Créditos

    Hija de la Noche (versión gratuita en español. Prohibida su venta)

    Copyright © 2021 de Sasha McCallum. (Algunos derechos reservados. CC-BY-NC-SA)

    Publicada en Artifacs Libros

    Traducción y Edición: Artifacs, diciembre 2020.

    Diseño de Portada: Sasha McCallum.

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    Obra Original: Daughter of Night

    Copyright © 2018 de Sasha McCallum (Todos los derechos reservados).

    ISBN: 978 0 46 327206 0

    Publicada gratuitamente en Smashwords

Licencia Creative Commons

    Muchísimas gracias a Sasha McCallum por autorizar esta traducción al español y por compartir con el mundo Hija de la Noche bajo Licencia CC-BY-NC-SA 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

    Si quieres hacer una obra derivada, por favor, incluye el texto de la sección de Créditos de este eBook.

Licencia CC-BY-NC-SA

    Esto es un resumen inteligible para humanos (y no un sustituto) de la licencia, disponible en Castellano. Advertencia. Usted es libre de:

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Sobre la Autora

    Comencé a escribir en junio de 2017. El plan era escribir cuatro historias, todas siguiendo temas y estilos similares. Debían ser experimentales, para ver de lo que yo era capaz y en qué dirección iría mi mente. Con la tercera historia me desvié un poco del curso, pero eso está bien, fue interesante. Creo que mis próximas cuatro probablemente seguirán más temas de misterio y terror.

    Tal vez.

    No le he mostrado estas historias a nadie antes de publicarlas en Smashwords, por lo que no he tenido aportaciones externas; por lo tanto, se agradecería cualquier comentario.

Contacto con Sasha

    Puedes contactar (en idioma inglés) con Sasha McCallum en: mccallumsasha@gmail.com

Otras Obras

    Todas estas obras son gratuitas y puedes descargarlas en inglés en el perfil de Sasha de Smashwords o en español en Artifacs Libros

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    • Cuartos de Baño y Oficinas Psiquiátricas (Bathrooms & Psychiatric Offices, 2017)

    • La Lectora y La Escritora (The Reader & The Writer, 2017)

    • Habrá Sangre (There Will Be Blood, 2017)

    • El Lago (The Lake, 2018)

    • El Arreglo (The Arrangement, 2018)

    • Hija de la Noche (Daughter of Night, 2018)

    • Dijo la Araña (Said the Spider, 2018)

    • Oculi ( 2019)

    • Lugar Bien Feo (Pretty Ugly Place, 2019)

    • Caja de Yesca (Tinderbox, 2020)

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Hija de la Noche

por

Sasha McCallum

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    Esto no es ficción erótica. Esta historia es ficticia pero entraña elementos místicos con temas sensibles que podrían turbar a algunas personas.

    Los personajes, localizaciones e incidentes son producto de la imaginación de la escritora, cualquier parecido con personas o eventos reales es una coincidencia.

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Parte 1

    Asistí a un seminario sobre la ira al principio de mi carrera: ira reprimida, ira agresiva, ira pasiva. Expresiones de la misma en todas sus formas, según lo descrito por los expertos.

    Gran parte de la audiencia habría sido gente de mi esfera de trabajo, aquellos que habían lidiado directamente de los resultados de episódicos arrebatos agresivos, así como de los efectos a largo plazo de la ira reprimida. Terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, consejeros, médicos de adicciones, algunos investigadores de PC.

    Ninguno de los oradores habló sobre experiencias personales. La estudiaron objetivamente (la etiquetaron, categorizaron, medicaron; trataron), era común, por supuesto, escuchar a los profesionales desconectados, era protocolo y el sistema estaba roto. Carentes en todos los aspectos, me sentí traicionada por las conferencias. Estas no contenían nada que yo no hubiera podido leer en mi propio tiempo. Yo no quería libros de texto, quería algo personal, quería algo que me asegurara que mi trabajo, por muy sedentario que pareciera a veces, valía la pena. No sabía cómo esperaba que las charlas hicieran esto, pero al observar a los otros oyentes pensé que tal vez sentían lo mismo: decepcionados y tratando de no bostezar, hurgándose las uñas o jugando con sus teléfonos. Recuerdo la necesidad de levantarme y gritar «¡Falsos!» pero el sistema me tenía en sus garras también.

    Al final, fue a través de un método muy diferente que disminuyeron mis frustraciones, que enterraron mis escrúpulos.

    Hace dos años me habría descrito a mí misma como profesionalmente excedida de trabajo y emocionalmente reprimida, una combinación que no resultó en un estado físico particularmente gratificante. Podría haber dicho que estaba aburrida e inerte. Tenía secretos, pero ninguno que fuera especialmente único.

    A última hora de un gris miércoles de agosto eso empezó a cambiar. Un secreto más profundo empezó a manifestarse, un secreto que cambiaría de profundo a oscuro también. Lo que había empezado como una apenas disimulada obsesión romántica me llevaría a una experiencia que voló en pedazos mi monótona realidad. Aunque aún no la entiendo del todo, esta es la historia de aquellos eventos.

    Yo había estado saliendo con Mathew durante unos tres meses y esa noche en particular él me estaba esperando fuera de mi edificio cuando llegué a casa. Era la primera vez que él hacía eso y yo sentí una sensación de hundimiento en el pecho. Me saludó con un beso y yo le devolví débilmente la sonrisa.

    "Deberías haberme enviado un mensaje de texto," le dije. "Esta noche no es una buena noche, he tenido un día horrible."

    "Puedo mejorártelo," respondió él alegremente. "Te daré un masaje en la espalda, te prepararé un baño."

    Eso sonaba bien, pero lo que realmente significaba era que él quería un masaje en la espalda. Yo sabía por experiencia que los suyos eran mediocres y que él actuaba solo como una obligatoria excusa para conseguir uno de mí. Yo no le amaba, y cuando ellos se ponían lo bastante serios como para visitarme por sorpresa una noche entre semana, ofreciéndose a curar mis problemas; llegaba el momento de retroceder y marcharme. Sé que esto me hace parecer una perra, pero la perrería solo arañaba la superficie de la verdad. Yo había confundido erróneamente a Mathew con alguien tan emocionalmente inaccesible como yo.

    Mi instinto normal era dejar a un lado mis propias necesidades, invitarle a entrar y darle la compañía que claramente quería, pero algo era diferente esa noche, yo no estaba en mi pusilánime estado de ánimo usual. Estaba de pie incómoda con mis bolsas, con las cuales él, noté yo, no se ofreció a ayudarme, un detalle que me irritó particularmente. Él vivía solo a unos pocos bloques, así que no era cruel despedirlo sin más. Esa noche no era la noche para una escena de ruptura. Un caso difícil en el trabajo me tenía cansada y deprimida y lo único que quería era estar sola. Mathew intentaría hacerme hablar de ello y eso era absolutamente lo último que yo quería hacer.

    "Mañana por la noche, tal vez. Necesito hacer algunas llamadas y aprovechar la noche temprana... para dormir," le dije. Esto no fue una total invención.

    Él alzó las manos en señal de rendición.

    "De acuerdo, de acuerdo," dijo y se inclinó hacia adelante para besarme brevemente de nuevo. "¿Me llamas si cambias de opinión?"

    "Lo haré," acordé con una sonrisa de alivio y él caminó tranquilamente calle abajo.

    Sucedió entonces mientras le observaba alejarse, yo sostenía mis bolsas y estaba abatida ante la perspectiva de decepcionar a otro agradable, pero no lo suficiente, chico. Un camión de mudanzas dobló la esquina de las calles Plymouth y Lexington, aparcó y se detuvo de golpazo en el área de carga a unos centímetros de donde yo estaba. El ruido fue tan fuerte y repentino, y entró rasgando mi abstracción, que mi agarre se aflojó por la sorpresa y una de las bolsas que yo llevaba cayó a la acera. Maldije entre dientes. Ignorando a los corpulentos hombres que salían de la parte delantera del camión, me agaché para recoger el contenido de vuelta a su lugar.

    Por el rabillo del ojo vi una mano que se extendía para agarrar un paquete que se había alejado rodando y yo asumí por un momento que iban a salir corriendo con él... qué suerte la mía.

    "Eso es mío," espeté en voz alta.

    "Ya lo veo," me dijo suavemente la voz de una mujer y ella se acercó. Me tendió el paquete cuando yo me levantaba y yo la miré.

    Suena descabellado, pero estoy segura de haber sentido cambiar algo dentro de mí en el instante en que vi su rostro. Mirándola fijamente, tomé el artículo y lo dejé caer en una bolsa sin concentrarme en lo que estaba haciendo. Este cayó directamente al suelo y la mujer, quien me estaba prestando menos atención a mí y más a la actividad que se desarrollaba alrededor de la camioneta, frunció el ceño y se inclinó para volver a recogerlo.

    "Perdón," dije con torpeza y la observé meterlo en la bolsa ella misma. Yo no podía apartar los ojos de ella. "Gracias."

    "De nada," respondió aún sin mirarme.

    "Esto es lo último, sólo algunas cajas," exclamó uno de los hombres de mudanza mientras abría deslizando la puerta trasera del camión.

    "Sí." Ella se acercó a ellos y yo observaba inmóvil, olvidando toda mi depresión anterior.

    El porqué de la atracción instantánea, en realidad yo no lo podía entender. Tal vez, como un animal, sentí que había algo diferente en esta mujer. Era bonita, pero mucha gente lo era y, aunque mis tendencias hacia el mismo sexo no estaban controladas con mano de hierro, ella era todo lo contrario a mi tipo usual. Yo tenía un historial de ir a por cabello y ojos oscuros, mientras que esta mujer era rubia y sus ojos de un azul penetrante. Además, aparte de ayudarme con mis paquetes, y al hacerlo hacerme sentir como una tonta, casi me había ignorado totalmente, ni siquiera había buscado mi mirada. Esto era algo a lo que yo no estaba acostumbrada. Yo llamaba la atención, al menos de la gente que me veía por primera vez. ¿Estaba yo de un humor masoquista? Su carencia de interés me intrigó.

    Sintiéndome como una idiota por estar ahí de pie, aparté la mirada y renqueé para entrar en el edificio y en mi apartamento del primer piso. Vi cajas arriba en el rellano del segundo piso y me saltó el estómago a la garganta cuando la mujer rubia siguió a los hombres de mundanza y los condujo escaleras arriba.

    Una cosa era que ella estuviera en un edificio contiguo, pero ¿tenerla justo encima de mí? Esa era otra. Yo sabía que el número 5 estaba vacío. Había oído obras en horas extrañas y después, durante la semana pasada, nada. Dentro saludé a Gene y descargué las bolsas, pero no conseguí relajarme durante la noche, no podía distraerme de la prístina imagen de la mujer. Tenía que investigar. Normalmente ignoraba a los vecinos, yo era reservada más que nadie en el edificio, pero esto era diferente. Mi reacción inicial hacia ella debía de haber quedado falsa, una presentación me tranquilizaría la mente: ella se tornaría cotidiana y yo podría aliviarme rápidamente de su compañía y continuar mi aburrida noche en paz. Cerré la puerta con llave y ascendí las escaleras en un preocupante estado de excitación. Cuando llegué a lo alto, los dos transportistas se estaban marchando.

    "Si necesita algo más, denos un grito," chilló el más grande.

    "Gracias, tíos," oí exclamar a la mujer desde las profundidades del número 5. El grande me guiñó un ojo cuando nos cruzamos. Yo me acerqué a la puerta; que permanecía abierta, invitadora; y llamé con cautela en la jamba. Ella emergió de una habitación interior, todo cabello color miel, piel cremosa y ojos brillantes.

    "Hola," saludó suavemente y se acercó a una mesa de caoba manchada de algo oscuro sobre la que había dos cajas. Yo miré alrededor. Las áreas del comedor y salón eran de plano abierto y la vista a través de la recién renovada cocina estaba relativamente despejada desde donde yo estaba.

    "Han dejado este apartamento con buen aspecto," comenté. "Aunque no lo vi antes de toda la reforma."

    "Es cómodo," coincidió ella rebuscando entre sus cosas.

    "¿Es de un dormitorio o dos?"

    "Vivo sola si ese es el propósito de tu pregunta," dijo sonriendo dentro de una caja.

    Yo aún no había respondido a su saludo ni me había presentado y ella ya estaba dispuesta a revelar que vivía sola. Eso me pareció extraño. Pero esa había sido la razón por la que yo había preguntado, y la sonrisa furtiva en sus labios de capullo de rosa era... ñam.

    "Te vi escaleras abajo." Había pasado mucho tiempo desde que la mera presencia de alguien me había hecho esto.

    "Sí," asintió ella. "Dejaste caer tus píldoras anticonceptivas. Dos veces." Y aún otra sonrisa.

    Joder. ¿Era eso lo que había caído? Yo no había estado prestando atención.

    "Quería conocerte como es debido. Soy Eden, vivo en el número 3." Ella aún no me miraba y me sentí completamente avergonzada durante los pocos momentos que transcurrieron antes de que me respondiera.

    "Directamente debajo de mí," murmuró y luego levantó la cabeza. "Vas a oír ruidos." Ella me miró a los ojos durante un breve instante. "No llames a la policía."

    "Ah." Arqueé las cejas, pero ella se había girado hacia sus cajas. Eso tenía que haber sido una broma, una mujer con un negro sentido del humor. Desafortunadamente, mi interés no recibía el descanso que yo esperaba. "¿Tienes un nombre?"

    "Sarah."

    No parecía una Sarah, pero no se me ocurría qué nombre parecía. Observé mientras ella comenzaba a sacar computadoras portátiles y componentes de escritorio de una caja... algunos de los equipos, yo no los podía identificar.

    "Eso es un montón de hardware. ¿Eres técnico?" Le pregunté y ella me miró con los ojos entornados, como si dijera «¿y a ti qué?» Me asombró lo bien me sentía solo con tenerla mirando en mi dirección, yo quería más, pero ella era una persona sorprendentemente desatenta. Yo nunca había sido una de esas mujeres que quería cosas solo porque no podía tenerlas... esos fueron mis primeros sentimientos al conocer a Sarah.

    "Soy historiadora del arte," suspiró ella como si se aburriera a sí misma.

    "¿Eres nueva en la ciudad?"

    "No exactamente."

    Iba a pedirle que explicara más cuando se oyó otro golpe de nudillos en la puerta abierta y me giré para ver a Rico, el hombre casado del cuarto piso, mirando dentro hacia mí y luego enfocando a Sarah mientras ella miraba hacia él, esperando a ver lo que él quería.

    "No deberías dejar cajas en el rellano. ¿Te ayudo con ellas a cambio de un café?"

    Vi como Sarah iba hasta la puerta abierta, se quedó cerca pero no le miró. Tenía la cabeza gacha como si estuviera más interesada en el suelo pulido.

    "No, gracias," dijo y le cerró la puerta justo en las narices.

    "Um..." tartamudeé sorprendida.

    "Las cajas están vacías de todos modos."

    "Ese es Rico, siempre está merodeando, observando."

    "¿Como tú?"

    "Bueno..." Maldita sea, tenía razón, yo estaba siendo rara. "¿Quieres que te deje en paz?"

    "Tú no me estas molestando."

    ¿Pero Rico sí? Ella había ido hasta él como juzgando las vibraciones que emanaban de él. Había tomado la decisión que no quería que él estuviera cerca ni que fuese cortés siquiera, pero ¿me permitía a mí estar aquí mirándola desempacar? Ella era buena en eso, en hacer que la gente se sintiera especial o terrible. Bueno, en hacerme sentir especial simplemente por aceptar mi asistencia y la de nadie más. Yo siempre hacía el esfuerzo por al menos ser cortés con Rico, pero ella no había sentido la necesidad. Desde ese primer día ella había decidido que yo era buena gente y, al hacerlo, me robó mi curioso y receptivo corazón.

    "¿Ya conocías a Rico de antes?"

    "Tengo un soberbio sentido del olfato."

    "¿En serio?"

    "No. Pero él tiene potencial. Si intenta algo, le cortaré las pelotas con un martillo de torno," me dijo y comenzó a sacar cuerdas de una caja.

    Mis ojos se ampliaron involuntariamente. Yo no sabía lo que era un martillo de torno, pero asumí que te cortaran las pelotas con uno sería desagradable. Nunca había oído tales cosas de un relativo extraño. Incluso puede que aquellas palabras no hubieran sido tan inusuales si hubieran venido acompañadas de una risita o una sonrisa, pero ella las dijo con una calma y tranquila certeza, como si supiera cosas que nadie más sabía. Aunque un poco espeluznante, Rico me parecía casi inofensivo.

    "¿Eres un poco psicótica?" Me aventuré, queriendo hacer conversación pero también preguntándome genuinamente si ella lo era.

    "Sí, probablemente," asintió ella sin expresión y selló mi destino. No me conocía de nada, pero obviamente no le importaba lo que yo pensara de ella. O tal vez le gustaba que ciertas personas la vieran de cierta manera. Las preguntas comenzaron a formularse en mi mente, el tipo de preguntas que nunca me había hecho acerca de nadie fuera del trabajo. Nunca me habían importado lo suficiente.

    Traté de observar el apartamento en lugar de mirarla mientras ella trasteaba con sus pertenencias, pero mis pensamientos estaban lejos de la decoración.

    "No pareces una historiadora del arte llamada Sarah." Yo no había querido decirlo en voz alta, pero era verdad, eso no podía haber sido más discordante de la impresión que ella emitía. En cuanto el comentario salió de mis labios, se me ocurrieron algunas cáusticas respuestas diferentes, pero ella no dio ninguna de ellas.

    "Y tú no pareces una guerrera," ofreció en su lugar, confundiéndome como el infierno. Una de las razones menores por las que encontraba extraña esta afirmación era que aún no la había visto mirarme correctamente.

    "¿Guerrera?" Pregunté cuestionándome si la había oíido mal. "Quizá será porque no lo soy."

    "Ah, una guerrera que ignora que lo es," dio una risita por primera vez, pero yo no lo encontré divertido.

    "Yo no... ¿Te estás riendo de mí?"

    "No," afirmó categóricamente, solo aumentando mi confusión. "Tú luchas."

    "Debería irme, te dejo a tu bola," dije y me dirigí hacia la puerta.

    Estaba avergonzada. No conocía a esta mujer, ya había estado como una intrusa en su privacidad el tiempo suficiente. También me sentí ligeramente insultada: el comentario de la guerrera me había sacado de órbita, como si no lo estuviera ya.

    Mientras continuaba con sus actividades, me dijo que era un placer conocerme y yo salí del apartamento, bajé las escaleras y me encerré a salvo dentro de mi propio santuario interior. Mi objetivo de subir allí para calmarme la mente había fallado miserablemente y me pasé la noche repitiendo la conversación en el número 5.

    Mientras repasaba las palabras de Sarah, mi malestar desapareció. Era la parte guerrera lo que más me había molestado, pero se me ocurrió más tarde que no había nada inexacto en eso. Yo luchaba todos los días a mi manera, una lucha constante por los derechos de las víctimas. Que ella pudiera decir esto sin preguntarme nada era inquietante. Sinceramente esperaba que no fuera tan simple y feo como ver el estrés de mi trabajo escrito en arrugas en la cara. Mi vergüenza cambió a carácter, yo estaba avergonzada de mi ignorante reacción, de mi necesidad de escapar.

    Tumbada en la cama, me encontré escuchando atentamente en busca de esos 'sonidos' de los que ella me había advertido, esperándolos, pero no escuché nada, ni siquiera los crujidos que los últimos inquilinos del piso de arriba solían producir al caminar por el techo. Me dormí con facilidad, pero soñé con el trabajo: rostros magullados atrapados detrás de montañas de papeleo.

    Cuando me senté a la mesa de la cocina por la mañana con mi descafeinado, la habitual multitud de pensamientos asaltó mi cerebro. Tengo que ver al pequeño Bevan con su madre a las 9:30. Eso no saldrá bien. ¿Lloverá hoy? Me llevo el paraguas por si acaso. ¿Debería intentar comer algo? Aún no tengo mucha hambre. Me apetece chocolate. ¿El chocolate tiene cafeína? No he llamado a Dex desde hace tiempo, debería llamarlo esta noche. Aún no he oído ningún sonido de arriba. Me pregunto qué implica la rutina matutina de Sarah. Y una vez que su imagen estuvo en mi cabeza, se quedó allí durante todo el día.

    Volví esa noche, por supuesto, ella ya me había atrapado. Fui con el vago plan de disculparme por haberme excusado abruptamente el día anterior, pero cuando llamé a su puerta, vi su hermoso rostro de nuevo y se me permitió entrar con tanta facilidad que supe que ella no se había ofendido, que no se había percatado de mi confusión.

    El apartamento, que había parecido anormalmente luminoso y aireado la noche anterior, ahora estaba más oscuro, en más de un sentido. Ella había estado ocupada, de las paredes blancas alrededor de la mesa del comedor, que aún estaba llena de su equipo informático, colgaban carteles oscuros e impresiones de cuadros, todos ellos morbosos en diversos grados.

    Ella me saludó con una sonrisa amable y se sentó frente a su computadora de nuevo, exteriormente despreocupada por el porqué de mi regreso, dejándome estudiar las paredes en silencio. Me atrajo una impresión tamaño 22"/ 24" de «Masacre de los Inocentes» de Matteo di Giovanni.

    "Así que eres una historiadora del arte," dije mientras miraba la descripción.

    "Sí."

    "¿Eres religiosa?"

    "No," respondió ella simplemente.

    "¿Pues por qué todas esas imágenes cristianas?"

    "No todas lo son. ¿Las encuentras vulgares?"

    "No estoy segura de que tal calidad pueda calificarse de vulgar."

    "¿Eres una persona de arte?"

    "Puedo apreciar la belleza incluso en lo macabro. Pero hay un tema extraño aquí." Me giré dejando el detalle del cartel y la observé. "Me hace preguntarme sobre ti."

    "Como puedes ver, son copias baratas, no por valor decorativo." Miró a su alrededor a la variedad de iconos que colgaban de las paredes, casi como si ella misma se sintiera ofendida por ellos. "Me mantienen concentrada. Un día, no las necesitaré."

    "¿Concentrada en qué?" Pregunté con curiosidad.

    "La malevolencia es aplicable a lo que nos encontramos a diario; son representaciones válidas de cuán malvados podemos ser exactamente, tanto como individuos como como cultura supuestamente civilizada. Es importante no olvidar nunca que este es el mundo en el que vivimos."

    "Sí," estuve de acuerdo y la miré. No dijo estas cosas como si me estuviera informando, sino como si ella misma necesitara recordárselas al decirlas en voz alta. Su negativa a responder directamente la pregunta me hizo pensar que no se trataba de lo que hacía para ganarse la vida. Esto era otra cosa. "Escuché esta cita una vez «La vida es una tormenta de mierda y cuando llueve mierda, el mejor paraguas que puedes comprar es arte»."

    "Me gusta esa," sonrió. "Un poco ruda pero aún relevante."

    "¿Cómo lo supiste? ¿Que lucho?"

    "Es psicología, ¿no?" Ella hizo a un lado la pregunta con una sonrisa, los traviesos hoyuelos aparecieron en sus mejillas. "Todos luchamos."

    "Trabajo para el Departamento de Servicios Sociales," le dije y ella asintió con la cabeza pero no pidió detalles.

    Se levantó y se movió hacia una imagen más pequeña más cercana a la entrada de la cocina.

    "Este podría interesarte," dijo y me acerqué. La pintura era de un hombre con un taparrabos, luchando por subir un acantilado con un objeto enorme sobre los hombros. «Sísifo» de Tiziano. ¿Lo conoces?"

    "No."

    "Según la mitología griega, Sísifo era un rey castigado por los dioses para empujar una enorme roca por la ladera de una colina. Cada vez que llegaba a la cima, la roca volvía a rodar hacia abajo; tenía que repetir esta tarea por toda la eternidad."

    "Es horrible."

    "Sí. Algunas personas creen que es una metáfora de la vida, la condición humana. Que aquí, todos somos pecadores, desterrados a una vida de trabajo sin razón."

    Los pelos de la parte posterior de mi cuello se erizaron y me aparté de la foto para mirarla, a solo unos centímetros de distancia.

    "¿Es eso lo que tú crees?"

    "No. Guardo esto para recordarme su inutilidad contraproducente. Es demasiado fácil perder de vista un objetivo final." Ella encontró mi mirada muy brevemente. Sus iris eran más oscuros por fuera, más pálidos moviéndose hacia dentro, de modo que el contraste con sus pupilas era marcado, desconcertante. Regresó a su mesa y computadoras y yo permanecí estupefacta, sus palabras cortaban el corazón palpitante de mis frustraciones laborales.

    "No deberías pensar mucho en eso," continuó haciendo clic con el ratón, pantalla no a la vista. "Hay un final para todo. Estamos aquí para definir esos finales."

    "¿Tienes algún tipo de sexto sentido?" Dadas las circunstancias, pensé que era una pregunta perfectamente legítima, pero Sarah se limitó a reír sin mirarme.

    "Todos lo tenemos," dijo ella tratando de desviarme de su esencia, pero no me dejé llevar tan fácilmente. Yo también podía jugar.

    "¿Quiénes es nosotros?" Pregunté y ella parecía pensativa.

    "Somos muchas cosas diferentes, difíciles de definir precisamente fuera de contexto. ¿Cómo te definirías a ti misma?"

    No pude pensar en una respuesta, rápidamente su juego se volvió superior al mío. Podría negarme a jugar o permitir que ella dictara incluso mis propios movimientos. En ese momento me sentí débil, ineficaz.

    "De cualquier forma que te definas, recurrir a la derrota de Sísifo no es la respuesta," dijo con firmeza y de nuevo me quedé mirando con los ojos muy abiertos.

    "¿Qué hay de estos otros?" Pregunté, a falta de algo mejor que decir.

    "Tampoco debes matar bebés," dijo con una sonrisa y me relajé un poco. Noté que era más fácil estar con Sarah cuando no la tomaba demasiado en serio.

    "Está bien matar adultos, ¿verdad?" pregunté. "Si no, tendré que cambiar mis planes de esta semana."

    "Algunas personas necesitan ser eliminadas del mundo."

    "Una forma interesante de describir el asesinato." Otra imagen me llamó la atención en la pared del fondo y me acerqué. Tres figuras femeninas envueltas en blanco y rodeadas de negrura; era más moderna que el resto, y casi fotográfica. "Este es diferente."

    "¿Te gusta?"

    "Sí, esto está menos torturado que los demás."

    "Son las Nornas de la mitología nórdica; entidades sobrenaturales que gobiernan el destino de los dioses y los hombres, girando el hilo de la vida y la muerte. Sinónimo de muchos paralelos transculturales: el griego Moirai, incluso las Tres Brujas del Macbeth de Shakespeare."

    "¿Crees en la reencarnación?" Dije, aún en trance por las figuras. No había tenido intención de preguntar algo así, pero la idea había estado en mi mente últimamente y, dado lo que estábamos hablando, estaba interesada en sus pensamientos.

    "A veces." Tenía este extraño hábito de quedarse completamente quieta y mirar el espacio en blanco frente a ella, era como si no estuviera allí por un momento. "Es posible que nos envíen de vuelta una y otra vez hasta que lo hagamos bien."

    "¿Entonces crees que somos pecadores siendo castigados?"

    "No, no creo que sea tan simple o tan sombrío. Nuestras vidas aquí podrían verse más como un aula o un campo de entrenamiento y todos tienen diferentes lecciones que aprender."

    "¿Crees que estamos siendo vigilados?" Pregunté y ella se encogió de hombros.

    "Tal vez no tengan ojos, así que no les va a importar la relación especial que tienes con el cabezal de la ducha o los juguetes que guardas en el cajón de la mesita de noche, pero es posible que se cabreen por la crueldad."

    Ahogué un bufido que salió de todos modos como una especie de incómodo chillido, me sonrojé y traté de mantenerme en el tema.

    "¿Por qué no hay comunicación con ellos? ¿Ni conocimiento?"

    "Tenemos que ganarnos nuestro camino a su nivel. Y tenemos que ganarlo sin saber lo que estamos tratando de hacer, por eso nacemos sin memoria."

    "¿Quieres decir que, si supiéramos lo que tenemos que hacer, habría algún nivel de engaño involucrado?"

    "Exactamente. Los cambios que hacemos deben cortarse directamente hasta el núcleo, no se permiten tonterías. Si sabemos cuál es nuestro objetivo, los humanos doblaran todas las reglas que puedan para llegar a él. Lo mejor es que alcancen su objetivo sin saber lo que es."

    Lo más extraño de esa charla era que yo entendía lo que ella estaba diciendo. No sabía si estaba loca; incluso tomadas totalmente en serio, sus teorías no eran peores que las de los celotes promedio.

    "La mayoría de las veces estoy convencida de que vivimos en una simulación por computadora," dije con nostalgia.

    "Sí," estuvo de acuerdo. "Parece poco probable que alguna vez seamos capaces de entender lo que hay ahí fuera en el espacio, y mucho menos llegar a eso."

    "¿Porque es un espejismo?" Le pregunté y ella se encogió de hombros de nuevo. "¿Cuantos años tienes?"

    "¿Rompiendo el protocolo? Pensé que podríamos ceñirnos a una conversación poco convencional."

