que podía sentir en la piel la humedad entre las piernas de Andrea, pero Andrea se estaba concentrando solo en Haley. Haley se debilitaba, a través de la niebla se preguntó cuánto más podría aguantar así. Como si respondiera, Andrea se incorporó, se sentó a horcajadas sobre ella y la miró fijamente a los ojos.

    "¿Me amas?" preguntó con firmeza.

    "Sí." Eso era lo único que Haley sabía con certeza en ese momento. "Te amo."

    Andrea la besó, luego empujó la cabeza de Haley hacia un lado y la mantuvo allí. Le lamió la garganta de nuevo, saboreando la sal de su piel.

    "Lo siento, amor mío. Esto te va a doler," le susurró al oído.

    Haley sintió que unos colmillos plenamente desplegados se hundían en ella. No podía hacer nada, estaba inmovilizada, no solo por las correas y la fuerza de Andrea, sino por su propia fuerza de voluntad. Haley había querido esto, pero eso no impedía que el pánico aumentara dentro de ella. No fue el dolor de la perforación en el cuello lo que la hizo entrar en pánico, fue la sensación de su fuerza vital siendo succionada fuera de ella. El proceso fue menos cariñoso de lo que había imaginado, fue más rápido, más duro, más codicioso.

    Entonces sintió algo que cambió su miedo de vuelta a la excitación. Andrea se estaba frotando contra Haley mientras se alimentaba. Haley podía sentir los jugos de ambas mezclándose y su entusiasmo aumentó a medida que los movimientos de Andrea se volvían más urgentes, su alimentación más frenética. Haley comenzó a sentirse agotada, un tipo de debilidad diferente a la anterior.

    Dejó escapar un estrangulado grito, pero no estaba segura si fue por el cada vez más intenso dolor en el cuello o por un nuevo orgasmo, uno del que, en realidad, no debería haber sido capaz en su estado. Ante eso, Andrea extrajo los colmillos del cuello y se lanzó hacia arriba. Haley pensó haberla oído jadear antes la palabra «mía», cabeza hacia atrás, cuerpo arqueado, labios manchados de sangre, se corrió frotando con fuerza dentro de Haley. El sonido que emanaba de su garganta no era humano y duró mucho tiempo. No se parecía a ningún orgasmo que Haley hubiese presenciado, aunque apenas estaba consciente y no podía estar segura de lo que era real y lo que no.

    Andrea colapsó eventualmente, yació temblando sobre Haley mientras se recuperaba.

    Haley estaba completamente agotada, aturdida, se sentía como en un sueño. Pero sabía una cosa, antes que nada estaba delirantemente feliz. No podía entender por qué, ni siquiera podía hacerse la pregunta.

    A través de la nube de su semiconsciencia, sintió que Andrea recobraba el sentido y, apresuradamente, desataba las muñecas de Haley, las cuales se desplomaron sin más y Andrea tuvo que colocarlas suavemente a los lados. Haley oía a Andrea hablar con ella. Sintió que le ofrecía algo. Andrea colocó a Haley en una posición más erguida y le colocó algo en los labios. Su muñeca, de la que manaba una herida abierta.

    "Abre la boca, Haley. Bébela. Por favor, tienes que hacerlo," dijo Andrea y el pánico en su voz llamó la atención de Haley. Hizo lo que Andrea le pidió. Su sabor, su sensación, era como la esperanza. Posibilidad.

    Lo último que recordó fue que aquello no sabía a sangre normal; metálica. Haley perdió el conocimiento.

    Y soñó con estar flotando. Con Andrea alimentándose de su sangre. Con Andrea hablándole en voz baja. Engatusándola. Cuánto tiempo pasó, ella no podía ni imaginarlo siquiera.

    Cuando abrió los ojos de nuevo, su visión estaba nublada, su mente en un atoramiento. Veía el contorno borroso de Andrea ante ella. Andrea la tomó de la mano, la apretó y la llevó hacia sí.

    "Estás bien. Todo va a estar bien ahora," dijo. Parecía aliviada, como si Haley hubiera saltado un obstáculo y casi no lo hubiera logrado. Haley tomó esto como una buena señal. No podía moverse, su debilidad era abrumadora, pero se sentía contenta. Con Andrea a su lado, entró y salió del mundo de los sueños. No tenía modo de saber cuánto tiempo estaba pasando.

    "¿Cuánto tiempo he estado así?" consiguió susurrar con voz ronca cuando su conciencia fue reconocible.