    "Pareces joven pero no actúas como tal," comenté.

    "Estoy cerca de los 30. ¿Y tú?" No preguntó como si fuese una pregunta para la que necesitara una respuesta, solo una que se esperaba de ella.

    "Cumpliré 28 en enero. Aterrador."

    "¿Por qué?"

    "No he hecho nada."

    "¿Que te gustaría hacer?"

    "Esa es la parte realmente triste," dije con tristeza. "Ni siquiera lo sé."

    "No te creo," dijo, mirando su pantalla. "Yo creo que lo sabes."

    "Quizá. Al menos necesito sentirme viva de nuevo."

    Llegué tarde a la puerta de Mathew esa noche, pero no creo que a él le importara. La sensación de su cuerpo físico debajo del mío nunca había tenido tal efecto en mí. Mis ojos estaban cerrados y, en la oscuridad detrás de sus párpados, un penetrante azul me devolvía la mirada.

    "Guao, nena," jadeó Mathew y se giró hacia mí con una enorme sonrisa. "¿De dónde ha venido eso?"

    Era ella, yo lo sabía. Yo no era una de esas mujeres tan engañadas que ni siquiera sabían que querían a otras mujeres. Yo lo sabía, simplemente me negaba a entregarme. El sexo con hombres siempre había venido acompañado de una generosa dosis de culpa. Culpa que estaba en proceso de agudizarse dramáticamente. Era una mentira, sabía que la mayoría de los novios que había tenido se sentirían heridos, o al menos insultados, si se dieran cuenta de lo que realmente yo estaba pensando: que una gran parte de mí estaba en otro lugar. Me preguntaba si el sexo con una mujer estaría libre de culpa o si solo cambiaría de forma.

    No me quedé en casa de Mathew, me excusé y me fui. Quería pasar la noche debajo de ella, escuchando sus sonidos.

    Siempre había mantenido estrictamente encerrados mis sentimientos por las mujeres. Los protegí de cerca desde que aparecieron por primera vez siendo adolescente. Mi familia era intolerante y mis experiencias con amigos no fueron mucho mejores. Las cosas habían cambiado desde entonces, naturalmente, pero yo estaba hundida. El hábito de tener un novio cerca para estar segura de que nadie sospechaba de mi sexualidad continuaba. Me gustaban los hombres, me llevaba bien con ellos, generalmente mejor que las necesitadas y pegajosas mujeres que conocía. A medida que la mentira continuaba y crecía a cada año que pasaba, también lo hacía mi culpa por ella. Nunca podría deshacerme de mis sentimientos por las mujeres y estaría muy lejos si pensara que los hombres son un buen sustituto. Pero estaba muy acostumbrada a vivir esa falacia y una vez que un prejuicio ha arraigado, es difícil de superar.

    Para cuando Sarah entró en escena, yo estaba en un punto en el que la balanza se inclinaba fuertemente a favor de cambiar mi estilo de vida. No podía seguir usando a los hombres y odiándome a mí misma como era. Predicaba la tolerancia en todos los aspectos de mi vida profesional, pero no tenía el valor de practicarla cuando se trataba de mi vida personal. No me interesaba jugar en el campo lésbico, creo que solo quería enamorarme; y allí estaba Sarah.

    Siempre esperando hasta que cayera la noche, comencé a visitar el número 5 con regularidad. Sarah nunca me exigió que hablara sobre el trabajo o mis asuntos privados, era fácil estar cerca de ella. A ella no parecía importarle mis visitas, mostró poco interés pero nunca me rechazó. Ella me despidió solo cuando tuvo que salir del apartamento para algo: una sesión de entrenamiento de Muay Thai, una clase de defensa personal, un puesto de noche en el campo de tiro. Durante semanas estuve segura de que estaba bromeando cuando mencionaba estas cosas, que probablemente iría al supermercado o a visitar a un amigo. Aprendí rápidamente que mis preguntas delicadamente indagatorias, destinadas a sacarle información "normal," no tendrían éxito y comencé a preguntarme si tenía atributos normales. Era difícil saber cuándo estaba bromeando, pero nunca capté una mentira real de ella; si no quería responder una pregunta, simplemente no lo hacía.

    Muy temprano en la vida asumí el papel de cuidador, algo automático en el que caí con mis hermanos menores, amigos, novios, incluso mis padres. Era el tipo de persona que era, incluso había hecho una carrera con eso. Sarah me atrajo por razones que iban totalmente en contra de lo habitual. Ella no me necesitaba, no por nada. No necesitaba ayuda, consuelo, validación, protección, alguien con quien hablar, un hombro en el que llorar. Nunca pareció tener curiosidad por saber por qué la visitaba, a menudo continuaba con lo que estaba ocupada en ese momento; jugueteando en sus computadoras, barajando sus impresiones y cuadernos. Rara vez me miraba, pero siempre podía contar con ella para que entendiera lo que decía sin entrar en detalles y me ofrecía algo extrañamente perspicaz a cambio. Daba la sensación de que, con o sin mi presencia, le parecía bien. Lo que hacía que su compañía fuese irresistible para mí.

    No fue hasta unas tres semanas después de que comenzaran mis visitas que la seguí a su habitación un día sin pensar realmente en eso. Estábamos en medio de uno de nuestros extraños idas y venidas, así que, por supuesto, la seguí cuando salió de la habitación.

    "Esta cita: «Es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado.» ¿Qué opinas de ella?" preguntó inmediatamente después de mi llegada, mirando la pantalla de su escritorio. Insistió en lanzarse a las preguntas más difíciles, pontificando sobre temas en los que yo rara vez pensaba ante ella. Sin siquiera decir hola o cómo estás primero.

    "Supongo que depende de si quieres afrontar gran dolor o permanecer vacío," le respondí.

    "¿Crees que sin amor solo hay vacío?"

    "Honestamente, soy la última persona capaz de dar una conjetura precisa sobre tal tema."

    "Eres humana, sientes amor y yo no pido precisión, solo teoría subjetiva," sonrió misteriosamente. La sonrisa que me afectaba más profundamente cada vez que la veía. ¿Por qué hablaba ahora del amor? ¿Conmigo? Me senté a la mesa sin ser invitada y traté de pensar en una respuesta apropiada.

    "Una pregunta hipotética," anunció en respuesta a mi silencio. "¿Te arriesgarías a la cárcel, convirtiéndote en una paria social, para realizar un acto moralmente justo?"

    "Nuestras leyes son generalmente morales."

    "Con o sin ley, lo bueno y lo malo sucede."

    "Si la mierda golpea el ventilador me gustaría pensar que estoy diispuesta a hacer sacrificios por mis principios, sí."

    "Los principios de muchas personas son cuestionables," dijo en voz baja mirando a la pared. "Pero los tuyos son impecables."

    ¿Impecables? Sus comentarios a menudo me hacían sentir cálida, mientras que suscitaban al mismo tiempo otras diez preguntas en mi mente. Hacerle estas preguntas había resultado fatal. Ella alimentaba mi confusión en un ciclo de retroalimentación positiva.

    "Actúas como si ya supieras la respuesta. ¿Por qué preguntar si la sabes?"

    "¿Conversacion?"

    "Maldición, eres molesta," le dije negando con la cabeza. "Creo que en el fondo eres mística."

    Me miró de forma extraña entonces, me miró a mí de verdad. Hice girar mis dedos ansiosamente bajo su mirada penetrante.

    "¿Por qué dices eso?"

    "Estás buscando respuestas que no puedes encontrar en la sociedad, la filosofía, el arte, la ley. Estás buscando respuestas que ni siquiera puedes encontrar en la ciencia o la religión. He aquí, mística."

    Ella dio una risita hacia mí y finalmente desvió la mirada.

    "Me pareces buena gente," concluyó y de nuevo me sentí caliente.

    "¿No te consideras espiritual?"

    "El tema de lo que sucede después de la muerte no es asunto mío. Es el aquí de lo que tenemos que preocuparnos."

    "¿Por qué no es asunto tuyo? Todos morimos."

    "Muerte, ¡bah! [1]."

    Entorné los ojos y la estudié.

    "¿Qué es lo que te preocupa aquí?" Tenté.

    "Malas decisiones. Mala gente."

    "La mala gente pueden tomar buenas decisiones y viceversa."

    "Hay ciertas decisiones de cuya redención es imposible. Tienes una actitud notablemente positiva para alguien en su línea de trabajo. ¿Esto es una tapadera?"

    "Sin ella, podría marchitarme y morir," admití y ella pareció pensativa.

    "¿Qué hay de matar pájaros muy diferentes con el mismo tiro? ¿Crees que es posible?" preguntó. Hablaba en código con tanta frecuencia que me estaba acostumbrando a este tipo de preguntas.

    "Creo en la pereza," le dije y ella dio una carcajada.

    "No estoy hablando de pereza, sino de competencia," replicó.

    "Las mujeres son estupendas en multitareas, así que... ¿A qué te refieres? ¿A qué pájaros?" Se había vuelto común para mí detenerme en medio de una discusión y cuestionar de qué estábamos hablando en realidad, aunque solo fuese para mí misma.

    "Amor y odio," respondió ella simplemente.

    "A veces no es tan divisible," pensé en voz alta.

    "Es cierto," coindió. Yo no entendí cómo nos las habíamos arreglado para saltarnos todas las rutas normales para conocernos una a la otra, pero eso no me molestaba, en cambio, solidificaba mi sentido de parentesco con ella. "¿Traición y lealtad entonces?"

    "Una puede conducir fácilmente a la otra."

    "¿Bien y mal?"

    "Tampoco mutuamente excluyentes."

    "Oh, guao." Ella negó con la cabeza, se levantó de la silla y dijo: "De verdad llevas aquí demasiado tiempo," luego se dirigió por el pasillo. Mis cejas volaron hacia arriba y la seguí con la intención de obtener una buena respuesta sobre lo que ella había querido decir. De pronto acabé de frente con su dormitorio mientras ella se acercaba a una cómoda y rebuscaba en el cajón superior. Tragué saliva cuando vi su cama, todo sábanas y almohadas negras, y el tema de discusión desapareció de mi radar. Estaba a punto de salir de la habitación cuando vi los objetos en la parte superior de la cómoda y mis ojos se abrieron con sorpresa. Ella encontró lo que fuese que quería y se giró, deteniéndose al ver la expresión en mi rostro y seguir mi mirada.

    "Pensé que estabas bromeando," le dije sin saber cómo reaccionar.

    Ella no se inmutó por que yo los viera, me hizo señas para que me acercara y yo fui.

    "Sig Sauer P229. Smith and Wesson Shield de 9 mm. Esta es la Beretta 92FS, estándar para el ejército de EE.UU." Señalaba a cada una mientras yo miraba. "No tengas miedo, no están cargadas."

    Yo estaba algo familiarizada con las armas. Mi padre había sido infante de marina. Al menos dos de las armas de Sarah eran lo bastante compactas como para ser consideradas armas de porte oculto.

    "¿Hablabas en serio sobre la defensa personal también?" Le pregunté.

    "Por supuesto," dijo simplemente y la seguí hasta la sala de estar.

    "¿Por qué?" Le pregunté después de que se hubiera sentado frente a su pantalla.

    "¿Por qué qué?"

    "¿Por qué armas y Muay Thai? Tú no pareces de esa clase, quiero decir, mírate."

    "¿Que pasa conmigo?"

    "Nada, eres preciosa, con clase." En momentos como estos, yo era una inútil, no podía expresarme bien sin insinuar tanto mi atracción como mi culturalmente desafiado prejuicio. Hice una mueca ante mi propia idiotez, pero Sarah no tenía la costumbre de señalar mis debilidades.

    "Razón de más para aprender a protegerme," dijo. "Tú deberías aprender, el cuerpo por sí solo tiene un enorme potencial para causar daño a alguien que intenta lastimarte."

    "Sí." ¿Era eso una oferta? Además del cosquilleo de miedo que recorrió mi espina dorsal por esas palabras, sentí una poderosa urgencia de suplicarle que me enseñara. Quizá tuviera ella que tocarme en el proceso.

    "Hay mucha gente peligrosa en el mundo. Tú, más que nadie sabes eso."

    "Tengo la sensación de que tú eres una de ellas," le dije aún distraída por mis pensamientos.

    "Sabes lo que dicen sobre combatir el fuego," sonrió con picardía y tuve un ligero orgasmo mental.

    Como si no hubieran sido lo bastante vívidas, mis fantasías sobre ella se catapultaron después de eso. Era como si ella fuese dos personas, la historiadora de arte que hablaba de filosofía y la practicante de artes marciales que poseía armas. Se me ocurrió que había un punto en el que se encontraban estas dos personas: su constante preocupación por distinguir el bien del mal, la oscuridad de la luz. Yo no entendía lo que significaba todo eso, pero la posibilidad de que ella pudiera estar preparándose o planeando algún tipo de golpe hacía que me hirviera la sangre. Nunca había fantaseado con nadie como lo haciiai con ella.

    Mi interés por Sarah no decayó con el paso de las semanas. La facilidad de estar cerca de ella ofrecía asueto a la tensión del día al que yo estaba llegando lentamente a engancharme. Me encontré posponiendo asuntos más urgentes (terminar el papeleo, llamar a mi madre, hacer las compras) para poder hacer mi visita nocturna. Nunca había conocido a nadie con quien pudiera hablar como lo hacía con ella. Con esa especie de intimidad desconectada, discutíamos cosas fundamentales sin entrar en detalles. Muerte, enfermedad, emoción, historia, creencia, falta de creencia, patrones de comportamiento, psicología... todo estaba sobre la mesa. Ella no solo visitaba mis sueños físicamente, eran sus opiniones, sus expresiones, su risa. Era la forma en que me hacía sentir que yo no era una mentira.

    Esto no sucedió de una vez con una grandiosa revelación, pero alteró mi actitud. Primero, la culpa se hizo más pronunciada, especialmente porque estaba usando más a Mathew en lugar de seguir adelante con mi plan de romper con él aquel día en la calle. Y uso era definitivamente la palabra para ello: yo evitaba pasar noches enteras en su casa y nunca le pedía que se quedara en la mía. Por qué no podía comprar un juguete sexual, no lo sabía, pero la carne es la carne.

    Algunas noches que iba al número 5, Sarah no estaba en casa. Yo la echaba de menos, esperaba con ansias cuándo poder volver a visitarla. Sentía un tirón cuando la veía, un tirón que se iba fortaleciendo. A menudo tenía que obligarme a salir por la puerta cuando me marchaba, al sentir la inclinación de quedarme el mayor tiempo posible. Era absurdo, yo suspiraba por ella como un cachorro perdido. Me quedaba dormida imaginándola apretada contra mi cuerpo, soñaba con ella durante la noche y mi concentración en el trabajo se estaba pausando a medida que la fantasía infectaba mis días. Esto era la clase de cosas que pasaba con los flechazos de la infancia, no con las mujeres adultas.

    Yo no mencionaba nada de ella a nadie. Aparte de la fuerte sensación de que ella no querría que yo hablara a los demás sobre ella, a mí me gustaba que ella fuese solo mía. Mi secreto, el cual se estaba convirtiendo rápidamente en la mejor parte de mi vida.

    Una mañana, después de un sueño particularmente vívido, me miré en el espejo del baño. Nunca había estado insatisfecha con mi apariencia, no había nada malo en mí físicamente. Mi cabello largo y castaño era espeso y sedoso, de tan alto mantenimiento que a menudo pensaba en cortármelo todo. Mis ojos eran verdes, un regalo de mi padre, y mi piel aceitunada no tenía arrugas aún. Pero Sarah apenas se fijaba en mí.

    Consideré la probabilidad de que ella fuese completamente heterosexual. Pasatiempos agresivos aparte, ella era sumamente femenina. Yo encontraba su constante vestimenta de alto estándar tanto intimidante como increíblemente sexy. Incluso desde aquel primer día en que ella se mudó; trasteando por la casa, abandonando el apartamento para una de sus clases; ella se ceñía a los vestidos largos y casuales. Yo la había visto una vez incluso fregando el suelo de la cocina con una falda lápiz y una camisa abotonada. ¿Es que no tenía pantalones de chándal? Yo no me la imaginaba entrenando artes marciales con un vestido.

    ¿Quién friega el suelo de la cocina llevando ropa de trabajo? Pasé un tiempo vergonzosamente largo observando su espalda esa noche mientras ella murmuraba cosas sobre ejecuciones a lo largo de la historia y trataba de extraer una opinión de alguien cuyos pensamientos estaban en otra parte. Ella parecía tener ciertos momentos de hiperactividad cuando estaba realizando una tarea con un ligero frenesí y su discurso se volvía más complicado, más insistente. Me gustaba encontrarla en esos momentos, ella era humana, vulnerable.

    Así que, sí, tal vez ella era heterosexual. Pero yo había conocido a muchas chicas heterosexuales que aún así admiraban mis rasgos. Y nunca había visto a Sarah mirar a nadie con interes tampoco, ella estaba igualmente desinteresada en todo el mundo, una observación que me reconfortaba o profundizaba mi frustración dependiendo del ángulo en qué lo veía. Hasta donde sabía, yo era la única otra persona a la que ella permitía entrar en su apartamento. Nunca la había visto con una visita, nunca la había oído hablar por teléfono ni con alguien en la calle. A veces me preguntaba si ella era un producto de mi imaginación, pero entonces Rico hacía molestas preguntas sobre ella en la zona de los buzones y yo sabía que era real.

    Me vino entonces, al mirar críticamente mi imagen del espejo: yo era aburrida. Se necesitaría algo más que belleza física para llamar la atención de Sarah y yo, sencillamente, no la tenía. Reconocer esta deficiencia en mí era solo otra parte del lento declive de mi autoestima debido a la deshonestidad. Me di cuenta de ello más tarde, al apartar mi condenadora mirada. Cambiar la causa raíz del problema implicaba trabajar hacia decir la verdad.

    Esto era de gran preocupación para mí, la idea daba pavor y, cuando Mathew llamó al timbre esa noche, le dejé entrar rápidamente, dándole la bienvenida a una distracción para mi pequeño tormento. Pero esto no funcionó. No era culpa suya, por supuesto, aunque él era parte del problema y tenerlo allí no estaba ayudaba. Me divertí oyéndole mess around on my decks durante un tiempo, pero cuando llegamos al dormitorio, lo único que pude hacer fue mirar al techo y preguntarme por qué estaba aquí en lugar de allí arriba de visita.

    Él rodó fuera de mí.

    "Está bien, ¿qué te pasa?" preguntó. "Las últimas veces no podías parar y esta noche estás ahí tumbada como esperando a que yo termine."

    Él estaba enojado y eso me dejó impaciente, me empujó por el borde en el que yo me estaba tambaleando.

    "Y al parecer no vas a terminar," le dije. "Deberías marcharte."

    "¿Qué coño, Eden? ¿He hecho algo mal?"

    "No estoy de humor."

    "Mujeres," resopló él, se levantó y comenzó a ponerse su ropa interior y los vaqueros. La perspectiva de que se fuera sin protestar me animó ligeramente.

    "No has hecho nada malo. Pero..." Respiré hondo. "Tú y yo, deberíamos dejarlo." Mejor quitar la tirita rápido.

    "Ey, espera un segundo. Esto solo es una mala noche." Me miró con preocupación, pero, por fortuna, continuó abotonándose la camisa. "No debería haber sido rudo. Dime que no te refieres a eso."

    "Lo digo en serio," le dije sin mirarle.

    "Está bien, mira, te llamaré mañana cuando te sientas mejor. Lo solucionaremos entonces."

    No volví a hablar con él cuando salió por sí mismo. No me gustaba la idea de una nueva confrontación, pero había tomado una decisión y no iba a acobardarme esta vez.

    En realidad no importaba si Sarah no me quería. Yo ya no podía negar mis sentimientos. Había llegado a un punto en el que no podía ocuparme de otras personas hasta que prestara cierta atención seria a mis propios problemas.

    Por primera vez, observar a las mujeres desde la distancia no era suficiente. Quería tocar la fantasía, besarla, entregarme a ella por completo. No sabía cómo lo iba a hacer, si es que podía hacerlo, pero romper con Mathew parecía un buen punto de partida.

    Cuando él llamó a mi puerta la noche siguiente sin llamarme por teléfono primero, mi corazón se hundió. No me gustaba mucho hacer daño a la gente, pero sabía que sería mejor que se buscara a alguien que pudiera darle lo que él quería. Esto tenía que suceder.

    Él se inclinó para besarme en la puerta y yo esquivé el beso. Su expresión decayó y yo le hice un gesto para que entrara. Yo no quería público, aunque solo fuese el holgazán de Rico.

    "¿Sigues cabreada conmigo?" me preguntó mientras me seguía hasta la cocina y le daba a Gene, extendida en el suelo, una palmadita.

    "No estoy cabreada contigo," subrayé. "Pero hemos terminado. Ya no puedo estar contigo."

    Él se pasó los dedos por el pelo oscuro, cerró los ojos y resopló pesadamente.

    "¿Por qué?" preguntó.

    "Tengo... problemas, Mathew, yo no puedo darte lo que quieres."

    "¿Qué es lo que crees que quiero?"

    "¿Igualdad de oportunidades?"

    "Ya lo entiendo, ¿sabes?. Toda esa mierda a la que estás expuesta en el trabajo. Si se trata de esto..." Miró por la cocina, perdido. "¿Por qué no puedes olvidar el trabajo cuando llegues a casa, Eds?"

    En las raras ocasiones en que la gente me llamaba Eds, yo me encogía, lo odiaba. Su uso me ayudaba ahora a decir lo que necesitaba decir.

    "No se trata de eso. No tiene nada que ver con el trabajo."

    "Está bien," dejó caer la cabeza y mi estómago dio un vuelco. "Creí que teníamos algo."

    Respiré profundamente.

    "Sí teníamos algo. Y ya no. Lo siento. Estoy enamorada de otra persona," le dije de un modo vacilante que me hizo encogerme por dentro y rogarle con los ojos. Él me miró con dureza, enojado ahora.

    "Tonterías," dijo. "Eso es una excusa para ti. Tú eres incapaz de sentir. Ya me lo advirtieron."

    "¿Que se supone que significa eso?"

    "Hilly y yo somos amigos, ¿recuerdas?, me dijo que tú le hiciste lo mismo. Que no podías amar a nadie. Joder, qué desperdicio de... ¡Joder!." Me miró a los ojos durante un segundo, luego dio media vuelta y se dirigió a la puerta. "Vas a morir sola, Eden," me gritó con disgusto antes de dar un portazo a su paso.

    Me estudié las uñas. Él estaba enojado, su ego magullado, un par de comentarios sarcásticos eran bienvenidos. Además, probablemente tenía razón. Moriría sola, todos lo hacemos. Vivir una vida con alguien a quien no amaba solo para fingir que no iba a morir sola era una broma cósmica.

    Una vez que el retroceso inicial se disipó, sentí cierto alivio por haber roto lazos con Mathew. Pero claro, este alivio parecía opacado por mi indisposición de contárselo a nadie. Durante la semana siguiente, simplemente me puse a trabajar como si nada hubiera cambiado. No dejaba de recordarme a mí misma que esto era una parte importante de un proceso mucho más grande y que debería tomarme mi tiempo, permitirme adaptarme, pero me estaba poniendo ansiosa. No pasaría mucho tiempo antes de que tuviera que decírselo a la gente, se iban a enterar de todos modos. La comunidad de la que rodeaba estaba relativamente unida, la familia y los amigos se conocían en su mayoría y, aunque me había distanciado sustancialmente estos años, eso solo parecía hacer a la gente más entrometida. La pequeña cantidad de tiempo en la que tenía oportunidad de pensar, sentía el lastre de mi mentirosa vida más pesado que nunca, a veces estaba convencida de que nunca podría escapar de él.

    Una semana soltera y aún no se lo había contado a nadie. Subí las escaleras y llamé a la puerta de Sarah. Cuando la seguí al comedor, ella cerró rápidamente una computadora portátil mientras se sentaba. Nunca había hecho eso antes.

    "¿Viendo porno?" Le pregunté divertida, pero ella no se rió.

    "Algo así."

    "¿Estás bien?"

    "El mundo está lleno de enfermedades," dijo una vez más mirando el espacio en blanco entre nosotras. Ella estaba diferente, parecía haber estado llorando; Nunca la había visto de ese humor. ¿Sentía por fin la necesidad de desahogarse con alguien? ¿Conmigo?

    "Sí, lo está," coincidí. "Tras muchas formas y rostros diferentes."

    "La gente piensa que no hay modo de arreglar las cosas. Que es una misión abortiva."

    "A menudo lo es. Pero en mi línea de trabajo, incluso una cosita puede marcar la diferencia."

    "Tú sabes, mejor que yo incluso, cómo es estar en este jodido lugar. Siempre cuestionándote qué es lo correcto, cuán lejos es demasiado, qué camino es mejor o peor. ¿Cómo se supone que vamos a saberlo? Si las reglas no funcionan, se pueden mejorar, ¿no? Todo siempre se puede mejorar..."

    Ella estaba despotricando, estaba hiperactiva y posiblemente teniendo un colapso.

    "Sarah, dime cuál es el problema."

    "A veces tienes que hacer algo mal para hacer las cosas bien. Un paso atrás, dos pasos adelante."

    "Siempre hay un precio que pagar por eso," dije tratando de ponerme a su nivel.

    "Siempre un precio por todo. Pero un único acto valiente puede alterar la historia, no solo para una persona, sino para muchas."

    Mientras la miraba con preocupación, ella quedó en silencio por un momento y luego, sin preaviso, dejó escapar un agudo chillido. Yo salté conmocionada y la miré boquiabierta. Ella cerró los ojos con fuerza durante varios segundos mientras el sonido del chillido reverberaba por la habitación, luego los abrió y relajó el rostro.

    "Eso está un poco mejor," dijo y me llevé la mano al pecho.

    "Jesús. ¿Me avisas un poco la próxima vez?"

    Cada vez que creía haber colocado una pieza de su rompecabezas, ella volvía a sorprenderme. Una tercera faceta de Sarah había emergido, una emocional, una furiosa. No puedo decir que eso me desanimara, aunque me sorprendía por su intensidad y su misterio, no era menos atractiva que cualquier otro aspecto de la mujer. Yo tenía la sensación de estar cegada por mis propias emociones, arrastrada por una marea de adoración. Ahora sé que era el amor mismo lo que era ilusorio, no la pureza del ser de Sarah.

    "A veces todo esto es demasiado," hizo una pausa. "¿Qué haces cuando te sientes frustrada?"

    "Varía," dije torpemente. "A veces simplemente paso la noche en... casa de mi pareja."

    "Sí," asintió compresivamente. "El amor debe ser agradable."

    "Yo no le amo." Qué débil era yo, ¿por qué no podía admitir que ya no tenía pareja?

    "¿No?" preguntó con un ceño fruncido que hablaba de toda mi culpa, luego su expresión cambió abruptamente a una de levedad. "¿No me digas que eres una de esas que piensan que un orgasmo puede arreglarlo todo?"

    "¿Qué?" Una vez más, dudé de haber oído correctamente, pero la media sonrisa que ella mantenía me decía lo contrario. Sentí un calor subiendo hasta la cara y agradecí a Dios por no tener la tez demasiado pálida. "Por supuesto que no," balbuceé. "¿Cómo...? Dios, eres imposible."

    "¿Eso crees?" ella dio una risita. "Es que estás bastante guapa cuando te avergüenzas."

    Casi me muerdo el labio, y me sonrojé aún más, pero como de costumbre, ella no me estaba mirando, así que eso pasó desapercibido.

    "¿Cómo sabes eso?" Pregunté tratando de encubrir la vergüenza con ira. "¡Nunca me miras!" Eso era totalmente incorrecto decirlo porque ella me miró entonces, volvió hacia mí la plena fuerza de sus penetrantes ojos y los mantuvo allí durante lo que pareció una eternidad. Yo no supe si orinarme encima o huir sin más. Estaba segura de que ella podía ver todos los pensamientos privados que yo había tenido sobre ella. De qué color fue mi cara en ese momento, yo no podría decirte, no podía sentir mi cuerpo en absoluto, solo esos ojos. Luego ella apartó la mirada con una sonrisa y volvió a concentrarse en la pantalla de su escritorio. Yo pude respirar.

    "A veces, no es necesario mirar a la gente para saber que están avergonzados... o guapos," dijo, y la capacidad de respirar me evadió de nuevo. "Lo siento."

    ¿Por qué se estaba disculpando? Yo no entendía nada, ella me dejaba estupefacta.

    "¿Por que lo sientes?"

    "Siento que estés enojada porque crees que no te miro. No quiero incomodarte."

    "Eres la persona más... interesante que he conocido." Estuve demasiado cerca de usar una palabra diferente y mi vergüenza se amplificó.

    "Eden," negó con la cabeza. "Y yo pensando que no he salido mucho."

    ¿Era esa la primera vez que pronunciaba mi nombre? Salió rodando de la lengua tan hermoso. Mi presencia parecía haberla calmado, lo cual era una sensación agradable.

    Centrándome nerviosamente en la mesa, noté un viejo libro fuera de lugar entre todo el equipo electrónico. Lo recogí y hojeé hasta la sinopsis.

    "Este libro parece… fuera de lugar." Por supuesto que lo parecía, estaba en el apartamento de Sarah.

    "Oscar Pettersson, un genio y activista sueco. Lo escribió en un ataque de depresión y poco después lo enviaron a un manicomio y le pusieron bajo Thorazine. Lobotomía química, nunca volvió a escribir."

    "Diablos," dije pensando en la cantidad de gente que debía de sufrir destinos similares. "Así estaré yo dentro de unos años."

    "Sí," coincidió. "Ya te veo arrastrando los pies por la sala de psiquiatría con una bata raída y gastadas pantuflas, con cara perdida, babilla colgándote del labio. Antes de los 40."

    Lo dijo con una cara completamente seria, pero yo no pude evitar romper a reír como una histérica. ¿Estaba yo en un estado muy excitable? Varias veces pensé haberme controlado, pero la imagen que había descrito volvía a pasarme por la cabeza y era difícil recuperarme.

    "Lo siento," dije finalmente secándome las lágrimas de los ojos. "Tienes habilidad con las palabras."

    "Es agradable oírte reír."

    "¿Dónde estarás tú mientras se desarrolla mi sombrío futuro?"

    "Bañándome en sangre. Disfrutando la vida eterna y la condenación eterna."

    "Ajá. Sabía que eras espiritual."

    "El alma... donde el arte es información."

    "¿Te... gustaría venir a cenar a mi casa?"

    "¿Que vas a cenar?" Pareció recuperarse y cambiar de opinión. "Eres una buena persona. De veras deberías mantenerte alejada de personas como yo."

    "¿Conservadores de museos?"

    "Sí. ¿Ha conocido alguna vez a un buen conservador de museo?"

    "Yo... tú eres la única que he conocido."

    "Exactamente."

    "Nunca has visto mi apartamento."

    "¿Es eso asombroso?"

    "No. Pero podrías conocer a Génesis."

    "¿El nombre de tu novio es Génesis?"

    "No. Mathew no vive conmigo." Y ya no es mi novio. "Génesis es mi perro."

    "Oh." Hizo su movimiento característico. "Tienes un perro," dijo pensativa.

    "¿No te van los perros?" Pregunté, decepcionada. Yo adoraba a Gene, toda obsesión incompatible resultaba difícil.

    "¿No es cruel tener un perro en un apartamento sin patio todo el día?"

    Quizá no odiaba a los perros.

    "Tal vez para un perro joven, pero Gene es vieja y está casi ciega. La recogí en el refugio de la calle Boulcott, la iban a dormir. La saco a pasear todas las mañanas y las noches, me sorprende que nunca me hayas vvisto con ella."

    "Quizá algún día pueda conocerla, pero no hoy," dijo, y yo no supe cómo sentirme al respecto.

    "¿Qué tienes que necesitas arreglar tanto?"

    "Sé solucionar mis propios problemas."

    "Lo sé, pero parece todo siempre tan unilateral contigo. No sé casi nada sobre ti."

    "Pero frecuentas el lugar donde vivo."

    "Ah." Ella tenía razón. ¿Y cómo podría discutir con ella? Yo tenía demasiadas cosas que ocultar, a saber, el hecho de que estaba totalmente enamorada de ella, la razón por la que quería yo saber todo sobre ella y que ella expresara al menos una pequeña cantidad de entusiasmo ante la idea de visitar mi apartamento. Para cenar. Y tomar una copa. Y una vida juntas. ¡JODER!

    "Ya diría que sabes más de mí de lo que yo sé de ti," enfatizó. "Entonces, ¿qué es? ¿Qué es esta cosa irresistible que necesitas saber tanto? Estás buscando algo."

    "¿Adónde vas de noche?" Pregunté, arriesgándome. "Desapareces durante horas todas las noches."

    "Esa es información restringida," dio una carcajada. "Eres una gata curiosa, ¿no?"

    "Sí," dije ahora resentida. No debería haber preguntado, sabía por su reacción que no me lo quería decir. "Me preocupo por ti. Con tus armas y tu defensa personal y toda tu charla sobre arreglar las cosas y mantenerte concentrada. Eso es jodidamente preocupante."

    "Y un cuerno preocupada, eres inquisitiva. No te enfurruñes, Eden, no te queda bien. La vergüenza te sienta mejor."

    "Tú..." Eres lo más irritante, frustrante... "Pues sin cena entonces," dije con carita de pena, mirándome los zapatos.

    "¿Te sientes atraída por mí?"

    La pregunta hizo que mi cabeza se levantara de golpe. Ella me estaba mirando de nuevo, con ojos aburridos.

    "¿Porqué lo preguntas?" Traté de mantener mi voz indiferente.

    "Tu interés en mí parece intenso."

    "Tengo novio," señalé débilmente, y sentí otro rubor en las mejillas.

    "Bueno, entonces," sus ojos me dejaron, "preocúpate por él, no por mí. O podrías terminar encontrando más de lo que esperabas."

    Eso fue todo, ella me había enigmáticamente arriconado en una posición en la que yo tenía que rendirme. Pero las palabras me hicieron pensar: fuera lo que fuese eso que yo no me esperaba, lo quería.

    Me estaba sintiendo bastante mareada cuando logré llamar a su puerta dos noches después. Me había llevado yo misma hasta ese estado al pensar en hablarle de mis sentimientos, al menos por las mujeres, si no por ella. Tenía que empezar por alguna parte y, a pesar de no haber tenido nunca una supuesta conversación normal con ella, era ella con quien me sentía más cercana. Lo había repasado una y otra vez en mi cabeza, y descartado a todos los demás a los que yo consideraba que se sorprenderían y se sentirían heridos por haberles mentido durante tanto tiempo sobre tantas cosas. Eso dejaba a Sarah. Sí, yo quería vomitar desesperadamente.

    Me apresuré a entrar como si mi trasero estuviera en llamas cuando ella abrió la puerta. Por primera vez no la miré, pero pude sentir sus ojos sobre mí.

    "Parece que has tenido un día infernal," dijo.

    ¿Qué problema había conmigo? Pensando que podía venir aquí arriba y contarle el mayor secreto de mi vida, algo que nunca le había contado a nadie, cuando apenas podía soportar que me mirara sin sonrojarme. Una vez que tomé la apresurada decisión de no decirle nada, me relajé considerablemente.

    "No sabes cómo es mi trabajo," dije palurdamente, furiosa con el mundo y conmigo misma. "Debería haber estudiado historia del arte."

    "¿Qué estudiaste?" preguntó y me entregó una copa de vino. Yo miré la copa con sospecha, la olí. Ella nunca me había ofrecido una copa antes, ni siquiera una taza de café. ¿Estaba yo tan hecha un lío?

    "Ciencia del comportamiento," dije y tomé un gran trago.

    "Tu trabajo es difícil, angustioso. Te sacrificas por él voluntariamente."

    "Sí."

    "¿Querías hablar sobre tu trabajo? Asumí que viniste aquí para alejarte de tus asuntos personales, no para detenerte en ellos."

    "¿Por qué asumes eso?" Yo aún estaba a la defensiva, me encogí dentro de mí misma.

    "Porque nunca te pregunto sobre eso, pero no dejas de comentarlo." Hizo una pausa y yo aún podía sentir sus ojos en mí, miré hacia mi copa, tomé otro sorbo, y otro. "Eres una buena persona, Eden. Lo que haces es incalculable."

    "Quizá no sea tan buena persona."

    "¿No? ¿Qué te está carcomiendo?"

    "La otra noche... cuando traté de dar a entender que Mathew y yo aún estábamos juntos... No es cierto, rompimos hace más de una semana o, mejor dicho, rompí yo con él. No sé por qué. Mentí, no estoy acostumbrada a decirle a la gente que estoy soltera. No estoy acostumbrada a estar soltera... " Yo estaba parloteando y lo sabía, pero no podía parar.

    "Eso es brillante," me interrumpió.

    "¿Por qué? ¿Por qué es brillante?"

    "Dijiste que no le amabas. ¿Por qué estás tan abatida? Podría ser bueno para ti pasar un tiempo a solas, pensar en lo que realmente quieres."

    "Tal vez. Siento haber mentido."

    "Ni siquiera fue una buena mentira, solo una mentirjilla inocente." Yo podía oír la sonrisa en su voz pero aún no podía mirarla a la cara. "Encontrarás a alguien a quien amar, no te preocupes. Pero deja de comprometer tus propios sentimientos, una cosa es hacerlo en el trabajo, pero ¿en tu vida personal? No vale la pena."

    Tragué, ¿cómo sabía ella siempre lo que decir exactamente?

    "Eres psíquica, ¿verdad?" Le pregunté.

    "Psíquica y psicótica, una rara combinación."

    Sentí que estaba enamorada de Sarah. Estaba llegando al punto en que habría hecho cualquier cosa por ella y, como sucedió, lo hice. Pero en ese momento, de pie en su cocina, sosteniendo una copa de vino, todo encajaba en su lugar, me sentí viva. Sabía que las cosas serían más difíciles antes que más fáciles con respecto a mis propios problemas, pero no podía haber previsto la verdadera tormenta que se estaba gestando. Por un momento, estaba verdaderamente contenta.

    "Una sigue adelante," dije distraídamente, era mi turno de mirar fijamente hacia la nada.

    "Seguir adelante podría no ser el mejor camino," dijo pensativa. "A veces tienes que ir hacia atrás."

    Una vez más, su tono me pellizcó en la nuca, pero tuve la sensación de que no estaba hablando de mí.

    "¿Qué quieres decir?" Pregunté cautamente.

    "Todas las direcciones son posibles, no permitas que las limitaciones de la sociedad se fijen en una sola."

    Dio unos pasos hacia mí, extendió la mano y tocó el crucifijo alrededor de mi cuello. Yo contuve la respiración.

    "¿Por qué lo llevas? Tú no eres un creyente."

    "¿Como sabes eso?" Pero ella solo siguió cuestionándome con los ojos, tan cerca. "Lo llevo por respeto a mi padre." Ella me tocó la mejilla suavemente y yo casi me muerdo la lengua.

    "Dulce, dulce guerrera. Siempre defendiendo las causas ajenas y nunca las propias."

    "¿Qué causa tengo yo?"

    Se inclinó hacia adelante y me besó en los labios. Suave, inocente y muy finito. Luego me dio la espalda.

    "Tengo que echarte de nuevo. Hay un lugar donde necesito estar," dijo.

    Ella conocía mi causa. Perpleja, ruborizada, con el corazón batiendo, traté de recuperarme.

    "¿Adónde... adónde vas esta vez?"

    Se dio un toque a un lado de la nariz y no dijo nada más.

    La observe salir del edificio y volví a encerrarme dentro. Como un peso muerto, me hundí en el sofá y Gene se acurrucó reconfortante a mi lado. Le rasqué detrás de las orejas y esperé a que mi cerebro se pusiera al día con mi acelerado corazón. Nunca antes había sentido una boca tan suave en la mía. No tenía pensamientos sucios, apenas podía pensar, pero cuando fui al baño un rato después, me sorprendió encontrarme una mancha empapada. Obligada a admitir cuánto tiempo y cuán completamente había negado mis deseos naturales, no sabía si debía llorar, reír o masturbarme. En cambio, llevé a Gene a dar un paseo y traté de no pensar en ello.

Parte 2

    Sarah desapareció durante tres días. Más de 72 horas de mi ansia por llegar a casa y comprobar si ella estaba de regreso, esperando, mirando. No tenía ni idea de lo que significaba su beso, ¿se sentía ella como yo o simplemente estaba afirmando algo? Estaba tan agotada que estaba segura de que se me iba a empezar a caer el pelo. Ella nunca había desaparecido durante tres días antes. ¿Estaba en problemas? Yo había hablado muy en serio cuando le dije que me preocupaba. No sabía qué hacer. Nunca le había pedido un número porque había dado por sentado que ella vivía encima de mí.

    Para el sábado yo estaba abatida. Debería haber estado contenta de tener el día libre, pero mi deprimido estado de ánimo me golpeó en cuanto desperté. Generalmente, cuando esto sucedía, yo me mantenía ocupada en un trabajo sistemático; tareas atrasadas, llamadas telefónicas, papeleo y tareas del hogar.

    Uno de los elementos de mi lista de tareas pendientes era comprar una copia de Motivación y Emoción de David Edwards. Últimamente no había tenido nada que leer antes de dormir y usar pantallas antes de acostarme no era saludable. Visitar la tienda minorista parecía preferible a pedirlo en línea, otros libros generalmente me llamaban la atención sin tener que hacer búsquedas refinadas. Pasé del coche, me puse los auriculares en los oídos y comencé la larga caminata hacia Jackson Boulevard donde había una tienda Bookland. Era una hermosa mañana, el sol brillaba y relucía a través de los árboles de hojas rojas y naranjas que punteaban las calles. El aire estaba refrescantemente fresco después del largo verano que habíamos tenido. Moviéndome constantemente a través del escenario cambiante y probablemente dañándome los tímpanos con los remixes de Andy C, mi tensión comenzó a ablandarse.

    Me dirigía a la tienda cuando vi una figura más adelante en la calle que se alejaba de mí. Un destello por el rabillo del ojo que tan fácilmente podía resultar ser otra persona, un error de mi sesgada imaginación. Me detuve y la observé, el mismo cabello dorado; medio atrapado en el cuello de su abrigo, medio cayendo por su espalda; los mismos movimientos fluidos, de alguna manera perezosos y decididos. Tuve la más extraña sensación de déjà vu. Me alejé de la entrada de Booklands y comencé a caminar en su dirección, al principio para poder alcanzarla y hablar con ella, para asegurarme de que estaba bien. A medida que ambas avanzábamos por la calle, yo me iba quedando atrás, más preocupada por lo que poder decir sin parecer una necesitada idiota.

    Yo observaba con incertidumbre mientras ella se abría paso hacia el edificio de la esquina detrás de otros dos viandantes. Estudié el letrero sobre la puerta y miré mi teléfono. ¿Un bar? ¿A las diez y media de la mañana? Tal vez estaba tomando un desayuno almuerzo, pensé, aunque aquel no parecía el tipo de lugar al que irías a comer. La seguí.

    Tenuemente iluminado con vidrios fuertemente tintados, dentro estaba oscuro después del brillo del sol de la mañana. Un lugar grande con cabinas empotradas en las paredes y una isla en la caverna central donde un camarero vestido de negro atendía a una pareja apoyada contra el mostrador. Me colé sigilosamente en la cabina más cercana a mí para poder estudiar mi entorno sin llamar la atención.

    Una vieja canción de Fleetwood Mac, Go Your Own Way, sonaba suavemente por los altavoces. De ninguna manera abarrotado, aún me sorprendió la cantidad de clientes que había a una hora tan temprana, y cuidando bebidas también, jarras de cerveza y vasos de whisky. No olía tan mal como supuse que debería un bar después de una noche ruidosa. Estaba relativamente limpio y bien ventilado, con solo un leve toque de bourbon y coca cola en el aire.

    Sarah se había metido en un reservado, como yo, sin pedir nada. Temí que ella me hubiera notado al entrar, pero estaba menos inclinada hacia mí y más hacia la barra. La observé sabiendo que debería ir a saludarla, pero dudando. Quizá iba a reunirse con alguien. Tal vez se girara y me viera de todos modos, pero mientras yo miraba noté que su atención estaba completamente ocupada. Ella estaba mirando a la pareja junto a la fuente de alcohol, ahora sentados en taburetes y riendo juntos. Mirando de una manera que yo nunca la había visto mirar a nadie antes. ¿Estaba equivocado? Yo misma los observé. El hombre tenía el cabello rubio largo y desordenado, vaqueros y camisa desabrochada en la parte superior, la mujer cabello oscuro, botines y un delgado abrigo a medida. Su vestido habría sido sexy un viernes por la noche, pero quedaba ligeramente cutre un sábado por la mañana. La mano del chico estaba tan arriba de su pierna que debería haber sido vergonzoso.

    Go Your Own Way se transformó en Little Lies y, mientras yo estaba sentada observando, una extraña sensación me invadió. La retrospectiva de los 70 me estaba sacando de la realidad. Estaba en un bar a última hora de la mañana, habiendo descubierto por fin mi pasión secreta y la forma en que estaba lidiando con ella se acercaba peligrosamente al acecho. Aún así, por alguna razón me sentía en paz. Sarah definitivamente estaba mirando a la pareja en la barra y me pregunté qué interés podría tener ella en ellos. Parecía que ambos acabaran de pasar toda la noche y se mostraran reacios a terminar su juerga. ¿Eran ellos quienes habían entrado en el bar justo antes que ella? ¿Los había estado ella siguiendo? A diferencia de ellos, Sarah parecía fresca y sobria, y lo poco que pude juzgar de su expresión parecía algo así como malicia. Algo estaba en marcha.

    La ventanita sobre la puerta de entrada era la única sin sombra y una delgada franja de luz del sol entraba e iluminaba el suelo no muy lejos de mí. Motas de polvo giraban en el rayo brillante, acentuando la oscuridad que reinaba en el resto del bar.

    Pensé en mi día por delante y noté que, si quería continuar con ello, tendría que dar a conocer mi presencia. Puede que ella me odiara, que me mandara a la mierda, pero yo no podría concentrarme en mis planes si me marchaba ahora, y verla de esta manera era llanamente espeluznante.

    Aprensivamente, me aproximé. Ella no apartó los ojos de la pareja hasta que me senté delante en su cabina. Un momento de cejas levantadas reemplazado con... ¿fue eso comprensión? Little Lies terminó y comenzó The Chain. Sarah no habló al principio, pero me miraba sedadamente. Yo cerré los ojos y di golpecitos con los dedos en la mesa.

    "Me gusta esta canción," dije olvidando las circunstancias durante un segundo.

    "Estás aquí," dijo ella extrañamente, como si se preguntara cuándo había aparecido, y volvió a mirar a la pareja. "¿Estás bien?"

    "Te vi fuera en la calle, te iba a preguntar lo mismo. Llevas fuera tres días."

    "Como puedes ver, estoy bien," dijo ella sin interrumpir su vigilia.

    "¿Quienes son esos?" Pregunté recomponiéndome y asintiendo hacia la pareja.

    "La curiosidad mató al gato," dijo Sarah, pero no parecía enojada. Como de costumbre, parecía aceptar mi presencia sin cuestionarla. La malicia había desaparecido, ella casi estaba sonriendo.

    "El gato tiene nueve vidas. ¿Por qué los estás mirando?"

    Un hombre nuevo entró en el bar y eso atrajo el interés de Sarah. Observamos mientras él caminaba hacia la pareja y comenzaba a gritarle a la mujer mientras el hombre sonreía en silencio y varios otros clientes les miraban lánguidamente. El nuevo hombre estaba claramente furioso con ella por beber y flirtear. Parecía estar a punto de golpearla y me alegré de que el corpulento camarero estuviera de pie ojo avizor. El rostro de Sarah brilló de una manera que me hizo sentir un poco incómoda. Con moderación apenas contenida, el hombre enojado le dijo a la mujer de cabello oscuro que habían terminado y salió por la puerta. La mujer, imperturbable, se balanceó ligeramente sobre el taburete y se volvió hacia su bebida y hacia el otro hombre, quien regresó la mano a la pierna con una sonrisa. Ambos retomaron su charla en voz baja.

    "Mírala," dijo Sarah. "Es un desastre."

    "Noche difícil, quizá," coincidí vagamente.

    "Más bien un año difícil." Había un brillo en sus ojos, como si eso la complaciera.

    "Sarah, ¿por qué estás vigilando a una pobre chica?" Se me ocurrió que podía responderme exactamente con la misma pregunta, pero no lo hizo.

    "Pobre chica," resopló. "Voy a decir hola. Puedes venir si quieres."

    "Espera, ¿me vas a decir qué está pasando? ¿La conoces?"

    "Algo anda mal y ella me va a ayudar." Su voz tenía un matiz de... emoción, y yo comencé a preocuparme, pero no me correspondía a mí cuestionar el estado mental de Sarah.

    "Ella no puede ayudarte en nada, está borracha. Yo te ayudaré, ¿qué necesitas?"

    "Tú tienes un papel que desempeñar tal vez... pero ella," sonrió hacia la mujer y observó como su compañero se ponía de pie tambaleante y se dirigía al baño de hombres. "Este es el momento adecuado."

    Ella se deslizó fuera de su posición y se dirigió hacia la barra. Curiosa y complacida de que mi presencia hubiera sido aprobada, yo no iba a apartarme de su lado. ¿Qué otra cosa iba yo a hacer? ¿Irme a casa y sumergirme en la autocompasión? Con una irresistible mezcla de diversión y preocupación, observé como Sarah llegó tan cerca de la mujer que chocó contra ella, casi tirándola del taburete.

    "Eso ha sido innecesario," dijo la mujer con una maldición y no pude evitar estar de acuerdo. "El local está prácticamente vacío."

    Sarah la ignoró, se giró hacia mí a un metro de distancia y me preguntó si quería algo.

    "Paso," respondí y Sarah finalmente enfrentó a la mujer mirándola con enojo. Ella no había retrocedido tras estar tan cerca y a todo el mundo le parecía que o bien estaba ligando con ella o tratando de intimidarla.

    "¿Que pasa contigo?" preguntó Sarah inclinando la cabeza y entornando los ojos. "Puedes pedir algo mejor que esa orina."

    Tenía razón, fuera lo que fuese lo que bebía la mujer, parecía orina. Sidra, tal vez, me pregunté.

    "Teniendo en cuenta que casi me tiras al suelo, creo que me debes una," dijo aún intentando sonar dura pero obviamente tranquilizada por la oferta de una bebida decente. "Tomaré un Balvenie Doublewood 12, Arnie, sin hielo."

    "Esa es una bebida cara," dijo Sarah mostrando sus hoyuelos. "¿Qué obtengo por eso?"

    Sentí una punzada de celos que empujé furiosamente a las profundidades de mi consciencia.

    Después de una breve mirada hacia mí, la mujer evaluó a Sarah, pero sus ojos no estaban bien enfocados, así que no estaba haciendo un gran trabajo. Yo había visto ese nivel de intoxicación muchas veces y tenía tanto que ver con la falta de sueño como cualquier otra cosa. Observé ojiplática cómo ella tomaba el vaso que el camarero le acercó empujando y lo engullía en dos grandes y lentos tragos. Se volvió hacia Sarah con una ridícula sonrisa satisfecha en el rostro.

    "Tú puedes pedir lo que quieras," dijo.

    "¿Puedo? Oh, cómo han caído los valientes," Sarah negó con la cabeza. "¿No me reconoces, Laney?"

    Arqueé una ceja cuando la mujer entornó los ojos y estudió a Sarah inquisitivamente durante al menos 15 segundos. Todo rastro de celos desapareció. Conocida o no, esta mujer no era alguien de quien yo tuviera que tener envidia.

    "Te daré una pista: una vez trataste de teñirme el cabello de negro, y con tinta de pluma estilográfica."

    Otros segundos más y esos ojos y sonrisa se agrandaron en reconocimiento. Ella se levantó.

    "Ni hablar... ¿Sarah?" dijo efusivamente y Sarah se inclinó lejos de ella. Imaginé que el aliento de la mujer no era agradable.

    "En carne y hueso."

    "¡Sez!" Lanzó los brazos alrededor de Sarah, quien me hizo una mueca por encima del hombro. Yo no tenía idea de lo que ella estaba tramando, pero era completamente entretenido. Yo no me hubiera perdido saber algo sobre el pasado de Sarah por nada del mundo.

    "¡Mi amiguita!" la mujer dio una carcajada y liberó por fin a Sarah de su agarre. "¿Como diablos estas?"

    "Ey." El hombre de antes se acercó con una sonrisa confusa. "¿Quiénes son tus amigas?"

    El rostro de Sarah se contrajo en una sonrisa evidentemente insincera.

    "Tú," dijo enfáticamente, "se te acabó la suerte. Ella se viene con nosotras." Tomó a la mujer por el codo y tiró de ella hacia la cabina en la que habíamos estado.

    "¡Day... um! ¿Puedo ir yo también?" balbuceó él.

    "Mm, tentador pero no," respondió Sarah y la mujer se giró y agitó los dedos en despedida con una risita.

    "¿Sabes siquiera el nombre de ese tío?" preguntó Sarah distraídamente. "¿Dónde está tu autorrespeto?"

    "¿Autorrespeto?" ella rió. Yo entré a la cabina frente a la mujer y vi como Sarah regresaba a la barra. "Qué bien que Sarah nos presentara. Soy Laney," dijo y me acercó una mano húmeda.

    "Eden," dije, entrechándola con una sonrisa. "Me alegro de conocerte." También lo dije en serio... Laney podía decirme cosas sobre mi obsesión privada que de otro modo no sabría.

    Sarah regresó con una botella y vasos.

    "Necesito mantener a Laney feliz," comentó y la otra mujer sonrió a lo grande. "Ella y yo vamos a tener una conversación." Empujó un vaso hacia mí y sostuvo la botella sobre él. "¿Te unes?"

    "Uh..."

    "Si quieres quedarte, es posible que necesites un trago," dijo ominosamente, luego agregó "Apuesto a que ha pasado mucho tiempo desde que rompiste con la rutina," con una expresión traviesa y yo me derretí. Ella me estaba invitando de verdad a hacer algo con ella.

    Consideré mi lista de tareas pendientes, nada que no pudiera posponerse un poco más. Allá donde fueres..., pensé y cedí fácilmente con un asentimiento.

    "Está bien, adelante entonces." Me sentí arrastrada por la corriente, como si fuera a decirle que no a Sarah, y mi curiosidad por lo que ella estaba tramando era intensa. "¿Vosotras dos os conocéis de qué?"

    "Eeeramos amigas de la infancia," dijo Sarah.

    "Y una mierda," respondí gratamente sorprendida.

    "Sí. Sarah y yo nos conocemos de hace mucho, no puedo creer que estés aquí."

    "Es bueno verte. ¿Cómo has estado?"

    "Jodidamente genial. Trabajando para la oficina del fiscal de distrito. Me va bien," dijo acariciando su vaso como una preciada posesión.

    "Ajá," respondió Sarah con un toque de incredulidad.

    "¿Eres abogada, Laney?" Pregunté.

    "Fiscal del Distrito. Luchando en buena lid," asintió.

    "Un poco como tú, ¿eh, Eden? Pero tal vez con ella sea solo una Sobrecompensación," dijo Sarah y Laney rió entre dientes.

    "¿Sobrecompensación por qué?" Tonto de mí pensar que obtendría una respuesta adecuada de Sarah solo porque teníamos otra compañía. Me pregunté fugazmente si ser abogada era importante para saber por qué Sarah necesitaba a esta mujer.

    "Ignórala, está siendo chistosa."

    "Como siempre," dijo Sarah con una pálida sonrisa.

    Mis primeras impresiones al conocer a Laney fueron, como puedes imaginar, bastante penosas. Ella estaba en un bar bebiendo mucho un sábado por la mañana. Claramente llevaba despierta toda la noche y aparentemente no le hacía ascos a flirtear con borrachos al azar bajo testimonio de quien parecía ser su pareja. Dejando estas cosas a un lado, y a pesar de su estado algo ebrio, parecía inteligente y carente de la hostilidad que uno podría esperar de la mujer empapada en alcohol y privada de sueño. Al observarla, juzgué que probablemente sería muy atractiva en una condición menos desaliñada y abstinente.

    "¿En que andas ahora?" le preguntó a Sarah.

    "Plena inmersión en el mundo del arte."

    "Es verdad, siempre tuviste inclinaciones artísticas."

    "Cierto, pero estudio el arte de otras personas, no creo la mía."

    "Aquellos que no pueden hacer, critican," dijo Laney con una risita. "Tengo que decirlo, Sarah. Estás fantástica. Quién lo hubiera pensado, eras una niña tan escuálida."

    "¿En serio, Laney?, porque tú pareces hecha una absoluta mierda."

    Intenté con todas mis fuerzas no reírme, pero la mayor parte de lo que Sarah estaba diciendo parecía entrar por un oído y salir por el otro con Laney, quien simplemente se rió del insulto y tomó otro trago del vaso. Era un alivio que al menos no fuera una borracha violenta. Aunque bueno. Ella se tiró del pelo suelto hacia delante y se peinó con los dedos en un escaso intento de corregir su desaliñado estado. Noté el voluminoso metal que sostenía la pesada y bastante fea cadena ceñida a la nuca.

    "¿Qué llevas puesto?" Pregunté mirando la cadena y tratando de no sonar crítica.

    Ella se tocó la garganta y dio una risita.

    "Pinzas para los pezones. Mierda, lo había olvidado."

    "¿Pinzas para los pezones? ¿Alrededor del cuello? Jesús, Laney." Sarah no tuvo dificultad en expresar su propia desaprobación.

    "Relájate," dijo jugueteando con los broches y permitiendo que la cadena cayera pesadamente en su regazo, revelando el delicado collar de plata debajo. "Me lo puse anoche como una broma y me olvidé que seguía ahí. Maldita sea, Sarah, te has vuelto cuadriculada."

    "Ese tío de antes. ¿Te acaban de dejar?" Pregunté para cambiar de tema.

    "En efecto."

    "Parecía que iba a pegarte. ¿No pareces muy preocupada por eso?"

    "No lo estoy," Laney se encogió de hombros. "Es un gilipollas. Lo vi venir hace tiempo."