    "Un par de días," le dijo Andrea. "El tiempo no importa."

    "¿Qué ocurre ahora?"

    "Nos quedamos aquí por un tiempo. Estarás débil y te dolerán algunas partes. Tu cuerpo necesitará tiempo para adaptarse, tanto genética como físicamente. Necesitarás mi sangre, mucha, en los próximos días, y debes tomarla cuando te la ofrezca." Haley cerró los ojos y tragó el nudo en la garganta. "No te asustes, yo estaré aquí contigo todo el tiempo, cuidaré de ti. Las cosas serán mejor entonces, mejor de lo que imaginaste jamás."

    "¿Cuánto tiempo tardará?" dijo con voz ronca.

    "No lo sé. Esto difiere de persona a persona. Semanas, tal vez. Estamos a salvo aquí, no se nos molestará."

    Haley se adormiló de nuevo. Pasaron los días, indistinguibles unos de otros. Ella sentía una presión dentro de los huesos, la carne, las venas, constante y difícil, como un calambre en todo el cuerpo que no cedía. Andrea permanecía cerca, la mantenía caliente con su propio calor, le daba sangre. Le frotaba los músculos, acariciaba la piel, el cabello y le hablaba suavemente sobre cosas antiguas y sobre el futuro. Malestar aparte, Haley nunca había sentido tanto amor, tanta ternura. La sangre que le estaban dando empezaba a tener mejor sabor. Cada vez que la bebía sentía que el dolor se aliviaba más rápidamente, que recuperaba las fuerzas. Comenzó a anticipar la sangre, luego a anhelarla. Cuando la niebla y el dolor comenzaron a despejarse, no fue este un regreso a lo que ella había sido antes.

    "¿Cómo te sientes?"

    "Veo cosas. Con el cerebro. Cosas asombrosas. ¿Cómo puede ser esto posible...?"

    La agudeza en su mente aumentó rápidamente a lo largo de los días, revelando recuerdos olvidados mucho tiempo atrás. Podía recordar ser un bebé en una cuna con Joseph, sus comunicaciones secretas. Podía recordar las pesadillas de cuando era niña y los sueños que había tenido a lo largo de los años como si fuesen sólidos. Todas las experiencias reales e irreales se fusionaban en una única y perfectamente sincronizada cadena de eventos. Recordó la promesa que le había hecho Andi y cómo, cuando esta se marchó, su yo de 11 años aún creía que un día la volvería a ver, que esa promesa se cumpliría. Veía que esas ideas habían ido disminuyendo a lo largo de los años, a medida que ella se involucraba cada vez más en los asuntos cotidianos. Recuerdos reprimidos, pero nunca destruidos, siempre presentes en la propia oscuridad.

    Andrea tocaba música para ella y esta sonaba como el cielo, las células de su cerebro podían danzar con sonidos disonantes, cada nota correspondía a una imagen, sensación o recuerdo en particular. Cuando se duchaba, cada gota de agua que tocaba su piel era distinguible, el espacio y el tiempo habían adquirido una cualidad que nunca podría haber imaginado. Andrea la alentaba a aceptar estos cambios y le hacía preguntas. Haley podía responder mejor a sus preguntas ahora que entendía lo que Andrea quería, lo que le estaba preguntando; ya fuese subjetivo u objetivo. Cuando Andrea explicaba las cosas, Haley captaba sus palabras y significados sin esfuerzo, la conexión entre ambas se había vuelto casi psíquica y, cuando no lo era, los instintos de Haley eran profundos.

    "Solo han pasado diez días. Lo estás haciendo muy bien, no me lo esperaba," le dijo Andrea. "Estás progresando más rápido de lo que pensé que era posible."

    El cuerpo de Haley aún estaba bastante débil, pero su mente no, ella nunca se había sentido tan bien. Andrea estaba más pálida que de costumbre, no se había apartado de su lado durante más de unos minutos y Haley estaba preocupada.

    "No estás bien," dijo Haley. "Estoy tomando demasiado de tu fuerza."

    "Sí," Andrea dio una ligera risita. "Casi me has drenado. Necesito sangre fresca, ambas la necesitamos. Debo encontrar a alguien y traerlo aquí. No pensé que tendría que dejarte tan pronto."

    Haley podía sentir la reluctancia de Andrea y su duda sobre si Haley podía ser capaz de superar esta parte del proceso tan pronto. Pero Haley no tenía miedo, si acaso estaba ansiosa.

    "Iré contigo."

    "No," dijo Andrea con firmeza. "No estás preparada. Volveré pronto, lo prometo."