    "Pensé que te gustaban esos gilipollas," dijo Sarah con una floritura y Laney resopló.

    "¿Y tú que sabes? No te he visto en..." Pareció perdida e incluso detecté un desconcertante destello de miedo en sus ojos antes de que levantara el vaso a la boca.

    "Dieciséis años," finalizó Sarah.

    "¡¿Dieciseis años?!" Jadeé.

    "Eden está recientemente soltera también," prosiguió Sarah antes de que yo tuviera la oportunidad de preguntarle sobre la historia de ambas. "A diferencia de ti, ella estaba bastante molesta por eso. ¿Cómo te sientes ahora?"

    "Mathew no era un gilipollas, por eso esto es diferente. Él no se lo merecía."

    "¿Por qué te separaste entonces?" Preguntó Laney.

    "Queríamos cosas diferentes, no habría funcionado."

    "Ella no le amaba."

    Este no era un tema que me interesara mucho y cuando comenzó Blinded by The Light por los altavoces, mis ojos acabaron atraídos hacia la pantalla gigante en la pared a mi derecha. La música que sonaba no era el tipo de material que yo descargaba o reproducía para mí, pero me trajo una sensación de nostalgia y, hasta cierto punto, inspiración. Debí de haberme alejado flotando, perdida en un sueño lúcido, durante unos minutos.

    "Eden…"

    Al oír mi nombre, aparté la mirada de la pantalla y encontré a ambas mujeres mirándome con curiosidad.

    "Perdón... ¿Disculpa?" Tartamudeé y Laney se echó a reír.

    "¿Ya estás borracha?" Preguntó Sarah con una sonrisa.

    "Déjala en paz, se está divirtiendo."

    "Estás ahí sentada con una sonrisa rara, dando golpecitos con los dedos y ni siquiera estás con nosotras."

    "¿Qué? No..." Hice un gesto hacia la pantalla. "No he oído esta canción en años. Solo estaba pensando en cómo se podría acelerar y mezclar en una pista de batería y bajo."

    "¿Eres músico?" Preguntó Laney.

    "Es sólo un interés residual que me sobró de mi adolescencia, durante un tiempo quise ser DJ. Aún trasteo con el sonido, es relajante."

    "No sabía eso," dijo Sarah. "¿Lo haces digitalmente?"

    "Decks y vinilos."

    "Afición guay," dijo Laney hundiendo perezosamente el dedo en el vaso.

    "¿Estabáis hablando conmigo?"

    "Eh," Sarah movió la mano indiferente, "sólo estábamos analizando tu relación sin amor."

    "Oh..." Me alegré de haberme desconectado.

    "¿Y tú, Sarah?" Laney miró las manos de Sarah. "¿No estás casada?"

    "¿Casada?" Dije sonando inexplicablemente sorprendida por la idea.

    "Sarah era una de esas pesadas que hablaban sobre con qué celebridad se iba a casar," explicó Laney.

    "Y las niñas de nueve años siempre saben exactamente lo que quieren para el futuro," dijo Sarah con cinismo. "Creo que esas pequeñas fantasías se habían esfumado cuando llegué a la pubertad. Y en cuanto al estado civil, me resulta muy difícil confiar en la gente, incluso ahora."

    Esto no era algo que yo hubiera oído antes de Sarah y, aunque encajaba con las muchas conversaciones bizarras que habíamos tenido y su extraño conjunto de aficiones, yo permanecía ignorante de por qué. Aunque Laney no pidió una explicación. Asintió y, por un momento, pareció verdaderamente triste.

    "¿Eeerais muy amigas de pequeñas?" La dinámica entre las dos no me hacía sentir exactamente como si estuviera fuera de lugar y, a pesar de la rareza de las circunstancias, esta era la oportunidad ideal para obtener alguna visión práctica de la historia secreta de Sarah.

    "Estuvimos bastante unidas... por un tiempo," dijo Laney. "Guisantes en una vaina."

    "Éramos tres," agregó Sarah. "Yo estuve en la escuela con Leigh desde el principio, pero no nos volvimos muy unidas hasta los ocho años cuando Laney entró en escena. Ella era un año más joven, pero la pusieron en nuestra clase porque es una listilla, siempre lo ha sido. Leigh y yo teníamos familias que no estaban ahí a menudo, así que terminábamos mucho en la casa de Laney. Eso nos gustaba, sus padres eran increíbles. Eran mayores y ambos semi-retirados, tan amables que nos dejaban también a la nuestra la mayor parte del tiempo. Los padres mayores son así. Ellos habían tenido cuatro hijos antes que Laney y eran bastante laxos sobre todo el asunto."

    "Entonces, ¿estabáis sin supervisión allí?" Pregunté extasiada de oír a Sarah hablar tan abiertamente.

    "Buenos tiempos," asintió Laney sonriendo soñadoramente. "Teníamos una propiedad grande y había un hermoso arroyo rocoso que corría a lo largo del fondo de nuestro patio trasero."

    "Y animales," añadió Sarah. "Tenían dos perros y un gato. Y jodidas gallinas corriendo por la parte de atrás, ¿recuerdas Laney? Eran bastante mansos, yo estaba en el cielo. Las gallinas son tan graciosas, tienen una jerarquía, ¿sabes?, solían picotearse entre ellas, pero a nosotras no. Competían por nuestra atención y por el pan."

    No pude evitar reírme.

    "Allí estaban Lilith, Bernadette, Joanna, Katherine," contaba con los dedos. "Y Polly. Esa era la más pequeña, pero definitivamente la más mala."

    "No puedo creer que recuerdes todos los nombres," dijo Laney negando con la cabeza.

    "Lo recuerdo todo," respondió Sarah mirándola. La sonrisa de Laney se desvaneció abruptamente y volvió a mirar su vaso. Sarah rara vez me miraba a mí a los ojos de ese modo y, cuando lo hacía, generalmente significaba algo. Lo que había con Laney, yo no lo sabía, pero la sensación pasó cuando Sarah empezó a hablar con ligereza otra vez. "Me encantaba pasar los fines de semana allí. ¿Siguen vivos tus padres?"

    "Papá sí, un viejo tonto. Mamá se fue hace un par de años."

    "Lo siento."

    "Eh," se encogió de hombros.

    "¿Cómo era Sarah cuando era pequeña?" Pregunté.

    "Sarah era una soñadora," sonrió Laney. "Con las hadas la mayor parte del tiempo. Hasta que perdía los nervios, claro."

    "Mira quien habla. Laney era una perra total, siempre provocándome."

    "Probablemente esto suene raro para alguien que no estaba allí... tuvimos peleas físicas reales," explicó Laney. "Recuerdo que Sarah me arrancó la mitad del pelo una vez."

    "Tú me rompiste el brazo empujándome del tejado del gallinero. Tuve que suplicar a mis padres que me dejaran volver después de eso."

    "Todo eso era solo jugando, Eden. Los críos se hacen daño," dijo Laney observando mi expresión de sorpresa. Agarró la botella y se sirvió otro gran whisky. Yo miré a Sarah, pero ella no parecía preocupada, aunque, como yo, apenas estaba bebiendo de su propia bebida.

    "Las cosas eran más simples por aquel entonces. ¿Qué te parece ser fiscal?" preguntó cambiando de tema.

    "Sí," dije yo. Aún tenía la fuerte sensación de que la motivación de Sarah para volver a conectarse con Laney podría estar detrás de su profesión. Sus referencias conversacionales al derecho habían sido frecuentes. "¿Tienes casos penales o principalmente civiles?"

    "Mi último caso fue un fracaso," dijo abatida y agitó el vaso. "Una agresión agravada que no pudimos llevar a cabo porque la víctima repudió sus declaraciones." negó con la cabeza. "Ella estaba aterrorizada."

    "Debe de ser difícil desconectarse de cosas así," comenté.

    "¿Por eso estás quemando la vela por ambos extremos?" dijo Sarah claramente sin compartir mi simpatía.

    "Me gusta tomar una copa," respondió Laney con frialdad. "Si tienes algo que decir, dilo."

    "Créeme, tengo la intención de hacerlo. Me pregunto cuándo sucedió este caso de agresión."

    "¿Por qué importa eso?"

    "Importa porque quiero saber lo lejos que llevas tus mentiras estos días."

    "Sarah..." dije comenzando a sentirme incómodo.

    "¿Aún estás cabreada conmigo? Supéralo," bufó Laney.

    "Para ser honesta," continuó Sarah, "Me sorprendió que me saludaras tan calurosamente. No nos separamos en buenos términos precisamente, ¿verdad? ¿O has matado tantas células cerebrales que no lo recuerdas?"

    "Está bien, está bien," Laney levantó la mano. "Ya es suficiente. ¿Qué quieres que diga? ¿Lo siento?"

    "¿Lo sientes?"

    Un momento de silencio mientras yo miraba de un lado a otro entre ellas, Sarah fulminando con la mirada y Laney impasible.

    "¿Sentirlo por qué? ¿Qué pasó entre vosotras dos?"

    "Pensé que solo éramos dos viejas amigas tomando una copa. ¿Por qué tienes que desenterrar mierda que es mejor dejar en el pasado?"

    "Aunque no está en el pasado, ¿verdad? Mira, sé que perdiste tu empleo en la oficina del fiscal de distrito hace tres meses debido a la bebida, y que no has trabajado desde entonces. Sé que caes en espiral y que ni siquiera te importa."

    Sorprendida por la revelación de Sarah, miré de reojo a Laney. Su expresión había cambiado a una de airada confusión, pero se las arreglaba para mantenerse sorprendentemente bien bajo control, considerando lo continuadamente que estaba bebiendo. Era la marca de una alcohólica experimentada, algo que yo no había captado hasta ahora.

    "¿Cómo sabes que perdí el empleo?"

    "Es verdad, ¿no?"

    "Me pidieron que me tomara un tiempo libre, no me excluyeron de la práctica."

    "No pareces estar esforzándote mucho para volver al redil, Laney."

    "Lo siento, pero ¿qué demonios es esto? ¿Qué tiene que ver esto con nada?" Preguntó Laney.

    "Estábamos hablando de mentiras. Se trata de eso."

    "No he mentido, ya te he dicho lo de mi último caso."

    "Dijiste que estabas trabajando y eso era una completa tontería... lo estabas haciendo bien. estabas luchando en buena lid. Te mantuviste fuerte mucho tiempo, pero eso no iba a durar con el diablo respirándote en el cuello. Aunque yo no he venido para discutir contigo sobre cómo definir una mentira."

    Sentí cierta simpatía por Laney. Yo no la habría culpado si simplemente se hubiera levantado y se hubiera ido, pero se mantuvo firme. Si ella hubiera reaccionado mal a las acusaciones, yo podría haberme marchado, pero tal como estaban las cosas, estaba interesada en ver hacia dónde se dirigía Sarah con esto.

    "¿Para qué has venido entonces? Este no es un encuentro casual, es una especie de emboscada." Ella me miró. "¿Eres tú parte de esto también?"

    "No, honestamente no sé de qué está ella hablando," dije a la defensiva, guardándome una pregunta sobre el comentario del diablo. "¿Sarah?"

    "Lo siento," dijo con voz apaciguada. "Tienes razón, podemos ser civilizados. No debería haberme puesto confrontativa."

    "Ya, bueno. Tienes suerte de que esté de buen humor."

    "Tengo que admitir, Laney, que puedes aguantar el licor," dijo y le rellenó el vaso. "Es comprensible que quieras beber. ¿Por qué elegiste derecho por cierto? Podrías haber sido cualquier cosa que quisieras."

    Laney se encogió de hombros, acunó su vaso y pareció olvidarse de sus palabras anteriores. Mi cabeza estaba confusa. ¿Qué desacuerdo habían tenido estas dos para causar tanta animosidad en Sarah?

    "Quería hacer algo útil," dijo.

    "¿Pero acabaste descubriendo que la ley no siempre significa justicia?"

    "Sí, supongo," dijo vagamente y, cuando yo asentí en acuerdo, ella inclinó la cabeza, mirándome. "¿A qué te dedicas?"

    "Soy asistente social de Servicios Sociales."

    "Adelante," resopló Laney. "Tú eres incluso más masoquista que yo."

    "No todos los que tienen un trabajo abnegado son masoquistas," respondió Sarah ligeramente.

    "Supongo que tampoco todos los masoquistas tienen trabajos de autosacrificio. ¿Qué implica tu trabajo, Eden?"

    Esto era algo sobre lo que la propia Sarah nunca había pedido detalles, así que me sorprendió un poco el interés de Laney.

    "Respondo a informes de abuso que requieren investigación inmediata, realizo entrevistas forenses, evalúo la idoneidad de las condiciones de vida; evalúo los niveles de riesgo..." Me detuve cuando vi la expresión en el rostro de Laney. Ella parecía estar llegando a algún tipo de descubrimiento en su cabeza, se quedó quieta y entornó los ojos, primero hacia mí y luego hacia Sarah.

    "En realidad no es tan malo," dije encogiéndome de hombros. "Siento que también estoy haciendo algo que vale la pena... la mayor parte del tiempo."

    "Su sistema de valores es mucho más preciso que el tuyo, Laney."

    "Lo siento, Eden, no quiero parecer grosera. Pero debes saber..." Ella negó con la cabeza como si intentara aclararla. "que puede que Sarah no te haya atraído hasta aquí con la más pura de las intenciones."

    Fruncí el ceño en confusión, el subtexto de esta interacción a tres vías se perdió casi por completo para mí. Aunque yo estaba bastante decidida a averiguar qué era.

    "Sarah no me ha atraído hasta aquí en absoluto," señalé con cuidado.

    "Una cosa no ha cambiado mucho desde que éramos niñas. Aún creo en el destino. Algunas cosas están destinadas a ser," dijo Sarah.

    "¿Incluso las malas?" preguntó Laney desafiante.

    Sarah simplemente quedó en silencio, recatadamente, mirando a la mesa e ignorando la pregunta.

    "Voy al baño," dijo finalmente.

    "Te acompaño." Quería desesperadamente tener unas palabras en privado e intentar convencerla de que se marchara.

    "En realidad, ¿puedes vigilarla un minuto? ¿Asegurarte de que no se escape con la botella?" asintió hacia Laney, quien hizo colapsar la cabeza entre las manos.

    "Sí," dije decepcionada. "Claro."

    "Sarah tiene problemas," oí decir a Laney debajo de las manos.

    "¿Qué hay entre vosotras dos?" Aproveché la oportunidad para, al menos, tratar de obtener una respuesta directa de Laney.

    "Ya ni siquiera estoy segura de eso," dijo.

    Encontré esto difícil de creer, pero no debería haber esperado información precisa de alguien que ya había demostrado ser poco fiable.

    "16 años es mucho tiempo, supongo que ambas habéis cambiado mucho," reflexioné.

    "¿Cómo os conocéis vosotras dos?" Preguntó Laney y giró la cabeza para mirarme.

    "Vivimos en el mismo edificio de apartamentos."

    "¿Ella lo sabe?"

    "¿Saber qué?"

    "Que estás completamente enamorada de ella," dijo Laney con una expresión de suficiencia y me subió el estómago a la garganta.

    "Eso es ridículo." Traté de mantener la voz firme y Laney se echó a reír. Cómo diablos la gente en tal estado podía terminar siendo tan astuta estaba más allá de mi comprensión. Nadie en mi vida, excepto esta mujer triste y borracha frente a mí, había sospechado alguna vez de mi sexualidad, o si lo habían hecho, ciertamente no me lo habían mencionado a la cara así. Laney no solo había divulgado mi orientación, sino que la había señalado en el mismo centro de Sarah. Aún se reía para sí misma cuando Sarah regresó del baño y me alegré de que la luz sombría ocultara mi rubor. Afortunadamente, Laney no hizo más menciones.

    Sarah se recostó en su asiento y tomó un sorbo de su bebida. Me sonrió y... ¿fue eso un guiño? Lo fue, breve y tan sutil que puede que no hubiese sido intencional, pero mi corazón se aceleró perceptiblemente.

    "¿Recuerdas la primera vez que probamos el alcohol, Laney?"

    "Hmm," gruñó Laney con la cabeza entre las manos.

    "¿Cuántos años teníais?" Pregunté feliz de volver al tema del pasado de Sarah.

    "Teníamos nueve," dijo sin dejar de mirar a Laney.

    "¡Qué joven! ¿Es que asaltasteis el armario de licor o algo así?"

    "No del todo," rió Sarah y centró su atención en mí. "Dije que no estábamos supervisadas ​​allí, pero eso no era del todo cierto. A veces, el hermano mayor de Laney, Jared, nos vigilaba, por pura preocupación, por supuesto."

    "¿Cuantos años tenía?"

    "Um..." Sarah entornó los ojos, pensativa. "Supongo que cuando teníamos nueve años, él tendría alrededor de 16. Sí, 16. Recuerdo lo maravilloso que pensamos que era este chico genial, en realidad lindo, quería sacrificar su precioso tiempo de adolescencia con un montón de chicas tontas. Le hacíamos todo tipo de preguntas, Leigh tenía un flechado por él."

    "Bonito," reí levemente.

    "Muy bonito," asintió Sarah. "De todos modos, no sé de dónde sacaba él la bebida, pero tenía una petaca que siempre se las arreglaba para mantener llena de bebidas alcohólicas. Lo llamaba combustible para cohetes porque era una mezcla de todo lo que podía sacar de cualquier botella que encontraba. Supongo que fue él quien asaltaba el armarito de licores."

    "Chico malo," dije con una sonrisa. "Eso debió de haber sido un material bastante potente."

    "Sí," asintió Sarah. "Nos daba sorbos, poco a poco esos sorbos se volvían cada vez más grandes, nos retaba a beber tanto como pudiéramos. Un día me llevó a una habitación por mi cuenta para «asegurarse de que yo estuviera normal» dijo. Hizo que me desnudara y me tomó fotos."

    "¿Qué?" Mi sonrisa desapareció. Sobresaltada, me giré hacia ella. Su tono permaneció sin cambios al decir esto y me pregunté si había entendido mal su significado. Ella asintió lentamente mientras yo la miraba.

    "Sí. Hizo esto un par de veces antes de graduarse para tocar."

    "Um... Sarah, eso no está bien," dije en un estado de desconcierto por el cambio abrupto de humor.

    Laney golpeó la mesa con la palma de la mano de repente y levantó la cabeza, interrumpiendo nuestro intercambio de susurros. Salté ante la sorpresa, después de su prolongado silencio, me había olvidado de su presencia. Sarah la miró, nada sorprendida mientras Laney miraba enojada y señalaba con el dedo índice.

    "No escupas mierda, Sarah," advirtió. "Eso nunca ocurrió."

    Sarah dio una carcajada, una risa llena de amargura y resentimiento.

    "Oh, sucedió, y un montón entero más. No lo olvides, Laney, yo estuve allí, no tienes que mentirme."

    "¿Qué coño?" Observé a las dos mujeres mientras ambas se miraban mutuamente. "¿A alguien le apetece decirme qué está pasando aquí? Sarah, si lo que estás diciendo es cierto..."

    "Podría haber imaginado que te estabas dirigiendo en esta dirección," interrumpió Laney en voz alta.

    Mi teléfono comenzó a sonar desde el bolsillo del abrigo, miré el número de Jessica, negué con la cabeza con frustración y apagué el maldita chisme por completo. Lo aparté de la vista con impaciencia y miré a Sarah de reojo, con el ceño fruncido.

    "Lo que está pasando aquí, Eden," comenzó con calma, "es que estoy confrontando a Laney con hechos que ella ha negado durante demasiado tiempo, a saber, que su hermano es un joddio enfermo que ha hecho un daño grave."

    "Jesucristo." Cerré los ojos brevemente y luego tragué lo que había en mi vaso en dos grandes tragos, sintiendo el ardor en la parte posterior de mi garganta.

    Laney extendió las manos sobre la mesa con las palmas hacia abajo y Sarah la miró.

    "Sarah es una mentirosa," dijo intentando visiblemente mantener la calma. "Ella siempre tuvo un chip en el hombro."

    "No he sabido que Sarah mintiera antes," dije perdida. Sarah se volvió hacia mí.

    "¿Aconsejarías tú alguna vez a las gente que fueron abusadas cuando eran niños que «lo superaran»?" preguntó.

    "Por supuesto que no." Tuve la sensación de que me estaban utilizando como peón en su batalla contra Laney, pero la seriedad del tema y mis sentimientos por Sarah significaban que estaba menos ofendida y más ansiosa por servir. Demasiado rápido, los tratos del día tiraron de mi naturaleza perspicaz por los cuernos de una manera que no podría haber predicho. "Tendrás que perdonarme si esto es un poco impactante," dije, mirándome las manos, aturdida.

    "¿Qué, quieres decir que Sarah no te ha susurrado estas mentiras antes?" Laney resopló. "Maldita sea, ¿cuál es tu problema para sacar a relucir todo esto después de tantos años? Y pensar que en realidad estaba contenta de volver a verte."

    "Aunque no exactamente en plena forma, ¿verdad?"

    "De hecho, quizá Laney no se encuentre en el mejor estado para tener esta conversación." Sugerí.

    "Es el único estado que tiene ahora. ¿No es así? No, esto se debió hacer mucho tiempo atrás y lo va a enfrentar o..."

    "¿O qué?" intervino agresivamente Laney.

    "O esro te va a matar. Admítelo, Laney, estás jodida. Apenas has tenido un momento sobrio durante meses, estás bebiendo hasta morir y todo es por él."

    "Sarah," comencé lentamente frotándome el puente de la nariz. "Estás diciendo que este chico abusó de ti, te llevó a solas a una habitación. ¿No es posible que Laney no supiera nada al respecto?"

    "No, no es posible. Porque él lo estaba haciendo con ellas también."

    "¿Es eso cierto, Laney?" Pregunté, lejos de esperar una respuesta honesta.

    "Ha pasado años convenciéndose a sí misma de que eso nunca sucedió. No lo hará..."

    "Pasaron cosas," dijo Laney deteniendo a Sarah a mitad de la oración. "Pero no fue como dice Sarah. Jared era prácticamente un niño, solo estaba jugando."

    "¡Dios mío, Laney!" dijo Sarah con una expresión de alarma que yo nunca antes había visto en ella. "No puedes hablar en serio. ¿De verdad crees que toda esta negación te está funcionando?"

    Aún en una actitud de perturbación, no supe cómo responder, demasiado se me estaba viniendo encima a la vez. Intenté débilmente de tratar la situación con cierto grado de racionalidad.

    "¿No es esto algo que sería mejor llevar a la policía?" Pregunté.

    "¿Tú qué piensas, Laney? ¿Debería llevarlo a la policía?"

    "Ella está haciendo una gran montaña de la nada," dijo Laney tirando ansiosamente de su cabello fibroso.

    "A mí no me suena que esto sea nada, pero aún no sé de qué estamos hablando. ¿Sarah?"

    Sarah siguió mirando a Laney y empezó a hablarme en voz baja.

    "Él pilló primero a Leigh, lo sé. Ella le adoraba, era tan dulce y tan fiable. Ella era, con mucho, la más débil de nosotras. Una vez que la probó, pasó a ti, ¿no es así? ¿Laney? Su propia hermana pequeña. Lo sé porque vosotros dos ya habíaia empezado a comportaros de manera extraña. Yo desconfiaba más de él y le tomó un tiempo llegar hasta mí. Fue al menos un año después de que comenzaron los incidentes de desvestirse y él ya no estaba fingiendo ser amable, no conmigo de todos modos. Fue directamente la fuerza."

    "¿Estás hablando de violación?" Pregunté luchando con la información; Una cosa era encontrarse con este tipo de cosas en el trabajo, y otra totalmente distinta ser cegada por ello. Por Sarah.

    "Tú y Leigh lo negasteis con tanta determinación porque pensabais que era culpa vuestra, porque él os había manipulado con éxito y aún estaba siendo amable con vosotras, ¿verdad?"

    "Tienes ideas demasiado jodidas," dijo Laney, pero toda su voz había perdido la fuerza. Cuando escuché eso, supe con certeza que lo que Sarah estaba diciendo era verdad. Laney sabía que era verdad.

    "Manipuladas o no, sigue siendo una violación si eres un niño," dije, la ira comenzaba a ahogar mi sorpresa.

    "Tienes toda la maldita razón," asintió Sarah. "Laney siempre tuvo dificultades para aceptar eso."

    "Yo no... no estoy segura de cómo..." comencé, pero me desvanecí en una maraña de incertidumbre.

    "Verás, Edén," continuó Sarah, "tomó un tiempo, pero me di cuenta de que la forma en que nos estaba tratando era inaceptable. Y cuando en realidad se impuso a mí, nunca volví allí. Tenía diez años entonces. No le dije nada a nadie, pero nunca volví. Puse todas las excusas del libro para evitar pasar tiempo con Laney e incluso con Leigh. Pero vi lo mucho que ellas habían cambiado y supe que Leigh aún pasaba el fin de semana. Hablábamos en la escuela de vez en cuando, pero eludíamos todo el tema, como haces cuando es algo de lo que estás confundida y avergonzada. Nos alejamos cada vez más y, cuando llegamos a la escuela secundaria, Leigh estaba hecha un desastre. Sabía que Laney también lo estaba. pero a ella se le daba mucho mejor ocultarlo. Reuní cada gramo de coraje que tenía y les confesé a mis padres algunas de las cosas que habían sucedido en casa de Laney."

    "Joder, gracias por eso," respiré aliviada.

    "Sí," asintió Sarah. "Una pensaría que sí, ¿no? Como era de esperar, mis padres se asustaron y, a su vez, se pusieron en contacto con la familia de Laney, quienes negaron todo conocimiento, por lo que presentaron una denuncia a la policía."

    "¿Le arrestaron?" Pregunté.

    "La denuncia tuvo seguimiento, fue investigada. Pero él nunca fue acusado ni condenado."

    "¿Qué? Por qué?"

    "Porque Laney y Leigh mintieron. Negaron que hubiera sucedido nada. Yo admití haber jugado un papel en ocultar la verdad total. Nunca le dije a nadie exactamente lo lejos que él había llegado, pensé que sería suficiente con decirles una parte de la verdad y señalarlos en la dirección correcta. Pero cuando entrevistaron a Laney y a Leigh, ellas dijeron que yo me lo había inventado todo. No sé exactamente qué se dijo en esas entrevistas, pero supongo que Laney agregó algunas razones coloridas de por qué mentí."

    Desconcertada, miré de Laney, quien tenía la cabeza entre las manos de nuevo, a Sarah, quien la miraba fijamente.

    "¿Qué quieres decir con que también escondiste la verdad?" Le pregunté.

    "Casi dos años habían pasado cuando por fin se lo conté a mis padres y nunca admití la violación real porque estaba avergonzada. Si se lo hubiera dicho a la gente antes y hubiera sido completamente honesta sobre lo lejos que él había llegado, habrían podido condenarlo fácilmente. Semen, rotura, evidencia física real. Pero yo era una niña, estaba petrificada." Miró a Laney. "No fue hasta más tarde, hasta que supe lo mucho que tú y Leigh habíais cambiado y que aquello iba a seguir sucediendo contigo cuando finalmente dije algo. Pensé que podía detenerlo, pero estaba equivocada."

    "Siempre tan generosa," dijo Laney con amargura y Sarah negó con la cabeza.

    "Sabes que sé la verdad. Sólo te estás poniendo más en ridículo cuanto más sigues mintiendo."

    Laney permaneció en silencio, mirando inexpresivamente su vaso.

    "¿Qué hay de Leigh?" Preguntó Sarah con tristeza. "¿No te preocupaste por ella en absoluto?"

    "¿Qué clase de pregunta de tonta del culo es esa?" Respondió Laney agresivamente. "Yo adoraba a Leigh, más que tú. Aquello le hizo perder la cabeza, cuando dijiste esas cosas, yo estuve allí para ella."

    "Apuesto a que Jared también estuvo ahí para ella."

    "¡Cálla la puta boca!"

    "No te atrevas a gritarme, mentiroso saco de mierda." La voz de Sarah era baja. "¿Por qué sigues tratando de protegerle? ¿O es que te gustó tener su...?"

    "¡No!" Laney la interrumpió en voz alta, tomó unos tragos de whisky y luego rio con burla. "Actúas toda superior, como si supieras cosas. No sabes una mierda, Sarah. No tienes ni puta idea. Tú no tenías que vivir con él. Yo soy la que..." Ella se detuvo en seco y yo la miré.

    "¿Lo admites entonces?" Silencio.

    "No me encuentro bien," dijo Laney con los hombros encorvados sobre la mesa. Toda la energía parecía haber abandonado sus extremidades y su rostro estaba aún más demacrado y gris que antes.

    "¿Vas a vomitar?" Pregunté con preocupación.

    "No," dijo ella. "Solo necesito mear y salir de aquí."

    "Bien," convino Sarah. Se deslizó fuera de la cabina y ayudó a Laney a ponerse en pie y llevarla hacia el baño. Con un alivio sin reservas, yo hice lo mismo, ansiosa por irme antes de que las cosas pudieran deteriorarse más. Tenía la idea no desarrollada de que una vez que tuviera la oportunidad de hablar con Sarah de manera adecuada y a solas, podría ayudarla a descubrir qué hacer a continuación con el problema. Cuando salimos del bar, Sarah se las arregló para hacer señas a un taxi en cuestión de segundos y Laney comenzó a vagar renqueante en la dirección opuesta.

    "Oh, no, no lo harás," dijo Sarah, la tomó del brazo y tiró de ella suavemente hacia el taxi que esperaba mientras yo miraba. "Tú te vienes conmigo. Hoy es el día, Laney."

    "¿Sí?" Laney rió y se tambaleó ligeramente. "No eres mi tipo, Sarah, pero estoy segura de que tu amiga estaría dispuesta a hacerlo," dijo arrastrando las palabras. Sarah la empujó al asiento trasero y la deslizó torpemente.

    Tratando de ignorar el descarado comentario de Laney, siseé: "¿Qué diablos estás haciendo ahora?" a Sarah.

    "No he terminado con ella aún y no está en condiciones de irse sola de todos modos."

    «No he terminado» me preocupó, pero no pude discutir con su lógica. Dios sabía dónde podría terminar Laney en su estado actual.

    "¿Vienes?" Preguntó Sarah subiendo ella misma al coche.

    "¿Te vas a casa?"

    "Ajá."

    A pesar de mi determinación de simplemente tomar un sorbo, los procedimientos en el bar me habían llevado a consumir al menos tres whiskies en espacio de poco más de una hora. No era exactamente una bebedora veterana, también estaba achispada. Subí al asiento trasero junto a Sarah.

    Mis pensamientos se inundaron con la información que había aprendido durante el tranquilo viaje de regreso a Plymouth Street.

    Cuando llegamos, Laney cayó a la acera al intentar salir del taxi y se quedó tendida en el suelo por un momento antes de que la ayudáramos a levantarse. Su estado parecía haberse deteriorado notablemente durante el viaje de 15 minutos y me pregunté por qué. Se requirió a las dos para ayudarla a subir las escaleras hasta el apartamento de Sarah, donde se derrumbó en el sofá y perdió el conocimiento rápidamente.

    "Laney," Sarah trató de despertarla, golpeándola suavemente en la mejilla, pero estaba inconsciente.

    Le palmeó los bolsillos del abrigo y metió la mano en el derecho con el ceño fruncido.

    "¿Qué estás haciendo?" Solté un cacareo de desaprobación y observé consternada mientras Sarah sacaba un frasco de píldoras sin marcar, tomaba una en su mano y la observaba.

    "5 mg de diazepam," dijo. "Mercado negro, no hay etiqueta. Probablemente tomó algunas en el baño."

    Me agaché junto a Laney y le sujeté la muñeca.

    "¿Debería llamar a una ambulancia?" preguntó Sarah nerviosamente.

    "Una sobredosis de diazepam puede ser peligrosa con tanto alcohol, pero su pulso parece fuerte y regular," dije. "Probablemente solo duerma unas horas y se despierte sintiéndose como una mierda. Aunque supongo que está acostumbrada a eso si en realidad ha estado bebiendo tanto tiempo como tú dices."

    "¿Has recibido entrenamiento en primeros auxilios?"

    "Algo."

    "¡Maldición, Laney!" gritó Sarah de frustración.

    "Se pondrá bien," traté de tranquilizarla.

    "Ya, no es eso, es que..." Se frotó la sien izquierda con expresión preocupada.

    "¿Qué pasa?"

    "¿Dices que podría estar inconsciente durante horas?"

    "Podría ser, es impredecible. No parecía que hubiera dormido en un tiempo y no sabemos cuántas pastillas ha tomado."

    "Necesito ir a ocuparme de algo."

    "Puedo quedarme y vigilarla si quieres," ofrecí.

    Sarah se sentó en el borde de un sillón y puso la cabeza entre las manos y yo sentí el más intenso tirón de compasión por ella. Nunca la había visto tan deprimida.

    "Lo siento. Lo que salió esta mañana..." Lancé las manos al aire con impotencia. "Sólo tenías diez años y él... ¡A ti!" No pude evitar la ira en mi voz.

    "Yo tenía diez años," dijo y miró a la mujer dormida en el sofá. "Laney podría haber tenido tan solo ocho años, no lo sé. Ni siquiera estoy segura ya de si ella lo sabe."

    "Ese no es el tipo de cosas que la gente olvida, no importa cuánto lo intenten. ¿Qué vas a hacer?"

    "Sé que has oído cosas hoy, pero no debes tomarme demasiado en serio cuando le digo cosas horribles a Laney. Solo estoy tratando de sacarla de la ilusión en la que está envuelta."

    "No soy tonta, lo entiendo."

    "No te estaba llamando tonta," volvió a mirar a la mujer en el sofá con blandura en los ojos. "Solo digo que Laney es una persona hermosa, no es alguien que deba descartarse. En mejores circunstancias, la amarías."

    ¿Amarla? Me pareció extraño que dijera esto y tuve mis dudas, pero confiaba en Sarah y asentí reflexivamente, coincidiendo.

    "De todos modos, como he dicho, puedo quedarme y vigilarla si tienes que irte."

    "Ya he robado bastante de tu tiempo." Se puso de pie y negó con la cabeza con tristeza. "Qué desastre."

    "No es problema, Sarah. No debería quedarse sola y quiero ayudar."

    "Sé que quieres, pero esto es..." Ella parecía tan desgarrada, luego se centró en mis ojos. Podría haber sido la primera vez que sostuve su mirada correctamente sin sonrojarme. Pude verla reconocer la sinceridad en la mía.

    "¿Por favor? ¿Solo déjame ayudar?"

    Se inclinó hacia adelante y me abrazó con fuerza. Ella nunca me había abrazado antes, casi nunca me había tocado. Nunca había sido muy amante de los abrazos, pero tener sus brazos alrededor de mí parecía la cosa más increíble del mundo. Fue como si una cálida ola de energía se estuviera transfiriendo entre nosotras. Quería que me besara de nuevo y, después de todo lo que había oído, me sentí culpable de que aún estuviera permitiendo que mis hormonas se volvieran locas.

    "Gracias," dijo mientras yo la apretaba suavemente a cambio.

    Fue literalmente doloroso para mí soltarme cuando ella lo hizo.

    "No voy a preguntarte adónde vas pero... Cuídate."

    "Sírvete lo que quieras, ¿de acuerdo?" dijo. "Volveré lo antes posible, tal vez en poco más de una hora."

    Recogió el bolso y las llaves y salió del apartamento.

    Encendí la televisión en un volumen bajo y deambulé por la sala de estar, estudiando sus carteles, sumida en mis pensamientos.

    Quería averiguar sobre el pasado de Sarah y lo había hecho, pero no había sido un triunfo. Las imágenes en sus paredes y los recuerdos de nuestras extrañas conversaciones de repente adquirieron un significado aún más oscuro y personal, pero aún no estaba segura de a qué conclusión apuntaba todo. Estaba tratando de ayudar a Laney, lo entendía. Su relación era complicada, pero Sarah expresaba un verdadero afecto por esta mujer. Incluso con una persona sobria, su tarea sería difícil y yo no la envidiaba por ello. Tenía muchas ganas de ayudarla.

    En el bar, Laney había expresado su preocupación de que yo estuviera allí con un propósito y parecía que Sarah me estaba usando como pieza del juego a veces. Esto era algo que yo no podía comprender. El hecho de que yo estuviera allí en primer lugar había sido una total coincidencia, un acto impulsivo y algo fuera de lugar por mi parte, provocado puramente por mis nociones románticas. Al alejarme de los temas serios, comencé a relajarme cuando mis sentimientos por Sarah volvieron a entrar en escena. Pasó una hora, una hora quince. Laney apenas se movía.

    Me senté y traté de concentrarme en la pantalla del televisor, revisé el teléfono, pero la tentación de estar sola en el apartamento era abrumadora. Reprimí el impulso durante el mayor tiempo posible, pero finalmente terminé en su habitación y miré a mi alrededor. Sus armas habían desaparecido del tocador. Me habría preguntado dónde estarían si no estuviera tan concentrada en la cama. Cuidadosamente hecha y aún todo en colores negros. Me senté, apoyé la cabeza en la pila de almohadas y hundí la cara en ella. El tejido era suave y fresco, olía a ella, con una leve corriente subterránea de suavizante. Me quedé allí, respirándola, con los recuerdos de la mañana se debilitados por mi corazón anhelante.

    Creo que podría haberme quedado dormida de esa manera, con la nariz en la almohada de Sarah, así que fue algo bueno cuando un ruido en la sala de estar me despertó de mi trance. Me levanté rápidamente y emergí para encontrar a Laney aturdida levantándose del suelo.

    "¿Dónde está el baño?" dijo con voz ronca al verme.

    Traté de ayudarla, pero ella se zafó encogiéndose de hombros y se dirigió por el pasillo por su cuenta, lenta y gris.

    Me senté de nuevo frente al televisor, preguntándome si había algo en el frigorífico para darle. Probablemente ella no había comido en un tiempo, necesitaría algo en su estómago. Pero podía oírla en el baño e imaginé que aún no estaba lista para comer.

    Me sobresalté al oír una llave en la puerta y reapareció el hermoso rostro de Sarah.

    "Has vuelto," dije con alivio y me levanté mientras ella miraba el sofá vacío.

    "¿Dónde está Laney?" preguntó con la voz llena de pánico.

    "En el baño vomitando. Se despertó hace unos minutos."

    "Fiuu," suspiró y su rostro se relajó. Dejó el bolso sobre la mesa y se dejó caer en uno de los sillones. Revisé mi reloj: las 2 pm.

    "Has estado fuera más de dos horas. ¿Va todo bien?"

    "Sí," me sonrió con cansancio. "Siento haber tardado tanto."

    Laney regresó sigilosamente a la habitación con aspecto infernal.

    "Oh, Cristo, eres tú," dijo con voz ronca al ver a Sarah. Colapsó de nuevo en el sofá. "¿Por qué estoy aquí?"

    "Te traeré un poco de agua," dije.

    "Botellas en el frigorífico, gracias, Eden. Estás aquí porque tú y yo tenemos cosas que discutir."

    "Tengo que ir a casa y darle a Gene unas galletas," le dije a Sarah al regresar de la cocina y le entregué la botella a Laney.

    "Absolutamente, gracias por tu ayuda," asintió Sarah, pero Laney me agarró del brazo inesperadamente.

    "No me dejes sola con esta perra chiflada," dijo presa del pánico e incluso Sarah pareció sorprendida por su súplica desesperada. "Me matará."

    "Parece que estás haciendo un buen trabajo por tu cuenta," murmuró Sarah.

    "¡Sarah no te hará daño! Quiso llamar a una ambulancia cuando te desmayaste."

    "No te creas eso," presionó Laney. "Tú eres la única persona cuerda aquí."

    Me avergüenza decir que la posibilidad de que Laney tuviera razón pasó por mi mente. Sarah tenía armas, Sarah tenía una cuenta pendiente.

    "Vivo justo abajo," le aseguré, "solo estaré unos minutos." No había planeado irme para siempre de todos modos, pero encontré a Sarah siguiéndome hasta la escalera y mirándome con dureza.

    "No deberías hacerle caso, no necesitas volver."

    "Creo que sí. Entiendo lo que estás haciendo con Laney, pero ¿le has visto la cara? En realidad te tiene miedo."

    "Ya no está totalmente anestesiada, va a sentir cosas."

    "Solo déjame entrar de nuevo. Quieres hablar con ella, cuanto más relajada esté, mejor y quizá necesites un facilitador."

    "Vas a ver cosas, oír cosas, si te quedas," advirtió Sarah. "Esto no es sólo un caso en el trabajo."

    "Lo sé. Sin embargo, tal vez mi experiencia pueda ser de alguna utilidad."

    Le di a Gene su Tux y agarré una chaqueta de mi habitación. Para mi alivio, Sarah me dejó entrar rápidamente cuando volví arriba.

    "Por supuesto que sí," estaba diciendo Laney. "Mierda, Sarah, no me he ido tan lejos, ¿sabes?"

    Me senté en un sillón y Laney bebió con sed de la botella de agua que casi se había terminado. Cuando le puso la tapa y miró de un lado a otro entre nosotras, logró esbozar una pequeña sonrisa.

    "¿Desde cuándo alguien demanda una audiencia tan ávida para saciar su sed?" preguntó. "¿Qué es esto de todos modos, algún tipo de intervención?"

    "Hmm," Sarah pareció pensativa y asintió. "No de la forma en que yo lo había considerado, pero lo que sea que funcione."

    "¿Por qué os iba a importar a ninguna de vosotras cómo vivo mi vida?"

    "¿Por qué no deberíamos? Y esto es más bien por mí. Me debes una clausura."

    "Nunca vas a poder olvidar las cosas, ¿verdad?"

    Mantuve la urgencia de gritarme un improperio.

    "¿Qué, como has hecho tú? ¿Cómo es estar desempleada, emborracharse, tomar pastillas y dormir con un gilipollas diferente cada dos noches?"

    "Lo estás inflando tanto fuera de proporción," respondió Laney secamente.

    "¿Lo estoy? ¿Recuerdas siquiera la mitad de lo que has hecho durante las últimas semanas?"

    "Creo que la mejor pregunta es ¿cómo diablos lo sabes? ¿Me has estado acechando?"

    Tenía pocas dudas de que Sarah había estado acosando a Laney al menos hasta cierto punto. Ciertamente sabía mucho de alguien que no le había hablado durante 16 años.

    "Mírate, Laney. Eres una desgracia," indicó Sarah ignorando la pregunta.

    "Si solo me vas a insultar, me voy," dijo y se puso de pie.

    "¿Qué te hace pensar que te dejaría hacer eso?"

    "¿Soy una prisionera?" preguntó Laney exasperada.

    "Por supuesto que no. Tú quieres arreglar esto tanto como yo. ¿O no estás de acuerdo en que eres una desgracia? ¿Estás orgullosa de tu comportamiento?"

    "No," dijo en voz baja y se sentó. "No necesito que me lo recuerdes. ¿Es eso todo lo que quieres? ¿Herirme?"

    "Creo que Sarah solo está tratando de hacer que te enfrentes a ti misma," le ofrecí mi consejo de tres centavos.

    "Tal vez le resulte difícil de creer, pero quiero ayudar," asintió Sarah.

    "¿Haciéndome sentir peor de lo que ya me siento?"

    "Crueldad y amabilidad y todo eso," dijo Sarah distraídamente y Laney se rió con desprecio.

    "Siempre fuiste una jodida manipuladora," dijo.

    "En realidad no. Ese fue un concepto erróneo creado después de que me tildaron de mentirosa y alborotadora por decir la verdad. ¿Y quién fue quien reforzó esa desafortunada situación? Tú, Laney. Me mentiste, protegiste a un pedófilo. Tuviste la oportunidad de ayudarme a derribarlo y fuiste una pusilánime perra cobarde. Sé que has hecho todo lo posible para destruirte el cerebro, pero debes recordar eso."

    "¡Yo tenía doce años!" gritó Laney y se puso de pie de nuevo.

    "¡Yo tenía doce años!" gritó Sarah en respuesta. "Tu hermano destruyó mi infancia y luego me quitaste toda la fe que me quedaba en la humanidad. Y ahora mírate, pequeña mierda quejica. Estaría mucho más enojada contigo si no fueras tan jodidamente patética."

    "Probablemente ambas deberíais..."

    "Cállate, Eden," me interrumpió Sarah. "Esta no es tu plaza."

    "No te pongas desagradable con ella," me defendió Laney inesperadamente. "Está tratando de ayudar. Es conmigo con quien estás enojada."

    Se volvió a sentar en el sofá y puso la cabeza entre las manos. No estaba llorando, pero su cambio de una postura agresiva a sentir lástima por sí misma fue abrupta y sorprendente. La miré y luego miré a Sarah, cuya expresión se relajó.

    "Sin embargo, Sarah tiene razón. No te estás ayudando a ti misma si te quedas callada. He visto mucho este tipo de cosas, no puedes deshacerte de ellas, te carcome por dentro."

    "¿Tienes alguna idea de lo que entregué al intentar decir la verdad?" agregó Sarah. "Mi familia nunca volvió a tratarme de la misma manera, no se podía confiar en mí. La chica que chilló lobo."

    "Yo no quería eso," dijo Laney con tristeza. "Lo siento. Lo siento mucho, mucho."

    Era la primera vez que pronunciaba las palabras y las decía en serio. Sarah se sentó en el borde de la mesa de café frente a ella.

    "No lo estoy demostrando muy bien, pero no te culpo. Lo que Jared nos hizo fue imperdonable. Eeeramos felices, éramos amigas y él se abrió camino, se aprovechó de su posición y destruyó nuestra inocencia. Peor que eso, nos hizo sentir que fue culpa nuestra. Tienes que ver lo mal que estuvo eso. Lo jodidamente mal, Laney."

    Laney cerró los ojos y bajó la cabeza, las lágrimas comenzaron a caer silenciosamente por sus mejillas.

    "¿Cuánto tiempo después de que mentiste por él, lo mantuvo contigo?" Preguntó Sarah. "¿Cuánto tiempo con Leigh?"

    "Probablemente deberías hablar, Laney," le dije.

    Respiró hondo y lentamente varias veces y me sorprendió cuando habló en tono tranquilo.

    "Para cuando se cerró la investigación, él ya no quería a Leigh, ella ya tenía senos. Ella apenas me hablaba, dijo que deberíamos habérselo dicho a la policía cuando tú lo hiciste... Yo era una desarrolladora tardía. " Se interrumpió con un sollozo y un silencio ensordecedor se apoderó de la habitación.

    Vi lágrimas formándose en los ojos de Sarah.

    "¿Por qué, Sarah?" preguntó Laney después de un prolongado silencio. "¿Por qué ahora? ¿Después de todos estos años?"

    "Más vale tarde que nunca. Y... están pasando cosas."

    "¿Vas a confrontar a Leigh también? Ella también mintió." Laney levantó la cabeza y extendió las palmas de las manos sobre las rodillas.

    "Leigh era una seguidora, hacía lo que tú querías."

    "Fue todo culpa mía entonces." Su rostro estaba inundado de angustia. "Por eso viniste a mí."

    "Nada de eso fue culpa nuestra," dijo Sarah suavemente. "Vine a ti porque aún estás aquí, apenas, pero aún estás aquí."

    "¿Aún aquí? No lo entiendo."

    "Leigh se ha ido. Muerta."

    "Eso es mentira," dijo y le mostró a Sarah una mirada cortante. "Leigh está bien, la vi..."

    "Hace tres años. La viste hace tres años, cuando estaba en el mismo lugar que tú ahora. Bebía mucho. Después de esa oportunidad de encontrarse contigo, se fue cuesta abajo rápidamente, me pregunto por qué. Tuvo una sobredosis de fentanilo y sedantes en mayo del año pasado y permaneció en una cama de hospital durante una semana antes de que finalmente le fallaran los órganos."

    Sarah dejó caer una tarjeta en el sofá junto a Laney, quien se volvió, la recogió y miró con horror la foto de una mujer bonita y sonriente en la portada. Debajo estaba impreso «En Amorosa Memoria de Leigh Hazel Walsh, 1989-2017».

    "Yo debería saberlo, estuve en el funeral."

    El rostro de Laney se arrugó y lo dejó caer en la tarjeta, con ojos llorosos. Fue desgarrador de ver y automáticamente me acerqué a ella, me senté cerca y pasé mi brazo por sus hombros.

    "Jared la mató. Al igual que te está matando a ti," continuó Sarah.

    "Para," Laney se atragantó bajo las manos. "Por favor, para."

    "Todos estos años y aún no has enfrentado el daño que él ha hecho. El daño que aún está haciendo." Se sentó al otro lado de ella y le giró el rostro. Sus ojos estaban inyectados en sangre, su rostro enrojecido y manchado de lágrimas, pero se encontró con la mirada de Sarah admirablemente. "Tú no eres él, Laney. Sé que una gran parte de tu problema es la culpa por no haber hecho lo correcto cuando tuviste la oportunidad."

    "Has tratado de convencerte a ti misma de que no es gran cosa lo que él hizo," dije suavemente.

    "Lo intentó," enfatizó Sarah.

    "No funcionará y sabes que no es verdad. Es algo terrible y no puedes dejarlo de lado."

    "¿Qué estás sugiriendo? ¿Consejería?" preguntó y Sarah resopló.

    "Podrías considerarlo..." dije.

    "El asesoramiento consistiría en colocar una tirita en una pierna rota," no estuvo de acuerdo Sarah y Laney pareció brevemente aliviada antes de que Sarah continuara: "El problema no se origina en Laney sino en Jared. El vínculo debe cortarse."

    La expresión de Laney se endureció.

    "¿Honestamente esperas que presente una demanda civil? ¿Acusaciones penales? ¿Después de tanto tiempo?"

    "¿Qué edad tienes, Laney?" Pregunté.

    "Estaría bien dentro de mis derechos…" Laney se calló luciendo resentida y aterrorizada a la vez.

    "Ella no podía hacerlo y no debería tener que hacerlo. No es eso lo que tenía en mente," dijo Sarah y entorné los ojos. Otra ola de déjà vu se apoderó de mí.

    "Está bien. Entonces, ¿adónde quieres ir con todo esto? ¿Qué es lo que crees que puedes hacer?" El tono de Laney era una mezcla de desafío y desesperanza; sacó un pañuelo de papel del bolsillo y se sonó la nariz ruidosamente.

    "Siento demonios en mi espalda, Laney. ¿Tú no?"

    "Sí," dijo en voz baja.

    "Me susurran cosas. Pero ahora lo sé. No son demonios en absoluto, son verdades. Algunas buenas, algunas malas, todas mezcladas en un gris turbio que niega las reglas que nos imponemos con las convenciones sociales. En algún momento tienes que empezar a escuchar tus voces en ausencia del dictado de los demás."

    "¿De qué estás parloteando?"

    "Me preguntas qué puedo hacer. ¿Qué diablos crees? Voy a matarlo," dijo sin ceremonias.

    Puede que Laney no se diera cuenta, pero yo conocía ese tono. Ella no estaba bromeando. La sensación de déjà vu se amplificó. Recordé todas nuestras conversaciones. La agenda de Sarah quedó repentinamente expuesta. Sentí que Laney se volvía hacia mí como si estuviera esperando una broma pero, con lo que supongo que era una mirada en blanco teñida de preocupación, seguí mirando a Sarah en una especie de trance.

    "Eso es lo que puedo hacer," murmuró asintiendo para sí misma con una expresión vidriosa.

    "No puedes hablar en serio," dijo Laney después de un silencio prolongado y Sarah le dio una breve mirada.

    "Lo he estado planeando durante mucho tiempo. No digo que esto lo vaya a mejorar todo," continuó. Su tono era insípido, como si estuviera sugiriendo que fueran a comer pizza. "Sin embargo, es necesario. Alimañas como él deberían ser sacrificadas y tú me vas a ayudar."

    "¡¿Yo?! ¿Ayudarte?" Laney parecía que estaba luchando entre reír o simplemente salir por la puerta; incapaz de decidir, se quedó quieta y discutió. "Yo nunca haria eso."

    "Ni siquiera es el alcohol lo que te envenena," continuó Sarah sin tono, "es tu ira y tu vergüenza. Eres mejor que eso, estás cargando con sus pecados porque, a diferencia de él, eres una persona decente."

    "¿Y qué eres tú?" Laney resopló. "¿Quién eres tú para decidir si él vive o muere?"

    "Sólo uno de las niñas que violó," dijo Sarah. Observé mientras tomaba la tarjeta con la foto de sus amigos y la miraba. "He tomado mi decisión, lo mataré."

    "Nunca te saldrás con la tuya," dijo Laney momentos después.

    "Un sacrificio que estoy dispuesto a hacer. Ya estamos atrapadas en nuestras respectivas jaulas por sus viles acciones. ¿Y tú? ¿Qué es tan importante en tu vida que necesitas preservar?"

    "No mucho," admitió. "Eso no significa que vaya a ayudarte a cometer un crimen. Tienes pelotas, Sarah, te lo concedo, pero no voy a ir a la cárcel por tu ego."

    "Esto no tiene nada que ver con el ego, ni con el mío ni con el de nadie. Pero si me atrapan, lo cual no ocurrirá, un montón de gente apoyaría mis acciones una vez que se dieran cuenta de lo que él era." Me miró intencionadamente mientras decía esto y supe que era una referencia a cosas que yo mismo había dicho.

    "Sarah," me arriesgué, "tenemos que hablar de esto..."

    "Exactamente lo que estamos haciendo," asintió. "Yo tampoco quiero hacerlo, tengo que hacerlo. No es venganza, es justicia. No tienes que estar aquí, Eden, puedes irte cuando quieras."

    Su voz era incitante, desafiándome a marcharme.

    "Si ella se va, yo me voy. Eres una jodida lunática," dijo Laney con lo que pensé que era una frágil convicción.

    "Creo que me quedaré," dije desafiante.

    "Entonces ambas deberíais pensar en lo que estoy diciendo."

    "Mira," comenzó Laney con un suspiro, "entiendo que estés cabreada, pero lo que estás diciendo es ridículo. Hay opciones legales..."

    "¡La Ley!" la interrumpió Sarah. "Algo tan maravilloso. Tan concreto, tan inmutable, tan difícil de triturar." Su voz destilaba burla.

    "La tasa de reincidencia de por vida para los delincuentes sexuales que abusan de los niños es del 40%," dije distraídamente. Quizá estaba usando las estadísticas como método para mantener la calma.

    "Las reglas de la civilización han evolucionado durante milenios por una muy buena razón, Sarah," señaló Laney con rigidez.

    "Sí, siempre hemos sido lentos con las cosas importantes," respondió. "Las leyes humanas no pueden abarcar los principios universales del orden natural."

    "Y esos son solo los que conocemos..."

    "No intentes convertir esto en filosofía. De lo que estás hablando es de asesinato, simple y llanamente."

    "El asesinato nunca es simple y la filosofía se puede aplicar a todo. Pero está bien, considera esto: ¿estarías dispuesta a testificar contra él en un juicio? ¿Estarías dispuesta a revivir lo que hizo una y otra vez? ¿Decirle a todo el mundo que mentiste, decirle a todo el mundo exactamente lo que te pasó, lo que es tu hermano? ¿Siempre bajo el riesgo de que le absuelvan de todos modos?"

    Laney no tenía respuesta a eso y Sarah se volvió hacia mí.

    "¿Cuántas veces te has encontrado con una situación en la que sabes exactamente qué monstruo es una persona, qué tan mal siguen victimizando a alguien, pero no puedes hacer nada porque cualquier evidencia que tengas es circunstancial? ¿Cuántas veces has tenido que dejar que un monstruo se te escape entre los dedos?"

    "Sucede cada dos días."

    "Te está manipulando," dijo Laney. "No te lo creas."

    "Sí, bueno, ella también tiene razón."

    "Estoy apelando a su conciencia y a la tuya. Lo que pasó, lo que pasa... no está bien."

    "Este hombre, Jared, ha pasado mucho tiempo, tal vez haya cambiado." Intenté inyectar algo de racionalidad en la discusión y ambas me miraron.

    "¿Es esa tu única objeción? ¿Que podría haber cambiado?"

    Había dureza e incredulidad en la expresión de Sarah y en la de Laney, una pizca de esperanza. Sarah debió haberlo visto también porque se levantó, acercó una de sus portáties a la mesa de café y lo abrió frente a Laney. Con aprensión, dejé el sillón y me uní a ellas en el sofá.

    "Te he estado observando, Laney, eso es cierto. Pero le he estado observando a él mucho más de cerca," dijo Sarah mientras tocaba el teclado. Una ventana de imágenes y videoclips apareció de repente y una oleada de náuseas me invadió por lo que vi. "Estas son solo algunas de las imágenes que saqué de su disco duro. Esta es una lista de los sitios que ha estado visitando y hablando con otros enfermos," señaló, cerré los ojos y traté de tragar el nudo en mi garganta. "También hay transcripciones de chats en línea que ha tenido con chicas que dicen tener tan solo diez años. Deberías escuchar algunas de las cosas que les dice. Él tiene un montón de perfiles diferentes..."

    Laney extendió la mano y cerró de repente la tapa del portátil, lo que me hizo dar un salto por el susto.

    "¿Cómo conseguiste esto?" Pregunté, con un temblor en mi voz.

    "No por medios legales. ¿De verdad crees que estaría sugiriendo tal cosa si hubiera una posibilidad de que hubiera cambiado? ¿Crees que he tomado esta decisión a la ligera?" dijo Sarah y llevó la computadora a su mesa de comedor. "Puedes pagar a un «sombrero negro» por casi cualquier cosa estos días. Su seguridad ni siquiera es tan buena, solo se necesitaba un simple puente para descargar sus archivos zip. Él se siente seguro. ¿Ves, Laney? ¿Ves lo que está haciendo?"

    "Ese tipo de cosas..." me detuve, sintiéndome mal del estómago.

    "¿Laney?" Repitió Sarah. "¿Ves lo que es?"

    "¡Joder, lo he vistoi!" chilló Laney.

    "Jared no es de los que le meterán la polla a quien pueda. Se dirige específicamente a los niños, siempre menores de 13 años. Es una enfermedad. Una dañina y tremendamente criminal."

    "Joder."

    "Su placer significa el dolor de los demás y ha excedido su cuota. Han matado a gente por injusticias mucho menores."

    "Y eso siempre está mal," respondió Laney.