    "¿A quién vas a traer?"

    "A alguien apropiado," sonrió. "No te preocupes, mis instintos sobre las personas están muy bien desarrollados. Deberías prepararte, ponerte algo bonito. Me han dicho que a los vampiros recién convertidos les gusta jugar con su comida primero."

    Haley la miró con consternación y Andrea dio una carcajada.

    "Pregúntales," aclaró, "asegúrate de que todo sea kosher[1]. Te conviene sentirte bien con tu primera muerte. Todo es parte del proceso, esto es necesario."

    Haley exhaló un suspiro de alivio. Aunque ambas no habían hecho nada más que abrazarse mutuamente desde esa primera noche, Haley solo sentía deseo por Andrea; su apetito sexual estaba volviendo lentamente, pero ciertamente no le gustaba la idea de tener sexo con una víctima. Ella estaba impaciente por que regresara su fuerza física por el bien de Andrea.

    Observó con pesar cómo Andrea se marchaba y comenzó a prepararse.

    Su nueva apreciación por la música era gloriosa, no sabía cómo había sobrevivido sin ella. Se inspeccionó en el espejo mientras se preparaba con el estéreo a todo volumen. Ciertos cambios le parecían obvios: su piel era más suave y clara, sus ojos parecían de un tono de azul mucho más profundo. Pero no estaba segura de si esto se debía a que ahora sus sentidos eran más agudos. Algunas cosas aún tenían un largo camino por recorrer, sus dientes aún no habían evolucionado adecuadamente.

    Andrea había regresado. Hayle oyó abrirse la puerta principal, luego cerrarse con un clic, un arrastrar de pies y una voz baja. Andrea solo había estado ausente durante media hora, pero Haley estaba sorprendida de cuánto la había afectado la breve separación de su compañera constante durante los últimos diez días. Esto era la falta de conexión que venía con la distancia física, ella no estaba acostumbrada a ella, nunca se había sentido más sola. Junto con los sonidos llegaba una clara sensación de previsión de Andrea, de voraz júbilo. Haley no dudó, descendió las escaleras y observó a la pareja frente a la puerta principal. Andrea captó su mirada, su expresión no delataba nada de lo que realmente estaba sintiendo.

    "Me ha seguido sin más hasta aquí," dijo ella a Haley con ademán aburrido mientras colgaba el abrigo.

    "Tú no protestaste exactamente, querida," dijo su compañero. Era mayor, vestía ropa cara y miraba de reojo a Haley. Haley, prescindiendo de cualquier protocolo anfitrión-invitado, se acercó y inhaló en él profundamente. El asalto a sus sentidos fue sorprendente e irresistible. Pudo oler las sustancias en sus venas, la comida que había comido, el sexo que había tenido en las últimas doce horas, podía sentir su excitación ante la proximidad de Haley. El tipo tenía «saco de mierda» escrito en la cara y no era una persona a la que Haley hubiera tocado antes ni con un palo de tres metros, pero ahora la sensación de su sangre corriendo bajo su piel la hizo hervir de impaciencia.

    "Bueno," sonrió él burlonamente, "parece que estoy en el lugar correcto."

    Haley le lanzó una mirada furtiva a Andrea, quien entornó los ojos. Recordó lo que había dicho sobre las primeras muertes.

    "Tal vez estés en el lugar correcto," dijo Haley sin dejar de mirar a Andrea, no podía captar los pensamientos de ella en este momento. "Ven y toma una copa."

    "Sí, bien," la siguió hasta el área del bar con Andrea a cuestas. Él se sentó en el lujoso sofá y, para consternación de Haley, sacó una bolsa de cocaína y comenzó a cortarla allí mismo sobre la mesita del café. Él era consciente de la situación en la que se encontraba. Haley se puso a preparar bebidas, observándole. Andrea apareció a su lado.

    "¿Le estás controlando o algo así?" Preguntó Haley en voz baja.

    Andrea dejó escapar una carcajada, pero el hombre no pareció interesado.

    "Ese tiene más cara que espalda," le dijo a Haley, "sólo necesité hacer contacto visual una vez y no desanimarle. Está acostumbrado a conseguir lo que quiere." Ambas le miraron inexpresivas, el desdén y el hambre manaban de sus auras.

    "¿No causarán problemas las drogas en su sistema?" Éstas eran las cosillas sobre las que Haley necesitaba estar segura.

    "No," sonrió Andrea.

    "Esta es una casa bastante bonita para chicas como vosotras," gritó él casualmente, tapándose un orificio de la nariz.

    "Se cree que somos acompañantes," dijo Andrea suavemente.

    Andrea estaba entregando el control de la situación a Haley y la curiosidad de esta sobre lo que saldría de aquello resultaba abrumadora, una emoción crecía dentro de ella. Pasara lo que pasara, estaba a punto de probar su primera sangre humana. Se sentó junto al hombre sin nombre, quería olerlo más. Observó cómo él hombre esnifaba otras dos grandes rayas, luego se inclinaba hacia atrás y le pasaba un brazo por los hombros. Este era el primer contacto humano que había tenido desde sus cambios, así que había cosas de las que no podía estar segura, pero podía hacer estimaciones.

    El Sin nombre llevaba despierto más de 24 horas, tiempo durante el cual había tenido relaciones sexuales con al menos tres mujeres diferentes, una de las cuales era menor de edad y otra le tenía miedo. Su confianza en su propia destreza física rezumaba literalmente de él. Si se le daba la oportunidad, él no tendría dificultad para actuar y justificar la violencia. Además de los narcóticos que había consumido, también había acumulado una gran cantidad de alcohol en las últimas horas y su cuerpo estaba comenzando a perder algo de su rigor; estaba cansado, aunque la cocaína le presentaba incapaz de reconocer esto.

    Ella estaba tomándose su tiempo asimilando su esencia y él confundió la cercanía con un estímulo para la intimidad. El tipo comenzó a babosearle el hombro. Ella se encogió y lo apartó de un empujón, lo alejó de ella. Esa fue una agradable sorpresa, su fuerza era mucho mayor de lo que esperaba, tal vez era por la anticipación de una comida. Él pareció excitado por sus acciones e intentó de nuevo arrojarse sobre ella. Ella lo detuvo fácilmente y él farfulló. Oh, esto es divertido. Ella le sonrió y un rayito de confusión entró en esos ojos vidriosos, lo que sirvió para darle un giro adicional a la sonrisa de Haley. Estaba muy interesada en descubrir exactamente lo fácil que iba a ser esto, así que decidió superar los límites que se presentaran.

    "Eres un idiota y un sórdido," dijo ella con interés, aún agarrando la parte delantera de su traje para mantenerlo alejado. "¿Hay alguna razón por la que no debería hacerte daño?" Él se rió nasalmente de ella y le acercó su espinosa cara.

    "Rarita," gruñó él. "No, nenita, soy malo. Adelante, castígame."

    Haley se estremeció de repulsión y levantó rápidamente la mano para agarrarle por la garganta. Parecía que él aún se estaba divirtiendo. Andrea se acercó a ellos, luciendo como si estuviera a punto de intervenir.

    "Tu novia parece celosa," dijo el hombre con voz ronca. "Ven aquí, hay mucho de mí para ir tirando."

    Haley le devolvió la atención. Esto era estúpido, sabía que Andrea estaba satisfaciendo su necesidad de "jugar con su comida," pero la versión de diversión de este tipo no le interesaba en absoluto. Tenía hambre, estaba impaciente. Haley tensó el agarre en su garganta, la apretó. Finalmente, un elemento de miedo entró en esos ojos, por lo demás vacíos, y él comenzó a jadear, a enrojecerse y arañarle desesperadamente la mano. Sus ojos se ensancharon y Andrea se acercó. Haley levantó la otra mano para detenerla y mantuvo los ojos en los de él. Haley estaba cautivada. Podía sentir su miedo, su pánico, su desesperada necesidad de oxígeno; esto le salía filtrado por los poros. La saliva se le acumulaba en la boca, Haley lo encontró repulsivo, pero no podía apartar la mirada. Aumentó lentamente la presión de la tráquea sin apartar los ojos de él. La profundidad de la verdad se le ocurrió en ese momento. No era el hambre lo que la impulsaba, era la ira, el odio puro, como si este hombre representara a todos los que alguna vez la habían hecho daño. Ella estaba liberando algo acumulado durante años y era una buena sensación eso de poseer la capacidad de dejarlo salir por fin. Estaba enloquecida, pero no sentía desaprobación por parte de Andrea. Si así era como quería interpretar la escena, era bienvenida.

    "Tú me harías esto a mí, ¿verdad?" le dijo en voz baja al rostro bulboso del tipo.