    "¿Siempre mal por razones menores?"

    "Siempre mal, Sarah," subrayó.

    "Está mal que nunca se le haya hecho responsable por lo que nos hizo. Está mal que le permitan vagar por las calles y pescar a los niños en línea como lo hace."

    "Pero no puedes matarlo por eso," dijo Laney de nuevo, más como si estuviera tratando de convencerse a sí misma. Estaba blanca como una sábana.

    "¿Por qué no? Dímelo, Laney. ¿Por qué no puedo? ¿Crees que es un buen hombre?"

    "Es irrelevante lo que pienso."

    "No lo es y él no lo es."

    "Entiendes el mensaje de Sarah, ¿verdad?" Pregunté con cuidado. Después de lo que acababa de ver, yo ciertamente lo entendía.

    "¿Qué estas diciendo?" ella se volvió hacia mí en tono de confrontación. "¿Puedes decir honestamente que estás de acuerdo con esta estúpida idea? ¡Despierta, Sarah te está usando como lacayo!"

    "Espera un minuto, ¿qué estás diciendo? ¿Estás diciendo que lo que acabas de ver no te ha enojado? Entiendo que no te importe una mierda la forma en que te trató, eso es un lugar común entre las víctimas. Pero he visto cómo has reaccionado ante esas fotos. Te disgustó y te asustó porque te importa que se lo haga a otra persona."

    Se quedó en silencio después de eso, recostándose en la servidumbre.

    "La gente como él no cambia," continuó Sarah, "incluso después de años de psicoterapia y medicación. He leído historias de casos de hombres como él, bueno, mejor porque algunos de ellos quieren cambiar y están dispuestos a hablar de su enfermedad por lo que es: una enfermedad. ¿No me digas que no estás al tanto de estos problemas, Edén?

    "Claro que lo estoy."

    "¿Y con qué frecuencia se ha encontrado con un infractor reincidente dispuesto a someterse a un análisis honesto?"

    "¿Yo personalmente? Nunca," admití. "Pero sucede."

    "No con Jared. Él no cree estar enfermo y no quiere cambiar. Se ha vuelto mucho más experto en ocultarlo y preparar a sus víctimas desde nuestros días."

    "Llévalo a la policía," dijo Laney con frialdad, con los ojos vidriosos.

    "¿Como hice antes?" respondió Sarah. "Te hizo mentir sobre eso cuando tenía mucha menos experiencia."

    Yo aún sentía náuseas y estaba tratando de respirar.

    "¿Sabes que su novia dio a luz a una niña en febrero?" le preguntó Sarah, y otra ola me golpeó.

    "No le he visto en dos años," respondió Laney mecánicamente.

    "Ella no sabe nada sobre él," continuó Sarah. "Una cabeza hueca, por eso la eligió. Puede activar el hechizo cuando quiere, eso es lo que le hace tan peligroso. Ella se ha enamorado de ese lado de él, probablemente no creería sus tendencias ni si le mostraran un video. Sin embargo, su hija, tu sobrina, tan linda. Aún solo tiene unos meses. Me pregunto cuánto tiempo le tomará lanzarle sus sucios ganchos a ella. Podrían aparecer sus fotos en esos sitios web en unos pocos años."

    No sé qué le estaban haciendo sus palabras a Laney, pero yo podía sentir un torrente de sensaciones que me picaban la carne. Desesperación, asco, dolor. Rabia.

    Sospechaba que las actividades de Sarah se salían de los límites legales, no podía fingir que no. Y supe que ella tenía planes. Lo había insinuado de muchas maneras, me había dado muchas pistas. No había llevado la sospecha al frente de mi mente porque en el fondo temía que ella estuviera planeando algo con lo que no podía estar de acuerdo. Todo era posible con ella y ahora su plan estaba a la vista, una parte de mí estaba en realidad aliviada. No estaba planeando un atentado terrorista ni un tumulto asesino. En comparación, la muerte de un abusador infantil en serie parecía mansa y francamente justificada. Cuando finalmente miré a Laney, el sudor le perlaba la frente y estaba temblando mucho.

    "Ella tiene el Delirium Tremens, eso es peligroso, Sarah," le advertí.

    "Dejé sus pastillas en la papelera," respondió, luciendo preocupada, luego pareció tomar una decisión. "Tengo vodka y te lo daré, Laney, pero también tienes que comer unos sándwiches."

    Laney asintió con tristeza en señal de aceptación y con alivio seguí a Sarah a la cocina.

    "¿Podrías poner esto?," dijo mientras me entregaba una botella de líquido transparente, zumo de naranja y un vaso. "No dejes que se lo beba solo."

    Le serví yo la bebida, ya que dudaba que sus manos estuvieran lo bastante firmes y regresé a la cocina donde Sarah estaba cortando tomates, queso y lechuga.

    "Debería calmarse un poco ahora," dije.

    "Cuando esto termine, la llevaré a un centro de desintoxicación."

    "No puedes obligarla."

    "Ella estará de acuerdo. Lo que he planeado es extremo," murmuró, cortando. "¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no estoy asustada?" Su discurso había adquirido su intrincada calidad.

    "No quiero oír que estás asustada. No puedes estar asustada," le dije y ella asintió.

    "Querer ser fuerte no es suficiente, hay que ser fuerte." Ella alzó la cabeza y se volvió hacia mí. "Lamento que te hayas visto envuelta en esto."

    "No tienes nada que lamentar, yo me negué a irme, ¿recuerdas?"

    "¿Y te vas a ceñir a ello?" Me estaba dando otra oportunidad de abandonar el barco.

    "Sí," le dije con certeza y asumí el rallado del queso. "Yo también tomaré uno."

    Ella se mantuvo cerca y pude sentirla mirándome.

    "Ella nunca lo habría admitido sin ti ahí."

    "Yo no hice nada."

    "Estás muy equivocada en eso. Siento haberte hablado mal."

    "No lo sientas," le aseguré. "Esta es una situación bastante complicada, sería extraño que no estuvieras emocional."

    "Sabes lo que pretendo hacer, sabes que hablo en serio."

    "Sí. Ese material que él tenía..." Me detuve y me volví hacia ella. Por segunda vez ese día logré sostener su mirada sin sonrojarme ni apartarme. Las lágrimas corrían silenciosamente por sus mejillas. "Sarah," dije con tristeza. Toqué su mandíbula y traté de secarle las lágrimas. "Eres muy importante para mí." La profundidad de mis sentimientos salió a la superficie cuando la miré. "No sé cómo sucedió, pero..." Cualquier palabra que se me ocurría me parecía fatalmente inadecuada; así que hice algo que a mí normalmente me habría asustado. Me incliné y presioné mis labios en los de ella. Debería haber sido inocente, un beso de consuelo y amor, pero sus labios eran cálidos y húmedos y ella no me apartó. La cercanía me abrumaba, saqué la lengua y probé las lágrimas saladas en sus labios. Nunca había sentido nada tan poderoso en mi vida. Sin aliento, finalmente me retiré, solo por temor a que si continuaba, no podría controlarme.

    "Guao," dijo mientras yo evitaba su mirada y me volvía hacia el queso, con el hechizo roto. "Eso fue todo un beso."

    "Dios, lo siento mucho," me encogí. "¿Qué demonios es lo que me pasa?"

    "No pasa nada. Tu elección del momento apesta, pero estuvo bien."

    No pude responder, temía que mi voz temblara, el miedo regresó con toda su fuerza. Me consoló un poco el hecho de que al menos ella había dejado de llorar. Ella tomó el queso de mi mano.

    "Ve y hazle compañía a Laney, yo puedo terminar con esto."

Parte 3

    Hice lo que ella me pidió, demasiado aturdida por mi propia estupidez para discutir. Doblé la esquina hacia el salón y volví a sentarme. Laney me miraba fijamente.

    "¿Qué problema tienes?" Laney se había recuperado sustancialmente ahora que tenía su apoyo frente a ella de nuevo. Frunció el ceño mientras me miraba y yo permanecía en silencio. "Lo siento. No sé qué le ha dado a Sarah para involucrar a alguien como tú en esto."

    Sorprendida por su compasión, intenté relajar la tensión de la cara.

    "Todo esto es bastante jodido," admití mirando la alfombra y asintiendo. "Inesperado."

    "No irás a marcharte, ¿verdad?" Aún parecía asustada de quedarse a solas con Sarah. Yo no podía culparla por esto, su punto de vista era completamente diferente al mío.

    "Me quedaré mientras Sarah me lo permita. Tengo la sensación de que ella quiere que esté aquí, aunque no quiera admitirlo."

    "¿Crees que habla en serio?"

    "Después de lo que acabo de ver, sí."

    "¿Sabe lo que está haciendo?"

    "Tengo absoluta fe en Sarah," dije sin dudarlo.

    "¿Por qué?" Entornó los ojos con sospecha.

    "No lo sé, pero le confiaría mi vida."

    "Está bien. Aunque no se está haciendo ningún favor ni a ella ni a nosotras al contarnos sus planes." Se sentó derecha. "Supongo que entiendo por qué a mí, pero ¿a ti?"

    Aún aturdida, mirando al suelo y sin prestarle atención a Laney, le dije: "Supongo que la verdadera pregunta es, ¿por qué protegerías a un pedófilo del castigo, pero no a la persona que tuvo el coraje de repartir ese castigo?"

    "Jared es mi hermano."

    "No, no lo es," dijo Sarah volviendo con un plato y poniéndolo sobre la mesa. "Renunció a cualquier título o respeto cuando hizo lo que hizo. No es tu hermano, es solo otro depredador."

    Laney, con los ojos muy abiertos pero mucho más animada, agarró un sándwich de la parte superior de la pila y lo mordió con entusiasmo. Yo aún me estaba recuperando de la escena en la cocina, pero la obligué a dejarla de lado; este no era el momento ni el lugar para mi maldita libido.

    "Tienes otros hermanos, Laney... ¿Alguno de los otros sabe de él?" Pregunté.

    Negó con la cabeza mientras masticaba.

    "La única otra chica es Emma, ​​es un año mayor que Jared. No es su tipo."

    Hice una mueca por la forma casual en que dijo esto.

    "¿Por qué no dijiste nada?" Preguntó Sarah. "¿Ni siquiera pudiste hablar con tu hermana?"

    "Él tenía el control de ella," dije. "Emocionalmente, psicológicamente. Los familiares abusivos se vuelven ubicuos."

    Laney se quedó en silencio durante un minuto y empezó un segundo sándwich.

    "Nunca he hablado de eso hasta hoy," dijo finalmente. "Nunca. Me negué a admitirlo incluso con Leigh hace tantos años." Al deslizar el nombre de Leigh, sus ojos comenzaron a enrojecerse de nuevo mientras comía. Desde su total negación, había hecho un giro total de 180 grados. Tuve que concederle a Sarah este espantoso logro. "No puedo creer que ella se haya ido. Debería haber hecho algo. ¿Por qué no intenté hacer algo?"

    "No es culpa tuya, no podías haberlo sabido."

    "Pero lo sabía, ¿no? Es culpa mía."

    "No lo es," dijo Sarah. "Es de él. Te ha retorcido la mente incluso peor que Leigh." Hizo una pausa. "¿Cuánto tiempo lo toleraste aquello?"

    Laney tardó mucho en responder.

    "Jared se mudó cuando yo tenía 12 años, pero regresaba a casa los fines de semana. Yo tenía casi 14 cuando se detuvo por completo. Estaba tan jodidamente feliz de que hubiera terminado que solo quería olvidarme de todo. Sabía que aquello volvería a morderme en el culo. Tal vez lo supe tan pronto como te vi, Sarah."

    No pude precisar el momento en que Laney había cambiado de opinión, pero una vez que se hubo levantado la cortina de humo, había comenzado a soltar una letanía de verdades acumuladas. Había dejado de negar o discutir todo lo que Sarah decía, decidiendo en cambio añadir, ilustrar. Personalízar. Parecía tan sorprendida por algunas de las cosas que decía como nosotras, un fenómeno común en los sentimientos fuertemente reprimidos.

    "Cortaste los lazos con Jared hace años. ¿No se preguntó el resto de tu familia por qué?"

    "Sí. Mi estrategia fue distanciarme de todos ellos."

    "Él ha arruinado tu relación con toda tu familia."

    "Probablemente mucho más que eso," asumí. El abuso intrafamiliar a menudo resultaba en la incapacidad de formar ningún tipo de relación saludable en la edad adulta.

    "He pasado toda mi vida tratando de no pensar en eso," dijo tragando. "Pero siempre está ahí. Intentas mantenerlo encerrado, bajo llave, pero se filtra por los bordes, contaminándolo todo. Estos últimos años... ¿Sabes por lo que he estado viviendo?"

    "¿Es eso lo que estás haciendo? ¿Vivir?"

    "No podría soportar la idea de que mamá y papá se enteraran si me hubiera suicidado de verdad. Ellos se preocupaban por nosotros más que nada, eso les habría destruido. Habrían pensado que fue culpa suya y no lo fue en absoluto. Ellos eran muy mayores, pensé que si podía... Así que aguanté y los meses se convirtieron en años y no, esto no es vivir, es sobrevivir. Y cuando mamá murió, estuve triste pero también aliviada. Causas naturales, y ella fue feliz hasta el día en que falleció. Uno menos, quedaba otro y yo por fin sería libre."

    "Oh, Dios mío," dije abrumada. Se tornó transparente por qué sentía ella la necesidad de ahogar sus penas, al haber lidiado durante tanto tiempo con tanto dolor. Sola.

    "Sabes que no puedes seguir por el camino que vas," dijo Sarah.

    "Yo pensé en matarlo también. Miraba qué podía usar para envenenarlo. Pero eso eran solo fantasías, yo nunca lo habría hecho."

    A lo largo de mi carrera no me había encontrado con una situación tan aterradora. Quizá porque con Laney todo se decía en retrospectiva, no había nada que yo pudiera hacer al respecto, yo estaba encarando a la mujer que había estado sufriendo así durante años, no a la niña a la que tenía opciones de ayudar. Aunque parecía sorprendida por sus propias palabras, permanecía en gran parte desconectada de ellas. Las únicas veces que permitía que el dolor se mostrara era cuando se refiría a otras personas que su hermano podría haber herido, especialmente a su amiga Leigh.

    Aquella fue la tarde más desgarradora de mi vida, puedo decir esto con certeza. Y mientras escuchaba la historia de Laney, desarrollé un nuevo nivel de respeto por ella: Sarah tenía razón, no solo era una víctima ingenua o una traidora mentirosa, era una persona asombrosa. Junto a mi comprensión de la historia de Laney y Sarah, y una repulsión por el hombre que la había causado surgió y se aferró con odio a mi núcleo.

***

    Cuando cayó la oscuridad, Sarah sugirió un viaje en coche. Le dio a Laney unos vaqueros y un abrigo que ponerse y nos condujo a un Ford Escape estacionado en mitad de la calle.

    "No tienes que venir," me dijo.

    "Lo sé," dije y me metí como un fardo en el asiento trasero.

    Sarah condujo con cuidado siguiendo todas las reglas. Yo nunca la había visto conducir antes, no creía que tuviera un coche. Si la hubiera imaginado conduciendo, no habría sido en un SUV. Observé sus ojos en el espejo retrovisor. Ella misma había abrochado el cinturón de seguridad de Laney, quien ahora estaba sentada desplomada en el asiento delantero, con la cabeza apoyada contra la ventanilla del lado del pasajero. Su consumo de vodka durante la tarde había sido constante, pero mucho más lento que el whisky en la barra. Yo sabía que no estaba borracha ni que sus niveles de alcohol eran lo bastante bajos como para ser peligrosos o incómodos. Sarah había puesto graciosamente algo en una botella de agua y la había llenado con zumo de naranja para el viaje, sin duda para que Laney estuviera más dispuesta a unirse a la excursión. Ninguna de nosotras había intentado aclarar el propósito de la salida. En mi opinión, eso no importaba; Yo había tomado la decisión de confiar en Sarah y eso no iba a cambiar.

    A medida que viajábamos alejándonos de la ciudad y nos adentrábamos en las áreas industriales periféricas, había pocos coches y estaban espaciados. Habíamos comenzado hacia el Este, pero la ruta de Sarah era caótica y yo ya no podía estar segura de en qué dirección nos dirigíamos. Las vallas publicitarias encendidas y los letreros de neón desaparecieron gradualmente y, fuera del resplandor de los faros de los vehículos, reinaba una negrura como la tinta. La capa de nubes era espesa y baja y, aunque la lluvia que había reemplazado a la luz del sol esa misma tarde se había calmado, pequeñas gotas aún salpicaban el parabrisas.

    "¿Adónde vamos?" Mi voz sonó baja y fuera de lugar entre el silencio que había interrumpido. Fue como si toda la charla a lo largo del día hubiera llegado a su fin. No quedaba nada que decir, lo que venía a continuación implicaba invariablemente algo distinto al diálogo.

    "Alguien nos está esperando," respondió Sarah finalmente y un escalofrío me recorrió la espalda.

    Ella tenía la mandíbula apretada, pero los ojos parecían tranquilos al resplandor de alguna farola ocasional. Las palabras me pusieron nerviosa; dada la progresión del día, quién estaba esperando y en qué capacidad era imposible predecir. Ciertamente, tuve la sensación de que nos dirigíamos a algo peligroso y que era demasiado tarde para dar marcha atrás. Quedé en silencio después de eso, con suaves recuerdos de mis visitas casuales a Sarah corriendo como un arroyo a través de mi conciencia y diluyendo mi ansiedad.

    Amor, odio. Traición, lealtad. Arreglar las cosas, mantenerse enfocada. Correcto incorrecto.

    Llevábamos casi una hora conduciendo cuando Sarah condujo el coche por una entrada rodeada de alambrada combada. Este era un territorio desconocido para mí, en las afueras de la ciudad. Habíamos pasado algunas áreas residenciales y los alrededores eran predominantemente oscuros.

    Paramos en un pequeño aparcamiento, vacío salvo con baches poco profundos llenos de turbia agua de lluvia. Golpeados por los faros antes de que Sarah apagara el motor, los edificios parecían abandonados; entablados y largo tiempo en desuso.

    "¿Qué es este lugar?" Pregunté ansiosamente.

    "Una vieja acería," dijo. "Programada para la demolición dentro de una semana. La mayoría de los locales por aquí llevan años abandonados, algunas décadas. La ciudad tiene planes para un nuevo desarrollo de vivienda pública en este terreno." Salió del coche y encendió una pequeña y brillante linterna. Yo me levanté también y busqué automáticamente mi teléfono antes de recordar que Sarah había sugerido que lo dejara. Supe que debería estar mucho más incómoda de lo que me sentía en realidad.

    Laney se quedó donde estaba mientras Sarah recuperaba la bolsa de la parte de atrás y yo pensé que podría haberse quedado dormida, pero al final abrió la puerta del pasajero y se arrastró fuera del asiento. Cerró la puerta del coche con un portazo y miró a su alrededor hacia la oscuridad con una expresión ilegible. Noté que apretaba la botella en el pecho como si esta pudiera evitar todo maldad que se le presentara.

    "Vamos," dijo Sarah y ambas seguimos la oscilante luz de la linterna a través de la oscuridad, tratando de esquivar los frecuentes charcos en el suelo de grava. Las paredes de los edificios se alzaban a cada lado nuestro mientras nos abríamos paso a través de varios giros exteriores antes de llegar a una decrépita puerta. Esta no se resistió cuando Sarah tiró del picaporte y, sin detenerse, desapareció por la abertura negra. Esto estaba más allá de cualquier cosa que yo me hubiera imaginado haciendo, pero como Laney la siguió sin comentarios, yo también la seguí. Me dije a mí misma que no quería perder la pista de la única fuente de luz que teníamos y me pregunté vagamente por qué Sarah no lo había pensado en traer linternas para nosotras también, habiendo sabido que íbamos a terminar en un lugar como este.

    Pero en el fondo, la luz era solo una excusa. La verdad era que a mí me impulsaba lo mismo que me había llevado a perseguir a Sarah esa mañana y, posteriormente, a quedarme durante todo el largo y extraño día: estaba emocionada. Cualquiera que fuese la cruzada en la que estaba Sarah, yo quería ser parte de ella. Si yo habría estado tan dispuesta a involucrarme si no hubiera estado enamorada de Sarah es irrelevante. Nunca la habría conocido en primer lugar si no hubiera sentido esa instantánea atracción. Elimina un factor así y toda la secuencia de eventos del primer día en que la camioneta de mudanzas se detuvo frente a mi edificio se habría derrumbado. Yo era también consciente de que el paradigma había cambiado de nuevo a esas alturas: me quedaba por Laney tanto como por Sarah, por un sorprendentemente poderoso sentido del deber y preocupación por ella habían emergido mientras la tarde había llegado a su fin.

    Ahora, siguiendo ese pequeño círculo de luz por un oscuro y claustrofóbico pasillo con olor a humedad, no era yo misma, era otra persona. Y me sentía más viva que nunca en mi vida.

    Llegamos a otra entrada frente a la cual Sarah se detuvo, iluminó un candado y sacó una llave del bolsillo. Con un gemido, la puerta giró al abrirse y me asaltó un miedo real. Mientras remitía la cacofónica protesta de la edad de las puertas, oí ahogados ruidos humanos y movimiento desde el interior de lo que fuese que estaba delante de nosotras. Yo no veía nada más que el pequeño círculo de luz mientras Sarah daba unos pasos y trasteaba con algo en la oscuridad.

    Un clic y el entorno se iluminó súbitamente con un brillo sin perdón. Yo entorné los ojos mientras estos se ajustaban.

    La habitación era grande, de alto techo y sin ventanas. Las parcialmente desmoronadas paredes de cemento estaban llenas de cables y tuberías expuestas y, en el suelo, una especie de lona de plástico estaba sujeta por trozos de hormigón suelto y tuberías de acero. Junto a la pared derecha del fondo, un hombre estaba sentado con los brazos firmemente atados tras él, las piernas y los pies estirados delante y atadas juntos. Él estaba amordazado, la máscara de cinta adhesiva le cruzaba la mitad inferior de la cara y, por encima de ella, él entornaba unos ojos que rehuían el brillo de la linterna enfocada directamente sobre él.

    Yo me quedé mirando demasiado aturdida para reaccionar y asumí que Laney lo estaba también. Mientras miraba, los sonidos del hombre continuaban, él luchaba débilmente contra sus ataduras y sus ojos comenzaron a sobresalir hacia nosotras en pánico mientras se acostumbraban a la luz. Reprimiendo el instinto de ocultar mi rostro, noté que probablemente él no podía vernos bien mientras permaneciéramos junto a la puerta, más lejos del resplandor de la luz de la linterna.

    Sarah nos miró. Rompiendo el hechizo, Laney se acercó unos pasos y entornó la vista hacia él.

    "Joder," siseó Laney. Ella estaba en la luz ahora y los ojos del hombre se abrieron aún más al verla, sus sonidos se amplificaron. Él la había reconocido, eso era obvio.

    "¡¿Qué demonios has hecho?!" chilló Laney y se giró hacia Sarah.

    "¿Creías que yo no hablaba en serio cuando te dije lo que iba a hacer?" preguntó Sarah con calma. "¿Creías que estaba soñando? ¿Que estaba inestable? Llevo planeando esto mucho tiempo. Demasiado."

    "Joder. Joder. Joder!" continuó Laney.

    Yo simplemente estaba de pie, boquiabierta.

    "Tú has visto lo que había en su computadora. Ya sabes lo que nos hizo a las tres. ¿Necesito justificar aún más su muerte?" Habló en voz baja para que el hombre, que continuaba en sus silenciosos intentos de comunicarse, probablemente no pudiera oírla.

    "¿Por qué me trajiste aquí?" preguntó Laney, su voz entró en pánico. "¡¿Por qué tuviste que involucrarme?!"

    "Porque no puedo hacerlo yo sola," dijo Sarah y agarró a Laney por los hombros. "Te prometo que no te traje aquí para lastimarte. Hoy hemos repasado un montón de la historia, tú has contado cosas. Tú sabes que yo intenté hacer lo correcto todos esos años atrás." La mirada de Laney se centró en el hombre atado. "¿Laney?" Ella volvió a mirar a Sarah.

    "Sí," dijo Laney miserablemente.

    "No confiaste en mí entonces. Confía en mí ahora y ayúdame."

    "¡Mira esta mierda! ¡Obviamente no me necesitas!" Laney estaba al borde de la histeria.

    "Ahí es donde te equivocas. Si hay alguien en este mundo con derecho a servir lo que él se ha buscado, eres tú."

    Las voces de ambas se desvanecían en el fondo mientras discutían y yo me acerqué unos pasos hacia el hombre, lejos de la puerta, hacia la luz. Su cabello era oscuro, del mismo tono que el de Laney, sus ojos tenían una similar forma almendrada, pero azules, mientras que los de Laney eran castaños. Yo supe que era su hermano antes de mirarle bien, pero aún así fue un shock encarar la realidad, ponerle cara a lo que yo había oído. La encarnación de toda aquella obscenidad. Él era un extraño para mí y, sin embargo, le conocía.

    Por lo que Sarah había pasado para traerle aquí, yo no tenía ni idea. Pero aquí estaba.

    "Sé por qué mentiste," oí decir a Sarah como desde una gran distancia. "Tú no intentabas lastimarme, solo proteger a las personas que amabas. Así como te mantuviste con vida para evitar que tus padres sufrieran, también mantuviste el secreto. Si lo que era Jared hubiera salido a la luz, toda tu familia se habría desmoronado. Ese no es el tipo de responsabilidad que deberías haber tenido que cargar. ¿Él? Él no merece tu lealtad. Él te utilizó y te dejó seca y ni siquiera lo lamenta por ello. Dices que aquello se detuvo cuando tuviste 13 años. pero no es verdad. Aún está sucediendo, ¿no? Detrás de tus ojos, en tus sueños, una parte de ti nunca estará libre de eso. Nosotras podemos reducir esa parte, aquí. Ahora."

    Yo podía oír llorar a Laney pero no aparté la vista del hombre ante mí. De veras temía que las ataduras cedieran ante su lucha y él se liberara.

    "Esta es nuestra oportunidad," continuó Sarah. "Si nos deshacemos de él ahora, nadie más tendrá que averiguar lo que él hizo. La gente se preguntará qué le ha ocurrido, probablemente incluso lamentará su pérdida. Y tu sobrina, y quién sabe cuántas más, no tendrá que sufrir tu destino. Él es una manzana podrida, Laney.

    Aunque los ojos del hombre se disparaban hacia Sarah mientras ella hablaba, yo dudaba de que él pudiera oír la mayor parte de lo que ella estaba diciendo... y él me miraba principalmente a mí, suplicando con los ojos y tratando de formular verdaderos sonidos bajo la máscara de cinta. Ignorando a las otras, él se centraba en mí porque pensaba que yo no estaba involucrada, que yo no entendía los motivos de ambas, su rabia.

    Idiota. Eso solo me enfureció más. Las imágenes de la computadora de Sarah parpadeaban en mi memoria. Una gran y enfermiza oleada de emoción se extendió desde mi pecho a mis músculos, extremidades y, como si ni siquiera fuese mía, mi mano derecha arremetió contra su pómulo. El único golpe que yo había lanzado en mi vida y, aunque había poca fuerza muscular detrás, enviaba un mensaje, a él y a mí. Más tarde, el dolor que me subió por la muñeca sería intenso, pero por ahora sentí una profunda satisfacción por el impacto y la breve conmoción en sus ojos que marcaron el cambio de la súplica a la furia.

    Laney y Sarah detuvieron su frenético intercambio de palabras y me miraron.

    "Hasta ella entiende lo escoria que es," continuó Sarah girándose hacia Laney. "He sido meticulosa, él desaparecerá sin más. Solo nosotras tres sabremos lo que ha ocurrido. Estáis aquí porque confío en vosotras, pero esto tiene que ir en ambos sentidos."

    Al oír sus palabras, el hombre se centró en Sarah. Sus ojos lo decían todo. Empujó con fuerza la espalda contra la pared, tensándose contra sus ataduras. Se le hincharon las mejillas por encima de la cinta y se volvieron de un profundo tono carmesí.

    "Probablemente pienses que podemos resolver esto mediante la discusión y la razón," prosiguió Sarah. "Te aseguro que no hay manera. Compruébalo tú misma." Se acercó a él y le arrancó la máscara de cinta adhesiva de la boca.

    "¡No!" Chillé en pánico. "¡¿Por qué?!"

    "Déjale hablar. Laney necesita oír lo arrepentido que está," dijo Sarah sottovoce y luego subió el volumen. "Chillar tampoco te servirá de nada."

    Él escupió de la boca una bola de material húmedo, farfulló durante un instante, le caía saliva de los labios enrojecidos y Laney le estudió con atención, retrocediendo, con los ojos muy abiertos por el miedo.

    "Tú..." comenzó él toscamente. "Ya te has divertido. Suéltame y no presentaré cargos." Dejó de luchar y su voz, entre toses, estaba más controlada de lo que yo esperaba. "Nadie tiene que saberlo."

    "Ya he oído eso antes," Sarah casi dio una carcajada y el hombre frunció el ceño y comenzó a retorcer los hombros de nuevo.

    "Jared..." dijo Laney desoladamente, como si decir su nombre pudiera hacer que todo esto desapareciera.