    Él flaqueó, las manos que intentaban apartar de su garganta las de Haley cayeron a los lados, le colgó la cabeza. Ella por fin liberó el agarre en su garganta y él cayó como un fardo en los cojines del sofá. Haley dejó escapar el aliento que no había sabido haber estado conteniendo y se deslizó hasta el suelo. Andrea cayó sobre él en un instante. Con su desesperación clara, agarró la muñeca con brusquedad y la mordió. Haley miraba fascinada, aún aturdida por la sensación de haberlo dejado inconsciente. Estaba ebria de su propio poder. Después de un par de minutos, Andrea empujó la muñeca inerte y ensangrentada hacia ella y se tumbó de espaldas sobre la alfombra con los ojos cerrados.

    Haley miró la muñeca durante unos segundos antes de levantarla y succionar en las perforantes heridas de Andrea. No fue hasta que el espeso líquido alcanzó el fondo de su garganta que comprendió lo mucho que lo había necesitado. Sacó la sangre con avidez y esta golpeó sus sentidos, su cerebro y, finalmente, su cuerpo. Haley podía literalmente sentir la fuerza recorrer sus músculos, huesos, carne. Ella lo drenó. Pudo distinguir el momento exacto en que la fuerza vital del tipo le abandonaba mientras se alimentaba.

    El subidón fue increíble. Hayle dejó caer la muñeca muerta y se sentó en cuclillas. Cerró los ojos, podía sentir cada ligamento, cada tendón de su cuerpo contraerse, encajar en su lugar, mientras ella estiraba cada uno de sus apéndices, se crujía el cuello. Cuando abrió los ojos, Andrea estaba sentada derecha mirándola con los ojos fulgurantes, atentos.

    "Ya eres muy fuerte. Vas a ser una gran depredadora, Haley," dijo con verdadero asombro. "Sabía que tenías potencial, pero no tanto."

    Haley inclinó la cabeza hacia ella. Había recuperado su color, su vitalidad. Estaba impresionante, impecable y algo más... Había un tipo diferente de hambre en sus ojos mientras se miraban.

    "He creado un monstruo," agregó Andrea con entusiasmo.

    Haley permaneció en silencio y no pasó mucho tiempo antes de que Andrea se lanzara hacia ella.

    El sexo era completamente diferente ahora. Haley casi podía igualar la fuerza, la dominación de Andrea, era mucho más equilibrada. Su conexión era infalible, sabían exactamente lo que la otra quería y necesitaba. Podían sentirse la una a la otra como dos miembros de un mismo cuerpo. Por fin Haley tenía la oportunidad de hacer cosas para Andrea, a Andrea. De hacerla gritar de la forma en que Haley había gritado la primera noche.

    Un hombre sin nombre y sin vida yacía a un metro de ellas y ambas se violaron la una a la otra.

***

    "Lamento lo de antes, con el hombre. Puede que haya perdida la cabeza un poco," dijo Haley cuando finalmente llegaron a la cama.

    "No hay necesidad de lamentarlo. Tienes rabia. Habrá momentos en los que tendrás que controlarla, pero esta noche no ha sido una de ellas. Me alegré de que no quisieras tomarte tu tiempo y quedé... impresionada."

    "Sí," Haley la apretó en su abrazo. "Creo que noté lo impresionada que estabas," dijo y Andrea se rió. "¿Y qué hay del cuerpo?"

    "Lo meteremos en el horno antes de irnos. Cuando nos vayamos, vendrán otros, ellos se ocuparán del resto. Era importante dar estos primeros pasos nosotras mismas, pero estamos lejos de estar solas. Tu proceso de cambio está casi completo, ahora tendremos abundancia de ayuda de cualquier forma que necesitemos."

    "¿Nos marchamos? Creo que voy a añorar este lugar."

    "Mm, buenos tiempos," se rió Andrea. "Lo volverás a ver, no te preocupes. Mañana vamos a Gales. A la finca de mi abuelo. Nos quedaremos allí mientras te acostumbras a tu nuevo cuerpo, a tus nuevas necesidades. Los miembros de la familia querrán conocerte." Hizo una pausa pensativa. "Quedarán bastante sorprendidos de tu progreso."

    "¿Cómo es él?"

    "¿Quién?"

    "Tu abuelo..."

    "Ah, bueno. En realidad no es mi abuelo y lleva veinte años muerto. Era un viejo familiar que hacía mucho trabajo para la familia a cambio de favores. La propiedad fue comprada a nuestro nombre," explicó.

    Haley solo escuchaba a medias. Disfrutaba de la sensación del cuerpo de Andrea junto al suyo y de todo el magnetismo que este exudaba. Habían estado forcejeando durante horas, reduciendo la energía hasta un cariñoso acto de amor y ahora estaban aferradas una a la otra y hablaban. Sus comunicaciones verbales eran más un placer que una necesidad.

    "No puedo creer lo bueno que es el sexo ahora. Nunca me hablaste sobre esa parte del cambio."

    "Yo no era muy consciente de ello. Sabía que tus sentidos serían más agudos, pero el sexo nunca ha sido así para mí tampoco. Esto es exclusivo para nosotras. Esto es embarazoso, pero... honestamente, nunca obtuve mucho placer del sexo hasta esa primera noche contigo."

    "¿De verdad...? Pero si eres muy buena en eso."

    "Lo intenté durante años, pero incluso con otros Sangre no obtuve gran cosa. Me parecía extremadamente desagradable estar con alguien que no me gustaba, toda conexión que traté de hacer fracasó porque realmente no lo quería. Nunca quise a nadie excepto a ti. Nunca. Te dije que te necesitaba."

    Haley guardó silencio durante un rato. Ya no necesitaba que se lo contaran, Haley podía sentirlo, y no solo lo de ahora, sino su historia, todo su peso. Así como ahora podía ver fácilmente su propia necesidad de Andrea.

    "Es exactamente como dijiste. Estamos unidas."

    "Y ahora que eres una de nosotros, nuestro vínculo es definitivo. Había oído historias sobre este tipo de poder con vínculos íntimos, pero no tenía una comprensión real de ello. Solo sabía que te necesitaba."

    "¿Por qué seguiste intentándolo con gente con la que sabías que no funcionaría?"

    "Quería hacer un esfuerzo, tal vez necesitaba demostrar que era infructuoso. Me di por vencida eventualmente. ¿No me digas que no puedes identificarte con el concepto de actuar «como-si»?"

    "No," asintió Haley. "Ya me conoces, actriz de pies a cabeza. Pero no contigo, contigo nunca." Le acarició el estómago. "¿Por qué no viniste a buscarme antes?"

    "Las estrellas..." Andrea habló en voz baja. "Pensé mucho en ti a lo largo de los años. Cómo eras a esta edad, qué hacías a esta edad. Podemos ser muy obsesivos y resueltos una vez que tenemos una idea en la cabeza, especialmente cuando se trata de amor. Cuando mi familia se dio cuenta de que no iba a olvidarme de ti y de que, tal vez, no debería, me dieron una advertencia. Me dijeron que si hablaba en serio tendría que esperar hasta los 25 años. La edad en la que nos quedamos y la edad en la que podría convertirte con éxito. Después de eso, hubo cosas que debían encajar en tu lado. Yo tenía muchas dudas sobre si alguna vez sucedería esto. Tenerte aquí conmigo así es todo lo que siempre deseado."

    A Haley aún le encantaba escuchar a Andrea hablar.

    "Gracias por venir."

    "Gracias."

    "Todo va a salir bien ahora."

    "Sí.. Estaremos genial. Quizá un poco codependientes," sonrió Andrea, "pero genial."

    "Estoy nerviosa por conocer a tu familia formalmente."

    "No lo estés. Ya verás, te amarán como lo hago yo."

    "Espero que no sea como tú."

    "Sí.. Se te pedirá que te unas a las orgías familiares," dijo Andrea y Haley alzó la vista hacia ella.

    "¡Es broma!" rió. "Qué cara has puesto... Nadie te volverá a tocar si me salgo con la mía," dijo y Haley se relajó a su lado.

    "Apuesto a que rompiste algunos corazones todos estos años," reflexionó Haley.

    "No fui promiscua ni de lejos en la imaginación. ¿Por qué, los rompiste tú?"

    "Dios, no. Solo digo que la gente con la que trataste de intentarlo... Espera, ¿siguen vivos?"

    Andrea le lanzó un grave gruñido y le golpeó en el brazo.

    "... Hmm... tal vez uno o dos," admitió.

    "Esa es mi chica," se rió Haley.

FIN

Notas de esta versión

    Fuente: Oxford Dictionary

Capítulo 4:

    [1] kosher: (Perdido en la Traducción). Juego de palabras, el término significa:

    • 1. (ámbito del judaísmo, nom, adj) Comida o elemento que cumple con los requisitos de la dieta tradicional en la religión judía. "Plato kosher", "cocina kosher", etc.

    • 2. (informal, adj) De acuerdo con los estándares o práctica usual. Algo adecuado o legítimo.