    "No sé cómo te metiste en lo que sea esto, pero tú eres más lista," dijo él, el sudor le caía por la frente. "¿Dónde está tu teléfono? Llama a la policía, joder, haz algo, Laney..."

    "Eres mi hermano," dijo Laney nerviosamente, parecía tener problemas para verbalizar lo que le estaba pasando por la cabeza. Pero cuando la miré, ella se recompuso y se acercó a él. "¿Como pudiste hacerlo?" preguntó con tono tranquilo pero superficial.

    "¿Hacer qué?" gruñó él y yo tuve un fuerte impulso de golpearle de nuevo.

    "Hiciste daño a Sarah."

    Ante eso, él frunció el ceño en confusión y quedó en silencio durante un momento, estiró el cuello hacia adelante y miró a Sarah con ojos entornados. Entonces supe que él no se había dado cuenta de quién era Sarah.

    "Hostia," dijo él lentamente. "Sarita. ¿Tú estás haciendo todo esto? ¿Qué diablos estás haciendo con esta bicho raro, Laney?"

    "Le hiciste daño," repitió Laney.

    "Y una mierda lo hice. Ambos sabemos por qué dijo ella esas cosas, estaba celosa de lo íntimos que éramos. Veo que las cosas no han cambiado, aún una jodida psicópata, Sarah." Espetó hacia ella, pero Sarah no reaccionó.

    "¿Qué hay de Leigh?" dijo Laney en voz baja.

    "¿Quién?" preguntó él estúpidamente. "Libérame, Lanes. Luego hablaremos."

    "Leigh," repitió Laney con una expresión de horror dividiendo sus rasgos. "Oh, Dios mío, ni siquiera te acuerdas... Ella no fue nada para ti."

    "No," dijo él apresuradamente. "Leigh... Leigh, claro que lo recuerdo. Pero ¿está ella aquí? Podemos hablar todos juntos como es debido. Solo, por favor, desátame, no podemos hacerlo así."

    "No," dijo Laney en voz baja. "¿Cuántos otras ha habido?"

    "¿Otras? ¡No sé de qué estás hablando!"

    "¿A cuántos otras has hecho daño?" Laney se volvió mecánica de nuevo.

    "¡Nunca he hecho daño a nadie! ¡¿Jesucristo, qué tonterías te ha estado soltando Sarah?!" Su tono se convirtió rápidamente en un grito. "Vosotras, perras, os estáis metiendo cada vez más hondo a cada segundo que me mantenéis aquí." Él quedó quieto y trató de ralentizar su respiración y relajar el rostro mientras miraba de un lado a otro entre Sarah y yo acusadoramente. "Lo que sea que estas estén haciendo, tú no tienes que ser parte de eso. Ni siquiera lo sabéis, ¿verdad? ¡Tengo una hija ahora, un jodido bebé, Lanes! Piensa con mucho cuidado lo que vas a hacer a continuación porque ellas no se saldrán con la suya. Pase lo que pase, irás a la cárcel, Sarah."

    "Esto es lo que yo veo," dijo Sarah tranquilamente y, de nuevo, se estaba dirigiendo a Laney, no a Jared. "Que solo alguien profundamente enfermo podría acceder al material que él tenía. ¿Crees que las niñas en esas fotos estaban allí por elección?"

    "¿De qué está ella hablando?" siseó Jared, pero parecía cauteloso.

    "Si aún no lo ha hecho, es sólo cuestión de tiempo antes de que empiece a hacer con otra lo mismo que nos hizo a nosotras. A ti, Laney. Demonios, está apoyando a la comunidad que proporciona ese tipo de pornografía, él ya está victimizando a los niños. ¿Crees que voy a quedarme sentada y mirar? ¿Negar con la cabeza y refunfuñar? Terminaré como tú, en la vía rápida hacia una muerte temprana sin absolutamente ningún valor."

    "Te está envenenando la jodida mente, Lanes. Ella es un monstruo. Siempre ha tenido problemas con los hombres."

    "¿Has oído eso? Aún cree que es un hombre," susurró Sarah.

    "Tú no estás bien," dijo Laney en voz baja. "Estás haciendo daño a la gente."

    Era difícil incluso escucharla entre el tono febril de Jared y los graves susurros de Sarah y yo no sabía a quién iban dirigidas las palabras. Quise volver a ponerle a Jared la cinta en la boca, pero tenía miedo de acercarme demasiado a él. Atrapada entre la espada y la pared, me quedé absorbiendo las voces en conflicto a mi alrededor.

    "¡Yo no hice daño a nadie, maldita sea!" gritó él.

    "Me hiciste daño a mí," susurró Laney tan suavemente que estuve segura de ser la única que lo oyó.

    "Jared," dijo Sarah, dirigiendo finalmente sus palabras hacia él, "eres un violador. Te pasas la vida ocultando lo que eres, tienes que hacerlo... nadie aceptaría eso. Sabes que estás enfermo."

    "¡¿Violación ?! Esta es la mayor cantidad de..."

    "Abusaste de tu propia hermana durante años."

    "¡Eso es un libelo! ¡Yo te he amado siempre, Laney, tú lo sabes!"

    Las palabras me repugnaron. Me incliné más cerca con mi temperamento superando mi miedo. En realidad, él se apartó acobardado, me tenía miedo. Eso me hizo detenerme y estudiarle con disgusto.

    "No te estás haciendo ningún favor," dije en voz baja.

    "¿No se me permite defenderme contra esta calumnia?"

    "Aún cuando, por un largo y prolongado esfuerzo de la imaginación, fuera juzgado, condenado y encerrado, él seguiría teniendo esos pensamientos en la cabeza. ¿Qué te parece la idea de que pudiera sentarse en una celda de la prisión excitándose con la imagen de haberte violado? Porque puedes estar segura de que él no necesita beberse un litro de garrafón todos los días para despejarse la mente. Le gusta recordar."

    Ante esto, Jared quedó de pronto bastante quieto y su expresión cambió. Miró a Sarah con ojos entornados.

    "Estás loca," dijo lentamente, como si se le acabara de ocurrir. "Lo que Laney y yo tuvimos fue hermoso." Miró a Laney con un enloquecido afecto en los ojos. "Lanes..." Él sonrió. ¡Sonrió!

    Quizá una pequeña parte de él permanecía en un constante estado de paranoia con la que sus actividades se ponían eventualmente al día, con la que algún día tendría que pagar por ello. Probablemente él no había considerado que sucedería de esta manera. Sarah siguió hablando.

    "Todos esos niños de las fotos, Laney, todo ese sufrimiento. Casi esperaba ver las tuyas allí. Las de Leigh. Las mías. Pero supongo que él se deshizo de todas esas durante la investigación. Tenía que hacerlo, si la policía las hubiera encontrado, habrían sabido de inmediato lo que él era."

    Cuando aparté la mirada de Jared y miré hacia ellas, las lágrimas corrían por las mejillas de Laney y su pecho palpitaba. Jared se había cerrado a Sarah, continuaba observando a Laney con tranquila mirada.

    "Te he echado de menos," dijo él. "Necesitamos hablar, tengo mucho que contarte. Pero no podemos hacerlo aquí. Vamos, Lanes, detén esto, libérame y trataremos con Sarah juntos. De cualquier modo, ella no va a salirse con la tuya, no dejes que te arrastre con ella. Yo te cuidaré, siempre serás mi hermanita."

    La expresión manchada de lágrimas de Laney cambió abruptamente, la tensión en su rostro desapareció y sus arrugados ojos se relajaron.

    "¿Qué ves al mirarme así?" preguntó Laney extrañamente. "¿Ves a la niña que yo era? Solías mirarme así siempre. Siempre me pregunté por qué nadie se daba cuenta. Ellos no podían verlo, no sabían lo que tú estabas pensando."

    "Somos familia, nos amamos el uno al otro."

    "Tú eres mi hermano. Mi responsabilidad," dijo Laney con cuidado y la vi agacharse para recoger uno de los pesados ​​trozos de tubería que sujetaban la lona de plástico.

    "Laney..." comencé con incertidumbre, pero Sarah se había quedado en silencio.

    "Sí," asintió Jared, mirándola. "Alguien como Sarah no podía entender la conexión que nosotros teníamos; que yo nunca te haría daño."

    La voz de Jared tenía un matiz de impaciencia, aún esperaba que Laney se rebelara contra Sarah. Él no había oído la charla que nosotras habíamos tenido esa tarde.

    "Sigue hablando," dijo Laney en voz baja.

    "Podemos recuperar la cercanía que teníamos. Te presentaré a Kelly y a Izzie. Es tan linda, Lanes, no lo creerías. Nosotros dos podemos solucionar esto. Ellas pueden irse al infierno por lo que a mí respecta... si solo pudieras... "

    A mitad de la frase, Laney bateó con la tubería y las palabras fueron reemplazadas por un sonido que no olvidaré. Con un crujido repugnante, la tubería conectó con la cabeza. Hubo una pequeña pausa después del primer golpe antes de que ella continuara, bateó una y otra vez. Los sonidos que ella producía mientras dispensaba sus ataques eran incoherentes, inquietantes. Aquello debería haber sido horripilante y, en ciertos sentidos, lo fue.

    Eventualmente, en una especie de estupor, comencé a ir hacia ella. No sé lo que pretendía yo hacer para detenerla, pero eso no importó, de todos modos. Sentí un brazo extendido frente al pecho y Sarah apareció a mi lado, reteniéndome. Cuando la miré, ella solo observaba a Laney liberando su rabia.

    "Ella se está encontrando a sí misma por fin," dijo. "Tú no sabes nada, Eden."

    Pero yo lo sabía. Esa fue la única vez que vería la luz del día, pero la parte de mí que sabía que esto había sido vindicado, existía y siempre existirá.

    El fuego de Laney se quedó finalmente sin combustible y ella arrojó la tubería hacia la desplomada figura silenciosa por última vez. Ella retrocedió de él y cayó de rodillas al suelo, sollozando. Mi instinto tomó el control y yo me agaché junto a ella y puse mis brazos alrededor de sus hombros, ignorando las salpicaduras de sangre que le cubrían la piel y la ropa.

    Sarah se acercó junto a Jared y entornó la vista hacia a Jared de cerca. Caída sobre el pecho, la cabeza era un desastre y él no se movía, pero mientras yo observaba, una burbuja de sangre se formó en su boca, brillando bajo la intensa luz. Él aún respiraba. Sarah también lo vio. Yo no sentí inclinación de detenerla cuando ella se inclinó sobre su mochila y sacó una pistola con un silenciador adjunto a esta. Ella apuntó y apretó el gatillo rápidamente hacia la cabeza sin respuesta. Sin vacilación, sin piedad.

    Laney no alzó la vista ante el sonido, pero hundió el rostro en mi hombro y apretó un brazo alrededor de mi espalda.

    Sarah guardó el arma, vino y se sentó en el suelo junto a nosotras, cruzó las piernas y esperó en silencio mientras Laney seguía llorando en mi hombro. Durante esos momentos Sarah parecía serena, como si acabara de completar una clase de yoga y la estuviera redondeando con meditación. Mirarla traía una sensación de paz completamente fuera de lugar bajo tales circunstancias.

    Las lágrimas de Laney finalmente remitieron. Ella se secó los ojos y se sentó derecha, sujetándose los tobillos. Sarah le entregó un paquetito de pañuelos. Lansey no miraba en dirección a Jared, sino que mantenía los ojos sobre mí, sobre Sarah y sus pañuelos.

    "Él no lo admitiría," soltó Laney ahogada como si intentara excusar su comportamiento. "¿Cómo es posible que él no supiera cuánto le odiaba?"

    "Ya está terminado ahora," dijo Sarah. "No podemos cambiar el pasado, pero el daño que él ha hecho se detiene aquí. Él no puede dañar a su hija."

    Laney la miró fijamente con ojos muy abiertos, inyectados en sangre, pero su voz recuperó algo de compostura.

    "Tenemos un hombre muerto en nuestras manos. Es demasiado pronto para un puro de la victoria," dijo.

    "Sí," coincidió Sarah enfáticamente. "Pero él es un problema mucho menor que antes. ¿Os importa a las dos ayudarme con estas últimas cosas? Porque si lo hacemos como lo he planeado, nadie se enterará. Estaremos a salvo, todas nosotras. La cámara de circuito cerrado de televisión más cercana está a dos bloques de distancia y nadie las va a revisar porque su cuerpo nunca será encontrado. Esa es la parte importante."

    "Jesús," dijo Laney, sacudiendo la cabeza, como si no pudiera creer lo fácil que Sarah hacía que sonara todo, lo bien que había pensado en esto.

    "¿Qué hacemos con él?" Pregunté.

    "Deberíamos poder llevarlo al coche sin demasiados problemas. Quitar todos los objetos del plástico y enrollarle dentro y arrastrarle."

    Ella tenía razón, no fue difícil con las tres. Le envolvimos firmemente con el plástico, le arrastramos por el oscuro pasillo y, con un poco más de esfuerzo, le subimos hasta el compartimiento de carga de la camioneta. Sarah volvió a recoger la linterna y a comprobar la ruta en busca de manchas de sangre. Nos limpiamos el exceso de sangre con toallas húmedas. Laney estaba la peor. Sarah le hizo cambiarse de ropa allí mismo, en el aparcamiento. Que hubiera sido lo bastante cuidadosa para traer una muda de ropa no me sorprendió.

    "Es suficiente por ahora," dijo dándole a Laney un vistazo con la linterna. "Lo primero que debemos hacer cuando volvamos es ducharnos adecuadamente."

    Condujimos otra hora fuera de la ciudad, donde un hombre barbudo de aspecto solemne nos dejó entrar en silencio en un almacén de madera. Sin decir una palabra, nos ayudó a poner el cuerpo envuelto en plástico en un gran horno y luego nos dejó a observar cómo las llamas lo consumían con una ferocidad que yo no me habría imaginado. No recuerdo que nadie hablara durante este intervalo, aunque debían de haberse dicho palabras.

    "¿Ahora que?" Pregunté cuando estuvimos en la carretera de regreso a la ciudad.

    "A casa. Me vendría bien un trago," dijo Sarah.

    No sé de las demás, ninguna de sus perspectivas era la misma que la mía, pero yo me sentí bastante insensibilizada. De vuelta al número 5, Sarah nos recogió la ropa y la puso en una bolsa de basura. Yo no le pregunté qué iba a hacer con ellas. Nadie dijo gran cosa hasta que estuvimos todas duchadas y cambiadas de ropa, sentadas por del salón, con el pelo aún húmedo.

    Sarah ignoró el vodka que estaba sobre la mesa de café y sacó una botella de bourbon Four Roses de barril único de su habitación. Nos sirvió uno y se bebió el suyo de inmediato. Comprendí su posición y me alivió ver que ella no era inmune al mismo corazón acelerado que yo tenía.

    "Todas podemos emborracharnos esta noche," comenzó. "Pero esta es la última noche, Laney. Mañana por la mañana te llevaré a Albany Detox. Si sigues el programa depende de ti, pero necesitas darte la oportunidad de secarte."

    Laney tomó un gran sorbo de su vaso.

    "Será mejor que aproveche esta noche al máximo," dijo sin expresión.

    "¿Estarás dispuesta a intentarlo, Laney?" Pregunté con más cautela.

    "Lo haré," dijo, rápidamente y con una certeza sorprendente.

    "He oído hablar de este sitio, es bueno. No emplea el programa de 12 pasos."

    "Supuse que no te gustaría eso," asintió Sarah. "Demasiado factor Dios, eso no funcionaría para ti."

    "Gracias, Sarah."

    "No me lo agradezcas. Las próximas semanas van a ser una pesadilla. Pero sé que puedes hacerlo."

    "Estarás en el mejor sitio posible, de todos modos," ofrecí. "Pueden salvaguardar las convulsiones con medicación."

    "Solo... Gracias por preocuparte. Ambas."

    "Hiciste algo valiente esta noche y valió la pena... no olvides eso."

    "¿Podemos pedir algo de comida?"

    "Buena idea," Sarah asintió y fue a buscar uno de sus portátiles. "¿Cómo te sientes?"

    Una vez que hubimos tomado algunos tragos, la tensión se alivió y las preguntas comenzaron a fluir.

    "El horno," dije. "¿Lo destruirá completamente?"

    "No," dijo Laney con certeza. "Incluso los crematorios no destruyen los restos del todo. ¿Supongo que tu amigo va a hacer algo con ellos?"

    "Sí. Hay un viejo cementerio en el que enterrará los huesos."

    "Estoy jodidamente incómoda con eso, Sarah, nunca dijiste que otra persona estaría involucrada. Alguien que nos ha visto las caras."

    "¿Le pagaste?" Yo pregunté.

    "No le gustan los abusadores de menores, ese es un incentivo mucho más poderoso que el dinero. Va más allá de cualquier reproche. Yo estoy más preocupada por vosotras dos. Nuestra seguridad depende de nuestra discreción, no debería tener que recordaros eso," nos dijo. "Te harán preguntas, Laney."

    "No tengo ninguna dificultad para mentir," respondió.

    "Y una mierda," dijo Sarah.

    "Mis labios están sellados y mi reputación está absolutamente limpia, nadie me lo sacaría."

    "No hay un estatuto de limitaciones para el asesinato," dijo Laney. "Esto nos seguirá para siempre."

    "Sin un cuerpo, esto es sólo una persona desaparecida," dijo Sarah. "Siete años desaparecido y habrá sido declarado muerto in absentia. ¿No?"

    "Sí."

    "Aunque se descubran los restos, no hay forma de rastrearlos hasta ti. De todos nosotros, yo soy la única que podría ser considerada sospechosa, yo era quien tenía un hueso clavado." Hizo una pausa con una risita. "Mal juego de palabras. Bueno, eso no es preocupación vuestra, puedo ocuparme yo sola."

    "Estás seriamente deformada, Sarah," dijo Laney casi respetuosamente.

    "¿Revisará la policía su disco duro?" Se me ocurrió preguntar.

    "Buena pregunta…"

    No podría repetir palabra por palabra lo que se dijo durante esa larga noche. Hubo lágrimas, pero las lágrimas de Laney vinieron de un lugar diferente. Lloró por ella misma, no por otra persona.

***

    Probablemente yo estaba más borracha de lo que jamás había estado en mi vida cuando Sarah finalmente se marchó en taxi con Laney. Amanecía. Me las arreglé para llevar a Gene a su paseo matutino antes de meterme en la cama y caer en un sueño profundo. Me levanté solo lo justo para beber agua, usar el baño, sacar a Gene y darle de comer. Dormí hasta que sonó la alarma del lunes por la mañana y enfrenté automáticamente mi día de trabajo.

    En última instancia, no estaba pensando en el hecho de que ahora era cómplice de un asesinato en primer grado. Pensaba en Laney, con la esperanza de que ella hiciera un verdadero esfuerzo con su sobriedad y al mismo tiempo mantuviera la boca cerrada. Esto causaba cierta preocupación, ella estaría en un estado muy vulnerable durante un tiempo, quién sabía qué secretos podría revelar. Deseé que hubiera otra cosa que yo pudiera hacer, pero a partir de aquí sería la fuerza y ​​la determinación de Laney lo que la ayudaría. La retirada de algo era definitivamente un camino a recorrer sola. Hablaría con Sarah al respecto una vez que todo se hubiera calmado, tal vez vería la posibilidad de visitarla si Laney lograba pasar la primera semana con éxito.

    Durante las dos noches siguientes, Sarah no abrió la puerta y yo no oí nada desde el piso de arriba. Aturdida, pasé el tiempo intentando volver a algún tipo de normalidad. No estaba preocupada, esperaba que Sarah volviera a aparecer. Probablemente ella tenía más cosas de las que "ocuparse" y yo solo podía recibir con agrado lo que pensaba que sería un apaciguador remedio para el exceso del fin de semana. Pero cuando llegué a casa del trabajo el miércoles por la noche, una conmoción me estaba esperando. Se había deslizado una nota en mi buzón.

    No soy la persona que crees que soy.

    No te preocupes por nada y sé buena Edén.

    Y con eso, Sarah había desaparecido. Subí al número 5 en cuanto leí la nota pero, por supuesto, no hubo respuesta. Incluso llamé al propietario, pero él no me dijo nada, solo que ella se había ido. Una terrible sensación de hundimiento inundó mis sentidos. La nota era tan breve, tan superficial y, como de costumbre, desesperadamente críptica. ¿No te preocupes? Me dolía el corazón, pero también estaba enojada, confundida y asustada. Mi miedo a lo que habíamos hecho, a arrojar sospechas sobre mí misma, me impedía intentar encontrar a Sarah y contactar con Laney.

    ¿Realmente me había cegado tanto la presencia de Sarah hasta pensar que ella podría protegerme? Sí, lo había hecho. Ahora que su cálido capullo de seguridad no me envovía, yo iba con los ojos abiertos y era vulnerable. Durante días y días saltaba cada vez que me sonaba el teléfono o llamaban a la puerta. Me sentí fragmentada al principio, después hueca.

    Hice lo único que pude, me volqué en el trabajo con un nuevo sentido de valía y propósito. Quizá era de esperar que sufriera pesadillas, ataques de pánico, después de tal experiencia, pero no fue así. Tal vez debería haber estado rumiando incesantemente sobre el hombre que había perdido la vida frente a mis ojos, pero yo no le daba mucha importancia. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses. Yo dormía, respiraba y comía en el trabajo, demasiado ocupada para notarcque había caído en una aturdidora depresión. Mantuve los compromisos sociales necesarios con amigos y familiares, pero era obvio que mi corazón no estaba en ello, en ellos y en mí. Mi madre me arengó sobre encontrar un nuevo novio y yo seguí manteniendo la boca cerrada sobre por qué no podía. La gente se preocuparía si yo seguía así mucho más tiempo. Cuando me detenía a pensar, yo misma estaba preocupada. Durante esas largas y tristes semanas fue mi perro quien me proporcionó el poco consuelo que recibí.

    Estaba sentaba ante mi portátil escribiendo un informe en una fría noche de febrero. Los días eran cortos ahora y me cansaba fácilmente sin nada que me distrajera. Mis ojos se desviaban de la pantalla y mis pensamientos hacia Sarah, como solían hacer. Aún estaba confundida, pero mi miedo a ser atrapada había disminuido. Cuando recordé los eventos que habían ocurrido, no podía estar enojada con Sarah por mi participación en ellos. Eso había sido todo cosa mía. Ella me había dado muchas oportunidades para irme, pero yo me había negado. Aunque me sentía con derecho a estar enojada por su abrupta partida, después de todo, debería haberse despedido como es debido al menos.

    Era extraño que la ira dictara gran parte de la relación que yo tenía con ella. Pensé que había sido amor, pero tal vez había sido solo la frustración ante mi incapacidad para ser honesta lo que me llevó a considerar la posibilidad de cambiar mi vida por ella. Al mirar atrás todo parecía contener la ira como ingrediente principal. El amor era una ilusión, una fantasía. ¿Por qué había ella hablado tanto sobre ello? Ya nada estaba claro.

    Yo tenía rabia mucho antes de lo de Sarah, por supuesto. Construida y simultáneamente reprimida durante años de presenciar el resultado de la violencia y el abuso dentro de las familias. A medida que pasaron las semanas anteriores del sábado y me familiaricé con la historia de Sarah y Laney, esa ira había salido a la superficie. Su historia se repetía una y otra vez en mi trabajo. Atrapadacen el lado legal de la burocracia, me veía forzada a la inactividad demasiadas veces.

    Sarah había aprovechado la ira de Laney, pero también había aprovechado la mía. La verdad era que Sarah había cumplido un propósito en mi propia vida que superaba cualquier propósito que yo hubiera cumplido en la suya. Después de todo, mi papel había sido transitorio en el mejor de los casos y aquí estaba yo al otro lado de un asesinato, con un respeto mucho mayor por la más mundana influencia que yo tenía en mi trabajo. Además de esto, yo estaba indispuesta a volver a un estilo de vida deshonesto, pero estaba flaqueando: no tenía un sentido real de adónde ir a partir de aquí.

    Estos fueron los sentimientos que invadieron mi mente perdida cuando un leve golpe sonó en mi puerta esa noche invernal y yo levanté la vista de la mesa con un sobresalto. Seguro que sería un amigo preocupado, fui a la puerta preparando excusas para rechazarles, pero, cuando vi a la mujer de pie afuera, no la reconocí. Me quedé mirando durante varios segundos, tratando desesperadamente de discernir si era alguien a quien había conocido en el trabajo o la amiga de un amigo.

    "Uno de tus vecinos me dejó entrar al edificio," dijo ella nerviosa.

    Lo supe lentamente al oír su voz. el día de meses antes de que inundación volviera con toda su fuerza. Mi mandíbula se aflojó. Ella era una persona diferente a la que yo había conocido aquella mañana en el bar. Su cabello estaba lavado y peinado, su maquillaje era perfecto, su traje de falda de crepé. Ella estaba más delgada de lo que yo recordaba, su rostro había perdido ese aspecto ligeramente hinchado típico de los grandes bebedores. En aquel momento ni siquiera me había dado cuenta de que ella lo había tenido. Aunque muy abiertos por la ansiedad, sus ojos marrones eran claros y brillantes. Era bastante hermosa y claramente mantenía su sobriedad. Esto llenó mi corazón con la mejor sensación que había tenido en semanas y antes de que pudiera detenerme di un paso adelante y la rodeé con mis brazos. Por primera vez desde que Sarah se había ido, no me sentía como la única persona en el mundo. Riendo tensamente, ella me devolvió el abrazo.

    "Perdón," dije y di un paso atrás, avergonzada por el gesto. "¿Quieres entrar?"

    "Sí, por favor."

    "Sarah se ha ido," dije mientras ella me seguía al interior. "Por si la estás buscando."

    "No lo estoy. Quería hablar contigo."

    "Ha desaparecido," repetí. Tal vez necesitaba oírlo yo misma. Esta era la primera y única vez que tenía la oportunidad de hablar sobre ella. "Devanecida, justo después de... lo que pasó." Laney asintió. "Tú no pareces sorprendida."

    "Lo que me sorprende es que ella apareciera en primer lugar," dijo.

    Fruncí el ceño; quizá Laney aún albergaba resentimiento hacia Sarah.

    "No la has visto, ¿verdad?" Pregunté demasiado esperanzada.

    "No. Me visitó una vez en la clínica, solo unos días después de dejarme allí. No dijo mucho, pero tuve la sensación de que no la volvería a ver." Sonrió tímidamente. "Aunque siempre sentía que ella me estaba vigilando, siempre me sentía culpable si pensaba siquiera en el alcohol."

    Resoplé levemente, era bueno saber que yo no era la única en quien ella había tenido tal impacto. La miré fijamente. Después de mi reacción inmediata, se me ocurrió que realmente no sabía cómo tratar a Laney después de todo lo que había sucedido. Pero la decisión no la tomé yo. Gene caminó pesadamente hacia la cocina y le plantó las patas delanteras.

    "Oh, guao," exclamó Linsey y se agachó para acariciarle el lomo sin restricciones. "Un crestado[2]."

    "Gene, te presento a Laney," dije feliz. "Hay que tener un poco de cuidado con ella, no ve bien."

    "Es preciosa. Eres una vieja sabia, ¿verdad?"

    Gene le olisqueó la cara y ella no apartó la cabeza. Los perros tienen instintos asombrosos; El juicio de Gene era muy importante para mí y mis dudas sobre Laney se disiparon.

    "Le gustas. ¿Quieres té?"

    "Gracias," sonrió. "Salí de la clínica el mes pasado. Quise venir antes, pero tenía miedo. No tenía idea de cómo te tomarías una visita mía."

    "Las últimas semanas han sido..." me detuve. "Es bueno verte."

    "A ti también. Pareces cansada. ¿Es adecuado preguntar si estás bien?"

    "Supongo que no se ha investigado mucho sobre lo que se espera en situaciones como esta," dije con una desganada risita. "Ha sido difícil. Mucho pero para ti, supongo, pero estás maravillosa, apenas te reconocí."

    "Me va bien," asintió. "Acabo de comenzar un nuevo empleo. Una pequeña empresa privada, la carga de trabajo no me presionará tanto, pero podré pagar las deudas."

    "Eso es genial." Dudé con cautela. "¿Qué hay de tu salud?"

    "¿Quieres decir si me hice algún daño permanente?"

    "Sí..."

    "Extrañamente, no. Aunque me lo merezco."

    "No digas eso."

    "Ah," hizo un gesto débil desde su posición agachada y le hizo una mueca a Gene, "no me hagas caso. Si de verdad me sintiera así, aún estaría bebiendo. No, me dieron otra oportunidad y no voy a desperdiciarla. Sarah hizo lo que hizo por una razón."

    "Cierto." Traje el té a la mesa. "Ven a sentarte."

    Vi como Gene se tumbaba a los tobillos de Laney y esta extendía las manos sobre la mesa.

    "He estado pensando mucho," dijo.

    "Tú y yo."

    "Dios, Edén," suspiró mirándose las manos. "Lamento mucho venir aquí e interrumpirte la noche, tu vida, más de lo que ya lo he hecho. Pero necesito mucho hablar de eso y tú eres la única." No necesitó especificar sobre qué.

    "No hay nada de qué disculparse," le aseguré. "Me alegra que estés aquí, también yo necesito hablar de eso. Siento que he estado viviendo en un jodido vacío los últimos meses, fue como si por fin pudiera respirar de nuevo cuando supe quién eras."

    Su expresión nerviosa se alteró y asintió aliviada ante mi admisión.

    "¿Tienes alguna noticia?" Pregunté, por fin capaz de expresar mi ansiedad. "No he dejado de revisar los periódicos esperando ver algo, pero no hay nada. Tuve la tentación de hacer una búsqueda en Internet, pero la paranoia me detuvo."

    "Mierda, lo siento mucho. Si lo hubiera sabido... Pero no tienes que preocuparte." Hizo una pausa como si no estuviera muy segura de por dónde empezar. "Dos uniformados pasaron por la clínica y me hicieron preguntas."

    "¿Lo hicieron? ¿Policía?" Modo de alerta completo activado. "¿Qué dijiste?"

    "Fueron solo de rutina, las mismas preguntas que hacen a todos los miembros de la familia. Ellos ya sabían que Jared y yo estábamos separados y les dije que yo tenía mis propios problemas de los que preocuparme. Les faltó tiempo para salir de allí cuando uno de los los adictos empezó a intentar derribar la puerta a golpes."

    "¿Ninguna sospecha entonces?" Presioné.

    "No. El caso se enfriará, no tienen recursos para invertir en personas desaparecidas."

    "Supongo que eso son buenas noticias." Me incliné hacia atrás, una placentera ola me recorrió.

    "Sarah se encargó de todo," dijo. "¿Qué dijo antes de irse?"

    "Nada," dije y el placer desapareció rápidamente. Miré a mi taza. "Absolutamente nada," repetí y mi voz se quebró. La desesperanza se apoderó de mí y dejé caer la pesada cabeza en la manos. Las lágrimas que yo había retenido durante semanas finalmente comenzaron a fluir.

    "Está bien, déjalo salir," dijo Laney.

    "Lo siento," croé cuando por fin logré recomponerme lo suficiente como para ser inteligible.

    "No lo sientas. Tú tienes más derecho a estar molesta que nadie." Negó con la cabeza mientras yo levantaba el rostro manchado de lágrimas hacia ella. "Sarah nunca debería haberte arrastrado a algo tan horrible."

    "Lo jodido es que eso ni siquiera me molesta. Estoy tan sola ahora que ella se ha ido," dije lastimosamente. "Nunca me había sentido más sola en mi vida. Y sí, estoy enojada porque ella lo cambió todo y luego se marchó sin más."

    "Sé lo que quieres decir. Parece sórdido e inexplorado."

    "¡Me cago en Dios!" Dije con una frustración desatada.

    "Háblame," presionó Laney gentilmente.

    Me levanté abruptamente y fui al cajón de la cocina para buscar la nota.

    "Ella ni siquiera dijo adios," le dije y arrojé con desdén el papel sobre la mesa entre nosotras. "Acababa de llegar a casa del trabajo un día y esto estaba en mi buzón."

    Laney lo recogió y pasó los ojos por él. Una expresión curiosa le cruzó el rostro mientras lo miraba, pero yo no pude leerla.

    "Lo siento. Eso fue despiadado de su parte."

    "Eso creo yo también," dije decididamente. "Pero no sé lo que significa. ¿Y tú?"

    "Sé tanto como tú," dijo y volvió a doblar la nota sobre la mesa, pensativa. "Puede que tenga algunas teorías."

    "Está bien. Adelante, afuera con ellas."

    "Yo..." hizo una mueca. "No te va a gustar y son solo pensamientos, yo no sé nada."

    "¡Laney!" Exclamé. "Compláceme. Bien podríamos hablar de ello mientras tenemos la oportunidad."

    Ella me miró durante unos momentos en silencio.

    "¿Por favor?"

    "Yo tenía la cabeza demasiado confundida para pensar en eso en aquel momento, pero durante las últimas semanas he estado recordando cosas. Nunca he tenido tanto tiempo para resolver las cosas con la mente lúcida."

    "¿Y? ¿Qué pensaste?"

    "¿Qué estabas haciendo tú con Sarah en La Gallina Roja aquel día?"

    "La..." Por un segundo me sentí confundida y luego recordé. "Vale, el bar. Yo iba a ir a Bookland y la vi. Ella llevaba tres días fuera, así que la seguí. En aquel momento yo estaba preocupada y quería asegurarme de que ella estaba bien." Un poco avergonzada por la dirección del interrogatorio, no supe cuánto decir. "En realidad fue pura coincidencia, pero a ella no pareció importarle cuando me acerqué a ella. Ella te estaba observando a ti y yo sentí curiosidad por saber qué estaba tramando."

    Laney negó con la cabeza con el ceño fruncido.

    "Coincidencia. Eso no lo sé," dijo.

    "Fue extraño," asentí. "Casi parecía como si me hubiera estado esperando."

    "Probablemente lo estaba."

    "No te guardes nada, ¿en qué estás pensando?"

    "Lo que pasó podría haber sido más complicado de lo que sabíamos."

    Yo eso lo dudaba, pero levanté las cejas interrogativamente y ella respondió entornando los ojos hacia mí, como si estuviera juzgando si debía decir algo o no. Después de unos momentos de silencio, habló.

    "Sarah y yo no habíamos tenido nada desde sus quejas. Ella cambió de escuela entonces, pero yo me enteré que ella se había ausentado sin permiso por la época en que yo me gradué en la escuela secundaria. Este pequeño recuerdo lo olvidé hasta que recobré la sobriedad y lo investigué. Una combinación de preocupación y necesidad por algo en lo que ocupar el tiempo. Hice algunas llamadas, lo comprobé, sus padres no la han visto hasta el día de hoy."

    "Así que se escapó de su horrible familia, eso pasa todo el tiempo. Ella dijo que nunca la creyeron."

    "No solo su familia, sus amigos; los que eran leales. Desapareció de la faz de la tierra. Tal vez solo cambió de nombre, de vida, pero..." Laney parecía incómoda. "No creo que la Sarah que conociste fuese la Sarah Nowak de mi infancia," admitió finalmente.

    "¿Nowak?" Pregunté sorprendida por esta información. "¿Ese era su apellido? Podríamos encontrarla, rastrearla."

    "No la encontrarás," negó con la cabeza y me miró. "¿No has oído lo que he dicho?"

    "Que no era Sarah Nowak," dije lentamente. "No, no lo entiendo. Por supuesto que era Sarah."

    "Es solo una sensación que tuve. Recuerdo lo que sucedió ese día. Ella mencionó cosas que ni siquiera Sarah debería haber sabido. Había algo muy extraño en ella, incluso en mi disminuida capacidad yo pude saber eso."

    "Si ella no era Sarah, entonces ¿quién era?"

    "Tal vez era Sarah," se encogió de hombros. "Pero cuando me mostraste esa nota: «No soy quien crees que soy», eso es extraño."

    "Bueno." Me quedé aturdida mirándome las uñas. Después de todo, mi pequeña mente no podía soportar otro golpe como este. Traté de aclarar la sumisión racionalmente. "¿Estás diciendo que crees que ella no era tu amiga de la infancia?"

    "Esa posibilidad se me ha pasado por la cabeza, sí."

    "Entonces, ¿cómo sabía todas esas cosas sobre ti? Por favor, no me digas que eso también fue una mentira."

    "No," Laney negó con la cabeza. "Eso era verdad, cada palabra que dijo era verdad. Preciso hasta el punto de ser antinatural, eso es lo que estoy diciendo. Ni siquiera Sarah debería haber sabido esos detalles." Su expresión reflejaba mi propia confusión mientras fruncía el ceño y continuaba. "Se dijeron cosas, tú las oíste, ella hizo ciertas suposiciones sobre lo que Jared había hecho con Leigh y conmigo y ella fue perfecta. Incluso los recuerdos de una persona pueden volverse sesgados después de tanto tiempo, pero ¿saber todas esas otras cosas? Eso no tiene sentido."

    "Sarah es inteligente," dije y Laney resopló.

    "La Sarah que conocí no era una especie de desviada mente maestra, era solo una chica normal."

    "La gente cambia."

    "No tanto."

    "Se las arregló para sacar todo ese material de la computadora de tu hermano... Tal vez descubrió esas otras cosas también."

    "¿Los recuerdos más profundos y oscuros de dos chicas que apenas recordaban ellas mismas? ¿Una de las cuales estaba muerta? Es imposible que Leigh haya mantenido algún tipo de registro del abuso de Jared y estoy segura como el infierno que eso nunca salióo de mi mente. Por no mencionar el hecho de que ella debía de haberlo tenido todo listo y planeado antes de acercarse a mí en el bar ese día. ¿Cómo sucedió eso? ¿Cómo pudo haber sabido que todo encajaría del modo que lo hizo?"

    "Ella habría seguido adelante con o sin nuestra ayuda."

    "Pero ella no necesitaba hacerlo, ¿verdad? Incluso tenía un lugar reservado y pagado por adelantado en Albany para el domingo. ¿Tenía tanta confianza en sí misma? ¿Era tan buena manipuladora?"

    "No lo sé," levanté las manos con frustración y me recliné.

    "Ella no dejaba de hablar sobre el destino... Te lo aseguro, Eden, algo muy extraño estaba sucediendo ese día. Algo que no creo que ninguna de nosotras pueda entender. Esto ha cambiado la forma en que veo las cosas, " dijo.

    "¿Estás insinuando... qué? ¿Algo sobrenatural?" Me quedé mirando la taza vacía. "Eso parece extremo."

    "El asesinato fue extremo, esto está fuera de escala. Pero tú me has preguntado por lo que pienso y es eso, ella era extraña."

    "Nada en Sarah era normal," coincidí. "La vi mudarse pero nunca la vi marcharse." Hice una pausa y dejé que las implicaciones de lo que Laney estaba sugiriendo se asimilaran de verdad. "Yo solía ​​visitarla por la noche y teníamos unas jodidas conversaciones. Hubo momentos en que pensé que ella no era humana o no era real. Hablábamos y ella sabía cosas sin preguntar. Me conocía. Y sus ojos... "

    "Como si ella estuviera mirando directamente a tu alma," terminó Laney por mí. "Los ojos de Sarah no eran así. No había nada que debatir físicamente sobre que ella era Sarah Nowak, sus rasgos eran similares. Por supuesto, eso viene de alguien que no la había visto bien desde que éramos niñas. Pero esos ojos, no eran correctos."

    Sentí más lágrimas deslizarse por las esquinas de las mías, pero silenciosas esta vez, cuando el rostro de Sarah pasó por mi mente.

    "Lo siento. No debería haberlo mencionado," dijo en voz baja. "Lo último que quería era molestarte y solo estoy especulando."

    "Está bien," sollocé. "Quizá no importe quién era, solo lo que hizo."

    "Tal vez." Hizo una pausa incómoda. "¿Qué hay de lo que yo hice? ¿Crees que estuvo mal?"

    "Tú también eras una niña, Sarah sabía que no fue culpa tuya. Estabas traumatizada y no estabas en posición de juzgar cuál era la elección correcta. Eso me quedó muy claro ese día."

    "No estoy hablando de eso," dijo. Levantó la taza, sintió el frío borde en su boca y la volvió a bajar. "Estoy hablando de Jared. Lo maté yo," dijo y sus ojos mostraron una verdadera conmoción y miedo ante sus propias palabras.

    "No, no lo hiciste. Lo hizo Sarah," le dije.

    "¿De verdad crees que habría sobrevivido a esas heridas? Lo he estado reviviendo una y otra vez en mi cabeza y fue como si ella estuviera pidiendo mi sanción. Yo lo sentencié, Sarah solo le clavó el último clavo en el ataúd."

    "No creo que eso estuviera mal, Laney. Y no me arrepiento de haber estado allí, no me arrepiento de nada de eso. También lo he repasado en mi mente y él era un monstruo, él no es digo de que te tortures a ti misma. Ya te has torturado bastante tiempo."

    Laney asintió lentamente.

    "No puedo entenderlo del todo," dijo frunciendo el ceño. "Ella no necesitaba involucrarme, había demostrado ser perfectamente capaz de hacerlo por su cuenta."

    "Físicamente tal vez, pero," comencé y Laney me miró fijamente, como si pudiera ver que las cosas encajaban en mi mente, "necesitaba el consentimiento de alguien a quien él había hecho daño de verdad, porque si ella no era Sarah, entonces él nunca le había hecho daño… " La sugerencia de Laney se solidificó lentamente, más inquietantemente que cualquier otra cosa antes.

    "Esto es una jodienda mental, ¿verdad?" dijo. "¿Entiendes lo que estoy diciendo? Es difícil creer que a alguien, fuese Sarah o no, le importaría esto lo suficiente para hacer algo así. En mi mente, yo ya estaba muerta y olvidada antes de que ella llegara. Tú eras parte de ello."

    "¿Por qué estuve yo involucrada?" Pregunté, pensando que jodienda mental era definitivamente una etiqueta apropiada.

    "¿Una tercera persona? ¿Alguien con un incontestable sentido de la integridad? Podríamos pasar el resto de nuestras vidas pensando en ello y aún así no ser capaces de analizarlo en términos racionales."

    Negué con la cabeza lentamente y miré a Gene, ojiplática.

    "Quería darte las gracias," dijo conmovedoramente. "Por lo que hiciste esa noche. Estuviste allí. Cuando yo estuve en el suelo llorando, me abrazaste, no tuviste miedo. No entiendes lo que eso significó en aquel momento y aún significa. Aquello fue un punto de inflexión y no rehuiste a pesar de todas las cosas terribles que oíste y que me viste hacer."

    "No creo que la sentencia de Jared sea moralmente discutible," dije en voz baja. "En aquel momento cuestioné su practicidad, pero eso no parece haber causado un problema. También te diré otra cosa: nunca más podré devaluar las pequeñas cosas que implica mi trabajo."

    "Oh, no." Estaba alarmada por esta revelación. "¿Estabas haciendo eso antes?"

    "Bueno, sí, a veces," admití y ella negó con la cabeza.

    "Nunca debes pensar eso."

    "Laney," comencé torpemente. "Algunas de las cosas que dijiste ese día, todo ese dolor. ¿Vas a estar bien ahora? Una cosa es estar sobria físicamente, pero las cicatrices emocionales que tienes..."

    "Lo sé. Lo único que puedo hacer es intentarlo, y las cosas parecen bastante diferentes ahora."

    "Estaré aquí para ti. ¿Sería raro que tú y yo fuésemos amigas?" Le pregunté y ella cerró los ojos por un momento, sonrió y respiró hondo.

    "Sí. Pero ya no tengo tanto respeto por la mediocridad. Hay cosas que tú entiendes que ningún otro entenderá. Si pudiéramos ser amigas, eso me encantaría." Se secó una lágrima perdida de la mejilla y buscó en el bolso. "Mira esto," dijo sacando el teléfono, abriendo una foto y tendiéndomela. Una foto de un bebé regordete de ojos azules sacando la lengua y sonriendo. "Isabelle, mi sobrina. Fui a verlas. Dije que me había enterado de la desaparición de Jared."

    "Es adorable," sonreí ampliamente.

    "De verdad que lo es. Deberías oírla reír. Nunca he sido una gran fanática de los bebés, pero ella tiene la risa más linda del mundo. Su madre, Kelly, me dijo que Jared hablaba de mí a veces, pero nada específico. Ella se alegró de verme, no podía entender por qué no nos habíamos conocido antes."

    "¿Se las está arreglando sola?"

    "Lloró un poco, pero creo que estará bien. Parece tener mucho apoyo de su propia familia y creo que yo las veré más ahora. Es una buena madre, tal vez Sarah fue un poco dura." Apagó el teléfono y lo volvió a guardar en el bolso. "Ayuda mirar esa foto cuando siento que las cosas comienzan a abrumarme, para recordarme por qué es mejor que él se haya ido."

    "Eso fue valiente, ir a verlas."

    "¿Qué hay de ti? ¿Crees que podrás superar lo que pasó?"

    "Ya lo he hecho. Sarah de alguna manera se las arregló para justificarme los eventos antes de que sucedieran. Nuestras conversaciones fueron... Es el resto lo que me va a volver loca. Bueno, no loca, pero ya sabes..." Me lié un poco. Ya ni siquiera sabía lo que estaba diciendo, pero Laney pareció entender de todos modos. Ella asintió con dulzura en los ojos.

    "Tal vez no quieras oír esto, pero probablemente nada de eso hubiera sucedido sin ti," dijo con pausas entre las palabras.

    "¿Qué quieres decir?"

    "Ese día en La Gallina, yo nunca hubiera aceptado la oferta de Sarah de una copa si tú no hubieras estado allí."

    "¿Por qué no? Conocías a Sarah, no a mí.

    "Bueno, sí, pero Sarah y yo estábamos de mala sangre. Tú parecías tan fuera de lugar en aquel bar, eso me gustó," dio una risita. "Sentí que podía confiar en ti, lo cual es algo muy raro para mí. Y cuando todo comenzó a estallar... Fue solo tu presencia lo que me hizo quedarme."

    "Sarah me dijo algo similar ese día en la cocina," dije pensativamente y negando con la cabeza. "¿De veras estabas tan asustada por que ella te hiciera daño?"

    "Sí, en cierto modo. ¿Por qué no iba a estarlo? Después de lo que hice."

    "Entonces, ¿por qué la seguiste tan fácilmente al edificio esa noche?"

    "Buena pregunta."

    "No me digas que estabas borracha, sé que no lo estabas."

    "Una parte de mí confiaba en ella. La parte que pensaba que yo no merecía nada de lo que obtuve de ella. Los sentimientos pueden ser muy erráticos cuando estás en el estado en el que yo estaba. Pasé mi vida odiándome a mí misma, ella me hizo enfrentarme a eso.. "

    Asentí y sentí el familiar dolor regresar a mi pecho.

    "La extraño mucho."

    "Fue imperdonable lo que te hizo," respondió Laney suavemente. "¿Dices que ella justificaba el asesinato en tus conversaciones antes de esa noche?"

    "Más o menos. Ella estaba en conflicto por algo, obsesionada con diferenciar el bien del mal. Siempre me preguntaba lo que yo sentía sobre cosas como tomarse la justicia por tu mano."

    "¿Como si estuviera buscando tu aprobación?"

    "Sí," admití reluctante. "Sentí que ella estaba pidiendo respuestas que no podía obtener de ninguna otra parte."

    "Ella te utilizó," dijo Laney. "Eso no es muy diferente de lo que Jared estaba haciendo en Internet."

    "Yo no iría tan lejos. Yo estaba siendo utilizada, pero eso no se compara con él."

    "¿No? ¿Por qué no?"

    "Tú eres tan consciente como yo sobre quién tenía la mayoría de las marcas negras contra el nombre de Jared, dadas las circunstancias. E incluso ahora no me arrepiento de nada de eso. Sarah sirvió a un doble propósito en mi propia vida. Ella no me hizo daño. ¿Sientes que ella te hizo daño a ti?"

    "No. Es que no había esperado que fueras tan objetiva sobre lo que sucedió. No pareces estar enojada en lo más mínimo porque ella se aprovechara de tus sentimientos."

    "¿Qué quieres decir?" Pregunté con cautela.

    "Tú estabas enamorada de ella."

    "¿Cómo...?" Hipé. Lo había afirmado muy claramente y recordé su comentario en el bar. Parecía inútil negarlo ahora y ella no lo estaba diciendo como si fuese extraño. Me mordí la uña nerviosamente. "No creo que Sarah supiera la extensión de lo que yo sentía por ella."

    "Tonterías, ella lo sabía todo."

    "Está bien, pero ella no lo hizo a propósito. Esto fue un subproducto. En todo caso, ella desalentó pasivamente mi amistad."

    "Así que ella se reclinó en el asiento y permitió que todo encajara en su sitio."

    "Yo nunca esperé que ella correspondiera mis sentimientos, de todos modos,."

    "¿Por qué no iba ella a hacerlo?" exigió Laney con indignación. "Eres preciosa."

    "Suenas enojada."

    "No estoy enojada por mí, sino por ti. Ella te rompió el corazón."

    "No, no lo hizo," me reí. "Ella solo me recordó que tengo uno. Es agradable que te preocupes, me hace sentir mucho menos enojada."

    "Entonces, ¿no estabas enamorada de ella?"

    "Yo creía que sí. Todo está muy borroso ahora. ¿Cómo podría amar a alguien cuya identidad predicaba en una mentira?"

    "No sabemos eso con certeza."

    "Tú eres incluso más ambigua que yo," le dije. "Me estás haciendo sentir mejor."

    "Bien," sonrió. "Ya es hora de que haga algo útil."

    "Se suponía que ella fue la primera a la que yo le contaba... Todo esto parece tan ridículo ahora. Mis estúpidos problemas, mi estúpido enamoramiento."

    "¿Contabas qué? ¿Que tú...? Oh, vaya, ¿nunca se lo has contado a nadie?"

    "Nunca. Si Sarah lo sabía no fue porque yo fui lo bastante valiente para contarlo. No sé cómo diablos lo supiste tú... ¿Cómo lo supiste?"

    "Era bastante obvio."

    "¡¿Cómo?!"

    "No te pongas tan asustada," me aseguró con una sonrisa. "Solo por la forma en que le hablabas y la forma en que la mirabas. Quiero decir, la seguiste ese día, eso te delata. Créeme, no pareces lesbiana."

    "¡Ah! Suena tan raro que alguien me llame así. Eres la primera persona que lo sabe. ¿No es eso triste?"

    "De ninguna manera. Es genial. Algunas personas pasan toda su vida sin siquiera admitirlo. Creo que acabas de abrir la puerta del armario."

    "Oh… Mierda, tienes razón," dije con irritación y Laney dio una carcajada.

    "¿Cómo te sientes?"

    "No lo sé," miré a mi alrededor como probando la vista y miré a Laney, ella me miró a los ojos. Ella estaba viendo a alguien de quien yo me había avergonzado durante mucho tiempo y no me estaba sonrojando. "Me siento bien. Si hubiera sido Sarah, probablemente no habría sido capaz de mirarla."

    "Ella era un poco intimidante."

    "Muy intimidante," coincidí.

    "¿Por qué? ¿Por qué estar tan metida en el armario todo este tiempo? Obviamente no tienes confusión sobre tus sentimientos."

    "No quería decepcionar a mi familia. Tenía miedo."

    "¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Se lo dirás?"

    "No lo sé, aún da miedo."

    "Pero eres fuerte," dijo. "¿Y por qué deberían importar más sus sentimientos que los tuyos?"

    "Creo que tengo más miedo de que la gente descubra lo mucho que he mentido durante tanto tiempo que de ser etiquetada como gay. La gente se sentirá herida y sentirá que no puede confiar en mí para otras cosas. Esto se ha convertido en mucho más de lo que solía ser."

    "Sí, lo sé todo acerca de las mentiras que se salen de control. La honestidad tiene que comenzar en algún lugar, y tal vez la gente lo entienda mejor de lo que esperas. ¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudar?"

    "Ya lo estás haciendo. Me siento bien al hablar de eso abiertamente," suspiré. "Sarah hizo eso por mí al menos. Sin ella, probablemente aún tendría a un tío por aquí."

    "¿Sientes que ella también te ayudó?"

    "Sí," entorné los ojos. "Aún estoy cabreada con ella, pero no puedo lamentarlo. ¿De verdad crees que ella estaba mintiendo sobre quién era?"

    "No creo que ella fuese la Sarah de mi infancia, pero nunca podría probarlo."

    "¿Quién podría haber sido?" Pregunté y Laney miró la forma dormida de Gene y sonrió misteriosamente.

    "¿Un ángel pícaro? ¿Un demonio virtuoso? ¿Quizá sólo una perra chiflada a la que le gustaba meter la nariz en los asuntos de otras personas?" Ofreció y yo resoplé. Es rara la ocasión en la que tengo ganas de reír y llorar al mismo tiempo.

    "Si ella no era quien decía que era, entonces ni siquiera puedo poner un nombre en su memoria," dije con tristeza.

    "Ella siempre será Sarah," respondió Laney. "Una cosa al respecto es sencilla: me liberó, me salvó la vida y probablemente también la de mi sobrina bebé."

    Asentí, sollocé y recordé algo que me hizo sonreír.

    "Ella me dijo que estar de mal humor no me convenía," me reí entre lágrimas. "Dijo que la vergüenza me quedaba mejor."

    "Estas guapa cuando te sonrojas," coincidió Laney.

    "Ella dijo eso también," dije mirándola con sorpresa. "¿Crees que aún está por ahí?"

    "Probablemente. Espero que pueda encontrar la paz."

    "Quizá la gente como ella solo está en paz cuando lucha por algo," reflexioné.

    "¿Un poco como tú?" ella sugirió.

    "¡Tú eres la abogada!" Dije y ella se rió.

    "Tú y yo hicimos carreras tratando de hacer lo correcto, según el libro. Llega una soñadora y lo pone todo patas arriba."

    "Mm," asentí mirando sus ojos de chocolate. Qué ojos tan bonitos. Aparté la mirada abruptamente. "El resto de tu familia... ¿Cómo lo está llevando tu padre?" Le pregunté y ella me dio la sonrisa más radiante.

    "Eres un encanto por acordarte. Por preocuparte lo suficiente como para preguntar.

    "Recuerdo cada palabra que se dijo ese día. Te preocupabas más por tus padres que por ti misma. ¿Está él bien?"

    "Papá está en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer. Sigue olvidando que Jared está desaparecido, por lo que se ha librado de lo peor. Está feliz," se encogió de hombros.

    "Viendo el lado bueno, ¿eh?"

    "Dímelo a mí. Bueno, creo que ya te he robado bastante tiempo. Debería irme."

    "No," dije frenéticamente, avergonzándome. Estudié el tablero de la mesa. "Lo siento. Es que..."

    "¿No quieres estar sola?" preguntó en voz baja y asentí.

    "¿Es raro eso?"

    "No. Yo tampoco quiero estar sola." Sacó un trozo de papel doblado del bolsillo de su abrigo y lo empujó sobre la mesa hacia mí. "Esto estaba pegado en mi puerta cuando llegué a casa," dijo cuando lo recogí.

    Cuida de Eden.

    La luz brilla más a través de las vasijas rotas.

    "Sarah," suspiré reconociendo de inmediato la letra.

    "Llevo dos semanas intentando reunir valor para hacerte una visita. Estaba aterrada de que no quisieras verme. Al final, me convencí de que solo estaba siguiendo las órdenes de Sarah, pero luego te vi y me abrazaste y ahora... no quiero irme."

    "Pero ¿qué significa eso?"

    "Creo que soy la vasija rota.."

    "¿Por qué siempre tiene que decir cosas bonitas de formas horribles?"

    "¿Verdad despiadada?"

    "Eso no lo sé," dije y la miré. "¿Ella espera que tú cuides de mí? ¿No debería ser al revés?"

    "Como dijiste," Laney se encogió de hombros, "ella sabía cosas."

    "¿Así que nos han reunido por capricho de quién? ¿De un ángel?"

    "¿Los ángeles tienen caprichos?"

    "¿Te quedarás a cenar entonces?"

    "Sí," sonrió y bajó las manos hacia Gene de nuevo. "Tu perro es guay."

    Y así fue como sucedió. Laney y yo no hablamos sobre el tema a menudo después de esa noche, pero aquello siempre estuvo ahí entre nosotrqs, un entendimiento que nadie más podía compartir. Tal vez fuese extraño que termináramos siendo tan cercanas después de lo que habíamos experimentado juntas, o tal vez fuese lo más natural del mundo.

    Rápidamente durante las próximas semanas noté la otra cara de la misión de Sarah. Empecé a comprender por qué había ella hablado de amor. Cómo lo hacía, no lo sé, pero yo nunca había podido disputar los hechos y sus resultados. Con un acto de retribución y violencia, ella me unió a una persona que terminaría significando para mí más que la vida misma. Alguien que me enseñaría a ser yo misma, a vivir honestamente, libre de culpas.

    Entendí estas cosas pero muy poco más. Qué o quién era Sarah, nunca lo sabré y, lentamente, su extraño impacto se desvaneció en la historia. De vez en cuando, Laney me tomaba el pelo y me preguntaba qué se sentía al besar a un ángel.

    "Estuvo biéén," entonaba yo y ella me hacía cosquillas por celos.

FIN

___Nota de Sasha___

    He estado en conflicto sobre si publicar esta historia. Si de veras has logrado leerla de principio a fin, me gustaría saber lo que piensas.

    Correo electrónico (solo mensajes en inglés)

    mccallumsasha@gmail.com

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Notas de esta versión

    Fuente: Wikipedia, WordReference

Capítulo 1

    [1] Muerte, ¡bah!: (Death schmeth en el original). En inglés esta es una de repetición de dos palabras donde se reemplazan las primeras letras de la segunda con esta secuencia de sonidos (derivado de numerosas palabras en hebreo que empiezan así) para formar una nueva palabra sin sentido y transmitir así disparidad, desprecio o burla por la primera.

Capítulo 3

    [2] crestado: ridgeback en el original. Referido al crestado rodesiano (Rhodesian Ridgeback). Raza de perro de origen sudafricano, musculosa, de gran porte, extremadamente ágil y veloz (puede alcanzar 30 km/h) principalmente usado para la caza, guarda y compañía